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LOS CIEN MEJORES CUENTOS

DEL MULÁ NASRUDDÍN


Edita: Generalitat Valenciana
Fundació Jaume II El Just

© 2006 de la presente edición: Fundació Jaume II El Just


© 2006 de las ilustraciones: Bárbara Ruiz Bejarano

Prologuista: José M. Gironés


Compilación y acuarelas: Bárbara Ruiz Bejarano

I.S.B.N. 84-482-4358-7
Depósito legal: V-????-2006
Imprime: Martin Impresores, S.L.

Edición auspiciada por la Comisión Nacional de Cooperación con la UNESCO


y Centro UNESCO-Valencia.

Impreso en España.
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por
ningún medio sin permido del editor.

 
SALUDA

ALEJANDRO FONT DE MORA TURÓN


Conseller de Cultura, Educació i Esport

La Comunidad Valenciana —y sus habitantes somos plenamente conscientes de


ello—, tiene contraída una deuda secular con el mar Mediterráneo. Una deuda
en absoluto gravosa y cuya lenta amortización, que aún perdura, ha servido y sirve
en la actualidad para ir deiniendo las señas de nuestra personalidad colectiva.

Formando parte de la imaginaria amortización de esta deuda —insisto—,


amable de pagar en todo momento, el ofrecimiento que hace la Conselleria de
Cultura, Educació i Esport a través de la rehabilitación progresiva y de la puesta
en valor, gracias sobre todo a una completa oferta de actividades culturales, del
histórico Monasterio de Sª María de la Valldigna, no puede pasar en absoluto
desapercibida.

La publicación ahora de los relatos de Nasruddín Khodja, escritor anatolio que


vivió entre los años 1208 y 1284, esto es, contemporáneamente a la formación
del Reino de Valencia, se inscribe plenamente en este contexto de oferta cultural
continua que tantos y tan buenos resultados está ofreciendo a todos los niveles.

Este libro proporciona además la posibilidad, ciertamente única, de cotejar la


sensibilidad de uno de los más sutiles escritores del Islam clásico con la vivencia
de la contemporaneidad, ámbito al cual nos debemos, por otra parte, como
ciudadanos y ciudadanas de nuestro tiempo.
Es motivo de amplia satisfacción el que desde esta Conselleria, y por medio de la
Fundación Jaume II el Just, podamos divulgar el sustrato simbólico y referencial
de este interesante autor del Mediterráneo más cercano y sensitivo, precisamente
por su carácter atemporal.

Esta es una prueba más de que, con actividades como ésta, seguimos trabajando
para hacer de la Valldigna, de este conjunto monumental sedimentado de
historia, una activa célula para el cultivo de la memoria, un foco difusor de
cultura y un foro abierto a los valores compartidos por las riberas de este mar
que nos dio la vida y que testiica, año tras año, siglo tras siglo, la pausada pero
irme airmación de la identidad valenciana.

Forma parte de la deuda que tenemos contraída, y que hemos, gozosamente sin
duda, de seguir amortizando.

 
SALUDA

VICENTE BURGOS
Gerente de la Fundació Jaume II el Just

La FUNDACIÓ JAUME II EL JUST se constituyó por acuerdo del Gobierno


Valenciano de 9 de mayo de 1999, dependiente orgánicamente de la Conselleria
de Cultura, Educación y Deporte.

Bajo la Presidencia de Honor del Molt Honorable President de la Generalitat


Valenciana, la Fundación tiene como objetivo principal, aunque no exclusivo,
la gestión y puesta en valor del Real Monasterio de Santa María de la
Valldigna, referente de nuestras señas de identidad com pueblo y primer hito
tras la conformación territorial del antiguo Reino de Valencia, hoy Comunitat
Valenciana.

El carácter institucional y vertebrador de la Fundación se releja en la


conformación de su Patronato que, presidido por el Hble. Conseller de Cultura,
Educación y Deporte, lo componen los Alcaldes de las tres capitales de provincia
de nuestra Comunidad, los tres Presidentes de las Diputaciones Provinciales, el
Presidente de la Mancomunitat de la Valldigna, la Secretaría Autonómica de
Cultura y Política Lingüística de la Generalitat Valenciana, el Director General
de Patrimonio Cultural de Valencia y el Presidente de la Federación de Empresas
Contratistas de Obras de la Administración (FECOVAL), comprometidos en
esta importante tarea de recuperación de nuestro patrimonio.
 
PRÓLOGO

JOSÉ MANUEL GIRONÉS


Coordinador del Foro Valldigna para el Mediterráneo
Director del Centro UNESCO de Valencia

Conocí la existencia de Nasruddín Khodja a través de la profesora Ana Massala,


ilustre especialista de las culturas del Mediterráneo oriental, de la Universidad
la Sapienza de Roma, que tuvo la gentileza de expresar en las palabras de
dedicatoria de su versión italiana de las “Astuzie & Facezie de Nassredîn Khogia” el
abismo que separa, aún hoy, el conocimiento recíproco de la cultura occidental
respecto a la del lado oriental, de este mar, que antes se llamaba Mare Nostrum
o mar común.

La frescura, vivacidad, sencillez y chispa del personaje, volcadas por la doctora


Massala en las páginas italianas, las volvemos a encontrar aquí plenamente
conseguidas por Bárbara Ruiz Bejarano en la edición española que saluda el
encuentro de las Tres Culturas en el marco de Santa María de la Valldigna
y además están enriquecidas con sus acuarelas, de gran plasticidad, que es el
mismo camino por el que muchos norteamericanos entraron al descubrimiento
del Don Quijote a través de la vigorosa mano de nuestro pintor Segrelles.

Y es que la frescura, vivacidad, sencillez y chispa de este personaje central de


los cuentos cúicos, están en Nasruddín con la misma naturalidad que están
el hambre, los coscorrones y los golpes en el Lazarillo de Tormes y en toda
la picaresca española discurrida durante siglos con el agua de sus ríos bajo los
puentes de Salamanca, Toledo, Córdoba o Valencia.
¿Recibió el glorioso manco de Lepanto noticia de Nasruddín y de su inseparable
asno durante el cautiverio en Argel? Desde luego, de la insólita aventura de los
almogávares en Oriente, contada con maravillosa descripción histórica por
Ramón Muntaner en su Crónica y novelada después por Joanot Martorell en
el célebre Tirant lo Blanc, sí tuvo buena noticia, pues no se elogia lo que se
desconoce y si el Tirante el Blanco fue salvado de las llamas es porque Cervantes
había hallado en él “un tesoro de contento y una mina de pasatiempos” (Quijote
I, 6). Los relatos del llamado “maestro de la sonrisa”, Nasruddín o Nassreddîn
Khogia, surgen por la fabulación anónima y colectiva sobre un personaje real,
nacido en 1208 en Horto, Sivrihisar, en Turquía Asiática y muerto allí mismo,
en Akeshir en 1284. Es decir, los mismos escenarios descritos con detalle por
Ramón Muntaner sobre los acontecimientos ocurridos apenas un cuarto de siglo
más tarde en las campañas de Roger de Flor y los Almogávares en 1304 y 1305.

Educado en la escuela islámica de Konya, dotado de un profundo sentido común,


compasión e ironía, fue sucesivamente sirviente, monje derviche, mulá, imán y
ciudadano. Transcurrió gran parte de su vida entre Akeshir y Konya cumpliendo
encargos para las madrasas locales y alguna vez algún servicio más destacado
para los jefes de las tribus selyúcidas que aún veían muy lejano el sueño de
hacerse con Constantinopla. En la tensión ideológica entre el islam ortodoxo y el
ascético, el suismo implica un distanciamiento del rigor dictado, y un impulso
en favor de la compasión directa hacia los demás y en alivio de la condición
humana, como en este liviano ejemplo:

—Nasruddín -le preguntaron a la vez sus dos esposas- ¿a cuál de


nosotras quieres más?
Evitando pronunciarse, el mullá contestó con prudencia, y dijo
que a las dos por igual.
Ellas insistieron, él persistió.
Entonces la más joven de las dos le preguntó: -Si las dos estuviésemos
en una barca y ésta volcase, ¿a cuál de las dos salvarías primero?
Nasrudín miró a la de más edad y le preguntó:
—Tú sabes nadar un poco, ¿no?

En la remota estirpe de los cuentos orientales, Nasruddín no es un autor, sino


un arquetipo, sobre el que la tradición oral irá sumando más y más anecdotas,
 
particularmente logradas en lo que se reiere a la relación con su asno, el sufrido,
entrañable y terco animal sin el que la cultura del Mediterráneo (y quizás del
mundo entero) no hubiera sido la que hemos tenido, igual que no lo sería sin la
espiga y el trigo, sin el olivo generoso, o sin los sarmientos y los frutos de la vid.

La presencia del asno y el escudero es un hallazgo central en el Quijote de


Cervantes. El buen Sancho llora y le besa, se compadece y se consuela sobre el
rucio. Rucio es el asno de pardo y claro color. Su ora mitad. El compañero de
fatigas. El socorro en el momento preciso “que el caletre me dice que hemos menester (para
huir) ahora más los pies que las manos” le dice Sancho a Don Quijote montándolo en
su asno. (Quijote I, 23) “No rebuznaron en balde el uno y el otro alcalde…” en el glorioso
pasaje de la búsqueda (Quijote II, 25) “que por el Dios que me crió que podéis dar dos
rebuznos de ventaja al mayor y más perito rebuznador del mundo, porque el sonido que teneis es
alto, sostenido y de compas” (como el rebuzno).

—“¡Huye puto; ausentate ladrón y desampara lo que no es tuyo! gritó Sancho Panza (que doquiera
que veía asnos se le iban los ojos y el alma”) cuando vió al gitano Ginesillo en su montura. Saltó
el ladrón sin esperar más palabras, tomando (en la huida) un trote que parecía carrera, mientras
Sancho llegó a su rucio y abrazándole dijo: (Quijote I, 30)

—“¿Cómo has estado bien mío, rucio de mis ojos, compañero mío?- Y con esto le besaba y
acarciciaba, como si fuera persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho sin
responderle palabra alguna”

Sorprendido por la semejanza, comencé a indagar en las fuentes clásicas de


interpretación y anotación del Quijote, y ni en Diego de Clemencín con sus
dos mil páginas tan maravillosamente prolijas y minuciosas para el análisis de
cada uno de los pasajes del gran libro y su relación con las fuentes literarias e
iconográicas, ni tampoco en la estupenda edición anotada por el maestro Martín
de Riquer hallé vestigio alguno que señalara haberse detectado una posible
inluencia de los cuentos suies o del popular Nasruddín en la inspiración del
personaje. A diferencia de las muy acreditadas anotaciones que abundan sobre el
gran suceso de la expulsión de los moriscos, contemptoránea de la publicación
del Quijote y en los pasajes del Cautivo que releja los tiempos de Cervantes en
su presidio de Argel (Quijote I, capítulos 39 a 41).
Tampoco José Nogales (1860-1908), que escribe “De qué y cómo murió el asno de
Sancho Panza”; Antonio Machado que escribe sobre las meditaciones del Quijote
en Ortega y Gasset, Milan Kundera que describe como esencial en el Quijote
de Cervantes “esa portentosa liviandad que lleva por el hilo del humor y la ternura hasta la
comprensión del mundo como ambigüedad” que valdría como deinición esencial tambien
para Nasruddín Khodja, o Salvador de Madariaga en su observar atento de la
movilidad vital y humana que aproxima al caballero y escudero desde su inicial
lejanía, o Jorge Luís Borges (“Quijano duerme y sueña una batalla / los mares de Lepanto
y su metralla”) apuntan en la dirección oriental de la extensísima fama alcanzada
en todo el mundo árabe por el insólito personaje que cabalga sobre su burro en
dirección contraria, y que ahora tenemos en nuestras manos.

Tampoco en el plano de las biografías más conocidas de Miguel de Cervantes


Saavedra, como la del insigne valenciano Gregorio Mayans y Siscar o la célebre
novelada de Bruno Frank, tan sustanciosa en los detalles sobre el terrible Dali-
Mami y el cautiverio y las tentativas de fuga en el cautiverio de Argel, como
hermosa en las imágenes del amanecer del Montgó sobre el horizonte y las
benditas arenas ya españolas de la playa de Denia que Miguel de Cervantes
pisó al volver a verse un hombre libre, daban indicio alguno que diera pruebas
para asegurar el ascendiente de Nasruddín sobre la creación de Sancho Panza.
Pregunté a la Doctora Ana Massala si le parecía inverosimil atribuir a Miguel de
Cervantes cualquier información sobre Nasruddin Kohdja y los cuentos sufíes y
me respondió citando a Braudel que la tenacidad, la resistencia contra lo adverso
y la compasión por los vecinos es tan mediterránea, como el burro, la higuera
y el almendro, y que la llamada literatura picaresca ha producido frutos muy
semejantes en latitudes bien lejanas con absoluto aislamiento las unas de las
otras. Pero que mi hipótesis era tan sugestiva, que consideraba una deber no
silenciarla, sino fomentar su averiguación (y de hecho ya hay en el Instituto
Cervantes de Tánger quien parece haberse tomado en serio el valor de sendos
nombres Nasruddín desde el Islam y Cervantes desde el orbe cristiano, como
proyección simultánea validable en el mundo entero).

Fue en vísperas de la celebración del Año del Quijote, y en el marco de los


coloquios sobre “Las dos orillas” organizados por el Capitulo Español del Club
de Roma en Valencia, para la mejor comprensión del islam, y en los que por
cierto participaron activamente la propia Bárbara Ruiz Bejarano y el embajador
10 11
de Turquia Volkan Vural, cuando el conseller Rafael Blasco, en nombre del
grupo valenciano del Club de Roma, y yo mismo en nombre de la Asociación
de Doctores Avadolci brindamos el propósito de una edición, siquiera reducida
de las Astucias y Charadas del simpático Nasruddín, para ser presentado ante los medios
informativos en Valencia en el minúsculo y bellísimo espacio de los baños
árabes de nuestra ciudad, o Baños del Almirante (nombre que procede del hecho
de compartir suelo con el insigne Palacio de los Almirantes de Aragón, hoy
Consellería de Hacienda) y para una posterior difusión al gran público en el
evento -aún joven y ya célebre- de la Multaqa de las Tres Culturas, que con
vocación ritual celebraremos cada mes de junio, en el viernes (yumuaa islámico)
sábado (sabbath hebreo) y domingo (dominica cristiana) precedentes a la jornada del 20
de junio, declarada por la ONU, Dia Internacional del Refugiado.

Ha sido la capacidad para materializar proyectos de la Fundación Jaume II el Just


la cintura y velocidad de remate de su director Vicente Burgos – quien es, a la
vez, presidente del Centro UNESCO de Valencia- la que ha permitido que aquel
vago propósito mencionado en un coloquio como posibilidad, sea hoy un libro
en sus manos.
LOS CIEN MEJORES CUENTOS
DEL MULÁ NASRUDDÍN
1 1
1
El pájaro que sabía hablar

Un día Nasruddín estaba dando una vuelta por el mercado.


De pronto vio un pájaro de plumaje de vivos colores, que estaba
en venta por doce monedas de oro. Nasruddín se quedó muy
sorprendido. Se acercó al gentío que se agolpaba alrededor
del pájaro y preguntó:
- ¿Cómo es que es tan caro este pájaro?
- Es porque es un pájaro especial.- le explicaron.- ¡Puede
hablar como un ser humano!
Nasruddín rápidamente volvió a su casa, agarró un pavo por
el pescuezo y corrió de vuelta al mercado. Se colocó junto al
hombre que vendía el loro y comenzó a gritar:
- ¡Pavo en venta! ¡Pavo en venta! ¡Sólo por diez monedas!
- Pero, Mulá, - le dijeron - ¿cómo tienes la cara de pedir diez
monedas de oro por un pavo?
- ¿Pues no venden ese otro pájaro por doce monedas de oro?
– preguntó él.
- Pero Mulá, es que ese pájaro puede hablar como un ser
humano.- intentaron razonar con él.
Pero Mulá giró la cara, haciendo ademán de no prestar
oídos.
- Pues este pavo puede pensar como un ser humano.-
concluyó.
2
Todos tienen razón

En cierta ocasión, Mulá ejercía de juez en Aksehir. Ante


él se presentó un hombre, quejándose de otro. Nasruddín le
escucha con atención y finalmente dictamina:
- Sí, tiene usted razón.
Al poco llega ante él el hombre de quien se quejaba el
primero, y expone su caso. Nasruddín le escucha con cuidado
y finalmente decreta:
- Sí, tiene usted razón.
Un presente, que se hallaba en la sala, asombrado ante el
veredicto del juez, no puede evitar acercarse a él y decirle:
- Pero Juez Mulá, le ha dado la razón al hombre que se
quejaba de este, y a éste, que se quejaba del primero ¡también
le ha dado la razón!
- Sí, usted también tiene razón.

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3
Camellos con alas

En cierta ocasión, Nasruddín estaba dando el sermón del


viernes en la mezquita; dramáticamente levanta los brazos
hacia el cielo, alza la vista e implora:
- ¡Hermanos! Demos gracias a Dios quien con su omnipotencia
no ha creado camellos con alas. De lo contrario, ¡los techos
de nuestras casas estarían llenos de agujeros y habrían caído
sobre nuestras cabezas!
4
El otro lado

Se hallaba Nasruddín pescando plácidamente a la orilla del


río cuando ve que un extraño en ropajes de peregrino le hace
señales desde la otra orilla.
- ¡Hola! ¡Holaaa!
Nasruddín le saluda levantando la cabeza y continúa
pescando.
- ¿Podría usted decirme cómo cruzar al otro lado? - le grita
el peregrino.
- Pero… – le responde Nasruddín.- ¡Si usted ya está al otro
lado!

1 1
¡Si usted ya está al otro lado!

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5
El burro prestado

Un día se presenta en casa de Nasruddín un amigo suyo


para pedirle el burro prestado.
- Lo siento, - replicó Mulá – pero ya se lo he prestado a
otro.
En ese mismo instante, el burro rebuzna sonoramente.
- Pero, Mulá, ¿no es ése tu burro? ¡Pero si está en el
establo!
Nasruddín replicó con cierta dignidad:
- El hombre que cree en la palabra de un burro antes que en
la mía no merece que le preste nada.
6
¡Ya verán!

Nasruddín corría de una calle a otra por todo el pueblo,


gritando enfurecido:
- ¡Ya verán! Quiero que encuentren enseguida mis alforjas o
ya verán…
Todo el pueblo se atemorizó ante su estado y se pusieron a
buscar de inmediato las alforjas, hasta que dieron con ellas. Al
entregarlas a Nasruddín, un vecino le preguntó:
- Mulá, ¿qué hubieras hecho si no hubieran aparecido las
alforjas?
- Pues supongo que hubiera tenido que hacerme otras.-
respondió Nasruddín.

 
¡Ya verán!

 
7
La pelea

Estaba un día Nasruddín en su casa cuando de pronto oye


que un vecino golpea insistentemente la puerta.
- ¿Qué ocurre?
- Deprisa, Mulá, necesito tu ayuda: ¡Mi esposa y mi cuñada
se están peleando!
- Pero, - pregunta Nasruddín con calma - ¿pelean sobre su
edad o sobre su belleza?
- Creo que es por otro motivo.- responde todavía nervioso el
vecino.
- ¡Entonces pronto pararán!
8
La pregunta sin respuesta

Estaba Nasruddín con sus amigos tomando té y conversando,


cuando llega ante el grupo un monje sabio y comienza a
exhortar:
- ¡Para todo hay una respuesta!
A lo que respondió Nasruddín:
- Sin embargo, a mi se me acercó en una ocasión un hombre
rico y sabio y me hizo una pregunta que no fui capaza de
contestar.
- Lástima, de haber estado yo allí – repuso el monje-
seguramente hubiera podido contestarla. ¿No recuerda usted
la pregunta?
- Claro, - replicó Nasruddín – la pregunta era: “¿Qué hacía
usted entrando en mi casa anoche por la ventana?”

 
9
El sermón del viernes

Nasruddín tenía que dar el sermón del viernes en la mezquita,


sube al minbar y se dirige a la congregación de fieles:
- ¿Saben de qué voy a hablarles hoy?- pregunta.
- No, no lo sabemos.- fue la respuesta.
- Bueno, pues si no lo saben, ¿de qué sirve que les de el
sermón?
Dicho esto, Nasruddín baja del minbar y se marcha a su
casa. Todos los reunidos se miran perplejos, unos a otros.
El viernes siguiente, Nasruddín sube al minbar.
- ¿Saben de qué voy a hablarles hoy?- pregunta.
- Sí, sí lo sabemos.- fue la respuesta.
- Bueno, pues si ya lo saben, ¿de qué sirve que les de el
sermón?
Nuevamente, Nasruddín baja del minbar y se marcha a su
casa. Todos los reunidos se miran sorprendidos, unos a otros.
Llega el tercer viernes y Nasruddín sube al minbar.
- ¿Saben de qué voy a hablarles hoy?- pregunta.
- Bueno, algunos lo sabemos y otros no.- fue la respuesta.
- Bueno, pues aquellos que lo sepan que se lo cuenten a
aquellos que no lo saben.- fue la respuesta.
Y otra vez Nasruddín baja del minbar y se marcha a su
casa.
10
Defraudado

Un día, un amigo de Nasruddín se acerca a su casa para


pedirle dinero prestado, prometiendo que será devuelto a la
semana siguiente. Nasruddín no le creyó pero le prestó el dinero
igualmente. Para su sorpresa, el amigo cumplió su palabra y
devolvió el dinero prestado en el plazo de una semana.
Algún tiempo después, el mismo amigo se acerca a casa
de Nasruddín y de nuevo le pide un préstamo, prometiendo
devolverlo la semana siguiente.
- Supongo que ahora ya confías en mi palabra. La última vez
te lo devolví según acordamos.
- Sin embargo, esta vez no te lo prestaré. La última vez
me defraudaste devolviéndomelo cuando yo pensaba que
no lo harías, así que no te daré una nueva oportunidad de
defraudarme.

 
11
De todos modos

En cierta ocasión Nasruddín cabalgaba a lomos de su burro


en un trote rápido cuando de pronto se cayó.
Un grupo de niños se agrupó en torno a él, riéndose,
diciendo:
- Nasruddín, ¿cómo es que te has caído del burro?
Nasruddín, levantándose dignamente, replicó:
- Iba a bajarme de todos modos.
12
El ángel de la muerte

En cierta ocasión Nasruddín enfermó de gravedad. Su mujer,


alarmada, se vistió de ropas oscuras y dejó de arreglarse.
Sin embargo, Nasruddín le insistía todos los días en que se
maquillara y se arreglara para estar atractiva.
- Pero, Mulá, estando tú postrado en cama….- protestó
ella.
- ¡Nada de rechistar!- insistió él. – Así, cuando venga el
ángel de la muerte, a lo mejor le pareces lo suficientemente
hermosa y te lleva a ti en lugar de a mí.

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13
El olor de las albóndigas

Caminaba un pobre harapiento por las calles de Aksehir, con


solo un mendrugo de pan en su mano. Al pasar por una fonda
vio que estaban cocinando unas deliciosas albóndigas de carne.
Intentando retener el aroma del guiso, abrió el mendrugo de
pan sobre la sartén un instante, y luego se lo comió.
El cocinero, que había estado observándolo, lo tomó por el
cuello y lo llevó ante Nasruddín, que ejercía de juez de Aksehir
en aquél entonces. El cocinero pidió al juez que el hombre le
pagara el precio de las albóndigas.
Nasruddín escuchó atentamente a ambas partes y después
llamó al cocinero y le dijo:
- Quédese aquí junto a mí un momento.
El cocinero así lo hizo. Entonces Nasruddín sacó dos
monedas de la bolsa y las hizo entrechocar en la mano, cerca
del oído del cocinero, que estaba atónito.
- Pero, ¿qué está haciendo?- preguntó.
- Estoy pagándole el olor de sus albóndigas con el sonido de
las monedas, pues es el pago más justo.
14
En una ciudad extraña

En cierta ocasión Nasruddín emprendió un viaje e hizo un


alto en una ciudad que no conocía. Cuando caminaba por las
calles de la ciudad, se acercó un hombre y le preguntó:
- Señor, ¿sabe qué día es hoy?
- Lo siento, - respondió Nasruddín – no soy de aquí.

 
15
Lo que debe ser

Una mañana un granjero se acercó a casa de Nasruddín


para preguntarle si sus olivos producirían ese año.
- Por supuesto que sí, - replicó Nasruddín, - claro que
producirán.
El granjero, ante una respuesta tan rotunda, se aleja,
contento.
Más tarde, Nasruddín monta su burro y se marcha a buscar
leña. Pasa horas y horas buscando leña pero no encuentra nada
de leña. Al caer la noche, vuelve a casa con las manos vacías
y se cruza con el granjero, que se sorprende al oír el fracaso
de la búsqueda.
- Pero, Nasruddín, - le dice – tú eres un hombre de gran
sabiduría, ¿cómo puedes saber que mis olivos producirán el año
próximo, y sin embargo no has podido saber dónde encontrar
leña?
- Pues porque yo sé lo que debe ser, pero ¿cómo voy a saber
lo que es?
16
Los higos

En una velada de Ramadán, Nasruddín fue invitado a


romper el ayuno en casa de un rico comerciante. El anfitrión
encargó a los sirvientes una serie de platos. Los comensales se
sentaron a la mesa al tiempo que los sirvientes trajeron todos los
platos encargados, excepto una bandeja de higos.
Al finalizar la cena, el anfitrión pidió a Nasruddín que leyera
algún capítulo del Sagrado Corán. Nasruddín abrió el Libro
por el pasaje que comienza: “… los higos y los olivos, y el Monte
Sinaí…” y recitó:
- En el nombre de Dios, el misericordioso, el magnánimo. Por
los olivos, y el Monte Sinaí…
En esto fue interrumpido por el sorprendido anfitrión:
- Perdóneme, mulá, pero creo que ha olvidado “los higos”.
- No, señor; quien ha olvidado los higos ha sido usted.-
replicó Nasruddín.

 
Quien ha olvidado los higos ha sido usted.

 
17
El burro desaparecido

En una ocasión a Nasruddín le robaron el burro e


inmediatamente se fue al cuartel de la policía para denunciar el
robo. El jefe de policía le dijo,
- No te preocupes, Mulá, que nosotros haremos todo lo
posible por encontrar a tu burro. Ahora dime, ¿cómo sucedieron
exactamente los hechos?
A lo que contesta Nasruddín:
- ¿Cómo voy a saberlo, si yo no estaba allí cuando ocurrió?
18
El préstamo

Nasruddín acude a visitar a un amigo suyo que era muy rico.


Al poco de conversar, le pide prestado dinero.
- ¿Para qué lo necesitas? – le pregunta el hombre rico.
- ¡Para comprar un elefante! – contesta Nasruddín.
- Pero, Mulá, si no tienes dinero para comprar un elefante,
¿cómo vas a mantenerlo?
- Vine aquí para pedirte dinero, ¡no consejos!

 
19
El sueño de los mil dinares

En cierta ocasión, uno de los hijos de Nasruddín visita a su


padre.
- Anoche soñé que te pedía mil dinares de oro prestados y
que me los dabas. –le dijo.
Nasruddín, que no tenía tanto dinero ni en sueños, le
respondió.
- Pues para que veas lo generoso que es tu padre, esos mil
dinares de oro que te dí en el sueño puedes quedártelos, no
hace falta que me los devuelvas.
20
El tonto

En una ocasión Nasruddín acude a un molino vecino y


comenzó a llenar sus sacos de harina que cogía de los sacos
que estaban allí. Sorprendido por el molinero, que le pregunta
qué está haciendo, Nasruddín contesta:
- Todo el mundo sabe que soy tonto y que hago cualquier
cosa para entretenerme.
- ¿Y no se le ha ocurrido sacar la harina de sus sacos y
ponerla en los míos?
- Señor, ya le he dicho que soy tonto, ¡pero no idiota!

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Ensanchar el abrigo

En cierta ocasión, Nasruddín va al sastre.


- ¿Cuánto costaría arreglar este abrigo que me queda
grande?
- Dos dinares de oro.- le contesta el sastre.
- ¡Vamos! Si yo tuviera tanto dinero, comería mucho para
engordar y entonces el abrigo me quedaría perfecto.
22
El precio acaba de bajar

Nasruddín estaba pescando junto la orilla del río cuando se


acercan diez ciegos y le piden que les cruce a la otra orilla en
un bote. Le ofrecen diez monedas de cobre, a lo que Nasruddín
acepta.
Los ciegos suben al bote y Nasruddín comienza a remar,
pero el bote era pequeño y uno de los ciegos se resbaló y cayó
al agua. Al oír el chapoteo, otro de los ciegos pregunta:
- ¿Qué ocurre?
- No es nada, el precio acaba de bajar a nueve monedas de
cobre.

 
23
El burro muerto

Cuando murió su esposa, Nasruddín se sintió desconsolado


y triste. Para animarle, sus vecinos y amigos le prometieron
buscarle una nueva esposa.
Algún tiempo después murió su burro. Entonces Nasruddín
estaba todavía más desanimado y triste, más triste que por
la muerte de la esposa. Sus amigos y vecinos se acercaron
preocupados para ver porqué estaba tan afligido por su burro.
- Cuando murió mi esposa – respondió.- todos mis amigos
prometieron encontrarme una nueva esposa; sin embargo, hasta
ahora, ¡nadie se ha ofrecido para reemplazar a mi burro!
24
Sopa de pato

Un día Nasruddín paseaba junto a un lago y vio una gran


cantidad de patos nadando. De pronto se sintió muy hambriento
y pensó en cazar un pato y comérselo. Entonces se sumergió en
el lago, con la intención de cazar uno, pero los patos levantaron
el vuelo. Nasruddín, hambriento y mojado, salió del lago y se
sentó a la orilla. Entonces sacó un pedazo de pan del bolsillo, lo
mojo en el agua y se lo comió.
Un vecino que pasaba por allí, sorprendido, le preguntó:
- Nasruddín, ¿qué estás haciendo?
- Estoy comiendo sopa de pato.- respondió.

 
Estoy comiendo sopa de pato.

 
25
Las sábanas prestadas

En cierta ocasión un vecino le pide a Nasruddín sus sábanas


prestadas.
- Las estoy usando – replicó Nasruddín – para secar harina
sobre ellas.
- ¿Cómo puede alguien secar harina sobre sus sábanas?
- Bueno, no es difícil cuando uno no desea prestarlas.
26
El lugar aterrador

Un poeta vagabundo estaba visitando Aksehir. En una


ocasión se encuentra con Nasruddín y le pregunta:
- ¿Cómo es el lugar del que venimos y hacia el que vamos?
- Aterrador – replicó Nasruddín.
- ¿Cómo sabe eso? – pregunta el poeta.
- Es bien fácil, lo que vienen a este mundo vienen llorando y
la mayoría de los que estamos aquí no estamos de acuerdo en
irnos, y lo hacemos también llorando.

 
27
Reputación de hombre sagaz

Nasruddín tenía reputación de ser un hombre sagaz de


respuestas rápidas e inteligentes. En cierta ocasión, un
hombre de un pueblo vecino se desplazó hasta Aksehir para
conocerle.
Al llegar, vio un hombre apoyado contra una pared y se le
acercó y le preguntó dónde podía encontrar a Nasruddín. El
hombre le contestó:
- Mira, hijo, estoy muy ocupado ahora sosteniendo esta
pared para que no se caiga, ¿ves? Pero, si tú te quedas aquí
sujetándola en mi lugar, yo iré a buscarle.
El hombre accedió y se apoyó contra el muro. Y así pasó
horas, pero el otro no regresó. Entonces los vecinos de la ciudad
se acercaron y le preguntaron qué estaba haciendo. El hombre
explicó lo sucedido y todos se echaron a reír:
- No hay duda, ese hombre con quién has hablado ¡es el
propio Nasruddín!
28
Insha Allah

En cierta ocasión se rompió el tejado de la casa de Nasruddín.


Sin embargo, Nasruddín no tenía suficiente dinero para arreglarlo,
por lo que decidió vender el burro.
- Mañana, - anuncia a su esposa.- me iré al mercado y venderé
el burro. Con el dinero que me den, compraré los materiales para
reparar el tejado.
- Insha Allah – repuso su esposa.- Si dios quiere. Tienes que
decir “insha Allah”.
- Mañana venderé el burro en el mercado y compraré los
materiales para reparar el tejado. –insistió Nasruddín.
- Pero Mulá, será “si dios quiere”, ¿por qué no dices “insha
Allah”?
Pero Nasruddín, testarudo, no quiso decirlo.
Al día siguiente se preparó para ir al mercado y se despidió
de la esposa:
- Voy al mercado a vender el burro. Volveré con los materiales
para reparar el tejado.
- Insha Allah – insistió la esposa.
Pero Nasruddín se marchó sin decir “insha Allah”.
Cogió el burro y caminó hacia el mercado de animales del
pueblo vecino. Hacía mucho calor y a mitad del camino el burro
cayó al suelo muerto.
Desconsolado, Nasruddín regresó a su casa mucho antes de
lo previsto. Al verlo, su esposa le preguntó:
- Pero, Mulá, ¿qué ha pasado? ¿Por qué vuelves tan pronto?
- ¡Se murió el burro insha Allah!
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29
La pregunta a una pregunta

Un día Nasruddín se encuentra con un vecino, que le


pregunta:
- Mulá, ¿por qué siempre contestas a lo que te preguntan
con otra pregunta?
- ¿Eso hago?
30
Yo tengo la receta

Una mañana Nasruddín fue al mercado a comprar hígado


de cordero. En el camino de vuelta a casa, se encuentra con un
amigo y se ponen a charlar. Al final, el amigo le pregunta cómo
piensa cocinar el hígado de cordero.
- Pues, pensaba freírlo – responde Nasruddín.
- Pues yo conozco una receta exquisita para cocinar el
hígado de cordero.
Entonces el amigo le escribe la receta en un pedazo de
papel. Nasruddín estaba encantado imaginando lo exquisito de
la nueva receta y se marchó enseguida a casa con intención
de cocinar el hígado inmediatamente. En estas que se acerca
un cuervo y le arrebata el paquete que contenía el hígado de
cordero. Nasruddín, enojado, le gritó:
- Pero no vas a disfrutarlo, ladrón. ¡Yo tengo la receta!

 
¡Yo tengo la receta!

 
31
¿Por qué pagarlos?

Nasruddín estaba en el bazar, donde quería comprar algo


de ropa. Entró en una tienda y encontró un par de pantalones
que le gustaron. El vendedor se los envolvió, pero al instante
Nasruddín cambió de opinión.
- Prefiero una camisa en lugar de los pantalones.
Después de elegir la camisa, el vendedor se la envolvió.
Nasruddín se disponía a salir de la tienda cuando el vendedor
lo llamó.
- ¡Oiga! Que no me ha pagado la camisa.
- Pero si se la he cambiado por los pantalones. – replicó
Nasruddín.
- Bueno, ¡pero es que tampoco me ha pagado los
pantalones!
- ¡Claro que no! ¿Por qué iba a pagarle unos pantalones que
no me llevo?
32
Un fuerte viento

Nasruddín saltó la cerca de un huerto y comenzó a meter en


su saco todas las verduras que le quedaban a mano. En esto
que llegó el propietario del huerto y le gritó:
- ¡Eh! ¿Qué está haciendo aquí?
- Me arrastró un fuerte viento y llegué a parar aquí.- replicó
Nasruddín.
- ¿Y quién ha arrancado las verduras?
- Yo me estaba agarrando a ellas para que no me arrastrara
el viento.
- Y entonces, ¿cómo es que han ido a parar a su saco?
- Verá, yo me estaba preguntando lo mismo cuando usted
llegó…

 
33
Las canicas

Una mañana Nasruddín llegó a la madrasa donde enseñaba


a los niños a recitar el Sagrado Corán. Al llegar, dijo a sus
alumnos:
- A quien adivine lo que tengo en el bolsillo, le daré una
canica de colores.
Inmediatamente los niños comenzaron a gritar:
- ¡Canicas de colores!
- ¡No entiendo cómo han podido adivinarlo!- se sorprendió
Nasruddín
34
Él águila Jaliz

En cierta ocasión, Nasruddín fue invitado a asistir a


una reunión de sabios. Cada uno intentaba demostrar sus
conocimientos en materia del Islam, hablando de los profetas y
los ángeles con todo detalle. Nasruddín de pronto gritó:
- ¡Jaliz!
Todos se miraron, confusos, y le preguntaron:
- ¿Qué es “Jaliz”, Mulá?
- Jaliz es el nombre del águila que se llevó a Moisés por los
aires.- replicó Nasruddín con suficiencia.
- Pero, Mulá… Ningún águila se llevó a Moisés por los
aires.- dijeron los sabios.
- Entonces es el nombre del águila que no se llevó a Moisés
por los aires.- sentenció Nasruddín.

 
Es el nombre del águila que se llevó a Moisés por los aires.

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35
El ladrón de la manta

Una noche, un ladrón entró a robar en casa de Nasruddín.


Mientras dormía, le quitó la manta.
Su mujer se levantó sobresaltada y le empujó:
- ¡Vamos! ¡Recupera la manta! ¡Ve tras él!
- Ya la cogeré cuando vuelva por la cama.- repuso
Nasruddín.
36
El mismo sabor

En cierta ocasión, Nasruddín estaba recogiendo uvas de su


parra. Cuando tenía las alforjas bien rebosantes de racimos de
uva, se acerca un pequeño rapaz, quien, señalando las uvas, le
dijo:
- Señor, por favor, deme un racimo de uvas.
Nasruddín cortó un racimo en dos y le dio apenas unas
cuantas uvas. Ante la cara de decepción del niño, replicó:
- No te preocupes, todas tienen el mismo sabor.

 
Todas tienen el mismo sabor.

 
37
El turbante del hombre sabio

En cierta ocasión, un campesino acudió a casa de Nasruddín


con una carta y le pidió que se la leyera. Después de examinarla
durante un momento, Nasruddín le dijo:
- La letra es muy mala, no puedo leerla.
El hombre, disgustado, le replicó:
- Tú, que llevas el turbante de los hombres sabios, ¿no eres
capaz de leer una simple carta?
- ¡Uff! Si tú piensas que cada hombre que lleva turbante es
un sabio, entonces, ¡ponte tú el turbante y lee tú la carta!
38
El caballo zurdo

Nasruddín se disponía a viajar y había alquilado un caballo.


Puso el pie derecho en el estribo izquierdo y subió, de modo que
se encontró mirando la cola del caballo.
- ¡Hey! – protestó.- ¿Por qué me han dado un caballo
zurdo?

 
39
El vinagre de cuarenta años

Un vecino se acerca a casa de Nasruddín:


- Nasruddín, ¿es cierto que tienes un vinagre de cuarenta
años?
A lo que Nasruddín responde:
- Es cierto.
- Y ¿no me darías un poco? – pidió el vecino – Es para
preparar un remedio...
- Desde luego que no – replicó Nasruddín.- Si le hubiera
dado un poco a todo el que me ha pedido, ¿acaso lo hubiera
tenido cuarenta años?
40
La dirección equivocada

En cierta ocasión, Nasruddín montaba su burro al revés,


mirando la cola del animal.
Un vecino se lo hizo notar:
- Nasruddín, ¡estás montando el burro al revés!
- No, no.- replicó Nasruddín.- Es el burro, que mira en la
dirección equivocada.

 
Es el burro, que mira en la dirección equivocada.

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41
El entierro del alcalde

Nasruddín ejercía como imán de la mezquita de un pueblo


y cierto día tuvo una discusión muy fuerte con el alcalde, tan
fuerte que ambos se separaron enfadados. Sucedió que al día
siguiente el alcalde murió. La gente del pueblo corrió a buscar
a Nasruddín para que dirigiera una oración en su funeral, a lo
que Nasruddín replicó:
- Bueno, en realidad nosotros estábamos peleados, no sé si
querrá escuchar de mí la oración.
42
Las normas de cortesía

En cierta ocasión Nasruddín fue invitado a una cena y estaba


tremendamente hambriento. Se sirvió una fuente de cuscús en el
centro de la mesa. Las normas de cortesía exigen que se coma
con los dedos pulgar e índice; sin embargo, Nasruddín cogió un
puñado de cuscús con los cinco dedos, a lo que comentó otro
comensal:
- Pero, Nasruddín, ¿porqué comes con cinco dedos?
- ¡Por que no tengo seis!

 
43
Adivinanza

Uno de los alumnos de la escuela le pregunta un día a


Nasruddín:
- Maestro, ¿es usted bueno resolviendo adivinanzas?
- Por supuesto.- replicó Nasruddín, sin dudarlo un instante.
- Muy bien, entonces, ¿qué tengo en el bolsillo? – preguntó el
muchacho.
- Mmmmhhh. Dame una pista.- pidió Nasruddín.
- Es redondo como un huevo, y es blanco y amarillo en su
interior.
- ¡Un trozo de plátano! –respondió Nasruddín.
44
Se estaba acostumbrando

Un invierno especialmente difícil Nasruddín estaba pasando


algunas estrecheces económicas. Comenzó a darle vueltas, a
ver cómo podía ahorrar algo de dinero y se le ocurrió recortar
algunos gastos. Decidió que le daría cada día un poco menos
de cebada a su burro. Así lo hizo y el burro parecía feliz, puesto
que no protestó. Al poco tiempo rebajó todavía mas la cantidad
de comida, hasta que llegó a darle menos de la mitad del
alimento habitual. Nasruddín se sentía feliz, y aunque el burro
estaba más delgado, en ningún momento protestó.
Una mañana, Nasruddín, llegó al establo y encontró a su
burro muerto.
- ¡Qué pena que se haya muerto! – exclamó - Ahora que se
estaba acostumbrando a no comer casi nada.

 
Se estaba acostumbrando

 
45
Montar sin silla

En cierta ocasión, Nasruddín estaba sentado con algunos


amigos en un salón de té y conversaban sobre su habilidad para
montar a caballo sin silla.
- Recuerdo cierto día,- alardeó Nasruddín - en que un hombre
capturó un caballo salvaje, que nadie era capaz de domar, y
mucho menos, de montar. El animal era feroz y se encabritaba
cada vez que alguien lo intentaba: pateaba y arrojaba al jinete
por los aires. Muchos jóvenes lo intentaron, sin éxito. Entonces
me pidieron que lo intentara yo mismo. Por aquél entonces yo
era joven y fuerte…. Así que, me arremangué, tomé al caballo
por las crines y salté sobre el lomo…
Los amigos escuchaban entusiasmados:
- Sigue, sigue, ¿qué pasó?
- Bueno, que salí volando por los aires.
46
Aquí hay más luz

Nasruddín perdió un anillo de plata en casa y comenzó a


rebuscar por todas partes; al cabo del rato, sin éxito hasta ese
momento, decidió salir al jardín para continuar la búsqueda.
Uno de sus vecinos, que pasaba por allí, le preguntó:
- Nasruddín, ¿qué estás buscando?
- Un anillo de plata.
- ¿Dónde lo perdiste?
- En algún lugar de la casa. –replicó Nasruddín.
- Pero…- comentó perplejo el vecino.- entonces, ¿porqué lo
buscas en el jardín?
- ¡Porque aquí hay más luz!

 
Aquí hay más luz

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47
La broma

Nasruddín viajó a la ciudad de Sivrihisar en una ocasión.


En esta ciudad había un muchacho que siempre alardeaba de
que nadie era capaz de tomarle el pelo. Entonces, Nasruddín
se propuso gastarle una broma.
Se sentó a charlar con él y al cabo de un rato le dijo que le
acompañara al bosque. Al poco de andar le dijo:
- ¡Huy! Espera aquí un momento, creo que se me ha ocurrido
una idea para gastarte una buena broma.
El joven rió, mientras Nasruddín se alejaba, pensando en
qué clase de broma podría gastarle allí, en medio del bosque.
Al cabo de unas horas pasó un vecino de la ciudad que
recogía leña. Al ver allí plantado al muchacho le preguntó:
- Pero, Salah, ¿qué haces ahí parado, a pleno sol?
- Estoy esperando a Nasruddín, que hace horas se marchó
para intentar gastarme una broma.
- ¿Y piensas esperar muchas horas más? – rió el vecino.
48
Burro en llamas

Una mañana el mulá Nasruddín recogía ramas para


preparar el fuego del hogar. Las ató y las acomodó sobre el
lomo de su burro. Entonces se le ocurrió que a lo mejor no ardían
bien, porque estaban un poco húmedas. Sin pensarlo dos veces,
prendió lumbre y la acercó al hato de leña, que al instante
comenzó a arder. El lomo del burro, claro está, también comenzó
a abrasarse y el animal salió corriendo, desesperado.
Nasruddín, sintiéndose muy culpable, sólo acertó a decirle:
- Si yo fuera tú, correría directamente al río…

 
Si yo fuera tú, correría directamente al río.

 
49
El hermano mayor

Una mañana, un vecino preguntó a Nasruddín:


- ¿Quién es mayor, tu hermano o tú?
Nasruddín lo pensó durante un momento para contestar:
- Bueno, el año pasado mi madre me dijo que mi hermano
era un año mayor que yo, por lo tanto este año deberemos tener
la misma edad…
50
Evitar las críticas

Nasruddín se marchó de viaje acompañado por su hijo menor.


Nasruddín prefirió caminar y que su hijo montara el burro. Y así
iban, cuando en el camino encontraron un grupo de personas
que se pusieron a criticarlos:
- ¡Fíjate! Un joven tan fuerte y sano y montando el burro; esta
juventud… ya no hay respeto por la gente mayor… hacer que
su padre camine….
Cuando se hubieron alejado, el muchacho se sintió muy
avergonzado y le pidió a su padre que montara el burro alegando
que tenía ganas de caminar. Así marchaban cuando se cruzan
con otro grupo de viajeros, que comenzaron a criticarlos:
- ¡Pues sí que estamos bien! Hacer caminar al pobre muchacho
mientras el padre va tan repantigado sobre el burro…
Nasruddín se sintió entonces avergonzado y le dijo a su
hijo:
- Creo que yo también caminaré.
Y así caminaban junto al burro cuando se cruzaron con otras
personas que comentaron:
- ¡Mira esos tontos! Teniendo un burro y los dos van caminando
con este calor…
Nasruddín entonces le dijo a su hijo:
- ¿Ves lo difícil que es escapar a las críticas de los demás?

 
51
Dios es el más sabio

Un día, Nasruddín estaba de viaje y se sentó a descansar


a la sombra de un nogal, cerca de una plantación de sandías.
Durante un momento estuvo meditando sobre la Creación y
exclamó:
- Es curioso que Dios haya creado las sandías para que
crecieran de un fino tronco mientras que las nueces nacen de
un inmenso árbol.
En aquél momento, una nuez cayó sobre la cabeza de
Nasruddín.
- ¡Dios es el más sabio! – exclamó.- Si las sandías crecieran
de los árboles, ¡me habría roto la cabeza!
52
La mudanza

Una noche oscura, un ladrón entró en casa de Nasruddín y


comenzó a meter todos los objetos que alcanzaba en un gran
saco.
En esto que Nasruddín se despierta y comienza a ayudarle,
metiendo todo lo que encontraba en el saco.
- ¡Pero!, ¿qué hace? – preguntó el ladrón.
- Pues ya lo ve, usted es el que ha venido a ayudar en la
mudanza, ¿no?

 
53
El negocio de los huevos

En cierta ocasión, Nasruddín compró una gran cantidad de


huevos e inmediatamente comenzó a venderlos en el mercado a
un precio más bajo que el que había pagado por ellos.
- Pero, Nasruddín, ¿por qué los vendes a un precio más bajo
que el que has pagado por ellos? – preguntaron sus vecinos
sorprendidos.
- Naturalmente, para evitar que me pongan fama de vendedor
usurero.
54
Para no perderse

Cierta vez Nasruddín tenía que salir de viaje con una gran
caravana. Como tenía miedo de perderse entre tanta gente
ideó un medio por el que todos podrían reconocerle. Se ató
una berenjena al cinturón, de modo que era inmediatamente
reconocible.
Sin embargo, una noche, un bromista le desató la berenjena
y se la ató a su propio cinturón.
Al despertarse, Nasruddín vio al hombre llevando la
berenjena y se preguntó:
- Si ése soy yo allí, ¿quién es éste de aquí?

0 1
55
Enseñando al burro a leer

En cierta ocasión, el Rey Tamerlán estaba de humor y decidió


tomarle el pelo al mulá Nasruddín.
- Mulá, - le dijo - ¿podrías enseñar a tu burro a leer?
- Sí, gran Tamerlán. Claro que podría. Lo que tú desees.
- ¡Venga, mulá! ¿cómo puedes enseñar a un burro a leer?
- Si me das tres años de plazo y 3,000 monedas de oro,
podré enseñar a mi burro a leer - respondió Nasruddín.
-Muy bien. Pero, si en el plazo de tres años tu burro no ha
aprendido a leer, te castigaré severamente por intentar burlarte
del Gran Tamerlán – replicó el soberano.
Así acordaron los términos el mulá Nasruddín y el Gran
Tamerlán. Nasruddín se llevó las 3,000 monedas de oro y dejó
a Tamerlán en su lujoso palacio.
Un amigo de Nasruddín, que había presenciado la escena,
corrió hacia él.
- Pero, mulá, ¿estás loco? ¡Sabes muy bien que no puedes
enseñar a tu burro a leer! ¡Tamerlán hará que te corten la
cabeza dentro de tres años!
- Querido amigo – rió Nasruddín. – Dentro de tres años
Tamerlán habrá muerto, o yo habré muerto, o mi burro habrá
muerto.
56
El saco de patatas

Nasruddín fue al mercado a comprar patatas. Después del


regateo de rigor consiguió un saco de varios kilos. Sin pensarlo
dos veces, se lo echa al hombro y a continuación monta su burro,
dispuesto a irse a casa.
- Nasruddín – le pregunta el vendedor.- ¿No es difícil montar
con el saco cogido de una mano y las riendas de la otra mano?
¿Por qué no pones el saco de patatas sobre el burro?
- Por que el burro ya tiene bastante carga con llevarme a mí;
prefiero llevar yo el saco de patatas.

 
El burro ya tiene bastante carga con llevarme a mí.

 
57
¡Qué más da!

En cierta ocasión, un conocido de Nasruddín robó dos sacos


de trigo. Fue capturado por los guardias y llevado ante el cadí.
Entonces, pidió a Nasruddín que mintiera durante su juicio.
Al poco, el cadí comienza a interrogar a Nasruddín acerca
de lo sucedido. Nasruddín refirió con todo detalle cómo los
sacos de cebada habían ido a parar en manos de su conocido.
Entonces, el cadí lo interrumpió, y le pidió que le aclarara
porqué hablaba de unos sacos de cebada, cuando el caso se
refería a unos sacos de trigo.
- ¡Señor juez!, si uno está mintiendo, da igual que se mienta
acerca del trigo o de la cebada, ¿no?
58
Dolor de ojos

Una mañana Nasruddín se cruzó con su vecino, que se


frotaba los ojos, quejándose de un fuerte dolor, y quien le pidió
consejo a Nasruddín.
- Mmmhh… dolor de ojos, mmmhhh… es realmente grave…
- murmuró Nasruddín.
- ¿Por qué?- quiso saber, asustado, el vecino.
- Verás, el otro día me dolía a rabiar una muela y ¡no paró de
de doler hasta que me la saqué!

 
59
Plegarias cumplidas

Un caluroso día, Nasruddín regresaba de un viaje, cansado


de caminar muchas jornadas, y se paró bajo la sombra de un
árbol. Como hacía mucho calor y el cansancio le vencía, decidió
pronunciar una plegaria a Dios:
- Oh, Dios mío, el misericordioso y compasivo, ¡mándame un
burro!
Al cabo de unos minutos, por el camino se perfiló la silueta
de un hombre que montaba a caballo y tiraba de las riendas de
un burrito. Nasruddín no podría creer lo que veía.
Sin embargo, cuando el hombre hubo llegado hasta donde
Nasruddín estaba sentado, le gritó, amenazándole con una
vara:
- ¡Tú! Desvergonzado, perezoso. ¿Qué haces ahí, sentado a
la sombra del árbol, mientras mi pequeño burrito está exhausto
del largo camino al sol? Levántate y carga con el burrito,
¡andando!
Nasruddín no daba crédito a tales palabras, pero ante la
amenaza de la vara, decidió levantarse y cargar con el burrito,
como el hombre le ordenaba.
Así caminaron bajo el sol hasta llegar a la ciudad, donde el
hombre se marchó con el burrito sin siquiera dar las gracias.
Nasruddín comprendió enseguida.
- Claro, Señor. He entendido la lección. La próxima vez
intentaré ser más específico en mis plegarias.
60
El espejo

Una mañana paseaba Nasruddín por el zoco y de pronto vió


algo brillante tirado sobre el suelo. Enseguida se agachó para
ver qué era aquello y se encontró mirándose en un trozo de
espejo. Entonces se dijo para sí:
- No me extraña que lo hayan tirado, ¡qué cosa tan fea!

 
Paseaba Nasruddín por el zoco.

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61
El vecino cotilla

Una noche Nasruddín daba una cena. Se acercó un vecino


muy cotilla y le preguntó:
- Nasruddín, han pasado unos llevando un enorme pavo
relleno.
- Y eso… ¿qué tiene que ver conmigo? – replicó Nasruddín,
aparentando indiferencia.
- Pero, ¡es que lo han llevado a tu casa!
- Y eso… ¿qué tiene que ver contigo?
62
El buey sabe que es culpable

Un vecino de Nasruddín tenía un enorme buey. En cierta


ocasión, el buey se escapó y se coló en el huerto de Nasruddín,
y comenzó a comerse los repollos y toda la verdura que cogía
a su paso. Nasruddín lo sorprendió, pero el buey escapó de la
tunda a la carrera.
Pocos días después, pasó su vecino con el buey tirando de
una carreta y Nasruddín cogió su vara y se puso a darle palos
al animal.
- ¡Pero, Nasruddín! – protestó su vecino. - ¿Qué estás
haciendo?
- No trates de intervenir.- le gritó Nasruddín. – Él sabe muy
bien que es culpable.

10 10
63
Sabiduría práctica

Un hombre conoció de la sabiduría práctica de Nasruddín


y se acercó a Aksehir para conocerle. Era un hombre muy
detallista y observaba siempre todas las costumbres islámicas,
especialmente las que indicaban que era preferente realizar
determinadas acciones mirando hacia La Meca.
Entonces le hizo la siguiente consulta:
- Mulá, cuando me baño en el mar ¿hacia qué lado debo
mirar?
Nasruddín respondió sin dudarlo:
- Hacia el lado en el que estén tus ropas.
64
Que sean diez

Una noche, Nasruddín soñó que un desconocido y rico


comerciante le hacía una visita y le regalaba nueve dinares.
Nasruddín se los rechazó, alegando:
-Que sean diez, y así redondeamos la cantidad.
El comerciante se negó. Tanto protestó Nasruddín que
terminó por despertarse. Viendo su mano vacía, maldijo su
insistencia y mal carácter, y volviendo a acurrucarse, cerró los
ojos, extendiendo la mano, y disculpándose, dijo:
-Está bien, lo siento. Que sean solo nueve…

10 10
65
Fruta exótica

Durante un viaje, Nasruddín llegó a una ciudad y se acercó


al mercado. Descubrió en un puesto unas frutas exóticas que le
llamaron la atención por su color rojo intenso.
-¡Póngame un kilo!.- pide Nasruddín, entusiasmado por
probarlas.
Sigue su camino con la bolsa y un poco más lejos encuentra
un lugar ideal para sentarse y probarlas. Se echa una a la boca
pero al instante nota un intenso picor y comienza a ponerse rojo,
al tiempo que los ojos comienzan a llenarse de lágrimas. Sin
embargo, continúa comiendo una tras otra las frutas exóticas.
Un hombre que pasaba por allí no acierta a comprender
porqué Nasruddín insiste en seguir comiendo y le pregunta.
-Pero, ¿qué hace usted?
-Pensaba que estas frutas tendrían un sabor exquisito, así
que compré un kilo.
-Pero, ¿por qué sigue comiendo? Son pimientos picantes…
-No son los pimientos lo que me como, ¡sino mi dinero!
66
Armado hasta los dientes

En una ocasión Nasruddín debía partir a hacer un largo


viaje. A tal efecto decidió que sería mejor llevar armas, así que
se proveyó de una cimitarra y de una lanza. Por el camino,
efectivamente, fue asaltado por un ladrón que llevaba un garrote.
Se abalanzó sobre Nasruddín y le robó todo lo que llevaba,
dejándole en paños menores.
Cuando Nasruddín regresó a casa y contó lo sucedido
nadie podía creer que estando él como estaba provisto de una
cimitarra y una lanza hubiera sido vencido por un hombre que
no llevaba sino un simple garrote.
-Es por eso precisamente.- explicó Nasruddín.- Por que yo
tenía las dos manos ocupadas, una con la cimitarra y otra con
la lanza, ¿cómo queríais que me las apañara?

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Yo tenía las dos manos ocupadas.

10 10
67
El profesor de gramática

En cierta ocasión Nasruddín ejercía de barquero cerca


de su ciudad. Una mañana, el hombre al que transportaba
en la barca, le informa de que es profesor de gramática y le
pregunta:
-¿Sabe usted de gramática?
-No, ni idea.- responde Nasruddín sin dudarlo.
-¡Pues permítame que le diga que ha perdido la mitad de su
vida!
Nasruddín no dice nada. Al cabo de un rato comienza a
levantarse un fuerte viento y comienza a entrar agua en la
barca. Nasruddín, viendo que se van a ir a pique, pregunta al
profesor de gramática:
-¿Sabe usted nadar?
-No, en absoluto
-¡Pues premítame que le diga que puede dar toda su vida
por perdida!
68
El valor de la experiencia

Una vez Nasruddín se cayó por las escaleras y se hizo


mucho daño. Quedó en cama donde a pesar de la medicación
sufría terribles dolores. Sus amigos se acercaron a visitarle.
-Bueno, hombre, eso no es nada. Podría haber sido mucho
peor… - dijo uno.
-Al fin y al cabo no tienes ningún hueso roto… - añadió
otro.
-Verás qué pronto estás recuperado… - dijo un tercero.
Nasruddín, sufriendo un intenso dolor, los sacó a gritos de la
habitación, diciendo:
-¡Fuera todos de aquí! ¡Que no entre nadie más, a menos
que se haya caído alguna vez desde lo alto de las escaleras!

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69
Gracias a dios

En cierta ocasión perdió Nasruddín su burro. Lo buscó y lo


buscó por los alrededores de su ciudad, pero sin éxito. El burro
no aparecía. Después de horas de búsqueda, Nasruddín corrió
por las calles de la ciudad, gritando:
- ¡Alabado sea Alá, alabado sea!
Por supuesto, sabiendo todo el mundo el apego que Nasruddín
sentía por su burro, les extrañó este comportamiento.
- Pero, Nasruddín, ¿es que das gracias a Alá por haber
perdido el burro? ¿No harías mejor en suplicarle para que
volviera?
- Si es que no entendéis nada. Doy gracias a Alá porque yo
no iba montado en el burro cuando se perdió.
70
Burros y campesinos

Nasruddín necesitaba comprar un nuevo burro, así que se


fue al mercado de animales. Cuando llegó, el mercado estaba
en el mejor momento, de tantos burros que había. En medio del
barullo, oyó a un nuevo rico afirmar que allí no había más que
burros y campesinos.
-Entonces, - le preguntó Nasruddín,- ¿tú también eres
campesino?
-¿Yo?, no…
- Entonces, no digas más.- rió Nasruddín.

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Allí no había más que burros y campesinos.

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71
La capa del Mulá Nasruddín

Un tiempo Nasruddín fue imán de su ciudad. Un viernes se


preparó para salir de casa con su chilaba y su capa, para
dirigirse a la mezquita. Al bajar las escaleras, Nasruddín
tropezó y cayó rodando escaleras abajo.
Su mujer, asustada ante los golpes, se asomó desde otra
habitación.
- Pero ¿qué pasa?
- Nada, nada.- repuso Nasruddín. - Es que mi capa se ha
caído por las escaleras.
- ¿Y ha hecho tanto ruido?
- Bueno, es que yo estaba dentro de la capa.
72
El testimonio

En cierta ocasión Nasruddín es acusado de molestar a su


vecino y se le cita ante el juez. Entonces, antes de ir al tribunal,
repasa las preguntas que le harán:
- Si el juez me pregunta si he molestado a mi vecino, responderé
que no; si me pregunta si no le he molestado, responderé que
sí. ¡Muy fácil!
Cuando llega ante el tribunal, el juez le señala con el índice
y le pregunta:
-¿Ha dejado usted de molestar a su vecino?
-¡Nosí!

11 11
73
En la oscuridad

Nasruddín se encontraba en casa de un amigo y estaban


charlando cuando oscureció.
El amigo le sugirió:
-Ha oscurecido, Nasruddín. Enciende una de las velas que
tienes a tu izquierda.
A lo que Nasruddín contestó:
-Pero, ¿cómo voy a distinguir mi derecha de mi izquierda en
la oscuridad?
74
El litro de leche

Una madrugada Nasruddín llega a casa del lechero con un


vaso.
-Ponme un litro de leche de vaca en este vaso.
-Nasruddín, en ese vaso no cabe un litro de leche de vaca.
-Pues, entonces, ponme un litro de leche de oveja.

11 11
75
Un problema más

En una ocasión mulá Nasruddín estaba paseando con uno


de sus hijos y vieron un huevo en el suelo.
El hijo le pregunta:
- Papá, ¿cómo entran los pájaros en el huevo?
- ¡Vaya! Yo toda la vida preguntándome cómo salían del
huevo y ahora tú vienes a añadir un problema más.
76
Polvo para tigres

Una mañana, el vecino del mulá Nasruddín lo encontró


esparciendo unos polvos delante de su casa.
- ¿Qué haces, mulá? – quiso saber.
- Es un polvo para ahuyentar tigres – afirmó el mulá.
- Pero, mulá, no hay tigres en cientos de kilómetros a la
redonda.
- Muy eficaz, ¿verdad?

10 11
77
Las mejores virtudes
de la raza humana
Un día preguntaron al mulá Nasruddín acerca de cuáles
eran las mejores virtudes de la humanidad.
- En cierta ocasión – respondió el mulá, - un sabio me dijo
que habían dos. Sin embargo, de las dos había olvidado una.
- ¿Y la otra?
- La otra ahora mismo no la recuerdo.
78
Más útil

En cierta ocasión preguntaron al mulá Nasruddín cuál era


más útil a los hombres, si el sol o la luna.
-La luna, claro – respondió Nasruddín.- Es por la noche
cuando hace falta más luz.

1 1
79
Un hombre de palabra

- ¿Cuántos años tienes, mulá?


- Cuarenta.
- Pero, mulá, hace dos años te pregunté cuántos años tenías
y también me dijiste lo mismo.
-¿Ves? ¿Soy o no un hombre de palabra?
80
La esposa ideal

En cierta ocasión el mulá Nasruddín se encuentra con un


hombre que quería casar a sus hijas. Como ya tenían cierta
edad, ofrecía una dote atractiva para cada una de ellas. Así,
le dijo a Nasruddín:
- La más joven, Zahara, de veintitrés años tiene una dote de
25,000 dinares; le sigue Mariam, de treinta y cinco, que tiene
una dote de 50,000 dinares…
Nasruddín le interrumpió:
- Y, dime, ¿no tendrás alguna hija de unos cincuenta años?

1 1
81
Pescando

Una mañana el mulá se sentó a pescar en un cubo de agua.


Un vecino que pasó por delante de donde estaba, queriendo
ser amable, le saludó y le preguntó:
- ¡Qué!, ¿Cuántos han picado?
- ¡Contigo van nueve!
82
El mendigo

Una mañana Nasruddín estaba reparando las tejas de


su tejado cuando acertó a pasar por delante de su casa un
mendigo, que le llamó.
- ¿Qué quiere? – preguntó Nasruddín desde el tejado.
- Si baja aquí, se lo diré – contestó el mendigo.
Nasruddín dejó las herramientas y bajó del tejado.
- ¿Y bien?
- Quiero pedirle algo de limosna, por caridad.
Entonces Nasruddín le contestó:
- Acompañeme al tejado.
El mendigo le siguió hasta arriba.
- La respuesta es no.

1 1
83
Dos preguntas

Nasruddín pintó un cartel que decía:


“Se contestan dos preguntas sobre cualquier tema por sólo
100 monedas de plata”.
Acertó a pasar por allí un hombre que tenía dos preguntas
muy urgentes. Le pagó el precio y preguntó:
- ¿No es un poco caro 100 monedas de plata por dos
preguntas?
- Sí.- repuso Nasruddín. - ¡Siguente pregunta!
84
Preguntas al mulá

En cierta ocasión unos fieles se acercaron a preguntar al


mulá Nasruddín:
- Mulá, cuando acompañamos un ataúd, ¿dónde es mejor
caminar? ¿A la izquierda, a la derecha, delante o detrás?
- Donde más os guste, ¡siempre que no sea dentro!

1 1
85
El centro del mundo

Una mañana preguntaron al mulá Nasruddín dónde estaba


el centro del mundo.
- Debajo de la pata izquierda de mi burro. – replicó, sin
dudar.
- Pero, mulá… ¿puedes probarlo?
- Claro, mide y verás.
86
El robo

En cierta ocasión, Nasruddín volvió de la mezquita con su


esposa y encontrarón que habían forzado la puerta y les habían
desvalijado la casa.
Algunos amigos vinieron a consolarles.
- Claro, – comentó uno – es que la cerradura no era muy
resistente…
- Cierto, – añadió otro – y las bisagras tampoco eran muy
fuertes…
- La verdad – dijo un tercero – es que la madera de la puerta
estaba un poco carcomida…
- Un momento, – interrumpió Nasruddín – ¿queréis decir que
yo soy el único culpable?
- Bueno, mulá, ¿y quién tiene la culpa, entonces?
- ¿Qué hay de los ladrones?

10 11
87
Devolver el préstamo

Una noche Nasruddín daba vueltas y más vueltas por el


patio. Notando su preocupación, su esposa le pregunta:
- Mulá, ¿qué ocurre?
- El mes pasado tomé dinero prestado del vecino. Acordamos
que lo devolvería el último día de mes, que es mañana, y no
tengo dinero para pagarle la deuda.
- Pues ves y díselo – aconsejó su mujer.
Al cabo de un rato, la mujer ve llegar a Nasruddín, contento
y relajado.
- ¿Cómo se lo ha tomado?
- Bueno, ahora él está dando vueltas en su patio.
88
El pobre mulá

En otra ocasión, mulá tomó dinero prestado y no lo pudo


devolver. Como pasaba el tiempo y el préstamo no era devuelto,
su acreedor lo llevó ante el juez.
- Señor juez, presté a este hombre 500 dinares hace meses,
pero se niega a devolvérmelos.
- Señor juez – replicó Nasruddín – este hombre sabe que yo
haría lo que fuera por devolverle su dinero, vendería mi vaca si
hiciera falta, pero llevaría algo de tiempo…
- ¡Miente! – gritó el acreedor – Yo sé muy bien que no tiene ni
vaca ni caballo ni nada de ese valor. Es pobre como las ratas.
- Señor Juez, si este hombre sabe que soy tan pobre, sin
duda comprenderá que necesito más tiempo para pagar mi
deuda.

1 1
89
El hombre que podía leer
los pensamientos
En cierta ocasión, Nasruddín regresaba del palacio del
Gran Tamerlán y se encontró con un rico comerciante a lomos
de un hermoso caballo.
- Buenos días, mulá. ¿Podría indicarme el camino del palacio?
– preguntó con arrogancia.
- ¿Cómo sabe usted que soy un mulá? – preguntó
Nasruddín.
El comerciante, que llamaba siempre “mulá” a los que tenían
aspecto de hombre religioso, le quiso tomar el pelo:
- Es que tengo el poder de leer los pensamientos.- dijo.
- Pues lea mis pensamientos, que ahí están las indicaciones
para llegar al palacio.
90
La familia del burro

Una mañana el mulá Nasruddín fue al mercado con su burro.


Lo cargó tanto con las compras que el animal no podía dar ni
un solo paso. Entonces, Nasruddín sacó una vara y comenzó a
golpearlo para que caminara.
- ¿Por qué golpea al pobre animal? – preguntó un hombre
que estaba cerca de allí.
- ¡Deje de pegarle! – protestó otro.
- Ah, ya veo que han venido tus parientes a defenderte. – dijo
Nasruddín a su burro.
Sintiéndose ofendidos, los hombres se alejaron y dejaron que
Nasruddín se ocupara de su burro.

1 1
91
El jabalí

En cierta ocasión Nasruddín estaba cultivando una pequeña


parcela que tenía cerca de un bosque cuando pasó por allí un
cazador con mucha prisa y malos modales.
- ¡Eh, oiga! ¿Ha visto pasar un jabalí?
- Huy, claro que sí.
- ¿Por dónde se fue?
- Se fue por allí. – dijo Nasruddín, señalando al horizonte.
El cazador cabalgó en la dirección indicada y regresó al
cabo de un rato donde estaba Nasruddín.
- ¿Está seguro de que se marchó por allí?
- Oh, sí.- repuso el mulá.- Aunque ya hace un par de años
de aquello.
92
Que alivio

Una mañana llegaron corriendo a casa de Nasruddín dos


vecinos y se sintieron muy sorprendidos cuando el mulá les
abrió la puerta.
Viendo que venían corriendo, el mulá les preguntó:
- ¿Qué ocurre?
- Un carro ha atropellado en el mercado a un hombre que
era idéntico a ti y vinimos a informar a tu esposa.
- ¿Idéntico? ¿La misma altura?
- Sí, sí. La misma altura, la misma complexión, turbante
blanco, camisa roja…
- ¡Ah, qué alivio! No era yo. No tengo ninguna camisa roja.

1 1
93
El burro de mulá

Un día, el mulá Nasruddín decidió vender su burro.


Lo llevó al mercado y un hombre que se dedicaba a la trata de
ganado le ofreció 30 dinares, que el mulá enseguida aceptó.
Contento de la rápida venta, Nasruddín iba ya a volver a
casa cuando oyó que el hombre se disponía a subastar a su
burro.
- Vean qué hermoso animal – comenzó.- Nunca han visto
un burro tan fuerte y limpio. Perfecto de salud, y qué hermosa
cabeza.
Un hombre ofreció 40 dinares por él. Inmediatamente, otro
ofreció 50. Y al momento, un tercero ofreció 60 dinares.
- ¡Qué tonto he sido pensando que era un animal ordinario!
– se reprochó Nasruddín. En ese momento la puja alcanzaba
los setenta dinares.
- Setenta dinares a la una, a las dos, …
-¡Ochenta dinares! – gritó el mulá.
94
Un remedio muy simple

Una mañana el mulá Nasruddín se encontró con un amigo, al


que encontró con muy mal aspecto.
- ¿Qué te ocurre? – le preguntó el mulá.
- Verás, es que todas las noches me acuesto y sueño que hay
un monstruo horrible debajo de mi cama. Me despierto y miro
debajo de la cama, pero allí no hay nada. Sin embargo, luego no
puedo volver a dormir. Voy a casa del doctor, que puede darme
un remedio por 100 dinares.
- Hombre, - replicó el mulá – yo puedo darte un remedio por
sólo treinta.
El vecino le dio inmediatamente el dinero.
- ¿Cuál es el remedio?
- Ve a tu casa y sierra las patas de tu cama.

1 1
95
La carta

En cierta ocasión un hombre iletrado acudió a casa


de Nasruddín para que escribiera una carta a su familia
en Baghdad informándole de cierto asunto. Sin embargo,
Nasruddín le contestó:
- El caso es que no tengo tiempo de ir a Baghdad.
- Pero, mulá, si yo solo te pido que escribas la carta.
- Ya, pero mi letra es muy mala. Cuando reciban la carta no
entenderán la letra y me harán llamar para ir a Baghdad a
leerla. Y ya te he dicho que no tengo tiempo de ir a Baghdad.
96
El burro y la vaca

En cierta ocasión la esposa de Nasruddín se empeñó en


que tuvieran una vaca. Sin embargo el establo era pequeño
y lo ocupaba el burro de Nasruddín. Al principio, el mulá se
resistió, pero finalmente acabó cediendo ante la insistencia de
la esposa.
Sin embargo, los animales estaban muy apretados en el
establo. Entonces, desesperado, Nasruddín rezó a Dios:
- ¡Oh, Dios mío! Te pido que mates a la vaca y salves a mi
burro.
Sin embargo, a los pocos días, Nasruddín entró en el establo
y entonctró sana a la vaca y al burro muerto.
- ¡Oh, Dios mío! – dijo. – ¡Tantos años siendo Dios y aún no
sabes distinguir una vaca de un burro!

10 11
97
La cabra

En una ocasión preguntaron a Nasruddín qué signo del


zodíaco era.
- Soy la Cabra. – contestó.
- Pero Nasruddín, no hay ningún signo del zodíaco que sea
“la cabra”.
- Bueno, al nacer me dijo mi madre que era Capricornio, y
ya tengo 40 años. ¿Cuánto tarda entonces un capricornio en
crecer y hacerse cabra?
98
El gallo y las gallinas

Un día, los amigos del mulá decidieron gastarle una broma.


Acordaron reunirse todos en los baños, llevando un huevo, y le
dijeron a Nasruddín.
- Mulá, ahora cada uno de nosotros dirá “clo – clo – cló” y
pondrá un huevo. El que no ponga un huevo, pagará la cena de
todos.
Nasruddín estuvo de acuerdo y todos prepararon los huevos.
Entonces, Nasruddín dijo:
- Ki-ki-ri-kí
- Pero, ¿qué dices?
- Bueno, con tantas gallinas, he pensado que hacía falta un
gallo.- rió Nasruddín.

1 1
99
El precio de las ropas

En cierta ocasión, el Gran Tamerlán, que gustaba de poner


en apuros al mulá Nasruddín, le preguntó:
- ¿Cuánto valgo yo, mulá?
Sin dudarlo, el mulá contestó:
- Oh, unos setecientos dinares, majestad.
- Pero, - replicó Tamerlán, indignado.- si ese es apenas el
valor de las ropas que llevo puestas.
- Me refería a las ropas, majestad. – repuso Nasruddín. – El
valor de su majestad es incalculable.
100
La sabiduría del rey

Una mañana, el Gran Tamerlán estaba de mal humor y


castigó a varios delincuentes.
- ¡Cien latigazos a éste! ¡Ciento cincuenta latigazos a aquél!
¡Doscientos latigazos a ese otro!
- Pero, majestad, - interrumpió el mulá.- ¿Acaso os creéis
un sabio?
- ¡Sí, yo lo sé todo! – replicó Tamerlán.
- Me temo que hay algo que no sabéis. O no conocéis el
número doscientos o nunca os han dado un latigazo.

1 1
ÍNDICE

Saludas .................................................................................................................................................. 3
Prólogo ................................................................................................................................................. 7
Los cien mejores cuentos del Mulá Nasruddín
01. El pájaro que sabía hablar ................................................................................................ 15
002. Todos tienen razón . ............................................................................................................ 16
003. Camellos con alas ................................................................................................................ 17
004. El otro lado ............................................................................................................................ 18
005. El burro prestado . ............................................................................................................... 21
006. ¡Ya verán! . ................................................................................................................................. 22
007. La pelea . .................................................................................................................................... 25
008. La pregunta sin respuesta ............................................................................................... 26
009. El sermón del viernes ....................................................................................................... 27
010. Defraudado . ............................................................................................................................ 28
011. De todos modos .................................................................................................................. 29
012. El ángel de la muerte ........................................................................................................ 30
013. El olor de las albóndigas ................................................................................................. 31
014. En una ciudad extraña . ..................................................................................................... 32
015. Lo que debe ser .................................................................................................................... 33
016. Los higos . ................................................................................................................................. 34
017. El burro desaparecido ...................................................................................................... 37
018. El préstamo ............................................................................................................................ 38
019. El sueño de los mil dinares ........................................................................................... 39
020. El tonto . .................................................................................................................................... 40
021. Ensanchar el abrigo . ........................................................................................................... 41
022. El precio acaba de bajar .................................................................................................. 42
023. El burro muerto . .................................................................................................................. 43
024. Sopa de pato .......................................................................................................................... 44
025. Las sábanas prestadas ....................................................................................................... 47
026. El lugar aterrador . ............................................................................................................... 48
027. Reputación del hombre sagaz . ..................................................................................... 49
028. Insha Allah . ............................................................................................................................. 50
029. La pregunta a una pregunta .......................................................................................... 51
030. Yo tengo la receta ................................................................................................................ 52
031. ¿Por qué pagarlos? . .............................................................................................................. 55
032. Un fuerte viento .................................................................................................................. 56
033. Las canicas .............................................................................................................................. 57
034. Él águila Jaliz ......................................................................................................................... 58
035. El ladrón de la manta ....................................................................................................... 61
036. El mismo sabor .................................................................................................................... 62
037. El turbante del hombre sabio ...................................................................................... 65
038. El caballo zurdo . .................................................................................................................. 66
039. El vinagre de cuarenta años . .......................................................................................... 67
040. La dirección equivocada . ................................................................................................. 68
041. El entierro del alcalde . ...................................................................................................... 71
042. Las normas de cortesía .................................................................................................... 72
043. Adivinanza .............................................................................................................................. 73
044. Se estaba acostumbrando ............................................................................................... 74
045. Montar sin silla .................................................................................................................... 77
046. Aquí hay más luz . ................................................................................................................ 78
047. La broma . ................................................................................................................................. 81
048. Burro en llamas .................................................................................................................... 82
049. El hermano mayor .............................................................................................................. 85
050. Evitar las críticas .................................................................................................................. 86
051. Dios es el más sabio .......................................................................................................... 87
052. La mudanza . ........................................................................................................................... 88

1 1
053. El negocio de los huevos ................................................................................................ 89
054. Para no perderse . .................................................................................................................. 90
055. Enseñando al burro a leer .............................................................................................. 91
056. El saco de patatas . ............................................................................................................... 92
057. ¡Qué más da! .......................................................................................................................... 95
058. Dolor de ojos ........................................................................................................................ 96
059. Plegarias cumplidas . ........................................................................................................... 97
060. El espejo ................................................................................................................................... 98
061. El vecino cotilla ................................................................................................................... 101
062. El buey sabe que es culpable ......................................................................................... 102
063. Sabiduría práctica ............................................................................................................... 103
064. Que sean diez ........................................................................................................................ 104
065. Fruta exótica ........................................................................................................................... 105
066. Armado hasta los dientes ............................................................................................... 106
067. El profesor de gramática . ................................................................................................ 109
068. El valor de la experiencia ................................................................................................ 110
069. Gracias a dios ........................................................................................................................ 111
070. Burros y campesinos . ......................................................................................................... 112
071. La capa del Mulá Nasruddín . ...................................................................................... 115
072. El testimonio ......................................................................................................................... 116
073. En la oscuridad ..................................................................................................................... 117
074. El litro de leche .................................................................................................................... 118
075. Un problema más ............................................................................................................... 119
076. Polvo para tigres .................................................................................................................. 120
077. Las mejores virtudes de la raza humana ................................................................ 121
078. Más útil ..................................................................................................................................... 122
079. Un hombre de palabra ..................................................................................................... 123
080. La esposa ideal . ..................................................................................................................... 124
081. Pescando . .................................................................................................................................. 125
082. El mendigo .............................................................................................................................. 126
083. Dos preguntas ....................................................................................................................... 127
084. Preguntas al mulá . ............................................................................................................... 128
085. El centro del mundo ......................................................................................................... 129
086. El robo ...................................................................................................................................... 130
087. Devolver el préstamo ........................................................................................................ 131
088. El pobre mulá . ....................................................................................................................... 132
089. El hombre que podía leer los pensamientos ....................................................... 133
090. La familia del burro . .......................................................................................................... 134
091. El jabalí ..................................................................................................................................... 135
092. Qué alivio ................................................................................................................................ 136
093. El burro de mulá ................................................................................................................. 137
094. Un remedio muy simple ................................................................................................. 138
095. La carta ..................................................................................................................................... 139
096. El burro y la vaca ................................................................................................................ 140
097. La cabra .................................................................................................................................... 141
098. El gallo y las gallinas ......................................................................................................... 142
099. El precio de las ropas . ....................................................................................................... 143
100. La sabiduría del rey . ........................................................................................................... 144

1 1

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