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¿A quién estás sirviendo?

Lucas 16:1-14
Después de que Jesús refiriera, en el capítulo 15, algunas parábolas a publicanos,
pecadores, fariseos y escribas, ahora se dirige a sus discípulos. El propósito de Jesús es
resaltar la importancia del servicio fiel a aquel quien es el Señor. En este momento Jesús
ya habló para las personas que le rodeaban, ahora, el Maestro se quiere centrar en “sus
discípulos”.
La parábola que se relata nos habla de un administrador que es acusado de no hacer
un buen trabajo, su señor, al recibir esta acusación sobre su siervo, inmediatamente le
pide cuentas de su labor.
En el tiempo del Nuevo Testamento, el oficio de administrador era muy común, estos
eran personas a quienes los dueños podían dejar a cargo de los negocios de sus casas. Este
tipo de administrador generalmente era un esclavo liberado o hijo de uno nacido en la
casa, este, era especialmente preparado para administrar los bienes de su dueño o señor,
de ahí el nombre de su oficio, oikonómon: que significa “el que regula o supervisa la
casa”.
La interpretación de este oficio es para los discípulos y nosotros hoy en día es: aquellos
que sirven a un señor, en el sentido de terrenal a un patrón o jefe, pero en el sentido
espiritual, a nuestro Dios. Este es el sentido de la parábola, y este concepto se aplica a los
Pastores (1 Cor. 4:1), ancianos u obispos de las iglesias (Tit. 1:7) y al padre de familia (Hch
16:31 ) quien dará cuentas de su esposa e hijos un día.
Entonces, debemos preguntarnos: ¿qué es lo que nuestro Señor Jesucristo está
enseñando? Primero; que este mensaje es para sus discípulos, los 12, no para los demás
escuchas, este mensaje es dirigido a aquellos a quienes Él ha escogido y llamado para su
servicio, y a quienes está preparando para que sirvan en poco tiempo. En Lucas 9:23 Jesús
dice qué es lo que tiene que hacer todo aquel quien le quiera seguir; abandonar la manera
en la en la que uno quiere vivir, es decir, vivir como Dios quiere que vivamos, que
tomemos cada día las enseñanzas del maestro; que es servir y dar la vida por el prójimo
hasta que el Señor nos llame a su presencia para entregar cuentas. Jesús preparaba a sus
obreros para la mies
Segundo: el que hubiera más personas escuchando esta parábola debe entenderse
como parte de un discurso más grande que Jesús está dando, ya que en el versículo 14 se
especifica que también “oían estas cosas los fariseos”, aquellos quienes solo oían pero que
no cambiaban su manera de vivir.
La estructura que encontramos al menos en el capítulo 16 descubre una simetría en el
discurso. Los v. del 1 al 8 muestran el empleo de los bienes con un fin auto salvíficos, el v.
9 muestra la aplicación de la parábola, los v. del 10 al 12 establecen el axioma enfocados
en la fidelidad y la injusticia, en el v. 13 Jesús les hace ver que cada siervo debe elegir a
que señor servir. El v. 14 desenmascara el actuar de los fariseos y su amor al dinero.
Entonces, para entender mejor lo que se está diciendo pensemos en la parábola como
un todo, y los v. 9 al 14 como una estructura donde la aplicación y el entendimiento de lo
dicho es revelado.
La parábola inicia con: “había un hombre rico”, este pudo ser un terrateniente en
Israel, quien tenía un administrador para llevar la administración de sus propiedades. La
figura del señor no es plenamente detallada, Después se dice que este hombre tenía un
administrador, quien es el personaje principal de la trama, lo primero que se dice de este
administrador es que fue acusado como disipador.
Jesús ocupa la palabra “DIASCORPíZO” para señalar que este administrador
malgastaba lo que no le pertenecía. Esta palabra se usaba en el ramo agrícola para señalar
el esparcimiento de las semillas en la siembra, también emplea este verbo en el capítulo
15 versículo 13, para referirse al derroche del hijo pródigo, que malgastó la herencia que
le había dado su padre. El uso de esta palabra es similar en ambos casos, ya que cuando el
objeto en acusativo de la acción verbal es un asunto mercantil, entonces el verbo adquiere
el significado de derrochar o malgastar una fortuna.
En términos espirituales y aplicados a la vida práctica podríamos preguntarnos ¿cómo
debemos de interpretar esto?, ¿puede este sentido aplicarse a nosotros hoy en día?, ¿de
qué manera aplicaría?
Si cada uno de nosotros nos comparamos con un administrador ó siervo, podremos
reconocer la sinonimia en la imagen con el administrador de la parábola:
- Nosotros fuimos esclavos del pecado.
- Por gracia fuimos liberados de esa esclavitud gracias a la obra de Cristo.
- Mediante el Espíritu Santo fuimos y seguimos siendo enseñados para obedecer la
verdad.
- Nuestro corazón busca servir bien a nuestro Dios.
- Invariablemente cada uno de nosotros daremos cuenta de nuestro servicio a
nuestro Señor.
Sin importar de qué manera sirves amado hermano: si es como Pastor, como anciano,
como diácono o como el padre de una familia, Jesús nos está mostrando, al igual que a sus
discípulos, que existen siervos que ejercen un mal servicio a su Señor, y esto no es para
nada agradable a él, y debemos de entender que un mal servicio jamás va a quedar
impune.
Pero para entender el “buen servicio”, meditemos en la identidad de siervos que
nos ha dado Cristo. En este sentido ¿cuál es nuestra labor o trabajo?, nuestra labor no se
centra en “ser algo” o “tener algún cargo”, como en el caso de este siervo que era un
“administrador”.
El servir bien, como explica el apóstol Pablo en Filipenses 2:4: No se ocupen solo
de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás.
Servir bien es poner primero los intereses del Señor y de su Reino. El que sirve no
piensa si va a recibir algo, o cuál es su derecho y mucho menos trabaja para tener alguna
ganancia, pues sabe que todo es de su Señor. El que sirve está interesado en aquellos que
necesitan ser servidos pues él está llamado a ser un instrumento que ayude, que sea
propicio a la necesidad, que muestre el mensaje de Cristo y la voluntad de Dios a todos
aquellos a quien el Espíritu Santo le muestre. Ese es el servicio al que estamos llamados: a
proclamar la salvación que es por medio de Cristo. El que sirve no se considera a sí mismo,
sino que considera primeramente a su prójimo como si fuera él mismo.
En respuesta a ese cambio de condición, que es de esclavos a siervos, nosotros
respondemos dejando lo que nos interesaba en este mundo a un lado, para vivir de
acuerdo a la voluntad de aquel que nos libertó, debemos vivir sirviendo en la misma
manera que Jesús sirvió. No consideremos lo que ahora somos como algo que puede
hacernos superiores, más bien, reconocemos nuestra inferioridad e incapacidad de lograr
una buena labor si no es guiada, supervisada y corregida constantemente por el Espíritu
Santo.
La primera lección que el que liberta enseña es: “si alguno de ustedes quiere ser
mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz cada día y
seguirme” Lc 9:23. En esta parte de la obra de Dios en la vida de sus hijos, somos
capacitados para la obra a la que nuestro Dios nos ha llamado según su gracia.
Pablo nos muestra cual es el tipo de interés que se debe tener hacia el prójimo, y
dice: “tengan la misma actitud de Cristo”, en Cristo está el ejemplo de cómo debemos no
solo servir, sino además vivir, esto es, como él vivió. Lucas 6:40 nos muestra en palabras
del mismo Cristo que: “un discípulo no está por encima de su maestro; mas todo
discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro”. Este tiene que
ser nuestro anhelo; ser como Él es, vivir como Él vivió, servir como Él sirvió y morir como
Él murió.
Entonces, ¿de qué manera entenderíamos la obra de un siervo que malgastaba
como él que narra la parábola? En Gálatas 2:11-21 Pablo le narra a la Iglesia en Galacia
cómo el apóstol Pedro dejó de actuar correctamente al “simular” su comportamiento
frente a gentiles, y, frente algunos creyentes que fueron judíos. Por buscar lo suyo, Pedro
dio un mal testimonio para los hermanos que le veían, hasta el punto que algunos,
incluido Bernabé fueron arrastrados a ese comportamiento hipócrita. Cuando el apóstol
Pedro cometió este pecado estaba dejando de servir a los demás porque él estaba
buscando su comodidad, podemos decir en este sentido que: “malgastaba lo que no le
pertenecía” esto es hacer lo que me conviene y dejar de procurar un servicio impecable.
La última orden de Cristo a sus discípulos y que se extiende a nosotros como
siervos, es la de: hacer discípulos, bautizarlos y enseñarles a obedecer los mandatos que Él
enseñó, según Mateo 28:19-20; primero a los 11 y por medio el Espíritu Santo y la Biblia es
revelada esta orden a nosotros, sus siervos.
En 2 Samuel 11:1 se narra que, en el tiempo de guerra, el rey David se quedó en
Jerusalén cuando tenía que estar al frente de batalla, la Palabra dice; ¡los reyes salían a la
guerra! Parafraseando el pasaje este diría: un día en el que David no estaba trabajando, la
tarde caía, se levantó de su cama, y se puso a pasear por su casa, como si nada le
preocupara”. Este, quien era siervo de Dios estaba, como veíamos acerca de Pedro mal
gastando lo que es de Dios.
Cuando el rey David dejó de ocuparse de los asuntos de estado, a lo cual Dios lo
llamó para su servicio, su corazón pensaba en lo suyo propio; y es que la historia que
continua dice lo que pasó ese día en el que no estaba trabajando para su Señor, pues una
cadena de pecados son narrados como consecuencia y termina el pasaje con una
separación espiritual de David con Dios, el v. 27 termina diciendo: “…Mas esto que David
había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.”
Lo que Jehová dice a David en el cap. 12 es todavía más triste: “¿Por qué, pues,
tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?... Por lo cual
ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y
tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer”.
Dios verdaderamente había sostenido a su siervo en todos los sentidos, pero este
en algún momento se olvidó de servir bien. David llegó a ser, como este administrador en
Lucas 16, alguien que “confiaba en el mismo”. El reclamo de Dios a David es: ¿Por qué no
le diste importancia a mi Palabra?, ¡este es el pecado! el origen del desvío de este siervo;
quitar sus ojos de la Palabra de su Señor. Este rey empezó a hacer lo que su corazón
quería, eso fue lo que lo separó de Dios y del buen servicio a él. Porque el castigo por su
pecado fue que no se apartaría de su casa la espada y permitió que el mal estuviera en su
misma casa. La desobediencia de un siervo puede llegar a tener consecuencias terribles
debido a que el pecado lo único que sabe hacer es matar la relación con nuestro Dios.
¿Cómo entenderíamos qué es esparcir bien? cuando Juan y Pedro subían a la
oración en el templo y un hombre cojo les rogó para que le diesen una limosna, ¿cómo
respondió el apóstol Pedro? Hch. 3:6 narra lo sucedido: “No tengo plata ni oro, pero lo
que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Lo que nos ha
sido dado es el Espíritu Santo, esto es lo que tenemos que dar; no damos historias, ni
emociones, ni promesas fundadas en nuestro supuesto parecer, damos la verdad del
evangelio que es que Cristo murió por nuestros pecados, trayendo mediante la cruz una
reconciliación con el Dios que es tres veces Santo, haciéndonos conciudadanos de los
santos y miembros de la familia de Dios para presentar delante de él, en un día, cada vez
más cercano, la obra de nuestras vidas para que sea pasada por fuego.
El señor le pide cuentas a su administrador, pues ya no desempeñará más ese
cargo, la sentencia está dada, este hombre ya no sería un administrador. En los versículos
3 y 4, se dice que lo que le preocupa al administrador era qué iba hacer ahora con su vida,
pero su corazón pensaba en no trabajar. Su primera idea resulta la de cavar, lo que implica
un trabajo físico para el cual no estaba preparado pues era hombre libre y además godín,
como se dice ahora, entonces lo descarta pues implicaba “mucho trabajo”, la idea que le
sucede a la de cavar es la de mendigar, eso sí lo podía hacer, no hay que hacer nada más
que ir a algún lugar y pedir limosna, solo que después de un momento de pensarlo
concluyó que ese trabajo era muy vergonzoso para él.
La brillante idea que el administrador concluyó fue la de restarle a las deudas de
aquellos que le debían a su señor con el fin de obtener de ellos un beneficio: “ser recibido
en sus casas” para no tener que trabajar. Cuando este siervo, ya corrompido en su
pensamiento, no hace lo que tiene que hacer, es más fácil para él buscar corromper a
otros, en este caso a los deudores, y así beneficiarse mutuamente.
Cuando Eva tomó el fruto prohibido, la palabra cuenta que hizo partícipe a Adán,
cuando un pastor compromete el mensaje de la Palabra al solo hablar de ciertos temas y
no hablar de todo el consejo de Dios y los congregantes lo permiten, el pastor está
actuando como este administrador y las ovejas como los deudores que caen en la misma
corrupción beneficiándose ambas partes, cuando los ancianos deciden o consienten en
algo solo porque ellos están de acuerdo aunque la Palabra de Dios diga otra cosa, están
haciendo lo mismo que el administrador, cuando un padre permite que sus hijos digan
mentiras, no respeten a sus maestros, ni les enseñen la palabra de Dios con el ejemplo, los
hijos simularán al igual que ellos el ir los domingos a la iglesia y hacer como que son
cristianos pero serán igualmente corruptos y culpables.
Evidentemente este actuar no corresponde a los siervos de Jehová. Es justamente
el patrón de este administrador quien alaba esta conducta, pero Cristo en el versículo 8 la
reprueba al separar el actuar de los hijos de este siglo con este tipo de comportamiento y
el de los hijos de luz que son menos “inteligentes” pues se conducen con rectitud al no
buscar salidas curiosas o que sean para el beneficio personal en lugar de un actuar para
gloria de Dios.
El administrador intentó generarse un beneficio, pues llamó a los deudores, y en
nombre de su amo preguntaba a los deudores el monto de la deuda. Es muy posible que
las deudas se generaran al recibir de un productor una cantidad de algún producto, estos
deudores eran los revendedores y era común que pagaran después de la venta del
producto. El siervo les pidió a los deudores que ellos pusieran cuanto debían, quitándose
él alguna responsabilidad en el asunto.
La astucia del administrador fue generar, a partir del nombre de su señor, un
beneficio para él, aun cuando ya había sido quitado de la administración y eso no es
correcto, ya hemos dado ejemplos de acciones como las de David y Pedro que se
desviaron del servicio fiel, aunque no se perdieron gracias a Dios.
Ahora en el versículo 9 Jesús pronuncia una orden, ¡Ahora yo les digo: haced
amigos por medio de las riquezas injustas!, Jesús está tomando la intención de lo dicho en
la parábola para mostrar a sus discípulos lo que ellos deben de hacer.
En primer lugar, se da una orden: ¡hacer amigos!, debe de entenderse que los
discípulos de Cristo estaban siendo preparados para ir y predicar el evangelio, Cristo nos
está mostrando, que en contraparte con los hijos de este siglo o los siervos que no sirven
correctamente, la motivación de los hijos de Dios es la de extender el reino de su Señor
sirviendo a su Señor fielmente.
La preposición “EK” que se traduce como “de”, sirve para explicar la condición de
los amigos que han de hacerse: aquellos que sirven a Mamón, Jesús les hace ver a sus
discípulos que ellos tienen que buscar y hacerse amigos “de” los que no están sirviendo a
Dios, pues siguen al señor de la inrectitud”. Mamón significa «aquello en lo que uno
confía», entonces el sentido es muy claro, Jesús está diciendo: “vayan a los que sirven a
aquellos que confían en lo injusto (el dinero, el trabajo, las relaciones sociales, la familia,
etc.) y sírvanles, haced amigos es una manera de decir denles el evangelio y discipúlenlos
como Cristo hacía con los 12.
El ministerio de nuestro Señor Jesucristo es la evidencia más clara de cómo se
practica lo que se está enseñando. En Marcos 2:16 vemos el reclamo de los escribas
porque Jesús comía con publicanos y cobradores de impuestos; en Juan 4 revela su
identidad a una mujer samaritana, uno de sus discípulos era cobrador de impuestos, etc.
Jesús no nos manda a usar el dinero, como muchos creen que enseña esta
parábola para ganar amigos, Jesús nos manda a enseñar al verdadero Señor y Dios a
aquellos que sirven a otro señor ejemplificado como Mammón que, además de que no es
recto, ni justo, tampoco es verdadero.
Los hijos de Luz deben de ir a alumbrar a los lugares oscuros, el evangelio no debe
de esconderse debajo de la cama, más bien debe alumbrar en los lugares donde estemos
porque señala a Cristo quien es la luz del mundo… cuando acabe este siglo o propiamente
el tiempo de la vida humana y cuando el Señor nos pida cuentas de nuestra obra para que
nos reciba a 11 discípulos y a nosotros en las moradas eternas como administradores
fieles.
En el v. 10 la fidelidad es notoria tanto en el que tiene poco o tiene mucho, porque
la fidelidad está ligada al contentamiento, como nos recuerda el apóstol Pablo en 1Tim.
6:8-10; Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Notemos como
Pablo nos hace ver que el pasaje que estudiamos no puede hacer referencia al uso de
bienes materiales para hacer amigos, sin embargo, si refleja que aquellos que buscan su
bienestar económico en este siglo están “extraviados” de la fe, por eso su
comportamiento no puede reflejar fidelidad a Dios porque no le conocen, y esa es
justamente nuestra labor, ir a ellos y mostrarles al verdadero Señor, y para eso debemos
usar las herramientas que nuestro Señor y Dios nos provee: al Espíritu Santo y su Palabra,
porque enseñamos lo espiritual, no lo terrenal.
Jesús aplica la enseñanza a la infidelidad en los v. 11-12, haciéndonos ver que la
fidelidad inicia en las cosas pequeñas, en lo que tiene que ver con este mundo y sus
engaños poniéndolo todo en el cajón de lo que es vano, contraponiéndolo con lo
verdadero, ya que lo que viene de Dios es lo verdaderamente valioso.
Pablo recomienda a Timoteo que aquellos que quieren ser obispos, debe ser
visiblemente fieles, primero en torno a la integridad de la persona, y después con los que
les rodean; iniciando con la esposa y finalizando con el servicio al prójimo. También enlista
las cosas que no debe permitírsele a un obispo, pues este tipo de comportamiento es el
que los separa de lo que es verdadero, pues sería imposible que se confiara en un obispo
que sea un borracho, violento, amador del dinero y las ganancias deshonestas y mucho
menos alguien que no estudie constantemente la Palabra de Dios.
Cristo dice antes de terminar la enseñanza a sus discípulos: “ningún siervo puede
servir a dos amos”, esta realidad, muchas veces, no se entiende de manera clara, pues
siempre vemos a los incrédulos y pensamos: “ellos sirven a satanás y no se dan cuenta de
que sirven a un señor falso”, pero esta pregunta debemos hacerla a nuestro corazón, ¿a
quien estamos sirviendo verdaderamente?, ¿es Dios quien muestra su voluntad para mi
vida y las decisiones que tomo están enfocadas a esa voluntad?, ¿cómo Dios está
transformándome día a día para ejercer un servicio fiel?
El servicio siervo fiel inicia con un siervo que sabe qué es lo que su Señor quiere
hacer, y sabe cómo debe hacer su labor, pues ya el Señor lo preparó para el servicio,
ahora, el siervo debe lidiar con su corazón y responderse ¿como realizará el servicio, con
fidelidad para su Señor o buscando su beneficio propio?
Los fariseos oían las palabras de Jesús y su actitud hacia ellas no fue la que se
esperaba de ellos, estos hombres habían estudiado ampliamente la Biblia que existía en su
tiempo (el Antiguo testamento) pero ellos solo podían servirse a ellos mismos, pues todo
lo que hacían era lo que ellos mismos consideraban bueno.
Aunque estos hombres eran estudiosos y supuestos siervos en sus comunidades
religiosas, el servicio en sus vidas no había sido para Dios sino para ellos mismos por esto
al oír a Jesús hacían muecas en señal de burla pues sus corazones ya estaban sirviendo a
Mamón, y tú, ¿a quien estás sirviendo?

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