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Garramuño, Florencia

¿Para qué comparar? Tango y samba y el fin de


los estudios comparatistas y de área

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Cita recomendada:
Garramuño, F. (2004). ¿Para qué comparar? Tango y samba y el fin de los estudios comparatistas y de área.
Prismas, 8(8), 151-162. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la
Universidad Nacional de Quilmes http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/2355

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¿Para qué comparar?
Tango y samba y el fin de los estudios
comparatistas y de área

Florencia Garramuño

Universidad de San Andrés / CONiCET

Tanto el comparatismo como los estudios la- como una suerte de desvío.1 Esa dependencia
tinoamericanos han recibido en los últimos de un modelo europeo no sólo ha marcado a
tiempos una serie de críticas, muchas de ellas gran parte de los estudios sobre culturas no
feroces, que incluso han llegado a decretar europeas sino que ha sido además el origen
–con la premura y energía con la que en los de la mayoría de las polémicas que han des-
últimos años se han decretado tantos fines– la pertado en los últimos años los estudios com-
muerte de los estudios de área y la de los es- parados.2
tudios comparados. El título de la interven- Otra crítica a la literatura comparada resue-
ción de Gayatri Spivak (2003) sobre la litera- na también en las críticas que se le han hecho
tura comparada es elocuente y funesto: Death a los estudios de área. Se trata de la homoge-
of a Discipline. neización de las diferencias entre las distintas
Las críticas al comparatismo y a los estu- literaturas que, asumiendo una única noción
dios de área –dentro de los cuales se incluyen hegemónica de literatura –que cabría escribir
los estudios latinoamericanos– no sólo coin- con mayúsculas–, habría tendido a obturar
ciden temporalmente, sino que incluso es po-
sible advertir una similitud muy fuerte entre
los puntos que son criticados en una y otra 1 Charles Taylor, “Two Theories of Modernity”.
disciplina. Una de las críticas fundamentales 2 Una de las últimas manifestaciones de esta polémica
a la literatura comparada es la de haber sido ha tenido lugar a partir del proyecto de Franco Moretti
una disciplina claramente regida por una no- de realizar una historia universal de la novela, con su
nuevo Center for the Study of the Novel radicado en la
ción de modelo europeo. Bien mirada, ésta es universidad de Stanford, que se propone realizar un re-
la misma crítica que se le ha endilgado a los levamiento del funcionamiento de la novela a lo largo y
estudios que utilizan la estrategia comparatis- a lo ancho del mundo a partir de las investigaciones de
críticos de cada una de las tradiciones nacionales que
ta aun en otras disciplinas: si en el caso de la proporcionarían algo así como la “materia prima” para
literatura comparada se trata de una idea de que el teórico (Moretti, o cualquier teórico centrado en
novela o de poesía –o de vanguardia o de ro- una universidad con los recursos necesarios, obviamen-
te norteamericana) realice a partir de ese material una
manticismo– claramente europea, en los es- “teoría general de la novela”. Cf. Franco Moretti, “Con-
tudios sobre las “modernidades alternativas”, jectures on World Literature”, Jonathan Arac, “Anglo-
por ejemplo, se trata de un modelo europeo Globalism?”, y Gayatri Spivak, Death of a Discipline.
La intervención de otros críticos en esta polémica pue-
de modernidad a partir del cual las supuestas de leerse en las páginas de New Left Review, N° 16, ju-
modernidades alternativas son consideradas lio-agosto de 2000.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 8, 2004, pp. 151-162


una reflexión sobre las diferencias. En el caso de área resulta de los presupuestos comunes
de los estudios latinoamericanos, la búsqueda –y claramente históricos– que marcaron a am-
de la diferencia latinoamericana excesiva- bas disciplinas por lo menos durante el si-
mente dependiente de la reflexión sobre cul- glo XX: la idea de que existe un suelo común
turas locales teniendo en vista su carácter sobre el cual las diferencias no serían más que
particular y único habría provocado, en mu- diferencias de grado, en una especie de espec-
chos casos, la obturación de las diferencias tograma en el que sería posible organizar to-
entre distintos contextos nacionales en pos de das las culturas del mundo, aunque –claro– en
una teoría común.3 Si en algunos casos el mé- una escala jerárquica. Así, mientras los estu-
rito de esta teoría común –caso Rama con dios de área habrían buscado la especificidad
Transculturación narrativa en América Lati- de ciertas áreas con una intención totalizante
na– hacía disculpar los errores históricos –su regida por una forma de la nación potenciada
visión, por ejemplo, del regionalismo brasile- a la región, las literaturas comparadas tam-
ño–, lo cierto es que en otros casos menos bién habrían estado preocupadas por mostrar
honrosos las desventajas han sido mayores las similitudes entre distintas tradiciones na-
que los méritos. cionales, aun cuando esas tradiciones no per-
La similitud de críticas, en el caso de los tenecieran a un área “común”.
estudios latinoamericanos, es claramente ex- indudablemente, la intensificación de los
plicable. En un artículo sobre la crítica litera- flujos culturales y económicos y, más que na-
ria brasileña Antonio Candido propone una da, de los desplazamientos y diásporas de los
serie de argumentos que, como muchas de sus últimos años no sólo ha puesto en cuestión la
iluminaciones sobre el Brasil, pueden ser ex- noción de diferencia cultural que regía los es-
tendidos hacia otras zonas de Latinoamérica. tudios de área, sino que también ha resque-
En ese artículo, Candido sostiene que la crítica brajado la idea de “tradición nacional” que
literaria brasileña ha sido marcada a lo largo de sostenía los estudios comparados. A partir de
su historia por un designio comparatista: sea estas transformaciones, dos puntos centrales
por la búsqueda de influencias y plagios, o co- parecen poner en guardia frente a cualquier
mo una herramienta para conceptualizar la lite- estudio de área. En primer lugar, la puesta en
ratura brasileña, la actitud comparatista habría duda de una de las nociones fundamentales
estado siempre presente.4 Creo que su argu- de los estudios de área: la de que el mundo
mento puede extenderse no sólo a otras zonas pueda ser dividido en áreas –o “literaturas”–
de Latinoamérica, sino también a otras disci- homogéneas. En segundo lugar, los estudios
plinas como la historia o la ciencia política la- de área estarían sostenidos por un tipo de
tinoamericanista, la mayoría de las veces atra- pensamiento que, al concentrarse en entida-
vesadas fuertemente por la comparación con des contenidas en sí mismas, obturaría la re-
Europa. Con raras excepciones, el pensamien- flexión sobre los tránsitos y los movimientos
to sobre Latinoamérica se valió de la compa- entre esas áreas, constitutivos también de for-
ración con Europa para construir la identidad mas culturales y de problemáticas que los es-
latinoamericana. tudios de área habrían impedido pensar por
Pero sobre todo la coincidencia de las críti- su propia estructuración epistemológica.
cas a los estudios comparados y a los estudios Desde este punto de vista, una colabora-
ción entre el comparatismo y los estudios la-
tinoamericanos podría derivar en estudios
3 Alberto Moreiras, A exhaustão da diferença. que fueran objeto de una crítica doble: a la
4 Antonio Candido, “Literatura Comparada”, en Recortes. homogeneización de las diferencias (debida

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al latinoamericanismo) y a la dependencia de paña –junto a sus instrumentos más represen-
una noción de modelo europea (producto del tativos– alternativamente estos registros dife-
comparatismo) del cual las culturas latinoa- rentes, creando una combinación musical de
mericanas serían una suerte de desvío. Sin lo más “excéntrica”. La canción comienza con
embargo, decretar la muerte del latinoameri- ritmo de samba durante los primeros 30 segun-
canismo o de los estudios comparados por la dos, hasta la entrada de un acorde de bando-
presión de un nuevo contexto histórico, ¿no neón que corta la música más sincopada del
sería rendirse pasivamente ante la historia? Si samba y entonces la canción prescinde de la
el comparatismo y los estudios de área han percusión. La letra también se transforma, des-
sido determinados en sus construcciones lizándose del portugués hacia un español con
epistemológicas por los momentos históricos algunas interferencias del portuñol:
en los que se desarrollaron, tal vez hoy, en un
paisaje histórico transformado, también sea Hombre, yo no sé por qué te quiero
posible reformularlos a partir precisamente Yo te tengo amor sincero
de las críticas que una nueva constelación Diz a muchacha do Prata
histórica permite –y demanda– articular. Tal Pero, no Brasil é diferente
vez sea posible utilizar los estudios compara- Yo te quiero simplesmente
Teu amor me desacata.
dos y de área, conjuntamente, como una for-
Y habla castellano en un fandango
ma de interrumpir los designios identitarios y
O argentino canta tango
normativos que los rigieron en el pasado. Tal Eu sou do Rio do Janeiro.5
vez sea posible proponer una colaboración
entre el comparatismo y el latinoamericanis-
mo que pueda funcionar como una práctica 5 La canción se convirtió en emblema de la relación en-
contraidentitaria y contrahegemónica. tre la música brasileña y la música argentina y, por ex-
tensión, latinoamericana cantada en español. Dos músi-
cos brasileños, en momentos diferentes, la eligieron
como metáfora de una relación de cercanía. En 1995,
Los estudios comparados Caetano Veloso eligió “O samba e o tango” para abrir el
como práctica contraidentitaria show de presentación de su CD Fina Estampa, donde
canta canciones populares latinoamericanas en español.
En el 2003, Elza Soares la utilizó para presentar su CD
Una canción grabada por Carmen Miranda en Do cóccix até o pescoço en un escenario porteño. Sin
1937 asocia la música del tango y la del sam- embargo, en cada uno de estos casos, en que la musica-
ba con las identidades nacionales de sus res- lización ha sido diferente, se construyó con esas armo-
nías significados también diferentes. En el caso del
pectivos países de origen, exhibiendo sin em- show de Caetano, que cantó canciones típicas suyas
bargo en la composición de esa canción la –que no se incorporaron en el CD Fina Estampa a secas,
pero que sí están en Fina Estampa Ao Vivo– junto con
complejidad de los procesos culturales por las canciones hispanoamericanas, el gesto parece esta-
los cuales una forma cultural se convierte en blecer una similitud que se propone como una alternan-
símbolo de una identidad nacional. Tanto la cia entre la música brasileña –de la cual Caetano sería
típico representante– y la música hispanoamericana, en-
letra como la música de esta composición de globada toda en una misma categoría indiferenciada (y
Amado Regis titulada O tango e o samba re- es posible leer aquí una relectura de la relación del tro-
sulta una especie de collage donde se interpe- picalismo en la década de 1960 con Latinoamérica, so-
bre todo a partir de la canción de Gilberto Gil “Soy lo-
netran sonoridades asociadas con el samba y co por ti América”). En el caso de Elza Soares, en
con el tango al punto de, por momentos, con- cambio, se trata de un acercamiento coyuntural entre la
fundirse. Si la letra mezcla en un mismo verso Argentina y el Brasil. Antes de cantar esa canción, uno
de sus músicos tocó en el bandoneón algunos acordes
palabras en portugués y en español, la música de “Adiós Nonino”, de Piazzolla, y todo el extenso dis-
“característica” del tango y la del samba acom- curso de Elza Soares en ese momento se estructuró so-

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Carmen Miranda canta este estribillo con una ¿Cómo se convierte una forma cultural en
modulación de la voz mucho más cercana a “nacional”? ¿Qué significa “ser nacional”,
la modulación característica del tango: una por un lado, y cuáles son las operaciones a las
impostación más grave de la voz y una acen- que ciertas formas culturales, predecesoras,
tuación más prolongada de las vocales fun- son sometidas para ser convertidas en símbo-
cionan durante el estribillo como brusco lo de una “identidad nacional”? No interesa
cambio de registro de la canción.6 Al mismo discutir aquí cuál sería la identidad nacional
tiempo, la guitarra prolonga los acordes ad- que el tango y el samba representan por sus
quiriendo una sonoridad más cercana a la del rasgos formales –sea en su música, sea en sus
tango, que contrasta con la utilización de la letras– por dos razones diferentes, pero que
guitarra en los fragmentos musicales anterio- se encuentran concatenadas. En primer lugar,
res, donde ésta adopta un rasgado más rápido la adjudicación de un único sentido –sea de
y casi “percusivo”, característico de las cuer- identidad o de otro tipo– a una práctica cultu-
das en el ritmo del samba. ral resulta un escurridizo procedimiento her-
Aunque la composición no deja de ser –por menéutico que me parece de dudosa concre-
su estructura musical, su melodía principal y la ción. Sobre todo teniendo en cuenta que esas
estructuración de las estrofas– un samba, el he- mismas formas, y sus significados, pueden
cho de que sea precisamente una música ca- ser sometidos a presiones de contextos de
racterísticamente nacional –el samba– la que significación diferentes que hacen que su
cita otra música característicamente nacional, sentido se transforme radicalmente, con lo
pero de otro país –el tango– habla de los proce- cual la posibilidad de pensar un sentido in-
sos internacionales por los que se construye el trínseco a la forma, esencial a sus rasgos,
significado de lo nacional, tanto en la música puede a menudo no ser más que un espejismo
como en la cultura en un sentido más general. fetichista.7 Por otro lado, hay que partir de
una premisa fundamental que la observación
de la historia del tango y del samba muestra
bre la semejanza entre Piazzolla y ella misma, ambos con claridad luminosa: tango y samba son,
acusados en la década de 1960 de no hacer tangos o aun en un mismo momento, cosas diferentes
sambas “auténticos”. La comparación entre la versión para diferentes sujetos. Y las discusiones so-
de Caetano y la de Carmen Miranda es iluminadora en
cuanto a la percepción histórica diferenciada del tango bre qué sea el tango o el samba suelen ser a
y del samba: mientras que en la grabación de Carmen menudo no sólo una típica discusión de mesa
Miranda el cambio de registro –del samba al tango– se de café o boteco –mediando expressos o
muestra como un desvío fuertemente marcado, en la
versión de Caetano, en cambio –y como suele ocurrir chopps, dudo que haya mucha diferencia–,
con la incorporación de otros ritmos y sonoridades en la sino una grave y seria discusión estética cu-
música de Caetano–, la diferencia es marcada apenas
por un bajo acústico que se incorpora claramente a las
sonoridades de la música brasileña.
6 Según varios de sus biógrafos, Carmen Miranda se ha- 7 Las transformaciones de sentido en el samba y en el
bría dedicado a cantar sambas luego de que Josué de tango no sólo se producen sobre un eje diacrónico, sino
Barros, después de haberla escuchado cantar, le pidiera también sincrónico. Si Carmen Miranda representaba
que cantara un samba. Ante el pedido, Carmen Miranda una imagen de la identidad brasileña antes de su viaje a
habría reaccionado con sorpresa –y quizás con cierto los Estados Unidos, después de su participación en mu-
disgusto–: “Mas eu, eu sou cantora de tangos!”. En su sicales hollywoodenses será rechazada dentro del Bra-
discografía sólo figura la grabación de dos tangos, pero sil porque se ve en ella una exageración kitsch; unos
está documentada su actuación como cantora de tangos años después, de la mano del pop y de la crítica al na-
previa a su identificación como “a embaixatriz do sam- cionalismo protagonizada por el Tropicalismo, será sin
ba”. Cf. Luiz Henrique Saia y Simon Pereira de Sá. embargo recuperada y posteriormente convertida en un
También otros cantores de samba grabaron algunos tan- símbolo de identidad gay: cuentan que Foucault solía
gos en sus carreras, como es el caso de Chico Alves. disfrazarse de Carmen Miranda para asistir a fiestas.

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yas consecuencias para los músicos pueden operaciones textuales que asocian lo primiti-
ser duraderas y hasta bastantes dramáticas.8 vo con lo salvaje. A través de la identifica-
El estudio, en cambio, de las constelacio- ción de los bailarines como “macho” y “hem-
nes históricas de sentido que se le adjudican a bra”, el poema animaliza a los participantes
las prácticas culturales y que estas mismas ar- del tango, restringiéndolos a una clase espe-
ticulan en diálogo con estas constelaciones, y cífica y a un lugar, el prostíbulo:
la manera en que esas prácticas van desarro-
llándose en relación con esas constelaciones Hembras entregadas, en sumisiones de
de sentido –sea a favor, sea en reacción ante bestia obediente.
esas constelaciones– y las operaciones, en fin, Risa complicada de estupro. Ambiente
por las que la historia atraviesa las prácticas y que hiede a china guaranga y a macho en
se imprime en ellas, encuentra en el tango y sudor de lucha (Güiraldes: 77).
en el samba un escenario privilegiado. Porque
en el arco que se podría llamar como el de su Mediante estas operaciones el tango aparece
proceso de formación, de 1880 a 1940, tango como típico de un grupo y de un espacio so-
y samba realizan un trayecto completo desde cial específico y sumamente restringido.
el desprestigio a la canonización en el que Algo semejante ocurre con el samba por la
puede leerse no sólo la transformación del misma época. Rui Barbosa, entonces senador
tango y del samba; también es posible inda- de la nación, se quejaba en el Senado de que
gar allí las mutaciones de las culturas argen- un cortajaca –uno de los ritmos que se con-
tina y brasileña que los desprecian y luego funden en la época con el samba– hubiera si-
los convierten en símbolos nacionales. do bailado en una recepción nacional en el
En “Tango”, texto de Güiraldes incluido Palacio Presidencial:
en su libro El cencerro de cristal, de 1915
Mas o corta-jaca, de que eu ouvira falar há
–aunque el texto está fechado en 1911–, el
muito tempo, que vem a ser ele, sr. Presi-
tango aparece representado por una serie de
dente? A mais baixa, a mais chula, a mais
grosseira de todas as danças selvagens, a
irmã gêmea do batuque, do cateretê e do
8 Sólo dos momentos privilegiados de esas discusiones: samba (Diário do Congresso Nacional, 8/
las polémicas entre Noel Rosa y Wilson Battista sobre si 11/1914: 2789).
el samba debía versar sobre la vida del malandro o no,
documentadas y analizadas en detalle por Cláudia de
Mattos (2000), y las polémicas entre Borges y Rossi so- Mientras que en estos textos la categoría de
bre el tango (articuladas sobre todo en Cosas de Negros lo primitivo parece representar sociedades
y Evaristo Carriego), para atenerme sólo al período que “incivilizadas” y “salvajes”, en la década de
me ocupa en mi investigación, de 1880 a 1940. Sobre las
discusiones acerca de qué es el tango y qué el samba, cf. 1920, siguiendo algunos experimentos van-
Historia del tango e Historia da Música Popular Brasi- guardistas como el “surrealismo etnográfi-
leira. Una de las intervenciones de Borges en esta discu- co”, lo primitivo vendrá a representar en
sión: “En cuanto al solemnismo patriotero de fascistas e
imperialistas, yo jamás he incurrido en semejantes tro- cambio la posibilidad de un destino diferente
pezones intelectuales. Me siento más porteño que argen- para los países latinoamericanos. Antonio
tino y más del barrio de Palermo que de los otros ba- Candido vio esta nueva relación entre la van-
rrios. ¡Y hasta esa patria chica –que fue la de Evaristo
Carriego– se está volviendo centro y he de buscarla en guardia europea y el modernismo brasileño
Villa Alvear! Soy hombre inepto para las exaltaciones de la siguiente manera:
patrióticas y la lugonería: me aburren las comparaciones
visuales y a la audición del Himno Nacional prefiero la
del tango Loca”. Cf. Borges, Nosotros, Año 19, vol. 49, Ora, no Brasil as culturas primitivas se
N° 191, abril de 1925. En Textos Recobrados, p. 207. misturam à vida cotidiana ou são reminis-

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cências ainda vivas de um passado recen- la Argentina y el Brasil, permite aislar un pro-
te. As terríveis ousadias de um Picasso, ceso cultural –el de la nacionalización y la
um Brancusi, um Max Jacob, um Tristan modernización de una cultura–, desplazando
Tzara, eram, no fundo, mais coerentes la búsqueda de similitudes en los objetos por
com a nossa herança cultural do que com el estudio de las funciones y los usos a los que
a deles (Candido, 2000: 121). es sometida la cultura. En ese sentido, la com-
paración entre dos países se propone no sólo
Es claro que esta nueva “congenialidade”, como una forma de evitar el excepcionalismo
para usar la expresión de Haroldo de Campos nacional por encontrar funciones semejantes
(1971), del primitivismo con las culturas lati- en otro espacio nacional, sino que además
noamericanas explica ciertos cambios en re- permite percibir ciertos objetos que la con-
lación con el significado y la función de la fi- centración en tradiciones nacionales puede
gura del primitivo. Sin embargo, también llegar a obturar: el rol del internacionalismo
propone una contradicción aparente frente a en la construcción de un símbolo nacional, la
uno de los relatos de modernización de la construcción en tránsito de ideas y propuestas
cultura argentina y la brasileña. Esa contra- estéticas, las funciones de la mirada del otro
dicción será negociada a partir de la asocia- en la construcción de la identidad nacional.
ción entre modernidad y primitivismo que las Esa mirada se propone también como una for-
estéticas vanguardistas del Brasil y la Argen- ma de evitar el esencialismo de las políticas
tina elaborarán en la década de 1920. de identidad que marcaron ciertos estudios la-
En la transformación del tango y del samba tinoamericanos de las tradiciones nacionales
en símbolos de una identidad nacional puede y, especialmente, el estudio de la música po-
leerse la transformación de una cultura que, si a pular (Simon Frith, 1996: 269-270).
fines del siglo pasado rechaza las connotacio- Para abandonar la problemática de la iden-
nes primitivas con las que asocia el tango y el tidad y la diferencia puede ser productivo en
samba, durante las décadas de 1930 y 1940 los estudios comparados no escoger elemen-
construirá sobre esas formas un nuevo signifi- tos supuestamente semejantes en abstracto,
cado cultural para lo primitivo, transformando que pueden en cambio funcionar de forma
este concepto ya no en significado de bárbaro y muy diferenciada en cada uno de sus contex-
salvaje, sino en un producto que puede asociar- tos, sino fundamentalmente centrarse en pro-
se y convivir claramente con la modernidad na- cesos históricos que serán los que definirán
cional que durante esos años se construye. cuáles objetos serán comparables o no. En
El estudio del significado cultural que se ese sentido, la estrategia comparatista puede
construyó sobre el tango y el samba a partir servir para interrumpir el designio identitario
de la intervención de una red de discursos de un cierto tipo de estudio comparado.
culturales revela –con una evidencia incon-
testable– la heterogeneidad de una cultura.
En ese sentido, la estrategia comparatista Los estudios latinoamericanos
funciona en este estudio como forma de inte- como práctica contrahegemónica
rrumpir la homogeneización nacionalista –y,
a partir de esta primera deconstrucción, tam- Una serie de iconografías visuales sobre el
bién la homogeneización latinoamericanista tango y el samba permite leer el impulso con-
que se deriva de ella–. trahegemónico que una cierta práctica de es-
La comparación sobre la construcción de tudios latinoamericanos –regidos por una es-
un símbolo nacional en dos países diferentes, trategia comparatista desprovista de una

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Emiliano Di Cavalcanti, “Samba”, 1925.

intención totalizante– podría llegar a articu- guaje neoclásico de la pintura ubica en el


lar. Algunos de los cuadros más importantes centro a las mujeres –casi como dos madon-
dentro de estas iconografías son “Samba”, de nas– y desarma, a partir del juego de miradas,
Emiliano Di Cavalcanti, y “Bailarines” y “Mi la sensualidad exacerbada que se le adjudica-
arlequín”, de Emilio Pettoruti. ba al samba en la época.10 Aunque original-
Di Cavalcanti pintó “Samba” en 1925, a su mente las mujeres estaban desnudas en el
regreso al Brasil luego de una estadía en Eu- cuadro, Di Cavalcanti decidió luego vestirlas
ropa. Páulo Reis consideró el regreso de Di para lograr cierta unidad a partir del color.11
Cavalcanti al Brasil como una de las condi- Esa estrategia –que se repite con la utiliza-
ciones de su ruptura con el lenguaje de la ción de la misma paleta en diferentes puntos
vanguardia, pero lo cierto es que “Samba”
puede ser también inscripta en el rappel a
l’ordre que la vanguardia europea estaba su- diografia do nosso povo transformando mulatas em ma-
donas”. Para una lectura de la pintura de Di Cavalcanti
friendo durante esos mismos años.9 El len- como inserta dentro del rappel a l’ordre, cf. Carlos Zi-
lio, A Querela do Brasil, y Tadeu Chiarelli, “Entre Al-
meida Jr. e Picasso”.
9 Dice Páulo Reis (1994): “Ele só quebraria a grande in- 10 Para una de las condensaciones más claras del samba

fluência do Cubismo de Picasso (e eventualmente de y la sexualidad, véase Aluísio Azevedo, O Cortiço.


Braque) quando retorna ao Brasil e decide fazer uma ra- 11 Véase Carlos Zilio.

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de la tela– no sólo produce una homogenei- pulares–, que consistió en uno de los grandes
dad del cuadro, sino que además, al evitar las debates de fines del siglo XiX entre el acade-
estridencias del color, también soslaya la micismo y la generación más joven. En el ca-
fuerte asociación del samba con lo sexual que so de Di, se trata de una lectura de una tradi-
prevalecía en la época en que el cuadro es ción pictórica brasileña de representación de
pintado. En “Samba” esta sensualidad es los sectores populares, que es sin embargo re-
muy suave, y sus matices sexuales están bas- cuperada como un episodio fundamental de
tante reducidos. Mientras que las mujeres enfrentamiento al lenguaje académico, crean-
que están bailando miran al espectador, los do de esa manera un “precursor” de su propio
hombres miran a las mujeres pero con una gesto de ruptura vanguardista.
mirada desprovista de deseo aparente en sus Esa cita es obviamente complejizada por
ojos. El hombre a la izquierda ni siquiera las el impulso polémico de la pintura de Di Ca-
mira, y parece apenas estar escuchando la valcanti frente a cómo es concebido el samba
música. Como si el samba no fuera una mú- en la época en la que pinta el cuadro. Porque
sica para ser bailada sensualmente sino para el cuadro de Di se aleja de la representación
ser percibida intelectualmente. común y tradicional del samba que le es con-
La representación en términos neoclásicos temporánea, y –a su vez– elabora sobre este
del samba en este cuadro de Di Cavalcanti ar- alejamiento una distancia de la misma repre-
ticula un lenguaje complejo. Para Picasso –con sentación realista, marcando este distancia-
cuyo período neoclásico este cuadro comparte miento en el carácter caricaturesco –y por lo
algunas similitudes– el neoclasicismo fue una tanto no realista, sino de deformación de una
forma de reproducir la autorreferencialidad realidad– de su lenguaje figurativo. La com-
vanguardista en términos de contenido. Según paración entre el figurativismo de “Samba” y
Rosalind Krauss, Picasso en estos cuadros sus- el realismo de Almeida Jr. permite ver cuán-
tituye la representación de una realidad por una to de “deformación” hay en este último figu-
referencia a la pintura misma a través de la re- rativismo. En “Samba”, es claro que se trata
petición de otras técnicas pictóricas de la histo- de producir una pintura nacional a través de
ria. De esa manera, en estos cuadros de Picas- la apelación a elementos nacionales, pero sin
so, pese a que son figurativos, su problema el lenguaje naturalista o académico con el
fundamental no es su relación con la realidad, cual habían sido representados esos sectores.
sino una problematización sobre la especifici- La operación de Di Cavalcanti ha sido en-
dad del lenguaje artístico (Krauss, p. 30). tendida como de un modernismo conservador,
Sería posible hacer una lectura hasta cierto dado que no habría logrado “adherir aos con-
punto semejante de este cuadro de Di Caval- tornos mais radicais das vanguardas históri-
canti. Por un lado, el “estilo” citado en el ca- cas” (Chiarelli, 63). Sin embargo, creo que es
so de “Samba” puede asociarse con el natura- posible leer en la operación de Di Cavalcanti
lismo de Almeida Jr. –como ya lo señalara el gesto de creación de una tradición moderna
Tadeu Chiarelli (Chiarelli, 2002: 41)–, un pin- brasileña, a partir de la reactualización del len-
tor del siglo XiX que con su lenguaje natura- guaje de Almeida Jr. como discurso de oposi-
lista se opuso al idealismo de la Academia. En ción a la copia de Europa, que, en su época, re-
el caso de Di Cavalcanti, lo cierto es que esa presentaba el lenguaje de la Academia y que
cita no sólo se centra en la apelación a un es- en la época de Di se condensaría en una copia
tilo representativo, sino que también apunta a directa de las vanguardias históricas europeas
la incorporación a la pintura de un contenido que le son contemporáneas. En este cuadro, en
popular –la representación de tradiciones po- cambio, Di Cavalcanti encuentra en el samba

158
Emilio Pettoruti, “Bailarines”, 1918,
y “Mi arlequín”, 1927.

la modernidad nacional tan buscada por los ción de lo nacional y lo moderno. En las dé-
modernistas brasileños. El supuesto abandono cadas de 1930 y 1940, Pettoruti pintó varios
del lenguaje de la vanguardia (europea) puede cuadros sobre el mundo del tango, como
leerse entonces como una estrategia de doble “Bailarines”, “La canción del pueblo” y “Mi
legitimación y transformación. Por un lado, al arlequín”. Mientras que la referencia nacional
representar en cánones neoclásicos el samba y persiste en los títulos, los cuadros se distan-
a los sectores populares que lo producen, el cian de la representación, borrando cualquier
cuadro de Di Cavalcanti legitima como objeto tipo de color local o de tipicidad. “Bailarines”,
de arte un producto popular hasta entonces re- de 1918, por ejemplo, utiliza el lenguaje mo-
chazado. Si al hacerlo borra del samba sus derno del cubismo para pintar el baile nacio-
costados más procaces, también reconvierte el nal. “Mi arlequín”, por otro lado, representa a
lenguaje vanguardista europeo en una forma un cantante de tango con la figura moderna del
en la que en el contexto cultural brasileño re- arlequín. En ambos casos, el símbolo nacional
sulta más revulsiva –incluso, en términos so- resulta fragmentado y condensado en una de
ciales– que lo que habría significado un len- sus características específicas: en “Mi arle-
guaje más abstracto y más revulsivo para el quín”, es el bandoneón el que, con los pliegues
contexto europeo. de su fuelle, reproduce la multiplicación de
El camino de Pettoruti es un tanto diferen- planos del cubismo; en el caso de “Bailari-
te, pero muestra otra operación de condensa- nes”, es el famoso corte y la quebrada del tan-

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go lo que identifica a los bailarines como bai- Existe una tradición en considerar la mo-
larines de tango y, a su vez, reproduce los án- dernización y la nacionalización en América
gulos del cubismo. De esta manera, los cua- Latina como un proceso hasta cierto punto
dros de Pettoruti sobre el símbolo nacional se contradictorio: llegar a ser modernos es en
distancian de la representación costumbrista, cierto sentido asemejarse a los países euro-
combinando dos elementos aparentemente peos y, en cambio, ser nacionales será lo
contradictorios: el lenguaje moderno del cu- opuesto a dicho mandato. Los debates en tor-
bismo y de la vanguardia y la modernidad eu- no de la nacionalización y la modernización
ropea, y la insistencia en representar, con este son vistos así como dos polémicas, aunque
lenguaje, una forma nacional y primitiva.12 coincidentes en la época, diferentes, con sus
Así, el símbolo nacional –primitivo– es al mis- antagonistas claramente distribuidos en una
mo tiempo la técnica moderna con la cual és- grilla estable. Para Ángel Rama, por ejemplo,
te es construido. este conflicto se traduce en el conflicto entre
Otro problema interesante en estos cua- vanguardismo y regionalismo, o, como tam-
dros de Pettoruti es la cuestión del color, ge- bién lo llamó, cosmopolitismo y nacionalis-
neralmente excluido de los cuadros cubistas mo (Rama, 1983).
más paradigmáticos –Braque y Picasso, por La iconografía del tango y del samba
poner los ejemplos más clásicos– por su con- muestra que el proceso puede ser visto desde
centración en la forma. En el caso de estos otra perspectiva. Es posible argumentar que
cuadros de Pettoruti, en cambio, el color es la modernización y la nacionalización fue-
fundamental, y no sólo es fundamental sino ron, por lo menos en Latinoamérica, no sim-
que su incorporación “imita” la técnica del plemente dos procesos diferentes y casual-
collage que reincorporará el color en la van- mente coincidentes, sino las dos caras de una
guardia europea, en especial a partir de la imi- misma condición histórica para la cual la mo-
tación del papel tapiz (sobre todo en “Baila- dernización implicaba también una cierta na-
rines”). La contradicción estética generada cionalización. Es claro que el problema de lo
por la combinación de estos dos tipos de len- primitivo en la cultura argentina y en la bra-
guajes exhibe en la materia misma del cuadro sileña está ligado con la dinámica de la mo-
la contradicción y las ambigüedades genera- dernización. Según la implementación que la
das por la operación de significar la moderni- cultura latinoamericana hizo de él, lo primi-
dad a partir de un elemento considerado co- tivo en la década de 1920 es un significante
mo “primitivo”. anfibio. Refiere al mismo tiempo al gesto
La relación entre lo moderno y lo nacional moderno y sofisticado de la vanguardia euro-
en estas iconografías, así como su conexión pea, creadora de esta “problemática”, y al pa-
con el pasado, presenta algunos problemas en sado nacional, donde este primitivo es “des-
relación con una teoría de la modernidad y de cubierto”. Los cambios en el significado de
la vanguardia europea frente a la cual las mo- lo primitivo condensan estrategias de nacio-
dernidades latinoamericanas y sus vanguar- nalización utilizadas tanto por la vanguardia
dias aparecen siempre como más tibias y me- como por otros movimientos más críticos de
nos “completas”. la modernización, menos eufóricos de la mo-
dernidad europea.13 El tango y el samba, y la
12 La revista Martín Fierro publicó en sus páginas algu-

nos cuadros de Pettoruti, entre ellos “Bailarines” y “La


canción popular”, en su número 10 y 11 de octubre de
13 Trabajo estas cuestiones en “Primitive iconograp-
1924, reconociendo en Pettoruti a “uno de la vanguar-
dia criolla”. hies”, en Andermann y Rowe, Iconographies of Power.

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idea de lo primitivo que llegaron a condensar, nación, el comparatismo evita hipostasiarla en
será uno de los escenarios donde pueden ver- un excepcionalismo que, por cultural o histó-
se los legados ambivalentes de la modernidad ricamente que sea explicado, siempre puede
para las culturas latinoamericanas. llegar a tener algo de esencialismo o nomina-
La comparación entre el tango y el samba lismo. En ese sentido, la interrupción del com-
y su articulación de la problemática de la mo- paratismo por el latinoamericanismo puede
dernización como ligada con la de la naciona- servir para contrarrestar los modelos hegemó-
lización podría servir para pensar la moderni- nicos europeos.
dad desde Latinoamérica. En ese sentido, el Si el comparatismo supuso una noción de
comparatismo interno a las culturas latinoa- modelo central, su colaboración con los estu-
mericanas podría ser una estrategia adecuada dios latinoamericanos puede pensarse en cam-
para contrarrestar la hegemonía de los mode- bio como una práctica contrahegemónica. Por
los centrales. Un modelo contrahegemónico otro lado, si el latinoamericanismo se constru-
de modernidad tal vez sea precisamente in- yó a partir de una obturación de la diferencia,
cluso más necesario hoy, para obturar las ho- la interrupción de esa identidad por la práctica
mogeneizaciones de las que una cierta teoría comparatista puede abrir el latinoamericanis-
ampliada –o desbordada– de la modernidad mo hacia otras problemáticas, incluso, transna-
nos quiere convencer. cionales. Al liberar al latinoamericanismo de
Usar Latinoamérica como unidad de análi- sus anclajes nacionales e identitarios, el com-
sis no implica necesariamente endosar un ex- paratismo puede servir para suplementar el la-
cepcionalismo homogéneo. Sin abandonar la tinoamericanismo que supimos conseguir. o

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