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Eximente y Atenuante
Eximente y Atenuante
1. Saludo a la Doctora encargada del dictado de clase y a los colegas; presento al grupo. Y el
tema de la resolución.
2. Introduzco a la resolución del tribunal servir y expongo un poco de antecedentes.
(desarrollar conceptos de eximentes y atenuantes).
3. Hago un resumen de la resolución.
4. Desarrollo la actividad.
5. Cierro con el ejemplo de caso fortuito y fuerza mayor; desarrollo los elementos y expongo
un ejemplo.
6. Me despido; hago un chiste en relación a las huelgas, dado que estas son comunes y ya no
debería considerárselas extraordinarias. Se ríen, me felicitan, digo gracias totales y apago
la cámara.
De una lectura literal del mencionado artículo 1315 colegimos que para la legislación
nacional los conceptos de caso fortuito y fuerza mayor se usan indistintamente, es decir,
su significado es el mismo. Sin embargo, la Casación 823-2002, Loreto advierte que la
doctrina y la jurisprudencia ya han establecido que su origen es distinto, aunque sus hechos
constitutivos, comunes.
Agrega que el caso fortuito se aplica a los hechos producidos por la naturaleza y la fuerza
mayor a los hechos del hombre. En consecuencia, el caso fortuito debe entenderse como
un acontecimiento extraordinario, imprevisible e irresistible producido por el hombre y
para calificarlo como tal se trata de un hecho que no puede preverse o que previsto no
puede evitarse, no debiendo ser una previsibilidad exacta y precisa sino por el contrario
conocida por el hombre común para cada caso concreto.
5.1. Extraordinariedad
Algo extraordinario es, como la propia palabra lo indica, algo fuera de lo ordinario, esto es,
fuera de lo común. Lo contrario a lo común es la excepción; por ello, concluimos en que se
trata de algo que se encuentra dentro del campo de lo excepcional, de un acontecimiento
que se produce por excepción, lejos de lo que en forma normal o natural se espera que
ocurra. Lo extraordinario es, pues, lo que atenta o irrumpe en el curso natural y normal de
los acontecimientos, quebrándolos. Invade temporalmente el espacio de lo común, de lo
ordinario. Vemos que este concepto va seriamente ligado a la impredictibilidad o
imprevisibilidad. (Osterling Parodi y Castillo Freyre, 2008, pp. 828-829)
5.2. Imprevisibilidad
Este punto es bastante delicado, ya que resulta fácil entrar en el campo de las
subjetividades. Pero, por otro lado, aplicar aquí un criterio objetivo puede acarrear un
desbalance desmesurado que implicaría injusticia e inseguridad. Por ello, la pregunta ¿qué
es normalmente previsible?, reviste mayor complejidad de lo que a primera vista pudiera
aparentar y, por tanto, amerita un análisis serio y reflexivo, diríamos que casi casuístico.
(Ídem)
Por tanto, cuando hablamos de imprevisibilidad hacemos alusión a uno de los criterios de
imputación subjetivo u objetivo (decantándose nuestro Código Civil por un sistema
subjetivo) exigibles al deudor al momento de cumplir su prestación. En otras palabras, la
posibilidad que tenga el deudor de advertir o de darse cuenta de ese hecho extraordinario lo
cual el juez tendrá que apreciar en el caso concreto. Normalmente ese estándar de conducta
será la diligencia ordinaria.
5.3. Irresistibilidad
El que un evento sea irresistible quiere decir que la persona (en este caso el deudor) es
impotente para evitarlo; no puede impedir, por más que quiera o haga, su acaecimiento.
Esta noción tampoco es simple, aunque a primera vista lo aparenta. Reviste también
peculiaridades o complejidades que es menester tomar en consideración a fin de no incurrir
en arbitrariedades. Un factor de suma relevancia es el económico, por ejemplo. Para un
deudor con recursos, es más factible —en determinados casos— afrontar un obstáculo que
para otro que carece de ellos. La imposibilidad, entonces, muchas veces resulta relativa. Va
a depender, una vez más, de las condiciones personales del deudor, situación que se debe
evaluar a la luz de un criterio que no adolezca de estrechez. (Osterling Parodi y Castillo
Freyre, 2008, p. 830)