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LA TRIBUNA; EMILIA PARDO BAZÁN

I. Barquillos

El señor Rosendo, ya algo mayor, es barquillero desde hace años. Los fabrica en una humilde y
pequeña vivienda de Marineda (ciudad costera, en el norte de España, Galicia probablemente),
en la calle de los Castros. Comienza muy pronto por la mañana. Es un arte de hacer dulces
difícil; el señor Rosendo se considera un buen repostero. Le ayuda su hija Amparo, una
adolescente de pelo engreñado. Es domingo, antes de ir a misa le prepara el desayuno y le
deja la comida al fuego a una vieja protestona que la maltrata de palabra. Se prepara la niña
para ir a misa. El señor Rosendo sale a la calle con un gran bote o tubo lleno de barquillos, son
cerca de cinco mil. El padre y la hija apenas se cruzan palabra. La ciudad se llama Marineda y es
“cantábrica”.

II. Padre y madre

La que está en la cama es la madre. Trabaja muchos años en la Fábrica de Tabacos. Tres años
antes, una noche de invierno va a jabonar ropa al lavadero público, le da un aire, coge frío y
queda tullida de las caderas. La Hermandad de la Fábrica le da un real al día, que no llega para
nada. No se levanta más de la cama porque no está para trabajar. A la hija la maltrata de
palabra; la considera vaga y holgazana. La visita una vecina, muy gorda, la matrona, Pepa,
señora Porreta, por mal nombre; le cuenta chismes, le adecenta la cama y dicen que beben
anís, pero Rosendo nunca lo pudo verificar. Amparo sabe leer y escribir, pero le encanta la
calle. El padre es un antiguo soldado reenganchado. Habla muy poco. Trabaja mucho para
sostener a la familia.

III. Pueblo de nacimiento

Amparo pasa por casa de su amiga Carmela, costurera, para que la acompañe a misa, pero no
puede por el trabajo. En la misa, los ricos se exhiben. Las ropas de calidad o humildes marcan
la diferencia. Tras la misa, el paseo en “Las Filas”. Cada uno por su derecha, manteniendo la
distancia social y de sexos. Un grupo de militares de uniforme, bien bruñido, ocupan un banco.
Juegan con niñas. Uno de ellos, el alférez y el alférez Borrén, invitan a barquillos a las niñas,
que vende el padre de Amparo. Borrén le propone a la chica que la invita a barquillos si le da
un beso. Echa a correr.

IV. Que los tenga muy felices

Un año después, en enero, con vendaval y cierzo mezclado; es 6 de enero. Dos barrios en la
ciudad, separado por el descampado de Solares. El teniente Baltasar celebra su santo en su
casa. Es hijo de los Sobrado, una familia pudiente de comerciantes; doña Dolores es la madre;
Lola, una de las hijas. Allí se juntan las amistades, también está el alférez Borrén, la viuda de
García con sus hijas; una de ellas, Josefina, toca el piano.

V. Villancico de Reyes

Estalla una tormenta. Un grupo de niños cantan villancicos. Los llama Lola para que suban. Los
lidera Amparo y Carmela, junto con otros niños, hasta diez. El capitán Borrén reconoce a
Amparo, y viceversa. Este promete hablar con la mujer del contable de la Fábrica de Tabacos
para que metan a Amparo, pues dice que sabe liar, ya que su madre lo era. Cantan unos
villancicos para la concurrencia. Les dan las sobras de los postres, lo que enfada a doña
Dolores, que los echa.
VI. Cigarros puros

La cogen para trabajar en la Fábrica tras las gestiones de Borrén. Está situada en la vieja
“Granera”; es un edificio viejo e imponente. Sabe algo, pero menos de lo que cree. Trata de
liar puros perfectos, pero el primer día no lo logra. Su padre mete de ayudante a Jacinto,
Chinto, un chico muy feo, para los barquillos. Celebran el contrato con una comida en casa. Sus
compañeras le dan consejos, a veces contradictorios. Pronto le coge el tranquillo. Echa de
menos la calle, su reinado anterior; se acomoda y viste ya como una cigarrera, con su pañuelo
de seda, mantón y falda de percal.

VII. Preludios

Chinto es patizambo y habla con mucho acento, también es medio gangoso. Es un aldeano
bruto y asilvestrado. Espera a Amparo todas las tardes cuando sale de la fábrica y le lleva
pequeños obsequios. Un día, ésta logra esquivarlo y se va hacia el cuartel. Se cruza con
Baltasar, ya teniente, Borrén, Lola y Josefina, además de la niña pequeña. Baltasar y Amparo se
miran intensamente. Josefina la desprecia, Lola la alaba. Amparo empieza a tratar mal de
palabra a Chinto; antes era lo contrario. Los señoritos dan un paseo en burro de alquiler.

VIII. La chica vale un Perú

A cambio de leerle periódicos progresistas al barbero de frente a su casa, recibe en pago


cremas y peines ya en mal uso. Se lava y se acicala con ellos. Mejora mucho. Es una joven
hermosa, del “tipo moreno”. A Borrén lo destinan a Ciudad Real y Baltasar queda como
aislado. Ahorra algo y le da un porcentaje a sus padres; como va a destajo, no saben lo que
gana en realidad.

IX. La Gloriosa

En septiembre de 1868 estalla la revolución, esta vez sí, definitiva. Amparo lee periódicos a las
compañeras de la Fábrica. España, siete años después, sigue revuelta. Las tabaqueras son
progresistas, partidarias de la República federal; no entienden mucho de lo que Amparo lee,
pero les gusta. Lee declamando, con expresividad y gusto. Las compañeras le abonan lo que
hubiera trabajado. Su lectura conmueve a sus oyentes hasta el tuétano. Ironía contra el mal
estilo y la vacuidad de ideas de los periódicos.

X. Estudios históricos y políticos

Amparo lee los periódicos y comenta noticias. Sus oyentes la siguen a pies juntillas. Pide echar
del poder a todos los abusones, trepadores y aprovechados. La maestra de esas mujeres pide
tranquilidad y trabajo.

XI. Pitillos

Amparo sube a la primera planta a liar cigarrillos. Es como un ascenso; más luz, se ve el mar.
Hay menos mujeres, no tanto calor. Se hace amiga de Guardiana, huérfana que cuida a tres
hermanos desde niños porque los padres murieron jóvenes y casi a la vez; y de Comadreja, una
pelirroja de unos treinta años que conoce todos los chismorreos de la ciudad. Le informa a
Amparo que la familia de los Sobrado son avaros, excepto Lola. Baltasar le echa los tejos a
Josefina, la mayor de la viuda García, que está a la espera de una herencia en Madrid. Borrén
habla mucho, pero en el fondo tiene miedo a las mujeres. También sabe Comadreja, Ana de
nombre, que Chinto bebe los vientos por Amparo, pero esta lo trata de animal.
XII. Aquel animal

Un buen día Chinto bebe un vaso de vino con un amigo del pueblo que va de soldado. Amparo
lo nota rápidamente y, con su madre, lo tratan de borracho y perdulario. Lo echan de la
habitación. Sin embargo, lleva el negocio prácticamente él solo, pues Rosendo va viejo. Limpia
la casa y atiende a la tullida a las mil maravillas. Está enamorado de Amparo, pero no sabe ni
expresarlo, con lo bien que habla ella.

XIII. Tirias y troyanas

Las cigarreras que venían de la aldea son muy trabajadoras y cumplidoras. No creen tanto en la
revolución, son conservadoras por instinto. Las de Marineda son más liberales y todas
republicanas. Tienen riñas entre ellas fuera de la fábrica. Dentro, como malvas. Ya ha pasado
un año de la revolución y Prim busca un rey fuera de España, expulsados los borbones. Amparo
es conocida en el barrio y la ciudad por su oratoria suelta y sus ideas federalistas.

XIV. Sorbete

Josefina y Baltasar se gustan y se pasan un papel, en el paseo. La madre de él, Dolores, lo nota
y no le gusta. Piensa que la viuda va mal de dinero y se dice que pierde el pleito por unas
acciones del marido muerto. Entran a un bar a tomar un sorbete y la viuda y su hija se van,
pues es mucho gasto. Lola y Clara, las hermanas pequeñas de Baltasar, se hacen las
desentendidas de la conversación. El chico afea a su madre su actitud de caza dotes.

XV. Himno de Riego, de Garibaldi. Marsellesa

Baltasar es un chico educado y tranquilo. Le gusta vivir bien y que lo dejen en paz. Sigue la
carrera militar por empeño familiar. No es muy guapo. Vuelve Borrén de Ciudad Real. Pasea de
noche con Baltasar; este le confiesa que le gusta Amparo. La ven en una cafetería brindando
por la república con unos delegados del norte de Cantabria, a favor de la república. Una banda
de música toca el himno de Riego y la Marsellesa. Los dos militares temen que los manden al
frente carlista.

XVI. Revolución y reacción mano a mano

Conversación de Amparo con su amiga Carmela, la encajera y costurera. Aquella cree en la


liberación de las personas y en los ideales fraternales de la república federal. Esta, más
desconfiada, quisiera entrar en un convento, pero no tiene para pagar la dote. Amparo irá a
recibir unos políticos de visita junto con otros, con hachones para iluminar el camino. Ana la
Comadreja no va porque espera a su novio. La Guardesa tampoco porque está dedicada a sus
hermanos y solo cree en la Virgen de la Guardia, donde vive.

XVII. Altos impulsos de la heroína

Llegan los políticos. Los reciben en procesión, con hachas, los miembros del Circulo Rojo. Allí
está Amparo, radiante. Está dispuesta a inmolarse por la causa de la libertad y la justicia.
Quiere participar en algo grande, pasar a la historia, como Mariana Pineda. Entre el público
están Baltasar y Borrén. A saber qué requiebros le dijeron. Prohíben la lectura de periódicos en
la Fábrica. A Amparo y otras revoltosas las suspenden de empleo y sueldo.

XVIII. Tribuna del pueblo

Gran banquete en el Círculo Rojo. Han de empeñar los muebles, cubertería, etc. para poder
pagarlo. El patriarca, un hombre mayor, de aspecto bonachón, recibe un ramo de rosas de la
mano de Amparo. Esta habla en público, un discurso de fraternidad e igualdad, y el otro la
nombra como tribuna del pueblo. Recibe la aprobación de los presentes. Ambos están
emocionados. Algunos se ríen por lo bajo.

XIX. La Unión del Norte

Se crea en una asamblea cerca del puerto la Unión del Norte, un partido político para traer la
república federal. Hace mucho calor. Han creado un estrado de madera. Allí está el patriarca,
el presidente, el director del Círculo. Se leen los estatutos y se aprueban. Cohetes y fanfarria.
Al barquillero, el padre de Amparo, le da un “accidente”, un infarto, parece ser, y lo sacan de
allí a la carrera. Los dos militares observan la escena y denuncian la hipocresía y doblez de los
políticos tarambanas y reprimidos.

XX. Zagal y zagala

Entierran a Rosendo. Chinto le pide matrimonio a Amparo, que lo desdeña con insultos. Se
pelean, pero Amparo se defiende a zapatazos. Se lo cuenta a su madre; le aconseja que se case
con él, pero la Tribuna, como le llaman en la ciudad, no cede. Cuando Amparo llega a la noche
a casa, le comunica a Chinto que no puede dormir más en casa. Este patea y destroza los
aparejos de hacer barquillos y se va sin mirar atrás.

XXI. Tabaco picado

Chinto pasa a trabajar en la sala sótano donde se pica el trabajo. El trabajo es tremendo. Hay
que saltar sobre una tabla, que mueve una cuchilla, que pica el trabajo. El ambiente es de
sudor y agotamiento. Lo visita Amparo con la Comadreja y hacen las paces.

XXII. El carnaval de las cigarreras

Fiesta de Carnaval en la Fábrica. Cuatro mil mujeres lo festejan el jueves de comadre. Se


disfrazan de tipos de la zona. Hacen cinco comparsas. A Amparo le toca la de los grumetes.
Bailan en el patio. A lo lejos, Baltasar y Borrén las divisan desde una colina; a aquel le maravilla
la belleza de Amparo, que exhibe despreocupadamente toda su belleza sin saber que la están
observando.

XXIII.El tentador

A Baltasar le gusta la chica. Borrén lo incita. Él es un fracasado sentimental y no se le conoce


ninguna aventura, pero incita a los demás. Es como un celestino que jamás falla, azuzando el
fuego del amor. A Baltasar lo destinan a Navarra, donde la cosa no anda bien. Once candidatos
al trono de España. A Isabel II ya la dan en el exilio. Es pesimista Baltasar sobre el presente y el
futuro de España, pues los carlistas aprietan.

XXIV. El conflicto religioso

La “Píntiga” (salamandra, en dialecto) es una mujer que se hace protestante. Las compañeras
la boicotean. El ambiente general de España es de desasosiego y malestar. Las federales
tabaqueras no ver llegar el nuevo orden.

XXV. Primera hazaña de la Tribuna

Fiesta de “las Comiditas”, a las afueras de la ciudad. Las cigarreras llevan comida en tarteras y
comen y beben, chismorreando y cantando. Hay ciegos y todo un desfile de niños monstruos:
sin extremidades, con la cabeza hidrocefalia, deformes. Todo es terrible y, a la vez, festivo.
Llega un hombre alto y otro bajo, bien vestidos. Distribuyen propaganda protestante. Los
descubren y los echan de allí entre insultos y lanzándoles todo tipo de restos de comida. Con la
devoción popular no se juega. Amparo es la que dirige el choque y rechifla contra el andaluz
(que habla con ceceo y mucho acento) y el inglés predicador.

XXVI. Lados flacos

Al final del baile, Ana, la Comadreja, se va con Raimundo, su novio, capitán de barco. No se
casan, pero es por los inconvenientes. Ella lo prefiere así a casarse con un zapatero o cualquier
“artista” de la ciudad. A Amparo le da algo de tristeza todo eso, cosa nueva en ella. Amparo
quisiera un buen novio, pero no es fácil; ella es honrada, pero los demás deben creerlo. Ana le
aconseja que cuidado con los ricos, que las engañan y las deshonran. Amadeo de Saboya ya
está en el trono.

XXVII. Boda de los pajaritos

Quedan juntos para pasear la pitillera, Amparo, y Baltasar. Aquella se ha mudado y ahora vive
algo a las afueras. Ven la caída del sol. Él trata de propasarse algo, pero Amparo lo corrige.
Cogidos de la mano, se despiden, pues es una noche fresca, la Candelaria, cuando los pájaros
se casan para formar sus familias.

XXVIII. Consejera y amiga

A Carmela le toca la lotería. Paga la dote y entra en el convento de las concepcionistas, de


monja, en Portomar. Se despide de su amiga Amparo. Le dice que le llaman Tribuna y que anda
con un oficial. La previene. Solo las buscan para aprovecharse, no para casarse.

XXIX. Un delito

Amadeo I reina en España. Las cigarreras no lo quieren, pues esperan la federal. A una
cigarrera, Rita de la Riberilla, la pillan robando puros y la expulsan para siempre. Hacen
registros manuales a la salida de la fábrica. Realizan cuestaciones para auxiliar a las más
necesitadas, cargadas de hijos, a veces con maridos abusadores. Amparo entrega unos
pendientes de oro que había comprado con ahorros hace poco. Se siente ya, un poco, “señora
de Sobrado”. Ha perdido el entusiasmo revolucionario de antes, está más retraída.

XXX. Dónde vivía la protagonista

La Olmeda es el barrio donde vive la Tribuna. A las afueras, a la orilla del mar. Es gente pobre y
humilde, pero honrada. Se prestan entre ellos, se cuidan los niños, de los que hay muchísimos,
todos desarrapados, se comparte la vida con puertas y ventanas abiertas con el buen tiempo.
La madre tullida recibe visitas y la atienden en alguna necesidad. A Amparo la respetan algo
más sabiendo que es novia de uno del barrio de Abajo, el de los ricos.

XXXI. Palabra de casamiento

Salen al campo Baltasar y Amparo, Borrén y Ana, la Comadreja. Hay huertos, cerca del camino
real. Comen algunas fresas. Ana vomita y se marea y se va a casa. Se quedan solos Baltasar y
Amparo. Él promete por todo lo que le pide ella que se casará con Amparo. Se abrazan; nadie
pasa por allí.

XXXII. La Tribuna se forja ilusiones


Amparo cree que Baltasar se casará con ella. Se imagina en casa de doña Dolores, de las
García, de tú a tú, llevando una vida regalada. Pero saludaría a todo el mundo, pues era afable.
Se compra regalos y ropa para aparentar ante las compañeras que son regalos de su novio. Le
lía cigarrillos perfectos. Algunas auguran mal final para ese noviazgo porque él tira algo para
atrás y no se deja ver en público con ella de ninguna manera. Chinto se pasa por casa todos los
días y vuelve a trabajar para la madre tullida como antes.

XXXIII. Las hojas caen

Se juntan en un merendero, bajo una parra, para que nadie los vea. La madre de Amparo le
propina una gran bofetada y la insulta por lo que ha hecho. Ella le da la noticia a Baltasar, que
queda impávido. Le pide matrimonio, pero él da largas. Dolores, la madre, le informa que las
García van a ganar el pleito y se embolsarán cien mil y pico duros. Al final, la Tribuna lo
amenaza con cogerlo del brazo en “las Filas”, el paseo de la ciudad y proclamar su noviazgo. Él
la esquiva. Piensa marcharse de Marineda una temporada, pero Josefina, la de los García, está
allí. Tiene un dilema.

XXXIV. Segunda hazaña de la Tribuna

Amparo vuelve a las andadas de su agitación política. Protesta contra el nuevo rey Amadeo,
contra la explotación, contra el abuso laboral. Las demás le siguen la corriente y ella adquiere
mucha fama. Ya se le nota la barriga de embarazada. Un día, bloquean la entrada de la fábrica
para reclamar las mensualidades que les deben. Las echan del patio, a la calle. Tratan de echar
la puerta abajo para entrar, pero ante el rumor de que viene la tropa, se disuelven.

XXXV. La Tribuna se porta como quien es

La reina, esposa de Amadeo I, da a luz un bebé, pero nadie lo recibe bien; ni los obispos
quieren bautizarla. El país está muy mal. Llega el invierno. La Tribuna está sola y triste. Nadie la
entiende. Su embarazo avanza. Cita a Baltasar, vía Ana y Borrén, y este contesta que ya la verá.
Da largas y calcula su futuro con Josefina. Amparo escribe una carta de delación a la García,
Josefina, informándole, como un anónimo, que Baltasar está comprometido con otra. Le ayuda
a redactarla Ana, la Comadreja. Es breve, con muchas faltas de ortografía. Al llegar al buzón, no
la echa. Se acerca al muelle, rompe la carta en pedazos y la tira al agua.

XXXVI. Ensayo sobre la literatura dramática revolucionaria

Amparo acude al teatro con su amiga Ana a ver “Valencianos con honra”; es un drama que
toca el tema de los republicanos enfrentados a los monárquicos. Es emotiva y trepidante. En el
paraíso, incómoda por el calor y el apretujamiento, se emociona con el contenido. Ve en un
palco a Baltasar galantear con Josefina, la mayor de las García; ahora que tienen casi
asegurado el dinero del pleito por el padre muerto, se pavonean con todo su esplendor. La
Tribuna los odia. Se propone una gran venganza, pero luego se desinfla. Acude a la puerta de
su casa, acompañada de Ana, de noche, tras el teatro, para apedrear los cristales. Coge un
adoquín y pinta una gran cruz roja en la puerta.

XXXVII. Lucina plebeya

Un día de invierno, la Tribuna se pone de parto. La atiende la señora Pepa, la partera de la


ciudad. Chinto hace los recados a toda velocidad: vela, aceite, anís, hierbas, vino, etc.La cosa
no avanza bien. Pepa, la Porreta, como una mole, exige que llamen a un médico. Este viene y
atiende a la parturienta. Alaba su fortaleza y hechura. Hacia media noche, nace el niño.
XXXVIII. ¡Por fin llegó!

Amparo manda a Chinto a que localice a Baltasar en el cuartel y preguntarle si reconoce al hijo.
Chinto vuela; en el cuartel no está. Va a su casa y le anuncian que el día previo había marchado
para Madrid. La Tribuna se desespera, se mesa los cabellos, se araña la cara. Chinto le propone
reconocer al niño como hijo suyo y, si ella quiere, pueden casarse, o no, a su gusto. Lo echa
con cajas destempladas, llamándole “bruto”. Trata de levantarse de la cama, pero no puede.
Ana le arrima el bebé a los senos de Amparo, que llora. Fuera se oye a un grupo de cigarreras
“¡Viva la república federal!”.

Granja de Meirás, octubre de 1882

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