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HISTORIAS DE NOMBRES

301 COMBÈS, Isabelle


Historias de nombres / El laberinto etnomínico en las tierras bajas de
Bolivia: Isabelle Combès / Colección Ciencias Sociales e Historia Nº 54,
El País / Santa Cruz de la Sierra: 2022
148p.: 21cm

DL: 8-1-1828-2022
ISBN: 978-99974-19-17-0

<ETNÓNIMOS><BOLIVIA ><TIERRAS BAJAS><ANTROPOLOGÍA>

Cubierta: Cinocéfalo. Hartmann Schedel, Liber Chronicarum o Crónica de


Nuremberg, 1493, f. XII.

1ª edición 2022

En coedición con:

© Isabelle Combès
kunhati@gmail.com
© Editorial El País
© Heterodoxia

Impreso en Imprenta Imago Mundi Ltda.


Cronenbold Nº 9
Telf.: (591–3) 336 3730
imprentaimagomundi@cotas.com.bo
Santa Cruz de la Sierra

Impreso en Bolivia - Printed in Bolivia

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por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la autora y de las editoriales.
Isabelle Combès

HISTORIAS DE NOMBRES
El laberinto etnonímico
en las tierras bajas de Bolivia

Santa Cruz de la Sierra


2022
Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus

Bernard de Morlaix: De contempu mundi (s. XII)


(Frase final de El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco, 1980)
Sumario

Los cinocéfalos del Caribe......................................................................9


Interrogantes de una lista.....................................................................11
Cuando el nombre no hace al indio.....................................................19
Un mundo de salvajes...........................................................................31
Monstruos balbuceantes.......................................................................43
Cadenas, quiebres y estratos................................................................51
El nombre elástico..................................................................................61
Indios y blancos......................................................................................73
Cuando el nombre crea al indio...........................................................85
La utopía del verdadero nombre.........................................................93
Vuelta a los cinocéfalos........................................................................103
El nombre y la gente............................................................................115

Agradecimientos..................................................................................119
Índice de nombres................................................................................121
Bibliografía............................................................................................127

Tabla de cuadros
Cuadro 1. Cambios históricos del significado
del término “guarayo” .......................................................65
Cuadro 2. Cambios históricos del significado de los
términos tovasicoci, tapuy-miri y chiquitos ...................70

Tabla de figuras
Fig. 1. Ubicación actual de los principales grupos étnicos
mencionados ............................................................................. 18

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Fig. 2. Chuncho .................................................................................... 32
Fig. 3. Indígena del Antisuyu ............................................................. 36
Fig. 4. Cinocéfalo .................................................................................. 43
Fig. 5. Chuncho .................................................................................... 60
Fig. 6. Mapa Guaraní Continental ..................................................... 81
Fig. 7. La última pacahuara: “Retrato de Busi Yacu,
la Busi última pacaguara” ....................................................... 91
Fig. 8. Plano de Santa Cruz la Vieja
por Eduardo Cortes (1974) .....................................................107

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Los cinocéfalos del Caribe

Una historia para empezar. A inicios de noviembre de 1492, el diario


de Cristóbal Colón reporta que, según indígenas recién contactados,
“lejos de allí había hombres de un ojo y otros con hocicos de perros
que comían los hombres y que en tomando uno lo degollaban y le
bebían su sangre y le cortaban su natura”1. Estos antropófagos eran
los caribes o caribas de las pequeñas Antillas. En su obstinada bús-
queda de las “Maravillas” descritas por Marco Polo, el almirante
transformó los caribas en “canibas” o “caníbales” (el nombre apa-
rece por primera vez en su diario en la fecha del 23 de noviembre),
para luego concluir: “Caniba no es otra cosa sino la gente del Gran
Can, que debe ser aquí muy vecino”2. A la vez, la versión caniba dio
pie a la leyenda de los hombres con hocico de canis, de can, de perro.
De ahí en adelante, los términos de caribe y caníbal seguirían su
propio camino. Olvidado el Gran Can, las etimologías enfatizarían
la asociación de los caníbales con los perros, e imaginarían a hom-
bres con rostro canino, cinocéfalos: para Rabelais, los caníbales eran
“un pueblo monstruoso […] con caras de perros y que ladran en
vez de reír”3. El nombre de caribe permaneció por su parte como
el nombre de (o dado a) este grupo de las Antillas, para luego ser
escogido por los lingüistas para nombrar la familia lingüística a
la que pertenecían. Entretanto, el nombre se convirtió también en
topónimo: el Caribe, el mar Caribe. Sin embargo, durante práctica-
mente toda la época colonial, conservó sus lazos con los “caníbales”
y fue utilizado como sinónimo de “antropófago” a lo largo y ancho
de América. Es así que los tupinambás del litoral brasileño, los chiri-
guanos del piedemonte andino y cualquier otro pueblo sospechoso

1 Colón, 1991 [1492] : 54 (día 4 de noviembre de 1492). En todo el texto mo-


dernizo la ortografía de los documentos, a excepción de la de los nombres
étnicos y palabras en otros idiomas.
2 Colón, 1991 [1492] : 85 (día 11 de diciembre de 1492).
3 Rabelais 1934 [1552]: 737.

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Isabelle Combès

de comerse a sus vecinos eran “caribes”, sin tener ningún lazo con
“los caribes” de las Antillas.
La curiosa historia de los caribes y los hombres con cabeza de
perro encierra varias lecciones. En la interpretación del nombre se
entrelazaron un equívoco histórico (el Gran Can: de la misma ma-
nera nació el nombre de los “indios”, porque el almirante buscaba
las Indias) y el imaginario europeo medieval que ya poblaba los
confines del mundo conocido de monstruos con cabeza de perros4.
Los términos vivieron luego su propio recorrido. De etnónimos
se volvieron topónimos, fueron adoptados por el español y otras
lenguas como un nombre común (“caníbal”, “caribe”); su valor de
gentilicio sólo permaneció en las Antillas, mientras revistió otros
significados más allá o más tarde. Es que los nombres viajan, cir-
culan, cambian de significado; tienen en suma una historia que no
siempre se corresponde con la de la gente que algún día fue llamada
de esta manera. Quien desconoce esta historia y encuentra “caribes”
a cada paso en toda Sudamérica corre el riesgo, por ejemplo, de pen-
sar en una extraordinaria migración de “los caribes” de las Antillas:
el riesgo de confundir el término con la gente, de tomar el nombre
por la rosa, de inventar una historia que nunca pasó y, finalmente,
de verse abocado a creer en los cinocéfalos.

4 Cf. Kappler 1980: 149-152. Ya Heródoto evoca a los cinocéfalos de Libia, y


Marco Polo a los hombres-perros y comedores de carne humana de las islas
Andaman.

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