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“La ley rige todas materias a las cuales se aplica la letra o el espíritu de sus disposiciones. En
defecto de una disposición legal el juez se pronuncia según el derecho consuetudinario y en
su defecto, según las reglas que él establecería si fuera el legislador del caso concreto. Él se
inspira en las soluciones consagradas por la doctrina y la jurisprudencia”.
Konrad Zweigert refiere que en realidad, no hay en esta
provisión nada que pueda considerarse fundamentalmente
nuevo, ya que desde la caída del positivismo conceptualista,
todos coinciden en que el orden jurídico siempre tendrá
imperfecciones o lagunas, aun después de agotar las
posibilidades de la interpretación y la analogía; por tanto,
corresponde a la actividad judicial creativa subsanar esos
defectos o brechas. Aun así, el ZGB se ha granjeado la
admiración y el aplauso por expresar esta idea de la mejor
forma posible y en el lugar oportuno.
Por lo demás el ZGB. es totalmente cosa distinta de una
repetición mejorada, sazonada y adaptada a las condiciones
suizas del BGB, tres rasgos fundamentales sobre todo le
distinguen principalmente al Código: el activo e intenso
legado de una conciencia jurídica popular sólo restringida
científicamente en donde se sigue la viva participación
ciudadana en el Derecho privado resueltamente exigente
frente al legislador y la iniciativa de un notable creador único
del Código, que halló el ascenso de un pueblo porque
representaba sus mejores cualidades.
Hüber había investigado concienzudamente como
germanista las tradiciones jurídicas alemanas de Suiza
en su diversidad, prosiguiendo en parte el trabajo de
Heusler y, como discípulo de Bluntschli y
aprovechándolo enteramente para su política legislativa
socialmente responsable y constructiva. Se citan de buen
grado como comprobantes, las comunidades
municipales, la capacidad concreta de discernimiento, la
“Brautkindschaft” (Embarazo prematrimonial de la
prometida, cuyo fruto posterior a los esponsales y
anterior al matrimonio se legitima por este último) y la
escrituración del ganado. Mediante el dominio de tales
materias se ganó Hüber las poderosas fuerzas
autóctonas y particulares para su unitario Derecho
privado. A pesar de ellos hubiera sido inmensa la
variedad de derechos particulares, sin el famoso Código
de Derecho civil de Zurich de Bluntschli no hubiese
hecho posible una orientación ya probada prácticamente
y enteramente formulada.
Objeciones al Código Suizo