Carmelo Martines
HAMARTIOLOGÍA
Apuntes para el curso de Teología Sistemática
Qué es el Pecado
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Apuntes – Dr. Carmelo Martines
nacimiento y por el solo hecho de ser descendientes de Adán y Eva (Véase 5 CBA, 1102; PP, 66; 1
JT, 267; 1 JT, 258, 259; 2 T, 391).
El contraste entre el pecado de Eva y de Adán, que fue una desobediencia voluntaria, y el pecado
involuntario aludido por Pablo en Ro 7 (“lo que aborrezco, eso hago”, v. 15), es señalado por el
mismo apóstol en Ro 5:14 cuando se refiere a “los que no pecaron a la manera de la transgresión de
Adán”.
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pasando por los malos deseos del corazón corrupto, aunque no se concreten en una acción (Mt 5:22,
28), hasta el estado o condición de perversidad, degradación y muerte en que se encuentra el hombre
como consecuencia de la caída de Adán y Eva (Ro 7:7-8; Sal 58:3 y 51:5).
La complejidad del concepto “pecado” se advierte en la muy amplia variedad de palabras bíblicas
(tanto del hebreo del AT como del griego del NT) que se refieren a diversos matices o aspectos del
concepto. Además de las palabras hebreas consideradas en relación con el Salmo 32, el Interpreter’s
Dictionary of the Bible estudia otros diez términos hebreos, haciendo la observación que esa lista dista
mucho de ser exhaustiva. Otro tanto ocurre con el NT y con la traducción griega del AT, la
Septuaginta (LXX), donde encontramos principalmente los términos hamartía (ofensa o pecado en su
sentido más abarcante) y adikía (injusticia), pero también parábasis (transgresión), paráptoma
(extravío o caída), anomía (ilegalidad), asébeia (desvincularse de Dios), parakoé (desobediencia), etc.
La complejidad del problema del pecado significa que la salvación no consiste solamente en el perdón
de nuestras ofensas y en la liberación de la condena que es la muerte. La salvación no es meramente
el indulto de la pena. Es verdad que la solución del grave problema del pecado comienza por la
soberana voluntad de Dios de perdonar, de no tomarnos en cuenta los pecados (Ro 3:25). También es
verdad que la salvación significa vida eterna (en lugar de la muerte eterna que corresponde al
pecador). Pero no es menos cierto que, además del perdón y del indulto, Dios ha debido pagar por
nuestro rescate (redención), buscarnos cuando nos alejamos de Él (Gn 3:9), levantarnos de nuestra
caída, impartirnos conocimiento para que podamos reconocer nuestra situación y saber cómo
retornar a Dios, llamarnos mediante la acción del Espíritu Santo en nuestra conciencia, regenerarnos
gradualmente para sanar las heridas y las malformaciones producidas por el pecado propio y
heredado, instarnos al arrepentimiento y a la obediencia, y finalmente, transformarnos en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta (1 Co 15:52) para que podamos entrar glorificados a la presencia de
Dios en los cielos y en la tierra nueva.
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe;
porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Ap 21:5). El proceso de la salvación habrá concluido
cuando el ser humano, el Edén y la naturaleza animada e inanimada sean restaurados a su estado
original.
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2. Los pactos de gracia entre Dios y el hombre, en los cuales Dios toma la iniciativa: adámico,
noáquico, abrahámico, mosaico, cristiano. Estos pactos abarcan toda la historia humana desde la
caída hasta el regreso del Señor.
3. El centro de la historia de la salvación: la encarnación de Cristo, su vida humana impecable, su
muerte expiatoria y su resurrección.
4. En el lenguaje paulino: La era de la ley y la era de la fe (justificación por la fe).
5. La imputación de la justicia de Dios en la cuenta del pecador creyente y arrepentido.
6. La mediación de Cristo en el santuario celestial.
7. La preservación de un remanente fiel.
8. El juicio a favor de los santos.
9. La parusía o segunda venida de Cristo.
10. La resucitación y la transformación de los redimidos (glorificación).
11. La destrucción de Satanás, del mal y de los impíos.
12. La Tierra Nueva, el descenso del la Nueva Jerusalén y el establecimiento del trono de Dios y del
Cordero en nuestro mundo.
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4. En el concepto bíblico, la salvación tiene por objeto restaurar la armonía del universo, y volver al
hombre (y a su hogar terrenal) al estado de incorrupción original. Esto significa que todo lo que se
perdió por causa del pecado (véase Gn 3) será plenamente restaurado por Dios al final de la
historia de la salvación. En nuestro caso personal, esto no puede lograrse sin el asentimiento de
nuestra voluntad.
5. Mediante el plan de salvación, Dios nos da el derecho de entrar en su Reino en virtud de los
méritos de Cristo (justificación por la gracia mediante la fe; justicia imputada) y además nos hace
idóneos para vivir en su Reino por la acción progresiva de su Espíritu en nosotros (santificación;
justicia impartida), concluyendo esa obra milagrosamente en el momento de su venida (Véase MJ,
32; 2 MS, 38:1, 2; H.Ap., 463:0).
6. Se puede sintetizar la doctrina bíblica de la salvación señalando que ella incluye tres ideas
principales:
a) la justificación por la fe, o sea, la declaración legal que libera de la condena a los culpables.
Esto equivale al PERDÓN, que consiste en el acto misericordioso de Dios de pasar por alto
nuestros pecados (Ro 3:25). Desde el punto de vista legal bíblico, el perdón es moralmente
posible porque la condena cae sobre Alguien que voluntariamente sustituye a los pecadores. El
sacrificio expiatorio de Cristo salva al pecador de la ira de Dios (Ro 5:9).
b) La segunda idea básica en la doctrina de la salvación es la victoria sobre el pecado, es decir, la
liberación del poder dominante del mal (Ro 6:16). Esa victoria la logró Cristo como simiente
de la mujer (o sea, como ser humano) que nació libre del pecado y murió sin ser vencido por
el pecado. El Vencedor ganó el conflicto con el mal a favor de sus seguidores a quienes les
otorga el derecho a la vida eterna y les imparte poder para que también tengan victoria sobre
las tentaciones (Heb 4:15-16; Heb 2:18).
c) En tercer lugar, la doctrina bíblica de la salvación incluye la idea de la regeneración, o sea, la
reparación de los daños causados por el pecado. Cristo vendrá al mundo por segunda vez para
destruir a Satanás y a sus seguidores y para rehacer su creación. Los seres humanos que hayan
aceptado la salvación ofrecida por Cristo y que hayan seguido al Señor, habrán formado un
carácter semejante al de su Salvador y Modelo; ellos serán transformados en el momento de la
parusía para que sean incorruptibles e inmortales (1 Co 15:52). Así podrán morar en la
presencia de Dios en las mansiones eternas.