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Articulos Javeriana Laudato Si
Articulos Javeriana Laudato Si
REVISTA
L a U n i v e r s i d a d e n d i á l o g o c o n e l m u n d o
Laudato si’
El cuidado de la casa común 1
revista
Javeriana
Rector
Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.
Director
Luis Fernando Álvarez Londoño, s.j.
Gerente
Luz Stella Higuera de Alarcón
Editora
Ana María Ocampo Cuesta
Diseño y diagramación
Marly Rincón López
Consejo de Redacción
Jaime Humberto Sierra González
Luis Fernando Munera Congote, s.j.
Jorge Alberto Restrepo Torres
Roberto de la Vega Vallejo
Mercedes Hernández Rincón
Fotografías portada
Marly Rincón López
A partir de fotografías 123rf - Slide Depot
Impresión
javegraf
Fundación Escritores
Personería jurídica nro. 3559
Director General
Luis Fernando Álvarez Londoño, s.j.
Gerente
Luz Stella Higuera de Alarcón
Junta Directiva
Jaime Humberto Sierra González
Luis Fernando Munera Congote, s.j.
Jorge Alberto Restrepo Torres
Roberto de la Vega Vallejo
Mercedes Hernández Rincón
Oficinas
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Edificio Lutaima
1-3208320 Exts. 6200-6205
www.revistajaveriana.org
revista.javeriana@javeriana.edu.co
El presente libro reúne los artículos y reflexiones publicados en la Revista Javeriana Edición No. 818,
‘Laudato si’ El cuidado de la casa común’. Este número fue publicado en septiembre de 2015 por la
Fundación Escritores y/o Revista Javeriana. En cumplimiento de las normas sobre propiedad intelectual,
se reconoce y respeta la titularidad de terceros sobre los artículos acá compilados. No se permite la
reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión
en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u
otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los autores.
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Índice
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65. De un antropocentrismo despótico a una ecología integral:
algunos comentarios en torno a la Encíclica Laudato si’,
del Papa Francisco
Diego Antonio Pineda Rivera
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El cuidado de la casa común
y el agua como derecho
fundamental
Luis Fernando Alvarez Londoño, s.j.*
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a Universidad y su responsabilidad en la construcción y transfor-
mación del mundo, la protección de la Tierra y la evolución de los
valores sociales, culturales, políticos, económicos y ecológicos para
bien de la dignidad humana, tiene una gran tarea con “El cuidado
de la casa común”.
* Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, especialista en Derecho Internacional de la Universidad del Rosario. D.E.A. en Derecho
Público de la Universidad de Paris. Magíster en Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Javeriana. Realizó estudios de Derecho Inter-
nacional en la Academia de Derecho Internacional de La Haya, Universidad de Aristóteles en Tesalónica Grecia, Fundación Getulio Vargas de
Río de Janeiro y Corte Interamericana de Derecho Internacional de San José de Costa Rica. Fue magistrado del Tribunal Andino de Justicia,
director del Centro de Investigaciones Jurídicas de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Miembro de Número de la Academia Colombiana de
Jurisprudencia, Conjuez de la Corte Constitucional. Embajador de Buena Voluntad de “Western Hemisphere Institute Security Cooperation"
-Fort Benning, Georgia, EE.UU. Director de los posgrados de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Vicerrector de Extensión y Relaciones Inte-
rinstitucionales de la Pontificia Universidad Javeriana y Director de Revista Javeriana. Reelegido por la Sala Plena de la Corte Constitucional
para ejercer como conjuez.
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Y un problema particularmente serio, dice el Papa Francisco en la Encíclica
Laudato si’ es el agua: “Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacio-
nadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias
químicas. La diarrea y el cólera, que se relacionan con servicios higiénicos y
provisión de agua inadecuados, son un factor significativo de sufrimiento y
de mortalidad infantil. Las aguas subterráneas en muchos lugares están ame-
nazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas,
agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación
y controles suficientes. No pensemos solamente en los vertidos de las fábricas.
Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos
lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares”1.
El reto para cada Estado hoy en día, está en su capacidad para formular un
marco normativo que permita garantizar el acceso básico al agua y contener
a los derrochadores del recurso como son los industriales y quienes tienen
negocios agrícolas.
3. García, Aniza. El Derecho Humano al Agua. Editorial Trotta, S.A, 2008. Madrid. Pag 19
4. Tomado del Capítulo Razones del Derecho al Agua, del texto El Derecho Humano al Agua de Aniza García. Editorial Trotta. Pags 24 - 51
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agua potable. El origen del 85% de las enfermedades humanas en los países
pobres, tiene que ver con la escasez o mala calidad del agua. El pnud afirma
que la privación de agua limpia y saneamiento básico destruye más vidas que
cualquier guerra o acto terrorista.
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llegar al punto de agua más cercano, y esta situación les impide asistir a la
escuela); los derechos culturales (los significados simbólicos atribuidos al agua
en muchas tradiciones populares, la convierten en un bien precioso)
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factores: i) la disponibilidad de agua, es decir, la garantía de un abastecimiento
continuo y suficiente para los usos personal y doméstico; ii) el acceso, tanto
físico, como económico, al agua, la no discriminación y el acceso a la infor-
mación; y iii) la calidad del agua, pues no debe ser contener microorganismos
o sustancias que amenacen la salud.
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Moral cristiana al
servicio de la humanidad
Alberto Múnera Duque, s.j.*
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la humanidad y de ellos con el mundo en que residen, para valorarlos en
términos morales a la luz de la fe en que se fundamenta y proponer lo que
considera ser el camino correcto para proceder según la recta conciencia y
según el consecuente responsable ejercicio de la libertad.
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teológico. Y desde allí aplica el método propio de la teología latinoamericana:
se comienza con un profundo análisis de la realidad instrumentado con el
aporte de las ciencias, para luego iluminarlo con la luz de la Revelación con-
signada en la Sagrada Escritura, principalmente en el Nuevo Testamento; de
manera que se cuente con elementos teológicos para abordar las causas de los
fenómenos analizados y se pueda ofrecer soluciones que permitan volver a la
realidad para transformarla en el sentido dispuesto por la voluntad de Dios
sobre ella, la liberación de la injusticia.
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Situado en los pobres como lugar teológico, percibe el impacto doloroso que
en ellos producen los daños ecológicos generados por las minorías confor-
madas por los poderosos. Soluciones propuestas por estos como el control
demográfico resultan cínicas en una cultura del desperdicio de alimentos y
del consumo desmedido de recursos. Esto genera una deuda ecológica entre
Norte y Sur por la explotación de recursos naturales sin justo retorno de
beneficios y más bien el aumento de perjuicios para las regiones geográficas
explotadas. Esta perspectiva de relación intrínseca entre Ecología Natural y
Ecología Social es lo que analiza el Papa en el aparte dedicado a la inequidad
planetaria.
Ante este grave deterioro ecológico global el Papa levanta su voz frente a la
debilidad de las reacciones políticas: “Mientras tanto, los poderes económicos
continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una espe-
culación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo
contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente” (56).
Esto el Papa lo considera gravemente inmoral.
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criaturas todas tienen por dueño a Dios, aunque el ser humano por voluntad
divina posee frente a todas ellas una preeminencia que le confiere su dignidad
suprema compartida por todos y todas contra la pretensión de inequidad y
de prevalencia de derechos de algunos frente a otros (91 y 92). El destino
común de todos los bienes para ser disfrutados por todos los miembros de
la humanidad, es principio fundamental propuesto por nuestra fe en razón
de lo anterior (93 a 95).
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de todos los aspectos implicados en el bienestar del ser humano y de la socie-
dad: la ecología humana total, valiosa novedad desarrollada por el Papa, que
atrevida y justamente incluye mucho más de lo que normalmente tratan las
entidades y los encuentros nacionales e internacionales referidos a la ecología.
Con gran precisión, el Papa se refiere en este capítulo a los diálogos interna-
cionales que han asumido la temática del ambiente, los que aprecia mucho
pero critica severamente en cuanto no han sido suficientes para la toma de
decisiones efectivas en los temas allí tratados con indiscutible competencia.
Descubre aquí el Papa las incoherencias de la política y la economía: “lo que
no se afronta con energía es el problema de la economía real, la que hace
posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcio-
nen adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y
creen empleo” (189). Y añade: “El ambiente es uno de esos bienes que los
mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecua-
damente. Una vez más, conviene evitar una concepción mágica del mercado,
que tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de
los beneficios de las empresas o de los individuos” (190). Y concluye: “Para
que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos ‘cambiar el modelo
de desarrollo global’, lo cual implica reflexionar responsablemente ‘sobre el
sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y dis-
torsiones’” (194).
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Los subsiguientes temas, propios de la específica espiritualidad cristiana son
descritos por el Papa como elementos que pueden fortalecer el apoyo de la
religión a la gran causa ecológica: 4. Gozo y paz, donde habla de una feliz
sobriedad como estilo de vida cristiana. 5. Amor civil y político, donde se
refiere a la fraternidad universal que nos viene de Dios Padre de todos noso-
tros, lo que lleva a un amor social y a una cultura del cuidado que impregne
a toda la sociedad. 6. Signos sacramentales y descanso celebrativo: lugar
específico de la vivencia cristiana cuyos signos son elementos de la naturaleza,
que para el cristianismo son puestos para significar realidades trascendentes
como ocurre con el agua del Bautismo, el aceite en las unciones del Bautismo,
de la Confirmación, del Orden sagrado y la de los enfermos, el pan y el vino
en la Eucaristía. En el descanso dominical se incorpora el valor ecológico el
descanso y de la fiesta. 7. La Trinidad y la relación entre las criaturas, lugar
en que el Papa muestra la presencia divina de Dios Trino en todas las cosas
pero especialmente en el ser humano. 8. María, la Madre del Señor Jesús,
reina de todo lo creado por haber sido glorificada en su humanidad como la
de su Hijo divino, que muestran el destino final de toda la creación material
y espiritual. 9. Más allá del sol: el Papa se refiere a este destino final mientras
seguimos cuidando de nuestro mundo.
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Laudato sí ’ :
un llamado al poder
Cecilia López Montaño*
C
uando sectores progresistas del mundo clamaban por un análisis del
poder que se ejerce en el mundo, por un cuestionamiento a su forma
de proceder, ese duro reclamo proviene de quien menos se esperaba,
del Papa Francisco. Varias razones podrían explicar la sorpresa de
muchos frente al contenido de su Encíclica Laudato si’.
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de su llamado. Parte del tema que conmueve a jóvenes y niños en el mundo
y a quienes analizan seriamente la relación entre el presente y el futuro de la
humanidad, es el medio ambiente. Probablemente su reflexión más contun-
dente es la siguiente: “Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero
sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera,
recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y
los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano”.
Lo que más impacta son sus críticas a la apatía de quienes ostentan el poder:
recriminaciones a políticos y empresarios por reaccionar “con lentitud” al
desafío de las energías renovables, mientras que en la sociedad civil sí se ha
generado un gran debate. Critica la privatización del agua, un derecho “huma-
no básico, fundamental y universal” que “determina la supervivencia de las
personas”. Llama a “limitar al máximo el uso de recursos no renovables,
moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutili-
zar y reciclar”. Asegura que “los más graves efectos de todas las agresiones
ambientales los sufre la gente más pobre” y habla de “una verdadera deuda
ecológica entre el Norte y el Sur”.
Pero sin duda estremece a quienes les envía esta pregunta: “¿Para qué se
quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de
intervenir cuando era urgente y necesario?”. Además, la siguiente afirmación
es contundente y parece dirigida a las élites colombianas: “Se requiere de la
política una mayor atención para prevenir y resolver las causas que pueden
originar nuevos conflictos”. Y agrega: “Pero el poder conectado con las
finanzas es el que más se resiste a ese esfuerzo, y los diseños políticos no
suelen tener amplitud de miras”. ¿Cómo se sentirán los dueños del poder en
Colombia que son tan pocos?
Estos planteamientos son tan solo el abre bocas para el llamado más trascen-
dental que se ha hecho hasta ahora. Cómo estará de confundida Colombia,
como serán de ciegos sus líderes, que en este país no se le ha dado a la Encí-
clica Laudato sí’ el debate que se merece . RJ
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El Papa de la Tierra
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a Encíclica Laudato si’, sobre ‘El cuidado de la casa común’, es la
primera vez que un Papa se dirige personalmente a cada habitante
del planeta. El texto toma el título del Cántico a las creaturas, de
Francisco de Asís: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra
madre Tierra”. El Papa Francisco ha sido insistente en el tema. En la
homilía inaugural de su pontificado llamó a proteger la creación; en el primer
encuentro con diplomáticos señaló la relación entre la paz y el cuidado de la
Tierra.
* Teólogo y filósofo de la Pontificia Universidad Javeriana, con una maestría en Economía de la Universidad de los Andes. En 1975 se ordenó
como sacerdote de la comunidad Jesuita. Fue el director del Centro de Investigación y Educación Popular (cinep), donde lideró proyectos en
pro de poblaciones desplazadas, y se le reconoce por impulsar salidas concertadas a los conflictos por la tierra. En 1995 fundó el Programa de
Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (pdpmm). En la actualidad está vinculado con temas de paz y está a la cabeza de la comunidad Jesuita
en Colombia.
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Francisco amplía así un pensamiento que une la protección del medioam-
biente con la ecología humana, como lo enseñaron Juan xxiii, Paulo vi,
Juan Pablo ii y Benedicto xvi. Sabe que su texto va a incomodar a grandes
multinacionales de la minería, el petróleo, la agroindustria y el impulso al
consumismo, que sostienen la hipótesis de que es el planeta el que genera en
sus ciclos el calentamiento global.
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que arrasan irracionalmente las fuentes de la vida y golpean ante todo a los
pobres porque todo está interconectado, y es íntima relación entre los pobres
y la fragilidad del planeta. Al tiempo que muchos de los que tienen más poder
económico parecen concentrarse en enmascarar el problema u ocultar lo
efectos fatales que están generando.
Proteger este jardín significa cuidar los páramos, montañas, bosques, ríos,
humedales, ciénagas, playas y manglares, con la perspectiva regional e interna-
cional de política y economía ecológica, que los profesores Martín Bermúdez
y Duygu Avci presentaron en la edición pasada de la Revista Javeriana, al anali-
zar en terreno las luchas de los campesinos cundiboyacenses.
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La caída espectacular de los precios de los commodities alejó la inversión minera
internacional, y mostró la incertidumbre del desarrollo basado en extracción
primaria. La coyuntura es un buen momento para reflexionar, detener pro-
yectos minero-energéticos agresivos y considerar a fondo el lugar que nuestro
territorio tiene, primero como receptáculo de vida en el planeta y luego como
potencia económica biodiversa y sostenible en los mercados del mundo.
Entre tanto el Papa Francisco no pierde ocasión para seguir llamando a las
personas, las naciones y las autoridades mundiales a asumir esta inmensa res-
ponsabilidad con La Tierra que para él es la responsabilidad con la Creación y
la misma causa de la dignidad y de la vida. Por eso suele repetir lo que escuchó
de un campesino: “Dios perdona siempre, los hombres a veces, pero la Tierra
no perdona nunca”.RJ
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La crisis del capitalismo
,1
César Attilio Ferrari, Ph.D.*
“
Frente al deterioro del ambiental global”, el 24 de mayo pasado, el
Papa Francisco publicó su “Carta Encíclica Laudato si’ sobre el cuida-
do de la casa común”, y siendo común la casa a la que se refiere, ese cuidado
debería estar a cargo de todos los hombres y mujeres de este planeta. Por eso
el Papa se dirige “a cada persona que habita este planeta”, intentando “entrar
en diálogo con todos acerca de nuestra casa común”2.
* Doctor en Economía y Máster en Economía del Desarrollo por la Universidad de Boston, Máster en Planificación Urbana por la Universidad
de Nueva York e Ingeniero Civil por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido Director Gerente General del Banco Central de Perú,
Asesor del Fondo Monetario Internacional en los bancos centrales de Guinea-Bissau y Angola y Director Técnico del Instituto Nacional de
Planificación del Perú. Actualmente Profesor Titular, Pontificia Universidad Javeriana.
1. Una versión preliminar del presente trabajo fue presentado por el autor en el Seminario sobre Conflictos, Desarrollo y Democracia del
Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana. El autor quiere agradecer las discusiones y comentarios de los
participantes del Seminario sobre el texto presentado, en particular los de Jaime Ramírez y Daniela Gómez sobre la importancia y la gobernanza
de los bienes comunes y de Rafael Campo sobre la consistencia de las reflexiones finales con la parte central del texto; así como al Padre Gerardo
Remolina, s.j. por nuestras conversaciones en torno a los valores, a la solidaridad y a las preferencias de los consumidores; y a Andrés Solari de
la Universidad de Michoacán, México, por sus comentarios sobre muchos aspectos del texto preliminar y en particular sus precisiones sobre
el tema del reciclaje, sus avances en el mundo desarrollado y por sectores. Los errores remanentes son ciertamente responsabilidad del autor.
2. Papa Francisco, Carta Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, Tipografía Vaticana, Roma 24 de mayo 2015, numeral 3.
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ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la
justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar el clamor de la
tierra como el clamor de los pobres”4.
Sobre esto último, como bien señala el Papa, “La inequidad no afecta sólo a
individuos sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relacio-
nes internacionales. Porque hay una verdadera deuda ecológica, particularmente
entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con con-
secuencias en el ámbito ecológico (…)”8.
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los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde
una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería
imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los
residuos de semejante consumo”9.
Pero otros autores han demostrado que esta visión no corresponde al caso
general y solo se da cuando no es posible llegar a acuerdos de cooperación,
o esos acuerdos son sumamente frágiles y fácilmente vulnerables. Tal es el
planteamiento de Elinor Ostrom por el cual recibió el Premio Nobel de
Economía en 2009.11 En su trabajo fundamental, Ostrom demostró, contra
la teoría dominante hasta entonces, cómo los bienes comunes pueden ser
administrados de forma eficiente y efectiva por los mismos usuarios. No
es extraño, entonces, que una serie de transacciones económicas puedan
lograrse eficientemente a través de arreglos institucionales y organizaciones
sociales como asociaciones, agencias, familias y firmas y no solo a través de
los mercados, como tradicionalmente se consideraba.12
10. Garrett Hardin, “The Tragedy of the Commons”, Science, Vol. 162, No. 3859 (Diciembre 13, 1968), páginas 1243-1248.
11. Comunicado de prensa de The Royal Swedish Academy of Sciences acerca del Premio Nobel de Economía 2009: “Elinor Ostrom has
demonstrated how common property can be successfully managed by user associations... has challenged the conventional wisdom that common
property is poorly managed and should be either regulated by central authorities or privatized. Based on numerous studies…She observes that
resource users frequently develop sophisticated mechanisms for decision-making and rule enforcement to handle conflicts of interest, and she
characterizes the rules that promote successful outcomes.”
12. Ostrom, Elinor. El Gobierno de los Bienes Comunes: La evolución de las instituciones de acción colectiva, Fondo de Cultura Económica,
México 2000.
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afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de
países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo,
a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas
renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una gestión más
adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al
agua potable”14.
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sus demandas exacerbadas casi no responden a precios. Es también, y en
muchos casos fundamentalmente, una cuestión de cultura, educación, propa-
ganda y liderazgo. En resumen, como se diría desde la economía, re-modular
las preferencias de las personas hacia la sobriedad y la solidaridad es una cues-
tión que tiene que ver con el establecimiento de incentivos adecuados y eso
incluye pecuniarios, morales y ejemplos. En este sentido, cuando se reclama
sobriedad es fundamental la actitud del Papa Francisco o la del presidente
uruguayo José Mujica: vivir fuera de los palacios vaticanos y preferir las cruces
de acero a las de oro, o manejar su propio Volkswagen y vivir en una casa
modesta, entre otros, son grandes ejemplos.
El Papa reconoce esos hechos y le preocupa además que las tecnologías gene-
ren un inmenso poder: “Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento
y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante
sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad
tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien,
sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo”15. Pero el desarro-
llo tecnológico responde, por lo menos en sus orígenes, a la aspiración de los
hombres de facilitarse la vida y disminuir su esfuerzo físico. Así, a lo largo de
su historia la humanidad ha creado y desarrollado nuevas tecnologías y con
ellas nuevos productos y procesos de producción.
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El problema es que esas instituciones, en general, no contemplan la construc-
ción de lo nuevo a partir de la utilización y transformación de lo viejo; simple-
mente lo descarta. Sus diseños no tienen en cuenta los incentivos suficientes
para que las innovaciones que la tecnología desarrolla incluyan el reciclaje de
los productos precedentes. Esto es claramente un problema de rentabilidades
relativas: no es rentable reciclar porque cuesta, es más barato desechar.
Hay también una relativa falta de cultura del reciclaje según países, áreas
y ramas. Por ejemplo, en Estados Unidos, en las clases media alta y alta el
reciclaje es ya una cultura, mientras que en sectores de menores ingresos no
tanto; en Europa es cultura casi a todo nivel; en América Latina hay un rezago
gigantesco. Por ramas, la siderurgia recicla, la de plásticos menos del 50%, la
de papel casi el 27 % y la de vidrio 20 %, variando según países.
Hace varias décadas, la ciencia económica intentó afrontar esa situación para
el caso de los grandes proyectos de inversión y los economistas del desarrollo
a mediados de los años setenta del siglo xx lograron que los organismos inter-
nacionales exigieran que cualquier decisión de financiamiento de inversiones
significativas tuviera en cuenta lo que se conoció como evaluación social de
proyectos. En otras palabras, el estudio de la factibilidad de un proyecto debía
considerar no solo los beneficios y costos directos del mismo sino también
los indirectos, los que afectan a terceros.
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Más aún, como se reconocía que los precios de mercado no necesariamente
reflejaban los verdaderos costos de oportunidad de los bienes y servicios,
precisamente por las fallas y distorsiones existentes en los mercados, la eva-
luación debería considerar lo que se llamó precios sociales o precios sombra
(shadow prices en inglés), esto último porque no eran aparentes como los pre-
cios de mercado sino que había que estimarlos.
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de proyectos y la inclusión en la misma de los precios sombra puesto que,
en términos del Banco, muchas veces, la evaluación financiera solo considera
la perspectiva de los inversionistas que no necesariamente coinciden con los
interés sociales o “europeos”18.
Según sus impulsores, “dejar pasar y dejar hacer” en términos de liberar los
mercados, exponerlos a la competencia internacional y, en particular, elimi-
nar la intervención del Estado en la economía lo máximo posible, permitiría
desarrollar mayor inversión y, por lo tanto, un mayor crecimiento económico
y, con ello, mayor empleo y menor pobreza. Al permitírseles libertad plena
y, por lo tanto, la auto-regulación de los mercados, los agentes económicos
liberarían así sus energías creativas.
19. Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, México 2014.
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estadounidense. Esta aumentó desde alrededor de 41 % del total en 1910
hasta 49 % en 1929, durante toda la primera época neo-conservadora que ter-
minó con la Gran Depresión. Decreció ligeramente y se mantuvo alrededor
de 45 % durante la Gran Depresión hasta principios de la Segunda Guerra
Mundial, para reducirse drásticamente a niveles del 33 % gracias al New Deal
del Presidente Roosevelt. Se mantuvo reducido durante toda la época de oro
de la economía estadounidense y el desarrollo del Estado del Bienestar hasta
1980, cuando comenzó la nueva era neo-conservadora. A partir de entonces
aumentó sostenidamente hasta la fecha, llegando alrededor de 50 %, salvo en
2001-2002 cuando se redujo 5 puntos porcentuales con la enorme expansión
del crédito hipotecario en dichos años.
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competencia en muchos de sus mercados importantes, particularmente en los
sectores de servicios que no están expuestos a la competencia internacional y
carecen de una regulación adecuada. Los ejemplos son numerosos: es el caso
del comprador único de productos agropecuarios en algún valle (“el rey de la
papa”) que siendo el único con la capacidad de transportarlos a los centros
de consumo aprovecha para comprarlos a precios irrisorios, o es el caso de
los bancos en los mercados de crédito de consumo en Colombia, que según
el Banco de la República operan como un cartel, lo que les permite cobrar
tasas de interés muy por encima de las internacionales.22
22. Banco de la República, informe especial de estabilidad financiera, Concentración y competencia en el mercado financiero, Sep-
tiembre de 2014, página 4: “Los resultados sugieren que los mercados de crédito tienen una estructura de competencia monopolística, aunque
la intensidad varía según las modalidades… Cabe resaltar que (el crédito de consumo) es el que más se acerca a una estructura monopolística
o colusiva, tipo cartel.”
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Ello sugiere que solo una situación de mayor democracia, en la que los
intereses generales superen a los intereses particulares gracias a su mayor
participación en el proceso político y a su mejor representación, podrá lograr
la construcción de un capitalismo moderno.
Por su parte, China, que pasó de paria a segunda mayor economía mundial en
menos de tres décadas se viene desacelerando como consecuencia de lo que
ocurre con sus principales socios comerciales. Si Estados Unidos y Europa
no compran más, China no vende ni produce más y tampoco compra más.
Las consecuencias son obvias: la economía china se desacelera y crece a un
desacostumbrado 7 % anual y los precios de las materias primas de las cuales
es el mayor demandante mundial tienen una caída notable en sus precios
internacionales que afecta a sus proveedores, particularmente los países lati-
noamericanos.
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en la economía; nuevamente el Estado salvando a la economía de mercado,
vergonzantemente en algunos casos, cínicamente en otros, como ocurrió
durante la Gran Depresión de los años treinta del siglo xx.
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paradójica considerando que el primero debería existir en razón de servir a
los segundos. Por eso los problemas del sector financiero generaron una crisis
económica tan profunda.
27. Joseph E. Stiglitz, Jaime Jaramillo-Vallejo, and Yung Chal Park, The role of the State in financial markets, World Bank Research Observer,
Annual Conference on Development Economics Supplement (1993):19-61.
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más participativa o, lamentablemente, a dictaduras abiertas que recuerden al
periodo nazi-fascista como lo sugeriría la creciente emergencia de grupos
neo-fascistas en los países europeos. Cualquiera de las dos es posible. Si solo
lo primero es factible por la tradición democrática europea, con el rechazo a
las formas tradicionales de hacer política (la intermediación de los partidos, su
financiamiento público, la preeminencia de los políticos sobre los ciudadanos,
la oligopolización de los medios), la organización política devendría en una
democracia de mayor participación directa de los ciudadanos, viable por la
existencia del Internet y la comunicación electrónica directa y en tiempo real,
con un menor rol a la representación.
Cada vez más, las empresas se gobiernan desde un país, diseñan en otro,
producen en un tercero, distribuyen en todo el mundo y se financian desde
otros. Ello es acompañado de nuevas formas de gestión: sin inventarios para
reducir costos, y con una selección y promoción del personal por méritos
para elevar la productividad y garantizar el manejo eficiente de procesos cada
vez más complejos y sofisticados.
Cada vez más se diseña y programa por computadoras y se fabrica por medio
de robots y por teletrabajo. Sumado al hecho de que la producción es cada
vez más terciarizada, genera menos empleo directo y más auto-empleo indi-
recto. Lo sorprendente es que siendo necesariamente masiva, al mismo tiem-
po y cada vez más extensivamente es personalizada: la producción artesanal
era individual, la fabril se hacía en serie, ahora y mucho más en el futuro se
fabrica a la medida del cliente.
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Al mismo tiempo, los desarrollos en las comunicaciones y en las aplicaciones
permiten un emparejamiento creciente entre demanda y oferta en los merca-
dos, particularmente en los servicios. Lo ilustran Uber y Airbnb; el primero
para resolver el problema del transporte urbano, el segundo el problema del
alojamiento temporal, desplazando y reduciendo la rentabilidad de taxistas y
hoteleros quienes protestan masivamente.
Pero las crisis abren oportunidades, en este caso favorecidas por el cuestio-
namiento casi universal del neo-conservadorismo. Generan también desafíos.
Uno de esos desafíos importantes es sobre la educación, la cultura, y la gene-
ración de incentivos adecuados que estimulen la sobriedad y la solidaridad.
Como escribe el Papa, “Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y
educativo que supondrá largos procesos de regeneración”29, es decir, podría
añadirse, un gran desafío para la política y la cooperación internacional .RJ
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Laudato si’ y
crecimiento económico
Ricardo Chica*
E
l Papa Francisco agrega su voz al debate sobre la inminente catástro-
fe ecológica en un argumento que, combinando teología espiritual
de la creación con retornos a las críticas de sus predecesores al
capitalismo global, y con argumentos de los verdes, le da voz a los
pobres y a las futuras generaciones, quienes carecen de voz en el
global market place, siendo que los pobres son los más afectados por estar más
indefensos ante los impactos del cambio climático y otras formas de deterio-
ro ambiental y de agotamiento de recursos1.
* Consultor sobre estrategias y políticas de desarrollo; columnista de Portafolio, Razón Publica, Revista Javeriana y el Universal. PhD, M Phil
en Economía y Diploma en Desarrollo de la Universidad de Cambridge; Magister en Economía de Universidad de los Andes y Licenciado
en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios de Matemáticas y Física en la Universidad Nacional; de Crecimiento y Política
Macroeconómica y Desarrollo en el Instituto del Banco Mundial; y de Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Ha sido Profesor de las
universidades de Los Andes, Pontificia Universidad Javeriana y Cambridge; Director del Centro de Estudios Asiáticos utb-uam y del Instituto
de Políticas de Desarrollo de la Pontificia Universidad Javeriana; e investigador del cede y Fedesarrollo. Consultor de la onu, Banco Mundial,
y consultor y asesor de agencias gubernamentales; investigador visitante y conferencista en las Universidades de Oxford y Goettingen, y del
Instituto de las Economías en Desarrollo (Jetro, Tokio, y brc Bangkok); así, como varias universidades en Colombia y Latinoamérica. Ha
sido columnista de El Tiempo y de Portafolio y ha publicado varios libros y numerosos artículos sobre Desarrollo Industrial y Estrategias y
Políticas de desarrollo.
1. No en vano un vocero de la derecha americana (Gutfeld en Fox News) reacciono llamándolo el hombre más peligroso en el planeta por
afirmar que el cambio climático es la protesta de este contra el uso y abuso irresponsable de los bienes que Dios coloco en él.
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proponer soluciones, lo cual requiere una precisión analítica que solo provee
la ciencia relevante, en este caso, la economía del medio ambiente y la del cre-
cimiento y el desarrollo, para abstraer de aspectos y complicaciones cuya con-
sideración demandaría involucrar otras disciplinas. En esto Francisco navega
la tensión que enfrenta todo teólogo haciendo teología de una realidad social,
para el caso que nos incumbe, la teología del desarrollo económico: ¿cómo
evitar los polos dialecticos del moralismo (la denuncia profética impermeable
a la ciencia relevante) y el economicismo (el fetichismo de los mercados que
los reifica absolutizando sus leyes) y lograr una síntesis a través de un dialogo
entre ellos? Concretamente, ¿cómo criticar el crecimiento económico, como
lo requiere la denuncia profética de sus desbalances, sin desconocer, por una
parte, su contribución al bienestar humano y la superación de la pobreza; y
por otra, sus mecanismos y leyes en propuestas que por no partir de éstos
arriesgan a caer en la irrelevancia2 al interior del debate sobre soluciones?
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Gráfica 1
6. Después de visitar Singapur Deng Xiao Ping (el gato que caza ratones independientemente de su color) se preguntó por qué los chinos, gracias
a su industriosidad y características habilidades mercantiles (su materialismo no dialéctico sino metálico), prosperaban en todas partes menos
en China. Aunque, por otra parte, junto con este progreso vino una erosión del medio ambiente representada por el grado de contaminación
del aire que se padece en algunas regiones de China. Pero, como lo ilustra la trágica explosión en Tianjin, el problema no es el crecimiento per
se sino un patrón depredador del medio ambiente resultado y manifestación de la falta de regulación o de su implementación (por razones de
falta de capacidad institucional como corrupción).
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1.2. Los límites del crecimiento
1.2.1. Crecimiento y desarrollo
Que el crecimiento sea necesario para la superación de la pobreza no quiere
decir que sea suficiente. Abstrayendo de la enorme complejidad del proceso
de desarrollo ilustrada en este diagrama7 que muestra a la inversión como
condición (necesaria pero no suficiente) del crecimiento (de éste para el
empleo, de éste para el desarrollo económico, de éste para el social sostenible
y de éste para el humano), el diagrama destaca dos puntos: la conexión entre
crecimiento y desarrollo (económico, social sostenible y humano) no tiene
nada de automático sino que está sujeta a numerosas mediaciones, a su vez
complejas, y cuyas condiciones no se pueden asumir presentes; entre estas
condiciones, que difieren de los determinantes (la inversión como deter-
minante del crecimiento, éste como determinante del empleo, éste como
determinante del desarrollo económico, éste como determinante del social
sostenible, y éste como determinante del humano) se destacan las institucio-
nales y las capacidades cuyas especificidades juegan un papel crítico en cada
una de las conexiones de la cadena.
7 Chica,R. (2011) ‘A basic framework for development strategies’. Bangkok Research Centre Discussion Papers 28 January
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La conciencia de que cada eslabón es condición necesaria pero no suficiente
del siguiente (se requiere de la confluencia de varias condiciones y de otros
determinantes) es lo que distingue una visión no Neoliberal (nl) del desarro-
llo, que se denominará Arquitectura Institucional Social Demócrata (aisd),
de la nl, basada en la Trickle Down Economics, que sostiene que el crecimiento
irrigará automáticamente mejores condiciones de vida para los grupos mar-
ginados de éste.
8. Meadows, D., Meadows, G., Randers, J., and Behrens, W III. (1972). The Limits to Growth. New York: Universe Books.
9. Stern, N. (2006). ‘Summary of Conclusions’. Stern Review Report on the Economics of Climate Change (pre-publication edition). HM
Treasury.
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1.3. ¿Sistemas económicos no basados en el crecimiento?
Si no se establece la distinción entre crecimiento y un patrón de éste basado
en carbón y caracterizado por una depredación de recursos naturales y eco-
lógicos (consecuencia de un consumismo desmedido), surge la tentación/
confusión de proponer, como lo hacen los verdes, un sistema económico no
basado en crecimiento. Esta propuesta es criticable desde dos puntos de vista:
1) no tiene en cuenta los millardos de pobres del mundo a quienes solo el
crecimiento económico podrá sacar de la pobreza; 2) no hace mucho sentido
económico ni en la teoría ni en la práctica.
Con relación al segundo punto de vista, ¿qué tanto sentido económico tiene
la propuesta de un sistema económico no basado en crecimiento? Parte de
la respuesta está dada en la consideración histórica mencionada acerca de
la forma cómo la acumulación capitalista ha dinamizado exponencialmente
durante los dos últimos siglos crecimientos sin precedentes en el ingreso y
la productividad, lo cual se refleja en la divergencia Occidente-Asia y en el
milagro chino que ha seguido la extensión de la acumulación capitalista.
Pero, ¿por qué es esto así? es una pregunta que ha interesado a los economis-
tas desde Smith hasta Piketty; y la respuesta es unánime: el crecimiento es el
eje del sistema capitalista cuya expansión da cuenta de esos procesos. Desde
la teoría clásica de la acumulación, en la cual se destaca el análisis marxista de
la competencia tecnológica como motor de ella; hasta los desarrollos recien-
tes tanto en la tradición neoclásica como en la postkeynesiana, la búsqueda
de los beneficios a la raíz de esa competencia genera a través de la inversión
incorporadora de cambio técnico11, el crecimiento de la productividad y el
fortalecimiento de la competitividad que se traducen en un mayor ingreso.
11. Una notable excepción de este énfasis en la acumulación de capital es el modelo canónico de Solow, pero este enfoque es el resultado del
divorcio entre acumulación y cambio técnico (que hace de la acumulación un movimiento sobre la función de producción sin desplazamiento
de esta) tan criticado por Kaldor y superado por desarrollos posteriores de crecimiento endógeno debido a dicho cambio. Pero es notable
que Solow ligó más recientemente sostenibilidad a acumulación de capital en el sentido de que lo que protegería a las futuras generaciones
del impacto del agotamiento de los recursos naturales es la inversión de los recursos obtenidos de la abstención del consumo por parte de la
generación actual.
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y postkeynesiano de Kalecki-Robinson y Kaldor, se traduce en la igualdad de
la tasa de acumulación (o de crecimiento) y de la tasa de beneficios (dados los
supuestos kaleckianos de inversión de todos los beneficios y de consumo de
todos los salarios). En el resultado de von Neumann, la máxima tasa de cre-
cimiento es igual a la tasa de beneficios; en el postkeynesiano, ellas son iguales
como resultado del crecimiento en equilibrio ahorro = inversión dada la rela-
ción de Harrod que traduce la tasa de ahorro en la de crecimiento para una
relación capital/producto dada; y en la reciente revisita de Piketty, un exceso
de la tasa de beneficios sobre la de crecimiento refleja una concentración del
ingreso que pone en peligro la dinámica del sistema, así como en Kalecki y
en Lonergan mayor equidad posibilita mayor crecimiento12.
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2. Falla de coordinación y su compensación
Que el planeta enfrenta un colapso ecológico es, como lo ilustra el Stern Review
y An inconvenient truth, de Albert Arnold Gore, indiscutible13. Esto refleja una
falla de coordinación típica de la economía de mercado. Un solo aspecto del
cambio climático, el deshielo de glaciares en los polos, generará un colapso
ecológico (incluyendo la inundación de las zonas costeras y el derrumbe de
sistemas como la corriente del golfo que protege Europa occidental de un
clima siberiano) que generarán tensiones sin precedentes14.
13. Salvo claro para ideologías marcadas por una extrema irracionalidad como la de la derecha republicana americana que increíblemente, ante
la apabullante evidencia científica acerca del calentamiento global y su ser resultado de la actividad humana, siguen intentando tapar el sol con
las manos (además con las emisiones de carbón que se niegan a moderar).
14. Como migraciones masivas que harán ver las actuales presiones en el sur de Europa y de usa como insignificantes. Y este Julio de 2015 ha
sido registrado como el mes más caliente de toda la historia de estadísticas.
15. En su famoso artículo “The Tragedy of the Commons” Hardin (1968) ligó el acceso irrestricto al recurso comunitario con ésta como
resultado de que su costo para el agente individual puede ser una fracción remota del que le impone a la comunidad.
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Una de las características de los mercados, la cual hace que su falla sea aún
más severa en cuestiones inter-generacionales, es su miopía que hace que
costos y beneficios en el futuro remoto sean descontados severamente16. La
noción de capital natural que valúa económicamente la variedad de activos
provistos por la naturaleza, junto con la de sostenibilidad, desarrollan estas
cuestiones (de equidad intergeneracional) en la discusión entre sostenibi-
lidad débil (que considera que el capital natural y otras formas como el
humano son sustitutos) y fuerte (que considera que son complementarios),
de manera que mientras que en la primera posición lo que cuenta es dejar a
las nuevas generaciones una disponibilidad de las varias formas de capital,
en la segunda el natural es privilegiado como necesario para su sobreviven-
cia y bienestar.
16. Intuitivamente, para el lector no informado, esta es la práctica de traer el presente multiplicando por el inverso de (1+r), r la tasa de des-
cuento, elevado a la t el número de años hacia adelante, que implica que el descuento (la pérdida de valor por tratarse de un bien no ahora sino
entonces) crece con r y con t. Aparece así q una mayor preocupación por la equidad intergeneracional implica reducir r. Es interesante que el
matemático filósofo de Cambridge F Ramsey quien ideara en 1928 el modelo prototípico de ahorro óptimo (maximización del consumo sobre
generaciones), consideraba insostenible moralmente descontar el futuro.
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enforzamiento17. Que los problemas de gobernanza son monumentales y que
ellos se complican al nivel global es ilustrado por las dificultades para avanzar
en la secuencia Rio-Kioto-Cancún-París18.
17. “Considerando unos pocos efectos externos, se entiende por qué surgen nuevas necesidades de coordinación para las cuales no existen las
instituciones de gobernanza y acción colectiva adecuadas, a pesar de los esfuerzos por fortalecer el sistema de la onu: ni el terrorismo, ni una
pandemia infecciosa, ni las crisis financieras, ni el calentamiento/oscurecimiento global por emisiones de gases son enfrentables a nivel nacional,
ya que constituyen procesos que generan externalidades negativas de manera que, aunque surjan de forma localizada, sus efectos se esparcen
por toda la economía global. Los ritmos de agotamiento de los recursos naturales y de contaminación de un patrón de crecimiento voraz y
depredador como el de la economía americana atentan no solo en contra de la sostenibilidad del crecimiento sino también contra la equidad,
por doble concepto: transversalmente imponen externalidades por vías como el calentamiento global; en el tiempo impone ingentes costos a
generaciones futuras cuyos intereses son descontados severamente por la miopía del mercado”. Chica 2006
18. Un ambiente sano es un bien público, así como la naturaleza holística de los daños ambientales alcanza su dimensión global en fenómenos
como la disminución de la capa de ozono, el efecto invernadero, la radiactividad a largo plazo generados por los residuos nucleares o la reducción
de la biodiversidad, cuyo impacto, en términos espaciales o temporales, nunca ha existido antes ni en la relación del hombre con la naturaleza
ni en materia de responsabilidad social.
19. Chica, R. (2012) ‘Crecimiento e inclusión: el fracaso de las naciones’ Portafolio, Agosto-16. www.portafolio.co
Chica, R. (2013) ‘La tercera vía socialdemócrata: entre el neoliberalismo y el populismo’ Razón Pública. www.razonpublica.com
Chica, R. (2014) ‘Vieja Europa vs. nueva Europa’ Portafolio, Abril-23. www.portafolio.co
Chica, R. (2014) ‘¿Es la Tercera Vía de Santos socialdemócrata?’ Portafolio, Julio - 17. www.portafolio.co
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Tabla 2 NL Populismo 3ra vía AISD
Inclusión en Crecimiento
Crecimiento > Inclusión:
Inclusión > Crecimiento: en sí mismo mediante la
Crecimiento-
Trickledown o compen-
Inclusión
Control democrático de
Mercados > Política. Política > Mercados.
mercados.
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1) La compensación institucional de la fm y la aisd
En la sección anterior se consideró la contradicción del modelo de aisd
con el nl que da el estatus dominante al mercado, y que a nivel global se ha
convertido en la ideología hegemónica del consumismo, y la panmarketizacion
(pancommoditizacion) universal. Ahora, no es posible considerar los argumentos
sobre la sólida base económica que tiene el primero, y sus implicaciones en
términos de estrategias y de políticas.
20. Chica, R. (2005) ‘Condenados al neoliberalismo por la globalización?’ Portafolio, Diciembre-2. www.portafolio.co
Chica, R (2006) Latinoamérica frente a la globalización: Una estrategia Alternativa de Desarrollo. Universidad Autónoma de Manizales.
Chica, R. (2008) ‘Globalización y desarrollo’ Portafolio, Agosto-12. www.portafolio.co
21. Chica, R (2007) Elementos de Política de desarrollo productivo. Colciencias-Universidad Autónoma de Manizales
Chica, R. (2010) ‘Potato chips and Computer chips’ Portafolio, Diciembre - 23. www.portafolio.co
Chica, R. (2013) ‘Política industrial: para compensar las fallas del mercado en plena globalización’ Razón Publica, Marzo-25.
www.razonpublica.com
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van Linde mostrando cómo la innovación22 puede hacer posibles avances en
competitividad reduciendo los costos de deterioro ambiental de la actividad
industrial23. La innovación en materia de tecnologías verdes, como las fuentes
de energía diferentes al carbón, es solo unos de los aspectos de la forma
como se puede hacer el crecimiento y la protección del medio ambiente
complementos en vez de sustitutos.
23. Este ha sido el argumento que Porter ha esgrimido en el debate sobre el fracking en el sentido de que los avances en esta tecnología han
permitido reducir su impacto ambiental. Esta tecnología es sin embargo el ejemplo perfecto de deterioro ambiental en dos sentidos: su
implementación ha resumido el conflicto entre los intereses de las grandes compañías petroleras (con su poderoso lobbying frente al gobierno
americano) y las comunidades afectadas (en sus recursos acuíferos y en la estabilidad y valor de sus propiedades); y ha traído consigo una caída
en los costos del transporte que prolonga la inconciencia sobre los verdaderos costos del transporte a gasolina (al debilitar el mecanismo de
precios en esta dirección de hacer más costosa la decisión en el margen sobre usar o no el auto).
25. Según la Food and Agriculture Organization of the United Nations (fao) la industria de la carne contribuye con casi ¼ de co2 equivalent greenhouse
gases en razón del efecto más fuerte del metano...Disponible en: www.fao.org
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3. ¿Cuánto avanza Laudato si’?
La Encíclica constituye un avance fundamental en varias direcciones: en asu-
mir y destacar la ciencia del cambio climático; en desarrollar el Pensamiento
Social Católico (psc) en la dirección de la crítica a un modo de desarrollo
y un paradigma tecno-económico26 con desbalances insostenibles tanto en
lo social como en lo ambiental; y en desarrollar una teología espiritual de
la creación que pone en el centro las nociones de Original Blessing27 y Cristo
cósmico. Asume la función profética de la Iglesia de dar voz a los que no
tienen voz28, agregando entre ellos a las futuras generaciones junto con los
pobres de la actual. Y lo hace sobre la base de la ciencia de problemas como
el calentamiento global.
26. Un argumento contra la deificación del mercado, que tiene su antecedente en el análisis de Marx sobre el Fetichismo de la mercancía, análisis
de enorme actualidad con la mercatizacion comoditizacion extendidas con la globalización.
28. Como lo formulo Boenheffer (el teólogo luterano ejecutado por su oposición a Hitler) en su defensa de los judíos en la Alemania nazi.
29. Solow, R. (2000). ‘Sustainability: An Economist’s Perspective’ In Economics of the Environment: Selected Readings. Ed by. Stavins, R. New
York: Norton & Company, Inc. 131-138.
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humano en los dos últimos siglos. ¿Cómo desconocer la contribución de la cyt
en las áreas de la salud, de la información y las comunicaciones, del transporte,
no solo al bienestar humano en general, sino en particular al de los pobres?
En tercer lugar, Francisco borra con el codo lo que escribe con la mano
al sostener la posición de Humanae Vitae (hv), lo cual refleja una abismal
incomprensión de los problemas de las mujeres y de los pobres32, en particular, de
las mujeres pobres. Como ahora no es posible adelantar una crítica de hv,
basta con señalar que, si bien es cierto que es el crecimiento del consumo
afluente (intensivo en energía y recursos naturales) lo que afecta más el
medio ambiente, el impacto sobre éste del crecimiento poblacional es
innegable en general; como también lo es el nexo entre ese crecimiento,
en particular en zonas donde no ha tenido lugar la transición demográfica
(donde se concentra la pobreza o carencia de capacidades), y el circulo
vicioso pobreza-deterioro ambiental. Similarmente, la implementación de
programas que aceleren esa transición es una medida sencilla y rápida frente
a la complejidad, dificultad y demora de medidas para modificar la distribu-
ción del ingreso y los patrones de consumo en forma de facilitar el flujo de
alimentos a esas zonas.
31. Desde luego, como todo mecanismo de mercado, este tiene sus limitaciones, unas ligadas al hecho que como tal requiere de una serie de
condiciones para su funcionamiento eficiente y equitativo, y otras al que es necesario complementarlo, especialmente en situaciones de ausencia
de esas condiciones, con esquemas de acción colectiva. Como en otros situaciones en que se requiere esta acción, la solución de mercado puede,
en razón de que no se dan las condiciones de capacidades e instituciones, o ser imposible, o no ser suficiente, o no ser la más adecuada pero
eso no quiere decir que dándose las condiciones para el funcionamiento del mercado (y habiendo las capacidades y las instituciones) la solución
basada en sus incentivos deba ser rechazada porque tiene limitaciones
32. Chica, R. (2013) ‘Humanae Vitae, las favelas de Rio y el sínodo de obispos’. Revista Javeriana No. 800, Noviembre - Diciembre.
Chica, R. (2014) ‘Perspectivas alternativas. Dos modelos para Francisco: Juan XXIII y Juan Pablo II, santos. Revista Javeriana N 803, Abril.
“The interrelationships between overpopulation, poverty and lack of capacities to overcome it (education) reflect the domestic drama of
hundreds of millions of families (and breadwinners women) crushed by poverty worsened by oversized families. Upholding HV’s teaching and
prohibition of contraception reflects a total insensitivity to the problems of poor women who are the main victims of this prioritizing universal
abstract principles over the problems and needs of the poor. One could say that economic development (capacities, opportunities, education)
will set them free from those principles (as it has been the case in most advanced societies) but sadly oversized familes is one of the main factors
that keep these families in the marginal third world caught in a poverty trap. The geography of overpopulation coincides with the geography
of poverty”. Chica en: Catholic Scholars’ report on HV: What is the state of the question now – fifty years after the ‘majority report rejected
by pope Paul VI? Following the Statement on Marriage and the Family.
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Para terminar con una consideración acerca de una contribución de ls en
otra área diferente al crecimiento económico, pero que refleja una apertura
que contrasta con la de sus predecesores, es significativo que Francisco cite
referencias a Teillhard de Chardin cuando basa el respeto por los dones de
Dios en la creación en la teología espiritual de ésta (el Cristo cósmico): El
destino final del universo está en la plenitud de Dios, que ha sido alcanzada por Cristo
resucitado (…) todas las creaturas se están moviendo hacia adelante con nosotros hacia un
destino común, Dios, en esa plenitud trascendente en la cual Cristo resucitado abarca e ilu-
mina todas las cosas (ls). Si la solidaridad con los pobres y con las generaciones
futuras no es suficiente motivación, en la invitación de Francisco a todos33, ls
ofrece el creyente la perspectiva sacramental de la creación (característica de
la Ortodoxia oriental); en palabras de Teillhard: en virtud de la creación y, todavía
más, de la encarnación, nada acá abajo es profano para aquellos que saben cómo ver. Al
contrario, todo es sacro. Una visión que extendida a la obra del hombre median-
te la tecnología y el trabajo señala una forma de ejercer estos en la forma
agradecida que haría al crecimiento complementario y no sustitutivo con los
recursos de la creación .RJ
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La arquitectónica1 de la
Encíclica Laudato si’
Alberto Parra, s.j.*
2. Francisco, Carta Encíclica Laudato Si’, Roma: Tipografía Vaticana 2015, n° 15, p. 14
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mismo su recurso al Evangelio que su recurso a las tesis científicas y sociales?
¿Debemos tomar como doctrina de la Iglesia y del Papa tanto lo uno como
lo otro? Leer el Evangelio a la luz de la situación planteada ¿no distorsiona
tanto el Evangelio como la situación? ¿No debemos dejar que el Evangelio
sea tal y las tesis ecológicas y sociales sean tesis discutidas por cada disciplina?
5. Parra Alberto, Violencia Total y Paz Real: Indagaciones Teológicas, Bogotá: Javegraf 2010, pp 159-160
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trata de comprender aquí y ahora el sentido de los textos de la gran tradición
bíblica y cristiana; 2) el paso de los usuales métodos y mediaciones filosóficas
a los métodos y mediaciones propias de las ciencias sociales analíticas, cuando
se trata de la comprensión de la compleja realidad humana y social; 3) el pri-
mado de la praxis de cambio, de liberación y de transformación de la miseria
inaceptable de la realidad, por diferencia y por contraste con formas teológicas
usuales que pudieron ser elaboradas desde la teoría propia o ajena, distante y
divorciada de todo compromiso político y social, con lo cual el proceso de
comprensión prescinde de la realidad real tanto en el punto de partida como
en el de llegada.
En fin, la lógica del preguntar de los contextos y del responder de los textos
no puede tener finalidad distinta al encaminarse de los sujetos históricos por
los derroteros de sentido de vida y de acción interrogados desde los contex-
tos y respondidos desde los textos. Se trata, entonces, del lugar pretextual, pues
aquello que, en definitiva, muestran los textos y anhelan los contextos es un
ser humano y un mundo posible diferente, en una historia menos injusta y
menos cruel, en especial con las víctimas, los derrotados y los pobres.
Debe quedar claro siempre que los lugares contextual, textual y pretextual no
se ordenan de modo paralelo ni yuxtapuesto ni tampoco en la tangencialidad
de un punto en un segmento dado. Se ordenan y operan a la manera de un
círculo hermenéutico de la comprensión del sentido del existir y a la manera
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del preguntar y del responder. Así, la pregunta contextual determina y condi-
ciona la respuesta, la respuesta sigue la orientación de la pregunta, y pregunta
y respuesta se orientan, más allá de ellas mismas, hacia un ser humano y
hacia un mundo por construir. Los lugares teológicos contextuales, textuales
y pretextuales se muestran, pues, pro-vocativos y cargados de esperanza y de
sentido para el tortuoso camino del existir.
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casa común: “Por qué introducir en este documento, dirigido a todas las personas de
buena voluntad, un capítulo referido a convicciones creyentes? No ignoro que en el campo
de la política y del pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la
consideran irrelevante, hasta el punto de relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que
las religiones puedan ofrecer para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la
humanidad. Otras veces se supone que constituyen una subcultura que simplemente debe ser
tolerada. Sin embargo, la ciencia y la religión, que aportan diferentes aproximaciones a la
realidad, pueden entrar en un diálogo intenso y productivo para ambas ”8.
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desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío
cultural, espiritual y educativo que supondrá grandes procesos de regeneración”12.
Entender y comprender
Hemos dicho con Kasper que el Papa Francisco viene significando para la
Iglesia y para la sociedad global no sólo la revolución de la ternura y el amor,
sino también sus raíces teológicas y perspectivas pastorales. Todo el accionar de
Francisco da razón a lo primero. Su Encíclica Laudato si’ da razón a lo segundo.
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De un antropocentrismo
despótico a una ecología integral:
algunos comentarios en torno a la
Encíclica “Laudato si’ ”, del Papa Francisco
Diego Antonio Pineda Rivera*
E
l pasado 18 de junio de 2015 (aunque la fecha oficial de su promul-
gación fue el 24 de mayo de 2015, Solemnidad de Pentecostés) fue
presentada en el Vaticano la segunda Encíclica del Papa Francisco,
Laudato si’, que retoma en su título el hermoso estribillo del “Cántico
de las criaturas” de San Francisco de Asís. Como en toda encíclica,
el subtítulo es tan revelador, o incluso más, que el propio título: “Sobre el
cuidado de la casa común”.
Podría uno decir que es la primera vez que un Papa se ocupa de uno de los
problemas contemporáneos que más nos preocupan: el de la crisis ecológica.
Aunque ello fuera cierto, es con todo insuficiente1. Es cierto que el Papa
Francisco nos ofrece una interesante descripción de los problemas ambienta-
les, pero también lo es que lo hace desde una perspectiva que, siendo de algún
modo técnica (pues muestra un significativo conocimiento de los problemas
que afectan a los elementos básicos que hacen posible nuestra vida en la
Tierra: el suelo, el agua, el aire, los otros seres vivos, etc.), es mucho más que
un análisis pormenorizado de un conjunto de problemas que nos afectan. Es,
sobre todo, un intento por aportar sentido, desde la tradición bíblica y desde
el Magisterio de la Iglesia, al hecho de que compartimos una casa común
con otras especies animales y vegetales; y la opción ética de que nuestro trato
* Licenciado en Filosofía, Magister en Filosofía, Magister en Educación y Doctor en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana. Profesor
Titular y Decano de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana.
1. No es cierto, desde luego, que sea la primera vez que un Papa se pronuncia sobre temas ecológicos. Ya lo habían hecho antes otros, desde
Pablo vi, como lo reconoce el propio Papa Francisco en los párrafos 4-6 de la encíclica. Sí es, desde luego, la primera vez que un Papa hace
del cuidado de la naturaleza, nuestra “casa común”, el tema mismo de una de sus encíclicas.
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con la naturaleza que habitamos debe estar, como el trato con las personas,
centrado en el cuidado –es decir, en la conservación, el trato respetuoso, la
comunión y el uso responsable– de un universo creado por Dios del que
nosotros, creados a su imagen y semejanza, participamos, somos parte nece-
sariamente. Sobre este punto de vista, el central en todo el escrito papal, son
muy explícitos los dos primeros párrafos de la encíclica, tan reveladores que
es imposible resistirse a la tentación de citarlos completos:
Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso
irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.
Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y domina-
dores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón
humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas
de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y
en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados
y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y
sufre dolores de parto” (Rm. 8,22). Olvidamos que nosotros mismos
somos tierra (cf. Gn. 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por
los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua
nos vivifica y restaura (Laudato si’, 1 y 2)2.
Para entender el hondo significado del hecho de que un Papa dedique una
Encíclica a los problemas que aquejan a nuestra casa común, tal vez sea
necesario empezar por recordar lo que es una encíclica. La palabra Encíclica
tiene su origen en el vocablo griego εγκυκλιος que se refiere a algo que
circula o que se encuentra “en circulación” (a la manera de las circulares que
se envían en una institución educativa para comunicar algo que piensa o ha
decidido, por ejemplo, su Rector). Una encíclica es, entonces, en su sentido
más general, una carta que circula, que está en circulación y, sobre todo, que fue
escrita para que circule. En la Iglesia Católica, como bien lo señala el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua, el término tiene un significado más preciso,
el de “carta solemne que dirige el Sumo Pontífice a todos los obispos y fieles
2. En adelante me referiré a la encíclica Laudato si’ simplemente como ls, seguido del número del párrafo o parágrafo. Utilizo la versión elec-
trónica de la encíclica disponible en:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
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del orbe católico”3. Y eso han sido, por cierto, casi todas las encíclicas de los
Papas: mensajes dirigidos a todo el mundo católico sobre algún asunto (la paz
mundial, la defensa de la vida, el trabajo, etc.) de especial interés para la Iglesia
como institución y para los fieles católicos.
El sentido y estilo de una carta, y ello son las encíclicas, está, sin duda,
marcado por aquellos destinatarios a los que se dirige. En ello el Papa
Francisco quiere ser muy explícito, pues –retomando una tradición ya
inaugurada por Juan xxiii hace más de cincuenta años con Pacem in terris,
en la que se dirigía, además de los católicos, a “todos los hombres de buena
voluntad”– dirige su encíclica a “cada persona que habita este planeta”,
con quienes espera, además, “entrar en diálogo […] acerca de nuestra casa
común” (Cfr. ls, 3).
Esta no es, sin embargo, su novedad mayor, sino el hecho de que, en sus casi
250 parágrafos, entra en diálogo con personas provenientes de diversas con-
fesiones religiosas, tradiciones culturales y momentos históricos, como San
Francisco de Asís, el Patriarca Ecuménico Bartolomé, los obispos de África,
los Estados Unidos, Filipinas y América Latina, el escritor católico Romano
Guardini o el filósofo y teólogo protestante Paul Ricoeur. La Encíclica es, en
este sentido, una muestra interesante del espíritu ecuménico y tolerante del
Papa4, que entiende la importancia del diálogo interreligioso e intercultural y
que está dispuesto a aprender de aquellos con quienes pueda tener diferencias
doctrinales o de apreciación y valoración de los problemas que afronta. Aquí,
como en otros casos, es explícito el Papa Francisco: “Estos aportes de los
Papas recogen la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y
organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre
estas cuestiones. Pero no podemos ignorar que, también fuera de la Iglesia
Católica, otras Iglesias y comunidades cristianas –como también otras religio-
nes– han desarrollado una amplia preocupación y una valiosa reflexión sobre
estos temas que nos preocupan a todos” (ls, 7).
Laudato si’ cumple a cabalidad con todas las exigencias básicas de una encí-
clica papal, pues nos ofrece una doctrina unificada sobre un tema de especial
relevancia para el mundo contemporáneo basada en un cuidadoso y bien
ilustrado análisis de los problemas ecológicos, la exposición de unos princi-
pios teóricos bien fundamentados que dan solidez a la exposición y, sobre
todo, una reflexión teológica basada en la Biblia y la tradición de la Iglesia que
3. real academia española: Diccionario de la lengua española, Vigésima Segunda Edición, Madrid, Espasa-Calpe, 2001.
4. Ya desde su época como Arzobispo de Buenos Aires, el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio dio muestras de un diálogo muy activo
con otras confesiones religiosas y mantuvo una relación muy cercana con líderes de otras iglesias, especialmente con los pastores evangélicos,
relación y diálogo que ha mantenido como Obispo de Roma. Sobre este asunto profundiza, en los capítulos 6 y 7, el historiador británico
Austen Ivereigh en su muy interesante libro El gran reformador. Francisco, retrato de un Papa radical (Buenos Aires, Ediciones B, 2015).
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resulta inspiradora no sólo para los católicos sino para todos aquellos que se
muestren sensibles a sus enseñanzas. En tal sentido, se encuentra a la altura de
las grandes encíclicas sobre temas sociales, como Rerum novarum, de León xiii,
Quadragesimo Anno, de Pío xi, Pacem in terris, de Juan xxiii, Populorum Progressio,
de Pablo vi, o Laborem Exercens, de Juan Pablo ii. Ofrece, sin embargo, nove-
dades sustanciales, con respecto a las encíclicas de Papas precedentes por el
tema del que se ocupa, por el estilo en que está escrita y, sobre todo, por las
perspectivas sociales, filosóficas y teológicas que abre.
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variedad de insectos vivían en el bosque y estaban ocupados con
todo tipo de tareas […]. Los pájaros volaban por el aire, sus plumas
brillantes y sus diferentes cantos añadían color y melodía al verde de
los bosques [...]. Dios quiso esta tierra para nosotros, sus criaturas
especiales, pero no para que pudiéramos destruirla y convertirla en
un páramo [...]. Después de una sola noche de lluvia, mira hacia los
ríos de marrón chocolate de tu localidad y recuerda que se llevan la
sangre viva de la tierra hacia el mar [...]. ¿Cómo van a poder nadar
los peces en alcantarillas como el río Pasig y tantos otros ríos que
hemos contaminado? ¿Quién ha convertido el maravilloso mundo
marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?”
(Evangelii Gaudium, 215)5.
Hay también en Laudato si’ hay una novedad de estilo que no quisiera dejar
pasar por alto. Se trata de uno de esos textos que fácilmente se leen “de corri-
do”, no sólo porque no es un texto muy largo (tampoco es muy corto: casi
250 parágrafos), sino porque su lectura nos atrapa. Entre otras cosas, porque
no siente uno en ningún momento que está leyendo un documento de carác-
ter fundamentalmente doctrinal, como en cierto modo es una encíclica, sino
una reflexión personal que es fruto de una meditación prolongada y de un
estudio minucioso. Se trata de un texto que es a la vez sencillo y profundo.
En ello resulta diferente de otras encíclicas, escritas en un lenguaje teológico
complejo y un tono retórico y grandilocuente; aquí no hay, por ejemplo, nada
del “Nos” solemne que utilizaban otros Papas, ni la insistencia una y otra vez
en el legítimo magisterio de la Iglesia. Hay, en cambio, una voluntad de diálo-
go con otras culturas y otras tradiciones religiosas y, sobre todo, un llamado
a un desarrollo integral y sostenible y una invitación a la esperanza en medio
del caos (Cfr. ls, 13 y 14).
3. Cfr. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, del Santo Padre Francisco a los Obispos, a los Presbíteros y diáconos; a las personas con-
sagradas y a los fieles laicos sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. Disponible en: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/
apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html. El subrayado del pasaje es del autor del
presente artículo. Lo hace para destacar que, como lo señala Austen Ivereigh en su libro ya citado sobre el Papa Francisco (p. 289), en enero
de 2014, esta frase se grabó en una placa, que se puso en el Biopark de Roma junto a una imagen del Papa en la Plaza de San Pedro con un
loro entre las manos abiertas.
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mismo tiempo que leía también el excelente libro de Austen Ivereigh sobre
el Papa Francisco, y tuve la sensación de que era un mismo personaje el que
me describía el libro y el que yo mismo descubría a través de sus palabras6.
Pero hay también en la encíclica del Papa Francisco algunas, y muy importan-
tes, novedades que quisiera destacar a continuación. Me referiré a cuatro en
particular, entre muchas otras, que suscitaron especialmente mi entusiasmo y
reflexión a medida que leía el texto: (1) la superación del antropocentrismo y
la búsqueda de una ecología integral; (2) el reconocimiento de la espiritualidad
de la materia, en oposición tanto al dualismo como al consumismo; (3) la
inauguración de un discurso ecológico basado en la tradición viva de la Igle-
sia, más que en la proclamación de “derechos”; y (4) su espíritu ecuménico
y multicultural.
No puedo, desde luego, entrar en el detalle de todos los asuntos que son
tratados en estos capítulos. Tampoco, además, es la intención de este artículo
la de sustituir la lectura personal y reflexiva que cada uno puede hacer del
texto papal. Quiero sólo destacar aquí un asunto fundamental: el del cambio
de paradigma a que se nos invita en orden a pensar la relación que los hom-
bres tenemos con la naturaleza. Según el Papa, a la base de la crisis ecológica
se encuentra un paradigma de dominio: la idea de que al hombre corresponde
“dominar” la naturaleza, como si a ésta se le debiera entender a la manera
de un enemigo que se nos opone o nos asalta. Si bien es cierto que hay fuer-
6. No hay duda que las encíclicas son en buena parte obras colectivas y que sería difícil afirmar que un Papa escribió cada párrafo de uno de estos
textos. Por otra parte, la pretensión del Papa no es la de pasar por un gran científico (en esto, como en otras cosas, seguramente consultará a
muchas personas y recibirá aportes de todo tipo). Lo que quiero destacar, sin embargo, es que, si se compara el texto de la encíclica con escritos
previos del Papa, como algunos de los citados por Ivereigh, hay pasajes en donde se pueden encontrar no sólo coincidencias, sino frases y formas
de expresión que ya eran muy propias del Cardenal Bergoglio.
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zas naturales que siempre hemos experimentado como más poderosas que
nosotros mismos y que no nos resulta fácil someter a control (pensemos, por
ejemplo, en las fuerzas que se desatan en las tragedias naturales, como los
terremotos o los tsunamis), no se sigue de allí que el hombre deba percibir
a la naturaleza como su enemiga o que su tarea sea someterla a su dominio
o ponerla a su servicio; y muchos menos que la veamos como una especie
de depósito de materiales o de despensa de alimentos que debemos expoliar
tanto y tan pronto como nos sea posible. Este paradigma de dominio es fruto
de una visión del mundo antropocéntrica propia del mundo y el pensamiento
modernos; y dicho antropocentrismo es fruto de la ruptura entre el Creador,
la creación y las criaturas que nos relata el libro del Génesis. Así lo interpreta
el Papa Francisco:
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jardín del mundo (cf. Gn. 2,15). Mientras “labrar” significa cultivar,
arar o trabajar, “cuidar” significa proteger, custodiar, preservar, guar-
dar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable
entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar
de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero
también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de
su fertilidad para las generaciones futuras.
De esta manera, el Papa Francisco nos invita en primer lugar, basado en los
textos bíblicos y en la doctrina oficial de la Iglesia, a superar eso que llama
“un antropocentrismo despótico” que es indiferente al destino de las diver-
sas criaturas y que sólo valora la tierra y sus diversos frutos por su valor de
cambio. En contraposición a ello, nos invita a la búsqueda de una ecología
integral en la cual todas las criaturas están en estrecha relación y deben ser
objeto de cuidado por parte del hombre; ecología integral que encuentra su
base en una noción de la creación divina que, además de ser perfectamente
compatible con las preocupaciones ecológicas actuales, implica un compro-
miso ineludible con la búsqueda de la justicia social.
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En esta manera de entender la creación se hace posible reconocer lo que,
parafraseando a Teilhard de Chardin en su bellísimo “Himno a la materia”,
podríamos llamar la “espiritualidad de la materia”. Se trata ante todo de
comprender que materia y espíritu no son dos principios opuestos o contra-
dictorios entre sí, sino que, por una parte, la realización de toda vida espiritual
requiere de un soporte material; y, por la otra, toda realización material es una
expresión del Espíritu. Esto es algo, por cierto, que está en la entraña misma
de la tradición judeo-cristiana, donde la creación de un universo material es
la expresión del amor divino y donde los creyentes alaban a Dios, entre otras
cosas, porque les ha proveído –a través de las montañas y los ríos, el aire y
el agua, las especies vegetales y animales– de condiciones para su existencia
física. El Papa Francisco es capaz de decir esto en un lenguaje y estilo propios,
muy semejantes a los que usaba años atrás en las barriadas de Buenos Aires:
En segundo término, rompe con todas las visiones dualistas que oponen
y dividen materia y espíritu, con todas las indeseables consecuencias que
ello ha tenido en la historia de la humanidad. Nada de concebir el universo
como el escenario de una lucha entre el Bien y el Mal, encarnados en figuras
particulares de acuerdo con los intereses de turno. Nada de condenas por
el disfrute gozoso de los bienes materiales o de exaltación a ultranza de “lo
espiritual” en contraposición a las condiciones materiales que hacen posible
la realización de toda obra humana. Respeto, eso sí –y, sobre todo, cuidado–,
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para hacer un uso de los bienes que nos proporciona la creación que respete
los ciclos naturales y garantice el disfrute de esos mismos bienes para gene-
raciones futuras.
En tercer lugar –y este es tal vez uno de los puntos en que el mensaje del Papa
se hace más insistente–, una crítica al consumismo desbordado de la sociedad
contemporánea. Es innegable que la causa última de la crisis ecológica está
en la demanda irracional y desbordada de bienes y materiales propia de la
sociedad en que vivimos. Detrás de cada desastre ambiental (la desaparición
de un bosque, la extinción de una especie animal, la escasez de un recurso
vital como el agua o el aire) hay un afán de alguien por incrementar, más allá
de ciertos límites naturales, su afán desmedido de producción y de consumo.
Ya en el parágrafo 22 de la encíclica que venimos comentando, el Papa Fran-
cisco había hecho una fuerte crítica de la “cultura del descarte” que lleva a que
muchas cosas rápidamente se conviertan en basura, e incluso ponía ejemplos
específicos, como el del desperdicio de papel y la poca disposición para el
reciclaje. Este asunto del consumismo es un tema sobre el que el Papa Fran-
cisco vuelve una y otra vez a lo largo de su escrito, pero que aquí no podre-
mos analizar en detalle. Baste con señalar que, cuando –en el último capítulo
de la encíclica– empieza a elaborar algunos lineamientos para una educación
y una espiritualidad ecológicas, hace un llamado a “apostar por otro estilo de
vida”, menos centrado en el consumismo obsesivo y más claramente orien-
tado hacia los fines de la autorrealización humana, y no tanto hacia la simple
producción de medios de satisfacción7. Veamos lo que allí nos dice:
7. Parece oírse en el pasaje del Papa Francisco que cito a continuación un interesante eco de la caracterización que de nuestra época hiciera el
filósofo y teólogo francés Paul Ricoeur cuando dijo que la nuestra es “una era de abundancia de medios, pero de carencia de fines”.
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La inauguración de un discurso ecológico basado
en la tradición viva de la Iglesia, más que en la
proclamación de derechos
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integral, vivida con alegría y autenticidad” (ls, 10): San Francisco de Asís. Más
que unos principios rígidos o unos derechos incontestables, el Papa recurre a
un modelo que resulta motivador para todos, como le ha resultado inspirador
a él mismo desde siempre y con especial fuerza al escoger su nombre al ser
nombrado Papa. De San Francisco nos dice el Papa: “Es el santo patrono de
todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por
muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la
creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado
por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un
peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios,
con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué
punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los
pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (ls, 10). Los pasajes
que dedica a San Francisco de Asís (10-12) y aquellos en que da cuenta del
carácter de su llamado al cuidado de nuestra casa común (13-16) son tal vez
los más reveladores del espíritu en el que fue escrita la Encíclica.
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El espíritu ecuménico y multicultural
Aunque este es un asunto al que ya me referí preliminarmente, al comienzo
de este artículo, no quisiera dejar de subrayar el espíritu ecuménico y multi-
cultural de la encíclica Laudato si’.
Aunque, como todas las encíclicas papales comienza por recordar el magiste-
rio de los Papas precedentes, nos recuerda el ejemplo de los santos católicos
(en este caso, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Lisieux y San Juan de
la Cruz) y concluye con una invocación a la Virgen María y una oración por
la tierra y la creación; en esta ocasión son múltiples las voces de todo tipo de
las que el Papa se deja interpelar: no sólo las enseñanzas de otros Papas, sino
las voces de las conferencias episcopales de muy diversas partes del mundo, o
declaraciones de los estadistas (como la “Declaración de Rio sobre el medio
ambiente y el desarrollo”), sin dejar de lado lo que se puede aprender de otras
culturas y otras tradiciones religiosas.
Tal vez lo que valga la pena subrayar por encima de todo sea este hecho
fundamental: que el Papa aproveche la autoridad moral y espiritual que le
confiere su condición de Sumo Pontífice no para imponer una doctrina
única sobre un asunto fundamental (y, con ello, condenar todo lo que le sea
contrario), sino para abrir un diálogo con todos (creyentes de distintas confe-
siones, e incluso no creyentes) sobre algo que a todos nos afecta: el cuidado
de nuestra casa común. Para dirigirse a todos, y para dialogar con todos los
hombres de buena voluntad, no es preciso deshacerse de sus propias creen-
cias, y mucho menos renunciar a su condición de líder de la Iglesia Católica,
sino simplemente ser capaz de reconocer que, para comprender con hondura
los problemas contemporáneos, es necesaria una perspectiva multicultural e
interreligiosa en la cual diversas aproximaciones a la realidad, como las que
expresan la ciencia, la religión y la filosofía pueden desarrollar un diálogo
inteligente y productivo.
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giosa con su propio lenguaje. Además, la Iglesia Católica está abierta
al diálogo con el pensamiento filosófico, y eso le permite producir
diversas síntesis entre la fe y la razón. […].
Por otra parte, si bien esta encíclica se abre a un diálogo con todos,
para buscar juntos caminos de liberación, quiero mostrar desde el
comienzo cómo las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en
parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado
de la naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles. Si el solo
hecho de ser humanos mueve a las personas a cuidar el ambiente del
cual forman parte, “los cristianos, en particular, descubren que su
cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la natura-
leza y el Creador, forman parte de su fe”. Por eso, es un bien para la
humanidad y para el mundo que los creyentes reconozcamos mejor
los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones (ls,
63-64).
Tal vez en esto último esté el mayor valor de esta encíclica: en que sea el
punto de partida para un diálogo abierto entre todos –independientemente
de la cultura o religión a la que pertenezcamos– en torno al futuro de nuestro
planeta, de esa casa común que todos habitamos, en orden a ofrecer a las
nuevas generaciones un universo más armónico y una relación con la natu-
raleza que nos resulte más sana y más enriquecedora que la que hasta ahora
hemos tenido .RJ
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Un texto red
Comunicación, cultura y tecnologías en la
Encíclica Laudato si’ del Papa Francisco
Germán Rey*
C
uando un texto se construye como una red, su comprensión se torna
un ejercicio de interacciones rico y complejo. Esta idea la leí hace
años en “El Placer del texto”, de Roland Barthes1, refiriéndose a la
hifología: “Texto quiere decir tejido –escribió–, pero si hasta aquí se
ha tomado este tejido como un producto, un velo detrás del cual se
encuentra más o menos oculto el sentido (la verdad), nosotros acentuamos
ahora la idea generativa de que el texto se hace, se trabaja a través de un entre-
lazado perpetuo; perdido en ese tejido –esa textura– el sujeto se deshace en él
como una araña que se disuelve en las segregaciones constructivas de su tela.
Si amásemos los neologismos podríamos definir la teoría del texto como una
hifología (hifos: es el tejido y la tela de araña)”
1. Roland Barthes, El placer del texto, México: Siglo XXI Editores, séptima edición, 1993.
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De esta manera la Encíclica, más que pensamiento particular sobre los pro-
blemas medioambientales, es una gran oportunidad por revelar en qué inter-
secciones se ubica hoy la construcción del ser humano, la figuración nove-
dosa y desafiante de su dignidad. Una de las intersecciones más conflictivas
pero también más interesantes, no sólo en la investigación contemporánea
sino, sobre todo, las realidades más vivas de nuestro tiempo, es precisamente
esta de comunicación, cultura y tecnologías.
2. El concepto de “ecosistema” apareció originalmente en la biología y la ecología pero fue adoptado por los estudios de la comunicación para
referirse a un sistema de interacciones entre medios, redes, procesos y sujetos, que dan lugar a una compleja estructura de relaciones humanas
y simbólicas que tienen como propósito fundamental la comunicación.
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culturales (culturas juveniles y nuevas tecnologías, relación de bienes y ser-
vicios culturales con nt, formas de la identidad y tecnologías, imaginarios,
memoria y tecnologías).
Desde las primeras páginas de la Encíclica se revelan los ejes que atraviesan
la reflexión: “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta,
la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo
paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación
a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio
de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates
sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y
local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida”5.
4. Obra de Rene Magritte que forma parte de su serie “La traición de las imágenes” (1928-1929), analizada por Michel Foucault en un
famoso texto.
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papales por la incidencia de la industrialización clásica en la concepción del
trabajo o de la pobreza, porque el horizonte tecnológico se ha transformado
de manera expansiva y sobre todo arrolladora y porque su influencia en la
vida del ser humano atrae una parte de las discusiones más candentes de
nuestra época: aquellas que se refieren a la precariedad laboral junto a las
posibilidades de innovación, a la tecnologización de la vida cotidiana y las
distancias cada vez mayores que viven los pobres frente a los “inforricos”.
Un segundo elemento de la comprensión comunicativa de Francisco es el
sentido de la información y su relación con la sabiduría. Hoy se producen
ingentes cantidades de información que además circula en la red a tan solo
un paso del acceso generalizado de la gente. Basta un click para ingresar en un
mundo de portales, blogs, redes sociales. Pero la pregunta sobre el sentido de
esta sociedad informatizada o sociedad-red como la llamó Manuel Castells, va
más allá del acceso o de la circulación informativa. Tiene que ver con asuntos
que plantea Francisco como la relación de la “rapidación”6 y el deterioro de
la vida humana, la posibilidad de diálogo, la contaminación y los “ruidos dis-
persivos”. Todas estas ideas están conectadas. Porque si algo se ha criticado
en internet es su condición babélica, su ritmo frenético y la exagerada depen-
dencia de la información. “A esto se agregan las dinámicas de los medios del
mundo digital que, cuando se convierten en omnipresentes, no favorecen el
desarrollo de una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en profundidad,
de amar con generosidad. Los grandes sabios del pasado, en este contexto,
correrían el riesgo de apagar su sabiduría en medio del ruido dispersivo de la
información. Esto nos exige un esfuerzo para que esos medios se traduzcan
en un nuevo desarrollo cultural de la humanidad y no en un deterioro de su
riqueza más profunda. La verdadera sabiduría, producto de la reflexión, del
diálogo y del encuentro generoso entre las personas, no se consigue con una
mera acumulación de datos que termina saturando y obnubilando, en una
especie de contaminación mental”7. Esta reflexión me hace recordar el final
del discurso de Roland Barthes en el College de France: “Quizás ahora arriba
la edad de otra experiencia: la de desaprender, de dejar trabajar a la recompo-
sición imprevisible que el olvido impone a la sedimentación de los saberes,
de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado. Esta experiencia creo
que tiene un nombre ilustre y pasado de moda, que osaré tomar aquí sin
complejos, en la encrucijada misma de su etimología: Sapientia, ningún poder,
un poco de prudente saber y el máximo posible de sabor”8.
6. “A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso
que algunos llaman «rapidación». Si bien el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le
imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y
constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral”. (Laudatio. 18).
7. Laudato si’, 47
8. Roland Barthes, Lección Inaugural, México: Siglo xxi Editores, página 150.
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El contraste entre entorno digital y sabiduría es por lo menos problemático.
¿Puede ser sabia la red? ¿Hay sabiduría en ese volumen gigantesco de infor-
mación? La pretensión de la web no es ser sabio que se ve más como un
modo de relación, de tiempo pausado, de profundidad, de experiencia vital,
no solo frente al conocimiento sino a otras expresiones de la vida. Otra cosa
es estar informado.
10. Véanse los análisis que propone en varias de sus obras Arturo Escobar.
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El gran predominio del paradigma tecnocrático lleva al Papa a encontrar una
serie de fisuras, de grietas, por las que se insinúan otras formas de vida, otras
opciones de convivencia, “como la niebla que se filtra bajo la puerta cerrada”.
“¿Será –se pregunta– una promesa permanente, a pesar de todo, brotando
como una empecinada resistencia de lo auténtico?”.12
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en diálogo el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular. Es la cultura
no sólo en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en
su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de
repensar la relación del ser humano con el ambiente”.13
“La visión consumista del ser humano –dice la Encíclica– alentada por los
engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las
culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la
humanidad. Por eso, pretender resolver todas las dificultades a través de
normativas uniformes o de intervenciones técnicas lleva a desatender la
complejidad de las problemáticas locales, que requieren la intervención acti-
va de los habitantes. Los nuevos procesos que se van gestando no siempre
pueden ser incorporados en esquemas establecidos desde afuera, sino que
deben partir de la misma cultura local. Así como la vida y el mundo son
dinámicos, el cuidado del mundo debe ser flexible y dinámico. Las soluciones
meramente técnicas corren el riesgo de atender a síntomas que no responden
a las problemáticas más profundas. Hace falta incorporar la perspectiva de
los derechos de los pueblos y las culturas, y así entender que el desarrollo de
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un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural
y requiere del continuado protagonismo de los actores sociales locales desde
su propia cultura. Ni siquiera la noción de calidad de vida puede imponerse,
sino que debe entenderse dentro del mundo de símbolos y hábitos propios
de cada grupo humano”.14
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Una lectura de la
Encíclica Papal desde la
Economía Ecológica:
una defensa de la interdisciplinariedad y el
pluralismo en la enseñanza de la Economía
Martín Bermúdez Urdaneta*
Duygu Avcı**
A
ntes de presentar nuestras perspectivas sobre la Encíclica Papal Lau-
dato si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común,
quisiéramos mencionar que lo hacemos desde el espacio compartido
en la Javeriana, pero a partir de contextos culturales y posiciones
espirituales diferentes al catolicismo: Martín es agnóstico en una
Colombia predominantemente católica, mientras que Duygu se reconoce
a sí misma como atea habiendo crecido en Turquía, país mayoritariamente
musulmán. En este sentido, la invitación del Papa Francisco I en la Encíclica
a tener un diálogo ecuménico dentro de la tradición cristiana, y a abordar la
actual situación ambiental global desde la apertura interreligiosa, encaja per-
fectamente con la diversidad de nuestros puntos de vista.
* Economista, magíster en Economía Ambiental y en Estudios del Desarrollo. Profesor de Economía Ecológica, Facultad de Estudios Ambien-
tales y Rurales, Pontificia Universidad Javeriana.
** Economista, Socióloga y magíster en Economía de Turquía. Profesora de Principios de Economía, Departamento de Economía, Pontificia
Universidad Javeriana.
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Respondemos a la comunicación del Papa desde nuestra formación como
economistas, reconociendo el imperativo académico de incorporar conoci-
mientos más holísticos, complejos e integrales tanto en nuestras investigacio-
nes, como en nuestro trabajo de enseñanza de la Economía. En este artículo
examinamos la importancia de este mensaje para desafiar educativamente la
enseñanza de la ciencia económica, destacando la propuesta interdisciplinaria
de la Economía Ecológica como enfoque alternativo.
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lo político con la separación entre ambas esferas en la búsqueda de explica-
ciones de un sistema económico que pudiera autorregularse sin requerir de la
intervención del Estado. Si algo fue perdiendo la ciencia económica en este
proceso fue su capacidad de contextualizarse histórica y geográficamente
para explicar el proceso de desarrollo capitalista, siendo justamente este
cambio analítico el que la desconectó de las problemáticas ambientales y sus
socialmente desiguales consecuencias.
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(entre grupos sociales presentes hoy), la atención sobre la ética intergenera-
cional (entre las generaciones actuales y las futuras), y a una reflexión hacia
la escala del cambio frente a la herencia ambiental que teníamos antes del
auge actual del sistema industrial, todo lo cual es tema central de la Econo-
mía Ecológica.
Sin embargo, en este punto debe hacerse una anotación crítica a la Encíclica:
si bien sí hay menciones explícitas a algunas de las manifestaciones más cons-
picuas del capitalismo, como son la hegemonía de las finanzas, el consumis-
mo, y la cultura del descarte, no hay una sola mención explícita a éste, como
sí lo hay en un par de ocasiones al comunismo, el nazismo y otros regímenes
totalitarios [104]. Es entendible por supuesto, que la Encíclica no quiera caer
en sesgos para su divulgación y discusión posterior, pero se echa de menos
una posición más explícita contra el sistema económico (ver Klein, 2014)
cuya expansión y dominación sobre tantas vidas humanas y recursos natura-
les ha traído las consecuencias de las que prolijamente versa la Encíclica. En
todo caso, valga la oportunidad para citarla en una observación crítica que la
doctrina social de la Iglesia ha hecho sobre uno de los pilares del capitalismo:
“La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho
a la propiedad privada y subrayó la función social de la propiedad privada”
[93]. Y es que la privatización de bienes comunes como el medio ambiente
está en el fondo del problema que trata la Encíclica, e infortunadamente hace
parte de las recomendaciones típicas de la Economía convencional sobre la
naturaleza.
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La perspectiva compleja y la posición política
en la Encíclica
Los capítulos 1 y 3 de la Encíclica están íntimamente ligados si se trata de
propender por una mayor fluidez en el diálogo desde y hacia la ciencia eco-
nómica respecto a la evidencia de lo que está pasando a la casa común, y para
abordar el reto educativo implícito en su enseñanza. El primer capítulo de la
Encíclica expone una maravillosa amplitud de pensamiento y discernimiento
sobre evidencia científica de la situación ambiental actual, con intereses espe-
cíficos en la escala, presencia y peligrosidad de la contaminación, la urgencia
de enfrentar el cambio climático, y proteger recursos vitales como el agua, el
aire, el suelo y la diversidad biológica.
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de una humanista crítica del paradigma tecnoeconómico y su dinámica globa-
lizadora y totalizante. Así, el Papa presenta su desconfianza por las soluciones
técnicas a los problemas ambientales, la dependencia de los Estados por las
decisiones tecnocráticas, a la par que aboga por enfoques multiescalares, más
comprehensivos e incluyentes, y una mejor participación deliberativa y mayor
autonomía de acción para comunidades locales y países más afectados por la
crisis ecológica, y con menos recursos para superar sus actuales y potenciales
consecuencias. Una vez más, este tono argumentativo simpatiza con las críti-
cas que la Economía Ecológica hace a la Economía Ortodoxa al anteponer la
optimización y el control sobre la incertidumbre, por confiar irracionalmente
en la solución parcial de externalidades ambientales por medio de compen-
saciones que justifiquen hipotéticamente los daños. Como bien se afirma en
la Encíclica, debe subrayarse la inseparabilidad de las dinámicas económicas
de las sociales y ecológicas por la co-evolución entre lo humano y lo natural,
y cómo el carácter impredecible de los cambios obliga a tener una actitud
de precaución, cuidado y humildad sobre las acciones que hagamos como
especie sobre el planeta.
La Encíclica y la interdisciplinariedad
para la acción política
Los capítulos 4 y 5 del mensaje Papal se enfocan en cómo pensar en solu-
ciones, quiénes deben participar en su búsqueda, y cómo actuar consecuen-
temente a través de la política y educación. En el primero se encuentra una
reflexiva pero también apasionante presentación de las ventajas de la ecología,
como disciplina y como marco de acción para enfocar de manera más holísti-
ca y sistémica la búsqueda de una solución consensuada y de cursos de acción
realistas y solidarios, en una expresión, se aboga por una “ecología integral”.
De una parte, se ataca la lógica de planificación e intervención de corto y
mediano plazo, regida muy frecuentemente por los intereses corporativos y
de gobiernos cambiantes, a la vez que defiende una mirada de mayor largo
plazo, y el fortalecimiento de políticas estatales de bienestar general que coo-
peren con la acción local y comunitaria. El Papa se acoge en este sentido a la
máxima ambientalista de “pensar globalmente, actuar localmente”.
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internacionales consigan compromisos por parte de todos los Estados para
que las políticas nacionales y regionales logren ser implementadas coordinada
y efectivamente, defiende enfáticamente aquellas acciones locales que nacen a
partir de la creatividad, de la participación comunitaria y de la confianza en las
decisiones que se toman en escalas pequeñas, con lógicas solidarias y de for-
mas autónomas y autóctonas. Por ejemplo, hace un especial reconocimiento
explícito a las cooperativas locales de producción, de consumo responsable
y justa distribución de cargas y beneficios. La defensa de la economía social
y solidaria es particularmente interesante para el entorno colombiano, donde
los productores agrarios, los colectivos sociales de corte étnico y territorial
y las organizaciones comunitarias de acción local juegan un papel clave en
la complementación y sustitución de acciones del Estado y las empresas del
sector privado.
Reflexiones finales
Como profesores apoyamos el desafío por una mejor educación, lo cual con-
sideramos que se puede trabajar al abrir más espacios para los enfoques como
la Economía Política Crítica y la Economía Ecológica, que no solo analizan
interconectadamente los problemas ambientales, sino que se enfocan tanto
en la ética intrageneracional como en la intergeneracional, en reconocer el
valor intrínseco de la naturaleza, en sus límites físicos, y en las implicaciones
en términos de crecimiento económico. Creemos que así se forma mejor a
los estudiantes para el análisis y la toma de decisiones públicas y posiciones
ciudadanas.
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conversación iniciada por el Papa, un efecto real: de la invitación, debemos
pasar a la acción. Finalizamos entonces con una petición revolucionaria en
el ámbito educativo hacia la interdisciplinariedad y la integración de ciencias
y saberes, hacia la reflexión ambiental en la formulación de problemas de
investigación y recomendación de líneas de acción de toda discusión univer-
sitaria. Estamos seguros y esperanzados en que la apertura intelectual de la
Universidad Javeriana permitirá que estos diálogos académicos entre saberes
y disciplinas sigan surgiendo y siendo fértiles, por el bien de todos en nuestra
convivencia respetuosa de la casa común .RJ
Bibliografía
Papa Francisco (2015). “Encíclica Papal Laudato si’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa
común”. En http://w2.vatican.va/
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Van der Bergh, Jeroen (2001). “Ecological economics: themes, approaches, and differences with environ-
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La sostenibilidad del
desarrollo hecha encíclica
Carlos Gustavo Cano*
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La buena noticia es que, si bien cada día que transcurre sin cambiar nuestros
modos de producción de bienes y servicios los riesgos aumentan de manera
geométrica, el conocimiento científico disponible nos permite ahora identifi-
car los más convenientes caminos y cursos de acción de cara a la mitigación
y a la adaptación ante el cambio climático.
Ochenta y seis años más tarde, Sir Nicholas Stern (1946), otro economista
inglés y profesor de las Universidades de Oxford y Cambridge y de la Escuela
de Economía de Londres, quien además fue el economista jefe del Banco
Mundial entre los años 2000 y 2003, por encargo del gobierno británico
dirigió la más vasta investigación multidisciplinaria de que se tenga memo-
ria sobre la economía del cambio climático, la más temible entre todas las
externalidades de la economía mundial, cuyos resultados se publicaron el 30
de octubre de 2006 en un informe que lleva su nombre (Stern, 2007). Allí se
halla entronizada la huella de Pigou.
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Son cada vez más los analistas y los académicos de renombre global que
vienen comprobando la eficiencia económica del impuesto al carbono como
instrumento de control de la contaminación. Cabe subrayar nombres tan
destacados como Daron Acemoglu, Philippe Aghion, Leonardo Bursztyn y
David Hémous (2012); Tom Tietenberg (2006); Valentina Bosetti y Jeffrey
Frankel (2012); Garth Heutel y Carolyn Fischer (2013); y Jeffrey Sachcs
(2015), entre otros.
Durante los primeros 15 años del presente milenio hemos aprendido que,
ante las externalidades de orden climático derivadas de las actividades
económicas, el laissez-faire (esto es el libertinaje de los mercados) sólo nos
conduciría hacia un desastre ambiental. La intervención inmediata resulta
decisiva, necesaria y urgente. Aplazarla nos generaría un incalculable costo
inter-generacional. Entre más pronta y fuerte sea la respuesta, más viable
será llegar a un genuino desarrollo sostenible en el futuro (Acemoglu et
al., 2012).
En torno a estos temas se ha ido formando un consenso acerca del papel que
debe jugar la tributación ambiental frente al cambio climático, en particular el
establecimiento de impuestos a las emisiones de gases de efecto invernadero
–en especial dióxido de carbono–, y de un régimen de créditos tributarios
originados en la inversiones que sus contribuyentes adelanten en proyectos
de adaptación enmarcados dentro de objetivos de desarrollo sostenible orien-
tados a mitigar el impacto adverso del cambio climático, en especial sobre el
recurso hídrico (Cano, 2014).
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“Impuestos Verdes. Dentro del término de seis (6) meses contados a partir
de la vigencia de la presente ley, el Gobierno nacional elaborará un estudio
sobre la efectividad de impuestos, tasas, contribuciones y demás gravámenes
existentes para la preservación y protección del ambiente; así como la iden-
tificación y viabilidad de nuevos tributos de la emisión de efluentes líquidos
y de gases contaminantes y de efecto invernadero identificando los sujetos, las
actividades y bases gravables, hechos generadores, y demás elementos del tri-
buto. El Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación
(Colciencias) y los ministerios de Hacienda y Crédito Público, y Ambiente y
Desarrollo Sostenible serán los responsables de la preparación y sustentación
del informe ante el Congreso de la República dentro del término señalado en
el inciso anterior, para que este determine, de acuerdo con sus competencias
y los procedimientos constitucionales de formación de la ley si se establecen
dichos gravámenes”.
Un imperativo moral
Una de las características más novedosas del Informe Stern consiste en el
reconocimiento taxativo de que, por encima de cualquier consideración eco-
nómica, las acciones que la humanidad tiene que emprender ante el cambio
climático constituyen un imperativo moral.
“…el desarrollo que satisface las necesidades actuales de las personas sin compro-
meter la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas.”
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estaríamos atentando contra el acervo del capital bioeconómico o natural, y, por
contera, sacrificando la sostenibilidad del crecimiento de cara a las próximas
generaciones. De lo contrario, habría espacio para impulsarlo sin provocar
presiones ambientales y, en consecuencia, sin colocar en riesgo la solidaridad
inter-generacional (…) En tanto que la biocapacidad puede recuperarse, y aún
ampliarse –particularmente en la franja tropical andina de la tierra– (…) a
través de la regeneración asistida del bosque natural; la deforestación evitada;
la conservación de bosques en pie; la reforestación y la forestación nueva; la con-
servación, regeneración y aprovechamiento de la biodiversidad y el conocimiento
tradicional; la restauración y el cuidado de cuencas y páramos; y la conversión de
sistemas de ganadería extensiva en explotaciones silvo-pastoriles ambientalmente
sostenibles (…) La clave yace en (…) los incentivos apropiados que establezca
el Estado a fin de inducir a los agentes económicos a tomar las decisiones
apropiadas que hagan del desarrollo de las actividades económicas un proceso
sostenible.” (Cano, 2013)
La Encíclica
En este contexto, el claro llamado del Papa Francisco a través de su Encíclica
Laudato si’ (Alabado seas) (Carta Encíclica, 2015) a cambiar los hábitos y las
conductas negativas de parte de la humanidad que colocan en severo riesgo
la solidaridad intergeneracional con relación al cuidado de la ‘casa común’,
como él denomina apropiadamente al planeta, nos hace recordar que la cien-
cia económica nació como una disciplina subalterna de las ciencias morales. Y
que, por consiguiente, en cuanto a la Naturaleza se refiere, sus instrumentos y
herramientas tienen que estar al servicio del imperativo moral.
Cabe recordar que el primer gran libro del fundador de la economía moder-
na, el escocés Adam Smith (1723-1790), fue “La Teoría de los Sentimientos
Morales”, que le antecedió a su inmortal tratado “La Riqueza de las Nacio-
nes”. No es casual entonces este orden de precedencia, por cuanto el primero
le sirvió de cimiento y fundamento al segundo.
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La Encíclica recoge en su profunda espiritualidad cristiana todas estas evi-
dencias y enseñanzas de las ciencias. Lejos de desconocerlas, las incorpora
en el arte de su comunicación ecuménica, y pone ante el morador común de
la tierra un lenguaje sublime por lo sencillo y sin fronteras por lo universal,
sobre asuntos tan relevantes como complejos que generalmente no sabemos
transmitir con la suficiente claridad y pedagogía quienes en nuestra cotidia-
nidad profesional nos ocupamos de ellas. Quizás por no comprenderlos
cabalmente, al haberlos aislado de su marco fundamental y consubstancial
que es la moral. He aquí, a mi juicio, la enseñanza de la más alta valía del
documento pontificio.
Haciendo eco de sus antecesores inmediatos, el Papa nos alerta sobre la senda
equivocada de apreciar el ambiente natural única y exclusivamente para pro-
pósitos de su uso inmediato y su consumo, sin reparar en las consecuencias
de la destrucción de la biodiversidad; la degradación de los suelos; la defo-
restación; el deterioro de humedales y manglares; la desaparición de vastas
barreras de coral en los océanos, que equivalen a la biodiversidad marina; y
la contaminación de las aguas –el elemento esencial para la vida y por ende
condición insustituible de los demás derechos humanos–, a costa del bienes-
tar de las generaciones del mañana.
O hacia la confianza sin límites en las soluciones ofrecidas por las tecnologías
de punta, sin advertir que su mera disponibilidad no es garantía de su adop-
ción efectiva y apropiada.
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“Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos
siglos”, señala Francisco en su Encíclica. O sea desde el inicio de la flamante
revolución industrial, a partir de la cual se incrementaron de manera nunca
antes vista los ingresos per cápita en las economías que hoy conforman lo
que conocemos como el mundo rico. Incremento que se ha venido surtiendo
en perfecta correlación con el ritmo de emisión de los gases de efecto inver-
nadero, la causa primaria del calentamiento global.
¿No será que hace rato llegó la hora de reinventar las contabilidades privada
y pública? ¿Incorporando a las mismas los verdaderos costos, hasta ahora
no registrados ni revelados, del crecimiento en detrimento del capital natural
que debe ser propiedad de todos, sin exclusión alguna, es decir nuestra ‘casa
común’? ¿Mediante un ambicioso y redistributivo sistema de tributación
ambiental que penalice a quien dañe y que compense a quien beneficie? ¿Y
creándole, por la vía fiscal, un costo al carbono y un precio a los servicios
eco-sistémicos o ambientales?
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Conclusión
La Encíclica Laudato si’ tiene que tener las más profundas repercusiones,
mucho más allá de los púlpitos. Y estacionarse en los despachos de los hace-
dores de las políticas públicas; en las sedes de los trabajadores y los empresa-
rios; en las universidades y colegios donde se están educando quienes tendrán
en sus manos la opción de enderezar con toda su determinación el rumbo
del mundo en estas materias; y en nuestros hogares, que deben ser la simiente
para la formación de ciudadanos sostenibles.
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Bibliografía
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Perspectivas para una
espiritualidad ecológica en
la Encíclica Laudato si’
Antonio José Sarmiento Nova, s.j.*
I
mpacta sobre manera la integralidad de este texto del magisterio del Papa
Francisco cuando constatamos que aborda la totalidad de los problemas
que inquietan a la humanidad contemporánea: el modelo económico
vigente; el consumismo desaforado; la crisis ambiental; los asuntos esen-
ciales de la sostenibilidad; la exclusión social y la pobreza; el precario
equilibrio en el que viven muchos países constantemente expuestos a la gue-
rra y a la violencia; el vacío humanista y espiritual que afecta tan severamente
la convivencia entre los seres humanos.
* Decano del Medio Universitario, Facultad de Arquitectura y Diseño. Pontificia Universidad Javeriana, al servicio de esta institución desde
julio de 1981.
1. (luypen, w. Fenomenologìa del Derecho Natural. Ediciones Carlos Lohlè, Buenos Aires 1968. Pàgina 242).
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Tal es el papel de hombres y mujeres como Gandhi, Luther King, Rigoberta
Menchú, el inolvidable Juan xxiii, Aung Saan Suu Kyi, de tantos humanistas,
y ahora del primaveral Francisco, Obispo de Roma, venido a presidir la comu-
nidad Católica desde ese felicísimo 13 de marzo de 2013.
En declarado lugar común, pero no por ello menos enfático, el Papa pone el
dedo en la llaga sobre las enfermedades de nuestro tiempo, partiendo de la
crisis contenida en el problema de la destrucción de los recursos naturales,
en las tragedias que se avecinan si no se detiene la desaforada carrera de la
excluyente economía de mercado y de la demencia del consumo.
Y es evidente que esto impone una nueva actitud de hombres y mujeres con
relación a su interioridad y al sentido de trascendencia, entendida esta en su
dimensión de salir de sí hacia Dios, el Totalmente Otro, hacia todos los seres
humanos en disposición de apertura, reconocimiento e inclusión, hacia todas
las manifestaciones de la vida, hacia su entorno natural.
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comunidades. Digamos nosotros, en clave del Humanismo Cristiano, que esa
esencia reside en la dignidad que le es propia por su condición de humano,
valor no negociable que está presente en la totalidad del escrito del Papa y
del espíritu que lo inspira, y que tiene una particular evidencia en eso que
llamamos la trascendencia, que para muchos se concreta en la relación con
Dios a través de la mediación de las religiones y de la experiencia espiritual,
con su consiguiente referencia a lo que tradicionalmente llamamos el amor
al prójimo.
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Pero, con su esperanza propia de creyente raizal, Francisco da un voto de
confianza a las posibilidades regeneradoras de los seres humanos, y parte
de ahí para formular su propuesta que –desde luego– es sanamente idealista
pero al mismo tiempo encarnada en las realidades del mundo, de la sociedad,
responsable con todos y con la realidad en crisis: “Sin embargo, no todo está
perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo,
también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más
allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan”4.
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conducta, inspirar todos los procedimientos cotidianos en el nosotros
comunitario, empezando a dejar atrás el marcado individualismo,
nocivo y disolvente.
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► Reconciliarse con la creación es jugada maestra de todo este
proyecto de rehabilitación del mundo, de la naturaleza, del hábitat,
esencia de una ética del cuidado y de todo esto que aspira a ser un
nuevo paradigma.
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En temas que son esenciales en la visión cristiana nos lleva también a la
densidad salvadora y liberadora de lo sacramental, en cuanto significaciones
eficaces del ser y quehacer de Dios mediadas en la sacramentalidad de la
Iglesia y conducentes al orden de la vida de Dios –gracia se llama en la mejor
tradición bíblica y teológica– que habita en los seres humanos y en toda la
realidad creada, lo mismo que en las construcciones de la cultura.
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El sacramento de la
reconciliación y la relación
con el medio ambiente
Padre Luis Bernardo Mur Malagón, sdb.*
T
al vez muchos de nosotros, en la preparación al sacramento de la
Eucaristía, aprendimos las cinco cosas que son necesarias para hacer
una buena confesión: examen de conciencia, arrepentirse de los
pecados, hacer el propósito de no volver a pecar, confesarse con el
sacerdote y cumplir la penitencia que imponga el sacerdote.
Ahora bien, con la Encíclica Laudato si’, del Papa Francisco, una nueva pre-
gunta que podemos agregar a nuestro examen de conciencia sería: ¿cómo
es mi relación con mi entorno? Afirmo esto ya que el entorno, o creación,
* Sacerdote Salesiano, Licenciado en Filosofía de la Universidad Santo Tomás de Aquino-Bogotá, Profesional en Teología de la Pontificia
Universidad Javeriana-Bogotá, Magister en Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Javeriana-Bogotá, Doctor en Derecho Canónico de
la Pontificia Universidad Salesiana-Roma, Especialista en Derecho de Familia de la Universidad Externado de Colombia-Bogotá, Docente en
la Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Javeriana-Bogotá, actualmente Decano de la Facultad de Derecho Canónico de
la Pontificia Universidad Javeriana-Bogotá y Defensor del Vínculo y Promotor de Justicia del Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Bogotá.
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es un don de Dios a la humanidad. Dios se la ha confiado al hombre para
que la administre como nos lo recuerda muy bien el libro del Génesis, por
lo tanto no podemos ser indiferentes a nuestra casa común. La problemática
ecológica ha sido siempre una preocupación de la Iglesia, sin embargo, desde
el magisterio pontificio –Juan xxiii, Pablo vi, Juan Pablo ii, Benedicto xvi y
ahora el Papa Francisco– han insistido mucho, presentándola como una crisis,
que es “una consecuencia dramática” de la actividad descontrolada del ser
humano (Laudato si’, 4).
La Encíclica del Papa Francisco nos lleva a pensar que el tema ecológico no es
algo aislado, el tema ecológico tiene que ver con el bien común (Cfr. Laudato
si’, 156-158), y el bien común es un elemento clave en el proceso de conver-
sión del ser humano. Por eso se hace indispensable pensar que este mundo
bello y hermoso que nos ha dado Dios no me pertenece sólo a mí, sino que
es nuestra casa común, donde toda la humanidad debe aunar fuerzas por su
conservación. Es interés del bien común, el cuidar nuestro entorno.
Se trata de una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las con-
secuencias del encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que
nos rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte
esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un
aspecto secundario de la experiencia cristiana. (Cfr. Laudato si’, 217), o dicho
de otra manera, apostémosle a la reconciliación ecológica. Y para realizar esta
reconciliación debemos examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo
ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones y nuestra incapacidad
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de actuar. Debemos hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del
corazón» (Laudato si’, 218).
Querido lector, pienso que de ahora en adelante las preguntas claves para
realizar un buen examen de conciencia, que nos permitirán realizar una buena
confesión y sobre todo un proceso de conversión deben ser las siguientes:
Termino con la misma invitación que nos hace el papa Francisco: “Invito a
todos los cristianos a explicitar esta dimensión de su conversión, permitiendo
que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación
con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque esa sublime
fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió san Francisco de
Asís” (Laudato si’, 221) .RJ
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Laudato si’
El cuidado de la casa común
“Ante este grave deterioro ecológico global el Papa levanta su voz frente a la debilidad de las
reacciones políticas: «Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual
sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera
que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio
ambiente»”.
Alberto Múnera Duque, S.J.
“Entre tanto el Papa Francisco no pierde ocasión para seguir llamando a las personas, las
naciones y las autoridades mundiales a asumir esta inmensa responsabilidad con
La Tierra que para él es la responsabilidad con la Creación y la misma causa de la
dignidad y de la vida. Por eso suele repetir lo que escuchó de un campesino:
«Dios perdona siempre, los hombres a veces, pero La Tierra no perdona nunca»”.
Francisco De Roux, S.J.
“El Papa aprovecha la autoridad moral y espiritual que le confiere su condición de Sumo
pontífice no para imponer una doctrina única sobre un asunto fundamental, sino para
abrir un diálogo con todos (creyentes de distintas confesiones, e incluso no creyentes) sobre
algo que a todos nos afecta: el cuidado de nuestra casa común”.
Diego Antonio Pineda Rivera
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