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Fragmento de Teatro L
Fragmento de Teatro L
Samuel Beckett
[Escrito en francés a finales de los años cincuenta y publicado por primera vez en el n.º
8 de la revista Minuit, en 1976, como Fragment de théátrel. La versión inglesa del autor,
con el título de Rough far Theatre I, fue editada en 1976.]
A, ciego, sentado sobre una silla de tijera, toca el violín. A su lado el estuche, entreabierto,
puesto del revés, con un platillo encima para pedir limosna. A deja de tocar, vuelve la cabeza
hacia el lateral derecho, escucha.
Pausa.
A: Unas monedas para el artista, la voluntad para el artista. (Silencio. A se pone a tocar de
nuevo, vuelve a dejarlo, gira la cabeza hacia el lateral derecho, escucha. Entra B en una silla de
ruedas que hace avanzar con ayuda de una vara. Irritado.) ¡La voluntad para el artista! (Pausa.)
B: ¡Música! (Pausa.) Así que no es un sueño. ¡Al fin! Tampoco una visión, son mudas, y
yo también soy mudo, ante ellas. (Avanza, se detiene, mira el platillo. Sin emoción.) Pobre
desgraciado. (Pausa.)
Ahora ya puedo volver, se terminó el misterio. (Retrocede, se detiene.) A menos que nos
juntemos, que vivamos juntos, hasta que llegue la muerte. (Pausa.) ¿Qué te parece, Billy?
¿Puedo llamarte
Billy, como a mi hijo? (Pausa.) ¿Te gusta sentirte acompañado, Billy? (Pausa.) ¿Te gustan
las conservas, Billy?
A: ¿Qué conservas?
B: Cecina de vaca, Billy, sólo cecina de vaca. Suficiente para mantener juntos hasta el
verano el cuerpo y el alma, con cuidado. (Pausa.) ¿No? (Pausa.) También algunas patatas,
unos cuantos kilos. (Pausa.) ¿Te gustan las patatas, Billy? (Pausa.) No tendríamos más
que dejarlas germinar y luego, en el momento propicio, sembrarlas, podríamos
intentarlo. (Pausa.) Yo elegiría el lugar y tú las plantarías. (Pausa.) ¿No? (Pausa.)
B: Oh ... (Mira el cielo.) De día, si te parece. Sin sol, claro, de lo contrario no me lo habrías
preguntado. (Pausa.) ¿Sigues mi razonamiento? (Pausa.) ¿Estás en tu sano juicio, Billy,
estás aún en tu sano juicio?
B: Sí. (Mira el cielo.) Sí, claridad, no existe otra palabra para expresarlo. (Pausa.) ¿He de
intentar darte una idea de lo que es esta claridad?
A: Me parece, a veces, que me paso la noche aquí, tocando, y escuchando. Antes notaba
la llegada del crepúsculo y me preparaba. Colocaba mi violín y mi platillo y no tenía más
que levantarme, cuando ella me agarraba de la mano. (Pausa.)
B: ¿Ella?
B: ¿Ahora?
A: Cuando me voy no sé, y cuando llego no sé, y mientras estoy aquí no sé si es de día o
de noche.
B: No siempre has estado así. ¿Qué es lo que te ha ocurrido? ¿Las mujeres? ¿El juego?
¿Dios?
B: ¡Vamos!
A: A veces oigo pasos. Voces. Me digo: Vuelven, algunos vuelven a intentar instalarse
de nuevo, o a buscar algo que habían olvidado, o a buscar a alguien que habían dejado
atrás.
B: ¡Volver! ¿Quién querría volver aquí? (Pausa.) ¿Y nunca los has llamado? (Pausa.)
¿Gritado? (Pausa.) ¿No?
B: ¿Comestibles?
A: A veces.
B: ¡No!
A: Y a lo he pensado.
B: Bueno, yo, ya sabes ... Nunca voy lejos, apenas de arriba abajo delante de mi puerta.
Es la primera vez que llego hasta aquí.
B: No, no.
B (tomando ventaja): Tranquilo, Billy, tranquilo, veo una caja redonda allí abajo, en el
arroyo, tal vez sea de sopa o de judías.
A: ¡Judías!
(Pausa.)
A: ¡Judías! (Se levanta, deja el violín y el arco sobre la silla y va a tientas hacia B.) ¿Dónde
estás?
A intenta llegar a tientas hasta su taburete. Perdido, permanece inmóvil.) Perdóname. (Pausa.)
¡Perdóname, Billy!
A: ¿No la has oído ya bastante? Siempre los mismos gemidos desde la cuna hasta la
tumba.
A: ¡Vaya por Dios! ¿Lo oyes? (Pausa. Quejumbroso.) ¡Yo no puedo irme! (Pausa.) ¿Lo oyes?
A: Para nada.
A: No. (Vuelve a tantear, se queda inmóvil.) Acabaré por encontrarlas. (Pausa.) O por
alejarme de ellas completamente. (Vuelve a tantear.)
B: Estírame la manta, tengo el pie destapado. (A se queda inmóvil.) Yo mismo lo haría, y
bien, pero me llevaría tiempo. (Pausa.) Hazlo, Billy. (Pausa.) Luego podré volver a mi
casa, instalarme en mi
viejo rincón y decirme: he visto al hombre por última vez, lo he golpeado y él me ha
socorrido. (Pausa.) Encontrar algunos jirones de amor en mi corazón y morir reconciliado
con mi especie. (Pausa.) ¿Por qué te quedas boquiabierto? (Pausa.) ¿He dicho algo que no
debía? (Pausa.) ¿A qué se parece mi alma?
A: Haz un ruido.
A: Por todas partes hay la misma peste. (Tiende la mano.) ¿Estoy al alcance de tu mano?
(Permanece inmóvil, con la mano extendida.)
B: Espera ¿no vas a hacerme un favor por nada? (Pausa.) Quiero decir, sin condiciones.
(Pausa.) ¡Dios mío!
A: ¿Tu pie?
B: ¿Cómo?
B: ¡Si lo hubiese sabido! (Pausa.) Sí, mi pie, arrópamelo. (A se inclina, a tientas.) ¡De
rodillas, de rodillas!, así estarás más cómodo. (Lo ayuda a arrodillarse en el lugar preciso.)
Ahí. A (irritado): Pero ¡déjame de una vez! ¡Quieres que te ayude y no me sueltas la mano!
(B le suelta. A busca en la manta.) ¿No tienes más que una pierna?
B: Sólo una.
A: ¿Y la otra?
B: Se pudría, me la cortaron.
(A le arropa el pie.)
A: Ya está.
(Pausa.)
A: ¿Esto es tu cara?
B: Pues sí. (Pausa.) ¿Qué quieres que sea? (Los dedos de A erran, se quedan inmóviles.) ¿Esto?
Mi quiste.
A: ¿Rojo?
(Pausa.)
A: ¿Todavía es de día?
A: ¿Oscurecerá pronto?
(B mira el cielo.)
B: Día ... noche ... (Mira.) A veces me parece que la tierra se debió de atrancar, un día sin
sol, en el corazón del invierno, en la grisalla del atardecer. (Se inclina sobre A, lo sacude.)
Vamos, Billy, de pie, empiezas a estorbarme.
B: No veo ninguna.
B: Un poco de musgo. (Pausa. A cruza las manos sobre la manta y apoya la cabeza.) ¡Santo
cielo! ¡No irás a rezar!
A: No.
B: ¡Ni a llorar!
A: No. (Pausa.) Podría quedarme así para siempre, con la cabeza sobre las rodillas de un
anciano.
(Pausa.)
(Ambos escuchan.)
B: ¿Qué ruidos?
A: No sé qué son.
(Ambos escuchan.)
B: ¡No! (A se agarra la cabeza con las manos.) Lo veo muy bien, allí, sobre el taburete.
(Pausa.) ¿Y si lo agarrase, Billy, y me largase con él? (Pausa.) Venga, Billy, ¿qué dirías de
eso? (Pausa.) Tal vez habría otro viejo, un día, que saldría de su agujero y al venir te
encontraría tocando la armónica. Y tú le hablarías del pequeño violín que tuviste.
(Pausa.) ¿A que sí, Billy? (Pausa.) O cantando. (Pausa.) Vamos, Billy, ¿qué dirías de eso?
(Pausa.) Graznando al viento del invierno, habiendo perdido tu pequeña armónica. (Lo
pincha en la espalda con la vara.) ¿Eh, Billy?
(A se vuelve vivamente, agarra la vara por la punta y la arranca de las manos de B.)