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Introducción
L
os filósofos modernos definen sustancia como aquello
que da soporte y posibilita (y está debajo de) cualidades,
accidentes o modos, y mientras que éstos cambian, la sustancia
es aquello que permanece y subsiste al cambio. Estos filósofos
discuten los tipos de sustancias que existen o podemos cono-
cer y los tipos de cambios que pueden explicar. A partir de
una breve reseña de las discusiones entre Descartes, Locke y
Spinoza, intentaré mostrar que no se trata de una disquisición
gratuita, pues indagan sobre los fundamentos y consecuencias
de tres posibles sustancias: dios, alma y naturaleza (extenso
o material). Reconocen la relevancia del estudio de la natu-
raleza en beneficio de los seres humanos en general, o del
reino o estado civil en el que se encuentran. Pero enfrentan
el problema de saber si el alma humana es parte del cuerpo
humano y sigue los patrones de conducta de la naturaleza,
o si actúa fuera de las reglas de la naturaleza. Este problema
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existir sin algunas otras, las distinguimos de aquellas que sólo tienen
necesidad del concurso ordinario de Dios, llamando a éstas sustancias
y a aquéllas cualidades o atributos de estas sustancias.1
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pp, i, 14; 1995, p. 30. Véase también Meditación iii, at, ix, pp. 38, 40.
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Ensayo, ii, 25, 8, pp. 304-305.
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por” significa lo mismo que “ser engendrado por”. A partir de ello, conocer la
esencia íntima de la cosa nos permite deducir todas sus propiedades, con lo
que no hay equívoco por identificar propiedad y efecto (cf. Matheron, Individu
et Communauté chez Spinoza, París, Minuit, 1988, p. 16).
6 En otro lugar he analizado esta definición: Luis Ramos-Alarcón, “Sus-
tancia, inmanencia e individualidad en la Ética de Spinoza”, capítulo del
libro editado por Laura Benítez Grobet y Luis Ramos-Alarcón, El problema de
la sustancia de Spinoza a Hegel, México, unam, en proceso de edición. Cito la
Ética de Spinoza (trad. de Domínguez, Madrid, Trotta, 2000) con la siguiente
nomenclatura: “E” seguido por el número de libro, “d” por definición y “p” por
proposición; después de proposición “d” por demostración, “s” por escolio, “A”
por apéndice y “c” por corolario.
7 Este axioma articula dos pruebas a posteriori de la existencia de dios: prime-
ro, si aceptamos que existen modos finitos, entonces debe existir necesariamente
el ser o sustancia en el que son (E1p11d3). Segundo, cuanta más realidad compete
a la existencia de una cosa, más fuerzas tiene por sí misma para existir (E1p11s).
8 Desde los griegos se considera que la esencia (en griego ousia; en latín,
essens, essentia, participio de esse, ser) es el ser o poder de una cosa, su rela-
ción interna o función; dentro de esta perspectiva se distingue la esencia y la
existencia de una cosa, esto es, el ser de la cosa y la manera particular en que
es en un momento determinado.
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18 Hubbeling (Spinoza, pp. 45, 79) considera que, en este punto, debemos
recordar lo dicho por Descartes: si no tenemos una idea clara y distinta de
dios, nunca saldremos de la duda (at vi, ad cap. vi).
19 Cf. E2p7c, Tratado de la reforma del entendimiento, 38, 42, 99.
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A manera de conclusión
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Bibliografía
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