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llamada “pequeña Europa”, un mercado común del sector siderúrgico, se inició la etapa
de la construcción europea. El gobierno francés trató de copiar la fórmula de la CECA
para el terreno de la defensa, proponiendo la Comunidad Europea de Defensa (CED). El
llamado Plan Pleven incluía también la posibilidad de avanzar en un mercado común e
incluso hacia una posible unificación política. La unificación económica y política eran
dos pilares básicos hacia la creación de un ejército común. No obstante, la Asamblea
Nacional francesa rechazó la CED, ya que se necesitaba un ejército propio para
combatir los problemas coloniales. El proyecto de una Comunidad Política Europea fue
abandonado.
Una vez cerradas las vías de la Europa militar y de la Europa política, se hacía
necesaria una vuelta a la vía económica. En 1955 el Benelux presentó la idea de un
mercado común europeo. El comité convocado para estudiar la propuesta emitió un
informe (el informe Spaak) que propuso dos proyectos distintos: el mercado común y la
Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM). El resultado fue la firma de
dos tratados en Roma en 1957, instituyendo la Comunidad Económica Europea (CEE) y
la EURATOM. El objetivo explícito de los tratados era constituir un mercado común,
pero su finalidad era claramente política. La sede de las comunidades se fijó en
Bruselas. Se creó también un sistema institucional similar al de la CECA: un consejo,
una Comisión, una Asamblea y un Tribunal de Justicia. La puesta en marcha de la
Comunidad se manifestó en la adopción de medidas políticas comunes en distintos
sectores económicos: energía, ciencia, tecnología, transportes, agraria (PAC). Estas
medidas se vieron completadas con la reducción de los aranceles aduaneros y los
primeros pasos hacia la libre circulación de mercancías. La puesta en marcha de una
política comercial comunitaria transformó a la CEE en una potencia comercial mundial.
No obstante, también esta andadura tuvo sus dificultades. En 1958 subía al poder en
Francia De Gaulle, introduciendo una filosofía distinta a lo que debía ser la Europa
comunitaria. De Gaulle proclamaba la “Europa de las patrias”, lo que rechazaba el
concepto de supranacionalidad, frenando el proceso federalista. Asimismo, De Gaulle
defendía una “Europa europea”, capaz de actuar como tercera fuerza entre EEUU y la
URSS. De esta manera, vetó en dos ocasiones la entrada de Gran Bretaña en las
Comunidades europeas por sus relaciones con EEUU. También rechazó el desarrollo
institucional de la Comunidad con la llamada “política de silla vacía”, solucionada a
través del Compromiso de Luxemburgo, por el cual cuando se tratasen decisiones de
interés vital para algún Estado miembro, este tenía derecho de veto.
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europea. La insolidaridad entre los países miembros para solventar la crisis energética
(crisis del petróleo de 1973), el desequilibrio financiero británico, el relevo de los
principales protagonistas políticos en los Estados, algunos de los cuales no tenían un
espíritu europeísta, la discusión institucional, etc. La respuesta a esta grave situación
provino de la cumbre celebrada en París a finales de 1974. La solución tomada fue que
la Comunidad ganara en peso político. En este sentido, en 1975 apareció el informe
Tindemans sobre la Unión Europea, que defendía el fortalecimiento del poder
parlamentario y una política exterior común, así como una unión monetaria. En este
escenario se puso en marcha la Cooperación Política Europea que, a través del Consejo
Europeo, pretendía institucionalizar una “identidad europea” y responder al reto de ser
“un gigante económico y un enano político”.
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principios: la subsidiariedad (se refiere a competencias comunitarias entre Estados y
Comunidad) y la ciudadanía europea (que implica derecho a voto en cualquier país de la
Unión y protección diplomática en terceros). El “núcleo duro” del tratado fue el
establecimiento de la Unión Económica y Monetaria. El gran fracaso fue la Política
social. Las presiones británicas excluyeron el capítulo social del tratado, reduciéndolo a
protocolo.
Tras la desintegración del bloque soviético, las Comunidades Europeas han dado su
apoyo a los nuevos países con programas como “Polonia-Hungría: Ayuda a la
reconstrucción económica” (PHARE) o el Banco Europeo para la reconstrucción y el
desarrollo (BERD). El siguiente hito en el proceso de aproximación fue la firma de
acuerdos especiales de asociación, conocidos como “Acuerdos Europeos”. Su objetivo
era potenciar las relaciones económicas y científico-tecnológicas. En estas
circunstancias favorables, los países de la Europa central y suroriental presentaron sus
candidaturas de adhesión a la UE. Así, en el 2004 se incorporaron diez miembros:
Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania,
Malta y Chipre. Bulgaria y Rumanía lo hicieron en 2007. En 2005 la UE abrió la puerta
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a la negociación de la adhesión de Croacia, que culminó en el 2013, constituyendo la
actual Europa de los Veintiocho. Turquía continúa esperando su adhesión, ralentizada
por su situación política, donde se esperan avances en la democratización y libertades, y
sus peculiaridades culturales y de civilización.
El último problema interno vivido por las Comunidades Europeas fue el “brexit”
(acrónimo de British Exit). Un referéndum celebrado en junio de 2016 arrojó el
resultado favorable a la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Las causas del
brexit son muy variadas, pero entre ellas pesa el componente histórico británico de
“espléndido aislamiento” y en particular la llegada masiva en los últimos años de
inmigrantes procedentes de la UE que ha provocado una fuerte protesta social. De esta
manera, la Europa de los 28 se quedará en la Europa de los 27.
La Unión Europea es más que una confederación de Estados, pero menos que un
Estado federal unificado; es una construcción nueva que no encaja en ninguna de las
categorías jurídicas clásicas sobre la ordenación de los territorios. Constituye un sistema
político original, en permanente evolución. Los Estados miembros han delegado parte
de su soberanía en beneficio de unas instituciones supranacionales que les representan a
todos y que velan por los intereses comunitarios y nacionales. La base institucional de
las Comunidades Europeas se establece en los Tratados de Roma de 1957. En la
actualidad, las instituciones comunitarias están compuestas por:
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Junto a las instituciones comunitarias debemos mencionar el Banco Europeo de
Inversiones y el Banco Central Europeo, además de numerosos órganos
descentralizados, como la Agencia europea de medio ambiente.
Florentín, M., La unidad europea: historia de un sueño. Madrid, 2013. Este libro
pretende sintetizar la historia del sueño de la unidad europea, desde la Grecia Antigua, donde se
acuña el nombre de Europa, hasta nuestros días, haciendo hincapié en el proceso comunitario que
nación en los años 50 del siglo pasado. Asimismo, el autor analiza las continuas crisis, así como
sus logros y carencias, para terminar planteando los retos del siglo XXI.