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Staff
Moderadora de traducción
Black Rose
Traductoras
Black Rose Alysse Volkov Mave
Gabych87 Cjuli2516zc Lipi Sergeyev
Valentina D Bella' Corazón_de_Tinta
Kariza Veritoj.Vacio Myr62
3
Taywong
Corrección
Black Rose
Revisión Final
*Andreina F*
Diseño
Euma14
Índice
Sinopsis Capítulo 15 Capítulo 32
Introducción Capítulo 16 Capítulo 33
Glosario Capítulo 17 Capítulo 34
Capítulo 1 Capítulo 18 Capítulo 35
Capítulo 2 Capítulo19 Capítulo 36
Capítulo 3 Capítulo 20 Capítulo 37
Capítulo 4 Capítulo 21 Capítulo 38
Capítulo 5 Capítulo 22 Capítulo 39
Capítulo 6 Capítulo 23 Capítulo 40
Capítulo 7 Capítulo 24 Capítulo 41
4
Capítulo 8 Capítulo 25 Capítulo 42
Capítulo 9 Capítulo 26 Capítulo 43
Capítulo 10 Capítulo 27 Capítulo 44
Capítulo 11 Capítulo 28 Epílogo
Capítulo 12 Capítulo 29 Sobre el autor
Capítulo 13 Capítulo 30
Capítulo 14 Capítulo 31
Sinopsis
5
Introducción
Traducido por Black Rose
Aquí hay una lista de palabras inventadas que encontrarás al leer este
libro. (Oye, RAE, llámame si ves algo que te guste).
Abrasada (adjetivo): Palabra que debería existir, pero no lo hace; la
cruda, dolorosa calidad de la piel después de una abrasión.
Acosadoramente (adj.): De o perteneciente a alguien que
regularmente acosa, sigue, vigila y trata de contactar a otra persona,
especialmente a un antiguo amante o celebridad, de una manera agresiva
y amenazadora.
Amigaza (sustantivo): Una amiga a la que no deseas referirte como tu
“amiguis” porque eres culturalmente lo suficientemente sensible como para
saber que las mujeres afroamericanas odian cuando las mujeres caucásicas 8
las llaman amiguis.
Baboso (adj.): Una persona despreciable con menos que intenciones
honorables.
Chuzar (verbo): Apuñalar o ser apuñalado con una hoja improvisada,
a la que se hace referencia en la cárcel como un chuzo.
Comodito (adj.): Forma diminutiva de cómodo; fácil y rentable.
Cuchacho (sustantivo): Un amante masculino que es tanto de la edad
adulta (cucho) y considerablemente mayor que su amorcito, haciendo que
el término novio parezca tonto e inapropiado, al igual que la relación en sí.
Cuevoso (adj.): Ser, semejante o sugerente de una cueva, pero no de
una manera sexy tipo BDSM.
Del putas (sustantivo): El comportamiento de quien es un putas o
intimidante, rebelde, desafiante.
Emorección (sustantivo): Pene que se ha erguido debido a un estímulo
emocional más que físico o visual.
Eneamigos (sustantivo): ¿Amigos? ¿Enemigos? Depende del día y la
cantidad de licor involucrada.
Esposobot (sustantivo): Hombre casado que se comporta más como
un robot que como un ser humano. Este ciborg es típicamente obediente,
orientado a la tarea, introvertido, rígido en su adherencia a las reglas y
rutinas, inhibido sexualmente, y con aversión a la diversión.
Fanputamentetástico (adj.): La forma en que las palabras putamente
fantástico suenan cuando son pronunciadas por alguien que ha tenido una
copa sobre-vertida de vino pinot grigio.
Favoritisísimo (adj.): Una manera tonta de decir más favorito.
Flotador(a) (adj.): 1. Que flota, elevado, aireado. 2. Despreocupado,
contenido, relajado.
Frankenlibro (sustantivo): Una pila aleatoria de entradas de diario,
correos electrónicos, fotos, poemas sucios, e historias cortas pornográficas
que algún desgraciado juntó y trató de pasar como un libro.
Gargameliano (adj.): De o perteneciente a Gárgamel, villano y
némesis de los Pitufos.
Inframundo (adj.): O perteneciente al infierno
Inmierdoso (adj.): Sin mierda; no necesariamente agradable pero
tampoco una mierda.
Juzgón(ona) (adj.): 1. La tendencia a hacer juicios morales basados
en sus propias creencias y experiencias personales. 2. La mayoría de las 9
mujeres nativas del sureste de los Estados Unidos.
Lamible / Batible (adj.): Auto-explicativo.
Menio (sustantivo): 1. Híbrido de monstruo y genio. 2. Un genio
malévolo. 3. Insertar la imagen de la Dra. Sara Snow aquí.
Parolaversario (sustantivo): La recurrencia anual de la fecha en que su
compañero, que por lo general permanece inmóvil durante la duración de
todas las actividades sexuales como un invertebrado desinteresado, le hizo
el amor. La conmemoración puede o no implicar un momento de silencio.
Parolesposo (sustantivo): Hombre casado que debería estar enfermo
y cansado de la vagina vieja estirada de su esposa, pero se comporta en
cambio como una máquina de sexo insaciable que sólo resopló una bola
de ocho de coca.
Punzudo (adj.): 1. Lleno de puntas agudas o sensaciones punzantes. 2.
una palabra acuñada y robada de la diosa cómica Jenny Lawson.
Salchifest (sustantivo): Una reunión social que consiste principalmente
de personas con penes.
Snarf (verbo y nombre propio): 1. Tragar o engullir vorazmente y con
cero respeto por los modales de la mesa. 2. Nombre de la mascota
ligeramente molesta de Leon-O en los ThunderCats.
Tuberculoso (adj.): El estado de ser afligido con tuberculosis. Obvio.
Vagrantismo (sustantivo): 1. El estado o la condición de vagabundo.
2. Uno que vagabundea sobre o sin una casa o un empleo permanente y
aun así logra costear pantalones de cuero o tatuajes parcialmente
terminados.
Vandaloso (adj.): De o perteneciente al vandalismo; básicamente,
apenas una manera mejor, o más atractiva para la palabra vandálico.
Vulneraparola (sustantivo): ver Emorección.
10
EL ESPOSOBOT
Q uerido diario,
Este hijo de puta me está matando.
Recién salido de la ducha. Se halla tan cerca que puedo oler
el jabón masculino en su piel. Su cabello se ve húmedo y sexy, y tiene la
sombra de barba en esa longitud perfecta, lo suficientemente larga para
ser suave al tacto, pero no tanto que esconda sus rasgos perfectamente
11
cincelados. Y la forma en que su camiseta se aferra a sus bíceps y se
extiende a través de los duros planos de su pecho... podría mirarlo toda la
noche. En realidad, lo he estado haciendo... por el rabillo del ojo. Pero eso
no es suficiente.
Quiero tocarlo.
En la media hora desde que se dejó caer a mi lado y encendió el
juego de los Braves1, he pensado en al menos mil y una maneras de alcanzar
y acariciar a este hombre. Podría encajar mis dedos entre los suyos, o correr
mis nudillos a lo largo de su mandíbula áspera y cuadrada. Tal vez podría ser
juguetona y caminar mis uñas de color verde menta hasta sus músculos
abdominales esculpidos, entonces, una vez que tenga su atención, podría
empujar las mismas puntas de los dedos en su cabello mojado y montar su
cuerpo húmedo, limpio y duro.
Pero no hago ni mierda, porque sé que todo lo que me va a dar es
una mirada de reojo y un cambio en la dirección opuesta.
Mi marido es una roca. No como en, “él es tan fuerte y me apoya. No
sé qué haría sin él”. Sino más bien, “él es tan jodidamente frío que me
pregunto si todavía tiene un pulso”. Ken nunca ha sostenido mi mano, Diario.
1 Equipo de Beisbol.
No a propósito, de todos modos. Ha tenido su mano sostenida por mí,
mientras se encuentra inconsciente, pero cada vez que intento ese
movimiento durante las horas de vigilia, Ken tolera cortésmente el malestar
del contacto humano por... eh, digamos, cinco y medio segundos antes de
quitar su dormida y suave carne de mi alcance.
El sexo es casi la misma historia. Siempre el caballero, Ken se acuesta
sobre su espalda y me permite tener mi camino con él mientras se dedica
en silencio a la cantidad mínima y obligatoria de caricias. (Incluso cuando
trato de divertirme y recrear la escena del helado de Cincuenta Sombras
más Oscuras. En su defensa, tengo que desempeñar el papel de Christian
porque Ken obviamente no se sabe sus diálogos y admito que el ruido
blanco de un monitor de bebé no es exactamente Al Green2. Y, por alguna
razón, nunca parece que tengamos helado de vainilla, como en el libro, sólo
tenemos Cherry Garcia3, que es bastante incómodo para lamer, con toda
la masticación requerida. Pero igual. Un poquito de participación sería
apreciada).
Sin importar el nivel de técnica involucrada, después de eso, siempre
beso y acaricio el cuerpo delgado, bello e insensible de Ken, tratando de
extraer un solo grado de calor de la roca en forma de hombre que es mi
marido. Todo el tiempo, casi puedo oírlo contando para sí mismo: un mil, dos 12
mil, tres mil, antes de que me golpee en el culo. Mi señal para que
putamente me baje de él.
Al menos, así es como se siente. El problema con Ken no es tanto su
frialdad, dícese su falta de necesidad, deseo o capacidad de intimidad, o
su incapacidad para sentir, y mucho menos discutir las emociones. Esos
atributos realmente mantienen nuestro matrimonio muy estable y libre de
drama. Eso, y el hecho de que el hombre nunca hace nada malo.
Kenneth Easton es un podador de césped, pagador de cuentas,
cumplidor de la Ley, conductor defensivo, botador de basura esposobot; un
ciborg construido específicamente para soportar de setenta a ochenta
años de matrimonio a fuerza de vendaval. Nunca lo he visto mirando a otra
mujer. Diablos, nunca lo he pillado en una mentira.
No, el problema con Ken es que se casó conmigo.
Antes de conocer a Ken, me contorsioné en, por lo menos, el setenta
y tres por ciento de las posiciones del Kama Sutra, Diario. Me afeité la mayor
parte de la cabeza y tenía todas mis partes femeninas perforadas antes de
que tuviera edad suficiente para ver una película clasificada para adultos.
Pasé mi tiempo libre siendo esposada a cosas por chicos con más tatuajes
L
o siento, Diario. Solo sentí que la única manera de suavizar el
golpe de esa información era entregarla dentro de los caprichos
inherentes de una quintilla. Ese poema ejemplifica bastante bien
la confusión, opresión y el dolor final (tanto físico como emocional) que fue
mi primera relación seria.
Mirando hacia atrás, el tiempo que pasé siendo la novia de Knight, no
fue diferente a ser una víctima secuestrada con Síndrome de Estocolmo. En
ese momento, mi cerebro inocente de quince años no sabía qué demonios
pasaba, solo que de alguna manera yo era suya, y la resistencia era inútil.
Knight era un cabeza-rapada. Corrección: Knight era el cabeza-
rapada, el único en nuestra extensa área suburbana del tricondado de
Atlanta, para ser exactos. Era cómico. Se hallaba tan increíblemente
enojado que ninguno de los otros grupos de subcultura masculinos, blancos
y enojados de la Escuela Secundaria de Peach State eran suficientes. Los
atletas eran un poco demasiado sociables. Los punkeros, aunque
suficientemente violentos y vandálicos, tenían un poco de demasiada
diversión. Los chicos góticos eran unos coños. No, la rabia de Knight era tan
consumidora que tenía que elegir el subgrupo cuya imagen gritaba:
Putamente te pisotearé en la acera y luego te arrancaré el brazo y te
golpearé con él si respiras el mismo aire que yo. Knight era tan exitoso en su
misión de intimidar que mantuvo un subgrupo de uno solo durante la
secundaria.
Pienso que su furia se originó al nacer, cuando su idiota decepción de
madre lo llamó Ronald McKnight. Era 1981, así que conociendo a Candi,
probablemente trataba de impresionar al corredor de bolsa casado que la
embarazó, nombrando a su hijo después del único republicano en el que
pudo pensar. Supongo que, tras años de ser tratado como una bolsa de
boxeo por la puerta giratoria de los novios abusivos, alcohólicos y
probablemente casados de Candi; siendo tratado como una carga por una
mujer que prefería la compañía de imbéciles que la de su propio hijo; y
teniendo que soportar bromas de Ronald MacDonald cada vez que
finalmente se escapaba; en algún lugar del camino Ronald se convirtió en
Knight, y Knight se convirtió en un santo jodido terror.
Knight se vestía como un Neo-Nazi y se veía como un afiche de un
niño Ario4. Tenía el aspecto juvenil y el ceño fruncido de Eminem, una piel
translucida, un cuarto de pulgada de cabello rubio platinado y
prácticamente claras cejas y pestañas. Sin embargo, la apariencia
fantasmal e incolora era violentamente marcada por dos penetrantes ojos
azul ártico. Si no fuera por esos sorprendentes ojos azules y una pizca de 16
pecas marrones, fácilmente podría haber pasado como el hermano gemelo
albino de Marshall Mathers.
El físico de Knight era delgado pero definido, como Bruce Lee. Como
un luchador callejero. Tomaba religiosamente clases de entrenamiento de
pesas (¿En serio? ¿Las jodidas escuelas públicas no pueden encontrar nada
mejor que enseñar a los niños?) Y una vez le sacó trescientos dólares al
equipo de fútbol por levantar ciento treinta y seis kilogramos. Eso era más
del doble de su peso corporal en ese momento.
Cuando Knight contaba la historia, siempre meditaba “no es el
tamaño del perro en la pelea. Es el tamaño de la pelea en el perro”.
Déjame decirte, que había mucha pelea en Ronald McKnight, o
como nos gustaba llamarlo (nunca, nunca en su cara) Skeletor5.
Lo que era más interesante que Knight siendo el único cabeza-rapada
en el pueblo era que ni siquiera era racista. Nunca lo escuché pregonar
ninguna mierda de orgullo Ario o lo vi lucir cualquiera de las insignias típicas
4En línea con las políticas racial y eugenésica de la Alemania nazi, se consideraban como
arios «racialmente puros» a los individuos de piel blanca, ojos y cabellos claros y alta
estatura.
5Personaje de ficción dentro del universo Masters of The Universe musculoso y con cara de
calavera, de ahí su nombre.
Nazi. Las esvásticas y las cruces de hierro se hallaban sospechosamente
ausentes de sus efectos personales.
Siempre la psicóloga, incluso entonces, me fasciné tanto por su falta
de iconografía fascista que en realidad tuve el valor de preguntarle sobre
eso una vez. En vez de impulsar su brazo derecho hacia el aire y lanzar un
Sieg Heil6, Knight rápidamente miró a ambos lados del pasillo para
asegurarse de que nadie escuchaba. Luego se inclinó tan cerca que pude
sentir su respiración recorrer mi cuello y susurró—: No soy realmente racista.
Solo odio a todo el mundo.
Y le creí. Ese hijo de puta odiaba a todo el mundo.
O eso pensé.
Existían cinco mil millones de personas en el planeta en 1996. Ronald
“Knight” McKnight odiaba a cuatro mil novecientos noventa y nueve
millones novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve de
ellos. Odiaba a sus padres. Odiaba a sus amigos. Intencionalmente
intimidaba a los desconocidos. Pero, por alguna razón clandestina, Knight
decidió que yo le gustaba. Y ser el único humano al que al niño más
espantoso en el universo le gustaba era algo embriagador.
Cuando conocí por primera vez a Ronald McKnight yo era una 17
delgada y demacrada, con ojos de ciervo, estudiante de primer año
pecosa con un trapeador hasta los hombros de cabello rubio rojizo
ondulado y un devastador enamoramiento por el Rey de los Punks, Lance
Hightower. Estuve cortando mi cabello cada vez más corto, agregando más
y más imperdibles a mi sudadera y mochila y avanzando cada vez más
cerca de Lance en la mesa del almuerzo de la elite punk-gótica-adicta, que
presidió desde el primer día de clases (resultó ser, que Lance era completa
y desesperadamente homosexual, algo que desearía haber sabido antes
de afeitarme la mayor parte de mi cabello y hacerme múltiples piercings en
mi cada vez más auto-perjudicial esfuerzo para conseguir que se enredara
conmigo).
Knight, quien era un estudiante de segundo año en ese momento,
aterrizó en la mesa punk por defecto. Sin otros cabezas-rapadas para pasar
el rato, los punks lo adoptaron como su serpiente de cascabel rabiosa,
sarnosa y malvada. Día tras día, se sentaba en la mesa de Lance con el
ceño fruncido y cabizbajo, agarrando su tenedor con la fuerza suficiente
para doblar el metal y murmurando el ocasional “vete a la mierda” cuando
alguien se dirigía a él.
6 Frase de la Alemania Nazi utilizada con frecuencia en eventos políticos para decir “Viva
la Victoria”.
Bueno, un día cálido a finales de septiembre, por casualidad oí a una
estudiante de otro año en nuestra mesa de almuerzo decir a su novio
perforado y de cabello puntiagudo, que era el cumpleaños de Skeletor. (No
sé cómo alguien lo habría sabido a menos que Knight lo hubiera arrojado
como una prueba de que su vida de alguna manera empeoró. Imagino que
habría sonado algo como—: No puedo creer que mi puta madre robó todos
mis cigarrillos y salió de la ciudad con su esposo maricón en mi maldito
cumpleaños. Oye, ¿qué demonios miras, imbécil?). Así que, naturalmente le
compré un emparedado de pollo mientras pasaba por la fila del almuerzo.
Saltando hacia nuestra mesa y mostrando una gran sonrisa (debo
explicar que siempre he sido repugnantemente histérica y entusiasta y
habría sido una excelente animadora si no fuera tan en contra del sistema y
torpe) lo tiré en la cara de Knight y chirríe—: ¡Feliz Cumpleaños!
A cambio, Knight levantó su cabeza, siempre frunciendo el ceño y me
clavó con lo que sentí como dos lentes láser azules. Me paré, en un estado
jadeante de animación suspendida, dándome cuenta, un momento
demasiado tarde, que podría haberme metido con la serpiente cascabel.
Mientras me preparaba para una avalancha de groserías, en su lugar
vi su expresión de desaprobación derretirse y deslizarse justo delante de mis
ojos. 18
Su ceño, que lucía estrictamente surcado, se alisó y se levantó con
sorpresa. Sus ojos glaciales se abrieron, y sus labios se separaron en un suspiro
silencioso. Era una expresión desgarradora de gratitud e incredulidad. Era
como si el chico que llamábamos Skeletor nunca hubiera recibido un regalo
en su vida. Casi podía oír cómo su armadura chocaba contra el suelo
mientras yo miraba la cara de alguien vulnerable, dolorido y solo.
No pude hablar. No pude recordar cómo funcionaba el aire. Una vez
que mis pulmones comenzaron a arder, finalmente quité mis ojos de su alma
rota y tomé una respiración profunda, pretendiendo admirar mis nuevas Dr.
Martens7 blancas (otra compra hecha en nombre del seductor ícono del
punk rock Lance Hightower), pero era muy tarde. En esos pocos segundos lo
vi todo. Vi demasiado. Una vida de dolor, un anhelo de significación y una
marea de amor esperando a estrellarse contra la primera persona lo
suficientemente valiente, o lo suficientemente estúpida para entrar.
Esperé que recuperara su armadura y regresara a su infelicidad,
después de todo, solo era un tonto emparedado, pero para mi sorpresa (y
horrorosa vergüenza) Knight se levantó, me señaló directamente y gritó a
todo el mundo en nuestra mesa—: ¡Es por esto que BB es la única maldita
7Es una marca británica de zapatos tipo botas punteras reconocidas en la escena de rock
y punk.
persona en este planeta que puedo putamente aguantar! ¡Ninguno de
ustedes, hijos de puta, me dio una mierda por mi cumpleaños! —
Asegurándose de dar a todos y cada uno de los aterrorizados inadaptados
con caras llenas de granos una mirada personalizada y predatoria,
finalmente terminó—: Jodidamente los odio a todos.
Evidentemente, Skeletor tenía una llamarada para el drama.
Demasiado aturdida para reaccionar, observé impotente mientras se
deslizaba de nuevo en su asiento con la gracia presuntuosa y perezosa de
un león recién alimentado, obviamente satisfecho con la escena que
acababa de causar y el silencio sorprendido que cayó sobre la cafetería.
Yo era la única de pie, y todos los ojos se enfocaban ahora sobre mí,
incluyendo los de Knight, que me miraban con una amplia y voraz sonrisa
como la del gato Cheshire.
De repente, quería recuperar mi dinero.
Verás, Diario, todo lo que pensé que compraba era un emparedado
de pollo y, a lo mejor, si tenía suerte, un lugar bueno al lado del chico votado
como “El más Probable a que nos Mate a Todos con una Tabla Llena de
Clavos Oxidados”. Eso era todo.
No me gustaba Knight. No quería ser su amiga, si eso incluso era 19
posible. Era atemorizante y rabioso, y todo lo que yo quería era gustarle lo
suficiente como para no gritarme o asesinarme. ¿Quién sabía que un
estúpido dólar con cincuenta también me compraría la singular y obsesiva
devoción eterna del único cabeza-rapada del pueblo?
Mientras permanecía ahí, criogénica, con mis grandes tontos ojos
verdes atrapados en el cruce de la salvaje mirada azul de Knight, quedó
claro que él iba a hacerme suya aun si me gustara o no.
Y, al principio, definitivamente no me gustó.
ENEAMIGOS
D iario, Knight era un bastardo tenaz, pero muy mal para él que
yo (A) no me sentía atraída por el en lo más mínimo y (B) me
sentía igualmente obsesionada con alguien más.
A lo largo de mi primer año, Knight me persiguió mientras yo me
balanceaba y evadía, jugando por la posición junto a Lance (o debajo de
Lance o a horcajadas de Lance de vaquera invertida). 20
Eventualmente, como una forma de pasar el tiempo mientras seguía
tratando de averiguar cuál era el tipo de Lance, empecé a salir con Brian.
Brian era tan alto, oscuro y magnífico como Lance, pero él me dejaba
besuquearlo. Chico dulce.
Brian podría haber parecido intimidante con su cantidad de
accesorios tachonados y su físico varonil, pero era un pacifista vegano
suave, bondadoso y amante de los animales quien solo usaba botas de
combate “libres de crueldad” hechas de sacos de papa reciclados o
alguna mierda. Debido a que era un amor, Brian accidentalmente se
convirtió en el mejor amigo de Knight, lo que significaba que Brian era lo
suficientemente agradable como para dejarlo venir y Knight mostraría su
aprecio insultándolo y agrediéndole físicamente.
Durante el verano, después de mi primer año, pasé mucho tiempo en
la casa de Brian. Mi mamá me dejaba después de almorzar en su camioneta
Taurus del color de una bandita y Brian, quien era un año mayor que yo y ya
tenía su licencia de conducir, me llevaría a casa después de cenar. Era
bastante glorioso. Nos sentaríamos en la cama pequeña de Brian, viendo “El
show de Jerry Springer” y haciéndolo cuando su hermano pequeño, August,
dejaba la habitación y luego nos dirigiríamos a su destartalada piscina de
barrio.
Todos los días a las dos y cuarto en punto, mientras Brian y yo nos
salpicábamos y practicábamos nuestros trucos de buceo, Knight nunca
fallaba en sacudir su vieja lata Ford D-150 en el estacionamiento de la
piscina tan pronto como era despedido de la escuela de verano. Como un
reloj, stomp, stomp, stomp, él y su mirada aburrida irrumpirían a través de la
puerta, nos lanzaría una mirada asesina y luego lentamente arrastraría una
silla de piscina a través del hormigón a donde descansábamos. El sonido de
las patas metálicas raspando el hormigón siempre me daba una vibra del
tipo escalofriante Freddy-Krueguer-rastrillando-sus-garras-por-tu-espalda.
Una vez que nos sentíamos lo suficientemente intimidados, Knight montaría
la silla hacia atrás, como si fuera Slater de Salvados Por La Campana y
pasaría el resto de la tarde tratando de impresionarme verbalmente,
degradando físicamente a Brian y golpeteándolo con colillas de cigarrillo
encendidas.
No importaba lo caliente y pegajoso que estuviera afuera (“caliente
y pegajoso” es como a los sureños les gusta llamar al aire asqueroso, espeso
del que nuestros cuerpos tienen que extraer oxígeno para sobrevivir aquí de
mayo a septiembre), Knight nunca entraba a la piscina. Nunca rompía en
sudor. Pero, de vez en cuando, le siseaba a Brian cuando pensaba que me
hallaba fuera del alcance del oído—: Voy a follarme a tu novia antes de
que tú lo hagas. 21
Traté de descartar su amenaza, diciéndome a mí misma que él y Brian
sólo tenían una especie de concurso de meadas, pero en el fondo sabía
que Knight quería decir lo que dijo. Y Knight siempre cumplía sus amenazas.
Brian y yo nunca fuimos más allá de la primera base. El verano vino y
se fue, y como que volvimos al tipo de amigos que no se besuqueaban.
Realmente no sé qué pasó, pero supongo que Knight tuvo algo que ver con
eso.
Sólo estoy feliz de que la cama del exnovio a la que me referí con mi
quintilla cómica no fuera la suya. En realidad, fue la de Colton.
Colton fue el único chico que besé antes de Brian. Era un guapo y
diabólico chico malo de cabello puntiagudo con el que salí en el octavo
grado. Y, por salir, me refiero a que hablábamos por teléfono, nos
tomábamos de la mano en la escuela, llenamos de papel higiénico una
casa y nos liamos una vez. Colton me recordaba a un hada masculina, no
de una manera gay, sino de una manera con orejas puntiagudas, cabello
salvaje y un brillo travieso en sus ojos.
Espera. Mierda. Podría estar pensando en Peter Pan.
Sí, Colton me recordaba totalmente a Peter Pan, en una manera sexy
y travieso Rey de los Niños Perdidos.
Colton vivía, de vez en cuando, con su triste madre soltera, Peggy,
quien tenía, como, cuatro empleos. Peg era la pobre basura blanca por
excelencia. Delgada como una vara con largo cabello rubio y desaliñado,
todavía podía encajar en todo su armario demasiado ceñido, lavado en
piedra y de cintura alta de 1983. Sus largos y temblorosos dedos nunca
estaban sin un cigarrillo igualmente largo entre ellos y su voz era tan ronca
que sonaba como si probablemente hubiera estado sin hablar con nadie
por días.
Sospecho que el padre de Colton era uno de los miembros
fundadores de Whitesnake8. Peggy tenía una vibra de fanática de los
ochentas escrita por todos lados. Quienquiera que fuera su padre, su lugar
en Las Vegas tenía que ser un infierno mejor que el lugar de mierda de
Peggy. Es probablemente por eso que Colton nunca se quedaba alrededor
por más de unos meses a la vez.
Durante la última temporada de Colton con Peggy, él y su mamá
como que adoptaron a Knight, en parte porque se sentía mal por la vida de
mierda que tenía, pero también, y sospechaba, porque Knight tenía un
auto.
Luego, como acostumbraba, Colton empacó y subió a un bus
interestatal de vuelta a Las Vegas sólo a dos meses de nuestro segundo año, 22
dejando a Peggy sola de nuevo. Ya que ella necesitaba un hijo y Knight
necesitaba una nueva mamá, él seguía yendo cada día después de la
escuela, como si Colton nunca se hubiera ido. Paseaba al viejo pastor
alemán de Peggy y remendaba todos los lugares cóncavos podridos y
mohosos de la casa mientras ella trabajaba en sus cuarenta y siete empleos
a tiempo parcial. Y, para hacer todo eso, Knight necesitaba una llave para
la casa.
Era genial, no la casa, obviamente. La casa era un pedazo de mierda
dilapidado. Pero Knight tenía el lugar para sí y de hecho nos dejaba pasar
el rato allí después de la escuela. Peg mantendría la nevera llena con
cervezas, podríamos fumar adentro y tenía cable. Era una utopía
adolescente.
Todas las tardes, nosotros, siendo la entera mesa de los punk-rock, nos
dirigíamos donde Peggy, nos metíamos en sus sofás deformes y sarnosos de
los años setenta (yo compitiendo por un lugar junto a Lance), abríamos unas
cervezas y gritábamos hasta nuestros pulmones a cualquier transgénero o
pequeño pandillero o proxeneta habilidoso sin educación que estuviera en
Jerry Springer esa tarde. Todo el tiempo tirando las colillas de cigarrillos a los
ceniceros ya rebosantes.
9Es una serie de televisión norteamericana de género drama policial, protagonizada por
William Shatner en el rol de un sargento de policía veterano con quince años de labor.
naranja o purpura, sombra de ojos brillante y pantalones elásticos de
estampado de leopardo dentro de unas Dr. Martens blancas, pero nadie de
una consecuencia real.
Pero ahora… ahora yo era intocable.
También me volvía poco a poco en la preciosa de Knight. Su atención
a mí permanecía tan enfocada que me sentía como una hormiga
chisporroteando bajo una lupa cada vez que me miraba. Era como si
estuviera memorizando el tamaño exacto, forma y ubicación de cada peca
y espinilla en mi cara virginal. Dios, me hacía retorcerme. Nunca tuve
problemas para hacer contacto visual con la gente hasta que conocí a
Knight.
Ahora, dieciséis años después, todavía me encuentro hablando a las
camisas de las personas.
Al principio, me sentía bastante asustada de pasar el rato a solas con
Knight, pero no tenía idea de cómo evitarlo. Sin autobús, sin auto, sin nadie
lo suficientemente valiente como para arriesgarse a la ira de “Skeletor el
cabeza-rapada” ofreciendo un aventón y mis dos padres trabajando
(bueno, uno de ellos trabajando y el otro durmiendo la resaca), él se
convirtió con éxito en mi única opción.
24
Y estuve bien con ello porque, bueno, no sabía qué más hacer. Nunca
interactué con alguien tan, tan enojado o agresivo o poderoso antes. Mis
padres eran hippies amantes de la paz, por el amor de Cristo. Nunca nadie
levantó la voz o manos con ira en mi casa. Demonios, la mayoría de las
veces, mis padres ni siquiera podían levantar sus parpados hasta el final.
Tal vez era la paranoia hablando, pero una cosa que mis padres
harían, prácticamente cada vez que salía de la casa, era advertirme que
había gente que les gustaba secuestrar chicas lindas como yo y hacerles
cosas malas. Fue perforado en mi cabeza.
¿Ves esa camioneta espeluznante? ¡Corre! ¿Algún tipo dudoso que
parece estar siguiéndote? ¡Corre! ¿Alguien te puso las manos encima?
¡Pisotea su pie y dale un rodillazo en las bolas!
De la manera en que lo veía, me hallaba a un paso en falso de estar
encadenada en el sótano de Knight con una dieta constante de semen y
flagelaciones por los próximos diez o veinte años, así que trataría de actuar
normal. Iba con Knight a casa de Peggy todos los días para mantenerlo feliz,
y básicamente, hacía todo lo que pude pensar para mantenernos
estrictamente en la zona de amigos.
¿Y sabes qué, Diario? Funcionó.
Allí, en la casa de Peggy, sin nadie más, en las horas de ocio que
pasábamos bebiendo y fumando y viendo televisión durante el día después
de la escuela, en realidad me convertí en amiga de Ronald McKnight.
Cuando estábamos solos, Knight se convertía en una persona
totalmente diferente. Era dulce, sincero y caballeroso. Knight llevaría mi
mochila, abriría mis cervezas y encendería todos mis cigarrillos, como un
caballero. Me haría cosquillas hasta que lloraba y en ocasiones incluso
quitaba las botas con puntas de acero de mis pies y frotaría mis arcos en
círculos lentos y deliberados con sus duros pulgares mientras hablábamos.
Fue durante estos momentos inusualmente íntimos que algunas veces
conseguí que Knight se abriera. Aprendí sobre el padrastro que odiaba, la
ira que albergaba contra su madre y su verdadero padre, a quien no había
visto desde que era un niño. Durante todo el tiempo pensé que derribaba
las paredes de Knight, pero en realidad era él quien destrozaba las mías.
Haciéndome sentir especial. Dándome la ilusión de seguridad.
Luego, atacó.
25
ACCESORIOS
Q uerido Diario,
En una inusualmente cálida tarde de diciembre, me
encontraba en la casa de Peggy, enganchada en una
particularmente agresiva pelea con Knight. Bueno, empezó como una
pelea de cosquillas, pero cada vez que me alejaba ese ninja de mierda me
perseguía y me atrapaba. Lo logré desde el sofá hasta el suelo, del suelo a 26
la mesa de centro, de un lado de la mesa de centro hasta el sillón reclinable,
y del reclinable hasta el parche de piso de madera de los años cincuenta
enfrente del televisor de Peggy. Con cada captura sucesiva, mis esfuerzos
por escapar se volvían un poco más forzados, un poco más con pánico. Fui
de las cosquillas a retorcer mi brazo para liberarme y empujarlo lejos
gateando a través del suelo en cuatro, pero eso solo parecía excitarlo más.
Cuando Knight finalmente me tuvo de espaldas enfrente del televisor,
era claro que lo que comenzó como una coqueta, divertida pequeña
persecución se convirtió en un juego de contacto del gato y el ratón. Y
ahora, el juego terminó. Aparte de mi pecho y corazón palpitante, me
encontraba completamente inmovilizada, atrapada por la glacial mirada
de Knight y sus imposiblemente fuertes brazos, los que se tensaban y
palpitaban contra las tersas mangas de su camiseta. Fue en ese momento
en que me di cuenta cuan estúpida e imprudente fui.
Knight y yo no éramos amigos. Éramos solo cazador y presa. Me estuvo
cazando por más de un año, y mi tonto trasero cayó directo en su trampa.
Tenía dos opciones: pelear con un cabeza-rapada o someterme y
rezar por clemencia.
Sin liberarme de su agarre o mirada, Knight lentamente se bajó a si
mismo sobre mí, haciendo su intención clara, y me rendí. Adrenalina explotó
a través de mi cuerpo mientras me preparaba para que algo agresivo y
potencialmente sangriento pasara. Dejando a mi cuerpo para defenderse
a sí mismo, mi conciencia flotó hasta el techo manchado con marcas de
nicotina y relieve de palomitas para observar la escena entera desplegarse
a través de mis dedos extendidos.
En lugar de devorarme, como temía, Knight puso un sencillo y ligero
beso en mis labios. El choque de su ternura me devolvió a la consciencia,
como el chasquido de una banda elástica, y de repente, me sentía
encendida con la sensación: la potente esencia de detergente y colonia
almizclada llenando mis pulmones, labios cálidos contra mis labios, y un duro
pecho contra mi pecho, brazos enérgicos sujetando los míos más delgados,
y el sabor de una menta fresca emergiendo a través de los sabores
enredados de cerveza y cigarrillos.
Cuando finalmente se retiró de aquel suave beso, en otro inesperado
gesto, Knight descansó su frente en la mía liberando un largo y doloroso
suspiro. Sentí su agarre en mis bíceps liberarse también. Sentí sus manos
callosas deslizarse por mis brazos, todo el camino hasta mis puños, los cuales
tomó y puso sobre mi cabeza sin ninguna resistencia. Sus movimientos eran
tan controlados, tan deliberados que era como si estuviera usando cada
onza de autocontrol que tenía para evitar desgarrarme en pedazos.
Oh, sí, definitivamente éramos cazador y presa. 27
Estaba segura de que él podía sentir mi pulso vibrando en el aire,
irradiando de mí como ondas de sonido de una batería, mientras yacía ahí,
suspendida en la emocionante trepidación. Una vez que recuperó la
compostura, Knight me besó de nuevo.
No me moví, no podía respirar. En vez de eso, todos mis recursos fueron
redirigidos a mi cerebro, que luchaba por formar un pensamiento
coherente, una vez que la lengua de Knight comenzó a girar alrededor de
la mía en hipnóticos círculos sin prisa.
Una vez que soltó su agarre de mis muñecas y le dio a mi labio de
abajo una succión final, todos los pensamientos que no parecían poder
formarse durante nuestro encuentro vinieron velozmente a mi mente. No
sabía por dónde comenzar. Solo besé a otros dos chicos, Colton y Brian, en
mis quince años en el planeta y nunca, nunca se sintió así. Eso fue caliente.
Eso fue…
Oh, mierda… ¿qué fue eso?
Todavía tumbada en el suelo bajo un emocionalmente inestable y
levantador de pesas cabeza-rapada, dos nociones se liberaron dentro de
mi mente. Primero, Ronald McKnight estaba enamorado de mí, y segundo,
nunca iba a escapar.
Parte de mi amaba cuán brillantemente especial me hacía sentir
Knight y cuán apasionado fue sobre mí e incluso, en cierta medida, cuán
dominante, intimidante y excitante era. Pero la otra gran mayoría de mí se
sentía asustada hasta la mierda y realmente, realmente quería que toda
esta cosa fuera nuestro pequeño secreto.
Tal vez podía mantenerlo a raya hasta que se aburriera conmigo. Yo
ciertamente no podía rechazarlo y arriesgarme a terminar al estilo “El silencio
de los inocentes” bajo la casa de Peggy con mis uñas ensangrentadas
tratando de escalar las paredes. Y tampoco podía ser vista románticamente
con él en público.
Oh, Dios, ¿qué pensarían mis amigos?
Mi mejor amiga, Juliet, era mitad afroamericana y mitad japonesa, por
el amor de Dios.
¡No podía dejar que la gente pensara que salía con un cabeza-
rapada! Esto no se podía publicar. Esto no se iba a publicar.
***
28
Mi pequeño secreto duró cerca de tres días. Resultó que Knight quería
gritar esa mierda desde la cima de las montañas. Me acompañaba a todos
lados, me daba un beso de despedida antes de cada clase, se sentaba con
su brazo a mi alrededor en el almuerzo, y lanzaba puñales con sus ojos a
cada chico que giraba su cabeza en mi dirección.
Mierda, mierda, mierda. De algún modo, me convertí en la novia de
Skeletor, la mascota serpiente de cascabel.
Él me escribía cartas de amor con ilustraciones gráficas inquietantes
durante casi cada clase y me traía regalos al azar: una bolsa llena de peces
dorados, un diente de león que recogió en su camino a la escuela, una
cabeza cortada… cada mañana.
Tan avergonzada como me sentía de ser vista con él, Knight parecía
increíblemente imperturbable con la atención que atraía. Para un chico
cuya reputación fue construida sobre la imagen de ser inaccesible y letal,
Knight no podía dar menos que una mierda por quién lo viera portándose
como un maldito tonto, recogiendo flores y dibujando corazones llameantes
en todos sus cuadernos. Me acababa de acomodar en mi escritorio en mi
última clase cuando tres palabras saltaron de su psicótico tengo-a-tu-hija-
dame-tu-dinero estilo de escribir. Garabateó algo así como:
Querida BB,
No puedo esperar hasta esta tarde. Tengo algo planeado que he
estado pensando desde la primera vez que te vi. Por favor no te preocupes,
sé lo que probablemente piensas, que solo voy a usarte para sexo pero no.
Te amo,
Knight.
Todo lo que mi virginal cerebro de quinceañera pudo comprender
fueron las palabras, preocuparse, sexo, y amor.
¡OHPORDIOS!
Tuve que agarrar los lados del escritorio para evitar caerme.
Íbamos a tener sexo. En algunas horas, y si las pequeñas ilustraciones
de personas hechas con palitos en la parte posterior de la nota eran una
indicación, iba a implicar accesorios.
29
LAS SALSAS VAN CON LOS
PERROS CALIENTES, NO CON
LAS SALCHICHAS
Traducido por Black Rose
L
levé una falda a la escuela ese día, Diario. Nunca usaba falda,
pero quería que Lance viera mis nuevas botas Grinders que
llegaban a la mitad de mi pierna, con puntas metálicas y de 30
cuero de becerro negro. Pesaban una tonelada y costaron aún más, pero
pensé que tal vez, sólo tal vez, si pudiera demostrarle que yo no era sólo otra
pega de Dr. Martens, Lance finalmente se daría cuenta de que éramos, de
hecho, almas gemelas, y luego me alejaría de las garras de Ronald
McKnight. Lance medía uno noventa y lucía lleno en todos los lugares
correctos, así que en el papel, al menos, parecía que sería una pelea justa.
Desafortunadamente, mi plan me salió por la culata.
En realidad, Lance se hallaba mucho menos interesado en enfrentarse
a Knight que en correr debajo él, si sabes a lo que me refiero.
Por lo tanto, en lugar de asegurar al chico malo de mis sueños y mi
libertad de "Skeletor el cabeza rapada", lo único que logré asegurar con
esas botas de doscientos dólares y esa falda corta a cuadros, fue echarle
gasolina al libido ya furioso de Knight y su autocontrol que ya se
desmoronaba.
Tal como esperaba, cuando sonó la última campana, Knight me
esperaba afuera. Lo vi antes de verme, y vi su expresión pasar de asesina a
salaz en el instante en que nuestros ojos se encontraron. Su boca se levantó
de un lado en una mueca burlona agradecida y hambrienta mientras sus
ojos se deslizaban por mi cuerpo a un ritmo glacial, enviando escalofríos por
mi espina dorsal junto con ellos. Lo siguiente que supe, fuertes brazos
rodeaban mi cintura, una boca dura buscaba entrar a la mía, y un
abultamiento particularmente duro y espantosamente grande era
presionado en mi vientre.
Oh mi Dios, oh mi Dios, oh mi Dios, oh mi Dios, oh mi Dios...
La adrenalina explotó a través de mi torrente sanguíneo. Mi pulso
sonaba como un río furioso en mis oídos, y lo único que podía oír sobre el
ruido blanco era mi conciencia gritando: ¡Lucha o huye! ¡Lucha o huye!
Sin embargo, el ruido se desvaneció, cuando Knight me susurró al
oído—: ¿Leíste mi nota?
Tragué saliva y asentí, incapaz de recordar cómo funcionaban las
palabras.
Por favor, no me preguntes si también te amo. Por favor, no me hagas
hablar de ello. Sólo quiero acabar con esto.
Cuanto antes me devastara, más pronto podría cojear a casar y
proseguir a escuchar el álbum completo “Desintegration” de The Cure en
repetición mientras lloraba y me balanceaba en posición fetal.
Knight se alejó lo suficiente para que quedáramos verde bosque
contra azul cristalino. Siempre que me miraba así, la parálisis era tan fuerte
que ni siquiera podía parpadear. Respirar requería esfuerzo consciente. 31
»Lo dije en serio.
Trago.
Antes de que pudiera formular una respuesta que evitara ser
desmembrada, Knight me quitó la mochila y la echó por encima de su
hombro. Mientras que el hecho de Knight llevando mis cosas no era nada
nuevo, ese día en particular, se sentía más como si lo estuviera usando como
garantía. Con una ágil y carnal mano, me guio hasta el área de pasto, justo
detrás del estacionamiento de los estudiantes, donde el monstruo de tres
metros de alto que reconstruyó a partir de piezas de chatarra fue arrastrado
hacia una roca enorme, que se cierne sobre Civismo y Acompañantes
abajo, como si nuestros compañeros de clase fueran incluso capaces de ser
más intimidados por él.
Todos los días, Knight me escoltaba a ese monumento móvil de
testosterona, y todos los días observaba con ojos suplicantes cómo, uno por
uno, los niños con los que había reído y pasado notas tan sólo unas horas
antes, bajaban los ojos y se giraban.
Estaba por mi cuenta, y ese maldito día no fue la excepción.
La declaración pornográfica de amor de Knight quemaba un agujero
en mi bolsillo y mi mente mientras manejábamos en un silencio incómodo a
la casa de Peggy. En las últimas semanas, nuestras pequeñas sesiones de
besuqueo evolucionaron a él bajando por mí en cualquier oportunidad que
tenía, por lo que mi introducción al sexo fue sorprendentemente agradable.
¿Agradable? Mierda, fue increíble. Resultó que a Knight le encantaba
comer coño casi tanto como le encantaba, eh... bueno, realmente no le
encantaba nada, excepto yo, si podías creerle al rabioso mensaje en
mayúsculas que pesaba como una bomba de tiempo en mi bolsillo.
Parecía que Knight tenía un sexto sentido cuando se trataba de
atacar cuando mi guardia estaba baja. Durante dos semanas, fui la estrella
del cunnilingus después de la escuela especial, y ni una sola vez me hizo
pensar que esperaba algo a cambio, lo cual era bueno porque eso era
exactamente lo que recibía. A pesar de que ni siquiera lo había visto, tenía
miedo del monstruo de un solo ojo que vivía dentro de los vaqueros de
Knight. Cada vez que lo hacíamos, esa cosa se hinchaba tanto que se las
arreglaría para escapar de la cintura de su bóxer imposiblemente apretado,
extendiéndose hasta su camiseta ajustada, y arrastrándose a la mitad de su
tabla de lavar abdominal antes de todo lo dicho y hecho. Tenía cero
experiencias con su pichi, pero me iba genial con el razonamiento visual-
espacial, y no existía manera de que ese P iba a encajar en mi V (o mi B o A
o entre mis inexistentes Ts).
Habíamos cruzado el asolado umbral podrido de Peggy cien veces 32
antes, pero en aquel día de diciembre, el último día antes del descanso de
invierno, sabía que al entrar una parte de mí nunca volvería a salir.
Knight desapareció en la cocina durante una fracción de segundo,
mientras yo me demoraba en el parche de parqué de cuatro por cuatro
que a Peggy le gustaba llamar el “recibidor”. Justo más allá se encontraba
el salón, hogar de todas las cosas marrones y causantes de picazón, y más
allá de eso se hallaba la entrada a la cocina donde podía oír a Knight
dando vueltas.
En lugar de agarrar una cerveza y acomodarme en el sofá cubierto
de plástico de Peggy, como de costumbre, simplemente me quedé
petrificada en el parqué, sin saber a dónde ir ni qué hacer. Antes de que
pudiera formular un plan de escape, Knight volvió a salir de la cocina, muy
satisfecho de sí mismo. Se dirigió a mí con los pies descalzos, ¿cuándo se
quitó las botas?, me tomó de la mano sin decir una palabra y me condujo
por las escaleras hundidas y chirriantes al viejo dormitorio de Colton.
Sólo estuve allí una vez antes, pero se veía exactamente como lo
recordaba, escasamente amueblado, impersonal y triste. Colton nunca se
quedaba lo suficiente para decorar, y Peggy parecía demasiado deprimida
o ausente para molestarse. Los pequeños muebles de madera parecían
haber salido de una casa de muñecas de la década de 1950 y habían sido
fumigados con carcinógenos.
Knight dejó caer mi mano una vez que llegamos a nuestro destino y se
volvió hacia mí.
—¿Confías en mí?
¡Ni por el putas!
Tragué con dificultad, enderecé mi postura y me obligué a encontrar
su mirada. —Eso quiero.
Sostener la mirada fija de Knight nunca fue fácil, pero en ese
momento, sentí como si estuviera mirando los dos barriles de una escopeta.
Como un cazador, él me estuvo preparando y esperando su tiempo durante
meses, separándome de la manada y raspando mis defensas. Ahora, aquí
estaba yo, sirviéndome a él como a una pinche gallina.
Ni siquiera era que no quisiera tener sexo con Knight. No quería tener
relaciones sexuales, al menos todavía no, no cuando aún podía contar el
número de veces que me llegó el período sin quitarme las dos botas. No
antes de que mis tetas hubieran llegado. (¡Qué bueno que no esperé ese
hito!)
No me sentía lista, pero era realista. Y, en algún nivel, sabía que los
pollos habían vuelto a casa a descansar. Sellé mi destino el día en que dejé
que ese rubio rapado inesperadamente suave desapareciera entre mis 33
piernas. Ahora, era hora de pagar al gaitero.
Knight bajó los cabellos de cobalto de mi cara y los envió corriendo a
lo largo de mi cuerpo tembloroso. Su boca y sus dedos pronto lo siguieron,
llevándose hábilmente las nodrizas de mi falda, que pronto se convirtió en
un montón de tartán en la alfombra enmarañada. Resignada a mi destino,
tomé una respiración profunda y me quité la camiseta de la banda Siouxsie
and The Banshees y el sostén acolchado, añadiéndolos a la creciente pila
de ropa en el suelo.
La boca de Knight recorrió tranquilamente mi torso, deteniéndose
para arrancar y mordisquear cada pezón rosado que encontró en el
camino. Sin mi permiso, mis manos encontraron su camino hacia su cuero
cabelludo de terciopelo, como de costumbre. No pude evitarlo. La cabeza
de Knight era la cosa más suave que sentí, y últimamente parecía encontrar
excusas para tocarla cada vez más.
¿Cómo podría alguien, a quien mis ojos encontraban tan aterrador,
sentirse también como cachemira en mis dedos, saber como hierbabuena
en mi lengua y oler como algodón recién lavado y almizcle caliente?
Cuando quitaba la cabeza y los ojos de la ecuación, el resto de mis sentidos
cobraban vida cada vez que nos tocábamos.
Cuando finalmente probé el aliento húmedo de Knight, él me había
trabajado en una espuma tan despreocupada de necesidad que olvidé
que todavía tenía mi ropa interior. Es decir, hasta que sentí sus gruesos dedos
deslizarse entre mis caderas y la fina tira de algodón que los cubría. Sin
embargo, en lugar de deslizarlos por mis muslos y continuar su seducción sin
prisas, Knight estableció el tono para lo que vendría cogiendo ambos lados
de mis bragas púrpuras y extendiéndolos hasta su punto de ruptura. Solté un
pequeño jadeo de sorpresa, que fue inmediatamente seguido por uno
mucho más fuerte cuando Knight llevó entonces la entrepierna de mis
bragas destrozadas a su boca y pasó lentamente su lengua por el charco
de humedad que encontró allí. Hizo un contacto visual inquebrantable
conmigo mientras saboreaba la prueba de mi deseo, y luego reclamó mi
boca con la suya. Sólo que esta vez, cuando me besó, sabía a sexo, y me
horroricé al descubrir que putamente me encantaba.
Todavía completamente vestido, Knight me guio para sentarme en el
borde de la cama de Colton. Miré con confusión cuando empezó a sacarse
los artículos de sus bolsillos y colocarlos en la polvorienta mesita de noche a
nuestro lado, un encendedor, un paquete de cigarrillos, sus llaves, un
paquete de chicle. De sus bolsillos traseros, sacó su cartera y luego un par
de esposas, seguido de otro par de esposas.
¿Qué mierda?
Destellándome una sonrisa perversa cuando el segundo conjunto de 34
esposas de acero golpeó la mesa, Knight alcanzó detrás de su espalda una
vez más. (¡Aquellos apretados Levi´s eran como un carro de payasos del
pecado!) Sacando un osito de plástico transparente lleno de miel de su
cintura.
No sé si fue la idea de lo que estaba a punto de hacer con esos
instrumentos o la expresión de shock en mi cara, pero por primera vez desde
que nos conocimos, vi a Knight sonreír. Claro, fui testigo de las esquinas de
su boca curvándose hacia arriba en más de una ocasión, pero siempre era
más como una mueca de desprecio, una sonrisa o un gruñido. Esto fue
deslumbrante. Sus ojos generalmente helados se arrugaron cálidamente en
los bordes, y sus labios se separaron, revelando dientes tan perfectos que
podría haber sido el portavoz de los chicles Winterfresh (especialmente
teniendo en cuenta lo mucho que roía durante un día). Combinado con
todas esas pecas, esa sonrisa me dio una mirada al muchacho de diecisiete
años que se escondía bajo la armadura de Knight. Y, en realidad, era muy
lindo.
Mientras me sentaba y contemplaba esta extraña nueva atracción
que desarrollaba por alguien que, momentos atrás, consideré que era más
mi captor que mi novio, Knight arrancó su camiseta blanca y jeans con la
gracia de un gato de la selva. Sin su camisa, ahora podía ver la cabeza de
su enérgica y enorme erección que sobresalía por lo menos cinco
centímetros por encima de la parte superior de su bóxer, la cintura elástica
esforzándose para mantener la pesada arma amarrada contra su
abdomen.
Mi breve vida, sin incidentes, brilló ante mis ojos. Así es como todo
termina, pensé. Aporreada hasta la muerte por el pene de un cabeza-
rapada en el dormitorio de la infancia de mi exnovio. Y nunca llegué a
conocer a Billy Idol.10
Aunque debí haberme asustado, creo que el dolor inminente era tan
abstracto que ni siquiera podía envolver mi cabeza alrededor de él.
Simplemente no tenía idea de lo que vendría, así que la única opción que
tenía era vivir el presente, que en ese momento, todavía era un lugar muy
bonito para estar.
Tomando su primera arma de elección (las esposas de acero
inoxidable) en una mano, Knight me guio sobre mi espalda al centro de la
cama. Cubriéndome con su cuerpo duro, separó mis piernas con las suyas.
Su sonrisa despreocupada ya había sido sustituida por algo malvado,
depredador. Knight hizo contacto con sus ojos hasta que nuestros labios
hinchados e inflamados se reconectaron. Instintivamente, mis manos
buscaron su cálida y borrosa cabeza mientras comenzaba a arrastrar su otra
cabeza a través de mis pliegues saturados.
Podía sentir su autocontrol comenzar a vacilar. Knight metió las manos
35
en mi corto cabello rubio platinado (recientemente blanqueado y cortado
en otro intento infructuoso de seducir a Lance Hightower) y tiró fuerte. La
fuerza empujó mi cabeza hacia atrás, exponiendo mi cuello y haciendo que
mi cuerpo se arqueara contra su pecho inflexible.
Knight enterró su rostro en el hueco de mi clavícula y siseó—: Dios, te
deseo.
Dios, lo deseaba de vuelta. Podría no haber querido ser vista con él en
público o admitir a nadie que estábamos juntos, pero en esa pequeña
habitación olvidada en las afueras de la ciudad, podía fingir que todos los
demás y todas sus opiniones simplemente no existían. Y Knight se sentía lo
suficientemente seguro como para quitarse la armadura y ser el vulnerable,
cariñoso, y un poco pervertido, chico de cabeza rapada que nadie más
podía ver excepto yo. El chico que olía bien, sabía muy bien, y me hacía
sentir muy, muy bien. Ya no podía negarlo. Me encontraba en esa
habitación porque quería.
Una vez que prácticamente espumaba por la boca, Knight me dejó
jadeando para asegurar mis dos muñecas a los postes de la cama de
Colton, usando las esposas que ya había olvidado. Aunque mis pálidas y
DE: BB EASTON
PARA: SARA SNOW
FECHA: JUEVES, 29 DE AGOSTO, 9:36 P.M.
ASUNTO: REALMENTE. SE. COMPLICARON. LAS. COSAS.
39
Así que… Ken leyó mi maldito diario.
Me divorciaré.
Me envenenaré o divorciaré.
Sólo pensé que debías saberlo.
***
***
DE: BB EASTON
PARA: SARA SNOW
FECHA: JUEVES, 29 DE AGOSTO, 9:47 P.M.
ASUNTO: RE: REALMENTE. SE. COMPLICARON. LAS. COSAS.
Amiga, lo sé, porque cuando bajaba unas noches atrás después de
poner a los niños en la cama lo escuché cerrar de golpe mi jodida
computadora portátil. Así es como lo sé. Cuando llegué a la parte inferior
de la escalera y doblé la esquina en la sala de estar metió mi computadora
en la mesa de café luciendo culpable como la mierda.
Leyó mi maldito diario, Sara. No tienes idea de lo que hay ahí dentro.
Es tan, tan gráfico. Después de leer esa mierda, probablemente podría elegir
la polla gigante de Knight fuera de una alineación. No he dormido en tres
días porque sé que en el segundo que cierro los ojos Ken va a ir diciéndome
“Shh, shh, shh” ahogándome con una almohada.
Dime qué hacer. ¡Por favor!
40
***
***
DE: BB EASTON
PARA: SARA SNOW
FECHA: JUEVES, 29 DE AGOSTO, 10:13 P.M.
ASUNTO: RE: REALMENTE. SE. COMPLICARON. LAS. COSAS.
¡Lo sé! ¡Soy una idiota! Honestamente, no creí que eso fuera necesario.
Ken nunca presta atención a nada en lo que estoy trabajando. Ni siquiera
creo que sepa que todas las fotos y pinturas que cuelgan en esta casa son
mías. Además, trata de ver las cinco temporadas de The Wire11 y maneja,
algo así como, cuatro ligas de fútbol de fantasía simultáneamente ahora
mismo. ¿Quién sabía que ese hijo de puta prestaría suficiente atención a mi
sospechosa mecanografía secreta?
Me estoy volviendo loca, Sara. Es como si me estuviera helando o
jugando con mi maldita mente o algo así. En lugar de empapar mi
computadora con gasolina y orina, lo que habría sido justificado, me llevó a
una cita. ¿¡¿¡Qué diablos es eso?!?! Así como, ¡conseguimos una niñera,
elegimos un restaurante, y pre-ordenamos entradas de cine! Asumí que iba
a servirme con papeles legales en la cena, ya que era todo tan formal y
fuera de carácter, pero en realidad fue una cita realmente agradable. Ni
siquiera hizo su queja habitual sobre el hecho de que “podría haber 41
comprado un viñedo entero” por el precio de mi copa de vino pinot grigio.
¡Oh! ¡OH! Luego, después de la cena, cuando arrastré a Ken a nuestro
dormitorio para así darle las gracias montando su cuerpo sin vida durante
unos minutos, en realidad me detuvo y me preguntó si quería probar algo
nuevo. ¡NUEVO! (Así como, nuevo para él, obviamente. Para que algo sexual
sea nuevo para mí, se requeriría un uniforme de mascota robado de la
universidad, diez metros de cable de escalar, un puñado de jerbos y treinta
centímetros cúbicos de sangre de vampiro). ¡Mierda! Al día siguiente Ken
me dice que ha reservado otra niñera para el próximo mes para que
podamos ir a ver a David Koechner12 en The Punchline. ¿¿¿Quién es este
hombre??? (Ken, no David Koechner, sé quién es él, y es jodidamente
hilarante). ¿Tal vez me va a dejar en The Punchline? El teatro queda en un
vecindario súper sospechoso después de todo…
11Es una serie de televisión estadounidense ambientada en Baltimore, Maryland, cuyo hilo
conductor son las intervenciones telefónicas judiciales encomendadas a un grupo policial.
12Es un comediante y actor estadounidense más conocido por sus roles en películas como
Snakes on a Plane, Final Destination 5, Anchorman: The Legend of Ron Burgundy, Talladega
Nights y Get Smart, además de su rol en la versión norteamericana de la serie de comedia
The Office.
***
***
DE: BB EASTON
PARA: SARA SNOW
FECHA: JUEVES, 29 DE AGOSTO, 10:48 P.M.
ASUNTO: RE: REALMENTE. SE. COMPLICARON. LAS. COSAS.
Tú.
Maldita.
Jodida.
Genio.
Estoy dentro. Y ya tengo una lista de los comportamientos objetivo
para el monitoreo del progreso:
1. La adquisición de un maldito tatuaje de corazón con mi nombre en
él.
2. La iniciación de caliente, picante, apasionado sexo salvaje tira
cabello.
3. Dar cumplidos.
4. Y el dar un apodo.
Para fines de recopilación de datos, sólo puedes establecer la línea
de base en cero en las cuatro categorías. Sí, cero, como en, ninguna de
esas cosas ha ocurrido en la historia de mi matrimonio. Por lo tanto, la forma
en que lo veo, no tenemos a dónde ir sino hacia arriba. Te mantendré
clavada con mi progreso. (¡Intento de juego de palabras!) También,
probablemente deberías seguir adelante y empezar a ahorrar para el
vestido Stella McCartney y gafas carísimas de profesora que imagino que
venden en GMA. Y tienes que decirle a George Stephanopoulos13 que hola
por mí. Siempre me ha gustado. Creo que es porque me recuerda a Michael
J. Fox14. Tal vez no le digas que dije eso. ¿O sí?
43
Q
uerido Diario,
Después de consultar con el diablo en mi hombro1, he
decidido emprender un experimento psicológico
moralmente en bancarrota con la esperanza de transformar
a Ken en una persona cálida y cariñosa cuyo amor por mí es tan inmenso
que necesita un tatuaje de mi nombre y/o retrato sólo para que pueda 44
transmitir mejor sus sentimientos por mí al mundo. Así que, empaca tus
maletas y trae una linterna, Diario, porque de ahora en adelante, te
esconderás en un agujero oscuro en la parte posterior de mi disco duro bajo
el título “Instrucciones del Pastel de Pañales del Baby Shower”.
No te lo tomes personal, amiguito. Es por tu propio bien. Necesito un
lugar para tomar notas sobre el progreso de Ken sin que se entere de lo que
estoy tramando, y ningún hombre menos gay que Carson Kressley15 llegará
a husmear en torno a un archivo llamado “Instrucciones del Pastel de
Pañales del Baby Shower”, ubicado dentro de una carpeta llamada “Ideas
para el Baby Shower”, que se encuentra dentro de otra carpeta titulada...
espéralo... “Cosas Lindas que Encontré en Pinterest”.
Oh, y no te pongas celoso, pero en tu antiguo puesto, voy a empezar
a plantar una lustrosamente exagerada versión de película Lifetime tuya
bajo el nombre de archivo “Diario Súper Personal que Ken Nunca, Nunca
Puede Leer Jamás”, donde voy a plantar historias completamente
inventadas sobre mis exnovios diseñadas para inspirar a Ken a mejorar su
jodido juego. Y no, ese nombre de archivo no es demasiado obvio. La
___________________
1. La Dra. Sara Snow es mi perra entrenadora. Hasta hace tres años
era psicóloga escolar, como yo, y tratábamos activamente de ser
despedidas del mismo sistema escolar. Luego tuvo que ir y ponerse toda 45
Sheryl Sandberg16 sobre mí y mudarse a tres mil doscientos kilómetros de
distancia para convertirse en una distinguida Profesora de Psicología en una
universidad de investigación de lujo. Es tan inteligente que probablemente
podría curar el cáncer si no estuviera también loca con una “L” mayúscula
y una “A” al revés.
Q
uerido Diario,
Puedo sentirte juzgándome. No tienes que decirlo. Tienes
“desaprobación” escrito por todos lados, como una etiqueta
de “La carne es muerte” en una MacBook Air. Mírate, todo presumido en tu
maldita torre de marfil.
No sabes lo que estar aquí afuera en las trincheras, intentando hacer
46
funcionar un matrimonio día a día. Cincuenta por ciento de estas cosas
fallan, sabes. Tal vez, si te diera un poco más de antecedentes, una
pequeña perspectiva, verías que no soy un monstruo. Solo soy una esposa
frustrada intentando maximizar el potencial de un muy hermoso y muy frio
esposo. Entonces, tal vez podrías bajarle a tu tratamiento silencioso.
Para empezar, ¿sabías que Ken tiene las iniciales de alguien más
talladas en su brazo? Síp, es verdad. Cuando tenía dieciséis, alguna chica
con la que folló, como dos veces, decidió dejar de follarlo, y él jodidamente
se talló sus iniciales en su brazo.
Ahora, cuando yo tenía dieciséis, ya tenía ambos pezones y clítoris
perforados, así que no soy una extraña con eso de la automutilación, pero
aun así.
Cuando este bastardo muera, después de pasar como cientos de
años como mi pareja de vida, ¡su cuerpo va a ir a la tumba con las iniciales
de alguien más en él! ¡Solo quiero un poco de representación ahí, también,
maldita sea! Preferiblemente en algún lugar visible y descaradamente poco
profesional.
Así que, como verás, Diario, no es solo que yo sea una egoísta hija
única que solo quiere que mi esposo se tatué mi nombre en su cuerpo. Es
solo que quiero mi nombre más grande y audaz en su cuerpo que el de ella.
Es completamente una cosa diferente.
Estoy muy segura de que por ahora ya estás bastante familiarizado
con la baja de libido de Ken en la habitación, basado en las primeras
entradas, así que nos moveremos al tercer comportamiento que espero
apuntar con este pequeño experimento, el cual es que Ken me haga
cumplidos. Me doy cuenta de que suena algo mezquino y superficial, pero
si tan solo supieras, Diario. Este hijo de puta1 nunca me hizo un cumplido sin
coacción alguna vez… nunca.
Estoy segura de que te preguntas, ¿cómo es eso posible?
Seguramente es una exageración.
Oh, no lo es. Ken es el ser humano más testarudo en el planeta tierra,
y desde la primera vez que nos conocimos e hice pucheros sobre su
negativa a darme cumplidos cuando salíamos, se ha convertido en una
lucha de poderes de proporciones épicas. Cada cuatro a seis meses (y
usualmente tres a cinco días antes de que me venga el periodo), atraigo su
atención, y cada cuatro a seis meses él solo me rueda los ojos y solo me mira
como si fuera un súcubo17 necesitado.
Toma su fiesta anual de Navidad de la compañía como ejemplo.
Cada año, cuando emerjo del baño después de pasar dos horas
47
preparándome para esta mierda de corbata negra la cual sabe que me
pone ansiosa, ¿sabes qué dice cuando levanta la mirada del sofá?
Lo adivinaste. NADA.
¿Sabes lo que dice su cara? Oh Dios, esperas que te diga un cumplido
ahora, ¿no es cierto? Bueno, a la mierda con ese ruido. Solo voy a volver a
observar este espectáculo de la mina de oro de la tienda de ahorro de
remachado ahora y fingir que no estás ahí.
Mierda. ¿Porque sigues ahí? Ni siquiera te estoy mirando. Oh no, ¡no
pongas tus manos en tus caderas!
¡Puta! Ahora, estás molesta. ¿Si me dejo a mí mismo inconsciente con
este control remoto, podemos saltarnos esta conversación e ir directo al
hospital? Ni siquiera me importa si nos perdemos la subasta silenciosa. Como
si necesitara otro IPod. ¿Tengo razón?
Alrededor de dos minutos y medio de este estancamiento ridículo, los
sonidos de los grillos son tan fuertes que es como si ellos estuvieran tratando
de darme un cumplido solo para cortar la tensión.
17 Demonio que bajo la apariencia de mujer mantiene relaciones sexuales con un hombre.
Inevitablemente, dejo escapar un bufido y un silbido a través de mis
dientes. —Voy a volver al baño, y vamos a intentar esto de nuevo. Solo que
esta vez, cuando salga de ahí, vas a decir: “te ves muy bien”, y yo no voy a
abofetear tu polla con mi tacón.
Escucha, Diario, soy Psicóloga, no lectora de mentes. Si Ken no me
dice que soy bonita o que soy una buena madre o que hago un cereal
increíble, ¿cómo puedo suponer que lo piensa? No puedo. Por lo tanto,
camino por ahí cada día bajo la suposición de que mi esposo piensa que
soy una idiota hogareña. Lo soy y huelo como una también. Así que, cuando
uno de los extras en la película de mi vida pasa a lanzar un cumplido errante
en mi camino, respondo como un ahogado responde a quien le ha lanzado
un dispositivo de flotación. Lloro y aplasto a esa perra.
La primera vez que salté a los brazos de un asustadizo, probablemente
contagioso, posiblemente en libertad condicional, joven en la calle del
centro, fue porque me coqueteó cuando tenía siete meses de embarazo y
me sentía especialmente gorda e indeseable. Cuando pasé por la acera el
pandillero me dio una mirada, una descarada con sus ojos abultados
inyectados en sangre, levantó una ceja y me preguntó apreciativamente—
: ¿Cómo estás?
A pesar de mi masiva parte media, me precipité sobre ese hombre 48
como un guepardo tratando de derribar una gacela. Estoy bastante segura
de que nadie ha hecho sentirse más avergonzado a un tipo como lo hice
yo aquella tarde.
En mi siguiente cita con el ginecólogo-obstetra, esperaba que el
doctor me dijera que el bebé estaba bien, pero que necesitaba algunos
antibióticos para limpiar la sífilis que contraje durante ese abrazo.
Entonces, hace unos meses, fui a la tienda, sintiéndome aún anti-sexy,
mientras usaba mi grotesco cuerpo post parto para empujar a mi hijo de tres
años y a mi hija pequeña alrededor en esos carritos de compras
desagradables con el cochecito de plástico atornillado enfrente, tan largo
como un bloque de ciudad e imposible de maniobrar sin tener tirar todos los
estantes, cuando otro acecho ocurrió.
En un intento por evitar ser vista por cualquier otro ser humano real,
lancé la monstruosidad amarilla y roja de quinientas libras a través del carril
de autoservicio, lanzando almohadillas de enfermería y crema para
pezones a través del escáner y en la dirección del carrusel de plástico tan
rápido como mis dedos llenos de líquido podían manejar. Sacando mi
recibo de la impresora, clavé mis talones y comencé a empujar ese
monstruo hacia la salida, mis ojos se fijaron en el Mustang de ocho años de
edad estacionando convenientemente al lado de donde se devolvía el
carrito.
En medio de mi intento por escapar sin ser vista, un empleado
masculino, quien fácilmente era diez años más joven que yo, me detuvo en
seco con solo preguntar con toda sinceridad—: ¿Obtuvo su descuento?
Molesta de que mi escapada hubiera sido frustrada, y confundida por
su comentario, fruncí mi frente y miré al pobre pedazo de mierda, esperando
que continuara.
Dejando caer su acto profesional, el chico sonrió. »¡Estamos dando un
cincuenta por ciento de descuento a todas las damas hermosas el día de
hoy!
Lágrimas picaron en mis ojos. Como si no hubiera tirado lo suficiente
en esa tienda, salté sobre ese joven de veinte años con tanta fuerza para
enviarnos a los dos hacia una torre gigantesca de jarros con agua fría.
Gracias a Dios se mantuvieron firmes o Ken tendría que haber sacado
mi cuerpo sin vida de los escombros de plástico azul en las noticias de la
tarde por encima de un subtítulo diciendo: “Devota madre de dos y
empleado de Kroger muertos en una avalancha de botellas agua. Causa
determinada: un esposo egoísta con retención de elogios”.
Oh, y no me dejes olvidar la vez que prácticamente ataqué
sexualmente a un vagabundo, posiblemente tuberculoso anciano en la 49
estación del metro.
A pesar de que solo me pidió un cigarrillo, lo que era una ocurrencia
de cada hora en el centro de la ciudad donde asistí a la universidad, este
vago en particular precedió su pregunta con—: Oye, Flaca.
Me doy cuenta de que no suena tan halagador, pero en ese
momento era prácticamente anoréxica, así que cualquier referencia a mi
ser desnutrido era música para mi alma hambrienta.
Le arrojé mi cuerpo demacrado tan duro que casi tosió su último
pulmón después del ataque. Gente pudo haber muerto, Diario, todo por la
negativa de Ken a decirme cosas lindas.
Esto me lleva a mi cuarto y último objetivo matrimonial: conseguir que
Ken me dé un apodo adorable y personalizado. Mi esposo nunca se ha
referido hacia mí con otro que no sea mi nombre completo y legal. Ahora
que lo pienso, de hecho no me llama de ninguna manera o si quiera aclara
su garganta para obtener mi atención antes de hablarme en tonos audibles
como un ser humano normal. No, Ken prefiere solo esperar hasta que esté
funcionando la licuadora o el triturador de basura lleno de tenedores
simultáneamente, para después hablar cerca de mí en silenciosos tonos
monótonos que solo están técnicamente registrados en el oído humano.
¡Oye! Sabes que Ken me llamo una vez Loca. ¿Eso cuenta como un
sobrenombre?
Era medianoche, y accidentalmente lo desperté mientras maldecía y
golpeaba alrededor de nuestro baño principal durante una explosión
completa de desorden obsesivo compulsivo.
Ken se tropezó en el baño, entrecerrando los ojos a lo que debió ser
una supernova de luz, para encontrarme parada con una pierna sobre el
mesón, colgada del candelabro de metal caliente por las yemas de mis
dedos, mientras balanceaba el mango de una escoba a toda sombra que
remotamente parecía una telaraña.
Debería haberme avergonzado por mi maniático frenesí Obsesivo-
Compulsivo2 de limpieza nocturna, pero todo lo que recuerdo es un mareo
borroso y un Ken juvenil levantando una esquina de su boca perfecta en
una pequeña sonrisa divertida y preguntando—: ¿Qué haces, Loca?
Fue lo más cerca que alguna vez llegué a obtener un apodo de Ken,
pero desde que no parecía completamente consiente cuando lo dijo, no
creo que de hecho se me permita aceptarlo. Sería como una violación a los
apodos o algo así. No, Loca no va a funcionar.
Quiero un sobrenombre apropiado, algo personalizado, algo que se
refiera a mis cualidades más entrañables, como Pecas o Taco Rosa… o Taco
Bell.
50
Además, si alguien en la oficina de Ken lo ve llevando un tatuaje de
corazón en su antebrazo con la palabra Loca entintada dentro, el último
pensamiento que tendrían no sería: “Maldición, ese chico realmente debe
amar a su esposa. Ella es una chica con suerte”. Sería más como un:
“Hombre, sabía que Ken era un imbécil. Es tan silencioso y apuesto. Tenía
que ser un asesino en serie o un idiota. Me alegro tener razón sobre lo de
Idiota. Ahora, no puedo parar de cargar ese gas pimienta en mi bolsillo. Esa
mierda me hace parecer como si tuviera una semi-erección permanente”.
____________________
1. Solo para registro, a veces, cuando me siento mal por llamar hijo
de puta al padre de mis hijos, recuerdo que es un hijo de puta, como que,
literalmente es follado por una madre18, aproximadamente una vez a la
semana, mientras se recuesta ahí y fantasea con su división de acciones en
Google. Entonces no me siento tan mal.
18Hace referencia a la palabra “motherfucker” (hijo de puta), que puede separarse así
“mother” (madre) y “fuck” (follar, coger, etc)
2. Eso era una exageración. No tengo realmente un trastorno obsesivo
compulsivo. Las personas con este trastorno de hecho tienen razones reales
para lo que hacen, como la creencia irracional de que contraerán herpes
del globo ocular si no giran catorce veces el interruptor de la luz cuando
dejan la casa. No hay nada en el manual de Diagnóstico y Estadística de la
Asociación Americana de Psicología que describa mi mierda. Tengo tres
títulos en Psicología, y todavía no sé lo que está mal conmigo, aparte del
hecho de que soy una mala Psicóloga, obviamente.
51
LA DAMA Y EL VAGABUNDO
Q
uerido Diario,
He estado pensando de nuevo sobre mi lista de objetivos de
conductas, y me he dado cuenta de que mi necesidad por un
apodo se remonta a mis padres. ¿No lo es todo? Creciendo, nunca me
llamaron por ninguno de mis nombres reales. En cambio, siempre fui
Calabaza o Galleta o Cohetito o Muñequita o Ángel o, el favorito personal 52
de mi mamá, Bee-Bee. (Ella lo decía como Bebé, pero como mis iniciales
eran BB, simplemente se quedó).
Por lo tanto, por las leyes infalibles del condicionamiento clásico, crecí
asociando el amor con los apodos. Incluso ahora, décadas más tarde lanza
un Encanto o Cariño en mi camino, e instantáneamente asumiré ¡esta
persona debe amarme y adorarme!
Cerebro estúpido.
A pesar de que obviamente he crecido apegada a BB, mi apodo
favorito hasta ahora fue el que mi siguiente novio serio, Harley, me dio,
Dama. Tenía dieciséis años y sonaba tan adulto y sexy. No era genérico
como “nena” ni sonaba como algo que mis padres pudieran esperar en el
teléfono cuando lo atendían después de las diez, sabiendo, malditamente
bien, que yo hablaba con un chico.
Dama era escultural. Fuerte. Femenino. Sofisticado.
Y yo, en realidad, no era ninguna de esas cosas.
Cuando conocí a Harley, tenía frenillos, pesaba cuarenta y tres
kilogramos, incluyendo mis botas de combate con punta de acero, y tenía
la cabeza mayormente afeitada. Un compañero de clases caritativo me
presentó a él después de que fui engañada, humillada y gritada
repetidamente en frente de toda la escuela por Knight.
Ahora, se lo que piensas. Knight, el cabeza-rapada enojado, ¿Resultó
ser un novio de mierda? ¡De ninguna manera! Demonios, ¡no vi venir eso!
Si, bueno, como resultó, el oleaje finalmente retrocede. Y cuando lo
hace, todo lo que fue momentáneamente revuelto y volteado alrededor
queda aplastado y sucio, a kilómetros de donde comenzó.
Tan notorio y bien conocido como Knight era, Harley James era una
leyenda. Era el chico malo original de la Escuela Secundaria de Peach State.
Nadie en realidad lo había visto desde que la abandonó mientras que mi
equipo seguía en la escuela media, pero se rumoreaba que se había estado
acuchillando en una casa abandonada en Atlanta con una banda de punk
callejeros o sino comprometido en alguna forma de vagrantismo
romantizado. Ahora, sé que ese estilo de vida se conoce como la falta de
vivienda o como la gente que contrae sarna e historias traumáticas, pero en
ese momento, Harley James era un dios punk-rock y, por lo tanto, el rebote
perfecto.
Una chica en mi clase de Estudios Sociales me dio su número después
de ver lo perturbada que me quedé por mi muy público y aterrador ahora-
todo-el-mundo-piensa-que-podria-terminar-destrozada-y-montada-en-el-
capó-de-la-camioneta-de-Knight-como-una-jodida-escultura-en-la-proa-
de-un-barco-pirata. 53
Sin saberlo, Knight comenzó a tomar los esteroides de Mark McGwire
unos meses antes y se transformó en el maldito Increíble Hulk. Solo que, a
diferencia de Bruce Banner, se mantenía gigante e irracional todo el tiempo.
Si, imagínate a un sediento de sangre de Romper Stomper19, luciendo como
un hijo de puta y luego añade veintidós kilogramos de músculos y rabia. Era
atemorizante. Y después del espectacular drama que se produjo en la fiesta
de Halloween de Trevor Walcott, yo tenía la necesidad de un nuevo novio,
inmediatamente.
Vi mi vida pasar ante mis ojos aquella noche. Había desarrollado un
serio enamoramiento hacia Trevor, el nuevo chico de la escuela a quien su
mamá soltera le permitió lanzar una gran fiesta de Halloween. Ella trataba
de hacer las pases por dejar a su padre y trasladar a Trevor a una nueva
escuela a mitad de año, contribuyendo a la delincuencia de una tonelada
de adolescentes de mierda. Trevor se veía caliente con delineador en los
ojos, cabello negro, uñas negras, dormitorio enyesado con afiches de la
película El Cuervo y de la banda Nine Inch Nails, y el estilo de tomador de
litio para la depresión y su comportamiento de auto-lesionador misterioso.
Tenía la intención de sacar la mierda fuera de él esa noche en su
fiesta. El único problema era que yo seguía técnicamente saliendo con
19 Película que trata de un grupo de Neo Nazis que viven en Melbourne, Australia.
Knight y temía que partes de mí terminaran en su congelador en el sótano si
intentaba romper con él.
En un golpe de ingenio, me di cuenta de que la solución a todos mis
problemas sería dejar una nota de ruptura, camino a la fiesta, con la mamá
de Knight, por lo tanto debería absolverme de retribución alguna si Knight
descubría que follé a Trevor en el piso de su baño esa noche. Literalmente
habríamos terminado por horas para el momento en que llegara a descubrir
los desafortunados efectos secundarios sexuales del litio.
Mira ahí, Skeletor. Incluso tu madre lo tiene por escrito.
Debería haber sido un jodido abogado porque esa mierda era
hermética.
Bueno, la mamá de Knight debe haber entregado el mensaje
telepáticamente porque no estuve en la fiesta el tiempo suficiente para
terminar cualquier porquería diluida que se hallaba en mi vaso antes de oír
en la distancia el rugido inconfundible de la camioneta de Knight.
¡Jódeme!
La frase “Lucha o Huye” debería ser enmendada para incluir
“Congelación”, porque cuando mis lóbulos temporales registraron el
gruñido bajo de ese particular F-150, mi trasero se congeló como la madre 54
idiota de Bambi… justo antes de que le volaran la cabeza.
Ronald McKnight, el sádico, homicida, ardiendo desde el infierno,
venía por mí, y todo lo que podía hacer era gritar en silencio desde el interior
de mi cuerpo paralizado.
¡Corre! ¡Escóndete! ¡Vas a morir, tú, estúpida perra! ¡Ninguno de estos
chicos emo anémicos pueden salvarte! ¡Aborta! ¡Aborta!
Pero mis botas con punta de acero se sentían más como plomo… y
mi traje de tigresa cachonda comenzó a sentirse más y más como una
broma enferma e irónica. ¿A quién engañaba? Yo no era un depredador.
Era una macilenta indefensa, que estaba a punto de convertirse en un
animal arrollado. Todo lo que podía hacer era estar ahí en la calzada de
Trevor, agarrando mi cerveza tibia y esperarlo. Me quedé congelada como
un ciervo con las luces de los faros, y los faros aún no se encontraban allí.
Tal vez no me matará con todos estos testigos, tal vez solo intente
matarme. Tal vez solo intente matarme…
Por lo que se sintió como una vida entera, esperé, atrapada dentro de
la prisión inanimada de carne en que se convirtió mi cuerpo, mirando en la
oscuridad como una criatura boscosa que acaba de oír el chasquido de
una ramita bajo la bota de un cazador mientras, en la distancia, se hizo más
fuerte el retumbar del camión de Knight. Justo mientras el sonido estalló en
un burbujeante y estridente crescendo, los faros de su monstruoso camión
rodearon la esquina y descendieron sobre mí como la mira de un fusil. Y en
un abrir y cerrar de mis grandes tontos ojos verde bosque, terminó.
Sucedió tan rápido que cuando reproduzco los eventos en mi cabeza,
sale como una serie de fotos como una caricatura reproducida en cámara
lenta.
El camión monstruoso de Knight chirrió en el callejón sin salida de
Trevor lleno de adolescentes, como un murciélago apocalíptico o un
demonio que viene a reclamar mi alma. La puerta del pasajero se abrió
antes de que la monstruosidad rugiente se hubiera detenido por completo.
Ángel Álvarez, la puta con la que me engañó, voló hacia mí gritando mi
nombre y agitando sus brazos, como si estuviese en llamas.
Mi corazón se estrelló repetidamente en mi caja torácica como si
dijera “¡Quédate aquí y muere si quieres, pero yo me largo a la mierda!”
Mi mente osciló entre el miedo por mi muerte inminente y la confusión
sobre por qué Ángel parecía a punto de destruirme cuando obviamente
follaba con mi novio. Mi cuerpo se pudo rígido y tenso, aguantando el
impacto, mientras los ojos rojos de Ángel y dientes descubiertos se cerraban
sobre mí. Entonces mis ojos se abrieron con sorpresa cuando se cayó sobre
el bordillo y plantó la cara en el suelo, su cara hirviente y contorsionada justo
55
en mis pies, los cuales seguía arraigados firmemente a la calzada.
Antes de que mi estúpido cerebro de ciervo pudiera registrar el hecho
de que seguía de pie y en una sola pieza, los chillidos de Ángel golpeando,
su cuerpo rozando y convulsionando ante mí comenzó a moverse hacia
atrás, suspendido en el aire, como si alguien presionó el botón de rebobinar
en mi peor pesadilla.
¿Qué mierda?
No fue hasta que mis pupilas dilatadas registraron la silueta de una
figura formidable empujando el cuerpo contorsionado de ella de vuelta al
camión que me di cuenta de que Knight recogió de la calzada a su loco
culo vestido en pantaloncitos cortos antes de que tuviese la oportunidad de
arrojarse de nuevo a mí. Ahora le daba a los esteroides un buen uso mientras
luchaba contra esa sifilítica diabla para llevarla de nuevo a la cabina de
dos metros y medio de altura de su monstruoso camión.
Mientras se alejaban, poco a poco comencé a darme cuenta de que
no iba a morir. Tratando de fingir que no me oriné en los pantalones, tiré
dramáticamente mi vaso de plástico al suelo, una vez que recuperé el uso
de mis brazos, y grité después de ellos—: ¡¿Qué demonios fue eso, Ángel?!
Te diré lo que fue, Diario. Eso fue intervención divina. Ángel Álvarez era
unos sólidos sesenta y ocho kilogramos de Valtrex20 y metanfetaminas
cristalizadas como un rastrillo de remolque. Yo no habría tenido una
oportunidad. Habría sido licuada en el impacto sino hubiera sido bendecida
con un ángel de la guarda que no estaba por encima de hacer caer a una
perra, ni siquiera una perra llamada Ángel.
Después de ese pequeño incidente, decidí que necesitaba
engancharme con alguien que pudiera disparar láseres de sus malditos ojos.
Pero, como resultó, Trevor ni siquiera podía disparar semen de su pene con
todos los antidepresivos en su sistema.
De todos modos, esta chica de mi clase de Estudios Sociales, se enteró
del incidente, evaluó mi cabeza rapada, botas de combate y
desesperación y me dijo que Harley James, El Harley James, se quedaría en
casa de su mamá por un tiempo.
¡Oh, transitorio! ¡Qué misterioso!
Y la casa de su mamá quedaba en su vecindario. Dejó el número de
su madre en mi escritorio con una sonrisa triste. En ese momento, pensé que
el aspecto desamparado era su manera de expresar lástima por mi situación
actual. Ahora sé que fue culpa por haberme presentado a la completa y
absoluta decepción que era Harley James.
56
***
58
____________________
1. En caso de que te preguntes qué demonios son los pantalones de
bondage, son ridículas pesadillas de poliéster a cuadros con lazos, correas y
cremalleras por todas partes. No se utilizan realmente para practicar el
bondage. Son más un impedimento sexual que cualquier cosa, pero en los
últimos años de los 90s, nada me mojaba más rápido que ver a un chico
esplendido con sus piernas atadas una a la otra.
Criatura mitológica que es en la parte superior como un águila gigante con garras en su
22
—H
59
arley, no puedo. No esta noche.
—¿Por favoooor? Te prometo que te llevaré a casa para
el toque de queda esta vez. Te lo jodidamente prometo.
Incluso tomaré algunas cervezas del trabajo y recogeré la cena en mi
camino a casa. Sólo ven. ¿Por favoooor?
Además de ser un chico malo localmente infame, Harley tenía
veintidós años y trabajaba en una tienda de licores. Para una estudiante de
secundaria de diecisiete años, eso era básicamente el equivalente a salir
con Jared Leto23.
—Harley, no puedo. Tengo que terminar de rotular mis invitaciones de
graduación esta noche, o mi mamá me va a matar. Me ha estado pidiendo
que lo haga por semanas, pero sigo posponiéndolo por salir contigo.
Harley gruñó en el teléfono.
Usualmente, yo era más fácil de influir que esto, y me di cuenta de que
empezaba a ponerse nervioso. Harley James no se hallaba acostumbrado
a tener que convencer a las niñas para que tomaran malas decisiones, pero
sabía que estaba a una cagada de perder mi auto, un castigo peor que la
25 Es una película de suspenso del año 2000, dirigida por Christopher Nolan. Una de las
mayores peculiaridades de la película reside en su línea temporal, contada mediante
constantes analepsis y prolepsis, mostrando según avanza la película las causas de lo ya
visto, en vez de sus consecuencias.
Tal vez lo que debería haber tenido estampado en todo mi cuerpo
era, “tus padres te van a golpear y esterilizar si rompes el toque de queda
por Harley puto James una vez más, ¡tonta adicta al pene!
Estaba jodidamente lívida. Esto era exactamente lo que sabía que iba
a pasar si venía porque era exactamente lo que sucedió cada vez que
venía. Harley esperaría hasta que casi fuera el momento de que me fuera,
y luego se pondría coqueto. Si eso no funcionaba, iría directamente a la
cara con un puchero arrugando su frente, soplando su labio ya lleno hasta
romperse el labio inferior perforado, y parpadeando sus hermosos ojos azules
de cachorro hacia mí, hasta que estaba montando su verga.
Tuve que rodar el cuerpo masivo y duro de Harley para arrebatarle la
última de mis invitaciones, pero ese hijo de puta tranquilo simplemente
resopló y se acurrucó alrededor de una de mis almohadas de cráneo como
si fuera un osito de peluche. (Durante el pico de mi obsesión de decoración,
me di cuenta de cómo usar la máquina de coser de mi mamá para hacer
un par de almohadas para el sofá de Harley. Tenían forma de cráneos con
crestas negras en lana. Recuerdo que tuve miedo en el momento que Harley
pensara que eran demasiado tiernas, pero le gustaron tanto que les dio a
todos nombres y los trataba como si fueran sus mascotas). Él realmente era
sólo un niño grande. 64
Eché un último vistazo a la cara dormida de Harley, a su pompón de
cabello rubio y a sus músculos encajados que se aferraban a la almohada,
y ahogué un sollozo. Este hombre era un problema con un escombro capital.
A pesar de que dijo que quería lo mejor para mí y apoyaba mis planes,
Harley había ido desgarrando lentamente el futuro estable y seguro por el
que estuve trabajando tan duro. En tan sólo unos meses, permití que mi
obsesión con este rebelde sin causa moderno destruyera mi perfecto
promedio de cuatro y arruinara mi relación con mis padres. Ahora, lo dejé
interponerse entre mi libertad y yo.
Con el aguijón de las lágrimas no derramadas en mis ojos y el agarre
de un tornillo alrededor de mi pecho, tomé una última imagen mental de la
máquina de sexo en el mimbre a mis pies, me giré sobre el tacón de mis
botas sin amarrar y manejé hasta el fondo a mi querido Mustang una última
vez antes de entregar las llaves a mi padre hirviente, que me esperaba en
el porche cuando llegué a casa. Ninguno de nosotros dijo una palabra
durante el intercambio.
***
A la mañana siguiente, sufrí durante mis tres primeras clases en silencio.
Todo el cuerpo me dolía por la noche anterior, principalmente por dormir en
el suelo, pero mis ojos también se hallaban hinchados de llorar hasta
quedarme dormida una vez que llegué a casa y algunos parches de
quemadura de alfombra se dieron a conocer durante el transcurso del día
también.
Sin embargo, nada de eso se comparaba a la agonía que sentía por
tener que dejar a Harley. Había sido mi fuente diaria de diversión, adulación
y afecto durante los últimos seis meses. Dejarlo atrás para caminar hacia las
oscuras aguas de la edad adulta sola se sentía aterrador. Pero, ¿cómo me
convertiría en una exitosa adulta universitaria cuando mi novio era la peor
influencia del mundo, listo con un guiño sexy y una sonrisa para socavar mis
intentos de ser responsable a cada paso?
Me encontraba en tal niebla de desesperación que casi me estrellé
contra él mientras me dirigía a la esquina de los fumadores del
estacionamiento durante mi hora de almuerzo.
Harley me atrapó en sus grandes brazos y me abrazó como si no me
hubiera visto en días. Fue un choque para mí ya frágil psique verlo tan fuera
de contexto. No lo abracé exactamente, pero dejé que esos cálidos brazos
exhalaran un poco de la escarcha de mi corazón antes de estirar mi cuello 65
para mirar su preocupado rostro.
—¿Qué haces aquí? Te han expulsado, ¿recuerdas? ¡Si alguien te ve
aquí, llamarán a los malditos policías!
Podía sentir las miradas desde todos lados. No todos los días un
hombre de aspecto peligroso cubierto de tatuajes y luciendo un gorro negro
entraba al campus y arrebataba a una estudiante, especialmente uno que
fue expulsado cuatro años antes y que prácticamente era adorado por
cada chico lo suficientemente rebelde para fumar en la escuela.
—Tenía que verte y asegurarme de que estabas bien.
Harley se veía como una mierda... bueno, sexy hasta la mierda, pero
necesitaba afeitarse, usaba la ropa que quité de él la noche anterior, y sus
ojos usualmente azules se veían rosados y a media asta.
»¿Te quitaron el auto?
Simplemente asentí y volví mi atención hacia el suelo, deseando que
mis ojos se secaran, antes de lanzar otra mirada hacia él.
»Lo siento muchísimo, nena. —Harley se llevó mi cabeza hacia su
pecho y pasó sus dedos por mi corte diagonal tipo Bob de color púrpura,
que también seguramente se veía como una mierda.
»Cuando me desperté y no estabas, me puse jodidamente loco. Sólo
tuve esa sensación como... como si nunca más te volvería a ver. Quise ir por
ti, pero sabía que empeoraría las cosas si me presentaba en la casa de tus
padres en medio de la noche. Pensé que iba a perder mi mierda.
Harley plantó un beso en la parte superior de mi cabeza y me acercó
aún más. Al principio, pensé que trataba de consolarme, pero podría haber
sido al revés. El comportamiento usualmente juguetón de Harley se había
ido, sustituido por algo inusualmente urgente y austero. Al oír la sinceridad
de su voz, mi corazón se estremeció, y en ese momento me di cuenta de
que estuve culpando a la persona equivocada. Harley era un hombre
adulto que podía hacer y que felizmente hacía lo que quería. No tenía un
toque de queda. Yo sí. Y yo era la que la había cagado aquí.
Mantuve mi cara acurrucada en su pecho, en su camiseta almizclada
que olía a gases de gasolina y cigarrillos. Olía como un mecánico, mi
mecánico.
—No es culpa tuya, Harley. Esta mierda es mi culpa —dije.
Harley dio un paso y me abrazó por la parte superior de los brazos para
que me viera obligada a mirarlo. Y lo que vi fue desgarrador. Su rostro
maravillosamente inocente, pero innegablemente travieso, se transformó en
algo que apenas reconocí: con el ceño fruncido de un hombre que estuvo
66
despierto toda la noche, bebiendo y pensando, ambos en exceso. Incluso
su peinado rubio despreocupado desapareció, empujado debajo de un
gorro de lana negro que emparejaba los círculos debajo de sus ojos casi tan
bien como emparejaba la atmósfera entre nosotros.
—No, es mía. Toda mi vida, he hecho lo que quería cuando quería y
dije, “a la mierda las consecuencias”. Quería que te quedaras conmigo, así
que hice lo que fuera necesario para que eso sucediera, incluso después de
que te prometí que llegarías a casa a tiempo. —Harley tenía un tono áspero
y su volumen subía.
Harley metió las manos en los bolsillos, rompiendo el contacto físico
conmigo, luego inclinó la cabeza hacia atrás y gritó—: ¡Jodeeeeeer! —Al
cielo.
Escudriñé el estacionamiento para asegurarnos de que las
autoridades no habían sido alertadas, luego di un paso adelante y reanudé
nuestro abrazo. Respirando más fuerte ahora, Harley retiró sus manos de
mala gana de sus bolsillos, pero en lugar de abrazarme de nuevo, tomó mi
cara en sus palmas y me inclinó hacia él.
Agarrándose de las dos grandes, verdes, parpadeantes aceitunas
dentro de mi cara, Harley continuó en un susurro gruñón—: No tienes ni idea
de cuánto lo siento. Me siento como un pedazo de mierda, y no sé qué
hacer para hacerlo bien. Tienes que dejarme hacer esto bien, nena.
La frente de Harley estaba fruncida, y esos ojos azules inyectados en
sangre entraban en mi alma. Me di cuenta de que entornaba
nerviosamente la perforación de aro de plata que envolvía el centro de su
gran y hermoso labio inferior, y no quería nada más que besar su miedo. Ver
el dolor grabado en su rostro dolía peor que el camión de desesperación
que estuve arrastrando desde la noche anterior.
¿A quién engañaba? Auto o no auto, no podía permanecer lejos de
este hombre por un día, y mucho menos para siempre.
Y como si fuera una señal, Harley, sintiendo que me hallaba en el
precipicio de tomar otra mala decisión, decidió darme un último empujón.
»Quiero que esto sea para siempre, Dama.
Jesús. Bien, bien. Te perdono. ¿Podemos volver a ser felices ahora?
Tratando de aligerar el estado de ánimo y fingir que no acababa de
romper con él en mi mente unas horas antes, puse dos cigarrillos en mi boca,
los encendí y sonreí mientras le entregaba uno a Harley. —¿Es esto otra
propuesta? No me has preguntado todavía esta semana, ¿sabes? —
reflexioné. 67
Harley me pidió que me casara con él casi todos los días durante los
últimos dos o tres meses, desde el día en que encontró un anillo de
Claddagh26 en la acera fuera de mi trabajo. Había estado viniendo a verme
durante el almuerzo cuando lo vio, así que naturalmente, tan pronto como
entró, Harley se dejó caer sobre una rodilla, empujó esa pequeña mierda en
el aire y me pidió matrimonio en frente de mi jefe y todos los buenos
mecenas de Pier 1 Imports. Fue la primera de al menos tres docenas de
propuestas públicas humillantes.
Si bien tener que rechazar repetidamente a Harley frente a nuestros
amigos, compañeros de trabajo y extraños empezó como algo
horriblemente embarazoso y torpe, con el tiempo, se convertiría en una
broma entre nosotros. Yo era demasiado joven, y él era demasiado
despreocupado para que cualquiera de nosotros tomara el matrimonio en
serio. Pero tenía que admitir, ver a Harley James, legendario chico malo con
la cara de un ángel y el cuerpo de un exconvicto, inclinado en una rodilla
realmente empezaba a crecer en mí.
26 Anillo tradicional irlandés que representa el amor, la lealtad y la amistad entre una pareja.
Tiene su origen hace 300 años en una antigua aldea llamada Claddagh.
Harley me miró con cara de inocente y llevó su mano derecha a su
barbilla, como si estuviera examinando una rápida propuesta de
estacionamiento.
¡Regresó! ¡Mi Harley juguetón! ¡Sí!
Mientras frotaba su barba tan sexy y escudriñaba a la audiencia de
adolescentes con la cara fría y mocosa que miraban cada uno de sus
movimientos, mis ojos fueron inmediatamente atraídos por las cuatro letras
que escribí en sus nudillos la noche anterior.
Jocosa, grité—: ¡En serio no te lavaste la mano! —Y la alcancé
reflexivamente.
Cuando mi pulgar se deslizó a través de las inesperadamente
resbaladizas A y D, bajé la mirada, buscando la fuente del líquido, y jadeé.
La piel alrededor de cada letra se veía de un color rosado enfadado, y toda
la superficie se encontraba manchada con lo que parecía vaselina.
Oh.
Mi.
Maldito.
Dios. 68
__________________
1. Los infomerciales psíquicos de Línea Caliente de la Señorita Cleo
eran ubicuos en la televisión nocturna en los años noventa, y nunca, nunca
estaban al aire antes de la medianoche. La señorita Cleo tenía un acento
jamaicano y se ofrecía a dar una "lectura gratuita", que en realidad costaba
cuatro noventa y nueve por minuto, a los que llamaban por primera vez.
Posteriormente fue expuesta como una actriz nacida en Los Ángeles, y la
compañía fue demandada por quinientos millones de dólares. ¡Apuesto a
que no lo vio venir! Porque no era realmente psíquica. ¿Me entiendes?
¡ESTILO EL ORIGEN, HIJOS DE
PERRAS!
Q
uerido Diario,
¡Mi entrada “Diario Súper Personal que Ken Nunca, Nunca
Puede Leer Jamás: Primera Parte” fue perfecto, Diario! 69
¡Perfecto! Cubrí los cuatro objetivos: apodo adorable, elogios, sexo
espontáneo y apasionado, y un tatuaje personalizado sorpresa en algún
lugar visible y descaradamente poco profesional. ¡Listo, listo, listo y listo!
Nada de eso era verdad, por supuesto. Bueno, algo de eso fue cierto.
Harley realmente tenía tatuajes. Realmente tenía el cabello rubio, bonitos
ojos de cachorro y un gran labio inferior perforado. Realmente me pedía
que me casara con él todo el tiempo con un maldito pedazo de mierda que
encontró en el suelo. Y realmente me llamaba Dama.
Desmayo.
Por lo tanto, las semillas de Biblioterapia Subliminal Conyugal han sido
plantadas, y, evidentemente, ya han echado raíces. Sólo anoche, Ken y yo
fuimos a ver a una leyenda del rock local que realmente nos encanta
llamado Butch Walker en este pequeño bar en Atenas. Mientras
pululábamos esperando que el espectáculo comenzara, me aburrí y decidí
probar las aguas un poco. Ken y yo tuvimos la siguiente conversación.
Yo: Así que, Butch publicó una foto de su nuevo tatuaje en Facebook
ayer, y es bastante rudo. Consiguió esta ancla estilo Sailor Jerry27 en el dorso
de su mano con el nombre de su papá atravesándolo en una pancarta. Se
ve tan bien.
S
acudí mi nuevo (solamente en el sentido de que era nuevo para
mí, la maldita cosa era casi lo suficiente vieja como para votar)
Mustang negro Hatchback en la acera y me permití dejar ir el
volante.
Solamente tuve mi permiso para conducir por tres meses. Mi corazón
latía con fuerza, y mi boca se sentía tan seca que mis frenillos comenzaban 71
a clavarse en el interior de mis labios. Esos también eran nuevos.
De hecho, todo sobre mí era nuevo. En solo cerca de un año y medio,
fui de una inocente chica de catorce años quien podía contar las veces
que la habían besado con un dedo, arreglada con brillo de labios
centellante con ondas rojizas rebeldes y una notable brecha entre sus
dientes delanteros, a una completa arpía rockera con la mayor parte de su
cabeza rapada, flequillo rubio platinado, ojos delineados, y una brillante
barra de acero atravesando todas y cada una de sus zonas erógenas.
Corrí mis manos arriba y abajo de la perforada piel del volante y di
una última calada tranquilizadora a mi cigarrillo antes de tirarlo por la
ventana con mi dedo medio y pulgar.
Oh, apuesto que luces malota. Espero que Harley me vea tirar mi
cigarrillo justo ahora… o no. Eso significaría que está en casa y que voy a
encontrarme con él… en este momento. Oh, mi Dios. Tal vez va a dejarme
plantada. Pero, ¿cómo podría? Por teléfono dijo que no tiene un auto.
En serio, Diario, me sentía brutalmente nerviosa sobre encontrarme
con un chico de veinte años quien vivía en el sótano de su madre y no tenía
un auto… mientras me hallaba sentada dentro de mi auto.
Comprándome un poco más de tiempo, unté un poco de bálsamo
para labios Bonne Bell sabor a piña colada sobre mi puchero viéndome en
el espejo retrovisor (para prevenir que la segura humillación del problema
frenillos-labios sucediera otra vez) y traté de alentarme a mí misma durante
la larga caminata a la puerta principal de Harley.
Por supuesto que le gustarás. ¡Luces ardiente! Tu delineador negro está
difuminado a la perfección. Usas tus pantalones de terciopelo atigrados a
rayas apretados de firma y una camiseta sin mangas de Dropkick Murphys28.
Los tirantes de tu nuevo sostén rojo le dan un lindo toque de color. Y tus botas
Grinders negras patea-traseros de punta de acero le dejarán saber que eres
un polvo digno. ¿Y ese movimiento del cigarro? ¡Olvídalo! ¡Te amará! A
menos que tus frenillos sean poco atractivos… ¡oh, Dios!
Alejándome del espejo, tomé una respiración profunda y abrí
temblorosamente la puerta del carro. Cuando salí a la luz del sol, sentí mi
conciencia ir a la deriva como un globo atado a la parte superior de mi
cabeza. Miré desde algún lugar por encima de mi cuerpo cómo mis piernas,
envueltas en terciopelo de estampado animal y ancladas por cuatro punto
cinco kilos de acero y piel, se alzaban, pisaban, y caían alternativamente
por voluntad propia hacia la casi viéndose café dúplex de Harley. Mientras
la diminuta figura en mi interior continuaba avanzando, ahora
mecánicamente subiendo las escaleras a la puerta principal de Harley, mi
conciencia comenzó a hiperventilar en una invisible bolsa de papel. 72
Oh, mierda, estoy enloqueciendo. Estoy enloqueciendo, y él va a
saber. ¿Qué si me vio arreglándome en el auto? ¿Qué si sabe que este
sostén tiene relleno? ¿Qué si no sabe que este sostén tiene relleno y nos
enrollamos? ¡Oh, no! ¡Él es un hombre! No quiere follar a una niña,
especialmente a una que también parece un chico. ¡Oh, mi Dios! Respira,
BB, respira. Eres una malota. Eres una malota…
Observé con asombro desapegado cómo una temblorosa uña
pintada de negro se estiró de mi cuerpo y tocó el timbre. Antes de que
volviera a mi lado, la estudié distraídamente, pensando que seguramente
tenía que haber más que conocer a Harley James así. Un código secreto o
saludo o algo. Pero cuando levanté la mirada de mi meditación, allí, parado
delante de mí, se hallaba alguien incluso más inalcanzable que la mítica
criatura que vine a ver.
Era Billy jodido Idol.
Billy jodido Idol simplemente abrió la puerta de la casa de tres niveles
de la mamá de Harley de estilo de los setentas. Con su peinado rubio
pompadour, traviesos ojos azul cielo, y labios llenos puestos en una confiada
*** 75
Q
uerido Diario,
De todas las cosas horribles que he confesado hasta ahora,
estos tatuajes me hacen sentir la más sucia, y avergonzada, y
77
ni siquiera se encontraban en mi cuerpo. Quiero decir, supongo que
técnicamente se hallaban sobre mi cuerpo. ¡Ew!
En mi defensa, no sabía que Harley tenía tatuajes hasta la primera vez
que estacionó su wienermóvil en mi garaje. Y con wiernermóvil, quiero decir,
esta cosa que era más o menos exactamente del mismo tamaño y forma
del famoso carrito de Perros Calientes de Oscar Mayer.
(Después de mi primera corrida con esa serpiente de cuatro kilos y
medio, comencé a llamar a Harley “Ding-Dong”. Se sentía halagado porque
pensaba que era en referencia al tamaño de su pene. Dios bendiga su
corazón).
Me arrancó la ropa en la oscuridad de su sótano, así que no fue hasta
que terminamos de follar que encendí las duras luces fluorescentes y noté
una extraña palabra grabada en el pecho de Harley. La llevaba en su
pectoral izquierdo pero un poco arriba de su corazón, como un lugar entre
su corazón y su clavícula. Ese tatuaje era tan débil que podría haber sido
escrito con lápiz o hecho en prisión. Los tatuajes de la cárcel siempre
parecían tener esa apariencia vaga. (Vaga en los dos sentidos de la
palabra, mal hechos y difusos).
Entrecerré los ojos y me acerqué, intentando disimuladamente
descubrir qué decía, mientras Ding-Dong se concentraba en volverse a
meter en sus pantalones de cuero, ajeno a mi escrutinio. Una vez que estuve
a un metro de distancia, fui capaz de distinguir una palabra de tres letras
garabateada en un extraño bloque de contorno: ARM32.
Eso era todo. Solo ARM. En su pecho. Decía jodidamente ARM en su
pecho, Diario.
Arm… Arm…
Seguramente, existía un juego de palabras en algún lugar. La gente
no le pedía a otra gente poner una etiqueta permanente en una parte de
su cuerpo con el nombre de otra parte de su cuerpo, ¿cierto?
Buscando alguna explicación, mi cerebro comenzó inmediatamente
a desgarrar cada imagen, frase, anagrama, canción, y palabra asociada
en todo mi catálogo de experiencias. No tenía nada.
Una vez que Ding-Dong logró meter su anaconda dentro de sus
entallados pantalones, le pregunté al respecto. E inmediatamente deseé no
haberlo hecho.
Un poco demasiado feliz, Harley explicó—: Oh, ¿eso? Bueno iba a
decir “168 FARM STREET BOYS”, pero el chico que lo hacía salió de la ciudad
antes de poder terminarlo. —Se encogió de hombros y comenzó a buscar
su camisa, sorprendentemente desprovisto de toda vergüenza.
78
Tenía tantas preguntas para hacer después de esa declaración que
no sabía por dónde empezar.
Entonces, ¿significa que eres miembro de una pandilla? ¿El hombre
salió de la ciudad, como por la ventana del baño? Porque esa pieza
debería haber tomado como cuarenta y cinco o cincuenta minutos, ¿a lo
mucho? Oh, espera, ¿“salió de la ciudad” es un eufemismo para “ser
acuchillado”? Y, ¿por qué comenzó en la mitad de la palabra de la frase?
¿Era disgráfico?
Sintiendo mi confusión, Ding-Dong continuó, mientras empujaba sus
pies desnudos en sus botas sin atar, probablemente poniéndolas en el pie
equivocado. —Cuando vivía en Atlanta, era parte de un grupo llamado los
168 Farm Street Boys. Todos vivíamos en esta casa de mierda, y esa era la
dirección, 168 Farm Street. —Sonriendo para sí mismo, como si recordara los
buenos viejos tiempos, añadió melancólicamente—. Ellos me llamaban
Sarna James.
De acuerdo, solo tenía una pregunta para esa pequeña gema.
Intenté sonar como que no lo juzgaba cuando dejé salir—: ¿Por qué te
llamaban Sarna James?
32Arm en ingles significa brazo. Dada la ubicación del tatuaje, BB no entiende por qué dice
“brazo” en su pecho.
—Ah, porque tenía sarna. Ese lugar era realmente putamente
cochino.
¡#$%@&@$#%!
Sin palabras. Mi cerebro no tenía palabras. Solo pulsos
electromagnéticos de horror espeluznante sin sentimientos y campanas de
alarma y flechas parpadeantes apuntándome en la dirección de salida.
Tuve sexo con un chico que solía, al menos esperaba que fuera en el
pasado, tener sarna.
Antes de que pudiera ponerme el resto de mi ropa y hacer la
caminata de la vergüenza a través del jardín de enfrente de su madre, Ding-
Dong se giró para recoger su cinturón con remaches. Y vi su brazo derecho.
A primera vista, se veía como cualquier otro tatuaje genérico tribal: un
sólido diseño negro que se dividía y terminaba en puntos agudos. Casi lo
dejé pasar y continué haciendo mi escape hasta que noté cuán simple era.
Usualmente, los diseños tribales eran intrincados y tomaban una cantidad
decente de espacio. Esta cosa solo tenía tres puntos y nada de giros o
vueltas en absoluto. Solo se veía como una gruesa, puntiaguda y
pobremente dibujada letra “Y”, como en, ¿y por qué mi mamá tuvo que
inhalar toda esa pintura disolvente cuando estaba embarazada?
79
Tenía que preguntar, de nuevo tratando de enmascarar mi horror,
mientras señalaba su hombro derecho. —Cuéntame sobre este.
Me dio su dulce, inocente sonrisa tipo no-hay-absolutamente-nada-
de-que-estar-humillado de nuevo y dijo—: Oh, esa es mi pieza tribal.
Resoplé. No pude evitarlo. Retener mi horror era agonía. ¡Agonía!
Mientras mordía mi labio y trataba de retener mis risitas, Ding-Dong
distraídamente se acercó a recoger el resto de su ropa, continuando. »Sí, no
está totalmente terminado, pero me quedé sin dinero antes de que lo
terminaran, tú sabes… lo que sea.
¿No está totalmente terminado? ¡No lleva ni la mitad, es una jodida
“Y”, simio estúpido!
Eso fue todo. El ambiente fue suficientemente demolido, y necesitaba
una ducha tremenda inmediatamente.
Cortésmente hice mi salida y disfruté la vista mientras Ding-Dong me
acompañaba a mi auto. Por atrás él era todo pantalones de cuero, cinturón
con remaches, sin camisa, desastre de cabello estilo acabo de follar.
Mmm… ¿por qué me sentía molesta?
Ah, sí, Sarna y retraso mental.
Pero… pero él era tan lindo y dulce y tonto y tenía una gran polla.
Decidí que tal vez, mientras continuara vistiendo camisas con
regularidad, esos tatuajes solo se podrían unir a la lista de mierda sobre
Harley que pasaba por alto para hacer que Knight se sintiera celoso y
temeroso de asesinarme.
Nadie tiene que saber sobre los tatuajes, pensé. Puedo pretender que
no existen, pensé.
Eso fue antes de ver el de su cabeza.
***
33Película de drama de 1981, la historia se refiere a la relación entre la leyenda del cine
Joan Crawford y su hija, Christina. La imagen de Joan se vio seriamente afectada por esta
película, que puso de relieve su personalidad de madre cruel que es más que una estrella
de cine de Hollywood.
ciento de interés de todos los aparatos que tenía ahí) o arrancar los pocos
trozos de cabello que aún no me había afeitado, simplemente pasó por el
montón de huesos temblorosos en el asiento del pasajero y abrió la
guantera. Observé a través de mis dedos extendidos cómo su mano
desapareció bajo una pila de mierdas misceláneas por un momento y
emergió sosteniendo no una Glock, sino una lata mundana de mentas
Altoids.
Aun sin confiar en ella (podría haber cualquier cosa en esa pequeña
lata: una vieja navaja, algunas cucharadas de ántrax, media docena de
escorpiones vivos…), me quedé muy quieta, lista para abrir la puerta y saltar
a la libertad en cualquier momento.
Manejando con un ojo en mí, una rodilla en el volante, y ambas manos
firmemente envueltas alrededor de la lata de Altoids como si sostuviera el
antídoto para la idiotez de su hija, mi madre abrió la tapa. Sostuve mi aliento
mientras buscaba dentro, después dejé salir un resoplido de alivio cuando vi
lo que mi madre escondió ahí. Mi madre que tanto sufría sacó un prístino
porro enrollado y un pequeño encendedor rosa.
Dios la bendiga.
Nos fuimos el resto del camino en silencio a casa, lo que tomó por
jodidamente siempre con ella conduciendo a diez kilómetros bajo el límite
83
de velocidad y deteniéndose en cada luz amarilla, y objeto brillante al lado
del camino. Cuando finalmente llegamos y condujo en la entrada, sus
nervios parecían haber sido restaurados a los niveles de Woodstok, mientras
que los míos habían sido totalmente aniquilados.
Justo cuando estaba por abrir mi puerta y correr a salvo, mi mamá
tomó un profundo respiro para componerse, me clavó con una mirada en
sus vidriosos ojos, y pronunció—: Calabaza, sabes que ese hombre ha estado
en prisión. Luce como un ex convicto.
Palabras más ciertas nunca fueron dichas.
MI COLA SE CAYÓ OTRA VEZ
Q
uerido Diario,
Ding-Dong tenía tres tatuajes cuando empezamos a salir, tres
estúpidos tatuajes que aprendí al menos a pretender ignorar.
Tenía cuatro cuando finalmente rompimos. (Y por “romper” me refiero a solo
dejar de responder el teléfono cuando él llamaba. Literalmente. Ding-Dong
84
se encontraba tan drogado y en tan bajo funcionamiento y sin auto que me
fue posible romper con él por desgaste. Increíble). Ese cuarto tatuaje fue la
gota que derramó el vaso, pero llegaremos a eso en un minuto.
Ding-Dong nunca se dejó crecer el cabello otra vez después de esa
mortificante noche. Y justo cuando me acostumbraba a su calvicie, tuvo
que ir y conseguir un piercing septum34 pocas semanas después. De repente,
mi casi novio parecido a Billy Idol se parecía más a un descendiente de un
toro y al gato sin pelo del Dr. Evil35, el Sr. Bigglesworth. Eso es si el Sr.
Bigglesworth también tuviera una floreciente barriga cervecera y tres
tatuajes sin terminar, incluyendo uno de un pene piloteando su cerebro.
Pero de alguna manera, el loco aspecto de Ding-Dong hizo que el
más loco Knight se volviera celoso, así que lo dejé pasar.
En retrospectiva, creo que Knight, solo se sentía enfurecido de que me
hubiera rebajado a salir con un subempleado, drogadicto, idiota, tatuado
34Es una perforación que se realiza en el septum nasal, cartílago que funciona como pared
divisoria entre los orificios nasales.
35Dr. Evil es un personaje ficticio interpretado por Mike Myers, de la serie de películas de
Austin Powers.
en el cráneo, ídolo del ayer, pero como sea. Si estar con Ding-Dong hacia
que Knight se enojara, entonces en mi libro era para quedármelo.
Además, realmente me gustaba, de la manera en que te gusta tu
divertido primo mayor. Era genial, podía comprarme cigarrillos y alcohol, era
sobreprotector, me llamaba por pequeños apodos adorables, y nunca se
volvió agobiante o intenso. Otra vez, porque se hallaba permanentemente
drogado. Pero, también lo mantuve cerca porque afirmaba que me
amaba, un sentimiento que nunca correspondí, y quería obtener una
imagen de mí tatuada en su cuerpo.
¡Demonios sí!
Sabía que estaba mal, permitir que un hombre tuviera tu imagen
tallada en su piel, mientras sabías que tu relación tenía cerca de seis meses
de vida útil. Pero realmente no consideraba a Ding-Dong como una persona
real con sentimientos reales todo el tiempo, o ahora, para ser honesta.
Podría haber tenido más consciencia acerca de si dijo que quería tener mi
nombre completo y número de Seguridad Social estampado con letras
grandes en su frente, pero iba más por una versión animada estilo japonés
de mí, así que imaginé que solamente podría hacerle pasar como una
genérica zorra duendecillo de anime si… cuando… rompiéramos.
¿Lo ves, Diario? Soy prácticamente la Madre Teresa.
85
Durante semanas, Ding-Dong me hizo dibujar bocetos para él. ¡Era tan
emocionante! Estudió minuciosamente todos los detalles. Nunca lo vi tan
interesado en nada, y nunca, jamás mantuvo un pensamiento más largo
que la duración de un comercial común del programa Girls Gone Wild.
Debo haberle dibujado veinticinco diseños. Quería una BB payasita triste,
una BB Catrina36, una BB ángel biónica, y hasta una BB punkera blandiendo
un par de nudillos de latón y un bate de béisbol. ¡No podía esperar a ver
cuál escogió! Mi frágil y pequeño ego de adolescente se elevó
completamente. Este hombre me amaba a mí y a mi arte lo suficiente para
poner ambos en su cuerpo para siempre.
¡Santa Mierda!
Ding-Dong de hecho trabajaba en ese momento (lo sé, ¿cierto?) en
algún taller de mecánica a más o menos media hora de su casa, así que la
mayoría de las veces terminaría siendo su transporte a casa porque… no
tenía auto. (Cómo un tipo sin auto consigue un trabajo en algo relacionado
37Eeyore (conocido como Ígor) es un personaje de los libros Winnie the Pooh. Siempre
perdía su cola que estaba colocada con un botón, casi como el juego "ponle la cola al
burro". De ahí el nombre del capítulo.
DIARIO SÚPER PERSONAL QUE
KEN NUNCA, NUNCA PUEDE
LEER JAMÁS
Segunda Parte
88
Traducido por Black Rose
Q
uerido Diario,
Escribí un haiku hoy. Creo que lo llamaré “BB Sufre”.
Hoy, me lo dijiste
Tú frotas los pies del bebé por la noche.
¿No mis pies, Ken? ¿¿Por qué??
Entonces, esta tarde, mientras sostenía al bebé, me di cuenta de que
seguía haciendo esta cosa extraña donde contorsionaba su pierna en una
posición de aspecto horrible sólo para que pudiera meter el pie en la palma
de mi mano.
Cuando se lo mencioné a Ken, explicó con indiferencia—: Ella sólo
quiere que le frotes el pie. Le froto sus pi...
La boca de Ken se cerró de golpe cuando una oleada de
arrepentimiento y temor se apoderó de su hermoso rostro. La cagó. Lo sabía,
y yo lo sabía.
Mis cejas se elevaron y empujé mi boca en un pliegue homicida. ¿Qué
haces qué?
Dudando por una fracción de segundo, Ken decidió que sería mejor
tratar de suavizar su pequeña admisión, para que no fuera castrado.
»Yo... sólo le froto los pies a veces, por la noche, cuando es mi turno
de acostarla, así que ahora —Aclaró su garganta—, siempre mete su pie en
mi mano cuando le estoy leyendo.
Déjame decirte algo, Diario. Este hijo de puta hace un punto de nunca
tocar mis pies, como si se enorgulleciera de no haber tocado nunca mis pies,
¡y son unos pies muy lindos! No es que sean todos peludos y de tamaño
masculino y acribillados con juanetes y martillos. Son pequeños y con
pedicura, y los diez dedos apuntan en la dirección correcta. ¡Uno de ellos
incluso tiene una pequeña peca linda y todo! Independientemente de la
cantidad de brillo y deslumbramiento que mis pies han sufrido, si hago tanto
como rozar a Ken con uno de ellos mientras estamos en el sofá, se levantará
y se moverá al otro sofá.
¿Por qué, te preguntarás?
Porque, en sus palabras: los pies son asquerosos.
¿Lo son? ¿Lo son, Ken? Evidentemente, no crees que los pies del bebé
sean asquerosos, y ella se caga en ellos por lo menos una vez a la semana
cuando estoy cambiando su pañal y no muevo el popis fuera del camino lo 89
suficientemente rápido. Y siempre los pone en su boca. Ella no es un gato,
Ken. Lamerse a sí misma no la hace más limpia que yo. Todo lo contrario. De
hecho, si alguien en esta casa tiene pies asquerosos, ¡es el puto bebé!
Por lo tanto, parece que Ken no tiene un “problema con los pies”
después de todo. Estaría dispuesta a apostar que ni siquiera tiene un
problema con mis pies. (Quiero decir, ¿cómo podría? Son jodidamente
adorables).
Creo que con lo que Ken tiene un problema es con hacer algo,
cualquier cosa, que yo quiera que haga. En el mundo de la psicología,
llamamos a ese desorden Trastorno Negativista Desafiante. Sin embargo, en
este matrimonio, sólo lo clasifico como la razón #983 de por qué Ken es un
idiota.
OH NO, YO INCESTO
Q
uerido Diario,
Tuve una epifanía esta tarde.
Después de esperar todo el maldito día a que mis hijos
tomaran una siesta para poder lanzarme sobre Ken, las dos en punto
finalmente me alcanzaron. Literalmente, arrojé a mi hijo a la cama y corrí a
través de una versión vergonzosamente condensada de El Gato en el
90
Sombrero38 antes de correr a la habitación de la bebé donde la amamanté
rápidamente para dormir. En veinte minutos exactamente, yo rebotaba de
nuevo por las escaleras y en el regazo desprevenido de Ken. Él se hallaba
claramente absorto en un fascinante episodio de Politically Incorrect39 con
Bill Maher, así que sabía que tendría trabajo por hacer.
Mientras lo montaba a horcajadas, le quité el control remoto de la
mano y apagué el televisor. Antes de que pudiera protestar, me quité las
gafas, mis dedos en su cabello y mi lengua en su boca. Sabía a Gatorade
de naranja, que es lo que mi papá siempre solía hacerme beber cuando
tenía gripe de niña y no podía mantener sólidos. Hasta el día de hoy, el olor
de Gatorade de naranja se halla permanentemente unido con el olor del
vómito en mi cerebro. No hace falta decir que tomó unos minutos para
poner las cosas en marcha, pero me sentía decidida a tirarlo fuera de su
coma inducido por la sátira política y a mí fuera de mis recuerdos olfativos
infantiles no deseados.
38Es un libro infantil escrito por Dr. Seuss. El personaje principal es un gato antropomórfico,
alto, travieso, vestido con un sombrero de copa a rayas rojas y blancas y una corbata de
lazo rojo.
Es un talk show político estadounidense de media hora de duración, presentado por Bill
39
91
DIARIO SÚPER PERSONAL QUE
KEN NUNCA, NUNCA PUEDE
LEER JAMÁS
Tercera Parte
Traducido por Corazon_de_Tinta
92
Q
uerido Diario,
Putamente me encanta cuando Ken tiene un resfriado. Sé que
suena sádico sentir placer por la miseria de alguien más, pero
Ken es tan adorable cuando se enferma. Nunca se queja. Solo se arropa en
la sudadera más suave, abrigada y cómoda que puede encontrar, se pone
la capucha y mira tranquilo la televisión con los brazos cruzados sobre su
pecho. Entonces, básicamente, el Ken enfermo es como el Ken normal con
una sudadera cómoda. Y me pone a cien.
Las malditas sudaderas y los gorros me encienden todo el tiempo. A
algunas mujeres les gustan los hombres con uniformes. A mí me gustan los
hombres que parecen haber salido de una rueda de identificación policial,
preferiblemente los jóvenes sospechosos B y E, de cuerpo fornido, que
borraron la marca de metro ochenta pintada en la pared del bloque de
hormigón y solo fueron liberados porque sus tatuajes no coincidían con la
descripción de la víctima. Te habrás dado cuenta de que no dije
“sospechosos de robo a mano armada”, porque usan pasamontañas y no
gorros, Diario. Ellos no me encienden.
Entonces, anoche, cuando llevé a los niños a la cama, bajé las
escaleras y encontré a mi esposo acurrucado en el sofá, y la combinación
de Ken sexy-enfermo funcionó por completo. La imagen de la masculina
mandíbula cuadrada cubierta de rastrojo y aquellos ojos azules por lo
general brillantes ahora envueltos por una capucha negra gritaba peligro y
misterio, mientras que la suavidad de su sudadera de algodón añeja y la
vulnerabilidad de su postura susurraban “Abrázame. Ámame”.
Sin poder evitarlo, me subí al sofá junto a él y deslicé las manos por su
torso bajo la calidez de la sudadera. Lo que en verdad quería hacer era
montarme a horcajadas en él y empujar mis tetas en su cara pero, sabiendo
que no se sentía bien, descansé mi mejilla en su hombro, conformándome
con unas caricias no recíprocas. Ronroneé en su oído y murmuré algo así
como que él era adorable cuando estaba enfermo, satisfecha con estar
cerca de esta paradoja caliente por un rato.
Fue un momento dulce pero, al igual que las demás instancias de
intimidad que he tenido con este hombre, eventualmente me di cuenta,
lamenté y luego acepté amargamente, que el sentimiento no era mutuo.
Ken probablemente se encontraba en algún lugar de Kenilandia, un lugar
con una población de una persona, donde el ruido blanco de las
estadísticas de béisbol y los tableros del mercado de valores llenaban el aire.
Seguramente ni siquiera notó que me encontraba allí. O, peor, él apretaba
los dientes y toleraba mi toque mientras intentaba pasiva-agresivamente
quitarme de la habitación con Fantasy Football Live. 93
Así que, me acurrucaba, sobándolo e intentando capturar cada onza
de ternura que podía tener cuando Ken giró su adorable rostro
encapuchado hacia mí, se inclinó y comenzó a plantar suaves besos en mi
cuello, debajo de mi oreja.
Luego, susurró—: No quiero darte lo que tengo, pero quiero darte lo
que tengo. —Rotó sus caderas para dar mayor énfasis.
Bajé la vista y…
¡Mierda!
Ken no se perdió en Kenilandia. Se hallaba aquí, conmigo,
absorbiendo mi afecto y respondiendo con una enorme vulneraparola.
¡Oh!
Obviamente, no iba a dejar que un pequeño resfriado se interpusiera
entre este maravilloso descubrimiento y yo. Arrastré a Ken por los cordones
de la capucha hasta nuestro baño principal y maniobré a ciegas el seguro
a prueba de niños en el cajón para rasuradoras de nariz/suplemento de
fibra/cera para el rostro/supositorio/barra de pegamento/gaveta para
juguetes sexuales y empecé a hurgar febrilmente entre las distintas
porquerías antes de localizar el vibrador del tamaño de un dedo que
escondíamos allí. Si no podíamos hacer que las cosas avanzaran, con su
resfriado y todo, iba a necesitar un poco de ayuda.
Sin perder tiempo, Ken comenzó a desvestirse en el lugar y seguí su
ejemplo de inmediato. Cuando me contoneé fuera de mis jeans, su deliciosa
sudadera cayó al suelo a mi lado. La punzada de pérdida que sentí al ver la
sensual prenda apilada a mis pies se vio reemplazada rápidamente por una
necesidad palpitante entre mis piernas cuando mis ojos hicieron su recorrido
hasta su causante. Se deslizaron por las pantorrillas y muslos musculosos de
Ken, danzaron hacia arriba y abajo por la cabeza de su impresionante
erección, avanzaron lentamente por su firme abdomen, continuaron por su
pecho tonificado, se regodearon con el áspero rastrojo de su mandíbula
cuadrada y aterrizaron suavemente en los labios cincelados que se
encontraban ligeramente abiertos (probablemente, porque estaba
demasiado congestionado para respirar por la nariz, pero no importa). Ken
parecía salido de un comercial de desodorante Old Spice, seguramente
luego de ser despedido por no mantener esa serpiente de veintidós
centímetros bajo la toalla.
Antes de que pudiera abordarlo, Ken me sujetó por las caderas y giró
mi cuerpo desnudo para que quedara enfrentando el gigante espejo
colgado sobre el lavabo. Girándose hasta estar detrás de mí, dejó que sus
manos se movieran a mis pechos hinchados, pesados con leche, y enterró
su rostro en mi cuello. Observé con desenfreno.
94
Nunca antes me miré mientras hacía el amor. Seguro, he robado unas
pocas miradas durante los cientos de veces que tuve sexo en un baño o en
un motel barato con armarios con puertas espejadas; sin embargo, estando
allí, mirando a Ken acariciar y chupar mi cuerpo, me hizo sentir poderosa y
adorada.
A solo seis meses del parto, no tenía el hábito de mirarme en espejos
de cuerpo entero. Aún no he vuelto a mi peso de antes del embarazo y,
como alguien que la mayor parte de su vida adulta padeció un trastorno
alimenticio (o tres), he aprendido que los espejos y las balanzas mienten.
Susurran mentiras a tu alma, acerca de tu belleza, acerca de tu valor. Por lo
general, mientras más pequeños los espejos y las balanzas, mejor.
Pero, anoche, en ese espejo, el cuerpo que vi ante mí era…
sorprendentemente caliente.
Todavía amamantando, mis pechos eran de un tamaño grande,
quizás dos tallas más grandes, y con mis brazos descansando sobre su
cabeza, mi estómago parecía firme. Mis caderas, ligeramente más amplias
que antes, equilibraban la plenitud en mi pecho y me ofrecían una suave
silueta de reloj de arena que, ni en un millón de años, pensé que mi figura
aniñada podía tener. No existía nada aniñado en la lasciva diosa del sexo
que me devolvía la mirada. Ella era curvilínea. Era fértil. Y tenía un delicioso
hombre alto, de cabello rubio castaño, envuelto a su alrededor como un
chal de visón.
Ken me giró ligeramente hacia un costado, su boca obteniendo
acceso a mi pezón derecho, el que ha tenido un arete tres veces durante
mi adolescencia.
(Mi cuerpo rechazó el arete en ese lado, dos veces, y seguí diciendo:
“¡Vete a la mierda, cuerpo! Tendrás DOS pezones perforados, no solo UNO.
¡No me dirás qué hacer!” Así que, seguí perforándolo porque, cuando eres
la única chica en el planeta sin senos, en verdad necesitas pezones
perforados para sentirte bien al quitarte la camisa frente a un chico. Es un
milagro que pueda amamantar con ese pezón, dado todo el tejido
cicatrizado abandonado al comienzo de mi juventud auto-mutilante).
Ken lo acarició con la lengua momentáneamente antes de capturarlo
por la base y arrastrar sus dientes suavemente por su longitud. La sensación
me hizo curvar los dedos, al igual que lo hizo la punzada de aire fresco
cuando escapó fuera de la grasosa calidez de su boca.
El baño principal de nuestra casa es una cueva oscura y de techos
altos. Adornado con azulejos de piedra de pared a pared, casi espero ver
estalactitas colgando sobre mi cabeza cada vez que entro. Obviamente
diseñado por un hombre, toda la superficie es dura y fría.
La habitación tenía a cada centímetro de mi cuerpo buscando la
calidez de la boca de Ken. Y podía pensar al menos un lugar de su cuerpo
95
buscando la calidez de mi boca.
Tendí la mano y arrebaté el vibrador en forma de bala de la encimera.
Girándome, sujeté a Ken por los hombros y roté nuestros cuerpos para que
él quedara con la espalda contra la encimera. Comenzando por su
mandíbula apretada, deposité besos con la boca abierta por su cuello y
pecho mientras deslizaba el vibrador en su mano izquierda de manera
sugestiva. Doblándome por la cintura, sujeté la tensa polla de Ken en mi
mano, lamiendo desde la base hasta la punta con patrones ondulantes
suaves mientras giraba las caderas a un lado para que mi culo quedara a
su alcance.
Oí el zumbido del vibrador y gemí en la hombría de Ken mientras su
mano viajaba por mi espalda, el vibrador entre sus dedos índice y medio,
provocándome piel de gallina por la ansiedad. Tomando su longitud
profundamente en mi garganta, succioné duro, girando mi lengua
alrededor de la rugosidad de su cabeza resbaladiza, antes de volver a
hundirme. Oí el gruñido de Ken en apreciación mientras deslizaba el
vibrador hacia la base de mi espina dorsal, a través de la separación de mi
gran trasero y dentro de mis pliegues resbaladizos, volviendo a descansarlo
firmemente en la base de mi clítoris.
¡Sí!
Moví mi cabeza de arriba abajo más rápido, alternando entre chupar
y girar la lengua, mientras acariciaba y ahuecaba el resto de él. Ken
respondió zumbando sobre mi clítoris hinchado con el vibrador más y más
rápido, ocasionalmente hundiendo su dedo anular en el lugar terriblemente
vacío debajo. Cuando sentí que mi núcleo comenzó a apretarse, la polla
de Ken salió de mi boca. Me empujó antes de que alguno de los dos
acabara y luego me presionó contra una de las pocas paredes del baño
que no estaba revocada con azulejos fríos como el hielo.
Levantando mi muslo sobre su cintura, Ken se colocó entre mis piernas,
doblando las rodillas para compensar nuestra diferencia de altura, y besó
mi raja palpitante con la cabeza de su perfecto pene. Entró solo una
pulgada o dos antes de retirarse, y luego lo hizo de nuevo. Ken se burlaba
de mí, dándome solo una probada de lo que tanto ansiaba, mientras
exhalaba respiraciones húmedas sobre mi cuello. Sin poder demorar más mi
gratificación, agarré sus caderas y lo empujé hacia mí de manera dura y
satisfactoria. Nos quedamos quietos, disfrutando el momento, hasta que
empujé sus caderas lejos de mí y volví a atraerlo, más duro que antes. La
siguiente vez que lo alejé, Ken me hizo retroceder, chocando contra mí con
una fuerza que me hizo saber que tenía el control.
Una y otra vez, yo empujé y él arremetió, y con cada colisión, me sentí 96
más cerca de él. Pero no lo suficiente. Todavía no.
Dándome la vuelta, me erguí, abierta de brazos y piernas, sobre la
punta de mis pies, con una mano contra la pared y mi mano libre
alcanzando entre mis pliegues para guiarlo a Ken a mi necesitado cuerpo.
Dobló las piernas e ingresó a mí por detrás, luego se alzó lentamente, casi
levantándome del suelo cuando alcanzó la máxima penetración.
¡Eso! ¡Sí! ¡Por favor!
Mi clítoris palpitó y, casi instintivamente, Ken presionó el vibrador
olvidado en ese pequeño pedazo de carne anhelante.
¡Oh!
Reaccionando a la intensidad, grité y contraje los músculos alrededor
de la polla de Ken, apretando duro cuando se paró para llenarme
nuevamente, empujándolo hacia el borde. Ken sujetó mis caderas con
ambas manos y convulsionó detrás de mí liberándose tan duro como podía
en mi nuevo cuerpo curvilíneo.
Dejé caer la frente en mis manos, aún colocadas firmemente sobre la
pared, en derrota. Cuando Ken retiró suavemente su pene ya blando, me
preparé para una echada de dedo a medio pelo.
Si hay algo que puedo dar por hecho es que Ken es… ¿Cómo lo
digo?... Muy poco entusiasta cuando acaba. Por lo general, casi no tiene
fuerzas para mantenerse despierto, dejando de lado el placer de su
pervertida esposa.
Y, dado su resfriado, ni siquiera podía besarme.
Maldición.
Justo cuando comencé a considerar seriamente quitar el vibrador de
su mano y encerrarme en el clóset con él, sentí la respiración de Ken en mi
nuca mientras la bala vibradora volvió a entrar en contacto con mi
hinchado ápice.
Mmm…agradable.
Levanté mi culo y rodé mis caderas en movimientos lentos circulares,
saboreando el zumbido entre mis pliegues. Sin embargo, iba a necesitar más
que eso. Me sentía tan vacía.
Tomando su mano libre, atraje los dedos de Ken hacia mi boca y
comencé a lamer y chupar los dos más gruesos, esperando que captara la
indirecta y me llenara con ellos. En cuanto liberé su palma, Ken llevó la mano
hasta mi trasero, azotando la suave piel una vez, antes de deslizar su
húmedo dedo medio en una entrada diferente. Se me atoró el aliento
cuando liberé un jadeo en sorpresa. Entre la intensidad del vibrador que
masajeaba mi clítoris, el semen que se filtraba lánguidamente de mi cuerpo 97
y el bombeo del grueso dedo de Ken en mi apretado culo, me encontraba
suspendida en un estado de gozo pre-orgásmico.
Aunque se sentía terriblemente bien, mi propia conciencia no me
dejaría rendirme al placer. Sin sábanas ni oscuridad para ocultarme, me
sentía demasiado expuesta.
Dejando de lado mi vergüenza, impulsada por una necesidad
dominante de correrme, despegué una mano de la pared y pellizqué mi
pezón izquierdo con fuerza. Un golpe de electricidad, prácticamente
coincidiendo con la proveniente del vibrador, me recorrió hasta llegar a mi
clítoris. Cuando giré la carne suave entre mis dedos, recordé qué tan
grandes y flexibles son mis nuevas tetas. Recorrí mis pechos hinchados con
mi mano libre, amasándolos apreciativamente, antes de capturar mi pezón
derecho y retorcerlo.
La sensación fue como una tormenta eléctrica de éxtasis y, sin darme
cuenta, comencé a mecerme contra el penetrante dedo de Ken,
gimiendo—: Umm… folla mi trasero. —-En el frío aire de la noche.
Todo a mi alrededor desapareció. Éramos solo yo, mis terminaciones
nerviosas y el creciente estruendo que estallaría de mí en cualquier segundo.
Sintiendo lo cerca que estaba y envalentonado por mis gemidos, Ken
aplastó el vibrador directamente en mi clítoris y sumergió otro dedo húmedo
en mi entrada trasera más que preparada.
Boom.
La combinación de placer, dolor, suciedad y maldad provocaron que
mi núcleo se contrajera al instante en un torrente violento y palpitante.
Donde mis sentidos estuvieron en llamas anteriormente, me encontré
desplomándome en una oscuridad orgásmica, solo remotamente
consciente de que también convulsionaba, gemía y maldecía mientras mis
dedos se curvaban y enterraba las yemas de los dedos en la pared para
sostenerme.
Cuando volví en mí, Ken se lavaba las manos sin prisa en el lavabo,
mirándome de reojo y luciendo muy satisfecho consigo mismo. Medio
caminé, medio cojeé hasta él y descansé la mejilla en su bíceps,
contemplando embobada su reflejo en el espejo.
Mi salvaje cabello caoba ondulado se disparaba en todas
direcciones, mi rostro y labios eran de un color rosa sonrojado y mi frente
tenía una mancha roja brillante en un lado por haber estado presionada
contra la pared. El cabello de Ken tenía una apariencia de recién follado,
también, pero fue por haber estado metido bajo su capucha hace solo unos
momentos. Bajé la vista a la cómoda sudadera negra, aún en una pila en el
suelo, y no pude ocultar la tímida sonrisa que atravesó mi rostro.
Cuando volví a alzar la mirada, la expresión de Ken coincidía con la
98
mía.
Sí, definitivamente tengo algo por el Ken enfermo.
Posdata: Busqué en Google el precio actual de una placa de Petri del
rinovirus; también busqué en Craigslist, no estaba disponible. Al parecer, soy
la única idiota en Estados Unidos que quiere conservar el resfriado común
en el congelador para infectar a mi esposo una vez al año. No puedo decidir
si eso me convierte en un monstruo o en un genio. Me inclino por… ¿menio?
ASÍ FUE COMO DEEPAK CHOPRA ME
CONSIGUIÓ UNA MUY NECESARIA
CANTIDAD DE SEXO ORAL
Traducido por Alysse Volkov
DE: BB EASTON
PARA: SARA SNOW
FECHA: MIÉRCOLES, 1 DE NOVIEMBRE, 10:27 A.M.
99
ASUNTO: MEDITACIÓN –-> CUNNILINGUS
Entonces, ¿sabes cómo he estado haciendo esas meditaciones
dirigidas por Deepak Chopra todos los días? Bueno, ¡las muy malditas están
dando sus frutos! ¡Tienes que empezar a meditar, amiguita!
Como experimento, escribí este mega-obsceno diario no apto para
menores de edad sobre Ken follando en el cuarto de baño el otro día y lo
puse en el archivo llamado “Diario Súper Personal que Ken Nunca, Nunca
Tiene Permitido Leer Jamás” para que él lo leyera. Podría haber embellecido
algunas partes para su ego… soy la mejor esposa del planeta.
Entonces, al día siguiente, claramente alentado y envalentonado por
mi entrada en el diario pornográfico, Ken se metió en la ducha conmigo y
voló… mi… jodida… mente… durante todos los dos minutos antes de que
se viniera. Pobre chico, se puso tan nervioso que saltó de la ducha y empezó
a hurgar a través de nuestro cajón de vibrador/copitos/ratoneras en un
intento de salvar la situación. ¿Y adivina qué? ¡TODAS las baterías estaban
muertas! ¡Todas ellas! No tuvo más remedio que bajarme. ¡Mua-ja-ja-ja!
Fue una intervención divina, Snow. Deepak hizo eso por mí.
Ese imbécil (Ken, no Deepak) no me había dado sexo oral en al menos
dieciocho meses. Por supuesto, durante esos dieciocho meses, me quedé
enormemente embarazada y luego lo hice ver sin poder hacer nada
mientras empujaba a una maldita persona por mi vagina a las cinco y media
de la mañana mientras me retorcía y gritaba y sangraba y rasgaba y hacía
ruidos guturales de las cavernas, así que estoy segura de que
probablemente tenía miedo de tocar mi coño con un poste de quince
metros por un tiempo, pero lo que sea.
Manifesté esa mierda… Deepak y yo.
Sé que fue el universo, porque cuando terminamos, Ken comenzó a
probar con los vibradores de nuevo, ¡y todos funcionaron! ¡AHHHHHHHH!
¡Funcionaron, Sara! ¡Esta mierda es mágica!
Pero, por supuesto, ayer, ya estábamos de vuelta al mediocre sexo
estilo yo encima/televisión enmudecida de fondo, así que ahí tienes. Se
necesitaron tres años de meditación, intervención divina y una entrada de
diario pornográfico de más de dos mil palabras para obtener dos minutos
sexo perverso y tremendo por parte de Ken. Esta mierda va a ser agotadora.
Supongo que, técnicamente, tengo dos minutos de sexo salvaje más
una entrada en el diario válidos para los datos cualitativos de tu estudio, así
que, por lo menos eso.
***
100
DE: SARA SNOW
PARA: BB EASTON
FECHA: MIÉRCOLES, 1 DE NOVIEMBRE, 10:29 A.M.
ASUNTO: RE: MEDITACIÓN—> CUNNILINGUS
Un viaje de mil seiscientos kilómetros comienza con un solo paso.
Sara Snow, PhD.
Profesor Asociada, Departamento de Psicología, (nombre de la
universidad eliminado)
***
DE: BB EASTON
PARA: SARA SNOW
FECHA: MIÉRCOLES, 1 DE NOVIEMBRE, 10:37 A.M.
ASUNTO: RE: MEDITACIÓN —> CUNNILINGUS
¿Qué mierda?
***
102
LO PEOR
Q
uerido Diario:
¿Cómo es que puedes tener el peor sexo de tu vida con
alguien que has estado follando durante los últimos diez años?
Estoy un poco aturdida. Y enojada, en realidad. Realmente pensé que,
después de todas las primeras veces, y las noches de sexo casual, y el sexo
tipo borracho descuidado, y el sexo de auto estrecho, y el sexo al aire libre 103
que da picazón, y el sexo tipo ser descubierta por la madre de alguien, y el
sexo “acabé en más de dos y medio empujes” y el cuestionable sexo en el
que quieres pedir un deseo y tener una máquina del tiempo y cinco Martinis
de granada menos, y el sexo “desgarré mi menisco tratando de hacer el
cunnilingus experimental haciendo una voltereta”, y el deprimente sexo
“finalmente vas a follar al chico súper caliente que has estado deseando
después de meses y tú solo descubres que tiene un minúsculo pene y ahora
tienes que hacerlo así no hieres sus sentimientos pero sabes que esta relación
se va a terminar en cerca de diez minutos cuando finjas un orgasmo seguido
por un golpe”, y el torpe sexo violento donde te acabas de dar cuenta que
tú y el chico con el que estás son ambos dominantes y la cosa se vuelve una
pelea de puños, yo tuve toda clase de sexo malo que jamás puedas tener
a los veinte años.
Entonces, anoche ocurrió.
Solo pensar en ello me hace querer ir a golpear a mi marido en el
rostro, o al menos agarrarlo por los hombros y nunca dejar de sacudirlo.
Anoche, quería tanto apretar su esculpido rostro y gritar: “¡Por el amor
de Dios! ¡Pon tu cabeza en el juego! ¡Al menos finge que no tienes Asperger!”
Pero no lo hice porque eso habría sido un insulto para toda la
comunidad autista, que estoy segura de que podría haberlo hecho mejor.
Así que, en su lugar, dejé escapar un suspiro dramático y siseé entre
mis dientes para evitar gritar—-: Jesús, Ken. ¿Irías solo a buscar el vibrador?
Cumplió, por supuesto, y usé su ausencia para tomar algunas
respiraciones profundas.
No seas mala. No seas mala. Si lo atacas, solo lo empeorará, si eso es
posible. En realidad, ¿a quién estamos engañando? No puede empeorar.
Así que, a su regreso, podría haberle dado una mirada de come
mierda y muérete, y podría haber dicho algo en la medida de—: Despierta,
Ken. Al menos finge que no piensas en unos y ceros. Tienes que ser más rudo
conmigo que eso.
Suena duro, pero fue tan malo, Diario. Ese sexo fue un insulto a las
relaciones sexuales.
Déjame preparar el escenario para ti. Por lo habitual, Ken y yo
comenzamos a besarnos en el baño después de estar listos para la cama
porque acabamos de cepillar nuestros dientes, lo que hace que parezca un
gran momento para besuquearse, pero en realidad, es todo lo contrario
porque Ken está cansado para entonces, haciéndolo aún más letárgico y
apático que de costumbre, y mi crema para el rostro olor a señora vieja se
filtra siempre en nuestra boca, haciéndola saber como si estuviera besando 104
a mi abuela.
Así que ahí estábamos, besándonos a través del sabor geriátrico de la
crema de noche en el frío baño. Limpiando periódicamente mi boca en el
hombro de Ken, tratando de deshacer mis labios de la fuente manchada
del olor a naftalina, mientras Ken tocaba robóticamente partes de mi
cuerpo, como una virgen aterrorizada o un sonámbulo.
Aburrido y frío, torpemente hicimos nuestro camino dentro del
dormitorio donde básicamente me masturbé contra su cuerpo sin vida en el
resplandor de las noticias del canal dos durante los tres minutos antes de
que inesperadamente y sin ceremonias estallara su carga.
Maldita sea.
Siempre optimista, apreté, clavando mi clítoris más duro en su delgada
pelvis y apretando mi coño más apretado en un intento desesperado de
aferrarme a su polla que se encogía rápidamente, lamiendo y chupando
apasionadamente su cuello, sus labios, su lengua, solo para ser encontrada
con... nada. Me sentí como una reacia necrofílica40.
40La necrofilia es una conducta sexual de la persona que tiene relaciones sexuales con
cadáveres humanos; se considera una perversión o una desviación sexual.
Esperando que un cambio en la locación inspirara un poco más de
gusto, tiré del culo de Ken de la cama y caminé lentamente hacia atrás,
haciendo sensual contacto visual y tirando de él hacia mí por su duro bíceps,
hasta que quedé atrapada entre él y la pared. Envolviendo una pierna
alrededor de su cintura, incliné mi cabeza hacia atrás y coloqué su mano
entre mis muslos, esperando que aceptara la invitación para besar y
acariciar mi cuello. En cambio, fui acariciada por una explosión fría del
acondicionador de aire, que encontró un montón de espacio para
arremolinarse en el abismo entre nosotros.
Así que ahí estaba yo, palpitante y helada, y posando como una diosa
griega en la parte delantera de una novela de Romance Harlequin, mientras
Ken jugueteaba distraídamente con mi clítoris, mirando el reflejo de la
televisión en una foto de boda enmarcada justo encima de mi cabeza.
Sabiendo que los momentos destacados de los Braves se encontraban al
aire, incluso le di el beneficio de la duda y esperé dos minutos completos
hasta que el segmento deportivo terminara para ver si su entusiasmo
mejoraría, no lo hizo, antes de enviarlo a la misión de vergüenza del vibrador.
Debería haberlo conseguido por mí misma y dejarlo a solas con Bryant
Gumbel41. De alguna manera, la extremidad con pilas, junto con la apatía
inflexible de Ken, le hacían parecer aún más un robot. Eventualmente, me 105
di por vencida y me retiré a la ducha a agonizar.
La incapacidad de Ken para mostrarme tanto como un susurro de
intimidad se sentía como una patada circular en el intestino. Y me hizo
querer darle a él una patada circular en las nueces.
Q
uerido Diario,
Acabo de tener un momento “!ajá!”. Durante una sólida
década, he tenido la impresión de que Ken sólo toleraba mi
afecto porque le gustaba tener un ingreso doble.
Luego, anoche, durante una de sus cadavéricas presentaciones en el
dormitorio, accidentalmente se me salió—: Simplemente siento que no estás
106
en esto.
Esa frase ha estado en la punta de mi lengua desde el 2003.
Y fue entonces cuando Ken resopló las cinco palabras que
cambiarían mi vida para siempre—: Estoy tratando de no venirme.
Fue como si una bomba estallara en la habitación.
¡Cabúm!
Esas cinco palabras resonaron y rebotaron en mi cabeza hasta que su
significado empezó a surgir lentamente.
Entonces… espera. ¿Esto significa que, durante diez años, Ken ha
estado acostado debajo de mí, haciendo su mejor personificación de
alguien que recibe una tomografía computarizada, no porque no esté
interesado, sino porque lo está demasiado? Bueno... ¿eso significa que sí
quiere tirarme del cabello y clavar mi culo y reclamar mi boca y agarrarme
por las caderas mientras me la clava más y más y más rápido, pero lucha
contra el impulso porque podría venirse demasiado rápido?
Todo se me venía encima, juego de palabras no intencionado.
Pensé en el alucinante sexo que tuvimos en la ducha hace unas
semanas, que duró dos minutos y la reciente vulneraparola que consiguió
cuando estaba enfermo en el sofá. Durante esos dos encuentros, Ken se
dejó llevar un poco. Sentir un poco. Buscar una sensación. Y en ambas
ocasiones, llegó muy rápido y se puso nervioso.
¡Eso era! ¡Mierda, Diario! ¡Este hijo de puta ha estado actuando como
una marsopa varada en el saco desde la administración del Presidente
Clinton porque trataba de evitar ese escenario exacto!
La expresión en blanco de su rostro, la televisión apagada, el cuerpo
propenso a estar sin vida, ¡todo ha sido un ejercicio de autocontrol! (Sólo
que yo era la que hacía todo el ejercicio, muchas gracias). ¡Es como si la
única manera en que puede seguirme el ritmo es fingir que ve un partido de
béisbol en el techo de la oficina de un dentista mientras está siendo
atendido!
¡Ugh! He estado sintiéndome inadecuada e indeseable y molesta por
una puta década por su falta de entusiasmo cuando todo el tiempo ha
estado rechinando los dientes y tratando de no...
¿Sabes qué? Ahora simplemente estoy emputada.
Tal vez si este hijo de puta me hubiera dado un piropo, me hubiera
dicho dos palabras sobre sus sentimientos, se hubiera enrollado las mangas
y darme placer antes del sexo, así cuando nos pusiéramos en esas, él no
tendría que ir en el modo de cadáver de mierda y esperar a que me viniera, 107
si me hubiera hecho sentir hermosa, deseada, o remotamente sexy,
entonces no habría pasado toda la década sintiéndome como un sapo
viejo y deshilachado.
Oh, diablos, no.
Tal vez debería mostrarle cómo se hace...
DIARIO SÚPER PERSONAL QUE
KEN NUNCA, NUNCA PUEDE
LEER JAMÁS
Cuarta Parte
Traducido por Myr62
H
108
ans.
La primera vez que vi a Hans Oppenheimer, él y su banda,
Phantom Limb, tocaban para una multitud de treinta personas
en una fiesta que lanzó mi amiga la Chica Gótica.
Chica Gótica abandonó recientemente la secundaria para dedicar
más tiempo a su creciente hábito de la droga, que estaba siendo
financiado por su novio mucho más viejo pero igualmente gótico en cuya
casa acababa de mudarse.
Para mostrar su nueva casa, Chica Gótica lanzó un fiestón total, y sólo
para asegurarse de que llamaran a la policía, contrato la banda de metal
pesado de su amigo para tocar en la sala de estar de su hombre.
Yo no era fanática del metal, siempre he sido más una chica de rock
alternativo, incluso cuando fingía ser punk, pero la banda tocó bastantes
covers de las canciones de Nine Inch Nails para evitar que saliera de la
habitación. Y el hecho de que su bajista fuera alto y bebiera cerveza
Heineken oscura, tampoco dolía.
Una vez que la banda terminó su set, desapareció en la cocina para
conseguir otra cerveza. Después de refrescar mi vaso rojo en el barril, me di
la vuelta y me choqué de cabeza con una pared inflexible de caliente
músculo y sudor. Tropezando hacia atrás, observé con horror cómo la mitad
de mi cerveza aterrizó con un chapoteo dramático en el suelo, perdiendo
solo uno de los dos Adidas negros que llevaba una enorme valla humana.
Afortunadamente, el gigante me alcanzó y tomó mis brazos para
estabilizarme antes de que me rompiera completamente el culo con el barril
de detrás de mí.
Mientras mis ojos hacían el largo viaje desde sus zapatos parecidos a
un barco hasta su rostro, tomé una rápida evaluación mental. Pantalones
negros desflecados, una cartera con cadena, una camiseta sin mangas
ligeramente húmeda pegada a un conjunto seriamente protuberante de un
paquete de seis abdominales, obviamente alto como la mierda, ya que ni
siquiera he llegado a su cara, ¡oh, Dios mío! ¡El maldito bajista!
Con la esperanza de que fuera un gigante amigable, puse mi mejor
sonrisa de por favor-no- me-hagas-daño-señor mientras seguía estirando mi
cuello el resto del camino de vuelta, finalmente tomando su inminente cara.
Este tipo podría haber conseguido un papel como uno de los chicos malos
en una película de Duro de Matar, sin ningún problema. Sus rasgos eran
severos: cabello negro como el aceite de motor, en unos cuatro centímetros
de largo, pesadas cejas atravesadas por una barra de plata en un lado y
una prominente nariz alemana. Pero sus juguetones ojos azules y sus labios
rellenos, que llevaba en una adorable sonrisa con hoyuelos, lucharon
arduamente para no traicionar a su apariencia de villano. 109
Sólo mirarle me hizo sentir como si estuviera de pie bajo una farola en
una calurosa noche de verano. Mientras él era imponentemente alto,
esbelto, oscuro y duro, el brillo que me lanzó no era nada menos que de sol.
—Oye, gatita. ¿Yendo a algún lugar?
Me las arreglé para gritar una disculpa, pero cuando traté de
escabullirme a su alrededor para salir de su camino, el gigante simplemente
se rio y me metió bajo su brazo. Me abrazó firmemente a su lado, envolvió
sus largos y fuertes dedos callosos alrededor de mi hombro y me condujo de
regreso a la sala de estar. Fue un movimiento extraño, pero por alguna
razón, me hallaba impotente para detener la progresión hacia delante de
mis dedos cubiertos de acero. Era como si hubiera sido absorbida por su
aura fría y confiada, suspendida en un mágico país de hadas donde
hombres extraños no violaban a las adolescentes borrachas en las fiestas.
Además, con nuestra diferencia de altura, mi cabeza encajaba
perfectamente bajo su gran brazo tatuado.
Ummm…
El rockero de cabello oscuro como un cuervo, me dirigió hacia el sofá
de cuero negro de Chico Gótico, pero en vez de soltarme para sentarme,
se dejó caer sin esfuerzo en el sofá, torciéndome en el camino hacia abajo
para que ambos aterrizáramos uno al lado del otro. Durante nuestro
descenso, también logró maniobrarme para que mis piernas aterrizaran en
su regazo, su mano libre llegando a descansar en mi muslo.
Santa Mierda. Este cabrón es bueno.
»¿Cómo te llamas, Campanita?
Cuando el diablo con las mejillas con hoyuelos me sonrió, me di
cuenta de que también frotaba con indiferencia un lento círculo en mi
muslo con su pulgar. Sentí el calor de mis mejillas con un rubor que
seguramente podía ser visto desde el espacio exterior. Me hallaba sentada
en el regazo del posiblemente hombre más sexy que había encontrado, y
mi cerebro eligió ese momento exacto para olvidar cómo funcionaban las
palabras. Todo lo que podía procesar era el sonrojo y el rítmico calor en mi
cara, el calor donde su enorme mano amasaba distraídamente mi cuerpo,
un fuego virtual que se alimentaba en mi vientre, y el ritmo de sus dedos
rasgueando mi muslo, que parecía estar en perfecto concierto con la
sangre que martilleaba entre mis piernas a pocos centímetros.
Cuando mi cerebro finalmente registró que la mirada expectante en
su rostro significaba que se suponía que debía responder a una pregunta,
busqué frenéticamente en mi memoria reciente por lo que mierda me había
preguntado.
110
Algo, algo, Campanita. Alguna cosa…
Mierda.
Tomando una suerte de conjetura, dejé escapar—: ¿BB?
¿Por qué suena como una pregunta? Oh, Dios. Va a pensar que ya
estoy borracha.
Tragué y volví a intentarlo, forzándome a encontrar su mirada de azul
metalizado. »Soy BB. Hola.
Jesús, eso fue suave.
—Así que, Bumblebee42, ¿por qué estabas allí, sirviéndote tu propia
cerveza? ¿No sabes que va en contra de las reglas que las niñas bonitas
sirvan sus propias bebidas? Tienes suerte de haberme encontrado.
Podría decir eso otra vez.
Era una cursi línea de levante, pero el misterioso hombre tatuado lo
entregó con un juego tan coqueto que me sentí relajarme un poco y
sonrojar aún más.
***
43 Koozie o coozy es un manguito de tela o de espuma que está diseñado para aislar
térmicamente un recipiente de bebida, como una lata o una botella.
Finalmente encontré al hombre perfecto, y estaba condenada a la
impotencia de ver a otras mujeres tratando de follarlo por el resto de la
eternidad.
Siguiendo las señales de salida, con el tiempo, encontré una puerta
exterior para sacarme de aquí. En lugar de ser revivida por una ráfaga de
aire fresco y vigorizante, como subconscientemente esperé, me metí de
cabeza en una mezcla viscosa y pegajosa que sólo habría pasado por el
oxígeno a nivel molecular.
No sé por qué esperé algo diferente. Si alguna vez has visto una
película donde el verano en el sur es representado como un lugar donde la
gente se mueve lentamente, habla lentamente, se abanican
incesantemente, y están cubiertos por una perla perpetua de sudor, es
porque el aire aquí es exactamente de la misma temperatura y la misma
consistencia que la salsa de aire caliente, hirviendo a fuego lento durante
seis meses al año.
La asfixia por ese primer aliento de caliente fundido ectoplasma tomó
completamente el viento de mis velas. Me incliné y puse mis manos sobre
mis rodillas, tratando de recuperar el aliento y me preparé psicológicamente
para el nado de cinco bloques que tendría que hacer a través de este
pútrido oxígeno líquido hasta el vecindario cercano donde mi auto se 115
hallaba estacionado. Puede que no estuviera vomitando, pero
probablemente lucía como si estuviera haciéndolo, y lo mismo le sucedía a
mi bolso, porque cuando me incliné hacia delante, efectivamente escupió
todo su contenido sobre una cama de botellas rotas y colillas de cigarrillos
bajo mis pies.
Lindo.
Antes de que pudiera rescatar mi brillo de labios, identificaciones
falsas y cigarrillos del suelo, cinco largos y tensos dedos extendieron la mano
y agarraron todo de una sola vez. Sin levantarme, levanté la mirada lo
suficiente como para capturar la silueta de cabello espinoso de Hans
acurrucado junto a mí. A pesar de que estábamos técnicamente cara a
cara, no podía ver su cara en absoluto, gracias a la luz de fondo del club
detrás de él, lo que sólo ayudó a mantener intacta la desconexión que
sentía de él.
Hans me preguntó en voz baja si me sentía bien en un tono que me
hizo darme cuenta de que debía pensar que estaba enferma.
¡Oh, Dios mío, con la forma en que me escapé y cómo estaba ahora
doblada en el estacionamiento! ¡Ugh! ¡Aún no lo entendía!
Le arrebaté mi mierda de sus talentosos dedos, me levanté tan
derecha y alta como pude, y le dije—: Jódete, Hansel.
Nadie más que su mutter44 germano-americana lo llamaba así, e
incluso ella sólo lo hacía cuando se metía en problemas.
»No estoy enferma, idiota. ¡Estoy cabreada! ¿Realmente ibas a firmar
la teta de esa fanática? ¿También la dejarías montar un poco tu polla, hasta
que llegué allí? Ya no puedo hacer esto. Supongo que estoy muy
jodidamente celosa de ser tu novia. Lo siento.
Con aquellas palabras de despedida, iba a girar sobre mis tacones,
azotar mi largo cabello imaginario sobre mi hombro, y marchar en la
dirección de mi leal Mustang. Iba a escribir a Hans que disfrutara de su buen
momento, era sólo una hermosa alma cariñosa dentro de una figura oscura
y sexy, con deliciosos tatuajes y brillantes piercings, cuya sonrisa perfecta
irradiaba de su perverso rostro como una luna creciente en un cielo de
medianoche. Y con quién, hasta hace unos diez minutos, estaba bastante
segura de que quería pasar el resto de mi vida. Iba a aguantar mis lágrimas
hasta que lo hiciera a salvo en mi auto. Entonces, encendería el aire
acondicionado y sollozaría inconscientemente.
Sólo di medio paso antes de estar completamente inmovilizada por
un par de grandes manos que se clavaban alrededor de mi sección media.
Hans giró mi cuerpo hacia atrás para que estuviera de nuevo frente a él.
Sólo que ahora se arrodillaba frente a mí en vez de agacharse a mi lado. 116
Con las manos en las caderas y la cabeza inclinada hacia atrás para poder
mirarme, me recordó la forma en que todos estos meses estuve estirando mi
cuello para verlo. Hans podría haberme refrenado físicamente, pero con
nuestras diferencias de altura invertidas, dejaba claro que yo era la que
tenía el poder.
La forma en que el rostro de Hans se inclinaba hacia atrás también me
permitió finalmente ver sus rasgos, y lucían retorcidos en algo desgarrador.
Por mí.
Sus cejas, generalmente lisas y fuertes, se juntaban formando una
profunda V de dolor por encima del puente de su nariz. Su boca, que a
menudo se veía tirada a un lado con una sonrisa juguetona, ahora formaba
un ceño fruncido. Y sus ojos, que normalmente brillaban como diamantes
azules en una mina de carbón, brillaban ahora con el rocío de lágrimas no
derramadas.
No sólo estaba este hermoso hombre, por dentro y por fuera,
arrastrándose a mis pies, sino que todavía tenía su delineador de estrella del
rock y la ropa del escenario empapada de sudor, recordándome que
acababa de mirar a este Adonis actuar delante de miles de fans gritando.
Sólo que, en lugar de tener su polla chupada en los camerinos como la
44 Madre.
divinidad de metal pesado que era, Hans se encontraba de rodillas en un
estacionamiento lleno de lo que parecía ser bombillas rotas y dientes
humanos. Me sentí como una mierda.
—Lo siento, Bumblebee. Dios, lo siento mucho. Soy un idiota. Esa chica
tenía un pase de medios y dijo que trabajaba para Y105 y quería hacer una
entrevista rápida. Simplemente me iba a sentar y contestar unas cuantas
preguntas hasta que entraras a los camerinos, pero una vez que
comenzamos a hablar, era bastante obvio que no era de ninguna puta
estación de radio. Era sólo una chica tonta que tenía las manos en un pase
de prensa y quería un autógrafo.
—Oh, creo que quería algo más que un autógrafo. —No pude evitarlo.
A pesar de que Hans evidentemente se golpeaba a sí mismo, era la
misma historia cada vez.
Esta chica sólo necesita un viaje a casa porque su novio se fue y tomó
su auto.
Esta chica está siendo expulsada de su apartamento y no tiene a
nadie que la ayude a moverse.
Esta chica sólo necesita un par de dólares más para poder dejar de
desnudarse y poder ir a la escuela de astronautas. 117
O tenía problemas serios de autoestima que le hacían pensar que las
mujeres querían su ayuda, pero no su polla, o la altitud de su altura hacía
que su cerebro estuviera confuso y retrasado.
—No lo sabía. Lo juro, Bee. Sólo pensé que iba a entrevistarnos.
—Hans, esa prostituta parecía más joven que yo, y tuve que usar una
identificación falsa para entrar aquí. Eres tan jodidamente ingenuo. Esto es
exactamente de lo que estoy hablando. No te das cuenta de las mujeres,
disculpa, las chicas, cuando golpean la cabeza de tu polla con sus vaginas,
e incluso entonces, te preguntas si se resbalan y caen en tu entrepierna. Sé
que no quieres engañarme, que no tienes planes de engañarme, pero la
realidad es que esta noche estabas a segundos de tocar las tetas de una
menor, y en ningún momento antes de eso, te detuviste a reevaluar la
situación. No siempre voy a estar cerca para acabar con la competencia,
y obviamente, tú no estás a la altura del trabajo.
Prácticamente le escupí mis palabras con un tono hirviente,
injustamente acusatorio. Sabía que no podía evitar lo que pasó. Era
demasiado optimista y dulce para ver lo malo en alguien, y eso era parte
de por qué me enamoré de él.
Según mi profesor de relaciones interpersonales, existía un nombre
para lo que Hans y yo teníamos: atracción fatal. Es un fenómeno donde las
mismas cualidades que te atraen de alguien, a su vez, causan la muerte de
la relación. Adoraba lo cariñoso, amable y romántico que era Hans,
especialmente teniendo en cuenta que mis padres tomaron una póliza de
seguro de vida sobre mí cuando rompí con Knight.
“Por si acaso”, dijeron.
No, Hans era un tipo de artista sensible realmente honesto y de buen
corazón, envuelto en algodón. Cada vez que envolvía esos abultados
brazos tatuados a mí alrededor, sentía como si me hubiera encogido de
hombros en un abrigo de piel hecho de cachorros vivos que podría cantar
“Lovesong” de The Cure a cappella. El único problema era que Hans hacía
que todos se sintieran así. Y esta Cruella de Vil no estaría compartiendo su
trinchera de cachorros.
»Déjeme ir, Hans. Tus fans te esperan.
Enojada como me sentía, la expresión de consternación y
desesperación en su rostro después de esa declaración me hizo querer
alquilar una máquina del tiempo, deseando poder recuperar todo lo que
acababa de decir. Este hombre era un unicornio. Un mito. Un cuento de
hadas. De alguna manera conseguí anotar con un chico malo con un
corazón de oro y una polla de plomo, ¿y qué hacía? ¿Culpándolo mientras
él se arrodillaba en una cama de tornillos oxidados y fragmentos de asbesto
118
a mis pies?
Debería ser él quien me dejara. Abrí la boca para retractar mis
palabras, pero el único sonido que salió fue un jadeo sorprendido cuando
Hans envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y enterró su cara en mi
vientre.
Volvió la cabeza hacia los lados, lo suficiente para hablar, pero
mantuvo un agarre mortal alrededor de mi sección media. —No puedes irte,
Bumblebee. Por favor, por favor, quédate. ¿Quieres saber por qué no me
doy cuenta cuando las mujeres me coquetean? Es porque todo lo que
puedo pensar es en ti. No veo ni chicas, ni fanáticas, ni aficionadas por ahí,
sólo veo gente que no eres tú y tú. Eso es todo, Bee. En lo que a mí respecta,
todo el mundo es sólo un pedazo de carne que camina y habla que
necesito para llegar a ti.
Me sacudió un poco de frustración, luego me miró con los ojos
brillantes delineados con kohl, la V de dolor entre ellos sólo se profundizó.
»Eres como esta pequeña Campanita con tu cabello de duendecillo
y grandes ojos verdes, pero entonces eres inteligente como la mierda y llena
de fuego, descarada y todo lo que quiero hacer es ponerte en mi bolsillo y
nunca jodidamente compartirte con nadie.
Su agarre se tensó ligeramente, pero su voz se hizo cada vez más
fuerte y frenético mientras continuaba—: ¿No has notado que ya no te miro
cuando estoy en el escenario? Es porque no puedo, Bee. Ya no puedo mirar
más de cerca a la audiencia porque cuando lo hago siempre parece haber
algún pelele tratando de comprarte una copa en el bar o derribarte en el
pozo o presionar su pene en tu culo cuando estás en primera fila. Cada
cinco segundos, veo una mierda que me hace querer saltar a la multitud y
aplastarle los dientes por su puta garganta. Me lanza fuera de mi música tan
mal que ni siquiera puedo mirar. Simplemente aprieto los dientes y trato de
enfocarme en la música y rezar para que vengas a buscarme detrás del
escenario, todavía en una pieza, cuando haya terminado. Todo lo que
quiero hacer es protegerte y estoy jodidamente desamparado allá arriba.
Lágrimas, rímel y alivio salieron de mí cuando las implicaciones de las
palabras de Hans se hundieron. Tomé su cara con ambas manos y lo empujé
hacia arriba para encontrarse con mi boca húmeda y salada. Lo besé con
todo lo que tenía y me di cuenta en ese momento que el verdadero
problema no era Hans. Claramente, era aún más perfecto de lo que yo temí.
Era que nunca me sentí digna de él.
Vi a las mujeres que colgaban alrededor de estas bandas, y no
encajaba exactamente con mi pecho plano, caderas estrechas y piel 119
pecosa. Mi guardarropa tampoco ayudaba. Estas niñas llevaban minifaldas
y pantalones cortos con sus tetas gigantes derramándose, o se veían como
chicas, nadando en camisetas de gran tamaño de Slipknot y golpeando su
largo cabello negro al ritmo.
Yo, por otro lado, parecía algo que se arrastró fuera de la película
Tank Girl45. Incluso traté de bajar el tono punk esa noche usando un
pequeño vestido negro, pero todavía tenía la bandera pirata en blanco
bordado en todo y lo emparejé con mis botas a mitad de la pantorrilla, con
punta de acero Grinders. Era como si alguien le hubiera entregado a Pippi
Calzaslargas un par de tijeras, un par de botas y una botella de blanqueador
de cabello de cuarenta vatios.
¿Qué mierda podría este icono de la rebelión y el sexo posiblemente
querer conmigo?
Hans me devolvió el beso como si fuera la última cantina del Sahara,
y decidí que mi duda y celos debían detenerse. Hansel obviamente me
amaba si estaba dispuesto a respirar esta emisión de fluorocarbono de
45 Es una película basada en el comic post-apocalíptico 1988 que narra las peripecias de
"Tank" junto a su novio, Booga, un canguro mutante, en un estilo que incorpora una gran
influencia de la estética del movimiento punk.
mierda y a arriesgarse a contraer sida por arrodillarse en una metralla con
sangre sólo para evitar que lo deje.
Hasta ese momento, ni siquiera sabía que ese tipo de amor existía.
Skeletor me habría perseguido, me habría atacado en el estacionamiento y
luego me arrastraría pataleando y sangrando sobre su hombro adentro en
donde me gritaría hasta que empezara a creer que yo era la idiota y le
pidiera disculpas. Ding-Dong ni siquiera se habría dado cuenta de que me
rompí hasta después de haber depositado con seguridad al menos un galón
de su semen en la rata callejera con pase para los medios de comunicación.
Pero Hans, mi dulce, dulce, hermoso y sensible colgado Hans, era el
verdadero trato.
Y ya no me importaba lo que podía ver en mí o cuánto tiempo iba a
tardar en encontrar a alguien más curvilínea, más bonita o con más de
metal en sus huesos. Yo elegía confiar, creer que el cuento de hadas
realmente podría hacerse realidad, y abrirme a la posibilidad de que una
puta estrella de rock pantera sexual con la cara de un diablo y el corazón
de un santo en realidad también podría quererme.
Hans se separó primero de nuestro beso. Respirando con fuerza,
apretó su frente contra la mía, apretando mí cara con sus colosales callosas
manos. Después de un momento, preguntó con los ojos todavía cerrados— 120
: ¿Esto significa que te vas a quedar?
Cuando respondí—: No. —Su cara se arrugó como una lata antes de
que pudiera salir el resto de mi oración.
Le agarré la barbilla y lo obligué a mirarme.
»No, no voy a quedarme esta noche porque tengo escuela por la
mañana, y ya es cerca de la medianoche, pero no te voy a dejar, Hans. Lo
juro. No sé lo que ves en mí, pero soy tuya mientras me aceptes.
Y con eso, su expresión cambió de devastada a alegre en el
parpadeo de un ojo manchado de kohl. Era adorable. Me cogió el brazo
por el codo y me dijo—: Bueno, déjame que te lleve a tu coche, damita.
El paseo fue mágico. Estacioné a unas pocas cuadras del club en una
preciosa y recientemente aburguesada área de antes de la guerra, donde
sabía que no sólo encontraría un lugar de estacionamiento gratis, también
podría posiblemente ir andando a dicho lugar de estacionamiento sin
conseguir ser cloroformizada. A pesar de que era unos buenos ochocientos
metros a mi auto, y tratando de pasear a través de ese grueso y caliente
aire de verano que se sentía más como caminar trabajosamente a través
de arena movediza, Hans y yo bien podríamos haber estado flotando por
encima de una burbuja de amor construido para los dos.
A pesar de que mi relación con Hans fue amor a primera vista, la forma
en que me movió los pies (literalmente) en la fiesta de la Chica Gótica,
marcó el tono de todo nuestro tormentoso romance. Siempre tenía
secretamente un pie en la puerta.
Por muy perfectas que fueran las cosas, una parte pequeña y
persistente de mi psique constantemente susurraba: “Él es demasiado bueno
para ser verdad. Las estrellas del rock no son fieles. Va a romper tu corazón.
No te metas demasiado”.
Pero después de ver a Hans de rodillas delante de mí con su
vestimenta de escenario completa, ese susurro fue silenciado para siempre,
reemplazado por una pulsante, ensordecedora necesidad. Por primera vez
en los ocho meses que pasé desde que conocí a Hans, me sentía en casa y
todo estaba bien con el mundo.
Tomados de la mano y arrullándonos el uno al otro, Hans y yo giramos
la última esquina en nuestro camino a mi auto. Justo cuando las luces
traseras de mi fiel Mustang negro se hallaban a la vista, Hans empezó a
llevarme de la acera hacia el patio trasero perfectamente bien cuidado de
alguien.
Maldita sea.
121
Hans, al igual que todos los bajistas, tenía la capacidad de atención
de un pez de colores, así que no era la primera vez que se distraía con unas
cuantas luces. Yo protestaba silenciosamente tratando de tirar de él hacia
la calle cuando levanté la mirada y vislumbré el etéreo país de las maravillas
hacia el que me arrastraba. El patio trasero de esta particular McMansion
había sido envuelto y empapelado en miles y miles de luces de Navidad
blancas, a mediados de julio.
Obviamente, debe haber habido una fiesta o boda, alguna gran
celebración, aquí antes, pero no quedaba evidencia de vida en ninguna
parte. La rústica piscina de estilo italiano en el centro del patio lucía tan
inmóvil como un cristal, lo que permitía reflejar mejor las luces centelleantes
enrolladas alrededor de cada rama de árbol y cubierta posterior dentro de
un radio de noventa metros. Y hablando de la cubierta, toda la planta
principal de la modernizada casa de tres plantas de estilo plantación estaba
equipada con una cubierta de madera con una cocina al aire libre, una
chimenea de piedra y una tina caliente del tamaño de mi dormitorio, todo
iluminado por lámparas de papel suspendidas por encima.
Debajo de la planta principal había un patio escondido debajo de la
cubierta, que se hallaba amueblado con una fila perfecta de por lo menos
seis sillas de salón de teca con aspecto caro, con cojines rojos rellenos y al
menos tres ventiladores de techo, todavía girando a alta velocidad. La
baldosa de piedra rústica que rodeaba la piscina justo en el patio y
terminaba en un conjunto de puertas dobles que probablemente daban
entrada a algún gran sótano con sauna, que se encontraba totalmente
equipado con una piscina de repuesto, por si acaso.
Ni siquiera podía procesar toda la belleza a la vez. La forma en que mi
atención se movía de un objeto brillante al siguiente debía ser lo que sentía
el cerebro de Hans todo el tiempo. Mientras mi cabeza giraba y mis ojos
daban vueltas alrededor de esa caja de joyas centellante y brillante de un
patio trasero, no pude notar que Hans me tiraba cada vez más lejos en esta
propiedad obviamente muy privada.
No fue hasta que mi cuerpo se dejó caer sobre el regazo de Hans (su
movimiento de firma) que me di cuenta de que lo acompañé hasta el patio,
y ahora estábamos sentados en una de las cómodas sillas bajo la cubierta.
Ay no. ¿Qué mierda hace?
Esta gente obviamente tenía una cantidad estúpida de dinero y
probablemente poseía un sistema de seguridad de vanguardia de estilo de
“Los Juegos del Hambre” con láseres invisibles y niebla que inducía la
parálisis. Sabía que Hans era impulsivo y necesitaba que yo fuera la voz de
la razón, pero era demasiado tarde. Entre los fuertes brazos de Hans
alrededor de mi cintura, la comodidad aislada del patio cubierto y la
majestuosidad de cien mil diminutas luces bailando en los árboles y el agua
122
delante de mí, ya estaba paralizada.
Hans y yo nos sentamos en silencio, disfrutando de la vista. Las
ardientes ramas de los árboles que parpadeaban en concierto con los
sonidos de los grillos y las cigarras y los ventiladores en la distancia, tejiendo
un tapiz de ruido blanco y luz blanca que hizo que la oscura quietud de
nuestro patio se sintiera aún más aislada. Mientras mirábamos el
espectáculo, enredados uno alrededor del otro, Hans y yo tuvimos una
conversación entera telepáticamente, una que estaba llena de promesas y
anillos brillantes y acepto, y nombres de bebé.
Más allá del paisaje y el aislamiento íntimo, también disfrutaba de la
sensación de los brazos tatuados de Hans alrededor de mi cuerpo y su
deseo, duro y listo, contra mi cadera. Siempre tenía un pene sensible, y por
sensible, quiero decir, emocionalmente.
Hans comenzó a arrastrar besos ligeros como el aire desde mi hombro
hasta mi cuello y luego justo detrás de mi oreja.
Mmmm…
Repitió su delicado asalto al otro lado. Sólo que esta vez, cuando su
boca llegó a mi cuello, mordió una de las tiras que sostenía mi vestido
alrededor de mi cuello y tiró. En cuestión de segundos, el tejido negro que
cubría mi pecho fue reemplazado por aire caliente y húmedo.
Mi primer instinto fue tomar el vestido y salir corriendo antes de que los
dueños tuvieran la oportunidad de soltar a los perros, pero cuando Hans
tomó mis pezones perforados entre sus talentosos dedos y suavemente tiró,
estuve perdida. Mi cabeza volvió a caer sobre su hombro, y mi espalda se
arqueó involuntariamente. La prisa psicológica de tener mis pechos
expuestos en un entorno tan peligroso y romántico tomó la experiencia
fisiológica ya intensa y la empujó por el borde. Esa sola sensación merecía
el riesgo de ser atacada por abejas asesinas entrenadas.
Justo cuando estaba a punto de gritar por el exquisito placer, Hans se
levantó abruptamente, se acercó al pie de la butaca donde me hallaba
sentada y se arrodilló ante mí. Era una reminiscencia de nuestras posturas de
hace unos minutos en el estacionamiento. Sólo que ahora, todo cambió. La
sonrisa de firma de Hans fue devuelta a su legítimo lugar, y yo estaba lista
para reservar un vuelo a Las Vegas en vez de reservarlo en mi auto para
llorar.
Ah, y mis tetas expuestas.
Después de mirarme por un momento, con ojos suaves y cariñosos, su
boca no pudo esconder una sonrisa traviesa, Hans se inclinó y capturó el
anillo del pezón izquierdo entre sus labios. Giró su lengua alrededor y en
torno a la delicada carne rosada hasta que pude sentir que mis bragas se 123
humedecían y mis nudillos se volvían blancos mientras se apretaban
alrededor del marco negro de la tumbona.
Leyendo mi lenguaje corporal, Hans agarró el dobladillo de mi vestido
con ambas manos y lo deslizó por encima de mi cabeza.
Oh, Dios mío.
Me encontraba desnuda, excepto por una correa de algodón rojo y
unas botas de combate, en el patio de un extraño.
Y putamente me encantaba.
Hans entonces volvió su atención a mi otro pecho, acariciando y
chupando, mientras que yo desesperadamente rasgaba su camiseta sin
mangas. Ignorándome, se abrió camino por mi torso, plantando besos
tortuosos y sin prisa en un sendero que sólo podía conducir a un lugar.
Mientras tanto, utilizó sus manos para arrancar simultáneamente los aros de
plata de mis pezones y guiarme hacia abajo sobre mi espalda en el sillón.
Justo cuando mi cabeza golpeó el cojín, su boca golpeó el ápice de mis
bragas ya empapadas. La sensación de su lengua, nariz y labios que me
sondeaban a través de ese pedazo fino de tela fue una gloriosa agonía
eléctrica. No quería que terminara nunca y de igual manera quería culminar
en un orgasmo que durara a lo largo de días gritando todo al mismo tiempo.
¡No! No puedo venirme así. ¡No en mi puta ropa interior! ¡Hans, por
favor!
Mis caderas comenzaron a empujar involuntariamente, rogándole
que se zambullera en mí, para poner fin a la tortura.
¡Por favor!
Y fue entonces cuando sentí un grueso dedo enganchar el tejido
empapado húmedo entre mis piernas y arrastrarlo lentamente hacia un
lado.
Tan pronto como ese dedo deslizó a un lado la barrera entre nosotros
se deslizó dentro de mis resbaladizos pliegues, empujando dentro y fuera a
un ritmo terriblemente sin prisas. Mi vientre se sentía como si hubiera sido
bombeado lleno de combustible caliente e hirviendo. Iba a morir. Era
demasiado. Estaba desparramada, prácticamente desnuda en la tumbona
de un extraño, con mis senos expuestos al aire nocturno, con los pezones
perforados y húmedos, en afiladas puntas, enfriándose por los zumbidos de
los ventiladores de techo. Los dedos que acababan de destrozar
hábilmente un bajo en frente de miles de personas acariciaban mi punto G,
y los juguetones ojos negros de estrella de rock me miraban desde mis
muslos, donde su lengua experta chasqueaba y se burlaba de la barra que
perforaba mi clítoris.
124
Justo cuando sentí que mi dulce liberación comenzaba a construirse,
pude oír el sonido de Hans desabrochando su cinturón y haciéndolo volar.
¡Oh, gracias a Dios! ¡Jódeme, Hansel! ¡Por favor! ¡Fóllame duro!
Su lengua y dedos mágicos nunca salieron de mi coño, mientras que
fácilmente se quitaba sus zapatillas y pantalones holgados. En el instante en
que su boca salió de mi carne, Hans se quitó la camiseta sin mangas y me
recogió en sus brazos en un fluido movimiento. Envolví mis piernas alrededor
de su cintura y mis brazos alrededor de su cuello, con la esperanza de que
me tendría en la tumbona y se hundiría en mí, o mejor aún, aplastaría mi
cuerpo sudoroso y empapado contra la pared de la casa de modo que no
tendría que preocuparme por cualquier chirrido inesperado de los muebles
del patio.
Hans empezó a caminar. La sensación de sus callosas manos
agarrando las mejillas de mi culo y su gruesa y firme polla, descansando en
el interior de mis muslos me tenía contorsionando con necesidad. Le metí las
manos en su sudoroso cabello y chupé sus labios hinchados, que estaban
resbaladizos y picantes de mis propios jugos. Mis sentidos se hallaban tan
abrumados de deseo que ni siquiera noté que Hans me llevaba lejos de la
seguridad del patio cubierto... hasta que sentí el agua tibia entrar en mis
botas. Mis ojos se abrieron de inmediato a la comprensión de que Hans me
llevaba…
Dentro de…
La maldita…
¡Piscina!
Antes de que pudiera gritar o golpear en protesta, empujó su lengua
en mi boca y la cabeza de su enorme polla dura como diamante en mi
coño.
Mi conciencia se hundió debajo de la superficie del agua hasta
donde nuestros cuerpos se unían. Hans era todo lo que podía sentir.
Simplemente no existía espacio en mi conciencia para procesar ansiedad,
miedo, húmedo, seco, caliente, frío, pasado, futuro. Cada sensación estaba
inundada con Hans, y lo quería aún más profundo, en todos los sentidos de
la palabra.
Una vez que estuvimos completamente sumergidos, Hans presionó mi
espalda contra la fresca pared de azulejos de la piscina y me llenó con, no
sólo su palpitante virilidad, sino también a sí mismo. Cada retirada
dolorosamente lenta se sentía como si estuviera pelando otra capa de
separación entre nosotros hasta que ya no éramos dos personas en una 125
piscina. Éramos la piscina. Éramos el interminable y ondulante mar.
Hans rompió nuestro beso el tiempo suficiente para susurrar en mi
cuello—: Te amo.
Las lágrimas me pincharon los ojos. Seguro, Hans me dijo esas palabras
mil veces antes, pero en realidad nunca me permití oírlas hasta entonces.
Hasta esa noche asumí que, “te amo”, era algo lindo que Hans le decía a
todas sus novias, y que tarde o temprano se lo estaría diciendo a alguien
mejor. Pero lo vi en su cara en el estacionamiento. Lo oí en su voz. Y lo podía
sentir con cada empuje de sus caderas. Hans realmente me quería. Y yo
estaba dentro.
Tomé su bello rostro con ambas manos y lo obligué a mirarme. Cuando
finalmente concedió, las pequeñas luces blancas de los árboles detrás de
mí bailaban a través de la superficie brillante de sus ojos, dándome la
sensación de que, a través de esos agujeros negros con delineador y
pestañas oscuras, podía ver directamente el cielo.
Alisé la preocupada V entre sus cejas con mi pulgar y le susurré, sin
romper el contacto visual—: Te. Amo.
Hans apretó mi culo y se metió en mí hasta donde pudo, presionando
su frente en la mía. —Te amo.
Las palabras de Hans fueron más fuertes, insistentes y resueltas que
antes. Resonaron a través de mí, rebotando dentro y fuera de todos los
lugares huecos que nunca logré alcanzar antes, dejando una vibración
satisfactoria en su estela.
Después de un momento de ensueño, Hans lentamente se retiró y
luego se sumergió en mí con más fuerza que antes. Gemí involuntariamente
en su boca.
¡Mierda!
Si mantenía ese ritmo, yo iba a despertar a los dueños de la casa y
seguro a sus cobras mascotas voraces. El siguiente empuje de Hans fue aún
más duro.
¡Ugh!
Me mordí el labio para no gemir de placer mientras tomaba un
puñado de su desordenado cabello negro y murmuraba en su boca—: Te
amo.
Mi sentimiento fue inmediatamente recompensado con un golpe tan
fuerte que el agua se deslizó sobre el borde de la piscina.
Besándome justo debajo de mi oreja, Hans gruñó mientras apoyaba 126
su cadera en la mía. —Te amo.
Abruptamente, Hans apretó el agarre que tenía en mi culo y se quedó
de pie, exponiendo ambos de nuestros torsos desnudos al aire caliente de
la noche. Alcancé detrás de mí y me levanté con mis brazos en la repisa de
la piscina, mostrando mis pechos al chico malo ante mí pero mostrando mi
alma al artista sensible dentro. Hans respondió a mi sumisión tomando mi
anillo del pezón izquierdo entre sus dientes y empujándose completamente
en mí justo mientras mordía.
Fuego.
Podría haberme sumergido en el agua, pero mis riñones, mi corazón y
mis pulmones se sentían llenos de placer. Yo sólo podía retorcerme, follar y
gemir—: Te amo. Te amo. Te amo. —Con cada empuje.
Arqueé la espalda y apreté la cabeza de la polla de Hans con mis
músculos vaginales. Él gruñó en respuesta y se cerró de golpe en mi coño
apretado de nuevo.
Hans se retiró y atacó, más y más rápido, hasta que una vez el espejo
de agua que nos rodeaba se convirtió en una inmejorable ola y una marea
viva de incontenible lujuria que se derramaba sobre los bordes de la piscina
y se entrecruzaba entre las grietas de los azulejos de terracota circundantes.
Con mi pezón derecho entre los dientes, Hans metió la lengua
maliciosamente a través de la sensible carne perforada hasta que mis ojos
retrocedieron y mi corazón se contrajo y mi cuerpo estalló en un volcán de
líquidos seminales y gemidos, maldiciones y lágrimas.
Hans deslizó rápidamente dos dedos mojados en mi boca para
silenciarme y gruñó—: Dios, te amo. —En mi cuello mientras vertía el resto de
sí mismo en mí.
Nos quedamos allí en el agua, con el maquillaje de los ojos corriendo
por nuestras caras, desplomados uno sobre el otro, jadeando en una
maraña de felicidad poscoital hasta que nuestros cerebros pudieron
reconocer y procesar la información externa de nuevo.
¿Cuánto tiempo? Quién sabe. El tiempo no existe en el cielo.
Pero sí sé que, cuando finalmente miré a la casa, algo era diferente.
—¿Um, Hans? ¿Aquella luz estaba encendida antes?
—¿Qué luz? —La cabeza de Hans se levantó bruscamente, y la mirada
que brilló en su rostro tan pronto como vio la iluminada ventana del tercer
piso, fue la respuesta que necesitaba.
¡Mierda! Comencé a abrirme paso a través de la piscina hacia las 127
escaleras, pero rápidamente me di cuenta de que me iba a llevar hasta el
próximo martes con esas bolas de demolición de acero llenas de agua en
mis pies. Caminar por las arenas movedizas en la superficie lunar hubiera sido
más fácil que salir de esa piscina con esos malditos zapatos de cemento.
Ahí es cuando escuché las sirenas.
Afortunadamente, Hans tuvo el tiempo de reacción de un jodido
ninja. Dentro de cinco segundos me recogió y me puso el culo en el borde
de la piscina, se alzó, hizo una carrera loca para el porche cubierto, y volvió
con sus zapatos y agarrando nuestra ropa bajo su brazo tatuado como un
balón de fútbol americano. A pesar de que su rostro era juguetón, Hans no
perdió tiempo en arrastrarme con su mano libre y empujarme en mis botas
de treinta y seis kilos, lejos de ese país mágico y centelleante.
De la mano corrimos a través de los patios de los vecinos en dirección
a mi auto. El sonido de nuestros zapatos zumbando y golpeando la tierra
rebotaba a través de la oscuridad, el silencio y la opulencia que nos
rodeaba. Simplemente oré para que los dueños de las yardas de millones
de dólares que destruíamos estuvieran a la deriva en un ambiente inducido
de un cremoso mar turquesa en algún lugar y no pudieran oírnos
maldiciendo y riendo y aporreando todas sus flores perfectamente cuidados
y aplastando o golpeando accidentalmente una fuente de agua o
golpeando nuestras cabezas en sus campanillas de viento.
Con cada respiración caliente, húmeda y en estado de pánico, pero
exaltada que aspiré, las sirenas que se acercaban se hicieron más fuertes.
Por último, el Mustang pareció a la vista. Hans y yo caminamos de puntillas
por el lado lejano del castillo, en el que estaba estacionado adelante y
miramos alrededor para ver si la costa se hallaba despejada.
Miré a Hans y cerré exageradamente mi brazo en un puño en lo que
esperaba que fuera la señal universal de los espectáculos de televisión de
la policía, para que esperara. Él esperó al lado de la casa mientras corría a
través del patio delantero, recordando en el camino que encerré mi bolso
en el maletero y até la llave de mi auto a uno de mis botines desde que
llevaba un vestido sin bolsillos al concierto esa noche.
¡Gracias Jodido Dios porque todavía tenía mis botas! Si Hansel las
hubiese desatado y se las hubiese llevado antes de nuestra pequeña cita
en la piscina, ¡esa llave podría haber estado en cualquier parte!
Lancé mis dieciocho kilos de pie y lo apoyé en la repisa de la ventana
del lado del conductor. Aunque seguía en topless, al menos todavía tenía
mi tanga roja, que de alguna manera volvió a su lugar durante mis
quinientos metros. Inexplicablemente, la comprensión de que mi vagina no
estaba pasando el rato mientras me paraba en medio de la calle con una
pierna hacia arriba, el agua saliendo de mi bota, mientras hurgaba en la 128
puerta mi auto a las tres de la mañana, me hizo sentir cerca de un mil por
ciento mejor sobre la situación. Quiero decir, prácticamente usaba un bikini
entero. Simplemente perdí la parte superior.
No hay problema, oficial. Estoy segura de que este tipo de cosas
suceden todo el tiempo.
¡Finalmente!
Abrí la puerta y pulsé el botón de desbloqueo mientras me zambullía
dentro. Observé asombrada cuando la desnuda y musculosa silueta de
Hans caminó por el patio hacia mí. Sabía que había jugado al fútbol cuando
iba en la secundaria, pero con ese físico y su velocidad, podría haber sido
un profesional.
¿Podría este hombre ser más perfecto?
Justo cuando cerró la puerta de golpe, mi espejo retrovisor se iluminó
con luces azules intermitentes.
Me di la vuelta para mirar detrás de nosotros y soltar un suspiro de alivio
cuando vi que el auto de policía se detuvo en frente de la McMansion y no
justo en mi baúl. Aunque se hallaba estacionado por lo menos a una cuadra
de distancia a la sombra de un enorme árbol de magnolia, todavía no
quería llamar la atención sobre el sospechoso Ford 1996 dando tumbos en
la acera, en un evidente garaje donde se guardaba un auto importado que
se conducía en ese tipo de vecindario, así que Hans y yo simplemente nos
deslizamos en nuestros asientos y decidimos esperarlos.
Aunque estábamos desnudos y escondidos de la policía, Hans me
lanzó una sonrisa confiada de estrella de rock y extendió la mano para rozar
mi mejilla con su pulgar. —Eso fue increíble.
—La mejor noche de mi vida —murmuré, rápidamente apartando la
mirada mientras un calor familiar se deslizaba en mis mejillas.
Gracias a Dios estaba demasiado oscuro para que me viera
ruborizarme.
Hans era tan, tan jodidamente sexy. Había estado tratando de jugar
con calma y mantener mi distancia emocional de él durante todos estos
meses porque sabía que simplemente no existía manera de que este
hombre pudiera verme como yo lo veía, me amaba de la manera que
temía que lo amaba, o ser fiel a mí por el resto de nuestras vidas.
Y ahora que me sentía vulnerable y expuesta (literalmente), apenas
podía mirarlo a los ojos por temor a lo que podría encontrar allí. ¿Sería
simplemente otra fan enamorada de él ahora que sabía que me tenía?
¿Habría terminado la persecución?
Ya había empezado a llorar la muerte inminente de mi relación 129
cuando Hans inclinó mi barbilla hacia él, obligándome a devolverle la
mirada.
—Ahí estás —dijo con esa sonrisa de firma—. Pensé que te había
perdido por un minuto.
Ummm…
Mirar ese rostro de ensueño era como una sobredosis de calmantes.
La familiar niebla de calma y alegría que usualmente sentía cada vez que
me encontraba cerca de Hans nubló el auto hasta que ni siquiera podía
recordar por lo que estuve tan preocupada. Justo en ese momento, oí el
ruido de la puerta de un automóvil cerrarse de golpe, y recordé muy rápido
por lo que debería preocuparme.
¡Los malditos policías!
Saqué mi vestido de la pila de ropa en el regazo de Hans, cuyos ojos
humeantes ahora permanecían pegados a mi espejo lateral y lo empujé
sobre mi cabeza. Por desgracia, no pude atar la parte superior del cuello
desde mi posición fetal bajo el volante, pero al menos mi mitad inferior
estaba cubierta. Por supuesto, el Oh-tan coordinado Hans logró resbalarse
los pantalones sin apartar los ojos del espectáculo que se desarrollaba
detrás de nosotros.
Curiosa por ver lo que Hans miraba tan seriamente, salí de mi
escondite y me incliné sobre la consola central para echar un vistazo a su
espejo. En mi camino, me distraje momentáneamente con el torso desnudo
y tatuado de un bajista alto y delgado que se desplomó en mi asiento del
pasajero. Su piel lucía húmeda y caliente y olía a cloro, trayendo a mi
atención al hecho de que yo estaba también topless.
Maldita sea. Si pudiera inclinar ese asiento todo el camino de vuelta
muy rápido...
¿Dónde estaba? Oh sí.
Sacudí mis hormonas y apoyé mi mejilla en el pecho de Hans para que
pudiera ver lo que pasaba en su espejo sin sentarme y descubrir nuestra
cubierta. La patrulla todavía tenía sus faros encendidos, y un oficial de
policía parecía listo al volante.
Mierda.
El policía que había estado de copiloto se hallaba ahora de pie en la
puerta de la McMansion, hablando con un hombre de mediana edad que
llevaba un albornoz. No podía distinguir mucho a esa distancia, pero veía al
dueño de casa levantando un dedo enojado y apuntando directamente a
mi auto. 130
—¡Vamos! —gritó Hans, que me impulsó a mecánicamente pisar el
embrague, arrancar el motor, y salir de allí, todo sin encender mis luces.
¡Mierda, mierda, mierda!
Por suerte, conduje a través de ese barrio buscando estacionamiento
gratuito suficientes veces para conocer un camino alternativo. Las sirenas
gritaron a la vida en el instante en que me alejé.
Oh, Mi Jodido Dios.
Mi cuerpo operaba esa máquina solo con memoria muscular,
mientras mi conciencia abandonaba completamente el barco y giraba en
espiral en un millón de diferentes terribles direcciones.
Veamos. ¿Dónde empezar? Evadir a la policía, exposición indecente,
invasión, estar en posesión de una falsa identificación, consumo de alcohol
por menores de edad, participar en un acto sexual público, molestar la paz,
velocidad...
Lo que pensé que iba a pasar a la historia como la experiencia sexual
más gloriosa de mi vida ahora la recordaría para siempre como La Noche
En Que Me Violaron en la Cárcel. Aunque nunca he oído hablar de violación
de mujer a mujer, yo era una adolescente de bajo peso que fue criada por
hippies pacifistas. No tenía habilidades de autodefensa (aparte de torcer
torpemente mis botas de diez toneladas con punta de acero en dirección
general de otras personas), y mi única ropa interior esa noche era una tanga
roja húmeda. Si hubiera un candidato de primer orden para ser violada por
una mujer, esa era yo.
Giré a la derecha en la primera calle a la que llegué, pisoteando el
acelerador a medio camino para aumentar la velocidad lo más rápido
posible.
Aprendí a manejar rápido cuando salía con Harley. Había una
urbanización abandonada en la calle de la casa de su madre, donde la
gente solía correr. Todo el mundo lo llamaba La Vía porque las calles habían
sido pavimentadas, pero ninguna casa fue completada antes de que el
constructor despareciera. Y porque no era técnicamente una propiedad
privada o pública, podíamos volar sin que los policías nos jodieran.
Siempre que lo empujaba demasiado y tiraba una pataleta o algo así,
Harley solo llamaba a sus palurdos compañeros del taller donde trabajaba,
y ellos salían con sus enormes camiones, sus faros, sus cervezas heladas y
arreglaban esa mierda mientras cantaban canciones de David Allan Coe
como si estuviéramos todos en una versión de Blancanieves Basura blanca
y los Siete Campesinos. Gracias a ellos, ahora tengo las letras de “No Me
Muerdas La Polla”, “Pequeña Susie Garganta Poco Profunda” y “Manchas
De Semen Sobre La Almohada” tatuados en mi cerebro. 131
Pero también sé cómo frenar una esquina sin girar.
De hecho, ese recuerdo en particular parecía tranquilizarme los
nervios. Mi conciencia regresó, y decidí presionar el botón de reproducción
en “You Never Even Call Me by My Name” por un poco de nostalgia.
“Estaba borracho... el día que mi madre... salió de la cárcel...”
Solo finge que regresaste a La Vía, B. Solías hacer esto todo el tiempo.
Era divertido. Te estás divirtiendo.
Sobre el límite en segunda marcha, frené bruscamente justo antes del
siguiente giro para transferir un poco de peso a mi frente antes de cortar la
rueda. Tan pronto como me encontraba a la mitad de la curva y mis
revoluciones por minuto estaban a unos perfectos trescientos cincuenta,
golpeé el acelerador y tomé la recta, cambiando a tercera en cuestión de
segundos.
—¡Maldición, Bumblebee! ¿De dónde demonios salió eso?
Era la primera cosa que Hans pronunció desde que salimos
disparados, y pude oír la sorpresa en su voz. Levanté la mirada y encontré a
mi novio estrella de rock agarrar la Barra de Ay, Mierda (realmente no sé
cómo se llama el mango que cuelga del techo en los autos. En el sur la gente
simplemente lo llama la Barra de Ay, Mierda) con una mano y la consola
central con la otra, una mirada de shock y asombro en su rostro. Fue todo el
estímulo que necesitaba.
Después de pasar casi un año sintiéndome inadecuada en torno a
este hombre, finalmente encontré una forma de dejar mi huella, separarme
de las hordas de zorras que derribaban la puerta de Hans. Podía conducir
este maldito Mustang, y podía hacerlo en topless. Mi conciencia aumentó
el volumen:
“Y fui... a recogerla... en la lluviiiiiaaaaaa...”
Lo llevé al límite otra vez y empujé a través de la última vuelta en el
barrio. Todavía podía oír las sirenas justo detrás de mí y ver el reflejo ocasional
de una luz azul de una casa o una señal de la calle, pero logré mantener
suficiente distancia y vueltas entre nosotros que la policía no fue capaz de
obtener una visual sobre mí.
El siguiente giro nos salvaría o nos destrozaría.
“Pero antes de que pudiera llegar a la estación de
camioneeeessssssss...”
Si pudiera salir del vecindario y entrar en la carretera sin tener que
parar, estaríamos en casa libres. Podría tenernos escondidos en el
estacionamiento del club dentro de diez segundos. Me bajé hacia la 132
segunda y contuve mi aliento cuando nos acercamos a la intersección.
Por favor que esté despejado, por favor que esté despejado, por favor
que esté despejado...
“¡Ella fue atropellada por un maldito viejo treeen!”
—¡Está vacío! ¡Está vacío! ¡Vamos, vamos, vamos! —Hans se hallaba
en el borde de su asiento, mirando a la izquierda y a la derecha y a la
izquierda otra vez, asegurándose de que no estuviera a punto de matarnos
a los dos.
¡Ja!
Aplasté el acelerador con los dieciocho kilos de acero mojado y cuero
atado a mi pie derecho y fui recompensada con un grito satisfactorio de mi
bien gastado BFGs (eso es lo que los campesinos llaman neumáticos BF
Goodrich) y una visión aún más satisfactoria de la cabeza de Hans siendo
golpeado hacia atrás en el reposacabezas por la aceleración.
Encendí los faros mientras corría hacia la entrada del estacionamiento
del club, a poco más de una cuadra de distancia. Unos cientos de metros,
y nosotros estaríamos libres.
Doscientos, cien…
Hans estaba ahora completamente girado en su asiento con los dos
puños apretando el reposacabezas y con sus amplios y excitados ojos
explorando la extensión detrás de nosotros por cualquier señal de la patrulla
policial. Me mordí el labio justo a tiempo para aplastar la petulante y muy
satisfecha sonrisa que amenazaba con destruir mi calma, tomé una
respiración profunda, e hice la última vuelta en el estacionamiento,
chirriando los neumáticos un poco sólo para el espectáculo. En el instante
en que los cuatro neumáticos salieron de la autopista, apagué los faros y
entré en el primer lugar de estacionamiento disponible que pude ver.
Hans estalló en un ataque de histeria, golpeando el reposacabezas
con sus puños y gritando—: ¡¡¡WOOOOOO!!! —Como si estuviera gritando en
un estadio lleno.
Nunca vi a alguien tan excitado en mi vida.
En el momento en que apagué el motor y me volví hacia él, Hans tenía
sus gigantes manos alrededor de mis hombros y prácticamente me sacudía
como una muñeca de trapo.
»¡Mierda, Bumblebee! ¡Los perdiste! ¡Tú, hija de puta, los perdiste! —
Una sonrisa maníaca le partió la cara—. ¡Te convertiste en la puta Angelina
Jolie de Sesenta Segundos allá atrás! ¿Dónde mierda aprendiste a conducir
así?
133
Siempre distraído, vi los ojos de Hans deslizarse hasta mis senos aún
expuestos en medio de su pensamiento, y extendió impulsivamente la mano
para acariciar uno de los anillos de mi pezón. Al oír mi jadeo, Hans me miró
de nuevo, como si acabara de recordar dónde estaba.
Sacudió la cabeza y continuó con un tono más serio—: Esa fue la cosa
más sexy que jamás haya visto en mi vida.
Antes de que pudiera formular una respuesta a toda esa adulación,
me encontré pegada a la puerta del lado del conductor cuando un metro
con noventa centímetros de alto, oscuro y tatuado devastaba mi boca,
cuello, todavía desnudos pechos, y el coño aún hinchado con cada
apéndice de su arsenal. Nunca había visto a Hans tan voraz.
Y saber que yo le hice eso me hizo sentir como si fuera especial
después de todo. Tal vez, sólo tal vez, tenía cosas que ofrecerle que otras
mujeres no.
A partir de ese día, cada vez que mis viejas e inseguridades familiares
levantaban sus feos pechos planos, simplemente sacaba ese brillante
recuerdo de mi bolsillo y lo frotaba como un talismán hasta que todos los
sentimientos de auto-desprecio se derritieran en un resplandor de luces
centelleantes y agitando las negras aguas y sus susurrados “Te amo” y
actividades de alta velocidad con finales felices.
ESTABA EN UN SÓTANO,
RODEADA POR
EXTREMIDADES FANTASMAS
Q
uerido Diario, 134
Entonces… podría haberme dejado llevar un poquito con mi
última entrada llamada DSPQKNNPLJ. Y realmente empezaba
a disfrutar nunca haber sido golpeada en la cara, también.
No intento aligerar la violencia doméstica ni nada, pero sabes cómo
de vez en cuando oyes hablar de una perra loca que fue golpeada por su
novio/marido/novia, y piensas, Bien. Esa zorra se lo tenía merecido.
¿No?
Bueno, ¿adivina qué, Diario? Muy pronto, voy a ser esa persona en tu
vida. Voy a ser la persona que te hace cuestionar toda tu moralidad sana
porque cuando Ken lea esa última entrada y rápidamente me patee hasta
el cansancio, vas a pensar: “Buen trabajo, Ken. Espero que la golpearas en
su mal oliente coño de puta”.
Entonces, vas a tener que ir a la iglesia y decir, como, un trillón de Ave
Marías para deshacerte de la culpa y desperdiciar tu domingo entero
directo con el Señor de nuevo. Por lo tanto, básicamente, debo a todo el
mundo una disculpa, incluyendo a Dios y especialmente a mis hijos, que
probablemente serán puestos bajo custodia protectora con toda la
violencia doméstica a diestra y siniestra en nuestra casa.
Incluso podría valer la pena si esa entrada hubiera sido cierta. En
realidad, el mejor sexo que he tenido fue significativamente más frío, más
sucio, y mucho más cuevoso. Más que un lujoso, mágico, país de las hadas
en el caluroso calor del verano, el acto se llevó a cabo en un sucio suelo de
linóleo, paneles de madera… en una cama cubierta de polvo y
excrementos de ratón… en lo peor del invierno. Y en vez de estar envueltos
por la majestuosidad de un millón de luces parpadeantes, estábamos
rodeados por los compañeros de banda de Hans que con esperanza
dormían, quienes se hallaban dispersos por todo el piso.
Después de la mayoría de sus espectáculos, Hans y el resto de sus
compañeros de grupo de Phantom Limbs se dirigirían a la barraca del padre
campesino ilegítimo del cantante líder para pasar por la noche. (Trip, que
era el diminutivo para su nombre artístico, XXX, heredó cada pedacito de su
personalidad pervertida de su padre. La primera vez que fui a la casa de su
padre el hombre tropezó encima, apestando a licor marrón y asquerosidad,
me guiñó un ojo, entregándole a Trip una pequeña linterna. “En caso de que
las cosas se vuelvan extrañas”. No jodaaas).
Exhaustos de un espectáculo particularmente increíble y borrachos
más allá de lo posible, los chicos se arrastraron en el sótano uno por uno y
casi que se desmayaron en el momento en que sus rostros se encontraron
con el piso de linóleo. Excepto para Hans.
Verlo actuar siempre me excitaba, pero en esa noche en particular 135
me sentía hambrienta. No podía mantener mis manos fuera de él en el auto
en el camino a la casa del papá de Trip, y una vez que llegamos la única
cosa en cualquiera de nuestras mentes era terminar lo que comenzamos en
el paseo.
En el momento en que llegamos al sótano el lugar parecía una escena
del crimen. Los cuerpos inconscientes se esparcían por la habitación como
si una bomba hubiera sido detonada cerca. No existía rima ni razón de por
qué los chicos aterrizaron donde lo hicieron, especialmente teniendo en
cuenta que dejaron la cama en la esquina de la habitación sin tocar. Tenía
un montón de cajas y mierda apiladas encima, así que quizás a través de su
estupor inducido por la cerveza sólo parecía demasiado trabajo.
Hans y yo caminamos de puntillas sobre sus compañeros de la banda
roncando en nuestro camino a la cama, quitando los escombros, y nuestra
ropa, lo más rápido posible. En cuestión de segundos nos unimos bajo el
cubrecama de pesadilla hecho de lana, tratando de ser silenciosos. La
cama era chirriante, así que tuvimos que movernos lentamente y
deliberadamente. Prestamos atención a nuestra respiración, nuestro ritmo,
cada sonido, cada movimiento. Aunque parecía al principio como un dolor
en el culo, todo ese cuidado e intención nos hicieron estar más presentes.
Cada exquisito empuje se sintió más significativo. El tiempo se movía
fraccionadamente, si es que lo hacía, y cada vez que regresábamos, dos
pequeñas palabras parecían escapar en un suspiro, a pesar de nuestros
mejores esfuerzos para callar. La cama parecía condenada. Hans y yo
estábamos envueltos en un vientre de seda de amor que desnudaba el
alma, y trascendía a nuestro escaso ambiente lleno de motas de polvo.
Me gusta pensar en esa experiencia de la forma en que la gente
describe la primera vez que fuman crack. Dicen que la primera vez es
siempre la mejor, ¿verdad? Así que tal vez el amor es como cualquier otra
droga. Tal vez la razón por la que no he experimentado esa mágica
sensación de burbuja de amor interconectada desde esa noche en el
sótano es porque estoy simplemente condenada a perseguir estar drogada
por el resto de mi vida. No importaría con quién acabara, un pescado frío,
flaco o un artista sensible.
Pero, en el fondo, sé que no es cierto.
Podría tener ese sentimiento de nuevo. De hecho, cada vez que cierro
los ojos y vuelvo a esa noche, lo siento. No es una elusiva droga que estoy
persiguiendo. Es accesible. Simplemente recordando cómo la luz ambiente
de la habitación hacía que los ojos azules grisáceos de Hans se abrieran en
charcos líquidos de mercurio, la forma en que mis manos se deslizaban sobre
su torso tatuado y encontraban un hogar en su cabello negro rebelde, la
forma en que sus labios acariciaban mi oído como alas de mariposa
mientras susurraba las palabras “Te amo”. Tiene esa combinación exacta de 136
feromonas y endorfinas en cola y lista para salir… para nada.
Cada vez que intento iniciar una descarga de amor así con Ken,
simplemente lanza sus manos hacia arriba y da un paso hacia atrás, como
si le acabara de arrojar una serpiente de cascabel en vivo y a todo color. Es
como si fuera un extra en CSI: Miami. También podría haber un contorno de
tiza alrededor de su cuerpo, mientras que tenemos, no, mientras yo tengo
sexo.
Si Ken sintiera una puta emoción de vez en cuando, hiciera un
pequeño contacto visual, acunara mi cara en sus manos, presionara su
frente a la mía, dijera algo dulce, ni siquiera buscaba frases completas. Él
podía jodidamente golpear un “eres hermosa” en mi culo en código Morse
si realmente es tan insoportable para él expresarse en voz alta, toda la
entrada habría sido sobre él. En realidad, esa entrada ni siquiera existiría. No
habría sido necesario. Seriamos John y la jodida Yoko. De hecho, la única
vez que saldría de la cama sería para ir a rellenar otra receta de antibióticos
debido a todas las infecciones de tracto urinario inducidas por el sexo que
estaría recibiendo.
La total e innegable falta de pasión a un lado, todavía adoro hasta la
mierda a Kenneth Easton. De hecho, es mi persona favorita de todos los
tiempos. Creo que incluso me gusta más que nuestros hijos.
Simplemente me acepta y me apoya y silenciosamente va haciendo
que todos mis sueños se hagan realidad sin la necesidad de la afirmación o
gracias de cualquier tipo. Es el tipo de hombre que espera para comer hasta
que todos estén sentados; que permanece parado en el tren, no importa
cuántos asientos estén vacíos; que dobla la ropa simplemente porque
necesitaba ser doblada; y que siempre me deja elegir el restaurante. A pesar
de su inherente sentido de responsabilidad y cortesía, Ken también maldice
como un marinero (incluso frente a los niños, y no sólo nuestros hijos,
tampoco) y nunca deja de dispararme una frase listilla siempre que
reconozco alguno de sus graciosos gestos. Y, de alguna manera, se las
arregla para ser el hombre más guapo y más humilde en cualquier
habitación.
Quiero llevarlo conmigo a todas partes. Quiero que vivamos cien años
y muramos al mismo tiempo. Quiero que mezclen nuestros restos cremados
juntos, nos arrojen a un río, y observen nuestras cenizas mezcladas
arremolinarse como crema de café todo el camino hasta el océano. Quiero
que nuestras almas (de acuerdo, mi alma y la suya, lo que sea que tenga,
¿sistema operativo?) se encuentren en el otro lado tan pronto como sea
posible para que podamos enamorarnos y hacer más bebés y hacerlo todo
de nuevo.
137
Yo también quiero que me mate a punta de polvos.
Ken me ha ofrecido una vida hermosa, llena de seguridad y risas,
conversaciones inteligentes y lunas de miel en París y niños bien educados
con mucha concentración y narices lindas y realistas y planes de retiro y
manos con linda manicura. Sólo deseo que los orgasmos coincidan con las
cortinas, si sabes a lo que me refiero. Y me gustaría que las cortinas tuvieran
mi nombre tatuado en ellos en algún lugar muy visible y descaradamente
poco profesional.
¿Es eso mucho pedir?
HANSEL Y METAL
E
ntre su estatura, su estructura ósea, su rebelde cabello negro y su
gigantesca polla inclinada, Hans podría haber sido un doble de
cuerpo para Tommy Lee en esa película sexual con Pamela
Anderson, si no fuera por todas las discrepancias en los tatuajes, eso es. Era
un alma sensible y romántica, camuflada por el cuerpo y el atuendo de un
bajista de metal pesado de un metro con noventa y cinco centímetros con 138
un agudo caso de Trastorno de Déficit de Atención. Dios Lo Bendiga, como
he escogido llamarlo, podría haberme arruinado para todo el mundo.
Ese hijo de puta me diría que era hermosa todos los días, con
sinceridad y contacto visual, y una suave caricia a mi mejilla con sus
gigantescas manos callosas. Me compraría grandes y ostentosos ramos de
flores sin motivo alguno. Sostendría mi mano en público. Pintaría mis uñas de
los pies mientras mirábamos Sex and The City. Y cada vez que el Sr. y la Sra.
Oppenheimer salían de la ciudad, Hans arrastraría un televisor en su
opulento baño principal para poder empaparse del esplendor en forma de
almeja de su tina de jardín mientras Leeloo y Korben Dallas46 se enamoraban
de nuevo.
Hans también era tan distraído e impulsivo como lo describí en esa
entrada de diario de mierda que dejé para que Ken encontrara. De hecho,
la parte sobre él desviándose fuera del curso debido a un manojo de luces
centelleantes se basó en acontecimientos reales. Era una noche de verano
húmeda, muy parecida a la de la historia, y conducíamos a través de una
presa cercana a la casa de los padres de Dios Lo Bendiga. Antes de que
pudiéramos llegar al otro lado, DLB golpeó los frenos, empujó su antiguo
BMW hasta la cuneta del puente, me sacó del auto y nos dejó a ambos en
la barandilla, haciendo su patentado movimiento gírame-en-el-aire-y-
141
PAROLAVERSARIO
Q
uerido Diario,
Creo que mi esposo podría acabar de hacerme el amor.
Espera, déjame marcarlo en mi calendario. No quiero olvidar
esta mierda. Cada año a partir de ahora, el veinte de diciembre va a ser
oficialmente el Parolaversario de BB y Ken. Dejaré a los niños en la casa de
mis padres, prepararé una cena encantadora, y luego Ken y yo nos 142
sentaremos con la cabeza inclinada en silencio recordando la vez en que
no se comportó como un pez frío y blando durante el sexo. Nuestro
Parolaversario anual me mantendrá en marcha. Me sostendrá.
Ken miraba un partido de fútbol en la cama, como de costumbre,
cuando decidí romper el protocolo y abrir mi propio camino a través de la
Montaña de la Castidad: la joroba tamaño persona real que se ha formado
en medio de nuestro colchón gracias a la total carencia de acurrucarnos
abrazados y otras actividades divertidas en el centro de la cama, hacia el
lado de Ken de la colina. Alzó el brazo para dejarme entrar, pero no hizo
más concesiones. Ken obviamente solo me seguía la corriente, pero yo
estaba teniendo un momento, y él iba a conseguir caricias si le gustaba o
no.
Más temprano ese día, Sara (la Doctora Snow para ti) acababa de
explotar mi mente revelando que acababa de acostarse con un tipo con el
que solíamos trabajar, que por casualidad estaba casado. No enloquecía
porque se hubiera follado a un hombre casado. Sea lo que sea, es soltera, y
en mi opinión, donde un hombre casado pone su pene es su problema.
Enloquecía porque este tipo en particular era la última persona en el planeta
Tierra que habría esperado engañaría a su esposa.
No me sentpia preocupada de que Ken fuera infiel. Seamos honestos.
No puede manejar la cantidad de sexo y afecto que tiene en su vida tal
cual es. Seguro que no va a ir a buscar más. Si alguna vez fuera a atrapar a
Ken saliendo a mis espaldas, sería para que pudiera pasar más tiempo solo,
probablemente en una habitación de motel en mal estado con el aire
acondicionado encendido, las cortinas cerradas y Sports Centers en un
glorioso circuito ininterrumpido.
No, mi malestar con la situación tenía que ver con mi propio
comportamiento. De repente me pareció muy importante tranquilizar a Ken
sobre que nunca, jamás, tendría relaciones sexuales con otro hombre,
independientemente de las obscenidades que escribía en mi diario. Todo lo
que quería era que este pequeño proyecto de escritura mío alentara a Ken
a intensificar su juego, pero de repente me di cuenta de que podría estar
empujándolo lejos.
Así que ahí estaba yo, con la cabeza en el pecho de Ken, llorando por
lo mucho que lo amaba, mientras él miraba por encima de mi cabeza hacia
la pantalla brillante detrás de mí. Cuanto más hablaba sin recibir un apretón
como respuesta, me hice más consciente. Eventualmente, suspendí el toque
de mis caricias y me entregué al hecho de que los Halcones de Atlanta
ganaron de nuevo, no el juego, sino la guerra.
Justo cuando me acomodaba en una espesa y reconfortante niebla
de resignación, Ken inesperadamente levantó sus caderas y se quitó sus 143
calzoncillos en un movimiento fluido. No tenía idea de lo que pasaba. Yo
siempre duermo desnuda, pero Ken necesitaba el cinturón de castidad de
algodón adherente de sus calzoncillos para sentirse seguro.
La siguiente cosa que supe, es que estaba siendo rodada sobre mi
espalda, y la boca de Ken se hallaba en todas partes. Su duro y desnudo
cuerpo se presionaba a lo largo del mío. Sus manos encontraron las mías y
las apretaron fuertemente por encima de mi cabeza. Sus piernas buscaban
entrada entre las mías, y su erección dura como una roca se frotaba
agresivamente contra mi hendidura repentinamente húmeda mientras me
bañaba los hombros, el cuello y la mandíbula de besos y mordiscos de amor.
¡¿¡¿Qué mierda?!?!
¡Ni siquiera lo toqué! Por lo general, se necesitarían diez minutos de
preliminares para conseguir que este tipo se pusiera duro, y luego sería yo
quien lo guiaría sobre su espalda.
Me quedé tan atónita que olvidé devolverle el beso por unos
segundos. Sólo me quedé allí, tratando de procesar lo que sucedía.
Oh, mi Dios... ¡Ken consiguió su primera emorección!
Una vez que por fin me deshice de la conmoción inicial, deslicé mis
manos del agarre de Ken, agarré su rostro y lo jalé a mi boca. Sus manos, de
repente vacías, estuvieron entonces libres para tirar suavemente de mi
cabello, deslizarse por los costados y trazar círculos lentos y tortuosos
alrededor de mis pezones mientras seguía frotándose contra mi suave e
hinchada carne. Justo cuando sentí la firme punta de su polla a la altura de
mi abertura, Ken levantó la cabeza y me miró con tanta calidez y reverencia
que casi no lo reconocí. Era como si hubiera sido secuestrado por un
usurpador de cuerpos.
Plantando mis pies firmemente en la cama, levanté mis caderas hacia
él y acepté el amor de Ken. Él no podría decirlo con palabras, como yo lo
hice, pero me hizo sentirlo. Posiblemente por primera vez, mi marido me hizo
el amor.
Por desgracia, la intensidad lo abrumó por completo y se vino en
pocos minutos, pero incluso eso fue crudo y apasionado y solo proporcionó
pruebas adicionales de que Ken realmente fue superado... por una
emoción. Así como el goteo del agua desgasta incluso la más dura de las
piedras, después de diez años de poemas y de pinturas y charlas sobre la
almohada y del cariño no correspondido, finalmente me abrí paso.
Me sentí como si estuviera en una de esas películas donde el
personaje principal se encontraba sentado fielmente junto a su compañero
en coma, noche tras noche sin dormir, desafiando a todos los que dijeron
que era inútil. Excepto que el único que me decía que no tenía esperanzas 144
por aquí era Ken... cada vez que se alejaba de mí cuando trataba de
acurrucarme con él en la cama, cada vez que él doblaba uno de mis
pequeños poemas de amor caligrafiados y lo empujaba en su bolsillo con
un “gracias, hombre”, cada vez que me golpeaba el trasero cinco segundos
después de venirse.
Ken estuvo en un coma emocional durante diez años, y algo que yo
dije la noche anterior lo despertó. Podría escapar de mí de nuevo, pero
ahora, tenía esperanza.
Y cada año el veinte de diciembre, me aseguraría de que, aunque su
emorección podría haber desaparecido, nunca sería olvidada.
CUIDE SUS MUSLOS
H
ans solía tener emorecciones todo el tiempo. Todo lo que tenía
que hacer era decirle que lo amaba y estaría tan duro como
un diamante. Era mi primer compañero de cuarto y, al principio,
me encantaba jugar a la casita. Decoré las paredes con mis pinturas y llené
los cajones de la cocina con diversos aparatos y cubiertos que robé de la
casa de mis padres o del departamento de electrodomésticos de Macy's 145
en donde trabajaba a tiempo parcial.
Simplemente no me gustaba cómo Hans no podía conseguir poner su
vida en orden como para ayudarme a pagar por el lugar, limpiarlo, o
después de unos meses, llegar a casa en absoluto.
Resulta que Hans estuvo pasando los fines de semana soplando coca
y perdiendo todo su dinero en el club de desnudistas calle abajo. Después
de descubrir que él también reprobó todas las clases de la universidad en
las que lo inscribí y que perdió su trabajo sin decirme, por fin volteé la mierda
sobre su fiesta, y, ¡tuvo la audacia de romper conmigo!
Bueno, al día siguiente en el trabajo, me sentía tan perdida que con
lágrimas en los ojos finalicé mi turno en la mitad, arrebaté un montón de
cajas del almacén de Macy’s en mi salida, y decidí correr a casa y
dramáticamente mover toda mi mierda mientras Hans se encontraba...
donde carajo fuera que estuviera durante el día. Cuando entré en mi lugar
habitual frente a nuestro edificio, el viejo BMW negro de Hans ya estaba allí,
con una llanta en la acera, las ventanas a medio camino y las llaves en el
contacto.
¡Maldita sea! ¡Claro que se hallaba en casa! ¡Es el mediodía de un
martes! ¿Dónde más estaría? ¡Obviamente ni en el trabajo o en la escuela!
Hasta ese punto en mi vida, solo ecperimenté dos tipos de rupturas, el
tipo en el que tu novio se convierte en un acosador violento y terrorista y el
tipo en el que simplemente dejan de contestar el teléfono y se van.
Caminaba en aguas desconocidas. Y mientras me sentía mil por ciento
segura de que Hans nunca haría daño físico a otro ser humano, estaba a
punto de descubrir que no podía decir lo mismo de mí misma.
Tan pronto como abrí la puerta, dos cosas inmediatamente me
llamaron la atención: dos botas. Ambas eran negras. Ambas eran de tacón.
Y ambas se hallaban apiladas en las escaleras. Las escaleras que llevaban
a nuestro maldito dormitorio. Me bloqueé. Físicamente. Mentalmente.
Digestivamente. Mi primer instinto fue vomitar mi bazo en esa bota de cuero
sintético barata, pero nunca tuve la oportunidad porque mi cuerpo venció
mi estómago y mi cerebro subió las escaleras.
En el momento en que mi conciencia pilló lo que se desarrollaba allí,
ya había pateado la puerta de nuestra habitación, arrancado las sábanas
de la cama, y empecé a gritar—: ¡Salgan de la maldita cama! —Mientras
golpeaba a la chica gótica repetidamente en sus piernas desnudas.
Una vez que mi conciencia fuera de forma finalmente entró en el
dormitorio, jadeando, resoplando y deteniéndose para encender otro
cigarrillo, vi el asalto ocurriendo como un espectador inocente, pensando
distraídamente, ¿realmente, B? ¿El muslo? Es una elección rara, ¿no crees?
Supongo que fue la primera parte de su cuerpo en la que pude poner
146
mis manos. No sé. Al menos no la mordí.
Desafortunadamente, antes de que pudiera elegir un lugar más
conservador para golpear a la chica gótica, Hans saltó de la cama, me
arrastró hasta el pasillo, bloqueando a chica gótica dentro de nuestro
dormitorio al salir y me acompañó a la sala de estar. Después de arrojarle el
mando a distancia, un cenicero de cristal de dos kilos, también robado de
mis padres y todos nuestros posavasos de cerámica en su cabeza como
actriz china, finalmente me quedé sin munición y simplemente me fundí a
gritos, oscilando e hiperventilando en el sofá.
Eventualmente, a través del sonido de la sangre y la bilis, así como mis
propios gritos, lentamente comencé a distinguir el mantra tranquilo y
repetitivo de Hans.
—No pasó nada. No sucedió nada, Bumblebee. Lo juro. No pasó
nada.
Cuando finalmente me calmé lo suficiente para procesar estímulos
visuales de nuevo, me di cuenta de que Hans llevaba bóxers y una camiseta.
(Por lo general, dormía desnudo). Y cuando mentalmente repetí mi asalto a
Chica Gótica, ella estuvo usando una de las camisetas de Hans y un par de
bóxers, también.
Maldita sea.
Hans explicaba mientras yo temblaba, sorbía por la nariz y fumaba
uno tras otro en el sofá, que había ido a un bar después de nuestra gran
pelea la noche anterior, se emborrachó y le pidió a Chica Gótica que fuera
su hombro para llorar. (Él siempre fue un poco blandengue)
Evidentemente, Chica Gótica acababa de romper con Chico Gótico,
así que decidió ir hasta el bar y ahogar sus penas también. Ella terminó
quedándose en nuestro lugar porque se encontraba demasiado borracha
como para volver a casa. (Basado en el trabajo de Hans en el
estacionamiento, él también lo estaba).
En realidad, quería que hubieran tenido relaciones sexuales para
poder justificarme en mi furia, pero sabía que Hans decía la verdad. No
hacía sentir mejor que corriera a los brazos de otra chica apenas horas
después de nuestra ruptura, pero me hizo sentir como una psicópata aún
más grande por todas las bofetadas de los muslos.
Eventualmente, Chica Gótica salió de puntillas de la seguridad de su
pequeña jaula, y lloramos y fumamos juntas en el sofá mientras Hans
paseaba alrededor, viéndose perdido. Una vez que me desahogué, les pedí
a ambos que se fueran para que pudiera continuar con el embalaje de mi
mierda en paz. Entonces destrocé ese maldito agujero en la pared tan mal
que hubieras pensado que trataba de impedir que la Navidad viniera. 147
Tomé la cortina de baño, la barra, y el pequeño tapón de goma del
drenaje. Tomé el papel higiénico. Tomé las persianas, y ni siquiera tenía un
destornillador. Simplemente arranque esa mierda de la pared. Tomé las
almohadas, el edredón y veinticinco hilos de sábanas de marca Walmart.
(El colchón se quedó solo porque no encajaba en el Mustang. El televisor no
cabría en el Mustang tampoco, pero eso no me detuvo de tomar el control
remoto). Tomé cada olla, cacerola, plato, trozo de comida y perilla de cajón
de la cocina. Diablos, incluso tomé la última lata de picadillo.
¿Y sabes qué, Diario? Me hizo sentir un poco mejor.
¿Sabes qué me hizo sentir mucho mejor? Descubrir que Hans fue
desalojado el mes siguiente y perdió su depósito debido a todos los
electrodomésticos desaparecidos y trozos de pared.
¿Sabes qué me hizo olvidar que Hans existió alguna vez? Conocer a
mi alma gemela.
¡SKYNET SE HA VUELTO
CONSCIENTE DE SÍ MISMO! ¡SKYNET
SE HA VUELTO CONSCIENTE DE SÍ
MISMO!
148
¡M ayday, Diario! ¡Mayday47!
¡Has sido comprometido! ¡No hay otra explicación posible!
Ken pasó de darme con la lengua casi tan seguido como
cambia el filtro del aire acondicionado (que es demasiado tacaño para
substituir hasta que las partículas en el aire son tan grandes que tengo que
agacharme para impedir que me golpeen en la cabeza) a bajarme cada
vez que tenemos sexo. Cada. Vez. Ehm, sí. No pasas de nunca hacer nada
a hacer siempre ese nada a menos que haya una intervención seria de
mierda, especialmente con Ken. Su comportamiento es tan calcificado que
no creo que pueda sentarse al otro lado del sofá así tenga un arma en la
cabeza. Sólo hay una cosa que podría hacer que este hijo de puta
repentinamente sienta la necesidad de comer coño todo el tiempo, y es mi
entrada del diario del primero de noviembre.
¿Qué leyó? ¿Cuánto leyó?
Esto es tan malo. Es tan bueno, pero es tan, tan malo. Lo subestimé
totalmente, Diario. De todos los esposobots en todo el mundo, ¿por qué tuve
que terminar con la versión del malvado genio TL 9000?
47Es una señal de socorro, derivada del francés m'aider. Es utilizada como llamada de
emergencia en muchos ámbitos, tales como la marina mercante, las fuerzas policiales, la
aviación, las brigadas y las organizaciones de transporte.
He estado escribiendo mucho últimamente, así que apuesto a que él
fue a echar un vistazo al “Diario Súper Personal que Ken Nunca, Nunca
Puede Leer Jamás” para ver en qué ando, y luego se puso sospechoso
cuando no había nada nuevo allí y continuó una pequeña expedición de
pesca.
¿Será que averiguó cómo buscar archivos recientes? ¿Es así como te
encontró? ¡Pensé que ese pendejo era un analfabeto informático! ¿Ha
estado fingiendo ser un simplón tecnológico todo este tiempo cuando en
realidad es algún tipo de minero diabólico de datos? ¿Es como Kevin
Spacey en la película Los Sospechosos de Siempre? (Alerta de adelanto si
no has visto Los Sospechosos de Siempre.)
¡Espera un minuto! ¡Dios mío, ya sé que pasó! ¡Ken no te ha leído en
absoluto, pequeñín! Leyó mi correo electrónico ¡MI EMAIL! Esa entrada
acerca de él nunca bajando en mí fue en realidad sólo cortar y pegar de
una conversación por correo electrónico con Sara, ¿verdad? Y Ken tiene
acceso a mi correo electrónico porque somos demasiado agarrados para
obtener nuestros propios iPads, así que en cualquier momento que quiera
revisar su correo electrónico mientras está allí, literalmente tiene que subir a
mi bandeja de entrada para cerrarme. Por lo general, no me preocupo
porque todo en mi bandeja de entrada parece que inmediatamente te 149
inyectará una dosis letal de estrógeno al abrirse —las afirmaciones diarias de
Oprah, OB / GYN y recordatorios de citas de cabello, media docena de
recibos de novelas románticas que compré en Amazon— pero estoy segura
de que la línea de asunto Meditación -> Cunnilingus despertó su interés.
¡Es tan simple! ¡Esto explica por qué Ken me ha estado dando con la
lengua todos los días en lugar de rodar repetidamente en mis ovarios como
si en realidad hubiera estado leyendo esta mierda! ¡Estamos a salvo, Diario!
¡Estamos a salvo!
¡He estado durmiendo con un ojo abierto durante toda una quincena
para nada! ¡Es un milagro del Día de la Marmota!
¿Sexo oral gratis? ¿Regularmente? ¿Y no voy a ser sofocada en mi
sueño?
¡Es demasiado bueno para ser verdad! ¡Gracias, Deepak Chopra!
¡Namaste! ¡Namaste!
CUANDO LA MINIVAN MANDA
Q
uerido Diario,
Tuve sexo en el auto anoche. En un vecindario al azar. A las
once de la noche. No fue la primera vez para mí, pero si fue de
lo más bajo para mí como concursante de madre del año, especialmente
considerando que rocié leche materna en la camiseta Oxford de Ken y usé
un puñado de toallitas para bebé para limpiarlo después. Maldita sea. 150
Realmente quería ese trofeo también.
La velada comenzó con bastante clase. Ken y yo teníamos entradas
para un concierto, así que conseguimos una niñera y fuimos a cenar a un
pequeño y acogedor restaurante italiano en el camino.
(Notal aparte: Nunca voy a parar de escribir el “Diario Súper Personal
que Ken Nunca, Nunca Puede Leer JAMÁS”. El flujo constante de las noches
de cita y sexo oral está definitivamente en pleno apogeo. Cumplidos sin
solicitar y un tatuaje CON mi nombre no pueden estar tan lejos.)
Era un espectáculo de admisión general, así que cuando llegamos a
la sala de conciertos, dejé a Ken al final de la línea, así podía encontrarnos
buenos asientos mientras yo recorría el lugar por un espacio aislado donde
pudiera bombear mi leche materna, como una dama.
(¿Ves, Diario? ¡Este es el porqué yo era finalista para el concurso de
Madre del Año en primer lugar! ¿Quién más es lo suficientemente consiente
para seguir amamantado nueve meses después del parto, mantiene una
bomba para pechos totalmente equipada con un cargador para el auto a
la mano todo el tiempo, y tiene la previsión de vaciar sus pechos antes de
ordenar un whiskey Jameson doble en las rocas? En este punto de la historia,
soy básicamente June Cleaver48.)
Cuando mis pechos estuvieron lo suficientemente vacíos, agarré con
habilidad las solapas de mi sostenedor de maternidad, ajusté mi designada
camiseta de tiras tipo voy-a-ir-a-un-concierto-de-rock, arranqué la cubierta
de amamantar que usé para ocultarme de los espectadores inocentes, y
guardé las botellas de leche en una pequeña hielera que mantenía dentro
de mi bolsa de leche.
Con la esperanza de tener suficiente tiempo para orinar y tomar una
bebida antes de que el espectáculo comenzara, alegremente repetí—: No
gracias, estoy bien. —Mientras corría a través de un mar de terroríficos
revendedores y vagabundos en el lugar.
Cuando salí del cubículo del baño menos pestilente que pude
encontrar, noté a un grupo de adolescentes que se acurrucaba alrededor
de uno de los lavabos, arregladas y acicaladas. Las tres parecían casi
idénticas con sus cuerpos esqueléticos, quince años de edad, y su cabello
perfectamente recto hasta la cintura. Me deleitaba mucho escucharlas a
escondidas mientras me lavaba las manos.
Adolescente #1: ¿Notaste al tipo sentado a nuestro lado? Está
caliente.
151
Adolescente #2: ¡No! ¿Cómo se ve?
Adolescente #3: Usa, algo como, una cosa abotonada y luce como
un estirado, pero lo que sea. Solo me gusta mirarlo.
Mis oídos se animaron. ¿Caliente? ¿Abotonado? ¿Estirado?
Solo existía un chico en toda la audiencia quien podría encajar en esa
descripción. Ken vino directo del trabajo y se veía positivamente GQ49
cuando nos reunimos para la cena en su camisa de vestir azul pálido y
corbata azul marino.
Adolescente #3: No seas espeluznante.
Sonreí mientras secaba mis manos.
Deberías escuchar a tu amiga, perra.
_________________
1. Para aquellos que no están al día con sus adivinanzas de hip hop,
50 Cent es un rapero al que le han disparado nueve veces y se convirtió en
una superestrella. Consiguió follar a Chelsea Handler, fue entrevistado por
Oprah, actuó en una película con Al Pacino y Robert De Niro, lanzó sus
propios condones, y recibió un mantra personal de meditación por nada
menos que Deepak Chopra en persona. Básicamente, es el héroe de mi
pezón derecho.
DIARIO SÚPER PERSONAL QUE
KEN NUNCA, NUNCA PUEDE
LEER JAMÁS
Quinta Parte
Traducido SOS por Black Rose y Myr62
C
158
uando empecé a salir con Ken, acababa de regresar con mis
padres después de que mi breve período de convivencia con
Hans se hubiera disuelto en una pesadilla contenciosa violenta
(por mi parte, no suya) en un plazo de tres meses. Me había mega cabreado
todo el asunto porque me sentía taaaaan lista para ser una adulta, y mis
padres estaban mega cabreados por todo el asunto porque significaba que
ya no podían caminar desnudos y fumar marihuana en la sala de la casa a
todas horas del día. En los pocos meses que me fui, mi casa de la infancia
se convirtió en una guarida de opio virtual de hedonismo hippie.
Cuando me presenté después de mi ruptura impresionantemente
dramática con Hans, a las diez de la noche, gritando y llorando y tratando
de empujar mi tocador de dos metros y medio de largo para subir las
escaleras a mi antigua habitación, mis padres ni... siquiera... se pararon... del
sofá. Los imaginé llorando por mi ausencia y sosteniendo vigilias nocturnas a
la luz de las velas en mi viejo dormitorio mientras me fui, no oyendo
Creedence Clearwater Revival a todo volumen y andando desnudos en un
estupor psicodélico en una lona de plástico cubierta con pintura de dedos
en el suelo de la sala.
Yo, por otra parte, no había consumido drogas en, como, un año
entero. Tenía un promedio de 4.0 en la universidad y buen crédito, y
aplicaba a las escuelas de posgrado. Podía haberme visto como una
perdedora con mi cabeza medio rasurada y pantalones de culebra de
cuero falso, pero de alguna manera, la antorcha de responsabilidad se pasó
mientras estaba fuera, y yo era ahora más un adulto que mis padres.
Claramente, era hora de irse. Y apenas acababa de llegar.
Justo antes de mi pelea con Hans, conocí y comencé a charlar con
Ken casi cada dos meses en las fiestas caseras de fin de semana en la casa
de mi amigo rico y gregario Jason. Por alguna razón, Hans nunca vino
conmigo. Ah, sí, porque él se hallaba demasiado ocupado soplando
desnudistas con sus compañeros de banda cada fin de semana. Lo que sea.
No me importaba ir sola. Siempre había bebidas alcohólicas, lo cual es una
gran cosa cuando sigues a diez largos meses de tener veintiuno, y tanto una
piscina como una mesa de billar y un montón de oportunidades para
coquetear inofensivamente e impulsar el ego. Ese lugar era un salchifest
total. Había algunos asiduos, que me incluían a mí y a unos cuantos tipos
que ya me encamé, y luego había una puerta giratoria de extras, quienes
todos parecían vagamente familiares. Ken era uno de los extras. Habíamos
ido a la misma escuela secundaria suburbana gigante, pero ya que él se
encontraba en su último año cuando yo era un estudiante de primer año
nuestros caminos nunca se cruzaron antes.
Cuando conocí a Ken por primera vez, él estaba en pijama y yo vivía
con Hans, así que no era una relación amorosa. Ese hijo de puta siempre iba 159
en pijama.
(Siempre que cuento esta historia en presencia de Ken, él nunca deja
de interrumpirme bruscamente e insiste—: No eran pijamas, era una
sudadera. —A lo que, digo—: Tomate, tomato. —Ese dicho no funciona
realmente en impreso, ¿verdad?)
Siempre que lo veía en la casa de Jason, Ken simplemente se sentaba
allí en el sofá, todo acogedor en sus putas PJs, viendo deportes o lo que sea
con los chicos, que simplemente pasó a ser exactamente donde mi
atención-de-puta caía, dondequiera que estuvieran los chicos.
Sin falta, Ken y yo de alguna manera entablábamos conversación.
Nunca me coqueteó. Nunca se emborrachó. Se limitaba a hacer contacto
visual, sonreír en los momentos apropiados, y hablar como un intelectual a
otro. Íbamos y veníamos sobre museos que habíamos visitado, la música que
nos encantaba, y películas que vimos. De hecho, Ken era el director de una
sala de cine en ese momento y había visto cada película desde 1995
(excepto Meet the Feebles1).
Ken quería ir a Egipto un día. Yo tomaba una clase de historia de arte
egipcio. Realmente quería ir a Europa. El hijo de puta fue dos veces. Sin
embargo, no estuvo en ningún espectáculo del Circo del Sol, con el cual me
obsesionó recientemente.
Ojalá pudiera decir que fue amor a primera vista. Pero, honestamente,
nunca le di un segundo pensamiento a Ken.
Diario, tú conoces mi historial. El chico-amistoso-en-Pijama-sin-un-
registro-criminal-o-un-tatuaje-visible no era exactamente mi tipo; al menos
no lo fue hasta la fiesta por el partido de la Súper Bowl en donde Jason.
***
***
***
__________________
1. Déjame ahorrarte la búsqueda en IMDB y explicarte que Meet the
Feebles es una mierda totalmente enferma. Mucho antes de la trilogía de El
Señor de los Anillos, Peter Jackson evidentemente pasaba por una etapa
muy oscura. Básicamente es Los Muppets, si Los Muppets fueran adictos a
las drogas, y pornógrafos sexualmente desviados y depravados.
2. ¿Puedo decir el “Súper Bowl”, o tengo que decir “El Gran Juego” o
como sea que lo llamen en la radio para que a uno no lo demanden? Todo
este maldito libro es un gran ejercicio en no ser demandada. Me mataría
cagarla a estas alturas.
MISIÓN(ERO) COMPLETO
Q
uerido Diario,
Acabo de escribir la historia de cuando conocí a Ken por
primera vez y lo dejé en mi Diario Súper Personal que Ken
Nunca, Nunca Puede Leer Jamás. Todo era cierto, por una vez, y espero que
le dé un poco de masaje a su ego. Dicho esto, el ego de Ken no necesita
escuchar lo que realmente pensé acerca de nuestra primera experiencia 170
sexual, así que me voy a la seguridad de tus brazos, querido y secreto Diario,
para continuar la historia.
Ken y yo no tuvimos sexo de inmediato.
De acuerdo, de acuerdo, sé lo que piensas.
¿BB? ¿No te comportas como una puta? ¿Tenías la regla ese mes?
Pero es cierto, Diario. ¡Lo juro!
Simplemente iría a su casa en las noches no escolares y nos
besuquearíamos en su suave sofá imitación de gamuza, y luego nos
quedaríamos dormidos viendo Highlander el Inmortal o alguna mierda. Él
nunca me presionó a tener relaciones sexuales, y por alguna razón, nunca
lo inicié.
Creo que todavía me sentía demasiado confundida acerca de lo que
sentía por él. Ken no era peligroso ni rebelde, aparte de su potencial
masoquismo. No jugaba. Era... un caballero. Y creo que toda esa caballería
secó mi vagina. A pesar de que a mis ojos les gustaba lo que veían y mi
cabeza sabía que Ken era una opción buena y sólida, mi salvaje corazón
seguía buscando alguna chispa, alguna brasa ardiente y traviesa, y volvía a
querer.
Tampoco ayudó que Ken estuviera tan emocionalmente disponible
como un tomate. El hombre no conocería un sentimiento si resoplaba su
pierna. Skeletor, Ding-Dong, Dios Lo Bendiga... esos muchachos podían
sentir... unas mil emociones diferentes por hora. Pasaban de mirarme a los
ojos y pedirme que me casara con ellos antes de siquiera quitarse el condón,
a gritar y arrojar una papelera a través de su sótano, habitación de invitados
o ventana del garaje porque alguien hacía macarrones con queso de la
marca Velveeta para cenar ¡cuando específicamente pidieron por el tipo
OG Kraft!
Por lo tanto, era una espada de doble filo. Apreciaba el no estar
constantemente remendando chapas de yeso y caminando sobre
cáscaras de huevo alrededor de Ken, pero después de unas semanas, se
hizo muy claro que no iba a estar recibiendo corazones y flores a corto plazo.
Si era a pesar de su afecto sin cambios o teniéndolo en cuenta,
mientras más conseguía conocer Kenneth Easton, más me gustaba,
gustarme como persona. Su introversión y estoicismo iban en perfecta
armonía con mi extroversión y sensibilidad emocional. Él era malditamente
hermoso, y amábamos las mismas cosas.
—De ninguna manera. ¿Tienes el álbum Marvin por la banda oscura
de un solo éxito de los años 90 llamada Frente? ¡Yo también!
—¿Tu pizza favorita es de jamón y aceitunas negras de Papa John's?
¡La mía también!
171
—Oh, Dios mío, ¿te gusta poner malvaviscos de animales en el
microondas con pequeños palillos debajo de sus alas y ver cuál apuñala al
otro primero una vez que empiecen a hincharse? ¡YO TAMBIÉN!
Tomó cerca de tres semanas para que consiguiera ir más allá de la
carencia de tatuajes y de la gama emocional de Ken, pero una vez que
finalmente me di cuenta de lo estúpida que estaba sobre este tipo, sabía
que era hora de hacer lo que hacía mejor… abrir mis piernas.
Nuestra primera vez no fue mala, de por sí, pero fue el misionero, y
normalmente no suelo venirme así. Pero me hallaba en una misión (¡sin juego
de palabras!), Y correrme estaba bajo en mi lista de prioridades. Mi primer
objetivo era investigar si Ken era o no, realmente, masoquista, y si es así, en
qué grado. Mi segundo objetivo no se hizo evidente hasta que empezamos
con los preliminares. Necesitaba aumentar la confianza del hombre,
inmediatamente.
Después de que comenzamos a hacerlo, Ken me tocó con tanta
precaución que era como si fuera la cabra más mala en el zoológico de
mascotas, y se encontraba a un paso equivocado de perder un dedo.
No tenía sentido, Diario. Habíamos estado saliendo por más de un mes.
Estaba noventa y cinco por ciento segura de que no era gay ni casado.
Ninguno de los dos se hallaba borracho. Y una erección de un tamaño más
que respetable se presionaba contra mi cadera desnuda. ¿Por qué parecía
tan vacilante para hacer un movimiento?
Al principio, asumí que era solo porque nunca antes estuve con un
caballero.
Tal vez simplemente no quiere superar mis límites, pensé. Tal vez hay
alguna batiseñal secreta de consentimiento que no le he dado porque no
sé lo que es porque nunca he estado con un buen tipo antes.
Pero entonces me acordé de que traje una bolsa de noche conmigo.
Estoy bastante segura de que, si alguna vez hubo una señal universal de lista
para follar, sería esa.
Sea cual fuere la razón, mi tranquilo, calmado Ken, se comportaba
como un mimo tratando de salir de una cabina telefónica invisible, así que
decidí ayudar al pobre. Rodándolo encima de mí, cambié mis caderas
hasta que la cabeza de su impresionante polla se puso a la entrada de mi
impaciente y tembloroso cuerpo. Entonces, lo besé hasta la mierda.
Ahí, hijo de puta. Lo consiento. Tráelo.
Pero no se relajó. El cuerpo de Ken se mantuvo rígido por encima del
mío, y su respiración era silenciosa y superficial, como si estuviera
concentrándose en algo. Yo, por otra parte, no podía concentrarme en 172
nada con él, vacilantemente resbalando por toda su virilidad hacia atrás
sobre mi resbaladiza carne.
Poco a poco, su ritmo se aceleró. Una y otra vez, con cada paso
sucesivo, Ken rozaba mi entrada, lo suficiente para hacerme levantar las
caderas en invitación, antes de negarme de nuevo. Confundida y frustrada,
levanté la vista hacia su rostro en busca de una explicación.
¿Tiene miedo de follarme sin un condón?
(Debería haberlo tenido.)
¿Está reviviendo un trauma infantil? ¿Está teniendo una convulsión?
Mientras el hombre que se alzaba sobre mí se veía tenso, por razones
que no entendía en ese momento, fue la sonrisa familiar y el brillo de la
travesura detrás de sus ojos color agua lo que me hizo darme cuenta de que
este hijo de puta estaba jugando un juego. Iba a hacer que yo tomara cada
decisión, como siempre.
Kenneth Easton tenía todo el poder, y lo usaba para hacerme tomar
el control. Por mucho que no apreciaba ser manipulada, no podía negar
cómo era de poderoso ser la titiritera de este guapo, misterioso, muñeco Ken
de la vida real.
Sometiéndome a su imposiblemente fuerte voluntad, me extendí entre
nosotros y acaricié el resbaladizo contorno de Ken, que se sentía rígido y listo
y tan correcto en mis manos. Guiándolo en mi cuerpo, jadeé por la forma
en que se estiró y me llenó. No fue doloroso. Fue perfecto, como una pieza
del rompecabezas encajando en su lugar. Lo abracé, apreciando la
exquisita plenitud, y esperó.
No sé si él sentía lo que yo sentía o si seguía obstinadamente
negándose a tomar la iniciativa, pero una vez que comenzamos a
movernos, se hizo bastante obvio que Ken sentía un montón de algo.
Finalmente, soltando toda su auto-imposición, Ken tiró de mi muslo alrededor
de su cintura y me sacudió con todo lo que tenía. Su boca se estrelló contra
la mía. Sus manos reclamaban mi cabello, mis caderas, mi culo. Era salvaje
y libre y sexy como la mierda, y yo quería desesperadamente recompensarlo
por eso.
El único problema era que ningún hombre jamás me hizo o me iba a
hacer venir al estilo misionero. No es como estoy construida.
En lugar de arriesgar la recién descubierta confianza de Ken
regresándoselo tan pronto, decidí falsificar ruidosamente un orgasmo
alrededor de la marca de tres minutos solo para darle un poco de refuerzo
positivo. 173
Porque soy así de desinteresada, Diario.
Con mi segundo objetivo arreglado (¿Impulso de confianza? ¡Listo!),
pasé a la prioridad número uno: averiguar si este guapetón realmente
quería que lo lastimara o no. Mientras fingía que seguía en la agonía del
orgasmo que me había dado, hundí mis uñas en los omóplatos de Ken tan
fuerte como pude. En lugar de escucharlo inhalar una respiración dolida o
sentir que se estremecía en respuesta, lo que habría sido la reacción
adecuada, sentí los músculos tensos de Ken suavizarse como masilla en mis
manos.
¿Qué demonios?
¡Acabo de apuñalar al hombre con diez cuchillas de afeitar! Debería
haber retrocedido y haberme golpeado en la boca con frialdad, no caer
en un charco de éxtasis, como si acabara de inyectarle heroína.
Bien, así que claramente mis sospechas eran exactas. A Ken le
gustaba el dolor.
Ahora, era hora de averiguar cuánto.
Sin disminuir la presión incluso un poquito, procedí a arrastrar mis garras
a un ritmo tortuosamente sin prisa por todo el largo de la espalda de Ken.
Debe haber sentido como un ataque de guerra de movimiento lento.
Era prácticamente medieval, Diario, y a Ken... malditamente... le
encantó.
Antes de que mis garras gris carbón llegaran incluso a pasar por su
cintura, Ken agarraba mi cuerpo al de él y temblaba silenciosamente su
liberación.
Santa Mierda.
De acuerdo, así que tenía un masoquista de buena fe en mis manos.
(Literalmente, su ADN estaba debajo de mis uñas.)
Existían cosas peores que descubrir sobre tu novio, ¿verdad?
Era solo una pequeña perversión. Y si mi trayectoria demostraba algo,
era que podía manejar lo pervertido, especialmente si significaba que
llegaría a ver a Ken en toda su gloria postcoital relajada.
Con su ego lo suficientemente suavizado y los moretones de su
espalda lo suficientemente relevados, Ken era un hombre nuevo. Pasamos
las siguientes horas acurrucados y hablando y riendo, y cuando fuimos a la
segunda ronda, me aseguré de estar en la parte superior. Que fue un mil por
ciento mejor (para mí, al menos).
Antes de que lo supiera, el sol de la mañana se asomaba por la 174
encantadora y pequeña ventana que se alzaba sobre la cama de Ken.
Mientras admiraba las rayas rosas y anaranjadas de luz que salpicaban sus
sábanas blancas y se acomodaba en la topografía de nuestros cuerpos
entrelazados, me di cuenta de que no solo era posible estar atraído por
alguien estable, responsable y pasivo, era realmente fácil.
***
176
PALABRA DE SEGURIDAD
ESTÚPIDA
H
an pasado once años desde la primera vez que clavé mis uñas
en la tersa piel muscular de Ken, y tras todo este tiempo, ese
movimiento nunca falla, a ninguno de los dos. Tengo que
admitir, no me importa lastimar a ese hombre. Antes de conocer a Ken, no 177
tenía ni idea lo gratificante que podía ser el mordisquear la clavícula de un
hombre adulto y sentir cómo su espalda se arquea de éxtasis debajo de mí.
El retorcer su pezón y sentir su gemido de aprobación vibrar a través de mi
boca. El halar su cabello y sentir cómo su agarre se aprieta alrededor de mi
cintura por la excitación.
El hecho de que le guste el dolor, de hecho, lo hace más jodidamente
genial. Ken podría ser un tranquilo habitante de cubículos con las manos tan
suaves como el vientre rosado y flexible de un cachorrito recién nacido, pero
bajo ese exterior intelectual abotonado hay un hombre que puede tomar
una paliza. Y si un poco de dolor es lo que se necesita para llevarlo sobre la
luna, bueno, entonces, estoy más que feliz de complacer.
Es sólo que me estoy dando cuenta que un poco de dolor podría ser
sólo la punta del iceberg.
Anoche, me tomé uno de mis clásicos pinot grigio antes de meterme
al sobre con Ken, y por lo tanto, podría haber subestimado la cantidad de
presión que empleé al ejecutar mi clásica movida de clavada de uñas. Sin
embargo, hizo el truco. En el segundo que empuñé esas pequeñas dagas,
Ken se empujó tan profundamente en mí como pudo y se vino durante todos
los diez segundos que me tomó el viaje desde sus omoplatos hasta su culo.
Aunque sospechaba que estuve un poco más áspera que de costumbre,
Ken se desplomó encima de mí y casi ronroneó de aprecio cuando todo
terminó, así que pensé que no podía haber sido demasiado malo.
Luego, mientras que Ken y yo nos limpiábamos en el baño bajo el
fuerte y fluorescente resplandor de la realidad, vi de reojo lo que en realidad
le hice.
Santa mierda.
Me sentí como si estuviera en alguna película de terror en la que te
despiertas y te das cuenta de que has mutilado a tu propio amante bajo
algún control mental alienígena o alguna mierda. La espalda de Ken se veía
como una pintura de Jackson Pollock. Trazos rojos y rosados atravesaban la
longitud de su torso, tan pronunciados y protuberantes que parecía como si
tuviera ocho columnas verticales.
Tan pronto como vi el daño causado, empecé a besar y acariciar y
examinar cada centímetro desde su hombro hasta su coxis, mientras él
seguía lavándose las manos, mirándome por el espejo con una mueca
confundida, como si no tuviera idea de por qué era tan dramática.
¡Si tan solo pudiera ver lo que yo veía! ¡Estaría asqueado! ¡Estaría
aterrorizado! Estaría…
Agarré los bíceps de Ken y lo giré para que me mirara, urgiéndolo a 178
que mirara por encima de su hombro, para que por lo menos fuera
consciente de la carnicería que era su espalda.
—¡Mira lo que hice! ¡Lo siento mucho, Ken! ¡No tenía ni idea de que te
arañaba tan fuerte!
Al mirarse a sí mismo en el espejo, en lugar de llevar a los niños a la
casa de su madre y obtener una orden de restricción, Ken murmuró
despectivamente—: Pfff. No puedes hacerlo demasiado fuerte. —Y se dio la
vuelta para cepillarse los dientes.
¿Disculpa?
Ahora, sé en lo más profundo de mi alma que Ken quiso que esa
declaración fuera un comentario sobre sí mismo, acerca de las
profundidades de su masoquismo y su tolerancia al dolor increíblemente
alta, pero el único sonido que mis oídos de hija única y absorta en sí misma
registraron fue el golpe de sus palabras cacheteándome directamente a
través de la cara.
¿Ah, en serio? No puedo hacerlo demasiado fuerte, ¿eh? Bueno,
¡desafío aceptado hijo de puta! Será mejor que encuentres una palabra de
seguridad porque... voy… a... tallarte... entero.
Posdata: Ken encontró una palabra de seguridad. Es scrumpets.
Yo: ¿Por qué tu palabra de seguridad es scrumpets, Ken?
Ken: No sé. Me gusta esa palabra.
Yo: No es una palabra.
Ken: Sí lo es. Es lo que la gente británica come con su té.
Yo: Esos son bollos.
Ken: Pura mierda. Un bollo es como un cuerno.
Yo: No, eso es una trompeta.
Ken: El otro tipo de cuerno.
Yo: ¿Te refieres a esas cosas crujientes y saladas en forma de cuerno
que la gente fingió gustar en los años 90?
Ken: ¿Quién fingía?
Ni siquiera sé por qué sentí la necesidad de tener esa conversación.
Cada vez que le haces algo a un hombre y él responde pronunciando la
absurda palabra scrumpets, tu siguiente movimiento debe ser
inmediatamente detener lo que estés haciendo y comprobar los otros tres
signos de un accidente cerebrovascular porque acaba de tener uno1.
179
_____________________
1. Porque estoy en el negocio de salvar vidas aquí, el acrónimo que
necesita recordar al identificar un accidente cerebrovascular potencial es
FAST. La F significa Face o cara en español para ver si está adormecida. La
A significa Arms o debilidad del brazo o entumecimiento. La S significa
dificultad de habla o speach. (Ahem, scrumpets.) Y la T significa tiempo para
llamar a Urgencias si ves alguno de estos signos.
Por supuesto, si Ken está seguro-fraseándome, probablemente
debería llamar a Urgencias de todos modos porque podría haber
accidentalmente arrancado su páncreas.
Por lo tanto, de cualquier manera, scrumpets se convertirá en una
palabra bastante costosa.
DIARIO SÚPER PERSONAL QUE
KEN NUNCA, NUNCA PUEDE
LEER JAMÁS
Sexta Parte
Traducido por Bella’
D
180
ebo estar ebria. Acabo de mandar al diablo a mi marido, no
me siento tan bo…
Mierda.
Sí me siento total y verdaderamente borracha. ¡Pero solamente tomé
una copa de pinot barato!
(Para Tu Información: Cuando digo una copa, quiero decir, una
pequeñita y diminuta copa llena hasta el tope. ¡Tengo que compensar,
Diario! ¡Esas copas de vino son miniaturas! Básicamente copas de aperitivo.
¡Lo juro!)
Como sea. No importa cómo llegué aquí. Lo que importa es que estoy
en ese momento mágico, de fugaz cantidad justa de borrachera donde
podría provocar una pelea a puñetazos O sexo anal (dos cosas que nunca,
nunca pasarían, JAMÁS, a menos que haya tenido la cantidad perfecta de
vino blanco con el estómago vacío y Mercurio estuviera en retroceso) y
todavía lo suficientemente consciente para realmente aparecer y actuar.
Entonces, hemos establecido que Ken se niega a hacerme un
cumplido. Pero es casi como una fobia, Diario. De hecho, acabo de
googlear “miedo a dar cumplidos”, pensando que seguramente hay un
término para esta enfermedad patológica. ¿Y adivina qué? No encontré
nada. Existe el miedo a recibir cumplidos, del cual, por supuesto, Ken podría
hacer parado de cabeza, pero no dándolos. ¿Sabes por qué? Porque nadie
ha sido patológicamente adverso a dar un cumplido a su conyugue nunca.
Porque no es algo real.
No existe término detrás del que puedas esconderte, Ken. No hay
grupos de apoyo. No estás mentalmente enfermo. Simplemente eres un
idiota.
Aquí, Pequeñín. Déjame darte un poco de información para que
puedas opinar sobre esta mierda...
Me gusta la fotografía. Tomé clases. Tengo una cámara elegante con
lentes elegantes. Es mi pasatiempo. Solía pintar, pero con un bebé y un niño
exigiendo mi atención ahora no hay ningún escenario en el futuro previsible
donde seré bendecida con diez felices horas de soledad para untar pintura
alrededor de un lienzo y cantar junto a Death Cab for Cutie, así que si voy a
hacer algo de arte, tiene que ocurrir pulsando un botón y con un bebé en
mi cadera.
Realmente me gusta la fotografía. También me gusta pensar que soy
muy buena en eso, pero no puedo estar segura porque las únicas personas
que han validado esa hipótesis son mis amigos y familiares más cercanos. Y
seamos honestos, sus opiniones no valen nada. No es que tengan
necesariamente un gusto de mierda, son un poco demasiado comprensivos
e increíbles para sentarme y decirme: “Cariño, quizás no gastes tanto dinero
181
en equipos de cámara, ¿de acuerdo? O nada. Nunca más”.
De acuerdo. Ahora que te pones al día, volvamos a lo de mostrarle el
dedo a mi marido.
(¿O es sacarle el dedo? Creo que utilizo los términos indistintamente,
pero no sé por qué ¿quién hace eso en primer lugar? ¡Yo también podría
haberle enseñado mi culo! Quiero decir, en serio, ¿quién soy? ¿Una huérfana
sucia y sinvergüenza en una película de Paul Rudd?
De todos modos, me hallaba sentada en el lado designado de mi
sofá, usando la preciada media hora de tiempo libre que tengo después de
que mis hijos se vayan a la cama para finalmente editar algunas fotos que
estuvieron pudriéndose en mi disco duro durante meses, cuando Ken echa
un vistazo desde su lado designado del sofá y ve esto:
Esta foto es una de mis fotos más favoritas, orgullosas y apreciadas,
que tomé en la Playa Venice mientras visitaba a mi amiga Sara Snow.
En vez de aprovechar la oportunidad para alabar a su esposa, Ken
simplemente dijo—: Ja. Una foto de patinador. —Luego, SE LEVANTÓ Y DEJÓ
LA HABITACIÓN.
Habría aceptado cualquier cosa, Diario.
“Oh, mira eso. No la cagaste”, o incluso un condescendiente: “Mila
eso, una linda peteñita fotito”, con una palmadita en la cabeza.
Cualquier cosa.
182
Así que, cuando Ken volvió a pasar por la sala de estar camino a la
cama y me dijo buenas noches, elegí mostrarle (o sacarle el dedo, lo que
prefieras) al diablo.
¡Toma esa, imbécil!
Creo que el resultado deseado de ese gesto era, en mi cabeza, que
a Ken lo abatiera inmediatamente el mismo dolor que su apatía me causó,
como si mi dedo medio fuera la varita mágica de Harry Potter de los
sentimientos y los ramalazos y las erecciones y las lágrimas de unicornios.
Entonces, correría a mi lado para disculparse y admiraría mi arte y me lo
compensaría con un masaje de pies, seguido por un gentil y bien lubricado
vibrador anal.
(Sí, sí, estoy así de borracha.)
En cambio, solo lució desconcertado. Ni siquiera sorprendido o
molesto, como: “Ay, Brooke (porque así es como me llama, jodidamente
Brooke) eres tan insolente. ¡Quita ese dedo, niña tonta!”
Parecía más como decepcionado y juzgándome, como: “¿En serio
Brooke? Madura. ¿Quién le saca el dedo a alguien? En serio”.
¡Yo te diré quién!
Acabo de recordar uno de mis mejores recuerdos de la infancia. Los
padres de mi madre eran católicos irlandeses extremos. Enviaron a sus
cuatro hijas pelirrojas, con cara llenas de pecas y ojos verdes a una escuela
católica. Cada domingo, mi abuela tocaría el piano, y mi abuelo se ofrecía
para ser un ujier en la iglesia. Cada día de San Patricio, mi abuelo organizaría
un desfile en el centro de la ciudad y teñiría sigilosamente la fuente de la
ciudad a pesar de que la ciudad amenazaría con arrestarlo y multarle por
vandalismo.
Antes de cada comida, mi abuelo brindaría—: Si tuviera un boleto al
cielo y tú no tuvieras uno, también, rompería mi boleto en pedazos e iría al
infierno contigo.
Eran como duendes en la vida real. Llenos de travesuras y caprichos,
esos dos.
Bueno, recuerdo una vez, cuando los visitaba por el verano, mi abuela
gritó en la habitación donde mi abuelo veía Murder, She Wrote (a todo
volumen) que iba a beber una cerveza y le gritó preguntando si quería
compartirla con ella. En serio, estos pequeños duendes de peso ligero
compartían las cervezas. Tal vez por eso estoy tan borracha con un dedal
lleno de vino Clos du Bois. ¡Es genético!
Después de al menos catorce repeticiones porque él no podía
183
escucharla y la TV sonaba demasiado fuerte y ella estaba quedándose
sorda (no, él estaba quedándose sordo), mi abuela, con un movimiento de
chica mala, levantó su frágil, translucido y huesudo dedo medio al aire y
sacó su lengua antes de pavonearse de regreso a la cocina donde
inmediatamente abrió una lata de cerveza Coors Light y procedió a beber
toda la maldita cosa.
Esos dos estuvieron casados casi sesenta años. Solamente puedo rezar
que mi habilidad para procesar el alcohol barato, el amor por los poemas y
la predilección por sacar el dedo sean señales de que, yo (como mi fiera y
traviesa abuela) también pueda mantener un matrimonio intacto la mayor
parte de un siglo. Y dado que ella salió de la década de los cincuenta,
cuando tener bebés estaba en auge, como un ama de casa católica con
tan sólo cuatro hijos, sugiere que su secreto probablemente implicó mucho
y mucho sexo anal.
Haz las cuentas, Diario.
Será mejor que me abastezca de Pinot G porque serán unos largos
sesenta años.
PUSE EL CULO EN PASIVO-
AGRESIVO52
Q
uerido Diario,
Así que, hace unas noches, podriiiia haberme puesto un poco
borracha…y podriiiiaaa haber escrito toda una anotación en 184
el diario acerca de sexo anal… y podriiiia haber decidido que sería una gran
idea guardarlo en el Diario Súper Personal Que Ken Nunca, Nunca Tiene
Puede Leer Jamás, porque (A) Borracha (B) parecía una buena manera
pasiva-agresiva de disculparse por mandarlo al diablo sin realmente tener
una conversación acerca de mi conducta inmadura.
Bien, Ken debió estar revisando mi Diario Súper Personal por nuevas
anotaciones a cada jodida hora porque, la noche siguiente, después de
despachar el mismo pretencioso dedal de vino blanco, Ken observó mi vaso
vacío y preguntó—: ¿Qué tan borracha estás? —Con una mirada
inusualmente perversa, predadora en sus ojos.
No queriendo que me viera sudar, levanté una ceja, lo miré directo al
rostro, y balbuceé—: Tan borracha como lo estoy todas las noches.
Antes de que tuviera la oportunidad de mandarlo al diablo de nuevo,
me encontré siendo arrastrada de la muñeca por el pasillo hacia nuestro
dormitorio. Cuando mis ojos finalmente se ajustaron a la oscuridad, noté,
dispuestas clínicamente en la mesita de noche, un rollo de papel higiénico,
un paño húmedo, un vibrador, y un tubo caduco de lubricante húmedo que
53Newton "Newt" Leroy Gingrich o simplemente Newt Gingrich (nacido Newton Leroy
McPherson el 17 de junio de 1943) es un político estadounidense que fue presidente de la
Cámara de Representantes de 1995 a 1999. Fue candidato a la nominación presidencial
del Partido Republicano de 2012.
Al sacar despreocupadamente ese tubo de K-Y, en lugar de activar
la alarma contra asaltantes y correr a la mitad del callejón sin salida para
hacer sonar mi silbato de violación, básicamente le di mi pasivo
consentimiento a Ken para sodomizarme. Esto estaba pasando.
Puedo ser un montón de cosas, Diario, pero puta es una de ellas. Hice
esta cama, e iba a tener que acostarme en ella, en mi costado con una
pierna al aire como Elton John en su luna de miel. Además, probablemente
me sentía suficientemente embriagada para no ser capaz de sentir mi ano,
o eso esperaba.
En otras noticias, estaré cambiando a cerveza, indefinidamente.
186
AMBOS TENEMOS CUENTAS DE
GMAIL. ES COMO QUE
QUEREMOS SER DESPEDIDOS
Traducido por Cjuli2516zc
DE: B. B. EASTON
PARA: KENNETH EASTON
FECHA: JUEVES, 6 DE MARZO, 12:36 P.M.
187
ASUNTO: INMERSIÓN FRANCESA
Hola Osito,
Acabo de enterarme que la nueva escuela primaria por la calle va a
pilotar un nuevo programa de inmersión francesa a partir del próximo año.
¡Estoy tan emocionada! ¡Va a ser el único en el condado! Tal vez si engraso
algunas palmas, podamos conseguir que Hombrecito se inscriba en el
prescolar. De esa manera será lo suficientemente fluido en segundo grado
para traducir para nosotros mientras veraneamos en París.
(Por cierto: he decidido que vamos a comenzar a veranear en París.
Lo voy a poner en mi mural esta noche.)
B. B. Easton, Ed.S.
Oprimida Psicóloga Escolar De Sistema Escolar Público Conservador
Que Probablemente Todavía Apoya La Confederación.
***
***
DE: B. B. EASTON
PARA: KENNETH EASTON
188
FECHA: JUEVES, 6 DE MARZO, 1:15 PM
ASUNTO: RE: INMERSION FRANCESA
¿Por qué, Sr. Easton, eso fue tan formal? Agradezco su tiempo y su
aporte.
Buen día, señor.
B. B. Easton, Ed.S.
Oprimida Psicóloga Escolar De Sistema Escolar Público Conservador
Que Probablemente Todavía Apoya La Confederación
***
***
DE: B. B. EASTON
PARA: KENNETH EASTON
FECHA: JUEVES, 6 DE MARZO, 1:20 PM
ASUNTO: RE: INMERSION FRANCESA
¿Esta noche, Sr. Easton?
Nunca hago citas en tan corto plazo, pero por usted, supongo que
podría limpiar mi horario. Deseando que llegue, señor.
B. B. Easton, Ed.S.
Oprimida Psicóloga Escolar De Sistema Escolar Público Conservador
Que Probablemente Todavía Apoya La Confederación.
189
***
***
DE: B. B. EASTON
PARA: KENNETH EASTON
FECHA: JUEVES, 6 DE MARZO, 1:36 P.M.
ASUNTO: RE: INMERSION FRANCESA
¡Sr. Easton! Voy a una reunión muy seria y no tengo más tiempo para
sus tonterías.
¡Hasta esta noche, señor!
B. B. Easton, Ed.S.
Oprimida Psicóloga Escolar De Sistema Escolar Público Conservador
Que Probablemente Todavía Apoya La Confederación
***
Q
uerido Diario,
¿Sabías que he tenido el mismo número de teléfono celular
desde 1998? Es verdad. Y he estado seleccionando mis
llamadas desde 1999. A menos que el número en la identificación de la
persona que llama pertenezca a alguien a quien le pediría que me
rescatara de la cárcel, no respondo. 191
Desde que Skeletor se convirtió en un acosador después de la
separación de Halloween del infierno, finalmente me di cuenta de que el
teléfono es un malvado agujero de gusano estilo Donnie Darko54, que tiene
el poder de conectarte directamente con alguien lejano que quiere gritarte
y llamarte puta.
¡Bueno, jódete, Agujero de gusano! ¿De qué lado estás?
Por supuesto, este era Ronald McKnight con el que lidiábamos, y él no
era nada, si no exhaustivo. Por lo tanto, naturalmente, su particular acoso
incluyó ataques aéreos (torres celulares) y terrestres. Verás, cuando tu
acosador te llama cincuenta y siete veces al día en vano, eventualmente,
tendrá que perseguirte para que gritarte en persona. Solo que, para
entonces, estará extra enojado porque su camión monstruo solo tiene
cuatro millas por galón, y le costó, como, cien dólares con sus egoístas
formas de detección de llamadas.
Honestamente, referirse a lo que Knight me hizo pasar como acecho
es un poco insuficiente. Esa mierda fue terrorismo. La palabra acosar implica
cierto grado de sigilo, que uno no puede alcanzar cuando el vehículo de
uno es más ruidoso que un avión Boeing 737 conducido sobre una cama
en 1988.
fresca de metro ochenta dentro de un gimnasio escolar de aluminio.
Hubiera dado la bienvenida a un buen acoso pasado de moda en
comparación con la tortura psicológica que tuve que soportar.
Oh... acabas de aparecer, sin previo aviso, donde estoy. Qué
espeluznante coincidencia.
Oh, mira eso. Hay un muñeco de cabello al azar en mi porche... y es
justo mí mismo color.
Umm... alguien parece haber dejado un collage de fotos salpicadas
de sangre en mi auto... otra vez.
Juego de niños.
En cambio, Knight usó el condicionamiento clásico para paralizarme
con miedo entre dos y cinco veces por semana. Al igual que un perro
pavloviano, en el instante en que mis oídos, altamente sintonizados,
recogían el inimitable estruendo de pedazos de la Frankeneta de Knight en
la distancia, mi cuerpo se congelaba. No importaba lo que había estado
haciendo: llamando a un cliente en importes Embarcaderos, fumando un
cigarrillo en el estacionamiento, reajustando mi tanga, en el momento en
que mi cerebro registraba ese ominoso rugido de motor, mis simples
actividades cotidianas se volverían suspendidas en el tiempo, como si fuera 192
un ciudadano post volcánico de Pompeya. Podía literalmente oír la cólera
de Knight a una milla de distancia, lo que me daba mucho tiempo para
disociarme y mirar desde algún lugar en el fondo seguro sobre mi cuerpo
cuando Knight sacudía su tanque casero sobre la acera frente a donde me
hallaba en ese momento. Luego, descendió sobre el señuelo vacante de
ojos de corderito que se encontraba parado en mi casa.
El problema con tener un teléfono celular que no respondes es que,
con el tiempo, terminarás dando el número a todos los que lo soliciten.
Porque a la mierda. ¿Cierto? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que
en realidad llamen? No voy a responder de todos modos.
Y cuando les das tu número a cualquiera y a todos y luego no
respondes, obtienes muchos correos de voz.
La semana pasada, recibí un correo de voz de un borracho ex, ejem,
Ding-Dong, quien culpablemente admitió a medio camino de su mensaje
que estaba en proceso de masturbarse.
Anoche, un pobre hombre confundido que Sara recogió en la franja
de Las Vegas me dejó un mensaje en el que se preguntaba en voz alta por
qué el nombre en mi mensaje saliente era BB. (A Sara le gusta darles a sus
aventuras de una noche mi número en lugar del suyo porque es una imbécil.
No exactamente la desaliento porque los mensajes de voz me hacen reír.
También soy una imbécil.)
Y hoy la mamá de Sara dejó un mensaje y me pidió que rezara con
ella para que este chico Alex que Sara ve, la embarazara para poder
finalmente tener un nieto.
¿Ves, Diario? No puedo responder ese cabrón. Literalmente, podría ser
cualquiera. Existe una posibilidad muy real de que el mismo Satanás pueda
estar en la otra línea, simplemente esperando que descuelgue así puede
tocar las primeras líneas de "In-A-Gadda-Da-Vida"55 hacia atrás y hacer que
mi cabeza gire trescientos sesenta grados mientras rocía la bilis como una
especie de cabeza de aspersor oscilante del infierno.
Simplemente no vale la pena el riesgo.
Entonces, ahora, probablemente te estés preguntando: ¿Por qué no
solo cambia su maldito número?
Lo sé. Me pregunto lo mismo todo... el... tiempo.
Y sinceramente, hasta hace poco, no tenía una respuesta. La maldita
cosa suena día y noche. Y cada vez que veo “Bloqueado” en mi
identificador de llamadas, todavía tengo que reprimir el impulso de gritar y
pisar mi teléfono como si estuviera en llamas.
Pero, por alguna razón desconocida, la idea de cambiar mi número
siempre ha sido más aterradora. Nunca pude cortar el cable, pero no tenía 193
idea de por qué.
Hasta el veintiocho de mayo del 2009.
El llamado vino de mi amigo de la secundaria, Tim, con quien no había
hablado en años, y afortunadamente, como todos los demás bajo el sol,
todavía tenía mi número de celular. Cuando lo llamé de regreso después de
escuchar su recortado e incómodo correo de voz, me contó lo que estuve
inconscientemente esperando escuchar desde el día en que conocí a
Ronald "Skeletor" McKnight.
Él murió.
Apuñalado a muerte en una pelea de bar.
A los veintiocho años.
S
in importar lo repugnantes que fueran nuestras rupturas, Knight
nunca dejó de llamarme. Sin importar cuántas veces perdió, orinó
o trituró su teléfono en un millón de piezas con sus propias manos;
sin importar lo borracho que estuviera; sin importar cuánto tiempo pasó
desde que hablamos por última vez, Knight siempre recordaba mi número.
Lo tenía tatuado en su cerebro (probablemente literalmente,
conociéndolo).
Con el tiempo, las llamadas de Knight se desvanecieron de niveles 194
traumatizantes de acosador a niveles típicos de llamadas borracho del
exnovio, pero bueno, malo o feo, nunca respondía más de dos veces al año.
Knight era una droga tan potente que sabía que sólo podía tomar un golpe
una vez cada seis meses sin caer de la carreta.
Lo cual, descubrí, una vez que cambié mi especialidad a la psicología,
era la frecuencia suficiente para asegurarme de que Knight continuaría
llamándome para siempre.
Recuerdo el momento exacto en que aprendí el término refuerzo
positivo intermitente. Era estudiante de segundo año en la universidad.
Knight y yo habíamos roto desde mi primer año de secundaria, así que ya
había estado intentando (y fallando) evitarlo durante tres años para ese
momento.
Cuando el joven estudiante caliente de ciencias que enseñaba mi
clase de psicología conductual nos explicó que la mejor manera de
asegurar que un comportamiento continuara no era recompensarlo cada
vez que se mostraba, sino reforzarlo aleatoriamente, mi mente
inmediatamente conjuró una imagen de la cara helada y espectral de
Knight.
¡Mierda! ¡Sigue llamando porque contesto a intervalos aleatorios!
El segundo en que el bombón preguntó si alguien tenía un ejemplo,
empujé mi teléfono celular alto en el aire con un jadeo de perspicacia.
¡Puedo darte un puto ejemplo!
Knight empezaba típicamente nuestras conversaciones bianuales
adultas, de sí-seguro-somos-solo-amigos, con el tema de sus conquistas y
hazañas sexuales más recientes. Era como un tic. Entonces, sintiendo de
algún modo mi agitación a través de su espesa niebla embriagada,
cambiaría el tema, alardeando en cambio de sus recientes triunfos en las
peleas de bar. Después de una pequeña broma, Knight finalmente tendría
suficiente coraje para traer la conversación alrededor de nosotros, lanzando
una diatriba sobre cuánto lo sentía por todo lo que hizo... bla, bla, bla,
mierda, mierda, mierda. Cuando finalmente lo interrumpía, quejándome
suavemente por tener que levantarme temprano o dar alguna otra excusa
velada para acabar con la incomodidad, él siempre terminaba con su ex-
acosador patentado adiós, diciendo que seguía siendo su chica, que
siempre me amaría, y si alguna vez necesitaba algo, estaría allí.
Lo sé, Knight. Pobre desquiciado, hijo de puta psicópata, lo sé.
Rodaría mis ojos y suspiraría por el teléfono, la batería
abrasadoramente caliente contra mi mejilla en el momento en que
finalmente colgaba, y sólo me sentía feliz porque Knight seguía vivo y ya no
195
conduciría a casa de mis padres todas las noches o me gritaría en público.
Knight se unió a los Infantes de Marina en el momento en que se
graduó de la secundaria. No lo cambió mucho. Ya era temible, con
músculos y militante, por lo que ser un infante de marina justo... encajaba.
Pero después de hacer un turno de servicio en Fallujah, la naturaleza
de las llamadas de Knight cambió. Se hicieron amistosas, incluso vulnerables.
Me pedía consejo sobre mujeres, finanzas. Hablaba sobre los problemas que
tenía con sus amigos y empleadores. Llamaba durante las horas del día,
horas sobrias. Cuanto más profundamente entré en mi curso de psicología,
más claro se hizo que Knight sufría de trastorno de estrés post-traumático y
necesitaba ayuda.
Le pregunté una vez, y me dijo—: Sí. Eso es lo que me dijo el Doctor.
Me dieron unas pastillas, pero no funcionan. Anoche, traté de matar a un
tipo en el centro. Comenzó un poco de mierda conmigo en el momento y
antes de que supiera lo que sucedía, mis amigos me estaban reteniendo y
tenía una jodida botella de cerveza rota en mi mano. Me dijeron que estrellé
el cuello en el borde de la barra y embestí al tipo. Ni siquiera recuerdo
haberlo hecho. Entonces... ¿Creo que está empeorando?
Jesús. ¿Te parece?
Knight me dijo más tarde que una de las primeras cosas que había
visto cuando aterrizó en Fallujah fue una mano de mujer en el lado de la
carretera. Sólo tirada allí, como una señal dudosa de Bienvenidos a Irak. En
Hawái, las chicas bonitas cuelgan collares con flores frescas de plumería
alrededor de tu cuello y te besan la mejilla. En Fallujah, una mano sangrienta,
quemada por el sol, cortada, te saluda desde el lado de una carretera
desértica infestada de bombas antipersona.
No sé la mitad de lo que vio, escuchó o hizo mientras estuvo allí, pero
Knight era una paradoja emocional cuando regresó. Estaría pensativo y
sincero e introspectivo durante nuestras llamadas telefónicas irregulares,
pero después de una cerveza o diez, era aún más violento, impetuoso e
imprudente que nunca.
A los pocos meses de su regreso, Knight destrozó su moto dos veces,
la segunda vez resultó en una erupción por la carretera tan mal en su
espalda que parecía una de las víctimas de Hannibal Lecter. Toda su parte
trasera, el escudo de armas de McKnight,... desapareció.
Eran estos cambios en su conducta, el aumento de la rabia y la
imprudencia, lo que hacían que fuera tan difícil para mí creer las
circunstancias que rodearon la muerte de Knight.
Según cuenta la historia, Knight trataba de romper una pelea entre su
196
compañero y un imbécil cuando fue apuñalado en la espalda por la novia
de dicho gilipollas. Los medios lo pintaron como el heroico veterano, un
valiente Infante de Marina estadounidense que acababa de intervenir para
desactivar una situación violenta en un bar local.
Si claro.
No me importa lo que digan. El Knight que conocía inició esa pelea y
no saltó para terminarla. El Knight que conocía probablemente entró en
cólera ciega y no habría dejado de golpear al extraño sin nombre y sin rostro
en su agarre hasta que se quedó flácido. El Knight que conocía era el hijo
de puta más aterrador de la tierra, y si alguna vez consiguiera que mi novio
estuviera en el suelo mientras él estaba en plena modalidad Skeletor, yo
habría sentido la necesidad de apuñalarlo hasta que parara también.
O tal vez esa es sólo la historia que quiero creer. Tal vez quiera que el
mundo sea un lugar justo donde las personas que sirven a nuestro país en el
extranjero no regresan a casa sólo para ser sacrificados por manos de uno
de nuestros propios ciudadanos mientras tratan de romper una pelea.
***
Fue agridulce, saber que mientras enterraba mi primer gran amor, otro
gran amor crecía dentro de mí. Me inquieté por los bordes de la foto del
ultrasonido en mi bolsillo mientras miraba en el ataúd la cara de Knight. Se
veía tan diferente del chico de cabeza rapada y de cara de pecas, que
una vez recogió dientes de león para mí y me dibujó porno en la escuela.
Parecía viejo. Curtido. Gastado. Su piel clara, dañada por innumerables
horas de trabajo al aire libre y montando una motocicleta, ya mostraba
arrugas profundas, exacerbadas por una vida de fruncir el ceño. Su cabello
rubio, casi transparente y liso, crecido y resbaladizo, de estilo motociclista,
yacía flácido y suelto sobre su cabeza. No muy diferente de cuando se
afeitó, todavía era sólo un marco incoloro alrededor de una cara incolora.
Sin un murmullo de pigmento en sus cejas, pestañas o patillas, los ojos
azules árticos de Knight con sus contrastantes pupilas negras solían
proporcionar el único punto de referencia en su cara, de otra manera
pálida. Sin ellos, su apariencia era la de un hombre que llevaba una
máscara de goma flácida, de color carne, inacabada. Mientras mi cerebro
buscaba desesperadamente y escudriñaba su pálido rostro por esa
mordedura familiar de azul, repetidamente apareciendo las imágenes de
las escenas finales de Terminator comenzaron a infiltrarse en mi conciencia.
Después de ser perseguida y generalmente aterrorizada por el T-800 197
durante al menos noventa minutos de tiempo de pantalla, Sarah Connor
finalmente logra atraer al malvado cyborg en una prensa hidráulica en una
fábrica abandonada. Exhausta, herida y sufriendo de shock, Sarah observa
con incredulidad cómo la máquina aplastaba la máquina. Justo cuando
piensa que el depredador de acero se va a levantar de nuevo y continuar
su búsqueda, como ya lo ha hecho una docena de veces, el orbito rojo
penetrante de la luz que arde por detrás del ojo metálico del T-800 se
desvanece lentamente en negro. Sarah sólo puede mirar hacia atrás,
incrédula, ante el exoesqueleto inmóvil de ese demonio digital, jadeando
para respirar y agarrándose para aceptar el hecho de que finalmente está
a salvo.
Mientras contemplaba el ataúd, sabía exactamente cómo se sentía
Sarah Connor. Knight fue mi Terminator personal: obsesionado, implacable,
literalmente programado para matar. Verlo tendido allí, inmóvil, la luz azul
de fuego en sus ojos parpadeó para siempre, era surrealista.
Y como Sarah, yo también llevaba un niño muy especial en mi vientre.
***
Ese niño tiene ahora cuatro años, y él es todo yo. Todo mío. Es un
amante, un rebelde, un artista y un alma muy vieja. Es el tipo de hombre que
desearía que el mundo tuviera más, y estoy bastante segura de que el
universo lo envió aquí para impedirme matar a mi marido.
198
EL VERDADERO POEMA QUE LE
ESCRIBÍ A KEN EN NUESTRO
OCTAVO ANIVERSARIO DE BODAS
Traducido por Black Rose
PARA KEN
EN NUESTRO NOVENO ANIVERSARIO
Me haces querer bailar
Como una chica en un tubo.
200
Pero en su lugar, veo a otras personas bailando elegantemente dentro del
marco negro de nuestra TV,
y empujo mi lencería un poco más profundo en el cajón.
Me haces querer pintar, crear, pero todo lo que he creado son algunos
bebés, Que tomaron mucho tiempo.
Y toman mucho tiempo
Y me dejan con el tiempo justo para pensar.
Por lo que, tipeo mis pensamientos,
con una sola mano en la oscuridad,
nuestro bebé dormitando en mis brazos,
porque las palabras son todo lo que puedo producir estos días… Además
de personas
y leche.
Pero sé que, si se da la opción de elegir
entre el pasodoble y pasteles al óleo
o cuidar a los querubines
que se parecen a ti y actúan como yo,
a quienes les encanta bailar y dibujar en los pisos,
los vería pintar y hacer piruetas en su lugar.
201
SEXO EN LA PLAYA
Q
uerido Diario,
Supongo que Ken apreció que finalmente le escribí un poema
sin la palabra pendejo en él porque me sorprendió en nuestro
aniversario con una invitación a tener sexo... con él... ¡en la playa!
¿Cómo no sabía que nueve años era el sexo-en-la-playa? ¡Pensé que
nueve años era el aniversario de madera! O tal vez sigue siendo...
202
¡Oye-oh!
Mi cumpleaños, el cumpleaños de Ken, y nuestro aniversario todo
caen en la misma semana, refutando de una sola mano la teoría entera del
zodiaco. (No hay manera de mierda que Ken y yo seamos el mismo signo
astrológico. Apenas somos de la misma especie). Así que cada año sólo
tomamos esa semana y salimos de vacaciones. Este año en particular
decidimos alquilar una pequeña casa en una isla cerca de Charleston. Sólo
que, ¿quién carajo quiere pasar una semana en la playa con dos niños
pequeños? Por lo tanto, invitamos a los padres de Ken a venir y ayudar
(mantener a nuestros hijos vivos) para que podamos ser capaces de ir a una
cita (emborracharnos y evitar todas las responsabilidades paternales) para
nuestro aniversario.
Las cosas iban bien. Habíamos descubierto una nueva pequeña rutina
de playa donde Ken y yo pondríamos a los niños para una siesta cada tarde,
dar a sus padres el viejo saludo de dos dedos, y dar un largo paseo por la
playa juntos, lo que significa que yo caminaría cinco o diez pasos,
deteniéndonos para tomar fotos, luego caminar cinco o diez pasos más, y
Ken se quedaba detrás matando el tiempo en su teléfono, tratando de
averiguar el valor de la propiedad de cada casa de playa de aspecto
interesante que pasamos.
Esta es mi favorita... por razones obvias.
209
ADIEU
B
ueno, Diario…
Ha sido una buena carrera, pero esto podría ser un adiós. Han
pasado semanas desde que escribí una sola palabra aquí, y no
parece que vaya a tener otra oportunidad en el futuro.
Verás, cada vez que he buscado mi computadora portátil en las
últimas dos semanas, he sido interceptada de inmediato por un magnífico
210
hombre sexualmente agresivo, de mandíbula cuadrada y con hoyuelo en
su barbilla quien luce y huele mucho como Ken. Llamaremos a este hermoso
desconocido el Parolesposo Sé que no puede ser mi Ken porque este
hombre hace cosas que el viejo Esposobot ni siquiera puede pronunciar.
Tiene la resistencia y el control de una estrella porno experimentada.
Tira del cabello y da nalgadas y muerde y se pone arriba, incluso desde
atrás. Montar al Esposobot generalmente se sentía similar a montar a un
cadáver, pero cuando monto en el Parolesposo, tengo los nudillos blancos
de agarrar la cabecera blanca de la cama con ambas manos con el fin de
tomar todo lo que me da. No es que yo esté arriba mucho. He sido follada
hasta el olvido, en la ducha, en las escaleras, en el sofá, en el suelo del
armario, inclinada sobre la isla de la cocina, con las piernas envueltas
alrededor de su cintura y cruzando los tobillos detrás de su espalda.
Nunca falla. Busco la computadora, y soy follada. Llego a la
computadora de nuevo, me follan en cuatro posiciones diferentes, en tres
habitaciones diferentes.
¡Tuve que esperar a que el Parolesposo se durmiera así podría irme de
puntillas el tiempo suficiente para escribir esto! El sexo es increíble, Diario.
Incendiario. Me atrevo a decir, apasionado.
¡Apasionado! ¡Podría llorar!
Durante diez largos años, he esperado y deseado que Ken me agarre
las caderas como el manubrio de una bicicleta y se meta en mí por detrás
tan duro y tan rápido que el choque de nuestros dos cuerpos suene como
una ovación de pie.
Pasé por las cinco etapas de la pena y de nuevo mientras me
esforzaba para aceptar el hecho de que mis días de ser tomada como una
conquista vikinga en la portada de una novela de Romance Harlequin
quedaron detrás de mí. Y ahora, aquí estoy, mi coño siendo pulverizado de
modo regular por el mismo hombre que permaneció inmóvil debajo de mí
durante muchos años.
¡Ni siquiera tiene sentido! De hecho, me vine tan duro hoy que me caí
en un sueño borroso, cálido y post-orgásmico durante unos segundos antes
de darme cuenta, para mi disgusto, de que Ken esperaba pacientemente
que me recuperara para así él poder terminar.
¡Me quedé jodidamente inconsciente, Diario!
Obviamente, Ken ha estado leyendo, y este hijo de puta está
demostrando un punto. Mi conjetura es que acaba de descubrir la entrada
del mejor sexo jamás con Hans (y posiblemente algunos Viagra del mercado
negro) y decidió que era suficiente. En pocas palabras (sólo gruñidos y
empujones), Ken ha estado poniendo su pie abajo (y yendo con su lengua
211
abajo ¡Aaay!).
Debería estar emocionada. Debería borrarte de la existencia y fingir
que nada de esto pasó. Debería pasar cada momento sin niños despiertos
con mis tobillos alrededor de mis oídos y la cadena que conecta mis pinzas
de pezón entre los dientes de Ken.
Pero no puedo detenerme. Mi misión se encuentra sólo a medias, y
como probablemente has concluido por ahora, no dejo nada a medias.
Voy por todo.
¡Y maldita sea, Diario, todavía quiero que Ken se haga ese tatuaje!
HAIKU DE LA VERGÜENZA
Q
uerido Diario,
Hoy escribí un poema. Lo titulé “Haiku57 de la Vergüenza”.
Alerta emocional: te va a aguar el ojo.
Cuando Ken muera, tras
una eternidad a mi lado, su brazo… tendrá tatuado… mi nombre. 212
Una maldita tragedia Shakespereana, ¿no es así?
Lo escribí en el carro mientras Ken y yo hacíamos diligencias, y decidí
recitárselo estilo Beatnik58, mientras tamborileaba en el tablero, como si
fuera un par de bongos. Ken simplemente rodó sus ojos y no dijo ni una
palabra.
NADA, Diario.
¡Le acababa de desnudar mi corazón y mi alma a través del arte
ancestral del Haiku, y ni siquiera tuvo la decencia de reconocer mi dolor!
Lo debí titular “Razón número 2,349 de porqué Ken es un idiota”.
Me temo que es hora de sacar la artillería. Si la Biblioterapia Subliminal
Conyugal, literatura erótica de exnovios, sugerencias directas, y la
majestuosidad poética no inspiran a Ken a tatuarse, entonces no me ha
dejado otra salida. Voy a tener que emplear el más viejo y potente
213
59La fenciclidina, conocida por su abreviatura del inglés, PCP, es una droga disociativa
usada como agente anestésico que posee efectos alucinógenos y neurotóxicos. Se le
conoce comúnmente como Polvo de ángel, Hierba mala o Píldora de la paz.
¿CUÁL ES TU PROBLEMA CON
EL DESAYUNO, KEN?
Traducido por Bella’
K
en ha sido amigo de Devon e Ethan Alexander (los mismos
hermanos quienes fueron el alma de la fiesta durante el Gran
Juego de Jason) desde la secundaria. Los tres han sido influencia
negativa a los otros por al menos veinte años, así que supuse que, si alguien
podría hacer que Ken tomara una terrible decisión, serían esos dos.
214
Hace unos años, los Alexander, quienes siempre han estado bastante
enamorados de sí mismos, se mudaron a California para ser actores. Ethan,
el más joven, se transformó en Alexander de Los Ángeles. Lucía más en forma
y bronceado, y poseía más camisetas y lentes de montura sin necesitarlos
que nunca antes. Mientras que Devon, quien era de la edad de Ken, se
convirtió en la versión Hollywood, un metro ochenta lleno de mierda.
Cada vez que los Alexander están rondando, lo cual no es mucho
ahora que son grandes “productores” (del programa pirámide de
estafadores desempleados quienes vivían gratis siempre por tener a alguna
adolescente aspirante a actriz con su propio departamento creyendo que
la iban a convertir en una estrella) por California, Ken tiende a soltarse un
poquito. Quiero decir, seguía sin beber o fumar o divertirse o algo, pero se
quedaba despierto pasada su hora de dormir.
Entonces, el miércoles pasado, Ken me llamó en su camino a casa del
trabajo para decirme que los Alexander se hallaban en la ciudad para el
cumpleaños número treinta de Ethan, así que él y los chicos se encontrarían
en Wild Wing para celebrar y ponerse al día.
—Claro —dije—. Diviértanse —dije.
Simplemente me quedaré aquí y haré la cena y lavaré los trastes
sucios y bañaré a tus hijos y los pondré en la cama y beberé sola, dije en mi
cabeza.
Era tan injusto. Ken yendo a pasar el rato con un grupo de nuestros
amigos a un bar era el equivalente de él apareciendo en mi cita anual para
el examen del Papanicolaou.
¿Hola?! ¡Yo soy la bebedora extrovertida social en esta pareja! ¡Por
aquí, imbécil! ¡Quiero ir a tomar unos tragos de Jameson y hablar mierda
sobre todas las “palizas” que Ethan y Devon han estado “cazando” en Los
Ángeles!
Pero, por desgracia, era demasiado tarde para encontrar una niñera,
y Ken ya casi estaba en el bar cuando llamó. Y, como siempre, fui
abandonada en la Isla de Dos Pequeños Hijos sin siquiera un bote.
Entonces, tan pronto me sumergí hasta el codo con el lavaplatos y la
amargura, mi teléfono sonó.
Ken: Creo que voy a estar fuera hasta muy tarde.
Yo: Okey.
Ken: Esto es tan divertido.
Yo: Estoy segura de que lo es.
Yo: Espero que ustedes cabrones se atraganten con sus alas de pollo
(tipié y luego borré) 215
En un intento por erradicar mi envidiosa energía y regresar a mi Zen,
arrojé a los niños a la cama, encendí una vela con aroma de lavanda y me
sumergí de cabeza en una de mis meditaciones guiadas favoritas de
Deepak Chopra.
¿Manifestando abundancia a través de la activación sistemática del
chakra del tercer ojo? ¡Sí, por favor!
La mayor parte se encontraba en Sánscrito, así que podría haber
estado llamando a Lucifer por todo lo que sabía, pero cualquier mantra que
Deepak me estuviera cantando, esa mierda funcionaba.
Tan pronto como mi hombre Deepak dijo su final,"Namaste", Ken me
enviaba un mensaje de texto para anunciar que toda la fiesta se dirigía ¡a
nuestra casa!
¡Caramba, caramba! ¡Gente! ¡Alcohol! ¡Niños dormidos!
¡Abundancia!
Corrí por todos lados, alternando entre aplaudir vertiginosamente y
tratar de machetear mi camino a través de la selva plástica que una vez fue
mi elegante y contemporánea sala de estar para adultos. Una vez que la
montaña de juguetes fue aplastada exitosamente en todos los armarios,
gabinetes, esquinas y estufas disponibles que pude encontrar, empecé a
sacar las tinas de alcohol del gabinete de licores, esperando ayudar en la
lubricación social de mis invitados. La cosa acerca de estar casado con un
contador que no bebe es que, cuando le pides que recoja “una pequeña
botella de Peppermint Schnapps” para tu Martini de dulces navideños,
inevitablemente aparecerá con una jarra de dos litros de Peppermint
Schnapps porque “era el mejor precio por onza”.
Hay botellas de alcohol en esta casa que nos sobrevivirán a todos,
Diario.
Tan pronto como el último galón de Triple Sec fue retirado del
gabinete, mis invitados llegaron. Y fue... glorioso. El cumpleañero Ethan, fiel
a su forma, se veía bronceado, moreno, pulido, vestido de camiseta y
bombardeado. Nunca lo había visto tan borracho y Ken parecía más que
divertido. De hecho, en realidad parecía estar divirtiéndose. Devon, el
hermano mayor, le siguió, metiéndose en el sofá donde alternaba entre
contribuir con sus dos centavos a las historias de Ethan y tratar de conseguir
chicas al azar en Tínder para que le mandaron fotos de sus tetas.
En la retaguardia iban el mejor amigo de Ken, Allen, y su esposa, Amy.
Allen y Amy tienen dos hijos, pero nunca lo sabrías por la forma en que
se divierten. Hace unas pocas semanas, fueron a un complejo turístico de
sólo adultos (nudistas) en Jamaica y tuvieron una orgía de una semana de
duración. Lo sé porque Amy me enviaba un mensaje de texto de la acción
216
todo el tiempo.
La vida no es justa, Diario.
Mientras ellos extendían las mejillas de sus traseros para extraños en
una playa desnuda, yo me hallaba ocupada frotando las marcas de la ropa
interior de Batman de mi hijo. Espero que quien sea que los haya volado,
haya tenido afta y cangrejos de barba.
Escuchar a Ethan y Devon relatando historias de Los Ángeles mientras
representaban a todos los personajes fue como ver un episodio en vivo de
la historia de la borrachera. Ethan alardeaba de cómo salvó a Devon de un
trabajo manual de una estrella porno transgénero llamada Tammy Tugwell
en el Festival de Cine de Sundance. Devon nos contaba cómo vio a uno de
los vampiros de True Blood cogiéndose a una perrita en su sofá después de
su épica fiesta de Oscar. Fue hermoso.
Pero tan entretenido como era el pequeño concurso de meadas de
los Alexander, algo aún más interesante ocurría en el otro lado de la sala.
Ken sonreía. De hecho, podría haber estado riéndose suavemente, como el
murmullo de una paloma.
Ver a Ken experimentar algo parecido a pasar un buen rato mientras
escuchaba los Estilos de Vida de Soltero y Sin Hijos simplemente agregó
combustible al fuego de mi brillante y siniestra idea gargameliana. Todo lo
que necesitaba hacer era encontrar una manera de poner a los hermanos
Alexander y Ken en una sala de tatuajes al mismo tiempo y dejar que el
suave empujón de la presión de los compañeros se encargara del resto.
Podía hacer esto. Tenía el universo y cuatrocientos ochenta y siete litros
cúbicos de licores aromatizados a mi lado.
Miré mi muñeca desnuda. —Maldición, Ethan. Tu cumpleaños casi
termina, cariño. ¿Hay algo más que quieras hacer antes de medianoche?
¿Como ir a la casa de los panqueques o hacerse un tatuaje?
Por favor, di tatuaje. Por favor, di tatuaje. Por favor…
—¡Oh, mierda! —Ethan se enfureció mientras el pánico le abría los
párpados—. ¡Me iba a hacer un tatuaje hoy!
¡A la mierda sí! ¡Choca esos cinco, Deepak!
Allen y Amy saltaron del sofá y empezaron a gritar y a hacer lo que
hacían las animadoras de Satanás.
Allen agarró a Ethan por los hombros y comenzó a sacudirlo
violentamente mientras Amy le gritaba en la cara—: ¡Mierda sí, E! ¡Sube al
auto ahora mismo! ¡Estamos pagando!
Miré a Devon para ver si había alguna señal de protesta, pero seguía 217
pegado a su teléfono, deseando que su aplicación Snapchat tuviera ping.
Con la pareja liberal a bordo y el hermano mayor Alexander
preocupado con la promesa de las tetas de menores de edad, todo lo que
tenía que hacer ahora era convencer a Ken de ir con ellos y rezar para que
el impulso y la camaradería de una noche de diversión fuera sería suficiente
para que se uniera a su buen amigo Ethan en una pequeña sesión de
tatuajes.
Desafortunadamente, Ken y su maldita moral no compartían nuestro
afán de crear lazos afectivos y recuerdos para toda la vida. En cambio,
insinuó que no sólo no era una gran idea tomar a nuestro amigo ebrio para
conseguir un tatuaje, pero que era realmente “incorrecto” porque él estaba
“borracho desmayado” y probablemente “lo lamentaría por la mañana”.
¡Agh! ¡Muchas gracias, papá!
Ken pudo haber estado sobrio y racional, pero yo estaba llena de licor
Pucker's Sour Apple, fuego del infierno y alquitrán, y no iba a caer sin luchar.
A través de mi niebla inducida por el licor, esperaba que tal vez, sólo quizás,
si pudiera demostrarle a Ken que el tatuaje que Ethan quería era malo o al
menos modesto de buen gusto, podría hacer que Ken cediera.
—No lo escuches, cariño. Ken odia la diversión, eso es todo. ¡Es tu
trigésimo cumpleaños! ¡Si quieres un tatuaje, debes dejar que Allen y Amy te
compren un tatuaje! ¿Sabes lo que quieres?
Por favor, que sea bueno. Por favor, que sea bueno...
Ethan se tambaleó un poco sobre sus pies mientras se orientaba hacia
la dirección de mi voz.
Estoy bastante segura de que no pudo verme a través de las rendijas
de sus párpados, pero se las arregló para mantenerse erguido y entusiasta
mientras se enredaba. —¡Por supuesto que sé lo que quiero! ¡Quiero
desauno!
¿Qué mierda?
—¿Acabas de decir desayuno? —pregunté, intentando no temblar.
—Sip. Quiero que diga “Desauno”. En mi pie.
Oh, por el amor de Dios.
Ethan hizo un gesto impresionantemente retrasado hacia uno de sus
pies descalzos, y la habitación estalló en risas. Ken resopló. Tenía que
admitirlo, tratando de mantener la compostura como si fuera algo
perfectamente natural para un hombre adulto querer el nombre de la
comida más importante del día en su pie no era una hazaña pequeña
(¡Juego de palabras intencionado!), pero preservé.
—Buena elección, Ethan. Me gusta. ¿Dónde se te ocurrió una idea tan 218
original?
Ethan estaba listo con una explicación sólida como una roca.
Obviamente, él defendió esta idea antes porque su réplica fue inmediata y
concisa.
Enderezando su postura, Ethan declaró a la habitación con una voz
que era más fuerte de lo necesario.
—Porque es la primera comida del día... Y... es la mejor comida.
Incluso tiró una pequeña sacudida de cabeza descarada al final,
como si acabara de tirar una mierda irrefutable, e inmediatamente tuvo que
recuperar el equilibrio.
Prácticamente podía ver mi codiciado tatuaje de corazón estilo Sailor
Jerry con las letras “BB” grabadas en la parte delantera deslizándose entre
mis dedos.
Vamos, Ethan. Dame algo con lo que pueda trabajar, amigo. Ken
nunca va a firmar esta tontería de locos.
Miré a Ken a través de la habitación para medir la situación y lo
encontré casualmente sentado en el suelo con la espalda contra la mesa
de café, con la corbata desabrochada, la parte superior de su camisa de
trabajo con cuello desabrochada, riéndose silenciosamente.
No se veía bien, pero seguí adelante, decidida. —Haces unos puntos
excelentes, E. ¿Has pensado en una fuente?
—Normal.
Duh.
—¿Estamos hablando de Arial? ¿Times New Roman? ¿Helvética?
—¡En mayúsculas! —Ethan lanzó un brazo al aire por énfasis mientras
se balanceaba con los ojos cerrados.
Me mordí el labio para suprimir la carcajada que se infiltraba en mi
garganta y logré resumir a través de dientes apretados.
—Entonces, ¿quieres que diga desayuno, en tu pie, en mayúsculas, en
una fuente normal?
—¡A la mierda que sí, señora!
Mi brillante plan jadeaba y caía como una preciada lubina ante mis
propios ojos. Al menos la pareja liberal seguía a bordo. Allen agarró a Ethan
por las correas de su camiseta sin mangas y lo giró para enfrentarse a Ken.
El cuerpo flexible de Ethan zarandeándose como una muñeca de
trapo, Allen gritó sobre su hombro a Ken—: ¡Vamos, amigo! Este hombre
219
necesita un tatuaje, ¡rápido!
Ni siquiera fingiendo que iba a levantarse, Ken volvió su atención
hacia Ethan y le dijo, tratando de reprimir su risa como un caballero—: Creo
que te arrepentirás, hombre.
¡Vete a la mierda, Ken! ¿Quién te preguntó?
En un momento de desesperación, y con sorprendente lucidez, solté—
: Ethan, ¿hay alguien a quien puedas llamar que pueda verificar a Ken que
has querido este tatuaje por más de veinticuatro horas?
Era una posibilidad remota, pero me condenarán si Ethan no produjo
ni uno, ni dos, sino tres gilipollas del Sur de California en el altavoz que todos
tuvieran la misma respuesta cuando anunció que iba a conseguir “ese
tatuaje que siempre he querido”.
Sin perder el ritmo, cada uno de ellos meditaba en un trazo prototípico
de piedra—: Amiiiiiigo… ¿finalmente te pondrás el tatuaje del desayuno en
el pie? ¡De ninguna manera! ¡Eso es genial, hermano!
¡Fue una intervención divina! Seguro que Ken no podía argumentar
con esa clase de evidencia. Ethan claramente estuvo hablando de tener
una oda a la comida más importante del día permanentemente
garabateada a lo largo de su empeine durante, como, semanas.
¿Quién era Ken para negarle a Ethan su sueño?
Te diré quién era Ken. Ken era el imbécil que iba a negarle a Ethan su
sueño.
Y el mío. Como costumbre.
Una vez que el reloj marcó las doce y terminó el gran día de Ethan,
Ken decidió que era el momento de llevarse a los Alexander y los liberales a
casa, dejándome atrás para asegurarse de que nuestros hijos no perecerían
mientras dormían o serían capturados por agentes del Departamento de
Servicios Familiares e Infantiles, que probablemente ya estaban en camino.
Observé como mi Ave María final intentaba hacer que Ken
proclamara su amor por mí a través del arte permanente del tatuaje que
salía por la puerta y entraba en la noche. Sentada sola en mi sofá vacío, en
mi ahora tranquilo salón, tras otra derrota, me sentí desamparada. Mi arsenal
de tácticas psicológicas se agotó.
No tenía ideas, y era hora de enfrentarme a los hechos. Ken nunca iba
a expresar su amor eterno por mí, ni en palabras, ni por escrito, y
evidentemente tampoco en su piel.
Siempre creí que esos sentimientos estaban en alguna parte. Todo lo
que tenía que hacer era encontrar la llave correcta para abrirlos.
Quiero decir, por supuesto que a Ken le encanta la forma en que me 220
da hipo todos los días y la forma en que siempre me las arreglo para joder el
puré de papas instantáneo y cómo siempre llego cinco (diez) minutos tarde
a todo, y la forma en que me pongo realmente ruidosa e inapropiada
cuando estoy en situaciones sociales incómodas, y cómo a veces le doy la
vuelta (o le hago la vuelta) cuando he estado bebiendo.
¿Quién no lo haría? Soy jodidamente adorable.
Como hija única y segura de mí misma, siempre me moví por el
mundo, segura de que el sol, la luna y las estrellas brillaban de mi culo.
Pero allí, agarrando mis rodillas en las sombras de mi pintoresco salón,
a la deriva en mi sofá de gamuza, flotando en una corriente de Peach
Schnapps y desolación, rodeada por mis fotografías ignoradas y mis pinturas
pasadas por alto, finalmente encontré el valor para hacerme la pregunta
de la que había estado huyendo desde que el maldito Kenneth Easton llegó
a mi vida.
¿Y si Ken no expresa sus sentimientos por mí por qué no están ahí?
Me aferré a mis espinillas como si fuera mi vida y enterré mis rodillas en
las órbitas de mis ojos, tratando de protegerme físicamente de las
implicaciones de ese pensamiento único y mantenerme firme contra el
torrente de lágrimas que amenazaba con consumirme. Pasé más de una
década tratando de averiguar cómo hacer que Ken me diera un vistazo al
pozo sin fondo del amor que me estaba escondiendo cuando lo que
debería haberme estado preguntando todo el tiempo fue: ¿Y si?
Sabía por experiencia que el tipo de amor que buscaba de Ken, tipo
“las rosas son rojas las violetas son azules”, era una perra voluble. Dolió,
traicionó, y finalmente fue insostenible. Esta cosa con Ken, sea lo que fuera,
iba a llegar muy lejos. Lo sabía en mis células, y lo sabía en mi alma. Ya había
estado con él cinco veces más tiempo que cualquiera de mis otros novios,
y podría haberlo hecho estando en mi cabeza. Podría no haber sido carnal
o tierno. Ciertamente no era emocionalmente satisfactorio. Pero lo que
teníamos era sorprendentemente estable, resistente y fuerte.
Suspiro.
Llegó el momento de abandonar el fantasma de la pasión del
pasado. Lágrimas que duraron once años cayeron en torrentes cuando
traté de ahogar mi nueva realidad. Ningún hombre me iba a decir “Eres tan
hermosa”, otra vez o referirse a mí como nada más que Brooke, la Sra. Easton
o señora. Ningún hombre iba a sentir nunca nada lo suficientemente fuerte
acerca de mí como para que mi nombre (o preferiblemente el adorable y
personalizado nombre de mascota que me asignó en el momento en que
nos conocimos) se clavara en su piel con diminutas agujas. Y también era
tiempo de aceptar que la ropa interior, las esposas y el equipo de esclavitud 221
guardados en mi cajón de ropa interior nunca más volverían a ver la luz del
día.
Trozos de carne de mis esperanzas y sueños salpicaban mi sala de
estar. Deslizándose por las paredes de color berenjena. Goteando del
artesonado a medida. Me senté, abrazando mis rodillas, en el vértice de la
escena del crimen, llorando, oscilando y tarareando un réquiem de dolor y
aceptación.
Está bien. Está bien. Está bien...
Dejaría ir esas necesidades tontas. Las enterraría en la parte de atrás,
limpiaría el desorden y me iría a la cama, reconfortándome sabiendo que,
por el resto de mi vida, estaría desparejadamente casada con el padre de
mis hijos, el cortador de césped, el equilibrador de mi chequera y el guardián
de mi corazón, aunque él mismo no tuviera uno.
***
223
TOMA UNA FOTO. DURA MÁS
TIEMPO
Traducido SOS por Bella’
C
on los ojos bien cerrados y el edredón alrededor de mis oídos,
intenté bloquear los sonidos de Ken dando vueltas por la casa.
Podía oír un sinnúmero de puertas y cajones de gabinete que
se abrían y cerraban en la cocina, ¿o tal vez en la oficina?
¿Qué carajo busca?
224
Sonaba como si intentara despertar a los muertos, no prepararse para
la cama.
Unos minutos más tarde, las pesadas pisadas de Ken volvieron al
dormitorio. Agarré el edredón y aguanté la respiración, en silencio
agradeciendo a Dios que no teníamos un arma. Cuando los pasos se
detuvieron a unos metros de mí, la parte trasera negra de mis párpados se
vio repentinamente bañada por rayos amarillos.
¡Ahg!
Me volteé y entrecerré los ojos a través de los cegadores rayos de mi
lámpara al lado de la cama para ver a Ken asomándose sobre mí, un objeto
largo y contundente en su extendida mano.
Instintivamente, me preparé para el impacto. Cuando nunca llegó,
me arriesgué a echar un vistazo y descubrí, hasta mi más absoluto regocijo
sin adulterar, que Ken me extendía un bolígrafo de caligrafía.
Me senté y lo miré fijamente, con la mandíbula entrecortada,
buscando en su cara alguna indicación de lo que pasaba. No regaló nada.
No habló. No se emocionó. Se quedó ahí parado, despeinado sexualmente
en su camisa y pantalones, con aspecto cansado pero resuelto. Sus brillantes
ojos de color agua palidecieron a un gris acerado mientras me penetraban,
atreviéndome a morder el anzuelo. Cuando temblorosamente me acerqué
para aceptar la pluma, Ken se aferró a ella un momento antes de
entregármela. Luego ofreció otro objeto en su lugar, su mano derecha.
Oh, mi Dios.
Mi mente vomitó tantos pensamientos y sentimientos a la vez que fui
temporalmente inmovilizada por el cuello de botella de los procesos
mentales que competían por mi atención. Me sentí eufórica y
profundamente conmovida, pero sorprendentemente culpable.
Ver a mi esposo, casi patológicamente rígido y constitucionalmente
testarudo, de pie ante mí, pidiéndome que dibujara un tatuaje que nunca
quiso sobre su piel, hizo que mi pecho se me estrechara y mi estómago se
volviera.
Mi pobre Ken. ¿Qué te he hecho?
Mi culpa fue rápidamente ensombrecida por la ira irracional, sin
embargo, cuando me di cuenta de que la ofrenda de Ken de esa pluma en
particular, y de esa mano en particular, era completamente calculada. Me
hizo saber, en términos claros, que estuvo leyendo mi diario. Y terminaba
esta farsa de una vez por todas. Nunca más podría volver a publicar lo que
mi malvado corazón deseaba que leyera y luego bailar coquetamente
alrededor del tema como si ambos no supiéramos exactamente lo que 225
pasaba. La fiesta estaba lista.
Maldito idiota. ¡Tenía algo bueno pasando!
¿Pero sabes qué me cabreó aún más, Diario? Darme cuenta de que
había estado golpeando mi cabeza contra una pared durante años
tratando de conseguir que este hombre expresara sus sentimientos por mí,
lanzando cada táctica de moderación de comportamiento en el libro a él,
cuando todo lo que necesitaba hacer todo ese tiempo fue decirle que ¡no
se hiciera un tatuaje!
¡Ken realmente tiene un desorden de oposición desafiante!
¿Por qué no pensé en usar la psicología inversa antes?
¡Esa mierda siempre funciona, maldita sea!
Quería honrar el avance que tuve antes anunciando que no
necesitaba que se hiciera un tatuaje o me diera un cumplido o un nombre
cariñoso porque no era así e iba a venerarlo. Quería probar que realmente
había crecido y ya no buscaba la validación de que era adorable o
atractiva para él o para cualquier otra persona.
Pero no pude hacerlo. Ver al hombre más sexy y exasperante que
jamás había visto de pie ante mí, ofreciéndome lo único que siempre deseé,
una prueba visible y permanente de su amor, era simplemente irresistible.
Como un adicto en recuperación a una pipa de crack, todo el
progreso que hice durante mi hechizo de búsqueda del alma se levantó en
un soplo de humo. Una efervescencia vertiginosa explotó por mis venas. El
ácido amargo y agitado de mi estómago fue reemplazado por pequeñas
mariposas maravillosas, y el sello de mis labios apretados y furiosos se rompió
para revelar una estúpida sonrisa come-mierda que ya no podía reprimir.
Quería hacer lo correcto, realmente lo hacía, pero me sentía tan
entusiasmada con la perspectiva de salirme con la mía que dejé que mi
peor defecto de carácter, la egoísta hija única, se apoderara de mí.
Salivando sobre el lienzo suave y carnoso de la mano derecha de Ken,
saqué la tapa de la pluma de caligrafía con mis dientes y me puse a
trabajar. No le miré ni una sola vez, por temor a lo que pudiera encontrar,
de lo que ya sabía que estaba allí, desaprobación y obligación.
En vez de eso, dejé que mi segundo peor defecto de carácter,
perfeccionismo, tomara el timón. Mi atención se centró únicamente en la
colocación y precisión de cada golpe y parada. El tiempo dejó de existir.
Era sólo yo y la tinta y el éxtasis de ver una fantasía de once años haciéndose
realidad ante mis propios ojos.
Una lágrima errante cayó en el dorso de la mano de Ken, fallando mi
obra maestra por la anchura de un cabello. Estaba hecho. Era gloriosa. Era
226
todo.
En mi mente, siempre fantaseé con ver mi nombre transmitido al
mundo en un viejo corazón y estandarte de la escuela, pero en un momento
de inspiración, decidí ir con una tradicional brújula, el único motivo de
tatuaje que Ken admitió que le gustaba.
Sólo que, en esta brújula, en vez de las letras N, S, E y W, cada
dirección se hallaba marcada con una pequeña B.
Porque adonde Ken va, yo voy.
Era exquisito. Era masculino. Era Ken Y lo más importante, era yo.
Mirando a Ken a través de mis pestañas, sostuve la respiración, crucé
los dedos y esperé, cada músculo tenso a su reacción. Ken retiró su mano
de la mía el tiempo suficiente para voltearla hacia sí mismo y evaluar el
daño.
Oh, Dios, por favor, que te guste. Por favor, por favor, que le guste.
¡Mira! ¡Ni siquiera he dibujado un corazón! ¡Es una brújula, justo como
querías! ¿Ves lo desinteresada que soy? ¡Es como si estuviera canalizando a
Gandhi!
Ken levantó una ceja, seguido por la esquina opuesta de su hermosa
boca cincelada. No podía decir con seguridad si realmente le gustaba lo
que veía o si simplemente le divertía.
Sin decir una palabra, Ken colocó suavemente su mano de nuevo en
la mía y dejó que su máscara de desprendimiento por defecto volviera a su
lugar. Con su mano izquierda, levantó mi teléfono de la mesita de noche y
me lo ofreció, mirándome finalmente a los ojos pero sin regalar nada.
Hipnotizada por la mirada de Ken, lentamente acepté el teléfono.
Confundida, pregunté—: ¿Pa- Para qué es esto? ¿Quieres que llame
al salón de tatuajes?
La cara de Ken se ablandó un poco, pero había un brillo en sus ojos
que me dijo que no me iba a gustar lo que venía después.
—No. Pensé que querrías tomar una foto antes de que me la lave. No
me voy a hacer un tatuaje en la parte posterior de mi mano, loca. Tengo
una reunión con el director financiero en seis horas.
227
NO SIEMPRE OBTIENES LO QUE
QUIERES
Traducido por Taywong
N
o.
¿No?
Miré a mi marido como una imbécil con la boca abierta por
la incredulidad de que tuviera las pelotas para jugar con mi mente así y
también con la incredulidad de que yo no estallé en una crisis nuclear 228
completa después de que me dijeran que no.
Todos los hijos únicos, incluida yo misma, están clásicamente
condicionados por sus padres desde el nacimiento a lanzar un ataque de
puta madre cada vez que alguien les dice que no.
Lo único que realmente significa un no es que me gustaría oírte gritar,
llorar, reprenderme y culparme por todo lo que quieras en un tono agudo y
chillón durante aproximadamente cinco o diez minutos hasta que esté
satisfecho de que realmente, realmente lo quiero. Entonces, te lo daré.
¿Lista? ¡Dale!
Entonces, ¿por qué no me sentía enojada? ¿O al menos pretender
estar molesta?
Sé que lo escuché. Ese pequeño no rebotó en mi cráneo como una
bola de squash mientras miraba fijamente, sin pestañear, a esos obstinados
ojos color aguamarina, pero mi cerebro simplemente no podía o no pudo
procesar el significado detrás de eso.
Traté de repetirlo en mi cabeza con diferentes énfasis, en diferentes
idiomas.
¿No?
¿NO?
¿Nop?
¿Nein?
¿Nyet?
¿Naheen?
¿De ninguna manera?
Pero, aún nada.
¿De verdad había sufrido un ataque de nervios completo antes, y
ahora, me hallaba completamente separada de la realidad? ¿Estaba
teniendo un accidente cerebrovascular? ¿Era esto lo que sentía la afasia de
Wernicke60?
Tal vez mi negativa a comprender era solo un mecanismo de defensa
psicológica, tratando de protegerme de la angustia de tener mis esperanzas
y sueños aplastados dos veces en la misma noche.
Entonces, me golpeó.
Por mucho que odiara la palabra no, tenía sentimientos iguales y
opuestos sobre los nombres cariñosos. Mi cerebro no estaba roto.
Simplemente se encontraba atrapado en una guerra de tira y afloja entre
229
dos pequeñas palabras, ambos luchando por obtener control sobre mi
próxima respuesta emocional.
En la esquina roja, espumeando por la boca y con los hombros
masajeados por el mismo Satanás, se hallaba la palabra No, la palabra más
fea jamás inventada. La palabra que me hace querer ponerme de rodillas
en el instante en que la escucho, solo para que mi puño haga un mejor
contacto con los genitales del detractor.
Es una pena que Ken fue y pagó todo ese dinero por una
vasectomía... porque si No gana esta batalla, podría obtener otra gratis, de
mi pie.
En la esquina azul, revoloteando como un colibrí borracho y riéndose
de nada en particular, estaba la palabra Loca. Aunque escuché a Ken usar
este apodo para referirse a mí una vez antes, había estado medio dormida,
y solo estuve prestando la mitad de atención, así que realmente no tuve el
***
Es posible que nunca obtenga todo lo que quiero de este hijo de puta,
sobre todo porque tiene un desorden oposicional desafiante, pero también
porque, en algún nivel de enfermedad, creo que me gusta. Tal vez se deba
a que fui criada por dos hippies amantes de la paz que solían doblarse bajo
la fuerza de mi voluntad como una articulación babosa que se había
pasado demasiadas veces en un concierto de Doobie Brothers. Tal vez solo
quiero ser desafiada. Siempre me he inclinado por desafiar a los hombres,
desafiar las actividades educativas, desafiar a los autos (todavía manejo un
Mustang aunque mis tacones siempre quedan atrapados en la alfombra del
piso cuando cambio y mis hijos tienen que sentarse con las rodillas
levantadas hasta el pecho en el cubículo glorificado detrás de los asientos
delanteros), e incluso los desafíos físicos (mi anorexia pasada, mi nivel actual
de privación de sueño, piercings genitales, sexo anal, parto natural, la lista
continúa).
O tal vez (y lo más probable) estoy tan mimada que no obtener mi
camino simplemente no es una opción.
Cuando me enfrento a un desafío, me obsesiono con encontrar
grietas en su armadura y nuevos ángulos para llegar a eso hasta que
eventualmente uso mi objetivo final y lo convierta en mi perra.
Solo mira las distancias extremas a las que asistí para atraer la atención
de Lance Hightower en la secundaria. Hice y deshice de todo, cubriendo
todo lo que tenía en pequeños parches y tachones, pisoteando alrededor
en calcetines hasta la rodilla y botas con puntas de acero de dieciocho kilos,
incluso en los veranos más crueles. Fingí que me gustaba y aprendí cada
letra de al menos cuatro mil canciones punk que agotan la inteligencia de
cualquiera. Me afeité el noventa y cinco por ciento de mi cabeza.
Gracias a Dios, Lance y Brian fueron encontrados jugando a esconder
el Salami cuando lo fueron, o bien podría haber muerto de una horrible
complicación de cirugía de tetas (que iba a ser mi próximo intento de ganar
su afecto) antes de que fuera lo suficiente vieja para conducir.
Dado mi historial de tenacidad, probablemente este no sea el final,
Pequeñín. Aunque mi Diario Súper Personal que Ken Nunca, Nunca Puede
Leer Jamás, podría cerrarse para siempre, si me conozco, probablemente
sea el primero de una serie de experimentos psicológicos inmorales al que
232
someteré a mi marido en el nombre de tratar de hacer que exprese su amor
por mí. Y si conozco a Ken, probablemente continuará racionando su afecto
y aprobación por el resto de su vida solo para mantenerme en el anzuelo.
Y por mucho que odie admitirlo, será divertido. Ken incluso podría reír.
Lo más probable es que tiraré cosas. Y haremos este pequeño baile hasta
que estemos muertos. En ese momento, probablemente recorreré el
multiverso hasta que encuentre a ese hijo de puta de nuevo, solo para
poder bailar un poco más.
BOLAS AZULES
Q
uerido Diario,
Si tomaras todos los globos oculares de todos los hombres que
he escrito aquí y los pusieras sobre la mesa, algunos estarían
rojos, algunos podrían tener pupilas demasiado dilatadas por años de abuso
de drogas en los clubes, y me imagino que al menos un par de ellos ya
estarían manchados de amarillo de Hepatitis C (ejem, Ding-Dong), pero 233
todos ellos tendrían iris azules.
Mi padre tiene ojos azules, y evidentemente, todos los hombres que
he amado desde entonces.
(Y yo que creía que yo era la única mujer en el planeta que no tenía
problemas paternos. Maldición.)
Pero los ojos de Ken... podría sacar los de Ken de un barril de esferas
blancas y azules. No son tormentosos o de piedra, ni perforados o fríos, son
cerúleos brillantes que se sienten brillantes y tranquilos al mismo tiempo…
como esas fotos brillantes de la revista de fotos de lugares de vacaciones
tropicales donde el océano es ese color verde-azul vivo y se puede ver cada
pez rodando bajo las olas, cada grano de arena en el fondo, y piensas, pssh.
Esa mierda es falsa. Nada en la naturaleza es tan azul. Porque si algo tan
hermoso realmente existiera y te lo perdieras, sería una maldita tragedia.
Bueno, me alegra informar que ese color existe. Y no necesito un billete
de avión y una bolsita Ziploc tamaño de un cuarto llena de pequeños
artículos de tocador para experimentarlo. Cada vez que miro a los ojos de
Ken, no puedo evitar sentir como si alguien me hubiera empujado un coco
hueco en la mano, lleno de ron y amor y pajitas rizadas y pequeños
paraguas de papel. Me relajo. Mis niveles de cortisol bajan. Mis niveles de
serotonina suben. Y de repente, estoy de vacaciones, contenta de enterrar
mis dedos del pie en nuestra alfombra de friso de color arena y quedarme
un rato.
Después de once meses de experimentos de búsqueda del alma y
modificación del comportamiento y noches sin dormir empapadas de vino,
siento que finalmente he llegado a mi destino, y todo lo que queda por
hacer es exhalar, beber algo frutal y disfrutar de la vista. Aunque mi precioso
esposo irlandés de cabello arenoso perfumado de primavera podría preferir
pasar el rato en Kenlandia, amamantando a un Gatorade y revisando su
teléfono para ver las puntuaciones de los Braves y las actualizaciones de la
bolsa de valores, ahora tengo una invitación abierta para subir a la orilla y
asaltar sus playas siempre que quiera, si usted sabe lo que quiero decir
(movimiento de cejas, cinco de altura propia).
***
Escucha, Diario, ya sabes por mi historia de ruptura que soy mala con
las despedidas, así que terminemos con esto. Eres lo mejor que le ha pasado
a mi matrimonio, ¿de acuerdo? Y por mucho que sé que debería eliminarte
y nunca mirar atrás, te debo más que eso. Te mereces vivir, pasar tu 234
jubilación frotando codos con todas las otras obscenidades que he estado
guardando en la carpeta “Cosas lindas que encontré en Pinterest”.
(A propósito, gracias por todas las fotos de Stephen James).
Además, probablemente voy a necesitar usarte como una
herramienta de referencia en el futuro porque estoy bastante segura de que
la falta de sueño ha destruido mi habilidad para crear nuevos recuerdos.
Así que, hasta entonces, namaste, pequeño. Tu trabajo aquí está
hecho.
Epílogo
LA VERDADERA
CONVERSACIÓN DE TEXTO CON
LA DRA. SARA SNOW
Traducido por Black Rose
238
Sobre la Autora
Traducido por Black Rose
Creo que en orden para decirte quién soy, primero debo decir quién
quiero ser.
Y lo que realmente quiero ser es la pila humeante de carne y dientes
que resultaría si la ciencia alguna vez hiciera genéticamente posible que
Jenny Lawson61 y Kelly Ripa62 tuvieran un bebé, con una generosa pizca de
Megan Fox63 en la parte superior.
Ese es el sueño, al menos.
La realidad es que soy una psicóloga escolar (o lo era antes de que
me despidieran por una gran bajeza moral. Si lees esto, probablemente ya
haya sucedido) y vivo en los suburbios del sudeste que ahogan el alma con
mi esposo y nuestros dos queridos querubines (o lo hice antes de que él se
divorciara de mí y/o hiciera que me internaran). 239
Aunque mis días de punk-rock pueden estar tras de mí, todavía me
tiño el cabello de rosa en el primer día de vacaciones de verano todos los
años y rezo para que se caiga en agosto. No rasguña completamente mi
picazón rebelde, pero esas miradas críticas en la tienda de comestibles se
sienten muy bien.
También quiero ser el tipo de persona que se queda despierta hasta
las dos de la mañana, escribiendo novelas románticas obscenas, pero en
cambio, me quedo hasta las tres de la mañana, escribiendo sobre mi propia
historia sexual desviada porque no tengo imaginación.
Después de un pequeño ciclo de sueño REM, el sonido de mi alarma
me abofetea devolviéndome a la conciencia y me apresuro al trabajo con
el cabello todavía mojado y una taza de viaje con una cita inspiradora sobre
el universo que sigue en el techo de mi carro. Mi almuerzo todavía está
guardado en el refrigerador donde mi sufrido esposo lo guardó desde la
¡Visítanos!
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