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En este documento, pueden subir sus narrativas, no hace falta poner nombre, pueden

ser anónimas.

Vuelta a la virtualidad: Primer día de encuentro en el meet con los niños y niñas luego de
unos poquitos meses de presencialidad en este 2021. Muchas dudas y preguntas, ¿por qué
cambiamos los horarios? ¿por qué más horas? ¿Cómo vamos a trabajar?...

Al ir respondiendo paso a paso cada duda, cada pregunta, me llamó mucho la atención la
respuesta de una niña que me dijo:” es que soy tan chiquita seño que no me acuerdo que
íbamos al colegio en ese horario. Estuvimos un ratito cuando eramos chiquitos y no me
acuerdo”

¡Qué fuerte sonaron esas palabras en mi pecho! Poder parar por un instante y mirar hacia
atrás, hacia “hace un ratito”.

Poder ponernos como docentes y adultos en el lugar de cada niño y niña que en realidad
también vivían y viven la misma situación. Tratando de reinventarse frente a cada cambio,
cada flexibilización o restricción, sin comprender exactamente el por qué. Detenerse a
observar, a pensar en la mirada de cada estudiante en relación al contexto en el que
transitan su escolaridad. Como transformaron sus producciones, todas teñidas de ese “estar
aislados, alejados”.

No se puede dejar de contemplar la fortaleza de cada uno y cada una para adaptarse a
tantos cambios y modificaciones…

Hoy más que ayer, seguro menos que mañana, cobran especial relevancia TUS OJOS.
Y tus ojos son mucho más que la mirada encima del barbijo.
Y como dice Eduardo Giménez…

Y la mañana arranca trayendo un tiempo sin tiempo. Donde en medio del silencio
comienzan a aparecer las voces, los pasos, la imagen que se mueve con un prisa lenta.
Espero...espero el encuentro, espero el abrazo, aparece la voz tímida y las miradas
comienzan a danzar en esa ronda mágica, luminosa, intensa.
La mirada que dice, que pide, que acepta con resignación y entusiasmo esta nueva manera
de encuentro.
Nos cruzamos.
Casi no escucho las voces, es necesaria la cercanía para decodificar esas palabras
desordenadas.
Y otra vez presente, te miro.

YO VERÉ OTROS OJOS


VOS OTRO PAISAJE,
SERÉ EN TU MEMORIA
UN LIGERO EQUIPAJE. ( Pescetti)
Noe

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ACTIVIDAD REUNIÓN PERSONAL


Escuchar al otro, escuchar al otro requiere estar dispuestos a escuchar-lo, lo que no
conocemos, lo que no suponemos, lo que podría sorprendernos y hasta enseñarnos algo
nuevo... porque es Otro.
Estar dispuestos a ponernos en suspenso y al menos por un rato intentar hacer a un lado
nuestro amor propio, prejuicios, heridas, temores.
Entusiasmarnos con la posibilidad de descubrir y acaso comprender algo mejor, en el
encuentro y desde el intercambio.
Demorarnos, sentarnos, aliviar la espalda, mirar a los ojos, sonreír con una expresión que
aloje, que invite a hablar como si pudiéramos detener el tiempo para escuchar eso que es
cuanto nos interesa.
Preguntar por genuino interés, como quien nada sabe, como quien no supone, porque el otro
es otro, no tanto por hallar una respuesta sino jugando un juego de búsqueda de sentidos y
dudas, de saberes y enigmas, hacia nuevos caminos.
Escuchar con la alegría de que el otro nos convoque, entre tantos otros, para decir de sus
logros, su necesidad, su insatisfacción, su dolor, su enojo…
Porque cuando un estudiante/ niño o un adolescente dicen, es que algo esperan, algo sueñan,
algo quieren que crezca o que cambie… aunque no sepan de qué se trata. Aunque tampoco lo
sepamos... porque son otros.
Y precisan nuestra disponibilidad, nuestra escucha para escucharse.
Por eso la "actitud de escuchar" es una "actitud fundamental" al acercarnos a ellos, a ellas.

Dejo por aquí lectura “porque lo uso, le releo, lo siento y me lleva a preguntarme tantas y
muchas cosas...porque como dice Gonçalo M. Tavares en este contexto “...Dos proyectos
rápidos. Esperar la segunda tranquilidad. No dejar que destruyan la primera”

Diario de la peste 32: Cuando el ser humano despierta y no tiene que ponerse
zapatos.
Cuando el ser humano despierta y no tiene que ponerse zapatos.
Un día y después otro y después otro.
Merkel dijo que el país sigue caminando sobre "lo más fino del hielo fino". Aun
inmóvil, el peso del humano constituye el peligro. Tengo mi casa en un zapato.
Zapato viejo y de rebaja, canta Manu Chao en la misa hippie del 23 de abril.
Tengo mi casa en un zapato
Un zapato especial: con 4ª y 5ª y marcha atrás.
"Sería una pena terrible si nuestra esperanza nos castigara", añadió Merkel.
No seas ansioso, ser humano, no te pongas los zapatos aún. No olvides lo más fino del hielo
fino.
Merkel da en el blanco y hace síntesis. Saber quién escribe lo que dice Merkel.
Sería terrible si nuestra esperanza nos castigara. Casi Hölderlin. Tomo café.
Observo la herida de Roma que ya casi desapareció e imagino un Hölderlin loco
haciéndole versos a un presidente. Llamo a Jeri, la golden de mirada melancólica, y la
convenzo de esperar la comida.
Sería una pena terrible si nuestra esperanza nos castigara. Casi le digo esto y ella casi se
encoge de hombros.
Estado de Missouri procesa a China y pruebas de la vacuna en humanos comienzan hoy en
Oxford.
Un brazo humano disponible.
Ok, ok, ok.
Enfrentamientos vuelven a los suburbios de las grandes ciudades en Francia.
KO no es OK.
El origen del ok. Tal vez caló, a partir de all correct, dicen. Ok.
O, en la guerra, una especie de informe rápido.
0 (cero) killed, ningún muerto. Ok.
En Grecia, hoy: Cero muertos. OK.
En Estados Unidos muchos miles de muertos: no ok, nada ok.
Estudio un libro religioso: Hojas del jardín de Morya. Yoga society. Lo abro al azar: "las
flechas sin fuerza caen".
Hace falta convicción, digo. Más de 26 millones de estadounidenses han perdido el empleo y
Merkel advirtió que no es posible volver a la vida anterior a la epidemia.
Los zapatos de 2020 no tienen marcha atrás.
Tal vez 4ª y 5ª, pero nada de marcha atrás.
William Gibson: "el futuro ya está aquí, sólo que está mal distribuido".
Miles de personas en fila pidiendo un trozo de futuro.
Pero alguien se encoge de hombros, las manos vacías.
Hoy se acabó el futuro. Pido disculpas.
¿Y mañana?
Mañana sospecho que habrá menos aún.
Hace unos meses sí, había mucho. Ahora no.
Deliro con diálogos, y lo que pasa en la cabeza es una forma de entretenerse mientras lo
más fino del hielo fino sigue siendo lo más fino del hielo fino. Y no puedes salir.
Hojas del jardín de Morya.
Decidí que a partir de hoy voy a usar este libro como se usa el I Ching.
Tengo el I Ching en algún lugar en una caja en una bodega en Lisboa.
Puede gritar, pero no lo oigo.
La proximidad, pese a todo, es importante.
Tengo mi casa en un zapato
que me la hizo un zapatero, canta Manu Chao.
En otra página del libro se habla de la calma en medio del "infinito movimiento".
Y aparece esta frase:
"Después de la primera tranquilidad, viene la segunda".
Abrir al azar este libro para aclarar lo que no se entiende.
Sólo el azar aclara.
Miles de motos para entregas a domicilio en Tailandia.
Robots que transportan compras en Medellín.
Tal vez, a la vuelta de la esquina, la primera tranquilidad.
Pero todavía falta.
Tumulto, tumulto, calma, calma, sobresalto, tumulto, etc.
Un ciclista entrena solo en casa. Una bicicleta impecable, pero rodando en el mismo
sitio.
Dos proyectos rápidos.
Esperar la segunda tranquilidad.
No dejar que destruyan la primera.

Caro Salinas-
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Qué difícil encontrar un hecho que sobresalga de la normalidad. Partiendo de que


absolutamente todo sale de la cotidianeidad en las últimas semanas: encontrarnos por
primera vez con las dos burbujas juntas, en virtualidad, volver a acordar pautas de
intercambio para el dialogo y la escucha, organizar y consensuar tiempos de descanso y de
atención. Acomodarnos a una modalidad diferente, a la vez, intentar seguir con las
secuencias planeadas para este momento del año, lograr “conectar” literalmente con todos
y todas, escucharlos, escucharlas.. acompañar los procesos… Como si fuera poco, intentar
hacerlo “sin presiones”, “disfrutando”, “dejando que fluya”… y tratando de no estar
susceptible a los pedidos, exigencias y quejas de parte de las familias, a las cuales, por
supuesto, les pedía la misma tolerancia y empatía que tampoco estaba logrando yo misma.

En este contexto, lo que rescato como algo sobresaliente, fue un fuerte fortalecimiento de
trabajo colegiado. El acompañamiento con mi equipo, auxiliares y amigues del cole fueron
enteramente la clave para repensar mis prácticas, reflexionar sobre las dinámicas en el
meet y buscar nuevas herramientas para generar otras, modificar las secuencias, tener un
mejor seguimiento de cada uno y cada una, y encontrarme con un mejor panorama para
saber cómo intervenir. De repente, inventamos nuevas formas para acompañarnos y
trabajar en equipo, juntas hicimos pandam, reuniones con familias, modificaciones de
planificaciones, informes, y eternas catarsis que nos ayudaron a sobrellevar esta situación,
y finalmente… disfrutarla.

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Empezamos a usar la bitácora y nos invitaron a hacerla nuestra. Justo, por esas vueltas de
la vida, una compañera me regaló una calcomanía con la siguiente frase de Lepka “Un
detalle es más, que mucho, de todo lo necesario”. Pensé: “¡Listo, tengo una bitácora justa
para lo que deseo/necesito/busco”. Y pensaba en mis adentros mientras observaba el
detalle de la cintita tejida de cada bitácora y en la importancia de los gestos que están a
veces en mínimos detalles. Por eso mis primeras escrituras fueron esas… “¿qué hay en el
gesto de escribir? ¿qué es el detalle? Llegué a resaltar que hay algo en ambos (gesto ,
detalle y escritura) que es la intimidad y lazo del encuentro, el encuentro que justamente
salva porque nos conecta con un otrx, con el mundo, con unx mismx.

En las próximas reuniones (o encuentros, por qué no llamarlo así) nos preguntamos sobre
lo musical y en cómo a veces atraviesa las dimensiones subjetivas de nosotrxs. Y volví a lo
mismo, la posibilidad de conectar a través de la melodía. A veces insistente y cabeza dura
vuelvo como disco rayado a resaltar lo mismo, casi platónicamente… pero es que no
encuentro muchas salidas más que lo colectivo y en ello la mirada atenta…los gestos…
desde el saludo de las chicas de la entrada, la risa fuerte de alguna compa, el detalle de mis
aguantadoras compañeras de equipo hasta la mirada que por 3 segundos conecta en un
pasillo con una amiga del Manto. Cada uno de lxs instantes mínimos se convierten en
abrazos y “estares” que nada tienen de mínimo, cada uno hacen que valga la pena cada día
compartir y hacer escuela.

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“Apabullada” con esta palabra cierra su saludo de despedida, una mamá de la escuela en
uno de los mails del mes de junio 2021 (volvíamos a la virtualidad)

El pedido era prácticamente de auxilio, … Imagínense, cuatro niños escolarizados en la


Manto, “se me hace un lío magnánimo” agregaba la mamá.

El texto relata de manera muy figurativa y acompañado de varios emojis, la difícil situación
de la familia. Texto que me llevó a imaginarla corriendo de un cuarto a otro, asistiendo a
cada niño/a con sus diferentes problemas escolares: ya sea de conexión, de uso del
teclado, de escritura, lectura, de comprensión de consignas, etc., etc., etc…

La imaginé al borde de un ataque de nervios, queriendo salir corriendo, tal vez con ganas
de mandar todo al carajo, o con deseos de encerrarse unas cuantas horas en un cuarto
silencioso. Me atrevo a decir que más de uno/a conoce esos sentimientos a los que me
refiero.

Ese mail me impactó, porque en su pedido de ayuda, nos había dejado entrar de lleno a
cada rincón de su hogar, mostrando esa realidad, que a veces, cuesta aceptarla. Así como
cuando activás la cámara de la compu y valientemente mostrás algún rincón desordenado
de la casa, la vida misma...

Pensé… ¿Cuántas familias estarán pasando por lo mismo? ¿Cuántos niños y niñas vivirán
la escuela virtual de esa manera? Sin ir más lejos, entre docentes sabemos bien, qué difícil
y qué cuesta arriba se nos hizo por momentos la tarea de enseñar.

Cuántos nuevos aprendizajes incorporamos casi de emergencia, Piaget estaría orgulloso


del poder de adaptación y acomodación que poseemos los y las docentes. ¿El precio? Se
nos consumió el tiempo libre, el tiempo de descanso, de compartir con la familia…
desdibujando de alguna manera los límites de horarios laborales y “haciendo guardia” ante
el anuncio de un cambio, o cualquier “emergencia”.

Lo que me asombró de aquel mail fue la sinceridad para pedir ayuda, me hizo pensar que
estamos todos/as en la misma, saltando en el mismo pogo, remando en el mismo barco.

Que importante es, en estos momentos, poder sostenernos desde una palabra, desde la
escucha, un consejo, o una sonrisa esperanzadora, de esas que últimamente la
expresamos con todo el poder de la mirada... Que reconfortante es saber que al pedir
ayuda la carga será más liviana, que lindo es pensar que esto se va acabar en algún
momento, y que, entre muchas otras cosas, ¡vamos a poder abrazarnos como se debe!

Katya Brian

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“Vimos luz y entramos”…¿quién habilita la apertura del aprendizaje? ¿Hay que habilitarlo?
¿Quién abre la puerta? Quizás y seguramente somos acompañantes de un viaje que
transcurre en los y las estudiantes que transitan la sala…

Siempre hay luz? Se la puede prender, se apaga, hace cortocircuito…quienes entramos…la


luz será el aprendizaje, los ojos que se abren con hambre de querer saber más? Ese “ más”
es lo planificado o lo que brota como puntapié de la curiosidad, esa que nos mueve la
secuencia, lo esperado y nos lleva a nosotres a querer ir por más, a salir de la estructura, de
lo esperado de lo pensado…

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En este tiempo una de las muchas cosas que me han puesto a pensar es la de cómo
comunicar. Un tiempo en que las comunicaciones están mediadas por las tecnologías, en
que nos faltan los encuentros… Me resultó notable, me sorprendió podría decir, la variedad
en las interpretaciones de un mismo enunciado que al enunciador seguramente le parece
suficientemente claro, pero que en la recepción tiene un abanico de interpretaciones que
terminan generando malos entendidos.

Malos entendidos, condimentados con enojos o malestar por lo menos. Me preguntaba


dónde se genera el ruido. ¿En el mensaje? ¿En la práctica? ¿En el clima de pandemia que
nos hace entender todo con un velo de desesperanza, de queja, de hastío?

Cuando compartí este pensamiento, una colega nombró: es que la escuela es una de las
pocas instituciones que no cerró sus puertas, que siguió trabajando y se sostuvo en pie a
pesar de la pandemia. La escuela y los hospitales. La escuela siguió siendo o intentando
ser un lugar. Y en ese lugar, volcamos nuestras expectativas, nuestros deseos y, junto con
eso, nuestros reclamos, nuestras quejas, nuestros enojos y nuestras decepciones. La
escuela: institución que en este tiempo se ha redefinido y recibe todo lo que pasa en la
sociedad a nivel de angustias, expectativas y demandas. Y también recibe la alegría de los
chicos y chicas y de mucha/os maestra/os por el reencuentro.

Sigo pensando en las maneras de decir, de contar, de informar, de comunicar. De cuidar y


cuidarnos. De cuidar nuestro espacio, la escuela, que nos sigue albergando, que sigue
siendo nuestro lugar.

Euge

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Uso la frase de Foucault “El poder no se posee, se ejerce” para pensar la esperanza. Quiero
decir que, en todo caso, también podríamos decir que no “tenemos” esperanza, sino que la
ejercemos. Entendiendo la esperanza sí como la espera de algo por venir, pero también la
intuición de lo que se puede entrever, pero no se manifiesta del todo. En este tiempo de
incertidumbre, el ejercicio de la esperanza es cotidiano y hasta diría involuntario. Si todo nos
parece que se transforma vertiginosamente (vínculos, instituciones, creencias), al ritmo del
desarrollo tecnológico, cómo no sentir que estamos parados sobre un terreno poco firme y
entonces, cómo no sentir esperanza. Hay una esperanza del porvenir, pero también creo
que hay una esperanza del presente que se ejerce en los vínculos con las otras personas.
¿Qué esperamos de los otros al atravesar tiempos de incertidumbre? ¿y qué esperamos de
nosotros mismos? Si todo está cambiando, entonces, ¿quién puede marcar/hacer la
diferencia? Así como la música se hace de sonidos, silencios y tiempo, entonces podría
decir que la escuela se hace de todo lo que hace a la escuela (“los sonidos” tales como el
currículum, los docentes y estudiantes, los directivos, el edificio, etc.) y de los silencios de la
escuela, aquello que no advertimos ni podemos medir o “corregir”, pero es parte de nuestro
tiempo.

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Los maestros no sólo nos dedicamos a enseñar cosas (que sabemos) a otros (que no las
saben), sino también (y tal vez, fundamentalmente) a compartir nuestra propia pasión de
saber y de aprender y con ello, nuestras propias preguntas. También (y por aquello de que
el maestro no es "a quien preguntarle" sino "junto a quien preguntarse") a veces enseñamos
cosas que no sabemos, o las aprendemos mientras enseñamos... Cuando estaba en la facu
una profe dijo: una de las mejores formas de aprender algo, es verse en la situación de
tener que enseñarlo. Estas cuestiones éticas que están en el fondo del oficio y la profesión
docente, más que en la superficie. A simple vista…En cualquier caso, vaya mi enorme
gratitud hacia todos los que fueron mis maestros y maestras, junto a los que me pregunté
cosas, a los que aprendieron enseñándome, a los que me enseñaron a enseñar y a
aprender. Y a este recorrido de maestra que siempre me acompañará , más los desafíos y
momentos que transité y transito cada día. Parece a veces que los caminos que recorro son
difíciles, no es el de victimizarme mi lugar…siempre pra el frenchi!! Lo que no quiero olvidar
nunca es la pregunta para qué??? por qué??? y el respeto a esa infancia que nos es dada
por y para la cual nunca pierdo la esperanza. El mundo siempre puede ser un lugar para
mejorar, es cierto, pero una cuestión a enseñar a descubrir es la del disfrute de lo que hay.

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