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Calentar la voz

¿Que es calentar la voz?


Al igual que un corredor de maratón o cualquier otro deportista, al ponerse a
cantar, el cantante se dispone a hacer uso de una parte de su cuerpo regida por
musculatura. Por tanto, esa parte deberá pasar de un estado de reposo a uno
de actividad extrema, por lo que se necesita una preparación previa.

Cuando nos disponemos a correr, bailar, escalar una montaña o realizar


cualquier otro ejercicio físico, la musculatura implicada en esa acción necesitará
más riego sanguíneo que le aporte el oxígeno y los nutrientes necesarios para
realizar ese esfuerzo físico. Sin esta sangre, el músculo no rendirá lo suficiente.

Cuando realizamos ejercicios suaves antes de entrenar, nuestro cerebro


entiende que debe enviar sangre a esa zona. La sangre aporta oxígeno,
nutrientes, vitaminas y un montón de cosas más vitales para nuestro
funcionamiento, pero sobre todo le proporciona calor. Es muy importante,
porque el calor que llega al músculo hace que este sea más dúctil, flexible y
resistente. Cuando la musculatura está caliente, puedes empezar a trabajar sin
temor a lesiones. Por eso se le llama “calentar la voz”.

De hecho, lo que se calienta no es la voz, que en definitiva es aire, sino todo el


entramado de musculatura que rodea la laringe, los aritenoides y las cuerdas
vocales

¿Cómo se hace?
Igual que hacemos con nuestros brazos o piernas, empezamos estirando
suavemente, moviendo el músculo sin fuerza para que se despierte. Para
calentar la voz, utilizamos ejercicios de vocalización.

Desde una vocal, cualquiera —aunque yo prefiero la I—, empezamos a hacer


terceras, secuencias cortas y fáciles que pongan en marcha el mecanismo.
Subimos dos octavas para después bajar con la misma secuencia.

Después volvemos a empezar con un ejercicio que obligue a la musculatura a


moverse a una distancia mayor, con quintas, por ejemplo.

Acabado este ejercicio, empezamos a estirar con arpegios ligeros y rápidos


para no poner peso en la emisión y cansarnos antes de empezar.

Y seguimos así hasta que veamos que la voz está dúctil, que llegamos bien a
los agudos y a los graves.

Es importante que tengamos claro que vocalizar no es cantar.

Seguramente, las primeras notas te saldrán imperfectas, poco concisas, frías.


Es normal, empiezas a moverte.

Dale tiempo a tu cerebro, a tu sistema vascular y a tu musculatura para que se


ponga en marcha. Si durante los primeros ejercicios tu voz no es perfecta, ¡no te
preocupes! Sigue adelante, en cinco minutos eso cambiará.

¿Cuándo es suficiente?
Esta pregunta no tiene una respuesta fija. Cada persona es un mundo. Siempre
digo que hay dos tipos de voces:

»  Voces calientes. Necesitan muy poco calentamiento por posición natural,


porque están muy trabajadas o porque la respuesta del cuerpo al calentamiento
es muy rápida.

»  Voces frías. Necesitan mucho tiempo para estar a punto. No sé si te pasa,


pero por las mañanas suelo tardar una hora en despertarme y estar al 100 % de
mis posibilidades. Además, para ello necesito una ducha y unos cuantos cafés.
Pues con la voz sucede igual. Que tarde más en calentarse no significa nada, es
la naturaleza de cada uno. Lo importante es que sepas que es así.

Sabrás que ya es suficiente cuando hayas realizado los ejercicios de mayor


dificultad, como las coloraturas. Cuando veas que atacas los agudos con
flexibilidad y no a golpes, cuando sientas que tu lengua, tu laringe y todo lo que
las acompañan están preparadas para la acción, estarás listo. El tiempo lo
pones tú.

Patologías por no calentar la voz


Por suerte, el cuerpo tiene resortes de protección que impiden que lo dañemos
de forma voluntaria. Si empiezas a cantar sin haber calentado la voz, te darás
cuenta de que te cuesta mucho, que estás bajo en la afinación. Si sigues
forzando el instrumento, es probable que se colapse y deje de fonar. De este
modo se protege de lesiones que comprometerían las cuerdas vocales.

¿Has intentado jugar un partido de tenis o de fútbol sin calentar? Seguro que
recuerdas el tirón de los gemelos o el dolor en el hombro. Es tu musculatura
quejándose por no tener suficiente sangre para darlo todo. Cuando un músculo
se contractura, tarda en recuperarse porque se han dañado sus fibras.

Por pequeños que sean los músculos que mueven nuestro instrumento (laringe
y cuerdas) funcionan con el mismo criterio que los grandes como el cuádriceps.
Si están fríos pueden contracturarse y eso, en el caso de la voz, se manifiesta
en forma de afonía.

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