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El malabarista errabundo, exhibe sus destrezas en un día soleado con nubes iridiscentes en la
bóveda azulina, entre dieciséis semáforos, cinco esquinas, diez canteros, seis árboles, cientos de
El espectáculo es observado atónita por una niña de ojos color miel, con lentes aéreos de
color rojizo, trenzas rubias, zapatos guillerminas de color negro y guardapolvo blanco,
tomada de la mano de una adulta que podría ser su madre, esperan cruzar la calle,
acompañan la escena una bandada de aves canoras petrificadas en primera fila, subidas sobre
arrojándolas al cielo alternativamente junto a sus sonrisas, en las intersecciones de las calles
ahora absorto, todavía incrédulo, tal vez gozoso, en este instante, se lo percibe más bien feliz.
Encantado por la realidad, el anónimo exhibe una sonrisa, suspira, apaga el motor, sitúa las
Pitu lo ve venir, sin entender la situación, se encuentran frente a frente, confundidos, se sonríen,
se reconocen y se funden en un fuerte abrazo, quedaron las clavas planeando el éter y cayendo
en la acera atravesadas por rayos luminosos, rebotando en la resina de betún, mientras cuatro
señales cambiaban a verde y una fila de autos comenzaba con el concierto de bocinazos por el
Los dos amigos en el medio de la avenida, se encontraban en otra dimensión, sin percatarse de
las injurias, gritos perdidos de los conductores y aturdidos bocinazos de choferes impacientes.
Dos amigos de la juventud se habían encontrado de forma fortuita en una mañana con una
temperatura de 23°, cielo limpio, sol resplandeciente, después de no haberse visto por
veinticinco años.
—Para que corro el auto dijo el negro, algo molesto por los bocinazos, mirando a los
—Jajaja, te acordás, que memoria tenés negro, todavía lo sigo intentando, jajaja, no me doy por
vencido.
—Sos un fenómeno, exclamo el negro, que decis si te paso a buscar a las dos y vamos a comer
—Dale le dijo Pitu, te voy a esperar, pero vení, no me dejes esperando como a Laura, le remarcó.
—No negro, nunca más la vi desde que se fue del barrio, respondió Pitu.
—El negro lo miro y lo volvió a abrazar. —Espera un minuto, fue hasta el auto y le trajo una
tarjeta personal, —registra mi número, —mándame un mensaje así te agendo, pone una alarma
Pitu no pudo seguir con su número en la calle, encendió un cigarro y se quedó sentado apoyando
su espalda sobre el caño del semáforo, con la mirada perdida, recordando y riendo por largos
Un anciano en bicicleta, lo venía observando desde la media cuadra, paro su rodado al lado de
a pasar la gorra a los automovilistas y observa una joven y bella mujer tratando de hacer arrancar
escuchaba un ¡tic, tic!, ¡tic, tic!, la mujer se notaba nerviosa, cuando se acercó Pitu la diosa
Instantáneamente Pitu alzo la vista, miro a sus amigos que se encontraban del otro lado de la
déjame que lo revise, no te preocupes, todo tiene solución, le dijo con una sonrisa, pone el
Los muchachos amigos de Pitu, corrieron el auto al mismo lugar donde el negro se había
—Hola, ¿qué paso? interrogó Pitu, con un gesto de asombro, levantando las cejas.
—No lo sé, de repente se paró y no quiso arrancar más ¿qué tiene, lo sabes?, pregunto
preocupada la mujer.
—¿Tiene nafta?
—Sí acabo de cargar, contesto mirándolo de reojo.
Pitu también la acechaba con la mirada, haciéndose el desinteresado, mientras abría el capot y
trababa la chapa.
La mujer se acercó preguntando que podrá ser, mientras el ahora mecánico revoleaba sus ojos
Mientras observaba dentro del auto y metía sus narices por cada hueco que encontraba, el
ilusionista la ojeaba, hasta que empezó con las preguntas, sin mirarla, sin sacar la vista del
motor:
—¿Como te llamas?
—Valeria.
—Del barrio.
- Garay y Liniers
—¿Estas casada?
—No.
—¿Tenes novio?
—No.
—¿Estoy soñando?
—¿Si te saco de esta situación querrías tomar un café conmigo?, le preguntó Pitu, sacando la
—Si, por supuesto, mañana viajo a la costa, pero vuelvo dentro de un mes, si queres te invito al
mediodía a San Antonio a comer una pizza, o me esperas un mes, desafío la rubia.
—Las once.
—Voy.
—Si, lo veo.
—Este cable sale de la batería y alimenta todo el circuito eléctrico del auto, ¿comprendes lo que
te paso?
—Sí, se desprendió el cable, no tenía electricidad el circuito, por eso no podía arrancar, me
—Pitu la observo irse y revoleo los ojos, pensando para su interior, ¡que belleza!.
—Gracias.
Pitu aflojo el tornillo de los bornes, pelo un poco más de cable y soluciono el desperfecto.
Brumm brumm brummm, respondió Valeria apagando el motor y saliendo del auto.
—En paloma me transformo yo, contesto Pitu—¿Y vos, quisieras ser mi asistente?
El mago se acercó y la beso suavemente, una vez, otra vez y otra vez, cada ósculo se prolongaba
más y más.
—Estoy yendo papá, tuve un inconveniente que ya lo solucionaron, ya te cuento cuando llegue
y cortó.
—Nos encontramos.
Valeria se acercó, lo miró fijamente y tomo su cara con sus dos manos y arrimando su cuerpo al
besuqueo.
Puso una alarma en su celular a las doce, tenía tiempo suficiente para darse un baño.
Recordó a su amigo que lo iba a pasar a buscar a las catorce, ¿qué hago? Se preguntó, tengo
tiempo se dijo.
Pitu no pudo continuar con su espectáculo, se colocó los auriculares, la música a fondo y se
dirigió hasta el albergue que quedaba en Zuviria y Rodríguez Peña, guardo las clavas, se bañó,
se cambió la ropa y salió a la calle, perfumado, una brisa tenue lo recibió y envolvió de frescura,
llamarlo para avisarle, mientras caminaba, buscó la tarjeta de su amigo y marco el número
—Sí, nada malo, todo lo contrario, después que te fuiste vos, se le quedo el auto a una chica,
una hermosura de mujer, la ayude a que arrancará el auto y me invito a almorzar, mañana parte
a la costa, es divina, una diosa, creo que nos interesamos y quería posponer nuestro encuentro
—Pero si querido, mañana te paso a buscar a la hora que nos íbamos a encontrar hoy y me
contás con lujo de detalle como paso todo, sácale una foto que quiero conocerla, no te hagas
—Vos también negrito querido, hasta mañana y colgó, eran las doce y cincuenta y nueve.
Puso la música al palo y doblo en la esquina de Italia, dirigiéndose a Lemos a paso veloz.
Caminaba sonriente contento, pensando en la chica, justo ahora se va a vacacionar por un mes,
tal vez pueda trabajar en la costa y conocernos mejor, pensó, vamos a ver qué pasa se dijo.
Estaba llegando al paso nivel de Italia y Peluffo, cruzo Peluffo sonriendo, pensativo, tarareando
Las barreras estaban bajas, Pitu no lo advirtió, caminaba feliz por los acontecimientos de último
momento en su vida, habían dado un giro inesperado, una mujer por conocer, el reencuentro
con su amigo, las palabras del negro de despedida, “anda tranquilo amigo, tenemos muchos
años por delante para estar juntos nuevamente, te prometo que no nos vamos a separar más”,
recordaba.
Dicen que el tren que venía desde Muñiz, lo embistió de lleno, afirmaron testigos que el
Lo cierto es que Pitu murió instantáneamente, el tren lo arrojo a 70 metros desde donde fue
arremetido.
El negro se enteró a las catorce horas, lo habían llamado de la comisaria, para darle la triste
noticia.
La oficial se retiró y volvió a los cinco minutos, le entrego una tarjeta personal y unos auriculares.
—Por supuesto, le contesto con lágrimas que brotaban de sus ojos interrumpidamente, es mi
—La tarjeta la tenía aferrada en su mano izquierda y estos auriculares sujetados en su mano
testigos dicen que alcanzó a girar su cabeza y ver el tren, más se dio media vuelta como
cubriéndose, creemos que protegiéndose en modo de reacción, los forenses dijeron que estaba
muy aferrado a estas pertenencias, si no fuera ridículo pensaron que las protegió aferrándose a
ellas.
—Se lo pregunto porque el maquinista declaró que del cuerpo le pareció ver salir una paloma
® as.