Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Cómo la academia y la
política alimentan el racismo y ocultan sus consecuencias
Que los Estados Unidos representa la “tierra de los libres”, donde “todos los hombres
son iguales”, es un mito. Esta narrativa no solo elimina o desplaza la historia de las
comunidades indígenas, negras, chinas, mexicanas, e inmigrantes, sino que además
coloca a los grupos blancos, considerados superiores, por sobre otras etnias y razas.
Como señala James W. Loewen, los Estados Unidos es un “territorio que niega” su
pasado. Hay “un impulso por recordar lo que es atractivo y halagador, e ignorar el
resto”, agrega Michael Kammen[1].
En 2020, las grandes manifestaciones contra el racismo han comenzado a remover los
símbolos de la supremacía blanca. En el Reino Unido, los manifestantes lanzaron al río
Avon el monumento de Edward Colston cuya fortuna se atribuye al comercio de
esclavos; en Amberes, Bélgica, la estatua del Rey Leopoldo II fue blanco de ataques, y
en Nueva Zelandia, fue removida la figura de John Hamilton, conocido por ser artífice
de la guerra contra el pueblo Māori. En 1965, Malcolm X auguraba, “al final, los
oprimidos y los opresores se enfrentarán”[2]. Así comienza a escribirse una nueva
historia …
¿Quiénes son los que niegan la historia, el racismo, y la violencia racial? Negar la
historia es ocultar la verdad, pero lo que se ha callado volverá a conocerse. La violencia
racial se sustenta y expresa a través de un lenguaje racista. Tal como señala el escritor
Ralph Ellison, “la forma de segregación más insidiosa y menos comprendida es la de la
palabra. Porque si la palabra tiene la potencia de revivir y hacernos libres, también tiene
el poder de cegar, encarcelar y destruir».
A fines del siglo XVIII, las revoluciones atlánticas cuestionan el colonialismo europeo y
expanden nuevas ideas políticas, pero solo la revolución haitiana (1791-1804) culmina
con el fin de la esclavitud. En Estados Unidos, la constitución fue escrita por hombres
blancos para hombres, una carta fundamental que excluyó a las mujeres, negros, y
pueblos originarios. Bajo la influencia del darwinismo social, personalidades como
Samuel Cartwright y quienes apoyaban la democracia Jacksoniana reforzaron la
creencia que la raza blanca era superior. A comienzos del siglo XIX, el Nordicismo, la
idea de que los pueblos nórdicos pertenecían a una raza superior, se expandió. Los
textos de Arthur Schopenhauer, filosofo alemán que atribuía a la raza blanca una
supremacía cultural, tuvieron gran recepción en EE. UU[4]. El 12 de abril de 1860, el
senador y futuro líder de la Confederación Jefferson Davis se refería a la esclavitud
como una institución natural, sostenida por la religión y la historia, las poblaciones
negras, por el color de su piel, “fueron pisoteados desde el comienzo”[5].
Los contenidos de los cursos de historia no solo omiten la verdad, sino además
sostienen una interpretación racista del pasado que enaltece a los hombres blancos como
héroes de la historia.
En 1896, Corte Suprema, en el famoso caso Plessy v. Ferguson, declaró que la práctica
“separados pero iguales” no contradecía la constitución. En los años siguientes, se
aprobaron numerosas leyes que segregaron los espacios públicos, también se
construyeron monumentos y memoriales. El mito de la “causa perdida” influyó sobre la
memoria colectiva de los estados del sur y se convirtió en la base de una nueva
interpretación histórica sobre la Confederación y la Guerra Civil.
Diana Roberts, acusa a académicos como Michael Hill, fundador de la Southern League
en 1994, de “convertir la bandera confederada en un fetiche. Y a los confederados en
héroes”. En 2017, el historiador William Scarborough invocó el “patrimonio histórico”
para justificar su apoyo a la bandera confederada en Mississippi. Dinesh D’Souza utiliza
un lenguaje cargado de connotaciones racistas y, con frecuencia, ataca a historiadores
como Kevin Kruse. Académicos como Steven Pinker buscan relativizar la relación que
existe entre racismo y ciencia, mientras Martin J. Medhurst , experto en retórica, ha
recibido duras críticas de parte de importantes académicos por sus intentos de
menoscabar la existencia del racismo estructural. En twitter se puede seguir este debate
así como la experiencia de académicas y académicos negros #BlackintheIvory .
En las trece colonias, tanto las tradiciones religiosas como las teorías científicas
justificaron la esclavitud. Los colonizadores europeos, explica Ronald Takaki, percibían
a los indígenas como bárbaros y salvajes incivilizados, y los asociaban con el demonio.
Filósofos como Benjamin Franklin, Carolus Linnaeus, John Locke, y Thomas Jefferson
creían que los americanos blancos eran superiores a las personas esclavizadas
provenientes de África, los negros libres, y la población indígena.
Trump se ha destacado por convocar a los nacionalistas blancos y afirmar que Estados
Unidos es un país de hombres blancos. Como señaló Roxanne Dunbar-Ortiz, “los
nacionalistas blancos no son marginales en el proyecto estadounidense; deben ser
entendidos como los descendientes espirituales de los colonos». El eslogan “Make
America Great Again” se basa en el deseo de retroceder en el tiempo. Volver al país
anterior a la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Inmigración y Nacionalidad
de 1965. Para las actuales organizaciones de supremacistas blancos y grupos racistas,
estas leyes simbolizan el fin de una época. Utilizan conceptos como «genocidio
blanco«, «despojo blanco«, y “la gran teoría del reemplazo” para crear miedo y
legitimarse. También utilizan los mitos de «crímenes de negros contra negros» para
validar las ideologías raciales y la idea del Renacimiento estadounidense, que es
impulsada por una organización seudo-académica que difunde el mito de la
criminalidad negra, el racismo científico y la eugenesia. El nacionalista blanco de
Rhodesia del Sur, Arthur Kemp, ensalza los hechos de las sociedades blancas del
pasado y las superpotencias coloniales en Europa: The History of the White Race.[9]
RACISMO PRESIDENCIAL
Cuando Richard Nixon anunció en 1971 una «guerra contra las drogas», esta se dirigió
contra los «hippies» y los negros. En 1981, el estratega republicano Lee Atwater reveló
durante una entrevista la estrategia de utilizar un lenguaje específico para atraer a los
racistas, una estrategia que había comenzado en 1940 cuando los demócratas dejaron de
apoyar la legislación racista.
George Bush, utilizó la historia de Willie Horton para cuestionar la entrega de permisos
de salida a presos. El comportamiento de Trump tampoco es nuevo. Fue acusado de
prácticas discriminatorias en la vivienda en 1973 y publicó un anuncio de página
completa en apoyo de la pena de muerte tras el arresto de los Central Park Five, un
grupo de adolescentes afroamericanos y latinos acusados de golpear y violar a una
mujer blanca.
NOTAS Y REFERENCIAS
[1] James Lowen, (1999) Lies Across America: What Our Historic Site Get Wrong, 27.
[2] Iam A. Freeman, (2014) Seeds of Revolution: A Collection of Axioms, Passages and
Proverbs, Volume 2, 556
[3] Ibram X. Kendi, Stamped from the Beginning: A Definitive History of Racist Ideas
in America. (2016)
[4] C.M. Vasey, Nazi Ideology, Maryland: Hamilton Books, 63-64
[6] Kidada E. Williams, “Jim Crow, Racial Politics, and Global White Supremacy, in
Williams, Chad. 2016. Charleston Syllabus: Readings on Race, Racism, and Racial
Violence. University of Georgia Press, 157.
[8] Benjamin Foldy, “Rhodesian Flag, Confederate Flag: Rood and the Legacies of
Hate,” in Charleston Syllabus, 186