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Juan Z es un hombre de clase media, que trabaja en una ferretería hace casi 15 años
con un cargo de responsabilidad. Está casado y tiene tres hijos aún en edad escolar.
Terminó la escuela secundaria, y tienen un buen ingreso con su esposa, que también
trabaja, entre los dos es suficiente para el pago de todos sus gastos y para contar con
algunos ahorros. Esto les permite también tener un seguro de salud para toda la
familia.
Viven en un barrio de clase media baja y están bien integrados con sus vecinos y el
resto de su familia. Desde ya hace 20 años profesan con su esposa y sus hijos una
fuerte convicción religiosa que los liga a los Testigos de Jehová, comunidad a la que
pertenecen y con la que se reúnen todos los domingos.
Unos 6 meses atrás consultó a su médico de cabecera por un intenso dolor abdominal
que tenía desde dos días antes. Por ello debió ser trasladado a un hospital de alta
complejidad de una provincia de su país donde se le indicó una intervención
quirúrgica mayor que debía realizarse con cierta urgencia.
Ante esta situación fue derivado a un cirujano de mucha experiencia por su médico
tratante. Aunque cuenta con seguro social, decidió ir al hospital público de la misma
ciudad porque allí “hay mejores médicos, según la opinión de la mayoría”, comentó.
Todo fue bien con el cirujano que indicó la operación de inmediato.
Cuando el Don Juan despertó se le informó que hubo algunos problemas, pero fueron
resueltos con éxito, no le informaron respecto a las transfusiones de sangre ni lo que
había sucedido y de lo que él no tenía ninguna conciencia.
Totalmente recuperado de la cirugía, tres semanas más tarde Juan fue dado de alta y
se retiró junto con su esposa y sus tres hijos del hospital. Nunca se le informó sobre
las transfusiones que recibió cuando estaba en el quirófano y más tarde, estando
sedado en la Terapia Intensiva.
Por ello han consultado a un Comité de Ética sobre 1) qué consideran que se debió
hacer en su momento en relación con las transfusiones y 2) si deberían informar ahora
al paciente y su esposa.
¿Cómo equipo que piensan al respecto, desde una mirada general que valores están
en juego y qué haría si hacen parte del comité de ética?
Caso 2. Trabajo en equipo y plagio
Ahora bien, vamos a analizar un caso del trabajo en equipo para reflexionarlo y buscar
alternativas desde los aspectos éticos que el curso de ética profesional irá presentando.
Tenemos el equipo de:
➢ Manuel - vive con sus padres y en el momento sólo tiene el compromiso de
estudiar. Le gusta indagar, es creativo y muy responsable.
➢ Xilena – es esposa y madre de familia. Le cuesta mucho el estudio, sin
embargo, es dedicada para cumplir con sus compromisos.
➢ Edgar – es cabeza del hogar y el orgullo de su familia. Porque además de
trabajar está estudiando para sacar adelante su proyecto personal.
➢ Carolina – una joven soltera que trabaja y estudia a la vez. No le gusta mucho
el trabajo en equipo. Ella tiene una beca por la gobernación y necesita mantener
un muy buen promedio.
Luego vino el turno de Xilena, realizó la siguiente actividad, donde todos participaron
de manera colaborativa.
A Carolina no le sirve esa nota por su beca. Xilena muestra cierta indiferencia con lo
sucedido. Edgar pide disculpas, pero les recrimina que no hayan revisado antes el
trabajo. Manuel le comenta al profesor como estaban trabajando para pedirle una
nueva oportunidad y el profesor considera que esa organización tiene un
funcionamiento antiético, pero que le gustaría escuchar su propuesta de solución
frente a esta situación.
En la administración de empresas se presentan dilemas éticos que tienen que ver con
los derechos laborales de los empleados, la información de los clientes y la publicidad
de los productos o servicios. Uno de estos dilemas éticos aparece cuando ocurren
accidentes en la producción que arruinan todo un lote de un producto alimenticio.
¿Debería ocultarse el accidente, aunque este pueda causar daños en la salud de los
consumidores?
Uno de los negocios más rentables en los últimos tiempos es el del periodismo sensacionalista
relacionado con la llamada "prensa rosa". En las revistas del corazón o en programas de radio
y televisión donde intervienen famosos se venden exclusivas millonarias por revelar secretos
íntimos, asuntos sexuales o fotografías comprometedoras. Está claro que muchas de esas
exclusivas atentan directamente contra el honor y el derecho a la intimidad de algunas
personas.
Imagina que tú eres el director de una cadena de televisión y tienes que autorizar o denegar
el permiso para la creación de un programa de este tipo. Sabes que la audiencia de estos
programas es altísima (y se trata de un asunto importante para los accionistas de tu empresa,
ya que los ingresos publicitarios aumentarían), aunque personalmente consideras inmoral el
vender secretos íntimos que afecten a terceras personas.
- Autorizar el programa, argumentando que eso es lo que la opinión pública desea y, por
tanto, se trata de una decisión democrática.
- Denegar el programa con el fin de crear una imagen de cadena televisiva seria y así captar
a espectadores contrarios a este tipo de espacios.