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Causa nº 1598/2013 (Otros). Resolución nº 119954 de Corte


Suprema, Sala Primera (Civil) de 17 de Junio de 2014

Fecha de Resolución: 17 de Junio de 2014

Movimiento: RECHAZA CASACION EN EL FONDO

Rol de Ingreso: 1598/2013

Rol de Ingreso en Cortes de Apelación: 703-2012 C.A. de San Miguel

Rol de Ingreso en Primer Instancia: C-119010-2008 1º JUZGADO DE LETRAS DE SAN


BERNARDO

Emisor: Sala Primera (Civil)

Id. vLex VLEX-515490258

Link: https://app.vlex.com/#vid/hammer-samuel-sanson-krawczyk-515490258

Texto

Contenidos
PRIMERO
SEGUNDO
TERCERO
CUARTO
QUINTO
SEXTO
SÉPTIMO
OCTAVO
NOVENO
DÉCIMO
UNDÉCIMO
DUODÉCIMO
DÉCIMO TERCERO
DÉCIMO CUARTO
DÉCIMO QUINTO
DÉCIMO SEXTO

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DÉCIMO SÉPTIMO

Santiago, diecisiete de junio de dos mil catorce.

VISTOS:

En estos autos Rol N° 1598 - 2013 de esta Corte Suprema, sobre juicio ordinario de nulidad de
testamento, caratulados “H.R., S. con H.K.D. y otros”, seguidos ante el Primer Juzgado de Letras
de San Bernardo bajo el Rol Nº C-119.010-2008, la parte demandante deduce recurso de
casación en el fondo en contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones de San Miguel, de
ocho de enero de dos mil trece, escrita a fojas 1.599 y siguientes, que confirmó el fallo de primer
grado, de treinta y uno de mayo de dos mil doce, que se lee a fojas 1420 y siguientes, por el que
se rechaza la demanda de nulidad de testamento deducida a fojas 1 por Carmen Gloria Rojas
Palma en representación legal de S.H.R., con costas.

Se ordenó traer los autos en relación.

CONSIDERANDO:

PRIMERO
Que para la adecuada comprensión del presente recurso, conviene tener presente que la
demanda de nulidad de testamento interpuesta en autos por la abogada doña Carmen Gloria
Rojas Palma, en representación legal del menor de edad S.S.H.R., en contra de D., L. y G., de
apellidos H.K., así como en contra de la cónyuge del causante J.K.T., se sustenta en que el
testamento otorgado el 16 de noviembre de 2006 por U.H.M., fallecido el 5 de febrero de 2008,
adolecería de nulidad absoluta, de conformidad al artículo 1682 del Código Civil, por haberse
omitido en su otorgamiento requisitos o formalidades que la ley prescribe para la validez del
mismo en consideración a la naturaleza del acto.

Se reclama como primer vicio, el hecho que el testamento se otorgó ante dos y no tres testigos,
incumpliendo con el artículo 1021 del Código Civil, defecto que acarrea su nulidad absoluta
conforme al artículo 1026 del citado Código, en razón de que el abogado Rodrigo Andrés
Calderón Villena que redactó la minuta del testamento, no puede servir como testigo del acto, ya
que no tiene la calidad de un tercero extraño al acto y, por tanto, no puede dar fe del
cumplimiento de los requisitos legales con imparcialidad. Además, como el abogado redactor
tiene un conocimiento previo del contenido del testamento, tampoco se cumple con lo dispuesto
en el artículo 1015 inciso 1° del Código Civil, por el cual se exige que sea en el acto del
testamento donde los testigos se hagan sabedores de sus disposiciones.

Como segundo vicio, se alega que el testamento fue otorgado por una persona que no era hábil
para testar, porque no se encontraba en su sano juicio, incumpliendo el artículo 1005 N° 4 del
Código Civil, hipótesis producida, en síntesis, por padecer a la fecha de otorgamiento del
testamento de un grave deterioro síquico, físico, moral y espiritual, al que se sumaban los
efectos secundarios del tratamiento de quimioterapia que acaba de iniciar, vulnerabilidad y falta
de voluntad que, en concepto del demandante, se aprecia también de la falta total de
congruencia entre el primer testamento otorgado por el causante, de 20 de mayo de 1992 y el

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último, de fecha 16 de noviembre de 2006. En el primero el causante deja patente las razones
por la que no pudo contraer matrimonio con la demandante, a pesar de los 12 años de
convivencia y de haber tenido un hijo común, además se expresa la intención de desheredar a
su cónyuge por adulterio y la de beneficiar a su hijo S.S.H.R., de la misma forma que en el
nuevo testamento se favorece a sus otros hijos, excluyendo sin razón alguna de tales
disposiciones el menor S., a quien únicamente se le cita como legitimario.

Agrega que la falta de voluntad también se aprecia de lo débil en que es estampada su huella
dactilar en el testamento impugnado y en que la firma puesta en el testamento, es visiblemente
disconforme con la impresa en su cédula de identidad vigente al momento de suscribir el nuevo
testamento. Expone que, en todo caso, la presencia física del testador tampoco garantiza que
haya leído y comprendido en ese momento el texto que se estaba firmando.

SEGUNDO
Que, el recurso de casación en el fondo de la demandante, reclama como normas infringidas,
según expresa a fojas 1618, las siguientes: artículos 17, 19, 20, 23, 47, 999, 1005 N° 4, 1006,
1008, 1012, 1014, 1015, 1016, 1017, 1018, 1026, 1069, 1444, 1447, 1681, 1682, 1683, 1712,
2116, 2117, 2118, 2120, 2123, 2124, 2129 y 2130 del Código Civil; 12 de Ley 20.584; 341, 342,
344, 346 N° 1, 411 N° 1 y 425 del Código de Procedimiento Civil; 1698 inciso 1° y 2, 1702 y
1712 del Código Civil; 160, 384 N° 2, 3 y 6, 426 y 428 del Código de Procedimiento Civil;
artículos 6, 7 y 19 N° 2 y 3 de la Constitución Política; y 10 del Código Orgánico de Tribunales.

Ahora bien, para efectos de orden y en atención a las alegaciones formuladas por el recurrente,
dichas normas serán agrupadas bajo tres aspectos. Un primer grupo de disposiciones legales
se relacionan con la alegación del recurrente de haberse desestimado el informe pericial
caligráfico de fojas 1124, elaborado por E.A.V., presentado por su parte, que demuestra, en su
concepto, que la firma estampada en el testamento, es manifiestamente discordante con la
registrada por el testador en su cédula de identidad y sobre el punto, se citan como vulnerados
los artículos 17 del Código Civil, 6, 7 y 19 N°2 y 3 de la Constitución Política, 10 del
Código Orgánico de Tribunales, 1698 inciso primero del Código Civil, 160, 341, 425 y 426 del
Código de Procedimiento Civil y 1681, 1682 y 1683 del Código Civil.

Expresa el recurso que el error se radica en el motivo 2° del fallo impugnado, donde se sostiene
que la ausencia del testador en el acto por el cual otorga su testamento, no es un hecho
discutido en la causa, lo que tampoco aparece como un vicio de nulidad absoluta que puede ser
declarado de oficio por el tribunal. Explica que conforme a ello, el fallo no extiende su análisis a
todos los requisitos de autenticidad del acto, infringiéndose lo dispuesto en el artículo 17 del
Código Civil, en razón de que se impugna la autenticidad del instrumento público y al tenor del
punto de prueba, que llama a probar la efectividad de que el testamento haya incurrido en la
omisión de formalidades al momento de ser extendido, no resultaba factible restringir la decisión
sólo a los aspectos recalcados en la demanda, pues el tribunal debe analizar todos los
elementos de la autenticidad, sin perjuicio de haberse cuestionado en la demanda la actuación
de la Sra. Notario. Subraya que, por lo demás, conforme con esa amplitud, se rindió y aceptó la
prueba pericial, la que sin embargo fue desestimada.

De esta forma, según el recurrente, al marginarse dicho peritaje también se infringe lo dispuesto
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en el artículo 19 N° 3 de la Constitución Política, porque se le priva del derecho de allegar


evidencia probatoria pertinente; en el artículo 19 N° 2 de la carta fundamental, porque se le
margina evidencia probatoria; artículos 6 y 7 del texto constitucional, porque el tribunal se arroga
facultades que la ley no le otorga para marginar evidencia probatoria y restringir el ejercicio de
su función jurisdiccional y por último, al negarse a fallar una cuestión sometida a su
consideración, se infringe también el artículo 10 del Código Orgánico de Tribunales.

Indica el recurrente que del mismo modo se infringen los artículos 1698 inciso primero del
Código Civil, pues se impidió a su parte cumplir con el peso de la prueba respecto de dicho
punto; 160 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto el peritaje forma parte del mérito del
proceso, que se desatendió; 341 del mismo Código, porque el peritaje es un medio de prueba
que puede hacerse valer en juicio y que en cambio, fue desestimado; 425 del texto adjetivo, que
ordena su apreciación conforme la sana crítica y el artículo 426 del
Código de Procedimiento Civil, porque se trata de una prueba rendida oportunamente y con las
formalidades legales, además de no objetada, debiendo, por tanto, haber sido valorada para
formar la convicción del tribunal.

Por otro lado, en atención a las conclusiones del informe pericial, en que se expresa que el
testamento del año 2006 no puede tener valor alguno, estima que el tribunal en alzada debió
declarar de oficio la nulidad absoluta y al no hacerlo infringe los artículos 1681, 1682 y 1683 del
Código Civil.

TERCERO
Que el segundo grupo de infracciones se refiere a la alegación en torno a que el testamento es
nulo, por no haberse otorgado ante tres testigos, en razón de que el abogado redactor del
testamento no puede ser considerado como testigo, citándose como infringidos los artículos
1012, 1014, 1015, 1026, 999, 1444, 20, 1681 y 1682 del Código Civil y 401 N°6 del
Código Orgánico de Tribunales, en relación a los artículos 1015, 1016 y 1018 del Código Civil.

Indica el recurrente que el fallo reprochado sostiene en su considerando 4°, que no existen los
vicios formales en el otorgamiento del testamento alegados por su parte, por cuanto el
artículo 1012 del Código Civil establece en forma exhaustiva y taxativa las inhabilidades a las
cuales están sujetas las personas para poder ser testigos de un testamento, no encontrándose
comprendida en esta disposición legal, quien haya redactado el instrumento.

Expresa que al resolver de esa manera y aceptar la comparecencia como testigo del abogado
redactor del testamento, quien tomó conocimiento del mismo con anterioridad a la lectura del
mismo, se infringe lo dispuesto en el referido artículo, que establece quienes son inhábiles para
ser testigo, con relación al artículo 1014 del mismo Código, que señala que el testamento debe
ser otorgado ante el competente escribano y a lo menos tres testigos, ya que en este caso solo
comparecen dos. También se infringe el artículo 1026 del cuerpo legal citado, porque al no
haberse cumplido con el número mínimo de testigos, el testamento no tiene valor alguno. De
igual, sostiene se vulnera el artículo 1015 del Código Civil, ya que lo que constituye el
testamento abierto es el acto en que el testador hace sabedores de sus disposiciones al
escribano y a los testigos, lo que conlleva que ninguno pueda conocerlo de antemano, lo que no
se cumple en el caso del redactor del mismo, infringiéndose así el artículo 20 del Código Civil,
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sobre la interpretación de la ley en cuanto al concepto de "hacer sabedores”. Explica que a su


vez se atenta contra el artículo 999 del citado Código, porque el acto de testar es siempre
solemne y las solemnidades son requisitos de validez del acto, que en esta caso no se cumplen;
se infringe también el artículo 1444 del Código de B., de aplicación general, por el cual la falta
de las cosas de la esencia hacen que el acto o contrato no produzca valor alguno. Y de igual
modo, se reclama la vulneración de los artículos 1681 y 1682 del Código Civil, por no darse
aplicación a los mismos, a pesar de que el acto es nulo de nulidad absoluta.

Por último, se reclama infracción a lo dispuesto en el artículo 401 N° 6 del


Código Orgánico de Tribunales, en relación con los artículos 1015, 1016 y 1018 del
Código Civil, en razón a que no aparece que los testigos que comparecen en el testamento
declararán conocer al testador.

CUARTO
Que el tercer grupo de normas infringidas se refiere al estado o salud mental del testador en
relación con la valoración de la prueba documental y testimonial. Cita como infringidos los
artículos 341, 346 N° 1, 384 N° 3 y 428 del Código de Procedimiento Civil;
1698 inciso segundo del Código Civil; 7 y 19 números 2 y 3 de la Constitución Política; y 12 de
la ley 20.584.

Sostiene el recurrente que el fallo le da valor a los dichos de la Notario ante quien se otorgó el
testamento y de los testigos del testador, para establecer que este último se encontraba en su
entero y sano juicio, sin embargo, se trata de apreciaciones personales y subjetivas, que no
recaen sobre hechos, con lo que no se demostró que el testador estuviera en su entero y sano
juicio.

Expresa que esta infracción se comete al rechazar el fallo de primer grado, la objeción de los
certificados médicos acompañados por la demandada, a pesar de que dichos documentos
emanan de terceros que no han comparecido en juicio a reconocer su otorgamiento, por lo que
al tenor de lo dispuesto en el artículo 346 N° 1 del Código de Procedimiento Civil, carecen de
mérito probatorio; vulnerándose también lo dispuesto en el artículo 1698 inciso segundo del
Código Civil.

Añade que también se comete error de derecho, porque el fallo de primera instancia, ratificado
por el de segunda, expresa en su motivo 20°, que de acuerdo con la prueba testimonial de la
demandada se tuvo por acreditado que el causante al momento de realizar el acto jurídico se
encontraba en su sano juicio, sin embargo, existe una inconsistencia pues la decisión de primer
grado se funda en la declaración de siete testigos de la demandada, en cambio, el de segunda
instancia se refiere solo a tres.

Expresa que al apreciar la prueba testimonial, se infringe el artículo 384 N° 3 del


Código de Procedimiento Civil, porque se desestima al testigo de la demandante doctor M.C.,
sin razonamiento al respecto y no obstante haber sido el médico tratante del señor H., quien era
portador de una personalidad anómala, sufría depresión mayor y estuvo hospitalizado por
alcoholismo, enfermedades crónicas que también presentaba al otorgar el testamento del año
2006, todo ello unido a sus otras enfermedades y al cáncer pancreático metastásico terminal.
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Por otra parte, los testigos de la demandada, los médicos, G.C. y S.G., no se encuentran
contestes en cuanto a quien era el médico tratante ni declaran en torno a la atención médica que
debe constar en la ficha clínica, por lo que los sentenciadores debieron ponderar la
imparcialidad y mejor fama del testigo de la demandante M.F., quien elaboró un informe y
declara de acuerdo con la información de la ficha clínica del paciente, al tenor de lo dispuesto en
el artículo 12 de la ley 20.584, norma que también se reclama como vulnerada.

Sostiene que los sentenciadores también infringen el artículo 428 de código adjetivo, por cuanto
no existe mención alguna a la valoración comparativa de los medios de prueba.

Por último, señala el recurrente que no se consideró la mayor validez del testamento otorgado
en el año 1992, en el cual la voluntad del testador fue igualar los derechos de sus cuatro hijos,
manifestación que resulta contraria con la otorgada en el año 2006, en que se beneficia sólo a
tres en desmedro del demandante, sin que exista una explicación razonable para desmejorar la
situación del menor S.H., situación que sólo se entiende en la medida que el causante no haya
estado en su sano juicio o bien que no fue él quien otorgó el testamento.

Pide en definitiva que se acoja el recurso de casación en el fondo, se anule la sentencia


impugnada y se dicte una de remplazo, que declare la nulidad absoluta del testamento otorgado
en el año 2006, con costas.

QUINTO
Que en cuanto al primer motivo que sustenta el recurso de casación en el fondo, referido a
haberse desestimado el informe pericial caligráfico elaborado por don E.A.V., en el cual se
concluye que la firma estampada en el testamento es manifiestamente discordante con la
registrada por el testador en su cédula de identidad vigente a esa época, conviene consignar
que el recurrente invoca dicha circunstancia con el fin de demostrar que el testamento cuya
nulidad impetra, no fue otorgado por el testador.

Sin embargo, es dable precisar que de acuerdo con los términos de la demanda, la nulidad
absoluta del testamento se fundó en la existencia de dos vicios: a) darse a conocer ante un
número de testigos menor al exigido por la ley; y b) otorgarse por una persona que no era hábil
para testar, debido a no encontrarse en su sano juicio. Al respecto, no cabe duda alguna que
ambas hipótesis suponen dar por cierto que el testador concurrió físicamente a otorgar el
testamento, pues por la primera se cuestiona la cantidad de testigos ante quien “se otorgó” y por
la segunda, si quien “lo otorgó” estaba o no en su sano juicio. Y si bien en la demanda se hace
alusión a que la señora N. no habría reparado en que la firma estampada en el testamento era
visiblemente disconforme con la de su cédula de identidad, tal circunstancia no se invocó en la
demanda para sostener que el testamento no fue otorgado por el señor U.H., sino que sólo se
planteó a propósito del segundo vicio alegado, cual es que el testador no se encontraba en
condiciones mentales de otorgar el testamento.

De esta forma, la discusión del presente juicio quedó centrada exclusivamente a determinar los
dos vicios alegados de manera expresa por la actora, motivo por el cual los jueces del fondo,
tanto de primer como de segunda instancia, no incurrieron en error de derecho alguno, al

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expresar que la alegación en torno a que el Sr. U.H. no compareció al otorgamiento del
testamento, constituye un hecho ajeno a los que eran materia de la presente controversia. Por lo
demás, ello resulta plenamente acorde con los puntos de prueba sobre los que versó esta
causa, reiterados en el motivo primero del fallo recurrido.

Conforme a lo expresado, no puede existir vulneración a las reglas de valoración de la prueba


en relación con una probanza que se hace valer por la actora con el fin de demostrar un hecho
ajeno a los que forman parte de la Litis, lo que desde luego justifica descartar las infracciones
normativas denunciadas a este respecto y que han sido comprendidas dentro del primer grupo
de normas invocadas en el recurso.

Sin perjuicio de lo anterior, en cuanto a la supuesta vulneración del artículo 425 del
Código de Procedimiento Civil, sobre el cual se sostiene este primer grupo de normas
denunciadas, es dable recordar que esta disposición no reviste, en principio, el carácter de
reguladora de la prueba, toda vez que no le fija un valor probatorio tasado al dictamen de
peritos, como sí acontece con otras probanzas, sino que consagra la potestad del tribunal de
apreciarlo en conformidad a las reglas de la sana crítica, lo cual supone que el sentenciador
realice el análisis de la pericia de acuerdo a las reglas del correcto entendimiento humano.

Ahora bien, las reglas de la sana crítica, al decir de A., “no son otras que las que prescribe la
lógica y derivan de la experiencia, las primeras con carácter permanente, y las segundas
variables en el tiempo y en el espacio” (Tratado teórico práctico de Derecho Procesal Civil y
Comercial 1956, Buenos Aires, Ediar S.A. editores, pág. 127). En este sentido, esta Corte ha
sostenido que la sana crítica, como categoría intermedia entre la prueba legal y la libre
convicción, configura una fórmula adecuada de regular la actividad del juez frente a la prueba,
cuyos elementos son los principios de la lógica, las máximas de la experiencia, los
conocimientos científicamente afianzados y la fundamentación de las decisiones.

En base a las ideas precedentes, la norma en cuestión sólo podría verse conculcada en la
medida que los sentenciadores incurrieran en una franca infracción a los principios y pautas del
correcto entendimiento y de la lógica. Sin embargo, el recurrente no explica con la suficiencia
necesaria, la manera en que el proceso de valoración expresado en la sentencia, infringe, en
concreto, aquellas razones jurídicas, simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia
que debieron considerar los sentenciadores al ponderar el dictamen cuya valoración se reclama,
evidenciándose más bien, en el reproche formulado al efecto, una simple discrepancia en la
apreciación de la prueba, lo que obsta a que este tribunal de casación pueda avocarse a la
revisión del proceso reflexivo que orientó la decisión que se ha impugnado.

SEXTO
Que, en cuanto al segundo grupo de infracciones, éste se sustenta en la circunstancia que el
testamento se habría otorgado ante un número menor de los testigos que exige la ley, dos y no
tres, en razón de que el abogado redactor del testamento no puede ser considerado como
testigo.

Al respecto, conviene tener presente que el testamento solemne abierto, público o nuncupativo
es aquel en que el testador hace sabedores de sus disposiciones a los testigos. Por ello el
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artículo 1015 del Código Civil dispone que lo que constituye esencialmente el testamento
abierto, es el acto en que el testador hace sabedor de sus disposiciones al escribano, si lo
hubiere, y a los testigos.

Ahora bien, en conformidad al artículo 1014, el testamento abierto puede otorgarse de dos
formas: a) ante funcionario público competente y tres testigos; y b) ante cinco testigos, sin
intervención de funcionario público.

En la especie, el testamento en cuestión se otorgó por don U.H.M. con fecha 16 de noviembre
de 2006 ante la Notario Público Sra. N. de la Fuente, por lo que para su perfeccionamiento, sólo
se requería además que en el momento en que se procedió a la lectura de sus disposiciones, se
encontraran presentes tres testigos.

Sobre este punto, es una circunstancia fáctica no discutida en la causa, que en el acto de la
lectura de las disposiciones del testamento examinado estuvieron presentes doña C.A., don J.I.
y además el abogado redactor del mismo, don R.C., a quienes los jueces del fondo les
atribuyeron la calidad de testigos instrumentales del testamento, por haber estado presentes en
el acto de su lectura, descartando con ello el incumplimiento de lo dispuesto en el inciso 1° del
artículo 1014 del citado Código, alegado por la actora en cuanto al número de testigos.

Además, en el caso del abogado redactor del testamento Sr. C., los jueces del fondo sostienen
que no existe prohibición alguna que le impida ser testigo del testamento, debido a que: “el
artículo 1012 del Código Civil establece en forma exhaustiva y taxativa las inhabilidades a las
cuales están sujetas las personas para poder ser testigos de un testamento, no encontrándose
comprendido en esta disposición legal quien haya redactado el instrumento” (Considerando
cuarto).

SÉPTIMO
Que de lo dicho, resulta que las infracciones que el recurrente estima se han cometido por los
jueces del fondo sobre este punto, persiguen desvirtuar uno de los supuestos fácticos
fundamentales asentados por aquellos, esto es, que el testamento de marras se otorgó ante
notario y tres testigos; hecho que resulta inamovible para este tribunal, conforme a lo previsto en
el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil, desde que ha sido establecido con sujeción al
mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes, interpretación y aplicación de
normas atinentes al caso en estudio, no siendo posible impugnarlo por la vía de la nulidad que
se revisa, máxime si a este respecto no se ha reclamado vulneración alguna a las leyes
reguladoras de la prueba.

OCTAVO
Que asimismo, cabe desestimar desde ya la infracción al artículo 401 N° 6 del
Código Orgánico de Tribunales, en relación con los artículos 1015, 1016 y 1018 del
Código Civil, fundada según el recurrente, en que los testigos que comparecieron en el
testamento no declararon conocer al testador, por cuanto se trata de la alegación de un supuesto

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vicio de nulidad del testamento que no fue materia de la controversia, por cuanto ésta estuvo
centrada, como se dijo, sólo en determinar si el testamento se otorgó ante el número de testigos
exigido por la ley y si el testador se encontraba en su sano juicio.

NOVENO
Que, en el tercer grupo de normas que se denuncian como infringidas, referido al hecho que el
testamento fue otorgado por una persona que no era hábil para ello por no estar en su sano
juicio, el recurrente sostiene que el fallo recurrido, al dar por establecido lo contrario, quebrantó
normas reguladoras de la prueba en la valoración de la prueba documental y testimonial rendida
por su parte, citando como infringidos los artículos 341, 346 N° 1, 384 N° 3 y 428 del
Código de Procedimiento Civil; 1698 inciso segundo del Código Civil; y 12 de la ley 20.584.

Al respecto, es preciso tener presente que el artículo 1005 N° 4 del Código Civil, establece que
no son hábiles para testar, entre otros, el que actualmente no estuviere en su sano juicio por
ebriedad u otra causa.

Ahora bien, el fallo reprochado establece como un hecho de la causa que don U.H.M. al
momento de otorgar el testamento con fecha 16 de noviembre de 2006, se encontraba en su
sano juicio, para lo cual valoró la prueba rendida en autos, lo que consta en los motivos sexto a
noveno de la sentencia de segundo grado, ello sin perjuicio de las consideraciones décimo
novena y vigésima del fallo de primer grado, que también se dan por reproducidos en el fallo de
alzada, con algunas correcciones.

En síntesis, el fallo recurrido les otorga más valor a los testigos de la demandada, de acuerdo
con la regla del artículo 384 Nº 3 del Código de Procedimiento Civil, pero precisando entre qué
testigos efectivamente se produce contradicción en sus dichos. Al efecto, sostiene: “Que en este
sentido, las declaraciones de los testigos R.C. y R.H.A.C. nada aportan a la elucidación del
punto, ya que no se refieren al estado mental de U.H.M. en el período en que se otorgó el
testamento. Por lo que en este punto no existe prueba testifical de ellos. Del mismo modo, se
procederá a desestimar la declaración de M.J.C.M., ya que si bien se refiere a antecedentes
personales de carácter médico del testador, resulta que ellas no tienen incidencia alguna acerca
del estado de salud mental de éste al momento de otorgar el testamento, por lo que su
deposición carece de influencia en la determinación del mismo (Considerando séptimo).

Agrega: “ Que por ende, la contradicción en los testimonios se produce entre las declaraciones
de M.F.B. (por la demandante) y las de G.C., S.G., A.C., D.O. y la notario N. de la Fuente (por la
demandada), decantándose tal antinomia a favor de estos últimos ya que tuvieron acceso
directo al testador durante su enfermedad, a diferencia del testimonio del especialista
presentado por la demandante, quien declaró en juicio a partir de un historial clínico,
apareciendo instruido de los hechos a partir de un relato de terceros, por lo que debe dársele
menor crédito” (Considerando octavo);

Y por último, expresa la sentencia: “Que debe tenerse en cuenta que el estado de lucidez mental
es la regla general, y que por ende, de acuerdo al artículo 1698 del Código Civil, corresponde a
quien alega que quien otorga un acto jurídico se halla privado de su entero juicio, la carga de
probar que ello no era efectivo, por lo que de no alcanzarse ese estándar probatorio, la demanda
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debe ser rechazada” (Considerando noveno).

DÉCIMO
Que tal como lo destaca el autor M.S.U. “la Corte Suprema reiteradamente ha declarado que
determinar si una persona está o no en su sano juicio al otorgar testamento es una cuestión de
hecho” (Derecho Sucesorio, Tomo I, sexta edición actualizada, pág.181).

Tal asunto fáctico en principio resulta inamovible para este tribunal de casación y no puede ser
revisado al amparo de esta vía de impugnación extraordinaria, salvo que se denuncie por el
recurrente y se verifique por esta Corte, la violación de normas reguladoras de la prueba, mas no
respecto de aquéllas que reglan la apreciación de las probanzas que se hubieren rendido, cuya
aplicación es facultad privativa del tribunal, sino que únicamente podrá revisarse la violación de
una norma determinada cuando ésta se hace consistir en la alteración del peso de la prueba o
en dar por acreditado un hecho por medios no admitidos legalmente; o por variar el valor de los
medios probatorios que la ley permite emplear o rechazar los que el ordenamiento jurídico
contempla.

UNDÉCIMO
Que, de este modo, la justificación de la verdad de los hechos controvertidos en un juicio, debe
hacerse en la forma que dispone el legislador, motivo por el cual ha de resolverse si las normas
que el recurrente indica tienen el carácter de reguladoras de la prueba y, en tal evento, si han
sido conculcadas como éste pretende, además con repercusión en la decisión a que llegan los
sentenciadores de la instancia.

DUODÉCIMO
Que en cuanto a la infracción de los artículos 341 del Código de Procedimiento Civil y 1698
inciso 2° del Código Civil, cabe precisar que éstas normas no presentan el carácter de
reguladoras de la prueba, toda vez que se limitan a señalar los medios de prueba de que se
puede hacer uso en juicio, empero el demandado no ha alegado que los sentenciadores hayan
admitido alguna probanza diversa de aquéllas o bien que éstos hayan rehusado permitir una de
las que están allí dispuestas, constatándose, en cambio, que lo que realmente discute el
recurrente es la valoración que se hizo de las que se aportaron al proceso y cuya ponderación
encauzó a los jueces del fondo a decidir en la forma que lo hicieron, constituyendo tal
determinación lo que el demandado verdaderamente desaprueba, decisión que, en
consecuencia y según lo dicho, no puede ser observada a través de la nulidad intentada.

A su vez, respecto del quebrantamiento del artículo 346 N° 1 del citado Código, sin perjuicio
que esta norma tampoco reviste el carácter de reguladora de la prueba, toda vez que por ella no
se estatuyen parámetros férreos a los que los jueces necesariamente deban recurrir al momento
de valorar las probanzas que se hayan rendido en el pleito, sino que sólo consagra uno de los
casos en que, de acuerdo a la ley, debe tenerse por reconocido un instrumento privado, es dable
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precisar que el recurrente sostiene su denuncia por haber rechazado el fallo de primer grado la
objeción formulada por su parte en contra de los certificados médicos acompañados por la
demandada, en razón a que los terceros de quien emanan no comparecieron al juicio a
ratificarlos. De este modo, el señalado reproche ha de ser desestimado por cuanto se dirige en
contra de una resolución que no reúne la naturaleza de aquellas contra la cual procede el
recurso de casación, contenida por lo demás, en el fallo de primer grado y no en la decisión del
tribunal de alzada que es materia del presente recurso de casación.

DÉCIMO TERCERO
Que el artículo 384 N° 3 del texto adjetivo, regula la situación de las declaraciones
contradictorias prestadas en el juicio por los testigos de los litigantes, reconociendo valor
probatorio preminente a la calidad por sobre la cantidad de las mismas, en aplicación de la
antigua máxima, de acuerdo con la cual, “los testigos se pesan y no se cuentan”.

En efecto, prescribe la norma en cuestión que, cuando las declaraciones de los testigos de una
parte sean contradictorias con las de los testigos de la otra, se tendrán por cierto lo que declaren
aquéllos que, aun siendo menor en número, parezca que dicen la verdad por estar mejor
instruidos de los hechos o por ser de mejor fama, más imparciales y verídicos o por hallarse más
conformes en sus declaraciones con otras pruebas del proceso.

Como es fácilmente advertible, en este proceso de valoración comparativa de testimonios


contradictorios la apreciación de los factores que definen la prevalencia en su mérito probatorio
de unas sobre otras: el estar unos testigos mejor instruidos de los hechos; el ser de mejor fama,
imparcialidad y veracidad; o el hallarse sus declaraciones más conformes con las demás
pruebas del proceso; no puede sino quedar librada, en atención a la naturaleza y características
de tales parámetros, al criterio de los sentenciadores del fondo, quienes, al desarrollar la
actividad intelectual de discernimiento involucrada en ello, no pueden infringir el mencionado
precepto ni otro alguno vinculado a la apreciación de la prueba testimonial.

Se sigue de lo reflexionado que el reparo de ilegalidad aducido en este apartado de la casación


se halla desprovisto de fundamento jurídico; razón que conduce a desestimarlo.

DÉCIMO CUARTO
Que en relación a la transgresión del artículo 428 del Código de Procedimiento Civil, esta Corte
ha sostenido que esta norma no posee la condición de reguladora de la prueba, por cuanto
integra la apreciación comparativa de los medios de prueba, cuya ponderación queda entregada
de manera exclusiva a los jueces de la instancia y, por lo tanto, no sujeta a revisión por parte de
esta Corte de Casación. En todo caso, el recurrente se limita a cuestionar que los jueces del
fondo no hacen mención a esta norma, sin embargo, no precisa como se produciría la infracción
de esta disposición legal, ni tampoco la influencia que su transgresión tendría en lo resolutivo
del fallo, incumpliendo así exigencias mínimas indispensables en un recurso de casación, dado
el carácter estricto de este medio de impugnación.

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DÉCIMO QUINTO
Que en cuanto al artículo 12 de la Ley 20.584, la recurrente funda su infracción en que el fallo
recurrido le resta valor al testigo M.F.B., a pesar de que declara de acuerdo a la información de
la ficha clínica del testador.

Al respecto, cabe recordar que la valoración de dicho testigo de la demandante es efectuada por
los jueces del fondo, en base a la norma del artículo 384 N° 3 del Código de Procedimiento,
cuyos parámetros quedan entregados a los jueces del fondo, en atención a la naturaleza y
características de los mismos, de modo que queda excluida de la revisión que puede efectuar
esta Corte.

A su vez, es dable agregar que el artículo 12 de la Ley 20.584, tampoco tiene el carácter de una
norma reguladora de la prueba cuya aplicación pueda ser revisada por esta Corte, por cuanto se
limita a definir el concepto de ficha clínica, el conjunto de antecedentes que deben registrarse en
la misma, la forma en que debe llevarse a cabo y el carácter de dato sensible, para los efectos
de la ley 19.628 de protección de la vida privada.

En efecto, la norma recién citada dispone: “Artículo 12.- La ficha clínica es el instrumento
obligatorio en el que se registra el conjunto de antecedentes relativos a las diferentes áreas
relacionadas con la salud de las personas, que tiene como finalidad la integración de la
información necesaria en el proceso asistencial de cada paciente. Podrá configurarse de
manera electrónica, en papel o en cualquier otro soporte, siempre que los registros sean
completos y se asegure el oportuno acceso, conservación y confidencialidad de los datos, así
como la autenticidad de su contenido y de los cambios efectuados en ella.

Toda la información que surja, tanto de la ficha clínica como de los estudios y demás
documentos donde se registren procedimientos y tratamientos a los que fueron sometidas las
personas, será considerada como dato sensible, de conformidad con lo dispuesto en la letra g)
del artículo 2º de la ley Nº 19.628”.

De acuerdo con lo expresado, resulta palmario que la disposición legal en comento, no


consigna un medio de prueba particular, ni tampoco establece el valor probatorio del mismo ni
menos uno que sea ineludible para los jueces del fondo, conforme a lo cual no se avizora
infracción alguna a su respecto.

DÉCIMO SEXTO
Que por último, el recurrente reclama, al amparo de la pretendida vulneración de las reglas
reguladoras de la prueba sobre el estado de salud del testador, el no haberse considerado por
los jueces del fondo la mayor validez del testamento otorgado por el Sr. U.H. el 20 de mayo de
1992, en comparación al de fecha 16 de noviembre de 2006, en razón de que en el primero el
testador busca igualar los derechos de sus cuatro hijos, en tanto en el segundo, se beneficia
sólo a tres en desmedro del menor demandante, sin que a su juicio exista una explicación
razonable para la variación de dicha voluntad, salvo la de no haber estado en su sano juicio al
momento de otorgar el último testamento cuya nulidad se impetra.
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Al respecto, conviene recordar que el testamento, por definición, es esencialmente revocable por
el testador mientras viva, de modo que el testamento puede ser dejado sin efecto por la sola
voluntad del que lo otorgó, a menos que el testador haya expresado en el testamento la
determinación de no revocarlas.

En la especie, don U.H.M. otorgó un primer testamento con fecha 20 de mayo de 1992, el que
dejó sin efecto mediante el testamento de fecha 16 de noviembre de 2006, produciéndose su
fallecimiento el 5 de febrero de 2008.

Ahora bien, determinar si el último testamento otorgado corresponde o no a la voluntad del


testador, es una cuestión de hecho cuya valoración es propia y exclusiva de los jueces del fondo
y en la que además, no se aprecia por parte de este tribunal yerro alguno en cuanto a la
ponderación de los medios de prueba en base a los cuales determinaron la validez del
testamento otorgado con fecha 16 de noviembre de 2006.

De este modo, asentada en las respectivas instancias la plena eficacia del testamento cuya
nulidad se solicita por la recurrente, carece de relevancia analizar los motivos por los cuales el
testador modificó o revocó su primer testamento, dado en el año 1992, sin perjuicio que ello
también corresponde a una facultad propia de los sentenciadores, que esta Corte no puede
someter a su revisión.

DÉCIMO SÉPTIMO
Que del análisis efectuado se puede concluir que la sentencia impugnada no ha incurrido en los
yerros de derecho que se le imputan en cuanto a la valoración de la prueba y al establecimiento
de los hechos, circunstancia que impide revisar la actividad desarrollada por ellos en relación a
la prueba y variar, por este Tribunal de Casación, los supuestos fácticos determinados y sobre
los cuales recayó la aplicación del derecho sustantivo, por lo que el recurso de nulidad de fondo
no puede prosperar y debe, necesariamente, ser desestimado.

Por estas consideraciones y lo preceptuado en los artículos 765, 767 y 768 del
Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de casación en el fondo, deducido en el
primer otrosí de la presentación de fojas 1606, por la abogada Carmen Gloria Rojas Palma, en
representación del demandante S.S.H.R., en contra de la sentencia de ocho de enero de dos mil
trece, que se lee a fojas 1599 y siguientes.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Juan Eduardo Fuentes B.

Regístrese y devuélvase, con sus agregados.

Rol N° 1598-2013.

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Nibaldo Segura
P., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D., Sr. Juan Fuentes B. y Abogado Integrante Sr. Víctor
Vial del Río.

No firma el Abogado Integrante Sr. Vial, no obstante haber concurrido a la vista del recurso y
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acuerdo del fallo, por estar ausente. Autorizado por la Ministra de fe de la Corte Suprema. En
Santiago, a diecisiete de junio de dos mil catorce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.

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