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El Enfoque Cualitativo

en la Investigación

"La diversidad de nuestras opiniones no viene del hecho que unos seamos más razonables que otros, sino del hecho que conducimos nuestros pensamientos por
vías diferentes y no consideramos las mismas cosas".

René Descartes, 1637

En casi todas las ramas y áreas de las Ciencias Humanas está aumentando una confusión y desconcierto en
cuanto a las aspiraciones y pretensiones de validez de sus estrategias y procedimientos metodológicos y, por
consiguiente, de sus conclusiones. Por esto, el lector normal no percibe una lógica demostrativa que lo lleve
desde los supuestos aceptados por el investigador hasta sus conclusiones finales.

Descartes nos dice, al principio de su Discurso del Método, que "la razón es por naturaleza igual en todos los
hombres". Y también se plantea la pregunta de cómo o por qué la misma razón produce la "diversidad de
nuestras opiniones". La respuesta la ubica en el método: "no viene de que unos seamos más razonables que
otros, sino del hecho que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías y no consideramos las mismas
cosas".

Este capítulo trata de ilustrar los niveles y opciones, casi siempre implícitos, adoptados por el investigador, que
generan una brecha en el arco demostrativo. Se tratan, básicamente, la opción epistemológica (que define la
naturaleza del conocimiento: modelo especular y modelo dialéctico) y la opción ontológica (que determina el
concepto general de la realidad a estudiar: agregados y sistemas). En la parte final, se ponen de relieve las ideas
centrales que caracterizan al enfoque cualitativo de investigación que, por su mayor novedad, no siempre es bien
entendido y aplicado en sus técnicas y procedimientos.

Los enfoques en la ciencia

El enfoque con que vemos una realidad depende de nuestro punto de vista, y éste depende de nuestro punto de
ubicación. Así, el enfoque con que vemos, por ejemplo, la estatua ecuestre que está en el centro de la plaza
dependerá de nuestra ubicación en la misma, ya que es una lógica consecuencia de ella. Por ello, para explicar,
justificar y demostrar la validez de nuestro enfoque, tenemos que explicar, justificar y demostrar la validez de
nuestra ubicación, es decir, cómo y por qué llegamos ahí y, sobre todo, por qué seguimos ahí.

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Los enfoques metodológicos que se emplean actualmente en las Ciencias Humanas son diferentes entre sí
porque, ordinariamente, implican una ubicación con dos opciones previas, que muy raramente se hacen
explícitas y menos aún se analizan o se tienen en cuenta las consecuencias que de este análisis pudieran
derivarse. Estas opciones previas son la opción epistemológica y la opción ontológica.

Si dos científicos sociales concuerdan en la elección de estas dos opciones, fácilmente concordarán también en
las metodologías que aplicarán, es decir, en sus estrategias, técnicas, procedimientos e instrumentos
metodológicos.

Todo investigador se fija como objetivo alcanzar unos conocimientos seguros y confiables para resolver los
problemas que la vida le plantea. Pero, en los medios académicos, se aspira también a que estos conocimientos
sean ciencia, es decir, que se puedan demostrar.

La demostración ha constituido, desde Aristóteles en adelante, el atributo fundamental, sine qua non, de la
ciencia.

Pero la demostración, para ser tal, debe ser completa, o no es demostración. Es decir, debe abarcar todo el arco
del proceso mental por medio del cual se llega a un determinado resultado. Como la seguridad de una cadena
depende de la solidez de cada uno de sus eslabones, y le basta uno débil para romperse, así el valor de una
demostración depende de la firme concatenación de todo el arco demostrativo.

Los dos eslabones de la cadena que más frecuentemente se soslayan están constituidos por la opción
epistemológica, que define lo que entendemos por "conocimiento", y la opción ontológica, que determina el
concepto general de la "realidad" que vamos a investigar. La primera opción está más relacionada con el sujeto y
la segunda con el objeto. Estas dos opciones, en la práctica de muchos investigadores, frecuentemente quedan
implícitas, o se asumen y dan por supuestas en forma más o menos acrítica; y se procede así porque no se tienen
en cuenta la evolución y progreso que otras disciplinas han realizado, especialmente a lo largo de este siglo, y
que inciden en forma determinante en su conceptualización.

Examinemos más de cerca cada una de estas dos opciones, los niveles en que se ubican y las consecuencias que
de estas elecciones se derivan.

Nivel epistemológico

Es sumamente importante aclarar, ante todo, el contenido de este concepto. El término "epi-steme", usado por
Aristóteles para señalar el conocimiento científico, significa precisamente "sobre-seguro", sobre algo firme,
estable: epi, prefijo griego, significa "sobre" como en epi-centro, epi-tafio, y stem es una raíz del viejo sánscrito
–madre de muchas lenguas europeas–, que significaba "roca", "piedra", como todavía lo es en inglés "stone", en
alemán "stein" y en sueco "sten"; centenares de palabras nuestras latinas vienen de la misma raíz, como
estabilidad, estar, estatua, estado, estatuto, estilo (originariamente, columna de piedra), etc. De modo que
epistemología es el estudio de un saber firme, sólido, seguro, confiable, "sobre-roca".

La riqueza del pensamiento filosófico relacionado con nuestros procesos del conocer es sumamente amplia. No
vamos a entrar aquí en su análisis y fundamentación. Baste decir que, tratando de identificar el criterio relevante
que constituye la diferencia epistemológica de cada una de estas "teorías de la verdad", podríamos centrar su
pensamiento alrededor de los siguientes conceptos: correspondencia o adecuación entre la mente y la realidad
(forma clásica aristotélica), evidencia y certeza interior del sujeto sobre algo (posición de Descartes), coherencia
en el sentido (como explica la filosofía de Hegel), utilidad o pragmática de los resultados (autores americanos
como James, Dewey, Rorty), teoría semántica de la correspondencia en el sentido de Tarski, formas
constructivistas de la teoría del consenso de Habermas y formas dialécticas o interaccionistas (sujeto-objeto) de
muchos autores modernos, como Hanson, Toulmin, Polanyi, Feyerabend, Lakatos, Morin, el último Popper, y
los mismos físicos Heisenberg y Niels Bohr, entre otros.

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Nos referiremos brevemente a la primera y a la última de estas orientaciones epistemológicas (la de


correspondencia y la dialéctica), pues son éstas las que, en la práctica, tienen más vida en los ámbitos
académicos y las que signan las vías alternas metodológicas a emplear.

Modelo especular

La primera orientación es la que ha venido a llamarse "modelo especular" del conocimiento. Su idea central –a
la cual ya nos hemos referido en los capítulos anteriores– expresa que fuera de nosotros existe una realidad
totalmente hecha, acabada y plenamente externa y objetiva, y que nuestro aparato cognoscitivo es como un
espejo que la refleja dentro de sí, o como una pasiva cámara oscura o fotográfica (analogía de Locke: Ensayo
sobre el Intelecto Humano, 1690, vol.I, final del cap. XI) que copia pequeñas imágenes de esa realidad exterior,
al estilo, por ejemplo, del ojo, que formaría una pequeña imagen del objeto exterior en la retina y el nervio
óptico se encargaría de transmitirla al cerebro. De esta forma, ser objetivo es copiar bien esa realidad sin
deformarla, y la verdad consistiría en la fidelidad o correspondencia de nuestra imagen interior con la realidad
que representa.

Este modelo es el que ha sido adoptado por los autores de orientación positivista. Para lograr plena objetividad,
absoluta certeza y una verdad incuestionable, los positivistas de los últimos tres siglos (Locke, Hume, J.S.Mill,
Comte, Mach y otros) se apoyaron en el análisis de la sensación como en piedra segura (epi-steme), tratando de
establecer un origen sensorial para todos nuestros conocimientos.

De esta manera, y siendo muy lógicos, consideraban que sólo las sensaciones o experiencias sensibles eran un
fenómeno adecuado para la investigación científica; sólo lo verificable empíricamente sería aceptado en el
cuerpo de la ciencia; la única y verdadera relación verificable sería la de causa y efecto; la explicación de las
realidades complejas se haría identificando sus componentes: partículas, genes, reflejos, impulsos, etc., según el
caso; los términos fundamentales de la ciencia debían representar entidades concretas, tangibles, mensurables,
verificables, de lo contrario, serían desechados como palabras sin sentido; las realidades inobservables habría
que "definirlas operacionalmente" para poderlas medir; los modelos matemáticos, basados en datos bien
medidos, serían los ideales para concebir y estructurar teorías científicas.

El modelo especular ha sido aplicado prevalentemente y en forma exitosa en la ciencia y tecnología de los
cuerpos de tamaño intermedio; a él se debe el avance tecnológico de los últimos siglos. Se ha demostrado, en
cambio, inadecuado para el estudio del mundo submicroscópico (estudio del átomo), el mundo de la vida y el
mundo macroscópico (estudio astronómico).

Conviene llamar la atención sobre el hecho de que el modelo especular se apoya, fundamentalmente, y asume
como cierto el supuesto de que nuestro aparato cognoscitivo es básicamente pasivo, como insinúa la metáfora de
la cámara oscura o fotográfica, o la aparente mecánica de la visión ocular.

Modelo dialéctico

La supuesta pasividad del sujeto conocedor nunca fue compartida, a lo largo de la historia, por los autores que
estudiaron los procesos cognitivos. El mismo Aristóteles, que dio origen al modelo especular, distinguió siempre
entre un intelecto "paciente" y un intelecto "agente", al cual asignaba una actividad que nunca tuvieron en cuenta
los empiristas y positivistas. Es más, Aristóteles dijo que "lo que está dado a los ojos (lo que se ve) es la
intención del alma".

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Con la llegada de Copérnico, –como ya tuvimos ocasión de examinar– toda la cultura occidental entendió que el
movimiento que todos observaban en el sol (que salía, subía, se movía, bajaba y se ocultaba) no estaba en el sol,
sino en el observador, es decir, que esa realidad empírica y sensorial era sólo aparente. Y Galileo habla de la
dificultad y casi imposibilidad que constituía para ellos el negar una realidad sensorial, empírica y "evidente"
para todos, basándose en la sola fuerza de la razón lógica (Diálogo sobre los dos sistemas máximos del mundo).

Posteriormente, Kant –según él mismo escribe en el Prefacio a la segunda edición de su obra máxima Crítica de
la Razón Pura (1787)– trata de hacer una revolución copernicana en todo el proceso cognitivo. Para Kant, la
mente humana es un participante activo y formativo de lo que ella conoce. La mente "construye su objeto"
informando la materia amorfa por medio de formas subjetivas o categorías y como si le inyectara sus propias
leyes.

Estas ideas sobre la actividad del sujeto conocedor se van generalizando, sobre todo, hacia fines del siglo
pasado, por obra de autores como Brentano (al hablar de la intencionalidad), Dilthey (historia y hermenéutica),
Husserl (fenomenología), von Ehrenfels (psicología), Max Weber (sociología) y William James (psicología),
entre otros. En el campo de la psicología, además, Freud establece la influencia de la actividad del sujeto al
hablar del mecanismo de proyección.

Por su parte, los gestaltistas, con el estudio del fenómeno fi, aclaran la naturaleza del movimiento aparente, base,
posteriormente, del cine. Y los grandes físicos de este siglo fundamentan la revolución de la física sobre la base
de que la relación sujeto-objeto (en este caso observador-átomo) cambia la naturaleza no sólo percibida sino real
del átomo. La teoría de la relatividad, por otra parte, supera las teorías newtonianas vigentes desde hacía tres
siglos, y hace ver que los fenómenos dependen y son relativos al observador.

El enfoque dialéctico entre el sujeto conocedor y el objeto conocido es avalado hoy día de una manera
contundente por los estudios de la Neurociencia, como puntualizamos en el capítulo 4 y en otras partes.

¿Por qué, entonces, –y ésta es la gran pregunta– tenemos la impresión de captar las cosas y la realidad en general
como están ahí fuera y no interpretadas por nosotros con base en nuestra experiencia, valores, intereses,
actitudes y creencias? ¿Por qué tendemos a caer y a aferrarnos a lo que Bertrand Russell llama el "realismo
ingenuo"?

La respuesta que da la Neurociencia a esta pregunta es que la velocidad de interpretación es tan elevadamente
alta (de uno a diez millones de bits por segundo en el cerebro completo, lo que equivale a más de 300 páginas de
un libro normal), que no podemos tener la más mínima conciencia (ser conscientes) de la mayoría de los
procesos y mecanismos involucrados en el acto perceptivo o cognitivo.

De esta manera, es fácil comprender la afirmación y constatación de tantos investigadores expertos: "no hay
hechos sino interpretaciones".

Conviene enfatizar que la aceptación del modelo dialéctico implica un cambio radical en el enfoque
metodológico, especialmente si se trata del estudio de las ciencias humanas.

Nivel ontológico

También este punto lo hemos ilustrado, de una u otra forma, en varios puntos de los capítulos que preceden,
especialmente en el 6 y 8.

Ahí hemos señalado que cuando una realidad no es un agregado o yuxtaposición de elementos, sino que sus
"partes constituyentes" forman una totalidad organizada con fuerte interacción entre sí, es decir, cuando

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constituyen un "sistema", su estudio y comprensión requiere la captación de esa estructura dinámica interna que
lo define y caracteriza.

Igualmente, precisamos que el mundo de los sistemas, especialmente de los no-lineales, puede ser impredecible,
violento y dramático; que un pequeño cambio en un parámetro puede hacer variar su dinámica poco a poco y, de
golpe, variar a un tipo totalmente nuevo.

También vimos que el principio de exclusión de Pauli establece que las "leyes-sistema" no son derivables de las
leyes que rigen a sus componentes. Las propiedades, por ejemplo, de una molécula de agua (H2O), en cuanto un
todo, se gobiernan por leyes no relacionadas con aquellas que rigen a sus "partes" separadas: hidrógeno,
oxígeno; el "todo" es explicado por conceptos característicos de niveles superiores de organización y tiene
propiedades emergentes totalmente diferentes.

Ahora bien, nuestro universo está constituido básicamente por sistemas no-lineales en todos sus niveles: físico,
químico, biológico, psicológico y sociocultural. Bertalanffy señala que desde el átomo hasta la galaxia nuestro
mundo está constituido por sistemas y, por consiguiente, necesitamos usar una ontología de sistemas (1981,
págs. 46-47).

Si el valor de cada elemento de una estructura dinámica o sistema está íntimamente relacionado con los demás,
si todo es función de todo, y si cada elemento es necesario para definir a los otros, no podrá ser visto ni
entendido "en sí", en forma aislada o descontextualizada, sino a través de la posición y de la función o papel que
desempeña en la estructura. Más aún se evidenciará esta situación cuando estos procesos se entrelazan,
interactúan y forman un todo coherente y lógico, como sucede con los valores, actitudes, intereses y creencias de
una persona, una familia, un grupo social o una cultura específica. Todo esto exige un enfoque holista e
interdisciplinario de la realidad.

Sin embargo, la ciencia, aunque limitada e imperfecta en su estado actual, busca un objetivo muy valioso:
expresar con un modelo o teoría la forma y orden, es decir, la estructura, patrón estructural o configuración de
una realidad compleja. En fin de cuentas, el lograr una teoría explicativa es el fin de la ciencia. El mismo
Einstein solía decir que "la ciencia consistía en crear teorías". Por otra parte, hay muchas investigaciones que no
buscan la elaboración de teorías, sino simplemente la exploración panorámica u opinión de una comunidad sobre
un determinado tópico como, por ejemplo, establecer la jerarquía de valores, el nivel de asociación de dos
variables, la intención del voto de una población en un momento determinado, etc.

Por todo ello, pudiéramos ilustrar, con dos ejemplos, la solución de esta dificultad, y establecer el criterio que de
los mismos se deduce: si el investigador quiere conocer el promedio, por ejemplo, del tamaño de la mano
humana en una determinada población, o la relación que hay entre el tamaño de la mano y la longitud del pie,
deberá buscar una muestra aleatoria y representativa de esa población. Si, en cambio, lo que desea es conocer la
estructura y organización dinámica de la mano humana (sus nervios, músculos, venas, huesos, tendones, etc. y
su función), deberá escoger una o varias personas más representativas (es decir, que no tengan nada que las haga
ver atípicas) y estudiar de manera profunda cada caso. Asimismo, si se desea conocer los factores que más se
repiten en el fenómeno del "rechazo escolar" que sienten muchos niños en edad preescolar, habrá que estudiar
una muestra representativa de la población en cuestión; si, por el contrario, se desea saber la estructura interna o
el sistema dinámico en la personalidad del niño que origina lo que llamamos "rechazo escolar", será necesario
estudiar unos cuantos casos típicos a fondo; de un estudio como éste se podrá, tal vez, concluir (como le sucedió
al autor de esta obra hace algunos años) que los factores son sumamente variados en cada caso y pueden crear
desconcierto, sobre todo en los estudios superficiales, pero la estructura interna en que intervienen es
básicamente la misma.

Se podría concluir esta parte estableciendo el siguiente principio: en la medida en que el elemento o fenómeno a
estudiar pueda ser descontextualizado de la estructura o sistema personal o social sin que pierda su esencia o
desvirtúe su naturaleza, las técnicas matemáticas actuales pueden ser usadas eficazmente; en la medida, en
cambio, en que el aspecto o fenómeno que se va a estudiar forme parte constituyente de la estructura dinámica o
queramos conocer el sistema interno de esa realidad, los métodos cualitativo-sistémicos se hacen indispensables.

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El enfoque cualitativo

El término "cualitativo", ordinariamente, se usa bajo dos acepciones. Una, como cualidad: "fulano tiene una
gran cualidad: es sincero". Y otra, más integral y comprehensiva, como cuando nos referimos al "control de
calidad", donde la calidad representa la naturaleza y esencia completa, total, de un producto.

Cualidad viene del latín qualitas, y ésta deriva de qualis (cuál, qué). De modo que a la pregunta por la
naturaleza o esencia de un ser: ¿qué es?, ¿cómo es?, se da la respuesta señalando o describiendo su conjunto de
cualidades o la calidad del mismo. En sentido propio, filosófico, según Aristóteles, "las acepciones de la
cualidad pueden reducirse a dos, de las cuales una se aplica con mayor propiedad y rigor. En efecto, en primer
lugar, cualidad es la diferencia o característica que distingue una sustancia o esencia de las otras" (Metafísica,
Libro 5, Cap. 14: De la cualidad). Y en la Lógica hace ver que la forma sintética de la cualidad no puede
reducirse a sus elementos sino que pertenece esencialmente al individuo y es la que hace que éste sea tal o cual
(1973, pág. 221).

Igualmente, el Diccionario de la Real Academia define la cualidad como la "manera de ser de una persona o
cosa" (2ª acepción). Y el Diccionario que acompaña a la Enciclopedia Británica dice que la cualidad "es aquello
que hace a un ser o cosa tal cual es" (1ª acepción, entre 11).

Es esta acepción, en sentido propio, filosófico, la que se usa en el concepto de "metodología cualitativa". No se
trata, por consiguiente, del estudio de cualidades separadas o separables; se trata del estudio de un todo integrado
que forma o constituye una unidad de análisis y que hace que algo sea lo que es: una persona, una entidad
étnica, social, empresarial, un producto determinado, etc.; aunque también se podría estudiar una cualidad
específica, siempre que se tengan en cuenta los nexos y relaciones que tiene con el todo, los cuales contribuyen a
darle su significación propia.

De esta manera, la investigación cualitativa trata de identificar la naturaleza profunda de las realidades, su
estructura dinámica, aquella que da razón plena de su comportamiento y manifestaciones. De aquí, que lo
cualitativo (que es el todo integrado) no se opone a lo cuantitativo (que es sólo un aspecto), sino que lo implica e
integra, especialmente donde sea importante.

El enfoque cualitativo de investigación es, por lo tanto, y por su propia naturaleza, dialéctico y sistémico. Estos
dos presupuestos, epistemológico y ontológico, conviene hacerlos explícitos, en todo proyecto o desarrollo de
investigación, a través de un breve "marco epistemológico", para evitar malentendidos en los evaluadores de los
mismos. En efecto, la mayoría de los evaluadores de proyectos o investigaciones cualitativos, suelen hacerlo
desde el marco epistemológico del "modelo especular", razón por la cual la evaluación falla por la base.

Por esta razón, a continuación, trataremos de puntualizar algunas de las ideas centrales que caracterizan a las
investigaciones cualitativas, referidas a: (1) Diseño general, (2) Métodos cualitativos, (3) Estrategias y (4)
Generalización, validez y confiabilidad.

1. Diseño general

Ante todo, es necesario enfatizar que el "marco teórico" que se antepone a cualquier
Marco Teórico Referencial.
investigación cualitativa es, generalmente, sólo "teórico-referencial", es decir, fuente de información y nunca
modelo teórico en el cual ubicar nuestra investigación. Servirá para contrastar, después, nuestras conclusiones

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con las de otros autores y, así, entenderlas mejor, pero nunca para forzar e imponer una interpretación
determinada.

La razón de este proceder es que un marco teórico nos impone ya desde el principio todo un mundo teórico,
conceptual e interpretativo que pudiera no ser el más adecuado para entender la realidad que estamos
estudiando. Y su falta de lógica está en el hecho de que da en gran parte por resuelto lo que todavía no se ha
estudiado. Por esto, muchos marcos teóricos son constreñidores, ya que instalan lo nuevo en moldes viejos,
imposibilitando la emergencia de lo original y de lo novedoso y, con ello, de toda innovación.

Lo que en las ciencias de la naturaleza puede ser bueno, debido a su carácter más universal, en las ciencias
humanas puede resultar muy funesto. En la tarea investigativa en estas ciencias frecuentemente se opta por
imitar o copiar modelos extranjeros o extranjerizantes. La imitación muchas veces es altamente engañosa: al
imitar se elude el esfuerzo creador de lucha con el problema, que puede hacernos comprender el verdadero
sentido y los límites o defectos de la solución que imitamos. Por otro lado, si en algún campo técnico resulta a
veces más rentable la compra directa de algunas patentes que el mantenimiento de un aparato científico propio,
en el área de las ciencias humanas esto resulta imposible: la idiosincrasia nacional o regional, las estructuras y
los contextos propios e infinidad de variables individuales en acción hacen que la realidad a estudiar sea muy
particular y propia, y, a veces, simplemente, única.

La orientación metodológica cualitativa no suele partir del planteamiento de un problema específico,


El Problema.
sino de un área problemática más amplia en la cual puede haber muchos problemas entrelazados que no se
vislumbrarán hasta que no haya sido suficientemente avanzada la investigación. Por esto, en general, el partir de
un problema, cierra el posible horizonte que tienen las realidades complejas, como son las realidades humanas.

Los problemas más intrigantes para los investigadores cualitativos son precisamente los que ellos mismos
identifican. Pero esto exige ciertas condiciones: el descubrimiento de un problema importante puede requerir
cierto tiempo y que se haya acumulado bastante información, que se adopten nuevas perspectivas o se cambie de
enfoque, que se varíen las hipótesis interpretativas de lo que se va encontrando y no percibir la "justificación" de
la investigación como el único fin de un científico

Esto, de ninguna manera quiere decir que, en un caso específico, no sea útil o conveniente partir de un problema
concreto, si eso es particularmente lo que se desea investigar.

Aunque la mente humana difícilmente trabaja con una ausencia total de hipótesis, tampoco se
Las Hipótesis.
formula una hipótesis a verificar, ya que se está abierto a todas las hipótesis plausibles y se espera que la mejor
emerja del estudio de los datos y se imponga por su fuerza convincente. Es muy difícil que el investigador tenga
la mejor hipótesis a la vista: si fuera así, no haría falta hacer la investigación. Por ello, es necesaria una gran
apertura hacia todas las hipótesis que se vayan revelando consistentes. Las hipótesis son, más bien,
provisionales, y se van modificando durante el proceso, para no estrechar nuestra perspectiva y visión de la
realidad. En general, no estamos tan interesados en verificar una hipótesis específica, cuanto en que la mejor se
revele claramente. Pero también aquí, puede ser que un investigador esté interesado en "verificar" una
determinada hipótesis, en cuyo caso es lógico que parta de ella.

En las investigaciones cualitativas, sin embargo, sí se fijan unos objetivos a lograr: algunos son más
Los Objetivos.
bien generales y otros específicos, pero todos deben ser relevantes para las personas interesadas en la
investigación. A veces, es preferible fijar sólo objetivos generales, y determinar los específicos durante la
marcha, para no buscar metas que quizá resulten triviales. El objetivo puede ser muy preciso, como, por
ejemplo, clarificar tal o cual fenómeno o área problemática, aun cuando sus problemas específicos o dificultades

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propias estén todavía muy enredados y sólo se puedan plantear o formular expresamente cuando la investigación
esté más adelantada.

Estos objetivos determinarán, en parte, las estrategias y procedimientos metodológicos. Un error frecuente y
grave consiste en pretender llegar al conocimiento de estructuras estudiando elementos en muestras
aleatorizadas, y sometiendo los "datos" a un tratamiento estadístico, donde los elementos de un individuo quedan
mezclados con los de todos los demás en una especie de trituradora ciega. Lo único que puede salir de ahí es una
especie de "fotografía compuesta", algo que es fruto de esas matemáticas de la cuales, como ya señalamos, decía
Einstein que en la medida en que son verdaderas no se refieren a la realidad. Nuestras hemerotecas están llenas
de revistas con investigaciones cuyos resultados son contradictorios por haber sido realizados siguiendo esos
procedimientos.

No obstante, tampoco los objetivos serán intocables. También aquí, al buscar objetivos relevantes, se sigue el
famoso principio de "Los tres príncipes de Serendip": "si estás buscando una cosa buena y encuentras otra mejor,
deja la primera por la segunda".

2. Métodos cualitativos

El método cualitativo específico que se vaya a emplear depende de la naturaleza de la estructura a estudiar. Que
el problema del método está enteramente determinado por su objeto de estudio es un postulado aristotélico
general y fundamental (Gadamer, 1977, pág. 385). De hecho, las realidades físicas, químicas, biológicas,
psicológicas y sociales se presentan con diferentes formas y generan una infinita gama de problemas al
interrelacionarse en múltiples contextos. Así, es natural que las técnicas y los procedimientos metodológicos,
para enfrentarlas en forma eficaz y exitosa, respeten y se adapten a su peculiar naturaleza y forma de ser.

La metodología cualitativo-sistémica dispone de una serie de métodos y técnicas, cada uno de los cuales es más
sensible y adecuado que otro para la investigación de una determinada realidad. A continuación, ilustramos la
idea central que los caracteriza y diferencia. Para una mayor información sobre cada uno, véase la bibliografía
respectiva o, también, en Martínez M. (1996b).

El Método Hermenéutico-Dialéctico.En sentido amplio, éste es el método que usa, consciente o inconscientemente,
todo investigador y en todo momento, ya que la dinámica mental humana es, por su propia naturaleza,
interpretativa, es decir, hermenéutica: trata de observar algo y buscarle un significado. En sentido estricto, se
aconseja utilizar las reglas y procedimientos de este método cuando la información recogida (los datos)
necesiten una continua hermenéutica, como sería el caso, por ejemplo, del estudio del crimen organizado, de
sujetos paranoicos, etc., donde la información que se nos da puede tratar expresamente de desorientar o engañar.
Sin embargo, este método tiene un área de aplicación mucho más amplia.

El Método Fenomenológico.Este método es el más indicado cuando no hay razones para dudar de la bondad de la
información y el investigador no ha vivido ni le es nada fácil formarse ideas y conceptos adecuados sobre el
fenómeno que estudia por estar muy alejados de su propia vida, como, por ejemplo, el mundo axiológico de los
drogadictos, las vivencias de las personas atracadas que estuvieron a punto de morir, la ruptura de una relación
amorosa cuando no se ha vivido, una experiencia cumbre (Maslow), etc.

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El Método Etnográfico. Es el de mayor preferencia para entrar a conocer un grupo étnico, racial, de ghetto o
institucional (tribu, raza, nación, región, cárcel, hospital, empresa, escuela, y hasta un grado escolar, etc.) que
forman un todo muy sui géneris y donde los conceptos de las realidades que se estudian adquieren significados
especiales: las reglas, normas, valores, modos de vida y sanciones son muy propias del grupo como tal. Por esto,
esos grupos piden ser vistos y estudiados holísticamente, ya que cada cosa se relaciona con todas las demás y
adquiere su significado por esa relación. De ahí que la explicación exige también esa visión global.

El Método de Investigación-Acción. Es el único indicado cuando el investigador no sólo quiere conocer una
determinada realidad o un problema específico y su solución teórica, sino que desea también resolverlo en la
práctica, en la vida real. En este caso, los sujetos investigados participan como coinvestigadores en todas las
fases del proceso: planteamiento del problema, recolección de la información, interpretación de la misma,
planeación y ejecución de la acción concreta para la solución el problema, evaluación posterior sobre lo
realizado, etc. El fin principal de estas investigaciones no es algo exógeno a las mismas, sino que está orientado
hacia la concientización, desarrollo y emancipación de los grupos estudiados.

El Método de Historias de Vida. Se


aconseja este método para los estudios longitudinales de ciertos grupos sociales,
donde la visión diacrónica de la realidad constituye una gestalt en el tiempo que no se puede fraccionar sin
perder las relaciones esenciales que la configuran como tal. Se concentra en una familia, y a veces en una sola
persona, estudiada a lo largo de un amplio período de sus vidas. El ejemplo más clásico de la misma lo tenemos
en Los Hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, obra que revolucionó los métodos de investigación sociológica y dio
aportes como ninguna antes había hecho.

Para algunas investigaciones más específicas y peculiares, quizá, haya que recurrir a otros métodos, como el
endógeno, el comprensivo, el naturalista, etc.

Una ilustración más amplia y pormenorizada de los supuestos epistemológicos, estrategias, técnicas e
instrumentos de cada uno de estos métodos puede verse en Martínez M.: Comportamiento Humano: nuevos
métodos de investigación, 2ª edic. (1996) y en La Investigación Cualitativa Etnográfica (1994).

3. Estrategias

Es también de máxima importancia que se haga énfasis en la naturaleza específica de cada uno de los tópicos
que señalamos a continuación:

La Muestra. Cada uno de los métodos cualitativos señalados tiene su forma propia de entender la muestra que nos
ofrecerá la información necesaria para realizar la investigación. Pero, en general, la opción ontológica asumida
por todos ellos (que es estructural-sistémica) nos exige una muestra que no podrá estar constituida por elementos
aleatorios, escogidos al azar, y descontextualizados (como es, la mayoría de las veces, la información recogida a
través de encuestas o cuestionarios preconcebidos), sino por "un todo" sistémico con vida propia, como es una
persona, una institución, una etnia, un grupo social, etc. Por ello, se impone la muestra intencional, donde se
prioriza la profundidad sobre la extensión, y la muestra se reduce en su amplitud numérica. Sin embargo,
conviene escogerla de forma que estén representadas de la mejor manera posible las variables de sexo, edad,
nivel socioeconómico, profesión, etc., según el caso, ya que su información puede ser diferente y hasta
contrastante.

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Los Instrumentos.Los instrumentos, al igual que los procedimientos y estrategias a utilizar, los dicta el método
escogido, aunque, básicamente, se centran alrededor de la entrevista semi-estructurada y la observación directa
o participativa.

En la actualidad, el investigador con metodología cualitativa, para facilitar el proceso de corroboración


estructural, cuenta con dos técnicas muy valiosas: la "triangulación" (de diferentes fuentes de datos, de
diferentes perspectivas teóricas, de diferentes observadores, de diferentes procedimientos metodológicos, etc.) y
las grabaciones de audio y de video, que le permitirán observar y analizar los hechos repetidas veces y con la
colaboración de diferentes investigadores.

Sin embargo, la metodología cualitativa entiende el método y todo el arsenal de medios instrumentales como
algo flexible, que se utiliza mientras resulta efectivo, pero que se cambia de acuerdo al dictamen, imprevisto, de
la marcha de la investigación y de las circunstancias.

Las Categorías.No hay categorías preconcebidas, previas a la investigación. Si el investigador las tiene en su
mente, es porque las ha tomado de otras investigaciones, de otras muestras, realizadas por otros investigadores
en otros lugares y en otros tiempos, ya que no existen categorías trascendentes. Las verdaderas categorías que
conceptualizarán nuestra realidad deben emerger del estudio de la información que se recoja, al hacer el proceso
de "categorización". No obstante, se podría partir de un grupo de categorías preestablecidas, con tal de que se
utilicen con mucha cautela y como algo provisional hasta que no se confirmen, y no se deje uno llevar por la
tendencia (cosa muy fácil y natural) de rotular la nueva realidad con viejos nombres.

El enfoque cualitativo se apoya en la convicción de que las tradiciones, roles, valores y normas del ambiente en
que se vive se van internalizando poco a poco y generan regularidades que pueden explicar la conducta
individual y grupal en forma adecuada. En efecto, los miembros de un grupo étnico, cultural o situacional
comparten una estructura lógica o de razonamiento que, por lo general, no es explícita, pero que se manifiesta en
diferentes aspectos de su vida.

Tampoco hay variables (ni dimensiones o indicadores) preconcebidas, ya sea que se consideren
Las Variables.
independientes o dependientes, pues provendrían, igualmente, del estudio de realidades exógenas a la nuestra.
Las verdaderas variables de nuestra realidad emergerán también cuando, después de la categorización,
iniciemos el proceso de teorización, es decir, cuando se analicen-relacionen-comparen-y-contrasten las
categorías.

Estos dos procesos constituyen la esencia de la labor investigativa. Una buena


La Categorización y la Teorización.
investigación no puede quedar al nivel empírico, pues no sería investigación propiamente dicha; "la ciencia
consiste en crear teorías" (Einstein). El fin de la teorización (y de la categorización que le precede) es lograr
estructurar una imagen representativa, un patrón coherente y lógico, un modelo teórico o una auténtica teoría o
configuración del fenómeno estudiado, que le dé sentido a todas sus partes y componentes. También aquí, hoy
día, están disponibles más de una docena de programas de computación que facilitan la parte técnica de ambos
procesos: programas que manipulan, ordenan, organizan y hasta tratan de interpretar y teorizar con los datos
cualitativos (ver Martínez M., 1994a, pág. 77).

4. Generalización, validez y confiabilidad

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La Generalización.¿Cómo se puede generalizar partiendo del estudio de un solo caso o situación, o de pocos? La
generalización es posible porque lo general sólo se da en lo particular. No se trata de estudios de casos
(situaciones casuales, azarísticas o aleatorias, que pudieran ser incluso atípicas), sino de estudios en casos o
situaciones bien pensadas, y elegidas con base en criterios que las hacen óptimas para lograr los fines que
persigue la investigación. Lo universal –según Aristóteles– no es lo que se da siempre o en muchos casos, sino
lo que se da por esencia y necesariamente. El mismo Galileo consideraba que las leyes de la naturaleza, que son
regulares y que tratamos de descubrir, pueden ser captadas sin necesidad de multiplicar las observaciones, como
pensaba y aconsejaba Bacon, sino que bastaba una buena observación realizada "intensivamente" para
aprehenderlas.

Shakespeare, por ejemplo, elabora un retrato de Lady Macbeth que no se refiere únicamente a una noble dama
escocesa particular que vivió en el siglo XI, sino que es una admirable imagen universal de la ambición y sus
estragos. Igualmente, García Márquez estudia y describe una situación en Cien años de soledad, donde capta lo
universal latinoamericano; y así han hecho todos los clásicos: por eso son clásicos, y trascienden los lugares y
los tiempos. Piaget, por su parte, estudiando a fondo ciertos procesos en sus propias hijas, estructuró leyes de
validez universal que han sido consideradas entre los aportes más significativos de la psicología del siglo XX.

Es muy lógico pensar que el grado de transferibilidad de una situación a otra es una función directa de la
similitud que haya entre ambos contextos. Por ello, el esfuerzo mayor del investigador debe dirigirse hacia la
identificación del patrón estructural que caracteriza a su objeto de estudio. En cambio, no es él quien debe
estudiar el grado de similitud de su contexto con otros contextos o situaciones a los cuales puedan transferirse o
aplicarse los resultados de su investigación. Esa es tarea de quien vaya a hacer la transferencia o aplicación.

La Validez.
Los conceptos de "validez" y "confiabilidad" tienen aquí un significado bastante diferente del que se
le asigna en la orientación positivista de la ciencia tradicional, ya que incluyen el concepto de "enfoque" o
"perspectiva mental".

Una investigación tiene un alto nivel de validez si al observar, medir o apreciar una realidad, se observa, mide o
aprecia esa realidad y no otra; es decir, que la validez puede ser definida por el grado o nivel en que los
resultados de la investigación reflejan una imagen clara y representativa de una realidad o situación dada.

Este hecho constituye la validez interna. Hay también otro criterio de validez, la validez externa, que consiste en
averiguar hasta qué punto las conclusiones de un estudio son aplicables a grupos similares. Ésta coincide
parcialmente con la generalización.

La validez es la fuerza mayor de las investigaciones cualitativas. En efecto, el modo de recoger los datos, de
captar cada evento desde sus diferentes puntos de vista, de vivir la realidad estudiada y de analizarla e
interpretarla inmersos en su propia dinámica, ayuda a superar la subjetividad y da a estos investigadores un rigor
y una seguridad en sus conclusiones que muy pocos métodos pueden ofrecer.

La Confiabilidad.
El concepto tradicional de "confiabilidad" implica que un estudio se puede repetir con el mismo
método sin alterar los resultados, es decir, es una medida de la replicabilidad de los resultados de la
investigación. En las ciencias humanas es prácticamente imposible reproducir las condiciones exactas en que un
comportamiento y su estudio tuvieron lugar. Ya Heráclito dijo en su tiempo que nadie se bañaba dos veces en el
mismo río.

Si, debido a la evolución, dinámica y cambio de los seres humanos y al entorno en que se hallan, su
comportamiento no se puede repetir en forma idéntica sin alterar su verdadera naturaleza, lo lógico es adaptar
los métodos y las técnicas a su naturaleza, y no lo contrario, como muchas veces se ha hecho. El estudio deberá
ser, más bien, naturalista, fenomenológico, etnográfico y hermenéutico, y la confiabilidad orientada hacia el
nivel de concordancia interpretativa entre diferentes observadores, evaluadores o jueces del mismo fenómeno, es
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decir, la confiabilidad será, sobre todo interna, interjueces. Se considera un buen nivel de esta confiabilidad
cuando alcanza un 70%, es decir, que, por ejemplo, de 10 jueces, hay consenso entre 7.

Los Resultados (Informe Final).Los resultados de una investigación cualitativa se exponen en lo que se llama el
"Informe Final". Este informe no se limita a exponer unos resultados aislados de la investigación como tal, sino
que también ilustra el proceso por medio del cual se llegó a las estructuras particulares de los casos estudiados y
a la estructura general, o estructuras generales, que los integran.

Como conclusión general, podríamos dar la siguiente idea: hay muchas formas de hacer las cosas bien. Para
lograr una de ellas, es necesario que el investigador, especialmente si es muy joven, no se sienta presionado en
una determinada dirección que le impida usar su mejor dotación y la riqueza que lleva dentro de sí. El mismo
Bridgman –fundador del operacionalismo y Premio Nobel de física– dice, paradójicamente, que "no existe un
método científico como tal (...); el rasgo distintivo más fértil de proceder del científico ha sido el utilizar su
mente de la mejor forma posible y sin freno alguno".

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