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I.E N° 0136 – SANTA ROSA MILAGROSA CIENCIA Y TECNOLOGÍA Prof.

Violeta Santos Ortiz

MUTACIONES, VARIANTES Y CEPAS: ASÍ EVOLUCIONA EL


CORONAVIRUS

1. María Sánchez-Monge

Variante británica, sudafricana, brasileña… ¿Alguien dijo que


el coronavirus SARS-CoV-2 es muy estable? En realidad, varía más que algunos
tipos virus pero menos que otros. A medida que avanza la pandemia y aumenta el
número de personas infectadas, se elevan sus oportunidades para evolucionar y
adquirir nuevas ventajas que le permitan propagarse de forma más eficiente.
Tal y como argumenta Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de
la Universidad de Navarra ,“es cierto que este coronavirus muta menos que el
de la gripe y el VIH, pero eso no quiere decir que no mute”.
Los cambios del virus que se conocen como mutaciones se producen al azar,
pero están influidos por la presión a la que está sometido el virus. Uno de los
factores que puede impulsar esos cambios es la vacunación. Por eso, en palabras
de Raúl Rivas, profesor de Microbiología del Departamento de Microbiología y
Genética de la Universidad de Salamanca, “no podemos dilatar en el tiempo
la vacunación porque esa presión selectiva va a hacer que el virus busque salidas
y van a empezar a surgir variantes capaces de escapar y transmitirse mucho
mejor”.

Qué es una mutación, una variante y una


cepa
Antes de seguir explicando las consecuencias de las mutaciones y
variantes de los virus, tal vez sea mejor explicar qué es una mutación
y cuál es la diferencia entre una cepa y una variante.
Mutación
“Los virus viven mutando”, reseña López-Goñi. “De hecho, cuando
hablamos de virus no hablamos de especies víricas -tal y como hacemos
con las especies de animales o plantas-, sino de cuasiespecies porque,
en realidad, un virus es una nube de mutantes”. En virología no se
tienen en cuenta los individuos o partículas virales, sino las poblaciones,
es decir, miles de millones de partículas virales que se multiplican a una
velocidad de vértigo.
Pero esa replicación viral no es perfecta; los virus cometen errores al
copiar su material genético. “Una mutación es un cambio en una de
las letras (nucleótidos) que forman el código genético de un
organismo”, explica Rivas. En el caso de los coronavirus, al tratarse de
virus que usa el ácido ribonucleico (ARN) como material genético, las
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letras son la adenina, la guanina, la citosina y el uracilo (A, G, C y U).


Estas letras se unen de tres en tres formando tripletes (codones), que son
los que conforman los diferentes tipos de aminoácidos que, a su vez,
son los que forman las proteínas. Y las proteínas están implicadas tanto
en la estructura como en las funciones de un virus. “Por ejemplo, el
coronavirus utiliza proteínas como llaves para interactuar con las
células humanas”, cita Rivas. Las mutaciones que afectan a esas
proteínas pueden servir para que el virus entre mejor en la célula.
Hay que tener en cuenta, según destaca López-Goñi, que las enzimas
(proteínas que catalizan reacciones químicas) “que copian el ARN suelen
cometer más errores, son más torpes. Por eso, la frecuencia de
mutación es mucho más alta que en otros virus”.
Variante
Al estar multiplicándose continuamente, la evolución y la selección natural
operan en los virus “a alta velocidad o en cámara rápida”, indica López-
Goñi. Muchas de esas mutaciones no tienen ningún efecto, mientras que
otras pueden hacer que el virus se multiplique menos y, por lo tanto,
acaban desapareciendo. “La mayoría de las veces las mutaciones no
tienen significado biológico, pero cuanta mayor sea la tasa de
mutaciones, es posible que, por mero azar o por presión
selectiva, surjan cambios que sean importantes”, alega Rivas. “Cuando
se modifica el código genético de una manera notable, dando lugar a
alguna propiedad diferente, es cuando hablamos de linajes o variantes”.
Cepa
Cuando los cambios producidos por las mutaciones son muy acentuados,
hasta el punto de que inciden en factores clave del virus como su
virulencia, su letalidad, su capacidad de desencadenar una respuesta
inmunológica (antigenicidad), su transmisión… es cuando se habla de
nuevas cepas.
Por lo tanto, la diferencia entre variantes y cepas es una cuestión de
grados. La variante es una modificación del virus original con una
relevancia limitada, mientras que la cepa supone cambios
importantes y bien definidos en la biología del virus.

Efectos en la transmisión y virulencia del


virus
Las variantes de los virus -y en mucha mayor medida las cepas- pueden
incorporar cambios significativos en aspectos fundamentales para la
evolución de una epidemia o una pandemia como la de Covid-19: mejor
capacidad de transmisión, mayor virulencia, más letalidad… Se
pueden hacer predicciones, pero solo hasta cierto punto. “Lo esperable en
la deriva evolutiva es que un virus se vaya haciendo cada vez más
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transmisible y que mate menos a su hospedador porque eso no le


conviene para seguir transmitiéndose”, comenta López-Goñi. No obstante,
recalca que los virus “no piensan” y la evolución “es al azar”, por lo que no
descarta que el SARS-CoV-2 todavía “nos pueda dar algún susto”.
“Nos queda mucho por andar y van a seguir apareciendo variantes”,
apostilla Rivas. “El problema es qué tipo de variantes surgen”.

La famosa proteína S y sus mutaciones


Entre las variantes que pueden resultar más preocupantes destacan las
que afectan al gen que codifica la proteína S del virus. Se trata de la
proteína que está en la corona o envoltura del coronavirus, que es la
que, en palabras del catedrático de Microbiología de la Universidad de
Navarra, “es la llave que utiliza el virus para entrar dentro de las células”.
Es preciso estar al tanto y vigilar estrechamente los posibles cambios en
esa proteína, ya que determinadas mutaciones pueden permitir que el
virus entre mejor en las células y sea más virulento o más transmisible.
Además, al ser la proteína más expuesta del virus, es contra la que el
organismo genera más anticuerpos y, por ese motivo, en ella se basan la
mayoría de las vacunas.

Necesidad de adaptar las vacunas


Una mutación decisiva en la proteína S puede conferir al coronavirus la
capacidad de escapar de la acción de las vacunas que actualmente se
están administrando en todo el mundo. Aparentemente, si esa variante se
propaga rápidamente por todo el mundo, el resultado sería
potencialmente catastrófico, pero los expertos creen que no hay motivos
para alarmarse en exceso. Si eso ocurre, lo que habrá que hacer
es modificar las vacunas, tal y como se hace con la de la gripe, para
que sean eficaces frente a las nuevas variantes o cepas del coronavirus.
Y, lógicamente, volver a vacunar a quienes hayan recibido las vacunas
más antiguas.
Las vacunas de Pfizer y Moderna presentan una ventaja en este aspecto,
ya que la tecnología de ARN mensajero con la que están hechas
permite modificarlas en un plazo muy corto de tiempo. En las otras
vacunas, como la de AstraZeneca, lleva más tiempo cambiar su
composición, pero también se pueden adaptar.

Cambios más allá de las mutaciones


El ritmo de mutación del coronavirus es, según el profesor de
Microbiología de la Universidad de Salamanca, “considerable”, ya que se
multiplica y copia su información constantemente y, a diferencia de otros
patógenos, la mayoría de los virus de ARN no tienen “sistemas de
reparación de los errores que cometen”. Se producen en torno a dos
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mutaciones al mes, lo que ha llevado a que en estos momentos ya se


estén viendo variantes con 20-24 mutaciones.
La cosa se complica porque los virus no solo varían cambian su
información genética a través de la mutación, sino que también pueden
contar con otros sistemas. Por ejemplo, los coronavirus tienen la
capacidad de recombinarse. “Esto significa que son capaces de
intercambiar segmentos de material genético entre ellos, y esto se logra
cuando dos variantes diferentes infectan la misma célula”, explica Rivas.
El virus de la gripe tiene otra herramienta muy poderosa de la que,
afortunadamente, no dispone el coronavirus: la redistribución genética.
“Es un mecanismo que es como barajar los genes”, apunta Rivas.

El nuevo coronavirus SARS-CoV-2 se transmitió en primer lugar de animales a humanos, pero enseguida
se comprobó que existía la transmisión entre personas. La vía de contagio entre humanos se produce a
través del contacto directo con las secreciones respiratorias que se producen sobre todo al respirar, toser o
estornudar; también puede darse mediante contacto con las manos y otros objetos contaminados por estas
secreciones, y tras tocarse la boca, la nariz o los ojos.

La distancia recomendada entre personas para evitar contagios son 1-2 metros. El virus puede ser viable en
el aire, por lo que también es posible la transmisión aérea por aerosoles, aunque de manera restringida, no
en espacios abiertos y principalmente en entornos sanitarios.

El virus también se ha detectado en heces, pero pese a algunos indicios de posible infección
gastrointestinal, hasta el momento no se ha demostrado la transmisión fecal-oral. Tampoco hay evidencia
de transmisión madre-hijo a través de la placenta, el líquido amniótico o la leche materna en casos de
embarazo.

Las personas infectadas con SARS-CoV-2 pueden contagiar la enfermedad desde algunos días antes de
tener síntomas. La carga viral, que determina en parte la capacidad de transmisión, es mayor durante la
primera semana de enfermedad, y se sabe que personas asintomáticas también podrían contagiarlo, algo
que podría estar relacionado con altas concentraciones del virus en la garganta.
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EXPLICAMOS LA VARIACIÓN DEL VIRUS Y LAS RUTAS DE


TRANSMISIÓN
ACTIVIDADES:
1. Elabora un cuadro comparativo entre mutación, variante y cepa.
2. Explica la variación del virus de SARS-CoV-2 con tus propias palabras, basado en
el conocimiento científico..
3. A través de una infografía explica las rutas de transmisión del SARS-CoV-2 .
4. ¿Por qué debemos lavarnos las manos?

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