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Sistema S.I.C
de Ventas
(Spanis edition)
Vive la experiencia de 11 emprendedores, que
con S.I.C hicieron crecer sus proyectos
Jose Piquer
Iñaki Sánchez
Rubén Ming
Janeth Calderón
Julián Alcántara
Juan Doncel
Zoila Galván
Iván Carcavilla
Yolanda Valle
Víctor Ipiña
Rogelio Costilla
Raquel Trueba
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Hay algo que queremos decirte…
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SERON® (Sertralina)
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(S panis h edition)
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SERON® (Sertralina)
ÍNDICE
Prólogo
Capítulo 1
Sistema S.I.C. (Sistema Infalible de Cierres)
Aumenta en más de un 50% tus resultados
Jose Piquer
Capítulo 2
Reprogramar nuestro software
Nuestros pensamientos condicionan nuestra vida: lo que
creemos es lo que creamos
Iñaki Sánchez
¿Por qué soy como soy?
Los 7 Bloqueos más comunes
Capítulo 3
Las tiendas digitales: una forma de vida
Rubén Ming
para montar tiendas “online”
Capítulo 4
Transformarte por dentro y por fuera
Janeth Calderón
Capítulo 5
Alcanzar tus sueños
gracias al Marketing en Red
Julián Alcántara
del marketing en red
Capítulo 6
Conectando con el cuerpo a través del Tantra
Juan Doncel
para conectar con el otro
Capítulo 7
Tu casa, Tu estilo de vida
Zoila Galván
y a nuevas comunidades
gracias al desarrollo personal
la casa de sus sueños
Capítulo 8
La importancia del asesoramiento energético
Iván Carcavilla
Capítulo 9
Recuperar las riendas de tu vida
Yolanda Valle
Capítulo 10
El experto en ventas del siglo XXI
Víctor Ipiña
Capítulo 11
Controlando tus finanzas
R ogelio C os tilla
para s alir de la frus tración
de los buenos hábitos financieros
C apítulo 12
C ambiar por fuera para cambiar por dentro
R aquel T rueba
SERON® (Sertralina)
Prólogo
En tus manos tienes doce historias inspiradoras, doce casos de
éxito personal y profesional, doce ejemplos en los que se conjugan el
interés humano con el referente empresarial.
Los doce protagonistas de este libro -que son también los autores
de cada uno de sus capítulos- tienen orígenes sociales y familiares
muy diferentes, estudios muy dispares, trabajan en sectores muy
diversos. Incluso han nacido o viven en países distintos.
Pero todos ellos tienen, como mínimo, dos características que les
hermanan.
Por un lado, su carácter emprendedor, que en algún caso se les ha
manifestado desde que eran muy jovencitos y que en algún otro se
les ha revelado ya a cierta edad, después de haber vivido varias
experiencias laborales.
Por otro lado, coinciden también en el impulso que sus respectivos
proyectos han experimentado gracias a las ventas, en el crecimiento
que les han proporcionado a sus negocios, a sus productos o a sus
servicios. De ahí el título Sistema SIC de ventas: las siglas SIC
corresponden a Sistema Infalible de Cierre, un sistema que ha
catapultado a todos estos emprendedores a alcanzar el éxito de sus
proyectos y negocios.
Ninguna explicación teórica es tan eficaz, ilustrativa e inspiradora
como una historia personal. Y los protagonistas de Sistema SIC de
ventas han tenido el coraje y la valentía de contarnos su vidas y abrir
sus corazones para mostrarnos cuáles han sido sus éxitos y sus
fracasos, de dónde vienen, dónde han llegado y a dónde esperan
llegar en el futuro, qué personas han sido fundamentales en su
camino, qué obstáculos han tenido que superar, cuántas veces se
han caído y cuántas se han vuelto a levantar. Estas páginas son
producto de muchas alegrías pero también de algunas lágrimas y
muchos esfuerzos.
En este libro se habla de ventas, de negocios y de emprendimiento,
pero también se habla del valor de la formación, del papel que juega
la mentalidad a la hora de conseguir lo que soñamos, de la
importancia de los mentores. Sus autores no han ahorrado
generosidad a la hora de compartir los secretos y las herramientas
que les ha llevado a vivir de aquello que les apasiona, convencidos de
que cualquiera puede conseguirlo.
Así, si Jose Piquer cuenta la trayectoria que le ha llevado a ser uno
de los grandes referentes hispanos en el mundo de las ventas, Iñaki
Sánchez explica cómo ha conseguido ayudar a muchas personas a
desbloquear las creencias que les limitaban.
Por su parte, uno de los grandes profesionales en el terreno de las
tiendas online, Rubén Ming, cuenta qué pasos debe seguir quien
quiera dedicarse a ello, mientras Janeth Calderón revela cómo llegó a
ayudar a otras mujeres a reforzar su autoestima a través de la
estética, la dietética y la mentalidad. Y si Julián Alcántara explica en
su capítulo las claves para triunfar en el mundo del Network
Marketing, Juan Doncel habla del Tantra y la meditación como una
vía para tener una mayor conexión con nuestro cuerpo y mente.
La asesoría inmobiliaria ha sido el ámbito desde el que Zoila
Galván ha ayudado a muchas personas a lograr la casa de sus
sueños, e Iván Carcavilla lo ha hecho explicando cómo se pueden
ahorrar recursos energéticos y contribuir -de paso- a un mundo más
sostenible. Y mientras Yolanda Valle persigue el empoderamiento
femenino a través del crecimiento personal, Victor Ipiña entrena y
capacita para que todo el mundo pueda sacar lo mejor de sí mismo y
desarrollar su talento.
Las finanzas y el ahorro son el terreno desde el que Rogelio
Costilla contribuye a tener un futuro mejor, y Raquel Trueba ayuda a
reforzar la felicidad interior desde la peluquería y los productos de
belleza.
Como puedes ver, todas ellas son experiencias muy distintas pero
unidas por un nexo: la voluntad de ayudar a los demás desde el
emprendimiento.
Ahora, te dejamos en buenas manos . Y más concretamente, en
unos buenos doce pares de manos .
Lioc E ditorial
SERON® (Sertralina)
Capítulo 1
Sistema S.I.C. (Sistema Infalible de Cierres)
Aumenta en más de un 50% tus resultados
Jose Piquer
“La mayor debilidad de una persona es rendirse. La manera más
segura de tener suerte es intentar una vez más” - Thomas Edison
¿Quieres descubrir el Sistema Infalible de Cierres con el que he
logrado impulsar exponencialmente mis resultados y con el cual,
estoy convencido, tú también podrás hacerlo? Independientemente de
cuál sea tu situación actual, el sistema que voy a revelarte es tan
poderoso que hará despegar tu negocio como nunca.
Para que puedas conocerlo y dominarlo a la perfección, te voy a
hablar de una serie de conceptos que te convertirán en todo un
experto de las ventas.
El sistema S.I.C.es el resultado de todos mis años de experiencia
como vendedor, fui construyéndolo poco a poco, basándome en las
distintas situaciones a las que debes hacer frente para llegar al
proceso final de una venta, sin importar cómo te sientas
anímicamente.
El objetivo es nunca bajar la producción, conseguir hacer el cierre e
incluso obtener referidos del cliente.
¿Alguna vez has reflexionado sobre qué sucede entre el momento
en que haces tu presentación y el cierre de la venta? La realidad es
que existe un vínculo esencial entre tu presentación y, ese momento
final, en el que le preguntas al cliente cuándo le envías tu producto o
servicio.
Puede que en muchas ocasiones hayas vivido este momento como
uno de alta tensión, en el que constantemente el cliente pasa de ti y
únicamente espera el momento de tu partida.
Ante esta situación muchas veces acabamos siendo presos de
nuestras emociones; decenas de pensamientos negativos invaden tu
mente y actúan en tu contra, convirtiéndose en tus peores enemigos.
Terminas creando todo un escenario ficticio en tu mente que te
manipula y sabotea.
De tal forma, te resulta imposible hacer el cierre y no puedes lograr
más que entregar tu tarjeta y marcharte con “la cola entre las patas”.
No pensaste que quizá tu cliente no te atendía con la suficiente
atención porque le dolía la cabeza; o que miraba su móvil
constantemente porque esperaba una llamada familiar importante.
Lo que trato de decirte es que, no necesariamente eres tú el
problema y esto es así en más del 90% de los casos.
Seguramente tú también has sido víctima de situaciones como
estas. Por eso, he creado el Sistema Infalible de Cierres, para que
nunca más sabotees tu éxito.
Con él, me aseguro de completar al 100% cada una de mis visitas
comerciales: en primer lugar, entro al domicilio; después, realizo la
presentación; posteriormente, desarrollo una encuesta de calidad que
depende del producto que ofrezco, que consiste en realizar de 4 a 5
preguntas en las que voy a cuestionarle si conoce alguna persona a
la que podría interesarle mi producto, para realizarle también una
visita.
El proceso no es tan complejo como posiblemente estés pensando,
por ejemplo, si te dedicas a vender seguros, plantea a tu cliente la
posibilidad de hacer un estudio de vida a 4 o 5 de sus familiares
porque tienes una promoción especial durante ese mes e, incluso,
porque recibes un pago por visita cada vez que compartes
información de valor con otras personas.
Crea la historia que mejor consideres, tu objetivo es conseguir esos
referenciados y que tu cliente te los proporcione porque siente que
está beneficiando a sus conocidos.
Detrás de este sistema se encuentra una realidad a la que casi
nunca llegan los vendedores promedio: la relación en la venta debe
darse en tres partes que implican un ganar-ganar.
Las ventas implican una relación beneficiosa y tripartita entre: la
empresa, el comercial y el cliente. Esta es la rueda de la vida y del
negocio en la que ganamos todos. Para que esto suceda es
necesario que, bajo ninguna circunstancia detengas tu venta, porque
al hacerlo interfieres con este ciclo benéfico.
Ahora bien, ¿cómo puedes pasar de la presentación al cierre y
obtener referencias? El secreto está en la encuesta en la que le
preguntas qué le ha parecido tu presentación y en donde todas las
cuestiones que incluyas, obedecerán directamente a la naturaleza de
tu producto.
Y al final de la encuesta le preguntas a tu cliente si el producto le
gusta. La respuesta que recibirás es sencilla: sí o no, pero puede ser
brutal para ti si no sabes cómo abordar el momento.
Si la respuesta es afirmativa, excelente; pero en caso de no ser así,
debes preguntarle por qué no le gusta. Un vendedor promedio, o
mejor dicho un vendedor amateur, se resignaría y también huiría ante
la negativa, pero este no es tu caso. Toma un momento de silencio e,
inmediatamente, inicia el juego de la confianza.
En lugar de rendirte, encuentra el punto exacto por el que no le
gusta o no le convence tu producto. Por ejemplo, puede ser que no
tenga dinero, así que ante esa objeción tienes que encontrar una
solución para cerrar el trato.
Ese es tu trabajo, vencer con argumentos todas las objeciones
posibles. Por supuesto, tu cliente puede ponerte otra objeción y
hacerte entrar en un embudo de peros o excusas. Como mínimo,
debes mantenerte concentrado y preparado para encontrarte con al
menos 5 objeciones que tendrás que rebatir mediante tus mejores
argumentos.
Los buenos vendedores son capaces de llegar a la quinta objeción,
pero solo los excelentes vendedores son capaces de rebatir incluso
más objeciones y conseguir cerrar una venta. Por el contrario, los
vendedores que no son profesionales no logran sobrepasar ni si
quiera el primer no, ¿en qué punto estás tú?
(leer solo en el audiolibro: En el libro físico y en el ebook, tienes
acceso a una encuesta para que puedas averiguar qué áreas puedes
mejorar en tus cierres de ventas.
(No leer en el audiolibro, el texto en rojo solo es para el libro físico y
e-book):
En el siguiente enlace, tienes acceso a una encuesta para que
puedas averiguar qué áreas puedes mejorar en tus cierres de ventas.
https://l.ead.me/sistema-sic10
La secuencia de venta de un excelente vendedor comienza con tu
carpeta de presentaciones o flipchart, la encuesta, los referenciados,
los colaboradores y el cierre; mientras que los vendedores amateurs
van directo a la venta, sin buscar un beneficio a la sociedad, a la
empresa y mucho menos al cliente.
Tampoco son capaces de darse cuenta que el cliente que tienen
delante vale, literalmente, millones, por los referenciados que puede
darte.
Recuerda: lo importante no es que un cliente te compre, sino las
referencias y contactos que él puede darte. Esto es extremadamente
importante, debido a que de un solo cliente puedes obtener una
cadena de oro de referenciados y nuevos clientes que representan
incluso millones de euros ganados. Pero, del mismo modo, puedes
encontrarte con cadenas pobres y, en ellas, tu misión es identificarlas
y saber cortarlas lo más pronto posible, para ir en busca de tu“cadena
de oro”.
De tal forma, el sistema S.I.C se fundamenta en 4 pasos o
conceptos:
Primer Paso: precisas tener un flipchart con una presentación
psicológicamente bien estructurada para que venda y adaptada a tus
productos y servicios;
Segundo Paso: necesitas tener una encuesta preparada, la cual te
permitirá pasar por ese vacío que se crea entre la presentación y el
cierre;
Tercer Paso: debes conocer el círculo de seguridad de tu cliente,
esas 5 excusas típicas que encuentras en cada sector como
vendedor;
Cuarto Paso: El embudo de ventas. Gestiona paso a paso cada
una de las objeciones que te va planteando el cliente.
En el QR anterior, podrás ver un video explicativo de cómo aplicar
tu propio embudo de ventas en tus presentaciones.
https://l.ead.me/sistema-sic10
Todo estos pasos integrados, conforma el Sistema S.I.C., Sistema
Infalible de Cierres.
Presentaciones que venden:
El flipchart es una herramienta física que tienes que crear y
estructurar con base a los dolores de tus clientes, siguiendo unos
pasos muy concretos. Cada producto y servicio tiene un flipchart
diferente, por mi parte te explicaré algunos de los que utilizo
personalmente, pero es importante que entiendas que debes
adaptarlos a tu producto o servicio particular. Cuando estás con el
cliente, el flipchart te permite varias cosas como mecanizar todo el
proceso y poder replicarlo.
Sin embargo, en ocasiones el flipchart no te funcionará en primera
instancia porque, dado que debe estar moldeado perfectamente a lo
que tú ofreces, es probable que debas añadir o quitar ciertos
aspectos, esto lo irás detectando a medida que trabajas con él y
puedes ir afinando tu presentación.
En mi caso, mi flipchart actual es como un gran calendario,
comencé creándolo a partir de tarjetas, después con notas en hojas y,
al final, lo que más me resultó fue esta especie de calendario en la
que puedo ir pasando las hojas; además, incluyo imágenes y gráficos
que permiten identificar en qué punto estás del proceso o método.
El objetivo del flipchart es que tú puedas hablar a la persona que
tienes enfrente y que él pueda ver lo que le estás enseñando; tienes
que observarla, para saber cómo reacciona con cada información y
este nuevo conocimiento, te será de gran ayuda para seguir puliendo
tu flipchart, hasta que lo perfecciones.
¿Cuántas hojas debe tener un flipchart? El mío tiene 38, pero esto
depende del producto y del dolor propio de tu cliente. En cuanto al
tiempo de duración de tu presentación, es variable, peronormalmente
es de 30 a 45 minutos, mientras que el cierre toma otros 15 o 20
minutos.
Si haces una venta por teléfono, el flipchart te servirá como guía,
pero no tendrá ese impacto visual tan potente como en una visita cara
a cara con el cliente. Cuando muestras distintas imágenes a un
cliente, llegas a su parte subconsciente.
En suma, el flipchart es una gran herramienta que te permitirá
mantener tu nivel como vendedor de alto rendimiento, sin importar tu
estado de ánimo, puesto que evitará que olvides algún punto de tu
presentación.
Con esto, te aseguras de llegar al final de tu proceso de venta, de
obtener referencias y reclutados, y de hacer tu encuesta.
Lo más importante de tener un flipchart es que,cada paso que das
en la venta de tu producto, tiene su lógica y te ayuda a una exposición
más ordenada.
La encuesta se realiza después de la presentación y en ella misma
obtienes las referencias y también a los reclutados. Para este
aspecto, incluso puedes ofrecer un obsequio a tu cliente cuando te
refiera a alguien.
Con todo esto, lo que trato de hacerte ver es que, si sigues este
método comprobado al que he llegado después de años de
experiencia, es imposible que no tengas resultados espectaculares,
crecer, y conseguir tu libertad financiera.
La encuesta: un puente hacia el cierre
La encuesta se realiza al finalizar la presentación, quizá te estés
preguntando si existe un modelo de encuesta. La respuesta es no,
porque va a depender de las características propias de tu producto o
servicio.
Pero, para ayudarte, unas preguntas que puedes incluir en tu
encuesta podrían ser:
¿Qué te parece la tecnología del producto o servicio?
¿Cómo valoras la atención del presentador?
¿Qué te parece la presentación?
¿Conocías este producto o servicio?
¿Conoces a alguien que tenga colesterol?
¿Conoces a alguien que tenga varices?
¿Conoces a alguien que…..?
Estas son algunas preguntas que puedes utilizar;específicas y con
respuestas simples, sí o no, para que les sea más fácil de contestar.
En el enlace de arriba, podrás acceder a un enlace donde
encontrarás un ejemplo de encuesta que seguro te va a ser muy útil.
Llegados a este punto, ahora puedes preguntarle al cliente si tiene
conocidos a los que les interesaría conocer tu producto. Si vendes
zapatos, puedes decirle a tu cliente, a quien ya le has vendido, que tu
empresa se dedica a hacer asesoramiento de imagen y que podrías
dar ese servicio completamente gratis a cinco de sus amigos; también
puedes reclutar a ese cliente haciéndole ver las ventajas que tiene
referenciarte más clientes durante todo el año.
La información de los reclutados y referenciados debe tener su
propio espacioen la misma hoja, mientras que en el reverso puedes
incluir otro cierre en el que compares tu producto con el tradicional, o
el predominante del mercado; aquí tienes que incluir todas las
propiedades que ofrece tu producto y destacar que el convencional no
las tiene.
Con esta metodología, no es necesario que seas un experto en
ventas ni en cierres, porque sin importar cuál sea tu situación como
vendedor actualmente, entrarás de lleno a la negociación.
Recuerda tener siempre el contrato preparado justo al lado de la
encuesta, más aún cuando el cliente contesta negativamente a
alguna de las preguntas de tu encuesta, tu labor es rebatir sus
objeciones y demostrarle que tienes una solución para que pueda
tener el producto pese a cualquier dificultad.
El cierre: la evolución natural de la encuesta
Si has hecho un buen trabajo a lo largo de las diferentes etapas
que conforman el proceso de venta, el cierre se acaba produciendo
de forma lógica y nada forzada, es una consecuencia natural.
Una encuesta bien planteada es una herramienta muy poderosa
para llegar al cierre de manera fluida y amable: pedir al cliente su
opinión sobre el producto o servicio que le ofreces, pedirle referencias
u ofrecerle ser reclutado, es una eficaz transición entre la fase de
presentación y la de cierre.
Se trata de una estrategia que te puede ser muy útil incluso si estás
nervioso, si tienes un mal día o si todavía tienes poca experiencia.
En este momento entran en escena las objeciones que te puede
poner el cliente. En cada una de ellas, utiliza el contrato como tu
mejor aliado y mantente tranquilo. Porque tú tienes el control de la
situación y debes hacerle ver al cliente que sí, que está comprando
por emoción pero también porque tiene buenas razones para hacerlo.
No se trata de ningún engaño como los que ha podido sufrir en el
pasado: esa compra la está haciendo con el corazón pero también
con el cerebro, porque ha llegado a la conclusión de que le lo que le
estás ofreciendo le va a ayudar.
En esto consiste hacer una compra inteligente: en hacerlo por
impulso, pero con la justificación de la razón.
Con todo el conocimiento que acabas de adquirir, ahora sabes que
las objeciones no son malas, sino que son una oportunidad para
desplegar tus argumentos. Y que, aunque sean muchas, puedes
rebatirlas una a una con convicción y seguridad.
Hasta llegar a un final en el que todas las partes ganan: el cierre de
la venta.
Así que, a partir de este momento, deshazte de todos tus miedos
relativos a las excusas de los clientes porque, para ayudarte aún más,
en el siguiente enlace con el que podrás acceder a mi manual
exclusivo de objeciones con el que podrás convertirte en todo un
especialista del tema. Introduce el cupón “SIC“ y lo obtendrás a un
precio súper rebajado. Créeme cuando te digo que este recurso que
comparto contigo ahora vale oro, así que todo depende de ti.
https://l.ead.me/sistema-sic20
¿Te atreves a ser un verdadero vendedor y a hacer realidad la vida
que siempre has deseado? ¡Vamos, a por todas!
Capítulo 2
Reprogramar nuestro software
Nuestros pensamientos condicionan nuestra vida: lo que
creemos es lo que creamos
Iñaki Sánchez
https://l.ead.me/sesion-gratuita
Ojalá resuenen en ti mis palabras y pienses que ha llegado el
momento de dar el primer paso… ¿hacia tu nueva vida?
¡Te abrazo!
Capítulo 3
Las tiendas digitales: una forma de vida
Rubén Ming
“Lo mejor es la ayuda mutua. Como todos sabemos que somos imperfectos,
intentamos ayudarnos los unos a los otros” (Haruki Murakami)
Internet como medio de vida
Si me preguntas si se pueden generar ingresos online sin ser un
experto en internet, no solo te responderé que sí sino que yo soy un
ejemplo viviente de ello. Vengo de una carrera universitaria en la
que pude aprovechar muy poco: Telecomunicaciones, y allí nada vi
del e-commerce ni de las bases de programación que son necesarias
para moverse por internet, así que literalmente fue partir de cero.
La de Telecomunicaciones es una carrera técnica que dura tres
años, y acabé tan desilusionado con el sistema educativo que desistí
de finalizarla solo a falta del 10% del proyecto de final de carrera.
¿Por qué la elegí? Supongo que porque tradicionalmente tu entorno
te ha dicho siempre que tienes que escoger una carrera que te
genere dinero y te dé trabajo. En ese momento esta parecía una
buena opción, como antes lo había sido Ingeniería de Caminos y
como después lo sería Ingeniería Industrial. No me pregunté nunca
por mi vocación ni por mi talento y fui “dando palos de ciego”; de
hecho, hasta los 28 años -y a raíz de un punto de inflexión en mi vida
que te voy a contar- no empecé a hacerme las preguntas correctas.
Nunca llegué a ejercer de lo que estudié, y cuando ocurre esto
arrastras contigo una gran desilusión porque no te sienes útil, no te
atrae ninguna de las salidas que te ofrecen. Considero que, a
menudo, tanto el sistema educativo como el entorno te alejan de
plantearte las preguntas adecuadas.
Antes de terminar los estudios había ido trampeando en distintos
trabajos, por ejemplo en una tienda oficial de telefonía; curiosamente
en la parte donde estaba más a gusto allí era en la atención al
público, porque me sentía más útil. También estuve unos meses
como programador en una empresa, que me reafirmó en que no
sabía en qué quería trabajar ni a qué me quería dedicar.
Desde fuera, percibía que las personas que realizaban este tipo de
trabajos no eran felices, estaban agotados y desilusionados en un
entorno que les limitaba a todos los niveles.
Por mi parte buscaba trabajo en los anuncios del periódico y nada
me gustaba, no me veía feliz en ninguno de esos puestos, y yo creía
que podía hacer algo más, que aunque no sabía cómo, encontraría la
manera de encontrar mi sitio en este mundo, sentirme autorrealizado
y contribuir a la sociedad de alguna manera.
No me puedo quejar de mis padres, que me dieron la máxima
ayuda posible en los estudios; en realidad tenía un gran sentimiento
de culpabilidad por no estar a la altura de lo que sentía que les debía
a ellos y a mí mismo. Y, en ese momento, montar algo por mi cuenta
tampoco era una opción ni por asomo; no es que mi familia estuviera
en contra de eso, es que tenían la firme convicción de que el
autoempleo no era una buena opción, puesto que la mayoría de los
amigos de mis padres que lo intentaron tuvieron problemas
económicos, de estabilidad o seguridad.
Estuve atrapado durante un tiempo en esa situación de no
evolución mientras esperaba a ver si ocurría algo, un milagro.
Entonces ocurrieron dos hechos que actuaron como detonante
para empezar a cambiar las cosas.
Por un lado, una noche en la que salí con un amigo mío, sufrí un
accidente de tráfico; él era el que conducía el coche y falleció.
Esto te deja en una situación complicada, pasan los días y te vas
recuperando con muchas cicatrices, pero al mismo tiempo das las
gracias porque tú te has salvado y de alguna manera has vuelto a
nacer. Por un lado sentía que no podía desperdiciar esa oportunidad
de coger impulso después de haber tocado fondo, pero la verdad es
que, aunque no llegué a entrar en un estado depresivo, estaba
convencido de que tenía un problema grave del que no sabía cómo
salir, y del que me evadía con el deporte o con mis amigos.
Otro hecho que me hizo ver las cosas de otra manera fue el
formalizar mi relación con mi pareja, para mí sin duda una fuente de
inspiración por todo lo que ha luchado en su vida. Eso me hizo ir
“poniendo los pies en la tierra”; ella es una persona que fue capaz de
salir adelante con todo en contra, de salir de un entorno que la
oprimía, de trabajar y ganarse la vida. De alguna manera, el hecho de
que tu pareja esté en un polo opuesto al tuyo hace que seáis
complementarios, así que eso fue algo que me motivó.
Ya había pasado un tiempo del accidente cuando un amigo mío
que estudiaba ingeniería informática se estaba dedicando a montar
tiendas online, y me preguntó si quería colaborar con él. Primero le
“daba largas” y le decía que cuando pasara el verano ya hablaríamos
del tema, pero me insistió y finalmente fui a visitarlo.
Me convenció y empecé a trabajar cuatro o seis horas diarias con
ellos, y pasado un primer momento -en el que fueron comprensivos
con mi inexperiencia- empezaron a exigirme mucho más; más incluso
que en los anteriores trabajos que había tenido.
Poco a poco me fui fijando en el entorno, y es cierto que ellos
programaban mucho mejor que yo. Pero había algo en el mundo de
las tiendas online en lo que yo fluía más que ellos: cuando hablaba
con el cliente. Yo ya tenía experiencia en ventas, y la verdad es que
eso me gustaba, me sentía cómodo, me veía haciéndolo con
naturalidad.
Y había otra cosa en la que también era especialmente bueno: en
la creación de contenido orientado a las ventas y en conectar y
transmitir confianza al cliente para transformar sus negocios y
llevarlos al mundo digital.
Por lo tanto, gracias al conocimiento y uso de estas herramientas
digitales, por fin, empecé a ver algo de luz y sentí que era posible
enfocarme en algo con lo que ganarme la vida, a la vez sentirme
realizado y sobre todo ayudar a la gente.
Me dijeron que como programador no era especialmente bueno -y
reconozco que era cierto-, por esto me “invitaron” a hacer el examen
de Google Ads (por aquel entonces Google Adwords) y seguiría con
ellos solo si lo aprobaba. Era un examen duro, tenías que responder
preguntas “con trampa” y sacar por encima del 80 % de aciertos para
aprobar. Y lo aprobé. Entonces me propusieron un combinado: ir
aprendiendo programación poco a poco y, al mismo tiempo,
aportarles en la parte de publicidad y SEO.
Hacer un poco de todo me resultó muy útil. Ese mismo año creé
una tienda propia, Bolalava.com, en la que vendíamos ecobolas, un
producto de limpieza que alcanzó un gran pico de ventas pero que,
finalmente, acabó prácticamente desapareciendo puesto que
rápidamente aparecieron multitud de imitaciones de baja calidad.
Pero como ya teníamos la tienda montada, empezamos a añadir
otros productos: plataformas vibratorias, dispensadores de cerveza,
regalos originales... En ese momento había muy poca competencia y
todo lo que poníamos se vendía rápidamente. También aprendimos la
importancia del branding, de buscar una marca que la gente pueda
recordar fácilmente; aprendimos del error porque ¡todos los que nos
llamaban decían mal nuestro nombre!
Al año siguiente abrimos Alcoholimetrodigital.com, que se trataba
de algo que nos estimulaba porque era un producto destinado a
salvar vidas, para que la gente desistiera de conducir si tenían un
elevado índice de alcohol.
Fui aprendiendo mucho pero sin foco; en ese tiempo montamos
diez tiendas más que fuimos posicionando y en las que vendíamos de
todo, incluso cambiamos de oficina varias veces porque el negocio
iba bien, pero finalmente pasados unos años la empresa cerró y cada
uno siguió por su lado como freelance.
Por mi parte, me fui posicionando como experto en tiendas
online; algunos clientes me pedían ayuda en el SEO, en la
programación, en la solución de un error puntual... Desde entonces
hasta ahora he prestado mi ayuda a más de 1000 clientes, entre
empresas y autónomos. Creo y diseño tiendas online para mis
clientes y les ayudo a tener un buen posicionamiento, visibilidad,
usabilidad y a que su web genere confianza.
Ayudando a combatir los miedos
En estos años he tenido notables casos de éxito entre mis clientes
y esto no siempre es fácil, porque aunque todos hemos visto
estadísticas sobre el auge de la venta por internet, también hay otra
estadística menos “oficial” y que no se publica en ningún lugar: y
es la que se refiere a la cantidad de tiendas online que están flotando
como si fueran barcos fantasmas errantes. Esta es la otra estadística
de los negocios que se han estrellado a pesar de las buenas
intenciones con las que partían.
La cuestión es: ¿por qué unos negocios funcionan y otros no?
Una persona no puede saber de todo, pero es interesante ver los
patrones que se repiten y analizarlos. Y estudiando precisamente
estos patrones, ves que hay dos puntos fuertes que hacen que un
negocio funcione:
1. Normalmente, una característica común de la gente a la que le
funciona un negocio, es que es muy apasionada con su proyecto a
la vez que sabe analizar resultados y ser realista.
2. Y otro punto es que esta pasión no sirve de nada sin el
conocimiento del mercado en el que se va a competir.
Muchas personas creen que todo se limita a abrir una tienda, pero
cuando al cabo de tres o cuatro meses, ven que lleva mucho más
trabajo y que se encuentran con muchas más dificultades de las
previstas, se echan para atrás.
La fórmula adecuada es esta: la combinación equilibrada de
pasión y realismo y también el dejarse acompañar y asesorar por
buenos socios tecnológicos y estratégicos para que tu negocio sea
lo más robusto posible.
Cuando uno se adentra en el mundo de los negocios online suele
tener muchos miedos; por ejemplo, el miedo a no saber qué hacer si
tu negocio experimenta una disminución en los resultados. Cuando se
da este caso, mi recomendación es que se revisen todos los datos
analíticos, para averiguar cuál es el origen del problema y tomar las
medidas necesarias para reconducir la situación lo antes posible.
Y otro miedo muy común es la parte técnica. Una de mis misiones
es que el cliente no se sienta desprotegido cuando su negocio online
sufre algún problema técnico.
Mentor de mis clientes
Una pregunta que me hacía a menudo era cómo podía prestar mi
ayuda a una mayor cantidad de personas que tengan -o que quieran
tener- un comercio electrónico, un e-commerce. A mí me gustaba
atenderles de manera personalizada, pero eso es también una
limitación, porque conlleva sentarme con ellos uno a uno,
escucharles, asesorarles. ¡Y sólo puedo atender a uno a la vez!
En ese momento la atención personalizada me parecía importante
para profundizar al máximo, porque no he visto dos negocios iguales,
pero con el tiempo, ves que si hubieras compartido un vídeo tutorial,
por ejemplo creando un canal de Youtube, podrías haber ayudado a
muchas más personas a enfocar sus negocios y a mejorar sus
resultados.
Así que me di cuenta de la importancia que podía tener mi papel
como mentor, ese asesoramiento sobre lo que es más conveniente
hacer en cada proyecto y en cada momento, buscando también su
escalabilidad.
Cómo generar ingresos ‘online’
Hubo un momento en el que empezó a hacer mella en mí un
concepto: el del tiempo. Fue cuando fui consciente de que para
crecer y llegar a más personas, no podía permitir que mis ingresos
fueran siempre proporcionales al tiempo que disponía.
Porque, según el modelo de negocio tradicional, tú te sientas con
un cliente, te explica qué quiere hacer, y esto implica tiempo: tiempo
de asesoría, tiempo para hacer el presupuesto, tiempo para la
implementación... El día tiene 24 horas para todo el mundo, y por
mucho que trabajes hay un umbral del que nunca vas a pasar.
Entonces te preguntas, ¿qué más puedo hacer para incrementar la
facturación? Y empiezas a ver opciones que son más escalables,
automatizables y que en definitiva no están directamente vinculadas
al factor tiempo.
Ahí entran en juego lo que podríamos llamar las oportunidades
digitales escalables.
¿Conoces aquella máxima de que no se deben poner todos los
huevos en la misma cesta? Aplicar esta máxima se traduce en la
diversificación de los ingresos. Esto es algo que yo he aplicado
siempre, y que me ha llevado a estudiar cómo se pueden generar
ingresos a corto, medio y largo plazo de manera más o menos
automatizada y estable, a través de internet. Siempre he intentado
mirar cómo me puedo apoyar en un negocio si me falla otro, sin tener
que hacer necesariamente una inversión muy grande de tiempo o
dinero.
¿Y qué hemos visto, en este sentido, últimamente? Por ejemplo,
hay muchas oportunidades en el terreno de las aplicaciones.
En los últimos tiempos se habla mucho del blockchain, el sistema
de transacciones entre usuarios a través de cadenas de bloques, que
prescinde de intermediarios y que tiene detrás una capa de cálculo
para hacer las operaciones. Alrededor de eso hay mucha potencia de
cálculo. Pues bien, existe la opción de descargarte aplicaciones en tu
ordenador o en tu móvil, alquilar un porcentaje de la capacidad de
tu procesador (un 5 %, por ejemplo) y recibir una remuneración
por ello.
Esta es una posibilidad 100% legal, detrás de la cual puede haber
desde transacciones económicas entre usuarios que prefieren
prescindir de bancos hasta cálculos para encontrar mejores
medicamentos.
En la actualidad hay muchas ideas basadas en este tipo de cesión
de recursos digitales, y van a ir a más. Puede tener una parte
negativa que es el hecho de acomodarse, de conformarse con estos
ingresos pasivos -porque el cerebro humano es muy cómodo- y no
emprender proyectos más ambiciosos o complejos, pero es una
opción muy interesante para empezar a tener unos ingresos
mensuales -que pueden estar entre 50 y 200 dólares- sin tener que
hacer grandes esfuerzos.
Además, no presenta complicaciones técnicas, solo hay que
descargar, instalar la aplicación y configurarla en el dispositivo que tú
prefieras. Yo te puedo guiar en estos pasos, y también te puedo
ayudar a ver muchas otras ideas que se pueden poner en práctica
en este mismo sentido. ¿Quieres conocerlas?
En el siguiente enlace puedes descargarte información sobre
herramientas e ideas que te permiten generar ingresos automáticos
online:
https://l.ead.me/ideas-ingresos
Las dificultades de montar un negocio digital
Para obtener ingresos gracias a internet, hay otro paso que ya va
mucho más allá de estas opciones automáticas que te acabo de
contar: montar un e-commerce, un negocio digital. Eso es lo que
hago para mis clientes.
A la hora de montar negocios digitales, las dificultades más
comunes proceden de la sobreinformación. Los negocios digitales
son como un organismo vivo, los sectores están cambiando
continuamente, y por lo tanto, lo que era válido hace un tiempo, muy
probablemente ahora ya no lo es. El quid de la cuestión, entonces,
está en tener información lo suficientemente actualizada para que sea
útil.
Y ahí es donde se vuelve necesaria la figura de un mentor,
alguien que te pueda dar esa información actualizada sin que te
pierdas en un mar de datos. Y, además, que te permita dar un paso
más allá en la ejecución de tu tienda online; porque puedes tener una
idea maravillosa, pero si no tienes la ejecución correcta se va a
quedar en eso, en solo una idea. Ahí entra en juego mi papel como
mentor: en estar al día de todas las novedades que aparecen y en
ayudarte a ejecutar tu idea.
Cómo vivir de internet
Si tu ilusión es llegar a ganarte la vida a través de internet, obtener
tus ingresos gracias a la red, no hace falta reinventar la rueda: todas
las herramientas digitales que puedes necesitar para materializar
ese proyecto, para conseguir esa oportunidad digital, ya existen.
Simplemente tienes que alinear esas herramientas con tu
vocación, con tu pasión, con aquello de lo que quieres vivir. ¿Cómo
sabes qué es aquello que te gusta? Según mi definición, es aquello
que puedes hacer durante horas sin cansarte, o algo de lo que
puedes estar hablando durante horas.
Pues bien, ten la seguridad de que ya hay herramientas que te van
a ayudar a monetizar esa pasión. Por ejemplo -es una opción cada
vez más extendida- puedes ofrecer tus conocimientos y tu experiencia
a través de cursos online. Con la satisfacción, además, de que
gracias a internet, puedes llegar a muchas más personas y a
cualquier lugar del planeta. También puedes familiarizarte con los
procesos de venta de productos digitales a través de sistemas de
afiliación.
Localizar los micronichos de mercado
Otra opción para ganarte la vida con internet es la de vender
online un producto físico que quieras poner en el mercado, testear o
dar a conocer.
Las posibles dificultades técnicas no son tantas si yo te doy la red
de herramientas que puedes utilizar y te ayudo a estructurar esa
tienda. Aquí juega mucho la idea de “caer bien” a Google, de
gustarle. Pero, en mi opinión, cuando alguien es capaz de identificar
el micronicho de mercado al que se dirige -y ahí también te puedo
dar ideas- no es tan complicado buscar un posicionamiento orgánico
en el buscador. Aplicando una serie de técnicas, vas a poder tener
visibilidad sin necesidad de hacer una gran inversión en
publicidad. Esta, de todos modos, te servirá como complemento.
Como hay miles de opciones, lo complicado es ver por qué camino
optas. Y un mentor te ayudará a encontrar ese camino. En
cualquier caso, hagas lo que hagas, es recomendable partir siempre
de un sistema, de una metodología que se haya comprobado que
funciona y que da resultados.
Por poner un ejemplo, últimamente hay dos nichos de mercado en
auge debido a la crisis generada por el SARS-CoV-2 que son: la
sanidad a distancia y la alimentación a domicilio; en el contexto actual
tienen muchísima demanda en el mundo online. Pues bien, dentro de
toda esta gama, se trata de saber identificar por cuál de sus
micronichos quieres comenzar.
Por ejemplo, la entrega a domicilio de menús personalizados para
mejorar tu sistema inmune.
Mi consejo es que no empieces por diez micronichos a la vez, sino
que te enfoques en uno y trabajes en él a muerte. Una vez vayas
viendo resultados, cómo se producen ventas y se generan ingresos,
abordar el siguiente micronicho te será mucho más fácil, le dedicarás
menos tiempo y vas a ir mucho más enfocado.
Hay diferentes vías para que consigas monetizar tu proyecto.
Es posible que tengas un producto que encaja perfectamente con el
micronicho que has elegido, que identifiques y trabajes a tu público
objetivo, y que veas cómo reacciona el mercado.
Otra opción es que, si ves que hay un micronicho en concreto que
está en auge -por ejemplo, y situándonos en el terreno de la salud, el
de los endocrinos-, acotes tu zona geográfica -por ejemplo,
Barcelona-, crees una página y la posiciones, porque sabes qué
plataforma hay que utilizar y qué pasos hay que seguir para darle
visibilidad. Y, cuando alguien de tu zona busque ese servicio, irá a
parar a tu página. Una posible vía, en este caso, es trabajar en modo
asociado con un endocrino o con varios y alquilarle un espacio en esa
vía de gran tránsito, que es tu web, para que sea visible y obtenga
clientes y reputación.
Este es solo uno de los caminos existentes para monetizar, pero
hay una amplia gama de posibilidades que no resultan complicadas.
Al final todo es montar una página y darle un contenido, una
estructura y visibilidad; no es complejo, es enfocarse en esa
oportunidad y defenderla.
Es importante trabajar desde la sinceridad. En ocasiones cuando
algún cliente me plantea hacer algún proyecto y veo que le va a ser
muy difícil de rentabilizar, así se lo digo. He rechazado bastantes
proyectos porque no los veía con posibilidades y siempre les he
sugerido que le dieran una vuelta más.
Otras veces, en cambio, he empezado con clientes que
inicialmente tenían un pedido cada tres semanas y, al cabo de dos
años de mucho trabajo, están ya facturando medio millón al mes.
Lo que te propongo si te interesa dedicarte a esto es que,
independientemente del punto en que te encuentres en cuando a tu
experiencia, de si ya has montado alguna web o no, te incorpores a
mi programa de formación para adquirir conocimiento. Un
conocimiento que te sirva para poder ayudar a negocios paso a paso,
y que vayas haciendo ese acompañamiento a tus clientes -en cuanto
a la visibilidad, a las ventas- con la tranquilidad de que estarás
acompañado en todo momento. Vas a tener dudas y preguntas, y
yo voy a estar ahí mientras vas avanzando.
Es en “estas horas de vuelo” donde conseguirás los conocimientos
necesarios para ayudar a otros negocios para que tengan buenos
resultados. Porque al final lo que harás será ayudar a personas; se
trata de eso, no de facturar sin más. La vocación de ayuda es lo que
tiene que estar por encima de todo y es lo que tiene que percibir la
otra parte para confiar en ti. Yo puedo compartir contigo las
herramientas que necesitas y mi know-how, pero a cambio te pido
que pongas esta prioridad por delante.
Mi recomendación es empezar ayudando a diez personas
(personas o empresas). No a más. Ayudarlas a llevar su negocio a un
entorno digital, a montarles su proyecto online, o sencillamente de
inicio a mostrarles alguna herramienta o sistema que a ti te haya
funcionado para tener ingresos. Y que, hasta que demuestres a estas
diez personas que eres capaz de generarles negocio, no vayas a por
cien ni a por mil.
Esos propios testimonios van a hacer un efecto dominó de
recomendación hacia clientes posteriores; pero primero tienes que
demostrar que eres capaz de ayudarles. Esos diez clientes tienen que
quedar muy satisfechos, y a partir de ahí empezará tu crecimiento
exponencial. Y, probablemente, esos diez primeros clientes van a ser
los más complicados, porque te vas a encontrar muchos obstáculos y
te va a faltar experiencia. Pero allí voy a estar yo para guiarte.
Demuéstrales lo que eres capaz de hacer con sus negocios,
incluso antes de cobrarles. Con lo que aprenderás en mi programa
les estarás aportando mucho valor, les aportarás ideas, conseguirás
mejorar su presencia online y construirles una imagen digital que va
generar por un lado confianza en sus clientes y por otro más volumen
de negocio.
Voy a enseñarte cómo puedes llegar con ellos a un acuerdo de una
comisión por venta, e ir obteniendo un beneficio residual. Después ya
irás acumulando más testimonios, y cuando tengas más casos de
éxito ya podrás enseñar tu portafolio a los futuros clientes y
establecer tus tarifas. Pero, durante esos primeros pasos, te
recomiendo que les demuestres lo que eres capaz de hacer antes de
cobrarles.
¿Qué tanto por ciento de comisión puedes pedir? Pues ahí ya toca
sentarse con esa persona para ver qué márgenes maneja y
adaptarte. Por ponerte un ejemplo, el margen que tenga un vendedor
de electrodomésticos no será el mismo que alguien que se dedique al
arte o a la alimentación.
Una vez empieces y te des cuenta de lo mucho que puedes aportar
a tus clientes, no vas a querer parar, porque te motivará
enormemente.
Tras pasar por una primera fase de creación técnica y de ajustes
de la plataforma de venta, aprenderás con qué canales puedes
trabajar para que haya tráfico en la web que hayas creado a tu
cliente.
Suelo recomendar partir de inversiones iniciales muy controladas,
de un presupuesto bajo para ir consiguiendo más tráfico. Hoy en día
hay muchas más opciones para tener este tráfico que las que había
hace cinco años. Y no tienen porqué ser caras: hay muchísimas
opciones para optimizar el presupuesto, como la publicidad de pago
en Facebook, Instagram, Youtube, Tik Tok o Google Ads. De lo que
se trata es de demostrar al cliente que no representa un gasto sino
una inversión.
A partir de ahí se puede analizar cómo ha funcionado e ir afinando,
ver si te interesa más un canal u otro, y escalar resultados. Puedes
valorar conjuntamente con el cliente qué objetivos tiene a corto, a
medio o a largo plazo y demostrarle con estadísticas y datos en la
mano, que lo que está invirtiendo le está generando un retorno.
Formarte a mi lado
para montar tiendas “online”
Antes de lanzarte al terreno de crear tiendas online, recomiendo
que primero hagas la formación, sobre todo para aprender todo
aquello que se refiere a la construcción de la parte técnica de la
plataforma, que va a ser donde se realicen las ventas.
Te invito a que accedas a mi programa de formación, y te
garantizo que una vez lo termines, vas a ser capaz de crear tiendas
de venta online, y también vas a poder realizar tus primeras
asesorías. Para una agencia consolidada es difícil montar una
plataforma de e-commerce en menos de dos o tres meses, pero el
sistema que planteo en mi formación reduce los tiempos y los
costes.
Si después de una primera toma de contacto quieres formar parte
del grupo de personas que realizará este programa, te enseñaré
técnicas y herramientas avanzadas con la información exacta de
cómo he conseguido trabajar de manera estable desde casa y
viajando durante estos últimos diez años. Destaco que estas técnicas
permiten crear negocio en cualquier continente del planeta.
Puedes reservar tu plaza a través del siguiente enlace:
https://l.ead.me/apuntate
Mi compromiso es que tengas éxito en el mundo de los negocios
digitales y que acabes multiplicando por mucho lo que invertirás en
esta poderosa formación.
Como te he comentado yo mismo soy un ejemplo de alguien que se
está ganando la vida en el mundo digital sin haber recibido en la
universidad unos conocimientos adecuados para ello, ni ser un
experto en programación. ¡Si yo lo he conseguido y a ti te apasiona
internet tanto como a mí, tú también puedes!
Capítulo 4
Transformarte por dentro y por fuera
Janeth Calderón
“Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el
silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante:
¡vivir!”
(Robert Louis Stevenson)
La vida es para disfrutarla
Me considero por encima de todo una persona positiva y amante de
la sencillez; soy una mujer de fe y agradezco todo lo que me ofrece la
vida, que está llena de cosas maravillosas. Mi filosofía es que hay que
disfrutar la vida a cada instante, saborearla con lo que tienes ahora,
en tu presente, al mismo tiempo que construyes tu futuro.
Mucha gente suele decir que siempre tenemos un día más de vida.
Pero yo no estoy de acuerdo con eso, yo pienso que siempre
tenemos un día menos. Y por eso siempre vivo mi vida plenamente,
con intensidad, con ganas de aprovechar cada momento que estoy
viviendo, cada una de las actividades que realizo. Quiero hacer hoy
todo lo que me había propuesto para hoy, sin postergar nada, porque
nunca sabemos si mañana continuaremos aquí. Y quiero hacerlo
disfrutando del camino.
Cada noche, cuando me voy a acostar, hago un repaso mental de
cómo ha sido mi día y proyecto cómo va a ser el día siguiente.
Y cada mañana, cuando me levanto, tengo mi propia meditación,
en la que doy la las gracias porque, un día más, puedo seguir viendo
la luz, sin importar si está lloviendo o si brilla el sol.
Superando obstáculos desde la infancia
A lo largo de toda mi vida siempre he tenido que luchar sola, y a
pesar de todas las adversidades siempre he estado segura de que
todo saldría bien. Ya desde niña -y a pesar de que mi infancia no fue
fácil- he tenido un espíritu muy positivo. Siempre he pensado que, si
te pasa algo malo, algo bueno vendrá también a continuación;
simplemente ha sido un obstáculo que tienes que superar.
Nací en un pequeño pueblo de Cali, en Colombia. Cuando tenía
cuatro años, mis padres se separaron y mi padre decidió que él se
haría cargo de nosotros trasladándonos a otro país, Ecuador; éramos
dos chicas y dos chicos.
Pasar la frontera fue duro: nos tuvo en un parque, esperando a que
el autobús saliera; me recuerdo pasando frío mientras él vigilaba y
esperaba para ver cuál era el mejor momento para colarnos en la
bodega del vehículo.
Como yo era la mayor de las chicas, desde el primer día me
convertí en la “madre” de mis hermanos, y siempre tuve que ser
positiva porque eso era lo que tocaba, no había otra alternativa.
Desde ese momento empezó un estilo de vida diferente al que
habíamos tenido hasta entonces. Tenía que ser valiente y no decaer,
porque sentía que otras personas dependían de mí.
Cuando nos instalamos en Ecuador, mi padre nos tenía que dejar
solos por períodos de quince o veinte días para ir a trabajar, en una
casa llena de goteras y arañas. Estábamos solos, no teníamos a
nadie más. A medida que íbamos creciendo, la gente del vecindario
nos miraba como a bichos raros, preguntándose de dónde habíamos
salido.
No sabíamos ni cocinar; cuando mi padre se iba nos dejaba como
único alimento una olla con fríjoles que nos teníamos que comer fríos,
mientras buscábamos plátanos, mandarinas y lo que podíamos,
porque teníamos hambre. Eso sí, cuando regresaba nos preparaba
unos platos exquisitos. Tampoco tuvimos la oportunidad de ir a la
escuela porque no teníamos documentación, y además él nos
mantenía escondidos porque en realidad, nos había traído con él sin
el consentimiento de mi madre y nuestra familia materna nos
buscaba.
Poco a poco fui aprendiendo a cocinar, a realizar otras tareas, y así
fueron pasando los años. A pesar de todo, disfrutábamos la vida de la
manera que podíamos: mirando los pájaros, yendo al río,
bañándonos, pescando, cogiendo algodón, yendo descalzos... Tal vez
no fue una infancia ideal, pero es la que me tocó y la he aceptado.
Finalmente, cuando yo tenía ocho años me fui de casa sin que
nadie se diera cuenta, para ir a trabajar con una familia; mi hermano
mayor también se había ido a trabajar, y los dos pequeños se
quedaron con mi padre.
Fui trabajando para varias familias, que tampoco me
proporcionaron muy buena educación y que me hacían trabajar
muchas horas sin ganar dinero; trabajaba a cambio de comida y de
un techo.
Todo cambió cuando cumplí 16 años y conocí a una persona -que
se convertiría en el padre de mis hijas- y al cabo de pocos meses me
comprometí. Lo vi como mi salvación, mi vía de escape para salir de
donde estaba, y empecé a pensar en otro nivel, en irme a vivir a la
capital.
En realidad la cosa no me salió tan bien como pretendía: era un
hombre mucho mayor que yo, tenía otra visión de la vida y yo, por
otro lado, era muy joven. A los siete meses de convivir con él me
quedé embarazada, y eso sí representó un gran cambio: era lo mejor
que me había pasado en la vida.
Desde ese momento decidí que no importaba nada de lo que me
había pasado hasta entonces, sino que me tenía que enfocar en lo
que vendría a partir de ese momento, y en que tenía que buscar un
mejor porvenir para mi hija y para mí.
Todo está en nuestra cabeza y todo lo que hacemos depende de lo
que nos propongamos. Crecer sin una madre es muy duro, así que
empecé a despertarme cada día con la ilusión de ir al encuentro de mi
madre y de mis hermanos, porque les había “perdido la pista”. Tomé
la decisión de buscarlos a través de todos los medios posibles,
incluso en los canales de televisión.
Finalmente, gracias a un programa de radio en el que ayudaban a
reencontrarse con familiares, logré localizar a uno de mis hermanos, y
a continuación a todos. La verdad es que no tengo palabras para
describir cómo me sentía. ¡Fue tan emotivo!
La mentalidad positiva: la mejor arma
Es fundamental la mentalidad con la que afrontamos todas las
situaciones de nuestra vida, incluso las más comprometidas,
porque si yo me hubiera quedado pensando que todo era un desastre
y lamentándome de todo lo que me había pasado, tal vez habría
tirado la toalla y nunca habría podido reencontrarme con mi madre y
con mis hermanos. Hay mucha gente que no tiene espíritu de
superación y acaba metida en una rueda de lamentaciones y de
victimismo, descuidándose, esperando que el estado las ayude, que
las soluciones les lleguen solas, por arte de magia.
Y también pienso que el hecho de haber experimentado todo esto ha sido
decisivo para acabar dedicándome a ayudar a otras mujeres a salir
adelante y a mostrarles que es posible hacerlo.
Ahora hace ya 18 años que llegué a España con la intención de
encontrar un trabajo y poder empezar desde cero. ¡Ha sido un gran
cambio cultural! Recuerdo un día de lluvia y que me asusté, porque
en Colombia tenemos una manera de hablar muy tranquila, muy
educada, muy pausada y al llegar aquí me pareció que todo el mundo
gritaba.
En mis inicios en España no paraba de llorar. Me vine con mi hijo
pequeño, que para aquél entonces tenía nueve meses, pero había
tenido que dejar a mis dos hijas con su padre, las echaba muchísimo
de menos y me sentía arrepentida de no saber si había tomado la
decisión correcta. Pero, precisamente pensando en poderles dar un
mejor futuro, decidí echarle ganas y tirar hacia adelante.
Quince días después de llegar a España encontré un trabajo,
empecé a aprender la cultura de mi nuevo país, y la verdad es que
me adapté muy rápido. Di con una familia estupenda a la que todavía
considero como mi familia, tuve mucha suerte porque incluso podía
llevar a mi hijo conmigo y no tenía que dejarlo en la guardería.
Pero la lucha continuaba, e incluso llegué a tener tres trabajos a la
vez para poder mantener a mi niño y enviar dinero a las pequeñas.
Fue una época de muchos cambios laborales, intentando ir
mejorando mi situación y buscando una oportunidad.
Un primer cambio importante me llegó cuando empecé a trabajar
en el gremio de la hostelería. Gracias a cambiar de trabajo y a tener
otros horarios pude encontrar tiempo para empezar a formarme en
estética. Por aquél entonces la mentalidad era muchísimo más
cerrada que ahora y la gente prefería ser atendida por alguien local y
no por una extranjera. Hice las prácticas pero no pude trabajar en
ello.
Posteriormente entré a trabajar en un supermercado y la verdad es
que allí tuve días maravillosos, pero yo quería conseguir algo mejor.
Aunque fueron unos años de duro trabajo, me mantenía ilusionada
luchando por mis hijos. Además siempre pensé que lograría salir
adelante, que encontraría un trabajo que realmente me apasionara y
que conseguiría estabilizarme personal, profesional y
económicamente. Todo con el único objetivo de conseguir reunir a
mis tres hijos en España y poder ofrecerles una vida mejor. Y lo he
conseguido.
Siempre he tenido un don para hacer cosas nuevas, para no
instalarme en la rutina, para formarme, para pedir ayuda siempre que
me ha hecho falta. Y, finalmente, en el año 2011 conocí una marca de
productos de nutrición, control de peso y dietas, los empecé a probar
y todos aquellos que me funcionaban los recomendaba a otras
personas. Así empecé un nuevo camino promocionándolos y
vendiéndolos.
A mí siempre me ha encantado vender. Te contaré una anécdota
personal: cuando vivía en Ecuador, conocía a una mujer que tenía
muchísimas codornices, cientos, miles. Y le propuse idear una caja
para vender los huevos; yo tenía entendido que los huevos de
codorniz eran muy buenos, pero ella los tiraba, solo le interesaban las
codornices.
Así que me puse a repartir los huevos; empecé vendiendo veinte
cajas a la semana, y al cabo de poco tiempo ya estaba vendiendo
300.
Pero aquella mujer seguía tirando muchos huevos, así que me fui a
hablar directamente con los supermercados para comercializarlos.
Les gustó muchísimo la idea pero cometí el error de no prever que
acabarían llegando a un acuerdo directamente con ella; con lo cual
me quedé fuera del negocio. Siempre me quedará la satisfacción de
que la idea fue mía. Y, a pesar de eso, me encantó poderla ayudar;
en realidad, nunca pensé en mí sino en ella, y esto también formó
parte de mi aprendizaje: para ayudar a los demás tienes que pensar
también en ti.
Retomando mi historia con los productos de nutrición y control de
peso, te contaré que, aunque no llegué a llevar una gran cartera de
clientes en estos productos (porque no tenía tiempo para todo), lo que
ganaba con mis recomendaciones iba a una hucha que me permitía
asistir a formaciones importantes, gracias a las cuales me he sentido
genial y me han aportado muchísimo valor. En todos estos años he
ido siguiendo este hilo de formarme cada vez más y más, es algo que
no pienso dejar nunca.
Si algo he aprendido es que la formación es absolutamente
imprescindible. Por eso, desde que pude permitírmelo en España, he
estado constantemente adquiriendo nuevos conocimientos como
Nutrición, Desarrollo Personal, Quiromasaje, Reflexología y Ventas.
Además me he especializado en Nutrición Deportiva y en el Estudio
de la Psicología del Comportamiento para obtener resultados
duraderos en el Control del Peso.
Ayudar a la transformación de las mujeres
Algo que me encanta es ver a la gente contenta y agradecida; me
gusta mucho ayudar a que las mujeres se vean mejor, a que se
sientan bien con su cuerpo, con su peso; también a rejuvenecer su
piel, cuidar su cabello. Y a eso me estoy dedicando ahora en cuerpo y
alma. Hablando con ellas para darles consejos se me pasan las horas
volando, y la verdad es que creo que ellas también se sienten muy
bien.
Y además de ayudarles en el aspecto físico, también me gusta
ayudarles en el aspecto mental y en el espiritual. Si se encuentran
en un punto en el que no quieren estar, me gusta contribuir a que
puedan salir de él; y hacerlo desde la experiencia de alguien como yo,
que ha logrado salir adelante y superar todos los obstáculos para
conseguir lo que se ha propuesto pese a las múltiples adversidades.
Por eso ahora estoy centrada en el programa integral que he
creado Transformándote en 12 semanas, que combina todas estas
disciplinas en las que me he ido formando, con el objetivo de cambiar
la vida de las mujeres que no estén cómodas con algún aspecto de su
situación actual: con su peso, con su cuerpo, con su salud, con su día
a día...
Les ofrezco todo lo que yo he aprendido a lo largo de mi vida para
que tengan una guía, un acompañamiento y que, en tan solo 12
semanas, puedan hacer un giro de 180 grados cambiando tanto su
mentalidad como su cuerpo.
Es un programa que se basa en tres pilares:
1. El positivismo. No dejes pasar el día sin recorrer todo lo que has
hecho, para ver cómo te sientes, para hacer balance, para planificar
tus objetivos para el día siguiente, para la semana siguiente, para el
mes siguiente. Agradece cada noche lo que has podido vivir durante
el día de hoy.
2. La mentalidad: Tienes que nutrir tu mentalidad educándote,
formándote, leyendo cosas que te gustan, que te aporten algo
positivo. Busca nuevos entornos, porque si nunca sales del mismo, te
será muy difícil conseguir cambios importantes, nuevas perspectivas.
Lee libros, haz meditación,… haz algo por ti y para ti.
3. La constancia. Tienes que ser consciente de que las cosas no
llegan por sí solas, que hay que trabajarlas y tener constancia, sin
cesar en el empeño. Hay que perseverar y no rendirse.
https://l.ead.me/te-ayudo
Eso sí: aunque me entusiasma ayudarte, yo no puedo hacerlo todo
por ti, también es necesario tu compromiso, que pongas de tu parte.
Yo no puedo levantarte de la cama o darte el desayuno, pero sí
puedo decirte qué comer o qué leer, porque para conseguir un
cambio total -tanto físico como mental- hay que hacer algún esfuerzo.
Un esfuerzo que te aseguro tiene su recompensa.
Julián Alcántara
“No hay limitaciones para la mente, excepto las que nosotros
reconocemos”
(Napoleon Hill)
Una vida de altibajos financieros
Yo siempre empiezo mis conferencias diciendo que desde pequeño
quería ser rico y famoso; y, cuando digo esto y en base a las
creencias que tengan, hay algunas personas que empiezan a
juzgarme, a otros les parece interesante. Y ahí es cuando empiezo a
contar de dónde vengo.
Nací en un pequeño campo en la frontera de la República
Dominicana con Haití, las Cañitas de Bánica, en una familia de siete
hermanos nacidos de mi madre y once hermanos más que había
tenido mi padre en un su primer matrimonio. Así que soy el pequeño
de nada menos que 18 hermanos. Siempre digo que mi padre y su
primera esposa tuvieron once hijos pero se separaron porque vieron
que no se entendían bien. ¡Después de once hijos! Imagínate que se
hubiesen comprendido
Hasta los quince años viví en el campo, no teníamos electricidad,
nos alumbrábamos con lámparas de gas kerosene, con las que
estudiábamos. Teníamos que ir a buscar agua al río, que en mi
recuerdo estaba lejos, pero también es cierto que cuando somos
pequeños todas las distancias son largas.
Teníamos animales, cultivos, y antes de ir a la escuela todos
íbamos a cargar agua; todos en casa colaborábamos con multitud de
tareas.
Para estudiar bachiller, viajaba ocho kilómetros diarios de donde
vivía; primero iba a caballo y después ya en bicicleta. Y ahí estaba en
un contexto en el que yo no veía la televisión pero mis compañeros sí,
para mí esa era una carencia, porque ellos hablaban de cosas que yo
desconocía por completo.
Cuando terminé en el Liceo ya me fui a estudiar a la capital, y en la
universidad me pasó lo mismo; era la Universidad Autónoma de
Santo Domingo, donde incluso muchos empresarios mandan a
estudiar a sus hijos porque los docentes son de mucha calidad. Allí
venían personas de todo el país, era una mezcla variopinta de
culturas; yo procedía del sur profundo y tenía un acento bastante
pobre, no tenía tanto vocabulario como ellos. Y como quería formar
parte del grupo, tenía que suplir con mis notas lo que me faltaba en
cultura urbana. Me tenían respeto porque cuando había que hacer un
trabajo en grupo era muy bueno, y eso me daba la confianza para
seguir adelante y ser aceptado por mis compañeros.
A los 18 años empecé a trabajar para poder seguir estudiando, así
que entré en un almacén y al cabo de poco tiempo pasé a ser
asistente del gerente de planta. Unos seis meses más tarde había
una vacante en el departamento de atención al cliente, así que tuve la
oportunidad de entrar ahí.
Se trataba de una empresa de ventas de motocicletas y
electrodomésticos usados, y había un ambiente bastante complejo:
tenían una política de no cambios ni devolución, así que parte de mi
trabajo era comunicar a los clientes que si algo no funcionaba,
haríamos las reparaciones necesarias, pero que no les devolvíamos
el dinero. Eso me hizo aprender a gestionar las emociones para
desarrollar dotes de persuasión y que los clientes se sintieran
satisfechos.
Por la gama de productos que ofrecíamos había diversidad de
clientes: amas de casa, importadores, montoconcho (como una
motocicleta que hace de taxi),...Debía potenciar al máximo mis
habilidades de comunicación y a los 20 años empecé a formarme en
cursos de ventas y atención al cliente, donde aprendí algunos de
los principios básicos, como que el cliente siempre tiene la razón, que
al cliente hay que cuidarlo... porque son las bases de cualquier
negocio.
En ese momento tenía un sueldo base; estaba estudiando la
carrera de contabilidad, porque era lo que mi entorno decía que esos
estudios tenían salida -normalmente no estudias para cumplir un
sueño, sino que haces lo que te marca el sistema- y, como soy bueno
en los números, eso ya me iba bien. Pero cuando descubrí el área de
ventas fue cuando me di cuenta de que las cosas podían cambiar,
porque las ganancias eran mucho mejores que cualquier salario
fijo.
Eso cambió totalmente mi visión sobre cómo se hace dinero.
Empecé a trabajar como comercial de ventas, y mis ingresos
variables -es decir, las comisiones- empezaron a superar muy rápido
el sueldo de un contable. Notaba que como comercial ganaba mucho
más que ellos, y pensé que para qué estudiar contabilidad si podía
ganar más.
Cambié de chip, me fui a otra universidad y empecé a estudiar
marketing. Fue entonces cuando mi antiguo gerente, que se había
metido en el sector de la telecomunicación, me llevó a trabajar con él
en el área de ventas. Allí hice una buena carrera, conseguí bastante
éxito y subimos muy rápidamente. Fui número uno en ventas en mi
división, conseguí bastantes clientes, los fidelicé y, al tercer mes, me
dieron un premio a la mejor cartera de ventas.
Mientras tanto nació mi primer hijo, que ahora tiene 18 años, y
empecé a tener algunas dificultades económicas. En la República
Dominicana hubo una crisis muy fuerte, mi empresa sufrió un
desequilibrio y muchos de mis compañeros se fueron. Finalmente yo
decidí irme también, y con mis ahorros monté un negocio en el mismo
sector de la motocicleta del que venía.
En un año perdí todos mis ahorros, quebré. En aquel momento
ya tenía responsabilidades familiares, así que volví al mundo laboral.
Uno de mis compañeros me comentó que tenía trabajo para vender
televisión por cable puerta a puerta, con el objetivo de conseguir 25
contratos por mes. Me pareció unos objetivos muy bajos, y le dije que
podía contar con 60 contratos míos todos los meses; el primer mes
firmé 68 nuevos contratos.
Eso causó un desequilibrio en el grupo, porque la gente no está
acostumbrada a cifras tan elevadas. ¡Los que vendían menos se
sentían frustrados y me odiaban! Pero al final conseguí formar un
buen equipo, porque muchos de ellos vieron que podían dar más de
sí mismos. En tres meses logré un 300 % del objetivo, lo cual era un
gran éxito. No había mucho margen a nivel de ingresos, porque no
era una comisión muy alta, pero tuve un buen reconocimiento.
Empezar desde cero
En el año 2005, uno de mis hermanos estaba viviendo en España,
y había compañías de servicios que buscaban personal. Así que
apliqué y envié mi currículum. Había como 80 mil candidatos e
hicieron una preselección de unos 25 mil; me llamaron para una
entrevista porque mi currículum les pareció interesante, y al final
seleccionaron 25 personas para trabajar en los supermercados de
una importante multinacional española.
Allí trabajé reponiendo los productos, y para mí fue un shock
porque suponía empezar desde cero. Era como si tuviera otra vez
18 años, estaba en un área que no tenía nada que ver con lo que
había estado haciendo. Así que lo que hice fue reprogramarme y
pensar en el siguiente paso, que era capitalizarme, conseguir las
herramientas para tener mi propio coche y buscar un trabajo de
comercial. Estuve allí un año y medio o dos, y cuando me ofrecieron
un puesto de gerente en una de las tiendas les dije que no, que me
iba a trabajar como comercial. Y empecé a buscar, aunque la verdad
es que no había muchas opciones.
Tomé varias decisiones con poca inteligencia financiera, incluyendo
una hipoteca, préstamo personal, tarjeta de crédito,… y encima llegó
la crisis en España. Todo esto hizo que acabara no solamente fuera
de la meta que me había trazado, sino que perdí mi control
financiero.
Las posibilidades ilimitadas
del marketing en red
Buscando opciones para salir del atolladero financiero en el que
estaba metido, descubrí el marketing en redo network marketing, y su
visión me apasionó. Yo ya tenía experiencia creando carteras de
clientes para diferentes sectores, y entendí que ahí podía crear una
cadena de clientes fieles y generar ingresos residuales, recurrentes,
mes tras mes. Vi un plan en el que no había límite para ganar
dinero.
A mucha gente cuando llegan al marketing en red le asustan las
cifras grandes, pero dada mi situación fue precisamente eso lo que
me ofrecía una esperanza. Había llegado a un punto de frustración y
me sentía fracasado, porque había viajado a otro país y había
acabado endeudado. Pero gracias a eso volví a soñar de nuevo.
Empecé a leer libros de desarrollo personal, a entender conceptos
como la libertad financiera y fui creando las bases para desarrollar un
buen concepto de negocio. Me apasionó la idea de que cualquier
persona sin experiencia puede crear un imperio, y vi que esa era la
solución para mí y para muchísimas personas. Asistí a varios eventos
de formación internacional, descubrí autores de éxito con los que fui
“amueblando” mi cabeza y me preparé en liderazgo. Me afiancé en
una creencia que para mí es fundamental: lo que te pagan es
proporcional al valor que aportas al mercado.
Al mismo tiempo conocí a la que actualmente es mi esposa, que
era médico y estaba buscando un modelo de negocio que le
permitiera tener más tiempo libre para cuando fuera madre. Los dos
teníamos los mismos valores, ella también procede de una zona rural
de la República Dominicana, así que seguimos juntos el camino;
trabajábamos en equipo y ella ha sido un apoyo fundamental para mi
éxito.
El promedio de ingresos que había tenido trabajando como
comercial en España era de unos 24.000euros al año; pero con las
nuevas creencias que estaba adquiriendo amplié mi termostato
financiero y me puse la meta de 100.000 dólares al año.
Fui trabajando en este concepto de negocio sin acabar de tener
unos resultados rotundos, y también descubrí el funcionamiento de
las estafas piramidales, lo cual me fue útil porque pude diferenciar
entre una cosa y la otra.
Quizá te estarás preguntando ¿cómo puedo diferenciar un negocio
real de un esquema piramidal o fraudulento?
Hay múltiples maneras de diferenciarlo, una forma muy sencilla es
si el producto que se recomienda tiene un valor en el mercado
que satisface una necesidad real.
Finalmente, en 2014 me llegó la oportunidad correcta y en ocho
meses logré uno de los rangos más altos de España en marketing en
red: pude obtener unos ingresos superiores a 100.000 dólares
anuales, construí mi organización y conseguí un alto nivel de éxito y
reconocimiento. Ese mismo año tuvimos nuestro primer hijo juntos
con el sueño de tener un trabajo que nos permitiera ser padres a
“tiempo completo”.
En 2017, en un evento en Tampa, logré uno de mis sueños: hablar
en público. Allí representé a mi compañía y hablé delante de 18 mil
personas, lo cual es como hablar a un océano.
En el Network Marketing, es importante que el producto sea de
rotación rápida y recurrente, y aunque teníamos muy buenos
resultados en esa compañía había un factor que no nos estaba
ayudando a expandirnos más y era que el producto que vendíamos
en esa empresa se compraba solo una vez, y eso nos obligaba a una
búsqueda de nuevos clientes constantemente.
Entonces me di cuenta de que si quería alcanzar nuevos niveles de
seis o siete cifras anuales, necesitaba estar asesorado por un mentor
que ya lo hubiera conseguido, evitar los errores que yo había
cometido y ahorrarme esa curva de aprendizaje.
¡Fue una de mis mejores decisiones!
Con el tiempo, tengo claro que junto a un mentor y teniendo en
cuenta las variables de excelencia, hacen que una oportunidad sea la
correcta para emprender y tener éxito.
¿A qué me refiero con las variables de excelencia? Para reconocer
una buena oportunidad en el marketing en red necesitas controlar y
analizar una serie de principios:
1. La compañía. Es importante elegir una compañía que tenga una
buena visión corporativa, que esté saneada financieramente, libre
de deudas y que haya pasado la curva del riesgo. La mayoría de
empresas de network marketing no llegan a su quinto año, mueren en
el proceso y, apenas salen al mercado, están endeudadas. Tiene que
ser una compañía que cree impulso de ventas, que en su lanzamiento
supere unas ventas que amorticen el riesgo. Yo descubrí mi empresa
actual cuando esta tenía tres años; la mayoría de gente no apostaba
por ella, pero yo hice un estudio minucioso y me decidí.
2. El producto. Debe disponer de un producto con una alta
demanda y una oferta limitada (es decir, un producto que ofrezcan
muy pocas empresas), y que la gente necesite y además lo quiera.
Porque en el marketing en red hay muchos productos necesarios -
como determinados seguros- pero que la gente preferiría no tener que
adquirirlos.
3. La compensación. Es la manera que tiene la empresa para
recompensarte por tus ventas, por tu trabajo, por los nuevos socios
que has conseguido. Y aquí es donde la mayoría de la gente comete
los grandes errores, porque creen que esa empresa les va a pagar
pero no siempre es así. Porque algunos planes de compensación
llevan muchas trampas, están hechos para que la empresa se quede
con la mayor parte del dinero y de los clientes. Necesitas un plan de
compensación dinámico y que no tenga trámites, y eso lo detectas
con la experiencia. Yo te puedo enseñar a hacerlo, a localizar un plan
de compensación que te pague realmente por lo que haces.
4. El momento correcto. Tienes que entrar en una compañía
cuando no sea ni demasiado temprano ni demasiado tarde, igual que
no te puedes subir a un ascensor ni antes de la cuenta ni después.
Hay un punto en cada compañía en el que necesitas que el
crecimiento sea de 2 a 10 millones de dólares por mes, y que puedas
generar ese impulso de expansión.
5. Liderazgo y equipo. En el network marketing es muy importante
conocer las personas que están detrás, que tengan una trayectoria
estable, una buena reputación en la industria
https://l.ead.me/sesion-especial
Cada dificultad que veo a lo largo de mi trayecto la veo como parte
del proceso para conseguir mi objetivo; por eso es tan importante la
determinación de por qué quieres hacerlo.
¿Por qué quiero ganar un millón de dólares al año? Porque vengo
de un lugar donde a la mayoría de la gente no le gustaría estar, y
ahora estoy en uno donde a la mayoría de la gente sí le gustaría
estar. Formo parte de una familia muy grande tengo más de ochenta
sobrinos, y me gustaría dejar un legado en ellos, una historia en la
que se puedan reflejar. Quiero crear riqueza porque no me gusta la
escasez; sé lo que es y no quiero vivir en ella. Sé lo que es compartir
un lápiz con mis hermanos, sé lo que es estudiar con las hojas que
les sobraban.
Tengo el sueño de crear riqueza para ayudar a otras personas a
transformar su historia, para que vean que es posible hacerlo. Porque
los únicos límites que hay son los que nos ponemos nosotros.
¡Si tú también quieres transformar tu vida, no dudes en ponerte en
contacto conmigo!
Capítulo 6
Conectando con el cuerpo a través del Tantra
Juan Doncel
“La energía sexual es el alimento para la totalidad de nosotros
mismos. Es la energía que puede crear la plenitud espiritual, ya que
es una fuerza que unifica y crea la totalidad de los opuestos”
(Mantak Chia)
Un falso concepto de la felicidad
Durante muchos años mi historia fue la que casi todo el mundo
vive: trabajar, trabajar y trabajar. Yo soy hijo único y mi familia tenía
un pequeño negocio de compra y venta de pescado; como no quería
estudiar, a una edad muy temprana, mi padre me propuso trabajar en
la empresa, de la cual llegué a ser gerente. Pero bueno, era de este
tipo de gerentes de pequeña y mediana empresa que son
prácticamente autoempleados y que se pasan todo el día en el
trabajo; que ganan un dinero, pero que lo gastan todo en cuidar la
salud que pierden trabajando.
A los veinte años, y mientras estaba en la empresa, empecé a
estudiar: me gusta mucho el mundo de las inversiones, de las
compras, de los alquileres; y ahora tengo los títulos de gestor
inmobiliario, de perito judicial y de administrador de fincas.
¡Llegó un momento en el que me puse enfermo de tanto trabajar! Y,
cuando ocurre algo así, se te despiertan sentimientos en tu interior; te
das cuenta de que nos pasamos la vida yendo detrás de una
zanahoria colgada de un palo que nunca alcanzamos a coger.
Vivimos en un sistema que nos destruye porque nunca tenemos
suficiente: cuando ya tenemos una casa, queremos dos casas.
Somos seres evolutivos que no sabemos disfrutar; la dice:”seré feliz
cuando me compre un Mercedes, cuando me compre una casa,
cuando tenga...”. Convertimos la felicidad en la proyección de un
futuro que no existe, en lugar de disfrutar de lo que tenemos. Pero
se trata de una felicidad superficial y efímera, que pagas con dinero y
que en ese momento te hace feliz, la disfrutas, pero dura muy poco
tiempo.
Nunca serás feliz si no vives en el presente, pero este concepto
también es engañoso. Porque, ¿qué es el presente? El presente ya
ha pasado, cada segundo ya está pasando. Todo está en movimiento
constante, el problema está en no ser consciente de lo que está
sucediendo.
No vives tu vida, la vida te vive a ti: nos han hecho entender que
la felicidad consiste es tener cosas, que radica en conseguir más y
más, pero ese no es un concepto muy sano de la felicidad, solo
funciona para alimentar el ego.
En esa época, mi felicidad consistía en trabajar mucho y adquirir.
Cuanto más trabajaba más ganaba, cuanto más ganaba, más
impuestos pagaba, y cuanto más impuestos pagaba, más debía
trabajar. Era un bucle.
Ser responsables de lo que queremos
Llegó un momento en el que medi cuenta de que en la vida había
algo más aparte de salir, fumar y beber.
¿Por qué tenemos vicios como estos que menciono? Porque no
queremos sentirnos: como la gente está desconectada de sí misma,
bebe y olvida, se droga, como si entrara en Matrix. Comemos
compulsivamente por ansiedad, por estrés, por nervios. Y siempre
decimos “no lo volveré a hacer más”, o “el día 1 de enero dejaré de
fumar”, o “cuando llegue septiembre me apuntaré al gimnasio”. Y la
verdad es que cuando lo decimos lo sentimos sinceramente, pero no
pasamos a la acción, o al menos, de forma continuada. Yo mismo
intenté muchas veces dejar de fumar sin lograrlo, hasta que entré en
el mundo de la toma de conciencia.
Todas estas mentiras que nos contamos a nosotros mismos son
perfectamente aplicables a las relaciones de pareja.
¿A cuántas personas conoces que están con alguien con quien, en
realidad, no quieren estar? ¿Cuántas veces dejamos de ser sinceros
con nosotros mismos, cuántas veces dejamos de serlo con nuestras
parejas?
Mi casa está siempre abierta y en libertad, el Tantra -ahora te
hablaré de él- está presente por todas partes, y yo hablo de sexo con
mucha naturalidad.
Tengo un amigo que se lamenta de que su mujer ya nunca quiere
tener sexo. “¿Y por qué no hablas de esto con ella?”, le digo. “No, no,
cómo se lo voy a decir, ¿qué quieres, que me separe?”. Y se limita a
quejarse y a adoptar el papel de víctima.
Si yo quiero a una persona y estoy bien con ella, pero llega un
momento en el que hacemos el amor una vez al año, me siento
estancado y sin avanzar, tengo que hacerme responsable de
cambiarlo, como el que quiere dejar de fumar. Pero como llevan
juntos treinta años, tienen hijos, una hipoteca,… no hacen lo que
deberían hacer, por miedo a perder, por miedo a la incertidumbre de
qué pasará mañana.
La primera obligación es la sinceridad. Y también hay que ser un
poco comprensivo con uno mismo, cuidarse, solucionar tu propio
universo.
Ser responsable con uno mismo implica tomar consciencia de lo
que uno quiere en su vida, de lo que necesita de la otra persona y
también de las necesidades de ella.
Contar todo aquello que nos ha sentado mal, aquello que
normalmente nos callamos para no hacer daño, pero de lo que
acabamos echando las culpas al otro, hasta que al final todo acaba
en discusiones, en silencios, en rutinas. Son heridas que no se han
sanado, como si hubiéramos barrido el suelo y escondido la suciedad
debajo de la cama.
Y cuando todo estalla, la gente dice: “vaya, con lo buena pareja que
formaban y se han separado de repente”. Pero no, no fue algo súbito.
Y es que nadie nos ha enseñado a expresarnos desde la
verdad, sin máscaras, y sin miedos.
Tomar consciencia de las emociones
Me introduje en el quiromasaje, la reflexología podal, en el masaje
tailandés, en la acupuntura, y cuando empecé con el Tantra -una
técnica tradicional para concentrarse en el cuerpo que procede del
norte de la India, una filosofía arraigada en el budismo y en el
taoísmo- me cambió la vida.
Inicialmente fue un gran shock, puesto que me supuso romper con
todos mis condicionamientos y mi forma de vida centrada en el
trabajo, pero fue tal el impacto de lo que aprendí que me fui al otro
extremo, dejé de lado mi trabajo y todas mis responsabilidades hasta
el punto de que casi me arruiné; había perdido mi chakra de la tierra.
Según el hinduismo, los chakras son puntos de energía situados en
el cuerpo humano; el de la tierra es el primer chakra, y a él se
vinculan el sexo y el dinero, porque estos dos elementos te conectan
con la tierra.
Para mí, el sexo no era simplemente sexo, tenía que hacer el amor,
sentir, vivirlo desde el corazón. Y, al mismo tiempo, llegué a decir que
el dinero no valía nada, que no era importante, que lo único que
contaba era estar con el otro y disfrutar de la vida, que solo tienes
una.
Mi padre me decía que estaba loco, que ¡qué pensaba hacer
cuando me llegara la factura de la luz!
Vivimos en un sistema basado en el miedo, al temor a no poder
comprar alimentos o a no tener con qué subsistir. Tenemos miedo a
no encontrar otra oportunidad si dejamos la empresa, porque hay que
pagar el alquiler o la hipoteca, a aguantar un trabajo en el que no te
sientes bien y en el que probablemente, cada día te sientes
insatisfecho, poco valorado,…pero tú continúas, y posiblemente con
el tiempo, todo eso genere una enfermedad en el cuerpo. Porque tú
no estás ahí porque quieras; no haces ese trabajo porque te
apetezca hacerlo, sino por miedo. Y eso también se percibe en la
pasión que pones a las cosas que haces, en las ganas, en la actitud.
Primero, el miedo limita, paraliza, y después te hace salir corriendo.
A veces no se ve a simple vista, pero hay una emoción que identifica
rápidamente si una persona tiene miedo, que es la rabia: cuando una
persona tiene rabia, es que tiene miedo.
El miedo puede ser algo bueno, pero en exceso es malo.
Zoila Galván
“Los mejores momentos de mi vida han sido aquellos que he disfrutado en
mi hogar, en el seno de mi familia.”
(Thomas Jefferson)
Nací en México, en el estado de Oaxaca. Cuando era muy pequeña
mi papá migró a los Estados Unidos para trabajar y poco a poco
empezamos a migrar el resto de la familia para reunirnos con él.
Primero lo hicieron algunos de mis hermanos, y cuando ya fui
adolescente, fue el turno de mi mamá, mi hermano pequeño y yo.
¡Hacía once años que no veía a mi papá!
Mientras residía en México quería estudiar administración de
empresas, ya me gustaba el mundo de los negocios; pero cuando
llegas a otro país, todo cambia. Llegas a un mundo desconocido: tu
educación no es válida, no hablas el idioma, no te puedes comunicar
y también estaba indocumentada. Tienes que trabajar en lo que se
pueda: yo empecé limpiando empresas y oficinas mientras iba
buscando algo mejor.
Una de las cosas buenas que me pasaron al llegar fue el hecho de
ingresar a West Chicago High School durante un año y medio, y allí
pude aprender inglés básico, de supervivencia. Pero, ¡al poco tiempo
ya hacía de intérprete para mi papá y sus amigos!
Desempeñé varios trabajos; por ejemplo, tuve un empleo como
cajera de la cadena Kentucky Fried Chicken, aunque al inicio creí que
por el idioma no sería capaz de atender a los clientes. Me gustaba
practicar inglés, y buscaba lugares en los que me dieran la
oportunidad de hablarlo.
Después de algunos años empecé a trabajar en una compañía de
cereales, donde atendía la cafetería, servía los almuerzos y cobraba
en la caja. Esta compañía tenía unos 600 empleados, así que mucha
gente venía a comer allí. Pude estar en contacto con gente de
diferentes culturas, de mentalidad abierta, amable, sencilla, con
buenos salarios, con un buen nivel de vida y les gustaba compartir
conmigo sus experiencias de vida y crecimiento. Una de las personas
que venían habitualmente a la cafetería era dueño de una compañía
inmobiliaria, se fijó en mí y me invitó a trabajar con él. Además,
siempre me preguntaba cuándo iba a comprar una casa para mi
familia -ya había nacido mi primer hijo-, pero en ese tiempo, aun no
contaba con los documentos de residencia necesarios para poder
entrar en la industria inmobiliaria y pensé que mucho menos podría
ser dueña de una casa.
Cuando iba a nacer mi segunda hija, salí de la compañía pero
mantuve el contacto con él. Y, cuando por fin obtuve los documentos
en regla, lo fui a visitar. Mi intención era -ahora sí- comprarme una
casa. Para mí ese era un paso muy importante, simbólico y
significativo, porque mis padres nunca habían podido comprarse una.
En su momento nadie les echó una mano, nadie les informó, nadie les
asesoró, no sabían a qué ayudas podían acceder, no había
vendedores que hablaran español; y, además, ellos mismos
arrastraban unos bloqueos culturales que les hacían considerarse de
otro nivel social.
Mi sorpresa vino cuando este señor me dio los datos de la escuela
de vendedores inmobiliarios y me dijo que regresara cuando tuviera
mi licencia para ejercer las ventas. ¡No esperaba eso, solo había
ido a comprar una casa! Pero me gustó.
Los estudios no eran tan difíciles como podría haber supuesto; si
hacías el curso de manera intensiva -dos veces por semana, tres
horas cada clase- eran tres meses, así que lo hice, a pesar de tener
dos hijos que cuidar.
Pero una vez en clase descubrí que no entendía nada. Una cosa
era defenderme en inglés y otra entender el leguaje especializado
usado. Me entregaron un grueso manual que traduje entero gracias al
diccionario que me habían regalado en la escuela por ser aplicada,
así que con eso fui estudiando.
La primera vez no pasé el examen final de la escuela. Pero lo
intenté una segunda vez y aprobé.
Después tuve que hacer otro test muy largo para tener la
certificación del estado; Pero yo me tomé mi tiempo, siempre pensé
que lo iba a lograr y así fue. El certificado de ese test te da la Licencia
de profesional de las ventas inmobiliarias, Agente de Bienes Raíces o
como lo llamamos en Estados Unidos, Real Estate Broker.
Fue todo un esfuerzo, porque tuve que traducirme casi todo el libro
entero. ¡Pero aquí estoy! En realidad, lo que tienes que aprender en
la academia es mínimo: sales de allí conociendo las leyes, pero tu
trabajo efectivo es el trabajo de campo, el trato con la gente.
Cumplí la palabra y no regresé a ver al que sería mi jefe hasta que
obtuve la licencia. Y, una vez allí, me dijo que podía empezar a
trabajar en ese mismo instante.
Así fue como llegué a las ventas inmobiliarias. Él, el señor
dueño de la inmobiliaria, ha sido mi mentor, mi guía; le tengo mucho
agradecimiento porque cambió mi vida. Debido a mi espíritu de
superación yo quería hacer algo mejor con mi vida y con la de mi
familia, y ese fue el primer paso.
Naturalmente, mi primera venta tenía que ser mi propia casa. En
realidad hubo un par de clientes antes que yo, mientras me
procesaban el préstamo. Pero logré comprarla.
Abrirse a nuevas culturas
y a nuevas comunidades
La agencia inmobiliaria era la número uno entre la comunidad
latina. Tenía muy buena fama, muchos clientes, daba muchos
beneficios y me permitió conocer a muchísimas personas de distintas
procedencias.
Mis padres eran campesinos, yo aprendí de ellos a cuidar la tierra y
los animales, a tener amor al campo y la cosecha, la naturaleza me
encanta. Pero lo que en realidad siempre quise era ir a la ciudad para
tener una empresa. Siempre me vi como una profesional, no sé de
dónde tomé este modelo pero de algún lado lo hice.
Yo quería poder ayudar a mi familia, a mi comunidad. Y ahora,
por fin, con mi nuevo trabajo, sentía que tenía la clave para poder
ofrecer a los míos la guía que mi familia no había tenido.
En mi comunidad todos éramos trabajadores, y yo había podido
subir un escalón. Y la verdad es que ahí tuve una cierta decepción,
porque yo pensaba que todos iban a estar contentos pero obtuve el
efecto contrario: nunca quisieron mi ayuda. Fue como si a partir de
ese momento me metieran en otra olla, e incluso en mi círculo social y
familiar, nunca tuve una venta.
Pero ahí entra el crecimiento personal: gracias a este trabajo
conocí otras culturas, otras comunidades, otros estilos de vida.
Empiezas a salir de tu círculo, rompes un cascarón que también es
emocional, y eso te va haciendo más fuerte. Tuve trato con otro tipo
de personas, que mientras estaba en México sabía que existían pero
que en los Estados Unidos habían estado siempre fuera de mi
alcance hasta ese momento.
Al mismo tiempo empiezas a ganar dinero, y reconoces el esfuerzo
que les cuesta a tus clientes ganarlo, porque pasaste por ahí muchos
años.
He tenido y tengo muchos clientes mexicanos de diferentes
estados de la república, como también, argentinos, peruanos,
ecuatorianos, venezolanos, cubanos, españoles, guatemaltecos... Es
una riqueza cultural increíble, con ellos me he sentido siempre como
pececito en el agua. Estados Unidos es un mix muy bonito de culturas
que deberíamos aprovechar en lugar de caer en brotes racistas;
tenemos mucho que aportarnos mutuamente.
Ahora soy independiente, mi propia jefa y, hasta el momento,
puedo presumir de haber encontrado más de 200 viviendas -algunas
de ellas casas, otras departamentos o condominios- para diferentes
familias. Y además de esta gran satisfacción, agradezco al mercado
de Bienes Raíces el hecho de que mis hijos hayan podido tener un
estilo de vida distinto al que tuve yo, tener acceso escuelas privadas,
poder cuidar de ellos todo el tiempo, ayudarlos con sus actividades
después de clases, tareas, deportes, diversión, etc. y de haberles
podido proporcionar una casa bonita. Me siento muy orgullosa de ello.
Superando las crisis
gracias al desarrollo personal
Todo empieza bonito, pero a veces las emociones te llevan por
caminos que no esperas y que no puedes controlar.
Empecé en el negocio de Bienes Raíces en el año 1998, y en el
año 2000 perdí a mi mamá de cáncer. Gracias a este trabajo tuve
tiempo de poder atenderla, porque el horario es flexible.
Pero después de su muerte, quizá por todo el estrés y la carga
emocional acumulada, entré en una etapa más bien depresiva en la
que sentía que me faltaban las fuerzas, empecé a descuidar la rutina
de prospectar y mantener la relación con los clientes, con lo que mi
negoció empezó a descender. Me ponía escusas como “hay mucha
competencia”, “la gente ya no es leal como era antes”,…
Y también, me pilló la decadencia de la Industria de Bienes Raíces
provocada por la terrible crisis financiera del 2008, pero logré
sobrevivir y todavía conservamos nuestra casa.
Lo que pasa en realidad es que en tu interior hay algo que te duele,
te vas volviendo dura y ruda, te cambia el carácter. Además en el
2013 también falleció mi papá.
Seguí sobreviviendo pero ya no fue lo mismo, y arrastré este
estado de ánimo durante varios años. De hecho, no reaccioné hasta
el 2016, cuando me dije seriamente a mí misma que algo me estaba
pasando y que tenía que detenerlo: mis hijos estaban creciendo y
sentía que no estaba siendo el modelo de mamá que yo quería
ofrecerles, empezaba a endeudarme, empezaba a faltarme el -
dinero... Y te asaltan muchas dudas: ya no sabes si quieres seguir
con tu marido, si quieres irte sola con tus hijos o qué quieres hacer de
tu vida.
Me di cuenta que lo que necesitaba era trabajar en mi desarrollo
personal y espiritual, para poder arrancarme las creencias
negativas, reenfocarme y volver a mirar con perspectiva qué estaba
pasando en mi interior.
Mi marido ha sido el apoyo más grande que he tenido todo este
tiempo. Me ayudó a cuidar a mi mamá cuando estaba enferma y
siempre ha estado allí, a mi lado. El ha vivido todo este oleaje
conmigo: las curvas y las malas rachas, los altos y los bajos.
Empecé a leer mucho, me llegó un curso de negocios al cual asistí,
que me abrió los ojos a nuevos conocimientos de vida para comenzar
de nuevo. Allí conocí grandes amigos emprendedores de diferentes
países y empecé toda una aventura de crecimiento personal.
Ahora, el mercado está volviendo a remontar y yo también. Quería
volver a ser como era en 1998, ¡y sí, lo he conseguido!
Todo el mundo puede tener
la casa de sus sueños
Entregar una vivienda a una familia es una satisfacción muy bonita.
Puedes percibir todos sus sueños, y yo sé perfectamente lo que se
siente porque también los he tenido. Imaginas cómo vas a vivir,
dónde vas compartir el día a día con tu familia, dónde pondrás el sofá,
la cocina, dónde colgarás aquel cuadro que tanto te gusta... Sobre
todo en mis primeros años me resultaba muy emocionante ver la
reacción de una familia cuando descubrían la casa que les gustaba;
en muchas ocasiones la querían visitar de nuevo para llevar al tío, al
papá, al abuelo, y que todos la conocieran y se emocionaran. Ya han
pasado años y, a pesar de que me he acostumbrado, es algo que me
sigue impresionando.
Trato con todo tipo de personas, con jóvenes solteros, con parejas,
con familias con hijos pequeños o con hijos adolescentes... Y
últimamente he visto que muchos padres escogen su casa de
acuerdo con lo que dicen los niños. ¡Así que ahora me toca ir a
conquistar a los niños!
Una casa es el principio de tu riqueza, el primer huevo en tu
canasta de huevos de oro. Todo el mundo puede acceder a la casa
de sus sueños y, gracias al mercado Bienes Raíces he podido
explorar, conocer y comprender, el mundo de las finanzas
norteamericano y las opciones con las que todo el mundo cuenta para
alcanzar sus objetivos.
Los pilares de mi forma de trabajar: la claridad, la
honestidad y ser confiable
Hay tres principios que han regido siempre mi manera de tratar con
los clientes a los que he vendido sus viviendas.
https://l.ead.me/lo-miramos
Te he querido contar mi historia para transmitirte dos mensajes:
Uno de ellos es la inmensa satisfacción que obtienes cuando ves
que ayudas a otras personas. Yo disfruto mirando cada casa, viendo
sus dimensiones, imaginándome a esa familia viviendo allí y siendo
feliz. Muchas veces me abrazan en el momento en el que les
entrego las llaves, y esa es una sensación que no se puede
describir.
El otro mensaje es que no tienes que limitarte, sigue tus sueños,
tienes que buscar lo que tu corazón te diga, y no cesar hasta que lo
consigas, como lo hice yo. Todo es posible, te puede tomar más o
menos tiempo, pero si no te detienes, lo lograrás.
Capítulo 8
La importancia del asesoramiento energético
Iván Carcavilla
“La Tierra es el mejor arte”
(Andy Warhol)
Buscando la eficiencia personal y ambiental
Como les ha pasado a tantas personas, lo que yo estudié -grado
medio de carpintería- no tuvo nada que ver con aquello a lo que me
he acabado dedicando. Sí, ejercí como carpintero durante un tiempo,
y es una profesión que me gusta, pero gran parte de mi dedicación
era realizando tareas muy repetitivas en las que no me sentía
realizado. Y, además, cuando llegó la crisis económica
desaparecieron muchos puestos de carpintería, así que fui pasando
por varios sectores laborales, hasta que fui a parar al mundo de las
máquinas tragaperras.
Así que trabajé para una empresa de máquinas recreativas como
empleado indefinido, haciendo su mantenimiento y recaudación. Pero,
a pesar de que incluso llegué a pensar en la posibilidad de poner yo
mismo mi propio negocio en este sector, la verdad es que no me
sentía a gusto. Se trata de una forma de ocio en la que se juega
mucho con las debilidades de las personas y se gana mucho dinero -
esto es cierto- gracias a ellas. De manera que pensé que, tal vez de
entrada ganaría mucho materialmente, pero que a la larga, supondría
un gran coste personal. Y lo dejé.
En realidad eso hizo despertar en mí el deseo de mejorar como
persona, como profesional y, al mismo tiempo, prestar ayuda a las
personas y a la sociedad. Siempre me ha interesado mucho la
superación personal, el coaching, e iba buscando ideas de negocio de
como poder ayudar las personas
Mi idea era conseguir emprender sin hacer ninguna inversión
económica, y me surgió la oportunidad de ser comercial de una
importante compañía eléctrica y trabajar para ellos a comisión siendo
autónomo. Lo cierto es que, por aquel entonces, no sabía ni vender ni
asesorar ni me imaginaba que esa oportunidad cambiaria mi vida.
Al cabo de un tiempo y de trabajar varias empresas del sector, me
di cuenta de que podía crear mi propia empresa alcanzando acuerdos
con diferentes compañías y ofrecer al cliente un mejor precio y
servicio final. Por eso creé AhorroDirect, una asesoría energética
destinada a evitar abusos en la factura de la luz y gas a los
consumidores.
El principal objetivo de mi empresa es asesorar a mis clientes para
garantizarles una disminución de la factura energética, tanto a
particulares como a comunidades de vecinos, a empresas ya
organismos públicos. Y la verdad es que resulta una tarea
absolutamente gratificante, porque puedo ayudar a muchísima gente
a ahorrar energía y dinero. Y me siento enormemente agradecido y
satisfecho por la valoración que recibimos de nuestro servicio.
Y vamos más allá: además de ayudar a ahorrar dinero a los
usuarios, queremos contribuir a impulsar una economía sostenible
y un cambio respecto al modelo energético actual. Estamos muy
comprometidos con la defensa del medio ambiente y con la lucha
para rebajar los niveles de contaminación del planeta, para ello,
trabajamos con empresas de energía verde, que tienen cero
emisiones de CO2.
Estoy constantemente estudiando y formándome tanto en
superación personal como en ventas y en todas las novedades que
inciden sobre el sector energético, para poder estar al día y adquirir
nuevas ideas con el fin de mejorar e implementar más y mejores
servicios para el consumidor.
Estoy convencido de que ser más eficiente como persona ayuda
a utilizar los recursos de manera más eficiente.
Consejos para el día a día
En el siglo XXI, hay que tomar conciencia de una vez por todas de
que el mundo está cambiando, y que tenemos que ser más
eficientes a la hora de consumir energía, para contribuir a la
defensa del medio ambiente. Esta eficiencia nos permite ahorrar
costes económicos individuales, y al mismo tiempo, la energía que
consume el planeta.
Tenemos que ser conscientes de cuáles son los aparatos que más
energía consumen de todos aquellos que tenemos en casa. Aquello
en lo que más gastamos en nuestros hogares es lo siguiente:
https://l.ead.me/estudio-gratuito
Si finalmente decides que quieres contratar nuestros servicios,
nosotros nos encargamos de los trámites totalmente gratis, y en
10 o 15 días estará todo hecho sin que en ningún momento te quedes
sin luz ni gas, porque se trata de un trámite exclusivamente
administrativo.
Si mucha gente aún se resiste a buscar la ayuda de un asesor
energético es por miedo, por el temor a encontrar a alguien que le
engañe; pero nuestro servicio no tiene ningún tipo de permanencia,
así que si no estás satisfecho con nuestro trabajo, puedes prescindir
de nuestro asesoramiento en cualquier momento.
Nuestro servicio al cliente se sustenta sobre dos pilares: la
cercanía y la confianza. Tenemos una experiencia de más de diez
años, en los cuales hemos podido ayudar y asesorar a más de 2.000
clientes. Tenemos acuerdos con más de 200 empresas energéticas,
que estamos analizando de manera constante para ver las que mejor
precio y servicio ofrecen al cliente.
Nuestro objetivo es que puedas estar optimizando y ahorrando año
a año.
Te invito a que te informes personalmente de las grandes ventajas
que puedes obtener con el asesoramiento energético; porque la
información es valor, y nunca sabes si estás siendo realmente
eficiente hasta que te informas.
Y tanto tu economía como la salud del planeta merecen que lo
hagas.
Capítulo 9
Recuperar las riendas de tu vida
Yolanda Valle
“La vida es todo aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en
hacer otros planes”
(John Lennon)
Los inicios en la ingeniería
Cuando hecho la vista atrás, tengo la impresión de que casi todo lo
que he hecho en mi vida ha venido rodado, sin que en realidad yo
haya tomado muchas de las decisiones.
Durante muchos años he transitado por la vida con unos atributos
que creía que describían mi personalidad, pero a la vez sentía que
me incomodaban. Me impedían vivir experiencias que a priori me
parecían interesantes, pero no me atrevía a arriesgar, siendo fiel a la
identidad que me había creado y creído.
Recuerdo como familiares y amigos destacaban de mí que era una
niña obediente, tímida, tranquila. Y debía ser verdad, porque nunca
protagonicé una travesura de esas que te recuerdan con carcajadas
durante toda tu vida.
Además era buena estudiante, no inteligente pero sí muy
trabajadora y persistente, lo que comúnmente conocemos como
empollona. Así que mi siguiente paso estaba claro, tenía que hacer
una carrera universitaria, estudiar algo de provecho.
Soy la mayor de tres hermanos. Mi madre ama de casa y mi padre
empleado durante 39 años en la misma empresa (eso sí que es
fidelidad).
Mis buenas notas durante mi trayectoria escolar indicaban que
debía cursar COU. Pero la empresa donde trabajaba mi padre, una
importante multinacional del sector del automóvil, ofrecía la
oportunidad de becar los estudios de FP en una escuela profesional
Salesianos, a los hijos de los trabajadores. Además, finalizados los
estudios tendría la posibilidad de conseguir un contrato laboral en la
misma empresa ¡Era una gran oportunidad!
Aún hoy visualizo perfectamente el momento en el que empezó mi
historia profesional. Tenía catorce años y recuerdo esa tarde de
viernes, cuando mi padre llegó a casa y me dijo - sin mucho interés
en conocer mi opinión – “Cómprate un lápiz Staedtler del número 2
porque lo necesitarás para hacer un examen psicotécnico mañana
sábado”.
A este momento de asombro y auténtico pavor, se le sumaba la
particular circunstancia de que ese año en la empresa ya no había
disponibilidad para hacer las prácticas en administración, que era lo
que se suponía que debe hacer una chica. Así que todas las
oportunidades de contratación estaban en producción -piezas de
vehículos -, una sección tradicionalmente masculina.
La parte anecdótica de esta historia es que: toda esta situación se
desarrolló así porque el responsable de Recursos Humanos de la
empresa dijo, que como el examen psicotécnico ya estaba pagado,
que yo debería ir a examinarme y que si lo deseaba que suspendiera,
pero que al menos me presentara para cumplir con la gestión que él
había realizado.
Y como mi responsabilidad me acompaña en todo lo que hago,
aprobé el examen. En mi mente no cabía la opción de hacerlo mal, no
podía dejar de ser honesta en mis respuestas. Así que, esta acción
de obediencia y responsabilidad me llevó a estudiar Formación
Profesional en Automatismos Neumáticos y Oleohidráulicos en uno
de los mejores colegios de Barcelona. ¡Nunca me arrepentí de ello!
Era el primer año que en este colegio de los Salesianos se impartía
educación mixta, así que entre los estudiantes había
aproximadamente 600 chicos, solo ocho chicas, y ninguna profesora.
Y aunque a priori pueda parecer que esta realidad podía tener
episodios machistas, nada más lejos de la realidad. Viví esa
experiencia con mucho amor, alegría y aprendizaje. Han sido parte de
los mejores años de mi vida. Hice amistades que mantengo en la
actualidad e incluso de profesores.
Mi entorno laboral principalmente ha estado protagonizado por
hombres, solo he tenido una jefa. Y debo decir que la experiencia
siempre ha sido enriquecedora y constructiva. Aunque como en todas
las profesiones, es obvio que me he encontrado con problemas
particulares que he tenido que resolver, pero se trata de gestionar las
relaciones personales que existen en cualquier actividad laboral.
Volviendo a mi etapa de estudiante. Progresaba satisfactoriamente
en mis estudios, así que a los 17 años combinaba las prácticas de
producción en la empresa con los estudios en el instituto. Fueron
años duros, de gran esfuerzo, sacrificio y mucho aprendizaje personal
y profesional.
El compromiso de la empresa era un contrato laboral fijo al acabar
las prácticas. Pero llegó la primera crisis económica en el ’92, y todo
cambió. La opción era un contrato temporal de seis meses. ¡No
estaba mal tampoco!
Podríamos decir que esta fue la primera vez que arriesgué y actué
en contra de la opinión popular, en contra de lo que se suponía que
era mejor para mí: renuncié a la posibilidad de un contrato temporal
en producción, -con un sueldo muy tentador-, para trabajar como
delineante aprendiz en un despacho de ingeniería. Sabía que no
quería estar toda mi vida en un taller mecánico y cuanto más tardara
en tomar esa decisión, más difícil sería renunciar a los beneficios que
tenía en ese momento.
Mientras trabajaba en el despacho como delineante, estudiaba
Ingeniería técnica Industrial. El primer año no conseguí aprobar los
suficientes créditos para pasar la fase selectiva, esto significa que no
podía seguir estudiando la misma carrera. Esta situación me afectó
mucho emocionalmente, “Había fracasado”, y ya no cumplía con las
exigencias que me marcaba la sociedad, sentía que estaba
defraudando a mis padres. Ahora, visto en perspectiva y con todo lo
que he aprendido, me parece ridículo comprobar en qué basaba mi
valor como persona.
Durante ese año se encadenaron varias experiencias vitales en las
que no se cumplieron mis expectativas y no entendía por qué me
estaban saliendo todas las cosas mal, creía que no me lo merecía
con todo el esfuerzo y sacrificio que le estaba dedicando al trabajo y
estudios. Sentía mucha rabia y tristeza, lo recuerdo como uno de mis
peores años a nivel emocional, me sentía frustrada y fracasada.
A pesar de mi desilusión y frustración, gracias a mi capacidad de
resiliencia -palabra que he descubierto hace poco-, me recuperé
emocionalmente con la suficiente confianza como para volver a
recuperar los estudios universitarios. En ese momento no era capaz
de plantearme otras alternativas.
Una de las personas que me ayudó a guiar mi camino profesional y
que me facilitó en la medida de lo posible combinar trabajo y estudios,
fue otro director de recursos humanos, pero esta vez era del
despacho de ingeniería en el que trabajaba como delineante. Me
aconsejó que volviera a estudiar y que eligiera cualquier especialidad
de ingeniería, que una vez acabada la carrera nadie me pediría la
especialización para trabajar. Y tenía razón. Así que ahora tengo el
título de Ingeniería Agrícola. ¡Yo, que se me mueren las plantas en
casa, hasta los cactus! En mi defensa puedo decir que la
especialización que elegí fue Industrias Agroalimentarias. ¡Acerté de
pleno! Disfruté mucho estudiando esta especialidad.
Como puedes comprobar, mis cambios estaban guiados por la
inercia; con el tiempo y mirando hacia atrás, he llegado a la
conclusión que resolvía a la perfección las oportunidades que se me
presentaban por casualidad o no, pero lo cierto es que yo no
buscaba, ni formaban parte de una planificación previa. Y paso a
paso, me iba transformando en un producto perfecto de la era
industrial: una mujer con carrera universitaria, independiente
económicamente, con un trabajo fijo, un sueldo decente, una
hipoteca...
Mi propósito con todas mis acciones era procurar que mis padres
estuvieran siempre satisfechos y orgullosos de mí. No causarles
ningún disgusto. He vivido teniendo siempre en cuenta lo que los
demás podían pensar de mí. Me condicionaba mucho la imagen que
podía proyectar en mi entorno. Mi forma de vivir era hacer todo
aquello que socialmente se considera correcto. Y ahora me pregunto
¿Qué es correcto?
Antes de finalizar los estudios de ingeniería conseguí empezar a
trabajar en una importante empresa multinacional de frio industrial; mi
responsabilidad era diseñar instalaciones de frío industrial y elaborar
presupuestos.
Mi paso por esta empresa también fue muy importante para mi
carrera profesional. Puedo presumir y estoy muy agradecida de todos
los jefes que he tenido a lo largo de mi trayectoria, siempre había algo
que admirar y este factor para mí es clave para crear relaciones de
fidelidad.
Pero en este caso el amor llegó a su fin en el momento en el que
me atreví a pedir un aumento de sueldo después de 7 años. Me
dijeron: “Sí, es justo”. Estallé de emoción por ese reconocimiento.
Pero el aumento resultó ser ridículo o quizás yo creía que me merecía
más. En conclusión: me llevé una gran decepción. En consecuencia,
fue el detonante para tomar la decisión de hacer un nuevo cambio
laboral.
Así que empecé la fase, búsqueda de nuevas opciones laborales.
Fíjate cuál era mi nivel de vocación y foco, que el principal factor de
búsqueda de trabajo era: ubicación cerca de mi casa. Estaba agotada
de hacer 30km cada día de ida y vuelta, atascada en muchas
ocasiones durante horas en las carreteras de Barcelona.
Yo pienso que si crees en algo de verdad siempre logras crearlo,
así que lo encontré: un despacho de construcción -a siete minutos a
pie desde mi casa- buscaban un responsable para crear un
departamento de mantenimiento para sus clientes. Me encantan los
retos, porque me permiten aprender cosas nuevas. Además me
ayudan a salir de mi zona cómoda, rompiendo con mí monotonía y
aburrimiento.
Pero ¡Mi gozo en un pozo!, en muy poquito tiempo, me di cuenta
que los proyectos eran muy pequeños y poco ambiciosos para mí.
Nada tenían que ver con el reto que me habían planteado
inicialmente. A los seis meses de estar allí ya había tomado la
decisión de buscar un cambio y en unos días me vi buscando nuevas
ofertas de trabajo.
Los criterios que utilicé en esta nueva búsqueda se centraron en
aprovechar las habilidades y conocimientos de mi experiencia en el
departamento de mantenimiento y con una ubicación cerca de casa.
Y, ¡Eureka! De nuevo encontré el cambio que buscaba. En esta
ocasión di un importante salto cualitativo y cuantitativo. Conseguí
superar la entrevista en una multinacional muy importante de Facility
Services. El sueldo se duplicó y el trabajo en esta ocasión sí que
suponía un reto, y un gran progreso en mi carrera profesional.
En esta ocasión el cambio sí cumplió con mis expectativas. Mi
cargo era gestora de mantenimiento y además era responsable de un
call center, atención telefónica 24/7 a nuestros clientes, a nivel
nacional.
Mi trabajo consistía en gestionar a nivel técnico y económico el
mantenimiento de las diferentes instalaciones de los locales de
nuestros clientes a nivel nacional. El sector de nuestros clientes era
variado; entidades bancarias, grandes superficies de supermercados,
aseguradoras, tiendas de moda, telecomunicaciones y algún sector
más que seguro olvido.
Me enfrentaba a un nuevo reto, que asumí con entusiasmo y
pasión: gestionar un equipo de personas. El departamento de Call
Center estaba formado por un equipo de ocho mujeres. Un giro de
180º, en lo que a relaciones profesionales se refiere.
Cohesionamos un equipo de trabajo muy resolutivo, requisito
indispensable para desarrollar este tipo de actividad. La importancia
de ayudarnos sin reproches, se tradujo en un trabajo eficiente y de
calidad. Conseguimos crear un ambiente de trabajo confortable.
¡Estaba muy satisfecha de mis chicas!
Allí conseguí desarrollar muchas habilidades para mi crecimiento
personal: el trabajo era muy diverso y dinámico, viajé mucho y conocí
a mucha gente con diferentes perfiles profesionales y actividades.
Una cualidad de la que estoy orgullosa y siento que me ha
aportado grandes beneficios, es el agradecimiento. Mentalmente
agradezco cualquier acontecimiento diario que me aporte bienestar. Y
desde hace unos años, escribo en una libreta tres agradecimientos
diarios antes de irme a dormir.
Mi frase de agradecimiento durante la segunda crisis económica en
el 2008: “La crisis la he vivido desde las gradas, como observadora”.
Conseguimos salvar la crisis estoicamente, aunque hubo
repercusiones económicas, evidentemente.
Y en el 2012 una decisión empresarial trasladó la central de
Barcelona a Madrid, y a partir de ahí todo fue degenerando.
Mis relaciones con algunos responsables de la empresa
empezaron a ser complicadas. Y mis valores empezaron a “chirriar”,
estos ya no se alineaban con el nuevo estilo de dirección.
Acusando la incoherencia conmigo misma
Llegó un momento en el que tomé conciencia que me estaba
jugando mi salud mental: lloraba por las esquinas, no dormía bien,
estaba rabiosa y pasaba la mayor parte del tiempo angustiada y
enfadada. Cada vez que me sonaba el teléfono de empresa, incluido
el fin de semana, porque recuerda que era responsable del servicio
atención al cliente 24horas, se me hacia un nudo en el estómago que
me paralizaba y no sabía gestionar.
Me atrapaba la rabia y la frustración porque sabía que esa llamada
podía traerme un problema para el que probablemente no tendría una
solución que realmente satisficiera al cliente. Y a medida que
pasaban los días y dejaba que esas situaciones se repitieran, esa
emoción se hacía más intensa y me secuestraba durante horas, días,
semanas, meses.
Cómo no prestaba atención a lo que me decía mi cuerpo, la vida
aumentaba el volumen e intensificaba la causa.
La gran clave de todo lo que me pasaba estaba en la
incoherencia. Cuando no estás en coherencia es cuando aparece
ese malestar, porque mientras quería una cosa -aunque no supiera
exactamente cuál era- hacía otra y decía otra.
Yo tenía muchos hobbies, pero no tenía tiempo ni energía para
disfrutarlos. Pasar tiempo con mis amigos y familiares me resultaba
molesto y me incomodaba. No me encontraba a gusto en ningún sitio,
había perdido mi alegría natural.
Levantarme cada día para ir a trabajar era una angustia que no
tenía fin. Se había apoderado de mí un gran vacío, me sentía rota por
dentro. Y lo peor de todo, es que ni yo misma sabía por qué me
sentía así, y mucho menos teniendo todas las necesidades básicas
cubiertas, sabiendo que no me iba a faltar trabajo y no tenía
problemas económicos.
Tuve relaciones sentimentales breves, nunca pareja estable. Con el
tiempo he entendido por qué: nunca le dediqué el tiempo y atención
necesaria para construir una relación de pareja con confianza. Y
menos aún en plena crisis personal, en la que ni siquiera sabía quién
era. “Cómo iba a dar o recibir si no tenía nada que dar”.
Pero en todo este caos ocurrió algo que me ayudó a abrir los ojos
hacia otra posible manera de ver las cosas.
Tuve la oportunidad de hacer un voluntariado de quince días en
Perú, instalando placas fotovoltaicas en hogares sin recursos.
Convivir con estas familias me permitió conocer sus necesidades, los
pocos recursos con los que contaban y cómo sobrevivían a pesar de
estas limitaciones. Esta experiencia me permitió conectar
emocionalmente con personas que viven en situaciones muy
extremas, y cómo su actitud resultaba ser la mejor herramienta para
superar sus adversidades.
Mi compañero de aventura fue otro voluntario español, gran experto
de la nutrición natural. Así que además de compartir proyecto, adquirí
nuevos conocimientos sobre la alimentación natural saludable y sobre
las propiedades beneficiosas de plantas, frutas y verduras. Además,
Perú nos lo ponía fácil por su excelente gastronomía y variedad de
frutas y plantas medicinales.
Siempre he defendido el gran poder que tiene la alimentación sobre
nuestro organismo. La carrera de Ingeniería Agrícola me dio ciertos
conocimientos sobre el tema, así que compartir experiencias con mi
compañero despertó en mí las ganas de seguir estudiando cómo la
alimentación puede mejorar nuestra salud.
La experiencia en Perú me devolvió parte de mi alegría y dibujó en
mí la sonrisa perdida. Conecté con las ganas de tomar acción a nivel
social: me di cuenta de que hasta ese momento había vivido
desconectada de mi parte emocional y espiritual, que actuaba con
el piloto automático, haciendo las cosas que se me habían impuesto y
que -también es cierto- yo había comprado.
En definitiva, me di cuenta de que había perdido las riendas de
mi vida. Pero tenía la oportunidad de tomar acción ayudando a otras
personas, y comprobar cómo me sentía en esta nueva faceta, así que
“cambié el chip”.
Tomar consciencia para cambiar las cosas
De vuelta a mi realidad; mientras informaba a mi jefe que deseaba
dejar la empresa -sin que él se lo tomara demasiado en serio-,
desarrollé la idea de abrir una tienda de dietética. Empecé a buscar
locales, franquicias de marcas conocidas y tiendas en traspaso. Me
movía sin ninguna estrategia, ni planificación previa.
Uno de los anuncios que me llamó la atención, resultó ser de una
pareja que desarrollaba un negocio de multinivel. Me explicaron todo
el plan de marketing que a priori no entendí nada, pero sí me llamó la
atención su plan de formación. Me gusta estar en constante
aprendizaje y la formación que ofrecían me daba la oportunidad de
abrir mi mente a nuevas oportunidades que hasta ahora no era capaz
de vislumbrar: era necesario salir de mi entorno actual. Y así, empecé
a interesarme por el desarrollo personal.
No era muy aficionada a la lectura. Nunca había leído sobre el
tema, ni nunca me había llamado la atención; pero allí se me abrió
una puerta.
Mi entorno no me entendía. Cada vez que me preguntaban por mi
estado de ánimo - soy una persona bastante discreta con mi vida
personal, pero mi cara me delataba-, me decían que no tenía derecho
a quejarme, que tenía un puesto fijo y un buen sueldo, y que con eso
ya tenía mucho más que otras personas: y no les faltaba razón. Pero
esa no era la cuestión.
Y cuando tomas consciencia de lo que te pasa, todo tiene otro
significado. A medida que te vas dando cuenta de que llevas toda tu
vida subida al barco equivocado, te entra un cierto pánico y una cierta
sensación de fracaso.
Pero a medida que introduces nueva información en el cerebro se
te abren una serie de ventanitas en las que puedes observar que no
te va a pasar nada, que en la vida hay otras opciones, que no te vas a
morir de hambre y que tienes recursos suficientes para salir adelante.
Se trata de confiar en la vida.
Cuando me fui de la empresa, mi nivel de autoconfianza y
seguridad era de bajo cero. Mis ahorros me permitieron tomarme un
tiempo de calma, un parón para saber y comprender qué me estaba
pasando -como si pasara por un proceso de chapa y pintura- y hacer
un reset.
Así que empecé a formarme en diferentes sectores, para
averiguar cómo empezar de nuevo.
Ignoraba a lo que me iba a dedicar a partir de ese momento. Hice
formaciones de coaching, liderazgo, marketing, gestión de
emociones, y un largo etc. Estas formaciones me han aportado los
conocimientos y herramientas que a diario utilizo para vivir mi vida
coherente a mis valores. Aún así, esta formación no acaba nunca,
sigo actualizándome con nuevas técnicas, herramientas y
conocimientos para mi desarrollo personal. Cuando conectas con tu
Yo, el autoconocimiento no para nunca.
Las diferentes formaciones me permitieron relacionarme con
personas con intereses similares a los míos. En consecuencia, las
conversaciones eran diferentes a las que podía mantener con mi
entorno. Me ayudaron a ver, oír y actuar fuera de mi burbuja y me
abrieron los ojos a nuevas oportunidades.
Evidentemente mi familia siempre será mi familia, pero aprendí a no
poner el foco solo en sus opiniones y en su manera de ver la vida,
porque en ese momento no me aportaban bienestar y claridad en mi
vida.
La meditación es una herramienta que me sirvió para calmar mi
mente; porque cuando te encuentras en un callejón sin salida como el
que me encontraba yo, parte de la solución pasa por parar y
escucharte a ti misma.
De la experiencia como voluntaria en Perú extraje las ganas de
seguir conectada a causas sociales y ahora colaboro con una
fundación de oncología infantil; tienen diferentes programas para dar
apoyo a niños enfermos y a sus familiares durante su tratamiento.
Son maravillosos y hacen que las vidas de estos niños y familiares
sean un poquito más fáciles y alegres durante el proceso.
He trabajado mucho el tema del propósito, conectando conmigo
para identificar qué es lo que deseo hacer con mi vida para que esta
tenga sentido. No es fácil encontrar tu propósito y en mi caso ha ido
cambiando en función de la fase en la que me encontraba. Pero había
dos objetivos que se repetían de manera recurrente: escribir un libro
y hacer una triatlón.
Lo de la triatlón no lo he entendido nunca, no vengo de una familia
deportista, ni he formado parte de ningún club deportivo durante mi
infancia, ni mucho menos he competido en ninguna modalidad. Ignoro
de donde me viene esa vocación.
Yo era una simple usuaria de gimnasios, de las que asistían a
clase, eso sí: clases dirigidas y algo de tonificación. Pero siempre he
sentido como el deporte me ayuda a canalizar mis energías.
Cuando me inicié en el running comprobé; simplemente mirando
mis zapatillas, me empoderaba. Había creado un anclaje emotivo,
reviviendo el estado de bienestar que me producen las endorfinas
mientras salía a correr.
Así que haciendo honor a mi perseverancia para conseguir mis
objetivos, a mis 44 años empecé a entrenar en un club de triatlón de
mi ciudad, a pesar de no tener bicicleta de carrera y con pánico a
circular con ella. Y a los 45 años, el 1 de mayo hacía mi primera
triatlón.
¡Reto conseguido! Después de esa experiencia tomé conciencia del
camino que había recorrido para transformarme en una nueva
Yolanda; recuperando la confianza que había perdido, seguridad en
mis decisiones y una actitud constructiva.
Fue entonces cuando vi claro cuál sería mi misión: acompañar a
otras mujeres, que se sienten pérdidas como me había sentido
yo, en el camino de conexión con ella y recuperar su esencia…
Ayudarlas en su transformación para conseguir el cambio que desean
en su vida. En definitiva que consigan sentirse plenas, satisfechas y
empoderadas.
Si existe en ti esa vocecita y emoción que te repite a diario que no
eres feliz, yo te animo a conocerte, buscando tu plenitud y
satisfacción. Déjame decirte, que no estás sola y que puedes
conseguirlo. ¡La recompensa es extraordinaria!
Formando para empoderar a mujeres
Partiendo de la misma idea de fomentar el empoderamiento
femenino, ahora estoy desarrollando Mujer a fuego, un programa
formativo para ayudarte a encontrar el camino de tu felicidad, basado
en cinco pilares:
https://l.ead.me/meditacion-guiada
4. La alimentación. La alimentación es la energía que recibe
nuestro cuerpo para que estemos activos, para que estemos
despiertos, para poder meditar bien, para tomar buenas decisiones; y,
evidentemente, para cuidar nuestra salud, eso es algo que sabemos
todos.
Nuestro cuerpo está formado por células que producen combustión,
y todo aquello que les damos, bueno o malo, tiene una repercusión
directa y total en nuestro cuerpo. Tenemos que ofrecerle lo mejor a
nuestro cuerpo para que funcione bien, proporcionándole
alimentación y oxígeno de calidad. Y, si cada día te levantas ya
cansada, es porque no le estás dando a tu cuerpo lo que necesita.
5. El físico. Tu cuerpo es tu templo, y como tal hay que cuidarlo con
hábitos que sean saludables. Si nunca has practicado ningún deporte,
dedica media hora cada día por lo menos a caminar, sin que haya la
necesidad de demostrar nada ni de batir ningún récord. Y saborea
ese espacio: nada de escuchar música ni de móviles, solo tienes que
estar contigo misma y conectar con cada uno de los pasos que das.
Si por ejemplo, vas atendiendo al whatsapp rompes esa conexión,
¡desconéctate!, es uno de los compromisos que pido a las personas
que entran en mi programa.
Tienes todo el derecho del mundo a disfrutar de tus espacios sin
sentirte culpable; además, son necesarios porque si no aprendes a
conocerte no puedes dar nada ni recibir nada.
Como te he confesado, llegó un momento en el que tuve la
sensación de haber perdido completamente las riendas de mi propia
vida. Pero las recuperé. Si tú también tienes esa sensación y crees
que te puedo ayudar ponte en contacto conmigo; nada me haría más
feliz que poder ayudarte.
https://l.ead.me/te-apuntas
Capítulo 10
El experto en ventas del siglo XXI
Víctor Ipiña
“No juzgues cada día por la cosecha que recoges, sino por las semillas que
siembras”
Robert Louis Stevenson
De cultivar plantas a cultivar personas
A la mayoría de nosotros -por lo menos en mi país, México- nos
educan en la idea de que, para llegar a obtener crecimiento y
estabilidad económica, tienes que conseguir un título universitario, y
que ese título será el pasaporte que te permitirá acceder a una mejor
calidad de vida.
Así que yo, siguiendo ese camino, hice todo lo necesario para
terminar una carrera profesional, la de Ingeniero Agrónomo: La
agronomía es la rama de la ingeniería sobre los conocimientos de
diversas ciencias que se utilizan en la agricultura.
La verdad es que lo disfruté mucho y que me encanta mi profesión,
pero los resultados nunca acababan de ser los que yo estaba
buscando. Trabajé en ello durante varios años, pero siempre aspiraba
a mejorar mi nivel de vida. Así que, como siempre he sido muy
inquieto y creativo, no dejaba de buscar nuevas alternativas y eso
me llevó a iniciarme en el terreno de las finanzas en el sistema
bancario, precisamente en la división de crédito agropecuario al
principio, y después en el crédito comercial.
Cuando estaba cerca de cumplir cuarenta años de edad, me di
cuenta que no tenía las satisfacciones a las que había aspirado en mi
juventud: no tenía tiempo, no tenía los ingresos, no tenía el estilo de
vida que quería y ya no sentía la misma pasión por aquello que
estaba haciendo. No sé si conoces esa sensación pero es terrible.
En varias ocasiones algunas de las personas a las que conocí en el
desarrollo de mi trabajo en el sistema bancario, me propusieron
dedicarme a las ventas con ellos, estaban seguros de que yo sería un
buen vendedor. Pero era algo que nunca había hecho: yo vendía
crédito, y cuando la gente necesita dinero no vas tú a buscarlos,
te buscan ellos a ti. Es más, mi posición era analizar y decidir a
quién proporcionarle crédito y a quien descartar.
Por lo tanto, salir a la calle a buscar a los clientes no estaba en mi
expertise, mucho menos correspondía al estatus que tenía en ese
momento. Adicionalmente, creía que no era bueno para eso.
Pero un día tuve que tomar una decisión: me dije a mí mismo que
tendría que trabajar veinte años más para poder retirarme, y que lo
que estaba obteniendo no era lo que yo había visualizado cuando de
joven planeaba mi futuro. Además, no tenía ninguna razón para
pensar que si continuaba haciendo lo mismo lo pudiera conseguir. Por
lo tanto, en una decisión valiente elegí cambiar mi profesión por las
ventas convencido que era lo que necesitaba para tener la posibilidad
de incrementar mis ingresos.
En ese nuevo entorno me di cuenta de algo muy importante: en la
escuela me enseñaron a cultivar plantas, y eso me gustaba, ¿pero
qué pasaría si lograba “cultivar personas”? Fue entonces cuando
empecé a descubrir mi verdadera pasión.
Hay mucha gente que está insatisfecha con lo ha conseguido en la
vida y que no sabe hacia dónde ir, que intentan muchas cosas sin
éxito y llegan a frustrarse; desconfían de sí mismas porque no saben
para qué son realmente buenas y no encuentran algo que
verdaderamente les apasione.
Muchas veces creemos que lo que nos mueve es ganar más
dinero, al principio normalmente es así. Lo fascinante para mí fue
darme cuenta de la satisfacción que experimentaría si me
especializaba en ayudar a las personas a encontrar su talento,
estimular su creatividad y buscar con ellos lo que más les
apasiona, y que a partir de eso puedan planear el resto de su vida
sintiéndose plenamente satisfechas al dedicar toda su energía y
atención a algo que les fascina. Adicional a ello llega el dinero como
una consecuencia.
También me di cuenta que si haces crecer una planta das de
comer a una familia, pero que si preparas a una persona para que
explote su potencial, el efecto que va a producir en el mundo y la
multiplicación de los beneficios de esas habilidades se dispara al
infinito, ya no se puede medir. Y yo quería que el resultado de mi
influencia fuera más trascendente e impactante.
En el momento de escribir estas líneas tengo 57 años, y he
conocido a chicos y chicas de veinte que han venido a mí para
decirme que están muy agradecidos porque he hecho que su papá o
su mamá cambiaran, que se transformaran y mejoraran su estilo de
vida y con ello sus expectativas en el futuro se ampliaran. Y eso me
hace sentir muchas emociones positivas, porque es emocionante
poder ayudar a las personas para que encuentren su camino, para
que identifiquen su propósito en la vida y además, dotarlos de las
herramientas y las estrategias para obtener resultados
extraordinarios. Es una manera de trascender a las próximas
generaciones porque el conocimiento y la mentalidad son
heredables.
Creciendo en el negocio de los seguros
Cuando decidí entrar en el mundo de las ventas, en los primeros
intentos ninguna empresa quería contratarme porque no daba el perfil
de vendedor: ¡yo era un ejecutivo de una empresa financiera que
nunca había vendido! Pero yo sabía que esa actividad me podía
proporcionar un nivel económico diferente al que había tenido hasta
ese momento, principalmente porque el resultado dependía de mí. De
mi dependía desarrollar la capacidad de generar mayores ingresos. Y
eso es lo que yo buscaba y estaba convencido que la profesión de
agente de seguros era una excelente oportunidad para lograrlo,
aunque ¡Yo mismo no me veía como un vendedor de seguros!
Pero estaba decidido a hacerlo: yo quería ser como esos
profesionales que tenían buenos ingresos y gozaban de un buen
estilo de vida.
Así que contacté con un promotor de seguros y, aunque al principio
él no estaba muy convencido, con mi insistencia finalmente me
permitió ingresar en su equipo de ventas. Al principio fue muy difícil
para mí, porque dejar todo lo había estado haciendo en los últimos 17
años representó un gran reto. Sin embargo, siempre he creído que si
buscas la excelencia y te acostumbras a terminar todo lo que
empiezas irremediablemente tendrás éxito. A partir de ahí, pronto
me di cuenta de que lo que me atraía realmente era llegar a hacer lo
mismo que hacía mi promotor: no ser solo un agente de ventas
sino dirigir, coordinar y desarrollara nuevos vendedores.
¿Y cómo lo hice para aprender? Pues me convertí en su ayudante.
Durante dos años anduve literalmente cargando su portafolios,
absorbiendo todo lo que hacía, asumiendo los retos que él tenía como
si fueran propios, siendo prácticamente su sombra.
Al cabo de ese tiempo quise empezar un nuevo proyecto con otra
empresa porque tenía la impresión de que ahí ya había tocado techo,
quería seguir aprendiendo y llegar aún más lejos. Desde un punto de
vista emocional, no fue una decisión fácil, porque mi promotor me
había enseñado todo lo que yo sabía.
En la nueva empresa, mi negociación consistió en mostrarles mi
currículum y experiencia dejándoles en claro que no era un
improvisado y que mi objetivo era llegar a tener mi propio grupo de
trabajo. Y como necesitaba demostrarles de qué era capaz, me pasé
trabajando otros dos años más para que me dieran el visto bueno e
iniciar a crear mi equipo, así que empecé a reclutar personas, a
entrenarlas, a enseñarlas y desarrollarlas en el negocio.
En el momento de mi llegada, esta empresa estaba en el lugar
número once en la lista de las 25 compañías de nuestro sector a nivel
nacional. Pero cuando empecé a reclutar y a desarrollar nuevos
elementos el crecimiento fue muy importante, llegué a tener a
cincuenta personas en mi equipo, algunas de ellas muy competitivas.
Mucha gente a la que formé empezó a adquirir habilidades
extraordinarias, empecé a desarrollar mi metodología y en un lapso
de diez años mi equipo escaló todas las posiciones partiendo de cero
hasta lograr consecutivamente dos años como el equipo más
productivo de la empresa. Es esa etapa estábamos experimentando
un crecimiento exponencial de un año al siguiente, con todo ello
llevamos a la empresa a competir por los primeros puesto en el
ámbito nacional.
Y, curiosamente, desde ese momento la empresa me empezó a
ver como su propia competencia y empezaron nuestras diferencias.
Parece que estaba creciendo demasiado y eso provocó situaciones
que me resultaron incómodas, empecé a notar que se estaban
implementando estrategias para detener mi crecimiento.
Esto sucedió hace cinco años, y durante algún tiempo me pregunté
muchas veces ¿qué falló? en qué momento mi desempeño dejó de
ser el adecuado para que la empresa me considerara su rival.
Y antes de que las cosas se pusieran más difíciles, llegamos al
acuerdo de que mi ciclo en esa empresa había llegado a su fin, así
que me despedí para buscar una nueva oportunidad y después de
varias propuestas, me fui a la empresa que competía por las
posiciones nacionales con aquella que estaba dejando.
Lo interesante de esto, es que cuando tomé esa decisión, el 70 %
de mi equipo me dijo que venía conmigo. Emocionalmente, ese fue
un impacto muy poderoso para mi ¡había construido un liderazgo muy
importante!
Ahora entiendo que este cambio sucedió por una serie de
circunstancias comerciales que se fueron dando así, sin que yo las
buscara. Porque una de las cosas de las que estoy convencido es
que en los negocios hay para todos. Podemos convivir de una
forma organizada sin necesidad de tener una guerra entre
competidores.
Ese cambio de empresa suponía entrar en un territorio diferente y
tuvimos que adaptarnos a él, así que al principio no obtuvimos un
crecimiento tan explosivo como al que estábamos acostumbrados.
Sin embargo, logramos que esta empresa subiera de nivel respecto a
la que yo había dejado. Empezamos a crecer nuevamente. Entonces
sucedió algo que yo no esperaba…
Uno de mis objetivos es crear líderes que multipliquen lo que yo
que les enseño. Y resultó que uno de estos líderes se separa con
parte de mi grupo para empezar a replicar lo mismo pero otro
equipo de trabajo.
Ahí me vino otra pregunta a la cabeza: ¿qué había pasado para
que uno de mis líderes se quisiera ir del equipo?
Me di cuenta que se estaba repitiendo la historia, porque lo que
él estaba haciendo es lo mismo que también hice yo anteriormente. A
menudo no nos damos cuenta de lo que está pasando a nuestro
alrededor; se nos escapan muchas cosas y no nos percatamos del
alcance que tienen hasta que estallan delante de nuestros propios
ojos.
Aún con esa situación volvimos a crecer otra vez, tuvimos que
recorrer el camino de nuevo, pero esta vez no fue difícil porque ya lo
conocíamos, y eso nos daba una tranquilidad enorme. Empiezas otra
vez y no pasa nada. En eso estamos ahora mismo: volvemos a
crecer.
Entonces entendí que el crecimiento de un equipo de trabajo no
tiene que ver tanto con la estrategia comercial sino con quién
eres tú; porque lo que tú eres es lo que reflejas, es lo que la gente
percibe y ellos quieren tener algo de eso que tu eres.
Por otra parte, tienes que asumir que en los negocios siempre
habrá haber subidas y bajadas, esto es lo que nos dice la historia.
Lo que va a hacer que sigas avanzando es tu promedio. Puede haber
baches, puede haber altibajos, pero lo importante es saber a dónde
vas y hacerlo sin detenerte.
Porque siempre habrá factores externos que no dependen de ti, y
puedes caer. Y esto lo sé porque es lo que he experimentado en
carne propia. Si eso ocurre no significa que hayas perdido tus
habilidades, al contrario: las habilidades que posees te van a
ayudar cuando estés arriba y también, cuando estés abajo.
“En los momentos difíciles es solo cuestión de tiempo que vuelvas a
crecer. Que remontes no tiene que ver con las circunstancias, sino con
quién eres tu.”
Si construyes una imagen propia sana y dices “éste soy yo” y vives
en congruencia con esa imagen, aunque encuentres a personas que
no coincidan con lo que haces y con lo que dices, estás preparado
para entenderlo. Yo tengo detractores gratuitos y no es algo que me
incomode, porque entiendo que todos tenemos derecho a pensar
diferente. Pero al mismo tiempo, esta imagen también le dice a otra
gente que si se acerca a ti, va a poder crecer a tu lado. Y eso es lo
más importante.
Hábitos para el crecimiento personal
Todos podemos aprender a vender y a generar buenos ingresos,
pero convertir esa habilidad de ventas en una profesión que te genere
ingresos ilimitados con estabilidad y garantía de un futuro más
promisorio, tiene que ver con tu crecimiento personal. Y el
crecimiento personal se basa en encontrar tu propósito de vida, en
alinear tus actividades con tus objetivos más importantes y con tus
valores, y además, que sea algo que te apasione.
Los vendedores tenemos mala fama por culpa de aquellos que
actúan como verdaderos mercenarios; mucha gente nos ve como
aves de rapiña que están buscando la manera de hacerse del dinero
de los demás. Pero cuando equilibras el servicio que estás
proporcionando con el beneficio real del cliente y no solo con tu
propio beneficio, cuando ayudas a las personas a resolver sus
problemas y sus necesidades, te conviertes en un vendedor
profesional. Y cuando alineas el hecho de enseñar a vender a tu
equipo con una serie de valores, estás dignificando la profesión y tus
vendedores van a transmitir lo mismo que tú les estás transmitido,
creando con ello, una tendencia de honestidad y responsabilidad en
tu sector. Esta transmisión de valores va asociada a la adopción y al
mantenimiento de buenos hábitos, de prácticas de excelencia, de
responsabilidad y de honestidad.
En principio, el ser humano está diseñado para el crecimiento
constante. Tenemos que ser conscientes de que en nuestra cabeza
tenemos una supercomputadora que está muchas veces
infrautilizada, que está mal programada. Piensa que esa
programación defectuosa es la que está dando los resultados que
tienes actualmente: tus ingresos, las conversaciones propias y las
que tienes con los demás, lo qué estás compartiendo, cómo te estás
comportando, tus relaciones personales y de negocios, etc. Tú eres
todo aquello que forma parte de tu mentalidad. Cuando te vuelves
consciente de esto, puedes reprogramarte y una vez hecho esto,
ayudar a las personas para que se enfoquen en una mejor visión de
sí mismos, compartirles herramientas y estrategias para que cambien
su forma de pensar y se conviertan en alguien capaz de crecer y de
lograr todo lo que quieren llegar a ser.
¿Y cómo puede alguien transformar su forma de pensar? Hay
algunas técnicas y fórmulas que son determinantes.
https://l.ead.me/agendamos
Capítulo 11
Controlando tus finanzas
Rogelio Costilla
“Si te la pasas comprando cosas que no necesitas, pronto tendrás que
vender las cosas que si necesitas.”
― Warren Buffet
¿El dinero hace la felicidad? Esta es una vieja cuestión. Está claro
que el dinero, lo monetario, es un medio para obtener cosas. Y
obviamente la felicidad es diferente para cada persona, porque en
caso contrario, todos queremos tener lo mismo. Pero es indudable
que tener dinero nos ayuda a sentirnos más plenos y a tener cierta
seguridad para garantizarnos un futuro con cierta estabilidad.
Una pregunta: ¿controlas tú a tus finanzas o ellas te controlan a
ti? Normalmente ocurre que las finanzas nos controlan a nosotros.
Pero obviamente, aunque todos queremos tener de todo, en la
mayoría de los casos no es posible.
Aún así, sé por propia experiencia, que sí puedes controlar el
dinero, y si lo haces correctamente podrás hacer o adquirir cosas que,
en muchos casos, nunca habrías creído posible.
Naturalmente es algo que vas descubriendo paso a paso, que
consigues cambiando de mentalidad y educándote. Cuando te das
cuenta de que hay otras maneras de gestionar tu dinero adquieres
una visión diferente y puedes salir de un círculo vicioso en el que
creías que te ibas a pasar toda la vida.
Nadie nos enseña a planificar nuestro dinero para llegar a tener un
futuro mejor o para alcanzar la felicidad.
Por ejemplo, en el sistema educativo, el trabajo del maestro de
escuela es enseñarte lo que él sabe, y no enseñarte que gestionar tu
dinero correctamente puede ayudarte a llegar más lejos en la vida.
Tal y como está establecido, el sistema ya tiene unos itinerarios
marcados que uno no se puede saltar, a no ser que aprenda a
hacerlo por su propia experiencia de vida o por consejo de alguna
otra persona que no estaba contenta con lo que tenía y que ha tenido
que trabajar fuera de los márgenes.
Este sistema es el que te enseña a ser empleado de alguien más, a
ser esclavo de un horario de entrada y de salida, a dar cuarenta horas
semanales de tu tiempo a cambio de un sueldo; te enseña toda esta
rutina pero no te enseña a planificar lo que debes hacer con ese
dinero una vez lo has conseguido.
Yo vivo en los Estados Unidos, y aquí es muy habitual oír que el
sueño americano consiste en estar endeudado, que si no tienes
deudas es señal de que no lo has conseguido. Porque para cualquier
cosa necesitas créditos, y no te dan crédito si antes no tienes deudas;
así que la gente piensa que cuantas más deudas acumulas, más
crédito tienes y más cosas puedes conseguir. ¡Es un bucle en el que
es difícil seguir!
Te contaré un caso muy sorprendente: hace pocos días estuve
hablando con una persona que conozco que quiere obtener una casa,
y no tiene ninguna deuda detrás suyo porque cuando llegó a este
país, se le metió en la cabeza que todo lo quería comprar en efectivo,
precisamente para no endeudarse. Lógicamente, para comprarse una
casa ya necesita una cantidad de efectivo mucho mayor, y no tiene
suficientes ahorros para pagarla al contado. Así que le han denegado
un préstamo porque no tiene ninguna línea de crédito abierta; en el
mismo banco le han dicho que para obtener eso tiene que tener
deudas, sacarse una tarjeta, gastar con ella y mantenerla abierta al
menos un año, para poder acabar comprándose su casa.
¡Le están diciendo que no se la puede comprar si antes no gasta y
se endeuda! Lo que, por supuesto, lo llevará a endeudarse todavía
más, porque una casa supone una deuda muy grande.
Y él había estado pensando durante todo este tiempo que estaba
haciendo bien las cosas, y resulta que se ha endeudado demasiado
poco.
El resultado de este perverso sistema es que la gente se endeuda
tanto que se olvida de mantener un balance entre los ingresos que
recibe y el dinero que gasta, se va metiendo en un hoyo cada vez
más profundo y se acostumbra a eso, lo asume como normal.
Además, no caen en la cuenta de qué pasará si surge cualquier
eventualidad en la que no puedan tener ingresos o cuando ya lleguen
a su edad de retiro. Ningún banco les va a dar más crédito y encima,
muy probablemente estén endeudados.
Cambiar la mentalidad
para salir de la frustración
Aunque he acabado trabajando en el mundo financiero, este no
tiene nada que ver ni con mis orígenes ni con aquello a lo que yo me
quería dedicar profesionalmente.
Como nos ocurre tantas veces, la familia es la base porque la que
muchas veces acabamos tomando una decisión u otra. Yo soy el
mayor de mis hermanos, y siempre me he sentido con la presión de
tener que hacer las cosas diferentes para que todos los que vienen
detrás me sigan, para abrirles el camino.
Por motivos laborales que ahora no vienen al caso, mi mamá
decidió emigrar a los Estados Unidos, los principales obstáculos que
me encontré fueron, en primer lugar, los documentos legales, y en
segundo lugar que mi mamá trabajaba en un empleo tradicional de 40
horas a la semana en el que ganaba muy poco dinero. Cuando
vivíamos en México ella tenía dos trabajos, era contadora y
enfermera, y teníamos una casa y un automóvil: no éramos ricos pero
vivíamos bien.
Así que procedíamos de un lugar donde vivíamos cómodamente
para llegar a otro donde no teníamos prácticamente nada. En nuestro
nuevo país sufrimos en carne propia lo que es vivir mal: no teníamos
un hogar propiamente dicho, vivíamos con una tía y dormíamos en el
suelo. Mi mamá solo podía pagarme el primer año de escuela, así
que tuve que ponerme a trabajar para poder pagarme el resto de los
estudios.
Cuando era joven, como todas las personas que vivimos en los
Estados Unidos, tenía mis deudas y mis inseguridades sobre mi
futuro, me preguntaba hasta dónde sería capaz de llegar. Me casé
muy joven, a los 19 años, mientras que mi esposa aún no había
cumplido los 17. Literalmente, éramos unos adolescentes tratando de
ser adultos.
Yo quería estudiar para cirujano técnico, pero cuando le dije a mi
madre que la carrera me iba a costar 250 mil dólares llegó mi primer
golpe de realidad; no tenía ese dinero y, como tampoco tenía los
papeles en regla, tampoco podía solicitar ninguna ayuda estudiantil.
Para mantener a mi familia, tuve que ponerme a trabajar en
empleos que no tenían nada que ver con mi vocación, y mientras
tanto, estudiaba algo más modesto y menos ambicioso: asistencia en
enfermería.
Allí ya me empezó a cambiar un poco la visión de la vida, porque
empecé a conocer a un cierto tipo de profesionales -doctores,
enfermeros, psicólogos- que aseguraban que podía llegar más lejos
de donde estaba, porque todo era cuestión de enfocarse
correctamente.
Pero nuevamente, por cuestión de papeles, tuve que dejar el
hospital donde trabajaba en cirugías, y volví a dedicarme a trabajos
menos gratificantes como la limpieza o la seguridad. Empecé a
hundirme en la rutina de alguien que gana un salario promedio, a vivir
el día a día, a tener que elegir entre salir un fin de semana o comprar
algo que necesitábamos. Porque no faltaban los días difíciles; incluso
hubo alguno en el que no pudimos comprar comida porque teníamos
que poner gasolina al automóvil o pagar la escuela de nuestras hijas.
Durante más de siete años estuve trabajando en dos empleos, y aun
así no era suficiente dinero.
Un doctor con el que había trabajado me había hablado de las
finanzas, y la verdad es que no le hice ningún caso. Yo era renuente
a todo tipo de información, pensaba que ninguno de los consejos que
me pudieran dar me iba a servir, y lo último que quería era empezar
de nuevo; asumí que había “tocado fondo”.
Empatizo mucho con la gente que se encuentra en esta situación,
porque yo mismo estaba así. Llegó un momento en el que pensé que
esa vida era la normal, lo que me había tocado en la vida. No tenía
una mentalidad de superación, aceptaba que simplemente debía
seguir trabajando igual que habían hecho mis abuelos o mi mamá.
Un día, un amigo me sugirió que estudiara contabilidad; sabía que
me gustaban los números y él conocía un lugar donde me podían dar
una oportunidad, una compañía no muy grande pero en la que podía
crecer. Así que estudié contabilidad y al mismo tiempo entré en la
compañía como empleado regular, en el departamento de paquetería
para aprender desde la base, cuáles eran todos los procesos de la
empresa.
Empecé a evolucionar dentro de esta compañía y tuve la
oportunidad de llegar a ser contable. Y eso volvió a dar un nuevo
empuje a mi mentalidad, porque en ese nuevo puesto hablaba cada
día con personas que habían prosperado, que ganaban más que la
mayoría de la gente que yo conocía y que me empezaron a hablar de
un nuevo concepto para mí: el ahorro.
Mientras tanto, la relación con mi esposa fue mejorando, porque
obviamente cuando atraviesas una mala situación siempre hay
conflictos. A esa edad necesitas estar con tu pareja y con tus hijos
pero yo no tenía tiempo para la relación, solo me dedicaba a trabajar,
trabajar y trabajar. Y, de hecho, una de las cosas más dolorosas de
mi vida ha sido que no pude disfrutar de mi primera hija: cuando
llegaba a casa después de un largo día de trabajo, ella ya estaba
durmiendo, así que me perdí todos estos momentos importantes,
como cuando el día que empezó a caminar o el que pronunció su
primera palabra.
Todo eso estaba presente en mi mente de manera latente, como
una fuerza para poder ir a más, para emprender, para cambiar las
cosas. Pero también necesitaba de la influencia de otras personas
que me inspiraran a creer que era posible vivir mejor.
Y es que a menudo la mentalidad te la traen terceras personas,
y juntarse con las personas indicadas tuvo mucho que ver con mi
cambio. Antes siempre me relacionaba con personas que estaban en
la misma situación que yo, y todos nuestros temas de conversación
tenían que ver con quejas, con problemas familiares, con resignación,
con pesimismo. No era el tipo de gente que me pudiera aportar
ningún consejo para salir de allí, no podíamos hablar de conceptos
como la superación, todo eran lamentos.
Un día, ese doctor al que inicialmente no hice ningún caso, se
presentó en mi casa y me dijo que si quería evolucionar podía tener
una oportunidad emprendiendo en el mundo de las finanzas, llegando
más o menos lejos según el esfuerzo que yo le pusiera.
Casualmente, ese mismo día mi jefe me había comunicado que las
cosas no iban demasiado bien en la empresa y que tenía que pensar
en un plan por si llegaba el día en el que la empresa tuviera que
cerrar. Y sorprendentemente, el mismo día, también había surgido
una conversación telefónica con mi madre sobre la conveniencia de
tener un plan B.
¡No podía dejar de pensar que eso era una señal!
Todo confluía, y gracias a eso tomé la decisión de cambiar de
sector y darme la oportunidad de evolucionar, de avanzar, de soñar
que podíamos vivir mejor. Así que comencé a formarme en ahorro y
finanzas, la misma formación que ahora enseño a mi comunidad,
educándolos acerca del dinero, de la necesidad de ahorrar para la
educación de los hijos, de cómo poder tener ingresos extras.
Yo nunca he sido una persona demasiado expresiva, pero antes
era francamente difícil conversar conmigo, la frustración que llevaba
acumulada me bloqueaba.
Según las estadísticas, el 70 % de las rupturas matrimoniales en
los Estados Unidos tienen que ver con el dinero. Y es que cuando hay
frustración económica siempre hay un problema emocional: si tu
esposa te dice que hacen falta pañales y tú le respondes que la
cuenta corriente está en números rojos, ella te lo reprocha y empieza
un conflicto, que tal vez es estúpido pero que es inevitable.
Ahora, mi esposa y yo llevamos ya 18 años juntos, trabajamos en
el mismo proyecto y estamos más unidos que nunca. Estamos
recuperando el tiempo en el que nos sentimos alejados.
Mi mentalidad es muy diferente a como era antes.
La importancia
de los buenos hábitos financieros
Tengo una relación muy especial con dos de las primeras personas
que me dieron la oportunidad de ayudarles; ya llevan un año y medio
con el plan que les trazamos y están súper contentos. Si tenían un
ahorro de 10 mil dólares en el banco, a estas alturas ya es de 20 o 30
mil, y todo eso gracias a la disciplina y la planificación.
En situaciones extremas, como una crisis económica o en una
pandemia como la de hoy día, mucha gente se asusta, pero se debe
mantener la disciplina, la mentalidad firme y la confianza de que todo
va a funcionar si las cosas se han hecho bien.
Soy consciente de que no todo el mundo puede tener los mismos
niveles de éxito, porque todas las personas somos diferentes,
tenemos ingresos diferentes y vivimos situaciones diferentes. Pero
hay unos determinados principios que nos deberían guiar a todos y
que nos ayudarían a mejorar nuestra calidad de vida.
Te voy a poner un ejemplo sencillo: imagina una persona que está
ganando 15 dólares la hora, y con eso tiene un determinado estilo de
vida. Un día le suben el sueldo y pasa a ganar un dólar extra por cada
hora de trabajo. Pues, curiosamente, en lugar de poner a trabajar ese
dólar para salir de las deudas, lo utiliza para gastos que lo endeudan
todavía más. Y por eso nunca sale de ahí.
A mucha gente les hablas de la importancia de tener una
protección, un fondo de emergencia, y no lo hacen porque
paradójicamente no quieren invertir ese dinero extra en algo que vaya
a traer más dinero a su bolsa, sino en algo que les va sacar más
dinero. En un coche nuevo, por ejemplo. Para esta gente, invertir no
significa poner el dinero a trabajar sino a gastar.
Para cambiar esta mentalidad debes cambiar los hábitos de
manera radical. Pero esto es como si vas al médico y te dice que
estás en riesgo de tener diabetes, y te dice que tienes que seguir
unos determinados pasos en tu alimentación, en tu estilo de vida. Tu
primer impulso es que te apetece aún más todo aquello que te ha
prohibido; y todos estos pasos no se convierten en hábito hasta que
los adquieres de manera repetitiva y mecánica.
A mucha gente les aconsejo que no gasten más, pero justamente
hacen todo lo contrario; consideran que si trabajan duro se han
ganado el derecho a gastar lo que quieran. Mentalmente están
haciendo lo opuesto a lo que les dices, hasta que adquieren un buen
hábito (si lo llegan a hacer).
Piensa en lo que ocurre cuando llega el mes de diciembre y todo el
mundo se hace propósitos para el nuevo año. Uno de los más
habituales es el de ir al gimnasio, y empieza enero y van un día. Pero,
como no están acostumbrados, llegan a casa con dolor en la espalda,
en las piernas,… ¡y es que esos músculos no se han ejercitado en
mucho tiempo!
Como ven que no se sienten mejor sino peor, se toman un
descanso de un día o dos. Y para cuando deberían volver al
gimnasio, les da pereza y regresan a casa. Al cuarto día ya ni se lo
plantean, y al cabo de una semana ya han abandonado esa idea.
El problema es que esas personas no han llegado a adquirir el
hábito; si se hubieran apuntado con un instructor no lo hubieran
dejado, les habría creado un programa de treinta días, se sentirían
mucho mejor, en forma y el gimnasio ya formaría parte de su rutina y
su hábito.
La gestión del dinero es exactamente igual. Imagina que tengo un
teléfono celular que cuesta 500 dólares, pero como eres mi amigo te
lo dejo en 350 dólares. Seguro que me lo vas a comprar, porque te he
ofrecido un gran descuento, y un teléfono es algo físico que puedes
tocar, puedes jugar con él. Pero si te digo que esos 350 dólares los
ahorres y en diez años se habrán convertido en 200.000 no me vas a
creer, porque no puedes ver ese dinero, y tiene que pasar demasiado
tiempo para que tengas las pruebas.
Tienes que empezar a crear el hábito de ahorrar poco a poco y
ver los resultados aunque solo sea en una pantalla,
numéricamente; porque aunque no puedas tocar ese dinero, sabes
que está ahí.
Por eso aconsejo no empezar a ahorrar con cantidades grandes,
porque duelen más. Y que ir incrementando esas cantidades de
ahorro tiene que salir de ellos mismos a medida que ven que el dinero
genera más dinero, y no porque yo se lo diga.
Pilares para la calidad de vida
Hay cuatro pilares básicos que se deberían tener en cuenta para
poder mejorar la calidad de vida a largo plazo:
1. La mentalidad. Tenemos que ser conscientes de que todos
necesitamos algún tipo de protección económica. Mucha gente no
tiene la mentalidad de que de ella dependen la mayoría de ingresos
que llegan a su casa, y que si les sucede algo inesperado ya no habrá
más ingresos. A todos nosotros nos puede pasar cualquier cosa,
aunque no sea hoy ni mañana, así que debemos planificar algo que
nos cubra económicamente en caso de necesidad.
2. Los hábitos. Hay que empezar a cambiar los malos hábitos para
manejar la economía en casa, e incorporar algunos hábitos positivos
como trazar un presupuesto mensual. Mucha gente no se sienta con
su pareja a hacer algo tan básico como ver cuánto entra cada mes y
cuánto se puede gastar, y muchas veces no se dan cuenta de que la
fuga que tienen es mayor que lo que ingresan: como no lo ponen por
escrito, no lo ven. Además, en los Estados Unidos hay mucha gente a
la que le pagan semanalmente, lo cual dificulta hacer esta
planificación.
3. La construcción de tu patrimonio. Esto es, cómo incrementar el
flujo del dinero para administrar tu fondo de emergencia, tu retiro, tu
protección. Para comprarte una casa, para pagar la universidad de
tus hijos, para el día en el que ya no trabajes. Hay muchas maneras
distintas de poner tu dinero a trabajar y que le puedas sacar un
beneficio, porque si te limitas a ahorrar bajo el colchón es muy difícil
conseguirlo.
4. La inversión. La inversión llega cuando, con este patrimonio que
has construido, ya puedes hacer cosas que no creías que podías
hacer, desde viajar a abrir tu propio negocio. Cuanto antes empieces
a planificar tu ahorro mucho mejor, pero según a qué edad lo hagas
por lo menos te garantizarás una buena jubilación.
Cómo repartir los ingresos
¿Cómo se debería dividir el dinero que entra en casa? En los
Estados Unidos está probado que, como promedio, una familia puede
sobrevivir con el 70 % de sus ingresos. Pero la gente normalmente se
gasta el 100 %, si no más, porque no se sientan a estudiarlo: cobran
un cheque, pagan las deudas que tienen sobre la mesa y se gastan lo
que sobra.
Lo ideal es vivir con ese 70 % y dividir el 30 % en distintos
conceptos, como el ahorro o el retiro. Si no puedes sobrevivir con ese
70 %, tienes que incrementar tu flujo de dinero con un trabajo de
media jornada o ajustando tus gastos, cosa que a la gente le cuesta
porque ya se han acostumbrado a un determinado estilo de vida.
Por ejemplo, un cliente mío pagaba 237 dólares mensuales para
ver televisión por cable, sobre todo deportes, que le encantan. Tenía
300 canales a su alcance, pero estaba sacrificando esa cantidad de
dinero solo por ver los cuatro canales que emitían deportes. Le dije
que tenía que llamar a la compañía y decirles que iba a cancelar su
cuenta si no le ofrecían un paquete solo con esos cuatro canales.
¡Era evidente que preferirían que les pagara algo a que no pagara
nada! Cuando hizo ese ajuste obtuvo estos canales por 70dólares al
mes, y con ese dinero empezó a construir otra estructura financiera
para salir de sus deudas y para empezar a planificar su ahorro.
Muchas veces tiramos el dinero e incluso nos gusta, porque así
sentimos que estamos bien en la vida. Aunque sepas que estás en la
ruina, si tienes ropa de marca no lo proyectas en tu vida social;
mucha gente se viste de león siendo un gatito.
¿Qué hay que hacer con ese 30 % de los ingresos restante? Lo
primero que tienes que hacer con tu dinero, porque trabajas muy duro
para conseguirlo, es pagarte a ti mismo, que es algo que a la
mayoría de la gente se le olvida. Yo prefiero pagarme a mí mismo que
pagar a todos los demás. Pagamos todo ese dinero a otras personas,
y si con suerte sobra un 1 % o un 2 %, entonces nos pagamos a
nosotros.
Al final del día, tú eres el que tiene que haber trabajado por tu
futuro, porque nadie de fuera va a venir a cuidarte, así que tienes que
poner ese 30 % a trabajar para ti.
Por otro lado, dar es recibir, así que te propongo que una tercera
parte de ese dinero debe ser para ayudar a los demás. Tal vez para
hacer obras de caridad, pero no todo el mundo es religioso; así que
puede ser para ayudar a alguien de tu familia, a tu comunidad... El
dinero que das siempre se te devuelve, de una forma u otra, tarde o
temprano.
De ese 30 %, otro 10 % guárdalo por si viene un pequeño
imprevisto. No estoy hablando de emergencias grandes: puede ser
que se te pinche la llanta del coche, que se te estropee la lavadora...
Y el 10 % restante tiene que ser para planificar a futuro, para tu
retiro.
Ahora mismo, un empleado en los Estados Unidos está ganando
un promedio de unos 10.50 dólares la hora, lo cual significa unos 25
mil dólares anuales. Eso los hombres, porque muchas mujeres
trabajan solo media jornada: y es que si son madres y trabajan a
jornada completa, la guardería ya se lleva todo su sueldo. Yo mismo
trabajaba por la tarde mientras mi esposa trabajaba por la mañana, y
en otras épocas tenía dos trabajos para que ella pudiera quedarse en
casa con los niños.
Aun partiendo de estos ingresos, hay mucha gente a quien nunca
les funciona hacerse su presupuesto mensual, siempre lo desbordan.
Pero el éxito o el fracaso de tus ingresos y de tus pagos está en cómo
gestiones tu dinero.
Por eso, si te sientes ahogado por tu situación financiera me brindo
a ayudarte, te propongo que contactes conmigo a través del siguiente
enlace. Así podemos analizar juntos tu situación y estudiar la mejor
solución para tu caso concreto:
https://l.ead.me/rogelio
Las tarjetas y los gastos hormiga
Tendemos a endeudarnos con las tarjetas de crédito porque el
sistema nos empuja a hacerlo. Todo empieza con tu primera línea de
crédito, que te lleva a obtener una segunda línea de crédito mayor:
vas a una tienda, ven que ya tienes una, te ofrecen la suya con un 10
% de descuento, y la emoción de ese descuento te lleva a aceptarla.
Pero no te das cuenta de que cada tarjeta tiene un interés diferente.
A muchos clientes les he señalado en sus estados de cuenta donde
está el agujero por el que se va su dinero, porque la gente no pone
atención en las condiciones y en la letra pequeña. Igual que cuando
se dirigen a una compañía de seguros: eligen la póliza más
económica pero no se fijan en lo que contiene y en lo que cubre
realmente. Es cierto que los contratos están diseñados para que no
los leas y que no los comprendamos, ¡pero la gente ni siquiera
pregunta a un experto!
Ahí es donde es necesaria una educación financiera. Actualmente,
hay mucha gente -como yo mismo- que somos asesores financieros y
te podemos explicar todo esto, para que cuando tengas que tomar
una decisión enfocada a planificar tu futuro no vayas a ciegas y
puedas informarte correctamente cuando adquieras algo.
Necesitamos hacer las preguntas que nos ayuden a tomar la mejor
decisión. Como cuando vas a comprar un coche de segunda mano, si
no preguntas nada, el vendedor te va a colocar el que está en peor
estado o el más caro, y no te vas a dar ni cuenta.
Hay otro elemento en el que nos tenemos que fijar mucho en
nuestro día a día y que contribuye a que perdamos una gran cantidad
de dinero, que es lo que yo llamo gastos hormiga.
¿Qué son los gastos hormiga? Todos aquellos pequeños gastos
que haces cada día desde que por la mañana sales de tu casa, hasta
tu regreso.
Por ejemplo, vas a la gasolinera, te apetece un café y te lo tomas; o
si te gusta un tipo de refresco, estás fuera y, aunque en la nevera de
casa ya tengas, te tomas una; o si tienes el hábito de fumar; o si
trabajas en una oficina y, en lugar de tener uno de estos refrescos en
la refrigerador, vas a la máquina de refrescos y te lo compras; etc.
Los gastos hormiga son esos gastos pequeños que vas haciendo
sin darte cuenta, pero que, si los apuntaras diariamente, verías que
acaban siendo frecuentes y que al final de mes acaban siendo un
importe a considerar.
Así que te recomiendo este ejercicio: coge un papel y, durante un
mes, apunta cada día lo que gastas, da igual que sea en efectivo o
con tarjeta porque todo es dinero que al final del día ha salido de tu
cuenta corriente. Nos cuesta más gastar en efectivo, es más fácil
pasar la tarjeta porque no vemos el dinero físicamente, ni nos fijamos
en la cantidad que estamos pagando.
Apunta solamente los gastos de placer, el entretenimiento, los
caprichos, aquellos gastos pequeños que no están contemplados en
tu presupuesto mensual. No apuntes la gasolina, porque la necesitas.
Igual que no tienes que apuntar la hipoteca, la electricidad, el agua, el
gas, la recogida de las basuras, la colegiatura de tus hijos,….
Apunta el café del Starbucks, la merienda del Dunkin’ Donuts, esa
hamburguesa que te pides un día, el refresco que compras camino a
casa porque tienes sed,…
Al cabo de una semana ni sabes cómo te has gastado esa cantidad
de dinero, ni lo ves. Pero, muchas veces, eso equivale a lo que
gastas en comprar en el supermercado la cena para toda la semana.
Y, mientras, en la nevera de casa se echa a perder la fruta y la
verdura porque no comes allí.
Pues bien, con todo ese dinero malgastado puedes llegar a
tener un fondo de emergencia, que es importante porque muchas
veces te saca de una situación incómoda. Es evidente que la
emergencia puede ser diferente para cada persona: para mí puede
ser una enfermedad o que se me incendie la casa, pero para alguien
que no tiene ese fondo lo será que se le pinche el neumático, porque
no tiene liquidez para poder afrontarlo.
Y ahora se ha visto con la pandemia: para la gente que tenía
ahorros suficientes para sobrevivir entre tres y seis meses ha sido
una situación complicada, pero no una emergencia. En cambio para
los que no los tenían ha sido una emergencia terrible, porque no
tienen esa reserva y no han podido seguir generando dinero.
Esto es señal de que estaban haciendo las cosas mal; pero
muchas veces, en estos casos, aunque venga alguien a ofrecerte una
solución ya ni le quieres escuchar, porque estás absorto en la
angustia de tu propia situación.
En cambio, cuando adquieres esa mentalidad de ahorro y
planificación, esa visión, eres capaz de disciplinarte, ser constante y
saber que no vas a terminar hasta llegar a la meta.
Y piensa que la libertad financiera no es un sueño, es una
prioridad.
Capítulo 12
Cambiar por fuera para cambiar por dentro
Raquel Trueba
“Los sueños son necesarios para la vida”
Anaïs Nin
La pasión por la peluquería
Tengo habilidad para peinar desde que tengo uso de razón. De
pequeña ya me encantaba hacerlo y recuerdo que a los cuatro años
ya peinaba a mis compañeras de clase, a mis profesoras; hay algo en
la materia del cabello que siempre me ha fascinado, que me encanta
tocar y me desestresa.
Cortaba el pelo a las muñecas sabiendo -por supuesto- que no les
iba a crecer, pero como las visualizaba muy bellas con otro tipo de
arreglo en la cabeza, no podía resistirme a hacerlo; y, aunque mi
hermana se enfadara, ¡también hacía maravillas con las suyas!
Empiezas a cortar el pelo a las chicas, porque hay más melena y
eso da más juego; también se lo cortaba a mi madre, que me decía
que tenía mucha mano. Siempre te gusta que la gente elogie lo que
haces, y cada vez lo hacía mejor.
Desde pequeña tuve la convicción de que tenía que dedicarme a
algo que fuera de ayuda a otras personas, y trabajar en la peluquería
me parecía muy interesante porque no era como ser médico, donde
cada día te enfrentas a situaciones duras y conflictivas, al sufrimiento
de las personas, sino que es algo más dulce y amable.
Así que a los 16 años ya decidí irme a otra ciudad para aprender la
profesión. Allí hice mis estudios de peluquería y empecé a trabajar
con los mismos profesores que me daban clases. ¿Qué podía ser
mejor que fueran ellos mismos quienes me dieran oportunidades?
Los fines de semana también trabajaba y eso marcaba la
diferencia: mientras el resto de mis compañeras solamente
estudiaban, yo combinaba los estudios con el trabajo, así que podía
ver al mismo tiempo cómo se trabajaba en una academia y cómo se
trabajaba en un salón de peluquería. Esta profesión requiere de
muchísima formación, de una formación continua, así que desde
entonces no he parado de aprender y de formarme.
En aquel momento ya hacía gala de algunas habilidades que con el
tiempo he mejorado y refinado, pero además en los últimos años he
incorporado una cualidad que me parece importante: ahora sé
explicar cómo hago lo que hago. Y eso ha ayudado mucho a hacer
que mi equipo entienda las cosas que yo quiero y cómo las quiero.
Sacar lo mejor de la otra persona
Me he dedicado a este trabajo en cuerpo y alma, y la verdad es que
no se me ocurre a qué otra profesión me podría dedicar más que a
esta; para mí es una pasión, una vocación. Y esto se confirma cada
vez que recibo mi premio: una sonrisa imborrable en el rostro de
mis clientas. Eso da una satisfacción impagable. Es lo que yo llamo el
fenómeno Guau, porque tiene lugar cuando una clienta se ve en el
espejo y exclama “¡guau!”.
Cuando eso ocurre, salgo por la puerta de la peluquería en
dirección a casa diciéndome a mi misma que ha sido un gran día, que
he contribuido a que la gente se sienta mejor. Ese día he explotado
mi capacidad de sacar lo mejor de una persona, y eso es
absolutamente motivador.
Porque cuando nos vemos bien hay algo que nos empodera; no
hay nada que iguale a eso, te carga las baterías, tienes otra manera
de andar, otra manera de sentir…
Me gusta pensar que con mi trabajo doy felicidad. Todos
venimos a aportar algo al mundo, y en cada profesión tenemos algo
que ofrecer, algo con lo que contribuir.
Mi trabajo mejora el exterior de las personas pero también el
interior; una peluquera puede limitarse a decir “te hago lo que tú me
digas” o ir más allá, algo más potente, transformador y entender a la
clienta desde el momento en el que cruza la puerta. En ocasiones hay
que tranquilizarla -porque hay gente cuyo peinado le agobia mucho-,
buscarle una solución... Todo esto te ayuda a irte a casa feliz y es el
motor para volver a ponerte “manos a la obra” al día siguiente.
Hay que ponerse en la mente de esa clienta, verla como en un
espejo, saber qué siente. Tal vez tiene el cabello rizado -por ejemplo-
y muchas veces no le han acertado con cómo quería verse.
La experiencia me permite intuir, con tan solo ver una persona, en
qué estado se encuentra. Eso me ayuda a entenderla para
tranquilizarla y generarle un estado de confianza.
La sientas, quizá le coges la mano con tranquilidad o le tocas
amablemente en el hombro, cualquier recibimiento de calidez y le
preguntas:
“¿cuál es el cabello de tus sueños?”
Probablemente nadie le había hecho jamás esa pregunta, solo le
habían preguntado “¿qué te hago?”
Tan solo con estas preguntas ya marcamos la diferencia: con “¿qué
te hago?”, denotas que vas a simplemente a hacer tu trabajo, no vas
más allá; en cambio con “¿cuál es el cabello de tus sueños?” buscas
la excelencia, un compromiso a hacerle feliz.
Es importante saber qué es lo que más le gusta de su cabello y qué
es lo que menos le gusta, para poder llegar a lo que ha soñado, que
es lo realmente importante.
Así, cuando sale del salón, se siente muchísimo mejor, totalmente
empoderada y feliz.
Hay mucha gente que viene a mi salón para hacerse un tratamiento
corporal. A nuestras clientas les explicamos que nosotros no solo
trabajamos el cuerpo para que se sientan mejor, sino también la
mente. Intentamos promover el “body positive” una tendencia a
aceptar la forma natural del cuerpo, en la que no se trata en centrarse
en los defectos de nuestro cuerpo sino lo contrario, en una manera de
quererlo de verdad y nosotros le ayudamos a mimarlo, a mejorarlo.
Tu cuerpo no te define, estás por encima de eso. Y, cuando alguien
viene a hacerse un tratamiento, les dejamos bien claro que no se lo
tiene que hacer por los demás, sino por ella misma.
Abriendo un negocio propio
Desde muy joven quería tener mi propio salón, incluso
mentalmente ya había escogido en qué calle lo quería. Tenía la firme
convicción que me iba a venir más pronto que tarde. Y así fue,
cuando tenía 23 años decidí abrir mi salón, sucedió como ha
aparecido todo en mi vida, en el lugar adecuado y con las personas
adecuadas.
Debo agradecer la ayuda que me brindaron mis hermanos, porque
para montar un negocio, hay que tener dinero y poder aguantar la
presión derivada del hecho de que, durante un tiempo vas a ganar
muy poco o nada, hasta que lo levantas.
La verdad es que a pesar de lo ilusionada que estaba, también
tenía muchos miedos relacionados con poner mi propio negocio, así
que me pareció una buena idea compartir los gastos y apoyarme con
una socia.
Iniciamos el negocio juntas, nosotras dos y dos empleadas, pero
pronto me di cuenta de que yo tenía otro concepto de la peluquería,
de forma que aunque siempre le estaré agradecida de que estuviera
presente en mi vida, al cabo de un tiempo, seguimos cada una
nuestro camino en muy buenos términos.
Finalmente me quedé con el salón, y con el tiempo se hizo tan y tan
grande que tuve que coger uno de dos plantas. Eso me sirvió para
romper muchos miedos: decidí que una tiene que seguir su propio
camino aunque los demás lo vean de otra manera, porque si no es
forzar, es estar incómoda, es no dar lo mejor de ti misma.
También he visto que, en sí mismos, los miedos no son malos. El
miedo a fracasar te hace levantar dos horas antes, el miedo a no
llevar dinero a casa te empuja a trabajar sin cansarte, el miedo a
emprender un negocio te lleva a coger una socia, que aunque a la
larga no sea lo mejor, en ese primer momento es una buena solución.
Y, cuando has dado ese primer paso -que es el más importante-
luego ya darás el segundo y todos los que vengan.
El miedo incomoda y puede incluso hacerte llorar, pero puede ser
necesario para romper con todo, superarte y poder pasar a otro nivel.
Tu verdad tiene su propio camino y te puedes engañar un tiempo
pero, una vez la descubres, ves que el problema no son los demás
sino tú misma. Y eso te hace responsabilizarte y tomar las riendas de
tu vida.
Creo firmemente que no hemos venido a pasar de puntillas por la
vida sino a vivir plena y apasionadamente; a poner nuestro granito de
arena en hacer felices a las personas. Eso es lo que tratamos de
hacer con todas las que atendemos en mi salón y eso solo se
consigue si lo haces desde el corazón.
Bautizamos nuestro salón como Cambio y Corto. Es un nombre
que me gusta mucho y responde a una idea muy sencilla: a veces
necesitamos cortar para cambiar. Es un concepto que está
directamente relacionado con mi trabajo: cambiamos a la gente.
Tener un nuevo look te empodera, y muchas veces hay que cortar
con las cosas para conseguir algo mejor.
Y además también tiene mucho que ver con mi misma filosofía de
los negocios, porque tu trabajo es un reflejo de cómo eres, eso es
algo que tengo clarísimo. Si eres trabajador, siempre habrá trabajo; si
eres un buen coordinador, no habrá problemas con tu equipo; si eres
buena persona, atraerás a buenas personas. El trabajo es una parte
de ti, y tu negocio evoluciona a medida que lo haces tú
personalmente.
Como fruto de esta evolución, ahora tengo a ocho personas
trabajando conmigo.
Creo que es importantísimo que cuando incorporas a alguien nuevo
a trabajar contigo, lo primero que se debe hacer es hablar con esa
persona sobre cuál es tu visión, como un protocolo. Y para eso antes
debes haber reflexionado muchísimo qué es lo que quieres, tu misión,
visión, tus valores de empresa.
Así, la persona que venga a trabajar a tu salón será alguien con
ciertas características personales que estarán alineadas con tu
proyecto. Y entre estas características hay una que para mí tiene
especial relevancia: Yo siempre contrato a personas apasionadas,
porque no es un trabajo que te puedas tomar como un trabajo
más, tiene que ser una verdadera pasión.
También suelo contratar a gente que ya tiene experiencia, y
curiosamente se adaptan muy bien a mi manera de trabajar, porque
estimulo que desarrollen todo su potencial, y así se sienten llenas,
felices. Las personas apasionadas huyen de ver a las clientas como
simples números y son personas que quieren trabajar en peluquerías
que proporcionen un servicio de alta calidad.
Mi línea de productos
Como me gustan los productos sanos, que no incluyan tóxicos en
su composición, he desarrollado mi propia línea de productos,
elaborados con elementos que hagan fácil su uso y que ayuden de
verdad. Para ello me he formado en materias como análisis capilar,
cosmética de desarrollo, cosmética de laboratorio, etc.
A través del siguiente enlace podrás acceder a todos mis productos
100% naturales:
https://l.ead.me/naturales
Desarrollar mi propia línea me ha llevado mucho tiempo, más de
cuatro años, puesto que mi objetivo es ofrecer un producto de altísima
calidad que realmente ofrezca resultados visibles.
Esto es algo que me apasiona, ha resultado un trabajo duro, de
mucho esfuerzo, pero especialmente satisfactorio puesto que son
productos 100% naturales.
Mi objetivo es anular esa toxicidad de la mayoría de los productos
que, hasta hace muy poco, se ofrecían en los salones de belleza. Y
esto es absolutamente importante para la salud de no solo de
nuestras clientas, sino también de todas las profesionales que están
en contacto día a día con esos productos.
Además, estoy ayudando a otros salones para que puedan utilizar
estos productos y les ayudo a crear sus propias formulaciones.
Soy fiel al lema que tenemos: “Somos visionarios. Somos
creadores de fórmulas. Somos eco-conscientes. Somos Cambio y
Corto”.
No es vender sino recomendar
Para poder crecer en un negocio hay que gestionar muy bien el
área de las ventas, así que decidí formarme en ese aspecto.
Reconozco que al principio tenía mis reservas éticas, pero una de las
ideas que me llevó a entender que vender no es algo malo es pensar
que lo que hago no es vender, sino recomendar.
Quien vende, ayuda. En realidad, la venta honesta es una
recomendación perfecta, una recomendación de lo que necesitas de
verdad.
En Cambio y Corto hemos entendido en qué suelen fallar los
negocios cuando recomiendan algo, y es que muchas veces están
seguros de que esa recomendación es positiva pero no creen en sí
mismos, porque arrastran el pensamiento de que vender es algo
perverso y engañoso.
Una vez eliminas esa mentalidad y ves que es una recomendación
sincera y hecha para ayudar, nosotros hemos visto que ha pasado
todo lo contrario: mucha gente nos llega a decir “pero, ¿cómo no me
habías dicho antes que vendías esto?”. Así de equivocadas
estábamos. Este cambio de mentalidad -que no se suele enseñar en
las formaciones al uso- nos ha ayudado a incrementar la
facturación en un 30 %.
Ha habido tres hechos clave que me han hecho ser mejor
profesional, mejor persona y tener una visión clara de mi negocio:
-He estado cinco años estudiando PNL, es decir programación
neurolingüística, que me ha permitido a empatizar aún más con las
personas, a entenderlas mejor para ayudarlas.
-Me he formado con mentorías empresariales de alto nivel para
organizar y desarrollar mejor distintas áreas de mi empresa: en
aspectos como gestión del tiempo, proceso de ventas, personal...
-Ayudar a otras personas con lo que he aprendido (y sigo
aprendiendo) a lo largo de mi trayectoria profesional y dejar una
“huella verde”, para mejorar la calidad y eliminar la toxicidad de los
productos que utilizamos en los salones, contribuyendo también así, a
la mejora de nuestro planeta.
El mentor, una figura fundamental
Te acabo de mencionar las mentorías, y es que para mí, la figura
del mentor es fundamental. Es una figura que te cuesta un dinero,
pero este dinero te acaba volviendo y multiplicado por miles: es la
mejor inversión posible.
Tener un mentor me ha suprimido limitaciones mentales no ya para
trabajar, no ya para la empresa, sino para todos los aspectos de mi
vida.
Me ha ayudado a que todas las áreas de mi vida estén organizadas
y a que todas tengan su tiempo y su dedicación. Con un mentor te
organizas en lo que respecta a la salud, a los hábitos, a tu profesión,
a tu formación, a saber delegar, a saber tomar decisiones, a disfrutar
de la vida, a sacar más partido de tu tiempo. Y, lo más importante,
sabes que vas con paso firme hacia el objetivo que tú quieres.
Un mentor te transforma, acorta tu proceso de aprendizaje y te
ahorra angustias y sufrimiento, porque todo lo que esa persona ha
aprendido a lo largo del tiempo está ya sistematizado y bien
estructurado para que tú lo puedas aprovechar.
Es curioso, pero ahora veo que todas las personas que han sido
mis mentores, una vez han acabado de serlo no se han quedado por
el camino, han seguido contando en mi vida, son gente de verdad,
muy importantes para mí. Yo no tengo ninguna duda de que toda mi
vida estaré con mentores.
Compartir conocimiento y experiencia
De la misma manera que yo he tenido y tengo mentores, yo
también ayudo con mis mentorías a otras personas, salones o
empresas.
Uno de mis objetivos es mostrarles que cada una tiene una
dirección maravillosa hacia dónde ir, las ayudo a transformar sus
negocios, a salir quizá de un estado de bloqueo, a volverse a ilusionar
por su proyecto, a aumentar la rentabilidad de sus salones, etc.
Por eso ahora mismo estoy lanzando una serie de programas
formativos para dueñas de salones de peluquería y belleza: para que
todos los sueños que tengan se vean cumplidos. Algunas son
formaciones online, mentorías grupales, mentorías individualizadas,
incluso pueden estar unos días conmigo para aprender a hacer crecer
su proyecto. Me gusta mucho trabajar en grupos reducidos, porque se
produce una conexión muy fuerte que te puede transformar para toda
la vida.
Te invito a que accedas a mi página para ver cómo te puedo
ayudar a ti:
https://l.ead.me/salon-siguiente-nivel
Como en tantos otros sectores, la gente que se dedica a este
trabajo tiende a cambiar su tiempo por dinero, y muchas veces
aparcan lo que al principio era una ilusión, para quedarse encerradas
en lo mismo, en lugar de hacer la evolución que tenían prevista.
Solamente se dedican a peinar, pero además hay que pensar,
descubrir, tener cada año nuevos sueños por cumplir. Porque si no, te
vas quedando atrás, te ves envuelta en una agenda y te preguntas
dónde han quedado esos sueños, cómo puedes volver a tener ilusión.
Un buen mentor puede sacarte de ese estado de sentirse atrapado
en la rueda del día a día para conseguir lo que realmente deseas.
Si tienes tu propio salón debes dedicar un espacio mínimo diario
para hacer otras cosas distintas. Por ejemplo, yo cada semana dedico
un día completo a perseguir mis sueños: cada miércoles me
desvinculo del salón para trabajar en otras áreas que aunque estén
dentro de mis intereses, no me obligan a trabajar físicamente en la
peluquería. Hago análisis, prospección, creo...
Cierro las tardes de lunes y sábados porque también he decidido
cuidar a mis empleados. Lo que no quiero para mí no lo quiero para
nadie, ellos necesitan tiempo para sus familias, tiempo para ser
felices, y no les puedo privar de eso. Para mí, el trabajo es solo un
vehículo hacia la felicidad.
Una de las iniciativas que he incorporado es que, una vez a la
semana, hacemos una reunión de equipo donde nos convertimos en
una hidra, un cuerpo que va en la misma dirección pero con
diferentes cabezas: nos creamos nuevos retos, nuevas ilusiones, y
las llevamos a cabo. Es algo muy motivador y consigo que las
personas de mi equipo salgan de sus rutinas para discutir qué
proyecto vamos a defender ese año.
Por ejemplo, ahora tenemos en marcha un proyecto en los colegios
para enseñar porqué hay que donar el cabello, para mostrarles que
hay cosas más allá de los videojuegos y que hay niños con
enfermedades a los que se puede ayudar; proyectos como este son
bonitos y nos hace sentir útiles.
En realidad todo es tan sencillo como no dejar dormir tus sueños.
Pero hay que trabajar, porque la suerte no viene, hay que ir a
buscarla y luchar con el propio yo. Pero la recompensa que se
obtiene es muy grande.
Tienes que estar preparado mentalmente, porque ¿qué más quiere
el cuerpo que decir que estás cansado, tanto a nivel emocional como
físico? Hay que trabajar el cuerpo y la mente. En mi caso, tener la
vida más o menos equilibrada me permite estar en muchos lados y
con una buena calidad: encuentro tiempo para estar con mis hijos,
con el trabajo en el salón, con mi equipo y también para desarrollar a
otras personas con las mentorías.
No tenemos que olvidar que la vida solo se vive una vez, y que uno
ha nacido para hacer una cosa y hacerla bien. A veces tienes que
elegir entre un camino plano y sin curvas y otro con cuestas y bajadas
pero en el que, lo que encuentras al final, merece la pena.
Y eso también intento demostrarlo en casa, siendo un modelo para
mis hijos cuando día a día me ven orgullosa de lo que he hecho,
demostrándoles que si tu trabajo realmente te gusta, lo harás con
pasión y te hará feliz.
Mi consejo es que sigas y persigas tu sueño, que vivas tu trabajo
con pasión, disfruta de la vida y, si tienes la oportunidad, mejora cada
momento.
Yo he superado todos los retos que me he puesto, y sé que tú
también puedes.
Ponemos a tu disposición el audio Libro con el contenido completo
leído por cada uno de los autores. Para esos momentos en los que
dispongas de tiempo, pero las condiciones no te permitan leer.
Puedes descargártela de manera gratuita a través del siguiente QR o
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Para nosotros tu opinión es muy importante, las leemos todas, entra en el enlace en función
de tu país.
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