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Es una estrategia de conservación del patrimonio cultural que propone un método de trabajo
sistemático para identificar, evaluar, detectar y controlar los riesgos de deterioro de los objetos,
colecciones, y por extensión cualquier bien cultural. Su objetivo es eliminar o minimizar dichos
riesgos, actuando sobre el origen de los problemas, que generalmente se encuentran en los factores
externos a los bienes.
• Análisis del contexto: Su medio ambiente, su estado de conservación y el uso y gestión que
se hace de los mismos.
Este método de trabajo se articula mediante el Plan de Conservación Preventiva, que facilita la
programación y coordinación de las tareas de conservación y utilización del bien o colección. Uno de
los apartados más complejos en el método de trabajo de la conservación preventiva es el análisis de
riesgos y para ello los métodos se basan en normas internacionales como la ISO 31000, transpuesta
a la normativa española por AENOR como UNE-ISO 31000: Gestión del riesgo. Principios y Directrices.
• El control de los riesgos de deterioro, actuando sobre los factores del medio y no sobre el
efecto que causan en los propios bienes.
• Utilizar el método de trabajo propuesto por la conservación preventiva para definir
prioridades respecto a recursos, medios y procedimientos a emplear.
La identificación de amenazas para una colección o bien cultural puede tener una casuística ilimitable
dependiendo del bien cultural y su contexto. Sin embargo, de forma no sistemática, los esfuerzos en
la aplicación de métodos de trabajo de conservación preventiva se centran unos indicadores de
riesgos:
• Daños o pérdidas causados por actos antisociales como robo, expolio, vandalismo o conflictos
sociales o armados.
• Daños causados por condiciones ambientales inadecuadas entre las que se incluyen los
factores microclimáticos, las radiaciones asociadas a la luz y los contaminantes atmosféricos.
• Daños causados por condiciones del medio exterior entre las que se incluyen la humedad
procedente del subsuelo, la estabilidad edáfica, la localización, la topografía, etc.
Es evidente que la complejidad en la conservación de ciertos bienes culturales, como los centros
históricos de las ciudades, los paisajes culturales, el arte rupestre y los bienes culturales ligados a
ecosistemas naturales, o los elementos materiales ligados al patrimonio cultural inmaterial, exigen
herramientas específicas y complejas.
Esquema del Plan de Conservación Preventiva (PCP)
A. Diseño de procedimientos
– Verificación continua de la realización de los
1. Procedimientos de seguimiento y procedimientos.
control.
2. Protocolos para acciones puntuales y – Verificación periódica de la idoneidad de los
mantenimiento. procedimientos.
3. Gestión de situaciones de emergencia.
– Verificación de la coordinación y
B. Implantación funcionamiento del modelo organizativo.
Los procedimientos y protocolos exigen el concurso de personas y equipos que involucran al personal
propio y recursos externos, que deben trabajar coordinadamente. Resulta necesario la existencia de
un técnico o equipo de personas que realicen una labor de coordinación y supervisión de la ejecución
de los procedimientos y protocolos.
El objetivo del Plan de Conservación Preventiva es mejorar la capacidad de conservación de los bienes
culturales y su eficacia no se puede contrastar hasta que se verifica el resultado en los propios bienes.
El PCP debe ser una herramienta de gestión sometida al principio de mejora continua aplicando la
sistemática PDCA (PHVA, Planificar, Hacer, Verificar y Actuar, en español) o circulo de Deming.
La implantación de la conservación preventiva como estrategia prioritaria debe involucrar a todas las
funciones y estructura de la institución:
Marco constitucional de la
Finanzas y planificación Personal y equipos
institución
Implicación pública
2. Iluminación y conservación
2.1. Iluminación
La luz es el principal agente del deterioro fotoquímico y actúa principalmente de tres formas:
a. Longitud de onda. Cuanto menor es la longitud de onda, mayor carga de fotones que indicen
directamente en el deterioro fotoquímico → Luz ultravioleta que hay que filtrar.
b. Iluminancia. La cantidad de flujo luminoso sobre un área concreta, que se mide en luxes (1
lux = 1 lumen x m2). A mayor iluminancia, mayor deterioro y mayor consumo eléctrico. La
iluminancia no solo debe atenderse en relación con los bienes (conservación), sino también
en espacios públicos sin colecciones o áreas internas (sostenibilidad y ahorro).
c. Tiempo de exposición. Los efectos de la luz son acumulativos, por lo que hay que medir el
tiempo total que el objeto permanece en exposición y el tipo de material que lo integra.
Ciertos materiales absorben energía y aumentan de temperatura, lo que supone un
incremento de la velocidad de reacciones químicas. Se calculan nos 650.000 lux-hora/año
para la pintura, y el efecto es acumulativo.
La iluminación idónea actualmente es la fibra óptica, ya que no emite calor ni ultravioletas ni
infrarrojos. Sin embargo, el generador que alimenta distintas lámparas sí se calienta, por lo que
siempre ha de estar fuera de la vitrina o contar con sistemas de ventilación. También la bombilla sin
electrodos se utilizará una vez se consiga la miniaturización, ya que presentan un excelente índice de
reproducción cromático que permite visualizar el color verdadero. Hay que tener n cuenta también
la iluminancia, la vida útil y la eficacia lumínica (cantidad de luz por cada watio de consumo).
En ese equilibrio entre conservación y visibilidad se suelen indicar unos niveles de iluminación
máxima recomendada en función de los tipos de materiales:
• Materiales muy sensibles. < 50 luxes que equivalen a 120.000 lux-horas al año. Se recomienda
un máximo de 300 horas seguidas (o un mes iluminándose 10 horas diarias) → Papel,
acuarelas, plumas, textiles o pieles.
• Materiales sensibles. < 100-150 luxes que equivalen a 500.000 lux-horas → Pinturas al óleo
barnizadas, marfiles madera o hueso (orgánicos).
• Materiales poco sensibles. < 300 luxes → Materiales pétreos, vidrio, cerámica, metal no
pintado o materiales inorgánicos.
Aquellos objetos que no estén expuestos no necesitan ser iluminados, así que, al tratarse de
materiales muy sensibles, es preferible que estén cubiertos el mayor tiempo posible. En las salas se
dispondrán de filtros plásticos o pinturas, como blanco de titanio sobre los cristales, y luces
apropiadas.
La conservación asegura la duración de los objetos y debe vincularse con el programa de seguridad
física frente al vandalismo, robos o catástrofes de los bienes. Este programa, además, atenderá la
seguridad de trabajadores y personal externo que accedan al recinto.
Es preferible mantener unas condiciones estables de humedad relativa (HR) y temperatura (T), sin
cambios bruscos que normalmente tienen lugar entre el día y la noche, o entre las estaciones. El uso
de dataloggers o termohigrógrafos de grabación continua permiten conocer el estado de salas y
almacenes, aunque es pertinente, antes de la instalación, haber hecho un estudio climático para
conocer la incidencia de ciertas variables. Por ejemplo, la humedad se incrementa con la presencia
masiva en espacios pequeños y puede provocar condensaciones.
La aireación es necesaria, por lo que las colecciones deben contar con sistemas que eviten las
condensaciones que puedan dar lugar a la reproducción de esporas, sistemas que pueden ser simples
aberturas cubiertas con filtros en los muebles. Es preferible filtrar el aire de la climatización, y una
limpieza adecuada de los espacios para evitar la acumulación de suciedad o polvo, algo que atraen
los materiales plásticos. En condiciones de humedad y calor proliferan microorganismos, hongos y
bacterias, para cuyo control se aplican diferentes estándares.
Sin embargo, algunas actuaciones facilitan el control de estas variaciones, como instalar puertas
dobles, de manera que el aire climatizado siempre se mantiene dentro de las salas mientras se
produce la apertura de una de las dos puertas; o la instalación de cortinas de aire, o simplemente el
cierre de ventanas. También es preferible separar diez o quince centímetros los muebles
contenedores, tanto de la pared como del suelo. Evidentemente, un programa de mantenimiento de
la fontanería del museo, y el cuidado de cubiertas y los desagües evitarán males mayores.
El momento de manipulación de una obra de arte para su embalaje, transporte o montaje es el más
peligroso, por estar sujeta a riesgos inherentes. Por ello, es necesario que todas las personas que van
a intervenir sean profesionales del sector, estar bien formados, bien equipados y bien dirigidos, y así,
los riesgos serán mínimos.
• Embalaje.
Tras la llegada de los objetos al lugar, son necesarios unos pasos previos a su instalación, como
respetar un periodo de aclimatación de los embalajes, la realización de un informe del estado de
conservación y la emisión del acta de recepción.
Tras el informe se procede al embalaje: Primero irán los materiales envolventes, se abre la caja, limpia
de objetos, y se introduce la obra en posición horizontal y con la película pictórica hacia arriba, y si
es tridimensional la caja deberá abrirse en la tapa superior y un lateral. Han de respetarse las marcas
de posición que están dibujadas en el exterior de la caja durante el transporte. Para el desembalaje
necesitamos un espacio despejado y acondicionado, y realizar el traslado por el recorrido más corto.
• Transporte.
Las instituciones o centros de arte no disponen de transportistas propios, por ello la entidad oferta
un Pliego de prescripciones técnicas que ha de regir durante la realización del encargo, en la
contratación del servicio de manipulación, embalaje y transporte y presentándose a concurso las
empresas.
Lo normal es que el movimiento externo sea realizado por empresas especializadas. Las compañías
de seguros exigen que las lleve a cabo personal cualificado y con los medios adecuados para ello.
Aceptado el presupuesto, se debe facilitar a la empresa la documentación necesaria: certificado del
seguro y parte de entrega de obras. Acordado el día de la realización del traslado, si al transporte
surge un retraso, debe pernoctar en un lugar seguro facilitado por la Guardia Civil.
Algunos centros cuando prestan una obra de valor excepcional exigen que sus obras viajen con
escolta, por lo que hay que contactar con Unidad Central de Protección de la Brigada de Protecciones
Especiales.
→ Traslado interno. En el interior de una institución por diversas causas: colgado en la sala,
traslado a un departamento (fotografiar, restaurar o estudiar); almacenamiento o para
llevarla a la sala de tránsito para su embalaje. Los factores ambientales y de seguridad son
estables, por lo que se puede mover la obra sin ningún tipo de protección. Lo hace el personal
propio de la institución.
→ Traslado externo. Obra que abandona la institución en la que se encuentra, puede ser de su
colección o prestada, con motivo de exposición. Lo hace el personal externo, mediante la
contratación de una empresa previo concurso.
− Entrada de obra. De la bodega del camión pasa a la sala de aclimatación (24h), luego a a la
sala para su informe de conservación y colgado, o a la sala de tránsito o almacén, en esta sala
se abre la caja para realizar el informe de conservación. Estos traslados internos pasan a ser
realizados por el personal propio de la institución.
• Montaje.
El montaje conlleva riesgos, por lo que son necesarias una serie de normas básicas:
− Utilizar ambas manos para coger la pieza, con guantes de algodón o látex. Asir las piezas por
las partes sólidas y moverlas de una en una.
− Proteger las obras que están apoyadas en el suelo, no perforar la pared cerca de la obra por
si cae polvo.
Para una correcta manipulación de la obra es necesario contar con un equipo de montaje, por lo
general en las instituciones no se cuenta con este equipo, por lo que lo normal es contratar una
empresa especializada. Detallamos a continuación las personas que intervienen y sus funciones más
importantes:
• Diseñador. Materializa los conceptos del proyecto y realiza el diseño expositivo y la dirección
del montaje. Trabajo ligado al comisario y coordinador.
• Coordinador. Gestiona todas las fases del montaje (prestamos, contratación de embalaje,
transporte y seguro, redacción, recogida y envío de documentación, contacto con equipo de
diseño, de montaje, restaurador y empresas, control de seguridad y medioambiental),
controla publicaciones, medios de comunicación y acto inaugural y asiste al comisario y a los
correos.
Momentos de gran riesgos para las obras son el montaje y desmontaje, sobre todo cuando la obra
está fuera de su embalaje o descolgada y es apoyada en pared o sueño. En el montaje hay dos fases
muy diferenciadas:
1. Guantes de algodón o látex, aunque si la obra resbala, podrá sujetarse sin guantes por el
marco o bastidor, sin tocar la capa pictórica.
2. Ambas manos y dos operarios, aunque si la obra es pequeña, por uno pero con ambas manos.
3. Sujetar por laterales y base, para repartir mejor el peso y su movimiento sea más fiable.
4. Desplazamiento en sentido vertical, pero si tiene que ser en horizontal, debe autorizarlo el
restaurador por el riesgo que conlleva: el bastidor hace presión sobre la capa pictórica y
produce bamboleos y deformaciones.
Las obras se sujetarán por el soporte y se les pondrá encima una lámina del material
envolvente más adecuado a la obra, y por último, se introducirán en una carpeta rígida. Las
obras enmarcadas deben ser individualmente protegidas, utilizando cartonajes 100% fibra de
algodón, en los paspartús, en la ventana y en el soporte posterior de la obra, así como bisagras
de papel japonés. El vidrio no debe estar en contacto directo con la obra y se deben utilizar
filtros para los rayos ultravioletas.