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Descripción bíblica. Según cuenta el Evangelio de Lucas, Elizabeth era "de las hijas de
Aarón" (Lucas 1:5). Ella y su marido Zacarías eran "rectos ante Dios, seguían todos los
mandamientos y órdenes del Señor sin culpas" (Lucas 1:8-12). ... Zacarías dudó, porque
tanto él como su esposa eran muy ancianos y su mujer era estéril. Elisabeth le cabe el
honor de ser la primera mujer que confesó a Cristo en la carne, incluso antes que María.
Cuando María, después que hubo concebido por el Espíritu, fue a visitar a Elisabeth, esta
exclamó en oración profética: "¿De dónde a mí esto, que la madre de mi Señor venga a
mí?" (v. 43).
María (en arameo, מרים, 'Mariam'), madre de Jesús de Nazaret, fue una mujer judía de
Nazaret de Galilea que, según diversos pasajes neo testamentarios pertenecientes al
Evangelio de Mateo, al Evangelio de Lucas y a los Hechos de los Apóstoles, como
también distintos textos apócrifos tales como el Protoevangelio de Santiago, vivió entre
fines del siglo I a.C. y mediados del siglo I d.C.
Tuvo en sus brazos al Niño Jesús, después de Simeón, alabando también a Dios y
hablando el niño a “todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén”. Lc., 2,36
La profetisa Ana (2,36). Es una mujer viuda, mayor, tenía 84 años y, aunque sabemos
que esa cifra es un símbolo, pocas cosas podía esperar ya esta mujer. Estaba sirviendo
en el Templo, quizás el único ámbito en el que podía hacer algo útil. Sin embargo,
independientemente de lo que pudiera pasar desde el punto de vista estrictamente
histórico, cuando Lucas nos presenta esta mujer, que aparentemente no es nadie, nos
dice que ella es capaz de descubrir en Jesús mucho más que lo que ven sus ojos, es
capaz de descubrir que en ese niño hay un signo de salvación.
La suegra de Pedro estaba con una terrible fiebre alta antes de que Jesús visitara su casa
y era consciente de su enfermedad. Jesús estaba con algunos de sus discípulos cuándo
se acercó a ella y trató la fiebre de forma similar a la forma que reprochaba a los
demonios. Mandó que la fiebre abandonara a la enferma, y la fiebre cesó inmediatamente.
Fue curada tan completa y rápidamente que no solo desapareció la fiebre, sino que la
suegra fue capaz de continuar haciendo las labores domésticas tales como servir comida
a los huéspedes. En el mundo antiguo, se creía que la fiebre era una enfermedad y no un
síntoma de diversas.
La mujer en la historia había perdido tanto a su marido y a su hijo único, de modo que no
quedaba nadie para apoyarla. Así que no podía heredar la tierra, la pérdida de su hijo
único la dejaba dependiente de la caridad de parientes distantes y vecinos.7
Uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se
sentó a la mesa. 37Y he aquí, había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando
se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de
alabastro con perfume; 38y poniéndose detrás de El a sus pies, llorando, comenzó a regar
sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los
ungía con el perfume.
7. María Magdalena. (Una de las mujeres que sirve a Jesús. Lucas 8:3)
María Magdalena fue mencionada en la Biblia en cuatro ocasiones, la primera vez fue en
el Evangelio de San Lucas versículo 8,2, en el que se comenta que Jesús sacó de ella
siete demonios. Fue mencionada nuevamente en el Evangelio de San Lucas versículo
8,3, en este se comenta que María siguió a Jesús para servirle con sus bienes junto a
otras mujeres, también ayudadas por él.
María fue mencionada por tercera ocasión en los evangelios de San Mateo (Mt 27,55),
San Juan (Jn 19, 25) y San Marcos (Mc 15, 40), como una de las personas que
acompañaron a Jesús durante su crucifixión. Aparece por última vez en el Evangelio de
San Juan versículo 20,13, en este se dice que María fue la primera testigo de la
resurrección de Jesús. San Juan 20:13
8. Juana la mujer de Chuza. (Una de las mujeres que sirve a Jesús. Lucas 8:3)
Esposa de un mayordomo de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea. Era fiel
discípula de Jesús y le ayudó sosteniéndolo financieramente (Luk 8:3). Estuvo con un
grupo de mujeres que fueron a la tumba con el propósito de embalsamar el cuerpo de
Jesús, sólo para descubrir que había resucitado (Lucas 23:55-24:10).
Es una mujer citada en el Evangelio según san Lucas, en la que se la identifica, junto a
María Magdalena, Juana, mujer de Cusa y otras mujeres discípulas de Jesús, que habían
sido liberadas de espíritus malignos o curadas de enfermedades.
(8,40-42.49). Este hecho nos recuerda que la salvación tiene algo que ver también con el
despertar. Hace poco se cayó un niño a la piscina y, tras 30 minutos dentro del agua,
cuando lo sacaron, estaba vivo, en coma. Durante el tiempo que ha estado hospitalizado,
la madre ha estado a su lado acariciándole, hablándole, y el niño ha salido del coma sin
lesiones cerebrales y sin que los médicos se expliquen lo que ha pasado. En este caso
del Evangelio, Jairo es un hombre que tiene una hija única, de 12 años, justamente la
edad del matrimonio en ese tiempo, es decir, el momento en el que Jairo pensaría en
casarla y que comenzase a tener hijos, lo que para él sería un motivo de orgullo y
grandeza. Yo no sé si Jairo lamentó no haber tenido hijos varones, como hacían todos los
judíos en aquel tiempo, pero la realidad es que sólo tiene una hija, que tampoco va a
poder darle esas satisfacciones que esperaba. Sin embargo, para Jesús, la niña no está
muerta, sino dormida.
11. La esposa de Jairo. (Lucas 8:40-56).
Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, más
duerme. 40Y hacían burla de él: más él, echados fuera todos, toma al padre y a la madre
de la muchacha, y a los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba. 41Y
tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares:
Muchacha, a ti digo, levántate. 42Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía
doce años. Y se espantaron de grande espanto. 43Mas él les mandó mucho que nadie lo
supiese, y dijo que le diesen de comer.
Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, más
duerme. 40Y hacían burla de él: más él, echados fuera todos, toma al padre y a la madre
de la muchacha, y a los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba. 41Y
tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares:
Muchacha, a ti digo, levántate. 42Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía
doce años. Y se espantaron de grande espanto. 43Mas él les mandó mucho que nadie lo
supiese, y dijo que le diesen de comer.
(en idioma arameo : מַ ְרָּת אMartâ ) es una figura bíblica descrita en el Nuevo Testamento
en los Evangelios de Lucas y Juan, se la describe viviendo en la aldea de Betania, junto
con sus hermanos Lázaro de Betania y María de Betania, cerca de Jerusalén, en su casa
se hospedó Jesús en al menos tres ocasiones, fue testigo.
En el Evangelio de Lucas , Jesús visita la casa de dos hermanas llamadas María y Marta .
Se contrastan las dos hermanas: Marta estaba "molesta por muchas cosas", mientras que
Jesús era su invitado, mientras que María había elegido "la mejor parte", la de escuchar el
discurso del maestro.
Fue la joven que sentó junto a los pies de Jesús y quien disfruto escuchando sus
enseñanzas María, que le permitió poner su cuerpo, como discípula, a los pies de Jesús?
En aquellos tiempos la postura corporal expresaba muy claramente lo que una persona
estaba viviendo; por tanto, María a los pies de Jesús, está indicando que su actitud vital
es de discípula. En este momento, podemos preguntarnos: ¿Qué dice nuestro cuerpo de
cada uno de nosotros y de nosotras? ¿Tenemos cara de buena noticia, una mirada de
cercanía y una sonrisa que expresa que estamos viviendo intensamente la bendición y el
amor de Dios?
Se refiere a la reina de Sabá. En 1 Reyes 10. 1-13 habla de cuando la reina de Sabá fue a
visitar a Salomón después de haber escuchado la fama de su sabiduría y riquezas. Al ella
verlo todo con sus propios ojos pudo entender que toda la sabiduría y bendición venían de
parte de Dios.
"El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y escondió en tres
medidas de harina, hasta que todo quedó leudo.". En esta parábola que consideramos en
esta noche tenemos el procedimiento interior e invisible, ilustrado por la operación de la
levadura, escondida en la masa de harina.
La segunda historia también sucede en sábado, pero el espacio cambia; ahora vemos a
Jesús como huésped en casa de un gobernante fariseo. Al parecer, ha sido invitado a
comer con un grupo de ellos, y hay varios espectadores presenciando el evento. En el
capítulo 13, Jesús está enseñando en la sinagoga y ve entre la congregación a una mujer
encorvada. Sin más preámbulo, Jesús la llama y le declara que es libre de su
enfermedad. No sabemos
En aquellos tiempos, cuando una mujer se casaba, su familia tenía que pagar una dote a
la familia del marido. A veces la mujer recibía también unas monedas, que podía guardar
y administrar, en caso de necesidad. Para no perderlas, muchas veces se las colgaban en
el pañuelo que llevaban en la cabeza, así servían también de adorno aquellas monedas
era como haber perdido un tesoro, y encontrar una moneda de plata era motivo para dar
gritos de alegría y llamar a las vecinas para que compartieran la alegría. La pérdida de la
moneda y la alegría de su recuperación le ayudan a Lucas a expresar la alegría de
sentirnos salvados. Pero, ¿qué alegría nos produce el hecho de que se nos ofrece la
salvación gratuitamente? A veces decimos que nos sentimos salvados, pero lo hacemos
con una cara que no es extraño que nadie nos crea, porque no se nos nota nada especial.
¿Con qué compararíamos hoy la alegría de la salvación?
Parábola del juez inicuo y la viuda importuna,1234 llamada también parábola del juez
injusto, parábola del juez inicuo,7 o parábola del juez y la viuda es una comparación o
semejanza propia del Evangelio de Lucas (18,1-8), que antecede inmediatamente a la
parábola del fariseo y el publicano (18, 9-14).
En la historia una viuda entrega dos monedas pequeñas, mientras los ricos dan mucho
más, Jesús explica a sus discípulos que los pequeños sacrificios del pobre valen más
para Dios, que el dinero sobrante de los ricos.
No se dan los nombres, más se habla de dos criadas en la casa de Caifás, el sumo
sacerdote, quienes delatan a Pedro como uno de los seguidores del hombre a quien
estaban juzgando su amo y los otros sacerdotes. Pedro reaccionó vivamente. Al verse
descubierto en un ambiente peligroso, negó rotundamente que tuviera nada que ver con
Jesús, con juramentos y maldiciones. Pedro cometió el pecado más grave de su vida;
pronto se retiró a llorar amargamente su culpa.
22. Las mujeres que hacían lamentación por Jesús. (Lucas 23, 27 – 31)
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban
lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por
mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que
dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos
que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”,
y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el
seco?».
Jesús, el Maestro, sigue formando nuestra humanidad a lo largo del Camino del Calvario.
Encontrando a las mujeres de Jerusalén acoge con su mirada de verdad y misericordia
las lágrimas de compasión derramadas sobre él. Dios, que ha llorado sobre Jerusalén [1],
educa ahora el llanto de esas mujeres para que no se quede en una estéril conmiseración
externa. Las invita a reconocer en él la suerte del inocente injustamente condenado y
quemado, como leño verde, como «castigo saludable» [2]. Les ayuda a que examinen el
leño seco del propio corazón y experimenten, así, el dolor benéfico de la compunción.
23. Las mujeres junto al sepulcro (Lucas 23:55; 24,1-12).
Los judíos tenían y siguen teniendo, unas costumbres muy meticulosas, relacionadas con
las leyes de la pureza, lo que hace que lavar un cadáver resulte una tarea difícil, dura y
desagradable. Pero eso es lo que fueron a hacer aquellas mujeres: lavar y embalsamar
un cadáver. Fueron a realizar unas tareas desagradables, con aromas y ungüentos, a
cambio de las cuales ya no podían recibir nada de Jesús. Ellas expresan la gratuidad
total, Jesús ya no puede pagarles. Las mujeres recordaron entonces sus palabras á
ocurriendo en su corazón; por eso el camino de vuelta lo hace de otra manera y se
presentan ante el grupo como si delirasen. Allí donde ellas han visto muerte, están
descubriendo tallos de vida, y parece locura lo que dicen, porque ellas están viviéndolo en
otra dimensión, con un dinamismo nuevo. Estas mujeres,
María de Cleofás, o Cleofé, conocida así por ser la esposa de Cleofás, fue una mujer que
estuvo presente en la crucifixión de Cristo. Juan 19:25.1 Vivió en el siglo I y fue de las
primeras en adherirse a las doctrinas de Jesús de Nazaret. Sus hijos fueron Santiago el
Menor y José.
María de Cleofás fue una de las santas mujeres que acompañaron a Jesús en sus viajes.
Asistió a su suplicio y a su entierro, y fue también una de las primeras que lo vieron
después de resucitado.
Existe una discusión respecto a la parentesco entre María madre de Jesús y María
Cleofás. Es posible que ellas hayan sido parientes, pero canónicamente no se puede
afirmar según la Biblia. La discusión surge debido a la posible ambigüedad que se
interpreta Juan 19:25.1 «Su madre, y la hermana de Su madre, María, la mujer de
Cleofás». Solo la tradición católica genera una conjetura al respecto.
La postura del parentesco de María Cleofás con María la madre de Jesús se presenta
para poder explicar los hermanos «primos» de Jesús que no eran provenientes del vientre
materno de María y así poder afirmar su virginidad perpetúa. Puesto que María Cleofás sí
tuvo hijos quienes podrían ser parientes de Jesús. Sin embargo, fuera de la tradición, la
Santa Biblia no confirma este parentesco al ser María Cleofás pocas veces mencionada.
25. Las dos mujeres moliendo. (Lucas 17: 34)
Estarán dos mujeres moliendo en el mismo lugar; una será tomada y la otra será dejada.
36Dos estarán en el campo; uno será tomado y el otro será dejad. En esta parte se puede
observar la presencia de dos mujeres el día del trasladó de la iglesia hacia el reino de los
cielos en el cual una se queda y la otra es llevada.