Está en la página 1de 3

Instrucciones:

1. Lee cada situación en tiempos de covid-19 que se presentan como ejemplo.

2. Comente sobre:

• ¿Cuántas situaciones de las leídas ya las pasamos en algún momento o te


está pasando?

• ¿Cómo resolverían o sobrellevarían esos problemas si te tocara vivirlo?

• ¿Qué podrían aprender de esa situación en cada situación?

Cierre y reflexión:
En la vida las personas están expuestas a situaciones buenas o malas. Por esto,
reflexione con sus estudiantes para entender que todas las personas pasan por estas
realidades. Dado que mucho de lo leído ya se ha vivido en algún instante, muchos se
sentirán identificados. Recalque que reconocer a cada persona y sus problemas le
permite comprender lo que está atravesando.
Reto:
Enfatice que toda situación, por más fuerte que sea, supone una oportunidad para crecer
y aprender. Si se presentan estados emocionales depresivos en alguna de las personas
participantes, es el momento de que exprese palabras de apoyo.

Situación 1:

El distrito en el que trabajo se llama Galilea y está a cuatro horas en chalupa (bote a
motor) desde la provincia de Condor canqui, región Amazonas. Estamos en la entrada
del río Santiago, un lugar alejado, cerca de la frontera con Ecuador. En mi centro de
salud solo contamos con un oxígeno. Si se presentaran varios pacientes con síntomas
graves, prácticamente perderíamos a esa gente y no los vamos a poder atender.

Este mes hemos comenzado a registrar más contagios. Solo en los últimos diez días
hemos tenido más de 15 casos en nuestro distrito. Ha incrementado y los compañeros
están tomando las muestras a más gente. En los primeros días estuvimos tranquilos,
no había ningún caso porque gracias a las autoridades, las fuerzas armadas y las
rondas se cerraron todas las entradas. Pero, conforme fue avanzando el tiempo, ha
llegado gente de otras regiones, con certificados médicos, eso nos ha afectado y
comenzaron los contagios.

A mí me gustaba salir a jugar, casi todos los días lo hacía. Eso es lo que más extraño
y también estar con mis familiares. Tenía pensado en estos meses salir a estudiar,
pero por este problema de la pandemia todo se ha suspendido. También he estado
pasando momentos muy difíciles en mi vida personal, y cuando lo estaba arreglando
llegó la emergencia.

En mi puesto de salud no estamos preparados para enfrentar una pandemia, no


contamos con los materiales ni insumos médicos. Esto también nos hace entender
que nuestros gobernantes, no han previsto cómo nos iba a afectar a nosotros, los
pueblos amazónicos. Yo creo que se debería invertir más en salud, porque ahora
hemos visto el problema de no hacerlo. La gente también debería ser más responsable
consigo misma y para bien de su familia. Lo que veo es que a veces la misma
población no hace caso de lo que nosotros como personal de salud les decimos. No
están preparados para este problema. Siento que nos falta también informar mejor a
la población para prevenir. Siento que nos ha faltado mucho, mucho.

Situación 2:

Si el 14 de marzo, día que me reuní con mi enamorado y amigos en común en mi casa


a conversar y tomar sería el último día que gozaría de la ahora llamada ‘antigua
normalidad’, no lo hubiese creído. Tampoco que las primeras dos semanas de
confinamiento serían solo el inicio de un largo y duro proceso.

Al principio, desde de mi privilegio, tomé al confinamiento como un detox, el tiempo


perdido en el transporte público me daría tiempo para los libros y las películas a los
que nunca me pude dedicar. Sin embargo, los días transcurrían y los horarios entre la
universidad y el trabajo se entremezclaban, no diferenciaba ya los días, para mí era
siempre lunes o domingo. Las personas cercanas a mí se quedaban sin trabajo,
algunas comenzaron a enfermarse y otras comenzaron a quedarse sin comer. La
esperanza con la que disimuladamente esperaba el mensaje presidencial a media tarde
se volvió en ira, indignación. La gente de mi país se estaba muriendo.

Una noche, a quince días de que terminé la cuarentena, escuché una tos anormal en
mi padre. No era la tos gastada y adquirida con el paso de los años. Era una tos seca,
casi ahogada seguida de un mareo preocupante. Desde ese episodio solo han seguido
días de insomnio en mi casa, las recomendaciones casi contradictorias entre sí de los
doctores, un balón de oxígeno, los ojos hundidos de mi padre, sus quejidos desde su
cuarto hasta el lugar donde ahora estoy escribiendo.

Este proceso, porque es así como lo veo ahora, me ha dado fuerza. El miedo y la
nostalgia ahora es fortaleza y templanza para los míos. No caigamos, tenemos que
seguir.

Situación 3:

Quisiera contarles lo que pasó durante el estado de emergencia en el hospedaje El


Mural, en Tarapoto. Nosotros ofrecemos alojamiento para mochileros, quienes
normalmente no tienen un itinerario fijo de viaje.

Cuando se estableció la cuarentena y el toque de queda, teníamos aproximadamente


26 huéspedes, en su mayoría extranjeros. Solo tres de ellos eran nacionales. Al
cerrarse las fronteras y toda forma de transporte, decidieron quedarse ya que primero
se estableció dos semanas de aislamiento obligatorio. Hasta ese momento todo iba
tranquilo, los huéspedes compartían en la terraza y trataban de llevar el encierro de
la mejor forma posible.

Sin embargo, muchas personas tenían la idea de que por ser extranjeros podrían ser
portadores del virus. De hecho, unos huéspedes llegaron porque en ningún otro
alojamiento querían hospedarlos solo por ser extranjeros. Conforme pasó el tiempo,
las medidas fueron haciéndose más estrictas y el control policial también se agudizó.
En un video compartido en Instagram, uno de los huéspedes, un argentino, cuenta
que tuvo que hacer un viaje en camioneta de casi 20 horas de camino hasta Lima para
poder subirse a un avión rumbo a su país. Esa travesía ejemplifica la difícil situación
que vivimos.

También podría gustarte