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IREMOS
DERRIBANDO MUROS
SEMINARIO DE INSTRUCCIÓN EN MINISTERIO ADVENTISTA DE LA FAMILIA
INTRODUCCIÓN
Los muros en la antigüedad eran grandes murallas fortificadas que protegían
las ciudades, su función era mantener a salvo de los pueblos enemigos a todos
los que vivían dentro de la ciudad; estaban rodeados de fosos a donde cualquier
enemigo que quisiera invadir la ciudad caía. Un muro era sinónimo de seguridad,
cualquier persona que estaba dentro de la ciudad se sentía protegido y podían vivir
confiados.
Hoy en día hay muros dentro de nuestras familias que nos impiden mirar al cielo
y cumplir con el propósito divino que Dios nos ha encomendado, esos muros cau-
san división entre el hogar y el cielo, causan división entre los esposos, causan di-
visión con los hijos. Muchas parejas han cerrado sus ojos ante estos gigantes que
se han erguido en los hogares y muchas veces no se hace nada por derribarlos, los
celos, el enojo, la ira, la falta de oración y estudio de la palabra de Dios, la apatía y
el desinterés han creado enormes murallas que nos separan de Dios. Y es por eso
por lo que muchas familias agonizan en un mundo cambiante y alejado de Dios.
La Palabra de Dios nos ilustra a través de la vida de una mujer, que no importa
qué tan grande sea la muralla que te aparte de Dios, no importa cuán alta sea, Dios
es capaz de derribarla y unir a tu familia y tu vida con el cielo.
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cualquier hombre, pero un día, le sucedió algo diferente, llegaron dos hombres
a su casa que no la estaban buscando a ella, sino que habían sido enviados por
un general llamado Josué, para que investigaran dentro de la ciudad de Jericó en
donde justamente vivía esta mujer.
La primera parte de su nombre “Ra”hab, era el nombre de un dios egipcio. Como
un amorreo, Rahab pertenecía a un pueblo idólatra, y tenía un nombre que signifi-
ca “insolencia”, “fiereza”, o “amplio”, “amplitud”.
«Rahab era una prostituta que vivía en la muralla de Jericó. Encubrió a los dos
espías israelitas enviados a reconocer las defensas de esa ciudad. Debido a su
bondad para con ellos, y su profesión de fe en el Dios verdadero, los espías pro-
metieron salvar su vida y la de su familia cuando se produjese el ataque a Jericó.
En la genealogía de Jesús registrada en Mateo 1: 1-16, se presenta a Rahab entre
sus ascendientes» (Hijas de Dios, 11).
II. MUESTRAS DE FE
El rey de esa ciudad se enteró de que estos hombres estaban en la casa de
Rahab y le mandó a decir que los entregase. Pero ella era una mujer de fe, ¡sí así
como escuchaste! y decidió no entregarlos. Fíjate lo que le dijo a los espías:
«Sé que el Señor les ha dado esta tierra; porque el temor de ustedes ha caído
sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de
ustedes. Porque hemos oído que el Señor hizo secar las aguas del Mar Rojo de-
lante de ustedes cuando salían de Egipto» (Josué 2: 9-11).
A. PRIMERA DECLARACIÓN DE FE
Ella dijo: “Sé que el Señor les ha dado esta tierra”, no tenía duda de que el
Dios de ellos era el verdadero Dios porque él había secado el Mar Rojo. Era
una mujer que le temía a Dios, solo por haber escuchado acerca de él. Hay
personas que cuando abrazan la fe, lo hacen de tal manera que creen con
todo su corazón, aunque “vivan al límite” como Rahab.
ELLA ERA MAL VISTA POR LA GENTE, PERO FUE BIEN VISTA POR DIOS.
B. SEGUNDA DECLARACIÓN DE FE
«Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento
en hombre alguno por causa de ustedes, PORQUE EL SEÑOR SU DIOS ES
DIOS ARRIBA EN LOS CIELOS Y ABAJO EN LA TIERRA».
Ella no necesitaba que le explicaran doctrinalmente quién era Dios, porque
ella había creído en él. La fe no se explica, porque no tiene lógica racional, la
fe no es para opinar, la fe es para vivir y practicar con cada una de nuestras
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C. TERCERA DECLARACIÓN DE FE
«Les ruego pues, ahora, que me juren por el Señor, que como he hecho mise-
ricordia con ustedes, así la harán ustedes con la casa de mi padre, de lo cual
me darán una señal segura; y que salvarán la vida a mi padre y a mi madre,
a mis hermanos y hermanas, y que librarán nuestras vidas de la muerte».
Rahab se conoce como la esposa de Salmón, uno de los dos espías que se refu-
gió en su casa. A su vez, se convirtió en la madre de Booz quien se casó con Ruth
y tuvo un hijo llamado Obed que tuvo a Isaí que fue el padre de David. Salmón era
un príncipe de la casa de Judá, y por lo tanto, Rahab, la ramera, se casó con una
de las principales familias de Israel y se convirtió en un ancestro de nuestro Señor.
¡Recuerda que tu descendencia, tu familia, heredará las naciones de la tierra!
No olvides que Dios no te ve como los demás te ven. Solo tienes que ir a él y
pedirle que perdone tus pecados (cualquiera que sea) y te limpie con la sangre de
su hijo Jesucristo. Leamos Hebreos 11: 31 y Santiago 2: 25.
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Dice el libro de Hebreos: «Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías».
En este pasaje se dice lo que ella hacía, no para recordarnos nuestros pecados,
sino para mostrarnos que para el Señor no existe ningún pecado que no merezca
su perdón, y lo más glorioso es que fue obediente, porque creyó en Dios y no en
los hombres.
CONCLUSIÓN
Rahab tuvo que vencer sus temores para poder salir victoriosa, permitió que
Dios derribara esa muralla que la tenía atrapada y fue así como ella y su familia
fueron salvos. Solamente aquellas familias valientes, familias entregadas a la ora-
ción y el estudio, derribarán las murallas de pecado en sus vidas para poder ver a
Jesús y caminar con él cada día.
Oremos cada día para que podamos “Ir derribando muros para llegar a la patria
celestial”.
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