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Colegio “Leonardo Da Vinci”

ORIENTACIÓN

EL RESTAURANT DEL PATO

Había una vez un pato que tenía un restaurant. El pato hacía un buen negocio. ¿Saben
por qué? Porque sin pedir permiso tomaba las verduras de los jardines de la gente y
cogía los huevos de los gallineros de los vecinos. ¡Qué pato más fresco!

Un día, una clienta, la Señora Gansa, estaba comiendo huevos fritos. En eso, se asomó una gallina
y al ver el plato servido en la mesa, le dijo indignada: “Ese huevo es de mi gallinero, ¿quién lo
habrá agarrado?

Con el enojo, a la gallina le dio hambre y pidió un plato de maíz. Cuando lo estaba comiendo,
entró un perro escocés ladrando: “alguien se robó anoche el maíz de mi jardín”

El perro tenía sed y pidió un vaso de leche. De pronto se asomó una vaca por la ventana y dijo:
“Me perece que se están tomando mi leche.” Al oír esto el perro se enojó y no quiso terminar de
tomársela.

La vaca también se quedó a comer y le pidió al pato que le sirviera una gran ensalada. El
pato le trajo una enorme fuente de lechuga. En eso llegó el gato y se puso a llorar diciendo: “Esas
lechugas que están en la Fuente son las que yo sembré en mi jardín”.

Para que no se moleste, el pato le sirvió al gato un plato de pulpo frito, pero, aun así, el gato
seguía llorando. Cuando comenzó a comer, entro cojeando un pulpo y dijo: “Yo tenía ocho patas y
me han cortado tres mientras dormía”. Al oír esto, el gato se asustó mucho y no quiso seguir
comiendo.

“Uno se siente incómodo en el restaurante del pato”, se quejaba la gente. Poco a poco el
restaurante se quedó sin clientes. Recién entonces, el pato se dio cuenta de que se había
portado muy mal. Por eso una mañana tomó su canasta y se fue al Mercado a comprar. “No
volveré a tomar lo que no es mío”, pensaba el pato. Con el tiempo, la gente regresó a comer al
restaurant del pato al verlo trabajar con honradez.

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