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Ejemplos de conductas antisociales son las que atacan la propiedad privada, como robar o el
vandalismo, o las que atacan la integridad física u honor de las personas, como agredir
físicamente, insultar, coaccionar o acosar.
En la actualidad, el estudio del comportamiento antisocial está adquiriendo una elevada relevancia
desde la comunidad científica. La detección de los elementos que dan lugar al desarrollo de estas
conductas, así como el diseño de tratamientos que permitan intervenirlas son elementos
investigados hoy en día.
La conducta antisocial constituye, hoy en día, un serio problema de distintas sociedades. Así
mismo, tiende a resultar un elemento problemático especialmente.
No obstante, dicha definición proporciona una explicación ciertamente ambigua acerca de las
propiedades de la conducta antisocial. Este hecho motiva que el término se utilice para describir
una gran variedad de conductas habitualmente poco delimitadas.
En la actualidad, se sustenta que qué una conducta se catalogue como antisocial puede depender
de diferentes factores. Los más prominentes son:
Las conductas que infringen las normas sociales y de convivencia reflejan un grado de severidad
que resulta tanto cualitativa como cuantitativamente diferente del tipo de comportamientos que
se desarrollan en la vida cotidiana de las personas.
Esto quiere decir que las conductas antisociales involucran comportamientos que no resultan
habituales ni por lo que respecta su forma ni por lo que respecta su intensidad de ejecución.
La norma social que específica la aproximación sociológica denota dos campos semánticos
relacionados entre sí. Por un lado, la norma sería indicativa de lo frecuente, usual o
estadísticamente normal sobre los comportamientos de las personas.
En este sentido, las normas se conceptualizarían como criterios esencialmente descriptivos que se
encargarían de definir un rango de comportamientos mayoritariamente típicos dentro de un
sistema sociocultural determinado.
Por otro lado, la norma presenta un componente evaluativo y prescriptivo. Es decir, define lo que
es permisible, apropiado o bueno a través de las expectativas sociales sobre cómo deben pensar o
actuar las personas.
Desde la aproximación legal y/o forense, la conducta antisocial suele englobarse bajo etiquetas y
categorías como crimen, delito o delincuente. De hecho, estas categorías son elementos
especialmente protagonistas dentro de la criminología, la cual se centra principalmente en el
estudio de las conductas antisociales.
Bajo esta aproximación, el delito se concibe como aquel acto que viola la laye penal de una
sociedad determinada. El delincuente resulta esa persona que el sistema de justicia ha procesado
y culpado por la comisión de un delito.
Las leyes y las normas institucionalizadas que protegen determinados bienes jurídicos se ven
sujetas a múltiples variaciones en el tiempo y en el espacio en función de las ideologías
gubernamentales.
En este sentido, la relatividad que caracteriza los ordenamientos legales da lugar a que tanto los
delitos como las conductas antisociales se conviertan en una realidad cambiante y multiforme.
De hecho, la psicología es una de las ciencias que ha estudiado en mayor profundidad este tipo de
comportamientos y, lo que es más importante, ha permitido la obtención de información acerca
de su desarrollo y funcionamiento.
Desde esta perspectiva, la conducta antisocial se ha conceptualizado como una serie de
componentes más o menos pertenecientes a ciertos trastornos o alteraciones psicológicas.
Dicha asociación entre conducta antisocial y trastorno mental ha permitido determinar qué
procesos psicológicos se ven involucrados en el desarrollo de este tipo de comportamientos.
En este sentido, las alteraciones que se han asociado más frecuentemente a este tipo de
conductas son: los trastornos de control de impulsos, el trastorno antisocial de la personalidad y el
trastorno negativista desafiante.
Por lo que respecta a los trastornos de control de los impulsos, diversas patologías tales como la
cleptomanía, la piromanía o el trastorno explosivo intermitente, se han relacionado con la
conducta antisocial.
Por ejemplo, una conducta antisocial considerada como clínicamente significativa sería agredir a
alguien o robar. En cambio, otras conductas como ensuciar la vía pública o molestar a otras
personas, formarían parte de comportamientos antinormativos no ilegales.
Desde el punto de vista conductual se permite separar la conducta antisocial de la conducta
delictiva. La primera categoría abarcaría la segunda, pero no resultaría exclusiva de ella.
Por otro lado, la aproximación conductual adquiere una elevada relevancia en el comportamiento
antisocial de los niños. Conductas antinormativas tales como comportamientos disruptivos en el
marco escolar o conductas de agresión entre niños son elementos que se catalogan dentro de la
conducta antisocial a través de esta aproximación.
Conceptos asociados
De este modo, resulta importante aclarar otros constructos que se encuentran estrechamente
relacionados con el comportamiento antisocial. La distinción diferencial puede servir de ayuda
para delimitar conceptualmente la conducta antisocial. Los principales conceptos asociados son.
Agresión y agresividad
La agresión es una conducta externa, abierta y observable que se ha definido como una respuesta
que proporciona estímulos dañinos a otro organismo.
Por otro lado, el estado agresivo constituye una combinación de cogniciones, emociones y
tendencias comportamentales que se encuentran desencadenadas por estímulos capaces de
evocar una respuesta agresiva.
Así pues, la agresión hace referencia a una conducta específica de daño hacía otra persona, la cual
forma parte de los comportamientos antisociales.
Agresión y violencia
La violencia es un concepto que también se asocia fuertemente con la conducta antisocial y que,
tradicionalmente, ha sido difícilmente diferenciable de la agresión.
De forma general, la violencia es un término que se utiliza para describir las formas más extremas
de las conductas agresivas, así como de los comportamientos antisociales.
Además, la violencia suele resulta también un concepto que se relaciona estrechamente con la
agresión física, aunque también puede ser aplicado a la agresión psicológica. En términos
generales, las propiedades principales del término violencia son:
1- Constituye un tipo de agresión desadaptada que no guarda ningún tipo de relación con la
situación social en la que se lleva a cabo.
2- Requiere la ejecución de conductas que denotan un uso excesivo de fuerza física dentro de un
contexto sociocultural esencialmente humano.
Factores de riesgo
Dichos factores pueden englobarse en seis grandes categorías: los factores ambientales, los
factores individuales, los factores, biológicos, los factores psicológicos, los factores de socialización
y los factores escolares.
Por lo que respecta a los factores ambientales, los medios de comunicación, el desempleo, la
pobreza y el padecimiento de discriminación social son los elementos que se relacionan más
significativamente con la conducta antisocial.
En los factores individuales en cambio se ha encontrado que la transmisión genética y el desarrollo
anómalo de ciertas hormonas toxinas o neurotransmisores, tales como la testosterona o la enzima
monoaminoxidasa (MAO) también se relacionan con la conducta antisocial.
Finalmente, las otras categorías de factores de riesgo presentan como elementos más importantes
el padecimiento de trastornos psicológicos, las alteraciones relacionales dentro del ámbito familiar
y la desadaptación escolar.