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Hoy NO hay nada que el imperialismo occidental pueda hacer para salvar a su gobierno títere
en Kiev. Más allá de la propaganda mediática ahora todos sabemos que Rusia tiene misiles
hipersónicos imposibles de detectar por occidente.
HEINZ DIETERICH, PROFESOR DE LA UNAM
En marzo de 1999, Bill Clinton y la OTAN llevaron a cabo una nueva campaña de bombardeos
contra Serbia, creando en 2008 el flamante estado de “Kosovo”, que hoy no es más que un centro
logístico del Pentágono, la OTAN y, del narcotráfico internacional.
En 2004, la organización bélica imperialista (la OTAN) dio un salto cualitativo hacia las fronteras
rusas, con la aceptación de siete países de Europa Central y Oriental: Bulgaria, Estonia, Letonia,
Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. En 2008 se sumaron a la OTAN; Polonia, Hungría y
la República Checa. Un año después le siguieron Albania y Croacia y, desde el 2017 al 2020,
Bosnia y Herzegovina y Macedonia del Norte.
De esta forma, la OTAN, supuestamente establecida para la defensa del Atlántico Norte creció de
sus 12 miembros fundadores a los 30 actuales, cinco de los cuales comparten fronteras con Rusia
(Estonia, Letonia, Polonia, Lituania y Noruega) violando de manera flagrante los acuerdos
contraídos con Rusia en 1990-91 y los principios básicos para la seguridad de esa potencia mundial.
Washington ignoró por años todas las advertencias de Putin sobre los peligros que entrañaban el
expansionismo de la OTAN en Europa oriental. El presidente ruso lo expresó abiertamente en un
discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich en 2007. Sin embargo, el cáncer imperialista
continuó acercándose a las líneas rojas de la seguridad nacional de Rusia, tal como lo temía
Kennan.
Kennedy y Putin
En octubre de 1962, el presidente John F. Kennedy notificó a los ciudadanos estadounidenses
que habían misiles soviéticos con armas nucleares en Cuba y que había decidido el bloqueo naval
de la isla para neutralizar una “amenaza a la seguridad nacional estadounidense”
Durante 13 días el mundo estuvo al borde del holocausto nuclear, hasta que el líder soviético
Nikita Jruschov ofreció retirar los misiles a cambio que Washington prometiera no invadir Cuba
y que retirará (en secreto) los misiles estadounidenses ubicados en Turquía.
El equivalente de ese acuerdo histórico para Ucrania es el Acuerdo de Minsk y la declaración de
neutralidad de Ucrania. Pero ni la oligarquía ucraniana ni el complejo militar-industrial
estadounidense, que dirige y supervisa la política internacional de Washington, tenían la menor
intención de utilizar los mecanismos de distensión disponibles, porque necesitaban una
confrontación militar con Rusia para acabar con el gasoducto Nord Stream 2 y, con suerte, abrir
una brecha entre Moscú y Beijing que estaban avanzando exitosamente en la construcción de un
nuevo orden mundial multipolar.
Cuba y Ucrania
La razón militar esgrimida por Kennedy es conocida en las ciencias militares como “profundidad
estratégica necesaria para la defensa de un país”. Es la misma razón que obligó a Putin a realizar
la operación militar en Ucrania.
El cerco militar y acoso a Rusia ya era inaceptable por lo menos por los siguientes factores: la
integración solicitada de Ucrania en la OTAN; la agresión militar permanente contra Donbass;
la discriminación y represión de 8 millones de ciudadanos de habla rusa, el sabotaje sistemático
de los Acuerdos de Minsk; el peso creciente de las fuerzas neonazis y, el intenso despliegue de
armas y entrenadores del Imperio.
Todos estos factores generaron una amenaza estratégica que ningún mandatario ruso podía
ignorar. En otros términos, la extensión de la OTAN se transformó en una cuestión de vida o
muerte para la defensa de la nación. Y, desde el punto de vista histórico la llamada” profundidad
estratégica” del espacio ruso es el factor que salvo al país eslavo en las invasiones de Napoleón y
Hitler. En rigor, es el mismo argumento que usó Kennedy en su bloqueo naval a Cuba.
Putin y la contrarrevolución de color
En resumen: la “operación militar especial” de Putin para defender a la gente de Donbass, de
una inminente ofensiva del régimen neonazi de Kiev (que ya se ha cobrado 14.000 vidas en la
región) no sólo está plenamente justificado en el derecho internacional por el artículo 51 de la
Carta de las Naciones Unidas, sino que es plenamente coherente con la praxis militar y la doctrina
de legítima defensa de los Estados ante una amenaza inminente proveniente de un Estado vecino
o de fuerzas enemigas.
Guerra secular contra Rusia y China
A pesar de la sistemática campaña de mentiras de los medios de desinformación occidentales,
cada vez está más claro, que el conflicto en Ucrania es parte de una guerra secular de agresión
del imperialismo occidental contra Rusia y China, está comenzó en 1918 con una invasión militar
estadounidense en Siberia contra la Revolución Rusa (esta como sabemos, fue derrotada sin
apelación por el Ejército Rojo) y prosiguió después de la Segunda Guerra Mundial con la guerra de
Corea que tenía como objetivo “contener” a China
Hoy, la agresión imperialista continúa contra China y Rusia. Occidente pretende desmembrar
Rusia utilizando el expansionismo de la OTAN y ha tratado de organizar un golpe de Estado contra
el presidente Xi Jinping de China. Esta última cuestión la ha exigido públicamente los medios de
comunicación de Rupert Murdoch y George Soros.
Pero, mientras Rusia y China continúen manteniendo su alianza estratégica defensiva contra los
agresores, esta guerra imperialista secular está destinada al fracaso. Defender esta alianza es
tarea de todo aquel que busque superar la era de la pos-verdad y del fracasado “siglo
americano”, que lo que ha pretendido es eternizar el poder imperial limitando la soberanía de
las naciones y la emancipación de la humanidad.
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UN CONFLICTO GLOBAL.
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Ignacio Ramonet (*)
|21/03/2022| Opinión
española.
Editado por: Dr. Pablo Raúl Fernández Llerena <fernandezpablo29@gmail.com>
Dom 27/03/2022 4:08