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POEMARIO

Anoche cuando dormía, de Antonio Machado

Anoche cuando dormía


soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,


agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía


soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;

y las doradas abejas


iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía


soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba


calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía


soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Poema 12 de Pablo Neruda.

Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.

Llegas como el rocío a las corolas.

Socavas el horizonte con tu ausencia.

Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento

como los pinos y como los mástiles.

Como ellos eres alta y taciturna.

Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.

Te pueblan ecos y voces nostálgicas.

Yo desperté y a veces emigran

y huyen pájaros que dormían en tu alma.


Amor de Pablo Neruda

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte

la leche de los senos como de un manantial,

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte

en la risa de oro y la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos

y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,

porque tu ser pasara sin pena al lado mío

y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría

amarte, amarte como nadie supo jamás!

Morir y todavía amarte más.

Y todavía amarte más y más.


De otoño de Rubén Darío

Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora


con aquella locura armoniosa de antaño?
Ésos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.

Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,


cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!
SE VA CON ALGO MÍO LA TARDE QUE SE ALEJA de Medardo
Ángel Silva

Se va con algo mío la tarde que se aleja;


mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.

Que son cosas de niño, me dices; quién me diera


tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.

¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;-


trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora-
como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora!

CUANDO DE NUESTRO AMOR de Medardo Ángel Silva

Cuando de nuestro amor


la llama apasionada
dentro tu pecho amante
contemples extinguida
ya que solo por ti la vida me es amada
el día en que me faltes
me arrancaré la vida
Porque mi pensamiento
lleno de este cariño
que en una hora feliz
me hiciera esclavo tuyo
lejos de tus pupilas
es triste como un niño
que se duerme soñando
en tu acento de arrullo

Para envolverte en besos


quisiera ser el viento
y quisiera ser todo
lo que tu mano toca
ser tu sonrisa
ser hasta tú mismo aliento
para poder estar más cerca de tu boca

Vivo de tus palabras y eternamente espero


llamarte mía
como quien espera un tesoro
lejos de ti comprendo
lo mucho que te quiero
y besando tus cartas
ingenuamente te lloro

Perdona si no tengo
palabras con que pueda
decirte la inefable
pasión que me devora
para expresar mi amor
solamente me queda
rasgarme el pecho
amada y en tus manos de seda
dejar mi palpitante
corazón que te adora

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