A mediados del siglo XX se desarrollaron una serie de cambios de carácter
mundial (...) La revolución tecnológica e industrial transformó profundamente a la sociedad del siglo XX y las condiciones de vida. Si en un principio se dispuso de agua potable, luz eléctrica, calefacción y transportes, con el correr del siglo se comenzó a disponer masivamente de televisores, radios, computadores, faxes; objetos que no eran necesarios para la vida cotidiana, pero aún así se consumían de forma exacerbada. Esto es lo que se ha denominado la sociedad de consumo, producto del desarrollo del capitalismo. Gracias a la nueva tecnología fue posible producir bienes cada vez más baratos y en mayor cantidad. En los países más desarrollados, la industria elaboró métodos cada vez más eficientes para la producción en serie, pues era necesario satisfacer la creciente demanda de los bienes durables. Desde mediados de los años 40 hasta principios de los 70, se vivió un clima de bonanza y seguridad económica sin precedentes en lo que iba del siglo XX. Algunos historiadores se refieren a la “Edad de Oro” del capitalismo. La consolidación de las políticas asociadas al Estado de Bienestar, tanto en países de Europa como en EE UU, junto con el crecimiento de la población, influyó en el aumento de la capacidad de consumo. En este contexto, cambiaron las necesidades de las personas. Lo que antes era un lujo ahora era considerado un indicador de bienestar habitual, por lo menos en los países más ricos. La gente adquiría cosas nuevas, que antes no necesitaba. Los ejemplos más representativos son el auto, la televisión, el teléfono y los electrodomésticos. La masificación de las comunicaciones constituyó un factor crucial en la transformación que experimentó la vida cotidiana de las personas en el siglo XX. (...) la radio y la televisión– permitió informarse de todo lo que estaba sucediendo en el país y en el resto del mundo. Junto con la transmisión de noticias, se difundieron nuevas ideas, estilos musicales, modas y patrones de comportamiento que influyeron en la educación, en el uso del tiempo libre y en las costumbres de las personas. En esta sociedad de consumo cambió la forma de divertirse y, por ende, el concepto del ocio. Incluso las clases trabajadoras comenzaron a disponer de mayor tiempo para disfrutar, luego de ciertas reivindicaciones laborales que se tradujeron en una jornada de trabajo de ocho horas. Historia y Ciencias Sociales IV. AA.VV (2009) pág 76.
La Revolución Industrial: Una guía fascinante de un período de gran industrialización y la introducción de la hilatura Jenny, la ginebra de algodón, la electricidad y otros inventos