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¿Cómo se hace?
Igual que hacemos con nuestros brazos o piernas, empezamos estirando
suavemente, moviendo el músculo sin fuerza para que se despierte. Para
calentar la voz, utilizamos ejercicios de vocalización.
Y seguimos así hasta que veamos que la voz está dúctil, que llegamos bien a
los agudos y a los graves.
¿Cuándo es suficiente?
Esta pregunta no tiene una respuesta fija. Cada persona es un mundo. Siempre
digo que hay dos tipos de voces:
¿Has intentado jugar un partido de tenis o de fútbol sin calentar? Seguro que
recuerdas el tirón de los gemelos o el dolor en el hombro. Es tu musculatura
quejándose por no tener suficiente sangre para darlo todo. Cuando un músculo
se contractura, tarda en recuperarse porque se han dañado sus fibras.
Por pequeños que sean los músculos que mueven nuestro instrumento (laringe
y cuerdas) funcionan con el mismo criterio que los grandes como el cuádriceps.
Si están fríos pueden contracturarse y eso, en el caso de la voz, se manifiesta
en forma de afonía.