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Tras décadas de una disminución constante, el número de personas que padecen hambre

(medido por la prevalencia de desnutrición) comenzó a aumentar lentamente de nuevo en


2015. Las estimaciones actuales indican que cerca de 690 millones de personas en el mundo
padecen hambre, es decir, el 8,9 por ciento de la población mundial, lo que supone un aumento
de unos 10 millones de personas en un año y de unos 60 millones en cinco años.

El mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para 2030. Si
continúan las tendencias recientes, el número de personas afectadas por el hambre superará
los 840 millones de personas para 2030.

Según el Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135 millones de personas padecen


hambre severa  , debido principalmente a los conflictos causados por los seres humanos, el
cambio climático y las recesiones económicas. La pandemia de COVID-19 podría duplicar
ahora esa cifra y sumar unos 130 millones de personas más que estarían en riesgo de padecer
hambre severa a finales de 2020.

Con más de 250 millones de personas que podrían encontrarse al borde de la hambruna   , es


necesario actuar rápidamente para proporcionar alimentos y ayuda humanitaria a las regiones
que corren más riesgos.

Al mismo tiempo, es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema


agroalimentario mundial si queremos alimentar a más de 820 millones de personas que
padecen hambre y a los 2000 millones de personas más que vivirán en el mundo en 2050. El
aumento de la productividad agrícola y la producción alimentaria sostenible son cruciales para
ayudar a aliviar los riesgos del hambre.

El objetivo de la geografía rural sería comprender en un mismo movimiento, la evolución


socioeconómica de la vida rural y la dinámica de su entorno agroecológico para aprehender la
realidad global de las combinaciones agrarias que se suceden a lo largo de la historia.

La geografía urbana forma la base científica para varias profesiones incluida la


planificación urbana, la selección de ubicación de los comercios al por menor, el
desarrollo de bienes raíces, el análisis de la pauta del crimen o el análisis logístico, entre otros.

Los vínculos han sido estudiados desde hace al menos tres décadas, motivados principalmente por
la necesidad de mejorar las condiciones de bienestar de la población rural. Posteriormente, el
estudio del desarrollo urbano se interesó por los vínculos rurales-urbanos, estimulado por los
problemas de congestión urbana y el crecimiento inmanejable y, más tarde, por los debates sobre
las interacciones entre ciudades y el medio ambiente.

A pesar de esto, el tema sigue teniendo una clara inclinación rural. “Las políticas resultantes suelen
tener un sesgo rural perceptible con poco o ningún interés en investigar cómo las ciudades
podrían incorporarse mejor a los marcos de planificación rural”
La geografía urbana y rural esta estrechamente relacionada al objetivo numero dos el cual es
hambre 0 o hambre y seguridad alimentaria. La geografía Urbana y Rural esta estrechamente
unida a este objetivo ya que esta busca establecer de una manera adecuada una relación en la que
la zona rural tenga un desarrollo sostenido sin alterar su ámbito natural introduciendo programas
que fomenten su desarrollo ya que de esta zona se puede sacar los alimentos necesarios para
cumplir este objetivo.

El objetivo de la geografía rural sería comprender en un mismo movimiento, la evolución


socioeconómica de la vida rural y la dinámica de su entorno agroecológico para aprehender la
realidad global de las combinaciones agrarias que se suceden a lo largo de la historia.

La geografía urbana forma la base científica para varias profesiones incluida la


planificación urbana, la selección de ubicación de los comercios al por menor, el
desarrollo de bienes raíces, el análisis de la pauta del crimen o el análisis logístico, entre otros.

Los vínculos rurales-urbanos son parte de la realidad local para los miembros de la familia rural
que realiza las diversas tareas de generar ingresos dentro y fuera del campo, mantener un espacio
vital en el pueblo e ir a ciudades locales e incluso distantes para comprar, comercializar, trabajar y
obtener servicios especializados. El desafío para la planificación regional es superar la brecha rural-
urbana, incorporando esta realidad en los marcos de desarrollo y, además, identificando medidas
de políticas públicas para fomentar los beneficios mutuos para los hogares de la ciudad como del
campo

En este contexto, la mayoría de los encargados de la planificación ya conoce bien que el medio
urbano y el rural no son territorios separados con unos límites bien definidos, sino que existen a lo
largo de un continuo. Los actores y factores relativos a una cuestión en concreto forman parte de
sistemas complejos que trascienden fronteras administrativas. Los encargados de la planificación
en el ámbito urbano y los que trabajan en este continuo deben hacer frente a la complejidad de la
gobernanza a diario, puesto que se enfrentan a multitud de organismos gubernamentales e
instancias administrativas que se solapan horizontal y verticalmente. No obstante, lo que tal vez
no tengan tan claro es cómo inciden en la nutrición los vínculos entre lo urbano y lo rural y las
consideraciones territoriales.

Los problemas nutricionales en las zonas urbanas y rurales son distintos, pero ello se debe en gran
medida al contexto y no a que los factores determinantes sean diferentes (Ruel et al., 2017). Estas
diferencias, que varían según las condiciones sociales, culturales, económicas, políticas,
institucionales, agroecológicas y ambientales, pueden manifestarse de varias formas, por ejemplo,
como variaciones en la situación de la mujer, la calidad y la densidad de infraestructuras, las
preferencias alimentarias o la abundancia o fragilidad de los recursos naturales. Estas condiciones
pueden variar entre países y dentro de un mismo país, así como dentro de las propias zonas
urbanas y rurales, y presentar diferentes oportunidades o problemas para lograr una buena
nutrición. Por ejemplo, el acceso a los insumos agrícolas, los mercados de producción, la asistencia
sanitaria y los servicios ambientales, como el agua y el saneamiento, pueden diferir entre
territorios rurales y urbanos. La variedad y accesibilidad de los alimentos disponibles en los
mercados, puestos de venta, restaurantes o en la propia producción también varían, desde los
cultivos comerciales comunes hasta las especies locales infrautilizadas. La estructura y eficacia de
las políticas y las instituciones, como las que hacen de nexo entre la diversidad de la producción
local y los mercados locales o regionales, o la difusión asociada a la educación nutricional pueden
ser más fuertes o más débiles en distintos lugares (Tacoli, 1998; Tacoli, 2003).

 Para poder tomar decisiones adecuadas, es esencial realizar estudios de los medios de vida
urbanos y rurales y estudios que se detengan a analizar cómo se comportan los factores
determinantes de la nutrición en todo el espacio urbano y rural (en particular, cómo gestionan los
hogares las conexiones entre lo urbano y lo rural y cómo les afectan estas conexiones) y cómo se
benefician los hogares de los servicios, los programas y las inversiones pertinentes para la
nutrición; no obstante, estos estudios son escasos.  Es imperioso obtener datos prácticos sobre
políticas y programas en estudios rigurosos e inclusivos (a menudo utilizando métodos
participativos).

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