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1.

- Santa Ana de Coro y La Vela:

Fue el primer sitio de Venezuela declarado Patrimonio de la Humanidad, en el año


1993. Dos ciudades con historias significativas, cuyas edificaciones se conservan desde
sus fundaciones. La ciudad Santa Ana de Coro y el Puerto Real de la Vela, son un
conjunto arquitectónico ubicado en el estado Falcón, en el que se pueden apreciar los
distintos períodos de la colonización, con estilos holandeses y españoles, utilizando la
técnica y los materiales de construcciones indígenas. Sus lugares más destacados son
la Catedral con altar barroco, y la Iglesia de San Clemente con la Capilla del Sacramento
y el Campanario más alto de la ciudad.

2.- Parque Nacional Canaima:

Patrimonio Natural de la Humanidad desde 1994. Situado al sudeste de Venezuela, el


territorio de este parque abarca tres millones de hectáreas cubiertas en un 65% por
tepuyes, montañas con cimas planas con características biogeológicas únicas. Allí se
halla la Laguna de Canaima, Auyán-tepui, Kavac y el máximo atractivo, el Salto Ángel o
“Kerepakupai-vená" como le dicen los indígenas Pemones, la cascada más alta del
mundo.

3.- Ciudad Universitaria de Caracas:

La Ciudad Universitaria, inscrita en la lista de Patrimonio Mundial en el año 2000,


también es conocida como la "Ciudad Museo". Fue construida entre 1940 y 1960 a
través de un proyecto del arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Es un espacio único en el
mundo, un ejemplo excepcional de arquitectura moderna, abierta y ventilada,
apropiada para el ambiente tropical. El campo universitario comprende un gran
número de construcciones y edificios agrupados en un conjunto funcional y bien
estructurado, cuyo valor es realzado por obras maestras de la arquitectura y las artes
plásticas modernas, tales como la plaza cubierta, el Estadio Olímpico y el Aula Magna,
la cual está ornamentada con la escultura "Las Nubes" de Alexander Calder.

4.- Los Diablos Danzantes:

Los Diablos Danzantes de Corpus Christi constituyen una de las fiestas rituales más
arraigadas en el país. Se desarrollan en varios estados, Miranda, Aragua, Carabobo,
Vargas, Guárico y Cojedes, durante nueve jueves después del Jueves Santo de cada
año.

En el 2012 fue agregada a la lista, siendo la primera manifestación cultural de


Venezuela que tuvo este reconocimiento. Su significado religioso simboliza el dominio
del bien sobre las fuerzas del mal. Quienes danzan pertenecen casi en su totalidad a
hermandades que cumplen promesas, para lo cual utilizan una característica
indumentaria compuesta por máscaras y tocados coloridos, así como diversos
accesorios que los identifican localmente.

5.- La parranda de San Pedro en Guarenas y Guatire:

Fue incorporada a la lista desde el 2013. La Parranda de San Pedro es considerada la


festividad más famosa y colorida de Guarenas y Guatire. Los devotos del apóstol
entonan cantos populares en su honor ante cada una de las imágenes de éste
expuestas en las iglesias de ambas localidades. A media noche se celebran misas, y
luego los participantes salen a la calle en procesión. La rememoración y escenificación
de la leyenda de la esclava María Ignacia, cuya hija fue curada por San Pedro, es un
elemento central de la festividad.

Los asistentes siempre van vestidos con trajes de vivos colores minuciosamente
confeccionados, representando a los personajes principales de esa leyenda, mientras
que los demás agitan banderas y estandartes, tocan instrumentos musicales, bailan y
cantan, improvisando melodías populares.

6.- Conocimientos y técnicas tradicionales vinculadas al cultivo y procesamiento de la


curagua:

En 2015 fue incluida a la lista esta tradición que engloba un conjunto


de conocimientos y técnicas tradicionales vinculadas al cultivo y procesamiento para
extraer la fibra blanca de la curagua. Ésta se caracteriza por su solidez, resistencia y
suavidad, y se utiliza hilándola para confeccionar objetos artesanales, entre los que
destacan las hamacas, que se han convertido en el emblema característico de la región
de Aguasay.

Lo importante de esta tradición es que fomenta la cooperación entre las familias y las
comunidades, y a su vez contribuye a que trasciendan las barreras étnicas,
socioculturales y de género. Las mujeres asumen el protagonismo en las estructuras
comunitarias y familiares, tanto en lo que respecta al trabajo creativo como en lo
referente a la generación de ingresos. Los conocimientos y técnicas se transmiten de
generación en generación en el seno de las familias, principalmente por medio de la
tradición oral, la observación y la imitación.

7.- El Carnaval de El Callao:

Inscrito en 2016 en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta


festividad tradicional que se celebra desde enero hasta marzo, agrupa a muchos
participantes que desfilan por las calles de la localidad disfrazados de personajes
históricos o imaginarios, al ritmo del calipso y otras músicas y danzas. Los desfiles son
conducidos por mujeres que danzan engalanadas con vestidos de colores diversos.

Esta tradición exalta el legado cultural afroantillano y las influencias de otras


comunidades. Además fortalece la identidad de los callaoenses.

8.- La tradición oral Mapoyo y sus referentes simbólicos en el territorio ancestral:

Fue incorporado en el año 2014 como Patrimonio Cultural Inmaterial y requiere


medidas urgentes de salvaguardia. Esta tradición engloba los relatos que constituyen la
memoria colectiva de este pueblo. Está vinculada a un determinado número de sitios
emplazados en la Guayana venezolana, a lo largo del río Orinoco, que son los puntos
de referencia simbólicos del territorio ancestral de este pueblo.

Actualmente se están realizando varias iniciativas para preservar el idioma, como la


creación de un diccionario Mapoyo y la enseñanza de la lengua en las escuelas de la
comunidad. Pese a las pocas personas que conocen algo de esta lengua se trata de
mantener la tradición enseñándola de generación en generación.

9.- Los cantos de los llanos:

Esas melodías propias de las actividades ganaderas e interpretadas a capela mientras


se trabaja con los animales, que narran las vicisitudes de la vida individual y colectiva
de los llaneros, han sido reconocidas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en
diciembre de 2017.

Su origen se remonta al siglo XVI en la zona llanera colombo-venezolana, de unos


500.000 kilómetros cuadrados. Según Bettsimar Díaz, hija del icónico músico del
folclore venezolano Simón Díaz, los cantos “tienen notas largas y versos espaciados”,
tanto en el arreo como en el ordeño. Por tratarse de una tradición que se transmite de
generación en generación, los cantos van cambiando en función de la zona geográfica,
el clima, los animales o la época vivida.

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