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Ardemil “Hijo de Arvedil”

Hijo de familia noble y de influencia en Minas Tirith, el padre de Ardemil, temió que su li-
naje quedase interrumpido ante los aciagos tiempos que se estaban viviendo. El avance de la Som-
bra, le hizo temer la pérdida temprana de su hijo, por lo que decidió emplear su poder para enviarle a
un puesto seguro. Antes de que Ardemil cumpliera los dieciséis años, fue trasladado de las caballeri-
zas del Sexto Círculo, a la Guardia de Honor encargada de custodiar el Árbol Blanco de los reyes, en
el Séptimo Círculo. En esa posición permanecería los últimos meses de la Gran Guerra contra Sauron,
alejado del fragor de la batalla.

Su cargo, obtenido sin méritos propios, trajo el recelo del resto de compañeros de la guardia. Sin
llegar a faltarle al respeto ni a su honor, pues al fin y al cabo, era hijo de quien era, el vacío y la
indiferencia con la que le trataron era peor que cualquier otra afrenta. Solamente una persona le
mostró dignidad y afecto, el veterano capitán Luinil, que le trató como a un hijo y le proporcionó la
poca instrucción que recibió mientras se mantuvo entre la Guardia de Honor.

El evento que marcó definitivamente su juventud, fue la muerte del senescal Denethor. La
locura del hombre, le llevó a tratar de incinerar a su propio hijo Faramir, al estilo de los reyes anti-
guos. Solo que el joven aún estaba vivo en aquel entonces. Ardemil fue uno de los que participó en
aquella atrocidad. Por suerte, la aparición de Mithrandir dio fin a la demencia. Muchos se habrían
justificado como soldados que siguen órdenes, pero él no. Alguien de la nobleza debe dar ejemplo con
sus actos y no haber hecho nada para impedirlo, solo le trajo vergüenza y deshonor.

La caída del Señor Oscuro, trajo un respiro para los Pueblos Libres, mas no demasiado para el
arrepentido muchacho. Abandonó su puesto como guardia y se recluyó en la mansión familiar,
apartado de la vida nobiliaria para evitar dar la cara. Vivió sin oficio a expensas de la fortuna de
su linaje, mientras Elessar era coronado rey del Reino Reunido y el príncipe Faramir se convertía en
su senescal. Durante tres lustros, careció del valor para afrontar sus temores.

Recientemente, han llegado preocupantes nuevas del norte. El contingente encargado de pa-
cificar el territorio de Rhudaur, dirigido por el capitán Luinil, ha sufrido una importante derrota.
Los hechos son vagos e imprecisos, pero han despertado algo en el interior de Ardemil. Convertido ahora
en un hombre recién entrado en la treintena, adquiere el valor que necesitaba para salir de su ais-
lamiento. El veterano guerrero, representa los únicos buenos recuerdos que alberga de aquella breve
etapa de su pasado. Siente que tiene la oportunidad de redimirse por sus pecados. Si se demuestra a sí
mismo y a los demás que todavía tiene el valor necesario para cambiar las cosas, podría recuperar su
vida y honor, dejando atrás la sombra que le atormenta desde entonces. Desconoce si el capitán Lui-
nil sigue vivo. Si así es, le ayudará en todo lo que pueda para retomar Rhudaur y traer paz a esa
región del Reino. En caso de que ya sea tarde, al menos podría reemplazar su pérdida y luchar contra
todo mal que todavía perdura en el norte.

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