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EL FRUTO MÁS ESPLÉNDIDO DEL

ÁRBOL DE LA KÁBALA

La letra hei: h: 5
EL SOPLO, EL ALMA, EL ASPECTO FEMENINO DEL
ESPÍRITU

E L Libro de la claridad o Bahir sostiene que existen dos

hei diferentes y complementarias, la primera positiva (h+) y la


segunda negativa (h-), en correspondencia con la doble hey del
Nombre Inefable o Tetragrama (hvhy). Adscrita tradicionalmente
al Espíritu Santo o rúaj ha-kodesh, la quinta letra alfabética alude
a la Torá misma, al hálito sobrenatural contenido entre sus
páginas, capaz de llevar el conocimiento de lo macrocósmico,
representado por la letra yod (y), a lo microcósmico sintetizado en
la vav (v), signo que, como veremos, apunta al hombre, al ser
humano, columna entre el cielo y la tierra. Por algún motivo
difícil de precisar pero sin duda capital en la historia de las
mutaciones semánticas que nos propone la Biblia, esa doble hei
irá a parar, en el Génesis 17:5, al interior de Abram, quien, tras su
pacto con el Creador, pasará a llamarse Abraham (,hrba); y
después a Saray, que pasará a llamarse Sarah (hrw), los dos
primeros iniciados—podríamos decir—en la cadena de iniciación
monoteísta.
Señalando la importancia de ese hecho el Libro de la
claridad agrega: “¿Por qué el Santo, Bendito Sea, agregó la letra
hei al nombre de Abraham, por qué esa letra y ninguna otra? Con
el fin de que todos los miembros del hombre merecieran la vida
en el mundo por venir, la vida futura… Es como si esa fuese la
manera en que la creación (del hombre) estuviese verdaderamente
acabada, tal y como dice el Génesis 9:6 “A imagen de Elohim,
Elohim ha hecho al hombre”, y también porque Abraham, en
guematría (adición numérica de los valores de las letras), da la
cifra doscientos cuarenta y ocho, número que corresponde al de
las articulaciones del cuerpo humano.”
Que la hei (h) tenga que ver con las articulaciones no parece
extraño, por cuanto devuelto, en el momento de expirar, el soplo
al Creador que lo dio, nuestro cuerpo queda inmóvil, rígido,
inerte. En una palabra como hed o eco, entonces (dh), y sabiendo
que la letra dalet (d) representaba el verbo, cuando esté junto a la
hei (h) nos hablará del “espíritu de la palabra”, cosa que,
efectivamente, es su eco a lo largo de los siglos y los seres que la
expresan, pues una palabra sin resonancia carece, en cierto modo,
de vitalidad, de retorno significativo. Por otra parte, si
consideráramos lo que en hebreo se denomina el tiempo presente
de los verbos, hové (hvh) que se escribe con la doble hei y la vav,
expresión que puede leerse, también, como el ser humano
presente entre su inspiración y espiración, abarcado y contenido
por el soplo, descubriríamos que con sólo agregarle una simple
letra, la yod (y) puede, milagrosamente, reconstruirse el
Tetragrama (hvhy).
TETRAGRAMA
Lo o El Eterno
Hvhy
Futuro Pasado
Hyhy hyh
ihié-será haiá-era
Hvh
hové-es
Presente

Así como en lo Eterno no está el hombre porque no lo es,


tampoco está en su pasado o su futuro, pues sólo el presente es
para él el único tiempo real. Únicamente el misterioso Tetragrama
reúne en su seno todas las combinaciones posibles, razón por la
cual es llamado, por eso, el Nombre de los Nombres.
Dice el himno matutino de la liturgia hebrea llamado Adón
olam, Señor del Mundo o Ser del Universo:

Hu haiá ve-hu hové ve-hu ihié


Hyhy avhv hvh avhv hyh avhv
El Eterno era, es y seguirá siendo

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¡En la Senda del Señor mientras la Luz nos Ilumine!

L.’.V.’.X.’.L.’.I.’.F.’.

Frater Lucis Kalihel

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