Está en la página 1de 5

Imprimir : Entrevista a Francis Alÿs, un paseante 12/04/11 23:44

DAVID G. TORRES http://www.davidgtorres.net/spip/spip.php?article174

Entrevista a Francis Alÿs, un paseante


en Art Press, 263, París, diciembre 2000

En 1991 Francis Alÿs paseó por las calles de Méjico con un falso perrito de metal imantado al que
se iban adhiriendo todas las piezas metálicas que encontraba; en la Bienal de La Habana de 1994
realizó una experiencia parecida, paseó por sus calles con unos zapatos imantados; en Sao Paulo,
salió de una galería con un bote de pintura agujereado y se perdió por la ciudad reencontrando el
camino de regreso gracias a la marca de pintura en el suelo; otra vez en Ciudad de Méjico
arrastró un bloque de hielo durante casi doce horas hasta que se derritió del todo, conclusión “a
veces el hacer algo no lleva a nada”; en The loop recorrió a la inversa el viaje de Tijuana a San
Diego, la frontera de los “espaldas mojadas”, y para ello dio la vuelta al mundo; en Copenhague
viajó sin moverse, durante siete días permaneció bajo los efectos de una droga distinta cada día;
y en la última Bienal de Venecia entró por una parte de la ciudad con media tuba, mientras que
otra persona entraba por el otro extremo de Venecia con la parte restante de la tuba, se buscaron
y una vez encontrados unieron sus partes y soplaron una única nota. ¿Qué queda de todas esas
experiencias urbanas y paseos de Francis Alÿs? Una serie de rastros documentales, fotografías
sacadas por otros transeúntes con los que se cruza, notas, cartas, historias de otras personas que
se entrelazan en sus caminos y recortes de prensa sensacionalista en los que se alude al extraño
caso de un hombre con zapatos imantados.

Las obras de Francis Alÿs documentan hechos anecdóticos de su pasar y de su habitar en las
ciudades. La obra se trasmite como una especie de cuento o anécdota inmersa en la realidad
social y ciudadana de las grandes urbes. Un diario de viaje o trabajo de campo en la que la obra
queda dispersa y desmembrada, insertándose en eso que de manera alocada llamamos lo urbano
y lo social. Francis Alÿs concede un papel principal al transeúnte, al ciudadano, a todos los
habitantes de las ciudades y a nuestro transcurrir en ellas. Su compromiso social, político y
urbano no pasa por lo político explícito ni institucional, sino por ceder protagonismo al individuo, a
su responsabilidad y poder en la construcción precaria y cotidiana de la realidad.

El paseo forma el nudo central del trabajo de Francis Alÿs, pero sus proyectos se amplían en una
especie de documentación de fenómenos urbanos y sociales tan insospechados como anecdóticos.
Sólo dos ejemplos. En el primer ejemplo, un vídeo documenta en tiempo real los desplazamientos
de la gente cobijada del sol en la sombra del monolito que preside la céntrica plaza del Zócalo en
Méjico. A todo ello lo acompañan gráficos y fotos que muestran los movimientos de las personas
en esa especie de enorme reloj solar en medio de la gran urbe, y además una fotografía de dos
personas tomando el sol entre sombras de árboles en medio de Hyde Park. Y el segundo ejemplo,
The last clown, un vídeo de animación en forma de loop. En él aparece un personaje de espaldas
caminando por lo que podría ser un camino en medio de un parque, el personaje gira la cabeza y
reconocemos la cara de Cuauhtémoc Medina, crítico de arte mejicano y amigo de Francis Alÿs.
Cuauhtémoc continúa caminando cabizbajo y pensativo hasta que un perro se cruza en su
camino, de tal forma que tropieza con el rabo del perro y cae al suelo. Al fondo suena una
variación jazzística de un tema de circo y risas en el momento de la caída. El vídeo es el
resultado final de una serie de notas, dibujos y pinturas que relatan el desarrollo de la anécdota.
Pero lo más significativo es que la historia es real: Cuauhtémoc Medina y Francis Alÿs caminaban
por el Hyde Park de Londres charlando sobre arte cuando el crítico tropezó con un perro, todo
ello condujo la conversación hacia la relación del arte con el circo, la risa y el estatus del artista
como un último payaso.

The last clown retrata una anécdota ridícula pero que se abre para cuestionar el papel de los
artistas, del arte y el de la crítica como mediadores, al mismo tiempo que es una anécdota
puramente ciudadana que tiene la capacidad de repetirse y difundirse como un chiste o un
cuento. The last clown reivindica el poder de la anécdota como unidad mínima que forma y
condiciona nuestro propio devenir, la anécdota como espacio de pensamiento, de sociabilidad y de
individualidad frente a la tendencia al globalismo.

The last clown tiene que ver directamente con la siguiente entrevista, aunque más que una
entrevista se trata de una conversación. El pasado junio fui el comisario de una exposición de

http://www.davidgtorres.net/spip/spip.php?page=imprimir_articulo&id_article=174 Página 1 de 5
Imprimir : Entrevista a Francis Alÿs, un paseante 12/04/11 23:44

Francis Alÿs en la Sala Montcada de la Fundación “la Caixa” en Barcelona en la que se expuso The
last clown. En medio de ese tiempo de montaje, de redacción de textos y de trabajo en
colaboración surgió esta conversación en la que se repasan algunos de los temas que en esos
días trabajamos. En especial, la conversación incide en el marco político que yo quería dar a la
exposición.

David: Muchos de tus trabajos se presentan, más que como obra terminada, como una suma de
documentos, experiencias, notas, paseos, etc. Muestras toda la documentación y las partes de un
proceso que te ha llevado a hacer tal o cual cosa. Como parece que el proceso en sí mismo es un
elemento fundamental en tu trabajo, me gustaría que empezases explicando un poco el método
que sigues.

Francis: No hay método, por lo general empiezo con unos apuntes, mitad dibujo y mitad cuento.
Por ejemplo, el proyecto the last clown surgió de la coincidencia entre una imagen y una melodía.
Normalmente es un proceso muy lento, en el que no tengo prisa; en el caso de the last clown el
proceso empezó en 1995 hasta que en 1999 lo lleve a una animación en forma de "loop". Lo que
me interesa es que el trabajo llegue a una sencillez tal que puedas contar la obra, de tal forma
que esta quede reducida a una cosa de nada, muy sencilla. Mis obras mas logradas son quizá las
que se pueden divulgar como historias, sin necesidad de tener acceso a los documentos.

D.: Así es como están planteados también los paseos; funcionan como fábulas o parábolas.

F.: Sí, el formato es parecido a una narración o a un cuento, algo que te puedes llevar contigo,
robar y contarlo y volverlo a contar, como una historia que se puede trasmitir. Un buen amigo
mío tiene la teoría de que, al final, nuestras anécdotas son lo único que nos sobrevive.

D.: En este sentido, tu trabajo se podría encuadrar entre una serie de artistas que tienen interés
en trabajar sobre la realidad, acercarse al individuo o a lo cotidiano.

F.: Me interesa mas lo "menor", lo periférico, lo anecdótico....

D.: Precisamente una de las cosas mas difíciles para teorizar tu trabajo es que son anécdotas o
un cuentos y un cuento no se explica, se cuenta.

F.: Uno de los pocos criterios claros que me acompañan cuando estoy elaborando tal o cual guión
se acaba reduciendo a eso, a pulir o simplificar el escenario hasta que se reduzca a... llámalo un
cuento, un chiste, una broma, una fábula, una anécdota o una historieta. Es algo que funciona un
poco contra el poder de los mass-media y, también, un poco contra esta moda en la que la
reproducción de la obra pasa antes que la obra en sí misma. Si puedes reducir la propuesta a una
historieta que se trasmite, entonces ya no pertenece a nadie, se socializa y puede volverse como
una mancha de aceite que se extiende. Tiene el potencial de reproducirse "ad infinitum".

D.: Es también lo que pretendías en los cuadros que encargabas a los rotulistas mejicanos,
perder al mismo tiempo la noción de autor, socializar la obra y cuestionar su reproductibilidad.

F.: Los rotulistas son una tradición en Méjico. Son corporaciones de pintores, artistas callejeros,
populares, casi en el sentido de un "pop-art" genuino: ellos pintan o mas bien rotulan anuncios
en la calle y en las cristaleras de los bares o tiendas. La mecánica era la siguiente: yo les
proporcionaba una imagen, una anécdota pintada o dibujada por mi de manera esquemática y se
la entregaba a entre tres y cinco rotulistas, entonces ellos lo ampliaban e interpretaban, haciendo
una versión propia del tema. A partir de esta primera serie de cuadros -llamada "primera
generación"- yo reincorporaba nuevas características y mejoras en un nuevo "original", lo cual
servia como modelo para una nueva serie de interpretaciones según la demanda del mercado....
El proyecto de cooperativa con los rotulistas fue entre otras cosas una propuesta mercantil para
entrar en el mercado con nuestras propias reglas. También fue un intento utópico de reconciliar
durante un tiempo dos mundos que viven separados, aunque ambos pertenecen a algo que
llamamos "arte".

D.: Has hablado de la anécdota, creo que la anécdota es algo puramente ciudadano, muy urbano,
como los encuentros de las personas en la calle: ahí lo que destaca son las relaciones humanas.
En tu obra hay un interés por mostrar el factor humano de lo urbano.

F.: La ciudad es un lugar propenso a todo tipo de encuentros fortuitos, es propicio al accidente. El

http://www.davidgtorres.net/spip/spip.php?page=imprimir_articulo&id_article=174 Página 2 de 5
Imprimir : Entrevista a Francis Alÿs, un paseante 12/04/11 23:44

ciudadano o el transeúnte, el que pasea por la calle es alguien fuera de control, alguien que en
cualquier momento puede estallar, porque no es controlable. Tal vez tiene algo en común con la
anécdota y el chiste o funciona de una manera parecida porque en el fondo también es
irreductible.

D.: Hace catorce anos que te trasladaste a Méjico: el hecho de vivir en ciudad de Méjico quizá
tiene un papel determinante, como ciudad paradigma de lo urbano.

F.: La realidad socio-política en Méjico no te permite tomar demasiado en serio el papel de las
artes. Lo cotidiano puede ser muy crudo. No hay espacio para la nostalgia; Méjico es puro
presente. Andar por la calle implica participar en un constante reajuste de fuerzas, aceptar e
integrarte en un código de conducta. Sí, Méjico como paradigma de lo urbano puede convertirse a
veces en un inmenso laboratorio. Hay toda una serie de parámetros que están concentrados: el
teatro social de la calle, una capacidad de resistencia a nuestro concepto europeo de modernismo
y nuestro ideal de progreso... También puede haber una sensación de enorme libertad, aun
dentro de un aparato político extremamente bajo control.

D.: ¿El hecho de que la ciudad sea tu laboratorio, que tiene que ver con tu formación como
arquitecto?.

F.: El paso de la practica de la arquitectura a la practica del arte no fue nada consciente, sino
provocado por una serie de accidentes, de circunstancias inesperadas. Mi introducción a la
profesión fue muy diletante, fue un pasatiempo.

D.: Y sigue siendo un pasatiempo

F.: Mas que nunca. Pensando un poquito en ello y regresando a tu pregunta, sí hay algo en mi
trabajo de mi pasado como arquitecto: la fascinación por los escenarios y fenómenos urbanos.
Pero más que nada es el método de colaboración con otra gente, la mecánica de la elaboración
de los proyectos entre varios, una idea que tiras sobre la mesa, otro la va traduciendo, luego tú
la ajustas para pasarla a una tercera persona, etc. Ese es el espacio de existencia de la pieza: en
el juego del rebote, en el momento en el que pierdes el control sobre la trayectoria de la obra. En
arquitectura pasa algo parecido, pero, casi al contrario, te peleas todo el tiempo para evitar que
ocurra esa perdida de control!

D.: Yendo un poco mas lejos, la arquitectura construye lugares de control y de poder y tu
trabajas sobre el margen y justamente sobre lo que la arquitectura no puede atrapar. Un edificio
racionalista lleno de papel pintado es lo que se le ha escapado al arquitecto; eso es sobre lo que
tu trabajas.

F.: Ese es el margen mínimo de existencia. Aunque éste se da solo, únicamente lo puedes
documentar, pero no lo puedes provocar, puedes trabajar en ese margen y testificar su
relevancia. Si tú como individuo intervienes, aunque sea de manera mínima, ya entras otra vez
en una tentación de control. En realidad gran parte de lo que hago es simplemente registrar y la
ventaja que me da a veces mi circunstancia de inmigrante en México es la de tener una cierta
distancia, al margen del sistema, un constante "decalage" con lo que vivo. Quizá en todo ello está
mi obsesión por buscar ese momento de coincidencia entre "the experience of living and the
conscience of existence".

D.: Tal vez no se trata de provocarlo diciendo tienes que hacer esto y lo otro, pero tampoco de
ser un reportero fotográfico, lo que haces es documentar tu mismo pasar.

F.: En la practica "yo" como protagonista de mis parábolas puedo ser cualquiera, como ese tipo
del que habla Manuel Delgado plantado delante de un tanque con sus bolsas de compra en una
avenida de Pequín y que podríamos ser cualquiera de nosotros1. Lo que me pasa le puede pasar
a cualquiera o yo puedo ser cualquiera, un simple transeúnte.

D.: Sin embargo al exponerse, al presentarse ese registro como obra de arte no crees que se
convierte en una opción, casi en una opción frente a la realidad.

F.: No creo que haya manera de "exponer" los paseos, si no que pasan y algunos son divulgados,
otros sólo pasaron. Y, en todo caso, trato de registrar un fenómeno menor y cotidiano. Lo
cotidiano esta hecho de la acumulación de esos momentos.

http://www.davidgtorres.net/spip/spip.php?page=imprimir_articulo&id_article=174 Página 3 de 5
Imprimir : Entrevista a Francis Alÿs, un paseante 12/04/11 23:44

D.: Eso es fundamental dentro de una estrategia política de la obra de arte, porque desde la
institución y desde el poder político se tiende a querer minimizar la anécdota, y la anécdota es lo
que fabrica la convivencia cotidiana, es una unidad elemental y al mismo tiempo provoca una
dimensión existencial.

F.: Para tener acceso a esta dimensión tienes que estar fuera de la obra. No pretendo que la obra
sea un diario verídico, como mucho pretendo que sea "vraisenblable". Mientras estoy produciendo
o desarrollando un proyecto “x” no es que tenga un entendimiento muy claro de hacia donde voy.
Por cierto, hay una parte intuitiva, una parte de coincidencia de tal imagen con tal palabra y con
tal sonido que te da la convicción suficiente, la chispa, para empezar un proyecto, pero realmente
no es que tenga nada claro. Siento que estoy dentro de un cierto sistema de lógica narrativa,
pero no conozco el guión. Sé cuando me estoy saliendo de la historia, pero no puedo comprender
el escenario hasta salirme totalmente de él, ósea al final del proyecto. El entendimiento mismo
provoca el fin del proyecto. Supongo que en ocasiones hay una cierta urgencia por hacer tal cosa
en tal lugar en cierto momento y esto es lo que provoca el proceso y todo ello esta integrado en
el proceso de vida, quizá en el sentido existencial que decías.

D.: En cualquier caso, sí que puedes pensar en la dimensión política de tu obra. Una dimensión
que evidentemente no es explícita.

F.: La raíz de la palabra político es polis, desde el momento que tomas como campo de
experimentación la ciudad, el campo de trabajo es por definición político, además de cualquier
compromiso personal.

D.: En el hecho de que el arte se este convirtiendo en un elemento institucional o simbólico de


poder, del juego político institucional, hay un interés por neutralizar su capacidad de critica y
cuestionamiento a favor de que solo sea bonito y ocupe museos. Yo pensaba que si trabajábamos
en arte es porque el arte nos habla de nosotros, de nuestras vidas y que todo ello tiene una
implicación política; y sin embargo, la manera en la que se ha trabajado políticamente,
denunciando cuestiones explícitas y demás, en realidad ha jugado el mismo juego que están
jugando las instituciones o ser una pastilla que sirve para limpiar la conciencia. Un trabajo como
el tuyo tiene la capacidad contraria, intentar dirigirse al individuo, devolverle su propia
individualidad o ir justamente a un plano mas real, cerca del suelo, y aquí aparece el factor
político: en la toma de conciencia de la propia individualidad, de quien eres como ciudadano,
estás tomando una conciencia política, sobretodo frente a lo político institucional. Es el refugio de
un último elemento de anarquía y retaguardia.

F.: Sí, pero tampoco hay un plan, simplemente hay una reacción como persona frente a algunas
situaciones determinadas.

D.: Pero tiene un trasfondo existencial el trabajar con la anécdota y el sentido del humor, tu
mismo has hablado de una "conscience of existence". Lubitsch decía que el verdadero sentido del
humor surge de un profundo existencialismo.

F.: La risa es también una forma de resistencia. Pero hay una diferencia de risas. La risa del
publico frente a la "Olympia” de Manet que menciona Bataille es una risa de ira, de miedo, de
incomprensión, de rechazo. También puede haber una risa de complicidad. Es comparable al
clásico personaje aparentemente muy simpático y que no para de hacer bromas sin tener el mas
mínimo sentido del humor, y ese otro personaje mas serio, pero que cada cosa que dice lleva una
irresistible carga humorística.

D.: Estas hablando de la lógica implícita de tu trabajo y ahí creo que hay algo importante: el
papel que estamos jugando los críticos y comisarios como mediadores, y hasta que punto
asumimos nuestro papel al explicar una obra de arte. Muchas veces desde la critica lo que
estamos haciendo es desarticular la obra y reducirla y estamos jugando el juego perverso de
neutralizarla, desestructurarla, cuando el papel debería de ser subrayar todo lo critico y lo poco
inocente que es.

F.: Sí, pero creo que los artistas también provocan ese tipo de juego, hay un elemento de fama y
glamour y de mirarse al ombligo. Y tú, como comisario, ¿qué lugar le das al sentido del humor
como criterio?

D.: Creo que el lugar de trabajo del arte es la propia vida, y ahí entra lo anecdótico, el sentido del

http://www.davidgtorres.net/spip/spip.php?page=imprimir_articulo&id_article=174 Página 4 de 5
Imprimir : Entrevista a Francis Alÿs, un paseante 12/04/11 23:44

humor y el estar enganchado a la cotidianidad de la vida. Con el sentido del humor es donde el
arte puede coger una característica irreducible, mantener esa faceta crítica que le corresponde, y
que por los procesos de prestigio y masificacion se está intentando anular, dando a la obra un
sentido histórico que borra su actualidad o mostrándola como un bálsamo para tranquilizar las
conciencias de los que ya estabamos de acuerdo. En arte, el sentido del humor puede ser un
arma.

F.: Sí, el sentido del humor, el que podríamos llamar "inteligente", tiene cierto carácter anárquico,
quizá no de querer cambiar el mundo, pero sí de querer destrozarlo un poco, de ser
insubordinado, de que el individuo sea un individuo, recupere su espacio, fabrique una realidad
precaria y cotidiana, sin un ideal utópico pero sí con una utopía de sociabilidad construida a diario
y ahí el sentido del humor es clave porque no se puede explicar un chiste, hay que contarlo. Y
además en este campo no se puede hablar de globalismo o de localismo, es algo
fundamentalmente enganchado a la estructura social y cultural propia. Por ejemplo, al aprender
idiomas lo mas difícil es llegar a contar o entender chistes. El sentido del humor requiere un
aprendizaje muy lento, fuera de los libros. En este sentido, suena como si fuera casi algo
elitista!. Pero tú dices que el sentido del humor es un arma…¿en que sentido?.

D.: En el sentido que tu mismo comentas, en relación con su carácter anárquico. Pero el sentido
del humor también es algo bastante complicado y peligroso, porque actualmente en arte hay
demasiados chistes, si te paseas por una bienal o qué sé yo dónde encontrarás muchos chistes,
una broma y una broma sobre el mismo arte, pero poco sentido del humor. Porque el sentido del
humor es algo que uno se aplica sobre sí mismo y es lo que te lleva a llamarte a tí mismo el
último payaso.

F.: Sí, aunque le tocó a mi amigo el crítico de arte Cuauhtémoc Medina ser el héroe del vídeo "the
last clown".

D.: Y el perro con el que tropieza Cuauhtémoc, qué pinta en todo esto?

F.: El tropiezo no es con un perro, sino con la cola de un perro.

Notas:

1 Francis Alys se refiere a un fragmento del libro de Manuel Delgado El animal público, (ed.
Anagrama, Barcelona 1999) que habíamos comentado con anterioridad en el que el antropólogo
habla del transeúnte: “He ahí un universo peripatético y extravagante que trae de cabeza a
cualquier orden político… No se sabe a penas nada de él, salvo que ya ha salido pero todavía no
ha llegado… Es cierto que se le ha contemplado desfilar en orden, simular todo tipo de
sumisiones, adular en masa a los poderosos, pero se conoce su tendencia a insubordinarse, sea
por la vía de la abstención, del desacato, de la deserción o del levantamiento. Por eso es contra
él, contra ese desconocido innumerable, contra quien se bombardean las ciudades y se colocan
coches-bomba. ¿Contra quienes se dispara en las colinas de Sarajevo?: contra tipos que iban por
ahí, a sus cosas. Ese ser sin rostro es el héroe de las más inverosímiles hazañas. Se le ha visto
cavar trincheras en Madrid, disparar contra los alemanes en París, correr a los refugios en
Londres, conspirar en Argel, resistir en Grozni. Todo el mundo pudo ver al personaje, solo, de pie
ante una columna de tanques, con bolsas de la compra en las manos, en una avenida de Pekín”
p. 201.

http://www.davidgtorres.net/spip/spip.php?page=imprimir_articulo&id_article=174 Página 5 de 5

También podría gustarte