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Semiótica 1

Daniela Gomez 30/9/2018

CE3513

Tema: breves apuntes de la semiótica en la modernidad


En los estudios de comunicación la semiótica –ciencia del signo- fue imprescindible.
En ese marco, Peirce, Saussure y Eco dieron sentido o significado a la revolución
de la Lingüística que se estaba gestando. Charles Sanders Peirce (1839 - 1914)
fue un filósofo, lógico y científico estadounidense fundador del pragmatismo y el
padre de la semiótica moderna.
El pragmatismo servía ‘como un método de resolver confusiones conceptuales
relacionando el significado de concepto alguno con un concepto de las
consecuencias prácticas de los efectos de la cosa concebida y las implicaciones
imaginables para la práctica informada’.
El triángulo de Peirce es famoso en semiótica, al identificar el signo, el objeto y el
interpretante, en el ámbito de la teoría de la comunicación. Otro investigador,
Ferdinand de Saussure, lingüista suizo, es considerado el fundador de la
lingüística. La lengua, según Saussure, es ‘un sistema de signos que expresan
ideas y, por esa razón, es comparable con la escritura, el alfabeto de los
sordomudos, los ritos simbólicos, las formas de cortesía, las señales militares, etc.
Simplemente es el más importante de dichos sistemas. Así, pues, podemos
concebirla como una ciencia que estudia la vida de los signos en el marco de la vida
social’. Esta definición de Saussure es muy importante y ha servido para desarrollar
una conciencia semiótica.
Según Umberto Eco ‘la semiótica estudia toda la cultura como proceso de
comunicación, y tiende a demostrar que bajo los procesos culturales hay sistemas.
La dialéctica entre sistema y proceso nos lleva a afirmar la dialéctica entre código y
mensaje’. Eco piensa que ‘para comprender mejor muchos de los problemas que
aún nos preocupan, es necesario volver a analizar los contextos en que
determinadas categorías surgieron por primera vez’. Eco en su análisis rescata la
importancia de la cultura como proceso de comunicación y reconoce la existencia de
‘sistemas de comunicación naturales y espontáneos –menos ‘culturales’- hasta los
procesos culturales más complejos’.
Para Peirce las palabras, los signos, no son sólo lo que está en nuestro discurso en
lugar de las cosas, sino que, sobre todo, signo es «lo que al conocerlo nos hace
conocer algo más» Esto supone un contraste con los filósofos de la Edad Moderna,
pues tanto racionalistas como empiristas sostuvieron que tenemos un conocimiento
directo e infalible de nuestros propios pensamientos, y en ese conocimiento
fundaron tanto la ciencia como la autonomía moral del individuo.
Desde sus primeros escritos Peirce rechazó tajantemente tanto el dualismo
cartesiano como la tesis de Locke de que todo pensamiento era percepción interna
de ideas. una semiosis (la acción del signo), en la que se articulan tres elementos: el
signo, el objeto y el interpretante.

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