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Cómo citar esta clase: López Cardona, D. (2020) “Paulo Freire y Orlando Falas Borda:
Aportes epistemológicos a las Pedagogías Latinoamericanas y Caribeñas” Módulo 3:
Pedagogías Transformadoras de la Realidad. En: Curso Virtual. Pedagogías
Latinoamericanas y Caribeñas. IUCOOP.
Introducción
La presente clase explora la obra de Paulo Freire y Orlando Fals Borda, para reconocer en
ella sus aportes a la construcción epistemológica de las pedagogías latinoamericanas. En
estos momentos, el pensamiento americano y el desarrollo de la Pedagogía en América
Latina, tiene mucho que aportar al pensamiento en general, en ese sentido, se presentan las
líneas de coincidencia y posibles cruces epistemológicos que ponen en evidencia el carácter
transformador de la realidad de sus propuestas.
La epistemología daría cuenta del conjunto de elementos que permiten producir conocimiento
válido y de los mecanismos para incrementar tal conocimiento en un área de investigación
determinada. Esta cuarta acepción ubica la epistemología como una función intradisciplinaria, que
debería ser realizada por la propia comunidad de investigadores en cada una de las áreas del
conocimiento (Freire, 2001, 2).
Otra categoría central será la de crítica, entendida ésta como una acción liberadora, que
permite leer la realidad de una manera distinta y a su vez nos permite transformar y
transformarnos. “Es preciso aceptar la crítica seria, fundada, que recibimos, por un lado,
como esencial para el avance de la práctica y de la reflexión teórica, y por otro, para el
crecimiento personal del sujeto criticado.” (Freire, 2001, 66) En este sentido vemos cómo
su invitación es potente hacia el ejercicio de la crítica para transformar la práctica. También
se puede reconocer cómo la praxis pedagógica de Paulo Freire define cinco características
de una Pedagogía Crítica:
La adopción del materialismo histórico como guía científica fue un paso en esta dirección. (…)
Tomando en cuenta “el criterio de la corrección del pensamiento es, por supuesto, la realidad”, el
último criterio de validez del conocimiento científico venía a ser, entonces, la praxis, entendida
como una unidad dialéctica formada de la teoría y la práctica, en la cual la práctica es cíclicamente
determinante (Fals Borda, 1988, 28).
Freire, y Fals Borda, coinciden en que la inversión hecha en esta concepción, hizo que sus
relaciones pedagógicas y de investigación se transformaran y a la vez lograran transformar
todo lo que se involucró en ellas: tanto los sujetos como los objetos; en el caso de las
comunidades educativas o en formación, de todos los sujetos y su constructo de
conocimiento.
Los excluidos y las comunidades subalternizadas dejan de ser los objetos de conocimiento
y se convierten en sujetos de la investigación, no sólo sus protagonistas en el sentido de ser
el centro de la indagación, sino además los participantes en las reflexiones sobre ellos
mismos, lo que son, lo que significan y lo que requieren;
De la misma manera, en el proceso de formación que propone Freire, el formador pasa a ser
formado y el formado a ser formador, en una dinámica de reconocimiento de posibilidades
de los formados, ya no como objetos a formar sino como sujetos partícipes. Quizá lo más
interesante de esta postura de Freire frente al conocimiento está en la concepción del
formador como ser susceptible de ser formado, de tal manera que se evidencia la
intersubjetividad en los procesos de formación, ya que no se realizan sólo en una vía, no
son unívocos sino dialécticos y transformadores de los sujetos, independientemente del rol
que cumplan dentro del proceso.
Es preciso, por el contrario, que desde los comienzos del proceso vaya quedando claro que,
aunque diferentes entre sí, quien forma se forma y re-forma al formar y quien es formado se
forma al ser formado. Es en este sentido como enseñar no es transmitir conocimientos.
(Fals Borda, 1988, 15)
Ya Hegel había explicado cómo, en la idea de la vida, el dualismo de sujeto y objeto queda
superado por el conocimiento, en una síntesis que se logra al reducir el segundo al primero
(Hegel ll: 671-6'7.4). (Fals B.: 41); pero ello sólo es posible en el reconocimiento de las
condiciones que impiden al sujeto reconocer su condición de oprimido, excluido,
convertido en objeto. En ese sentido, la labor pedagógica del maestro debe llevar a los
estudiantes o, en el caso de la investigación como proceso pedagógico, debe reconocer a los
investigados como sujetos que hacen parte de su propia indagación.
Por el contrario, al posibilitar esta inserción de los hombres en el proceso histórico, como sujetos,
evita los fanatismos y los inscribe en la búsqueda de su afirmación. (…) Subjetividad y objetividad
se encuentran, de este modo, en aquella unidad dialéctica de la que resulta un conocer solidario con
el actuar y viceversa. Es precisamente, esta unidad dialéctica la que genera un pensamiento y una
acción correctos en y sobre la realidad para su transformación. (Freire: 1980: 15, 17)
Por esta razón reconocen que en este devenir de la intersubjetividad se produzca una
relación dialógica necesaria para el intercambio, la transformación y la acción.
Comprender la realidad alienante, que domina y oprime a los seres humanos, es la realidad
social, económica, histórica la que no permite la realización de una vida plenamente
humana y en ese sentido es necesario transformarla por medio de la praxis:
La realidad social, objetiva, que no existe por casualidad sino como el producto de la acción de los
hombres, tampoco se transforma por casualidad. Si los hombres son los productores de esta realidad
y si ésta, en la “inversión de la praxis”, se vuelve sobre ellos y los condiciona, transformar la
realidad opresora es tarea histórica, es la tarea de los hombres. (Freire: 1980: 28)
La realidad será entendida como un constructo posible y dinámico, en ese sentido el mundo
implica un estar-ahí y un ser-ahí, que no es de ningún modo idealista, sino concreto,
material, en el mundo y a partir de él. En esa perspectiva, el conocimiento tiene que ver con
el reconocimiento de esa realidad que oprime y la necesidad de su transformación.
Esta transformación que Fals Borda llama el paso de las cosas en sí en cosas para
nosotros, está directamente relacionado con la concepción de elevación de la conciencia de
los sujetos, del paso del reconocimiento de la negación del sujeto en el mundo a partir de la
explotación hacia el reconocimiento de dicha opresión en términos de los grupos humanos:
al que se oprime no es al individuo aislado, se ubican las condiciones materiales para
que esa opresión sea a colectivos enteros, entiéndase clase, raza, género…o cualquier
comunidad que no es reconocida como sujeto en la relación con los demás y con el
mundo.
Se hace indispensable que los oprimidos, en su lucha por la liberación, no conciban la realidad
concreta de la opresión como una especie de “mundo cerrado” (en el cual se genera su miedo a la
libertad) del cual no pueden salir, sino como una situación que sólo los limita y que ellos pueden
transformar. Es fundamental entonces que, al reconocer el límite que la realidad opresora les
impone, tengan, en este reconocimiento, el motor de su acción liberadora. (Freire, 1980, 26)
“Nadie libera a nadie, nadie se libera sólo, los hombres se liberan en comunión. Nadie educa a
nadie, nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo.”
(Freire, 1980, 25)
Esta perspectiva no tiene cabida en la educación bancaria, diría Freire, porque al contrario
de permitir la liberación colectiva a partir de la transformación de la realidad, lo que ha
hecho es mantener el establishment, es decir, las condiciones de opresión para la mayoría y
por tanto una realidad construida precisamente para oprimir. Tanto Freire como Fals Borda
coinciden en la necesidad de construir una pedagogía que posibilite a los sujetos la
elevación de su conciencia a partir de su inserción en el mundo como sujetos y a partir de
allí reconozcan y transformen las condiciones de la realidad concreta que no les permite ser
libres.
Lo que significa que la teoría, elaborada de conceptos y leyes abstractas, que luego intenta
explicar la realidad no significa, no transforma, está alejada por completo de la realidad de
los sujetos, del mundo. Esta teoría sólo se utiliza e intenta explicar lo conveniente, es decir,
no es transformadora. Sólo una teoría en diálogo con la realidad tiene sentido y es capaz de
generar procesos distintos. Una teoría construida desde los sujetos será lo que Freire llama
pasar de la lectura de la palabra a la lectura del mundo en un tránsito de una lectura inicial
del mundo a una lectura que Freire denomina epistemológica.
Existe una realidad que ha sido construida para dominar, esa realidad es la que se debe
transformar, pero ésta se cambia radicalmente sólo cuando es analizada, reconocida y
asumida como un proceso. Dicha transformación de la realidad, desde la perspectiva
pedagógica-investigativa, reconoce en el diálogo un elemento central para tomar conciencia
del mundo real, desentraña la realidad concreta y permite trascenderla en el sentido de
querer superar las condiciones en que se encuentra en el momento en que el sujeto la
reconoce.
“Praxis que es reflexión y acción de los hombres sobre el mundo para transformarlo.
Sin ella es imposible la superación de la contradicción opresor- oprimido.” (Freire, 1980, 29)
“La praxis, entendida como unidad dialéctica formada por la teoría y la práctica, en la cual la
práctica es cíclicamente determinante” (Fals Borda, 1988, 23)
La praxis es la unidad dialéctica entre la teoría y la acción. Así ha sido definida desde los
antiguos, como Aristóteles, hasta Marx, reconocida en sus postulados como una categoría
política que tiene fuerza transformadora y que fue ampliamente trabajada por Gramsci y la
teoría crítica desde distintas perspectivas filosóficas. Es parte consustancial de las
propuestas de nuestros autores, porque las posibilidades de transformación de la realidad se
dan gracias a la praxis, es decir, por las posibilidades de cambio colectivo que dan la
acciones y las reflexiones que se derivan de la participación activa de los sujetos, las
comunidades y las organizaciones en los procesos formativos/investigativos.
La praxis no sólo se afirma como una categoría política de relevancia, sino que
además es, en términos epistemológicos, la posibilidad de validez de todo conocimiento
Es necesario que quede claro que, dado que defendemos la praxis, la teoría del quehacer, no
estamos proponiendo ninguna dicotomía de la cual pudiese resultar que este quehacer se
dividiese en una etapa de reflexión y otra distinta, de acción. Acción y reflexión, reflexión y
acción se dan simultáneamente. (Freire, 1980, 109)
La palabra impulsa la liberación de los hombres en Freire: “Los hombres no se hacen en el
silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión.”(Freire, 1980, 67)
Se afianzó así la certeza del principio de la praxis para determinar la validez de los trabajos locales,
y las posibilidades de desarrollar allí el paradigma alterno de la ciencia social crítica. (…) De allí
que pueda sostenerse otra vez que la praxis tiene fuerza definitoria, y que vincular la teoría a la
práctica en el ámbito del cambio radical o revolucionario no es ni tan difícil ni tan complejo como
parece, en nuestro medio. (Fals Borda, 1988, 25 y 27)
Seguimos!
Para reconocer otros aportes realizados por estos pensadores y militantes comprometidos,
les proponemos la lectura de la bibliografía sugerida y una serie de videos donde se les
puede escuchar en primera persona.
No olviden realizar la actividad propuesta para este módulo. Nos vemos en el Módulo 4!
Referencias
Calderón, J. y López Cardona, D. (2015). “Orlando Fals Borda y la IAP como una
pedagogía de la praxis: aportes en el proceso de Formación para la Transformación”, en
Revista Educación y cultura, Nº 111, pp. 45-50. Bogotá: Cedid- Fecode.