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Alejandro Bullon Plenitud en Cristo
Alejandro Bullon Plenitud en Cristo
¡ESPERARÉ!
Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación;
el Dios mío me oirá. Miqueas 7:7.
7
2 de enero
EN EL PRINCIPIO, DIOS
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Génesis 1:1.
M argarita sufre. Las derrotas desfilan por su mente como hormigas si-
niestras, y dan lugar al miedo. Los consecutivos fracasos retornan a
su memoria; invaden su mundo. La llaga sangra otra vez. La joven mestiza
cree que no tiene “suerte”. Llegó a los Estados Unidos acariciando el “sueño
americano”; pero, los años pasan y nada logra: gana poco dinero; cambia de
empleo constantemente; ninguna iniciativa le sale bien.
“Todos vencen en este país, menos yo”, comenta con sus amigos, desani-
mada. “Simplemente, no tengo suerte”.
Margarita es una joven luchadora: se levanta de madrugada, trabaja ca-
torce horas por día, en dos empleos diferentes; y regresa a casa de noche,
cansada. Tiene apenas fuerzas para darse un baño y dormir. La rutina de su
vida es agobiante. ¿Qué futuro la espera? Se mira en el espejo, y empieza a
notar algunas líneas marcadas en su rostro.
“Estoy envejeciendo, y no logro nada”, se lamenta.
¿Qué tiene que ver el versículo de hoy contigo, Margarita? Enjuga las lágri-
mas, y trata de escuchar la voz de tu Padre celestial. En el principio, no había
nada. O, tal vez, sí: “La tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban
sobre la faz del abismo”, dice el versículo 2. ¿Te das cuenta? Solo desorden, va-
cío y tinieblas. Casi nada. Nada. Pero, entonces aparece Dios, y da forma a los
cielos y a la tierra. El escenario universal cambia cuando Dios entra en acción.
¿Qué ocurriría, en tu vida, si colocases en el principio a Dios? ¿Te has
preguntado, alguna vez, si no logras lo que tanto anhelas porque en el prin-
cipio solo están tus sueños, planes y proyectos? Luchas sola, trabajas sola y
vives sola. Por eso, piensas que tus metas son inalcanzables.
Atrévete a colocar a Dios en el principio de tu vida, y verás que todo
cambia. No por fuera. Las circunstancias que te rodean pueden seguir pare-
ciendo adversas; las pruebas y las dificultades pueden continuar siendo las
mismas. Pero, tú no. Dios trabaja primero en ti. Coloca en orden tu mundo
interior: llena el vacío de tu corazón y trae luz a tu vida. Te inspira. El temor
desaparece. Desaparecen las dudas, el desánimo, y empiezas a ver que las
circunstancias adversas, y aparentemente injustas, no son tan atemorizantes
como parecen.
Haz de este nuevo año un año de victoria. Coloca a Jesús en primer lugar,
porque “en el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
8
3 de enero
VIVIR ES PROSEGUIR
Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios
en Cristo Jesús. Filipenses 3:14.
¡MARAVILLAS!
Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto.
Miqueas 7:15.
Q uisiera escribir un texto que alegre los corazones tristes. Un texto capaz
de levantar al caído y de mostrarle que aún hay esperanza. Que la pareja
a punto de divorciarse vea de repente, en el fondo del pozo, un tenue rayo de
luz, y sepa que no todo está perdido. Que el padre del joven drogadicto entien-
da que su hijo puede ser liberado.
¡Oh! Cómo quisiera tener la capacidad de decir, al desahuciado por la cien-
cia médica, que la extrema necesidad del ser humano es la oportunidad de
Dios.
Quisiera ser el sol de un nuevo día, anunciando que la noche se fue y que
ya no hay motivo para tener miedo; que las lágrimas son el recuerdo de un
momento difícil, pero lo que realmente importa es el día que está naciendo.
Todo eso quisiera. Y solo tengo un pedazo de papel y un lápiz. Solo tengo
mis propios miedos, mi humanidad careciente, mis limitaciones. Y aun así,
quiero continuar siendo la trompeta que anuncia la victoria.
Por eso, acudo a la Biblia y me refugio en la Palabra eterna de un Dios que
no cambia; que trasciende el tiempo y gobierna el espacio. Es mi Dios y el tuyo.
Y hoy viene a decirte que, aunque las sombras del dolor te envuelvan; aunque
en tu cielo no haya estrellas; aunque tu cisterna no tenga agua y tus sueños pa-
rezcan desmoronarse como un castillo de arena, él hará maravillas en tu vida,
como el día en que sacó a Israel de Egipto.
Esa fue la promesa que Dios hizo a Israel, cuando daba la impresión de
que las huestes enemigas estaban venciendo: “En ese día”, les había dicho Dios,
“vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades fortificadas, y desde las ciudades
fortificadas hasta el río, y de mar a mar, y de monte a monte. Y será asolada la
tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras” (vers. 12, 13).
¿Qué hacer frente a una situación como esa? La muerte se aproximaba,
inexorable; no había salvación, desde la perspectiva humana. Pero entonces,
aparece Dios y promete a su pueblo hacer maravillas.
¿Cuál es la maravilla que necesitas que Dios opere hoy, en tu vida? ¿Cuál es
el drama que parece no tener solución? ¿Qué es lo que necesitas?
Antes de iniciar las actividades de un nuevo día, reconoce tu incapacidad
y ve a Dios, como al Padre de amor que él es. Llora a sus pies y, a pesar de las
dificultades que puedan estar aguardándote, escucha su voz que te dice: “Yo te
mostraré hoy maravillas como el día en que saqué a Israel de Egipto”.
10
5 de enero
¡ORAR!
En aquellos días él fue al monte a orar,
y pasó la noche orando a Dios. Lucas 6:12.
11
6 de enero
CADA MAÑANA
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Lamentaciones 3:23.
12
7 de enero
LLEGAMOS
Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente
fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Números 13:27.
EL SUEÑO DE DIOS
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones. Jeremías 1:5.
S eis de la mañana. Los débiles rayos del sol se filtran por entre los cris-
tales rotos del restaurante. Su dramático encuentro con Jesús, la noche
anterior, lo ha cambiado. Lo ha convertido en un nuevo hombre: más viejo,
tal vez, pero libre de los tormentos de su terrible pasado; feliz, con los ojos
radiantes.
Sabe lo que debe hacer. Paga su chocolate con tostadas y se dirige, a pie,
a la terminal de tren. Toma un boleto al centro de la ciudad, y anda por sus
congestionadas calles. Pasado el mediodía, llega a su destino. Sube lenta-
mente las escalinatas de las oficinas de Policía, y confiesa su crimen.
No sale. Queda preso: permanecerá en la prisión durante ocho largos
años. Pero, su espíritu está libre: ha encontrado la salvación en Cristo.
Lo conocí en Pensilvania, una noche de lluvia, mientras dirigía una cru-
zada de evangelización. Me contó su historia. Me habló de sus noches de
culpa; de sus días de remordimiento; de sus tardes y mañanas de angustia.
–Lo que tocó mi corazón –me dijo sonriendo– fue saber que mis culpas
ya habían sido pagadas en la cruz del Calvario. Cuando entendí lo que Jesús
hizo por mí, tuve ganas de salir gritando a todo el mundo que yo había sido
perdonado.
“En esto consiste el amor”, empieza diciendo Pablo. El amor de Dios se
escribió con sangre. No fue una declaración romántica, escrita con tinta co-
lorida: fue entrega, renuncia, sacrificio y muerte. Puede parecer injusto y
cruel, pero es eso lo que te garantiza la vida. Tú no lo amaste para que él te
salvara; él te amó primero, dejó sus mansiones celestiales y vino a buscarte.
Jamás podrás agradecer la dimensión de su amor. Pero, puedes abrir el co-
razón y decirle que aceptas su sacrificio y estás dispuesto a andar en sus
caminos.
Hoy es el día de buenas nuevas; hoy es el día de salvación. No interesa lo
que hayas hecho ni cómo hayas vivido hasta aquí. Lo único que importa es
que aceptes su sacrificio y confíes en Jesús.
Parte hoy, hacia el cumplimiento de tus deberes diarios, seguro y confia-
do en el amor divino, porque “en esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo
en propiciación por nuestros pecados”.
15
10 de enero
TE LIBRARÉ
Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de
debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre,
y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes. Éxodo 6:6.
16
11 de enero
L a mañana en que escribo este mensaje, Macal Nova, autor del libro Na-
die ve a Dios [No One See God], comenta, en el periódico USA Today,
el hecho de que, en los últimos meses, muchos cristianos dejaron de creer
en la existencia de Dios porque no entienden las razones que él tiene para
“provocar” tanto sufrimiento.
El ser humano, a lo largo de los tiempos, ha luchado por descifrar el
misterio del dolor. ¿De dónde viene el sufrimiento? El otro día, conversé con
una persona que creía que el dolor era el castigo divino, debido a algún acto
pecaminoso del ser humano. Entre líneas, ella creía que Dios es un ser con
los ojos abiertos, que observa la conducta de las personas con la intención de
castigarlas si no se portan bien.
Esta es una idea diabólica. Fue el diablo que se presentó un día delante
de Dios, y lo desafió con relación a Job: “Quítale todo lo que tiene”. Sin em-
bargo, la Biblia afirma categóricamente que Dios no quita nada; él jamás
envía el dolor. En el texto de hoy, el Señor afirma que sus pensamientos, con
relación a los seres humanos, son “pensamientos de amor y no de odio, de
paz y no de guerra”.
El dolor es fruto del pecado; no necesariamente del tuyo, sino del pecado
como rebeldía universal. Nació en el corazón del enemigo de Dios. El diablo
te hace sufrir, y después te lleva a pensar que fue Dios quien te castigó. ¿Para
qué? Para que te rebeles contra el Creador y trates de vivir la vida solo, si-
guiendo tus propios instintos y provocándote más dolor.
Si fuese verdad que Dios es el causante del sufrimiento humano –lo que,
según Nova, llevó a muchas personas, en los últimos tiempos, a negar la
existencia de Dios–, entonces la no existencia divina significaría la ausencia
del dolor. Es un asunto de simple lógica, ¿no lo crees?
Tal vez, hoy es uno de esos días terribles en tu vida. Tu corazón está a
punto de explotar; no sabes qué hacer ni para dónde ir. La vida te dio las
espaldas. Cometieron una injusticia horrenda contra ti, y de repente te ves
tentado a pensar que, de algún modo, Dios tiene algo que ver con la causa de
tu dolor. No lo hagas. Detente, piensa y medita en las intenciones que Dios
tiene para ti: “Pensamientos de amor y no de odio, de paz y no de guerra.
17
12 de enero
OPTIMISMO
Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo:
Subamos luego, y tomemos posesión de ella;
porque más podremos nosotros que ellos. Números 13:30.
18
13 de enero
¡TOMA TU BANDERA!
Los hijos de Israel acamparán, cada uno en su campamento, y cada
uno junto a su bandera, por sus ejércitos. Números 1:5.
19
14 de enero
INTERDEPENDENCIA
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a
los pies: No tengo necesidad de vosotros. 1 Corintios 12:21.
21
16 de enero
¡ESFUÉRZATE!
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni
desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dónde quiera que
vayas. Josué 1:19.
F abio tiene un examen difícil delante de sí. Hay más de cinco mil postu-
lantes y apenas cincuenta lugares. “Es casi imposible que lo logre”, pien-
sa, “pero es mejor intentar que cruzarse de brazos”.
El texto de hoy es el mensaje divino para los Fabio, que cada día enfren-
tan desafíos. Desde la entrada del pecado, vivir es enfrentar desafíos: en la
vida profesional, personal, financiera, en fin. Todos los días los desafíos están
delante de ti, como fieras hambrientas, dispuestas a devorarte.
Las palabras del texto de hoy fueron expresadas por Dios a Josué, al verlo
temeroso frente a la responsabilidad de conducir a Israel hacia su glorioso
destino. El joven discípulo de Moisés se consideraba incapaz de ser igual al
maestro.
Este es uno de los errores de la vida. No necesitas ser igual que nadie: sé tú
mismo. Los demás fueron otros; por grandes, extraordinarios, carismáticos y
capaces que sean, fueron otros. Tú eres tú; Dios te creó diferente. Josué necesi-
taba entender eso, y no temer al enfrentar el desafío que se le presentaba.
Lo impresionante del consejo divino no es solo “te mando que te es-
fuerces y seas valiente”; lo más importante es la razón para que te esfuerces:
“porque Jehová tu Dios está contigo”. La victoria no es solo el resultado del
esfuerzo; la confianza en Dios da sentido al esfuerzo.
Hay millones de personas que se esfuerzan y son valientes y, no obstante,
lloran sus derrotas y fracasos: el panteón de los derrotados está atestado de
gente que murió esforzándose. El simple esfuerzo humano es engañoso y
seductor; frágil como la arena; inconstante como la nube.
Cuando el esfuerzo es apenas el resultado de la autodisciplina, se trans-
forma en frustración. Si es el fruto de la presencia de Dios en la vida, es la
llave que abre las puertas de la victoria.
No importa cuántos aspiren al puesto que buscas; si ellos son más capa-
ces e inteligentes, no es problema. Tú tienes un Dios que no falla. Recuerda
el consejo divino: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no
temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera
que vayas.
22
17 de enero
LA SENDA DE LA VIDA
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de
gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:11.
D ora quería ser feliz. Anhelaba desesperadamente ser feliz: caminó por
los senderos engañosos de la ilusión; voló en las alucinantes alas de la
drogadicción; nadó por las aguas turbulentas de la promiscuidad. Amó, llo-
ró, sufrió, y murió consumida por las enfermedades oportunistas que con-
lleva el Sida. Vivió, quiso ser feliz, y murió sintiéndose la mujer más infeliz
del mundo. ¿Qué le sucedió a esta joven apasionada por la vida?
El texto de hoy presenta tres ideas que muestran dónde erró Dora. Los
dos primeros pensamientos son la plenitud de gozo y las delicias para siempre.
Gozo y delicia son sinónimos de felicidad. ¿Quién no desea ser feliz? El ser
humano es movido a deseo por la felicidad: todo lo que realiza tiene, como
objetivo final, la “plenitud de gozo” y las “delicias para siempre”. Esto signifi-
ca prosperidad y realización.
Pero, el salmista presenta las condiciones para recibir la “plenitud de
gozo” y “las delicias para siempre”. Menciona: “Me mostrarás la senda de la
vida”.
El ser humano, en su sincero deseo de ser feliz, escoge sus propios cami-
nos, sigue sus propias ideas, y acaba hiriéndose y provocándose sufrimiento.
Existe un camino mejor. El salmista lo denomina: “la senda de la vida”. Es
triste cuando el ser humano desea la “plenitud de gozo” y las “delicias para
siempre”, pero rechaza la “senda de la vida”.
Desde la óptica divina, estos tres elementos forman parte de un mismo
paquete; no pueden separarse.
Hay más. Cuando el autor bíblico menciona las palabras “presencia” y
“diestra”, está refiriéndose a una relación de permanencia en la senda. La sen-
da es Jesús. Cuando él estuvo en esta tierra, declaró: “Yo soy el camino, la
verdad y la vida”. El Maestro habló de un camino que en verdad te conduce
a la vida.
La razón por la que Jesús se identificó con el camino es que existen mu-
chos caminos mentirosos. Son caminos de muerte: fascinantes y seductores,
pero caminos de muerte.
¿Deseas ser feliz? ¡Busca a Jesús! No empieces las actividades de hoy sin
arrodillarte y decirle: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay
plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”.
23
18 de enero
¿POR QUÉ?
¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
Lucas 6:46.
24
19 de enero
CONSULTA A DIOS
Aconteció después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel
consultaron a Jehová, diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a
pelear contra los cananeos? Jueces 1:1.
E l matrimonio de Marta y Pedro había durado solo dos años. Los pri-
meros meses, la joven pareja creía que el paraíso existía en esta tierra.
La convivencia se encargó de mostrar la realidad de cada uno. El carácter
mezquino y egoísta de uno, y el temperamento explosivo y celoso del otro
transformaron, en poco tiempo, el “paraíso” en infierno.
Cuando conversé con Marta, acababa de salir del segundo matrimonio.
Pero, lo que la llevó a buscarme no fue esta segunda decepción.
–He perdido doscientos mil dólares en una inversión que prometía lu-
cros atrayentes –me dijo, angustiada–. Era todo el dinero que había logrado
reunir en mi vida; incluso vendí mi auto, para invertir. La inversión prome-
tía retorno rápido, pero me engañé. ¿Por qué nada me sale bien en la vida?
Tal vez, el texto de hoy responda a la pregunta de Marta. Israel había
llegado a la frontera de la Tierra Prometida, y ahora debería tomar posesión
de aquella tierra fructífera. Apoderarse de la tierra significaba, para aquel
pueblo, luchar. Nada que valga la pena se conquista sin trabajo. Los hijos de
Israel tenían una empresa de gigantescas dimensiones delante de sí. ¿Qué
hicieron? Fueron a Dios y lo consultaron.
¿Acaso ellos no sabían que Dios los había conducido hasta aquel lugar,
en cumplimiento de sus promesas? Lo sabían, sí. A pesar de eso, consultaron
una vez más con Dios. Nadie pierde por consultar a Dios. La orientación
divina te brinda la seguridad que necesitas en los momentos más difíciles.
Si lees el relato completo de las conquistas de Israel, verás solo victorias.
No podría haber sido de otro modo, si estaban siguiendo las instrucciones
divinas.
¿Qué gran desafío tienes hoy delante de ti? ¿Ya consultaste a Dios y su
Palabra, para comprobar si estás siguiendo el camino correcto? ¿Aprueba
Dios lo que vas a hacer o te estás dejando seducir por el brillo de las cosas y
la belleza de la apariencia?
No creas todo lo que tu corazón te dice: consulta con Dios, con tus pa-
dres o con tus amigos de más experiencia; siempre hay personas sabias a
tu alrededor. Recuerda que Israel fue victorioso porque: “los hijos de Israel
consultaron a Jehová diciendo: ¿Quién de nosotros subirá primero a pelear
contra los cananeos?”
25
20 de enero
TU MISIÓN
Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo:
Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite,
con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande
sobre los árboles? Jueces 9:8, 9.
S abiduría es saber para qué sirves y por qué estás en esta tierra. Conozco
personas desesperadas por escalar puestos, y no miden consecuencias
para alcanzar sus objetivos. Jamás piensan si tienen talento para realizar el
trabajo que ambicionan; lo único que les importa es alcanzar el cargo de-
seado, sin preguntarse si Dios los ha llamado para ese trabajo. Después se
frustran, y frustran a los demás. En el fondo, se saben derrotados, y tratan de
disimular la derrota con manifestaciones de autoritarismo.
La parábola de hoy muestra, alegóricamente, la sabiduría del olivo. ¿Ser
rey? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Solo porque todo el mundo quiere serlo? No.
¡Déjenme tranquilo en mi misión como olivo! Dios me dio la capacidad de
producir aceite, y lo haré bien hecho hasta el fin de mis días.
Una de las bendiciones de vivir en compañerismo diario con Jesús es que
te sientes realizado y feliz cumpliendo tu misión. El amor de Jesús llena tu
corazón de tal forma que no andas mirando a los lados para ver quién tiene
qué o quién llega hasta dónde. Solo miras hacia adelante, y corres en el cum-
plimiento de tu misión. El resultado es que todos llegan, y las personas que
conviven contigo también son felices porque, cuando todas las piezas de un
automóvil funcionan a la perfección, el vehículo marcha bien.
Hoy es un día de nuevos desafíos. Tus retos no son los del otro. No quie-
ras hacer el trabajo del otro y descuidar el tuyo.
Detente, piensa y medita. Sé consciente de tu misión, sin importarte si
el trabajo de tu vecino es más bonito o más encantador que el tuyo. No te
compares con nadie: Dios te hizo único en el mundo. Simplemente, cumple
con tu misión y descubre una dimensión de la vida más significativa y fasci-
nante. ¡Ah!, y no te olvides que “Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre
sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de
dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a
ser grande sobre los árboles?”
26
21 de enero
CORAZÓN SABIO
Da pues a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo y para
discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este
tu pueblo tan grande? 1 Reyes 3:9.
L ucía tiene 25 años, y muchas ganas de vivir. Sus cabellos rubios brillan
más que nunca esta mañana, iluminados por los rubios rayos del sol. Es
su primer día de trabajo desde que recibió la promoción. Sabe que, entre los
compañeros, hay gente herida; personas que se consideran con más derecho
a ocupar el cargo que le confiaron a ella. Está feliz, pero una nube de temor
aparece en su cielo azul: le preocupa la posibilidad de que sus compañeros no
acepten a una persona tan joven como jefe.
Salomón también era joven cuando Dios le confió un cargo de mucha
responsabilidad: su misión sería administrar justicia entre los hijos de Israel.
El joven rey, como Lucía hoy, vio también una nube de temor que intentaba
nublar su cielo azul. ¿Qué hizo entonces? Fue al Señor en oración, y le suplicó:
“Da pues a tu siervo corazón entendido”.
La expresión “corazón entendido” en hebreo es Jokmaj, que literalmente
significa equilibrio, sabiduría, sentido común. Podría ser definido como la ca-
pacidad de ser justo y hacer felices a las personas.
Todos los días, en todos los lugares, estamos siendo cartas abiertas y leídas
por quienes nos rodean. Nadie es una isla; no es posible esconderse ni omitirse.
La responsabilidad que Dios te confió, mediante la decisión de seres hu-
manos, es la oportunidad que te brinda de hacer felices a las personas que te
rodean.
Si permites que el orgullo y la soberbia se apoderen de tu corazón, comete-
rás errores crasos. Pensarás que, porque eres jefe, no puedes equivocarte; que-
rrás tener siempre la razón. ¡Mentira! No eres más que un simple ser humano:
más observado, más criticado y más condenado, tal vez; pero un ser humano,
y nada más.
Hay gente que considera que no se debe confiar grandes responsabilidades
a los jóvenes. ¿Por qué no? Ser joven no es un defecto: defecto es permitir que
la soberbia te haga pensar que de repente lo sabes todo.
Haz como Salomón: ve a Dios, y confiésale tus temores. Dile que necesitas
de un corazón entendido para llevar al pueblo que tienes bajo tu responsabili-
dad a su destino glorioso.
No partas hoy, para el cumplimiento de tus deberes diarios, sin elevar la
oración del sabio: “Da pues a tu siervo, corazón entendido para juzgar a tu
pueblo y para discernir entre lo bueno y lo malo, porque ¿quién podrá gober-
nar este pueblo tan grande?”
27
22 de enero
¿CORRECCIÓN O CASTIGO?
¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío?
No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo
fundaste para castigar. Habacuc 1:12.
“Y o solo quería ser feliz. Nunca fue mi intención traer dolor a tanta gen-
te”, balbuceaba Patricia, con la cabeza entre las manos, sollozante y
desesperada.
Tal vez no quisiese: nadie quiere, en sana conciencia, hacer sufrir a las
personas que ama. Pero, la vida es así: entras en un tobogán, y despiertas
recién cuando el dolor es una realidad. Patricia es el típico ejemplo de al-
guien que no quiso ajustar su vida a las enseñanzas divinas. “No me gusta
le religión –decía–, porque no tienes libertad. ¿Por qué Dios tiene que decir
todo lo que debo hacer?”
El texto de hoy habla de cuatro atributos divinos: su eternidad, su santidad,
su justicia y su poder. De estos cuatro, el más difícil de ser aceptado por el ser
humano es, tal vez, la justicia.
Después de la entrada del pecado, el ser humano se volvió independiente;
se apoderó de la vida que le fue confiada. Se hizo señor de su propio destino.
¿Cuál fue el resultado? Dolor, tristeza, sufrimiento y muerte.
Cuando la serpiente se presentó a Eva en el Jardín, llegó con una idea se-
ductora: “No necesitas de Dios. La obediencia tiene, como único propósito,
conservarte en el plano de una simple criatura. Tú puedes ser más que eso.
Puedes decidir lo que es bueno o malo para ti”.
Eva cayó; Adán, también. Continuamos cayendo todos los días. En las ho-
ras de dolor y de desesperación, acudimos al poder divino. En los momentos
de enfermedad y de muerte, pensamos en la eternidad de Dios. Cuando el
pecado mancha nuestra vida al punto de asfixiarnos, recordamos su santidad.
Pero, en momento ninguno aceptamos su justicia; por lo menos, no la justicia
de la que habla Habacuc en el texto de hoy.
El profeta usa la palabra hebrea Mishpat, que significa, literalmente, el he-
cho de decidir un caso. Si Dios es justo, es él quien decide. El ser humano tiene
el derecho de aceptar o rechazar el camino que Dios le presenta, pero no tiene
el derecho de escoger el mal y llamarlo bien: Dios es el único que se atribuye el
derecho de decidir lo que es correcto o incorrecto, moral o inmoral.
Haz de este día un día de sumisión a la justicia divina. Jamás pierdes al
hacerlo. Creces, ganas, y tienes la garantía de la vida eterna. Di, como Habacuc:
“¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No morire-
mos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste”.
29
24 de enero
¡UNIDOS!
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos
fraternalmente, misericordiosos, amigables. 1 Pedro 3:8.
30
25 de enero
¡CLAMA!
Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece. Salmo 57:2.
31
26 de enero
EL CLAMOR DE MI PUEBLO
Dijo Dios Jehová: bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en
Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores, pues he conocido
sus angustias. Éxodo 3:7.
F elipe llega temprano al trabajo, todos los días. Realiza más de lo que
su responsabilidad demanda. Es siempre el último en salir. Cualquier
empresa disputaría los servicios de Felipe. ¿Quién no desea un empleado
inteligente, comedido y listo a ir más allá de sus obligaciones?
Sin embargo, el jefe de Felipe le dificulta la vida. Lo provoca y trata de
irritarlo, para ver si pierde la paciencia. Últimamente, Felipe anda desanima-
do. Cree que, de cierta manera, Dios está siendo injusto con él.
–Parece que Dios se olvidó de mí –se queja.
Regresa a casa cansado, frustrado y a punto de explotar. Pero, el texto de
hoy afirma que “Dios ve la aflicción de su pueblo”. Siempre. Aunque parezca
que no.
Siglos atrás, Israel, como Felipe, sufría por causa de sus exactores. ¿Sabes
a qué se dedica un exactor? A exacerbar, a irritar y a causar enfado, sin mo-
tivo. Tú puedes hacer lo mejor, con la mejor buena voluntad pero, para el
exactor, nada de lo que haces está bien. A él no le importa tu trabajo: lo que
desea es sacarte de tus casillas; y, si tú reaccionas, él se vale de tu reacción
para decir que no vales.
Encuentras a los exactores en todos los lugares y en cualquier circunstan-
cia. En el lugar donde trabajas, en tu hogar, en la escuela y hasta en la iglesia.
Están siempre a tu alrededor, perturbando tu paz.
Frente a esas injusticias, haz lo que Israel hacía: clama a tu Dios. No te
quejes ni te lamentes; los lamentos satisfacen el hambre del exactor.
Dios dijo a Moisés: “Bien he visto la aflicción de mi pueblo y he conocido
su clamor y he conocido sus angustias”. Nada está oculto a los ojos de Dios.
A veces, te puede dar la impresión de que cerró sus ojos, tapó sus oídos y
cruzó los brazos; no es verdad: Dios está siempre atento, esperando el mejor
momento para entrar en acción.
¿Cuál es el mejor momento? Cuando hayas crecido, madurado y apren-
dido. Nada triste ocurre en tu vida sin un propósito didáctico. Tu exactor
quiere destruirte, pero Dios toma las circunstancias difíciles y las transforma
en instrumentos de edificación y crecimiento.
Solo necesitas esperar y aprender. Entonces, Dios declarará: “He visto la
aflicción de mi pueblo que está en Egipto y he oído su clamor a causa de sus
exactores, pues he conocido sus angustias”.
32
27 de enero
¡LIBRES!
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la
ley, sino bajo la gracia. Romanos 6:14.
33
28 de enero
¡ME LIBRÓ!
Me libró de poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, aunque
eran más fuertes que yo. 2 Samuel 22:18.
V irginia pasea por la orilla del río. Mira hacia abajo. Busca alguna cosa.
De vez en cuando se agacha, y mete algo en el bolsillo grande del delan-
tal. Dejó su casa temprano, y ha caminado dos horas para llegar al río.
Bajo la sombra de un enorme sauce, se detiene a examinar el resultado
de su búsqueda, y sonríe con sonrisa de Monalisa. Piedras. Muchas piedras.
Grandes y pequeñas. Con el bolsillo lleno, camina, decidida, hacia el agua.
Hacia adentro, hacia la corriente, hacia la parte más profunda.
Mira hacia el cielo, se hace la señal de la cruz y suspira. Siente el cosqui-
lleo del pedregullo en sus pies; el frío, en sus pantorrillas. Sonríe nuevamen-
te, al notar que su plan está funcionando: no le sucederá como la otra vez,
que se adentró en el río pero salió flotando. Salió mojada y triste. Mojada de
derrota. Y, al regresar a casa, tuvo que mentir al esposo y decirle que se había
caído al río.
Esta vez, no tendrá que mentir; no flotará: ahora será definitivo. La
muerte la espera allá, en el fondo del río. Fue así de simple que Virginia
Woolf, una de las más extraordinarias escritoras inglesas del siglo pasado,
cometió suicidio en 1941. Su cuerpo, ya en estado de descomposición, fue
encontrado a la orilla del río por dos niños que jugaban, distraídos.
En la carta de despedida que dejó a su esposo, decía, entre otras cosas:
“Me persiguen las voces, y no logro soportarlas”.
¿Quién no se ha sentido perseguido alguna vez? En el lugar de trabajo,
en la escuela, en el vecindario y hasta en la familia, ¿no has sentido la mirada
sarcástica o hiriente de alguien al que no le simpatizas?
La vida de David, el autor del texto de hoy, fue también perseguida. Ene-
migos gratuitos aparecían todos los días; voces agresivas, maliciosas, calum-
niadoras. Su propio hijo Absalón se sublevó en contra de él, ambicionando
el trono; solo que David, al contrario de Virginia, sabía adónde acudir en
busca de ayuda.
No temas ante las voces que se levantan contra ti. No huyas; no busques
salidas fáciles. El Dios de David es también el tuyo. Puede serlo si, en este
momento, antes de partir hacia la lucha de la vida, tomas tiempo para arro-
dillarte y declarar, con confianza: “Me libró del poderoso enemigo, y de los
que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo”. Sí, la lucha todavía no
comenzó, pero Dios ya te libró.
35
30 de enero
SE ACABÓ
El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu
malo de parte de Jehová. 1 Samuel 16:14.
S aúl dijo no al Señor. Una y otra vez; varias veces, en repetidas ocasiones.
Jugó con la misericordia divina: creyó que el Señor estaría siempre a su
lado, que nunca lo dejaría ni lo abandonaría.
Saúl, como Sansón o como Judas, pensaba que podía decidir cuándo
oír o no oír la voz de Dios. Creía que el amor de Dios siempre estaría a su
disposición. Y lo estaba porque, en la Biblia, Dios afirma: “Con amor eterno
te he amado”.
Si el amor es eterno, no acaba nunca. Podrán secarse las fuentes de las
aguas del mundo, y el amor de Dios continuará siendo el mismo; podrán
desaparecer todas las montañas, y el amor de Dios continuará existiendo.
Los seres humanos vendrán y se irán, y Dios los continuará amando. El pro-
blema no radica en el amor divino, ni en su paciencia ni en su misericordia,
sino con el corazón humano.
Un día, amaneció como cualquier otro en la vida de Saúl; por lo menos,
él pensaba así. Pero, no sabía que su corazón se había endurecido hasta el
punto de no escuchar más la voz de Dios. El escritor bíblico, usando una
expresión muy propia del ser humano, afirma: “El Espíritu de Dios se apartó
de Saúl”. La verdad era que Saúl había llegado al punto en que el trabajo del
Espíritu Santo no tenía más ningún valor para él.
Y, como ninguna casa puede estar vacía, vino el enemigo y se apoderó del
corazón del hombre que, un día, Dios escogiera para ser el rey de su pueblo.
Y “lo atormentaba”. La palabra hebrea para “atormentar” es bawat, que sig-
nifica aterrorizar, desequilibrar, llenar de miedo.
Una vida embargada de miedo está condenada al fracaso. Ve fantasmas
donde no existen; encuentra dificultades donde solo hay oportunidades. El
problema de Saúl no era las sombras que aparecían en forma de figuras mis-
teriosas, sino el hecho de que no oía más la voz de Dios. Había jugado tanto
con la misericordia divina que, cuando la quiso de nuevo, descubrió que su
alocado corazón ya no era capaz de creer en el amor de Dios.
Haz de este día un día de meditación y de reflexión. Escucha la voz de
Dios, que te habla a través de su Palabra. No dejes a Jesús tocando en vano
las puertas de tu rebelde corazón. Y recuerda que “el Espíritu de Jehová se
apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”.
36
31 de enero
VUESTRA LUZ
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está
en los cielos. Mateo 5:16.
D e todas las órdenes dadas por Jesús, tal vez esta sea una de las que con-
funde al ser humano. No es que no le guste brillar; al contrario, vivimos
en un mundo en que todos quedan deslumbrados por las luces. Cada año,
miles se inscriben en programas de televisión, soñando con 15 minutos de
fama. Multitudes hacen largas filas en búsqueda del nuevo celular que apare-
ció en el mercado; se endeudan a fin de tener un automóvil último modelo,
con la intención de ser vistos.
¿Quién no desea brillar? Desdichadamente, no es de ese tipo de brillo
que habla la Biblia. El texto de hoy se refiere al carácter; a lo que soy cuando
las luces se apagan; a lo que hago cuando nadie me ve. El carácter es el sello
de la personalidad. Se manifiesta desde adentro hacia afuera. Es el resultado
de algo que sucede en el interior. Se nutre de las horas de meditación, estu-
dio de la Biblia, y de la oración.
Observa al cielo. ¿Qué ves? ¿El sol? El astro rey fue hecho para brillar. Es
fuente de calor, luz y energía.
Mira otra vez al cielo. ¿Qué ves? ¿La luna? La luna también brilla, y pro-
porciona luz.
¿Cuál es la diferencia entre ambos? El sol brilla porque es la fuente; la
luna, porque refleja la luz del sol. Esta es la lección de hoy.
Si deseas brillar de verdad, necesitas comprender que eres luna, y no sol;
que tu brillo no proviene de ti sino de Dios. Cuando recibes su luz, tu brillo
es la consecuencia. De otro modo, tu vida se transforma en una permanente
desesperación por aparecer; aunque, para eso, debas transitar caminos peli-
grosos que te conduzcan a la muerte.
No existe nada más triste que intentar brillar solo por fuera, aparentado
y mostrando una faceta que solo existe en público.
Hoy, al comenzar un nuevo día, ve a Jesús. Permite que su presencia san-
tifique tu vida; deja que su carácter se reproduzca en tu vida; que tus pen-
samientos sean los suyos y que tus acciones sean el resultado natural de tu
compañerismo con él.
Búscalo de todo tu corazón, para que “así alumbre vuestra luz delante de
los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos”.
37
1º de febrero
LO VEREMOS
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 1 Juan 3:2.
E l apóstol Juan es enfático al afirmar que, en el cielo, “le veremos tal como
él es”. Se refiere a Jesús; y creo que será el momento más emocionante
para la raza humana. Porque, en esta tierra, mientras Jesús no regrese, solo
podemos relacionarnos con él por medio de la fe, separando diariamente
tiempo para estudiar su Palabra y para orar. Pero, en el cielo, podremos verlo
cara a cara, tal como él es. ¿No es extraordinario?
Quiero estar allá, y sentir el abrazo de Jesús. Agradecerle por haberme
permitido llegar allí; decirle que, en esta tierra, prediqué su Palabra por la fe,
y traté de servirlo en humildad. Pero, creo que jamás tendré palabras para
agradecerle porque me amó. Si un día llego ante su presencia, no será porque
haya hecho algo bueno para merecer esa bendición sino, y únicamente, por
el amor precioso de Dios.
El versículo de hoy trae otro pensamiento de ánimo y de esperanza: la
vida cristiana es una vida de crecimiento. Juan afirma: “ahora somos hijos
de Dios”. ¿Y antes? Sin duda vagábamos por el reino del enemigo, intentando
encontrar la manera de ser felices, sin lograrlo. Pero “ahora”, esto es, en el
presente, toda esa antigua vida pasó; hemos crecido. Pero no hemos llegado
aún al ideal que Dios tiene para nosotros; aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser”, dice el apóstol.
Hay un ideal elevado. Demasiado elevado desde la lógica humana. Un
día, “seremos como él”. ¡Qué objetivo! ¡Continuar avanzando! A pesar de
nuestras posibles caídas. Levantarse y proseguir al blanco porque, con toda
seguridad, un día lo alcanzaremos, por la gracia maravillosa de Jesús.
Un día “le veremos”. ¡Este será el fin de nuestro peregrinaje! Habremos
llegado al final de la jornada de dolor y de sufrimiento que el pecado trajo a
esta tierra. Nadie más te hará sufrir; la muerte no arrancará más seres queri-
dos de tus brazos. No tendrás que llorar tus derrotas, por causa de la natura-
leza pecaminosa que te perturba de día y de noche. No habrá más promesas
no cumplidas ni decisiones que duran solo una semana. He aquí, todo será
hecho nuevo.
¿Te gustaría estar allá? Hoy es el día de buena nueva, hoy es el día de
salvación. Recuerda: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.
38
2 de febrero
E xisten preguntas que el versículo de hoy responde. ¿Por qué tuvo que
morir Jesús? ¿Qué sucedió en la Cruz? Para entenderlo, necesitamos re-
montarnos al Edén. Dios había dicho al ser humano que, si desobedecía,
moriría. Adán y Eva desobedecieron y, por lo tanto, deberían morir. No solo
ellos; todos nosotros. La Biblia afirma que todos pecamos; que no hay justo,
ni siquiera uno y, en consecuencia, todos estamos condenados a la muerte.
San Pablo declara que la paga del pecado es la muerte. No hay remisión de
pecados sin derramamiento de sangre.
El problema es que las personas no quieren morir; desean ser perdona-
das y continuar viviendo. Pero, Dios y su Palabra son eternos. Si su Palabra
declaró que el pecador debe morir, la muerte del pecador tiene que cum-
plirse. Pero, el hombre no quiere morir; Dios lo ama, y tampoco desea que
muera.
Ahí aparece un dilema: la justicia divina demanda la muerte del pecador,
y la misericordia de Dios desea salvarlo. ¿Qué hacer? En ese contexto, se
yergue la persona maravillosa de Cristo. Él se ofrece voluntariamente; viene
a la tierra como ser humano. Era Dios, completamente Dios, nunca dejó de
ser Dios; pero, asumió la naturaleza humana. Fue hombre, completamente
hombre, y por los siglos de los siglos nunca más dejará de ser hombre.
Al venir a esta tierra, Jesús fue tentado en todo, pero sin pecado. Por ser
Dios, ya poseía la vida; pero, como ser humano, conquistó también la vida.
Fue obediente hasta la cruz. Nadie podía señalar un pecado en él; fue com-
pletamente victorioso. Y ahora, se presenta a su Padre y argumenta: “Padre,
la ley demanda que el pecador debe morir y que el justo debe vivir. Yo fui a
la tierra, y viví una vida justa. Por tanto, conquisté la vida. Ahora, en tu Pala-
bra no hay nada que diga que no puede haber un intercambio. Entonces, la
muerte que el hombre merece la quiero morir yo, y la vida que yo conquisté,
como ser humano, se la quiero donar al hombre”.
Y fue eso lo que sucedió en la cruz del Calvario. El Justo murió por los
injustos; el Santo entregó su vida por los pecadores. Y el hombre no tuvo que
hacer nada; solo recibir. Por gracia, sin pagar nada.
Todo lo que tienes que hacer ahora es creer que Jesús te ofrece la vida,
y aceptarla, porque “casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin
derramamiento de sangre no se hace remisión”.
41
5 de febrero
LIMPIO CORAZÓN
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Mateo 5:8.
E ugenio cerró el libro que leía, una novela de crimen, sexo y sangre. Se
levantó del sofá, frente a la hoguera, se dirigió hacia la ventana y la abrió,
para ver qué era lo que sucedía allá afuera. El perro ladraba con insistencia.
Su rostro, caliente por el ardor intenso de los leños, sintió el aire helado
de la noche de invierno. Llamó a su perro, un pastor alemán. El animal se
acercó al amo y volvió, ladrando, hacia el pequeño bosque del lado.
–¿Quién anda ahí?
El grito de Eugenio quebró el silencio de la noche. La única respuesta que
obtuvo fue un fuerte gruñido del perro, que corría, enloquecido, acercándo-
se al bosque.
Eugenio quedó por un momento estático, pensando qué hacer. Sus ojos
reflejaban miedo. Había oído tantas historias de asaltos; y él estaba solo
aquella noche. Quiso, entonces, pensar en Dios, pero su mente, contamina-
da por la historia que estaba leyendo, solo daba lugar al miedo; y su corazón
temblaba. Involuntariamente, empezó a ver las escenas de violencia relata-
das en la novela, y se sintió más solo y desamparado que nunca.
¿Qué tiene que ver esta historia con el versículo de hoy? El texto habla de
un corazón puro. Jesús dijo, en el Sermón del Monte, que los que tienen el
corazón puro son felices. Eugenio no tenía el corazón puro en aquel momento.
Acababa de colocar basura en su mente. Sus temores, aquella noche, no pro-
venían del bosque ni del ladrido desesperado de su perro, sino de su mente y
de las escenas de horror y sangre que acababa de colocar en ella. Su corazón
estaba contaminado, y él no podía ver a Dios cuando más lo necesitaba.
La palabra “puro”, en el original griego, es kataros, que significa, entre
otras cosas, “que no tiene mezcla”. Como el aceite, que no contiene agua.
¿Qué sucede si colocas en tu mente cosas buenas y cosas malas, al mismo
tiempo? Tu mente deja de ser kataros; se vuelve agua envenenada. Entonces,
al llegar el momento difícil, el agua no calma tu sed; está contaminada y pue-
de provocarte la muerte. Jesús desea lo mejor para ti. Quiere que seas feliz
y camines diariamente sin temor. Por eso, te aconseja que no contamines la
fuente de tu corazón.
Sal de casa hoy, dispuesto a colocar solo cosas buenas en tu mente. No lo
olvides: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.
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6 de febrero
¡RESPLANDECERÁS!
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.
El que tiene oídos para oír, oiga. Mateo 13:43.
C ristian quería brillar. Como estrella en medio del cielo azul nocturno;
como explosión del firmamento, en el despertar de la mañana. Brillar
con luz propia. Ser aplaudido, aclamado, homenajeado.
En sus interminables noches de delirio, se soñaba andando por las calles;
las multitudes corriendo detrás de él, en busca de un autógrafo. Se imagina-
ba rodeado de chicas guapas, sonriendo para las cámaras, relumbrado por
los flashes, agitando la mano para sus admiradores.
Y brilló. Su deslumbramiento fue corto; estrella fugaz. Se apagó, consu-
mida por el tiempo.
¡Cuántas estrellas, como Cristian, brillaron en esta vida! Unas más, otras
menos. Aplaudidas, aclamadas, casi idolatradas. El tiempo las apagó. Hoy
solo quedan recuerdos.
¡Tiempo! ¡Oh, tiempo inexorable! Tiempo impiadoso, implacable, cruel.
Nadie escapa de tus manos. Tu sombra avanza, atemorizante, sobre cual-
quier mortal.
Pero, el texto de hoy habla de un brillo que jamás acaba. Nada tiene que
ver con aplausos, fama o dinero. Tiene que ver con vida y con justicia; tiene
que ver con el Reino del Padre.
El Reino del Padre no es un reino material; no lo puedes ver ni tocar. Los
sentidos no lo perciben; es necesario mirarlo con los ojos de la fe. Fe es creer,
confiar, sacar el pie del barco y colocarlo en el agua.
Para brillar en el Reino del Padre, necesitas salir del materialismo que te
rodea. Debes abrir tus alas y volar hacia la dimensión de los valores eternos.
Está lejos de la carne; tiene que ver con el espíritu.
Pero ¿cómo hacer todo eso más fácil, más comprensible, más humano?
Haz de Jesús el centro de tu experiencia diaria. Búscalo cada mañana,
antes de correr detrás de tus sueños. No vayas solo persiguiendo el brillo; el
brillo seduce, engaña y mata. Si no, pregúntale a la mariposa. Te responderá,
con sus alas heridas, con su dolor y con su muerte.
Hoy es un nuevo día. ¡Brilla! No te intimides frente a las nubes oscuras
que te rodean. No retrocedas, sino avanza, lucha, trabaja. Pero recuerda que,
cuando esta vida acabe, solo “los justos resplandecerán como el sol en el
reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.
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7 de febrero
ÁNGELES
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus
caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en
piedra. Salmo 91:11, 12.
44
8 de febrero
OBRAS DE LA CARNE
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías. Gálatas 5:19.
45
9 de febrero
CONFORME A TU PALABRA
Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo
conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Lucas 1:38.
GRANDES COSAS
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,
y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.
Hizo proezas con su brazo... Lucas 1:49, 50.
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11 de febrero
48
12 de febrero
EN GLORIA
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria.
Colosenses 3:4.
49
13 de febrero
NOS AMÓ
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. Juan 3:16.
–N unca nadie me amó –se queja Germán, con la cabeza entre las manos,
en señal de derrota.
Es el cuadro de la desesperación, de la impotencia; la aceptación elocuente
del fracaso.
Germán es homosexual; abusaron de él cuando era solo un niño de ocho
años.
–¡Es injusto lo que la vida hizo conmigo! –se lamenta.
Durante algún tiempo, el joven moreno, de cabellos rizados y sonrisa tris-
te, trató de racionalizar su pecado. Argumentó que era un asunto de “preferen-
cia” sexual, y que los tiempos habían cambiado.
Tal vez los tiempos hayan cambiado. Acaso la cultura de nuestros días in-
tenta aceptar cualquier desvío de la conducta como algo normal. Pero, el an-
gustiado grito de su corazón no cambiaba. Germán sabía que había salido de
las manos de Dios y que nunca sería completo si no se volvía a él. Su corazón
buscaba el retorno a la plenitud, que solo podría ser encontrada en el Creador.
Germán era despreciado, rechazado, dejado de lado, a pesar de que se unía
a grupos reivindicatorios y exigía que se respetasen sus derechos. De aquel
rechazo nacía su tristeza, su sonrisa melancólica, y las lágrimas que derramaba
a solas cuando se encontraba entre cuatro paredes y sentía la ausencia de Dios.
Una noche triste, de sus tantas tristes noches, me vio hablando en la televi-
sión. Lo que tocó su corazón fue saber que era importante para Dios, a pesar
de que él siempre había creído que no le importaba a nadie.
El hecho de saber que Dios lo había amado tanto que entregó a su Hijo
unigénito para morir en la cruz, por él, lo conmovió. Se sintió más malo que
nunca; sucio; indigno. Pero, misteriosa, incomprensible e incoherentemen-
te feliz. Aquel momento constituyó el comienzo de una nueva experiencia.
Aquella noche, frente al televisor, el joven de sonrisa melancólica y cabellos
acaracolados entendió que su valor no radicaba en lo que era, sino en lo que
Jesús había hecho por él en la cruz del Calvario.
Por eso hoy, antes de enfrentar las vicisitudes de la vida, piensa un poco en
el amor maravilloso de Dios por ti. Y que eso te inspire a vivir un nuevo día.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.
50
14 de febrero
CONFIANZA
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti perse-
vera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3.
L os dos últimos años fueron muy difíciles para Jaime. Desempleado, con
la autoestima por el suelo y el hogar al borde del colapso, no resistió a la
tentación de encaminarse por las tenebrosas avenidas de la deshonestidad.
Al principio, todo iba bien. En pocos meses, había logrado ganar lo que no
pudo percibir honestamente en varios años. Con dinero en el bolsillo, apa-
rentemente su vida volvió a la normalidad. Tuvo paz exterior. Pero, pasaba
noches enteras sin dormir, castigado por el peso de la culpa. A pesar de ello,
creyó que valía la pena.
Repentinamente, cuando pensaba que nadie lo descubriría, su delito se
hizo de conocimiento público y, además de la vergüenza y el escándalo, aca-
bó en prisión.
La paz que el profeta menciona, en el texto de hoy, no es la paz del cuerpo
sino del alma. La paz que realmente vale. Aquella que organiza tu mundo
interior y te prepara para los embates de la vida.
Es lamentable que, a veces, el ser humano confunda las cosas. Busca la
paz exterior a cualquier costo, aunque para eso tenga que violar la propia
consciencia. Después, en el silencio de su insomnio, no se explica lo que
sucede; solo sabe que algo lo perturba por dentro, lo hace infeliz. Es como el
martillo que golpea sin parar, incomodando, hiriendo, asfixiando.
El profeta Isaías habla hoy acerca de la paz que nace de la confianza en
alguien que nunca falla. Menciona la perseverancia como condición para re-
cibir esa paz. Dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento
en ti persevera”. Perseverar, en el original hebreo, es camak, que literalmente
significa “descansar la mente en algo”.
Yo sé que es difícil descansar cuando el mar a tu alrededor está agitado.
Cuando no hay dinero para atender las necesidades de la familia; cuando
la enfermedad toca a la puerta o la muerte te merodea. Sin embargo, el
consejo del profeta no falla: en los momentos más difíciles, coloca la mente
en Dios y descansa en él, aunque aparentemente nada ocurra, aunque te
parezca infantil.
No desistas. Lo primero que Dios hará en tu vida es colocar paz en tu
corazón, y después, curado de tus ansiedades, él te usará a ti mismo como el
instrumento poderoso para hacer maravillas.
Por eso hoy, aunque solo veas sombras en tu entorno, parte hacia la lucha
recordando que Dios “guardará en perfecta paz a los que en Él perseveran”.
51
15 de febrero
DIOS SE REVELA
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra
de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra
noche declara sabiduría”. Salmos 19:1, 2.
52
16 de febrero
¡PERMANECED!
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Juan 15:4.
¡ACERCAOS!
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las
manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Santiago 4:8.
54
18 de febrero
DIOS OIRÁ
Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá
cuando yo a él clamare. Salmo 4:3.
E l mar, aquella tarde, parecía un potro herido por mil espuelas. Las olas
rompían enloquecidas, con sonido de tragedia y sabor de muerte. Y era
justamente la muerte que se acercaba a Lidia, amenazadora e inminente. La
joven rubia, de pequitas en el rostro, sentía que sus fuerzas habían llegado al
límite. Extenuada, agotada y desesperada, veía aproximarse el fin de su corta
existencia. Nacida en un hogar ateo, sentía que, en su vida, no había cabida
para las cosas del espíritu. No obstante, aquella tarde gris, sin gaviotas, ni
sol ni alegría; aquella lúgubre tarde, al sentir que nada más podía hacer para
salvarse, elevó los ojos al cielo y clamó: “¡Señor, sálvame!”
La respuesta no demoró. Se desmayó, y perdió consciencia de las cosas.
Pero, cuando despertó, percibió que estaba viva: un pescador, que retornaba
a casa por causa de la tormenta, la había visto y la había rescatado.
Lidia es hoy una enfermera cristiana, que dedica su vida a Dios y a la
humanidad, en un país africano. Ella conoce de manera práctica lo que el
versículo de hoy quiere expresar: “Dios ha escogido al piadoso para sí”.
Dios tiene un plan maravilloso para ti. A veces, por esas cosas de la vida,
pierdes el rumbo de tus ideales y empiezas a correr tras valores pasajeros, ol-
vidando el sueño de Dios para tu vida. Y las propias circunstancias adversas
del camino que escogiste son el instrumento de Dios para traerte de regreso
a la realidad de tus ideales.
Dios te ha escogido. Nada ni nadie será capaz de destruir el sueño divino
para ti. Por eso, siempre estará dispuesto a oírte y a extenderte la mano, cada
vez que lo necesites y lo busques.
Las preguntas de hoy son: ¿Hacia dónde te diriges? ¿Qué estás haciendo
con tu vida? ¿Estás zozobrando en las turbulentas y destructoras aguas del
vicio? ¡Clama a Dios! Él oirá tu grito, correrá en tu dirección, te extenderá la
mano y hará nacer un nuevo día para ti.
Nada está perdido para los que creen en Dios. Nunca es tarde para los
que reconocen que no tienen fuerzas, y vuelven los ojos a él, en busca de
ayuda. Por eso hoy, antes de salir a encarar los afanes de un nuevo día, re-
cuerda que: “Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a
él clamare”.
55
19 de febrero
SEGURIDAD
En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe
en él. Efesios 3:12.
56
20 de febrero
SUFRIMIENTOS
Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas, si
haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado
delante de Dios. 1 Pedro 2:20.
A quel día amaneció triste; más triste que cualquier otro. La densa neblina
que envolvía la ciudad parecía el presagio de algo funesto. Por lo menos,
a Susana le daba la impresión de que aquel día marcaría su vida para siempre.
El reloj de pared indicaba las tres de la tarde en la escuela donde ella tra-
bajaba. Repentinamente se oyó un rumor lejano, como el lamento triste de
muchas voces. A medida que los segundos transcurrían y las cosas empezaban
a ser sacudidas, Susana percibió que se trataba de un terremoto.
Lo primero que la joven maestra hizo, instintivamente, fue correr en direc-
ción de los niños, como la gallina busca a sus polluelos para protegerlos. Fue
inútil. Los niños, desesperados, no obedecían la voz de la maestra, y corrían
como cabritos enloquecidos, de un lado al otro. Los segundos parecían una
eternidad, y la tierra temblaba como un gigante herido. Cuando el peligro
pasó, solo restó un coro de gritos de dolor y un escenario fúnebre de sangre,
cuerpos heridos, y muerte...
Conocí a Susana años después del terremoto. Todavía cargaba en su in-
consciente el peso de la culpa; como si ella hubiese sido la causante de aquella
tragedia.
–Hice todo lo que pude, pero no logré protegerlos –me dijo, refiriéndose a
los seis niños muertos en aquella ocasión.
Y después, con los ojos anegados, me preguntó:
–¿Por qué es necesario sufrir en este mundo?
Tal vez, el versículo de hoy sea tu respuesta, Susana. El dolor es una rea-
lidad del mundo de pecado en el que vivimos. Puede ser grotesco, irracional
e injusto, pero es el pan de nuestro día a día. Sufren los justos, y también los
injustos. La diferencia es que el sufrimiento de los justos es gloria. Te purifica,
te pule, te limpia; trabaja el bello diamante que se esconde en ti.
Ya el dolor de los injustos no tiene sentido. Es como la herida purulenta,
que va destruyendo lenta, imperceptible, pero completamente.
El cristianismo no te protege del dolor; da una nueva orientación a tu su-
frimiento. Te hace grande, te ennoblece y te prepara para conquistas más gran-
des. Solo ten la seguridad de que en el momento del dolor estés en los brazos
de Jesús. Pues, “¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas,
si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delan-
te de Dios”.
57
21 de febrero
TRANSFORMACIÓN
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18.
58
22 de febrero
DIOS NO FALLA
En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová,
no desamparaste a los que te buscaron. Salmo 9:10.
60
24 de febrero
DIOS TE LIBRARÁ
Porque él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no
tuviere quien le socorra. Salmo 72:12.
DIOS SABE
No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de
qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Mateo 6:8.
S i Dios conoce tus necesidades antes de que le pidas cualquier cosa, ¿por
qué necesitas orar? Muchos piensan que la oración tiene, como propósi-
to, informar a Dios acerca de la situación difícil por la que están atravesando;
pero, no es así. El propósito principal de la oración es la comunicación con
Dios.
¿Imaginaste cómo sería la vida si las personas se aproximasen unas a las
otras solo para pedirse cosas? Sería un acercamiento egoísta y sin significado.
Las personas conversan por el simple placer de conversar; para cultivar el
compañerismo, la amistad, y para conocerse mejor.
La oración no es otra cosa que conversar con Dios. ¿Sobre qué? ¡Sobre
todo! Orar es abrir el corazón a Dios como a un amigo. ¿De qué conversan
los amigos? De todo: deportes, noviazgo, cocina, trabajo, automóvil, finan-
zas; y, a veces, de cosas insignificantes e irrelevantes, solo para pasar tiempo
con el amigo.
¿Es Jesús, para ti, el mejor amigo? Entonces, ábrele tu corazón. Pasa tiem-
po con él, a solas. Sepárate de las multitudes y, en tu habitación, exprésale a
tu mejor Amigo todo lo que estás sintiendo: tus tristezas, dolores, alegrías,
sueños y frustraciones.
Al hacer eso, no le estás informando de nada; Jesús ya sabe lo que te
está sucediendo. Pero, cuando tú se lo cuentas, algo extraordinario sucede
dentro de ti. Al levantarte de tus rodillas, percibes las dificultades desde una
perspectiva diferente. El temor, las dudas y la desconfianza desaparecen, y te
sientes con valor para enfrentar los embates de la vida.
En vez de rumiar tus tristezas y preocupaciones, en soledad, dando lugar
a la ansiedad, cuéntale a Jesús lo que te está perturbando. El versículo de hoy
aconseja: “No hagáis como ellos” ¿Quiénes son ellos? Quienes no conocen a
Jesús. Los que tratan de resolver sus problemas solos, creyendo que la fuerza
de voluntad o la disciplina mental son suficientes para salir de las dificultades.
Hoy es un nuevo día; ayer ya se fue. Pudo haber sido un ayer lleno de
momentos tristes, pero ya es pasado. Abre las ventanas de tu corazón a los
nuevos desafíos que la vida te presente. Nada está perdido cuando estás con
Jesús. Pero, no salgas sin recordar el consejo del maestro: “No os hagáis, pues,
semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad,
antes que vosotros le pidáis”.
62
26 de febrero
TODO VIENE DE ÉL
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad. Filipenses 2:13.
¡SALVARÁ!
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados. Mateo 1:21.
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28 de febrero
EL CAMINO
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al
Padre, sino por mí. Juan 14:6.
FE Y ACCIÓN
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,
como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1:17.
66
2 de marzo
SABIDURÍA
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Santiago 1:5.
L a puerta se cerró, detrás de él, con fuerza. Fue un sonido seco como su
corazón, carente de paz y de alegría. Otra oportunidad perdida; un em-
pleo más, que no estaba “a su altura”.
A los 32 años de edad, continuaba buscando el empleo ideal, acorde a su
“capacidad y preparación”. Ambiciones tenía; títulos, también, y de las me-
jores universidades. A veces, se creía un semidios; tan distante de los simples
mortales. Por eso sufría: las personas no lo veían de la misma forma.
Se llamaba Pedro Paulo; dos nombres bíblicos. Tal vez, porque sus pa-
dres hubiesen querido que siguiese el ejemplo de los héroes del cristianismo.
Pero, al entrar en la universidad, creyó que no necesitaba más de Dios; se
olvidó por completo de lo que había aprendido en su niñez.
Al cumplir 35 años, ebrio, intentó el suicidio. Algunos dicen que cayó
accidentalmente; otros afirman que se arrojó intencionalmente. Como re-
sultado, permaneció en una silla de ruedas por varios meses.
Fueron meses de reflexión. Un día, se miró en el espejo y percibió que la
vida se le estaba yendo, y él no había hecho otra cosa que buscar el empleo
ideal. Se preguntó por qué otros, con menor capacidad que él, vencían en
la vida. E imperceptiblemente, en el silencio de sus pensamientos, vino a
su memoria un versículo que había aprendido cuando era niño: “Si alguno
tiene falta de sabiduría, pídala a Dios”.
Sabiduría no es conocimiento. Pedro Paulo sabía mucho, pero carecía de
sabiduría. ¿Cómo iba a tenerla, si Dios es la Fuente de la sabiduría y él había
quitado a Dios por completo de su vida?
En humildad, volvió los ojos a Dios.
–Enséñame a usar lo que sé –le dijo al Señor, en su corazón.
Y la respuesta no se dejó esperar. Dios siempre da sabiduría en abundan-
cia al que se lo pide; entonces, lo mucho o lo poco que sabes se transforma
en un instrumento poderoso en tus manos.
Nunca conocí a Pedro Paulo. Un día, mientras realizaba una serie de
reuniones en Albuquerque, alguien me entregó una carta. En el cuarto de mi
hotel la leí, y agradecí a Dios por su misericordia, capaz de esperar, esperar y
esperar a que el ser humano, un día, entienda que sin Dios no es nada.
Por eso, ve hoy por la vida seguro, sabiendo que “si alguno de vosotros
tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y
sin reproche, y le será dada”.
67
3 de marzo
NUNCA FALLA
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de
Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmo 19:7.
68
4 de marzo
69
5 de marzo
EL GOZO DE LA OBEDIENCIA
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco
en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en voso-
tros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:10, 11.
70
6 de Marzo
¡AHORA!
Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el
día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.
A Mariano las cosas no le salen bien. Ayer, por ejemplo, tocó puertas en
busca de empleo. No cruzó los brazos, esperando que apareciera alguien
ofreciéndole trabajo; no. Se levantó temprano y buscó, insistió y llamó. Al
llegar la noche, sin embargo, sus pies estaban cansados de tanto caminar, sin
encontrar nada.
Ya era tarde, y Mariano tenía vergüenza de volver a la casa de la familia
que lo hospeda. Vive de favor, y últimamente no le es posible contribuir con
nada para la comida que la familia sirve a la mesa.
Cuando los amigos preguntan a Mariano por qué busca empleo, su res-
puesta es: “Para comer, pagar la renta, en fin”.
¿Es simplemente para eso que Dios permitió que nacieses? ¿Para comer y
pagar la renta? No. ¡La vida no puede ser solo eso! Y, si lo es, todavía no has
entendido el propósito de tu vida.
El sentido de urgencia nace de la conciencia de misión; si crees que estás
aquí por acaso, nada de lo que hagas tendrá mucho sentido. Pero, si sabes
que eres una expresión del amor de Dios y que estás en este mundo porque
Dios lo permitió, entonces tu vida tiene una misión; hay un proyecto divino
para cada uno de tus días. Y el tiempo es el espacio en que se realizarán tus
sueños.
En el versículo de hoy, el propio Señor Jesucristo afirma que a él le era
“necesario”, es decir, obligatorio, compulsivo. El sentido de obligación, en el
original griego, no nace de una presión externa, como en el caso del traba-
jador que cumple su deber porque el patrón lo está vigilando, sino de una
presión interior, nacida de la conciencia de misión.
En otras palabras: “Yo sé por qué estoy en este mundo; sé lo que hago y
lo hago rápido, porque nadie lo puede hacer en mi lugar”.
¿De dónde nacía esta convicción interior, en Jesús? De su comunión
diaria con el Padre. Solo en comunión con él tu vida tiene sentido, y las
dificultades que encuentras, en vez de ser estorbos, son instrumentos que
contribuyen al cumplimiento de tu deber.
Con esa confianza, ve hoy, dispuesto a cumplir tu misión con urgencia,
recordando las palabras de Jesús: “Me es necesario hacer las obras del que
me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede
trabajar”.
71
7 de marzo
72
8 de marzo
TESOROS
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Lucas 12:34.
74
10 de marzo
ESPERA EN DIOS
Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene. Los
muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los
que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como
las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Isaías 40:29-31.
H ace una hora que camino y corro bajo los cedros de un parque natural
de los Estados Unidos. En este país hay muchos, poblados de vegeta-
ción y de fauna natural. Ardillas traviesas que coquetean con los extraños;
venados que corren, asustados, cuando se aproxima un transeúnte. Y aves;
muchas de ellas, hermosas, coloridas y esplendorosas.
Estoy cansado. Esta es la última vuelta que doy antes de bañarme y sen-
tarme delante de la computadora, para escribir el devocional. El cansancio
trae a mi mente el versículo de hoy: Dios promete dar esfuerzo al cansado y
multiplicar las fuerzas del que está agotado.
En esta vida, muchas veces sientes que no tienes fuerzas. Ya diste, de ti,
todo lo que eras capaz de ofrecer; pero sientes que estás perdiendo el control
de la embarcación. El mar de las dificultades te asusta, y no sabes qué hacer.
Lo peor es que de una actitud tuya depende el bienestar de otras personas.
Hay hijos que te miran como a un héroe, que jamás se cansa y nunca desiste.
En la soledad de tu alma, sin embargo, tú sabes que eres apenas un ser
humano. Un padre o una madre que lucha para llevar la familia adelante; no
una máquina infatigable que cumple mecánicamente sus funciones.
¿Qué hacer cuando nadie comprende tu debilidad? ¿Adónde ir, cuándo
sientes que las fuerzas están llegando al límite?
El versículo de hoy menciona que hasta los muchachos se fatigan y se
cansan, y los jóvenes flaquean y caen, pero aquellos que esperan en el Señor
tendrán “nuevas fuerzas”. Dios no te promete aumentar la fuerza, sino darte
nuevas fuerzas. Como si recién entrases en la lucha. No descansado, sino
nuevo.
Es que Dios no solo reconstruye lo que está destruido, sino también “te
hace de nuevo”. El pasado desapareció; solo existe un presente, en el que
acabas de entrar, y un futuro maravilloso para recorrer.
Por eso, hoy, no hagas caso de tus fuerzas casi agotadas. Mira a Jesús, y
recuerda que “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no
tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y
caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
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11 de marzo
¿SABES PEDIR?
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26.
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12 de marzo
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13 de marzo
CONTENTAMIENTO
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.
1 Timoteo 6:6.
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14 de marzo
ME HALLARÉIS
Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis
de todo vuestro corazón. Jeremías 29:13.
DIOS PUEDE
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que le pedimos o entendemos, según el poder
que actúa en nosotros. Efesios 3:20.
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16 de marzo
EN MEDIO DE TI
Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti
con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.
Sofonías 3:17.
N o lo ves; yo sé que no lo ves. Hay momentos en que, por más que lo ne-
cesites y lo desees, no lo ves. Las nubes del dolor y de la tristeza son tan
densas que no te permiten visualizarlo. En esos momentos, solo resta la fe.
¿Cómo entender que la persona que un día te juró amor eterno de re-
pente mira a tus ojos y, casi con indiferencia, te dice: “Se acabó; necesito de
un tiempo para pensar”? ¿Pensar... qué? ¿Que el amor no era amor? ¿Que no
sabía lo que estaba haciendo; que se engañó?
La promesa bíblica de hoy es que el Señor está en medio de ti. Aunque
no lo veas. Aunque el corazón herido te grite, llorando, que Dios también
te abandonó. Aunque quisieras dormir, y nunca más despertar. Dios está en
medio de ti, poderoso, y te salvará.
¿Te salvará... de qué? En los tiempos de Sofonías, Dios estaba prometien-
do a Israel salvarlo de sus enemigos. La destrucción se aproximaba; el pueblo
temía, y la promesa llegó por medio del profeta.
Tu situación, hoy, es diferente; no hay ejércitos enemigos que amenacen
tu integridad física. Pero, la promesa es válida todavía: Dios te salvará del
dolor, de las lágrimas; de esa noche oscura que estás viviendo.
Si Dios cree que es lo mejor para ti, trabajará en el corazón de la persona
amada que se fue. Pero, tal vez, sea tu corazón en el que el Señor necesite
trabajar. Para encontrar la felicidad en familia, es necesario primero ser feliz
a solas.
La vida no acabó; aunque tus sentimientos lo digan en voz alta. La vida
continúa. Hay sol allá afuera, y las flores se abren anunciando el nacimiento
de un nuevo día. Despierta. Hay una multitud de ángeles dispuestos a cantar,
en coro, tu victoria.
En el nombre de Jesús, repítete a ti mismo: “Estoy vivo”. ¡Es eso lo que
importa! Puede ser que estés herido, pero estás vivo y, con eso que te resta
de vida, Dios todavía puede escribir la más linda historia. Recuerda: “Jehová
está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará
de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”.
81
17 de marzo
ANSIEDAD
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6, 7.
¿A DÓNDE?
¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Aun
las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo
mismo te son las tinieblas que la luz. Salmo 139:7, 12.
S i alguna vez has soñado con ir al espacio, tu sueño se puede volver rea-
lidad... por unos cuantos millones de dólares. La Agencia Espacial Rusa
ofrece este servicio hacia la Estación Espacial Internacional, por la suma de
veinte millones, a bordo de la nave “Soyuz”. Pero, ¡apúrate! Al parecer, hay
reservaciones hasta por un año. Ahora bien, si quieres ir allá con la idea de
esconderte de Dios, ¡olvídate! El Espíritu de Dios te seguirá y te perseguirá,
hasta encontrarte.
¿Ya te preguntaste por qué los malhechores escogen la noche para come-
ter sus fechorías? ¿Por qué los lugares de pecado abren sus puertas durante
las horas oscuras? Existe, en el subconsciente del ser humano, la idea de que
las sombras pueden protegerlos de los demás.
¡Quién sabe, quizá puedan...! de los otros seres humanos. No de Dios. El
versículo de hoy afirma que, para Dios, “la noche resplandece como el día”.
Para él, no existe noche, ni tinieblas, ni sombras, ni oscuridad. Dios es la
propia luz; su mundo es transparente, iluminado y limpio.
La oscuridad no te esconde de nada; te envuelve, con su sábana negra,
para asfixiarte en la prisión de tu culpa. Te sofoca, te enloquece; te hace per-
der la noción del orden. Crea fantasmas imaginarios. Tus propios fantoches;
aquellos, nacidos en tu vida de penumbras.
Dios desea que vivas en la luz de su presencia. Por eso te llama, te sigue,
y quiebra el poder de las tinieblas. No hay distancia capaz de esconderte, ni
tinieblas que impidan que te vea y te cuide.
¡Ven a Jesús! Acaba de nacer el sol de un nuevo día. Mira cómo te sonríe.
¡Despierta! Sal de la oscuridad del dolor, del rencor y de la autocompasión,
rumbo a la claridad del alivio, del perdón y del optimismo. No corras; no
sigas corriendo. No trates de esconderte. La presencia de Jesús, en tu vida,
solo traerá bendiciones. Quebrará el poder de tus temores; te liberará, y te
dará alas para volar en dirección del azul infinito de tus sueños.
Empieza la jornada de este día preguntándote a ti mismo: “¿A dónde me
iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Aun las tinieblas no en-
cubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas
que la luz”.
83
19 de marzo
ALABAR
Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre,
oh Altísimo. Salmo 92:1.
V ivió cantando. Desde pequeño. La música corría por sus venas. ¡Había
nacido para cantar!
Al principio de su carrera, exaltó el nombre de Jesús. Reconocía a Dios
como el Dador de todo lo bueno que poseía. Después, vinieron la fama, los
aplausos y el dinero. Y se olvidó de que su voz era un talento que Dios le
había confiado. Se perdió en la selva del reconocimiento humano, las luces y
la gloria terrena. Dejó de glorificar el nombre del Creador, y aceptó la gloria
para sí.
Tuvo un final triste. La trágica mañana del lunes 17 de agosto de 1977,
hallaron su cadáver en el piso del baño del hotel donde estaba hospedado.
Había muerto por una dosis exagerada de barbitúricos; algunos creyeron
que cometió suicidio.
El versículo de hoy dice que es bueno cantar. Pero, antes del verbo cantar,
viene el verbo alabar, que literalmente quiere decir “rendir gracias”.
Cuando el cántico es la expresión de un corazón agradecido, hace un
bien tremendo al espíritu. El corazón tiene ganas de seguir viviendo, y las
dificultades se vuelven pequeñas.
Al reconocer que existe un Dios Todopoderoso, tú sabes que no estás
solo, y que nada ni nadie será capaz de destruirte.
Las tormentas pueden llegar; en este mundo, los hijos de Dios no están
libres de tempestades. Pero, serás capaz de andar, como Pedro, victorioso y
sin temor, en medio de los vientos contrarios.
Por eso, el Salmista menciona que es “bueno” alabar a Dios. Alabar es
reconocer que tú eres criatura, y que Dios es Dios. Mientras no te olvides de
este principio básico, estás sobre seguro. Pero, cuando intentes invertir los
papeles y hacerte el dios de tu propia existencia, te metes en dificultades, y lo
percibes recién cuando tu embarcación se está hundiendo.
Además, puedes clamar a Dios, que él está dispuesto a acudir en tu auxi-
lio y hacer, por ti, lo que tú no puedes hacer por tus propias fuerzas.
Hoy es un nuevo día. Día de agradecer, alabar y bendecir el nombre de
Dios. Alabar es un seguro en contra del pesimismo. El desánimo jamás se
apoderará de un corazón agradecido.
Repite, junto con el salmista: “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar sal-
mos a tu nombre, oh Altísimo”.
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20 de marzo
PROPÓSITO ETERNO
Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él. Efesios 1:4.
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21 de marzo
USA TU DON
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como
buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
1 Pedro 4:10.
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22 de marzo
¡ADELANTE!
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia
atrás, es apto para el reino de Dios. Lucas 9:62.
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23 de marzo
GALARDÓN
Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo;
ciertamente hay Dios que juzga en la tierra. Salmo 58:11.
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24 de marzo
HERENCIA
Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros. 1 Pedro 1:4.
89
25 de marzo
RECOMPENSA
Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinie-
blas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Isaías 58:10.
90
26 de marzo
¡QUÉ PROMESA!
Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas prome-
sas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa
de la concupiscencia. 2 Pedro 1:4.
91
27 de marzo
GRATITUD
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18.
92
28 de marzo
MÁS GRATITUD
Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:20.
93
29 de marzo
MISERICORDIOSO
Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en
misericordia. Salmo 103:8.
94
30 de marzo
NO TEMAS
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la
diestra de mi justicia. Isaías 41:10.
R afael lo vio. Se acercaba lentamente, con paso firme pero sin prisa.
Aquella figura deslumbrante miraba a su alrededor, buscando algo. Ra-
fael tuvo la impresión de que aquel ser angelical lo buscaba a él.
Pensó que no lo vería, escondido en sus miedos como estaba. Pero, no fue
así. Sintió que la mente de aquel hombre se extendía hacia él. Sintió cómo su
pensamiento penetraba en el suyo. Se volvió lentamente, y caminó hacia él.
Quedó paralizado. El miedo había desaparecido, y la paz envolvía por com-
pleto sus sentimientos. Sucedió a orillas del río Aguaitía, en la selva peruana,
la noche en que los guerrilleros de “Sendero luminoso” mataron 6 policías y
18 campesinos. Rafael fue el único sobreviviente. Afirma que la aparición de
aquel ser asustó a los guerrilleros, y salvó su vida.
A lo largo de la historia, en todos los tiempos y en todos los lugares, Dios
siempre ha cumplido su promesa. En el momento de dificultad, ahí está él, con
la mano extendida para ayudar al hijo que clama con fe. No hay crisis que no
conozca; no existe dolor que no entienda; no hay sufrimiento que no vea.
En este preciso instante, las sombras de la angustia pueden rodear tu
vida. Ejércitos enemigos pueden cercar la ciudadela de tu alma. Puedes tener
la impresión de que ya no tienes fuerzas y de que está todo perdido. Pero, el
Señor prometió que te librará. Lo hará de dos maneras. “Soy el Dios que te
esfuerzo”, dice. Te infunde poder, cuando estás invadido por el temor; te usa
a ti mismo para derrotar las fuerzas enemigas. Pero, si fuere necesario, opera
milagros. Te libra maravillosa, incomprensible y divinamente.
No temas enfrentar los desafíos que la vida te presenta hoy. No importa
cuán grandes sean tus adversarios. Lo que interesa es que tu Dios no conoce
de derrotas, y en este momento está listo para sustentarte con la diestra de
su justicia. ¡Esa es su promesa!
Por eso, parte hoy con las palabras de Dios en tus oídos, que te dice: “No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que
te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré, con la diestra de mi
justicia”.
95
31 de marzo
¡CONFÍA EN EL SEÑOR!
Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
Jeremías 17:7.
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1º de abril
97
2 de abril
P ocos sufrieron tanto en la vida como David. Fue golpeado de todos los
ángulos. Sus mejores amigos lo traicionaron; el hijo amado ambiciona-
ba su trono, y fue desleal con él. Luchó contra tendencias que lo llevaban ha-
cia el mal. Anduvo errante por los desiertos, durmiendo en cuevas y, muchas
veces, comiendo del favor de los otros. ¿Puede existir una vida más llena de
angustias y de contrariedades?
Sin embargo, atravesando una de esas circunstancias difíciles, David es-
cribió el salmo 71, y afirmó: “Sé que me levantarás de los abismos de la
tierra”.
Nada está perdido para los que confían en el Señor. Las circunstancias
que te rodean pueden ser, en este momento, de las más tenebrosas. Desde el
punto de vista humano, puede parecer que las cosas escaparon de tu control;
pero, para aquellos que confían en el Señor, nada está perdido, porque tie-
nen la seguridad de que Dios los sacará de los abismos de la tierra.
Paola llegó, un día, con su vida hecha pedazos. Estaba embarazada, a los
18 años, y no sabía qué camino seguir: sus padres la habían expulsado de la
casa, sus amigos le aconsejaban realizar un aborto y el novio no quería saber
más de ella.
Fue en esas circunstancias que asistió a una cruzada evangélica, y en-
tendió el plan maravilloso que Dios tenía para ella. Claro que ella no sabía.
Hasta aquel día, había vivido como si Dios no existiese; tenía la impresión de
que la religión era cosa para gente vieja. Pero, en el momento de dolor y de
desesperación, acudió a una iglesia y descubrió que nada está perdido para
los que confían en Dios.
Los años pasaron. Hoy, Paola está casada con un hombre cristiano, que
cuida de su hijito como si ambos fuesen los padres. Con la ayuda del esposo,
logró terminar sus estudios, y trabaja, como enfermera, en un gran hospital.
Emocionada, mira hacia atrás, y reconoce que realmente Dios la sacó de
los abismos de la tierra. Por eso, hoy, a despecho de las dificultades que se
aglomeran delante de ti, confía en el Señor y di, como David: “Tú, que me
has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo
me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, y volve-
rás a consolarme”.
98
3 de abril
JUSTIFICADOS
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos
salvos de la ira. Romanos 5:9.
99
4 de abril
CONSUELO
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de mi-
sericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar
a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación
con que nosotros somos consolados por Dios. 2 Corintios 1:3, 4.
100
5 de abril
¡HIJOS!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de
Dios por medio de Cristo. Gálatas 4:7.
101
6 de abril
¿CAUSA O CONSECUENCIA?
Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de
un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con
vosotros. 2 Corintios 13:11.
102
7 de abril
103
8 de abril
¿DOCTRINA?
Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no
tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al
Padre y al Hijo. 2 Juan 1:9.
A maba de una forma extraña. Sin amor. Lo que llamaba amor era hueco;
campana sin sonido; melodía sin música. “Amo a Jesús”, decía, “pero no
me gusta la doctrina”.
Lo miré, y lo admiré. Joven brillante; ojos vivaces y sonrisa auténtica. Yo
también, en mi juventud, me sentí tentado a separar a Jesús de su doctrina.
La vida, instrumento divino de enseñanza, me fue diciendo, al oído, con el
tiempo: ¿Qué locura es esa? ¿Cómo intentas disociar a Jesús?
La palabra “doctrina”, en el original griego, es didaké; significa enseñanza.
La enseñanza divina es el camino; sin camino, estás perdido. Jesús enseñó,
en cierta oportunidad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al
Padre sino por mí”.
No existe separación entre Jesús y su doctrina. Él es la doctrina; él es el
camino hacia el Padre. Es por eso que la persona que se extravía de la doctri-
na “no tiene a Dios”.
Extraviarse es perderse; en el griego, parabaíno. Significa escoger su pro-
pio camino, apartarse, caminar al lado del camino correcto. Seguir los ins-
tintos del loco corazón, que lleva a la autodestrucción.
El cristianismo moderno se ve tentado a pensar que amar a Jesús es,
simplemente, un asunto de emoción; basta cerrar los ojos, cantar y levantar
las manos. Al terminar la emoción y el éxtasis, continúo mi propio rumbo;
como si Jesús no existiese.
El cristianismo auténtico no está desprovisto de emoción; pero es más.
Es caminar en Jesús y vivir su doctrina. Vivir la doctrina es vivir en Jesús.
Me llevó tiempo explicarle. Pero, teníamos una hora y media de viaje
hasta llegar a nuestro destino; tiempo suficiente para comprobar que la au-
tenticidad de su sonrisa era el reflejo de un corazón sincero.
Tú eres lo más precioso que Jesús tiene en este mundo. Lo que él más
anhela es verte feliz; por eso te muestra el camino. El camino es su doctrina.
No inicies este nuevo día sin proponerte andar en el camino que te lleva-
rá al puerto de tus sueños. “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la
doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo,
ése sí tiene al Padre y al Hijo”.
104
9 de abril
105
10 de abril
NADA
Porque nada hemos traído a este mundo,
y sin duda nada podremos sacar. 1 Timoteo 6:7.
E l reloj marcaba las 2:17 de la mañana, en uno de los más grandes y famo-
sos casinos de Las Vegas. La pequeña multitud allí reunida aguardaba,
ansiosa, el resultado final.
Paul Estgate, un joven dinamarqués de 22 años, moreno, de cabellos on-
dulados, miró hacia todos los lados; respiró hondo; colocó la última carta
sobre la mesa... y profirió el grito de victoria. ¡Acababa de ganar 9,15 millo-
nes de dólares, en el campeonato mundial de póker! Sucedió esta madru-
gada, mientras en Santa fe, capital del estado de Nuevo Méjico, nevaba con
sutileza.
Con la vista perdida a través de mi ventana contemplo el paisaje de una
mañana típica de invierno, y pienso en Paul, el nuevo millonario.
“Nada hemos traído a este mundo”, dice Pablo. ¡Cuánta filosofía en pocas
palabras! Pero, aunque Paul nada trajo, en estos momentos es dueño de una
pequeña fortuna; nueve millones son nueve millones... Supongo que él ga-
nará mucho más a lo largo de la vida. A fin de cuentas, es joven y tiene todos
los años por delante. Sin embargo, un día, como todos los mortales, dejará
también de existir. Y ese día, afirma Pablo, nada podrá sacar.
Sin considerar la manera en que el joven dinamarqués ganó ese dinero,
me impresiona saber que Pablo dice esto a otro joven. Timoteo, en aquel
tiempo, estaba comenzando la carrera de su vida. Tenía mucho que apren-
der, y el anciano apóstol lo induce a pensar en la oportunidad valiosa que
significa el corto período de existencia que permaneceremos en esta tierra.
¿Cuál es la meta de tu vida? ¿Hacer dinero, lograr fama y conquistar
poder? ¿Acumular riquezas y posesiones; construir imperios y mansiones?
¿Dónde quedan las personas que amas, mientras corres obsesionado detrás
de lo que estableciste como el blanco de tu vida?
El mensaje central de hoy es que, tal vez, no sea tan valioso correr bus-
cando simplemente cosas. Al concluir la vida, nada llevarás. Quién sabe, lo
único que haya realmente valido sea los momentos que viviste al lado de las
personas queridas que te rodearon.
Empieza este nuevo día corriendo detrás de tus ideales. El Señor Jesús
está a tu lado; no temas a nada. Pero, no te olvides de que “nada hemos traí-
do a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”.
106
11 de abril
ANDAR
Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios. Colosenses 1:10.
C amino por las calles del recuerdo. Recuerdos imprecisos, que se escon-
den en el tiempo. Escucho ruidos extraños. Gritos de agonía que sobre-
viven. Llantos de vida, que languidecen...
La ciudad de mis recuerdos parece indiferente, ciega; como si no qui-
siese ver nada ni percibir mi búsqueda insistente. Recuerdo mis derrotas,
mis frustradas intenciones de agradar a Dios... Y los altos edificios parecen
sonreírme, compasivos. Mis intenciones son efímeras como el día; pasajeras
como la nube. Nada logro.
En las calles congestionadas de mi juventud, soy apenas eso: una sombra
imprecisa y tambaleante, deformada, a veces, por las luces de los autos. Hasta
el momento de mi encuentro con Jesús; entonces cobro forma; descubro el
rumbo de mi existencia. Y mi camino se ilumina. Ya no tambaleo ni camino
en zigzag. Mis pasos son firmes y mis pies, seguros. Finalmente, he aprendi-
do a andar. El versículo de hoy habla de la vida cristiana como de un proceso
de crecimiento. Vivir es andar; andar es crecer. Crecer, avanzar.
El error de mi juventud fue andar solo. Me perdía en la arena movediza
de mis fracasos. Intenciones frustradas golpeaban mis noches. No había es-
trellas en mi cielo hasta entender que, sin Jesús, no hay cristianismo. Él es la
esencia de la vida; la propia vida, la vida abundante.
Jamás podré expresar mis GRACIAS con palabras. La eternidad no bas-
tará para alabar al que un día me encontró caído, me extendió la mano y me
levantó.
¡No luches en soledad! No pierdas el tiempo creyendo que vivir el cristia-
nismo es una misión imposible. No lo es.
Intentarlo solo sí, es vivir y fracasar; buscar y no encontrar; reír y no ser
feliz. Hasta descubrir que, con Jesús, la vida es andar y avanzar. Paso a paso.
Crecer y vislumbrar un futuro radiante, iluminado de vida eterna.
Por eso, hoy, no salgas de casa sin la certidumbre de que el Señor del
cristianismo te toma de la mano y camina contigo. Necesitas hacerlo, “para
que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en
toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”.
107
12 de abril
EN POS DE MÍ
Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió
ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descenden-
cia la tendrá en posesión. Números 14:24.
108
13 de abril
¡LEVÁNTATE!
Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su
camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque
Jehová sostiene su mano. Salmo 37:23, 24.
109
14 de abril
¡CUIDADO!
Porque: el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su len-
gua de mal, y sus labios no hablen engaño. 1 Pedro 3:10.
110
15 de abril
POR SU MUERTE
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los
impíos. Romanos 5:6.
111
16 de abril
SOLO UN NIÑO
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuer-
te, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9:6.
F énix es tierra desértica; parece no tener vida. Pero, la gente habita en ella
como en cualquier otra ciudad del mundo. Las palmeras que la adornan
son la prueba más grande de que el ambiente puede ser hostil pero, si tus
raíces buscan el agua de la vida, no hay sol capaz de destruirte.
Fue en Fénix que conocí a Esteban. Semidestruido, sin ganas de vivir.
Demasiado joven para creer que había llegado al fin de la línea; treinta años.
¡Quisiera yo tenerlos, para hacer tantas cosas que nunca salieron del mundo
de mis sueños!
¡Sueños! Esteban no los tenía; creo que nunca los tuvo. Había crecido en
un ambiente hostil, cruel, injusto. Maltratado desde pequeño por el padras-
tro, pensaba que sobrevivir ya era bastante. Pero, sufría; no era feliz. Nadie
puede serlo, con el potencial escondido en lo recóndito del alma. Tenía alas
y no volaba. Entonces, las alas lo estorbaban.
–El mundo no necesita de mí –se quejó–. Creo que, si hoy desapareciese,
nadie sentiría mi ausencia. No soy nada. Ni siquiera terminé mis estudios.
Los cinco nombres de Jesús que el texto de hoy presenta y expresan su
sabiduría, grandeza, poder y eternidad. ¡Atributos extraordinarios! Y todo
eso nos fue dado en la persona de un niño.
¿Puede haber algo más simple, pequeño, insignificante y dependiente
que un niño? Así son las cosas en el Reino de Dios. Todo nace pequeño,
aparentemente insignificante. Pero trae, dentro de sí, un potencial de pro-
porciones gigantescas. Nace para ser grande, trascendental y significativo.
Esteban vivía más preocupado con lo que no era que con lo que podía
llegar a ser si colocaba su vida en las manos de Jesús. Ignoraba que Dios es el
Dios de las cosas pequeñas que se hacen grandes.
Una simple vara, en la mano de Moisés, abrió el Mar Rojo. Una semilla
de mostaza se transforma en árbol; en sus ramas, las aves del cielo hacen
sus nidos. Un poco de sal transforma el sabor de la comida. Una cantidad
insignificante de levadura modifica la estructura de la masa. Cinco panes y
dos pequeños pececillos alimentan una multitud hambrienta.
¿Por qué no podría tomar la vida de un joven de treinta años y sacudir al
mundo?
En el nombre de Dios, ¡despierta, Esteban, o como te llames! Y recuerda
que “un niño nos es nacido y su nombre será Admirable”.
112
17 de abril
RECOMPENSA
Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su
recompensa. Mateo 10:42.
S oledad, miedo y muerte. Las tres figuras patéticas y sin forma definida, que
siempre lo persiguieron, bailaban frente a él. La danza sinuosa y envolvente
de la soledad se acercaba, como felino al acecho. El ruido estrepitoso del miedo
lo asustaba terriblemente. Y la voz chillona del teléfono, que llamaba sin cesar,
le pareció la risa de la muerte.
Miró hacia todos los lados. Nada halló; solo su terrible soledad, la angustia
de su miedo y la proximidad de su muerte. Agonizaba. A su lado, el frasco va-
cío de barbitúricos completaba el cuadro macabro, mientras el teléfono seguía
sonando con insistencia.
Rita, la vecina de enfrente, lo había visto deprimido como nunca, aquella
tarde.
–Creo que la única salida para mí es la muerte –le había dicho Piero, al
despedirse.
Por eso, ella se propuso llamarlo de hora en hora.
El hombre calmo, de mediana edad y canas prematuras, le respondió dos
veces. Había un lamento de dolor del alma en su voz. La tercera, no respondió.
Rita insistió. Su instinto de mujer le decía que aquel hombre corría peligro y
necesitaba de ayuda. No era de pan ni de ropa; era de ánimo, de una palabra
de apoyo, de un hombro amigo.
Al ver que el hombre no respondía, Rita llamó a la policía y corrió a la casa
de Piero. Empujaron la puerta, y lo encontraron en el piso de la sala, gimiendo
y esperando el minuto fatal. El “vaso de agua fría” que Rita ofreció aquel día a
un vecino deprimido fue su gesto de preocupación por un alma herida.
Todos los días, en todos los lugares, hay gente necesitada de amor; gente
que vive el drama de la soledad y huye de sí misma. Nada cuesta detenerse,
escuchar un poco, intentar entender el dolor ajeno y extender la mano.
Hoy es un día que podrías usar para mirar más allá de tus propios proble-
mas. Es verdad que puedes estar viviendo el momento más difícil de tu his-
toria, pero es verdad, también, que siempre existe, cerca de ti, gente que sufre
más.
Haz de hoy un día de amor práctico. Ofrece un vaso de agua al cansado
peregrino, porque: “Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de
agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá
su recompensa”.
113
18 de abril
114
19 de abril
VUESTRO TESORO
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Mateo 6:21.
115
20 de abril
MUY PRONTO
Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
Romanos 16:20.
116
21 de abril
¡AH, EL AMOR!
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece. 1 Corintios 13:4.
L a carta decía, entre otras cosas: “Quisiera no creer en Dios. Tal vez así, no
sufriría tanto; porque, si existe, jamás me perdonaría. Quizás ahora, en
este laberinto infernal en el que me encuentro, pueda volver a ser el ser que
soy y pocas veces he sido”.
El resto de la carta hablaba de una vida escabrosa, llena de remordimien-
to, deseo de venganza y desesperación.
“Si Dios existe, no me perdonaría”. Esta frase quedó golpeando mi mente
durante un buen rato. A lo largo de mi vida, he tenido mucha dificultad
para convencer a las personas de que Dios las ama, a pesar de lo que hagan o
dejen de hacer.
El apóstol Pablo, escribiendo a los corintios, define el amor divino como
sufrido y benigno. La palabra griega traducida como sufrido es makrotomeo,
que literalmente significa “perseverar y esperar pacientemente”.
La mente humana jamás entenderá el amor divino. El motivo es simple:
cada vez que piensa en el amor de Dios lo hace desde su perspectiva humana.
Y el amor humano, por más puro y sincero que parezca, está manchado por
el egoísmo, propio de la naturaleza pecaminosa,
El ser humano solo ama cuando puede recibir algo a cambio. Ama por
interés; por más dura que pueda parecer la idea. Por eso, le resulta difícil
creer que Dios lo ame sin esperar nada de retorno; ¡por el simple hecho de
amarlo! Pero, Pablo afirma que el amor de Dios es paciente y sufrido.
Sufre al ver a sus hijos transitando los peligrosos caminos de la destruc-
ción; llora al ver a sus criaturas dirigiéndose temerariamente hacia la muer-
te; gime al ver a las familias destruidas, a los jóvenes en las drogas, a los
hombres y las mujeres hundiéndose en la arena movediza de sus propios
placeres.
¿Qué hacer? Los creó libres; con capacidad de escoger el bien o el mal, la
vida y la muerte. Solo le resta sufrir, esperando que el pecador oiga, un día, la
voz del Espíritu tocando a la puerta de su ser y anhelando que el hijo rebelde
abra los ojos, para ver el peligro del sendero escabroso que eligió.
Hoy es un día de decisiones. Dios te ama. Haz de este día un día de ale-
gría para Dios. Escoge la vida y camina con él. Y no lo olvides: “El amor es
sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no
se envanece”.
117
22 de abril
¿CUÁL ES TU DON?
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y
hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en
todos, es el mismo. 1 Corintios 12:4, 6.
118
23 de abril
¡CONGRÉGATE!
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos. Mateo 18:20.
L a mañana está fría aquí, en Santa fe. No me gusta esta época del año. Las
hojas secas, caídas en el suelo, me recuerdan las consecuencias tristes del
pecado. Hace rato que estoy aquí, tratando de desarrollar el pensamiento del
texto que tengo delante de mí. Oro a Dios, y nada viene a mi mente. Me pre-
ocupo. Falta poco tiempo para entregar este manuscrito, y no llegué siquiera
a la mitad del trabajo.
Súbitamente siento el frío helado de estas montañas acariciando mi ros-
tro, y empiezo a escribir. ¡Es maravilloso! Descubrir que soy un instrumento,
en las manos de Dios, para llevar una palabra de consuelo al joven herido, al
anciano triste y a la madre desesperada. Tener libertad, páginas en blanco, y
todas las palabras guardadas en un rincón del alma.
No lo sé; quizás estuvieron allí todo el tiempo, como en un nido acoge-
dor, y yo no lo percibía. Pero, aquí estoy, para decirte que la vida no puede
ser vivida aislada de las otras personas; que necesitas de los demás; que el
carbón, retirado del brasero, en poco tiempo pierde su calor y su brillo.
Cuando el Señor Jesucristo pronunció estas palabras, las dijo mientras
hablaba del tema del perdón. Inclusive, Pedro le preguntó: “¿Cuántas veces
perdonaré a mi hermano?” El Maestro estaba explicando a sus discípulos
lo difícil que resulta convivir con otras personas, a pesar de haber sido
convertidas.
Cada ser humano es diferente del otro; cada uno tiene una personalidad.
La creación divina es una acuarela viva: muchos colores, muchas formas,
variadas personalidades; un mundo vasto y diversificado. Es natural que
convivir con los demás no sea fácil, aun dentro de la iglesia.
A pesar de eso, fuimos creados con el fin de vivir en permanente de-
pendencia unos de los otros, extendiéndonos la mano, perdonándonos y
aceptándonos con nuestras diferencias.
Nada es motivo para aislarse y vivir separado; mucho menos para decir
que porque alguien dijo algo que no te gustó debes abandonar la iglesia.
Revisa tu manera de pensar. Dios tiene su iglesia en esta tierra. Es como
un cuerpo: cada ser humano es un miembro, y el buen funcionamiento del
cuerpo depende de la salud de cada miembro.
Recuerda el consejo de Jesús: “Porque donde están dos o tres congrega-
dos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
119
24 de abril
EN AQUEL TIEMPO
En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me
llamarás Baali. Oseas 2:16.
¡RECONCILIADOS!
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos
por su vida. Romanos 5:10, 11.
121
26 de abril
RESISTIR
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir
en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Efesios 6:13.
122
27 de abril
FIDELIDAD
El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo
muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Lucas 16:10.
123
28 de abril
¡PRUEBAS, PRUEBAS!
Hermanos míos, tened por sumo gozo
cuando os halléis en diversas pruebas. Santiago 1:2.
H acía algunos meses que Maira olvidaba las cosas. Su mente retroce-
día, acelerada, hacia algún lugar donde ella se escondía. En ese extraño
mundo, el olvido no tenía importancia; ni los recuerdos. Tampoco la alegría
o la tristeza. Aquel universo estaba construido de vacío. Ella andaba, aparen-
temente insensible, por los rincones de su propio universo.
Pero, la familia sufría. La tenían como referente. El esposo había fallecido
varios años atrás, y ella era la matriarca. Verla en ese estado los dejaba como
un día sin sol.
Fue en esas circunstancias que la hija mayor me buscó, con una pregun-
ta: ¿Por qué Dios no la hace descansar? ¿Qué sentido tiene la vida, en ese
estado?
¡Pruebas! Las encontramos todos los días. El versículo de hoy usa la ex-
presión “diversas pruebas”. El enemigo viene por todos los lados: es la pér-
dida del empleo; un divorcio doloroso; el descubrimiento de que el hijo está
en las drogas; la traición del mejor amigo; las injusticias del trabajo, en fin...
Pero, Santiago dice que debes alegrarte cuando te veas atravesando el
valle de las pruebas. ¿No es demasiado pedir? En el original griego, la palabra
“pruebas”, peirasmos, literalmente significa estado de lucha mental en el que
te ves inclinado a separarte de Dios.
Tal vez, esto lo explique todo. Cuando el enemigo coloca pruebas en tu
camino, su objetivo es separarte de Dios; hacerte creer que es el Señor quien
te envía el dolor. Si en ese momento te vuelves en contra de Dios, el enemigo
ha logrado su objetivo. Pero, si en el instante de la prueba te vuelves hacia
Dios, entiendes que el dolor puede constituir un instrumento de edificación.
Todo depende de la perspectiva de la realidad. El presente estado de cosas
no es el fin; no juzgues las actitudes divinas cuando el trabajo aún no ha sido
terminado. Si tu visión del mundo es materialista, las pruebas son motivo de
tristeza. Si es espiritual, serán motivo de agradecimiento y de gozo. Es en el
fuego que el oro se refina. ¡Y tú eres oro!
Por eso hoy, a despecho de lo que puedas estar viviendo, levanta las ma-
nos al cielo y agradece. Después, parte confiado para enfrentar las dificul-
tades de la vida. Porque, “hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os
halléis en diversas pruebas”.
124
29 de abril
EN JESÚS
Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como
habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
Colosenses 2:7.
J azmín se sentó sobre una enorme piedra, frente al mar, y suspiró. ¿Re-
cuerdos robados de la vida? ¡Sí! Jazmín vivía de ellos; los disfrutaba. Ella
dirigía las escenas en sus sueños. En ese mundo suyo, nadie la hería ni la
rechazaba, ni la hacía sentir inferior. En ese universo que a diario construía,
no había motivos para llorar.
El frío del agua traída por una ola la hizo volver a la realidad. Sacudió sus
pies mojados. Miró a lo lejos, y sonrió. Allí todo era bello. ¿Cómo no creer
en Dios, ante aquel cuadro fascinante que acuarela ninguna podría pintar?
Dentro de ella, sin embargo, no había belleza; solo el resentimiento y la
amargura. Su corazón era un mar turbulento. ¡Contrastes de la vida!
Se quedó un buen rato contemplando el mar. Observó las olas salvajes,
que golpeaban la roca bajo sus pies. Volvió a sonreír: aquellas ondas furiosas
agredían inútilmente a la roca. Ella, señora del mar, parecía mirarlas soca-
rronamente, como si dijese: “¿Se cansaron ya de golpear?”
Jazmín entendió el mensaje. ¿Por qué las actitudes ajenas la herían tanto?
Ella no era roca; era pobre arena del mar. Hoja seca, pluma arrancada, papel
hecho pedazos.
El consejo bíblico de hoy es: “Arraigados y sobreedificados en Él”. ¿En
quién? En la Roca de los siglos, que resistió los vendavales de la injusticia
humana, y murió perdonando a los que lo clavaban en la cruz.
En tus horas de dolor y de lágrimas, aparta los ojos de ti; de tus dolores,
de las injusticias que las personas cometen contra ti, y dirígelos a Jesús. Agra-
décele por el dolor y por las circunstancias adversas, y verás que tu cielo se
despeja. Y entenderás que, por detrás de las nubes oscuras, había luna y las
estrellas brillaban en todo su esplendor.
¿Qué cosas no andan bien en tu vida? ¿Qué desafíos te esperan afuera?
¿Qué te hicieron las personas? No temas. Deposita tu confianza en Jesús, y
parte sin temor, recordando el consejo bíblico: “Arraigados y sobreedificados
en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en
acciones de gracias”.
125
30 de abril
DADIVOSIDAD
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 2 Corintios 9:7.
126
1º de mayo
FRUTOS
Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán
estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor
Jesucristo. 2 Pedro 1:8.
127
2 de mayo
CORAZÓN MENTIROSO
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá? Jeremías 17:9.
129
4 de mayo
¿AMOR?
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
1 Juan 4:8.
E sta semana recibí la carta de una joven cristiana que mantiene una rela-
ción amorosa con un hombre casado. Es una carta dolorosa; ella siente
que lo ama, pero que ese amor la está destruyendo.
¿Qué podría decirle? ¿Que Dios está triste? ¡Claro que lo está! Pero, la
tristeza divina no nace únicamente del hecho de que ella esté transgrediendo
un Mandamiento, sino de la realidad dolorosa de que ella no es feliz.
¿Sabes? El amor es algo que Dios te confió con la intención de que con-
temples las facetas desconocidas y lindas de la vida; para que te sientas viva,
para que veas el mundo más lleno de colores y de melodías. Porque el AMOR
viene de Dios: “Dios es amor” declara Juan. Pero, cuando el amor es confun-
dido con la pasión, se convierte en un motivo de infelicidad y te sumerge en
el caos interior.
Pensemos más en la chica de la carta. Ella no se siente bien destruyendo
a una familia ni hiriendo el corazón de Dios. Tanto es así que me escribe
pidiendo ayuda. Pero, no se da cuenta de que cayó en la red de un hombre
casado, y está condenada a sufrir grandes decepciones y a perder el respeto
por sí misma. Porque, en esta vida, nadie es valorado si no se valora a sí mis-
mo; y nadie puede ser feliz si no está en paz con Dios y consigo mismo.
¿Qué es lo que lleva a esta muchacha a conformarse viviendo un “amor”
que no es tal? ¿Puede alguien como aquel “novio” no traicionarla a ella un día,
como hoy está traicionando a la esposa? ¿Se puede confiar en un hombre así?
Ella manifiesta que comenzó esa relación porque tenía miedo de quedar-
se sola; pero ¿acaso relacionarse sentimentalmente con una persona casada
no implica que ella continuará sola, compartiendo apenas los pocos mo-
mentos que le sobren a él?
Cuando la soledad te abruma o te entristece, y te hace sentir que hay algo
de errado en ti, es inútil que te aferres de alguien que te va a usar como un
objeto, haciéndote sentir aún más triste... y más sola.
Podría haber respondido esta carta diciendo a esa joven que ponga pun-
to final a esa situación, porque esa no es la voluntad de Dios. Pero sé que
Dios no es un Dios egoísta, que solo está preocupado en que sus hijos lo
obedezcan, sino que él es un padre amoroso, que desea su bienestar.
No continúes hiriéndote, solo por “miedo de sentirte sola”; a fin de cuen-
tas, la soledad no es apenas una condición: es un estado de ánimo. Viviendo
sin Jesús, puedes sentirte sola, a pesar de tener la compañía de otra persona.
130
5 de mayo
ÉL OS DIO VIDA
Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos
y pecados. Efesios 2:1.
T odavía es temprano. Del lado de afuera veo un árbol que empieza a flo-
recer, anunciando que el invierno se va. Al fondo, hay unos pinos tiernos,
bañados de rocío; parecen llorar. Las gotas depositadas en sus ramas caen,
como lágrimas de una naturaleza con nostalgia del sol. De todos modos, nada
es perfecto: un sol esplendoroso que brille esta mañana completaría la belleza
del paisaje. Pero vivimos en un mundo marcado por el dolor y la tristeza.
Hablando de tristeza, anoche me entregaron una carta. Es la historia de
una madre que se enteró de que su hija, de apenas 16 años, estaba embarazada.
¿Qué hacer en esas circunstancias? Ella cerró los ojos, e imaginó el “escándalo”
que eso significaría para la familia. Imaginó el futuro de la hija, cuyos sueños
parecían desmoronarse; imaginó, también, el futuro de un niño sin padre. Ella
jamás había conocido a su padre, y eso le había dejado en el alma un vacío difí-
cil de llenar. Asustada, veía repetirse la historia, y no soportó. En un momento
de rabia y de desesperación, obligó a la hija a realizar un aborto.
Todo parecía resuelto pero, de repente, el fantasma de la culpa empezó a
atormentarla de día y de noche. Verdugos implacables la perseguían en sus
noches de pesadilla, mientras ella corría con las manos ensangrentadas, ator-
mentada por el grito de un niño sin rostro que le gritaba: “Abuela, no me
mates, por favor”. Ella escribió, deseando la muerte.
Nada justifica lo que hiciste, llevada por la desesperación. El pecado es
pecado justamente por eso: te hace creer que es la solución, pero te hunde en
la arena movediza de tus tormentos interiores. Pero, no quiero hablarte hoy de
lo que hiciste o no hiciste. No quiero decirte que, cuando una vida surge en el
vientre de una mujer, no es por causa del error de los seres humanos sino por
la voluntad de Dios. Y si él lo permitió es porque, aunque tú no lo entiendas,
Dios tenía un plan maravilloso para esa vida.
Lo que quiero decirte es: el Señor Jesús ya pagó el precio de tu culpa. Me-
reces lo peor por lo que hiciste, pero Jesús asumió tu culpa y pagó el precio
con su vida. A ti solo te resta aceptar o rechazar. Aceptar, porque el perdón no
puede ser otorgado a nadie por la fuerza, o rechazar porque eres libre, incluso
para decir no.
No salgas hoy de tu casa sin meditar en la promesa bíblica: “Como aquel a
quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén toma-
réis consuelo”.
132
7 de mayo
NO ALCANZARON
Porque Dios tenía reservado algo mejor para nosotros, para que no
fueran ellos perfeccionados aparte de nosotros. Hebreos 11:40.
L a señora que arreglaba esta mañana mi cuarto del hotel es una emigrante,
que llegó a los Estados Unidos cruzando el río. Era apenas una niña de diez
años cuando, un día, sus padres decidieron trasladarse a ese país, en busca de
un “futuro mejor”.
¿Futuro mejor?
–Mire, señor –me dijo–, este es el “futuro mejor” que logré: ser una simple
mucama.
Sus manos, llenas de callos; su rostro, surcado por arrugas profundas que
la vida le abrió; su sonrisa nostálgica, adormecida en algún momento de su
triste historia, describían el dolor y el sufrimiento que las circunstancias le
habían impuesto.
Me quedé pensando mucho tiempo en su historia, y salí a caminar. Me ha-
bía propuesto andar cinco kilómetros. Y, aunque había mucha naturaleza a lo
largo de mi camino, la historia de la mucama seguía molestándome. Como si
fuese mi propia historia; como si yo también, un día, hubiese “cruzado el río”
buscando un futuro mejor.
A fin de cuentas, ¿no es lo que todos buscamos? ¡Un futuro mejor! ¿Lo
alcanzaste? O tú también, como aquella señora, miras a tu presente y piensas
que no valió la pena haber “cruzado el río”.
Lo que me intriga es el hecho de que esa buena señora llega al trabajo en
su propio auto, vive en casa propia, no tiene necesidad de pagar alquiler, y sus
hijos estudian en la universidad del Estado. Quiere decir, de alguna manera,
que su situación ha mejorado; si hubiese permanecido en su país, no tendría
las cosas que ha logrado aquí. Con trabajo, es verdad; enfrentando las dificul-
tades de una vida dura, sin duda. Pero, ha logrado cambiar el destino de su
familia, porque la próxima generación, con toda seguridad, no padecerá más
las privaciones que ella tuvo cuando era niña.
Pero, ella no es feliz. Su corazón continúa vacío, y llora la angustia de bus-
car y buscar, sin encontrar. La razón es que ella limita el “futuro mejor” a cosas
y comodidad material. Lo que ella no sabe es que podrá conseguir todos los
bienes del mundo y continuará vacía, porque el futuro mejor no está limitado
a las tristes fronteras de esta tierra. Nacimos para volar y, mientras vivamos
escarbando la tierra en busca de oro, jamás descubriremos las bellezas del cielo
azul y del espacio infinito.
Vuelve los ojos a Dios. Lo que realmente vale no está en esta tierra, “porque
Dios tiene reservado algo mejor para ti”.
133
8 de mayo
LLORO EN GOZO
Y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor.
Jeremías 31:13.
L a noche dura solo doce horas. En la peor de las hipótesis, catorce; o vein-
te, en las tierras polares. Pero, no importa su extensión, el día viene. Es
una ley de la vida. No existe noche sin día. En esta vida, todo acaba: aca-
ban las cosas buenas, los momentos felices desaparecen, la juventud se va, la
primavera se hace invierno... en fin. Pero, si es verdad que las cosas buenas
acaban, también acaban las cosas malas.
La promesa que Dios presenta en el versículo de hoy es, justamente, acer-
ca del fin de las cosas malas. El dolor, la tristeza y las lágrimas llegarán a su
término. En esta tierra, parcialmente; pero, cuando Jesús vuelva, colocará un
punto final a la historia del pecado. Y, consecuentemente, las lágrimas y el
dolor desaparecerán para siempre.
Pero, mientras vivas en este mundo, no estarás ajeno al dolor y al sufri-
miento. Cuando menos lo esperes; cuando piensas que tu sol brilla esplen-
doroso y tu cielo está más azul que nunca, puede aparecer la tormenta. No te
asustes. El dolor es la ley de este mundo de pecado.
A pesar de eso, no te concentres en el dolor, sino en la promesa que Dios
te hace. El enemigo puede traer dolor a tu vida hoy y mañana, pero vendrá
el tercer día, en que el enemigo tendrá que batirse en retirada.
Así fue con Jesús. Aquel viernes de tarde, cuando el Salvador expiró en
la cruz del Calvario, el enemigo pensó que había vencido. Todo el plan de
salvación parecía haberse desmoronado. El sábado, mientras Jesús reposaba
en la tumba, el enemigo continuó celebrando su aparente victoria; pero, al
tercer día, la muerte tuvo que dar lugar a la vida. Las entrañas de la tierra
se abrieron, y el Señor Jesús resucitó victorioso. Y, con su resurrección, nos
enseñó la lección más extraordinaria para enfrentar el dolor: siempre hay un
tercer tiempo, en que la noche tendrá que dar lugar al día; en que el invierno
se esconderá de la primavera.
¿Estás viviendo el invierno crudo de tu vida? ¿Sientes que no tienes más
fuerzas para resistir? No te desesperes: Dios nunca permitirá que llegue a
tu vida una prueba que no puedas soportar. Cuando la noche parezca más
oscura es cuando, de un momento a otro, el sol del nuevo día despuntará en
el horizonte.
Por eso, hoy, a pesar de las nubes negras que puedan oscurecer tu día,
parte para enfrentar los desafíos de la vida seguro de la promesa divina: “Y
cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor”.
134
9 de mayo
AÚN REBOSARÁN
Clama aún, diciendo: así dice Jehová de los ejércitos:
Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia del bien, y aún
consolará Jehová a Sión, y escogerá todavía a Jerusalén.
Zacarías 1:17.
N ada está perdido para los que se vuelven a Dios. Aunque las cosas no
anden bien en tu vida, como consecuencia de tus errores, si te entregas
a Dios con sinceridad de corazón, sus promesas continúan válidas.
Era eso lo que sucedía con el pueblo de Israel, en los tiempos de Zacarías.
Habían abandonado al Señor. Habían tomado el control de su vida en las
propias manos; creyeron que no necesitaban de Dios, que él les restringía la
libertad. Y decidieron vivir solos, como si Dios no existiese.
Lo que me impresiona del amor divino es que los dejó ir. El precio del
amor es la libertad. Es lamentable que, para entender esto, muchas veces es
necesario llegar a la tierra de la esclavitud. Ahora, Israel sufría las consecuen-
cias de sus decisiones equivocadas. Había permanecido mucho tiempo en el
exilio babilónico; Jerusalén estaba destruida, sus campos, otrora floridos y
productivos, estaban abandonados y sin vida.
Pero, en medio de la humillación y el sufrimiento, los hijos de Israel se
acordaron de Dios, se arrepintieron, y clamaron al Dios eterno que los había
sacado de la tierra de Egipto y los había conducido, milagrosamente, hacia
la tierra de la libertad. Y Dios escuchó su clamor. Un remanente volvió del
exilio, y el Señor levantó al profeta Zacarías para decirles que, a pesar de todo
lo que habían hecho y a despecho de cómo ellos habían pretendido arruinar
el plan de Dios, sus promesas continuaban válidas.
Jerusalén todavía sería la gran capital de la fe, y en sus tierras correrían
los hijos de Israel, conforme al plan original de Dios. Imagino cómo debió
haberse sentido el enemigo, al comprobar que, pese a todo lo que hiciera con
el objetivo de que las promesas divinas jamás se cumplieran, el plan de Dios
continuaba en pie.
Pero, lo bueno es que esas promesas son también para ti. Si, por algún
motivo, desaprovechaste el pasado o lo usaste para causarte dolor y destruc-
ción, vuelve los ojos a Dios, en arrepentimiento, y escucha la voz del Señor:
“Clama aún, diciendo: así dice Jehová de los ejércitos: Aún rebosarán mis
ciudades con la abundancia del bien, y aún consolará Jehová a Sión, y esco-
gerá todavía a Jerusalén”.
135
10 de mayo
SANTIDAD
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de
toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santi-
dad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1.
136
11 de mayo
EL CIMIENTO DE TU TRONO
Justicia y derecho son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad
van delante de tu rostro. Salmo 89:14.
137
12 de mayo
DAME ENTENDIMIENTO
Dame entendimiento, guardaré tu ley y la cumpliré de todo corazón.
Salmo 119:34.
¿C rees que, para ser libre y feliz, debes quebrar todos los tabúes? Depen-
de de lo que llames tabú. Lindomar, por ejemplo, piensa que llegar
virgen al matrimonio es un tabú; que eso funcionaba en el siglo pasado,
pero que ahora el mundo ha cambiado, y “todos lo hacen”. Pero, la pureza
está entre los diez principios eternos, establecidos por Dios para la felicidad
del ser humano. Y, si el propósito de esos principios es la felicidad, es impo-
sible ser feliz quebrándolos o echándolos a un lado, como si fuesen algo sin
importancia.
El texto de hoy expresa el clamor del salmista en busca de entendimiento.
La Palabra “entendimiento” puede ser traducida también como sabiduría.
Sabiduría es diferente de conocimiento: el conocimiento es solo el almace-
namiento de conceptos y datos, pero la sabiduría es el empleo adecuado de
estos. Existe mucha gente que sabe mucho, pero ignora la manera de usar ese
conocimiento provechosamente.
El versículo de hoy enseña que la manera sabia de vivir es respetando y
practicando los consejos divinos, expresados en los principios eternos de su
Palabra. Seguir esos principios no siempre es fácil, porque vivimos en un tiem-
po en que Dios no pasa de ser un simple detalle; un ser despersonalizado, una
energía creadora y nada más. El hombre moderno toma los principios divinos
y racionaliza en torno de ellos; filosofa, los interpreta a su manera, discute,
argumenta... en fin, hace cualquier cosa, menos obedecerlos.
El resultado es el desvarío loco y alucinado de su corazón. Corre de un
lado para otro en busca de sosiego, y no lo encuentra; se hunde en las pro-
fundidades más oscuras de sus instintos, en busca de un sentido para la vida,
y solo encuentra confusión y oquedad. Pero, se resiste a volver los ojos a Dios
y a los eternos principios de su Palabra.
Haz de este día un día de sabiduría. Nadie perdió jamás por oír los conse-
jos divinos. Nunca alguna persona terminó en caminos de muerte y de locu-
ra por andar en la senda mostrada por el Señor. Aunque te parezca ridículo,
aunque tus amigos se rían de ti, aunque tus compañeros se burlen o digan
que eres anticuado, sigue los principios eternos, y serás sabio y feliz.
No salgas a enfrentar los desafíos de hoy sin recordar la oración del sal-
mista: “Dame entendimiento, guardaré tu ley y la cumpliré de todo corazón”.
138
13 de mayo
OBEDIENCIA
El pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos y a su
voz obedeceremos. Josué 24:24.
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14 de mayo
ACABA LA CARRERA
Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que
recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia
de Dios. Hechos 20:24.
M ientras vivas en este mundo, los enemigos aparecerán todos los días,
intentando traer dolor a tu corazón. Los encontrarás en el vecindario,
en el lugar de trabajo y hasta en medio de la familia. Pero, también pueden
ser una circunstancia difícil, una enfermedad, un momento de adversidad,
en fin...
El consejo divino de hoy es una palabra de advertencia: no temas al ene-
migo, míralo de frente, a los ojos; no huyas, no corras, no te escondas. Hay
dos motivos para proceder de este modo. El primero es que Dios es tu con-
solador. La palabra consolador, aquí, no se refiere únicamente al que ofrece
palabras de ánimo sino, más bien, al que da fuerza para enfrentar a las per-
sonas y las circunstancias, a pesar de cuán poderosas puedan ser o parecer.
La otra razón para no temer al enemigo es que “el hombre es mortal y el
hijo del hombre como el heno”. El heno es paja seca que lleva el viento: no
tiene sustancia, ni contenido; solo apariencia. Si te pones a pensar, la ma-
yoría de las personas, las cosas o las situaciones que a veces te amedrentan
solo parecen temibles. Tu imaginación es la que hace, de ellas, amenazas
terribles. Son como los espantapájaros, con apariencia de feos y malos pero,
si te aproximas a ellos, verás que son incapaces de hacerte algún mal. El Dios
maravilloso que te hizo esta promesa no conoce de derrota, y jamás ha falla-
do con aquellos que han depositado su confianza en él.
Decirte que no hay nada amenazador delante de ti, que no existen difi-
cultades o desafíos, sería negar la realidad. ¡Claro que los hay! Siempre los
hubo, y los seguirá habiendo. Pero, si tienes presente que a tu lado está el
Señor, enfrentarás la lucha con la certidumbre de que tu enemigo ya es un
enemigo vencido. Haga lo que haga en contra de ti, no es más que paja seca,
que el viento lleva.
Sal hoy, rumbo a la batalla del día, seguro de la victoria. Coloca tus te-
mores en las manos de Dios. No huyas. Ningún peligro tiene el derecho de
asustar al hijo de Dios. Y recuerda la promesa del Señor: “Yo, yo soy vuestro
consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal,
y del hijo de hombre, que es como heno?”
141
16 de mayo
¿ME AMAS?
Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro... le
respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo:
Apaciénta mis ovejas. Juan 21:17.
MI GOZO
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco
en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:10, 11.
L a promesa de Dios para hoy es: “Que mi gozo esté en vosotros”. ¿Cuán-
do estará el gozo de Jesús en nosotros? Cuando lo obedezcamos. Así de
simple, sin complicaciones. Pero, mira cómo son las cosas, muchos piensan
que los Mandamientos del Señor están allí para crearnos problemas; para
quitarnos la libertad; para ser un fardo horrible de cargar. Pero Jesús viene,
y dice que están allí para traernos gozo. Explica que la obediencia a esos
Mandamientos hace que nuestro gozo sea cumplido. ¿No es extraordinario?
Pero, veamos por qué la obediencia produce gozo. Es que el ser humano
fue creado, originalmente, para obedecer. Su naturaleza original, en la Crea-
ción, era obediente. Es verdad que, después de la entrada del pecado, la huma-
nidad adquirió la naturaleza pecaminosa desobediente. Pero, la desobediencia
es una experiencia intrusa; es fruto de la entrada del pecado. En el fondo, el ser
humano se deleita en hacer la voluntad de Dios, es decir, obedecer le produce
gozo.
Aunque la naturaleza pecaminosa te lleva por los caminos de la desobe-
diencia y, de alguna manera, te proporciona placer, te trae, al mismo tiempo,
el peso de la culpa; el fardo atormentador de saberte rebelde; el instinto de
muerte que el pecado lleva consigo. Si el hombre supiese eso, hasta por un
motivo egoísta de ser feliz trataría de obedecer.
Claro que quien ha nacido del Espíritu no obedece con el objeto de ob-
tener gozo; obedece porque ama a Dios y reconoce su soberanía. Pero, el
resultado, el fruto de eso, es una vida feliz.
Haz de este día un día de obediencia. Aunque algunos principios de la
Palabra de Dios te parezcan anticuados, pasados de moda; aunque las per-
sonas a tu alrededor no te comprendan o se rían de tu respeto por las adver-
tencias divinas, continúa adelante, sabiendo que el Señor desea, para ti, una
vida feliz y victoriosa, ¡y para eso te dejó sus Mandamientos!
Empieza tus deberes, hoy. Pero medita una vez más en las palabras de Je-
sús: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como
yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo
sea cumplido”.
143
18 de mayo
MISERICORDIA Y GRACIA
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4:16.
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20 de mayo
NO TE DEJARÉ
Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me
ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te
dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. 2 Reyes 2:4.
146
21 de mayo
E l crecimiento es la ley de una vida saludable. El día que dejas de crecer es-
tás condenado a muerte. Pero, el crecimiento implica dolor. Tal vez por
eso, mucha gente se resiste a crecer. Prefiere acomodarse, y vive sin enfrentar
desafíos, sin escalar las montañas de la vida.
En el versículo de hoy, el apóstol Pablo habla de crecimiento en la vida
espiritual. El primer paso del crecimiento es el aprendizaje: “De la manera
como aprendisteis”, indica Pablo. A su vez, el primer paso del aprendizaje es
la ignorancia, no en el sentido de torpeza, sino en el de reconocer que no
sabes.
En la vida cristiana, esto te lleva a la Palabra de Dios. El estudio diario de
la Biblia es el camino hacia el crecimiento; no el estudio como un deber, sino
como la experiencia maravillosa de estar en comunión con Jesús. La Biblia es
la carta de amor que Jesús te escribió. Es la manera de comunicarse contigo,
de mostrarte los peligros del camino, de enseñarte las veredas de justicia y
conducirte al destino glorioso que te tiene preparado.
Pero, al abrir el Libro Sagrado, tienes que renunciar a tus propios con-
ceptos y reconocer que Dios conoce el camino mejor que tú. Este es un pro-
ceso que lleva toda la vida; y Pablo llama a este proceso “crecimiento”. Dice:
“Así, abundéis más y más”. La abundancia es el resultado de tomarse los con-
sejos divinos en serio. Dios es un Dios de abundancia. Jesucristo declaró, en
cierta ocasión: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Pero, en la vida espiritual, la abundancia no es el fruto del esfuerzo, sino de
la humildad, de la dependencia de Dios y de la sumisión a las enseñanzas de
la Palabra de Dios.
Hoy tienes delante de ti un nuevo día. Cada día es una nueva oportuni-
dad; es una hoja en blanco, que Dios te brinda para que escribas una nueva
historia; es la oportunidad de corregir los errores de ayer, de extraer leccio-
nes de los fracasos y de seguir andando, y creciendo y abundando más y más.
Empieza el día con la seguridad de que el consejo de Dios se ha hecho
realidad en tu experiencia. Recuerda las palabras de Pablo: “Por lo demás,
hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que
aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así
abundéis más y más”.
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22 de mayo
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23 de mayo
UN SUEÑO
Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a
aborrecerle más todavía. Génesis 37:5.
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24 de mayo
JUICIOS INSONDABLES
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de
Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Romanos 11:33.
BENDITO
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ben-
dijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
Efesios 1:13.
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26 de mayo
OS RESTITUIRÉ
Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la
langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Joel 2:25.
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27 de mayo
EN SU MUERTE
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bau-
tismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Romanos 6:4.
¿A lguna vez imaginaste cómo te sentirías si de repente despiertas, y te
descubres dentro de un ataúd, enterrado vivo? Bueno, un chino so-
brevivió a su propia “muerte”, después de ser enterrado, aún con vida, por
equivocación, durante tres horas, informa el diario China Daily, del 28 de
junio del año 2006. El siniestro suceso tuvo lugar en el condado de Tengxian,
en una región del sur de China, cuando los médicos decretaron la “muerte”
de Liang Jinshi, un enfermo diabético de cuarenta años.
El cuerpo de Liang fue enterrado pero, tres horas después de la ceremo-
nia, su esposa acudió a la tumba, donde, en medio del silencio sepulcral,
escuchó la voz de su esposo. La mujer, asustada, avisó a los hermanos de
Liang. El “cadáver” fue exhumado del ataúd y, para sorpresa y alegría de la
familia, Liang seguía con vida. Los médicos señalaron que los arañazos en el
ataúd demuestran que Liang permaneció vivo, en coma y con respiración; y
no descartan que se trate de un caso de catalepsia.
La catalepsia es un estado neurológico patológico, en el que se suspenden
las sensaciones y se inmoviliza el cuerpo; y ha provocado, a lo largo de la
historia, el entierro de muchas personas aún con vida.
En el versículo de hoy, Pablo indica que, en el momento del bautismo,
somos sepultados con Jesús. Pero, debemos tener cuidado de que realmente
hemos muerto al pecado. Enterrar a una persona viva, tanto en la vida física
como en la espiritual, puede resultar en tragedia.
El peor testimonio que puede haber, para denigrar la imagen del cristia-
nismo, es una persona que nunca murió a la vida pasada, y “viste la camise-
ta” del cristianismo. Pero, el milagro de la conversión es un trabajo sobrena-
tural, que el Espíritu Santo realiza en la experiencia de las personas que se
acercan a Jesús con fe.
Hoy puede ser ese día. Solo es necesario creer. La mente humana jamás
será capaz de entenderlo pero, aunque no lo sientes ni lo entiendes, lo vives.
Y esa vida se traduce en obras de amor hacia Dios y hacia los semejantes.
Entonces, hoy, antes de salir rumbo a las labores cotidianas, recuerda
que: “Somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva”.
153
28 de mayo
CONTADOS
Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Mateo 10:30.
ÉL SABE
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19.
¿H as pensado, alguna vez, por qué tienes que orar contándole todo a
Jesús, si él conoce bien lo que sucede contigo? La verdad, es que el
propósito de la oración no es informarle nada a Dios: “Mi Dios, pues, su-
plirá todo lo que os falta”, afirma el versículo de hoy. Entonces, ¿por qué hay
que orar? El propósito de la oración es cultivar el compañerismo con Jesús,
conversar con él, tomar consciencia de su presencia. Es como la experiencia
de los novios, que se encuentran para conversar. ¿De qué hablan? De todo y
de nada. Lo que importa no es lo que dicen, sino el momento de compañe-
rismo, el estar al lado de la persona amada.
Muchos creen que orar es simplemente pedir. ¿Ya imaginaste cómo se-
ría la vida de dos personas enamoradas si solo se encontrasen para pedirse
cosas? La tragedia del ser humano es que vive solo, intenta vencer solo, se
atreve a alcanzar sus sueños... solo. Y el resultado es que se hiere, y hiere a las
personas amadas que viven a su lado.
Jesús desea entrar en tu vida; formar parte de tus planes; luchar a tu lado
para hacerlos realidad. Y el instrumento para permanecer a tu lado es la
oración. No por causa suya, sino por tu causa. Eres tú el que necesita tener
conciencia de que no estás solo. Saber que Jesús está contigo te infunde valor,
determinación, optimismo, y la voluntad de levantarte y continuar luchan-
do, a pesar de las circunstancias adversas que te puedan rodear.
En los tiempos de Jesús, los fariseos habían caído en el formalismo de
una religión vacía. Creían que el simple cumplimiento de deberes y obliga-
ciones les garantizaba la salvación. “Este pueblo de labios me honra, pero su
corazón está lejos de mí”, lamentó el Señor, en aquella ocasión.
El corazón. ¡Esa es la clave de un cristianismo con significado! El corazón
lleno de amor hacia Dios; el corazón que busca estar a su lado; el corazón
que anhela el compañerismo permanente de Jesús.
Haz de este un día de compañerismo con el Señor. Mientras caminas,
juegas, estudias, trabajas o lo que hagas, ten conciencia de que no estás
solo. Conversa con él como si estuviese sentado a tu lado, mientras diriges
tu vehículo. Y recuerda la oración de Pablo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo
que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
155
30 de mayo
SÍGUEME
Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.
Y dicho esto, añadió: Sígueme. Juan 21:19.
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31 de mayo
OBRAS
El cual pagará a cada uno conforme a sus obras. Romanos 2:6.
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1º de junio
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2 de junio
TU JUSTICIA
Entonces nacerá tu luz como el alba y tu santidad, se dejará ver
en seguida; tu justicia irá delante de ti
y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Isaías 58:8.
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3 de junio
CONSUELO
Para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios
mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para
asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.
Hebreos 6:18.
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4 de junio
VENID A MÍ
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Mateo 11:28.
161
5 de junio
TUS VESTIDURAS
Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus
vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son
dignas. Apocalipsis 3:4.
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6 de junio
BUSCAR A DIOS
Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y
oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados,
y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14.
BIENAVENTURADO
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando
haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman. Santiago 1:12.
E l otoño se va. Aquí, en los Estados Unidos, el invierno llegó. Los copos de
nieve ya empiezan a caer, como motitas encantadoras de algodón. Pero,
lo que me impresiona es la resistencia de las hojas ante el frío destructor. No
mueren conformadas, luchan. Su lucha es una explosión de maravillosos
colores: verde, amarillo, rojo, anaranjado, en fin... como si un pintor hubiera
pasado por la naturaleza derrochando todo su arte.
Las hojas mueren resistiendo hasta el fin. Mueren la gloriosa muerte de
los inconformistas con la situación. Mueren derramando la última gota de
vida, para alegría de los hombres.
Si las hojas fuesen gente, la bienaventuranza de hoy sería para ellas. So-
portan los vendavales del invierno hasta la muerte. Su corona de vida es el
festival colorido de su muerte.
Dios jamás habría presentado esta bienaventuranza si la victoria sobre el
pecado no fuese segura. Al morir Jesús en la cruz y al resucitar el tercer día,
estaba clavando la estocada fatal en el mismo corazón del enemigo de las
almas.
Satanás, hoy, es un enemigo derrotado, agonizante... gimiendo los ester-
tores de la muerte. No tiene más derecho de vencer a nadie; no tiene con-
diciones. Todo lo que puede hacer es tentarte; obligarte a ceder, no. Si caes
es porque, de alguna manera, decidiste caer. Si hay algo que el enemigo no
puede hacer es obligarte a hacer lo que no quieres.
Haz como las hojas: resiste. No estás solo. Cuando caes de rodillas, Dios
envía millares de ángeles para auxiliarte. La batalla es dura, pero la victoria
es segura.
Hoy puede ser el día de victoria que tanto esperabas; hoy puedes levan-
tarte de las cenizas. Camina por la vida sin temor; levanta la frente en alto.
Tu enemigo está a tus pies. La hora final le llegó. ¡Hoy es tu oportunidad!
Sal en el nombre de Jesús, y enfrenta todo lo que venga por delante sa-
biendo que a tu lado marcha alguien que no conoce la derrota. Y no te olvi-
des: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya
resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los
que le aman”.
164
8 de junio
MANERA DE VIVIR
Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis
vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir! 2 Pedro 3:11.
PRESTAR ATENCIÓN
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas
que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Hebreos 2:1.
S eguramente, en algún lugar del mundo, alguien leerá estas líneas mien-
tras el dolor de la derrota atormenta su alma. Alguien que consume,
apresurado, las últimas frases de su propia historia seguramente querrá ate-
sorar, en su corazón, el consejo de hoy. Alguna persona que desea borrar el
pasado y empezar como si jamás hubiera terminado seguramente entenderá
lo que Dios quiere decirle.
Pero, seguramente también, alguien, alrededor de la tierra, leerá lo que
estoy escribiendo, y será como si nunca hubiese leído nada. No prestará
atención mientras el otro lee en voz alta. Se olvidará, y será como si la semilla
jamás hubiese caído en el terreno de su corazón.
Es la ley de la vida. No todos escuchan; y si escuchan, no oyen; y si oyen,
no guardan. La semilla cae en terrenos diferentes. El propio Señor Jesucristo
lo manifestó, en forma de parábola.
Pero, el consejo de hoy es: “Atiende con diligencia las cosas que has oído”.
¿De qué sirve tener un mapa en las manos, si no estás dispuesto a obedecer
sus instrucciones? La Palabra de Dios contiene las instrucciones que llevan
al puerto deseado de la felicidad. Nadie puede darse el lujo de ignorarla.
El camino hacia el fracaso está alfombrado de vidas que conocieron las
Escrituras, pero las desobedecieron. Intentaron ser felices a su manera, si-
guiendo sus propios impulsos, y un día despertaron en las montañas frías de
la infelicidad.
Nadie es feliz sólo porque desea serlo. Todo el mundo anhela llegar al
valle encantado de la prosperidad. Pero, es imposible hacerlo sin seguir las
instrucciones.
Por eso, el consejo de hoy es: “Atiende con diligencia las cosas que has
oído”. La diligencia requiere trabajo y esfuerzo. Ninguna instrucción condu-
ce a la realización si la persona no está dispuesta a pagar el precio: obedien-
cia estricta a las instrucciones.
Haz de este día un día de victorias y de conquistas. Sacude el polvo de la
derrota; hecha la mediocridad a un lado. No te conformes con lo que lograste
hasta aquí. Existen montañas que todavía no fueron conquistadas; te aguardan
a lo lejos. Sigue con fe, pero recuerda: “Es necesario que con más diligencia
atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.
166
10 de junio
AFIRMADOS
Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesu-
cristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1 Pedro 5:10.
167
11 de junio
168
12 de junio
169
13 de junio
ESTARÉ CONTIGO
Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve
con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Josué 1:5.
170
14 de junio
CLAMARON
De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Ma-
dián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová. Jueces 6:6.
171
15 de junio
REFUGIO
No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no
hay refugio como el Dios nuestro. 1 Samuel 2:2.
172
16 de junio
¿CUÁL ES EL CAMINO?
Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos
saber el camino? Juan 14:5.
173
17 de junio
¡CUIDADO!
No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir pala-
bra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra;
por tanto, sean pocas tus palabras. Eclesiastés 5:2.
174
18 de junio
175
19 de junio
PROSPERIDAD Y MANDAMIENTOS
Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los man-
damientos que Jehová prescribió a Moisés. 2 Reyes 18:6.
176
20 de junio
177
21 de junio
EXTIENDE LA MANO
Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia
de los pobres es bienaventurado. Proverbios 14:21.
178
22 de junio
ENGAÑO
Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su co-
razón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará
contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no
por mano humana. Daniel 8:25.
179
23 de junio
TEN FE
Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón
esforzado y valiente. Jueces 6:12.
180
24 de junio
CONFÍA
Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confir-
ma a tus hermanos. Lucas 22:32.
¿C ómo haces para tener fe? ¿Cómo haces para seguir esperando, cuan-
do nada de lo que esperas sucede? Si, al menos, existiera en el aire un
tímido olor a promesas que se cumplen; pasos lejanos de la persona amada,
que regresa. Si crujiera alguna hoja seca a tus espaldas, diciéndote que has
recuperado la audición perdida. Pero, nada de lo que esperas sucede; y escu-
chas, desanimado, lo que las demás personas cuentan acerca de los hechos
extraordinarios que Dios obra en su vida.
El otro día, alguien me dijo: “Tengo la impresión de que cuanto más es-
pero en Dios, él más se olvida de mí”. Jesús sabía que ese tipo de pensamien-
tos iba a asaltar muchas veces la mente de sus hijos. Por eso, un día aseguró
a Pedro: “He rogado por ti, para que tu fe no falte”.
La fe es confianza. Cuando tú conoces a una persona, sabes que puedes
confiar en ella; tienes la seguridad de que no te fallará. Puede, incluso, de-
morar por circunstancias que después sabrás, pero estás seguro de que no te
fallará. La conoces bien.
Esto te conduce de nuevo a Jesús. No es posible tener fe en Jesús y en sus
promesas, si no convives a diario con él. Esa convivencia te lleva a conocerlo.
Y entonces tienes la seguridad de que, aunque aparentemente sus promesas
demoran, él no te abandonó. Está ahí, cerca de ti, esperando el momento
oportuno para mostrarte la salida.
Me anima la idea de saber que Jesús está en este momento rogando al
Padre por mí, para que mi fe no falte. Es que la única manera de ser feliz, en
este mundo de tinieblas, es saber que, aunque se demore, la luz del nuevo día
brillará.
Jesús le dijo más a Pedro. Le dijo que otra de las maneras de sentir menos
el dolor y las dificultades es estar ocupado en testificar a los demás respecto
del amor de Dios: “Una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Una vida cen-
trada en uno mismo es, con frecuencia, una vida llena de ansiedad. Cuanto
más miras al reloj, pareciera que el tiempo no corre; pero, cuando te olvidas
de la hora y empiezas a trabajar, el tiempo vuela.
Haz de este un día más de convivencia con Jesús y de servicio a las per-
sonas. No temas de nadie ni de nada; no desesperes, si las cosas que esperas
todavía no sucedieron. Y toma las palabras de Jesús como si fuesen para ti:
“Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a
tus hermanos”.
181
25 de junio
O ERES O NO ERES
Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid
higos? Así también ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce.
Santiago 3:12.
182
26 de junio
EL AMOR
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece. 1 Corintios 13:4.
183
27 de junio
DEPENDENCIA Y PLENITUD
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en
él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Juan 15:5.
E n esta vida, todo pasa. Pasa el tiempo, el verano, la época de las lluvias,
las palabras... en fin. Un día, te miras en el reflejo del agua, y descubres
que la juventud también pasa.
El otro día, alguien me dijo: “Siempre me decían joven. Joven para aquí;
joven para allá... Hasta que un día me sorprendí cuando una buena señora,
en el mercado, me llamó señor. Entonces corrí a casa, me miré en el espejo,
y descubrí, espantado, que la señora tenía razón. ¡Yo había dejado de ser un
joven! Me había vuelto un señor”.
Desdichadamente, cuando se es joven, da la impresión de que la juven-
tud es eterna; que las oportunidades estarán siempre allí, al alcance de las
manos. Tal vez por eso, un poeta renegado escribió: “La juventud es un don
precioso que se desperdicia en la mano de los jóvenes”.
¿Qué hacer para que, al llegar a los años maduros, puedas mirar para
atrás y saber que valió la pena haber vivido? El versículo de hoy trae la res-
puesta. ¿Quieres frutos? ¿Plenitud de frutos? ¿Frutos abundantes? Entonces,
recuerda que “Yo soy la vid”, dice Jesús; tú solo eres la rama. Una rama se-
parada de la vid está condenada al fuego; para nada sirve. Pero, una rama
conectada a la vid recibirá vida, y el resultado será fruto abundante en todas
las áreas.
La palabra que destaca en el versículo de hoy es el verbo “permanecer”.
Expresa continuidad, durabilidad, persistencia; lo contrario a fugacidad o
intermitencia. El secreto de una vida plena es la permanencia. “Permaneced
en mí” indicó Jesús. ¿Cómo se permanece en Jesús? Buscándolo todos los
días, abriéndole el corazón cada mañana y diciéndole: “Señor, yo no sé vivir
solo. Necesito de ti. Enséñame a caminar por los caminos de victoria”. Esto
significa renuncia del propio yo y dependencia de Jesús. Una dependencia
que, lejos de llevarte a la esclavitud o al servilismo, te conduce a la realiza-
ción y a la vida llena de significado.
Hoy puede ser la media vuelta de tu vida. Si hasta aquí sientes que tus
esfuerzos son infructuosos; si trabajas con ahínco, pero nada da resulta-
do, conéctate a Jesús. Aprende a depender de él, y prepárate para los frutos
abundantes, porque él dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer”.
184
28 de junio
¿VACÍO?
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma, no pueden matar;
temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
infierno. Mateo 10:28.
D olores llegó a la casa cansada del trabajo, y encontró las luces apagadas,
un silencio atemorizante, profundo; y las cosas bañadas de soledad.
Antes de encender la luz, trató de escuchar. Nada. Solo el vacío; ese vacío que
duele en el interior y va creciendo lentamente, hasta llegar a los ojos.
Hacía dos años que había salido de la casa de sus padres, esperando en-
contrar su “espacio”. Ahora tenía “demasiado” espacio, aunque su departa-
mento, de un solo ambiente, era pequeño.
Aquello que la joven abogada llamaba “su espacio”, en realidad era liber-
tad para vivir sin restricciones. Le molestaba que los padres le estuviesen ha-
blando de lo que debía o no debía hacer. Se consideraba lo suficientemente
grande como para escoger su propio camino. Y lo hizo.
Al principio, todo le parecía fascinante: tenía un buen empleo, automóvil
propio, y estaba pagando el pequeño departamento que comprara. Vivía una
vida sin reglas; no quería siquiera oír hablar de ellas. Se dejaba llevar por el
instinto. Y empezó a experimentar sensaciones que jamás imaginó que exis-
tiesen.
Pero, los días fueron pasando. Y las cosas empezaron a parecerle dema-
siado huecas. Esto la llevó a continuar buscando nuevas sensaciones. Pero,
su vida parecía una pompita de jabón: bella y atractiva por fuera, y nada por
dentro.
El vacío de aquella tarde, al llegar a casa, en realidad era el vacío de su
corazón. Físicamente, todo le iba bien; interiormente, se caía a pedazos, y se
negaba a aceptarlo.
Cuando el Señor Jesús, en cierta ocasión, dijo que no se debía temer a los
que matan el cuerpo, sino al que mata el espíritu, estaba hablando justamen-
te de lo que Dolores sentía. Las grandes necesidades no son las del cuerpo.
Lo que da sentido a las consecuciones materiales es la satisfacción interior. Y
esa satisfacción solo puede proporcionarla Jesús.
La soledad del espíritu, el hambre del corazón y la sed del alma son expe-
riencias tan traumáticas que transforman la vida en una rutina torturante y
sin sentido, capaz de anular, incluso, las ganas de vivir.
Por eso, hoy, acuérdate de las palabras de Jesús: “Y no temáis a los que
matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que
puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.
185
29 de junio
186
30 de junio
¿HASTA CUÁNDO?
Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo
desechado para que no reine sobre Israel?
Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén,
porque de sus hijos me he provisto de rey. 1 Samuel 16:1.
S amuel era un profeta. Pero, también era un ser humano. Los profetas
eran personas, con todas las virtudes y los defectos de cualquiera. Su
amigo, el rey Saúl, había sido destituido, por Dios, del trono. Continuaba en
el cargo pero, para el Señor, era como si él no existiese. Y Samuel lloraba, por
causa de la nostalgia; tal vez, por miedo del futuro. Quién sabe.
Dios sí sabía el motivo de la tristeza del profeta. A pesar de los designios
divinos, y aunque Dios no aceptaba más a Saúl como rey, Samuel se aferraba
del pasado y se negaba a entender que las cosas cambian, y que era necesario
avanzar.
Una noche, Dios habló con Samuel y le preguntó: “¿Por qué lloras?” Cada
vez que Dios pregunta algo al ser humano, no es porque no sepa, sino por-
que desea que el hombre piense; pensar es la mejor manera de entender. La
intención de Dios era que Samuel entendiese que la vida tiene etapas. Es
triste cuando el adulto se comporta como niño o cuando el joven tiene la
actitud de un anciano.
La etapa de Saúl había pasado; la causa de su destitución no es tema de
este devocional. El pensamiento que deseo destacar es que había llegado la
hora de terminar una etapa y comenzar otra. Pero el profeta se resistía a
hacerlo.
Existen personas para quienes los tiempos antiguos siempre fueron me-
jores. Puede ser. El asunto no es si antes fue mejor o peor; lo que importa
es que el presente está en tus manos y es necesario vivirlo. Cada vez que
vives el presente mirando hacia el pasado, corres el riesgo de chocar contra
cualquier obstáculo. Hay mucha gente herida porque no miró para el frente.
Trató de vivir el presente con la mirada hacia atrás.
Hoy puede ser un día diferente para ti. Todo día puede serlo. Observa
que, aunque la luz del sol es la misma todos los días, siempre existe un nuevo
matiz en cada amanecer.
Por lo tanto, prepárate para los grandes desafíos y las victorias que el
Señor Jesús preparó para ti. Pero no olvides lo que Dios preguntó a Samuel:
“¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine
sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, por-
que de sus hijos me he provisto de rey”.
187
1º de julio
¡RESCATADOS!
Y sabiendo que fuisteis rescatados [...] no con cosas corruptibles [...]
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha
y sin contaminación. 1 Pedro 1:18, 19.
188
2 de julio
ÁNGELES
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor
de los que serán herederos de la salvación? Hebreos 1:14.
189
3 de julio
NUEVA CRIATURA
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17.
190
4 de julio
¿BUENO O MALO?
Y dijo Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el
bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también
del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Génesis 3:22.
REFLEXIONA
En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera.
Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle
después de él. Eclesiastés 7:14.
192
6 de julio
A SU DEBIDO TIEMPO
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,
nacido de mujer... Gálatas 4:4, 5.
TIEMPO DE GUARDAR
Tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar,
y tiempo de desechar. Eclesiastés 3:6.
194
8 de julio
LA RESURRECCIÓN
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá. Juan 11:25.
195
9 de julio
196
10 de julio
¿CÓMO PODRÍA?
No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reser-
vado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este
grande mal y pecaría contra Dios? Génesis 39:9.
197
11 de julio
NO ME ACORDARÉ
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo,
y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25.
A quella tarde, mientras el sol se ocultaba, se iba también la vida del conde
de Polignac: había traicionado al emperador Napoleón, a pesar de los
muchos favores que había recibido del temido conquistador; la cabeza del
traidor estaba destinada a la horca. La prueba de su traición era una carta, en
la cual el conde se comprometía en un complot político.
Desesperada e intentando salvar la vida de su esposo, la señora Polignac
solicitó una audiencia con el Emperador. Envuelta en lágrimas, alegó que las
acusaciones en contra de su esposo eran falsas.
–¿Conoces la firma de tu marido? –le preguntó el soberano.
Y, sacando la carta de su bolsillo, la puso ante los ojos de la señora. La
mujer empalideció, y cayó desmayada.
Al recuperarse, la desesperada mujer cayó a los pies del Emperador y
pidió perdón. La historia narra que Napoleón, compadecido, le entregó la
carta diciendo:
–Tómala. Es la única evidencia legal que existe en contra de tu marido.
Hay un fuego aquí, al lado: quémala. No habiendo pruebas, no habrá culpa.
La señora tomó aquella prueba de culpabilidad y la entregó a las llamas. La
vida de Polignac y su honor estaban a salvo, fuera del alcance de la justicia.
Eso es lo que hizo el Señor con nuestros pecados. Tomó nuestras rebelio-
nes y pagó nuestra deuda. Y afirma que lo hizo por su propio nombre. ¿Por
qué? Porque el enemigo lo acusó de ser un Dios abusivo y dictador, incapaz
de perdonar. Pero, con su muerte en la cruz, Jesús limpió la afrenta a su
nombre, y mostró delante del universo que él podía respetar el principio de
su Ley quebrada y, al mismo tiempo, perdonar al pecador.
El perdón que Jesús ofrece no es simplemente una declaración que nos
libera de la culpa sino un sacrificio sustitutivo, mediante el cual la deuda
queda completamente paga. Nada se debe a la justicia: la misericordia pagó
el precio. Es por eso que, en la cruz, la misericordia y la justicia se besaron.
Sal hoy, depositando tu confianza en ese amor maravilloso de Jesús. Y
recuerda su promesa: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí
mismo, y no me acordaré de tus pecados”.
198
12 de julio
INTERCEDE
El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,
habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de
sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Hebreos 1:3.
199
13 de julio
SUJECIÓN
Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo,
que no sean respondones. Tito 2:9.
200
14 de julio
CONSULTA A DIOS
Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos?
¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los
entregaré en tus manos. 1 Crónicas 14:10.
ENEMIGOS, ENEMIGOS
Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó
para que no edificara. Esdras 4:4.
J udá tenía una misión delante de sí: edificar el Templo, que había sido des-
truido por los invasores y se encontraba en escombros. A Dios no le gusta
ver nada en escombros: cuando la Creación salió de sus manos, era “buena
en gran manera”. Pero, luego apareció el enemigo y desfiguró la Creación;
desde aquel día, ha estado arruinando todas las cosas buenas.
En los tiempos de Judá, se presentó en la forma de ejército babilónico, y
llevó cautivo al pueblo. Dejó en escombros la ciudad y el Templo. El Templo,
en aquellos días, era símbolo de la presencia de Dios. Él había dispuesto: “Y
me harán un santuario y Yo habitaré en medio de ellos”. El Santuario, en es-
combros, simbolizaba la falta de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
Dios nunca está conforme cuando su pueblo vaga, errante, sin él. Por eso,
envió a Nehemías; su misión era reconstruir la ciudad y el Templo. Pero, el
enemigo no estaba satisfecho con eso. Entonces, sucedió lo que narra el texto
de hoy.
El enemigo entró en el corazón del pueblo de aquella tierra, y trató de
atemorizar al pueblo de Dios, con la intención de que el Templo no fuese
reconstruido.
¿Qué es lo que necesita ser reconstruido en tu vida? ¿Un sueño marchi-
tado por el tiempo? ¿Tu vida profesional, destruida por una insensatez? ¿Tu
hogar? ¿Tus valores y principios? Ten en cuenta que la reconstrucción no es
una tarea fácil. Destruir, sí lo es: basta tomar una maza y dar golpes a diestra
y siniestra; no requiere de habilidad ni de preparación, solo es necesario
golpear.
Reconstruir es diferente. Requiere de habilidad, paciencia, persistencia y
valor. Los enemigos aparecerán. Te criticarán; dirán que estás desperdician-
do el tiempo y que jamás lograrás tus objetivos.
Pero, a pesar de eso, es necesario seguir adelante. Nada puede detenerte,
si colocas tu vida y tus proyectos en las manos de Dios.
Por eso, hoy, sal decidido a reconstruir aquello que el pecado ha destrui-
do. Sueña; sueña alto. ¡No te conformes con poco! Fuiste colocado por Dios,
en este mundo, para ser un reconstructor de vidas. Y, en esa misión, no estás
solo: el Señor está contigo. Pero, recuérdate: “El pueblo de la tierra intimidó
al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara”.
202
16 de julio
PENSAMIENTOS DE PAZ
No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda
has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
Salmo 27:9.
J ulio abrió la caja con cuidado e intriga: era un regalo que, según los pri-
mos, el tío José le había dejado antes de fallecer. A Julio le pareció curioso
que el tío se hubiese acordado de él ya que, en vida, daba la impresión de que
no sentía ningún afecto por el sobrino.
Dentro de la caja, encontró un par de guantes forrados en piel. Como
vivía en un clima tropical, no necesitaba de los guantes, y los guardó en una
gaveta. Con el tiempo, se olvidó de ellos. Algún tiempo después, lo llamaron
para trabajar en una ciudad de clima frío, y entonces se acordó de los guan-
tes. ¡Al fin daría uso a un regalo que siempre consideró una burla del tío!
Al colocar la mano en uno de los guantes, sintió algo que incomodaba el
dedo pulgar. Sorprendido, vio que era un billete, enrollado, de cien dólares.
Revisó los otros dedos del guante, y descubrió que en cada uno de ellos había
un billete de cien dólares. Los billetes habían estado allí todo el tiempo, pero
él no se había dado cuenta.
El primer pensamiento que surgió en la mente de Julio fue de arrepenti-
miento: ¡había estado equivocado todo el tiempo! Creía que el tío se burlaba
de él y, por el contrario, el anciano, que no había sido un hombre rico, le
estaba dejando una buena herencia.
Es el riesgo que los seres humanos corremos: cada vez que el dolor toca
a la puerta de tu corazón, piensas que Dios se ha olvidado de ti o que no le
importas. El texto de hoy muestra la oración de David, en ese sentido: él
pensaba que, en el momento del sufrimiento, Dios lo abandonaba.
Un día, en el Reino de los cielos, con seguridad serán aclaradas muchas
cosas. Entonces entenderás que, todas las veces que pensaste que Dios te
había dejado, estaba más cerca de ti de lo que tú podías imaginar.
Por eso hoy, sal para afrontar los trabajos que te esperan seguro del amor
de Dios. Puede haber neblina o lluvia torrencial; puede brillar el sol o no.
Pero, nada de lo que te hace sufrir nace en la mente divina; no creas que Dios
te está castigando por algo. No digas: “No escondas tu rostro de mí. No apar-
tes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares,
Dios de mi salvación”.
203
17 de julio
204
18 de julio
¿ESTÁ CONTIGO?
Y Jehová me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, pues no estoy entre
vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos.
Deuteronomio 1:42.
205
19 de julio
¡TRABAJA!
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra. Éxodo 20:9.
EL NOMBRE DE JESÚS
Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el
nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a
quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra
presencia sano. Hechos 4:10.
207
21 de julio
LA SOMBRA
Tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y
lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre
alguno de ellos. Hechos 5:15.
IMPIEDAD
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e
injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.
Romanos 1:18.
RECONCILIACIÓN
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. 2 Corintios 5:18.
210
24 de julio
FORTALECIDOS
Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y longanimidad. Colosenses 1:11.
E l escritor griego Esopo, que vivió allá por el siglo VI, cuenta la historia
de un anciano león que, incapaz ya de obtener alimentos por sus propios
medios, decidió valerse de la astucia, para sobrevivir. Se dirigió, entonces, a
una cueva, y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo.
Los animales, conmovidos al ver al rey enfermo, iban a visitarlo; pero, él los
atrapaba y se los comía. Un día, la zorra fue a verlo y, sin entrar en la cueva,
desde una distancia prudencial le preguntó:
–¿Cómo está su salud, señor león?
El rey de los animales, jadeante y cansado, le pidió:
–¿Por qué no entras a visitarme?
–Claro que entraría –le respondió la zorra–, si no viera que todas las
huellas entran, pero no hay ninguna que salga.
El enemigo de Dios actúa como el león: finge, disfraza, engaña y seduce.
Te hace creer que el poder combina con los gritos y los golpes; te hace pensar
que la fuerza está relacionada con el dominio, el abuso y el maltrato. Pero
Pablo, en el texto de hoy, afirma que la “potencia de su gloria” sirve para toda
paciencia y longanimidad.
Los caminos de Dios son diferentes de los senderos establecidos por el
príncipe de las tinieblas de este mundo. El Señor Jesucristo murió, y no obs-
tante venció. Los hombres pensamos que la muerte es derrota. El Príncipe
del universo se humilló y fue exaltado; pero los seres humanos pensamos
que la exaltación está relacionada con palco, luces y aplausos.
El consejo de hoy es que, a fin de percibir la vida desde la perspectiva di-
vina, es necesario ser fortalecidos por Jesús. Eso significa vivir en comunión
diaria con él; convivir minuto a minuto, día a día, mes tras mes, hasta que el
carácter del Maestro sea reproducido en nosotros.
Que este sea un día de sumisión y de entrega al poder divino. Que el
compañerismo con Jesús sea la gran preocupación de tus horas; y que el
carácter de Jesús, reflejado en tu vida, sea una inspiración para los que están
a tu lado.
Sal, determinado a enfrentar los embates de la vida en el nombre de Je-
sús. Y sé “fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y longanimidad”.
211
25 de julio
EXTRAÑOS
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en
vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado.
Colosenses 1:21.
212
26 de julio
FIDELIDAD
Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.
2 Timoteo 2:13.
213
27 de julio
CONOCER A JESÚS
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han
sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel
que nos llamó por su gloria y excelencia. 2 Pedro 1:3.
D ébora llegó a Río Janeiro, sola, agotada y sin ganas de ver a nadie; los
viajes en avión siempre la dejaban así. Había pasado quince horas entre
documentación, maletas y escalas. Lo único que deseaba, en ese momento,
era darse un buen baño y ponerse a dormir. Pero, las cosas sucedieron de otro
modo.
Al salir de la aduana, se aproximó a ella una persona desconocida. Traía
el nombre de la joven ejecutiva, escrito con letras grandes en una lámina de
cartulina.
–¿Señorita Paredes? –preguntó, a modo de saludo.
Ella asintió. Supuso que aquella era la persona enviada por la empresa y
entró en el automóvil negro, que la esperaba fuera del aeropuerto. Ese fue el
inicio de una noche de pesadilla, de terror y de muerte.
Su tragedia fue no conocer. Conocer es indispensable: la ignorancia puede
conducirte a la muerte. Débora no sabía a quién seguía ni en quién confiaba.
San Pedro, en el versículo de hoy, afirma que todo lo relacionado con la vida y
las cosas buenas que existen en este mundo “nos han sido dadas por su divino
poder”.
¿A qué se refiere Pedro? Al poder maravilloso de Jesús. Pero, añade, tú solo
lo recibirás si lo conoces; porque todo eso “nos fue dado mediante el conoci-
miento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”.
Hay mucha cosa buena esperando por ti en esta vida. Todo eso proviene
de las manos de alguien que te ama y desea conducirte a la vida. Pero, también
existe mucha cosa engañosa, espejismo barato e ilusión traicionera, ofrecidos
por alguien que intenta conducirte a la muerte. “No todo lo que brilla es oro”:
hay metal que reluce, y en poco tiempo solo es óxido venenoso.
El secreto de la vida es conocer. Por eso, Jesús dijo cierta vez: “Y esta es la
vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quién
enviaste”.
La tragedia de Débora fue no conocer a la persona a quien seguía. Ella ya
no está viva, para enmendar su decisión; tú, sí. Continúas vivo y puedes eva-
luar tus decisiones: ¿A quién sigues? ¿En quién confías?
No salgas hoy a enfrentar los trabajos diarios sin responder esta pregunta.
Porque “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó
por su gloria y excelencia”.
214
28 de julio
BURLADORES
Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores,
andando según sus propias concupiscencias. 2 Pedro 3:3.
P or los pasadizos secretos del alma o por los pantanos traicioneros del es-
píritu, a través de generaciones, transitan en tropel los temores. Vienen
atraídos por las historias que la mente arranca de lugares lejanos e ignotos.
Comienzan a arribar cuando cae el sol, silenciosamente... Se sientan for-
mando círculos y perturbando la paz.
Existe gente que no logra dormir; los somníferos resultan insuficientes
para ahuyentar los temores que tomaron de asalto la ciudadela del corazón.
El salmista David sabía bien lo que era eso: huía de un enemigo real; el
rey Saúl deseaba destruir al joven que Dios había escogido para ser su su-
cesor. El monarca no aceptaba que había pasado su oportunidad. El poder
tiene la capacidad de enviciar a la persona: quien lo tiene, no quiere perderlo
y hace cualquier cosa con tal de conservarlo.
David huía, andando por el desierto y durmiendo en cuevas. Aquellas
noches, solitario y perseguido, supo lo que era el miedo. Pero descubrió,
también, lo que significa tener un Protector como el Dios Todopoderoso, a
quien había decidido servir.
El salmo 91, de donde extraje el texto para el devocional de hoy, es un
salmo de confianza, y sirve de inspiración para todos aquellos que, de una
forma o de otra, enfrentan enemigos reales o imaginarios. El miedo paraliza,
te incapacita para avanzar, te hace retroceder; te quita, poco a poco, hasta las
ganas de soñar y de vivir.
Lo llaman depresión: son miedos que la mayoría de las veces no tienen
razón de ser; pero el espíritu tiene sus pantanos, oscuros e incomprensibles.
Si es de día, sufres porque es de día y, cuando la noche llega, los temores
continúan.
El consejo del salmista es que, si vas a esconderte bajo las alas de tu Pro-
tector, no tienes razón para vivir angustiado. Nada de lo que te hagan tocará
tu vida, ni siquiera las fuerzas de las tinieblas.
Por eso, hoy, sal a correr detrás de tus deberes diarios seguro de que tu
vida está escondida en Jesús. Si es así: “No temerás el terror nocturno, ni
saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad
que en medio del día destruya”.
217
31 de julio
VICTORIA FINAL
Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra. Filipenses 2:10.
218
1º de agosto
HAYA LUZ
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Génesis 1:3.
219
2 de agosto
¡APRENDE A PEDIR!
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá. Mateo7:7, 8.
220
3 de agosto
EN TODO
Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios
arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.
Deuteronomio 4:39.
E n las instalaciones internas del ala nacional del aeropuerto Benito Juárez,
de México, se encuentra el “Taba bar”, un restaurante en el cual las per-
sonas comen algo mientras esperan su vuelo.
Faltan dos horas para el mío; voy a Minatitlán, en el Estado de Vera-
cruz. Mientras llega la hora, abro la computadora y escribo este devocional.
“Aprende y reflexiona”, aconseja el versículo. El aprendizaje es el resultado de
la reflexión: no existe aprendizaje sin reflexión. Pero, vivimos en un mundo
apresurado y no hay tiempo para detenerse y pensar por qué las cosas son
como son, o qué lecciones podemos aprender de lo ocurrido.
El consejo de hoy es que debemos reflexionar y aprender que el funda-
mento de una vida realizada y feliz es saber “que Jehová es Dios, arriba en el
cielo y abajo en la tierra, y no hay otro”.
Simple. Y, al mismo tiempo, complicado. Simple, para el alma sencilla
que abre el corazón a Dios; complicado, para la mente extraviada en los
laberintos del racionalismo.
Con frecuencia, Dios permite que el ser humano siga su propio rum-
bo. No discute con él; lo deja avanzar por los caminos arriesgados que su
naturaleza escoge. Quisiera intervenir, detenerlo, decirle: “Hijo, ese camino
te va a llevar a la destrucción”. Pero, no puede: te dio libertad, incluso para
abandonarlo, consciente de la temeraria actitud que escogiste.
Sería tan fácil buscar a Dios y tomar en serio sus enseñanzas; pero, el
hombre moderno prefiere escoger sus propios dioses: pequeños, manipula-
bles; dioses de plástico, incapaces de determinar lo que es bueno o malo. Que
se limitan a dar el visto bueno al extravío humano.
“Reflexiona y aprende”, es el consejo de hoy. Detente. Deja de correr
como si tuvieses miedo de tu propia sombra. Piensa en la manera en que
estás viviendo. Reflexiona. Vuelve a pensar una y otra vez.
Si lo haces, tus noches tendrán el brillo de las estrellas, y tus días, el res-
plandor del sol. Verás que vale la pena vivir, aunque el dolor toque a la puer-
ta de tu corazón; aunque las dificultades aparezcan como nubes cargadas de
lluvia. Aprenderás a sonreír mientras los otros lloran, y a tener esperanza
cuando los demás desesperan.
Por eso, hoy, no empieces el día sin recordar la amonestación divina:
“Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en
el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro”.
221
4 de agosto
CONTIGO
Estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre
se divulgó por toda la tierra. Josué 6:27.
222
5 de agosto
¿NO TE COMPRENDEN?
Y Ana le respondió diciendo: no, señor mío; yo soy una mujer atribu-
lada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi
alma delante de Jehová. 1 Samuel 1:15.
223
6 de agosto
VINO
Y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret,
para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas,
que habría de ser llamado nazareno. Mateo 2:23.
224
7 de agosto
¡ARREPENTÍOS!
Y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Mateo 3:2.
L a voz que clamaba en el desierto era la voz de Juan. Su mensaje era di-
recto, claro, sin medias palabras. Él no estaba preocupado en ser po-
líticamente correcto. Tampoco era grosero, al punto de no considerar los
sentimientos de las personas. Era un hombre de Dios, y sabía que su misión
era preparar el terreno para la llegada de Jesús. Su mensaje era el arrepenti-
miento. “Arrepentirse”, en griego metanoeo, significa cambiar de manera de
pensar; dar media vuelta; reconocer que la senda que estás siguiendo está
equivocada y regresar.
Para los judíos, significaba volverse a Dios. ¿Por qué volverse? Porque te
hiciste tuyo, cuando perteneces a Dios; te apoderaste de la vida que el Señor
solamente te prestó. Dijiste, como el hijo pródigo: “Dame la parte de la ha-
cienda que me pertenece”, cuando nada es tuyo en realidad.
Pero, el pensamiento del texto de hoy no es solamente un llamado al
arrepentimiento, sino también muestra el secreto para el arrepentimiento.
Porque el arrepentimiento genuino no es fruto del esfuerzo humano; nin-
gún ser humano es capaz de reconocer que está errado y, mucho menos, de
dar media vuelta. El ser humano es terco, por naturaleza. Y torpe. Porque,
aunque sus intenciones sean las mejores, solo corre detrás de lo que le causa
dolor.
Juan enseña que el arrepentimiento es el resultado del acercamiento del
Reino de los cielos; los otros evangelistas llaman, al Reino de los cielos, “Rei-
no de Dios”. El Bautista se refiere a Jesús: Jesús se acerca, y el resultado es el
arrepentimiento. La iniciativa es divina; el Señor no me deja abandonado a
mi triste decisión. Es verdad que yo había escogido el camino del mal, pero
Jesús se acerca, el Reino de los cielos viene a mí, con el fin de mostrarme
cuán insensato soy, y para mostrarme un camino mejor.
No intentes cambiar de vida solo; no lo lograrás. Morirás, sangrando, en
el desierto de tus buenas intenciones. Simplemente, permite que el Señor
te alcance. ¡Deja ya de correr! ¡No te escondas en tu moralismo, ni en tus
promesas ni en tu dominio propio! Solo déjate encontrar, porque desde la
eternidad Jesús salió a buscarte.
Enfrenta este nuevo día confiando en Jesús, y no en ti. Permite que el Se-
ñor trabaje en ti y por ti. Recuerda el mensaje de Juan: “Arrepentíos, porque
el reino de los cielos se ha acercado”.
225
8 de agosto
ESCRITO ESTÁ
Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está:
Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. Mateo 4:10.
226
9 de agosto
227
10 de agosto
CADA DÍA
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Mateo 6:11.
228
11 de agosto
¡ÁMATE!
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mateo 22:39.
E sta es una orden divina: ama a Dios, pero ámate también a ti. Si no te
amas tú mismo, no podrás amar a los demás. Pero, amarse a sí mismo
con equilibrio resulta difícil, después de la entrada del pecado en este mun-
do. ¡Necesitas sentirte digno de ser feliz y de realizarte como persona! Parece
fácil, pero no lo es: implica reconocerte en condiciones de ser querido tal
como eres.
El pecado hace dos cosas terribles: o te lleva a creer que eres el centro del
universo o hace que te sientas sin ningún derecho de ser feliz. Existe mucha
gente que, cuando se mira en un espejo, no puede evitar compararse con los
demás, y cree que no vale nada y que no sirve para nada. Eso es lo que apren-
dió, desde niño, con la ayuda de padres exigentes que, a veces, le enseñaron
a compararse con los demás.
Lo triste de todo esto es que el cuerpo expresa constantemente lo poco
que te quieres con malestares y enfermedades. Los problemas de relación
también son una evidencia de falta de autoestima, porque lo que haces con-
tigo mismo lo haces también con los demás. Gente querida, que vive a tu
lado, termina siendo víctima de tu frustración y tu descontento.
Si no te amas a ti mismo, ¿cómo estarás siempre conforme, disfrutando
de la vida y valorizando a los demás?
Tu vida se transformará en un calvario de calamidades y en una cadena de
desencuentros, errores, fracasos y accidentes, que te harán sentir miserable.
Todo lo que parece estar mal a tu alrededor es resultado de un proceso
autodestructivo inconsciente, de una forma de pensar negativa que solo crea
problemas.
Pero, la buena noticia es que Jesús vino a este mundo no solo a morir
por tus pecados, sino también a devolverte el equilibrio de tu valor. Ama a
Dios con todo tu corazón, y el resultado natural de esa entrega será tu propia
valorización.
Con este pensamiento en mente, sal para enfrentar las luchas de este
nuevo día. Por donde vayas, valoriza a las personas, reconóceles la dignidad,
enséñales a crecer. Quiere decir, ámate a ti mismo y proyecta, en los demás,
la gratitud que sientes en tu corazón porque Dios te amó primero. No te
olvides, ama a tu prójimo, pero como a ti mismo.
229
12 de agosto
¿QUIÉN ES?
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste,
que aun los vientos y el mar le obedecen? Mateo 8:27.
L a noche estaba oscura; más oscura que nunca. Y había vientos fuertes,
truenos y olas gigantescas: todos los ingredientes necesarios para causar
temor y llevar a la desesperación. Los seres humanos somos así. La natura-
leza pecaminosa nos lleva a buscar las tinieblas pero, al mismo tiempo, las
sombras y la oscuridad nos atemorizan; corremos hacia la tempestad, pero
nuestro espíritu huye de ella. ¡Incoherencias de la vida! Aquella noche, en el
mar de Galilea, los discípulos creyeron que la muerte había llegado. ¡Pobres
seres humanos! Jesús, la propia Vida, dormía en el barco, pero ellos pensa-
ban que la tempestad traía consigo a la muerte.
Muerte y vida; vida o muerte. Son alternativas después de que el pecado
entró. Los discípulos corrieron en dirección de la vida, y rogaron a Jesús:
“Despierta Señor, ¿no ves que perecemos?” Fue entonces que el milagro su-
cedió: Jesús ordenó que el mar se calmase, y la naturaleza obedeció. Los
vientos dejaron de soplar, el mar se aquietó... y el espíritu de los discípulos
se inundó de paz. Pero, al ver el hecho maravilloso, las personas se pregunta-
ron: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”
“¿Quién es este?” Era el propio Creador de los cielos y de la tierra. ¿Por
qué su creación no se sujetaría a él? Pero, lo que me impresiona es que Jesús
no realizó este milagro por medio de su poder divino. Él era Dios; plena-
mente Dios y plenamente hombre. Pero, al venir a la tierra, hizo un pacto
con su Padre: en esta tierra, nada haría sin su consentimiento. Por lo tanto, él
no calmó la tempestad usando de su divinidad, sino por el poder que recibía
del Padre, mediante la comunión y el compañerismo que vivía con él.
Jesús vino a este mundo no solo a enseñarnos que es necesario obedecer,
sino también a mostrarnos el camino que nos lleva a la obediencia: la su-
misión completa a Dios; la entrega de la voluntad a él; la vida de comunión
permanente con la Fuente de poder, que es Dios.
Por eso, hoy, no te asustes por causa de las tormentas que amenazan tu
vida. Tu mar puede estar lleno de oscuridad, vientos fuertes y olas gigantes-
cas. ¿Por qué temer? Busca el poder de Dios en oración, conversa con tu Pa-
dre, y después sal a enfrentar la tempestad, y verás cómo todo se aquieta. Tal
vez entonces los hombres digan también de ti: “¿Quién es este, que hasta los
vientos y el mar lo obedecen?” Y tú responderás: “Es solo un hijo humilde,
que busca al Señor todos los días”.
230
13 de agosto
¡SÍGUEME!
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo,
que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo:
Sígueme. Y se levantó y le siguió. Mateo 9:9.
AUTORIDAD
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad
sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera,
y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Mateo 10:1.
232
15 de agosto
PREPARAR EL CAMINO
Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero
delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti.
Mateo 11:10.
233
16 de agosto
PREDESTINADOS
En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.
Efesios 1:5.
COMPASIÓN DIVINA
Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos,
y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Mateo 14:14.
LA PREOCUPACIÓN DE JESÚS
Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente,
porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer;
y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino.
Mateo 15:32.
J esús no vino a este mundo solo para salvarte del pecado; aunque el pe-
cado sea la causa de todos tus problemas. Cuando no existía el pecado, el
mundo era un mundo perfecto; “bueno en gran manera”, relata el libro de
Génesis. Pero, desdichadamente, el pecado entró, trayendo todas sus con-
secuencias: violencia, injusticia, egoísmo, hambre, soledad, miedo, en fin...
Hoy vivimos en un mundo injusto, plagado de desigualdades; un planeta
en el cual unos pocos desperdician mucha comida y muchos mueren de
hambre.
El peor error que los cristianos podemos cometer, en ese contexto, es el
de pensar que nuestra misión es solo predicar el evangelio de salvación, en el
sentido de solo “portarse bien para llegar al cielo”.
El cielo y la vida victoriosa sobre las tendencias pecaminosas son ver-
dades meridianas; realidades, y no solamente ilusiones o promesas utópi-
cas. Pero, la salvación es mucho más que solo esperar la recompensa eterna
cuando Jesús vuelva: tiene que ver, también, con el vivir cotidiano del ser
humano, mientras aguardamos el día esperado del retorno de Jesucristo.
El versículo de hoy nos muestra la preocupación divina con las necesi-
dades humanas. Podría haber resultado fácil, para Jesús, predicar las buenas
nuevas del Reino celestial y dejar que las personas resuelvan su problema
de falta de alimento. Pero, él consideró: “Ellos no han comido durante tres
días y no quiero enviarlos así, para que se desmayen en el camino”. Este es el
Dios del evangelio completo. Él sabe que las personas no pueden entender
las verdades espirituales, mientras el estómago les ronronea de hambre.
Pero el otro error, igualmente fatal, que podemos cometer es el de pen-
sar que la misión de la iglesia es transformar la estructura social injusta de
nuestros días, olvidándonos de que la raíz de los problemas humanos no es
la estructura social, sino el problema del pecado.
Haz de este un día de justicia: alimenta al pobre, calma la sed del sedien-
to, preocúpate por el que sufre a tu lado. Olvídate un poco de tus problemas
y piensa que, en esta vida, siempre hay alguien en peor situación que tú. Y
recuerda que “Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la
gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y
enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino”.
237
20 de agosto
HIJOS DE DIOS
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Romanos 8:14.
238
21 de agosto
239
22 de agosto
E l versículo de hoy tiene que ver con el encuentro entre Jesús y el joven
rico. Sucedió en Jericó. El Maestro ya se iba, cuando un joven salió de
entre la multitud, se arrodilló ante Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué haré
para heredar la vida eterna?” La respuesta fue: “Vende lo que tienes y dalo a
los pobres”.
Aquel joven tenía el corazón embargado de amor por el dinero; vivía en
función de las cosas materiales. Pero, acariciaba inquietudes espirituales:
anhelaba entrar en el Reino de los cielos, pero no conocía el camino. En-
tonces, Jesús procuró enseñarle la más importante de las lecciones que el
cristiano necesita aprender: el cristianismo es vivir una vida de amor con
Jesús, y el resultado de esa experiencia de amor será la perfección.
Tal vez, tú respires aliviado, en este momento, pensando que el consejo
de Cristo no te sirve, porque tú no tienes mucho dinero. Bueno, el proble-
ma de aquel joven era el dinero; pero, todos tenemos el corazón cargado de
alguna preferencia, que no siempre es Jesús. De modo que el mensaje es: no
vale mucho la pena que quieras ser un buen cristiano, si no tienes la seguri-
dad de que te has enamorado de Jesús.
El amor debe ser la motivación; es por amor que haces o no haces. El
cristianismo no consiste solamente en portarse bien y cumplir todo lo que la
iglesia espera de ti: tu motivación debe ser el amor de Dios. “Dame, hijo mío,
tu corazón, y que tus ojos se fijen en mis caminos”, aconseja Dios. Pero, si
no has entregado el corazón a Jesús; si tus sentimientos no son enteramente
suyos; si todo tu ser no vive en función del amor que él te inspira, tu vida
será simplemente un conglomerado de deberes y de obligaciones. No serás
feliz, y aprovecharás cualquier motivo para abandonarlo todo.
Haz de este un día de entrega al Señor. Entrégale el corazón; solo Jesús
puede colocar, en ti, las motivaciones correctas. Y, cuando te hayas enamora-
do de él, verás que todo lo que antes te parecía hueco y sin sentido empieza a
cobrar significado. Y entenderás lo que Jesús quiso significar, al afirmar que
vino a este mundo con el fin de que tengas vida, y la tengas en abundancia.
Parte para tus obligaciones diarias; pero, recuerda el consejo divino: “Si
quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo; y ven y sígueme”.
240
23 de agosto
DECISIÓN
Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros;
porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. Mateo 20:16.
241
24 de agosto
242
25 de agosto
¡CERCADO!
Entonces se fueron los fariseos y consultaron
cómo sorprenderle en alguna palabra. Mateo 22:15.
243
26 de agosto
EL CAMINO DE LA GLORIA
Porque el que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido. Mateo 23:12.
244
27 de agosto
¿QUÉ SEÑAL?
Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le
acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué
señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Mateo 24:3.
245
28 de agosto
PRIMERO LO DE ADENTRO
¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato,
para que también lo de fuera sea limpio. Mateo 23:26.
246
29 de agosto
RESPONSABILIDAD PERSONAL
El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre,
ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él,
y la impiedad del impío será sobre él. Ezequiel 18:20.
247
30 de agosto
LO ESCARNECÍAN
Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña
en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él,
le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Mateo 27:29.
U no de los más bellos discursos que escuché fue pronunciado por quien
fuera presidente de la Rep. del Perú, Fernando Belaúnde Terry. Al des-
cender del avión, retornando de Punta del Este después de una reunión de
presidentes en la que había sido ovacionando de pie, pronunció las siguien-
tes palabras: “¿Qué me aplaudes, pueblo peruano, si fui a Punta del Este
porque tú me enviaste? ¿Y qué laureles me alcanzas, si tú te los ganaste?”
¡Extraordinario! ¡Una joya del discurso! Expresa el valor de una corona de
laureles: los seres humanos la buscan desesperadamente porque simboliza
éxito, prosperidad y victoria.
Pero, Jesús vino a este mundo a recibir una corona de espinas, que sim-
boliza dolor, sufrimiento y vergüenza. Y lo importante es que, al dejar sus
mansiones celestiales y descender a este mundo manchado por el pecado,
Jesús sabía a lo que estaba viniendo; sabía lo que le esperaba. Y así mismo,
vino.
Desde su niñez, el Salvador del mundo sabía que el camino por recorrer
estaba alfombrado de lágrimas y aflicciones; a fin de cuentas, eso es lo que
el pecado había introducido en este mundo. ¿Cómo librarnos de las espinas,
sin sorber el amargo vaso del dolor?
Aquel día, el universo temblaba en todos sus rincones. Los verdugos se
arrodillaban, con sarcasmo, delante de Jesús y lo llamaban rey. Mal sabían
ellos que, un día, se volverán a arrodillar; no más para burlarse de él, sino
para clamar a las rocas y a los montes que caigan encima de ellos y los ocul-
ten de la presencia de aquel que un día despreciaron.
Hoy es el día: o te arrodillas hoy con santo temor y cuando él vuelva te
levantas, alegre, para recibirlo, o te levantas hoy para burlarte y te arrodillas,
en el día final, para reconocer su señorío.
Nadie puede huir; ningún argumento sirve para postergar la decisión.
El Maestro está a la puerta del corazón y llama. Hoy es el día de buena nue-
va: entrégale el corazón mientras eres joven, mientras puedes andar con tus
propios pies. Él está allí, con los brazos abiertos, esperándote. No te olvides:
“Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su
mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo:
¡Salve, Rey de los judíos!”
248
31 de agosto
¿QUÉ HARÁS?
Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le
dijeron: ¡Sea crucificado! Mateo 27:22.
¿P or qué murió Jesús? Él no fue un loco suicida, que había perdido las
ganas de vivir; tampoco era un revolucionario social, que pagó el pre-
cio osado de sus ideas. No fue un delincuente, condenado por sus delitos.
Todo lo que había hecho, mientras vivió en la tierra, fue en favor del ser
humano. Entonces, ¿por qué lo crucificaron?
Cuando, aquella tarde, la multitud gritó: “¡Sea crucificado!”, no estaba
haciendo otra cosa sino cumplir el plan trazado desde antes de la fundación
del mundo: Jesús tendría que morir; el justo tendría que entregar su vida por
los injustos. Era la única manera de salvar al pecador.
El hombre había caído, y estaba condenado a la muerte. No se trataba
solo de la muerte eterna: la vida, en esta tierra, sería, para él, un permanente
morir cada día, lentamente, de a poco... Pero, Jesús nos amó tanto que dejó
todo en el Reino de los cielos, y vino a sufrir la muerte que nosotros mere-
cíamos.
Pasarán los siglos, y la eternidad no será suficiente para entender la in-
mensidad del amor de Dios. ¿Por qué tendrías que vivir, entonces, cargando
el peso de la culpa o pensando que no tienes el derecho de ser feliz? El precio
de tu delito ya fue pagado; tus pecados ya han sido perdonados. Todo lo que
falta es que digas qué harás con Jesús, llamado el Cristo.
Pilato preguntó al pueblo lo que él haría con Jesús. ¿Por qué necesitaba
preguntar? Nadie te puede decir lo que harás con el Maestro; eres la única
persona que puede responder a esta pregunta. ¿Qué harás con su sacrificio?
¿Habrá valido la pena que él muriera por ti?
Es lamentable que, muchas veces, tenemos miedo de asumir la respon-
sabilidad de una respuesta; preferimos que otros decidan. Pero, cuando se
trata de la vida espiritual, nadie puede responder por ti. Jesús ocupó tu lugar
en la cruz, a fin de que tú no le dieses el lugar de tu responsabilidad a nadie.
La respuesta es solo tuya, y de eso depende tu destino eterno.
Hoy es un nuevo día en tu vida. Podrá haber sombras, o tempestad o
truenos, pero es un nuevo día; un día para decidir. Decidir es vivir; o morir:
depende de lo que harás tú con el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.
Sal con este pensamiento, recordando que “Pilato les dijo: ¿Qué, pues,
haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!”
249
1º de septiembre
A SU IMAGEN
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó. Génesis 1:27.
250
2 de septiembre
SIEMPRE A TU LADO
Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube
para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego
para alumbrarles... Éxodo 13:21.
252
4 de septiembre
EL CHEQUE
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová
había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió. Josué 21:45.
253
5 de septiembre
254
6 de septiembre
A quella casa había estado abandonada desde que Elvira tenía memoria.
Todos, en el barrio, la llamaban “La casa encantada”, por su aspecto gro-
tesco, mezcla de moho, misterio y herrumbre. Las malezas crecían en derre-
dor, entre paredes rotas que escondían todo tipo de alimañas.
Elvira había crecido escuchando historias fantasmagóricas respecto de
aquella vieja casona. Ya no era la niña ingenua, que creía todo lo que las
personas decían, pero, por algún motivo que no sabía explicar, la vieja casa
misteriosa seguía infundiéndole temor. Sus temores ocultos eran más fuer-
tes que sus convicciones. Su mente le decía una cosa, pero su cuerpo no
entendía; temblaba cada vez que pasaba cerca, especialmente cuando el sol
se había ido y las sombras bañaban el ambiente con su aire de tristeza.
Pero, los temores de Elvira iban más allá. Empezó a percibir que su vida
parecía una bella mariposa, con miedo de salir de su capullo. Y no era feliz.
Nadie puede serlo, cuando se vive como si se le debiese algo al mundo; como
si respirar fuese inmerecido, sintiendo que todos tienen derecho a sonreír,
menos uno. La joven, de sonrisa triste y ojos almendrados, sabía que en
aquella casa estaban plasmados todos sus temores. Algo le decía que, si lo-
grase entrar en aquellos escombros, sus temores estarían vencidos. Pensó en
David, que con solo una honda y cinco piedrecitas derrotó al gigante Goliat,
y en el nombre de Dios se desafió a sí misma.
Era una noche de cuarto creciente. La luna parecía sonreírle. Hizo una
oración, y partió hacia sus temores ocultos. No fue fácil, pero había enten-
dido que la única manera de vencer los miedos es enfrentarlos. Mientras
huyas de ellos, siempre te perseguirán, y jamás sabrás lo que es contemplar
el nacimiento del sol quebrando el reino de la noche.
Elvira fue; y, a partir de aquel día, siguió yendo. Una victoria la preparó
para otra. Y nunca más volvió a sentir miedo.
¿Cuáles son tus temores? No los niegues; negarlos es seguir escondién-
dote de ellos. Enfréntalos: Dios está a tu lado. “Así venció David al filisteo
con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su
mano”.
255
7 de septiembre
EL AMOR EN ACCIÓN
Dios es amor, y el que permanece en amor, permanece en Dios,
y Dios en él. 1 Juan 4:16.
256
8 de septiembre
257
9 de septiembre
LA MENTIRA
Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido
en la verdad, porque no hay verdad en él. Juan 8:44.
258
10 de septiembre
CON INTEGRIDAD
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma,
y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5.
259
11 de septiembre
TE AMA
Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre,
el cual nos amó y nos dio consolación eterna
y buena esperanza por gracia. 2 Tesalonicenses 2:16.
¡D ios te amó de tal manera que dio a su Hijo unigénito! No existía nada
más grande ni más precioso que pudiera ser dado en tu favor. ¿Por
qué no te dejó Dios abandonado al triste destino de muerte? ¡Por amor!
¡Solo por amor! Un amor que llegó hasta el sacrificio. Era la única manera
de salvarte.
La paga del pecado es la muerte; y ese principio no puede ser ignorado.
Tú y yo habíamos pecado, y merecíamos morir. Pero, Dios nos ama tanto
que entregó a su propio Hijo para que muriese en nuestro lugar. ¡La Cruz es
la más grande expresión del amor de Dios! Allí, el amor divino se escribió
con sangre. Jamás podremos entender la dimensión de ese amor.
Por lo tanto, en las horas de dolor y de tristeza; en las horas en que el
martilleo de la culpa te golpea impiadosamente, piensa en el amor de Dios.
Para él, eres lo más precioso que existe en este mundo: te ama con un amor
infinito. No por lo que eres, sino a pesar de lo que puedas ser. Te amó hasta
la muerte; se entregó como un cordero, silenciosamente, sin emitir un gemi-
do. Éramos tú y yo quienes merecíamos morir en esa cruenta cruz. Pero, su
amor fue más grande que la propia vida. Incluso, porque la vida que nos fue
dada había sido una expresión de su amor.
Cuando Jesús estuvo en este mundo, era la personificación del amor:
el amor hecho carne; el amor que se podía tocar y ver. Mientras Jesús se
movía entre los seres humanos, lo que se movía, en realidad, era el amor de
Dios. Y ese amor tenía un poder trasformador sin medidas: curó leprosos,
hizo andar paralíticos, abrió los ojos de los ciegos, resucitó muertos, libertó
endemoniados y devolvió la dignidad y el respeto propio a personas des-
truidas por las circunstancias de la vida. Jesús era el amor en acción; el amor
transformador. Y nos dio una lección: solo el amor transforma; solo el amor
reconstruye lo que fue desecho por el pecado.
Si tienes una persona amada que está destruida por el pecado, recuérdate
que solo el amor redime. ¡Ah, querido!, si el amor, personificado en Jesús,
hizo andar a un cadáver que ya olía mal, ¿por qué no podría traer a tu padre
de vuelta? ¿Por qué no podría rescatarlo de las garras del vicio? ¿Por qué no
sería capaz de reconstruir tu matrimonio?
Sal, rumbo a las actividades de este día, recordando que: “Jesucristo Se-
ñor nuestro, y Dios nuestro Padre, nos amó y nos dio consolación eterna y
buena esperanza por gracia”.
260
12 de septiembre
¡CÓMO CAÍSTE!
¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste
por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Isaías 14:12.
261
13 de septiembre
FIN DE MUERTE
Hay camino que parece derecho al hombre,
pero su fin es camino de muerte. Proverbios 16:25.
L a vida está llena de caminos. Muchos, por todos los lados: caminos men-
tirosos, engañadores, seductores; caminos que te susurran a los oídos:
“Hola, ven conmigo, yo te llevo donde quieres llegar”.
Uno de esos caminos es el placer. Te ofrece maravillas, pero te cobra caro;
no le creas. Por otro lado, no temas al placer; el placer tiene un lugar en la
vida: a fin de cuentas, es resultado de los sentidos, y los sentidos fueron colo-
cados en tu cuerpo por el Creador. Uno de los propósitos de los sentidos es
proporcionarte placer. Y, si fue Dios quien colocó la fuente del placer en ti,
no debe ser peligroso ni pecaminoso, como parece.
El problema es la búsqueda del placer por el placer en sí mismo; la ob-
sesión por el placer, despojado del temor de Dios. Por lo tanto, cuando el
placer toque a la puerta de tu corazón y no venga acompañado del temor de
Dios, no le hagas caso: su fin será la muerte.
El único y el verdadero Camino es Jesús. Cuando él estuvo en la tierra,
declaró a sus discípulos: “Yo soy el Camino”; Camino con mayúscula. No
existe otro que te conduzca a la vida; buscar la felicidad siguiendo cualquier
otro camino es buscar la muerte.
Pero, cierto día, un joven me preguntaba: “¿De qué forma Jesús es el ca-
mino?” Y he comprobado que muchas personas, en el mundo, no entienden
la manera en que Jesús las conduce a la vida; algunas, incluso, buscan formas
místicas de seguir a Jesús. Pero, Jesús es práctico, y sus enseñanzas también lo
son. El modo en que desea llevarte a la vida es por medio de su Palabra: cada
vez que abres la Biblia, el Señor se comunica contigo y te muestra el camino
que debes transitar. Obedecer a su Palabra es andar en el camino.
Desdichadamente, vivimos en días en que cada uno desea ser su propio
camino; cada uno piensa que sabe lo que es bueno para sí. El resultado es
que la carretera de la vida está colmada de cuerpos sangrando, agonizando...
esperando el momento final de una existencia sin sentido.
Haz de este un día de retorno a la Palabra de Dios. Consulta las enseñanzas
divinas antes de tomar una decisión. No te atrevas a vivir solo, porque “hay
camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”.
262
14 de septiembre
ERES PRECIOSO
Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé;
daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. Isaías 43:4.
J unior es muy querido por sus amigos; pero esta noche se encuentra solo.
¿Por qué alguien tan popular prefiere quedar solo un sábado de noche?
¿Por qué sus amigos lo habrían abandonado, justamente un sábado de no-
che, cuando todos salen y se divierten?
Desde que su matrimonio acabó, Junior pasó a sentirse un infeliz, un
don nadie; el complejo de inferioridad se apoderó de él. Hoy, el muchacho
alegre dio lugar a una persona amargada; la sonrisa fácil fue reemplazada
por la tristeza y las bromas se transformaron en lamento.
La vida de Junior fue cuesta abajo, como un carro desenfrenado. Perdió
todo. La comida no tiene más sabor; los colores perdieron su brillo... y se
hunde cada vez en un mundo de lamento y de pena. “¿Volveré a sonreír al-
gún día? ¿Alguien podrá amarme de nuevo? ¿Todavía tengo algún valor?”, se
pregunta a sí mismo. Y no encuentra respuestas.
El versículo de hoy fue escrito para un pueblo asustado y angustiado:
asustado, por el gigantesco viaje de vuelta a Jerusalén; angustiado, por miedo
a lo desconocido. Un pueblo que salía del cautiverio con baja autoestima y el
orgullo herido; esclavo por segunda vez. ¿No era demasiado?
En medio de ese torrente de sentimientos pesimistas, Dios presenta una
verdad: “Tú eres precioso, y yo te amo”. El mensaje de Dios, para el pueblo
de Israel en aquel tiempo, es el mismo para Junior, para ti y para mí, hoy:
somos preciosos, y Dios nos ama con todas las fuerzas de su ser. El amor de
Dios existe no porque seamos buenos o fáciles de amar, sino porque somos
sus hijos, creados por él, a su imagen y semejanza.
Quién sabe, hoy no te sientes bien; el peso del complejo de inferioridad
te masacra. Quizás hoy sientes que nadie te ama, y que todos se ríen de ti y
de tu manera de ser. Dios te ama: tú eres la cosa más linda que Dios tiene en
este mundo; tú eres precioso.
Enfrenta los desafíos de este nuevo día sabiendo que eres precioso para
Dios. Cuando las sombras de la tristeza oscurezcan tu vida, recuerda las pala-
bras de tu Padre, que te dice: “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste
honorable, y yo te amé: daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida”.
264
16 de septiembre
AMARÁS
Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma,
y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mateo 22:37-39.
¿C ómo amar a Dios con un corazón que solo ama las cosas erradas? Este
es el drama de todo ser humano: quieres ser bueno, quieres amar a
Dios y a las personas que están en tu entorno; pero, por más que lo intentas, te
descubres yendo en la dirección contraria.
El otro día, un hombre se cuestionaba: “No entiendo lo que sucede conmi-
go. Amo a mi esposa y a mis hijos; ellos son lo mejor que Dios me dio. Pero los
hago sufrir, los maltrato; y después, me arrepiento. Dígame ¿Por qué soy así?”
Lo que esta persona ignora es que no es la única que vive este drama: todos
los seres humanos, en mayor o menor grado, somos así.
Lo peor de todo es que, cuando no puedes amar sinceramente a las demás
personas, pasas a dudar del amor de Dios por ti. Sin embargo, para ser feliz, lo
primero que necesitas es sentirte amado por Dios. ¿Te das cuenta de la incohe-
rencia de las circunstancias?: necesitas ser amado, pero no crees en el amor de
Dios, porque tú no eres capaz de amar. ¿Qué puedes hacer?
Necesitas entender que el amor no es algo que tú fabricas; por más que te
esfuerces, que lo intentes y que ejerzas fuerza de voluntad. La triste realidad
es que tu amor, el mío y el de todos los seres humanos es un amor manchado
por la terrible suciedad del egoísmo; así somos, desde la entrada del pecado
a este mundo: egoístas, incoherentes y absurdos, en nuestra manera de amar.
Decimos que amamos al cónyuge, pero, ¿adónde queda ese amor cuando des-
cubrimos que la otra persona fue infiel? Decimos que amamos al hijo, pero
¿qué sucede cuándo descubres que él hizo algo en contra de ti?
Por lo tanto, si soy consciente de que yo no puedo fabricar amor, necesito
ir a la verdadera Fuente del amor, que es Dios. Dios no solo tiene amor, no solo
muestra amor, no solo da amor: él es el propio amor. Cuando ofrece amor, se
ofrece a sí mismo, cuando muestra amor, se muestra a sí mismo. Sin él, no
existe amor: Dios es la misma esencia del amor. Y el ser humano solo puede
reflejar, aunque sea pálidamente, el verdadero amor, en la medida en que viva
conectado al Dios Amor.
Haz de este un día de amor. Vive en comunión con la verdadera fuente del
amor, y no te olvides: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento.
Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
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17 de septiembre
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18 de septiembre
SOBERBIA
Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en
el monte de Sión y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del co-
razón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. Isaías 10:12.
E l versículo de hoy es una declaración profética. Tiene que ver con la restau-
ración final de los hijos de Dios y con la destrucción completa del enemigo
simbolizadas, en este texto, por el rey de Asiria. Hay dos características, en el
carácter del rey de Asiria, que Dios desaprueba. Todas las acciones despiadadas
y pecaminosas que él realizó fueron fruto de estas dos características: la sober-
bia de su corazón y la altivez de sus ojos.
Percibe que el pecado siempre comienza en el corazón. Pero, lo que el rey
de Asiria tiene no es nada “moralmente malo”. En otras palabras, nadie va a
la cárcel por acariciar la soberbia; ninguna iglesia reprendería a un miembro
por anidar este sentimiento. Primero, porque no se ve; está en el corazón, pro-
tegido por las cuatro paredes de las intenciones escondidas. Pero, en segundo
lugar, porque la soberbia no “le hace mal a nadie”. ¿No es así como pensamos?
El adulterio, el robo, la drogadicción, la prostitución, esos sí que son “pe-
cados condenados”. Pero, Dios afirma que todo eso es fruto de la soberbia,
acariciada en el corazón. La soberbia es la alocada idea de que puedes vivir sin
Dios: tú eres tu propio dios; nadie tiene que decirte lo que debes o no debes
hacer; tú eres el dueño de tu vida.
El tiempo, sin embargo, se encarga de demostrarte que esa loca idea te hace
descender a las profundidades más oscuras del comportamiento humano.
La segunda característica que Dios reprueba es la altivez de los ojos. Esta es
la segunda etapa de la soberbia: primero piensas, no te atreves a decirlo; crees
que eres el mejor, pero te lo guardas solo para ti. Los días pasan, y la repetición
constante de un mismo pensamiento te lleva, finalmente, a la acción: tus ojos
empiezan a revelar lo que tu corazón abriga. Te atreves a decirlo y a luchar, con
tus propias armas, para alcanzar lo que tu corazón anhela.
Esa fue la tragedia de Lucifer; así comenzó el pecado en el cielo. Y esa, tam-
bién, puede ser nuestra tragedia hoy, si no buscamos a Dios y nos sometemos
a él.
Haz de este un día de humildad. Ríndete a Jesús, entrégale tus planes, co-
lócate en sus manos. Y recuerda la advertencia; “pero acontecerá que después
que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sión y en Jerusalén,
castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la
altivez de sus ojos”.
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19 de septiembre
VOLVED
El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche;
preguntad si queréis, preguntad; volved, venid. Isaías 21:12.
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20 de septiembre
TÚ ESCOGES
Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo
que Jehová Dios había hecho... Génesis 3:1 (p.p.).
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21 de septiembre
¿A QUIÉN SEGUIR?
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Génesis 3:1 (ú.p.).
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22 de septiembre
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23 de septiembre
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24 de septiembre
FRUTOS LIMPIOS
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos
fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno,
los muchos serán constituidos justos. Romanos 5:19.
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25 de septiembre
SATISFACCIÓN
También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros,
¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie,
ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario. Lucas 3:14.
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26 de septiembre
¿QUIÉN ES EL CULPABLE?
Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio
del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo
que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engaño y comí.
Génesis 3:12, 13.
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27 de septiembre
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28 de septiembre
¿JUSTICIA O IRA?
Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Santiago 1:20.
C arla sabía que la noche de aquel domingo marcaría su vida para siem-
pre. Era una noche fría; la más fría de todas las que había vivido al lado
de su joven esposo. Las cortinas se movían con el viento helado; pero ni
siquiera el aire de la noche era capaz de apagar la ira de su corazón.
La imagen que había visto aquella tarde no se borraría de su mente jamás:
su esposo besaba a otra mujer. ¡Nunca había imaginado algo así! Pero, defi-
nitivamente él se arrepentiría de haberlo hecho: ella le pagaría con la misma
moneda.
Saltó de su inercia. No miró el reloj; cualquier hora daba lo mismo para
lo que pensaba hacer. Se vistió con prisa; pasó sus dedos entre su cabello
negro, tratando de alisarlo. Tomó su bolso, cruzó el umbral y se perdió en la
noche oscura y fría de su dolor de esposa traicionada.
Al volver a casa, se lo dijo. Así, sin medias palabras. Le dijo que estaban
empatados: ojo por ojo, traición por traición.
A partir de aquel día, las noches de Carla se hicieron cada vez más os-
curas y frías. Su dolor aumentaba. Ya no le dolía la traición del esposo: la
atormentaba su propia traición. Se había vengado; había hecho “justicia”
por sus propias manos. Pero aquel acto, provocado por la ira, solo le causó
amargura; una amargura tan densa como sus densas noches frías y oscuras.
Acabó en el consultorio de un psicólogo.
El consejo bíblico de hoy es: Deja la justicia con Dios; él no puede ser
burlado. La persona que te hirió puede parecer victoriosa hoy y mañana,
pero los actos de justicia divinos llegan oportunamente, llegan a su debido
tiempo.
No te atrevas a llamar justicia al acto impensado provocado por la ira; las
prisiones están llenas de gente que solo quiso hacer “justicia”.
Las prisiones del alma también abrigan, en sus celdas, a gente herida
que, como Carla, se dejó llevar por la ira. La ira humana no combina con la
justicia divina: solo Dios sabe permitir que el ser humano coseche el fruto
maduro de vivir perjudicando al otro.
Libértate. Pide a Dios la capacidad de perdonar. Abre las puertas de tus
prisiones interiores. Brilla, como el sol del nuevo día. Porque: “la ira del
hombre no obra la justicia de Dios”.
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29 de septiembre
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30 de septiembre
ESPÍRITU SUPERIOR
Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores,
porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo
sobre todo el reino. Daniel 6:3.
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1º de octubre
MI ELECCIÓN DIARIA
En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán
al Santo de Israel. Isaías 17:7.
J ulia esbozó una linda sonrisa, al recibir su regalo. Era el día de su cum-
pleaños, y había soñando con ese presente durante mucho tiempo; habla-
ba sobre él de día y de noche, a toda hora, en todo lugar.
Su papá se aproximó, y le dijo:
–Hijita, déjame armar eso. Yo puedo ayudarte.
–¡No, papito! Yo puedo sola.
Pasados veinte minutos, vino el llanto: el juguete soñado, ansiado, habla-
do y cantado por mucho tiempo, estaba roto y sin condiciones de ser usado.
Con los ojos llenos de lágrimas, la niña miró a su padre y le dijo:
–Papá, ¿puedes ayudarme? ¿Arreglas mi juguete?
El ser humano no es más que un niño. Va por la vida queriendo hacer
todo solo; y solo se hiere, sufre y llora. Así es hoy, lo fue en el pasado y lo será
hasta que Jesús vuelva.
El pueblo de Israel tenía un pacto establecido con Dios: ustedes me obe-
decen y yo los cuido. Simple. Bastaba seguir ese acuerdo, y la vida sería bue-
na, sin dolor ni lágrimas. Pero, por más sencillo que pareciera, Israel insistía
en ir por otro camino.
Se comprometió en la idolatría de los pueblos que lo rodeaban; puso
de lado el pacto y al propio Dios. En varias ocasiones, el Señor lo llamó de
regreso, lo invitó a sus brazos, lo buscó como a una manada perdida. Pero, el
pueblo simplemente dijo: ¡No! La consecuencia era inevitable.
Un día, el poderoso ejército de Asiria llegó con toda su fuerza, derrotó
a Israel, lo esclavizó y lo humilló. Sobraron dolor, vergüenza, sufrimiento; y
el pueblo, dice el texto de hoy, se acordó de Dios. ¿En esa circunstancia? No
era que Dios no lo oyese más –incluso, porque Dios siempre oye a su hijo–,
pero, ¿tenía que esperar hasta ese momento? Tantas invitaciones, mensajes,
llamados, ¡y nada! Pero, cuando el dolor, la tristeza y la vergüenza llegaron,
Israel se acordó de Dios.
En la vida, existen opciones. Una de ellas es aceptar la protección divi-
na cuando todo va bien, y la otra es buscar a Dios cuando todo va mal. En
ambas, Dios te oye, te salva del dolor y te brinda la protección que necesitas;
pero, ¿en qué situación piensas que es mejor buscarlo?
Antes de comenzar un nuevo día, repite: “Hoy oiré tu voz, mi Creador.
Mis ojos estarán en ti, Santo de Israel”.
280
2 de octubre
¿QUIÉN LO IMPEDIRÁ?
Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá?
Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder? Isaías 14:27.
T odavía no amaneció. La lluvia cae, mientras tú, con una taza de leche
caliente, te sientas en tu sillón preferido para mirar la televisión, ya que
el sueño huyó por completo. En la mesita de centro, está este libro que nunca
lees, y resuelves abrirlo.
Estás sin sueño porque hoy, después de que salga el sol y la ciudad des-
pierte, tendrás que enfrentar el peor día de tu vida. No es que tu vida sea un
caos o algo por el estilo. ¡Podrías decir que tu vida es buena! Una linda espo-
sa, buenos hijos, buen empleo, buena casa, buen auto... Pero, de un tiempo
para acá, sientes que todo y todos están en contra de ti; parece que la “marea
de la vida” dio una vuelta, y en tu playa tranquila aparecen olas gigantes.
Hoy tienes que enfrentar un día pesado, y simplemente no sabes qué
hacer. Nadie, en tu casa, lo sabe. Todos duermen. Te sientes solo, rodeado de
personas que ignoran el volcán de emociones que abriga tu corazón. Nada
es peor que la soledad rodeado de personas.
Era más o menos así que el pueblo de Israel se sentía, abandonado por
Dios. En el fondo, los israelitas sabían que la culpa era de ellos Pero, a pesar
de eso, creían que Dios podría haber sido un poco más misericordioso y
haber impedido que Asiria los destruyese de esa manera. Las noches eran
interminables, y los días, agobiantes.
Dios controla la vida, a pesar de que las cosas parezcan fuera de control.
La fe es dar crédito a esta confianza. El texto de hoy nos habla de ese Dios:
cuando todos creían que Asiria sería la eterna potencia mundial; cuando
nadie pensaba en una salida a corto o mediano plazo; cuando el desánimo se
movía, como nube negra, sobre ellos, Dios tenía sus planes. El problema era
que los planes de Dios parecían irreales, imposibles y casi infantiles.
Dios es Dios: él es el Creador del cielo y de la tierra. Conoce no solo cada
persona y cada problema, sino también tiene la solución. Para Israel, era des-
truir a Asiria y a su ejército. ¿Y para ti? Bueno, para ti no lo sé. Y continúas
despierto: tampoco tú lo sabes; pero Dios sí sabe.
Ya empieza a brillar el sol de un nuevo día, y vuelves a preguntarte: ¿Pue-
de Dios resolver mi drama? Claro que puede, “porque Jehová de los ejércitos
lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la
hará retroceder?”
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3 de octubre
OPCIONES
Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas
paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los
cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros
daban grandes gritos de alegría. Esdras 3:12.
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4 de octubre
CÓMO CONOCER
LA VOLUNTAD DE DIOS
¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? Amós 3:3.
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5 de octubre
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6 de octubre
SIMPLEMENTE, VE Y VENCE
Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los
muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el
erario de los reyes será menoscabado. Esdras 4:13.
¿QUÉ ES LA FE?
Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas prome-
sas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa
de la concupiscencia. 2 Pedro 1:4.
M iguel es joven y apuesto. Hijo de una buena familia, tiene todo lo que
un joven, a su edad, necesita: casa, estudio, auto, amigos, libertad. Sus
padres son de aquellos que confían en el hijo hasta el punto de dejarlo libre
los fines de semana. Él sale cada sábado de noche con una chica diferente.
En las fiestas, es el centro de las atenciones, el más conversador, el sueño de
las chicas. Lo que nadie sabe es que Miguel lucha contra tendencias homo-
sexuales. Él no quiere ser así; sabe que esa no es la voluntad de Dios. Miguel
dice ser cristiano.
Otro caso. Claudio es casado, y tiene dos hijos. Es respetado y admirado
en su trabajo; sus hijos se sienten orgullosos de él; su esposa sonríe de alegría
por tener un esposo como él. Por donde Claudio va, las personas lo rodean y
lo abrazan: es el fiel retrato del éxito. Pero, ese retrato no muestra a Claudio
en la oscura madrugada. Amparado por las sombras, se transforma en un
surfista de las ondas de Internet; esas ondas lo llevan a sitios pornográficos:
es un enviciado. Y, no obstante, es un líder religioso.
¿Cuál es la semejanza entre Claudio y Miguel? ¿La vida paralela? ¿La in-
tención de esconderse? ¿La vida en la penumbra? Puede ser. Pero, el versículo
de hoy habla de una promesa: esta promesa es la que une a Claudio, a Mi-
guel, a ti y a mí.
La promesa es: tú puedes ser partícipe de la naturaleza de Cristo, y libre
de las corrupciones de este mundo. ¿Podemos lograrlo? Si preguntásemos a
Claudio y a Miguel, dirían: ¡No veo cómo! ¡Ya lo intenté, ya luché, ya lloré;
pasé noches en oración, ayuné. Y continúo siendo un pobre pecador!
El verbo “dar”, en el versículo de hoy, proviene del griego dedoretai. Es
usado para destacar que recibes sin merecer, sin tener el derecho. Ser compa-
ñero de Cristo, y libre, es algo que no merecemos: lo recibimos solo porque
lo aceptamos. ¡Aceptar es ejercer fe!
Claudio, Miguel, tú y yo: él nos ha dado preciosas y grandísimas prome-
sas, para que por ellas llegásemos a ser participantes de la naturaleza divina,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo.
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8 de octubre
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9 de octubre
EN EL AMOR DE DIOS
Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo para vida eterna. Judas 1:21.
E l texto de hoy muestra una de las características de las personas que es-
peran el regreso de Jesús: esas personas se conservan en el amor de Dios;
aguardan la bendita esperanza mientras viven una experiencia de amor jun-
to con Dios. Pero ¿qué significa conservarse en el amor de Dios?
El amor de Dios es como la luz del sol. ¿Qué debo hacer para estar bajo
la luz del sol? ¡Nada! La luz, simplemente, está allí, a mi disposición. Puedo
ir, volver, correr, saltar, y la luz del sol continuará iluminándome.
Pero, si yo abro una sombrilla, si me cubro con una manta, si encuentro
un techo y me guarezco, entonces los rayos del sol no me sirven ya más. La
luz del sol no desaparece; solo que sus rayos no me sirven porque yo tomé
una decisión.
Permanecer en el amor de Dios es como permanecer a la luz del sol. No
importa donde vayas, por donde camines o donde te escondas: el amor de
Dios siempre te buscará y te alcanzará. Puedes caer en el abismo más pro-
fundo, pero el amor de Dios te encontrará. Lo único que puede separarte del
amor de Dios es tu elección personal.
El pecado es la manta, la sombrilla, el techo. El pecado te separa de Dios,
quien solo puede entrar en tu vida si lo aceptas.
Si por algún motivo ya tomaste tu decisión, estás bajo un techo y no tie-
nes ganas de salir, ¿qué puedes hacer?
Primero, recuerda que el amor de Dios es incondicional, y está a tu dis-
posición. Segundo, así como el pecado es como una “sombra” que escoges,
el perdón es una ventana que abres. Y, si lo haces, entrará de nuevo la luz y el
calor, a tu vida triste y abatida.
Hoy es un nuevo día, y se abrirán nuevas puertas. Todo nuevo día trae,
otra vez, al sol en sus alas. Si estás atrancado en el cuarto de tu corazón, con
las ventanas cerradas, viviendo una de las etapas más oscuras de tu vida, abre
las ventanas, confiesa y abandona el camino de muerte. Permite que la luz
brille en tu vida nuevamente, y permanece en el amor de Dios.
Yergue la cabeza, y oye el consejo de Pablo: “Conservaos en el amor de
Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eter-
na”. Haz esto, y el resultado será maravilloso.
288
10 de octubre
ACEPTACIÓN
Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos
recibió, para gloria de Dios. Romanos 15:7.
L ima, como toda gran ciudad, estaba congestionada y bulliciosa aquel día
de diciembre; indiferente a las personas y a la vida. Sus estrechas ca-
lles, desgastadas de tantos pasos, no podían siquiera imaginar el dolor que
embargaba las emociones del hombre cabizbajo, cargado de culpabilidad.
Aquella figura anónima se deslizaba, inadvertida, por el jirón de la Unión,
en dirección a la plaza San Martín.
Aquellas calles indiferentes respiraban un aire de Navidad. Mucho color
y calor: color, gracias a los motivos navideños, y calor, terrible, del verano. El
misterioso personaje escogió aquel palco, con la intención de protagonizar
la última escena de su vida. La tragedia capital: se dio un tiro en la cabeza.
Creo que, cuando una persona decide poner fin a su existencia, es porque
se siente ausente y ajena; como si no perteneciese a la vida. Como si, para
ella, no hubiese lugar en este mundo.
Ser acepto es una de las necesidades básicas del ser humano; es lo que lo
motiva a ser. Sentirse útil lo hace necesario. Por eso, Pablo aconseja: “Reci-
bíos los unos a los otros”.
No dice “Recibid a los que os simpatizan o a quienes simpatizáis”, sino
a los otros: los otros son el prójimo; y el prójimo no tiene color, ni raza, ni
idioma, ni personalidad ni carácter. Tu prójimo es, simplemente, aquel que
está próximo a ti. No necesita agradarte; basta que esté a tu lado.
Esto no tiene nada que ver con la amistad. Al amigo, tú lo escoges; al pró-
jimo, no. El consejo de Pablo no es aceptar al amigo, sino aceptar al prójimo.
La tendencia humana es escoger a quién aceptar; aislamos a las personas
que no nos gustan. Formamos grupos cerrados, donde solo entran quienes
saben descifrar el código establecido. Y muchos, como el insignificante ser
humano que caminaba, anónimo, por las calles céntricas de Lima, son no
solo dejados al olvido, sino rechazados, aislados e ignorados.
Haz, de este día, un día especial de aceptación de las personas que no co-
noces: saluda, en tu lugar de trabajo o en la escuela donde estudias, a las per-
sonas que no saludabas; sonríe a los tristes; comunícate. Extiende la mano al
necesitado. En fin... Sigue el consejo de Pablo: “Por tanto, recibíos los unos a
los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios”.
289
11 de octubre
DOS REINOS
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundan-
cia de la gracia y del don de la justicia. Romanos 5:17.
290
12 de octubre
291
13 de octubre
POR LA FE
Por la fe [Moisés] dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se
sostuvo como viendo al Invisible. Hebreos 11:27.
L a puerta está abierta. Hay un silencio que aterra, y Agustín no logra ven-
cer el temor.
“¿Por qué no entras, de una vez?”, le dice una voz, desde adentro.
El joven estudiante toma aire, como lo hacen los cantantes líricos, y con
paso firme atraviesa la puerta. Sabe que será difícil anunciar al jefe que, por
causa de su conciencia, no podrá hacer lo que le pide. Sabe también que, si
pierde el empleo, no estará en condiciones de continuar pagando la univer-
sidad. ¿Qué hacer? Tal vez, otra persona no tendría los conflictos interiores
que tiene Agustín; pero, él conoce la Biblia y respeta sus principios, porque
sabe que vienen de Dios.
Agustín no fue la única persona que tuvo que enfrentar momentos difí-
ciles por respetar los principios. A lo largo de la historia, Dios siempre tuvo
hijos extraordinarios, que hasta prefirieron morir antes que traicionar su
conciencia. El versículo de hoy nos habla de Moisés: el líder del pueblo de
Israel no solo perdió el empleo, sino también fue perseguido. El texto registra
que no tuvo miedo de la ira del rey.
Creo que la expresión “no tuvo miedo” es una frase retórica, para expre-
sar la decisión que Moisés tomó, a pesar de las dificultades. El miedo es natu-
ral; está en lo recóndito de la naturaleza humana. Una persona sin miedo se
vuelve imprudente. La fe no te vuelve insensato: te da valor para que, a pesar
del miedo, seas capaz de enfrentar a tus enemigos.
El secreto está en ver lo que es invisible: tus ojos físicos solo logran ver
lo que está delante de tu vista; pero los ojos de la fe llevan a visualizar las
promesas de Dios hechas realidad. Y él ha prometido que podrán caer mil a
tu lado y diez mil a tu otro lado, pero tú no serás tocado. Eso puede parecer
una utopía, para quien no vive una vida de compañerismo diario con Jesús.
Pero, mediante la fe, tú lo ves como una realidad.
Por eso, hoy, no te amedrentes delante de los “faraones” que te persiguen y
amenazan destruirte. Nada podrán en contra de ti: tu vida está escondida en
las manos de Dios. Recuerda: “Por la fe [Moisés] dejó a Egipto, no temiendo
la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”.
292
14 de octubre
EL ESPÍRITU GUÍA
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Juan 16:13.
A quí, el Señor Jesús habla acerca de la venida del Espíritu Santo. Dice que,
cuando él viniere, nos guiará a la verdad. Este es uno de los trabajos del
Espíritu: enseñar y guiar a la verdad. La acción de guiar en la verdad tiene
dos aspectos. Primero, te convence. Nadie puede convencer al ser humano
acerca de la verdad, a no ser el Espíritu Santo. Las personas que no aceptan
la divinidad del Espíritu Santo tienen dificultades para entender la verdad.
Tú puedes amontonar delante de tus ojos una montaña de pruebas y de evi-
dencias pero, simplemente, no entiendes. ¿Cómo podrías? Solo el Espíritu
convence.
La segunda acción del Espíritu es guiar. No se trata de algo teórico: de
nada valdría entender la verdad, como teoría, si ella no se hace carne en no-
sotros. El Espíritu nos enseña, también, a vivir la verdad.
La palabra “verdad”, en griego, es aleteia, que significa transparente, cla-
ro, que no está encerrado. Eso es vivir la verdad. El Espíritu nos lleva a vivir
una vida clara, transparente, sin medias verdades o medias mentiras; una
vida limpia, que no necesita esconderse ni disfrazarse.
La palabra “verdad”, en el hebreo, confirma este concepto. En hebreo, es
emeth, que significa seguro, sólido, firme, consistente. Una persona que fue
guiada, por el Espíritu, hacia la verdad vive confiada, sin temores ni sobre-
saltos; no hay inseguridad en esa vida. La inseguridad está en la mentira, en
la penumbra de las circunstancias, con miedo de ser descubierto y expuesto.
Dios no desea esa vida para sus hijos; definitivamente, no.
Vivimos en un mundo en el cual la mentira produce espejismos casi di-
fíciles de discernir. ¿Cuántas veces te han mentido? ¿Cuántas veces has men-
tido? ¿Cuántas veces has sido víctima de una injusticia, producto de una
mentira? No te esfuerces por recordar: no te alcanzarían los dedos de las
manos y de los pies, para contar las veces que has sufrido por causa de las
mentiras.
Haz de este día un día de verdad. Entrégate al control del Espíritu; a fin
de cuentas, nadie es veraz porque tienen autodisciplina: la verdad es un fruto
del Espíritu. Recuerda que, “cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará
a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará
todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”.
293
15 de octubre
DE TODO CORAZÓN
Y me buscaréis y me hallaréis,
porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Jeremías 29:13.
294
16 de octubre
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17 de octubre
296
18 de octubre
EL SECRETO DE LA VIDA
Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales ha-
ciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. Levítico 18:5.
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19 de octubre
LO CORTARÁS
Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después. Lucas 13:9.
J oelma es una joven que nació y creció en la iglesia. Últimamente, ella solo
habla del amor de Dios; canta y se emociona, mientras sus labios ento-
nan himnos de alabanza. Cualquiera que la viese cantando, emocionada,
pensaría que es una cristiana maravillosa. Solo tiene un problema: vive con
una persona casada, y cree que el amor de Dios “cubrirá la multitud de sus
errores”.
Pero, el versículo de hoy habla de “cortar”. ¿A qué se refiere Jesús? La vida
cristiana es una experiencia diaria de amor con Cristo; pero, el amor no
disculpa la negligencia espiritual. Dios se agrada cuando un hijo suyo lleva
mucho fruto porque, aunque el propósito final del fruto es glorificar a Dios,
es imposible ignorar el sentimiento de realización, de paz y de felicidad que
inunda el corazón de una persona que vive en comunión con Dios y que,
como resultado, produce frutos buenos.
Por otro lado, es triste ver cristianos que durante años conocen el evan-
gelio, la teoría, la doctrina, pero no pasan de allí: son grandes intelectuales
de la fe, pero los frutos están ausentes en su experiencia.
¿Cuál será el resultado final?: “Lo cortarás después”, es la respuesta. La
expresión “después” es instructiva: que nadie se atreva a cortar lo que parece
cizaña ahora; deja que el trigo y la cizaña crezcan juntos; “lo cortarás des-
pués”. ¿Cuándo? Cuando el Señor Jesús vuelva a la tierra, y él, que todo lo
sabe y que tiene la capacidad de ver lo que hay dentro del corazón, echará la
paja al fuego.
Hoy es el día de buena nueva. Jesús quiere entrar en tu corazón en este
momento; desea vivir una experiencia de comunión contigo. No existe cris-
tianismo sin Cristo. No permitas que el bullicio de este mundo te cautive,
al punto de que no te quede tiempo para Dios. No te dejes absorber por la
competitividad, por el consumismo y por la banalidad de este mundo. No
limites tu experiencia cristiana a ir una o dos veces por semana a la iglesia.
Deja que el Espíritu Santo controle tu vida, que la llene de frutos, y te dé paz
para mirar hacia el futuro sin temor. Pero, recuerda: “Y si diere fruto, bien; y
si no, la cortarás después”.
298
20 de octubre
299
21 de octubre
SE ESCONDIERON
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del
día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová
Dios entre los árboles del huerto. Génesis 3:8.
M artín era otra persona. El hombre que salía todos los días, por la ma-
ñana, a correr oyendo música; el vecino educado, que saludaba a to-
dos; el jefe atento, que siempre tenía una palabra de ánimo para sus emplea-
dos; el padre afectuoso; el marido cariñoso, ya no existía más. En su lugar,
apareció un hombre solitario, cerrado, triste... Nadie entendía lo que pasaba,
ningún miembro de la familia, ningún empleado en el trabajo, ningún veci-
no; nadie. Solo él.
La noticia explotaría en cualquier momento; era solo cuestión de días:
ella había jurado hacer un escándalo frente a la casa de su familia, si él no
reconocía al hijo que tuvo con ella. Si las amenazas se hicieran realidad, to-
dos sabrían la verdad. La ansiedad lo carcomía por dentro, como un violento
cáncer. Su mente pasaba todo el día pensando en una solución, una salida,
pero no la encontraba: sería demasiada la vergüenza. ¿Qué hacer?
Pensó en huir; pidió ser transferido en el trabajo; pensó en quitarse la
vida. Llegó, incluso, a considerar cometer un asesinato. Y, en esa búsqueda
insana de una solución humana, dejó de vivir, sin nunca haber muerto.
Eso es lo que hace el pecado: te quita la vida sin matarte. El sentimiento
de culpa es una de las más poderosas fuerzas de la mente humana: hiere, pa-
raliza, destruye. En el caso de Martín, lo llevó a la desesperación. En el caso
de Adán y de Eva, los llevó a esconderse de la presencia de Dios.
El sentimiento de culpa, que te lleva lejos de Dios, es la peor consecuen-
cia del pecado. Y el enemigo aprovecha para susurrarte al oído: ¡Huye, huye
mientras estás a tiempo; porque lo que tú hiciste no tiene perdón! ¡Mira lo
que hiciste!
El texto de hoy muestra dos verdades: la primera es que el sentimiento de
culpa lleva al ser humano lejos de Dios. La otra verdad es que, por más que el
ser humano huya, ¡Dios va detrás de él! Y no existe lugar, en este universo, a
donde puedas esconderte de tu Padre, que llega a ti diciendo: “Hijo, ¿dónde
estás? Vuelve a mí, porque yo te amo. Soy tu padre; te doy mi perdón cuantas
veces lo necesites”.
Hoy, al comenzar un nuevo día, procura oír la voz de Dios, y aprende la
lección de lo que les sucedió a Adán y Eva, quienes “oyeron la voz de Jehová
Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”.
300
22 de octubre
¡REGOCIJAOS!
Regocijaos en el Señor siempre.
Otra vez digo: ¡Regocijaos! Filipenses 4:4.
301
23 de octubre
VARÓN DE DOLORES
Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, expe-
rimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos. Isaías 53:3.
302
24 de octubre
J ugaba con el tiempo; mejor dicho, creía que tenía mucho tiempo. A fin de
cuentas, era joven. Cuando se viven los albores de la juventud, se tiene la
impresión de que el tiempo no pasa; que la tarea incumplida de hoy puede ser
hecha mañana.
El tiempo fue pasando. Imperceptible, lento... Como una tortuga que, en
su parsimoniosa terquedad, devora millas; como pasan las nubes por el cielo
azul, sin que nadie las note; como las mañanas y las tardes se van, anónimas y
desconocidas.
Un día, se miró al espejo, y notó arrugas en su rostro y cabellos blancos en
su cabeza. Había un aire de fracaso en su nostálgica mirada. Intentó sonreír, y
su sonrisa le pareció la careta burlona del tiempo que se iba, agitando la mano
en el aire. Y tuvo miedo. Pero, ya era tarde: no había más sol en su vida; el
crepúsculo le decía que la noche había llegado. Y volvió a tener miedo. Y lloró
mucho. Pero, el tiempo se había marchado, y las sombras lo asustaban.
Es frente a un cuadro como este que el apóstol Pablo dice a los efesios que
aprovechen el tiempo.
El verbo griego, traducido como “aprovechar” en el versículo de hoy, es
exagoraxo que, literalmente; significa redimir o “pagar para tener de nuevo
algo que ya está perdido”. Pablo utiliza mucho el verbo redimir, para referirse
a lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario por la humanidad.
Tú ya estabas perdido, en poder del enemigo, y Cristo pagó el precio para
tenerte nuevamente. ¿Por qué? ¡Porque eres muy valioso!, eres vida, gente.
Pero ¿qué tiene que ver la redención con el tiempo? ¿Por qué habría de
pagarse por el tiempo perdido? Para traerlo de vuelta; para rescatarlo y apro-
vecharlo mejor. Porque el tiempo es vida: sin tiempo no hay vida; perder el
tiempo es perder la vida.
El precio para rescatar el tiempo perdido es el esfuerzo, la diligencia y el
trabajo. Sin estas tres virtudes, no hay éxito. Y el mensaje del texto de hoy es
que, aunque por los desatinos de la juventud el tiempo se fue, con Jesús es
posible traerlo de vuelta, rescatarlo, redimirlo.
¿Cómo? Al vivir con Jesús y cultivar un compañerismo diario con él. Al
permitir que él viva en ti y dirija tus pasos, tú eres capaz de hacer, en cinco
años, lo que no hiciste solo en toda tu vida.
Nunca es tarde con Jesús. Por eso, hoy, toma seriamente el consejo de Pa-
blo: “Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.
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25 de octubre
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26 de octubre
POR LA FE
Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de
Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que
gozar de los deleites temporales del pecado. Hebreos 11:24, 25.
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27 de octubre
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28 de octubre
MI YUGO
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11:29.
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29 de octubre
MI PAZ
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No
se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27.
L a paz que Cristo ofrece no es la que nosotros conocemos como paz. Para
el ser humano, la paz es únicamente ausencia de guerra, de conflicto y de
lucha exterior. El mejor ejemplo lo puedes ver en una manifestación popu-
lar en favor de la paz. Ahí ves a multitudes portando banderas y cartelones:
“Queremos paz”; “No a la guerra”; “No más sangre de inocentes”; “No más
armas; queremos educación”...
Pero, en medio de esa multitud, puedes observar rostros enardecidos,
ojos llenos de odio, gente atormentada por conflictos interiores, esposos que
abandonaron a sus esposas e hijos, quienes no respetan a sus padres. Pero,
quieren paz. ¿Qué tipo de paz? La paz que el mundo ofrece: solo ausencia de
guerra exterior, y nada más.
Otro ejemplo. Hay personas que tienen dinero: pueden comprar todo lo
que quieren, viajar adonde deseen, tener lo que se les antoje. Cualquiera que
los ve de lejos piensa que esas personas no deben tener conflictos ni dificul-
tades, y que vivirán en paz. Pero, cuando llega la noche, esas mismas per-
sonas desean morir, porque la vida no tiene sentido. Algunas se hunden en
los placeres, las drogas, los barbitúricos; y, cuando eso no les alivia el dolor
interior, muchas veces llegan hasta el suicidio. Tienen la paz que el mundo
ofrece, pero no la paz que Jesús da.
Los hombres y las mujeres, en su manera humana de percibir las cosas,
invierten los valores: buscan la paz antes que a Jesús; pero no la hallan. El
cristiano tiene paz en su relación con Dios, pero aflicción en su relación con
el mundo; el hombre sin Cristo tiene paz en su relación con el mundo, pero
aflicción y tribulación en su relación con Dios.
La paz de Cristo es paz interior; calma en medio de la tormenta; sere-
nidad cuando todo a tu alrededor parece que se viene abajo: eso es lo que
Jesús quiso enseñarnos, aquella noche, en el mar de Galilea. Había tormenta,
tempestad, olas gigantescas; todo parecía perdido. Pero, Jesús dormía como
si nada malo sucediese: tenía paz. Por eso, él puede decir: “La paz os dejo,
mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo”.
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30 de octubre
SEGUID LA PAZ
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Hebreos 12:14.
309
31 de octubre
JUSTICIA PROPIA
Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya
propia, no se han sujetado a la justicia de Dios. Romanos 10:3.
U no de los peligros que los cristianos corremos es pensar que Dios está
preocupado solo con el hecho de que nos portemos bien y practique-
mos obras justas. Claro que a Dios le gusta ver obras de justicia en la vida
de sus hijos; pero como un resultado, y no como la causa. Tú no eres justo
porque practicas obras justas: tú realizas obras justas porque eres justo. Lo
primero que debes hacer, en la vida cristiana, es ir a Jesús, y no tratar de
fabricar tu propia justicia.
La justicia humana es trapo de inmundicia para Dios. ¿Por qué? Porque
es solo apariencia. Ese era el problema de los fariseos en el tiempo de Cristo:
se esforzaban por ser buenos, pero solo por fuera; en el fondo, no pasaban
de ser gente pecadora. Y Jesús los llamó sepulcros blanqueados: blancos por
fuera, pero hueso y carne putrefacta, por dentro.
Con el fin de ser un buen cristiano, no basta hacer cosas buenas o justas:
es necesario ser justo. Y se es justo solo cuando se vive una vida de comunión
diaria con la Persona justicia, que es Jesús.
La línea divisoria es tenue, casi imperceptible. Y existen dos extremos
terribles: el primero, es el de pensar que relacionándote con Cristo tu salva-
ción está garantizada, y no tienes que preocuparte por las buenas obras. El
otro extremo es el de pensar que, sin obras, no hay cómo probar que eres
un cristiano, y olvidándote de Jesús correr la carrera sin sentido, en busca de
buenas obras.
Al fin de cuentas, ¿cómo saber que realmente confías en Jesús y que tus
buenas obras son fruto de tu relacionamiento con él? Es fácil. Existe un ter-
mómetro que solo Dios y tú conocen; nadie más lo puede ver: ese termó-
metro es la cantidad de tiempo que pasas diariamente con Jesús, en oración,
estudio de la Biblia y meditación.
Cada vez que te arrodillas antes de salir para el trabajo, estás expresando
a Jesús, sin palabras, pero con tu actitud, lo siguiente: “¿Sabes por qué estoy
aquí, arrodillado? Porque sin ti no puedo hacer nada”. Y cada vez que partes
sin pasar tiempo con Dios, le estás diciendo lo contrario.
Haz de este un día de comunión. “Porque ignorando la justicia de Dios,
y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de
Dios”.
310
1º de noviembre
¡FRUTO!
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe. Gálatas 5:22.
NO QUISISTEIS
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te
son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina
junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! Mateo 23:37.
D
eterno.
ios es un Dios de comunidad. La propia esencia de su ser lo muestra:
Padre, Hijo y Espíritu Santo, en una unidad indivisible, de un único Dios
Ese Dios creó al ser humano por amor. Primero, a Adán. Y, al verlo solo,
declaró: “No es bueno que el hombre esté solo”. Realmente no es bueno; des-
de ningún punto de vista. El ser humano no fue creado para vivir aislado de
las otras personas. Por eso, Dios les dijo: “Fructificad y multiplicaos, y llenad
la tierra”. Dios quería tener, en esta tierra, un pueblo peculiar y especial, que
viviera unido. El factor de su unidad sería el propio Dios. Desdichadamente,
el ser humano se apartó del Señor, y el resultado fue la fragmentación: empe-
zaron las acusaciones, las agresiones y la división.
La historia bíblica muestra que cada vez que los seres humanos volvían los
ojos a Dios, se unían; y, cuando se apartaban de él, se dividían. Sucedió con
Caín: se alejó, fue a un lugar distante, se apartó. El pecado lo llevó a aislarse.
Pasaron los años. Vino el diluvio. Una familia se unió. El elemento de
unión era Dios. Podrían haber sido muchos más los que se unieran, pero no
buscaron a Dios. La comunidad de Dios nunca está cerrada; no es exclusivista,
no hace diferencia entre los seres humanos. Basta creer.
Después del diluvio, los seres humanos trataron de formar una comuni-
dad. En lugar de tener, como elemento de unidad, a Dios, escogieron colocarse
en contra de Dios. ¿Cuál fue el resultado? Confusión, desorden y fracaso. Así
terminó la historia, en Babel.
Por más bien intencionados que sean los planes de unidad del ser humano,
si no tienen a Cristo como el centro, están condenados al fracaso. El ser huma-
no natural es egoísta; quiere todo para sí. Y, aún cuando sus planes parezcan
bellos por fuera, traen por dentro la mancha miserable del egoísmo, que lo
arruina todo.
Si te sientes solo, distante, triste y aislado, revisa tu relación con Cristo. Si
intentas unir a un grupo y, por más que te esfuerzas, nada logras, analiza la re-
lación del grupo con Cristo. Solo él puede unir los corazones; la parte humana
es aceptar. Recuerda el lamento de Jesús: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus
hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”
312
3 de noviembre
¡DECÍDETE!
Respondió Rut: no me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a
dondequiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios. Rut 1:16.
E dson sufría. Su dolor era el dolor del espíritu. Su lucha, interior, aquella
que, cuando te hiere, no sangra por fuera; aquella que nadie ve y, sin
embargo, te incomoda de día y de noche.
Todo había empezado al encontrarse con verdades ignoradas. Estaban
allí, en la Biblia; un libro tan antiguo y tan nuevo, al mismo tiempo. La ac-
tualidad, la practicidad y la relevancia de esas verdades lo asustaban y lo
sorprendían; lo fascinaban y le causaban temor.
¿Puede la Biblia asustar? ¡Claro que sí! Remueve los fundamentos de
todo lo creído; sacude tus convicciones; estremece tu realidad.
Frente a la Biblia, solo tienes tres caminos: la aceptas, la niegas o la rela-
tivizas (es decir, la acomodas a tu gusto, creas tu propia verdad, la particula-
rizas, solamente para aplacar el grito de la conciencia).
Negarla sería falto de inteligencia. ¿Cómo negar el día, si el sol brilla,
esplendoroso, en medio del cielo azul? Más fácil sería razonar en torno a esa
realidad. Decir, por ejemplo, que es de día aquí, pero la noche envuelve a los
que habitan el otro lado del planeta.
¡Olvídate de quienes viven al otro lado de la tierra! Estamos hablando de
tu realidad. ¿Por qué no la aceptas?
Edson sufría. Sentía el dolor de Rut, cuando le dijo a la suegra: “Tu pue-
blo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios”; era el dolor de la decisión. Decidir
jamás fue fácil; confortable es quedarse encima del muro, esperando ver de
qué lado sopla el viento. Confortable, en palabras. Porque el espíritu sufre,
se desintegra, se divide, se inhabilita para la felicidad.
Hay momentos, en la vida, en que es necesario dar el paso definitivo.
Avanzar o retroceder: decidir.
La decisión de Rut, la joven moabita, quedará registrada en la historia
como una de las decisiones más extraordinarias. Miró hacia su pasado sin
miedo; contempló el nacimiento de un nuevo día. No renunció a sus convic-
ciones: les dio otra dirección.
La verdad no borra tu pasado; le da sentido, lo restablece. Te ubica en la
única realidad que vale: la que proviene de Dios. Por eso, Rut dijo a Noemí:
“No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú
fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré; tu pueblo será mi pueblo,
y tu Dios mi Dios”.
313
4 de noviembre
GLORIA VENIDERA
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Romanos 8:18.
TOMA TU CRUZ
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame. Marcos 8:34.
AUTORIDAD
Porque les enseñaba como quien tiene autoridad,
y no como los escribas. Mateo 7:29.
316
7 de noviembre
¡BÚSCALO!
Pero cuando en su tribulación se convirtieron a Jehová Dios de Israel,
y le buscaron, él fue hallado de ellos. 2 Crónicas 15:4.
CIELO
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la pri-
mera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Apocalipsis 21:1.
B uscando en Internet lo que las personas piensan acerca del cielo, encon-
tré lo siguiente: “Dicen que los benditos que alcancen la gloria y el cielo,
pasarán la eternidad contemplado el rostro de Dios, en perpetua adoración.
¿Te seduce esa idea? ¿No será un poco aburrido? ¿No preferirías algo más
humano, tal como cuidar el huerto y tus lechugas? ¿No te apetecerían más
las setenta vírgenes del paraíso islámico? ¿O una reencarnación en lagartija,
o algo así, que esté vivo?”
Las respuestas a esta pregunta son interesantes. “No me gustaría pasarme
la eternidad sobre una nube, tocando el arpa y mirando a la cara al viejo
iracundo inexistente. Prefiero reencarnarme en lagartija”; “Si contemplar el
rostro de diosito, por toda la eternidad, es el premio, prefiero vivir lo que me
quede de vida, y se acabó”.
Pero, entre las muchas respuestas socarronas que encontré, había una
diferente. Creo que la chica se llamaba Patricia: “Es lo único que quiero en la
vida. Contemplar a Jesús a sus ojos eternamente. Mirarlo y admirarlo; ado-
rarlo. Descansar sobre su pecho, y sentir los divinos latidos de su amoroso
corazón. Escuchar su voz, todo el tiempo, que me llame por el nombre que
él me puso. Decirle todo el tiempo “Te amo” con mis ojos, con mi voz, con
mis manos, con mi corazón”.
Lo único que la Biblia registra, al respecto, es que lo que te espera en el
cielo es cosa que ojo no vio ni oído oyó, ni ha subido en el pensamiento del
hombre. Y que allá no habrá dolor, ni muerte, ni llanto ni nada de lo que te
causa tristeza, porque las primeras cosas habrán pasado. ¿Para qué preocu-
parme con el hecho de que allá solo comeré hojas de árboles, o qué forma
tendrá la casa en la que viviré?
Dios entregó el trabajo, a Adán y a Eva, como una bendición, antes de la
caída; quiere decir que el trabajo es parte de una vida gloriosa, en la que el
pecado no existe. Y, si el trabajo es la bendición de los redimidos, entonces
la vida será un permanente estar ocupado. La diferencia es que el trabajo no
tendrá el aspecto cansador, agobiante e injusto de este mundo de pecado.
Haz de este un día de expectativas. No te dejes influenciar por la manera
incrédula de encarar las cosas divinas, porque “vi un cielo nuevo y una tierra
nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no
existía más”.
318
9 de noviembre
EL REINO DE DIOS
Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios,
les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,
ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios
está entre vosotros. Lucas 17:20, 21.
SOLO JESÚS
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida junta-
mente con Cristo [por gracia sois salvos]. Efesios 2:4-6.
MORIRÉIS
Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Génesis 3:3.
L a advertencia divina era clara: ¡Moriréis! A pesar de eso, Adán y Eva es-
cogieron el camino de la desobediencia. Si pudiésemos resumir, en una
palabra, lo que es el pecado, la palabra sería rebelión. En el cielo, Satanás se
rebeló en contra de Dios, y en el Edén, Adán y Eva también se rebelaron
contra el Creador.
Al leer el relato de la entrada del pecado en este mundo, la idea de la re-
belión es clara; a pesar de que esta palabra no es usada. Pero, cuando Eva de-
cidió ser dueña y señora de su propio destino, se estaba rebelando en contra
de Dios; ella decidió confiar en la palabra del enemigo. Creyó que realmente
Dios no deseaba su crecimiento; que la limitada a la esfera humana, privada
de niveles superiores de desarrollo. Y, entonces, se colocó contra el orden de
las cosas establecido por Dios.
El pecado de Adán podría ser considerado peor, si existiera un pecado
peor que el otro. Adán pecó conscientemente. Eva fue engañada, y creyó en
las mentiras del enemigo. Pero Adán decidió, a propósito, morir con Eva, y
con esta actitud también se rebeló contra el Creador.
Entonces, apareció el resultado inmediato de la rebelión: el ser humano
empezó a deteriorarse, a descomponerse, a entrar en putrefacción espiritual.
La palabra traducida como “morir”, Shachat, en hebreo, da la idea de un
cadáver que entra en lenta, pero irreversible, des-composición. Eso empezó a
suceder con Adán y con Eva: comenzaron a deteriorarse, tanto física como
espiritualmente.
El primer sentimiento extraño que surgió en el corazón de ellos fue el
del miedo. Se escondieron de Dios; ellos abandonaron a Dios, y Dios los
dejó. Ellos se rebelaron: echaron a un lado los consejos divinos; decidieron
escoger su propio camino. Y, para vivir la vida de ese modo, nada mejor que
irse lejos de Dios.
Pero, las consecuencias fueron más allá de la simple separación de Dios:
empezaron a separarse entre sí. Comenzaron a discutir, a acusarse, a sentirse
solos, tristes, avergonzados. Todo eso formaba parte del deterioro espiritual,
al que voluntariamente se habían condenado.
¿Hay solución para este drama? ¡Hay, sí! Jesús es la vida: la desobediencia
trajo la muerte, pero Jesús trajo la vida. Ahora, solo resta correr a los brazos
de Jesús, y encontrar nuevamente la vida. Pero, recuerda: “pero del fruto del
árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le toca-
réis, para que no muráis”.
321
12 de noviembre
EL PODER DE LA CRUZ
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Lucas 23:42.
C onocí a Andrés en una de las ciudades más violentas del mundo. Tenía
fama de malo. Había pasado varios años en la prisión, pagando por sus
crímenes. Fue en la cárcel que se encontró con el Señor Jesucristo.
Una noche helada, de invierno, Andrés agonizaba; temblaba de frío, casi
congelado, esperando la muerte. Fue en esas condiciones que me oyó, a tra-
vés de la radio de un compañero de celda. Aquella noche, el Espíritu de Dios
tocó su corazón. Había oído muchas veces hablar de Jesús, pero creía que
la religión era cosa de personas débiles; él siempre se había considerado un
valiente.
Armado hasta los dientes, había provocado dolor a mucha gente. Era
malo y cruel. Había escogido el camino del crimen cuando era apenas un
adolescente; y culpaba a la sociedad por no haberle brindado otro camino
que escoger. Aquella noche, moría poco a poco; y la muerte lo asustó. En la
casi penumbra de su agonía, entendió que Dios lo amaba y que quería darle
un nuevo corazón. Suplicó. Clamó a Jesús por una segunda oportunidad. Y
se adormeció.
A la mañana siguiente, vio entrar el sol por la ventana. Se encontraba en
la enfermería de la prisión. Los rayos del sol eran insistentes, a pesar de la
fuerte neblina. “Yo estaba vivo”, me dijo, sin poder esconder la emoción. “Yo
no había muerto. Dios me estaba dando una segunda oportunidad”.
En el momento mismo de su muerte, hace más de dos mil años, un la-
drón también fue tocado por la escena de la agonía de Cristo. El ladrón sabía
que debía morir: él había pecado, había vivido una vida de desobediencia,
había rechazado el amor y los consejos divinos. Pero, el sufrimiento de Jesús
tocó su corazón y, en el último minuto de su vida, aceptó la muerte de Cristo
en su favor.
Desde aquel día y a lo largo de la historia, millones de seres humanos
han sido transformados por Jesús. Pero, todos ellos, de una manera u otra,
han tenido que aceptar: de nada vale el sacrificio de Cristo, sin la aceptación
personal.
La Cruz es un monumento a la misericordia y a la gracia de Jesús: por su
misericordia, Dios no nos da la muerte que merecemos; y, por su gracia, nos
da la vida que no merecemos.
No salgas hoy de tu casa sin recordar que un ladrón “dijo a Jesús: Acuér-
date de mí cuando vengas en tu reino”.
322
13 de noviembre
¡CALLES!
Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús. Romanos 3:24.
323
14 de noviembre
E l tema de la gracia jamás será entendido del todo por la limitada mente
humana. ¿Cómo entender que el Dios todopoderoso, Creador del cielo
y la tierra, se haya hecho hombre, y viniera a morir en la cruz del Calvario,
para salvar al ser humano? Pasarán siglos. En la eternidad, estudiaremos este
asunto, y jamás lo entenderemos. Por eso, Dios ilustró la gracia en la muerte
del cordero: un animal inocente, que no tenía culpa, era llevado al altar, y era
sacrificado con el fin de que el pecador recibiese el perdón.
Cuando las manos del pecador se extendían, con el cuchillo empuñado,
en dirección de la garganta del animalito; al contemplar a aquel inocente ser,
que moría sin dar un gemido, el pecador podía tener una leve idea de lo que
Jesús haría por él, en la Cruz.
Los judíos creen que la interpretación cristiana de Isaías 53 es una inmo-
ralidad. Esta posición parece demasiado dura, pero ellos explican: “Que un
hombre malo muera por sus delitos, eso es justo y moral; pero, que un ser
bueno, que no le hizo mal a nadie, muera por los delitos de los pecadores,
eso es inmoral”.
Tal vez sí; desde el punto de vista humano, con toda seguridad. Pero, Dios
muestra su amor, para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros. Difícilmente alguien moriría por un amigo: ¡imagínate
morir por un enemigo! Nosotros éramos enemigos de Dios y, sin embargo,
el Señor Jesús entregó su vida por nosotros.
La eternidad no será suficiente para cantar loores de gratitud a Dios, por
el don maravilloso de Jesucristo. Él ve, en ti, un potencial que nadie es capaz
de discernir. Te acepta como eres, pero te ve como lo que, un día, transfor-
mado por su amor, llegarás a ser.
La base para esa confianza es el versículo de hoy: si Jesús te amó y se
entregó por ti cuando vagabas en terreno enemigo, ¡mucho más ahora, que
eres parte de su Reino! Él te tomará de la mano, y te guiará a los pastos verdes
y a las aguas tranquilas. Te conducirá de victoria en victoria, hasta la victoria
final.
Con esa seguridad en tu corazón, enfrenta las luchas de este nuevo día,
“porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”.
324
15 de noviembre
POR SU SANGRE
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño, [...] para
apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
Hechos 20:28.
L a sangre solucionó el pecado, para Adán y para Eva. Allí estaba la prime-
ra pareja, escondida detrás de un árbol, desnuda. Había intentado cubrir
su desnudez con hojas de higuera. ¿Qué había logrado? ¡Nada! Continuaban
desnudos y ridículos. Esto nos prueba que las intenciones humanas para
resolver el problema del pecado, por mejores que parezcan, no son más que
pobres hojas de higuera: nada solucionan; solo disfrazan. Y disfrazan mal.
Pero, Dios apareció y proveyó un corderito. Ese cordero, que era símbolo
del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, fue sacrificado. Su san-
gre humedeció el suelo del Edén; aquella sangre inmaculada mojaría, más
tarde, el suelo de la historia.
Desde la primera hasta la última página de la Biblia, esa sangre apare-
cería, como un hilo conductor rojo, mostrando al ser humano que la única
solución para el problema del pecado es la sangre de Jesús.
En todo esto, ¿cuál fue la participación humana? ¿Qué es lo que el hombre
hizo? ¡Nada! El cordero pertenecía a Dios. La iniciativa de buscar al desespera-
do hombre partió de Dios; la idea del sacrificio fue de Dios; las ropas de pieles
de ovejas, que cubrieron la desnudez de la pareja, fueron confeccionadas por
Dios. El ser humano recibió todo, sin hacer nada. Solo por gracia.
Este mensaje se repite una y otra vez, a lo largo del Antiguo Testamento.
En el incidente del sacrificio de Isaac, ambos, padre e hijo, entendieron que
Dios es el único que puede proveer el cordero. Cuando Isaac preguntó a
Abraham dónde estaba el cordero, la respuesta del patriarca fue: “Dios pro-
veerá”.
Efectivamente, Dios proveyó. En el momento en que el cuchillo había
sido levantado, Dios ordenó: “No hagas mal al muchacho”.
Tú y yo solo vivimos haciendo mal. Después, intentamos resolver el pro-
blema “cubriendo nuestra desnudez con hojas de higuera” y escondiéndo-
nos de Dios. Pero, ¡qué grande es la gracia de Jesús, que te busca incansable-
mente, hasta encontrarte!
¿Por qué vivir, entonces, angustiado y desesperado, por el peso de la cul-
pa? Hay perdón para ti. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño
[...] para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”.
325
16 de noviembre
C aín vive en todos nosotros después de la entrada del pecado. Tal vez,
seríamos incapaces de quitar la vida a alguien, pero para tener el espí-
ritu de Caín no basta matar: es suficiente ignorar la existencia del hermano.
El pecado te hace perder la visión de la realidad; te escondes detrás de
los árboles, como lo hicieron Adán y Eva, en el Jardín. Ignoras el dolor de
los demás, y exclamas, como Caín: “¿Soy yo guarda de mi hermano?” La res-
puesta divina es: “Sí, lo eres, aunque no lo quieras aceptar. No puedes vivir
solo para ti y para los tuyos. Necesitas abrir los ojos a las necesidades de las
otras personas, al medio ambiente, a las injusticias de este mundo”.
Nosotros no vamos a resolver los problemas ecológicos o sociales de
la tierra, pero podemos contribuir para disminuirlos. No podemos acabar
con el hambre mundial, pero podemos dar un pan al vecino. No podemos
llevar consuelo a millones de personas que mueren sin Cristo y sin espe-
ranza, pero podemos hacer una oración y llevar palabras de ánimo al que
trabaja a nuestro lado.
No basta evitar mis pecados personales y tratar de ser bueno: buen padre,
buen esposo, buen ciudadano, buen miembro de iglesia; es necesario hacer
algo para aliviar los terribles problemas que el pecado trajo a esta tierra. Si
es necesario votar en contra de las injusticias, hay que hacerlo; el cristiano
no puede omitirse, y permitir que las fuerzas del mal sigan dominando las
circunstancias.
Por otro lado, no puedes caer en la tentación de pensar que el mundo cae
a pedazos por culpa de la injusticia social: por el contrario, la injusticias so-
cial es el resultado de un mal profundo, arraigado en la naturaleza humana,
que la Biblia llama pecado. Ningún partido político, por bien intencionado
que sea, será capaz de resolver los problemas del mundo, porque la raíz está
en el corazón humano, y solo Jesús es capaz de cambiar el corazón humano
y sus motivaciones.
Busca a Jesús; vive en compañerismo diario con él. Pero, no te aísles del
mundo ni dejes de extender la mano al prójimo que necesita de ti, porque
“Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé.
¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?”
326
17 de noviembre
LA SEÑAL
Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es
CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto
en pañales, acostado en un pesebre. Lucas 2:11, 12.
E lmer cree que nació para sufrir: en su opinión, el cristiano debe ser pobre
y sufriente. Cristo lo fue; y si el Maestro no tuvo comodidades en la tierra,
¿por qué sus seguidores deberían tenerlas?
Se casó a los 22 años. Hoy, tiene dos hijos, y la familia pasa por necesidades
extremas. La esposa deja a los niños en una guardería, y trabaja todo el día. Re-
gresa por la noche cansada, y encuentra al esposo leyendo la Biblia, sin haberse
tomado siquiera el trabajo de recoger a los niños. El dinero que Rosa trae no es
suficiente para mantener a la familia.
Últimamente, el hogar de Elmer y Rosa se está deteriorado. Ya discuten la
posibilidad de una separación. Pero él no la acepta, bajo el pretexto de que “esa
no es la voluntad de Dios”.
¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Que la familia sufra porque “Cristo sufrió”?
Cristo es el nombre de Jesús que expresa su misión redentora. Cristo no
nació para vivir: vino a morir. Nació bajo la sombra de la cruz, vivió a la som-
bra de la cruz y fue clavado en la cruz.
El texto de hoy menciona que la señal de que Jesús era el Cristo sería en-
contrarlo “envuelto en pañales, acostado en un pesebre”.
Pobreza, sufrimiento, limitaciones: todo eso lo acompañó a lo largo de su
existencia. Fue perseguido; huyó a una tierra extranjera para salvar su vida; las
zorras tenían cuevas y los pajarillos nidos, pero él nunca tuvo dónde reclinar
la cabeza.
Todo eso ¿con qué objetivo? Para que tú vivas la vida abundante. Su pobre-
za es tu riqueza; sus limitaciones, tu abundancia; su muerte, tu vida.
Nadie tiene el derecho de vivir una vida sin ambiciones, alegando que
Cristo fue pobre: la pobreza es una de las consecuencias que el pecado trajo a
este mundo. Por lo tanto, mientras exista el pecado, existirá la pobreza. Pero,
Jesús vino a liberarnos de la mediocridad y el conformismo; vino a liberarnos
de la ignorancia y de la miseria. La salvación que él ofrece no tiene solo que
ver con la vida eterna, que recibirás en ocasión de su retorno triunfante a este
mundo, sino también con una vida de prosperidad en esta tierra.
Con Cristo, las cosas eran diferentes. Él vino a sufrir y a morir; era la única
forma de salvarte. Por eso, dijo el ángel: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis
al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”.
327
18 de noviembre
PECADO DE OMISIÓN
Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. Santiago 4:17.
ESCLAVOS
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad,
sino por causa del que la sujetó en esperanza. Romanos 8:20.
¿C ómo rescatar al ser humano? ¿Es fácil traerlo de vuelta? No, no lo es.
Por una simple razón: desde el momento en que Adán y Eva fueron
derrotados por el enemigo, se volvieron esclavos de él. Eso es lo que dice
Pablo, y lo confirma Pedro: la persona derrotada se vuelve esclava del que
la venció.
Estos días, estoy leyendo un libro de la escritora cubana Teresa Cárdenas,
titulado Perro viejo. Es la historia de un esclavo cubano, de los tiempos en
que ser esclavo era ser una cosa, un objeto, sin voluntad. Las mujeres esclavas
eran consideradas reproductoras de pequeños esclavos, que eran vendidos
como mercadería por los señores. Bueno, eso es lo que somos cuando nos
volvemos esclavos del enemigo: simples cosas, objetos. Él hace y deshace en
tu vida; gobierna, absoluto, en tu experiencia. Te roba la alegría, destruye a
tu familia, acaba con tus sueños, en fin, no te deja ser feliz. Se considera tu
dueño.
Pero, esta esclavitud no se limita a los seres humanos. Pablo, en el versí-
culo de hoy, declara que, después del pecado, la creación toda fue sujeta a va-
nidad. Es elocuente la palabra “sujetada”. En el original griego es Hupotaso,
que significa estar subordinado, sometido. Y la palabra vanidad, en griego,
Mataiatos, es depravación, perversión.
Analiza lo que Pablo afirma. Él habla de la naturaleza, de la Creación.
Quiere decir que la naturaleza, también, está sometida al enemigo; está su-
bordinada a la perversión. ¿Ahora entiendes por qué la naturaleza se vuelve
tan salvaje? Obedece a las fuerzas del enemigo porque, con la entrada del pe-
cado, la naturaleza también quedó esclavizada, sujeta, sometida a las fuerzas
del mal.
Esto significa que, si el ser humano y hasta la naturaleza están malogra-
dos por el pecado, la solución para este problema no puede provenir de la
esfera humana, sino de fuera; de una dimensión que no sea corrupta, de un
ambiente que no haya sido tocado por el pecado. Y esto solo podría suceder
mediante Cristo.
Coloca tu esperanza en Jesús; solamente en él. No te contagies del huma-
nismo, que domina la cultura de nuestros días. Recuerda que “la creación
fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la
sujetó en esperanza”.
329
20 de noviembre
PECADO
Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley;
pues el pecado es infracción de la ley. 1 Juan 3:4.
330
21 de noviembre
¡PENSAMIENTOS, PENSAMIENTOS!
...todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si
algo digno de alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8.
VIDA ABUNDANTE
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Juan 10:10.
EN EL MUNDO
No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal. Juan 17:15.
P ara que la vida sea completa, no basta que tenga un aspecto físico y otro
espiritual; necesita, también, de una dimensión social. El ser humano
no fue creado para vivir en soledad. En el Jardín, Dios creó una compañera
para el hombre: “No es bueno que el hombre esté solo”, dijo Dios. Y la vida
probó que realmente no es bueno: las personas que se aíslan y viven solas
viven menos, y con menor motivación.
La dimensión social del cristiano abarca su vida familiar, su relación con
los amigos, con la comunidad en la que vive y trabaja, y con la comunidad
en la que alaba a Dios. A esta última, la llamamos iglesia.
A fin de que el ser humano sea plenamente feliz, sus relaciones humanas
necesitan ser saludables, gratificantes y constructivas. Pero, desde la entrada
del pecado, las relaciones humanas se deterioraron. Recuerda que el primer
problema de relación entre Adán y Eva surgió luego del pecado: empezaron
a atacarse, a acusarse y a justificarse; algún tiempo después, Caín mató a su
hermano Abel, y ahí empezó el desfile de desencuentros y luchas.
¿Qué hacer para volver a tener relaciones sociales saludables? Lo primero
que el ser humano necesita, con el fin de vivir en paz con los demás, es tener
paz en el corazón. Y esa paz es el resultado de la reconciliación con Jesús.
¿Cómo sucede eso? Simple: reconoce que estás lejos de Dios, y dile que de-
seas regresar a sus brazos. En ese momento, Dios envía todos sus ejércitos
celestiales, para traerte de regreso.
Pero, ahí no termina todo; necesitas, también, de la iglesia. ¿Para qué? Para
crecer. Conviviendo con los otros cristianos, puedes crecer y permanecer has-
ta el fin. Es allí donde conviven los reconciliados con Cristo. La iglesia no es
una comunidad de gente perfecta, sino de personas que están andando la vida
cristiana, y son conscientes de que les falta mucho terreno por recorrer. En ese
andar, deben aprender a perdonarse, a aceptarse y a comprenderse los unos a
los otros; deben desarrollar la paciencia, y la capacidad de no juzgarse entre sí.
Pero, al concurrir a la iglesia, los cristianos corren un peligro: apartarse
de las personas que no comulgan con su fe; aislarse de los “mundanos”.
El plan divino no es que los cristianos vivan en aislamiento, por eso,
y para tener vida plena, es necesaria una misión. Para cumplirla, debemos
cultivar una amistad sincera con las personas que no son de nuestra fe.
Haz de este día un día de amistad con las personas. Muéstrales a Jesús en
tu vida, porque el Señor oró, al Padre: “No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal”.
333
24 de noviembre
¡VICTORIA!
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
1 Corintios 15:55.
335
26 de noviembre
EL CRECIMIENTO DE LA FE
Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es
digno, por cuanto vuestra fe va creciendo [...] por vuestra paciencia y
fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.
2 Tesalonicenses 1:3, 4.
336
27 de noviembre
337
28 de noviembre
338
29 de noviembre
IMPOSIBLE
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan. Hebreos 11:6.
340
1º de diciembre
POR ENCIMA
[...] Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de
las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y
libró nuestras casas [...] Éxodo 12:27.
CONOCER A JESÚS
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra,
en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto
sabemos que estamos en él. 1 Juan 2:4, 5.
342
3 de diciembre
MANO PODEROSA
Y endureció Jehová el corazón de Faraón rey de Egipto,
y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel
habían salido con mano poderosa. Éxodo 14:8.
343
4 de diciembre
344
5 de diciembre
EXTENDIÓ SU MANO
Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se
retirase por recio viento oriental toda aquella noche. Éxodo 14:21.
E stela nunca supo cómo pudo llegar a su casa; sentía que las fuerzas la
habían abandonado. Se tiró, lánguidamente, en la cama, y por horas su
mirada, enajenada, permaneció absorta en el techo. En su mente, giraba un
solo pensamiento: su automóvil había sido sostenido por manos invisibles;
de otro modo, a esas horas ya estaría muerta. La manera en que el vehículo
fue devuelto a la carretera, cuando estaba prácticamente en el abismo, ha-
bía sido un milagro. Solo que había un pequeño problema: ella no creía en
milagros.
¿Existen los milagros? ¡Claro que sí! La Biblia, y la vida, están llenas de
ellos. El versículo de hoy presenta uno. El pueblo de Israel había llegado a
las orillas del mar Rojo. No había más salida; desde la perspectiva humana,
había llegado el fin. Pero, entonces, Moisés levantó la vara y el milagro suce-
dió: apareció un viento oriental, y el mar se abrió, para dar paso al pueblo de
Dios.
Para muchas personas, esto no tiene lógica; no hay razón que lo expli-
que. Pero, si quieres pasar a la historia como alguien que escribió una de sus
líneas, en más de una oportunidad es necesario rechazar la razón, como si
fuese un trasto viejo, y volar en alas del espíritu: si deseas entenderlo todo
con la razón, no volarás jamás.
La vida cristiana es una vida de fe. Con frecuencia, es necesario sacar el
pie del barco y colocarlo en el agua, aunque el mar esté embravecido; es la
única manera de andar sobre el mar.
¿Cuál es el Mar Rojo de tu vida, hoy? ¿Cuál es el problema que parece no
tener solución? ¿Ya hiciste todo lo que humanamente podías haber hecho?
Entonces, dale una oportunidad a Dios; deja que él te conduzca por los va-
lles y por las montañas de la fe.
Busca al Señor. Ora, clama a él. Reconoce tu incapacidad, ríndete a sus
pies, acepta tu dependencia; vuélvete como un niño. ¡Y te sorprenderás con
los resultados!
No empieces las actividades de hoy sin la seguridad de que hay una vara
en tus manos. Pero, más que eso, hay un Dios Todopoderoso a tu lado: “Y
extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase
por recio viento oriental toda aquella noche”.
345
6 de diciembre
¿POR QUÉ?
Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado
para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros,
que nos has sacado de Egipto? Éxodo 14:11.
A Marina le gustaba salir a caminar todos los días temprano, por la ma-
ñana. No lo hacía solo por su salud: esa rutina de andar una hora por
el parque de la ciudad, además de reportarle un beneficio físico tremendo,
también le traía paz, alegría, y le daba una oportunidad para meditar.
Le fascinaba ver los frondosos árboles, a ambos lados del camino; el ria-
chuelo, que se deslizaba como una serpiente, a su lado derecho; los primoro-
sos jardines, bien cuidados... en fin. No se cansaba de mirarlos. Pero, aquella
mañana, nada de eso parecía tener importancia, porque en sus oídos reso-
naban, con fuerza, las palabras llenas de ingratitud de su mejor amiga.
¿Alguna vez te has sentido incomprendido por personas a quienes exten-
diste la mano en un momento de necesidad? Peor todavía, ¿fueron ingratos
contigo? Si ya pasaste por una experiencia parecida, tal vez logres entender
cómo se sentía Moisés ante la actitud rebelde y contumaz de aquel pueblo
ingrato.
Moisés solo había querido ayudarlos: Dios le había ordenado libertar a
aquel pueblo de la esclavitud de Egipto, y él había aceptado el reto, a pesar
de conocer las dificultades que encontraría en el camino. Pero ahora, frente
al menor obstáculo, aquel pueblo ingrato acusa al líder de haberlo traído al
desierto para morir.
¿Cómo te sentirías tú, en el lugar de Moisés? Necesitas saberlo porque,
mientras peregrines en el desierto de esta vida y tengas una misión que cum-
plir, enfrentarás muchas veces a personas ingratas, que te herirán sin piedad.
No te desanimes; continúa cumpliendo tu misión. La ingratitud es parte de
la vida en este mundo; es la amnesia del corazón que ha perdido el camino
de los sueños.
Dicen los psicólogos que la necesidad de reconocimiento es una de las
necesidades básicas del ser humano; es posible. Pero, si deseas llegar a la tie-
rra prometida de tus sueños, tienes que llenar ese vacío con la presencia de
Jesús en tu vida; de otro modo, serás parte de los cadáveres que yacen en el
desierto.
Levanta la cabeza, y sal hoy, para enfrentar tus responsabilidades, sin es-
perar gratitud de los seres humanos, motivado únicamente por el deseo de
servir. Y recuerda: “Dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que
nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con
nosotros, que nos has sacado de Egipto?”
346
7 de diciembre
¿CREYERON?
Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios;
y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
Éxodo 14:31.
E l día que Jaime se unió al grupo de Alcohólicos Anónimos, todas las mi-
radas se concentraron en él: alto, delgado, de cabello abundante y corto,
emblanquecido prematuramente, vestía con esmero. Tenía un porte que lo
destacaba de inmediato.
Con voz calma, pero segura y firme, se presentó: empresario de éxito, sóli-
da situación económica, viudo, dos pequeñas hijas. Tenía todo lo que, aparen-
temente, se necesita para ser feliz. Pero, su vida había perdido sentido. Estaba
en el grupo después de un intento fracasado de suicidio. Y contó que, después
de la muerte de su esposa, se había refugiado en el alcohol, con idea de escon-
derse de su dolor.
Lo que impresionaba, en la experiencia de Jaime, era que él jamás había
creído en Dios; todo lo que había alcanzado en la vida lo había hecho gracias
a su espíritu emprendedor y a su trabajo incansable. Pero, ahora se encontraba
en una situación sin salida. Reconocía que era un pobre alcohólico, y que no
podía liberase del vicio por sus propias fuerzas.
Una de sus pequeñas hijas había sido sanada milagrosamente de leucemia,
y ese hecho lo llevó a reconocer la existencia y el poder transformador de Dios;
había entregado su vida al Señor. Pero, ahora necesitaba de un programa de
rehabilitación para librarse del vicio.
Hay muchas personas que, como Jaime, solo entregan la vida a Dios des-
pués de una gran manifestación del poder divino. Ese fue el caso de Israel: sus
dudas y sus quejas acabaron al presenciar el acto prodigioso, a través del cual
el Señor los libró de las manos de los egipcios, en el Mar Rojo. No les quedó
otra alternativa, sino creer en el poder libertador de Dios.
¿Crees en Jesús? ¿Crees en él porque presenciaste sus grandiosos hechos?
¿O eres capaz de creer, simplemente, por su amor maravilloso? Es admirable
la manera como el ser humano cree en otro ser humano. Cuántas víctimas
de engaños y estafas existen solo porque depositaron su confianza en prome-
sas humanas, palabras bonitas que vendían ilusiones; pero no son capaces de
creer en el Señor Jesús.
Haz de este un día de fe. Cree en Jesús de todo tu corazón aunque, aparen-
temente, no tengas motivos para hacerlo. Cree, simplemente. Pero, prepárate
para ver los grandes hechos prodigiosos que él es capaz de hacer en tu vida.
Y recuerda: “Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los
egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo”.
347
8 de diciembre
INTERCESOR
Que perdones ahora su pecado, y si no,
ráeme ahora de tu libro que has escrito. Éxodo 32:32.
¡SANTIFÍCALOS!
Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos
hoy y mañana; y laven sus vestidos. Éxodo 19:10.
349
10 de diciembre
MI TESORO
Ahora, pues, si dieres oído a mi voz, y guardareis mi pacto,
vosotros seréis mi especial tesoro, sobre todos los pueblos;
porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino
de sacerdotes, y gente santa. Éxodo 19:5, 6.
DIOSES
Se acercaron entonces a Aarón y le dijeron:
Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros;
porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto,
no sabemos qué le haya acontecido. Éxodo 32:1.
H abían pasado algunos días desde que Moisés subiera al Monte Sinaí,
para encontrarse con Dios. El pueblo, cansado de esperar, buscó a
Aarón y le dijo que, tal vez, Moisés no volvería más, y sería mejor buscar
otros dioses.
¿Ya te pusiste a reflexionar sobre la fragilidad de las promesas humanas?
Aquel pueblo había prometido a Moisés que estaría allí, esperando a que
él regresara con el mensaje de Dios. Habían sido los hijos de Israel quienes
pidieron a Moisés que lo que Dios quisiera decirles se lo dijese a él, porque
ellos tenían miedo de oír la voz del Señor. Y ahora, transcurridos pocos
días, el pueblo no solo se había olvidado de su promesa, sino también bus-
caba otros dioses.
El otro día, me encontré con una persona que durante años había sido
fiel a Dios y había predicado el evangelio. Hoy, no cree más en un dios per-
sonal, sino en un dios como energía, que se manifiesta en muchas formas.
Le pregunté por qué había perdido la fe en Dios. Y su respuesta me hizo
recordar al pueblo de Israel: “Esperé mucho tiempo”, me dijo, “pero Dios no
me respondía. Busqué, entonces, la meditación trascendental, y descubrí que
no necesito de un Dios exterior: la energía vital está dentro de mí, y a eso, si
quiero, puedo llamarlo dios”.
¿Hace cuanto tiempo tienes la impresión de que Dios no atiende a tus
oraciones? ¿Cuánto tiempo más lo esperarás? ¿Buscarás otros dioses, pen-
sando “no sé qué le aconteció a Moisés”?
Hoy puede ser un día para fundamentar tu confianza en el Dios invisible,
Creador del cielo y de la tierra. No busques la fuerza de las cosas creadas:
busca al Creador; deposita tu confianza en él. Cuando pienses que está de-
morando en responderte, él está preparándote para lograr conquistas más
grandes. Pero, para no buscar otros dioses, necesitas alimentar tu fe median-
te la oración y el estudio de la Biblia. Si no lo haces, en poco tiempo acabarás
fabricando amuletos, que satisfarán tu curiosidad pero no la sed del alma,
que solo Dios puede calmar.
Enfrenta la batalla de este nuevo día. Pero, recuerda: “Se acercaron en-
tonces a Aarón y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de
nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto,
no sabemos qué le haya acontecido”.
351
12 de diciembre
MEDITAD
Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Meditad bien sobre vuestros caminos. Hageo 1:5.
TU GLORIA
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno
ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo
sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el
imperio por los siglos de los siglos. Amén. 1 Pedro 4:11.
353
14 de diciembre
ENVIDIA
Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado
también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Números 12:2.
354
15 de diciembre
MIEDO
No podremos subir contra aquel pueblo,
porque es más fuerte que nosotros. Números 13:31.
E l miedo paraliza; acaba con los sueños, con los planes y con las ganas de
vivir. El miedo es larva insidiosa, que come por dentro sin que tengas
conciencia de tu drama. Cuando despiertas a tu triste realidad, ya es dema-
siado tarde. Dicen que, de cada siete personas, una vive presa de algún mie-
do; es un dato alarmante. Las personas se encierran en sus temores y crean
monstruos asustadores que solo ellas ven.
Existen muchos tipos de miedos: miedo de la gente, miedo de perder el
empleo, miedo de salir a la calle, de trabajar, de tomar el ómnibus, y hasta de
ir a la iglesia, etc. De todos esos miedos, creo que el más terrible es el miedo
a ser feliz.
El versículo de hoy habla de ese miedo, y muestra que la causa del miedo,
en las personas, es la falta de fe en Dios y en sus promesas: cuando dejo de
creer en Dios, todo a mi alrededor se vuelve amenazador; y si Dios no habita
en mi corazón, con toda seguridad el miedo se apoderará de mi corazón.
Israel había llegado a la frontera de la Tierra Prometida. Un paso más,
y se apoderaría de la herencia ofrecida a sus padres. Las promesas de Dios
eran seguras: nadie sería capaz de resistir en pie delante de ellos. Pero, en la
hora primordial, permitieron que el miedo se apoderase del corazón, y no
quisieron avanzar.
“No podremos subir contra aquel pueblo porque es más fuerte que no-
sotros”. ¡Mentira! La razón de su temor no era la fortaleza del enemigo, sino
la falta de confianza en las promesas de Dios.
Todos encontramos enemigos en el camino; es la lucha diaria: obstácu-
los, dificultades, preconceptos, desafíos aparentemente difíciles de ser ven-
cidos. Si piensas que fracasaste, no intentes más luchar: ya estás fracasado.
Pero, a la hora de enfrentar los problemas, que tus ojos no se fijen en el
adversario, sino en el Dios que te prometió que te llevará a Canaán y te en-
tregará la tierra.
¿Cuáles son tus adversarios hoy? ¿Qué es lo que tanto te asusta? Piensa
en Dios: jamás un hijo de Dios, escondido en las manos del Todopodero-
so, perdió una batalla. Este puede ser el grande día de victoria que esperas.
Solo que no repitas el error de Israel, que pensó: “No podremos subir contra
aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”.
355
16 de diciembre
MI GOZO
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros,
y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:11.
AMOR ETERNO
Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo:
Con amor eterno te he amado;
por tanto, te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3.
¡A mor eterno! ¿Qué significa eterno? Que no acaba nunca; que no tiene
principio ni fin; que siempre es el mismo. Pero, hay muchos cristianos
que creen que el amor, la gracia y la misericordia divinos son actitudes de
Dios que aparecen solo en el Nuevo Testamento, y que el Dios del Antiguo
Testamento es un Dios de ira, de justicia y de venganza.
Si esto fuese verdad, Dios no sería Dios. ¿Qué tipo de Dios es ese, que
cambia de personalidad? ¿Hizo tanto mal a los seres humanos en el Antiguo
Testamento, y después se arrepintió, y se volvió bueno en el Nuevo Testa-
mento?
Si hacemos un estudio detenido del Antiguo Testamento, veremos que la
nota que más se destaca es el amor de Dios: desde el principio, cuando creó
al ser humano por amor; pasando por la solución que presentó al problema
del pecado, después de que Adán y Eva cayeron; y mostrando su paciencia
con un pueblo contumaz y rebelde, como el pueblo de Israel, el amor de
Dios siempre estuvo presente.
Si un día el ser humano se pierde, no será porque Dios haya dejado de
amarlo, sino porque el propio hijo habrá llegado al punto de volverse insen-
sible al amor divino.
El otro día, un joven me abordó con la siguiente pregunta: “Si Dios me
ama, ¿significa que no debo preocuparme por vivir una vida justa, porque el
amor de Dios finalmente me salvará?” ¡Este puede ser un error catastrófico!
El amor de Dios no acaba nunca, pero tu corazón puede llegar al punto de
que el amor de Dios ya no tenga más ningún valor para ti.
Nadie se va a perder porque Dios dejó de amarlo; pero, el amor de Dios
no salvará a quien jugó con su misericordia. Cuando finalmente el Señor
Jesús aparezca en las nubes de los cielos, vendrá para destruir el pecado para
siempre. Del mal no restará ni raíz ni rama, y los únicos seres humanos que
serán destruidos, junto con el pecado, serán aquellos que no quisieron aban-
donarlo, y se aferraron del pecado hasta el fin.
Por eso, la Biblia afirma constantemente que hoy es el día de buena nue-
va. Y hoy es el día de salvación. Haz de este un día de decisiones sabias. En-
trégale el corazón a Jesús, no juegues con su amor, y sal rumbo a los desafíos
de este día oyendo la voz de Dios, que te dice: “Jehová se manifestó a mí hace
ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te
prolongué mi misericordia”.
357
18 de diciembre
358
19 de diciembre
NO VERÁN
No verán la tierra de la cual juré a sus padres.
Números 14:23.
L a vida está hecha de decisiones. Para bien o para mal. No existe destino,
en el sentido determinista: existe el resultado de las decisiones. El pueblo
de Israel es un ejemplo de eso. Dios le había prometido la tierra de Canaán;
lo había sacado de Egipto con mano fuerte; había cuidado de él a lo largo
del desierto, y en menos de dos años los había hecho llegar a la frontera de
Canaán.
Este era el momento de la decisión. ¿Creer o no creer? ¿Avanzar o quedar-
se? El pueblo decidió quedarse. No creyó en las promesas divinas; pensó que
moriría en la frontera. Y así fue. No porque Dios lo castigó; tampoco porque
su “destino” era morir allí. Así fue, simplemente porque así lo decidió. La vida
es el resultado de lo que decides y cómo decides. La muerte, también.
Al leer el versículo de hoy, la primera impresión es que Dios está conde-
nando al pueblo: “No verán”. Generalmente, esa es la visión que tenemos de
la vida: que lo que nos sucede depende de otros o, acaso, de las circunstan-
cias que nos rodean. Y no podríamos ser simplistas al punto de pensar que
no existen factores adversos o personas de mala voluntad: esa es una realidad
de este mundo de pecado. Pero, la otra realidad es que la situación en que te
encuentras no es el resultado de factores ajenos, sino consecuencias de tus
decisiones. El pueblo de Israel decidió quedarse cuando debería haber deci-
dido avanzar; la disculpa fue el poder bélico del enemigo. En fin, disculpas
nunca faltan. Pero, si quieres dar una media vuelta en tu vida, es necesario
revisar tus decisiones y reconocer dónde fallaste.
En cierta ocasión, una niña, de apenas 16 años, vino a pedirme un con-
sejo: quería saber qué debería hacer, porque el novio la había agredido físi-
camente en la calle. ¿Qué debería hacer? Aquel era un momento para tomar
decisiones: ¿Qué se puede esperar, en el futuro, de un joven que, en la época
de noviazgo, agrede físicamente a una chica? Ella decidió; pero, decidió en
forma errada.
Algunos años después, me encontré con ella. Destruida por la vida y por
el maltrato de un hombre que, después de haberla agredido durante diez
años, la abandonó con tres hijos pequeños.
Decisiones. Hoy es un día de decisiones para ti todos los días lo son. Pero,
pide a Dios que hoy te ayude a tomar decisiones sabias. No sea que, un día,
como resultado de tu decisión, oigas la voz de la propia vida diciéndote: “No
verán la tierra de la cual juré a sus padres”.
359
20 de diciembre
CELOS
Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación
y toda obra perversa. Santiago 3:16.
ELLOS LA RECIBIERON
Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron,
y han conocido verdaderamente que salí de ti,
y han creído que tú me enviaste. Juan 17:8.
L a Biblia es el libro más leído en el mundo. El más amado, sin duda, pero
también el que tiene más enemigos. La historia está manchada con la
sangre de muchas personas que pagaron con su vida el hecho de poseer un
ejemplar. ¿Por qué tanto odio hacia la Biblia? Hay una causa sobrenatural:
existe un adversario, Satanás, que no soporta la existencia de un libro que
muestra su derrota.
La causa de esta hostilidad es que la Biblia va en contra de lo que a la
mayoría de las personas les gustaría oír. No elogia nuestra civilización; no pre-
senta al hombre como un ser noble, que se encamina hacia un hermoso ideal
humanista. Por el contrario, muestra su alejamiento de Dios y su degradación
moral; reprueba sus pasiones y le aconseja volverse de sus malos caminos.
En la oración sacerdotal de San Juan 17, el Señor Jesús agradece al Padre
porque las palabras que recibió de él las entregó al ser humano, y algunos las
recibieron. ¿Qué significa recibir la Palabra? Hay muchas maneras de encarar
el estudio de la Biblia: algunos la estudian solo buscando alimentar el inte-
lecto; y sin duda la Biblia tiene respuestas para satisfacer la curiosidad del ser
humano. Pero, ella es más que simplemente un libro de texto.
Otros, leen la Biblia como si fuese un amuleto; piensan que existe algún
poder sobrenatural en la lectura de un versículo diario. Tal vez, no se den
cuenta, pero inconscientemente, la lectura de la Biblia para estas personas
no es más que un ritual, como cualquier otro ritual. El poder es atribuido al
hecho de leer la Biblia, y nada más.
Pero, en el versículo de hoy, el Señor Jesús habla de quienes recibieron la
Palabra: estos son los que leen la Biblia con el propósito de encontrarse con
Jesús, de oír su voz, de recibir sus consejos. Y no se quedan simplemente allí,
sino que, después, en una actitud obediente, se disponen a llevar a la práctica
los consejos divinos.
La Biblia es el manual de supervivencia: nos muestra el camino; nos ad-
vierte de las zancadillas que pueden aparecer adelante; nos infunde ánimo
para continuar avanzando, cuando el camino es tortuoso, en fin...
No salgas, esta mañana, sin tomar la decisión de leer más la Biblia y de
ajustar tu vida a sus enseñanzas. Y recuerda la oración de Jesús: “porque las
palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido
verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste”.
361
22 de diciembre
CONSECUENCIAS
Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de
asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado
y de entenebrecimiento. Sofonías 1:15.
¿C uándo fue la última vez que cantaste un himno sobre el futuro Juicio
del mundo? Creo que a nadie le gusta pensar en el día final, el día del
ajuste de cuentas. Pero el “Día del Señor” es un concepto bíblico que debe-
mos tomar muy en serio, pues nos dice hacia dónde están yendo las cosas y
cómo terminarán.
El evangelio significa “Buenas nuevas de salvación”. A todos nos gusta es-
cuchar esas buenas nuevas; multitudes llenan estadios para deleitarse con las
maravillas de la gracia de Dios. Pero, el evangelio no tiene solo que ver con
un estado de bienestar pasajero en este mundo; no es solo la tranquilidad de
una conciencia que se sabe perdonada: es, también, la conclusión definitiva
del pecado.
¿Qué valor tendría ser salvos, para continuar viviendo en este planeta
maldito por el pecado? ¿Cuáles serían las bendiciones de la salvación, si tu-
viésemos que continuar enterrando a nuestros seres queridos, tocados por la
muerte? El evangelio es la buena nueva de que el pecado tendrá fin, y de que
el mal no se levantará por segunda vez.
Solo que el día del Señor vendrá acompañado no solo de la melodía de las
trompetas de júbilo, sino también de la furia de una naturaleza descontrolada.
Y, ese día, los seres humanos se dividirán en dos grupos: los salvos y los per-
didos. Los primeros levantarán las manos al cielo, para recibir al Señor, con
quien vivieron en esta tierra una vida de compañerismo, solo por la fe.
Los segundos, correrán a los montes y a las cuevas, para esconderse de la
presencia de Dios, de quien siempre se escondieron. En aquel día, glorioso y
espantoso al mismo tiempo, no habrá un tercer grupo: ese día, será claro que
no todos los caminos llevan a Dios.
Hoy es el día de buena nueva; hoy es el día de decisión. ¿Qué tipo de ex-
periencia tienes con Jesús? ¿Es, para ti, solo una teoría, una doctrina bonita,
y nada más? ¿O es el Amigo y el Señor de todos los días, de cada hora y de
cada minuto?
No empieces el día sin renovar tu voto de entrega a Jesús. Nada tienes
que temer, con relación al futuro, si hoy aprendes a vivir en comunión per-
manente con él. Aunque “día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto,
día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nu-
blado y de entenebrecimiento”.
363
24 de diciembre
NO TEMÁIS
Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy
nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. Lucas 2:10.
364
25 de diciembre
EL PRESENTE
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
[y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre],
lleno de gracia y de verdad. Juan 1:14.
365
26 de diciembre
TENTACIONES
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando
haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida,
que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12.
S i hay algo que perturba incesantemente al cristiano, son sus derrotas ante
la tentación. “No logro resistir”; “Soy demasiado carnal”; “¿Qué hago con
mi vida?”; “Soy demasiado débil”.
Estas y otras afirmaciones son expresiones de frustración de cristianos
sinceros. Creo que nadie, por voluntad propia, quisiera ser un fracasado.
Todos se esfuerzan, luchan, tratan de controlar sus tendencias; pero parece
que nada da resultado. ¿Existe solución?
El problema es que, al llegar la tentación, concentras tus esfuerzos para
no caer, en lugar de concentrarlos en no separarte de Jesús. Al hacer esto
caes, no porque la tentación haya sido demasiado fuerte, sino porque te se-
paraste de Jesús. Y él ya lo advirtió: “Sin mí nada podéis hacer”. Nada. ¿En-
tiendes? Mucho menos, resistir la tentación.
Entonces, ¿cómo enfrentar la tentación? Si tu vida es de una constante
comunión con Jesús, todo lo que necesitas hacer, al llegar la tentación, es
decir a Jesús lo que estás sintiendo o pensando. Te puede parecer extraño,
al comienzo. Hay cosas que no tendrás el valor de contar a Jesús. ¿Cómo
decirle, por ejemplo, que estás planeando salir con una persona que no es tu
cónyuge o que estás pensando ir a un lugar que no es compatible con la vida
cristiana? “No, no; esto no funciona”, puedes pensar. Pero ahí está la clave del
problema.
Ya que no tienes el valor de contarle a Jesús lo que estás sintiendo, come-
tes el error de cortar la relación con Jesús.
La próxima vez que la tentación aparezca, cuenta a Jesús lo que estás
sintiendo, aunque te parezca irreverente y atrevido. No te separes de Jesús.
Si llevas este consejo a la práctica, percibirás que, mientras vas dialo-
gando con Jesús, el deseo pecaminoso empieza a desaparecer, de manera
natural: ¡Venciste! No porque te hayas esforzado por no caer, sino porque lu-
chaste para no separarte de Jesús. Continúas siendo justo no porque evitaste
cometer un acto pecaminoso, sino porque no te separaste de la Fuente de la
justicia, que es Jesús. A su lado, no hubo lugar para el pecado. Satanás y sus
huestes fueron derrotados: Cristo venció en ti; por ti; y para ti. “Bienaven-
turado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la
prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
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27 de diciembre
TODOS MUEREN
Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab,
conforme al dicho de Jehová. Deuteronomio 34:5.
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28 de diciembre
GRATITUD
Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.
Salmo 90:1.
C uando Moisés escribió el Salmo 90, estaba recordando los milagros que
sucedieron mientras conducía al pueblo por el desierto. Recordar es
vivir. ¡Bendito el pueblo que tiene memoria! Triste es observar a alguien que
sufre de amnesia; la amnesia es la soberanía del olvido. Un hombre que se
olvida de su pasado vive un presente desprovisto de significado; y el futuro
le parece incierto y atemorizante.
El pasado te da fuerzas para continuar hacia delante; te confronta con
tu historia, aunque esa historia sea el registro de las cosas buenas y malas
que sucedieron. Olvidar es el lado opuesto del recuerdo. Olvidar es morir;
morir de a poco, lentamente. Consumido por el frío de la indiferencia o de
la ingratitud.
Al agradecer, Moisés tenía un motivo para ser grato. La gratitud le ins-
piraba seguridad; sin seguridad, no hay vida. Si observas a un niño de pocas
semanas, vas a notar cómo la necesidad de seguridad lo lleva a aferrar, con
fuerza, lo que encuentra cerca de él. Él no tiene conciencia de eso: la se-
guridad es una necesidad inconsciente, pero vital. Nadie se desarrolla, en
plenitud y equilibrio, si no se siente seguro. Lo que poca gente sabe es que la
gratitud genera seguridad; mucho más, cuando la gratitud es dirigida a un
Ser eterno y poderoso, como Dios.
Dios no espera que sus hijos le sean agradecidos porque él se alimenta
de gratitud; no. La gratitud no es un “deber” que el “buen cristiano” tiene
que cumplir. La persona beneficiada por la gratitud no es la que recibe el
agradecimiento, sino la que agradece. Hacer una revisión de las bendiciones
recibidas de parte de Dios te recuerda, como dice Moisés, que “tú nos has
sido refugio de generación en generación”. Quiere decir, las generaciones
pasan; los tiempos se van; días, meses y años se transforman en historia.
Pero ¡tú, oh, Señor, continúas! Continúas siendo el mismo ayer, hoy y por los
siglos. Mi temporalidad puede esconderse en el refugio de tu eternidad. ¿Por
qué podría, entonces, asustarme la enfermedad o la fugacidad de las pruebas
pasajeras de esta vida? Estoy seguro, en la eternidad divina. Nada ni nadie me
amedrentará.
Llegamos casi a fin de año. Haz un alto y agradece. No empieces el
nuevo año sin reconocer: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en
generación”.
368
29 de diciembre
PERMANENCIA
Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo,
desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios. Salmo 90:2.
369
30 de diciembre
EL SEÑOR ES TU SOCORRO
Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?
Salmo 121:1.
C uando el salmista escribió este salmo, vivía uno de los momentos más
tristes de su experiencia: su gran amigo y consejero, el profeta Samuel,
acababa de fallecer; él se encontraba atravesando el desierto de Parán, per-
seguido por su propio hijo Absalón. ¿Cómo te sentirías tú, si las personas
en quienes más confías te abandonan, te traicionan y se disponen a luchar
contra ti? ¿Adónde acudirías, en busca de consejos y de ánimo, si tu gran
consejero hubiese muerto?
David se sentía solo; no sabía dónde ir ni qué hacer. En esos momentos
de tristeza y de soledad, alzó los ojos hacia las alturas del los montes de Pa-
lestina. En aquellos lugares escarpados, los paganos ofrecían sacrificios a sus
dioses, creyendo que ese era el camino para la solución de sus problemas.
Observando aquellas montañas, David escribió: “Alzaré mis ojos a los mon-
tes”. En otras palabras: “Ya que todo el mundo sube esas montañas en busca
de respuestas, yo también iré allá”. Pero, enseguida recapacita y se pregunta:
“¿De dónde vendrá mi socorro?” Aquellos que no conocían al Dios eterno
de Israel subían aquellos montes en búsqueda de soluciones; pero el salmis-
ta se pregunta: “¿Subiré también yo?” En aquellas alturas sofisticadas de la
sabiduría humana, del materialismo, del consumismo, del racionalismo, del
relativismo, ¿es allí donde encontraré salida para mis problemas? Entonces
reacciona, y se responde a sí mismo: No; “mi socorro viene de Jehová”.
¿Por qué proviene de Jehová? Por una simple razón: el poder de Dios: “Él
hizo los cielos y la tierra”.
No existía nada. Nada había: solo el vacío, la oscuridad, el desorden; el
caos. Pero, “por la Palabra del Señor, fueron creados los cielos y la tierra.
Porque él dijo y fue hecho. Él mandó y existió”.
¡Ah, querido! Si Dios fue capaz de hacerlo todo, desde la nada, solo por
el poder de su Palabra, ¿por qué no podría hacer maravillas en tu vida, si
ya existe alguna cosa, aunque esa “alguna cosa” sea apenas una vida hecha
pedazos?
Por eso, ¡levántate, en el nombre de Jesús! Tu Dios no conoce de derro-
tas. ¡Es Jehová de los ejércitos! vencedor del universo. El año que pasó pudo
haber traído páginas tristes a tu vida. Pero, no todo está perdido, ¡levanta tus
ojos a ese Dios eterno y todopoderoso! “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de
dónde vendrá mi socorro?
370
31 de diciembre
¡AMANECERÁ!
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra,
y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová,
y sobre ti será vista su gloria. Isaías 60:2.
¡D iciembre terminó! ¡Un año más se fue! ¿Te diste cuenta de que, en
esta vida, todo se va? Se acaba la ropa, la comida se termina, la juven-
tud se va, se deteriora la vida, en fin... Desaparecen los momentos tristes, las
horas felices; todo llega a su término.
El otro día conversé con una persona que me decía: “Este fue el peor
año de mi vida: perdí el empleo en julio; mi esposa falleció, consumida por
el cáncer en octubre; y ahora, pocos días antes de Navidad, mi única hija,
de apenas 16 años, sin haber terminado siquiera el segundo año, me da la
noticia de que está embarazada. ¿Qué quieres que haga con mi vida? ¿Cómo
quieres que crea que existe un Dios que se preocupa por mí?”
Nada le dije al principio; solo lo escuché. Respeté su dolor, la rebelión
de su corazón herido, su desesperación. ¿Qué se le puede decir a una perso-
na que está sufriendo terriblemente? Hay momentos en los cuales la mejor
ayuda que puedes prestar a una persona es solo oírla, colocar un brazo en
su hombro, dejarla llorar... A veces, pienso que Dios nos dio lágrimas con el
objeto de lavar el veneno que está destruyendo las profundidades del alma;
el dolor que asfixia; la hiel que ahoga el espíritu. Porque hay momentos en
que todo te parece absurdo. Quieres ser feliz y, por más que te esfuerzas, no
lo logras; te da la impresión de que la felicidad se te escapa por entre los
dedos. Otras veces, te parece tan distante como aquella estrella que observas
en el cielo azul: bella, esplendorosa, pero ajena. Sientes que no te pertenece:
puedes observarla de lejos, pero es como si no tuvieses derecho a ella.
Y ahora, el año se acabó; se fue. Y ojalá que, en su alocada corrida, se
hubiese llevado, también, tu dolor. Pero no; no lo hizo. Se marchó, deján-
dote el sabor amargo de la derrota, de las cosas con sabor a feo, a horrible, a
desgracia. Y aquí estoy yo, queriendo decirte alguna cosa, y sin saber siquiera
cómo empezar.
Entonces, vuelve tus ojos al texto de hoy. Porque, aunque yo, como ser
humano, no sepa ya qué decirte, Dios con toda seguridad sí lo sabe. Las tinie-
blas de los problemas pueden envolver tu vida por completo, pero amanecerá.
Enero llegó, trayendo la luz de un nuevo año: créelo. No te desanimes: este año
que está comenzando será diferente. “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la
tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será
vista su gloria”.
371