FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA
NUEVA CORONICA
Y BUEN GOBIERNOPROLOGO
En 1908, Richard Pietschmann descubrid en la Biblioteca Real de
Copenhague el manuscrito de Felipe Guaman Poma de Ayala, titulado
Nueva Corénica y Buen Gobierno, escrita por este hombre andino cntre
los ultimos afios del siglo XVI y los primeros del siglo siguiente; en el
XVHL Congreso Internacional de Americanistas (Londres 1912), el
mismo Pietschmann present6 una ponencia cn la cual hizo conocer a la
comunidad cientifica americanista la existencia y el contenido de este
texto, que venia a proporcionar dimensiones exéticas a las tradiciones andi-
nas y a sus estudios, y que daba una versidn larga y complicada del
pasado y de los habitantes de Jos Andes, aunque también se referia dete-
nida y criticamente a su presente colonial. Paco se sabia de su autor
—poco es lo que se sigue sabiendo todavia hoy— salvo lo que se podia y se
puede desprender de sus propias afirmaciones y de algunos documentos
aparecidos en los Ultimos tiempos. Las primeray fueron pucstas rdépida-
mente cen ducda junto con el relato de una genealogia personal justifi-
cativa y gloriosa que se remontaba no solamente a !os incas del Cuzco,
sino también a una aristocracia provinciana sometida al Tawantinsuyu,
que no se limitaba a los antepasados inmediatos c identificables sino
que plantcaba la génesis colectiva de los habitantes del Nuevo Mundo
como una rama cuasi perdida de los descendientes de Addn, en una
forma que no sera por cierto totalmente cxtrafia a los historiadores
espafoles de fines del sigho XVI, ¥ especialmente del siglo XVII, que
generalizaron diversas hipétcsis sabre el poblamiento de América Cver,
por ejemplo, las obras de Fray Gregorio Garcia, de Fernando de Maonte-
sinos, de Diego Andrés de Rocha a de Antonio de Leén Pinelo). Sola-
mente en 1936 la obra de Guaman Poma alcanzé los honorcs de una
edicién facsimilar en Paris Ca través det Institut d'Fthnologie) gracias
a los esfuerzos del insigne americanista Paul Rivet. Su descubridor,
Pictschmann, incluyé cntonces un estudio preliminar publicado anterior-
IXmente en (Nachrichten von kéniglischen Gesellschaft des Wissenchaften
zu Géttingen Philologisch-historische klasse, Berlin 1908: 637-659),
que recordé las palabras con-que hizo conocer el documento en Ja reunién
de 1912, Conccido americanista y editor también de la Historia Indica de
Pedro Sarmiento de Gamboa ', Pietschmann presenté una somera vision
del Tawantinsuyu y de la vida andina a través del documento encon-
trado por él, consultando a quechuistas y otros especialistas de la época.
No deja de ser una aventura introducir al lector en la Nueva Corénica
y Buen Gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala. La obra constituye
un universo particular que rebasa Jas relacianes de heches notables y las
historias clésicas que se hicieron comunes en los Andes de los siglos
XVI y XVII, que nos hemos acostumbrado a llamar crénicas, términe
que suele incluir desde los relatos mencionados hasta muchos de Jos
mas aburridos informes buracraticos; se extiende hasta casi alcanzar una
jerarquia enciclopédica andina, asombra a les eruditos por su precisién
y su riqueza iematica, especialmente cuando ofrece aquella informacién
andina menos “contaminada” con lo curopeo, a la vez que les abruma con
un estilo que ha sido calificado en extremo de abigarrada y confuso, o
aun de jerigonza ininteligibie. Aunque son relativamente poces los estudios
que le han sido dedicados, sobre todo teniendo en cuenta el impacto que
produjo su aparicién en los medias ancinas Cyéase la bibliografia al final
de esta Introducciéu), sucle encontrarse en muchos de ellos una serie
de acusaciones que transitan en torno a la “exactitud histérica” Cmejor
dicho, la inexactitud) de sus afirmaciones, que no excluyen el provin-
cialismo de su visién del Tawanitinsuyu de los incas de] Cuzeo, o de
los reinos existentes antes del mismo, cuya presencia y constante men-
cién garantiza el ancestro personal glorioso y “noble” del autor; se le
reprocha la pasién con que denuncid Jos atropellos del sistema colo-
nial ~como si la pasién pudiera ser realmente excluida de ja vivencia
personal— y los violentos actos de sus implementadorcs burocrdticos,
evangclizadores, sefiores de diversos rangos; se le acusa facilmente de
hacer “mala historia” al mismo tiempo que se reconoce el “valor histé-
rico” que su obra representa, 0 aun se le sefiala como un case original
que, junto al texto de la Historia de los Incas, escrita por el merce-
dario Martin de Murta, constituyc el mas importante conjunto de
representaciones gréficas de algiin tipo de documento andino durante
Ja colonia espaiiola entre los afios finales del siglo XVI y los iniciales
del XVIL CCfr. Mendizdbal 1961, Ballesteros 1953 y 1978, Adorno
1978). Sélo una obra muy posterior tiene dibujos competitivos que ilus-
tran la vida andina: las acuarelas dicciochescas del obispo trujillano don
Baltazar Jaime Martinez de Compan.EL PERSONAJE: LA TENTACION BIOGRAFICA
Casi ne importa la fecha de su macimiento que, a falta de registros parro-
quiales adecuados, queda librada casi necesariamente a las acostumbradas
especulaciones que parten de las fechas, las edades y las multiples refe-
rencias que escribe a lo largo de una obra que, por el hecho de haber sido
trabajada durante un largo tiempo Ccalculado entre veinte y cuarenta afos
por los comentaristas}, o por la dificultad de su autor para manejarse libre-
mente en un determinado contexto calenddrico retrospective, no utiliza
las mismas cifras para cl mismo hecho. Las discusiones sobre esto
pueden ir desde anadir el reproche injustificado de querer confundir
voluntariamente al lector, hasta el hecho mds seguro de haberse visto
obligado —a lo largo de un proceso de aculturacién andina del cual
formé parte activa y pasiva a Ja vez— a traducir en términos occiden-
tales categorias de edad, de “acontecimiente” y de tiempo que no eran
necesariamente compatibles.
El hecho es que Guaman Poma debiéd de nacer pocos aos después
de Ja invasién espafiola de Jos Andes ocurrida en 1532, posiblemente
en el lugar que él identifica como San Cristébal de~ Suntunto, actual-
mente parte del distrite de Cabana, en el departamento de Ayacucho;
afirmé tener ochenta afios cuando termind su crénica (:1615?)%, y el
14 de febrero de ese mismo afio indicé tener precisamente esa edad
cuando escribié una carta dirigida al rey de Espana desde Guamanga,
y en la cual detallé el envio del manuscrito Co su intencién de hacerlo;
A.G.L, Lima 154; publicada por Lohmann 1945), Sin embargo, por
miiltiples referencias de su crdnica podria también entenderse que “ochen-
ta afies” sdlo cumple una funcidn situacional: Ia del anciano que me-
rece el respeto de los demas, no sclo por su edad, sino por Ja sabiduria
que ha acumulado durante su vida (ver, por ejemplo, H-979 [997],
1108 [1218] y 1094 [1104)>. G. Lébsiger caleulé la fecha del naci-
miento de Guaman Poma en 1545, en lugar de otra anterior (1535);
Lobsiger 1963; 33; aqui el autor modificd una fecha anterior caleulada
en 1526; vid Libsiger 1960: 12). Pero al margen de la exactitud real
o ficticia de las fechas, intercsa precisar ciertos contextos que permitan
analizar mejor su obra; en primer lugar, su itinerario biogrdfice lo hace
tropezar con las situaciones conflictivas posteriores a las “guerras civiles”
ocurridas entre los conquistadores entre los afios 40 y la mitad de Ja
déeada siguiente en cl siglo XVI; vivid también la época del Taqui Ongoy,
después de 1560 *, tal vez al lado de su extirpador, el clérigo Cristébal
de Albornoz a quicn retraté en sus dibujos; sufrié como los demas hom-
bres andinos de su tiempo las consecuencias de las reformas del virrey
Francisco de Toledo (1569-1580) que incluyeron cl tributo, la mita
y otras cosas, al Jado de las reducciones; cocxistié finalmente con las
composiciones de tierras iniciadas en los aiios finales del sigho XVI Cque,
XIprecisamente afiadiran datos curicsos a su biografia) y con la crisis de-
mografica que asolé los Andes desde Ios arios del gobierno toledano men-
cionade. Nueva documentacién permite asegurar que el visitador Gabriel
Solano de Figueroa, quien hizo la primera composicién de tierras en
Huamanga en 1594 “utilizé a un “Don Phelipe Guaman Poma” como
“ynterprete de esta visita’... Cuando el juez amparé la posesién de
tierras de unos yanaconas de Diego Gavildn en cl rio de Totora de
Guamanga, fue Guaman Poma quien dio Ja notificacién a los indios. En
otro expediente tenemos confirmacidn del papel de Guaman Poma como
“lengua desta visita’... (Stern 1978, vid. Zorrilla 1977: 50 y 98.9.
Un documento de 1595 lo indica firmando después del Oidor visitador
Andrés de Vilela y del escribano Andrés de Wal de Pema, lo que indica
que es muy posiblemente intérprete (ldstima que el documento no haya
sido aun publicado en su integridad; cfr. Porras 1948: 72-73).
Vale Ila pena destacar sus afirmaciones acerca de que tuvo una larga
actividad al Iado de los muevos dominadores de los Andes en el siglo XVI
(Padilla 1943, Porras 1948 y Ludefa 1975 se han ocupado detenida-
mente de las afirmaciones de Guaman Poma sobre su propia biografia):
fue aparentemente Tenicnte de Corregidor en la zona de Lucanas y fi-
guré refrendando expedientes como sccretario 6 escribano, despuds del
juez o del visitador, quizés fue entonces intérprete*, ello lo vincula
directamente con la administracién colonial, Ya mencioné antes que fue
ayudante de visitadores eclesidsticos, particularmente de Cristébal de
Albornoz, con quien tal vez no sdlo se puso en contacte con el Taqui
Ongpoy, sino que posiblemente acompafid a Albornoz en sus largos viajes
por la sierra sur del Peré, de Guamanga al Cuzco y de aqut a Arequipa,
en pos de Ja “idolatria” descubierta.y de sus ramificaciones atin no bien
conocidas; con é! aprendié a “extirparla” y ciertamente a denunciarla
como enemiga de la religién verdadera que adquiria, ¢) mismo se encarga
repetidas veces de afirmarlo asi. La relacién con este visitador quedd
ratificada en el texto de la Nueva Corénica, por ejemplo cuando el cronista
precisa haber aprendido 2 calificar de hechicerta las practicas religiosas
y medicinales andinas Cf. 280 [282]}. Junto con estas tareas fue in-
térprete, como ya se dijo, y en algun momento se encargéd de sefialar que
se ocupé de ensenar (¢profesor de aculturacién?, pucs sus discipulos
eran “cristianos y ladinos”), y sindica a don Cristébal de Leon como
que fue “discipulo del autor de este dicho libro; y tuvo otros muchos dis-
Ccipulos y han salido cristianos y ladinos principales, amigos de defender
a los pobres” (Ff. 495 [499]}; este mismo don Cristébal de Ledn es el
que aparece condenado al cepo por la autoridad ¢spaiiola, acusado de
haber defendido a los hombres andinos, segan afirmacién de Guaman
Poma Cf. 494 [498]); sin embargo, hacia el final del libro, Guaman
Poma afirmara que don Cristébal de Leén cs une de “los demas princi
pales que estén nombrados de indios tributarios v bajos, don Carlos, don
KILCristébal de Leén, don Diego Suyca, sdlo quieren recibir cohechos” (f.
1109 [1119], ¢se trata de una duplicidad, una oposicién situacional,
o de una equivoca situacién olvidadiza?
Cada una de estas actividades significa ana manera especifica de en-
carat —o de consolidar, segin el caso, dado que se da por aceptada—
la dominacién espafiola en los Andes. Al lado de todo ello, Guaman
Poma se relaciondé con funcionarios de muy diversa indole, vio la trans-
formacién de los curacas —los sefiores étnicos de los Andes que los es-
pafioles Wamaran “caciques", la actitud de las frailes y de los clérigos
evangelizadores, conocié la misma evangelizacién y la informacién que
se proporcionaba sobre cl pasado y el presente del munde europeo y
cristiano. Siendo auxilar de elevados funcionarios religiosos locales, era
natural que se manifestara profundamente catélico y que rodeara de
un bafio de catolicismo toda manifestacién andina o personal de la cual
hablara. Sin embargo, aunque consideré en la crémica a los pobladores
andinos coma descendientes de Noé, no dejé de relacionar en una larga
enumeracién de cierto origen biblico, a los antiguos gobernantes del
mundo mediterranco. Todo ello se suma y le permitié escribir esa enor-
me “carta al rey” de Espafia que es su obra* que, segtin su propia afir-
macién estaba destinada a la enmienda de la vida de tos cristianos y
andinos, encomenderos, sacerdotes, frailes, mineros, comerciantes y de-
m4s personajes del mundo colonizador; pero también sc extenderd Ja
influencia de sa obra —asi lo afirma él— a Ja poblaciGn sometida, es-
pecialmente la andina, aunque sin olvidar a la africana introducida ya
en los Andes: “A solo Vuestra Majestad incumbe el mirar por ellos Clos
hombres andinos) como su rey y sefior natural que es de ellos, y se
duela de sus miserias y calamidades, y malos tratamientos y peores pagas
que continuamente reciben en general de todo género de gente, tratan-
delos peor que a esclavos venidos de Guinea, que avin a estos les tratan
mejor por costarles el precio que pagan por cello” (carta enviada al rey
desde Guamanga, 14-11-1615, Lohmann 1945, reimpresa por Porras
1946; en adelante utilizaré la edician de Porras 1948). La Nueva Cré-
nica es asimismo una “carta al rey” que plantea problemas, pero también
sugiere soluciones para los mismos, relaciona situaciones ejemplares e
introduce la colonizacién como un problema lumano; y por tado ello nos
interesa prioritariamente establecer el contexto en el cual se movid; in-
tentar precisarlo podria ayudar a perfilar mejor los problemas a que tuvo
que enfentarse, las imagenes que se forméd de la sociedad colonial, y el
papel que supo —que imagind tal vez— representar en ella.
Se han propuesto algunos problemas en relacién con las afirmaciones
de Guaman Poma; intercsa tenerlos en cuenta para intentar aproximarnos
al peso que tienen sus asertos discutibles o discutidos, en el contexto de
la obra. En primer lugar estaria la critica de Porras Barrenechea, quien
pudo poner en duda toda la vinculacién —y los hechos novelescos que
XUla adornan— can el capitan espafiol Luis Avalos de Ayala, relacién que
determino cl origen de su apelativo hispanico. La version de Guaman
Poma indica que Luis Avalos de Ayala era un soldado fiel a la corona
espanola en las dificiles épocas de las guerras ocurridas entre los mismros
espamioles, después de la invasién; precisa el cronista que en la gran
rebelién de Gonzalo Pizarro —ocurrida entre 1543 y 1548— y durante
la batalla de Huarina (1547) sostenida por las tropas de aquél con las
leales al rey de Espafia comandadas por Diego Centeno, Avalos de Ayala
fue derribado de] caballo y estuvoa a punto de ser victimado alevemente
por Martin de Olmos, pizarrista, fue salvado por la decidida interven-
cién de Guaman Mallqui —el padre de nuestro cronista— quien matd
a Olmos Cf. 16). De alli le vino a Guaman Mallqui Hamarse también
“de Ayala”, apelativo que transmitid al cronista *.
Porras discutid inicialmente estas afirmaciones autobiogrdficas y ge-
nealégicas, basandose en los cronistas Diego Fernandez, llamado “El Pa-
lentino", y Pedro Gutiérrez de Santa Clara: Martin de Olmos parece
haber abandonado cl bando pizarrista rebelde después de la batalla de
Huarina, no muriendo entonces en ella, puesto que figuré destacada-
mente después; Loredo lo ha mencionado recibiendo una renta en el
Hamado “reparto de Guaynarima”, realizado una vez vencido y muerto
Gonzalo Pizarro durante cl gobierna del Presidente La Gasca (1958:
361), y afios después aparecié figurando como capitan de las trapas espa-
fiolas que por orden del virrey Francisco de Toledo fueron a Vilcabamba
a someter al ultimo Inka, Tupac Amaru, en los aos 70 del siglo XVI.
De otro lado, sefalé asimismo Porras, Luis Avalos de Ayala legd al Perit
solamente en 1548 junto con cl Licenciade Pedro de La Gasca, enviade
por cl rey de Espana para someter al rebelde Gonzalo Pizarro, esto es,
un afio después de Ja mencionada batalla de Huarina (Porras 1948:
16-18; El] Palentino [1571] 1964, I: 154, 199; Gutiérrez de Santa
Clara [215617] 1964: 333, ciertamente, persiste Ila sospecha de un
posible homénimo no aclarado).
Sin embargo, no puede dejar de destacarse un elemento, no mencio-
nado por Porras y, aparentemente, secundario: durante la batalla de
Huarina, segun la afirmacién de Guaman Poma, Luis Avalos de Ayala
“cayo del caballo de una lanzada al suelo” Cf. 16); alli se habria produ-
cido el salvamento del capitan Avalos de Ayala por Guaman Mallqui.
E! hecho es que quien aparece desmontado de su caballo en la batalla es
el prapio Gonzalo Pizarro, quien al parecer pasé alli algunos momentos
azarosos y fue salvado por la intervencién del capitan Sebastian Garci-
laso de la Vega, padre del autor de los Comentarios Reales de los Incas,
segiin informan los cronistas Gémara ([1551] 1954, I: 309) y Zarate
(1555, Lib. VII, cap. WI; 250v-251); cfr. también E) Palentino ((2581]
1964 [: 215) y Gutiérrez de Santa Clara ([1561?] 1964, IV; 12-13).
En afios ulteriores, cuando Garcilaso de la Vega redacté la segunda parte
xivde los Comentarios Reales, desdijo esto y atribuyé el hecho a los mo-
mentos posteriores a la batalla misma ([1616-17] 1960, III: 359°).
Es posible que, con alguna informacién de este acontecimiento, Guaman
Poma lo adoptara, de la misma manera que el patronimico, establecién-
dose asi de facto una “legalizacién” de su status mediador entre la socie-
dad andina (a la que pertenecia como descendiente de Jos incas y de las
aristecracias locales, segtin su propio dicho) y la sociedad colonial Ca la
cual se adscribe como “descendiente” también de un “valeroso conquis-
tador”). Porras sefialé coro tampoco aclaré Guaman Poma la forma en
que Luis Avalos de Ayala aparecié relacionado con su madre; el medio
hermano del cronista, sacerdote, mestizo y santo vardén, parece ser tam-
bién de esta manera un elemento mds en una composicién que deviene
necesaria al considerar Guaman Poma un universo sincrético que su
propia vida y obra ejemplifican.
Cabe una pregunta inicial en torno a las afirmaciones de Guaman
Poma, que IHevan a descubrir su relacién con el Tawantinsuyu y con los
gobernantes Yarovilcas y Allauca-Gu4nuco*, que constituye la parte andi-
ha de su genealogia: desciende, segtn propia afirmacién, de los sefieres
étnicos de Yarovilca y de los Incas del Cuzco. Ultimamente se ha bus-
cado una mayor precisidén en torno a los Yaro, una unidad de poder
prehispanico, anterior a los Incas del Cuzco (creo que debemos resistir-
nos a llamarla "reino” o “imperio”, a pesar de la extensién (de la impre-
cisién] de estes términos), se afirma que “Yaro fue el nombre de un
imperio de pastores de origen aymara (poblacién originaria del altiplano
del Titicaca) que, a base de conquistas y de invasiones por la regién
andina, logré extenderse hasta Cajamarca y Chachapoyas por el norte y
hasta Ayacucho por el sur, englobando toda la parte serrana comprendida
entre estos dos sectores” (Espinoza 1975: 17); se aiiade que “el imperio
Yaro se desarrollé entre los siglos XII y XIII solamente (...}. Deses-
tructurado el imperio Yaro a fines del siglo XII] —o quién sabe a co-
mienzos del XIV— (€...} el Estado Imperial Yaro quedé circunscrito a
una corta jurisdiccién que siguié conservando el nombre” (Ibidem: 18).
Bajo Tupac Inca Yupangui (en 1463-1491, segun la cronclogia de
Rowe, 1946), los incas del Cuzco conquistaron la regién; aqui es cuan-
do Guaman Poma menciona que Cépac Apo Guaman Chaua, su abuelo,
aunque alguna vez lo Hama bisabuelo, fue incorporado honorificamente
a la burocracia del Cuzco dominante (le dieron el cargo de Incaprantin
que los cronistas del siglo XVI, incluyendo al propio Guaman Poma asi-
milaron a “virrey” o gobernador delegado; aunque el mismo Guaman
Poma lo Hama en otra oportunidad “capitan general’, con un cargo di-
ferente). Este abuelo del cronista seria después, cuando llegaran los
espaficles, el encargado de darles la bienvenida, fue él quien —en el
relato de Guaman Poma— entregé el Tawantinsuyu a Pizarro como
“embajador” de Hudscar Inca. Avanzada la conquista, el cronista nos
xv