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Seminario:
Filosofía con Niños (PST)
Dossier Avanzado
(Puntos 1 - 6)
Diego Colombo
DNI: 9544509
28-06-2021
1. Grilla de observación confeccionada sobre el texto "Las cinco comunidades":
Consigna:
Leer el texto “Las cinco comunidades” de Kennedy y elaborar una guía de observación que
contenga al menos 2 cuestiones a analizar por cada una de las 5 dimensiones que menciona
Kennedy en su artículo.
Respuesta:
En la compilación ¿Qué es filosofía para niños? encontramos “Las cinco comunidades”, un
artículo de D. Kennedy cuyo objetivo es exponer en profundidad los patrones y las estructuras
característicos de aquel proceso de libertad denominado “comunidad de cuestionamiento e
investigación filosófica''. Dinámicas y metafóricas, estas cinco dimensiones fundamentales e
interconectadas pueden expresarse de forma interrogativa y separada. Mi objetivo entonces es
tratar de formular observaciones que puedan dar cuenta de su sentido formativo en la búsqueda de
una verdad a la vez singular y común.
La comunidad de gesto:
1. ¿Cómo están ubicados los cuerpos de los miembros de la comunidad filosófica? En relación
con el espacio de trabajo, ¿cuál es la disposición del conjunto de los sujetos entre sí?
2. ¿Están parados, sentados, acostados, caminando o quietos?
3. Según la expresión de sus rostros y de sus posturas, ¿lucen aburridos, o interesados? ¿Alegres
o tristes?
4. Según sus movimientos, ¿parecen tranquilos, o inquietos? ¿Agotados, o enérgicos?
5. Según los posibles subgrupos que podrían formarse dentro del grupo general, ¿qué
influencias somáticas y kinestésicas se dan? ¿De qué tipo?
La comunidad de lenguaje:
1. ¿Cómo se relaciona el lenguaje que utilizan los miembros de la comunidad con sus gestos y
actitudes?
2. ¿Cuáles son los géneros expresivos y los tipos de vocabulario que predominan? ¿Por qué?
3. ¿Qué afectos se ponen en juego a través del tono, del estilo?
4. ¿Cómo se llevan a cabo las traducciones de las ideas singulares entre los miembros de la
comunidad?
5. ¿Qué palabras (significantes) predominan en el grupo?
La comunidad de mente:
1. ¿Qué tipo de pensamiento predomina en el grupo? ¿El pensamiento lógico clásico, o más
bien uno de tipo asociativo-creativo?
2. ¿Cómo se desarrolla la discusión o el debate en la comunidad?
3. ¿Cómo se articula la unión inseparable entre lógica y sentimiento? ¿Qué aspecto prevalece?
4. ¿Cuándo se detiene el camino de la investigación? ¿Por qué?
5. ¿Qué idiosincrasia o conjunto de características podría adjudicársele al grupo?
La comunidad de amor:
La comunidad de interés:
Consigna:
Relatar una escena de tu vida educativa en la cual quien estaba en el rol de “docente” haya
tenido un rol central (para bien o para mal). Haciendo hincapié en su postura frente a los demás
integrantes de la comunidad educativa, su forma de moverse, su forma de dirigirse a lxs otrxs, la
forma en que organizaba los tiempos y el espacio (y otras cosas que se te ocurran), realizar el relato
teniendo en cuenta las siguientes preguntas: a) ¿Qué entendía ese educador por "enseñar"? b) ¿Qué
presupuestos había detrás de sus decisiones pedagógicas?
Respuesta:
Una de mis experiencias universitarias fundamentales, una que marcó mi vida educativa,
ocurrió en el tercer año de la carrera, durante un cuatrimestre signado por la crisis política del país.
En mi caso, quien estaba en el rol de docente tuvo un papel central, pero indudablemente de
manera negativa. Esta experiencia me reveló con intensidad el problema del uso monológico de la
palabra en el dictado de una clase. En ese sentido, determinó de cierto modo mi forma de entender
la enseñanza y el aprendizaje de la filosofía. ¿Hasta qué punto es legítimo, desde la posición de
profesor, controlar totalmente quién maneja la palabra en una clase? ¿Cuándo podemos cortarla,
redistribuirla, anularla? Su postura frente a los demás integrantes de la comunidad educativa fue,
con claridad para todos los presentes, la de interrumpir y contradecir impetuosamente a quienes
tenían una opinión diferente a la de ella. Durante todas las clases se resistía a compartir el uso de la
palabra; sus exposiciones, de dos horas, solo dejaban un pequeño momento para las preguntas y las
intervenciones, y era notorio que lo hacía por deber y no por gusto. A veces intentaba hacer que
nos pasáramos del horario convenido. Y si las escasas participaciones finales eran cuestionadoras o
críticas, la docente cortaba rápidamente la palabra del alumno para cederle la palabra a otro
compañero. El resultado es que poco a poco los alumnos dejamos de intentar ser parte de las clases.
Triunfó una actitud de discurso único y dogmático. Lo mismo hubiera sido ver las clases por
YouTube: hasta ese punto la presencia de nuestros cuerpos y subjetividades en el aula era irrelevante.
¿Qué sentido tenía reunirnos todos, si no podíamos debatir entre nosotros, y menos aún con la
profesora? Su forma de dirigirse a los otros era arrogante y altiva; su rostro era de desinterés cuando
dábamos nuestras lecturas. El tono de la voz era siempre el mismo, monocorde, y su cuerpo podía
incluso darnos la espalda al hablar. El tiempo de la clase se sentía entonces estrecho, lento, efímero
y larguísimo a la vez. Y el espacio, inútil y solitario. Pues para esta docente, enseñar era repetir
todos los años la misma línea de investigación que la había puesto en un lugar no menor entre los
estudiosos de uno de los autores más importantes de la tradición filosófica. Por supuesto, criticar
esta posición hubiera sido un riesgo. ¿Un riesgo, en tanto peligro filosófico? A mi entender, el
aspecto disciplinario no era tan relevante para ella como su reputación y continuidad en el gremio.
Al fin y al cabo, de su lectura filosófica singular dependía también su futuro profesional, en un
sentido concreto y material (aún cuando el mensaje de su contenido implicara, paradójicamente,
una celebración de las múltiples lecturas y de la otredad). Evidentemente, el presupuesto detrás de
esta actitud es que la filosofía se transmite pedagógicamente de un solo cerebro preeminente y
central a una serie de alumnos sin casi nada que aportar, carentes de reflexiones propias que estén a
la altura, los cuales deben ser iluminados por la palabra de la docente. En este sentido, la
experiencia de esta materia vino a llenar un espacio, en mi modo de comprender la enseñanza de la
filosofía, que había quedado huérfano. La experiencia de una comunidad de investigación
filosófica, de un trabajo en común, es lo opuesto a aquella experiencia de escuchar un monólogo
que no fue elaborado para nosotros, que no le interesaba nuestra respuesta ni nuestra presencia, y
del cual se esperaba nuestra sumisa adhesión, no filosófica. Pues esta limitación de sus clases no era
sólo de carácter racional; a mi juicio, era sobre todo afectiva e identitaria.
Consigna:
Sin ninguna duda, no son equiparables las presencias de los cuerpos en la virtualidad que en
las aulas de las instituciones educativas. En el primer caso, se trata solo de imágenes y sonidos
recibidos por un cuerpo (el otro se limita a emitirlas desde un espacio desconocido; es virtual). Sólo
en el segundo caso, el de la presencialidad concreta, alejada del teclado, podemos hablar de dos
cuerpos en un encuentro efectivo. Esa es mi opinión. Creo que no tenemos la misma sensación en
nuestro cuerpo al percibir otro cuerpo en el espacio reducido de nuestra pantalla, con el sonido
metálico de la computadora. ¿Cómo afecta esto a la enseñanza? Al menos en el plano afectivo, a
muchos nos hace extrañar la vieja presencialidad. Nos hizo valorar y subrayar aspectos de nuestra
vida educativa que habíamos dado por sentado: pequeños rituales, encuentros inesperados,
percances y sensaciones, pero sobre todo la posibilidad de un accionar imposible de replicar por
internet. No me parece exagerado hablar de cierto empobrecimiento de la experiencia educativa a
partir del momento de la virtualidad compulsoria. Por otro lado, sabemos que tomamos estas
medidas por deber cívico e higiénico, y esto nos hace mantenernos firmes y con buena disposición.
En este sentido, puede darnos un nuevo impulso para el regreso a las clases presenciales. Al valorar
nuestro trabajo desde un nuevo ángulo, aportado por esta experiencia, somos capaces de percibir y
reescribir nuestros métodos de enseñanza en la presencialidad. Y esto no se limita al ámbito
educativo. Fue posible unir a personas que se hallaban a enormes distancias; se pudieron manejar
nuevos horarios y espacios; se descubrieron nuevas variantes de creatividad artística —como en el
caso del teatro, la música, la comedia y los museos—; el deseo humano de permanecer en conjunto
no se entregó ante la frustración de la mera imagen. En definitiva, creo que el lugar del cuerpo en
la enseñanza pasará a ser apreciado de un modo totalmente renovado e intenso; se pondrá de
relieve su efecto afectivo y cautivador, con todas las consecuencias que implica su poder —positivo
o negativo— en el destino de ese peculiar modo social de influencia que es la educación.
➢ Clase: 27 /5
➢ Expositores:
○ Diego Colombo.
○ Nina Picollo
➢ Actividad de presentación:
○ Nina:
■ Les vamos a mostrar un video que nos gustó mucho. Pero antes, para poder
conocernos un poco más [consigna] les queremos pedir que realicen un
dibujo en una hoja blanca. Dibujen un objeto que los represente, o con el
que se identifiquen.
○ Diego:
■ Les damos 5 minutos y después cada uno puede contarnos de ese objeto.
¿Por qué lo eligieron? ¿Qué tiene que ver con ustedes? Saquen su lado
artístico. Olvídense de la perfección, disfruten.
➢ Actividad con material fílmico:
○ Serie animada: Death, love and robots. Capítulo 18 de la primera temporada: Zima
Blue. En la plataforma Netflix.
○ Nina:
■ Reproduce el video en Zoom.
○ Diego:
■ Elegimos este material porque nos gustó mucho la animación y el tono del
capítulo. Consideramos que su contenido es actual, y que es tanto más
significativo en cuanto hoy cualquiera lo puede ver en la plataforma de
entretenimiento más popular del momento (Netflix).
○ Temas posibles: arte y filosofía; la identidad personal; las diferencias entre lo
maquínico y lo humano.
➢ Discusión después del video:
○ Nina:
■ ¿Qué les pareció? ¿Qué pensaron?
○ Diego:
■ Ahora vamos a ver, por unos minutos, algunas fotos de ciertas escenas,
algunos “frames”. ¿Qué escena les resulta más filosófica? ¿En cuál
reconocen que hay filosofía? Elijan una escena que para ustedes sea
interesante o que cuente o trate un tema que les haya gustado. No la digan
todavía.
○ Nina:
■ Juego de ruleta: https://pickerwheel.com/tools/random-image-generator/
Vamos a tomar una al azar para charlar sobre ella. Y si quieren cambiar de
escena pueden usar el comodín. Pueden poner un emoji en el chat o
simplemente decirnos.
➢ Actividad de cierre:
○ Diego:
■ Elijan una palabra. Puede ser el nombre del objeto de la actividad de
presentación, o de algo que hayan pensado a partir del video.
○ Nina:
■ Escriban uno o dos versos que les guste y péguenlos en el chat. ¿En qué
sentido puede vincularse con el video, y con lo que hemos charlado?
➢ Algunas reflexiones compartidas en el encuentro:
○ La verdad se va desintegrando en el agua.
○ El punto de encuentro entre el arte y la filosofía es lo desconocido.
○ La poesía como forma del arte y la filosofía intentan, ambas, acercarse con nuevas
asociaciones de palabras a eso que siempre parece que se nos escapa.
○ Los filósofos son artistas de conceptos
○ La búsqueda es para todos, sea cual sea el medio que elijamos. filosofía y arte son
solo dos.
○ La simplicidad como camino entre la filosofía y el arte el desmembramiento de
uno mismo quizás es el primer paso para crear.
○ “Se confunden / Así como en el círculo / En la vida / El principio y el fin / Del arte y
la filosofía”. Heráclito Blue
○ La verdad, la voluntad, el camino y el ser son uno mismo; en la unidad se
encuentra el todo.
Como observador, pude advertir que los alumnos tenían poca participación en las clases;
sólo dos de ellos intervenían, y esto tampoco con mucha frecuencia. Me dio la impresión que el
profesor acaparó la palabra durante ambas clases observadas. Los silencios entre preguntas eran
muy breves; no me pareció que ofrecieran la posibilidad de reflexionar. No obstante, se notaba que
la relación con el docente era de respeto y cordialidad, por muy desinteresados que se mostraran, al
menos en apariencia. Pude observar también que el uso de videos con mucho texto o de muy larga
duración resulta inconveniente e incluso aburrido para los alumnos. De eso es fácilmente
deducible que, de usar un medio interactivo, es preferible uno que pueda captar su atención e
incentivarlos de un modo interesante y que los interpele. Por otro lado, me pareció que el docente
usaba un tono imperativo o coercitivo con los niños; esto me resultó inconducente. Al focalizarse
sólo en un grupo de alumnos, al repetir muchas veces las mismas preguntas, pero sobre todo al
utilizar un tono «infantilizante» (injustificadamente simplificado; de una afectividad muy básica,
etc.), perdía el compromiso de la mayoría. Por último, tuve la impresión de que el contenido de las
clases era muy variado y profundo, de un muy buen nivel teórico. Como parte de nuestro contexto
actual, hubiera sido esperable que el profesor avisara cuándo el Zoom se iba a cortar. Muchas de las
cámaras estaban apagadas. Los alumnos que estaban presentes desde el celular se mostraban más
dispersos. Al ser una clase matutina, algunos daban signos de sueño. Muchos se hallaban en
escritorios, pero otros estaban acostados o recostados. Algunos lucían cansados o distraídos; solo los
dos que intervenían siempre se veían con ánimo. En las dos observaciones fueron respetuosos y
tranquilos. No hubo inconvenientes de conducta, peleas, ni nada por el estilo. El lenguaje de los
alumnos era muy directo, breve, cortante, como si respondieran preguntas de un parcial rápido.
Parecían un poco intimidados al hablar, algo indecisos. En ningún caso interactuaron entre ellos,
por lo que es muy difícil hablar de una comunidad de investigación. Tampoco se propiciaron
debates. Recibían la información de los docentes y tomaban apuntes. No parecía haber luchas de
interés o de predominio entre ellos. El ambiente era de pasividad armónica.