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Eran bastante felices todos ligados y los pequeños cabritillos querían mucho a su madre.
Una mañana, madre cabra tuvo que ausentarse para visitar mercar comida, sin embargo antecedente de salir advirtió a los 7
cabritillos que tuvieran mucho cuidado con un lobo que andaba merodeando por el bosque.
Poco después de irse madre cabra, el lobo se acercó a la vivienda – ahora que permanecen solos, seguro que puedo engañarlos
para que me abran la puerta – pensó el malvado lobo.
Al escuchar la llamada, los 7 cabritillos dejaron de jugar y se acercaron a la puerta para a ver quién podía ser.
– Soy madre – contestó el lobo – abridme hijos que traigo la comida – continuó.
Corrió hacia una granja de gallinas y se ingirió todos los huevos que localizó, hasta que logró una voz tan tierna como la de madre
cabra.
Velozmente, para eludir perder dicha aterciopelada voz, fue a la vivienda de los 7 cabritos.
Los cabritillos tenían dudas puesto que, aunque la voz era bastante parecida a la de su mamá, no estaban plenamente seguros.
Al observar la horroroso y oscura pezuña del lobo, los cabritillos gritaron – Tú no eres nuestra madre, ella tiene las patitas
blancas y suaves, empero las tuyas son oscuras y estropajosas.
Una vez ahí, entró sin ser observado y se embadurnó las patas de harina hasta sacarlas blancas y de aspecto delicado. Regreso lo
más veloz que ha podido a la vivienda de los cabritillos y retornó a llamar a la puerta con impaciencia.
Los cabritillos, que estaban jugando al escondite, salieron para revisar quién denominaba a la puerta.
Soy vuestra mamá, abridme que vengo bastante cargada – contestó el lobo con su falsa voz.
Los cabritillos creyeron al embustero lobo y abrieron la puerta a quien creían era su madre.
El pequeñín le contó todo lo ocurrido y madre cabra tomó la decisión de salir en busca del malvado lobo.
Entonces, madre cabra ha podido ver que algo se movía en la tripa de la fiera y envió al pequeñín en busca de unas tijeras, aguja
e hilo.
Madre cabra, que cosía de maravilla, inició a recortar la tripa de lobo tan suavemente que éste no se despertó.
Madre cabra relleno la tripa del lobo con un montón de rocas y regresó a coserla para que no se diera cuenta del cambio.