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Capítulo
del
libro
“Grupos,
teoría
y
técnica.”
(1982).
Organizador
Gregorio
Baremblitt.
Editorial
IBRAPSI-‐GRAAL
1
Rivière
al
campo
del
psicoanálisis
en
general.
En
el
caso
de
estos
últimos
hemos
incluido
solamente
aquellos
que
consideramos
imprescindibles
para
aclarar
las
bases
teóricas
de
la
técnica
de
grupo
operativo.
En
la
explicación
de
algunos
términos
de
preferencia,
más
que
en
la
explicación
literal
de
los
conceptos,
hay
una
cierta
interpretación
de
los
mismos,
procurando
superar
una
cierta
deformación
o
vulgarización
que
algunas
prácticas
produjeron.
Por
otra
parte
estas
interpretaciones
ya
apuntan
ciertas
reflexiones
críticas
que
deberán
ser
desarrolladas
en
el
futuro.
El
objetivo
predominantemente
didáctico
de
este
trabajo
corre
el
riesgo
de
transmitir
una
serie
de
ideas
estáticas
y
definitivas.
Las
mismas,
sin
embargo,
estuvieron
y
están
en
reconstrucción
permanente.
Y
esto
es
así
en
la
medida
que
la
formulación
de
una
psicología
social
se
ve
influida
no
solamente
por
los
orígenes
epistemológicos
que
conscientemente
reconoce
sino
también
fundamentalmente
por
el
momento
histórico
y
por
la
formación
económico
social
en
que
se
produjo.
Digamos
finalmente
que
vemos
con
interés
la
importancia
creciente
que
las
técnicas
de
grupo,
y
de
grupo
operativo
en
particular,
tienen
el
nuestro
medio
en
la
medida
en
que
el
éxito
de
la
técnica
no
conduzca
a
desvirtuar
su
sentido.
Nuestra
expectativa
severa
cumplida
si
este
trabajo
viene
a
contribuir
a
evitar
tal
hecho.
Tomaremos
como
fuente
bibliográfica
principal
los
escritos
de
PR
extraídos
de
los
últimos
años,
son
textos
mimeografiados
que
el
mismo
dictara
en
la
primera
escuela
de
psicología
social
de
Buenos
Aires
y
comentarios
bibliográficos
de
algunos
de
sus
discípulos.
En
los
casos
en
que
transcribimos
literalmente
conceptos
descritos
o
transmitidos
por
PR
utilizaremos
comillas
y
sólo
citaremos
el
origen
de
las
transcripciones
literales
cuando
éstas
provengan
de
otro
autor.
La
organización
de
los
términos
busca
seguir
una
secuencia
didáctica
y
no
alfabética.
El
lector
podrá
recorrer
el
índice
alfabético
que
se
encuentra
al
final
del
trabajo.
Se
incluyó,
a
modo
de
Introducción,
una
serie
de
reflexiones
críticas
sobre
las
teorías
y
técnicas
del
trabajo
psicoterapéutico
de
grupos.
Estas
ideas,
algunas
todavía
incipientes,
son
productos
eminentemente
surgidos
en
enseñanzas
y
conversaciones
con
los
doctores
Gregorio
Baremblitt
y
León
Rozitchner.
Mi
agradecimiento
a
ellos
por
lo
que
han
contribuido
para
que
pudiera
realizar
una
lectura
crítica
y
productiva
de
la
obra
de
PR.
Puntos
de
reflexión
para
la
construcción
de
una
teoría
crítica
del
grupo
operativo
Este
capítulo
se
propone
cuestionar
los
presupuestos
ideológicos,
teóricos
Y
técnicos
de
las
experiencias
de
grupo.
Este
cuestionamiento
debe
ser
permanente
para
toda
la
investigación
en
la
que
el
observador,
con
su
horizonte
personal,
político
y
social,
se
encuentra
tan
manifiestamente
determinado
en
su
observación.
2
Una
serie
de
contribuciones
ya
han
sido
dadas
en
esta
dirección,
tanto
en
el
psicoanálisis,
en
autores
como
Anzieu,
Pontalis,
Kaës,
Missenard,
Bauleo
y
otros,
como
en
la
llamada
psicología
institucional
(Lourau,
Lapassade,
Baremblitt
y
Guattari).
Por
otro
lado
los
llamados
autores
Freudo-‐marxistas
han
realizado
una
serie
de
contribuciones
importantísimas
en
este
sentido
(Langer,
Rozitchner,
Paz,
Reich).
No
analizaremos
aquí
cada
una
de
estas
contribuciones.
Nos
permitiremos
sí,
a
partir
de
ellas,
señalar
diversos
puntos
críticos
de
la
teoría
de
grupos
operativos
de
PR.
Grupo
Operativo
y
Psicología
En
primer
lugar
es
imperioso
que
la
teoría
de
grupos
ya
considere
saldada
su
deuda
con
la
field
theory,
teoría
del
campo,
de
Kurt
Lewin
y
de
sus
sucesores
de
la
psico-‐sociología
americana.
El
propio
grupo
operativo
reconoce
mucho
de
su
origen
en
esta
línea,
pero
su
ruptura
con
la
misma
amenaza
constantemente
transformarlo
en
un
instrumento
de
adaptación
y
en
moderador
de
tensiones.
Para
esta
psico-‐sociología
cada
grupo
se
considera
como
si
se
tratase
de
una
sociedad
homogénea
y
sólo
bastará
disipar
malos
entendidos
para
reparar
fracturas
de
un
sistema
social
que
se
presume
normalmente
continuo.
Lewin,
al
reflexionar
sobre
la
situación
de
cambio
social,
señala
la
existencia
de
un
estado
cuasi
estacionario
en
una
estructura
de
relaciones
que
significa
un
estado
de
equilibrio
entre
fuerzas
iguales
en
intensidad
y
de
dirección
opuesta.
Este
estado
no
es
constante
y
se
producen
fluctuaciones
que
se
mantienen
en
un
nivel
medio;
la
estructura
del
campo
de
fuerzas
no
se
modifica
y
se
generaliza
la
resistencia
al
cambio.
La
“de-‐cristalización”
que
propone
Lewis
se
daría
a
través
de
un
método
de
discusión
no
dirigido
por
parte
del
coordinador
del
grupo
hasta
que
se
produzca
un
enfrentamiento
tal
que
conduzca
a
un
punto
de
choque
o
ruptura,
a
partir
del
cual
se
operará
en
otro
nivel
una
“re-‐cristalización”
que
en
relación
a
lo
anterior
traer
a
un
cambio
de
normas,
de
estilo
comunicacional
y
también
de
roles.
Para
este
autor
entonces
el
campo
social
es
una
totalidad
en
movimiento
constituida
por
entidades
sociales
co-‐existentes
con
grados
de
integración
recíproca.
No
es
preciso
mucho
más
para
ver
cómo
esta
teoría
encubre
una
ideología
que
pretende
negar
la
existencia
de
contradicciones
en
la
producción
de
cualquier
fenómeno
social.
La
permanente
lucha
de
clases
que
se
manifiesta
de
una
forma
particular
en
cada
una
de
las
instituciones
del
sistema
queda
aquí
encubierta
por
una
serie
de
vectores
y
fuerzas
que
tenderían
a
un
equilibrio
imaginario.
Existe
una
convergencia
a
partir
de
este
punto
de
vista
entre
la
teoría
lewiniana,
la
sociometría
de
Moreno
y
el
grupo
de
inspiración
psicoanalítica
en
relación
al
papel
que
destinan
al
monitor
o
coordinador
de
grupo.
3
Pontalis
dice
a
este
respecto:
“La
experiencia
grupal
queda
cerrada
en
sí
misma
y
no
encontramos
en
ella
un
llegar
de
vuelta
(retorno)
sino
que
depositamos
el
partir
porque
la
realidad
ha
sido
definitivamente
puesta
entre
paréntesis.”
Puntos
de
partida
para
una
crítica
La
crítica
se
propone,
al
interior
del
trabajo
con
grupos,
producir
unos
conceptos
que
lo
transformen
en
una
práctica
capaz
de
enfrentar
la
realidad,
y
ya
no
en
un
recurso
artificial
y
de
adaptación.
Este
análisis
deberá
tener
en
cuenta
permanentemente
las
condiciones
socio
históricas
en
que
ocurre,
lo
cual
quiere
decir
en
qué
país,
en
qué
ciudad,
en
qué
momento
del
desarrollo
de
la
lucha
de
clases,
y
en
qué
circunstancias
del
propio
movimiento
práctico
y
teórico
de
las
instituciones
de
psicología
y
de
psicoterapia,
se
produce.
Las
teorías
y
las
ciencias
en
general
no
tienen
sentido
como
una
simple
forma
de
buscar
la
verdad
aislada
de
su
aplicación,
[que
es]
sobre
el
objeto
real
concreto.
Toda
ciencia
se
produce
para
ser
practicada.
Sin
embargo
ningún
desarrollo
científico
se
realiza
a
través
de
una
crítica
contra
la
práctica,
pero
sí
a
través
de
una
valorización
de
la
misma,
de
su
cuestionamiento,
para
posibilitar
un
mejor
nivel
de
cientificidad,
o
sea,
de
transformación
del
lo
real.
Tal
vez
éste
sea
uno
de
los
valores
fundamentales
del
trabajo
y
de
la
teorización
de
PR
sobre
los
grupos
operativos.
En
este
sentido
también
defendemos
como
referencia
teórica
una
vuelta
a
las
obras
sociales
de
Freud,
en
cuanto
convergen
en
el
análisis
del
sujeto
extendido,
mostrando
las
determinaciones
del
sistema
en
la
subjetividad,
determinaciones
que
Marx
analizó
en
las
estructuras
“objetivas”
del
sistema
de
producción.
León
Rozitchner
en
su
libro
“Freud
y
los
límites
del
individualismo
burgués”
coloca
en
términos
claros
cuál
debe
ser
el
futuro
de
la
teoría
psicoanalítica
cuando
dice:
“hasta
que
la
teoría
psicoanalítica
no
vuelva
a
encontrar
el
fundamento
de
la
liberación
individual
en
la
recuperación
de
un
poder
colectivo
que
sólo
la
organización
para
la
lucha
vuelve
eficaz,
en
la
medida
en
que
no
vuelva
a
encontrar
como
fundamento
de
toda
cura
la
necesidad
no
aleatoria
de
dirigir
esa
violencia
(que
el
normal
y
el
enfermo
dirigen
contra
sí
mismos)
hacia
un
sistema
represor,
hasta
que
esa
necesidad
no
aparezca
como
una
necesidad
inscripta
en
la
esencia
y
en
el
fundamento
del
aparato
psíquico,
este
aparato
será
una
máquina
infernal
montada
por
el
enemigo
salvo
que
será
[su]
propio
[enemigo].”
Epistemología
Convergente
Estas
breves
menciones
sobre
las
referencias
teóricas
que
sirven
del
punto
de
partida
para
una
teoría
crítica
de
grupos
nos
hace
posible
entrar
en
uno
de
los
puntos
más
polémicos
de
la
teoría
de
PR,
que
es
la
de
la
propuesta
de
la
epistemología
convergente.
Esta
epistemología,
en
la
cual
convergerían,
de
manera
ecléctica
una
serie
de
teorías
y
prácticas,
parece
muchas
veces
traer
más
confusión
que
precisión
teórica.
En
las
definiciones
terminológicas
se
encuentran
las
características
de
esta
epistemología
convergente,
tal
como
la
pensó
su
autor
en
diferentes
momentos
de
su
desarrollo
teórico
(ver
Psicología
Social
y
ECRO).
No
se
ve
en
4
esta
concepción,
en
muchos
casos,
cuál
es
la
jerarquización
de
una
teoría
en
relación
a
la
otra,
lo
que
acaba
produciendo
una
cierta
indefinición
en
cuanto
al
objeto
de
estudio.
A
veces
aparece
como
objeto
el
grupo
empírico
con
sus
funciones,
otras
veces
la
estructura
grupal
muy
determinada,
otras
veces
el
incidente
grupal
y
sus
fantasmas.
Esta
dificultad
refleja
una
polémica
más
amplia
en
toda
la
historia
reciente
del
desarrollo
de
la
teoría
de
grupos.
Inmediatamente
después
de
las
experiencias
pioneras
del
grupo
de
enfermos
tuberculosos
de
Pratts
en
1905,
surgen
dos
tendencias
en
el
movimiento
grupalista
que
esquemática
mente
podemos
dividir
en
la
corriente
micro
sociológica
por
un
lado
y
la
perspectiva
psicoanalítica
por
otro.
Las
diferencias
y
semejanzas
entre
ambas
han
sido
objeto
de
diferentes
estudios
por
lo
cual
decimos
aquí
simplemente
que
la
presencia
de
ambas
líneas
en
la
concepción
del
grupo
operativo
es
la
causa
de
muchas
de
las
indefiniciones
que
hemos
señalado
más
arriba.
La
corriente
micro
sociológica
ya
fue
referida
al
presentar
el
pensamiento
de
uno
de
sus
fundadores,
Kurt
Lewin.
En
cuanto
a
la
perspectiva
psicoanalítica
digamos
que
no
basta
descubrir
los
procesos
inconscientes
de
los
individuos
que
operan
en
el
seno
del
grupo;
más
allá
de
la
ingeniosidad
que
se
tenga
para
esta
tarea,
se
coloca
fuera
del
campo
del
análisis
a
la
imagen
propia
del
grupo
con
los
fantasmas
y
los
valores
que
lleva
en
sí,
y
se
elude,
de
hecho,
toda
la
cuestión
sobre
el
funcionamiento
inconsciente
del
grupo.
Anzieu
señala
de
algún
modo
este
problema
al
explicar
la
importancia
de
la
segunda
tópica
freudiana
en
el
trabajo
con
grupos.
La
segunda
tópica
tiene
su
importancia
en
la
medida
en
que
fue
producida
a
partir
del
estudio
de
la
función
paterna
y
de
la
psicología
colectiva
de
los
grupos
y
las
multitudes.
De
todos
modos
una
cierta
lectura
analógica
de
los
textos
ha
impedido
el
avance
a
partir
de
las
ideas
originales
de
Freud.
El
aparato
psíquico
individual
se
explica
por
la
interiorización
de
un
modelo
grupal,
pero
sería
maniqueo
pensar
que
los
mismos
principios
de
funcionamiento
individual
regirían
el
funcionamiento
grupal.
Estos
son
aparatos
homólogos
pero
no
isomorfos.
El
propio
Anzieu
parece
no
poder
ir
mucho
más
lejos
en
su
crítica
cuando,
al
referirse
a
los
coordinadores
de
formación
psicosociológica,
los
acusa
de
dejarse
capturar
por
la
actividad
fantasmática
de
los
sujetos
al
fundirse
en
la
ilusión
grupal,
en
vez
de
interpretarla.
Acusa
a
los
conceptos
psico-‐sociológicos
de
una
actitud
defensiva
de
los
procesos
grupales
inconscientes
pero
no
deja
claro
con
qué
conceptos
evitaría
una
actitud
defensiva
ante
los
procesos
sociopolíticos
institucionales
que
la
organización
social
encubre.
Una
línea
fecunda
de
investigación
nos
aparece
al
revisar
lo
que
propone
Freud
cuando
analiza
el
ideal
del
yo
(como
lugar
del
coordinador
de
grupo)
en
cuanto
la
suma
de
todas
las
restricciones
del
ego.
Esta
separación
entre
el
ego
y
su
ideal
es
la
distancia
interna
que
se
abre
en
nosotros
a
partir
de
una
distancia
exterior
que
se
origina
en
el
sistema
social.
En
este
sentido,
y
radicalizando
la
crítica,
podemos
decir
que
tanto
las
psico-‐
sociología
como
el
clásico
psicoanálisis
de
grupo
son
prácticas
destinadas
a
5
reforzar
defensas
psíquicas
contra
la
emergencia
de
las
contradicciones
sociales,
es
decir
contra
la
emergencia
productiva
y
social
del
deseo
y
de
la
praxis.
Deseo
y
producción
En
esta
línea,
el
concepto
de
tarea
que
propone
Pichón
Rivière
nos
parece
fecundo
para
poder
pensar
una
teoría
de
acción
en
grupo
(teoría
de
la
acción
grupal).
Entendemos
que
el
concepto
de
tarea
que
guía
la
acción
el
grupo
operativo
debe
ser
entendida
como
una
forma
de
superar
la
división
técnica
y
social
del
trabajo.
En
nuestra
sociedad
el
placer
y
el
trabajo
aparecen
como
formas
disociadas
y
la
mayoría
de
las
veces
como
formas
contradictorias.
Entrar
en
tarea
sería
entonces
que
el
grupo
asuma
este
desafío
que
implica
conquistar
el
deseo
en
la
producción
y
la
producción
del
deseo.
Diciéndolo
de
otra
forma,
podríamos
decir
que
el
problema
a
resolver
está
colocado
en
cómo
enfrentar
ese
círculo
que
nos
confina
a
un
placer
sin
realidad
o
a
una
realidad
sin
placer.
En
esta
línea
son
especialmente
importantes
las
contribuciones
de
Deleuze
y
Guattari
cuando
postulan
la
existencia
de
un
inconsciente
productivo
y
no
restitutivo
o
[meramente]
expresivo.
Guattari
en
su
artículo
“Política
y
psico-‐análisis”
intenta
demostrar
cómo
es
posible
superar
la
oposición
exclusiva
entre
valor
de
uso
y
valor
de
cambio.
Hoy
podría
concebirse
en
un
contexto
de
industria
altamente
desarrollada,
por
ejemplo,
en
la
informática,
en
tanto
otras
relaciones
de
producción
que
no
sean
antagónicas
con
la
producción
deseánte,
artística
y
onírica.
Más
adelante
propone
que
para
poder
esclarecer
los
encadenamientos
políticos
y
de
clase
es
necesario
hablar
a
un
nivel
de
práctica
más
inmediata;
esclarecer
lo
que
se
agita
constantemente
en
una
práctica
política,
en
una
práctica
médica,
en
una
práctica
familiar,
en
una
práctica
conyugal.
En
este
punto
vemos
un
cierto
contacto
con
la
propuesta
de
PR,
acerca
de
que
toda
dificultad
ante
la
tarea
debe
ser
revelada
a
partir
del
análisis
de
la
vida
cotidiana.
De
cualquier
forma
es
prematuro
poder
juzgar
las
implicancias
teóricas
y
prácticas
que
podrían
tener
las
ideas
de
Deleuze
y
Guattari
en
la
reformulación
de
una
teoría
de
grupos.
Vislumbramos
en
sus
propuestas
una
posibilidad
de
articulación
fecunda.
Grupos
e
Interpretación
La
propuesta
de
Guattari
de
que
la
autocrítica
tiene
que
ser
siempre
hecha
en
relación
a
la
teoría
y
a
la
organización,
pero
nunca
con
respecto
al
deseo,
nos
parece
que
puede
ser
una
verdadera
recomendación
para
guiar
el
trabajo
de
los
coordinadores
grupales
y
de
la
coordinación
grupal.
Esto
pone
en
cuestionamiento
del
problema
de
la
interpretación
transferencial
en
los
grupos.
6
Digamos
brevemente,
en
relación
a
esto,
que
las
características
complejas
y
múltiples
con
que
la
transferencia
se
expresa
en
el
grupo,
permiten
limitar
el
sentido
de
verdad
única
que
muchas
veces
adquiere
la
interpretación
del
terapeuta.
La
interpretación
de
la
transferencia
como
resistencia,
la
mayoría
de
las
veces,
el
analista
la
denuncia
o
transforma
quiéralo
o
no
en
un
representante
de
la
moral
represiva.
El
complejo
campo
transferencial
que
se
instala
en
el
grupo
permite
colocar
más
fácilmente
en
cuestión
los
mecanismos
de
poder
del
terapeuta
inclusive
a
través
del
llamado
acting,
palabra
que
carece
de
sentido
en
cualquier
situación
grupal
o
institucional.
De
todos
modos
con
el
grupo
se
abre
un
campo
fértil
de
investigaciones
de
los
fenómenos
transferenciales,
no
como
una
mera
repetición
de
una
historia
transferencial,
sino
a
través
de
poder
cuestionar
la
propia
interpretación
transferencial
como
socialmente
determinada,
por
ejemplo
al
servicio
de
la
moral
sexual
y
cultural
encarnada
en
el
grupo
y
en
particular
en
sus
líderes.
El
cuerpo
y
la
palabra
en
el
grupo
El
problema
de
la
interpretación
nos
lleva
a
dos
cuestiones
fundamentales.
La
predominancia
de
lo
verbal
en
el
grupo
es
una
y
el
problema
de
lo
corporal
en
el
grupo
es
la
otra.
La
preponderancia
de
lo
verbal
en
el
psicoanálisis
provoca
que
éste
transcurra,
la
mayoría
del
tiempo,
sobre
el
lado
visible
del
discurso.
El
psicoanálisis,
a
pesar
de
insistir
en
que
todo
discurso
se
estructura
sobre
una
ausencia,
sólo
piensa
ese
discurso
sobre
el
modelo
de
significante
fónico
o
escrito.
Háblase
todo
el
tiempo
de
la
ausencia
más
en
realidad
ella
no
se
deja
hablar.
En
el
grupo
es
entonces
importante
la
creación
de
situaciones
técnicas
diferentes
de
la
analítica,
en
donde
se
permita
desplegar
la
totalidad
del
discurso,
entendiendo
esto
como
la
totalidad
del
proceso
de
significación.
En
este
sentido
es
fundamental
la
construcción
de
una
teoría
sobre
el
cuerpo
del
grupo
y
en
particular
del
cuerpo
erógeno
del
grupo.
PR
pone
algunas
bases
para
esta
reflexión
con
su
concepto
de
esquema
corporal.
Deleuze
y
Guattari
proponen
pensar
al
grupo
no
exclusivamente
no
como
una
máquina
verbal
sino
como
una
cierta
subjetividad
de
flujo
(un
corte
de
flujo
que
toma
la
forma
objetiva
de
un
grupo).
Sugieren
modificar
la
predominancia
del
intercambio
verbal
por
la
idea
de
un
intercambio
de
intensidades.
Estas
intensidades
podrían
expresarse
a
través
de
un
número
infinito
de
formas
y
en
la
circulación
se
podría
construir
el
mapa
resistencial
de
cada
grupo.
El
cuerpo
grupal
está
compuesto
por
estas
intensidades
como
podemos
observar
por
ejemplo
cuando
se
producen
una
serie
de
nuevos
rendimientos
[capacidades]
[posibilidades]
corporales
por
la
disolución
de
las
defensas
grupales.
Siguiendo
estas
ideas
y
ante
la
cuestión
acerca
de,
por
ejemplo,
cuándo
se
debe
dramatizar
o
incluir
una
técnica
corporal
en
un
grupo,
podríamos
responder
de
forma
general
lo
siguiente:
“cuando
es
necesario
hacer
saltar
la
palabra”,
hacer
saltar
la
máquina
paranoica
del
logos
como
phoné,
y
cuando
el
saber
sólo
aparece
como
resultado
de
la
represión.
7
En
relación
al
esquema
corporal
grupal
en
ciertas
investigaciones
antropológicas
sobre
la
representación
colectiva
de
los
órganos
en
algunas
tribus
trae
una
serie
de
ideas
importantes
para
la
reflexión
de
este
tema.
El
propio
Levi
Strauss
cuando
se
refieren
al
hechicero
y
a
su
magia
nos
muestra
la
importancia
que
tiene
la
confianza,
así
como
también
las
exigencias
de
la
opinión
colectiva,
en
la
eficacia
de
la
magia.
Muestra
que
en
la
actitud
del
grupo
es
donde
se
debe
buscar
la
razón
del
éxito
de
las
capacidades
corporales
que
consigue
el
hechicero.
El
chamán
actúa,
es
un
héroe
que
ataca
a
sus
enemigos
en
ese
cuerpo
constituido
por
la
representación
social
y
mística
del
cuerpo
que
la
tribu
posee.
En
este
sentido
una
exploración
profunda
de
todos
los
sentidos
del
grupo
tales
como
la
visión,
el
tacto,
el
olor,
la
excitación,
puede
irnos
permitiendo
construir
el
esquema
corporal
grupal.
El
propio
PR
mostró
cómo
el
estudio
del
esquema
corporal
de
ciertos
familiares
permitió
prevenir
y
anticipar
la
emergencia
de
ciertas
enfermedades
orgánicas.
Volviendo
ahora
el
problema
de
la
interpretación
y
del
insight
en
el
grupo
operativo
podemos
decir
que
ésta
(la
interpretación)
estaría
ligada
al
surgimiento
de
nuevos
rendimientos
o
capacidades
corporales.
En
este
sentido
la
interpretación,
destinada
a
la
realización
de
la
tarea,
consistirá
desde
nuestro
punto
de
vista
en
colocar
en
funcionamiento
todas
las
zonas
erógenas.
Quiere
decir
que
la
tarea
estará
realizada
cuando
el
encuadre
(la
institución
grupal)
se
encuentren
con
la
vida,
cuando
exista
una
unión
entre
la
técnica
y
lo
social,
entre
en
el
proceso
analítico
y
la
historia.
El
acto
y
la
organización
Finalmente
quisiéramos
presentar
la
cuestión
de
las
relaciones
entre
acción
y
organización.
El
grupo
al
romper
con
la
institución
individual
establece
la
institución
del
grupal.
Freud
cuando
delimita
la
acción
de
una
terapia
individual
propone
los
siguientes
objetivos
en
forma
resumida:
• Fortalecer
el
ego
• Tornarlo
más
independiente
del
superyó
• Ampliar
su
campo
de
percepción
• Desarrollar
su
organización
para
poder
apropiarse
de
nuevos
aspectos
del
ello
Deberíamos
preguntarnos
si
es
posible
conseguir
esto
a
través
de
la
mera
conducta
individual.
Cuando
se
trata
de
poder
discriminar
la
realidad,
ésta
tarea
no
puede
ser
una
tarea
individual,
sino
histórica
y
colectiva.
Freud
apunta
algunas
consideraciones
importantes
en
este
sentido
especialmente
en
“Psicología
de
las
masas
y
análisis
del
yo”.
Entonces
debemos
preguntarnos
si
el
grupo
es
el
lugar
más
apto
para
la
construcción
de
una
teoría
de
la
acción.
Todo
grupo
se
constituye
a
partir
de
un
acto
momentáneo,
efímero,
violento,
y
a
partir
de
ese
momento,
dos
tendencias
conducen
a
la
historia
de
los
grupos
y
las
8
multitudes
en
un
sentido
más
amplio.
La
primera
tendencia
acentúa
la
práctica,
el
trabajo
sobre
el
objeto
exterior,
la
producción,
como
únicos
sentidos.
De
esta
tendencia
participan
desde
los
grupos
de
laboratorio
hasta
ciertas
variantes
de
las
llamadas
anti-‐psiquiatría.
La
eficacia,
la
productividad,
la
violencia
y
la
acción
conducen
toda
configuración
social
grupal;
el
despotismo
y
el
anarquismo
con
objetivos
radicalmente
opuestos
se
tocarían
en
este
punto.
La
segunda
tendencia
enfatiza
la
organización
del
grupo.
Antes
que
nada
se
trabaja
en
grupo
para
poder
trabajar.
La
consolidación
de
la
organización
es
el
primer
paso
antes
de
proponerse
cualquier
otro.
Serían
los
grupos
que
Freud
llamaba
de
masas
artificiales.
Es
preponderante
en
ellas
la
tendencia
la
burocratización
y
a
mirar
hacia
adentro.
La
acción
es
solo
posible
en
la
medida
que
no
amenace
a
la
organización.
La
producció
tienen
los
límites
que
le
impone
el
respeto
a
un
complejo
sistema
de
funciones,
de
normas,
de
jerarquías
y
de
poder.
Aquí
se
suscribe
tanto
el
grupo
de
base
psicoanalítica
(los
training
groups),
como
ciertas
prácticas
del
grupo
operativo.
En
el
plano
social
más
amplio
ésta
sería
la
forma
que
caracteriza
tanto
los
estados
socialistas
burocráticos
como
los
países
capitalistas
desarrollados.
En
términos
de
teoría
psicoanalítica
¿no
podríamos
considerar
los
presupuestos
básicos
de
Bion
en
relación
al
funcionamiento
grupal,
como
un
intento
de
organizar
o
de
apagar
toda
tendencia
de
expresión
de
la
heterogeneidad,
de
la
dispersión,
de
la
fragmentación,
que
como
fuerzas
siempre
presente
lucha
en
el
interior
del
grupo?
Tenemos
entonces
siempre
heterogeneidad
en
los
argumentos
(de
clase,
ideológica,
libidinal)
y
dos
modos
de
homogeneizarla:
a) la
acción
momentánea
y
esporádica
(masa
espontánea
como
la
denomina
Freud)
b) la
organización
estable,
burocrática,
represiva
(masa
artificial
en
Freud).
Debemos
preguntarnos
si
en
realidad
éstos
no
son
dos
momentos
que
transcurren
en
la
formación
de
todos
grupo.
Así
parece
verlo
Sartre
en
su
explicación
del
pasaje
de
la
serialidad
al
grupo,
de
juramentación
a
organización.
En
realidad
más
que
dos
momentos
sucesivos
parecen
ser
dos
polos
de
una
contradicción
presente
en
cada
configuración
social.
El
mismo
Sartre
insiste
en
mostrar
que
todo
grupo
que
trabaja,
al
mismo
tiempo,
se
trabaja.
El
grupo
operativo
interesa
aquí
en
la
medida
en
que
su
preocupación
por
la
tarea
lo
coloca
como
instrumento
apto
para
la
exploración
de
esta
contradicción.
El
grupo
está
en
tarea
cuando
consigue
salir
de
la
situación
de
dilema
que
podemos
colocar
en
los
siguientes
términos:
cuando
el
grupo
se
trabaja,
atenta
contra
la
producción,
y
cuando
produce,
atenta
contra
el
trabajo
grupal.
Esta
problemática
se
liga
con
la
definición
de
lo
que
significaría
el
proyecto
para
un
grupo
operativo.
Digamos
finalmente
que
es
prematuro
afirmar
que
el
trabajo
en
grupo
es
capaz
de
dar
respuesta
a
los
problemas
aquí
presentados.
Consideramos
de
todos
modos
que
el
espacio
grupal
abre
una
nueva
dimensión
en
relación
a
la
situación
bi-‐personal,
[porque]
existe
una
mayor
posibilidad
de
cuestionamiento
y
por
tanto
de
que
exista
una
nueva
producción.
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