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Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había en
Cafarnaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando oyó aquel que Jesús había
llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a
punto de morir. Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del
rey le dijo: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”. Jesús le dijo: “Vete, tu hijo vive”. El
hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sus siervos
salieron a recibirlo, y le informaron diciendo: “Tu hijo vive”. Entonces él les preguntó a qué
hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: “Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre. El
padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y
creyó él con toda su casa. (Juan 4, 46-53)

ORACIÓN POR UN HIJO ENFERMO.

Amado Señor, tú conoces el corazón de tus hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que
te suplica. Tú sabes lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tú comprendes la
preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos.

Señor Jesús, vengo hoy, como el funcionario real del Evangelio, a pedirte que desciendas y
sanes a nuestro niño (a) de todas sus heridas emocionales, mentales y físicas que le afectan su
salud.

(Nombre aquí al niño (a) enfermo por quien se está orando).

Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y el desconcierto, si
esta enfermedad está dentro de lo que tú permites, aceptamos este momento como ocasión
de purificación, de abandono en tus manos, de ofrecimiento generoso de nuestras vidas.
Aceptamos este momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores
de Cristo por la salvación del mundo.

(“Tómese unos minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con sus
labios: “con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión”).

Ahora, Señor Jesús, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido que por el
poder del misterio de tu infancia y tu v ida oculta en el hogar de Nazaret, sanes al niño (a) a
quien tú conoces y amas.

Cuida de su cuerpecito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta tu alivio,
tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad. Sana sus heridas emocionales y
físicas.

Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y reanima a su papá y a su
mamá, no dejes que caigan en la desesperación, en la duda, en la depresión, sino que desde
su dolor y preocupación recurran a ti como fuente de verdadera, plena, y duradera sanación
del cuerpo y del alma.
Te presentamos el lugar donde se encuentra el niño, reviste ese sitio con tu fuerza y gracia.
Aleja de allí todo lo que, material o espiritualmente, puedan ser un obstáculo para la pronta
recuperación.

Te presentamos los profesionales médicos que atienden al niño, revístelos con tu sabiduría,
ilumínalos para que logren dar con acierto en el diagnóstico y encuentren la medicación y
tratamiento indicado. Tómalos como instrumentos de tu sanación.

María, madre de Jesús y madre nuestra, que con esmero y constancia, cuidabas de tu niño,
mira el corazón de la madre e infúndele confianza, para que también ella, como tú, pueda ver
crecer a su hijo en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres.

Querido San José, tú que fuiste el protector de la Sagrada Familia, y la defendiste de todos los
peligros y hasta de la muerte segura en la persecución de Herodes, te presento al (papá o
mamá) de esta criatura, intercede ante tu amado Hijo Jesús, para que logre mantenerse fuerte
aún en el dolor y la preocupación.

Que logre conseguir los medios necesarios para la buena atención de su hijo(a). Ayúdalo a no
decaer y a mantenerse lúcido a la voluntad de Dios.

Señor, tú dijiste que creyéramos que ya hemos obtenido lo que te pedimos con fe en oración,
ahora levanto mi voz y mis brazos y te doy gracias por la salud que recibirá este niño por el
poder de tu amor que escucha esta oración confiada. Reconocemos que ya estás actuando y
sanando. Te doy gracias Jesús por tu amor sanador.

Como el funcionario del Evangelio, nosotros también reconoceremos que es en este mismo
momento que estás restableciendo salud y bienestar.

Te alabo en fe. Te reconozco Señor y Salvador de nuestras vidas, sin Ti estamos perdidos. Te
amamos Señor y reconocemos tu grandeza. A ti la gloria por los siglos de los siglos. Amén

Reza un Padre nuestro, Ave María, y Gloria.

Letanía oración para la salud de un hijo enfermo

 Señor, por tu misericordia, dale sanación a mi hijo enfermo.


 Señor, por tu bondad, devuélvele la salud a mi hijo enfermo.
 Señor, por tu poder, sana toda herida de mi hijo enfermo.
 Con tu consuelo, acaricia sus heridas,
 Con tu ternura, lava su corazón,
 Con tus manos, toca siente y sana su cuerpo.
 Te muestro Señor el tamaño de mi fe y sé que Tú me mostrarás el tamaño de tus
milagros.

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