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HORA SANTA

CARO: Al empezar este tiempo de adoración y junto a la Santísima Virgen María, vemos a Jesús
manso y humilde en el Santísimo Sacramento del Altar como Aquel que sirve, como Aquel que
lo da todo, como Aquel que se hace «Pan partido» para darse a todos. Vamos a pedirle a Jesús,
Sacerdote Eterno, que derrame su Espíritu sobre todo su pueblo santo y que nos enseñe a ser
serviciales como Él, manso y humilde de corazón.

Padre Nuestro …
Ave María …
Gloria …

CARO: En la narración de la Última Cena, san Juan no habla de la institución de la Eucaristía,


sino que habla, en cambio, del lavatorio de los pies. El sacramento de la Eucaristía nos lo
entrega Jesús en medio de una condición de servicio que no puede ser despegado del sacrificio
de la Cruz. Acompañemos a Cristo en estos momentos de oración y pidamos la gracia de ser
servidores como Él.

Momento de silencio para meditar.


CANTO

MAYTÉ: 
Del Evangelio según San Juan                                        Jn 13,1-17

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de salir de este mundo
para ir al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo.

Estaban cenando. El diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el
proyecto de entregar a Jesús. Y él sabía que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos,
y que de Dios había salido y que a Dios volvía. Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto, se
ciñó una toalla a la cintura y echó agua en un recipiente; luego se puso a lavarles los pies a los
discípulos y a secárselos con la toalla.

Al llegar a Simón Pedro, éste le dijo: —Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? Jesús le
respondió: —Si no te lavo, no tendrás parte conmigo. Entonces Pedro le dijo: —Señor, si es así,
lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le contestó: —El que se ha
bañado no necesita lavarse más que los pies; pues está todo limpio. También ustedes están
limpios, aunque no todos. Sabía quién lo iba a entregar. Por eso dijo: «No todos están limpios».

Cuando terminó de lavarles los pies y se volvió a poner el manto, se sentó a la mesa y dijo: —
¿Entienden lo que he hecho? Ustedes me llaman «el Señor y el Maestro» y con razón, porque lo
soy. Pues si yo que soy el Señor y el Maestro les he lavado los pies, también ustedes deben
lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, para que hagan ustedes lo mismo que yo he
hecho. Porque en verdad les digo: El esclavo no es más que su amo, y el que es enviado no es
más que el que lo envía. Ahora ya saben esto, serán felices si lo ponen en práctica. Palabra del
Señor.

Momento de silencio para meditar.


CANTO

CRIS: Después de haber escuchado el Santo Evangelio, oremos con el salmista a Jesús Eucaristía
pidiendo ser servidores del Padre y de todos, como Cristo mismo nos enseñó para ser expresión
de su misericordia. Digamos después de cada trozo del salmo 40:

R/. Por nosotros, Jesús Eucaristía, tú te hiciste servidor hasta dar la vida en la Cruz.

CRIS: 
Yo esperaba con ansia al Señor;
Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor:
puso en mi boca un canto nuevo,
una alabanza a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, se estremecieron
y confiaron en el Señor. R/.

CRIS: 
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificios ni víctimas por los pecados,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R/.

CRIS: 
—Como en el Libro está escrito de mí—
para cumplir tu voluntad, Dios mío,
deseo tener tu enseñanza en mis entrañas. R/.

CRIS: 
He proclamado tu salvación
ante la gran Asamblea;
no, no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes.

CRIS: 
Gloria al Padre,
y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Todos:
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

R/. Por nosotros, Jesús Eucaristía, tú te hiciste servidor hasta dar la vida en la Cruz.

Momento de silencio para meditar.


CANTO

CARO: Señor Jesucristo, creemos firmemente que te encuentras presente en el Santísimo


Sacramento del altar y que desde aquí te hacer servidor y hermano de todos, te amamos con
todo el corazón y con toda el alma. Deseamos ardientemente recibirte en nuestros corazones
para contigo, contemplar a tu Padre que nos invita, bajo la acción del Espíritu Santo, a ser
servidores como Tú. Estamos aquí haciendo un espacio de silencio tan necesario entre el ruido
del diario ir y venir de estos días. ¡No permitas que nada ni nadie nos separe de Ti y aumenta en
nosotros el deseo de servir a todos como Tú! Amén.

Momento de silencio para meditar.


CANTO

DANIEL Escuchemos ahora unas palabras del Papa Francisco:

DANIEL: La Eucaristía “es una escuela de servicio humilde” que “nos enseña a estar preparados
para ser para los demás”, lo que también está “en el centro del discipulado misionero”. La
Eucaristía “cambia los corazones” y “nos permite ser premurosos, proteger a quien es pobre y
vulnerable y ser sensibles al grito de nuestros hermanos y nuestras hermanas en necesidad”.
Jesucristo “está siempre vivo y presente en su Iglesia, sobre todo en la Eucaristía, el sacramento
de su cuerpo y de su sangre”. “La presencia de Cristo en medio de nosotros no es solo un
consuelo, sino también una promesa y una invitación”.

DANIEL: La Eucaristía “es una promesa de que un día la alegría y la paz eternas nos
pertenecerán en la plenitud de su reino”, pero también es una invitación “a salir, como
misioneros, para llevar el mensaje de ternura del Padre, de su perdón y de su misericordia a
todo hombre, mujer y niño”. En el mundo hay mucha necesidad de este mensaje y “si
pensamos en todos los conflictos, las injusticias, las crisis humanitarias urgentes que marcan
nuestro tiempo nos damos cuenta de lo importante que es para todo cristiano ser un verdadero
discípulo misionero, llevando la buena noticia del amor redentor de Cristo a un mundo tan
necesitado de reconciliación, justicia y paz”.

DANIEL: Recordando el Jubileo de la Misericordia, “estamos llamados a llevar el bálsamo de la


misericordia de Dios a toda la familia humana, vendar las heridas, llevar la esperanza donde la
desesperación tan habitual parece haber vencido”. Jesús nos deja, en la Última Cena dos gestos
de servicio que debemos imitar: el convivir con los discípulos y el Lavatorio de Pies. “Jesús podía
escuchar a los otros, escuchar sus historias, apreciar las esperanzas y las aspiraciones y
hablarles del amor del Padre”.

DANIEL: Contemplando la Eucaristía se sigue el ejemplo de Jesús “yendo al encuentro de los


otros, con espíritu de respeto y apertura, para compartir con ellos el don que nosotros mismos
hemos recibido”. “El testimonio de la vida transformada por el amor de Dios es para nosotros la
mejor forma de proclamar la promesa del reino de la reconciliación, justicia y unidad para la
familia humana”. Jesús lavó los pies de sus discípulos “como signo de servicio humilde, del
amor incondicional con el que ha dado su vida en la cruz por la salvación del mundo”.

Momento de silencio para meditar.


CANTO

MAYTÉ
Preces comunitarias

Escucha Señor, nuestras oraciones, que con humildad te presentamos:

R. Que la Eucaristía, Señor, nos dé fuerzas para ser servidores y evangelizar.

Por el Papa y los obispos, principales responsables de la evangelización, para que dóciles a la
voluntad del Padre, encarnando a Jesucristo en su vida logren, con los dones del Espíritu Santo,
transformar con el Evangelio el mundo en que vivimos. Oremos. R/.

Para que los gobernantes, sensibles a las exigencias del Evangelio, se preocupen del bien
común y de dar verdadero testimonio de servicio. Oremos. R/.

Por todos los cristianos que desgastan su vida en la tarea de la evangelización, para que
liberados de todos los peligros, continúen dando un testimonio fiel del Evangelio. Oremos. R/.

Por todas aquellas personas que no conocen el Evangelio, para que la fuerza que transforma se
manifieste pronto en sus vidas. Oremos. R/.

Por todos nosotros, para que el Señor nos aumente la fe y el compromiso de evangelizar el
mundo en que vivimos y no tengamos miedo de afrontar todos nuestro compromiso de ir y
llevar el evangelio, como la beata María Inés Teresa y tantos santos, hasta los últimos rincones
de la tierra. Oremos. R/.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos al Padre de
todos los hombres y mujeres de la tierra diciendo: Padre Nuestro...
CANTO

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