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4 Ezxout ia portefia condujo le los negros y expre- Isa vecinos blancos a te, Poco después, en Salta méximo rigor: En enero de 1819, 4 cumultos, reuniones nocturnas en los b siones abiertas de tensi6n racial. El te armarse y el motin fue suprimido mili se repitieron esas tensiones, Durante la reaccisn de ira popular que si- guid ala muerte de Giiemes se produjeron saqueos al grito de «(Muerte a los cariblancos!», una consigna que no necesariamente expresaba una jdentidad negra pero sf un antagonismo cn elave rac ‘La Revolucién, en eambio, produjo pocas modificaciones en el es- tatuto legal de las mujeres, que siguieron exchuidas de la vida politica y sin derecho a votar en los comicios. Sin embargo, también ella par- ticiparon de las luchas de la hora. Fn Buenos Aires, los salones ¥ kas tertulias organizadas por mujeres de las clases «decentes», como los aque animé Mariquita Sinchez, fueron un sitio central dela sociabilidad centre revolucionarios y también Ingar de debates que en ocasiones die~ ron espacio para que ellas tomaran Ja palabra, Entre las de clase baja. ron un lugar destacado durante Ia guerra. El Bjér del Norte cont6 con varias mujeres combatientes, ineluyendo a la ne- gra Marfa Remedios del Valle, quien gané el grado de eapitana por sus mnéritos militares. Acompafiada de otras guerreras, Juana Azurduy, que ‘era de familia mestiza, tavo un papel central en las guerrillas del Alto Perity lleg6al grado de teniente coronel, Por su parte Macacha Gtiemes ictivamente en las empresas de su hermano Martin Miguel, algunas se ga colabor Cambios irreversibles La Revolucién gener6 cambios sociales, politicos, culturales y econ cos inmediatos. Por los ideales que puso en juego y por la participac de los sectores plcheyos, hubo un ripido proceso de democratizaci Fl bajo pueblo (su parte libre y masculina al menos) accedié a derec! aque no tenia, como el de participar en los cabildos abiertos y en los ea nicios generales, Para los paisanos del campo, que nunca habfan t incidencia politica ni canales dep tori de la Argentina soberat popular; hicieron que la opei6n por el republicanismo termi- ise siendo inevitable. Como en toda Hispanoamérica, la Repitblica se abrisfa paso en un mundo que todavia se inclinaba ante la monarqu‘a. Por supuesto que aquella eendria también sus propios «mandones». Pero esos cambios contribuyeron a que fuesen dirigentes de nuevo {ipo. Las viejas élites las burocracias coloniales— fueron répidamen- te reemplazadas por una clase politica que ciertamente se nutrié de los sectores mas acomodados, pero no siempre y necesariamente de ellos. perfodo marcado por una larga guerra y curbulencias de todo la nueva dirigencia surgi6 también de entre quienes se destacaron por sus habilidades militares y por su capacidad de movilizar apoyos yendo los populares. Fue una dirigencia propiamente a) que en ocasiones Hegé a enfrentarse con igieron fondos y aportes que eran Acompaiiando todos estos cambios, el «sagrado dogma de la igual- como lo describja Moreno (0 el «Naides mis que naides> fede- fal), se transforms en una aspiracién de valor supremo. En es y y,con ella, el in del régimen Por supuesto que la discriminacién cotidiana continu y no on formas de violencia de Estado para quienes no eran blancas, desde entonces no hubo segregacién racial formal o apoyada en Joves especificas, del tipo de las que persistirfan en pafses como Estados or un siglo y medio més. lenguaje de la Revolucidn permeé en estos afios todo el espacio, un Vocabulario en comin que acompafiaba y daba sentido a ba a todos, «Libertad», , aunadas en su conmin oposici6n a los realistas. Sin lugar a dudas, ese «nosotros» inicial, esa primera comunidad politica, serfa fundamental para que sur- giera, més adelante, un «nosotros argentino». Incluso si ya se notaban por entonces divisiones internas, como Ia que se evidenciaba en el fuerte antiporteitismo que aparecié en las provineias (correlato del obstinado portefismo de los portefios) La Revolueién produ} icativos en la cult En 1810 la tinica imprenta en la regién quedé en manos de patriotas, quienes le dieron un uso febril, La palabra impresa comenz6 lar por primera vez con profusi6n en el Rio de la Plata. La circu- n de impresos fue por entonees mayor que en ninguna otra zon de América Latina. Los lideres politicos, que buscaban Hegar al pueblo, indicaban expresamente que fnesen lefdos en vor alta para analfabetos, que eran la abrumadora mayoria, Los habitantes del com participaban de Ja cultura impresa, lefan o se hacfan leer las gacetas, tusaban para justificar sus demandas o para definir sus lealeades, Fue cl primer encuentro entre la letra impresa y el mundo oral propio de dlases populares. Ese encuentro traeria toda clase de consecuencias el futuro, pero por lo pronto alumbré en ‘manifestacién cultural uerra habia conectado Historia de la 7 Yy en verso para exponer sus visiones s ‘cielitos» —una forma de cancién iad por medio de pular en la época—o publicaba impresas, mn vocablos propios npidas del castellano en estilo plebeyo y ditigiéndose 1a toda una toma de posicié del habla ru estindar, Es decir, hablaba un gach un piblico que era también popul: ignificaba reivindicar lo loc ya de los colonizadores. Mis atin, se suponfa que los personajes de Hidalgo canalizaban la voz del pueblo: las primeras poesfas gauchescas que dio a luz reflejaron cl entusiasmo por la Revolucién, mientras que titimas, de comienzos de la década de 1820, dejaban ver la frustracién desencanto por sus promesa: Aunque Hidalgo y otros poetas menos conocides perteneefan al nclo letrado, sin chicas combinaron los saberes que de alli trafan con nes orales de los «payadores» y con las propias canciones in los paisanos pobres que peleaban contra los realistas, El 01 voz popular y la reivindicacién de una figura como la del gaucho, Antes despreciada, se filtraron asi, mediadas por escritores letrados, en snto de una literatura nacional, Todo indica que esos rasgos le poesfa gauchesea llegar ampliamente a un ptlico de modesta, que la escuchaba lida por otros en pulperfas, postas jes las memorizaba, No hay nada que se le com- o tendrfa profundas consecuencias en el desarrollo posterior de argentina, 78 Ezzguint Apamovsky tun importante destino de la producci6n del resto del pais. Todo eso desaparecié de golpe, "Ademds, la guerra tuvo un efecto devastador por vatios motivos: por- que privé de brazos productivos para enviatlos al frente de batalla, porque impuso exacciones ¢ impuestos extraordinatios para los comerciantes y porque arrasé con el stack ganadero (especialmente en el Noroeste y en as provincias del Litoral). ‘Como suele suceder en las guerras, la destruccién de la riqueza tuvo, paradéjicamente, un efecto positivo sobre su distribucién. Comercian- tes, hacendados y ganaderos, obligados a financiar el esfuerzo bélico, sufrieron pérdidas cuantiosas. Las elases populares aportaron lo més valioso: fueron carne de cafién. Pero quienes no perdieron Ia vida ac- cedicron a salarios militares, mientras que la eseasez de mano de obi ‘mantuvo los jornales altos, El periodo de la Independencia produjo asi de la desigualdad y un reparto algo més igualitario de fayor apertura politica y la relativa demo ‘Al mismo tiempo, los cambios econémicos trajeron una mayor desi- gualdad entre las regiones. Sin Potosi, Ja aduana de Buenos Aires se transformé en la principal fuente de recursos, estimalar el libre come: cio fe una opt anciera obligada. Eso naturalmente refor6 el gi hacia el Atléntico que la economia ya venia experimentando en los timos tiempos de la colonia, ¥ por supuesto, todo beneficis mas porteiios que a los habitantes del interior. En estos afios, Buenos A vio erceer su poblacidn, mientras que la del resto del pafs se estancaba disminufa, como en Santa Fe). Los gobiernos proyinciales, por sup: dependerin cacla vez mis de la caja de Buenos Aires. ‘Ademis, el giro hacia el eje Atténtico y la guerra con los espaf consolidé el lugar de Gran Bretafia como nueva metrépoli comer Inglaterra se afianzé como proveedora de mamufactaras y nmuy pr también como consumidora de la principal exportacién, que por ra segufa siendo el cuero. Los comerciantes y la diplomacia b adquirieron en estos afios tina influencia frente a la cual los d gobiernos locales tenfan pocas posibilidades de evadirse, Los t 1s le ese ori én igen ganaron Ubstoria dela recambio, y sus pares de provi nercado internacional abrfa nuevas regi6n, generaba al mismo tiempo un (uilibrios regionales, diferencias némieas para la ivo que ahondaba dese- sneuerdos politicos. Buscando un orden en medio de la fragmentacién or temor al desborde populary por el hartazgo de la guerra, la dirigen- «ia independentista intenté cerrar el ciclo revolucionario cuanto antes. [is que el entusiasmo por el fin de la tutela espaftola se vio enturbiado porel temor que le generaba el protagonismo politico plebeyo. Ya el Es- [atuto promulgado por el Triunvirato en 1811 proclamaba la necesidad nponer «el imperio de las leyes» para controlar «la arbitrariedad in de © pana el pueblo: enfrentados, como si fueran enemigos, yy del otro, la presencia de lo «popular». A la lades eiviles y militares también se habian acostumbrado ion I habia colapsado, era urgente 0 Congreso de Tucumén se proclamé en 1816 fin de la Revolucién, principio del orden». Pero, como vimos, 1820 mareé el fracaso de todos EL ye de la autoridad dejaba un tezvitorio fragmentado, sin insti- es conjuntas, con lazos mereantiles que no eran demasiado s6li- nas concetado por el recuerdo de haber formado parte de un nato. Estaba también el lo de pertenencia haber librado una revolucién trinnfante. Pero por ahora una poblaci6n levantisea y armada que serfa bastante dificil de ivel central habfa ido imposible, el orden comenzé a cial. Luego de 1820, cada provincia jecer por su cuenta un orden legal, fiscal presentativos y republica- Abamovsny 80 Exeov la centralizacién que no se habia lo; embargo, internamente. Luego de | los eabildos de sus ciudades y los reemplazaron por legislaturas que representaban a todo el territori I gané importancia a costa del urbano. La década de 1820 y las subsigu poderosos caudillos pro para construir lealtades personales, en su c respecto del pueblo y en sus habilidades militares. Muchos de ellos habian sido jefes de mili= s, yen general procedian de las clases acomodladas (aunque también hubo alguno de origen plebeyo). La gran mayoria adherirfa a la causa federal, pero también los hubo de ideas centralistas. José Félix Aldao \cundo Qui- roga en La Rioja, Juan Bautista Bustos en Cérdoba, Alejandro Heredia cn Tucumn, Estanislao Lépez.en Santa Fe y Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires serfan algunas de las figuras dominantes de los afios por venir. Aunque el poder personal de algunos de ellos fue considerabl no necesariamente se alzé en desmedro de la ley y las institueiones: por el contrario, los eaudillos fueron ellos mismos tucionalidad en una tierra que atin care . ¥ aunque defendie ron las autonomias provinciales, munca abandonaron la esper a algiin ordenamiento interprovincial formal, La convocato! tes estuvieron dominadas por onstructores inst persistente. Dentro de este marco general, Buenos Aires tuvo una experiencia peculiar. Con el control de la aduana, las élites locales se enfocaron el desarrollo de la provincia, desentendiéndose por el momento de los problemas de las otras regiones, Un llamado «Partido del Orden», ientacién liberal, agrups a la dirigencia con mayor apoyo. 81 Historia de la Argent ineludible. tendria una gravita instrumentaron también politicas para atraer colonos inmigrantes, pero fueron poco exitosas. A partir de (¢stos afios la clase alta portefia se orienté fundamentalmente hacia la \deria para la exportacién de cueros, y en menor medida a la pro- uccidn en saladeros, actividades en las que Buenos Aires reemplazé a in Litoral arruinado. ‘lodos estos factores generaron un mayor interés por Ia posesién de la tierra, que progresivamente dejé de ser un recurso Por iniciativa del gobierno, también en 1822 un consorcio de co- rciantes locales y briténicas creé el primer banco que hubo en His ramériea, el Banco de Descuentos de Buenos Aires, que imprimid nna (en es0s afios también se utilizaron letras londinenses para las »merciales, lo que da la pauta de Ia importancia que habia ido Inglaterra). 1824 se firmé un empréstito —el primero de la provincia—con ma londinense Baring Brothers con el objetivo de financiar obras, {raesteuctura portuatia. El préstamo se realizaba en medio de tra- ile las Provineias Unidas, algo crucial po la regidn, Londres concederfa poco después el reconocimiento » condicidn de un tratado de libre comercio que los favoreciera. El no results ruinoso: las obras anunciadas aunca se realizaron y los za entre politicos liberales, xrciales y ganaderos e intereses financieros y geopoliticos stas que seria perdurable. ygonista estelar hasta entonces, quedé abolido en 1821; la m ra no tuyo en adelante otra instituciGn que le hiciera sombra. sposicién del mismo afio, sus miembros serian elegidos en que daba gravitaci6n a la donde ciudad 1a provendrfa de la camp: 82 Rzsquies. Apasovsny primera ley de esas 5 en un momento en. ios no existian en absoluto jedades. Todo un lo como prota- res, Corrientes también concedié derechos ciudadanos. jos subsiguientes las seguirian el resto de las provincias (salvo Cérdoba y'Tucuman).. Seria inexacto, sin embargo, afirmar que fue una ley de inspiracion democritica o signo de un compromiso férreo con Ja voluntad popular. Paco antes, en 1817, ef Congreso de Tuc establecido que el a los mais pobresy, como veremos enseguida, hubo en 1826 mo sentido, «Democracia» era un ttt es usaban en sentido negativo para refel s asumbleas populares, alas précticas de deliberacién callejera y de accién colectiva propias de las clases bajas. Aunque riesgoso, ponerlas a vorar por politicos, delegando en ellos las decisiones, era un modo de desactivar esa «amenaza democritiea», Por lo dems, habia muchos formas de con i secret Jos jueces dle par. o los comisarios solian conducir a grandes grupos de personas a las mesas electorales para que manifestaran su preferencia en forma piblica y registrada por conteo de caberas. Junto con los cambios cn la politica hubo todo otro paquete formas judiciales, financieras y eclestfsticas, Entre otras cosas, se ase gur6 la bertad de cultos, se foments la ensesianza pilica y en 1821 se fand6 Ia Universidad de Buer serie de reglamentaciones La reforma militar disminuyé ef pesoide las tilcis y les reorient a defensa de las fronteras. La capacidad del Partido del Orden de ganar el pronto en entredicho con cabezado por Manuel Dorrego, que fue ganando cl favor como eandidato sf habfa que ser caracteristicas en América Latina y se el que en buena parte de Europa los « 6 estaban todavia reservados a qui signo de ‘que habia ganado nino lar a tomaba algunas de clases alta 83 los hriténicos para conceder el reconoci helado, EI gobierno portefio convocé a las provincias a un nuevo congreso constituyente, gue se reunié en Buenos Aires a fines de 1824, Este congreso defi ‘entre otras cosas, la creacién del cargo de Presidente de la Nacién, y comienzos de 1826 cligié a Ia persona que tendria el honor de ser el primero, que no fue otra que Rivadavia, Inevitablemente volvié a plantearse la cuesti6n de las relaciones entre poder central y provincias, No solo los diputados portefios, que tuvieron predominio de entrada, stuvicron la idea de que fuese un ordenamiento contralistas mbién fue apoyada por varios diputados del interior, que vefan en ello n modo de poner coto al poder de sus caudillos locales, Durante el Congreso aparecieron ya claramente dos partidos, denominados «Unita~ ral», llamados a enfrentarse amargamente. Ambos tuvieron jos tanto en el interior como en Buenos Aires. Sin embargo, no fue ese el vinico foco de tensiones. En 1825 el gress decidis 836 una inevitable guerra con Brasil, que la consideraba propia El nflicto bélico, que se extendié hasta 1827, produjo descontento en cersos sectores. Ademés, Rivadavia empez6 a encontrar resistencias jas propias clases altas de su provincia —también de las bajas— ;poy6 Ia idea de nacionalizar la ciudad de Buenos Aires, lo que los portefios el control de la aduana. ¥ finalmente estavo la jstién de los derechos politicos. Los unitarios propusieron que los nds bres no taviesen derecho al voto, algo a lo que los federales se opusie- Imente se aprobé en diciembre ile 1826s establecia la forma de gobierno representativa, republicana y Otra novedad fue que adoptaba «Repiibliea gent bre, en reemplazo del de Provincias Unidas de Sud América. 84 Exeouiet hacia el Litoral. En parte por su influ apoyo al nuevo presidente y casi tod constitucional, que no llegé identificado con el partido federal, se convirtié en el nuevo gobernador, desplazando asf al Partido del Orden. El golpe de gracia para Rivadavia vino de la torpeza con la quest envindo negocié la paz. con Brasil. Los términos acordados significaban ‘una humillacién total para la Argentina, lo que, a mediados de 1827, ‘empujé a la renuncia al efimero presidente. Con él se extinguié el cargo de presidente y también el congreso, Como en 1820, todo poder central colapsé y las provincias quedaron a su arbitrio, Seria el siltimo intento de unidad hasta 1853. ‘Tras el derrumbe, en 1828 se firmé la paz-con Brasil en los términos que proponia el Imperio britinico, que exigia que la Banda Oriental fuese un pais independiente. Dos afios més tarde promulgé su primera constitucién y adopts como nombre Estado Oriental del Uruguay. El ascenso de Rosas y el Pacto Federal Desplazados del gobierno, los unitarios portefios aprovecharon el re- greso del ejército que combatia en Brasil para volver al poder, golpe de Estado mediante. Con acuerdo de los dirigentes de ese partido, el 1° de diciembre de 1828 una movilizacién militar disolvié la Legislavur: y;de manera ilegal, el general Juan Lavalle se prockamé nuevo goberna~ dor. Dorrego fue hecho prisionero y ejecutado pocos dias después por orden del mandatario de facto, a instigacion de los unitarios, que rece- Jaban del apoyo del que gozaba entre las clases populares. El asesinat mn en todo el pais: hasta entonces la politica hy menos en el nivel caus6 una conmoci estado relativamente libre de ese tipo de violencias, de Ia alta dirigencia. Inesperadamente, Ia indignacién popular que desat hizo que entrara en escena un actor hasta entonces poco visible nnos Aires: Las clases bajas rurales. Un inédito Historia dea Argentina 85 mnagnitud y redefinié totalmente los términos de la politica bonaerer se. Los rebeldes reclamaron a Juan Manuel de Rosas, comandante de campaiia, como jefey tinico heredero de la popularidad de Dorrego. En retirada, Lavalle negocié con él dar un paso al costado. Tras wn breve interinato, en diciembre de 1829 la Legislatura eligi¢ a Rosas casi por nanimidad como nuevo gobernador, otorgindole facultades extraor- iris para controlar la inestable situacién (algo que ya habéan tenic gobiernos previos, aunque por tiempo limitado). Sc lo salud entonces como Restaurador de las Leyes. __ Rosas era un pocleroso estanciero, pero se habia ganado la populaci- id gracias a la relacidn de cereania que habia emtabladlo con las clases bajas rurales desde su puesto de comandante de campatia, Ademés, cono- en a los indigenas de la zona y hablaba lengua pampa. Catapultado al cargo de gobernador, cultivé también la simpatia de la plebe urbana yeel favor de los ganaderos exportadores, cuya bonanza favoreci6. Con apoyos, se convertiria en el hombre fuerte de la politica portesa s siguientes veinte aftos, el primer periodo de algo parecido a lad desde la Revolucién de Mayo. ‘Tras el fracaso del golpe de Lavalle, el partido unitario perdié todo igar en Buenos Aires, pero no asf en el resto del pais. Otro veterano dle la guerra con Brasil, el general José Maria Paz, consiguié hacerse te en Cordoba luego de 1829 y desali6 desde allf a la coalicién eneabezaba Facundo Quiroga. Brillante estratega militar, ese afio siguiente repelid exitosamente los ataques del caudillo ova, Catamarca, Santiago del Estero ¢ incluso San Juan y La Rioja, momento parecié el ocaso de Quiroga. Pero en respuesta a esa » habria estabilidad ni organizacién en tanto el unitarismo cen dos ligas, la Unitaria y la 86 Eznqutes Apamovsky sa lider, la liga unitaria se derrumb6. Los fed nacional una hegemoni que se apoyaba y el santafecino Estanislao Lopez. Una a sumando al Pacto; el orden nacional parce ‘embargo, Rosas siempre encontraba alguna excusa para negarse a honrar el compromiso de convocar a una asamblea constitayente, algo que sus colegas no dejaban de reclamar, Fs que teniendo e] control de Ia adua~ na y el manejo de las relaciones exteriores que las provincias le habfan delegado, no tenfa ningiin apuro para someterse a una constitucién. ‘Los dos eaudillos que podian hacer sombra a Rosas no tardaron en desaparecer de la escena polttica. En febrero de 1835, Facundo Qui- roga es emboscado y asesinado en Barranea Yaco, Cérdoba. El crimen sacudié todo el equilibrio de poder interprovincial y, como veremos enseguida, termind favoreciendo a Rosas. Alejandro Heredia, gober- nador de Tucumén, intenté convertirse en referencia para una nueva alianza nortefia, pero murié asesinado en 1838. Ese mismo aio fallec también Lépez, en su caso, de muerte natural. Con el camino allanado, desde su base porteiia Rosas fue controlando el escenario nacional de ‘manera informal, interviniendo en los asuntos de las demas provineias dle diversos modos, que iban desde el tefido de laz0s de lealtad personal hasta las amenazas, as intrigas i Ja fuerza militar si hacia falta. Goz6 desde entonces de las atribuciones de un gobernante nacional, pero sin limites de un ordenamicnto legal. Ira any wr del funcio- namiento de una ConfederaciGn de hecho que subsistié hasta 1853 sin constituci6n ni instituciones centrales, Pero es importante desta no todo el logro de Rosas se sostuvo en sus maniobras politicas res. A fines de 1835 el caudillo porteito habfa dictado la Ley de Aduana, ue reflejaba bien los intereses de los sectores ganaderos bonaerenses, pero que a su vez ponia aranceles de importacién que protegian algu nos de los productos de ciertas provincias y a los artesanos portei Fl equilibrio interprovincial también llegaba por obra de un ineipiente compromiso entre librecambio y proteccionismo. "G0, con costos que Historia de la 87 al otro cualquicr legitimidad. La prens cribieron a los federales c de sangre humana». Retom para justificar su » colonial sol la década de 1830 la idea de q) jentras que sus adversarios representaban la «barbarie», por lo cual debian sor aplastados sin falta. Los federales no se quedaron atris: para ellos los unitarios eran «salvaje, « ddos se lanzaban constantement palabras, La discordia Hews la guerra a zonas que no la habjan conocid jempos de la Independenci marca, La Rioja, Cordoba © Cuyo, Luego del fusilamiento de Dorrego, la violencia pol proclamas unitarias des- jes» feroces y «sedientos e«inmundos». Ambos ban- Y no se wataba tan solo de como ica se volvié habitual y adquiri6 tonos espeluznantes, con formas de crneldad extrema en los campos de batalla, que incluyeron ultimar a los ent los masivamente o incluso despellejarlos vivos; ns se destacaron en tales atrocidades. Finalizada la guerra ermacionales y los desaffos s enfrentamientos bé interrumpida hasta 1847. E] odio que le profesaban sus nigos los llev6 incluso, como veremos, a apoyar incursiones militares gobiernos europeos de claros objetivos imperialistas con tal de ver a sas derroe: os hachazos, degol res al poder de Rosas prolongaro gobiernos de Rosas Liga Unitaria no five el tinico desafio que Rosas debié vencer para su poder, Sus afios de gobierno estuvieron marcados por con- jdencias de magnitud, tanto internas como internacionales. Rosas tern 10 gobernador, la n Tas facultades ex- § su primer manda le offecié un segundo término, pero as que habia te 88 Eznouitn Avamovsiy gran interés para los estancieros, quie: presa con el aporte de fondos. La avanza ¥ la negociacién paeifica con los pueb Gxito. Rosas consiguié asegurar para los de tierra produetiva y gand para sf un gran prestigio. Durante su ausencia de la ciudad, sin embargo, las cosas no habjan sido tan simples como habia esperado. Su sucesor resulté menos décil que lo planeado y dentro del federalismo se organiz6 wna faccién en su contra que se hizo fuerte en la Legislatura, Rosas apel6 entonces nuevamente a la movilizacion popular. Mientras estabs todavia en cam- pai, sus seguidores fundaron la Sociedad Popular, una organizacién dirigida por su esposa, Encarnacién Ezcurra. La nueva asociacién se dedieé a intimidar a los adversarios de Rosas en la Legislacura y fnera de ella, especialmente a través de su brazo armado, la famosa Mazorea, una fuerza clandestina ligada a la poliefa que tiempo después sembeacian el terror entre los opositores. (Mientras todo esto acontecfa, en enero de 1833, Gran Bretafia aprovechaba para ocupar las islas Malvina: nterizos y result6 todo un ;ncos una importante franja La Legislatura volvi6 a ofrecer Ia gobernacién a Rosas, quien reiters su rechazo en tanto no le concedieran poderes extraordinarios, lo que 1a mayoria de los diputados federales le negaba. E1 eompromiso con la di de Facunlo Quiroga. Temiendo que se reabriera otro trigico p: caosy guerra civil, la Legislatura propuso entoncesa Rosas que asumies: «la suma del poder piblico». Se le ofrecfa un mandato de cinco el que tendia facultades no solo ejecutivas, sino también legislativas ¢ incluso judiciales. Rosas acepté (Ia secuencia oftecimiento-recha volverfa una especie de ritual en los aflos por venis), pero decid refre dar su nombramiento con otro hecho politico inédito: inmediatamen organiz6 un plebiscito en el que nueve mil votantes —un mtimero presionante para la época— se manifestaron a favor de su Su legitimidad quedaba probada en las calles y en las nenas tanto ¢ (én de poderes finalmente flaque6 al llegar la noticia del asesinaw» ios en desi Hisoria de la Argent 89 sino tiempo, eleccién tras eleccién fue consiguiendo que entraran diputados leales hasta que quedé vaciada de poder real. Rosas también siguid de cerca las designaciones de los jueces y sus fallos. La prensa sufti6 rigidos controles, al tiempo que se puso en marcha un importante aparato de propaganda oficial. Los opositores fueron perseguidos y muchos debieron marchar al exilio a Entre Rios o Montevideo. La n carécter fuertemente faecioso. La poblacién nla obligacién de exhibir signos visuales de su adhesién, asumié tatiosl» fue un eslogan de repeticién obligatoria, incluso luego de la losaparicién del partido unitario. Por todos estos rasgos, la de Rosas no fue una dictadura personal de lipo arcaico sino més bien un régimen autoritario moderno. Participaba estilos y remitfa a los valores propios de la politica republicana de legitimidad popular expresada en elecciones asmada en instituciones. Claro que manipulaba estas tiltimas persis- mente. Pero no eabe duda de que goz6 de una popularidad activa dad del voto, la colonizacién ia de las instituciones, las intervenciones sobre otras provincias o aacionesa la prensa no se demostrarfan précticas exchusivamente sino un rasgo perdurable de la politica argentina, peores momentos de autoritarismo fueron aquellos en los que lebié enfrentar amenazas reales. Las mas complicadas llegaron mn con una guerra contra la Gonfederaci6n Boliviana por la posesidn de Tarija, Siguié en 1838 el bloqueo to de Buenos Aires por una escuadra francesa, Francia exigia jor también ella el trato comercial de «naciOn més favorecidas que se hia concedido a Gran Bretaiia en 1825. Pero el conflicto se entrelaz6 a con los franceses, con el partido colorado uruguayo para derrocar a Rosas, quien a su vez 90 Ezrquir Apsmovsky Historia de la Argent a iia esperado, Para~ En alianza con antiguos unitarios, lo: sur de la provincia, donde ia de peones y estaban miento de los «Libres del nes de la Nueva Genera- \On estuvieron involucrados en un nuevo desafio al osismo, En 1840 se mné la Liga del Norte, que nucleé a los gobiernos de Tucumin, Salta, njuy, Catamarea y La Rioja contra Rosas. El gobernador portefio lanz6 tra ellos una campafia militar de reconquista en 1841 y 1842 que sicabé con sus veleidades, En el mismo afio de 1840 el incansable general y- intent6 marchar de nuevo sobre el Litoral, pero para 1842 Rosas conseguido controlar Ia zona y, mas atin, avanzar decisivamente sobre la politica uruguaya en apoyo a su aliado Manuel Oribe. A partir 842 y por los siguientes dicz afios, la Confederacidn se mantendria smente en manos de Rosas. nel turbulento perfodo que antecedié a la calma, entre 1840y 1842, wzorca desat6 en Buenos Aires una verdadera ola de terror, Al menos snta personas fueron degolladas en sus hogares durante el primer ‘otras tantas en el tiltimo. Muchas mis recibieron golpizas 0 tortu- esti claro si Rosas en persona daba las 6rdenes o si ln organizacién ingjaba de manera ant6noma, pero ciertamente el gobierno la dejaba ; Ganada la calma, luego de 1842 las actividades de la Mazorca vieron y desde entonces reiné la tranquilidad. Algmnos exiliados in regresar y Buenos Aires recobré una intensa vida social ‘vo que superar, sin embargo, una prueba mis. En abril de injerencia de Rosas sobre Uruguay y en ara asegurar la libre navegacién de los rios hasta Paraguay, es ‘suailras de Gran Bretaiia y Francia aliadas iniciaron un nuevo bloqueo ivi] contra Buenos Aires. En noviembre las fuerzas portefas libraron batalla de la Vuelta de Obligado, para impedir que los bar- ‘emontaran el rio Parand, pero finalmente fracasaron. Sin victoria no trajo para los extranjeros los frutos anhelados. \ciones riberefias recibieron a los comerciantes eurapeos con menos simpatfa. Los ataques no faltaron, lo que, sumado, no despertaban ninguna simpat Jelamente hubo un conato de rebe grupos de hacendados habfan armado decididos a lanzarse contra Rosas. El Sure de frontera con la aynda de grupos indige primera serie de desafios negocianclo un acuerdo con Francia pa Jevantara el bloqueo a cambio de dar a los residentes franceses los mis- ‘mos privilegios que tenfan los briténicos. En esos mismos afios se habia nucleado en Buenos Aires un grupo de jévenes intelectuales que no significaban una amenaza de la talla de las que Rosas habia derrotado, pero que proveyeron contra él narrativas argumentos poderosos y perduurables. Desde eomienzos de Ia década de 1830 se habfan ido agrupando en torno de Esteban Echeverria, quien habia regresado después de su estadia de cinco afios en Pa con ideas de avanzada. Se los conocié como la Nueva Generacién 0 la Generacién del 37, incluyé a figuras como Vicente Bautista Alberdi y Juan Maria Gutiérr otros jévenes, entre ellos, Bartolomé Mitre y, a la distanci Faustino Sarmiento. Influidos por el Romeanticismo enrop: tacaron por sus ataques a Rosas, aunque inicialmente habfan sido am exiticos del gobierno rivadaviano, al que acusaron de haber queris copiar polticas del liberalisimo europeo sin la menor atencién por realidades locales. El grupo combinaba la admiraci6a por las ideas pro criticas entopeas con un marcado escepticismo respecto de la capaci de las clases bajas criollas de estar a la altura de ellas. Se proclamar democriticos, pero al mismo tiempo pidieron la supresién o limitaci del sufragio universal, ya que para ellos el bajo pueblo atin no estaba parudo para gjercer la ciudadanfa, En su opinidn, la concesi6n prem: del voto en 1821 habia terminado por acabar con Los unitarios y hi navegacin del rfo, volvia antiecondmico el comercio. dado paso a la tiranfa de Rosas. Crefan en la necesidad de una ta pudo negociar una paz en términos que no fueron del todo politica, en la «soberania dela Ri y ctafia acordaron levantar el bloqueo en -xar Uruguay, pero con la acep- tema de la navegacién de los sivasyy dem jculto m2 Fzsquiet Aamovsky Los afios que siguieron fueron inusualmente calmos. El pais estaba pacificado y en manos de federales. La Confederacién funcionaba como tun orden nacional, ineluso sin tener instituciones centrales. No es que todos adhitieran al gobernador portefio: el antirrosismo seguia siendo fuerte en el interior, Pero por el momento habia perdido la capacidad deaceién. Si algo habia demostrado la sucesién de conflictos de los que Rosas habia salido vietorioso era la superioridad militar de los ejércitos portefios, que derivaba a su vez de los recursos econémicos incompara- blemente superiores con los que contaba la provincia, Esa comprobacién tendria un peso determinante en los afios por venir. La conquista del orden favorecié un crecimiento notorio de la eco- nomfa, Bajo la égida de Rosas, Buenos Aires profundizé su orienta ‘ganadera, Sus esfuuerzos para empujarla frontera del indio y el reemplazo de la enfiteusis rivadaviana por la privatizacién a gran escala de tierras fiscales contribuyeron a acentuar el proceso de formacién de grandes estancias, contrapesado con politicas de donacién de tierras que bene- ficiaron a pastores y labradores modestos (a fines de la década de 1830 la mitad de las familias que vivian en la campaiia bonaerense tenian explotaciones propias). En los titimos aos de Rosas, la ganaderia se fae volcando también hacia la eria de ovinos para Ia exportacién de lana, Para Buenos Aires result un periodo de gran prosperidad y fue finalmente en estos afios que las exportaciones ganaderas consiguieron cubrir el déficit que habia dejado la pérdida del Alto Pers, La paz rosista también permitié Ja recuperacién de la economia de s. Desde mediados de In déeada de 1820 se restablecieron o oportunida- 38 afios 1840, Entre Ri y Cortientes y, en menor medida, Santa Fe recuperaron la prosperid: siempre ligada a la ganaderia, Tucumén encontr6 en el Litoral mercado para sus artesanias, Sin embargo, no hubo grandes cambios en fas forn de producciGn, que segufan siendo similares a las de la época colon Cierto, la opcidin del trabajo esclavo decays, pero no de manera bros dos afios clavos brasi Historia de la Argent B de pequefios y medianos productores y, en varias zonas, también con bn campesinado de subsistencia, Las clases populares (esencialmente, con trabajo femenino) segufan produciendo teatiles y vendiéndolos a los mereaderes. Sus tejidos de lana artesanales y los ponchos indfgenas segufan comercializéndose incluso en Buenos Aires, donde ya se oftecfan Imasivamente ponchos de algodén fabricados en Manchester. La orientaci6n hacia la exportacién ganadera continué acentuando ifios al segundo en cantidad de poblacién, en buena medida por la mi- [graci6n interna de familias de clase baja en busca de mejores oportuni- les y también incipientemente por el peso de un flujo de inmigracién ter mévil y multiétnico de la poblaciéa del Litoral Acentué los rasgos mds abiertos e igualitarios de su sociedad, por com- més tradicional y jerrquica del Noroeste. ica y cultura en la era de Rosas 0 de la mano de mayores presiones de las es sobre el mundo popular. En Buenos Aires y el Litoral hubo més es sobre Los llamados «vagos»: la exigencia de circular con pape- q de conchabo se extendi6 avin més y los jueces de paz, —que no era wion: Los que mas los padecieron fueron los migrantes internos (que fan ser mestizos o pardos), que por tener menos vinculaciones fue por contrato formal de venta y hnbo menos lugar para jon sin titulo 0 para faenar ganado ajeno, Asi y todo, estos isciplinadores tuvieron efectos limitados. La mano de obra siendo escasa, lo que mantuvo los jornales en niveles compara te altos. De he, cios apuntan a un os mis pobres (por algunas éndee ba 94 Ezmouus Apasovsxy independencia y altivez de los peones que ieritaba a los propictarios. Los artesanos portefios sintieron los efectos de la introduccién de bienes :mportados, pero la Ley de Aduana de 1835 previ6 también para ellos algunas protecciones. En el interior, en cambio, la situacién fue diferente: en general la vida popular no mejoré, la riqueza siguié concentrada en los grupos privilegiados y los esfuerzas disciplinadores fueron més exitosos. Salta y Jujuy, por caso, la muerte de Giiemes dio comienzo a una verda- dera revancha de las clases altas, que fue eliminando gradualmente las concesiones que los gauchos habian ganado en tiempos de la Indepen- dencia, Sin embargo, por toclas partes persistieron expresiones abiertas de resistencia popular, motines de soldados, deserci6n de los ejércitos formas extendidas de bandidismo. Por mis que los estaclos provineiales se hubiesen fortalecido, segufa habiendo un archipiélago de zonas de frontera en las que podian refugiarse quienes tuviesen problemas con laley. Para los indigenas, la situacién no mejorfas evidentes. El fin de los «pueblos de indios» y de las autoridades étnicas, combinado eon Ja mayor presién por la propiedad, se tradujo con frecuencia en Ia pé dida de sus tierras comunitarias, En el Noreste, el fin de la experienci: artiguista significé el ocaso del poderio politico que habfan ganado los guaranfes, Los blancos avanzaron militarmente contra ellos en ofensivas ‘qne a veces terminaron en masacres. La zona de las antiguas misiones ‘quedé arrasada y muchos pueblos fueron abandonados. Para los pueblos originarios que permanecfan aut6nomos, tambi fueron tiempos turbulentos. Los del Chaco aprovecharon entre blancos y consiguieron ganarles tierras y ganado. siguientes a 1830, los mocovies asolaron la frontera santafecina hast que se Hegé con ellos a un acuerdo de paz. La regién patagénica y hasta la frontera con Cordoba fue escenario de diversos contlictos en tre parcialidades mapuches, tehuelehes y ranqueles, y entre blancos, euyas avances sobre la tierra fueron respondid Historia de la Argent mantuvieron su autonoma y negociaron puntualmente su colaboracién con el gobierno, como los que respondian al poderoso Calfucurd. Fi- nalmente, otros grupos sostuvieron la hostilidad, como los ranqueles de Yanquetruz, Mendoza y Buenos Aires lanzaron una sampafia militar conjunta en 1833 (en la que pelearon también indios amigos»), tras lo cual se aleanz6, 6 caci6n. Por su parte, los afroporteftos adquiricron en estos afios un inéito otagonismo en fa vida péblica.A partir de la década de 1820 fundaron sus propias «sociedades africanas» segiin la procedeneia de cada uno en ose continente, para brindarse ayuda mutua y organizar eventos sociales. Reunidos en bailes y festividades, desarrollaron expresiones culturales ias, como el candombe, que combinaba misica, baile y rituales re- osos. En tiempos de Rosas, se relacionaron con la politica de manera a. Fl gobernador los protegié y gané su adhesin, visitaba con st ia algunas de sus celebraciones y en 1838 les permitié participar sus tambores en las Fiestas Mayas y también en el carnaval, algo que »rroriz6 a las clases «, 103 De hecho, la Constitucién sancionada en 1853 bajo auspicios de los federales estaba fundada en esos principios y se inspiraba en la car ta magna norteamericana, modelo de republicanismo liberal. El texto maba al individuo como énico sujeto de derecho: no se reconveta que los tuviesen las comunidades, ni la naturaleza, ni las generaciones das o fararas. Solo los individuos. Para cllos aseguraba la igualdad ante la ley (la esclavivad queds por fin abolida) y reservaba una serie de libertades y derechos civiles amplios, como comerciar, transitar por el te- tritorio, asociarse, publicar sus ideas y por supuesto, poser propiedades. 1a Constitucién no hacia diferencias entre argentinos y extranjeros y de wecho daba al Estado el mandato de propiciar la «inmigracién europea. Disponia la libertad de cultos (salvo para los indigenas, que al menos en ftv punto no serfan iguales ante la ley, ya que la Constitucién mandaba e promoviera su conversién al catolicismo). Todas estas libertades quedaban definidas a la manera liberal, como rtades negativas»: se levantaba cualquier impedimento que pudiera loquearlas, pero el texto se desentendia de los condicionantes s, Emicos o de género que pudiesen hacer que unos tuviesen la idad de aprovecharlas realmente y otros no. Del mismo modo, toda una serie de contrapesos y dispositivos para prevenir iad de que los gobernantes ejercieran el poder de manera ica y avanzaran sobre los derechos individuales. Sin ninguna proteccién cionamiento del mercado tuviesen efectos negativos sobre las Wliertades reales de otros sectores sociales o sobre el futuro colectivo. mstitucién recortaba dos planos claramente diferenciados: el oy el delo privado, Las «acciones privadas de los hombres» privado: no se las reconoeia como mate: olitica ni mucho menos de legislacién. Sobre los derechos dos los varones. ‘tonces—, pero ad- través de representantes. buyesen

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