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Contexto externo.
Panorama de una España bajo atadura.
La historia de los casi 40 años de dictadura franquista se puede dividir en tres
períodos. Estos tres períodos sirven de marco a la Literatura en España:
- Aislamiento español desde la II Guerra Mundial y penuria (1939-1952)
- Integración en el eje norteamericano. Planes de Desarrollo (1953-1968)
* A esta etapa pertenece Entre visillos (1955-1957). De Carmen Martín Gaite.
- Tardofranquismo y escarceos de oposición antifranquista (1968-1975)
El matrimonio era un asunto que excedía del ámbito de lo privado y personal: era decisión
tan importante que intervenía la familia, especialmente los padres (e incluso, el contexto social, el
entorno). Un chico que estuviera acabando la carrera o haciendo oposiciones, serio y de familia
conocida, era el más aconsejable, un hombre estable, responsable, de porvenir. Otro extremo en el
que se insistía machaconamente era en el de la diferencia de edad: el varón siempre mayor, hasta
unos diez años.
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
La formación reglada en la mujer de la posguerra española es como si se tratara de una
droga peligrosa que hay que dosificar atentamente y siempre bajo prescripción facultativa. A los
primeros síntomas de que empezaba a hacer daño, lo aconsejable era abandonarla. Según una
revista de la época, “en las mujeres el conocimiento analítico puede perturbar las finas arterias de
su feminidad”.
Las mujeres podían ser casaderas, pero también podían quedar solteronas. Casarse se
convirtió en un objetivo necesario para mantener y perpetuar el patrimonio, tanto el material como
el espiritual. Había que casarse en buenas condiciones para todos.
Casi todos los personajes femeninos de la novela están marcados por el
matrimonio o su inviabilidad. Lo ideal es que el varón sepa escoger entre una chica
púber, según la confidencia de Ángel, el novio de Gertru, al faldero Manolo Torre: “Y,
sobre todo, mira lo más importante, que es una cría. Dieciséis años no cumplidos. Más
ingenua que un grillo. Es una garantía. Ya de meterte en estos líos tiene que ser con
una chica así. Para pasar el rato vale cualquiera, pero casarse es otro cantar”.
He aquí la moral hipócrita de los varones: una doble moral que permitía la transgresión de
fidelidad o de castidad si era un hombre el infractor; por eso existían las “casas de tolerancia” donde
se ejercía la prostitución, o se aceptaba con resignación que el señor de la casa mantuviera a una
favorita –una “querida”– a la vez que estaba formalmente casado con otra.
Los autores más promocionados y leídos son los novelistas del bando vencedor, que tratan
asuntos políticos: Agustín de Foxá y José Mª Gironella, con su obra cumbre Los cipreses creen en
Dios, tetralogía sobre la Guerra Civil.
También hay narradores que permanecen en España y ejercen una oposición o resistencia
silenciosa respecto a la ideología hipernacionalista y conservadora del Régimen: se enmascara el
sentido de las novelas en apariencias inocentes o inocuas para la dictadura. Hubo dos subgéneros
de novela de evasión de muchísima relevancia popular, verdaderos best sellers en la España
franquista:
La novela del viejo Oeste norteamericano, con Marcial Lafuente Estefanía, quien escribió
más de dos mil novelitas, como La mascota de la pradera
la novela rosa, con Corín Tellado, simpatizante del Opus Dei, que se inició con Atrevida
apuesta. Fue mujer atrevida y valiente en sus contenidos, incluso llegaron a llamarla, con
algo de exageración, la “inocente pornógrafa”.
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
- Ana Mª Matute: fue tres veces candidata al premio Nobel, es la escritora más traducida en España.
Fue elegida para la RAE y obtuvo el premio Cervantes. Olvidado rey Gudú, Los Abel, …
- Josefina Aldecoa: fundó el Colegio Estilo. Novela realista: La casa gris.
- Elena Soriano: fundó la revista literaria El Urogallo. En la corriente neorrealista escribió varias
novelas: Caza menor y la trilogía Mujer y hombre, cuya primera entrega, La playa de los locos, fue
censurada y retirada del mercado.
- Camilo José Cela: una vez publicada La familia de Pascual Duarte, se prohibió su reimpresión y
la siguiente novela, La colmena, con la que se inaugura el realismo social español, solo podrá ver
la luz en Argentina. Cela fue galardonado con el Premio nobel de Literatura en 1989. En su primera
obra, La familia de Pascual Duarte, mezcla el realismo descarnado, la cruda violencia y la
descripción meticulosa, lo que recibió el nombre de tremendismo, que se combina sin ambages con
el humor negro, el más tierno lirismo y con un riquísimo léxico. La colmena fue la obra que encumbró
a Cela: novela coral en la que, en poco más de dos días, se hace un repaso completo de la sociedad
media, proletaria e indigente de Madrid; no faltan alusiones al hambre y al sexo, al miedo y a la
hipocresía, al recuerdo de la reciente guerra.
- Rafael Sánchez Ferlosio: comenzó a publicar en 1951 (Industrias y andanzas de Alfanhui) y ha
seguido hasta la actualidad (Campos de retama), pero debe su fama principalmente a la novela El
Jarama.
- Miguel Delibes: varias constantes de sus contenidos, colmados de valores positivos: a) amparo de
los sectores débiles, oprimidos o marginados y crítica feroz contra opresores y prepotentes, b)
defensa de lo inocente en el hombre y en el niño, y respeto por la tolerancia, c) protección y auxilio
del medio ambiente. Obra representativa: El camino. Después de la novela existencial y del realismo
crítico, evolucionó con obras de experimentación formal, como Cinco horas con Mario y Los santos
inocentes.
- Gonzalo Torrente Ballester: fue autor teatral, pero alcanzó el prestigio literario al publicar su trilogía
narrativa Los gozos y las sombras, sobre la sociedad gallega de preguerra.
- Juan García Hortelano: novela objetivista y de enfoque antifranquista, Nuevas amistades. Su obra
cumbre con El gran momento de Mary Tribune, en la que recurre a un humor del tipo de los cineastas
García Berlanga y Woody Allen.
- Ignacio Aldecoa: escribió los más estilistas cuentos realistas de la época. Sus novelas El fulgor y
la sangre y Con el viento solano, tratan de un crimen rural, analizado con distanciamiento objetivista,
en cuyo trasfondo late una cálida solidaridad con los humildes.
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
Fue galardonada en 1957 con el Premio Nadal por su obra Entre visillos, que había
empezado a componer en 1955. Dedicó su vida a la escritura. Es la primera mujer en recibir el
Premio Nacional de Literatura por El cuarto de atrás. Apela de modo progresista y racional contra
la intransigencia y el dogmatismo, contra la conminación de las mujeres para coartar su libertad y
su proyección.
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
Temática.
El tema general y trascendente de la novela se centra en la soledad y en el hastío de algunos
seres humanos por lo reducido y previsible de su existencia al tener como entorno y circunstancia
la vida provinciana de la España de mediados de siglo XX.
Trama.
La novela retrata cómo es la vida pequeño-burguesa de un grupo de jóvenes, de quince a
treinta años, y sus mayores (padres, tías…), en una menuda capital de provincias, en la España de
mitad de siglo XX, caracterizada por el inmovilismo social y la fuerza del tradicionalismo en las
costumbres del Régimen del nacional-catolicismo extendido por todos los rincones de España:
cuáles son sus proyectos de vida y cómo construyen su identidad en función de las diferencias de
sexo.
En el ambiente opresivo que se respira en la ciudad, hay lugar para algunos inconformismos
o algunas moderadas rebeliones.
La solución es “escapar”, como afirma con rotundidad la Elvira más
inconformista al finalizar la primera parte de Entre visillos. En efecto, primero huir de
esa ciudad que sofoca: Pablo, Julia… así lo hacen; Natalia y Elvira así lo piensan.
Pero esta última, Elvira, sucumbe asustada: claudica y se frustra al comprometerse en
matrimonio con quien no ama (Emilio); de este modo se protege de su atracción por
Pablo, el profesor.
Entre visillos transmite una visión crítica de la sociedad. La novelista procura, más bien,
manifestar la lucha del individuo con su medio y el resultado de ese enfrentamiento, con desenlaces
muy diversos.
Argumento y estructura.
La novela se divide en dos partes: la primera, once capítulos, y la segunda, con siete: un
total de 18 capítulos. No practica una estructura tradicional de planteamiento, nudo y desenlace. Se
abren muchos conflictos y se van desarrollando con celeridad, sin plantear al lector nudos o
desenlaces ordinarios o nítidos. Todos los personajes tienen contacto con uno u otro de la trama:
no hay historias dispersas, inconexas o paralelas, o deshilvanadas. El conflicto en Entre visillos
plantea la dualidad dialógica entre el ámbito de la intimidad y el de la exterioridad.
La obra se abre con un diario íntimo de una adolescente (Natalia) que narra, con cierto
estupor, que su amiga más estrecha, Gertru, abandona el instituto (en el séptimo curso de
bachillerato, el último entonces), porque su novio –diez años mayor y un “buen partido” – no aprueba
que ella estudie. Al no pensar de esa manera, la autora de ese diario es una chica rara.
Se cierra con las lágrimas de Tali, ahora en 3ª persona, desconsolada por dos motivos: a)
en la fiesta de pedida de mano de Gertru a la que Tali asiste disfrazada, ha observado que los libros
han desaparecido de su repisa: Tali comprueba, pues, que, de manera irreversible, Gertru se ha
integrado en el mundo regido por el varón donde imperan la sumisión al mismo y el protagonismo
de los valores materialistas; b) el posible amado que le ha abierto los ojos la ha instado a luchar por
estudiar en la Universidad fuera de su ciudad y de su casa, se le escapa y probablemente no volverá.
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
La escena última de la novela contiene un doble final: en el mismo tren van a viajar Julia (la hermana
de Gertru), que se libera, y Pablo (el profesor amigo), que huye, se retira. Y Natalia queda de nuevo
sola.
- La sociedad del todos lo saben: todos se conocen, todo lo que uno hace es sabido o comentado
por los demás. Al no disponer de medios de comunicación social, la vida cotidiana y el pensamiento
queda reducido a la percepción que tienen entre sí unos de otros; es el espacio y el tiempo de la
época. Se vive en función de la imagen que se da a los otros o de la que se tiene de ellos. Es la
sociedad del qué dirán y la de “las paredes oyen”. En la ciudad en la que transcurre la acción de
Entre visillos, persiste una especie de vigilancia continua: se vive entre rumores y murmuraciones,
entre cotilleos movidos por la curiosidad malsana y la morbosidad.
Con una agudeza extrema la gente de la ciudad sabe lo de los demás:
- La gente conoce… los problemas de Julia con su novio.
- La gente sabe… que a Mercedes parece gustarle Federico Hortal.
- La gente intuye… que a Elvira le hace tilín Pablo al principio.
- El respeto de las tradiciones rituales: el luto. Rigidez de las convenciones sociales: no solo el
paternalismo y el machismo de la sociedad patriarcal, sino también algunas costumbres
perfectamente estatuidas como las del luto.
Cuando Elvira rompe con esta práctica se está indicando que hay una quiebra
en las tradiciones y que, aunque solo sea metafórica, o literariamente, se produce una
quiebra en la aceptación de las instituciones: es la ingeniosa denuncia de la praxis
emanada del concordato Iglesia-Estado totalitario.
Espacio.
El espacio da veracidad al relato: sitúa a los personajes en un entorno absolutamente
verosímil y proporciona interesantes efectos simbólicos o expresivos. La acción transcurre en una
población, sin identificar. La ciudad parece estar inspirada en una pequeña capital de provincia,
seguramente Salamanca: cuenta con catedral; la descripción del colegio es idéntica al colegio en
que estudió Gaite. Pero no importa que no tenga nombre: lo que nos incumbe es que en esa
población transcurre la peripecia y se retrata un tipo de sociedad concebido y dirigido por el varón,
que garantice el dominio paternalista y su machista perpetuidad. La población sin nombre adquiere
un valor universal, superando el peligro del localismo: un modo de vivir que es válido para cualquier
población de España.
Desde el punto de vista del espacio narrativo, Entre visillos es una novela claustrofóbica:
predominan los espacios cerrados; los jueves, Casino; los domingos, cine; frente a los abiertos. Lo
desconocido produce miedo (la noche, la ciudad vacía o el barrio chino): lo conocido garantiza la
seguridad, y lo conocido es el entorno de una iglesia.
Los espacios cerrados de la obra se pueden separar en privados: casas (de Elvira, Tali, de
Gertru, de Alicia), el estudio de Yoni; o en públicos (Casino, cine); mientras que los espacios abiertos
son únicamente públicos (la feria en septiembre, el río). Y podrían estar divididos para el uso de un
sexo u otro:
- El mundo exterior: trabajo, calle, bar… Es lugar de varones.
- El mundo interior: doméstico y espiritual: iglesia, mirador, cocina, mercado… Es el de las
mujeres.
- El casino también estaba dividido: la zona de la barra para los varones, la zona del salón
de té para las mujeres; y ambos compartían, únicamente, la zona de baile.
Tiempo.
El tiempo narrativo es lineal. La acción se sitúa en presente. No se habla del tiempo
heredado: no se cita ni la Guerra Civil, ni a los exiliados, ni a los deportados o encarcelados. Ni
siquiera se menciona nada de emigraciones por motivos económicos.
Personajes.
La mayoría de los personajes del microcosmos de la novela pertenecen a la clase media-
alta de la sociedad española. Entre visillos es una novela coral: hay más de veinte personajes.
Novela de personaje colectivo; sin embargo, hay cuatro de ellos que destacan sobre el resto y
anclan los ejes del desarrollo del relato: Elvira, Pablo, Tali y Julia.
Uno de los principales logros es la humanidad con la que se dota a los protagonistas: a los
femeninos en quienes los conflictos son más dramáticos por carecer de libertad y por resultar sus
problemas más insolubles; unas son conformistas, pero otras querrían rebelarse… Las mujeres
conformistas se limitan a reproducir los valores recibidos: clasistas, mezquinas, mojigatas.
Los personajes de la novela se presentan como instrumentos que sirven para evidenciar
perspectivas y visiones existenciales que dan forma a la novela y a la sociedad que en ella se
proyecta. Los chicos raros a los que hace referencia son los personajes inconformistas y
relativamente rebeldes con el convencionalista, conservador y retrógrado establishment; chico raro
es Pablo; chicas raras son Tali y la última Julia, pero también Rosa y, en intención primera, Elvira.
A Tali no le agradan las conversaciones de sus hermanas y de sus amigas
“casaderas” sobre candidatos a novios, novios, cotilleos y flirteos en el Casino; a ella
le gusta leer, pintar, ir en bicicleta, disfrutar de la libertad y la naturaleza; para sus
hermanas, es una salvaje, una molesta (como de “familia escocida”). ¡Una chica rara!
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
- Elvira: su familia representa un modelo de relación abierta y tolerante. Su padre era el director del
instituto de la ciudad: acaba de fallecer al iniciarse los sucesos del relato. Su hermano es Teo:
prepara oposiciones a notaría. Elvira recibe una educación laica, pero tiene habitación propia e
incluso inquietudes artísticas (alentadas por los mayores de la familia): pinta. Ha de someterse aún
a las convenciones más arraigadas –tradicionales– y cumplirá los plazos del luto por la muerte de
su padre. Al principio cuenta a Pablo, el profesor, que quiere volar lejos… Cuando ha sido besada
por este, realiza un viraje inesperado para el lector y se compromete con el pánfilo de Emilio, a
quien no ama, pero sí podrá dominar. Es el personaje de la heroína fracasada: inestable
emocionalmente e incluso angustiada, aunque su agonía es breve; resalta, más que la represión
sexual, la represión y el terror de la sinceridad. Es un querer y no atreverse.
- Mercedes (Merche): es la hermana mayor de Julia y de Natalia: solterona a los veintinueve años:
representa la esfera filial de la familia retrógrada que aboga por la apariencia de la unidad familiar
pase lo que pase y a costa de todo. La fractura de la familia se produce al enfrentarse a su hermana
Julia. Es dibujada como una caricatura: se cree superior y critica a todos: llama “frescas” a las que
tienen arte para encontrar hombre casadero o para disfrutar de la vida y se mofa de Julia llamándola
“la viudita del conde Laurel”. Mercedes fortalece su manera de pensar escuchando novelas por la
radio.
- Julia: la intermedia de las tres hermanas Ruiz. Tiene 27 años. Está enamorada de su novio Miguel,
modesto y novato guionista en Madrid. Julia representa un doble desafío a lo establecido: primero,
a la autoridad paterna; segundo, a la moral sexual, puesto que cae en lo ligeramente lascivo y sufre
tortura de culpa, y hasta se confiesa con un cura.
- Miguel: el novio de Julia. Está diseñado asimismo para desempeñar una doble función, antagónica
de la primera e indecisa Elvira: a) la del hombre libre, independiente y trabajador en Madrid, b) la
de la virilidad, la fuerza física y psíquica que somete a la mujer. Son numerosos los gestos de
agresividad como expresión de autoritarismo masculino y de sentido de la propiedad.
- Natalia (Tali): es la menor de las tres hermanas Ruiz: uno de los personajes protagonistas. Voz
de la narración por medio de la 1ª persona de su diario. Representa el carácter soñador,
independiente y algo rebelde de toda adolescente. Tiene dieciséis años y cursa el último año de
bachillerato. Recoge varios vectores esenciales en la novela: a) Perdido el modelo masculino de la
figura paterna (cálido, cómplice y admirado por la Tali infante), en pleno crecimiento, encuentra el
nuevo modelo masculino en Pablo: y se enamora, y se envalentonará para enfrentarse al padre de
los postulados machistas-paternalistas. b) También se distancia Tali de la amiga más íntima, Gertru,
por considerarla una conformista casadera: ella se resiste a ingresar en ese mundo adulto que las
deja incultas y las viste bobamente. Se muestra como natural y franca, por ello espeta a su amiga
Isabel reafirmando su personalidad.
- Marisol: es una muchacha madrileña, desenvuelta, alegre, libre y no sujeta a convenciones que
ella considera desfasadas, sin llegar a plantearse postulados pre-feministas. Establece contraste
con las jovencitas nativas de la ciudad. La madrileña –foránea y capitalina– mantiene actitudes
abiertas respecto a la diversión, alegría y sexo, con un lenguaje también más espontáneo y sincero.
Es precursora de una relativa igualdad entre los sexos.
- Yoni (Juan Campo): es el personaje que puede presumir de haber viajado. Hijo del dueño del Gran
Hotel de la ciudad, representa el típico “hijo de papá”, que no trabaja: organiza fiestas hasta el delirio
en su estudio-ático, consume tabaco rubio americano y escucha discos franceses; se dedica a su
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Carmen Martín Gaite – Entre visillos
mediocre arte de esculpir. Simboliza la necedad del que se cree superior (pero basa su superioridad
en disponer de dinero). Los otros jóvenes lo ven como “un semidiós”, pródigo y sin prejuicios.
- Pablo: es uno de los narradores (en 1ª persona). Representa la figura del extraño extranjero en la
ciudad, aunque había pasado su infancia en esa localidad con su padre, pintor viudo, amigo del
director del instituto. Profesor de alemán –con pedagogía moderna: peripatético, salidas fuera del
aula…–, goza de una mentalidad distinta –más abierta y crítica– porque ha residido en Berlín, París
y Roma. Por su aspecto y su conversación, atrae a varones y a mujeres; es el factor que
desestabiliza el equilibrio monótono de la ciudad con más rotundidad: personaje contradictorio, se
asocia a Elvira, Tali, Emilio, Rosa…, y, en cierto modo, influye en sus pensamientos. Ronda la
treintena y es delgado, con algunas canas.
- Gertru: adolescente de casi dieciséis años: la perfecta quinceañera, y ”la chica perfecta casadera”,
que abandona el instituto en el último curso de bachillerato para casarse y convertirse en ama de
casa; abnegada novia, engañada por infidelidades de su novio Ángel, personaje donjuanesco y
bebedor, bastante mayor que ella. Representa Gertru el acatamiento de las decisiones del varón y
asume la manera de pertenecer a la sociedad imperante.
- Tía Concha: hermana del padre de las tres hermanas Ruiz (Mercedes, Julia y Tali), solterona,
funciona como una “perfecta casada” (cabeza de familia, “ángel del hogar”) y como una criada de
lujo. Sus orientaciones son perniciosas: la tía Concha insiste a Tali en que pierda clases del colegio,
que no se forme tanto y que dedique más tiempo a estar con Petrita López, la amiga de buena cuna
que le quiere imponer para que abandone a la humilde Alicia Sampelayo.
Se producen casos de mezcla social. Las diferencias de clase también salpican las
relaciones de los personajes:
- La tía Concha manda a la criada que trate a Elvira con decoro y desista de tutearla.
- Alicia Sampelayo es la compañera de clase del instituto. Su humilde casa-peluquería contrasta
con la residencia de los Ruiz. Alicia es consciente de las dificultades que ello contiene y de que
pronto perderá la relación amistosa con Tali por pertenecer a mundos sociales tan distantes.
La mezcolanza de clases es crucial en el deterioro tradicional. Hay dos ambientes en los que
la mezcla es denunciada por los personajes más reaccionarios: uno es el instituto; otro, el Casino.
Al instituto va a estudiar la clase pobre, la que no puede pagar el colegio privado. Elvira y Tali son
las dos excepciones: siendo pudientes, sus familias han optado por enviarlas al instituto; y allí Tali
conoce a Alicia, modesta y pobre, con quien entabla amistad.
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En el Casino, la atmósfera también está cambiando: muchas chicas de extracción humilde
comparten espacio con las burguesitas de familia bien, y eso no es del gusto de la mentalidad
conservadora. Al ser el Casino un espacio de relaciones, se videncia la intensa vigilancia-control
social al que todo individuo se ve sometido en la sociedad.
Estilo.
Entre otras características de Entre visillos, destacamos las siguientes:
- Novela objetivista, literariamente subjetivada. La novela social o del realismo crítico es una novela
objetivista: la voz narradora no juzga, solo, como una especie de cámara de cine, deja ver la realidad
con la intención de resaltar detalles que delaten, casi imperceptiblemente, el deterioro y las
carencias de la sociedad en su conjunto y del desarrollo intelectual y emocional de los individuos.
Las descripciones de la vida en la ciudad no son objetivas, sino que son contemplaciones de uno u
otro personaje, y, por tanto, subjetivadas. Con frecuencia, los ambientes están vistos desde la óptica
de un personaje determinado, y, por tanto, están deformados.
- La censura fomentará recursos de ocultación de la denuncia: de ahí las alegorías en los diálogos,
las elipsis y los símbolos. Se contempla un pueblo rural o una pequeña ciudad de provincias, un
entorno subdesarrollado económica y culturalmente, en el que los residentes viven un cierto grado
de desasosiego debido al estancamiento social, la perpetuación de los estratos sociales o el
conformismo de una mentalidad anquilosada.
- La búsqueda de un avezado interlocutor con quien compartir su relato y experto en desentrañar
los secretos de hondo calado de la superficialidad de lo narrado. AL final de la obra, prácticamente
nada parece haber cambiado, queda imaginar el futuro del final truncado: el inmovilismo cultural, la
estrechez de los esquemas sociales durante la dictadura y la posición infravalorada de la mujer
quedan puestos, serena y calmosamente, en solfa.
- Incursión del estilo indirecto libre.
- Oralidad.
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- Abundancia de diálogo y la inclusión de unos cuantos monólogos para enriquecer la perspectiva
aún más.
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