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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

FACULTAD DE DERECHO

GRADO EN DERECHO
TRABAJO FIN DE GRADO

OCTAVIO AUGUSTO
Y
LA LEGITIMACIÓN DEL PODER

Alumno: Claudia Navascues Fernández


Tutor: Dr. Francisco Javier Álvarez de Cienfuegos
Coiduras
Curso académico: 2020/2021
Fecha de entrega: Mayo de 2021

2
ÍNDICE DE CONTENIDO

I. EXPLICACIÓN DE ABREVIATURAS......................................................................................3
II. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y JUSTIFICACIÓN.............................................................3
1. Contexto histórico....................................................................................................................4
2. Entorno familiar y cultural de Octavio. Su relación con Julio César.......................................6
2.1 Carrera política y militar de Octavio hasta su ascenso al poder.......................................10
2.2 Afianzamiento de Octavio en el poder.............................................................................13
2.3 Propaganda política..........................................................................................................19
3. Bases jurídico-políticas del Principado..................................................................................21
3.1 La coniuratio italiae. Naturaleza y régimen.....................................................................21
3.2 Los poderes excepcionales de Augusto: el Imperium maius et infinitum........................23
3.3 El Imperium proconsularis...............................................................................................25
3.4 La Tribunicia potestas......................................................................................................26
3.5 ¿Oposición senatorial?......................................................................................................27
3.6 El desarrollo del régimen augústeo hasta la Res Gestae..................................................28
3.7 Visiones de la historiografía antigua................................................................................29
3.8 Visiones de la historiografía moderna..............................................................................30
4. El problema de la sucesión de Augusto..................................................................................34
III. CONCLUSIONES....................................................................................................................36
IV. BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................................38
Fuentes Literarias.......................................................................................................................40
VI. ANEXOS..................................................................................................................................42

3
I. EXPLICACIÓN DE ABREVIATURAS

Ibid. Igual que la referencia anterior

Op. Cit. Obra Citada

Vid. Véase.

d. C. Después de Cristo

Cap. Capítulo

Fasc. Fascículo

Ed. Editorial

a. C. Antes de Cristo

Núm. Número

II. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y JUSTIFICACIÓN

El objetivo que se persigue en el siguiente trabajo es realizar una indagación acerca de la


fundamentación legal sobre la que se fundamentó el ascenso al poder de Octavio Augusto, quien
de ser hijo adoptivo de Julio César, pasó a cumplir funciones como Cónsul para luego crear la
figura del principado que sentó las bases para la conformación del Imperio a partir de su gobierno
sobre Roma y sus provincias.

Desde el punto de vista histórico se pueden argumentar las razones por las cuales la figura de
Octavio logró modificar las bases de la República hasta transformarla en un nuevo sistema
político de gobierno, el Imperio. Sin embargo, este proceso no se realizó a partir de normas
claramente establecidas, para lograr el poder Octavio tuvo que persuadir por medio de favores, en
unos casos, o de amenazas, en otros, a los miembros del senado, de este modo logró tener los

4
medios para, de manera paulatina, vaciar de contenido las instituciones de la República, y asumir
bajo la figura de primer ciudadano, Princeps, el control de todos los resortes del poder en Roma.

Es innegable que ser el heredero elegido de Julio César le brindó a Octavio una plataforma
formidable desde la cual poder desplegar su estrategia para alcanzar el poder absoluto. La ingente
cantidad de recursos económicos heredados de su padre adoptivo, además de la ascendencia
sobre los veteranos legionarios romanos que combatieron en el ejército de Julio César, sirvieron
en gran medida al ascenso al poder de Octavio.

De igual modo, las constantes guerras civiles escenificadas en Roma durante el período que
precedió la llegada de Octavio al poder, sirvieron de acicate para que el pueblo romano se sintiese
agotado y cediera la conducción de la República, que siempre había estado en manos del Senado,
a esta especie de benefactor de la patria en que se convirtió Octavio; a cambio, este ofreció al
pueblo su protección y la circunstancia benevolente de la paz que imperó durante su gobierno.

La comprensión de los fundamentos legales que utilizó Octavio para justificar su ascenso al
poder sirve, adicionalmente, para conocer los principios legales utilizados a partir de Tiberio por
los primeros emperadores para justificar la perpetuación de la figura del Princeps con todas las
prerrogativas que le eran conferidas, cimentando de esta manera el modelo de gobierno imperial
que se instauró a partir de la transformación de Octavio en César Augusto, y que perduró, con sus
altibajos, durante cinco siglos en los que el poder de Roma se expandió por todos los confines del
mundo.

1. Contexto histórico

Cuando Octavio aparece en el plano político, Roma, atravesaba una época de crisis en la que la
decadencia de la democracia había provocado que los ciudadanos desearan que llegara un poder
político sólido que fuera capaz de restablecer el equilibrio que llevaban años sin conseguir
debido, entre otros extremos, a las guerras civiles llevadas a cabo entre Julio César y Pompeyo1.

En cuanto a la economía, esta se vio debilitada a causa de las diferentes guerras civiles
desencadenadas por rivales políticos. La actividad principal del comercio, que consistía en el
1
Álvarez Suárez, U., “El principado de Augusto. Interpretaciones de la constitución augustea”, en Revista de
estudios políticos, Vol. 7, N° 8, 1942, pág. 3.

5
suministro de cereal y aceite, se vio afectada debido a que las guerras destrozaban las tierras.
Mientras que la clase gobernante se enriquecía como consecuencia de las victorias militares, la
plebe se empobrecía debido al clima de inseguridad imperante.

Un fenómeno que no se debe perder de vista en el ascenso de Octavio es el de su adopción por


parte de Julio César. Esta ocurrió debido a que las guerras, en general, tienen un impacto directo
sobre la tasa de crecimiento demográfico; en primer lugar, afectan al índice de mortalidad de
hombres en edad fértil, este suele incrementar al igual que la tasa de celibato femenino. A estas
dos casusas se suma la disminución del ingreso promedio de las familias de clase trabajadora,
todos estos factores inciden en que los nacimientos disminuyan. Una situación de este tipo
ocurrió en Roma durante la tercera guerra civil, la tasa de natalidad descendió y muchas familias
poderosas de Roma comenzaron a recurrir a la adopción debido al temor de no tener heredes a
quienes transmitir el patrimonio familiar y, en especial, la pervivencia del apellido o gens
familiar.

Además de la guerra, la gran expansión de las conquistas de Roma y sus provincias, hizo que
fuera imposible gobernar este vasto territorio mediante el mismo sistema político usado para
gobernar la ciudad y su entorno inmediato. El sistema republicano era propio de una ciudad
estado, por lo que resultaba poco eficiente para gobernar un territorio mucho más extenso. El
sistema político republicano, en conjunto con el estado de guerra permanente, era otra de las
causas que contribuían a que el caos se propagara en todos los órdenes de la vida2.

Es muy posible que el pueblo romano percibiera que la paz y la estabilidad iban a llegar cuando
Julio César consiguió conquistar la Galia en el 52 a.C y, sobre todo, cuando logró derrotar a
Pompeyo en la batalla de Farsalia (48 a.C.), poniendo fin así a la guerra civil. La conquista de la
Galia significó el comienzo de una época de esplendor para el ejército romano, con la conquista
de territorios pertenecientes a lo que hoy son Túnez y Argelia. César, que recompensó a sus
soldados doblando la cantidad de su salario, también quiso contentar a los campesinos que se
habían quedado sin tierras, a quienes benefició en los repartos de ager publicus que posibilitaba
la gran expansión territorial3.

2
Rosenberg, A. y Miras, J., "Historia de la república romana" en Revista de Occidente, Madrid, 1926, 118-31.
3
Álvarez Suárez, U., Op. Cit. págs. 132-146.

6
Sin embargo, esta etapa de “tranquilidad” para los ciudadanos romanos duró tan solo 4 años,
puesto que César fue asesinado en el año 44 a.C., no sin antes confeccionar su testamento, en el
que siguiendo la práctica asumida por otras familias nobles sin descendientes, declaró la
adopción de su sobrino-nieto, Octavio Augusto, como su hijo.

2. Entorno familiar y cultural de Octavio. Su relación con Julio César

Nacido bajo el nombre de Cayo Octaviano Turino en el año 63 a. C, fue adoptado por su tío
abuelo Julio César en su testamento, en el año 44 a. C. En 27 a. C. el Senado concedió a Octavio
usar el cognomen de «Augusto», y por consiguiente se convirtió en Emperador César Augusto
(Imperator Caesar Augustus)4. Su padre, también llamado Cayo Octavio, fue pretor y gobernador
de Macedonia. Su madre se llamaba Attia Balba Cesonia y era sobrina de Julio César5.

Cayo Octaviano tenía cuatro años cuando su padre murió. En ese momento, su madre volvió a
contraer matrimonio con Lucio Marcio Filipo, como consecuencia de esto, Octavio, tuvo que
marchar a vivir con su abuela materna Julia César la Menor. Pocos años después de contraer
nupcias, Julia César fallece, por lo que Octavio marchó de nuevo a vivir con su madre6.

A la edad de doce años, le correspondió a Octavio pronunciar el elogio fúnebre de su abuela


Julia, en esta ocasión tuvo la oportunidad de vestir la Toga Viril. Este hecho ocurrió cuando él
tenía quince años, esto fue asumido como una muestra de la madurez precoz de Octavio, ya que
la mayoría de los varones romanos no podían vestir esta toga hasta alcanzar la edad de dieciséis
años.

4
A causa de los varios nombres que ostentó, es común llamarlo «Octavio» al referirse a los sucesos acontecidos
entre 63 y 44 a. C. y «Augusto» después de 27 a. C.
5
Cuartango, P., “Las mil caras de Augusto” en El Mundo, Madrid, 2014. Sánchez Liendo, E. La vida de Augusto de
Nicolás de Damasco, ed. Universidad de Valladolid, Facultad de Filosofía y Letras, Valladolid, 2015, pág 22-23.
Castán, S., “Marco Agripa y Augusto. Poder, Imperium Maius y problema sucesorio en el contexto de las tensiones
república-principado” en Revista Internacional de derecho romano, N° 10, 2013, pág. 203.
6
Cuartango, P., Op. Cit. pág. 23. Véase también Suetonio, T., Vida de los doce Césares, Cumbre, México, 1979, cap.
VIII, IX.

7
Octavio dio muestras de una madurez y talento excepcional desde joven. Esta fue la razón por la
cual, como lo señalan Perea7 y Nicolás Damasco, fue él quien tomó primero la iniciativa de entrar
en contacto con César, con el fin de pedirle que tutelara su educación. Esta actitud sorprendió a
César, quien ante la petición del joven adolescente, comenzó a interesarse por la educación de
Octavio. Durante los encuentros ocasionales entre el joven y César, este le hacía preguntas
difíciles de responder, con el fin de poner a prueba a Octavio, a pesar de las duras pruebas que le
ponía César, el muchacho siempre sabía responder, mostrando así su gran inteligencia8.

Damasco relata que Julio César partió a Hispania en el verano del año 46 a.C. con el fin de librar
una batalla decisiva contra los pompeyanos. Era el deseo de César que el joven Octavio, de
dieciséis años, le acompañara en esta campaña para enseñarle sobre la guerra. A pesar de esto,
Octavio y su madre, buscaron las excusas para evadir los deseos del Cónsul romano, por lo que
Octavio no marchó junto al ejército de César. Una de las razones que Octavio esgrimió para
permanecer en Roma fue que se estaba recuperando de una grave enfermedad, un argumento que
no alcanzaba a convencer del todo a César, quien lo instruyó para que al recuperarse se sumara a
las filas de su ejército9.

A pesar de su actitud inicial reacia, aupada por su madre, Octavio comprendió la importancia de
ganarse el favor de su tío abuelo complaciendo sus deseos, por eso decidió embarcarse para
alcanzar a su tío en cuanto tuviera oportunidad. De este modo, con la ayuda de su madre,
organizó su viaje; como acompañantes, el joven solo llevaba un puñado de hombres, todos
embarcaron en un puerto de Lazio en un barco hacia Hispania. Sin embargo, la embarcación en la
que viajaba Octavio naufragó, y él, junto a unos pocos sobrevivientes, lograron llegar a las costas
y traspasar las líneas del enemigo, esto ocurrió en el año 45 a.C.10.

De esta manera Octavio consiguió el favor de su tío, quien quedó gratamente impresionado por el
arrojo y valor del joven. Como recompensa, César, honró a su sobrino nieto permitiéndole

7
Perea Yébenes, S., “Julio César y el joven Octavio en Hispania en el año 45 a.C. La cuestión del itinerario
cesariano y las apelaciones de los saguntinos en Carthago Nova según Nicolás de Damasco, Bíos Καίσαρος” en
Hispania Antiqva. Revista de Historia Antigua, Vol. XLI, 2017, págs. 60-61.
8
De Damasco, N., y Yébenes, S. Vida de Augusto, Signifer Libros, Madrid, 2006.
9
Suetonio, Op. Cit., apt. IV. Perea Yébenes, S., Op. Cit., pág. 97-98.
10
Damasco y Yébenes, Vida de Augusto, Op. Cit. pág. 62.

8
acompañarlo en su carroza durante el resto de la expedición en Hispania. Este momento marcó un
punto de inflexión en la relación entre ambos11.

Una vez completada la campaña de César, este decidió partir, en compañía de Octavio, hacia
Carthago Nova en el verano del 45 a.C. La razón de este viaje era que la presencia de César había
sido reclamada por los pobladores de esta ciudad que había sido fundada por Cneo Pompeyo en
el año 54 a.C. César accedió a esta petición con la intención de ganarse el favor de los habitantes
de esta ciudad. Es muy probable que luego de este viaje, y como muestra del éxito alcanzado por
César en su visita, a partir del año 45 a.C., el nombre de esta colonia pasó a ser Urbs Iulia
Carthago Nova, en homenaje a César y su familia. Con ese nombre sería conocida luego la
ciudad en las monedas12.

Este viaje representó un momento de gran relevancia para la relación entre César y Octavio,
ambos compartieron la nave en el trayecto desde Gades hasta Carthago Nova. Además de ellos
en el barco los acompañaban algunos esclavos de confianza y amigos muy íntimos de Octavio,
quienes luego siguieron a su lado en las luchas por el poder. Esto nos puede dar a entender que
César estaba cómodo en compañía de Octavio tanto en público como en privado13.

Una vez que César y Octavio se encontraban en Carthago Nova, las autoridades y muchos
habitantes de Sagunto (territorio vecino partidario de Pompeyo) acudieron a presentar sus
respetos a César. Lo que motivaba a los saguntinos en realidad era demostrar a César que ellos,
una vez culminada la guerra, lo apoyaban; temían que haber apoyado a Pompeyo durante la
guerra civil hiciera que César tomara represalias que pudieran recaer sobre ellos.

Además de esto, Yébenes considera que debían existir disputas territoriales entre estos pueblos
vecinos de Híspalis. Es probable que los habitantes de Carthago Nova presentaran una disputa
ante César en contra de Sagunto por motivos limítrofes. En esta situación los saguntinos se
sintieron en desventaja por lo que acudieron a Octavio para que intercediera ante César. Octavio
supo aprovechar la oportunidad y decidió asumir la defensa de los saguntinos en la audiencia
pública conducida por César, durante este acto, Octavio logró que las acusaciones de los

11
Perea Yébenes, S., Op. Cit. pág. 69-72.
12
Ibid., pág. 18.
13
Ibid,. págs. 81-84.

9
habitantes de Carthago Nova contra los saguntinos fueran desestimadas por César. Como
consecuencia de esta acción ejerciendo la función de defensa, Octavio, comenzó a ganar prestigio
como hombre de estado capaz de solucionar conflictos públicos14 .

Según Abascal, Octavio se ganó el favor de las élites de Sagunto a ´partir de este momento,
debido a que su mediación le permitió a esta ciudad mantener sus privilegios en la costa
mediterránea15. De este modo, Octavio realizó su primer acto público patrocinando a los
saguntinos. Los habitantes de Sagunto se convirtieron en su primera clientela, prácticamente
veinte años antes de que él llegase a asumir el poder absoluto16. Más allá de este hecho puntual, y
de si realmente esta ciudad se declaró Cliens de Octavio, existe constancia documentada de que a
él se le dio el adjetivo de “salvador de Sagunto”.

Lo relevante de este episodio de la vida de Octavio es que la defensa de los intereses de los
saguntinos, en la audiencia dada por César, le permitió aumentar el afecto que le prodigaba su tío
abuelo. Para Julio César fue una grata impresión ver cómo Octavio, pese a la escasa experiencia
en funciones públicas, había actuado de forma acertada. El sentimiento de simpatía de Julio César
hacia Octavio se puede apreciar en que luego de la estancia en Carthago Nova ambos viajaron
juntos hasta Roma, y unos días después, César confeccionó su testamento donde declaró la
adopción de Octavio. Al ser una adopción testamentaria, Octavio ignoró su designación hasta el
44 a.C., año en que César fue asesinado.

Suetonio narra que César en su testamento, además de adoptar a Octavio como hijo legítimo,
había nombrado a tres herederos, por lo que a Octavio le hubiera correspondido, en principio, una
cuarta parte de la herencia. Sin embargo, César decidió instituir heredero a Octavio y transmitirle
tres cuartas partes de la herencia, dejando solo una cuarta parte a los otros tres herederos,
haciendo constar su claro “favoritismo” hacia él.

Octavio, no era un heredes sui, por esta razón no heredaba de forma automática. Él era un
heredes extranei (o voluntario), por eso debía realizar un acto de manifestación de voluntad
donde comunicaba su elección de aceptar o rechazar la herencia (cretio). A la muerte de César,
14
Ibid., pág. 85-87.
15
Abascal Palazón, J., «Los tres viajes de Augusto a Hispania y su relación con la promoción jurídica de ciudades»,
Iberia Revista de Antigüedad. Vol. 9, 2006. pág. 66.
16
Perea Yébenes, S., Op. Cit, pág. 94-95.

10
Octavio decidió partir desde los cuarteles de Apolonia de Iliria, donde se encontraba estudiando
bajo la tutela de Atenodoro de Tarso, hacia Roma, su propósito era aceptar la herencia que le
había dejado César17. Según Prévost, los adoptantes solían ser poseedores de un poder social
tradicionalmente utilizado con fines políticos, por lo que el interés era tanto de los jefes de
familia como del propio estado. Uno de los efectos que producía este tipo de adopción era que el
adoptado adquiría la dignitas del adoptante, de manera que podemos hablar de adopciones
políticas y dinásticas18 .

Analizando la forma y el porqué de la adopción de Octavio, cabe mencionar que, de acuerdo con
la doctrina sobre las bases jurídicas de la institución adoptiva 19, la adopción testamentaria no es
posible, puesto que una persona fallecida no puede adquirir la patria potestad sobre otra, de ahí
que tal modalidad de adopción no sea mencionada por las fuentes jurídicas. En definitiva, según
Prèvost, la adopción de Octavio por César fue una adopción privada con consecuencias públicas,
pues César le transmitió su dignitas, la cual era de mayor rango, por ello se entiende como
adopción política o dinástica20.

2.1 Carrera política y militar de Octavio hasta su ascenso al poder

En el año 44 a.C. Octavio se encontraba en los cuarteles de Apolonia Iliria, Apollonia pros
Epidamno. Esta ciudad macedonia tenía una ubicación estratégica en los márgenes derechos del
río Aoo, en los Balcanes, por su situación servía de escala entre Oriente y Occidente. Allí había
sido enviado Octavio luego del regreso de Carthago Nova a Roma. La intención de César al
enviar a su sobrino a aquella región era la de incrementar la formación de Octavio. Es allí donde

17
Castán, S., Op. Cit. 43- 45. La adopción era bastante común en las familias antiguas de Roma y el origen se
encuentra en la necesidad de asegurar el culto doméstico. Cabe destacar que, a finales de la República, las familias
más poderosas de Roma se vieron gravemente afectadas por las diferentes luchas que se libraron, tanto material
como personalmente, puesto que uno de los efectos de esas batallas fue que la tasa de natalidad descendió, por lo que
recurrían a la adopción, ya que temían no tener a quien transmitirle esa posición social que corría de generación en
generación.
18
Ruiz Pino, S., “A propósito de la adopción de Octavio por César, ¿una adopción política testamentaria?”, en
Revista General de Derecho Romano Vol. 24 , N°.4, 2015, pág. 340-342.
19
Rodríguez Ennes, L., Bases jurídico-culturales de la institución adoptiva, Secretariado de Publicaciones de la
Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1978.
20
Ruiz Pino, S., Op.Cit. págs. 338-339.

11
conoció a Marco Agripa, quien se convirtió en su fiel compañero y amigo de toda la vida. Luego
de tres meses de permanecer en Apolonia, Octavio, recibió la carta en la que se le informaba de la
muerte de César. Según la misiva, esta había sido provocada, entre otros, por Casio y Bruto. Ante
esta noticia, Octavio decidió regresar a Roma con el propósito de unirse al ejército de César y
vengar a su padre adoptivo21.

A la llegada de Octavio a Roma, este acude ante Marco Antonio, quien en ese momento tenía la
investidura de Pretor urbano. Es ante él que Octavio manifestó su voluntad de aceptar la herencia
de César. Marco Antonio se mostró reacio en conferirle el dinero que le había dejado César y de
este modo comenzaron las fricciones entre ambos.

Ante la negativa de Marco Antonio de otorgar las tres cuartas partes de la fortuna de César a
Octavio, como le correspondía a este por ser el heredero del dictador, Octavio decidió partir hacia
Campania y otras ciudades y colonias fundadas por César en el sur de Italia. En la Campania
Octavio tuvo una buena acogida por parte del ejército de César; en Brindisi, logró obtener buena
parte de los recursos económicos y militares que César había acumulado para una campaña
contra los Partos. Un monto que ascendía a los setecientos millones de sestercios, suma que le
sirvió luego para ganar el favor de exlegionarios cesarianos que se encontraban en Campania. De
este modo, Octavio logró agrupar un ejército de tres mil veteranos con un salario de quinientos
denarios mensuales cada uno22.

Este ejército le sirvió a Octavio para marchar hacia Roma. El propósito de Octavio era vengar la
muerte de Julio César, y de modo implícito contrarrestar el poder y dominio que ejercía en ese
momento Marco Antonio sobre Roma. Este último había declarado la amnistía hacia los asesinos
de César y había logrado que el pueblo de Roma los execrara. Valiéndose de esta situación y
siendo consciente de que el período de su consulado estaba por culminar, Marco Antonio, hizo
gestiones para que el senado le otorgase el control de la Galia Cisalpina, que era un territorio de
Decimo Junio Bruto Albino.

Los acontecimientos se precipitaron cuando se hacía inminente la llegada de Octavio con su


ejército a Roma. En el senado se percibía a Marco Antonio como un peligro, Cicerón había

21
Perea Yébenes, S., Op. Cit.. págs. 103-107.
22
Castán, S., Op. Cit., pág. 203.

12
emprendido una campaña en contra de Marco Antonio y había logrado que muchos senadores y
el pueblo romano le fueran hostiles. Antonio comprendió la inminente pérdida del poder, y para
evitar la confrontación con el ejército de Octavio que habría significado una nueva guerra civil,
decidió ocupar la Galia Cisalpina. Por su parte, Bruto y Casio, asesinos de César, se sintieron
amenazados por la llegada de Octavio y decidieron huir huyen hacia Grecia y Siria23.

Los nuevos cónsules de Roma eran Hircio y Pansa, ambos buscaron el favor de Octavio, por eso
lo apoyaron convirtiéndolo en senador y concediéndole el derecho a votar en el senado, esto
ocurrió en enero del año 43 a.C. La intención de los cónsules era pedirle a Octavio que
persiguiera a Marco Antonio con su ejército de legionarios cesarianos hasta acorralarlo y
derrotarlo. Este proyecto era parte del enfrentamiento que sostenían ambos cónsules con Marco
Antonio. Además de buscar el apoyo de Octavio, ellos le habían enviado suministros y ofrecido
ayuda a Décimo Bruto para conservar la Galia Cisalpina. Sin embargo, Décimo Bruto, quien era
familiar de Bruto, y también había participado en el complot del asesinato de César, había sido
acorralado por Marco Antonio quien lo había dejado sin suministros y lo había desterrado de
Roma a una isla desierta.

Ante esta situación, Octavio, decidió emprender la guerra con su ejército, en conjunto con los
cónsules Hircio y Pansa, para ello recibe de parte del senado el imperium propretoriano que lo
facultaba para comandar su ejército. De este modo es nombrado Dux o jefe militar del ejército
romano, adicionalmente se realizó un acto político conocido como la coniuratio italiae et
provinciarum, mediante el cual el pueblo y el ejército juraron lealtad a su líder. De las
características e importancia posterior de este acto se hablará con detalle en el próximo capítulo.

Las intenciones de los cónsules eran las de debilitar las fuerzas del partido de César, algo que
Octavio intuyó claramente y lo aprovechó en su favor. Gracias a la fuerza de su ejército, en
conjunto con el ejército de los cónsules y el de Décimo Bruto, derrotó a Antonio en las batallas
de Forum Gallorum y Mutina en abril del año 43 a.C., obligando a su rival a abandonar la Galia
Narbonense.

23
Buisel, D., Augusto: el principado y la organización del Estado, , Ed. Universidad Nacional de la Plata, Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación, La Plata-Argentina, 2014, pág. 9.

13
El senado, consciente del poder creciente de Octavio, decidió entregarle el comando de las
legiones consulares a Bruto. Sin embargo, Octavio se resistió a esta pretensión y mantuvo al
ejército en la llanura de la Padania. En el verano del año 43 a.C. Octavio desafía abiertamente al
senado, envió un grupo de centuriones con las demandas que él exigía para no atacar la ciudad
con su ejército. Las peticiones de Octavio eran que se le nombrase Cónsul, que se anulase el
decreto en contra de Marco Antonio y que se derogase la amnistía dada a los asesinos de César.
Ante la negativa del senado, Octavio decidió marchar contra la ciudad con ocho legiones. Su
entrada en Roma no tuvo ninguna resistencia militar y Octavio se acercó más al poder anhelado24.

2.2 Afianzamiento de Octavio en el poder

Octavio, al igual que Marco Antonio, eran conscientes de que el enfrentamiento entre ellos solo
servía en favor de la causa de los asesinos de César, por esta razón se plantearon una tregua entre
ellos y, a instancias de Marco Lépido, quien tenía bajo su mando otra parte del ejército de César,
realizaron un encuentro en Bolonia en octubre del año 43 a.C. De este modo, nació el Segundo
Triunvirato, con el propósito de restaurar el poder del estado, (y de forma implícita vengar la
muerte de César). Mediante Asamblea Popular los triunviros lograron su designación como
cónsules por un período de cinco años. Esta prerrogativa legal hace una distinción del segundo
triunvirato con el primero, formado por Julio César, Pompeyo Magno y Casio Longino, debido a
que el primero se trató de un acuerdo político privado25.

Una de las primeras acciones políticas del segundo triunvirato fue la proscripción de senadores y
équites que pertenecían al bando de los opositores y asesinos de César. Esta acción les permitió a
los triunviros eliminar la oposición al partido cesariano, y, además, obtener recursos adicionales
para las arcas del estado, debido a que a estos proscritos se le embargaron sus propiedades y
riquezas. Estos recursos adicionales se destinaron al enfrentamiento contra los asesinos de César
que tenían proyectado. Otra decisión del triunvirato, con el fin de establecer sus áreas de poder,
fue la división del gobierno de las provincias romanas. Octavio, Marco Antonio y Lépido
ratificaron el Pacto de Bolonia, de este modo, Marco Antonio se encargaría de gobernar Oriente,

24
González Rojas, P., «Fundamentos y legitimación en Octavio Augusto: Princeps Civium et Pater Patriae», en
Historias del Orbis Terrarum, N.o 5. 2010. págs. 36-68.
25
Barroso, J., «El destino de los asesinos de César» en Clío: Revista de historia, N.o 174, 2016, págs. 62-70.

14
Octavio gobernaría Italia desde Roma con el apoyo del ejército que él había formado, mientras
que Marco Lépido permanecería en la provincia de África26.

En enero del año 42 a.C., Octavio, logra un nuevo triunfo en el senado. Esto ocurrió cuando se
declaró la condición divina de César, quien fue elevado a la condición de divinidad del estado,
Divus Iulius. Para aprovechar esta designación, Octavio, reclamó para sí, en tanto hijo de César,
la condición de hijo de dios, Divi filius27.

Una vez afianzados en el poder, los triunviros deciden atacar las fuerzas de Casio y Bruto. De
manera que en octubre del año 42 a.C., veintiocho legiones cesarianas son enviadas por mar a
atacar las tropas de Casio y Bruto que se encontraban en Grecia. Tras algunas escaramuzas, en
Filipos, Macedonia, se libra la batalla definitiva en la que se selló la derrota de Casio y Bruto, tras
esta, ambos generales decidieron suicidarse.

Esta victoria fue reclamada por Marco Antonio, cuyas legiones resultaron determinantes en los
triunfos obtenidos. Marco Antonio, además de reclamar para sí las victorias decisivas, tachó a
Octavio de cobarde, basado en que este había delegado el comando de su ejército a su leal amigo
Agripa. Octavio, por su parte, arremetió con brutalidad en contra de sus enemigos. En los
comentarios de Suetonio se puede leer que Octavio, actuando como hijo de César, pidió que la
cabeza de Bruto fuese enviada a Roma donde fue arrojada a los pies de una estatua del divino
Julio César28.

Tras la victoria de Filipos, los triunviros repartieron de nuevo el territorio mediante el Pacto de
Brindisi. Roma y la zona Occidental quedaron bajo el gobierno de Octavio, para que esto se
materializara, Marco Antonio, aceptó su salida de las provincias de Galia, Hispania e Italia,
dejándolas todas bajo el poder de Octavio, un acto que se consumó a disgusto de Lépido. A
cambio, Antonio recibió control total sobre la zona Oriental; mientras que Lépido se tuvo que
conformar con mantener el gobierno de la provincia de África29.

26
Suetonio., T., Op. Cit., cap. XI, XII, XIII. Y Rosado Martin, M., Op. Cit., pág. 338.
27
Syme, R., y Blanco Freijeiro, A., y Arce, J. La revolución romana, Crítica, Barcelona,2010.
28
Suetonio T., Op. Cit., cap XIII.
29
Suetonio.,T., Op. Cit., Cap. XIII.

15
Sin embargo, el enfrentamiento entre Marco Antonio y Octavio continuó de forma abierta.
Octavio se tuvo que encargar de la reubicación de los veteranos del ejército cesariano, algo que
representó un problema de estado debido a que no existían tierras públicas que pudiesen asignar a
los exlegionarios. Por esta razón, Octavio se encontraba ante una decisión que lo ponía entre
Escila y Caribdis. Por una parte, podía expropiar tierras de ciudadanos romanos para asignarlas
como premio a los guerreros victoriosos, e incluso a los veteranos derrotados del ejército de
Bruto y Casio, y así evitar que se aliaran con sus oponentes en su contra, una decisión que
causaría gran malestar entre la población civil. O, por otra parte, podía enfrentarse al descontento
que existía entre sus legiones. Estas opciones eran ambas malas, por lo que se decidió por el mal
menor, varios territorios fueron expropiados a sus propietarios originales, incluso poblaciones
enteras resultaron desplazadas para que pudiesen otorgarse sus tierras a los exlegionarios30.

Esta situación de descontento en contra de Octavio fue aprovechada por Lucio Antonio, hermano
de Marco Antonio, quien conspiró y agitó en el senado de manera incesante contra Octavio.
Lucio Antonio se alió con Fulvia, esposa de Marco Antonio, quien se sentía insultada por
Octavio. La razón de la ofensa contra Fulvia y su familia era que Octavio había decidido devolver
a la hija de Fulvia, llamada Claudia, con quien había contraído matrimonio; para hacerlo adujo
que la unión nunca se había consumado. Hermano y esposa de Marco Antonio decidieron
conformar un ejército entre ambos para atacar a Octavio, pero esta acción fue rápidamente
derrotada en la llamada guerra de Perugia, ocurrida en el año 40 a.C. En Perugia las legiones de
Octavio sitiaron al ejército de Lucio Antonio y tomaron la ciudad. Lucio Antonio fue perdonado
debido a la intersección de su hermano que seguía manteniendo el poder en Oriente, por su parte,
Fulvia, tuvo como castigo el exilio de Roma31.

Las tensiones acumuladas entre Marco Antonio y Octavio llegaron a su punto culminante. La
cohabitación de ambos en el poder era un equilibrio inestable que estaba listo para romperse. El
enfrentamiento entre ambos resultaba inevitable, Octavio y Marco Antonio lo sabían, por eso,
trataban de acumular fuerzas para cuando llegara el momento decisivo. Octavio necesitaba
asegurarse de tener a su favor al pueblo de Roma. Marco Antonio había gozado de mucho apoyo

30
Eck, W., «Augusto», en Vidas de los Césares, Crítica, Madrid, 2009, 27-74.
31
Rosado Martín, M.C., Op. Cit., págs. 113-115.

16
popular y aún contaba con muchos partidarios entre la plebe y los exlegionarios del ejército de
César.

Por su parte, Marco Antonio consolidó su alianza con Cleopatra, reina de Egipto, quien había
sido amante de César, y la madre de su hijo Cesarión. Este, bajo la influencia de Marco Antonio,
representaba una clara amenaza para las pretensiones de Octavio como único y legítimo heredero
de Julio César. Marco Antonio para consolidar la fidelidad de Cleopatra mantuvo una relación de
pareja con ella, quien concibió tres hijos de Antonio, Alejandro Helios, Cleopatra Selene II y
Ptolomeo Filadelfo. Esta relación le mereció el reproche y la acritud de parte de Octavio, quien le
señalaba por el abandono de su esposa Fulvia en favor de la reina extranjera. Toda la situación le
sirvió a Octavio para desprestigiar a Marco Antonio entre la población y el ejército romano al
acusarlo de actuar en contra de los intereses de Roma y en favor de una potencia extranjera.

Consciente de su pérdida de popularidad en Roma, Marco Antonio, decidió abandonar a


Cleopatra y partir de Egipto con un ejército para asediar a Octavio, esta acción la realizó en el
puerto de Brindisi. Sin embargo, este enfrentamiento entre ambos se convirtió en algo
insostenible, los centuriones de ambos bandos se rebelaron en contra de sus líderes y se negaron a
combatir entre ellos, ya que todos pertenecían al partido de César. Este hecho fue llamado la
rebelión de los centuriones, los oficiales militares fueron secundados por la tropa de legionarios,
quienes también se negaron a combatir entre ellos. La situación se complicó aún más para
Antonio cuando su esposa, Fulvia, murió de forma inesperada antes de que él pudiese
reencontrarse con ella32.

Ante este panorama los triunviros acordaron una nueva tregua en el año 40 a.C., en Brindisi.
Lépido continuaría en África, Antonio en Oriente y Octavio en Occidente, Italia sería accesible
para que todos pudiesen reclutar sodados para su ejército. Aunque esto en la práctica no le servía
de nada a Antonio quien se encontraba en Oriente. Octavio trató de reafirmar su alianza con
Antonio, por eso le ofreció un matrimonio con su hermana, Octavia, la menor, con ella Marco
Antonio llegó a concebir dos hijas, Antonia la mayor y Antonia la menor33.

32
Eck, W., Op. Cit. pág. 23.
33
Ibid., pág. 21.

17
Sin embargo, Octavio se esforzaba para conseguir el apoyo de los territorios occidentales en
contra de Antonio34. Para ello tuvo que derrotar a Sexto Pompeyo, hijo de Cneo Pompeyo, en la
Batalla de Nauloco, librada en Sicilia en el año 36 a.C. Esta batalla la libraron entre el ejército de
Lépido y el de Octavio, una vez concretada la victoria, Lépido sintió que podía reclamar para sí
los territorios ocupados por Sexto Pompeyo. Sin embargo, los soldados de Lépido desertaron y se
pasaron al bando de Octavio tentados por las recompensas económicas ofrecidas por este. La
situación de desventaja obligó a Lépido a rendirse ante Octavio, a cambio, este se comportó de
forma magnánima evitando más derramamiento de sangre, le otorgó a Lépido el título de Pontifex
maximus, aunque le expulsó de forma definitiva del Triunvirato, relegándolo de la vida pública y
confinándolo al exilio en una villa romana de Cabo Circei35.

Seguidamente, Octavio decidió centrarse en pacificar los territorios: (i) consiguió el apoyo de los
ciudadanos ordenando la expulsión de los magos y astrólogos, los cuales eran el medio de
propaganda política de Marco Antonio y Cleopatra, (ii) mandó a limpiar las calles, arreglar los
edificios públicos destruidos por las guerras civiles, ordenó la distribución de aceite y sal y otros
alimentos, (iii) construyó varios acueductos con el fin de mejorar los aprovisionamientos, y
ofreció servicios gratuitos como la entrada gratis a los baños36. De esta forma, consiguió que la
mayoría de la población le apoyara en su iniciativa de acabar con Marco Antonio37.

En el año 36 a.C. el poder se encontraba repartido entre Octavio y Marco Antonio, este último
emprendió una campaña contra los partos, la cual fue totalmente desastrosa, al punto que Octavio
tuvo que enviar dos mil legionarios para poder mantener el control militar sobre la región. Marco
Antonio se encontraba totalmente comprometido con Cleopatra. A pesar de su derrota, Antonio
tuvo la impresión de que la reina egipcia tenía la capacidad para reponer su ejército sin ayuda de
Roma, así que decidió repudiar a Octavia la menor y devolverla a Roma al lado de su hermano.

34
Elliot, J., “Augusto: camino al poder”, en Historia y vida, N° 429, 2003, pág. 40-47.
35
Suetonio., Op. Cit., Cap. XII. Y Rosado Martín, M., «El juramento de fidelidad a Octaviano del año 32 aC» en El
Futuro del Pasado: revista electrónica de historia, N.o 1, 2010, pág. 338-339.
36
Martínez, J., “De triunfador a dictador: la peculiar revolución de Octavio César Augusto”, Claves de razón
práctica, N°6, 1990, pág. 48-53.
37
Rosado Martín, M., Op. Cit., pág. 338-339. Buisel, M., Op. Cit., pág. 13.

18
Esta situación fue utilizada por Octavio para dañar la imagen de Marco Antonio de varias formas:
i) la derrota ante los partos le sirvió para mostrar a Antonio como un general de victorias pasadas
que ya había perdido su capacidad militar, ii) el repudio de su legítima esposa romana en favor de
una reina extranjera le sirvió para demostrar ante el pueblo romano que Antonio cada vez era
menos romano y se encontraba aliado con intereses ajenos a Roma y iii) finalmente, en su afán de
volcar al pueblo romano contra Antonio, declaró el fin de las guerras civiles y su intención de
renunciar al triunvirato y dejar el poder si Antonio hacía lo propio en Oriente, ante la negativa de
este se reafirmó el carácter autocrático de Marco Antonio38.

Otros hechos se sumaron a la causa de Octavio. Aunque él y Marco Antonio fueron reafirmados
como cónsules por el senado, Octavio demostró al senado que la verdadera intención de Marco
Antonio estaba en favor de su familia, para ello le bastó mostrar que Antonio había otorgado el
gobierno del territorio conquistado en Armenia a su hijo con Cleopatra, Alejandro Helios, además
había designado a su mujer como reina. La estocada final la consiguió Octavio cuando logró
apropiarse del testamento secreto de Antonio, este fue leído en público ante el senado, cuyos
miembros escucharon con estupor cómo Marco Antonio ordenaba que, ante su muerte, los
territorios bajo su mando fuesen entregados a sus hijos para ser gobernados de forma
independiente de Roma, y que él y su mujer, Cleopatra, fuesen enterrados en una tumba común
en Alejandría. Ante el impacto de este documento se ordenó que fuese leído a toda la plebe de la
ciudad de Roma39.

La consecuencia de la campaña de Octavio contra Marco Antonio fue que se demostró que las
acusaciones de Octavio contra su enemigo eran reales, por tanto, en el año 32 a.C. el senado
romano revocó el título y los poderes de cónsul a Marco Antonio y procedió a declarar la guerra
contra Egipto y la reina Cleopatra.

Las acciones de la guerra las inició Octavio a principios del año 31 a.C. con una gran victoria
táctica. La armada de su ejército, bajo el mando de Agripa, logró transportar al ejército a través
del mar Adriático. De este modo, Agripa cortó la línea de suministros a los ejércitos de Antonio y
Cleopatra, ellos en ese momento se encontraban en la costa griega. Octaviano, por su parte,
desembarcó en Corfú y se dirigió hacia el sur, de este modo logró rodear la posición de Antonio y
38
Eck, W., «Augusto» Op. Cit. pág. 23.
39
Ibid., pág. 23.

19
Cleopatra tanto por tierra como por mar. Esta situación de desventaja hizo que muchos
legionarios de las fuerzas de Antonio desertaran y se acogieran al bando de Octavio40.

La situación se hizo cada vez más difícil para Marco Antonio, este, junto a Cleopatra, en una
acción de última hora decidió atacar con su flota a la de Octavio frente a las costas de Accio, en
el occidente de Grecia. Esta batalla selló la suerte de Marco Antonio, y con él, de Cleopatra. La
flota de Octavio, bajo el mando de Agripa, derrotó con facilidad a la flota de Antonio
aniquilándola el dos de septiembre del año 31 a.C. Antonio logró escapar gracias a los refuerzos
que le brindó la flota de Cleopatra que se mantenía a la espera en caso de que hiciera falta una
retirada. Ambos, Antonio y Cleopatra lograron huir, aunque Octavio les dio persecución hasta
tenerlos acorralados en Alejandría, allí en agosto del año 30 a.C. los derrotó nuevamente. Esta
última derrota mostró a Marco Antonio y Cleopatra que su captura por parte de las fuerzas de
Octavio era inminente, para evitar las consecuencias de tal situación, Marco Antonio se suicidó
con su propia espada en los brazos de Cleopatra, y esta hizo lo propio haciéndose morder por una
serpiente venenosa. De este modo, Octavio consolidó su poder como único gobernante de Roma
y sus provincias 41.

2.3 Propaganda política

La victoria de la batalla de Accio, y la actitud magnánima de Octavio, quien perdonó a buena


parte de sus adversarios militares, le valieron a él el favor del pueblo romano. Sin embargo,
aunque perdonó la vida a los hijos de Antonio y Cleopatra, no dudó en ordenar la muerte de
Cesarión y la del hijo de Antonio con Fulvia, Marco Antonio Antilo, por representar ambos una
amenaza directa contra él.

A partir de este momento Octavio se dedicó a consolidar su posición como único gobernante.
Para lograrlo combinó una hábil estrategia de propaganda política con agresivas acciones que le
permitieron consolidar su poder42. A su regreso a Roma fue designado cónsul por el senado, junto
con Agripa, en este momento no le convenía hacer públicas sus intenciones de prolongar su

40
Ibid., pág. 37.
41
Buisel, M., Op. Cit. pág. 10-11. Consultar anexo
42
Vid. Álvarez, E., Augusto, política y propaganda de un régimen autocrático. Universidad Santiago de Compostela,
Santiago de Compostela, 1987.

20
mandato a través de un principado no oficial 43. Por tanto, como parte de su estrategia de
propaganda declaró que sus objetivos eran restaurar los antiguos valores morales de la República
y el poder del estado. Para lograrlo comenzó por restituir sus atributos al senado y renunció al
gobierno de las provincias y los ejércitos, demostrando que no aspiraba a convertirse en dictador
o monarca, sino que sus aspiraciones estaban más allá, su principal aspiración era restaurar el
esplendor perdido de la República44.

Otro aspecto que Octavio supo aprovechar como propaganda para sus intenciones fue el de los
supuestos augurios que vaticinaban la llegada de un prínceps que tendría el poder del imperium
para devolver a Roma sus glorias pasadas45. Existían varios autores de relatos que presagiaban la
llegada de Augusto, a estas historias se les llama omina imperi. Para Deonna, dichos relatos no
son más que un reflejo de los deseos de la sociedad motivados por una época plagada de guerras
civiles que pusieron fin a la República. Sin embargo, para E. Bertrand-Ecanvil forman parte de la
propaganda del régimen político de Augusto46.

Suetonio narra que un día un cayó un rayo en la ciudad de Veleritas y es ahí cuando se vaticinó la
llegada de un ciudadano que lograría hacerse con el poder (Suet., Aug., XCIV, 2). Juan Lido,
historiador bizantino, en su Tratado De Ostentis, hablaba del concepto de apódosis. El
significado de esta palabra es, de acuerdo con este autor, un augurio que vaticina que si a la caída
del sol un rayo cae en un lugar público, un adolescente se haría con el poder, pero si este cae en la
muralla, presagia guerras. La muralla es un lugar público, por lo que, siguiendo el principio de la
apódosis, es posible decir que la caída del rayo presagiaba la llegada de Octavio47.

43
El Principado es el periodo de la historia de Roma que comienza con el fin de la República y está caracterizado por
la centralización del poder en una sola figura política, Octavio Augusto. Su fundamento principal es la soberanía del
pueblo delegada por voto expreso en Octavio. Buisel, M., Op. Cit. pág. 15.
44
Eck, W., «Augusto», Op. Cit. pág. 44-45.
45
Resco, Pablo Aparicio. "Los primeros pasos de la propaganda política de Augusto: Julio César, Venus Gentrix y el
Sidus Iulium" en Bravo, G., (Comp.) Propaganda y persuasión en el mundo romano: actas del VIII Coloquio de la
Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos, Signifer, Madrid, 2011.
46
Requena, Jiménez, M., El emperador predestinado. Los presagios de poder en época imperial romana, Ed.
Fundación Pastor de estudios clásicos, N° 25, fasc. 2, Madrid, 2001, pág. 148-150.
47
Ibid., pág. 150-151

21
Otro sueño narrado por Suetonio fue el de Augusto y las ranas, este contaba que un día Octavio
quiso hablar y las ranas comenzaron a croar en un lugar en el que no solían hacerlo. Para Deonna,
las ranas simbolizan ¨una masa popular con fuerza ciega, que debe ser contenida por la autoridad
de un soberano, esto lo interpreta como un milagro propio de héroes que ejercen el control sobre
los animales. E. Bertrand-Ecanvil lo valora como ¨símbolo de una autoridad fuera de lo común¨ y
lo asocia con Apolo, dios del Sol, ya que en la antigüedad las ranas estaban consagradas a Apolo
y significaban el triunfo del sol frente al mal tiempo, en nuestro caso, el mal tiempo reflejaría al
fin del caos republicano y el triunfo del sol, el comienzo de la monarquía48.

En cualquier caso, todos estos relatos y creencias populares se valían de la fe de los romanos en
el destino y usaron los augurios en favor de la causa de Octavio, quien se supo bien valer de ellos
para construir la narrativa que respaldaba su ascenso al poder absoluto. Esta narrativa, no se
desarrolló de manera prestablecida. Es probable que Octavio, junto con sus asesores como
Mecenas, delinearan algunas estrategias de tipo político durante el desarrollo de los
acontecimientos. Pero posterior al inicio de su gobierno, Octavio dedicó grandes esfuerzos en
sacralizar su imagen y el origen de su poder. Una muestra de esta última aseveración es el
encargo que realizó al poeta Virgilio de la epopeya la Eneida, que se terminó convirtiendo en la
épica fundamental del pueblo romano49.

3. Bases jurídico-políticas del Principado

3.1 La coniuratio italiae. Naturaleza y régimen.

Con el nombre de coniuratio italiae et provinciarum se designa el juramento de fidelidad que


recibió Octavio de parte de Roma y todas las provincias occidentales. Esto, como ya se indicó,
ocurrió en el momento en que fue nombrado Dux, jefe militar, para declarar la guerra a Marco
Antonio y Cleopatra. Este hecho había en el año 31 a.C 50.

Es importante señalar que, una vez ocurre la batalla de Accio, cuando Octavio regresó a Roma y
fue nombrado cónsul, él renunció a sus poderes plenipotenciarios devolviéndole al senado el
48
Ibid., págs. 159-162
49
Barbero, S., El escudo de Eneas y la sacralización del poder de Augusto en La Eneida, Departamento de Historia.
Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Tucumán, San Miguel de Tucumán, 2007, pág. 14.
50
Rosado, M., Op. Cit., pág. 345.

22
gobierno sobre el estado y las provincias, reteniendo solamente el mando sobre el ejército. Sin
embargo, la importancia del juramento de fidelidad de la coniuratio reside en que para su
momento fue algo excepcional debido a que las circunstancias lo ameritaban, se trataba de un
documento político que sentó las bases del juramento de fidelidad al emperador que luego se
tomaría por costumbre durante la época del Imperio 51.

El juramento de fidelidad a Octavio que concretó la coniuratio, y la fe que siempre depositó el


pueblo romano en él, se debían en buena medida a los servicios que prestaba al pueblo, algo que
él utilizaba como una herramienta de persuasión, y que se basaba en el ejercicio del poder que le
daba el control de la fuerza. Octavio, así lo reconoce al final de su vida en las Res Gestae, una
especie de testamento que consiste en un legajo de documentos depositados por él en el templo
sagrado de la diosa Vesta en el siglo 14 a.C. 52. Allí, Augusto señaló los beneficios que obtuvo la
población romana gracias a su mandato, al tiempo que dejó constancia, en varios episodios
narrados, de que en todo momento él obtuvo el poder gracias al pueblo y que, en realidad, tenía
las mismas funciones que los demás magistrados:

“Consulibus M. Vinicio et Q. Lucretio et postea P. Lentulo et Cn. Lentulo et


tertium Paullo Fabio Maximo et Q. Tuberone, senatu populoque Romano
consentientibus ut curator legum et morum summa potestate solus crearer, nullum
magistratum contra mores maiorum delatum recepi. Quae tum per me geri senatus
voluit, per tribuniciam potestatem perfeci, cuius potestatis conlegam et ipse ultro
quinquiens a senatu depoposci et accepi53.”

Podemos entender que el pueblo romano se haya sentido gratificado, ya que Octavio les había
dado todo lo que no tenían. Desde su juventud, Octavio, se había esforzado por proveer la
tranquilidad y el bienestar a todos los ciudadanos romanos. Fueron todos estos sucesos los que
51
Ibid. pág. 345.
52
Alvar Ezquerra, A., Las Res Gestae Divi Avgvsti, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1981.
53
“Durante el consulado de Marco Marcelo y Lucio Arruncio [22 a.C.] no acepté la magistratura de Dictador, que
el Senado y el pueblo me conferían para ejercerla tanto en mi ausencia cuanto durante mi presencia [en Roma] No
quise [empero] declinar la responsabilidad de los aprovisionamientos alimentarios, en medio de una gran carestía;
y de tal modo asumí su gestión que, pocos días más tarde, toda la Ciudad se hallaba desembarazada de cualquier
temor y peligro, a mi sola costa y bajo mi responsabilidad. No acepté [tampoco] el consulado que entonces se me
ofreció, para ese año y con carácter vitalicio”. Octavio Augusto

23
probablemente llevaron a los ciudadanos de Roma ser fieles seguidores de Augusto como
emperador54.

Así fue como Octavio consiguió que el juramento de fidelidad de la coniuratio, un acto de
naturaleza política y no jurídica se mantuviera, al menos en la práctica, como un hecho dado.
Esto último se hace evidente al considerar que, aunque en el año 27 a.C. Octavio devolvió
formalmente los poderes al senado, mantuvo siempre el favor y la fidelidad de la población, y
sobre todo el control del ejército. Esto último era fundamental si quería evitar nuevas guerras
civiles promovidas por generales en perseguían el poder. Octavio, permaneció como cónsul, y
formalmente delegó el gobierno de las provincias al senado, mientras apoyaba su poder en la
fidelidad que le profesaba el ejército romano y los legionarios veteranos.

En el plano civil, su figura como patrocinador de una vasta clientela fue fundamental para
sostener e impulsar la economía de Roma y de todas las provincias, debido a que su riqueza
particular no tenía paragón alguno. Esta situación fue el origen de su auctoritas, un elemento que
es clave para comprender sus acciones políticas55.

3.2 Los poderes excepcionales de Augusto: el Imperium maius et


infinitum

Como se señaló, el trece de enero del año 27 a.C. Octavio realizó un acto en el que formalmente
devolvió los poderes sobre el estado y el gobierno de las provincias al senado, en ese momento
anuncia su retiro de la vida pública y dimite como cónsul proclamando la restauración de la
República. Sin embargo, tres días después, el dieciséis de enero, el senado pidió nuevamente a
Octavio que aceptara el gobierno de las provincias de Hispania, Galia, Siria, Cilicia, Chipre y
Egipto, que representaban la mayor parte del mundo romano, con el fin de restituir el orden y la
estabilidad en varias de ellas que se encontraban en un estado caótico 56.

54
Valle, I., “La esencia del principado de Augusto como forma de gobierno. Miscelánea” en Miscelania Comillas
Revista de Ciencias Humanas y Sociales, vol. 27, N° 52, 1969, pág. 131-166.
55
Hayes Scullard, H., From the Gracchi to Nero: a history of Rome 133 BC to AD 68 Routledge, New York, 2010,,
pág. 210.
56
Erich S. Gruen, "Augustus and the Making of the Principate" en The Cambridge Companion to the Age of
Augustus (Cambridge Companions to the Ancient World, Vol. 33 N° 51 ,Cambridge, 2005, pág. 34..

24
Este acto, conocido como el primer pacto, tendría vigencia hasta el año 23 a.C. Este pacto sirvió
para delimitar el poder y las competencias de Octavio y del senado. Octavio fue designado
cónsul, una figura que es la base constitucional de su poder y cuya designación debía ser
renovada anualmente por el senado. En la definición de los honores concedidos a Octavio,
también se delimitó el poder del senado, se hizo una nueva división territorial y se le otorgaron a
Octavio los títulos de Augustus y Princeps. Formalmente Octavio logró así la restitución de la
República, aunque en el fondo concentró todo el poder político, económico y militar en su
persona, evitando los títulos de dictador o rey57.

El título de Augusto es una denominación de orden religioso, alude a una condición ilustre por ser
favorecido por los dioses, algo que le confiere una autoridad sobre los hombres y la naturaleza.
Pero un tipo de autoridad que no tenía un asidero político o constitucional. El Princeps es el título
político otorgado a Octavio, este título no representa la figura de un rey o basileum a la usanza
griega, tampoco refleja la figura del dictador cesariano 58. La declaración formal es la de un
ciudadano que en virtud de su mayor auctoritas era primero entre sus pares, recibiendo así todos
los títulos correspondientes al priceps civium, o primer ciudadano59.

Estos títulos incluían facultades como presidente del senado y el de general victorioso (imperator)
con el imperium infinitum et maius. Este se define como un poder infinitum en virtud de que no
tiene restricción territorial a algunas provincias, sino que su alcance se impone en todo el
territorio, y el maius alude al hecho de que este poder se encuentra por encima de cualquier otra
autoridad, esta soberanía, a diferencia de un rey, procede de la delegación del pueblo, la
majestad (maiestas) se origina en el pueblo y fue delegada por este en Octavio de por vida a
través de los comitia60.

3.3 El Imperium proconsularis

En el año 23 a.C. se presenta una crisis en el gobierno consular que compartía Augusto con Aulo
Terencio Varrón Murena, quien conspira en contra de Augusto y por esta causa es depuesto,
57
Buisel, D. Op. Cit, pág. 15.
58
Vid. Hervás, J., "De Octavio a Augusto: radiografía de un golpe de Estado" en Historia, Vol.16, N°205, 1993, pág.
76-86.
59
Ibid. pág. 15-16.
60
Ibid. pág. 16.

25
luego es electo Calpurnio Pison en su reemplazo, este era un político miembro del partido de los
republicanos que se oponían a Augusto. Esta situación le da pie a Augusto para hacer
concesiones que lo mostraron ante el senado como alguien favorable a la República, desviando
así las acusaciones de que él deseaba imponer a su heredero como sucesor en el poder.

Poco tiempo después, en el año 23 a.C., Augusto tuvo la oportunidad de hacer un gesto mayor
para demostrar su compromiso con la causa republicana. Al enfermarse y estar en un estado
grave, Augusto renunció a su anillo-sello y lo cedió a su amigo el general Agripa, con lo cual le
transfería el poder sobre las legiones romanas. Por otra parte, entregó al cónsul Pisón todos los
documentos sobre el gobierno administrativo de las provincias y de las tropas romanas.
Finalmente, otorgó la herencia de sus propiedades y bienes a sus herederos designados sin hacer
uso de la figura del heredero imperial61.

Augusto logró recuperar su salud, luego dio un nuevo paso en favor de la República al renunciar
a su designación anual como cónsul. Esta jugada política le favorecía porque así permitía que
más senadores tuvieran la posibilidad de postularse y ejercer el cargo de cónsul, así el pudo
ampliar su patronazgo sobre el senado, al designar los candidatos de su preferencia para ocupar
los cargos disponibles. Él, sin embargo, no renunció al poder del imperium consular, lo que
condujo a la consolidación del segundo pacto con el senado.

El segundo pacto consistió en que Augusto ya no ejercería la función de gobierno del Estado
como cónsul, pero su dominio sobre las provincias era superior al poder que emanaba del cargo
de cónsul, por lo que el senado acordó conferirle la figura de imperium proconsulare maius, en la
práctica esto significaba que él era el general al mando de todas las legiones romanas, estaba por
encima de los cónsules y prefectos de la ciudad de Roma y era el jefe de todos los procónsules
regionales, manteniendo así el poder y control sobre todas las provincias62.

3.4 La Tribunicia potestas

Otra de las concesiones dadas por el senado a Augusto en el segundo pacto consistió en conferirle
los poderes del tribuno de la plebe. Estos atributos le fueron conferidos sin necesidad de ejercer

61
Gruen, Op. Cit. pág. 38-39.
62
Eck, Op. Cit. pág. 57.

26
el cargo cuando se le otorgó la Tribunicia potestas. Este poder consistía en la autoridad para
convocar al senado y a la Asamblea para presentar mociones de leyes, vetar cualquier decisión
adoptada por el senado o la Asamblea cuando él lo considerase pertinente, además, le confería el
derecho de ejercer de primero el derecho a la palabra en cualquier reunión, y de ser él quien
presidiera las elecciones63.

Todas estas competencias eran propias del cargo de Tribuno de la plebe una figura creada en
tiempos de la antigua República con la finalidad de contrarrestar el poder de las familias patricias
que en aquel momento eran los únicos con derecho a ser parte del senado. Por definición, los
patricios no podían ostentar el cargo de tribuno, y Augusto había heredado su condición de
patricio de su padre adoptivo Julio César. Por esta razón, a él solo le fueron conferidos los
poderes sin la designación oficial en el cargo. Además, de forma inédita, se le confirieron los
poderes de censor romano, una figura que nunca había coincidido en la misma persona del
tribuno del pueblo. Los poderes de censor le permitían a Augusto vigilar el estado de la moral
romana, revisar las leyes para garantizar que estuvieran en consonancia con los intereses de
Roma, realizar el censo, y establecer la idoneidad de los candidatos al senado. Este conjunto de
competencias estaban todas incluidas en la Tribunicia potestas sin que se le designara
formalmente en ninguno de estos cargos64.

3.5 ¿Oposición senatorial?

Aunque formalmente el senado, y los cónsules designados por este, ejercían el gobierno sobre
Roma y sus provincias. En realidad, el ejercicio del poder realizado por Augusto, de forma sutil,
era omnímodo. Conservó muchas de las instituciones políticas y jurídicas de la época de la
República, pero con el tiempo acumuló más poder y títulos gracias al apoyo del senado.

Así, en el año 19 a.C. el senado votó y aprobó que Augusto, quien ya no ejercía la figura de
cónsul, se sentase en una silla entre los dos cónsules existentes, con las insignias y vestimentas de
un cónsul y sosteniendo el símbolo de poder que eran los fasces, de este modo, al igual que con la

63
Millán, A., “Evolución al Imperio. Augusto sociológicamente patrono y jurídicamente" tutor". Fundamento
jurídico-político del Principado”, en Anales de historia antigua y medieval, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto
de Estudios Clásicos y Medievales, 1971. p. 281-372.
64
Ibid., pág. 59.

27
Tribunicia potestas, se le conferían poderes a Augusto sin detentar el cargo. En el año 13 a.C.,
ante la muerte de Lépido, asumió el título de pontifex maximus, que representaba la máxima
autoridad religiosa en la religión romana, de este modo, tal como señala Maschin, Augusto
buscaba darle un sustento religioso al poder absoluto que estaba adquiriendo al instaurar el culto
imperial como religión de estado65. Ese mismo año el senado ratificó el imperium proconsulare
maius. En el siglo II a.C. el senado le confirió el título de padre de la patria Pater patriae, una
entidad de carácter moral y honorífico que resaltaba su auctoritas como Prínceps de Roma66.

Todas estas acciones del senado en favor de Augusto, confiriéndole cada vez más poder en
detrimento de sus propias competencias, demuestran que, aunque existía un partido republicano,
opuesto a la concentración de poder en manos del Princeps, su acción opositora era en realidad
muy limitada. Esta situación se originó en las jugadas políticas que le permitieron a Augusto
obtener las funciones de censor, una autoridad que en la práctica le permitía elegir a aquellos que
se postulaban al senado. Augusto seleccionaba y patrocinaba directamente a los futuros miembros
del senado. Además, como Princeps mantenía de forma permanente la presidencia del senado.

De este modo fue que el senado se convirtió, durante el principado, en un órgano administrativo y
de justicia, algo similar a un tribunal superior. Mientras que el poder ejecutivo del gobierno de las
provincias, la política exterior y la guerra en conjunto con el comando del ejército eran ejercidos
por el Princeps sobre la base de los tres pilares del poder imperial, el imperium proconsulare
maius, la tribunicia potestas y el título de Summus Pontifex.

3.6 El desarrollo del régimen augústeo hasta la Res Gestae.

Augusto, desde muy joven, fue consciente de la importancia de la propaganda política y de la


persuasión como fuente de poder. Tanto, que siempre hizo derivar su poder del beneplácito y
anuencia brindada por el pueblo al conferirle su majestad en virtud de su auctoritas. Sin embargo,
con el discurrir del tiempo, en la medida que se hizo consciente de que el fin de sus días se
aproximaba, comenzó a pensar en la transmisión de su legado. Por esta razón, a la edad de setenta
y cinco años, redactó con ayuda de sus libertos Polibio e Hilarion, un documento que se puede

65
Maschin, N., El principado de Augusto, Akal, Madrid, 1978, pág. 284.
66
Mackay, C. Ancient Rome: a military and political history, Cambridge University Press, Cambridge, 2004, pág.
186.

28
asumir como su testamento y el acto de propaganda política póstuma que pretendía garantizar la
correcta transmisión de su legado67.

Este documento fue depositado en el templo de las vestales, con lo cual se aseguró que el
contenido de este fuese leído y conocido por el público luego de su muerte. Además,
expresamente ordenó que el apartado dedicado a hacer un resumen de sus obras más importantes
durante su gobierno fuese grabado en bronce y colocado en su mausoleo. De este modo, se
aseguró que todo el pueblo romano conociera de su propia mano lo que él consideraba era lo más
trascendente de la era augusta. Nada fue dejado al azar por el propio Augusto, quien comenzó a
construir su propio mausoleo desde muy temprano, en el año 28 a.C., incluso, la redacción del
texto no sobrepasó el año II a.C. cuando le fue conferido el título de padre de la patria68.

El texto fue leído en el senado luego de su muerte y su transmisión perduró en el tiempo hasta
nuestros días. El texto completo se presenta en tres partes, una dedicada a las instrucciones sobre
su funeral dadas a las vestales, una segunda parte que es un descripción administrativa del estado
del Imperio, y finalmente, la más interesante para efectos de la propaganda que perseguía
Augusto de sí mismo, es una suerte de apología sobre su gobierno, en la que presenta los hechos
más importantes y resaltantes de su imperio de la forma en la que él deseaba que los conservara
la historia, así deseaba ser recordado Augusto y es por esta razón que se encargó él
personalmente de su redacción, salvo algunos añadidos posteriores hechos por su sucesor
Tiberio69

3.7 Visiones de la historiografía antigua

La obra de Augusto fue recogida desde muy temprano por los historiadores de la antigüedad,
resaltan las obras de autores romanos como Tácito y Suetonio. El primero de estos, Tácito, hace
una evaluación crítica hacia el gobierno de Octavio Augusto, cuando señala que los romanos
habían sido siempre dados a las formas de gobierno republicano, y habían rechazado las
pretensiones monárquicas. Sin embargo, Tácito señala con amargura que, en la época del
gobierno de Augusto, ya no quedaban vivos romanos que hubiesen conocido las virtudes

67
Alvar Ezquerra, Op. Cit pág. 115.
68
Ibid. pág. 115.
69
Ibid., pág. 116.

29
republicanas. Este señalamiento de Tácito indica de forma implícita que las formas de la
República se habían perdido completamente durante el principado de Augusto70.

La idea presentada por Tácito es una crítica al problema que representaba el poder omnímodo que
había perseguido Octavio desde el inicio, cuando consciente de poseer los recursos económicos y
la legitimidad heredada de su padre adoptivo César, también tuvo la habilidad de saber ganarse el
apoyo del pueblo y de las legiones. De este modo, según Tácito, Octavio daba muestras de saber
que un imperator podía gobernar con el apoyo del pueblo y del ejército, pero que era necesario
“blanquear” su poder, por lo que diseñó la estrategia para hacerse de la Tribunicia potestas que le
garantizó el control del senado y con este el de las clases altas romanas 71.

Otros historiadores como Suetonio o Veleio Paterculo, tienen una visión favorable al reinado de
Augusto. Este último historiador quedó gratamente impresionado por la renuncia a todos sus
poderes que hizo Octavio ante el senado en el año 27 a.C. concediéndole así veracidad a las
afirmaciones hechas por el gobernante quien decía desear la restauración de la República.
Suetonio, por su parte, favorable de la causa de César, observa en Augusto unas dotes de
gobierno y una predestinación al poder que justifican todas sus actuaciones72.

Por su parte, Dion Casio, señala que fue la majestad del pueblo concedida a Octavio a través del
senado la que le dio la potencia necesaria para el inicio de su reinado, considerando su gobierno
propiamente como una monarquía. Este escritor griego, señala que Octavio había pedido parecer
a sus dos consejeros más leales, Mecenas y Agripa, el primero era favorable hacia la idea de un
gobierno monárquico, mientras que el segundo se inclinaba hacia la restauración de la República.
Si bien Octavio simpatizó con los argumentos de Agripa, consideró que lo más práctico desde el
punto de vista político era la visión presentada por Mecenas, así, dio con la fórmula de mostrar
formalmente la restauración republicana, pero de forma solapada preservar todos los poderes que
le garantizaban un ejercicio absoluto del poder, de acuerdo con los planteamientos de Mecenas.
Esta ambivalencia muestra la dificultad para definir el principado de Augusto73.

70
Rojas, Op. Cit. pág. 44.
71
Ibid. pág. 44.
72
Álvarez Suárez, U., «El principado de Augusto: interpretaciones de la Constitución augustea» en Revista de
estudios políticos, N.o 7, 1942, pág. 7.
73
Ibid., pág. 7-8.

30
En estas tres tendencias se resume la actitud de la historia antigua sobre el Princeps Augusto,
unos favorables como Suetonio y Patérculo; otras desfavorables como Tácito, y aquellas que no
logran fijar postura ante la ambivalencia y sutilezas presentadas por la Constitución Augusta.

3.8 Visiones de la historiografía moderna

La historiografía moderna se ha inclinado de forma pendular entre diversas tesis que representan
el modo de ver y entender, desde el punto de vista jurídico, de la constitución augusta. Por una
parte se encuentra la línea que asume la idea de una diarquía, mezcla monárquica y oligarquía,
esta es una tesis propuesta por el alemán Theodor Mommsen y muchos de sus seguidores. Por
otra parte, se encuentra la tesis republicana, representada por Theodor Shulz, que ve en el
principado una defensa de los valores jurídicos de la República. Estas dos tesis se mantuvieron en
disputa en una serie de autores hacia finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en la
historiografía moderna, especialmente en el ámbito germánico.

Sin embargo, autores más recientes, como Antonio Viñas, señalan que ninguna de estas dos
posturas de la historiografía del siglo XX son correctas74. Esto se debe a que la idea de un modelo
diárquico en el que conviven dos modelos que son antagónicos entre sí, no se sostiene de forma
razonable. No es posible hablar de una monarquía debido a que no existe una sucesión dinástica
en estricto sentido. Del mismo modo, este autor indica que no es posible hablar de un modelo
republicano, esto se hace evidente en la nula participación del pueblo en la toma de decisiones de
carácter político. Por esta razón, Viñas indica que el modo en que Augusto, valiéndose de su
posición como jefe militar, su ascendencia moral debida a la auctoritas conferida por César, y a
su habilidad como político, logro tomar de forma lenta el poder para instaurar un modelo de
gobierno que se asemeja mucho a las dictaduras autoritarias modernas.

3.8.1 Tesis Diárquica

La historiografía moderna sobre el principado de Augusto se inicia a partir de las tesis propuestas
por Theodor Mommsen en su Historia de Roma 75. El historiador alemán señalaba que la doctrina
y fuente del poder en el gobierno de Augusto tenía un carácter monárquico sustentado en la
74
Viñas, A., “El régimen dictatorial y autoritario del emperador Augusto” en Revista Jurídica Universidad
Autónoma de Madrid. Vol. I, N° 19, 2009, págs. 283-295.
75
Mommsen, T., Historia de Roma. Libro V. Turner, Londres, 2016, IV.

31
tradición de la oligarquía romana como clase dominante, esta tesis es conocida tesis como
diárquica pues se basa en la diarquía formada por la conjunción prínceps-senado. La tesis de
Mommsen, aunque expuesta de forma brillante en la obra que le mereció el premio Nobel, con el
tiempo ha sido rechazada de forma unánime por la mayoría de los autores posteriores a él76.

Señala Andrés Jiménez Colodrero que, a la tesis diárquica se sumó en su momento el historiador
Eduard Meyer, quien, a pesar de sostener una línea crítica en relación con la versión de
Mommsen sobre el tránsito de los últimos tiempos de la República, durante la tercera guerra civil,
hacia el gobierno de Augusto; en el caso de la idea de un modelo diárquico, Meyer que existía
una línea de continuidad entre república y régimen augustal; al mismo tiempo veía el oficio del
primer ciudadano como el ejercicio de una magistratura. Para Jiménez Colodrero, esto se puede
apreciar en la obra de Meyer cuando sostiene la idea de un Principado “republicano”; por
ejemplo, cuando indica que la nominación del Princeps podía ser hecha por el Senado que era la
institución gobernante, y por lo tanto podía ofrecerla a Octavio de forma voluntaria77.

3.8.2 Tesis Republicana

Varios autores contemporáneos, y posteriores a Mommsen, siguieron su línea. Sin embargo, uno
de los primeros autores de peso en oponerse a las consideraciones de Mommsen fue Theodor
Schulz78. Este historiador hizo una nueva interpretación del modelo al cual podía adscribirse el
gobierno de Augusto a partir de los hallazgos de nuevos fragmentos de las Res gestae, que
ocurrieron en su época. La gran diferencia entre los fragmentos estudiados por Shulz, y los
anteriores que habían estado a disposición de Mommsen, era de tipo paleográfico. Los
fragmentos que conocía Mommsen de la Res gestae eran una copia hecha en griego del original
latino. Por su parte, Shulz pudo trabajar directamente con la versión escrita en latín, la cual es la
fuente primaria en este caso.

La diferencia fundamental y que da pie a Shulz para una hacer una interpretación opuesta a la
teoría diárquica de Mommsen se circunscribe al sentido de una palabra que cambiaba
radicalmente entre las dos fuentes. Mientras en el texto más antiguo, en griego, se hacía alusión al
76
Suárez, «El principado de Augusto», Op. Cit, pág. 8.
77
Jiménez Colodrero. A., “¿Monarquía democrática o imitatio Alexandri? César y Augusto como “apropiaciones
políticas” en Stylos. Vol. 21. N° 21, 2012, págs. 94.
78
Lamer, Hans. La civilización romana. Vol. 3. debraa boooks, 1924..

32
origen del poder de Augusto basado en su dignitas, en el texto latino (lengua original en la que
fue escrito) el sustantivo utilizado es la palabra auctoritas, la cual es citada por el propio Augusto
como fuente y origen de su poder. Este giro hermenéutico le sirvió a Shulz para inclinarse a
entender el principado de Augusto como una continuación de los principios republicanos79.

3.8.3 Tesis Monárquica

En la línea de considerar el gobierno de Augusto como una monarquía autoritaria se encuentra un


grupo de romanistas italianos entre los que se resalta De Francisci en su Storia del diritto
romano80. También esta línea es sostenida por el alemán Gardthausen, quien en su obra Augusto y
su época considera al gobierno de Augusto bajo la denominación de una monarquía militar 81, y
por Dessau (Geschichte der römischen Kaiserzeit), quien señala que, a pesar de todas las
garantías dadas por Augusto, y a pesar de la expresión de su deseo de ser considerado como un
ciudadano romano más, su gobierno encarnaba un modelo de gobierno que se puede definir como
una monarquía absoluta, en la que no cabía consideraciones más allá de la voluntad del
Princeps82. Sin embargo, esta posición enfrenta múltiples críticas debido a que el derecho
moderno considera como una monarquía absoluta aquella cuya única fuente de derecho y
legitimidad es la voluntad del monarca, y esto no puede ser aplicado al principado de Augusto
que tenía en su constitución una seria de instituciones y principios que hacen que él no fuese la
única autoridad.

Los aspectos que hacían a Mommsen considerar el gobierno de Augusto, parcialmente, como una
monarquía eran básicamente el carácter hereditario del poder, el cual había recibido Augusto de
parte de su padre político, y Mommsen consideraba a César como un monarca, aunque también
acotaba que este no se había comportado como tal83

Sin embargo, la condición hereditaria del poder imperial es considerada por Antonio Fernández
de Buján como una innovación del período de gobierno de Augusto, una institución que se
79
Suárez, Op. Cit. pág. 9.
80
De Francisci, P., Storia del diritto romano, Giuffré, Milano, 1926.
81
Miquel, J., «El problema de la sucesión de Augusto» en Revista General de Derecho Romano, No 16, 2011, pág.
11.
82
Suárez, Op. Cit. pág. 27.
83
Jiménez Colodrero, A. Op. Cit. pág. 85.

33
diferenció del poder hereditario monárquico, ya que en realidad no se instauraron verdaderas
dinastías, sino que el ascenso al poder, al menos durante el período de los primeros emperadores,
o prínceps, era un proceso que se decantaba por la vía jurídica de la designación como heredero
por parte del emperador. Esta era precedida por un proceso de reflexión y búsqueda del
emperador que trataba de hallar dentro de su círculo cercano a la persona que encarnaba las
virtudes y valores que, según su criterio, respondían a las necesidades del ejercicio del imperium
en Roma 84

3.8.4 Doctrina Conciliadora

A estas tres tesis tradicionales, se unió con el tiempo una tercera vía que presenta al principado
como un gobierno sui generis, una nueva forma de mostrar la estructura republicana, esta es la
tesis defendida por Bonfante en su Historia del Derecho Romano85, quien señala que el
principado es una figura que permitió conservar y defender los lineamientos de la constitución
republicana de Roma. En esta misma línea se encuentran los planteamientos de Mitteis, quien en
su obra sobre el derecho privado romano, señala que la función del principado es mantener los
principios jurídicos de la constitución republicana mediante el empleo de la forma de gobierno
imperial86.

Para Gustavo de la Heras, en efecto, el período de Augusto sirvió para sentar las bases del
derecho clásico romano. Las instituciones jurídicas y políticas que se desarrollaron durante esta
época sirvieron de sustento para el desarrollo posterior del modelo imperial 87. En este sentido, es
posible afirmar que el modelo de gobierno del principado en realidad es de tipo sui generis, ya
que fue el producto de un proceso que ocurrió de forma progresiva y no obedeció a un modelo
prestablecido. Aunque, como indica Jiménez Colodrero, buena parte de la influencia jurídica en
la que se basó Octavio para la constitución de su gobierno se inspiró en las doctrinas jurídicas
pompeyanas88
84
Fernández De Buján, A., "Reformas legislativas de Augusto." en Revista General de derecho romano N° 23, 2014,
pág. 1.
85
Bonfante, P., y Santa Cruz Teijeiro, J., Historia del derecho romano, Revista de Derecho Privado, 1944.
86
Suárez, Op. Cit. pág. 10.
87
Heras Sánchez, G. El régimen jurídico-político de Augusto en el marco de la crisis republicana: revolución o
reforma?. Universidad de Castilla La Mancha, Castilla de la Mancha, 1989.
88
Jiménez Colodrero, A., Op. Cit. pág. 91.

34
4. El problema de la sucesión de Augusto

Así como el origen del poder de Octavio Augusto representa un problema para el estudio del
Derecho Romano. Tácito inicia sus Anales justamente en el período final de la vida de Augusto.
La caracterización que hace de la vida romana es desoladora. Según él, en Roma, la llamada pax
augusta, no es otra cosa que un período de desmovilización y apatía hacia las cuestiones
políticas. Esta situación es producto del hecho de que los romanos han perdido el principio de
igualdad, no se discuten las cuestiones públicas, a la mayoría de los ciudadanos les basta aguardar
la voluntad del príncipe y seguirla89.

Este estado de las cosas, según Tácito, se veía acrecentado por el hecho de que las generaciones
más jóvenes de romanos habían nacido luego de la batalla de Accio, y los más viejos durante las
guerras civiles. Esto hacía que ninguno hubiese conocido las formas y costumbres de los tiempos
republicanos90.

El problema de la sucesión de Augusto se presenta cuando este, y su entorno de poder,


comprenden la eminente muerte del gobernante. A sus setentaiséis años Augusto entiende la
necesidad de designar su sucesor. Sin embargo, esta no es una tarea fácil. La idea de una sucesión
dinástica había sido truncada por la muerte continua de quienes en algún momento él había
designado como sus herederos. En el año 14 d.C. se muestran como posibles candidatos algunos
que no terminaban de encajar en lo que el Imperio ameritaba, un gobernante capaz de sostener la
paz que encarnó Augusto, y que mantuviese alejado el temor de una nueva guerra civil.

La cuestión es que, llegado el momento de la muerte de Augusto, aunque él había mostrado su


favoritismo hacia su heredero, Tiberio Nerón, hijo de Livia, esposa de Augusto, quien a la postre
había sido adoptado por Octavio Augusto y se había convertido en corregente al haber recibido el
imperio proconsulare, todavía se interponía entre él y la sucesión la figura de Agripa Póstumo,
nieto de Augusto y a quien este no había adoptado para permitir que su amigo el general Agripa
mantuviese una línea de sucesión a través de la adopción del joven Póstumo, hijo de su hija Julia,

89
Miquel, Op. Cit. pp. 20-21.
90
Ibid., pág. 21.

35
y que en términos de sucesión se encontraba primero. Sin embargo, Agripa Póstumo había sido
repudiado por Augusto y había sido enviado al exilio91.

Livia, la esposa de Augusto, en su momento tomó las precauciones para permitir que fuese
Tiberio quien tomase el poder. Ante la gravedad de Augusto cerró el acceso al palacio, de este
modo, al morir Augusto simplemente se dio la toma del poder por parte de su hijo adoptivo
Tiberio. luego que esto ocurrió se presenta el problema de la justificación jurídica. Pues la
asunción por parte de Tiberio se trata nuevamente de una toma del poder, ya que la condición de
Princeps, de acuerdo con la constitución augústea, era conferida por el pueblo a través de los
comitia y no era transferible ni heredable92.

Por esta razón, el gobierno de Tiberio es un gobierno de transición desde el 19 de agosto, día de
la muerte de Augusto, hasta el 10 de octubre, fecha en que se reúne el senado y le ofrece a
Tiberio el poder. Este, con la intención de aparentar pudor, primero rechaza el poder imperial de
modo ceremonial, ante tal respuesta, el senado insiste hasta que finalmente Tiberio acepta la
carga del principado formalmente, en ese momento recibe los títulos y los poderes que llegó a
acumular Augusto. Tiberio solo declinó, por modestia, el título de imperator y se quedó con el de
Prínceps, adoptando en su nombre la designación de Augusto93.

Uno de los primeros actos de gobierno de Tiberio fue la eliminación física de su adversario. Esto
se materializó cuando un centurión recibió la orden de asesinar a Póstumo Agripa. Aunque es
necesario señalar que aún hoy día se debate si esa orden fue dada por el propio Tiberio, o si fue
una ejecución ordenada antes de su muerte por el propio Augusto para facilitar el tema de la
sucesión.

III. CONCLUSIONES

La historia que muestra el desarrollo y ascenso de la figura de Octavio al poder es una prueba
fehaciente de la extraordinaria combinación de un conjunto de características excepcionales que
permitieron a este hombre acceder a los más altos títulos y al poder absoluto gobernando la
mayor potencia de su época Roma.
91
Miquel, J., Op. Cit., pág. 25.
92
Ibid. pág. 25.
93
Ibid, pág. 25.

36
La voluntad de poder de Octavio se conjugó con la suerte de haber sido pariente de la
extraordinaria figura que fue Julio César. Esto le permitió acercarse a su tío abuelo, sus dotes que
pueden ser caracterizadas como una inteligencia práctica capaz de trazas estrategias políticas
complejas para lograr sus objetivos le permitieron a Octavio ganarse el favor de su tío abuelo
hasta conseguir su adopción por parte de este.

La muerte prematura de Julio César, un hecho azaroso se convirtió en parte de la buena fortuna
de Octavio, pues al ser el heredero de su estirpe, sucesor predilecto y detentor de toda su riqueza
y prestigio, se vio catapultado al centro de la disputa política. A pesar de enfrentarse a rivales
mayores que él y más experimentados, como Bruto, o incluso en el mismo partido de los
cesaristas, el gran general que era Marco Antonio. Las acciones inteligentes y decididas del joven
Octavio, le permitieron ganarse el favor de la población y sobre todo el de las legiones romanas
que eran fieles a su tío.

En el período de ascenso al poder, Octavio comprendió que la fórmula de persuasión conjugada


con la fuerza bruta, eran el medio político para alcanzar el poder en Roma. Así hizo gala de esta
combinación sin ningún miramiento hasta alcanzar sus objetivos. Cuando percibió la necesidad
de trazar alianzas con el propio Marco Antonio para ir en contra de los enemigos de César, supo
dar las garantías mínimas para lograr esta difícil alianza con su principal oponente. Una vez
despejado el camino, no dudó en atacar con todos sus recursos a Antonio hasta lograr destruirlo,
haciéndolo perder el favor y el aprecio del pueblo y las legiones romanas para quienes el general
victorioso había sido el favorito durante mucho tiempo.

Octavio nunca tuvo el carisma de Marco Antonio, ni la ascendencia de Julio César. La suya era
una inteligencia práctica y distante, su carácter era duro, y esta forma de ser, cambiante en
apariencia, pero que en el fondo no mutaba y siempre tenía claros cuáles eran sus objetivos, las
estrategias y las tácticas para lograrlos, le permitieron construir un gobierno afianzado en una
figura novedosa, el principado, un mecanismo que le brindó el poder absoluto para gobernar a su
voluntad y moldear el nuevo modelo imperial de Roma según su genio y figura. De esto se trató
la pax augusta, una época en que no cabía la disidencia que era castigada con toda la fuerza del
poder, pero que a su vez recompensaba a los aliados concediéndoles riquezas y privilegios.

37
Aunque diversos autores traten de defender alguna de las tesis sobre el tipo de gobierno de
Augusto, definitivamente ninguna de las concepciones modernas de República o monarquía se
adaptan a este, se trata más de un poder adaptado a las necesidades y la voluntad de quien lo
detentaba, conservando algunos parámetros formales de la República y creando soluciones ad
hoc de acuerdo a la necesidad del momento, algo característico de Augusto, su capacidad de
cambiar en apariencias para conservar inmutable la naturaleza de fondo.

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41
VI. ANEXOS

13. Mapa de batalla de accio

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