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EL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA

PRIMERA PARTE
NARRADOR
El caballero de la armadura oxidada cuenta la historia de un caballero muy amable y
querido entre los habitantes del reino. Este caballero luchaba contra enemigos, mataba
dragones, rescataba damiselas y era muy generoso. Además, vestía con una preciosa
armadura que decían que, al brillar el sol, resplandecía.

El caballero estaba casado con una mujer llamada Julieta y tenían un hijo en común,
Cristóbal. Al principio el caballero era un padre cariñoso y atento, pero poco a poco se
obsesionó con su armadura hasta el punto de no quitársela ni en su casa, lo que disgustó a
su mujer y a su hijo, por lo que Julieta le hizo elegir entre su armadura o su familia.
Julieta: Creo que amas más a tu armadura de lo que me amas a mí.
Caballero: Eso no es verdad, ¿Acaso no te amé lo suficiente como para rescatarte de aquel
dragón e instalarte en este elegante castillo con paredes empedradas?
Julieta: Lo que tú amabas era la idea de rescatarme. No me amabas realmente entonces y
tampoco me amas realmente ahora.
Caballero: Sí que te amo, puedo decírtelo una y mil veces, si te amo.
Julieta: ¡Entonces, quítate esa armadura para ver quién eres en realidad!
Caballero: No puedo quitármela. Tengo que estar preparado para montar en mi caballo y
partir en cualquier dirección
Julieta: Si no te quitas la armadura, cogeré a Cristóbal, subiré a mi caballo y me marcharé
de tu vida.
El caballero decidió quitarse la armadura, pero no pudo hacerlo, por lo que Julieta y su hijo
se fueron muy lejos de allí. El caballero decidió buscar ayuda para quitarse la armadura y
recuperar a su familia.

SEGUNDA PARTE
NARRADOR
El caballero partió sin rumbo fijo, buscando cualquier persona u objeto que le
pudiera ayudar a quitarse la armadura. Decidió buscar a Merlín, el mago, esperando
que lo ayudara, pero tuvo que atravesar un gran bosque en el que le costó mucho sobrevivir,
pues no sabía nada de supervivencia.
Eventualmente se encontró con Merlín al pie de un árbol, con muchos animales a su
alrededor, desmayado. El caballero decidió ayudarlo y le dio una copa de playa con un
poco de bebida.
Cuando Merlín despertó, el caballero le contó lo que había ocurrido: que no podía quitarse
la armadura y quería recuperar a su familia.
Caballero: !Os he estado buscando! !He estado perdido durante meses!
Merlín: Has estado perdido toda tu vida
Caballero: !No he venido aquí para ser insultado!
Merlín: !Quizás siempre os habéis tomado la verdad como un insulto!

NARRADOR
Merlín le tendió una copa de planta que contenía un extraño líquido.

Merlín: Bebe esto, te hará muy bien.


Caballero: Está bien, lo beberé. Viértelo en mi visera.
Narrador: El caballero se encogió de hombros y sorbió el líquido por la caña. Los primeros
sorbos le parecieron amargos, los siguientes más agradables, y los últimos tragos fueron
bastante deliciosos.
Merlín: Eso que has bebido se llama vida. ¿No te pareció amarga al principio y, a medida
que la degustabas, la encontrabas cada vez más apetecible? Eso fue cuando empezasteis a
aceptar lo que estabais bebiendo.
Caballero: ¿Estás diciendo que la vida es buena cuando uno la acepta?
Merlín: ¿Acaso no es así?

NARRADOR
Después de esto, Merlín le cuenta al caballero que debe emprender un viaje hacia un
sendero cercano, aunque el caballero dijo que no vio tal cosa. Merlín le dice entonces que
se debía que no miraba más que sobre sí mismo y que, para ver el sendero, tenía que pasar
por tres castillos: el Castillo del Silencio, el Castillo de la Sabiduría y el Castillo de la
Voluntad y la Osadía. El caballero partió con una ardilla y una paloma llamada Rebeca
hacia el sendero, sin conocer el camino.
Al llegar al Castillo del Silencio, se encontró con un rey al que debía lealtad. Este rey le
contó al caballero que solía ir al castillo a encontrarse a sí mismo, y le indicó cómo hacer lo
mismo.
El caballero acabó sentado en una habitación donde se dedicó a reflexionar sobre su vida,
y descubrió que tenía miedo a la soledad. Luego de esa habitación fue a otra más
pequeña donde comprendió todo el dolor que sentía su esposa y lloró.

CABALLERO: Julieta debe haberse sentido muy sola hablando con un hombre envuelto en
acero; tan sola como me encuentro yo ahora en esta lúgubre habitación. Ahora comienzo a
sentir el dolor y la soledad de Julieta también. Durante años, la he obligado a vivir en un
castillo de silencio.
NARRADOR
 El caballero lloró tanto que las lágrimas se derramaron por los agujeros de la visera y
empaparon la alfombra que había debajo de él. Las lágrimas fluyeron hacia la chimenea y
apagaron el fuego. En realidad, toda la habitación había empezado a inundarse, y el
caballero se hubiera ahogado si no fuera porque en ese preciso instante apareció otra puerta.
Después, pasó a una tercera habitación donde encontró a su yo interior, el cual se
llamaba Sam y le hablaba en forma de pensamiento, lo que le dio mucha paz, tanta que
pudo dormir en esa habitación.
Al despertar, estaba fuera del castillo y vio que la parte de arriba de su armadura había
desaparecido.

Luego llegó al Castillo de la Sabiduría, donde se encontró una puerta de oro con una frase
que decía: El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino.
SAM: El Castillo del Conocimiento fue diseñado por el propio universo: la fuente de todo
conocimiento.
CABALLERO: Me alegro de que hayas vuelto.
SAM: En realidad, nunca me fui, replicó Sam. Recuerda que yo soy tú.
NARRADOR
Siguió caminando y encontró otra puerta que rezaba: ¿Habéis confundido la necesidad con
el amor?
El caballero sabía que amaba a Julieta y a Cristóbal, aunque tenía que admitir que había
amado más a Julieta antes de que le diera por ponerse bajo los toneles de vino y vaciar su
contenido en su boca.
SAM: Sí, amabais a Julieta y a Cristóbal, pero ¿no los necesitabais también?
CABALLERO: Supongo que sí
He necesitado toda la belleza que Julieta añade a mi vida con su inteligencia y su
encantadora poesía. También he necesitado las cosas agradables que ella solía hacer, como
invitar amigos para que me animaran, después de que me quedara atrapado en mi armadura.
Julieta ha confeccionado hermosos vestidos para la familia y ha preparado deliciosos platos
para mí y para mis amigos. El caballero reconoció que Julieta había mantenido siempre el
castillo muy limpio.
He dejado que Julieta haga casi todas las mudanzas ella sola, pues yo solía estar siempre en
algún torneo. Recuerdo su aspecto agotado mientras llevaba sus pertenencias de un castillo
a otro, y cómo se había puesto cuando se vio imposibilitada de tocarme por causa de la
armadura.
NARRADOR
El caballero asintió, y las lágrimas brotaron de sus ojos. Después se le ocurrió algo
espantoso: no había querido culparse de las cosas que hacía. Había preferido culpar a
Julieta por todo el vino que bebía. De hecho, le venía bien que ella bebiera, así podía decir
que todo era por su culpa, incluyendo el hecho de que él estuviera atrapado en la armadura.

A medida que el caballero se iba dando cuenta de lo injusto que había sido con Julieta, las
lágrimas iban cayendo por sus mejillas. Sí, la había necesitado más de lo que la había
amado. Deseó haberla necesitado menos y haberla amado más, pero no había sabido
hacerlo.
Entonces, el caballero comprendió cuánto amaba a su familia y cuánto se necesitaban
entre ellos, pero él huía de esta realidad y su esposa bebía para olvidar sus problemas,
aunque él siempre le echó la culpa a Julieta. Así, el caballero comprendió que nunca fue
feliz a pesar de lo que tenía porque nunca apreció lo que realmente importaba.
 El caballero lloró aún más al darse cuenta de que si no se amaba, no podía amar realmente
a otros. Su necesidad de ellos se interpondría.
Al admitir esto, una hermosa y resplandeciente luz brilló a su alrededor, ahí donde antes
había habido oscuridad. Una mano se posó suavemente sobre su hombro. Miró a través de
sus lágrimas y vio a Merlín que le sonreía.
MERLÍN: !Habéis descubierto una gran verdad!, sólo podéis amar a otros en la medida que
os amáis a vos mismo.
CABALLERO: ¿Y cómo hago para empezar a amarme?
MERLÍN: Ya habéis empezado, al saber lo que ahora sabéis
NARRADOR:
Luego de esto, Rebeca apareció volando desde la oscuridad muy emocionada. El caballero
nunca había visto a Rebeca tan excitada. Ella le trajo un espejo que no reflejaba su aspecto,
sino que mostraba como es en verdad. El caballero se puso ante el espejo y observó su
reflejo. Al principio, el caballero dudó de si en verdad quien estaba en el espejo era él, pero
luego, quedó sorprendido porque en lugar de un hombre alto, con ojos tristes y nariz
grande, con una armadura hasta el cuello, vio a una persona encantadora y vital, cuyos ojos
brillaban con amor y compasión.

TERCERA PARTE
El caballero prosiguió su camino hasta el Castillo de la Verdad y la Osadía, donde
había un enorme dragón de escamas verdes y que escupía fuego azul. Intentó llamar a
Merlín, pero no apareció, y entonces la ardilla y la paloma Rebeca le dijeron que podía
enfrentarse él solo al dragón porque ya se conocía a sí mismo, así que el caballero entró en
el castillo y se quemó, pero consiguió regresar.
En ese momento, su voz interior, SAM, intervino:
SAM: ¿Cómo te soportas, si no tienes la voluntad y la osadía de poner a prueba el
conocimiento que tienes de ti mismo?
CABALLERO: ¿Tú, también crees que el conocimiento de uno mismo puede matar al
dragón del Miedo y la Duda?
SAM: !Por supuesto! El conocimiento de una mismo es la verdad y ya sabes lo que dicen:
"La verdad es más poderosa que la espada"
NARRADOR:
El caballero recordó que no necesitaba probar nada. Era bueno, generoso y amoroso. Por lo
tanto, no debía sentir miedo ni dudas. El dragón no era más que una ilusión.

El caballero, dirigió la mirada a través del puente hacia donde se encontraba el monstruo
lanzando fuego hacía unos arbustos, por lo visto, para no perder la práctica. Con el
pensamiento en la mente de que el dragón sólo existía si él creía que existía, el caballero
inspiró profundamente y, con lentitud, volvió a atravesar el puente levadizo.

El dragón, por supuesto, fue a su encuentro, bufando y echando fuego. Esta vez, sin
embargo, el caballero siguió adelante. Pero el coraje del caballero no tardó en comenzar a
derretirse, al igual que su barba, con el calor de las llamaradas del dragón. Con un grito de
temor y angustia, dio media vuelta y salió corriendo.
Y es que no quería entrar por miedo a quemarse, pero comprendió que el dragón se
alimentaba de los miedos y las dudas, pues era una ilusión, incluso sus llamas, así que
sólo necesitaba confiar en sí mismo para derrotarlo.
Esta vez el caballero que marchaba hacia el dragón era otro; uno que cantaba una y otra
vez:
CABALLERO: "El miedo y la duda son ilusiones". "El miedo y la duda son ilusiones". "El
miedo y la duda son ilusiones". "El miedo y la duda son ilusiones".

NARRADOR:
El dragón lanzó gigantescas llamaradas contra el caballero una y otra vez, pero por más que
lo intentaba, no lograba hacerlo arder.

A medida que el caballero se iba acercando, el dragón se iba haciendo cada vez más
pequeño, hasta que alcanzó el tamaño de una rana. Una vez extinguida su llama, el dragón
comenzó a lanzar semillas. Estas semillas, las semillas de la Duda, tampoco lograron
detener al caballero. El dragón se iba haciendo cada vez más pequeño a medida que
continuaba avanzando con determinación.
Al salir del castillo, el caballero subió la montaña para llegar al sendero. Se hizo daño a
mitad de camino porque las rocas estaban muy afiladas. Cuando ya casi había llegado a la
cima se encontró con un canto rodado que bloqueaba su camino. El caballero se sentía
demasiado exhausto para superar el último obstáculo. Parecía imposible descifrar la
inscripción y estar colgado de la pared de la montaña al mismo tiempo, pero sabía que
debía intentarlo.
Entonces el caballero reflexionó sobre algunas cosas a las que se había aferrado durante
toda su vida:
CABALLERO: Me he aferrado a mi identidad, a quien creo que soy y quien no soy. Me he
aferrado a mis creencias, aquello que yo considero verdadero y falso. También a mis
juicios, aquellas cosas que considero buenas y malas. Creo que en este momento también
me aferro a la roca para seguir con vida, ¿Significa que debo soltarme y dejarme caer al
abismo de lo desconocido?

Al final terminó colgando de un barranco y decidió confiar en su yo interior y lanzarse al


vacío. Mientras caía, reflexionó sobre toda su vida y comprendió que el amor era lo
más importante, tanto el propio como hacia los demás.
Recordó todas las cosas de su vida e las que había culpado a su madre, a su padre, a sus
profesores, a su mujer, a su hijo, a sus amigos y a todos los demás. A medida que caía en el
vacío, fue desprendiéndose de todos los juicios que había hecho contra todos.

Fue cayendo cada vez más rápidamente, vertiginosamente, mientras su mente descendía
hacia su corazón. Luego, por primera vez en su vida, contempló su vida con claridad, sin
juzgar y sin excusarse.

En ese instante, aceptó toda la responsabilidad por su vida, por la influencia que la gente
tenía sobre ella, y por los acontecimientos que le habían dado forma.

A partir de ese momento, fuera de sí mismo, nunca más culparía a nada ni a nadie de todos
los errores y desgracias. El reconocimiento de que él era la causa, no el efecto, le dio una
nueva sensación de poder. Ya no tenía miedo. Le sobrevino una desconocida sensación de
calma y algo muy extraño le sucedió: !empezó a caer hacia arriba!!Sí!!Parecía imposible,
pero caía hacia arriba, surgiendo del abismo!
Fue así como consiguió elevarse y llegar a la cima de la montaña. Allí lloró de alegría y
lloró tanto que lo que quedaba de su armadura se derritió y por fin pudo liberarse de su
armadura oxidada.
Su corazón rebosaba de amor: por sí mismo, por Julieta y Cristóbal, por Merlín, por Ardilla
y por Rebeca, por la vida y por todo el maravilloso mundo.

TRABALENGUAS PARA CONCURSO


El hipopótamo Hipo
está con hipo,
¿quién le quita el hipo
al hipopótamo Hipo?

El que compra pocas capas,


pocas capas paga,
como yo compré pocas capas,
pocas capas pago.

El anillo del llavero


no tiene llaves
¿Quién se ha llevado las llaves
Del anillo del llavero?

Como poco coco como


Poco coco compro
Como compro poco coco
Poco coco como.

COPLAS

Tírame la lima,
tírame el limón,
tírame las llaves
de tu corazón. 
•••••••••••••••••••••••••••••••
Yo no sé qué dice el viento
yo no sé qué dice el mar, 
pero cuando miro al horizonte
siempre comienzo a llorar. 
•••••••••••••••••••••••••••••••
Entre rimas y palabras,
pasamos toda la clase,
nos enseña la maestra,
y aprendemos con disfraces. 
Me disfrazo con amigos,
y jugamos entre todos,
mis amigos se divierten,
qué divertidos que somos. 

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