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Roberto Arlt, una crítica de la

economía literaria  *

por Ricardo Piglia

I. L a escrit ur a d esa credit ada

En el pról ogo a Los lanzall amas Arl t se h ace c argo de las


c on dici one s de producc ión de su li te ratu ra: pue sta en e scen a de la
s i tuaci ón mate ri al en l a que se gene ra un rel ato, e ste texto i nten ta
defin i r el lu gar de sde don de se quiere se r le ído. Al establece r una
relaci ón en tre el luj o y e l e stil o, de e n trada refie re

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l o que cuesta tene r una e sc ri tu ra: el e jerc ici o de la li teratu ra


aparece li gado al de rroch e , trabaj o i mproduc tiv o que n o tiene
pre ci o, se le gal i za "en la vi da h ol gada, en l as ren tas" de un a clase
que puede prac ticarl a desi n tere sadamen te. Para Arl t, e n cambi o,


Este texto es un capítul o del libro Traducción: sistema liter ario y depen dencia.
* Ricar do Piglia nació en Adrogué, pr ovincia de Buenos Aires, en 1940. Es narrador,
crítico y prof esor universitario.
"Roberto Arlt: una crítica de la economía l iteraria" fue publicado en marzo de 1973 en el
número 29 de la revista Los libros, en ex acta coinciden cia cr onol ógica, con el triunf o
electoral del peronismo, luego de casi veinte añ os de pr oscripciones y en medio de un
radicalizado clima político cuyas tensiones, en buena medida, determin aron la lectura de
Piglia tal corno se hace ostensible en el párrafo fin al.
Por una parte, y en términos teóricos, el ar tículo resulta un ejempl o prístino de la
dominancia que por enton ces el marxismo y el psicoanálisis ejercían en el campo de ¿a
crítica l iteraria, de ahí que conceptos como lapsus, síntoma, sublimación, imaginario,
nega ción aparezcan tr amados con otros como propieda d, rela ciones de producción,
determinaci ones económicas, interés de clase, mercancía .
Por otra parte, el artícul o resulta heredero de l as lecturas fundadas por l os intelectuales
de la revista Contorn o —incl uso el gir o "en el revés de la trama" parece una seña de
afil iación al pensamiento crítico de David Viñas, director de aquella publicación —, aunque
las renueva teóricamen te y, en cierta for ma, l as lleva al ex tremo cuando la obra de Arlt en
general, y El juguete rabioso en particular, son leídos como transposición de l a dimensión
econ ómica a la simbólica, de manera que pr oducción material y producción textual resultan
homologadas. Más all á de esa relación , de continuidad, el ar tículo de Piglia al can zó una
inusitada eficacia crítica y algunas de sus hipótesis y estr ategias —la explicación de la
escritura de Arlt en términ os de sus lecturas de for mación , la elevación del r obo de la
biblioteca a l a categoría de emblema de "una lectura econ ómica de la liter atura" —
permanecen, hasta hoy, como el modelo más alto de l as lectur as ideol ógicas de l a obra de
Arl t. A. J.
es cribi r e s contrae r cie rta deu da, c ré di to que debe se r reconoci do
en el me rc ado. "Gan arse la vi da e sc ribie ndo es pen oso y rudo"
porque hay que l ograr que el lec tor pague c on dine ro el in te rés: en
es te pago, dife ri do, se abre el espaci o inc on trolable de la de man da
y la ci rcul aci ón . "Pal ab ra i nef able " (c omo la ll ama Arl t) l a e sc ri tu ra
"n o tie ne e xpl icación ": se la encuen tra donde y a n o e stá, e n el
i nte rc ambi o que sob re la e scen a del me rc ado, re suelve el v alor en el
pre ci o. Conve rti da en me rc ancí a, l a ley de la ofe rta y l a de man da
parece se r l o ún ic o que pe rmi te , desde el c onsu mo, darle " razo nes"
a l a producci ón l ite raria. E n l a n ota que c oncluye Los l an zall amas ,
Arlt e sc ribe : "Dada la pri sa c on que fue te rmin ada esta n ovel a, pues
cuatro mil l íne as fue ron esc ritas en tre fine s de se ptie mb re y e l 22
de oc tub re (y la n ovel a c onsta de 1 0.3 00 líne a s) el au tor se olvi dó
de c on si gn ar en el pról ogo que el tí tulo de esta segun da parte de
Los si ete l ocos que pri mi tiv amen te era Los mon s tr uos , fue
su s ti tuido por el de Los l an zall amas , por su ge renci a del novelista
Carl os Al berto Leu man n". E n l a urgenc ia del mercado, se olv ida un
pré s tamo: este l apsus, es el sín toma mismo de esa deu da que se
c on trae al eje rce r ―c on un tí tulo pre stado― la e sc ri tura. A travé s
del recuen to minuci oso de l as ci fras y l as fech as, la de man da hace
s abe r sus e xi gen cias: h ay un contrato que i mpone cie rto plazo y fi ja
l os lí mi te s. Como el pról ogo y l a nota, está fin al y al c omien zo del
relato: lo sostiene , lo e mpl aza. "Con tan ta pri sa se te rmi nó esta
ob ra que l a e di tori al i mpri mía l os pri meros plie gos mi en tr as que el
au tor estaba re dactan do los últimos capí tulos." La de man da
f inanci a le esc ri tu ra y l a dirige : h ace de ese c ompromi so, un
des ti no. ("El amor b rujo -anun cia Arlt - aparecerá en agosto de
1 932 "). De al gún modo, al pone rle un plazo, Arl t debe "alquil ar" su
es cri tura, l ograr que le paguen mien tras esc ribe : parece que el
me rcado continuara en e l rel ato h asta "en trar" en el texto. En e s ta

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obli gaci ón hay al mi smo tie mpo un a promesa, cie rto suspen so y el
rec onoci mien to de una deuda: escribi r dej a de se r un luj o, un
de rroche , para c onve rti rse en un a f atal idad, o me jor, en una
nece si dad (mate ri al ).

El val or del es tilo

El f olle tí n es l a ex pres ión lí mi te y el modelo de esta escritu ra


f inanci ada: el texto mi smo e s un mercado don de el rel ato ci rcula y
en c ada en tre ga c rece el i nte ré s. E ste aplazamien to, que deci de a la
ve z el estilo y l a técnic a, se fun da en el suspe nso, c ré di to que hace
de l a anécdota la me rc anc ía -sie mpre poste rgada - que el lector
recién l ogra tene r al fin al. "Me dev oraba l as en tre gas", dice Astie r
al narrar e sta lec tu ra e n El j uguete rab ioso: e n re ali dad se trata de
l ograr que sea el lec tor quien "se en tre gue", "dev orado" po r el
i nte ré s. Ec on omía li te raria que convie rte al lec tor en un clien te
en deudado, se vi ve l a ilusi ón de que una cie rta ne cesi dad mate ri al
enl aza el texto y su lec tura.

E scri tura don de todo se paga, e ste procedi mien to de fine , al


mi s mo tie mpo, el e spaci o li te rari o de Arlt y su "moral " de esc ri tor.
"Se di ce de mí que esc ri bo mal . E s posible ": e sta con fesión e s
ambi gua. Como v i mos, para e sc ribi r "bie n" h ay que dispone r de
"oci o, ren tas, vi da h olgada", hacerse responsable del derroche que
s i gnif ica cultiv ar un e stil o. En Arlt, e ste luj o se paga c aro, el
desi n teré s el i min a l a ofe rta: se esc ri be por nada, para n ada. "No
ten drí a ni ngun a dificul tad en c i tar a nume rosa gen te que e sc ribe
b ien y a quie nes únic amen te leen c orrec tos mie mbros de su
f amili a." Esc ri ben bie n: nadie l os lee . ¿Escriben b ien porq ue n adie
l os lee ? En re ali dad, lo que sucede e s que nadie paga por esa
lec tu ra: leí dos en f amili a, n o h ay l azos e con ómic os, el dine ro está
e xclui do. Arl t in vie rte l os val ores de e sa moral aristoc ráti ca que se
n iega a rec on oce r l as de terminaciones ec on ómic as que ri gen toda
lec tu ra, l os c ódi gos de cl ase que de ci den l a ci rcul aci ón y l a
apropiac ión l ite rari as. E ntre el texto y el lec tor n o habría n in guna
i nte rfe ren cia: la cul tura sería justamen te ese "v ací o" donde se
disuel ve cual quie r relac ión mate ri al para que l a i de ologí a
dominan te ocupe el

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s i ti o del trab aj o produc tiv o que l a man tie ne. En Arl t, al contrari o,
es cribi r bien es h ace rse pagar, en el e stil o, u n cie rto "b ien " que
algu ien es capaz de c omprar. Sólo a c osta del le c tor se pue de
c os te ar el in te rés por la l i teratura: se r le ído e s sal dar un a deuda,
enc on trar el sen tido de e se trabajo "mi ste ri oso", "i nef able " que no
tiene expli cac ión en un a socie dad que fun da su razón en l a
ganan cia. Así, en Arl t, el dine ro que aparece c omo garan tía, que
h ace posib le l a apropiac ión y el acceso a l a l i teratura, es a l a ve z, el
resul tado que de ci de y legi ti ma su val or. De e ste modo, al n ombrar
l o que todos ocul tan, desmien te l as ilusi one s de una i de ol ogía que
en masc ara y su bli ma en el mi to de l a rique za espi ri tual la lógic a
i mpl acable de l a producci ón c api tal ista.

Los c ódi gos de cl as e

E scri tura que s e s ab e desac re di tada, los te xtos de Arlt han


debi do pagar el preci o de la de valuaci ón que provoc an . Para una
ec on omí a li te raria que h ace del mi ste ri o de su s razone s el
fun damen to de su poder si mb ólic o, e l rec on oci mie n to e xpl íci to de
l os lazos mate ri ales que l a h acen posible , se c on vie rte en una
tran s gresi ón a ese c on trato soci al que obli ga a ac atar "en silenci o"
l as i mposici one s del si ste ma. Bast a releer el artícul o que José
Bi anc o le dedicara en 1 961 1 para ver de qué modo Arl t transgrede
un es paci o de lec tura. E n e ste c aso, e l c ódi go de S ur . lec tura de
cl ase que ref iere -ju stamen te al revés de Arlt - el acce so f luido a una
cul tura "f amili ar". En re ali dad l o que se lee por deb aj o del te xto de
Bi anc o es la de fini ci ón de esa propie dad que e s ne cesario exh ib ir
para pode r escribi r: "Arl t no era un e sc ri tor si no u n pe ri odi sta, en
l a ace pci ón más restrin gida del té rmi no. Hablaba el lunf ardo c on
acen to e xt ranje ro, i gn oraba l a ortografí a, qué dec i r de l a sin taxis".
La in si ste nci a sob re l as fal tas de Arl t no son otra cosa que l as
marc as de un

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desc ré di to: manej ar mal l a ortograf ía, la sin taxis es de hech o una
se ñal de cl ase . Se u san mal l os códi gos de poses i ón de un a len gua:
l os e rrore s son —otra ve z— el lapsu s, se pie rden los tí tulos de
propie dad y se dej a ve r un a c on dic ión soc ial . "He mos vi sto -in siste
Bi anc o - que le falta n o sólo cultu ra, sin o sen ti do poé tic o, gusto
li te rario." Se n ti do poé tic o, gu sto li te rari o: el di scu rso li beral
su bli ma, espi ri tu ali zando. Hab rí a una c arenci a "n atu ral ",
i rre me diable : un a f atali dad. Arlt se enc arga de re cordar que esta
c arenci a es ec on ómic a, de clase : en esta socie dad, l a cul tura es una
ec on omí a, por de pronto se tr ata de tener una cul tura, e s deci r,
pode r pagar. Por su l ado, Bianco fun da su lec tura e n l a de si gualdad
y al un ive rsali zar l as pose siones de un a cl ase hace de sus "b ienes"
l as cu ali dade s espi ri tuale s en que se apoy a un si ste ma de val or. "Y
h aci a esa misma é poca -e sc ribe - aunque Robe rto Arl t con se rvara
todav ía lec tores n o c re o que infun die ra respe to a nin gún in telec tual
de verdad" (s ic). El re spe to e s un reconoc i mien to: en este c aso h ay
cie rtos tí tul os de l os que Arl t carece . M ás bie n h ay c iertos tí tul os
que Arl t admi te h abe r rec ibi do e n préstamo: n o son de él y esta
deuda la debe pagar.

Ahora bien , ¿y si e sto que si rve para de sacre di tarlo fue ra


jus tamen te lo que é l n o quiso de jar de e xhibi r? Qu iero dec i r, ¿y si
el mérito de Arl t hubie ra si do mostrar lo que no hay, hace r n otar l a
deuda que se con trae al prac tic ar -sin tí tulos- l a li te ratu ra? En este
se n ti do, sus c arenci as van más allá de sí mi smo: marcan l os l í mites
c onc re tos de una c ierta l ectu ra, l a f ron te ra -de sv al ori zada,
e mpobrec ida - de un espaci o que e s l a li te ratu ra argen tina.

El j uguete rab i os o e s el me jor eje mplo de las condici ones de esta


lec tu ra: h istoria de u na apropi aci ón e n el jue go de l os
i nte rc ambi os, los desví os, l as susti tuci one s que consti tuyen el texto

1 El ensayo de José Bianco -al que volveremos más adelante- fue publicado en el n- 5 de Casa de Las Américas, La
Habana, marzo de 1961.
se narra el trayec to que e s nece sari o rec orre r para gan ar se una
es cri tura. El dine ro fin anci a l a ave ntu ra y e n l os c anje s que generan
el rel ato, un a c ierta rel aci ón c on l a e sc ri tura e s re gistrada a parti r
de l os c ódi gos soci ales y de l a clase que dec re tan su c ircul aci ón y
h acen posible su uso. "Me in i ci ó en los dele ite s

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y af ane s ele la li te ratu ra ban dole resc a": en esta f rase que recuerda
un a lec tura (prime ra f rase de su pri me r li b ro) c omien za el texto
arl tian o. Se trata de ve r qué si gue a e sa in ici aci ón para tratar de
desc if rar de qué modo en l a prá c tic a de su e sc ri tura, Arl t propone
un a teorí a de l a l ite ratura donde u n espaci o de lec tu ra y cie rtas
c on dici one s de producci ón son e xhibi dos.

II. Crí tic a a la lect ura li bera l

Desde el princ ipio, Astie r ac túa los e fec tos acu mulados de una
lec tu ra ("Yo y a h abí a le ído los cuaren ta y tantos tomos que el
v i zconde Pon son du Te rrail e sc rib iera ace rc a del h ij o adoptiv o de
mamá Fi part, el admi rable Rocamb ole , y aspi raba a se r un bandi do
de al ta escuel a", N. C. 1 .1 . p. 38 ): su expe rienc ia es l a repe tic ión de
un texto que a cada momen to es ne cesario tene r presen te . Este
c anje en tre lec tura y e xpe rienci a h ace av an zar la n arraci ón : e n el
c amin o de su apren di zaje, para enf ren tar l os rie sgos, se sostiene de
l a l ite ratura. Llueve l a n oche de su pri me r rob o, pe ro al guien
recuerda: "Me jor. E stas n oches agradab an a M on tparnasse y a
Ten ardh ier. Ten ardh ie r dec ía: Más hi zo Ju an J acobo Rousse au ",
e tc . (véase p. 5 1); al prob ar sus c on oci mie n tos de física fre nte a l os
mil itares: "Y en aquel in stan te an tes de hablar, pe nsé en l os hé r oes
de mis lec turas predilec tas y l a c atadura de Roc amb ole, del
Roc amb ole c on gorra vi sera de hule y son ri sa c an all a en la boca
torc ida, pasó por mis ojos inc itán dome al desparpajo y a la actitud
he roica" (p. 1 00); por fin , cu an do v acil a an te s de del atar a l Rengo:
"En re ali dad soy un loc oi de c on c iertas me zcl as de pill o; pe ro
Roc amb ole n o e ra me nos: asesinaba, y yo no ase sin o" e tc . (véase p.
1 46 ). Rob ar, in ven tar, del atar: nu dos e n el apre ndizaje de Astie r,
momen tos de vi raje en la e struc tu ra de l a n ove la, en l os tre s c asos
h ay un pasaje , un cie rto proyec to -f racasado— que se re ali za desde
l a li te ratu ra. Fren te a cada movi mien to del rel ato, otro rel ato leído,
s i rve de apoyo. Vigilado en ese otro te xto, Astie r reconoce el ec o
"y a vi vi do" de una lec tu ra: n o h a y otra inic iac ión que ésa,
repe tici ón que en el e scen ario fal sif icado de l a li te ratu ra pe rmi te
repre sen tar el efec to de l os textos leí dos.

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En e ste caso, el exceso de un a cie rta lec tu ra, más que fun dar una
le gib ili dad -c omo en el eje mplo c lásic o de El Q uijote -dec ide l os
de rechos "le gales" para ac cede r a la propie dad de l a li te ratura. Por
un l ado, un a rel aci ón muy particular sostiene la l ectu ra y la hace
posible : Astie r debe al quil ar l os lib ros para poder lee r ("Por
algun os cen tav os de in teré s me alquil ab a sus l ib racos", p. 3 6). En
ese pré stamo se paga e l in te rés por l a li te ratu ra: fin anc iada,
alquil ada, l a lec tura nun ca e s gratui ta. Al mismo tie mpo, el di ne ro
n o alc an za para ten erl os te xtos, se c oste a c on él cie rto tie mpo de
lec tu ra. Esta posesi ón , prov iso ri a, e s un simul ac ro de l a propiedad
("Obse rv an do que le lle vaba un lib ro me gri taba a modo de
adve rte nci a: 'Cui darl o niñ o que dine ro cue sta'", p. 3 6) lec tu ra
v igilada, en los "cu idados" que requie re l a propiedad se advie rte la
c arenci a. Desposeí do, Astier busc ará legi ti mar la pose si ón a travé s
del desví o, i maginari o, de l a li te ratura. ("No recuerdo por me di o de
qué su tile zas y sin razones lle gamos a c onve nce rnos de que rob ar
e ra acci ón me ri tori a y bell a", p. 43). Roc amb ole , doble l ite rari o, le
s i rve de mode l o en apropiac ión mágic a y sin le y. Deli to
privile giado, "ac ción bella", cri men li te rari o, transgresión que
enl aza e xperienci a y dine ro, el rob o es l a me táfora misma de l a
lec tu ra arl ti an a. Se rob a como se lee , me jor: rob ar e s c omo lee r. No
es c asu al que e n l a pri me ra acci ón del "c lub de los caballe ros de la
me di anoche" se roben : lib ros. "Tratábamos nada men os (sub rayo
y o) que de despojar a la bi bli oteca de un a escuela" (5 1 ). Si hay que
pagar para (pode r) lee r, el i nte ré s por l a li te ratura justific a el c ost o
del del i to: ¿se roba porque se ley ó o se rob a para lee r?

Legali dad y c oacci ón s oci al: la b ibli oteca

"S ac ando los v olú mene s l os h oje áb amos, y En rique que e ra al go


s abe dor de preci os dec ía: 'No v ale ' o 'Vale ' (p. 58 ). ¿Y esto? ¿Cómo
se ll ama? Charle s Bau de laire . Su vi da. Parece una b iografí a. No
v ale n ada" (p. 5 9). T oda l a escen a func iona, en real idad, c omo una
lec tu ra ec on ómic a de l a li te ratu ra: es el preci o quien deci de el v al or
y es ta in versi ón vie ne a afi rmar

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que n o h ay un siste ma de v alor in de pen die n te del dine ro. Al


mi s mo tie mpo se roba "n ada men os " que una bibli otec a, e s deci r,
ese lu gar que parece estar afuera, más al lá de l a ec on omí a, zona
neu tra don de la lec tu ra "al alcance de todos" se re ali za c on tra l as
leye s de l a apropi aci ón c api tal ista. En e ste se n ti do, l a me táf ora del
robo muestra, en el acce so ile gal, que e ste e spac io a pri me ra vista
tan ab ierto, e stá, sin e mb argo, clau surado: por de pron to hay que
f orzar "cui dadosamen te " la e n trada (vé ase p. 5 7). I nf ran queable ,
bl oque ada, para Arlt, l a bi bl iotec a no es e l lu gar plen o de l a
cul tura, sin o el espaci o de l a c arenc ia. "Lil a para n o gastar en
li bros tiene que i r todos l os días a la bi bli ote ca" (p. 68 ). La fal ta de
dine ro i mpi de tomar pose si ón de l os l ib ros sal vo a préstamo, en el
plazo f ij o de u na lec tura v i gil ada. Al in vadi r para rob ar, Astie r hace
en trar en e se espaci o "gratui to", un in te rés (ec on ómic o) por l a
li te ratu ra que se funda justamen te e n l a toma de posesión ("Che,
s abe s que e s hermosísimo, me l o llev o para c asa", dice Astie r
refi rié nd ose a l a b iografí a de B audel ai re , vé ase p. 59). El preci o
i nte rf iere en el acce so a "l a belle za": sól o en el de sv ío de esta
apropiac ión i legal es posible tener un texto. En e ste sen ti do toda l a
s i tuaci ón puede se r leí da como una crí tic a a l a lec tu ra l ibe ra l ; n o
h ay lugar don de el dine ro no lle gue para c ri tic ar el v al or en el
pre ci o. Si gn o de toda posesi ón , garan ti za l a le gib ili dad, es de ci r, l a
posib ili dad mi sma de acce de r a la l i teratura. De al lí que , en el
v ai vén en tre el pré stamo y e l alquile r, el rob o f un ciona c omo esa
lec tu ra que de be pagar c on e l de li to, l a in ve rsi ón de un cierto
c ódi go cul tural .

Precisamen te , el mi to l ibe ral de l a bibl iotec a pú blic a in ten ta


su bli mar l a vi olenc ia de e sta apropiac ión ; se re pi te , pe rfecc ionada,
l a operaci ón que e n el mer cado, b orra l as rel aci ones de producci ón
y l a lucha de cl ases, para i magi nar un a rel aci ón de lib re
c oncu rre nci a en tre propie tari os en un pie de i gual dad. Hace f al ta
admitir que las "nece si dade s" (en e ste c aso económicas) están
dis tri buidas equi tati vame nte : e n cuan to a l os me di os para
s ati sf acerlas, l a b ibli otec a se rí a ese e spaci o soc ial izado, propiedad
c olec ti va de acce so li b re que garan ti za la

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posib ili dad de un a lec tura uni ve rsal. La bi bli oteca ven dría a
dis ol ver la propie dad ponien do l a cul tura c omo un bien común a
dis posici ón de todos los lec tore s. De hech o este bie n común , i gual
que otros "b ienes c omunes" (en tre ell os el len guaje) está
desi gu al men te re partido. Es el acceso a la le ctu ra lo que está
trabado por el di nero (esto e s, l as rel aci one s de prod ucci ón
e xpre sadas por el dine ro). Toda lec tu ra es un a apropi aci ón que se
s ostiene en cie rtos c ódi gos de cl ase : l a le gi bili dad no e s
tran s paren te y l a "li te ratu ra" sólo e xi ste como "bien si mb ólic o"
(aparte de su c arácte r de bien ec onómico) para quien posee l os
me di os de apropiársela, es de ci r, de descif rarl a. E s e sta propiedad
l o que se trata de ocultar, disi mulan do l a coacci ón que las c lase s
dominan tes e jercen para i mpone r c omo "n aturales" las c on dic ione s
s oc iale s que def inen l a lec tura. El "gusto l ite rari o " (del que habl a
Bi anc o) no es gratui to: se paga por é l y el in te rés por l a li teratu ra
es un in te rés de cl ase . En e ste sen ti do, para Astie r en toda l a
n ovel a, no h ay otro "deli to" que e se in te rés por l a li te ratu ra: deuda
que pe rpe tu ame n te hay que sal dar, n o h ab iendo títul o que l o
le gi ti me , el mismo ac to de lee r ya e s cul pable.

"Cie rto atardecer mi madre me di jo: 'Si lvi o es nece sari o que
trabaje s'. Yo que leí a un lib ro jun to a l a mesa le van té los oj os
mi rán dol a c on renc or. Pensé : trabaj ar, sie mpre trabajar" (p. 67).
E sta in te rrupci ón (que el texto re gi stra v arias veces) orden a un o de
l os v ai venes del relato: conecta si mb ólic amen te con el rob o y la
aven tu ra, l a lec tura e s el reve rso de la producción. El trab aj o,
des ti no que el di nero h ace prese n te, e s l o que s e trata de ne gar:
"No h able de dine ro, mamá, por f av or. No hable, cálle se " (p. 69).
S ilenci o f orzado, para acce der "sin in te rrupc ione s" a l a le ctu ra h ay
que olvi dar l a real idad: y a l a inve rsa, en "los dele ite s y afanes de la
li te ratu ra" se sostiene -i magin ari amen te- el de sví o que l o alej a de
su cl ase .

A e sta al tura se produce una cie rta tran sacc ión que def ine un
nuev o mov i mien to del relato: después de al gunas vac ilac ione s
As tie r se deci de , i rá a trab aj ar. T ratará, si n e mbargo, de no pe rder
el se ntido de e sa bú squeda que marc a su inici ac ión :

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"en un a lib re rí a, mej or dich o (sub ray o yo) en un a c asa de c ompra y


ve nta de lib ros u sados" (p. 69). Alquil ar, rob ar, ven de r li b ros: en la
aven tu ra de esta ambi gua rel aci ón con l a propie dad, El juguete
r ab ioso v a de finie ndo el camin o de su propia géne sis.

Libr os us ados: entre el s acr ilegi o y el c on sumo

"El l ocal e ra más l argo y teneb roso que el an tro de T rof oni o.
Don de se mi raba habí a lib ros: lib ros en l as mesas f ormadas por
tablas enci ma de c ab alle tes, lib ros en los mo stradore s, en l os
rinc one s, bajo las mesas y en el sótan o" (p. 70). Espaci o degradado,
es te "sal ón in menso, ate stado de volú mene s" es el lu gar mi smo de
l a apropi aci ón c api tali sta: el dine ro e stablece el orden y re gul a la
lec tu ra. En e sta acu mulaci ón c on fus a la lec tu ra, re gi da por l a ley de
l a ofe rta y la de man da, pie rde su ai re pri vado: desv al ori zados, l os
te xtos y a "u sados" son some tidos a un c anje in di scri min ado don de
todo se mezcla. Opue sto al orde n sun tu oso de la bib li otec a
("M ajestu osas vi tri nas añ adía n un decoro seve ro y tras l os
c ri s tale s, en l os l omos de cue ro, de tela y de pasta, re lucían l as
guardas arabe sc as y tí tulos dorados de tejuel os", vé ase p. 5 5 ) este
lu gar al que v ienen a parar los restos de una cultu ra es el e spaci o
donde se real i za l a lec tu ra de Astie r. Agrav aci ón grote sca del
i nte ré s por l a li te ratu ra que se v iene pagando de sde el c omien zo, n o
es casual que un o de sus trab aj os se a toc ar "un cence rro" para
des pe rtar el in te rés de los clien te s. E s un c ierto modo de tratar la
lec tu ra lo que Arl t pone en escen a y en el e xceso de esta oferta
dese spe rada la l ite ratura se extin gue.

Aparece más cl aro, en tonce s, el ge sto lí mi te c on el que Astier


cie rra este ci rcui to de apropiac ión : "si n v acil ar, cogien do una
b ras a, l a arrojé al mon tón de papeles qu e estab a en l a orill a de una
es tan te rí a cargada de li bros" (p. 92). Busc a incen diar la l ib rería, es
deci r, c ons umi rla: al prov ocar la e xtin ci ón rec on oce su
i mposi bili dad de posee r. "El ac to de consu mo -ha escri to
B audrill ard- n o es sólo una c ompra sino tamb ién un gasto, es deci r,
un a ri queza mani festada y un a de strucc ión manif iesta de la
rique za." En Astie r, c omo vi mos, nin guna "rique za"

64

pue de manife starse : alquil ar, robar, ven der, nunc a llega a ser el
propie tario legí ti mo. Los l ib ros e stán e n su s manos, pe ro n o le
perte necen : i nte nto de con su mi r l o que no se puede tene r, l a
deci si ón de i ncen di ar l a lib re rí a es el paso fi nal en esta
des posesión. Acto sun tuari o, luj oso, en el incen di o, l a riqueza es
ne gada; e sta tran sgre si ón re produce , e xaspe ran do, el ac to c apital
de la socie dad que l o e xcluye : c onsu mo gratuito, sacrific io, se
des truye para tene r.

El f uego y el r ob o

En e ste sen ti do, el in ten to de que mar l a li bre ría e s homól ogo al
robo de la bibl iotec a. Dos c aras de u na misma moneda, estos
lu gares son e spaci os si mul táne os de una sol a lectu ra: l a bib li otec a
acomoda lo que el me rc ado de sorden a y su pré stamo le gal, subl ima
el c an je b ru tal que se de senc ade na en l as casas "de c ompra y
ve nta". Del orden al de sorden , l a li te ratu ra ci rcul a re gi da por l as
leye s de la apropi aci ón capi tali sta: al rob ar l a bibl iotec a, Astie r
n iega toda separación, lle va el prec io a don de e l val or dice rein ar
fue ra de l a economí a. A l a ve z, que mar l a l ib rería es c onsumi r
"gratui tame nte " ese lu gar de sv alorizado, don de l os l ib ros "usados",
s ól o valen l o que se paga por ell os, e n el canje que deci de el pre ci o.
Se h ace e ntrar, v iole ntamen te , el i nte ré s e con ómic o al recin to
desi n tere sado de una lec tura gratui ta y se in ten ta destrui r el lugar
mi s mo don de e l di nero, en el in te rc ambi o, se hace visi ble y actúa
c omo u na cie rta lec tura. Se produce un a e xaspe raci ón de la ley que
ri ge, en sec re to, l a apropi aci ón : el rob o parece se r el momen to
lí mite de l al quile r si mb ólic o de l a b ibli otec a y a su ve z el incendi o
cie rra el c on sumo in di sc ri min ado, salv aje , de l a l ib re rí a de usados.
Un de spl azamien to que podrí amos ll amar "perve rso" rec orre todo
el proce di mie nto: es "n ormal " robar un a lib re rí a don de se pue de
enc on trar el dine ro y se conoce (de sde E rostrato h asta l as
pes adill as b orge an as) el mi to de la b ibli ote c a incen di ada. En ese
c as o se re speta cie rto orden : se bu sca el dine ro donde se sabe que
es tá y en el incen di o se de struye n, si mb ólic amen te, los códi gos de
un a cul tu ra. En Arl t, l as c osas son di stin tas:

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n o busc a ne gar, sin o in vertir: del mismo modo que el robo afi rma l a
propie dad, el incen di o es un i nte n to -desespe rado - de posesión.
Con traec on omía fundada en l a pé rdi da y en la deuda, en el incendi o
se bu sca destrui r e l f an tasma del pre ci o, la presenc ia de la
ec on omí a que desorden a l a li te ratura; y el rob o de la bib li otec a
h ace saber que el e spac io si mb ólic o de la li te ratu ra e stá prohibi do
para el que n o tiene dine ro.

S i rob ar un a bibl iotec a e s llamar l a atenc ión sob re l as cl ausu ras


que en cie rran a un a lec tura en los c ódigos de clase, incen di ar l os
li bros usados e s que re r h ace r ve r b ajo esa luz b rutal , en el precio el
mi s terio del v alor. Así , el rob o es la me táf ora de un a lec tu ra ilegal ,
des ac redi tada, que en l a transgre sión encuen tra acceso y
posib ili dad de apropiaci ón ; mien tras que en el in ten to de ince nd i ar
l a lib re rí a el fuego ven drí a a echar lu z para ayudar a ve r -y a
des trui r si mb ólic amen te - el mal (económico) que di suelve la
cul tura. Ac tos sac ri legos, doble in versi ón de los v al ore s de l a
cul tura y l a riqueza, en este de sví o hac ia la prohi bici ón se
encuen tra l a génesis misma de l a esc ri tu ra de Robe rto Arlt.

III. En busca d el t ex to per did o

Como el rob o, e l ince ndio frac asa: ac to f alli do marc a el fin al de


es te ci rcui to de apropi aci ón . Para enc on trar el pasaje que de la
tran s gresi ón , lle va a l a ley y a la esc ri tu ra, h ay que de tene rse en l a
es cena c lave del l ib ro, en el momen to en que As -tie r, hac ia el f in al,
deci de del atar al Re ngo. "En real idad -n o pu de men os que dec irme -
s oy un loc oi de con c iertas me zcl as de pill o; pero Roc amb ole n o e ra
men os: asesi nab a.. . y o no asesino. Por un os cuan tos f ran cos le
lev an tó f also testi moni o a 'papá' Nic olo y lo hi zo guill otin ar. A l a
v iej a Fi part que le quería c omo una madre la estrangul ó y mató...
mató al c api tán Willi ams, a quien él debí a sus mill one s y su
marquesado. ¿A quién n o traici on o él ?" (p. 146). U na ve z más el
deli to se apoy a e n la li te ratura: todo e s posible si un a le gib ili dad da
l as razones. La traici ón de Roc ambole le hace posible otras
traici ones, las legali za. En e ste c aso, ade más, l a tran sgre si ón es

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ambi gua: al i mpe di r el robo se ayu da a enc arcel ar a un
"delincuen te ", se def ien de la propiedad. Hay un c ódi go dob le y el
repu di o moral ("¿por qué h a traici on ado a su compañero? y sin
motiv o. ¿No le da ve rgüen za tene r tan poc a di gni dad a sus años?",
le dice el i nge nie ro a quie n avi sa del rob o, vé ase p. 1 53) n o hace
más que afi rmar el carác ter le gal de este acto soc ial me n -te
"posi tiv o": nuev a inve rsi ón, Astier h ace el mal por el b ien, y e n la
c onfe si ón , el rel ato an tici pa el c ri men , le gal izán dose .

De este modo Astie r queda -como e n toda la n ovel a - atrapado en


es a ambi güedad que con sti tuye el cen tro de su apren di zaje . An tes ,
c omo v imos, la li te ratu ra soste nía l a en trada del del ito, en este
c as o, se sale del del ito por l a l ite ratura. En el momen to de delatar,
As tie r fi ja "l os ojos en una b ibli otec a l lena de lib ros" (vé ase p.
1 49 ): f ren te a esa bib li ote ca l a inici aci ón se c ierra y comien za su
relato. Relato del cri men, al an tici par eí rob o, c on sti tuye un
des ti no ("El Ren go fue de ten ido a las nueve de l a n oche ", p. 15 0)
para que ac túe la le y. E n este sen ti do, podrí amos deci r que l a
delaci ón es l a expresión misma de l a esc ri tu ra arl ti an a: se trata de
deci rl o todo y e sa "since ri dad" h ace de l a confesión un a f orma
privile giada de la li te ratu ra. "Al esc ri bi r mi s me morias" di ce Astie r
al c omie nzo (véase p. 3 9): me moria de un a lec tura y su s
dif icultades en el juego de las sustituc ione s, los canjes, l as
pérdi das, El j uguete rabi os o e xhibe -ocul to en l as me táf oras que l o
encub ren -e se trab aj o que e mpie za cu an do todo te rmi na. Como el
obje to pe rdido del que h abl a el psic oanál isi s, l o enc on tramos e n
todos lados si n rec onocerl o e n n in guna parte . "Busco u n poe ma que
n o encuen tro", dice Astier (p. 87): c argada de refe renc ias li te rarias,
div idida en c apí tulos cuy os tí tul os ("Los ladrones" , "Judas
I scari ote ", "Los trab aj os y l os días") son c i tas de otros li b ros, el
relato muestra l as huellas de esa búsque da. En el recuerdo del
f ragme nto de Ponson du Te rrail que h ace posible la delaci ón, el
te xto, se de tiene para re gi strar e l momen to e n que l a tran sgre si ón
se re ali za en el le ngu aje : en e sa ci ta doble (c on l a li te ratu ra, c on l a
ley ) l a histori a se cie rra sob re sí mi sma y l a n ovel a pue de se r
es cri ta. O mej or,

67

en el doble jue go de l os te xtos ci tados (el rel ato del robo, el texto
de Rocambole ) , te xto en el te xto, rel ato en el re lato, n ace la
posib ili dad mi sma de esc ribi r. En este se nti do, habría que deci r
que en este lib ro n o h ay otro jugue te rab ioso que l a li te ratu ra.

Por otro lado, un proce di mien to se pe rfecc iona: l a lec tu ra que


s i rve de apoy o a l a expe rien cia se h ace visible , se cristali za hasta
te rmin ar apoyán dose en un te xto. "De pronto rec ordé c on ni tidez
as omb rosa este pasaje : Roc ambol e ol vi dó por un momento s us
dol or es f ís icos. El pr es o c uy as es paldas es tab an ac ar den aladas
por l a var a del c apataz, se si n ti ó f asc in ado: par eci ól e ver des fil ar
a s u vi sta c omo un torb ell ino emb ri agador, Par ís , los Campos
El ís eos, el B ulevar de l os I tali an os , todo aq uel mun do
desl umbr ador de l uz y de r uido en c uy o s en o h abí a vivi do an tes '
(p. 14 6). La lec tura consti tuye una escritu ra, define otro te xto en el
te xto. E sta c i ta a la ve z muestra el momen to en el que se e sc ribe
un a lec tura, marca un a propie dad y le gi ti ma una traici ón . A su ve z,
l a delac ión, c ri men parasi tari o que debe i nje rtarse en otro c ri men ,
es tambié n un a ci ta: con l a ley , c on la ju stici a. Se comprende,
ahora, el desví o de Astie r: ci tar e s tomar posesión de un texto, esta
apropiac ión por fin legal , se ha fun dado en el deli to: al delatar,
As tie r n o h ace otra cosa que "li te ratu ra".

E scri bir un a l ec tur a

Lu gar don de se i n terc amb ian l os lib ros "usados", l a ci ta marc a el


pasaje de la lec tura a l a e sc ri tura: c on sumo productiv o, se trata no
y a de lee r, si no de e sc rib ir esa lec tu ra. En e l c aso de Astie r el rodeo
de su acce so (alqu ilar, robar, ve nde r, in cen diar) h a dev aluado su
apropiac ión: en el te xto "pob re " de Pon son se leen al mi smo
tie mpo, l as di ficul tade s de una lec tura y sus protoc olos. De todos
modos, esta lec tura de sacre di tada es su úni co respaldo para poder
garan ti zar u na e sc ri tura: n o sólo porque marc a —c omo v imos— el
momen to en que e sa lec tura se c on sti tuye en texto, sin o porque
ade más, re leyen do l a ci ta, se encuen tra, jun to con l os si gn os de la
lec tu ra cuy as desven turas he mos rec orrido (li te ratu ra "b arata",
f olle tín , deli to)

68

el régi men mismo de su e stil o. "Ac ardenaladas, parec ióle,


torbellin o e mb riagador, mun do deslu mb rador": en real idad, de trás
de e se le ngu aje crispado se ve aparece r al mismo Arl t. Estil o
s ob re ac tuado, de traduc tor, alude continuamen te a e se otro texto
en el que n ace y por momen tos e s su propia parodi a: en este
se n ti do h ab rí a que dec ir que cu an do Arl t confie sa que e scribe mal,
l o que h ace e s deci r que e sc ribe de sde donde ley ó o mej or, desde
donde pu do leer. Así, "l as horri bles traducc ione s e spañ olas" de l as
que habla Bi anc o son el e spej o don de la escritu ra de Arl t encuentra
"l os model os" (Sue , Dostoie vski , Pon son , e tc.) que quie re lee r. Esta
i nte rfe ren cia, señ al a l os lí mi te s de un e spaci o de lec tura del que la
ci ta de Roc amb ole es apen as un a marca.

No e s c asu al que en e sta aprop i aci ón de gradada l as palab ras


lunf ardas se c ite n en c omill as: idioma del deli to, debe se r señ alado
al in gresar e n la li te ratura. En e ste sen ti do, Arl t ac túa incluso c omo
un "traductor" y l as n otas al pie (vé ase p. 4 9) e xplic an do que
"je tra" qui ere deci r "t raje ", o "yuta", "pol icí a sec re ta" son el sign o
de un a cie rta posesión. S i c omo señ ala J akob son, el bi lin güismo es
un a rel aci ón de pode r a travé s de l a palabra, se en tie nde n l as
razone s de este si mulacro: é se es el únic o len gu aje cuy a propiedad
Arlt puede acre ditar.

A l a i nve rsa, en la esce na con l a "man teni da" (véase p. 8 8) a la


que Astie r le llev a "un paque te de li bros", el le ngu aje se enl aza c on
l a prohi bici ón y l a pé rdida. In acce sible , ajen a, esa muje r que habl a
f rancés y de pron to l o besa sin que Astie r alc ance a compren de r,
es tá "en otro mun do". E sa distanci a que el idioma re marc a es una
dis tanc ia de cl ase : se trata c omo sie mpre del acce so -proh ibido,
cul pable- a l a "belle za" y e n este c aso el len guaje si rve de soporte al
dese o y a la propiedad. Los di ál ogos e n f rancés pasan a se r l as
marc as "inc ompren sible s" de l a se xuali dad y la rique za, en el
mi s mo sen ti do que -por eje mplo — l as frase s en i tali ano ("s tr unss o,
l a vi ta e den ar o", p. 79) c onv oc an el uni verso de l a necesidad y el
trabaj o. En esto Arl t se mane ja en un a di recc ión h omologa al
s aí nete y al grote sc o: pal ab ras en i tali ano, en idisch , en f rancés, en
ale mán , en

69

el rel ato el idioma e xtranje ro es tratado -al i gual que el lunf ardo —
c omo si fuera un je rga de clase que re mi te a l as relaciones soci al es .
E s e sta e strati fic aci ón l a que el len guaje v ací o, sin tagmátic o de l a
traducci ón viene a c ubri r, cliché s, lugares comune s, e n el
v oc abul ario y l os gi ros "li te rari os" de la traducci ón , Arl t encuentra
un len gu aje esc ri to a partir del cual c on strui r —en l a lec tura - su
"propia" e sc ri tura. Apropi aci ón de la l i teratura, lec tura esc ri ta, l a
traducci ón define , un c ierto e spac io de lec tu ra donde el texto de
Arlt encuen tra un lu gar que lo c on dic iona y l o de scif ra.

El escr i tor fr ac as ado

E scri tura que paga en "c on di ciones bastan te de sf av orable s" la


deuda de su ori gen , en ú lti ma instanc ia, en Arl t el f rac aso e s el
únic o que permite re ali zar el dese o ile gí ti mo, "i mposible ", de
es cribi r. Por un lado, Astie r encuen tra l a l i teratura en la
tran s gresi ón y el deli to. Al mism o tie mpo, en tre l a vi da de B aude -
l ai re, poeta maldito, que "no vale n ada" cuy os "he rmosí simos
ve rsos", e xpropiados duran te el robo a l a bibl iotec a, tamb ién sufren
l a dev aluac ión del traductor ("Yo te adoro al igual q ue de la bóve da
n oc turna", sub rayo yo, vé ase p. 59); y l a vi si ta del poeta parroqui al,
el ogiado en Ti me, traduci do al i tali an o, f ren te a quie n Astie r
admite -por únic a ve z en toda l a n ovel a - su relac ión c on l a
li te ratu ra ("¿Esc ri be? S í, prosa", vé ase e n e ste mi smo nú mero de
Los lib ros, p. 2 0), el rel ato va c on stru yendo un a cie rta me táf ora del
es cri tor: en todos l a "razón de se r" e s el frac aso y e ste destin o,
"ine vi table ", culmin a c on el cuento del Escr i tor f rac asado (véase
N. C. t. I II p. 22 0). En este sen ti do h ab rí a que dec i r que e n esa
hi s tori a se c ierra el proyec to de e sc ri tu ra cuya génesis narra El
j uguete r abi os o: Los dos te xtos pueden se r leí dos c omo un solo
relato en el que "los delei te s y af anes de l a li te ratu ra" se re alizan
en la destrucci ón y l a pé rdi da, en esa "nada in fin ita" que c onclu ye
el relato (véase p. 24 4).

Por un l ado, para Arl t el frac aso es la c on dic ión misma de


es cri tura, pe ro a la ve z -en el revé s de la trama -se en tie nde que la
v isi ta al poe ta parroqui al , h ay a si do susti tui da e n ve rsi ón fi nal

70

de El j uguete r abi os o por el e ncuen tro con Vicen te T . Souza,


e xpe rto en "cienc ias ocul tas y de más arte s te osófic as" (véase p. 81 ).
El c anje susti tuye al poe ta por el mago: l os dos capí tul os tie ne la
mi s ma estructu ra y el mi smo sen ti do "i nici átic o", pe ro el
des pl azamien to vie ne a resol ve r i magin ariamen te l as difi cultades
c onc re tas, que marc an l os lí mi tes soci ales de un a prác tic a. De este
modo, paralel amen te se puede enc on trar en Arl t una propuesta del
es cri tor c omo l adrón , de lator, inven tor, poe ta mal di to (una me zcl a
de Edison , Rocambol e , Napole ón y B audel ai re , vé ase p. 1 02) que
es tá más allá del bien y la razón . Acceso mágic o a l a be lleza y al
len guaje, ne gaci ón de l as de terminaci ones del trab aj o y del dinero,
en e sta i magen inve rti da se h acen ve r, justamen te , l as
prohi bici one s y l as ca renc ias que el rel ato de scribe al n arrar l os
tropie zos de su propi a gestaci ón . E sta ambi güedad def ine la
i de ología l ite rari a de Robe rto Arl t: en el vaivén e n tre l a
omni pote nci a y el f rac aso un a cie rta si gnif icación i magi nari a hace a
l a ve z, de l a ri queza y de l a pérdi da, el sí mb olo de l a esc ritura.
¿Qué hay que tene r para pode r esc rib i r?: puesta en esce na de una
li te ratu ra y de sus c on dic ione s el rel ato de Arl t n o h ace otra cosa
que re pe ti r esa pre gunta que le da lu gar. "¿Qué e ra mi obra?
¿E xis tía o n o pasa ba de se r u na fic ci ón c ol oni al , un a de e sas pobres
real i zac iones que l a in men sa san de z del terruñ o endiosa a fal ta de
algo mej or?", e sta duda del Es cri tor fr acasado (vé ase p. 233 ),
re mi te di rec tamen te a los c ódi gos de lec tura que al dec idir el v al or
y l a p ropiedad de "l o li te rari o", pe rmi ten expli car l a fatalidad
s oc ial de un f rac aso inev i tab le.

S ín toma de esas c ircunstanci as, en el trayec to de Astie r se narra


l as in te rfe renc ias que se suf re , desde una de te rmi nada cl ase , para
ll egar a, la escritu ra; al mismo tie mpo en el texto se v an de fin ien do
l as c ondici one s de producc ión de un a li te ratu ra. Con dici one s de
producci ón , c ódi gos de lec tura, es esta rel aci ón la que ah ora es
pre ciso rec on strui r para enc on trar -en el pasaje de la traducci ón a
l a le gib ili dad - el nudo de esa si tuac ión particul ar a partir de la cual
se orde na el siste ma l ite rari o e n l a Argen tin a: la depende nci a.

71

Es te ens ay o fue es c aneado de : Gr upo de i nves ti gac ió n de li ter a t ur a ar ge nt i na de


la U B A ( c o mp.) - Fic c io nes Ar ge nti nas . A nto lo gía de lec t ur as c r í tic as . B ue nos A ir es ,
N or ma , 2004.( N o ta de l dig ita li zador )

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